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DEFECTED CROATIA 2021 @ THE GARDEN TISNO

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EL GRIME EN BRASIL

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UN SOPLO DE AIRE FRESCO EN DEFECTED CROACIA

Es a mediados de julio cuando escribo al director de DJ Mag España y le propongo algo que necesitaba hacer desde que empezó la maldita pandemia. Algo que necesitaba como artista, como promotor y, sobre todo, como persona: Volver a un festival.

Un hecho que veía lejos, muy lejos, debido a las restricciones y a que mis ingresos habían sido prácticamente cero desde que todo esto empezó. Nada nuevo si estás leyendo estas líneas desde el sector de la música, del DJing o del ocio, sea nocturno o diurno.

Una situación que parecía remitir en los últimos meses, en los que algunos pasamos de la gran secada a la gran remojada. Unos meses que me hicieron necesitar sentir, más que nunca, los bajos atravesándome mientras me rodeaban cientos de personas moviéndose al son de un DJ. Cualquier DJ, el que fuera.

No sé en qué momento vi en el perfil de Instagram de algún artista o del propio sello el cartel que encendió la mecha de mi “calentada”. Lo que sí recuerdo es lo que sentí: tenía que estar allí. Tenía que ir a Defected Croacia. Defected Croacia era un festival que había seguido desde el burladero desde sus inicios, y que reunía año tras año a los mejores artistas del house y el disco de todo el mundo. Un festival que no sentía accesible desde España, ya que Croacia era para mí un destino aparentemente lejano y que no controlaba en mis búsquedas habituales en Skyscanner. Dificultad que se extendía también a lo económico, visto desde el punto de vista de un español, acostumbrado a entradas de festivales demasiado asequibles, por hablar en este caso de entre 199 y 249 libras sin incluir gastos de gestión, lo que suponía entre 235 y casi 300 € por persona.

Realmente, en “números gordos” puede parecer un evento caro, pero hay que tener en cuenta ciertos factores que van a hacer que te replantees el precio del mismo y que van a cambiar tu percepción del precio, por el valor de lo que ofrece esta experiencia de seis días.

ESTO ES PRECISAMENTE LO PRIMERO A TENER EN CUENTA:

ES UN FESTIVAL DE 6 DÍAS.

Así lo venden aunque, siendo sinceros, realmente no es así. Es mucho más que eso. Son 6 noches y 6 días donde la música empieza a las 14.00 en el Beach Stage y termina entre las 4 y 6 de la mañana, en el Main Stage o la discoteca Barbarellas, propiedad de The Garden, con lanzadera gratuita toda la noche.

SEGUNDO: EL RECINTO THE GARDEN

Hay mucho que hablar de este punto ya que The Garden no es sólo un recinto similar a un camping, sino que es un recinto pensado para albergar festivales (también se hace por ejemplo Dekmantel), en el que te puedes alojar en apartamentos, bungalows, caravanas propias del recinto, glamping o incluso llevar tu tienda de campaña para abaratar costes. Nosotros alquilamos un apartamento con capacidad para 3 personas, que costó 80€ la noche. Un precio bastante asequible.

Pero esto no es todo, el propio recinto está ubicado a orillas de una cala de pequeñas piedras donde se ubica el Beach Stage. Un lugar que no tiene nada que envidiarle a muchas de las calas que te vienen a la mente, con sus veleros amarrados al fondo y rodeada por un pequeño bosque que resguarda el recinto.

El recinto no es pequeño, pero tampoco es grande, la verdad. El aforo del festival era de 5000 personas, se habían vendido todas las entradas y en ningún momento sentí que hubiera mucha gente. Para que os hagáis una idea, nuestro apartamento que era de los más alejados del festival, estaba a uno 2-3 minutos andando de cualquier escenario. Escenarios que se encontraban bien custodiados por suficientes barras alrededor de ellos (aunque no muchos camareros). Además de las barras habituales con la oferta típica de un festival, encontramos un bar donde solo vendían vino en copa o botellas, otro donde también hacían “cócteles”, una zona de gastronomía con un puesto vegetariano, uno asiático y otro con hamburguesas y fritos; y para terminar un restaurante para comer con cuchillo y tenedor a buen precio. A esta oferta hay que sumarle la tienda de merchandising de Defected donde comprar multitud de diferentes prendas de la marca.

TERCERO: LOS PRECIOS.

Las consumiciones allí se pagan en kunas a través de una pulsera cashless que recargar en diferentes puntos del recinto y de los que luego puedes solicitar la devolución cuando termina el festival. Cantidades y formatos que para nada se asemejan a lo que estás acostumbrado, querido “spaniard”, pero que son bastante asequibles en proporción a lo que estamos acostumbrados aquí y que estoy seguro que resulta económico para los precios de Reino Unido. En cuanto a la comida, te podías comer unas patatas por menos de 4€, una hamburguesa por unos 7€ o un poké por 9€. En mi opinión bastante bien. Por otro lado, si te apetecía cocinar, podías comprar comida en algún supermercado de Tisno (4€ en Uber) y hacerte la comida en el apartamento que estaba equipado con su vitrocerámica, ollas, sartenes y todo lo necesario para no gastar demasiado.

Y cuarto y más importante: ¡El cartel! ¡Madre mía, chavales! Me pasé 3 semanas haciendo que amigos, compañeros y allegados me odiaran cada vez que les enseñaba el cartel. Un cartel que podía pasar de puntillas otros años entre tanto gran festival con headliners y producciones de infarto, pero que, en este año, tenía un valor incalculable. Un cartel con artistas de la talla de Bob Sinclair, Armand Van Helden, Honey Dijon, The Shapeshifters, Purple Disco Machine, Eats Everything, Gorgon City, Louie Vega, David Penn, Inner City, Dimitri From Paris, Seamus Haji, Themba, Carl Craig, Breakbot, Melvo Baptiste...

Defected Croacia es un festival para abordarlo de mil maneras, desde pegarte el festival perdiéndote solo lo que tu cuerpo no te permita por cansancio, hasta, como hicimos nosotros, disfrutar de unos días de sol, chiringuito, turismo y playa, combinado con sesiones de grandes DJs, sin presiones. Diferentes velocidades para diferentes personas que hacen de este un festival para todos los públicos.

Cuando vi el cartel tuve un empacho de muchos “quiero ir a ver a”, porque desde que comenzaba el festival con el primer beat a las 14.00, hasta que acababa, había grandes artistas con selecciones musicales de una calidad abrumadora.

Te pido perdón a ti que me estás leyendo porque me perdí a Gorgon City, a Eats Everything, a Horse Meet Disco o a Nightmares On Wax, por decir algunos, pero era imposible verlos a todos.

Por otro lado, he de decirte que hubo dos sesiones que para mí fueron de las mejores del festival: Bob Sinclair y David Penn. Puede parecer que tiro para casa o que voy a lo fácil con uno de los cabezas de cartel, pero no hubo sesiones con más “groove”, con mejor estructura, mejor selección y con más energía que las de ellos. Y no lo digo yo, lo veía en la gente.

Por otro lado, hubo artistas que me defraudaron, porque quizá esperaba más de ellos, porque no sabían manejar la tensión de la sesión. Evidentemente, no diré nombres.

Ver a Roger Sanchez jugar con 4 platos es siempre una delicia, pero poder verle a medio metro en una de las “boat parties” fue una auténtica delicia. Boat parties de 3 horas que eran auténticos regalos del cielo. Si vas, compra un ticket para la que más rabia te dé. La experiencia no tiene precio.

El primer día de festival fue para mí, a nivel musical uno de los mejores: Mousse T, Monki, John Summit, Sam Divine, Armand Van Helden, Melvo Baptiste y Roger Sanchez. Fue un día que puso el listón muy alto para los siguientes.

Yo, que soy más de house que de disco, disfruté mucho el viernes de una desconocida Aline Rocha, de Mat. Joe y de todos los temas que he pinchado de él, de Themba, que no entendí porque cerraba un escenario a las 00.00, de Melé y de Moodymann.

El sábado empezaba con un Endor que llevo siguiendo desde que hacía sus pinitos con remixes en Soundcloud, seguido de un Seamus Haji, que fue el primero en emocionarme y ponerme los pelos de gallina, para acabar con un triplete de Purple Disco Machine, Bob Sinclair y The Shapeshifters de quitarse el sombrero. ¡Vaya sábado!

El domingo, con el cuerpo ya un poco cansado, empezaba con una selección fresca y apropiada de la mano de Melvo Baptiste y de Break-

bot en el Beach Stage. Tras un parón para cenar, Ferreck Dawn puso el Main Stage del revés, dejándolo calentito para que nuestro David Penn (no lo tengo en propiedad, pero debería ser patrimonio nacional) hiciera una sesión de esas que no olvidas. Además, trajo su teclado para tocar en directo algunos de sus temas, ¡Olé! Tras esto, Low Steppa puso su energía al servicio de los allí presentes para cerrar una noche que los asistentes al Main Stage nunca borrarán de su mente.

El lunes los sonidos más míticos del house y el disco se dieron la mano con Louie Vega en el escenario Faith en el Beach Stage y con DJ Spen en el escenario Glitterbox sito en el espacio Olive Groove, en un día que empezó tarde para mí y estoy seguro que también para muchos, ya que las horas de baile acumuladas empezaban a ser bastantes. Darius Syrossian calentó la pista del Main Stage con una selección cuidada e intensa, que dió paso a Carlg Craig, que se movió desde los sonidos más clásicos del house hasta, como es de esperar dentro de su línea musical, con el techno “made in Detroit” del americano. Honey Dijon supo mantener la intensidad, llevando a la gente hasta un punto que no lo graba entender. Eran ya 5 días y 5 noches bailando y la gente quería más.

Este lunes sufrí mucho por no poder disfrutar a Roberto Surace, Eats Everything y Dennis Cruz en el Barbarellas. Nuestro cuerpo decía basta.

El último día era un día épico por el cartel: Dimitri From París, Horse Meet Disco, Sam Divine b2b Simon Dunmore, Riva Starr, Inner City, Louie Vega, Gorgon City, Eats Everything y un b2b2b2b2b2, de todos. Un lujo de cierre que solo es posible en un festival en el que puedes encontrarte a los artistas bailando entre el público o moviéndose entre escenarios para poder disfrutar de la compañía de sus amigos y compañeros de profesión.

Los más grandes del house mundial en un mismo lugar, en un ambiente de respeto inigualable y en un entorno natural preparado para que tu experiencia sea máxima. ¿Qué más pedir?

Pero… No os he hablado de la Covid-19, ¿no?

Llegados a este punto, parece que estuviéramos en pleno 2019, ya que no os he hablado de algo muy importante, no os he hablado “del bicho”. Un bicho que, en el momento que se llevó a cabo, tenía inmerso a prácticamente toda Europa en una 4ª o 5ª ola, según país o región del mismo.

Hasta llegar el día, seguía todos los días las evolución tanto de mi país de origen, España, como del país de destino, Croacia. Un país, este último que contaba con solo 145 nuevos casos de media al día. Datos que no hemos vivido proporcionalmente (Croacia tiene 4 millones de habitantes y España casi 47 millones) desde el confinamiento.

Calles abarrotadas en las ciudades, mascarilla supuestamente obligatoria en interiores y transporte urbano pero que sólo era respetada al 100% en centro comerciales (que estaban a medio gas), distancias de seguridad inexistentes por donde fueras, interiores de bares “cerrados” (a no ser de que tuvieran todo de par en par)…

¿La verdad? Me explotaba la cabeza al intentar entender cómo puede haber tanta diferencia entre unos países y otros. Un país, Croacia, en el que vi cómo su población y costumbres sociales eran muy semejantes a las españolas y en el que el sector servicios y el turismo son piedra angular de la economía del país. Dicho esto, para que el festival se llevara a cabo, el gobierno impuso ciertas normas que todos los asistentes debían cumplir y que eran muy similares a los que imponía para poder entrar al país: - Todos los asistentes debían entrar al festival con pasaporte Covid-EU que certificara la recuperación, la vacunación parcial o completa, un test de antígenos con menos de 48 horas de antigüedad o una prueba PCR con una duración de hasta 72 horas. - Si los asistentes salían del festival y no llevaban la pauta completa de vacunación, deberían realizarse un test de antígenos rápido en la puerta del mismo, en un puesto habilitado con un coste aproximado de 12€. Ese puesto se encontraba abierto durante todo el día hasta las 12 de la noche y el festival no ganaba nada con ese importe. - Todos los trabajadores tenían que cumplir las mismas normas de entrada y es por ello que para la plantilla estos test eran gratuitos.

¿Y la mascarilla? Me olvidé de ella durante 6 días y he de deciros que fue liberador. Al principio un poco extraño. No, voy a decirte la verdad: fue muy extraño. Nos costó meternos entre tanta gente al principio, pero poco a poco fuimos metiéndonos entre el tumulto para vivir el festival desde dentro como tiene que ser: bailando, gritando, sonriendo y viendo a gente haciéndolo y disfrutando como cualquier persona debería poder hacer.

Ojalá este pequeño “recap” de lo vivido en Defected Croacia haga que el año que viene bailemos juntos allí. Muy juntos. Juntísimos.

Gracias al equipo de Defected, Glitterbox y a Simon Dunmore por apostar y arriesgar para hacer realidad este sueño en la bella Costa Dálmata. ¡Volveremos!

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