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7 de septiembre de 2014 HERALDO DE ARAGĂ“NŢ Ţ ÂŽ Ţ Ţ Ţ Ţ= â—?

Se analiza el terreno para conocer su composiciĂłn cĂĄlcica. C. B.

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La garnacha, la protagonista del proyecto de Campo de Borja. C. B.

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lisis de un terreno), que estå permitiendo conocer –se han completado dos tercios de los anålisis totales– tanto a pie de campo como en laboratorio, su estructura, su textura, su porosidad o su composición química. El estudio bajo tierra se ha completado combinando sobre el terreno hasta 60 variables climåticas y estudiando –mediante la realización de hasta 69 fotografías aÊreas– cómo se distribuye el viùedo en función de la temperatura, de la edad, de la vegetación o de la altitud. Con estos conocimientos se puede saber cómo se produce la maduración y así decidir el momento óptimo de la vendimia. Se pueden optar por distintos manejos agrícolas para obtener determinados vinos e incluso se puede poner en pråctica una política de calidad primando la plantación de uva en aquellas zonas mås adecuadas, explica este experto. En boca y nariz No basta con identificar el terroir. Hay que trasladar ese vínculo entre tierra (en su sentido mås amplio) y vino hasta el paladar del consumidor. Así lo detalla Ernesto Franco, jefe de la Unidad TÊcnica de Enología del Gobierno de Aragón, que se ha encargado de la vinificación de mistelas con uvas procedentes de 60 parcelas, de las que tambiÊn se han elaborado doce vinos para su posterior cata. Si el proyecto se decantó por la utilización mayoritaria de mistelas (uvas despalilladas y estrujadas sin fermentación) fue, sobre todo, por la larga experiencia que la unidad de enología tenía en la elaboración de estos caldos. Y los resultados, detalla Franco, demos-

Uno de los anĂĄlisis sirve para medir la colorimetrĂ­a. CAMPO DE BORJA

Si hay un cultivo con raĂ­ces milenarias en las tierras de la comarca de Campo de Borja ese es el viĂąedo. Las primeras referencias son de 1203, cuando el quinto abad de Veruela dona las viĂąas de MagallĂłn. TambiĂŠn es larga la tradiciĂłn histĂłrica de sus bodegas, desde las que existĂ­an en el propio Monasterio de Veruela hasta las mĂĄs tradicionales y familiares de los pueblos, situadas en los cabezos o montes cercanos o incluso bajo las propias casas y conservadas hasta la actualidad. Ocho siglos de vendimias y vinos, que en 1980 daban paso a la creaciĂłn de la DenominaciĂłn de Origen Campo de Borja. La historia de modernizaciĂłn de esta D. O. tiene otra fecha clave. En 2005, cumplĂ­a 25 aĂąos y lo hacĂ­a celebrando un rĂŠcord histĂłrico de producciĂłn. De sus 7.400 hectĂĄreas se vendimiaron ese aĂąo 37.200 toneladas de uva. Aprovechando el aniversario y el buen comportamiento de sus viĂąas, Campo de Borja decidiĂł crear entonces un imperio. Y lo hizo utilizando como bandera la garnacha,

una variedad de uva autĂłctona no muy bien entendida durante aĂąos, incluso denostada, y cuya supervivencia parecĂ­a estar en peligro ante el avance imparable del tempranillo, la variedad mĂĄs extendida en EspaĂąa, y del cabernet sauvignon o el merlot, uvas tintas de origen francĂŠs. AsĂ­, el ‘Imperio de la garnacha’ –4.000 de sus 6.600 hectĂĄreas actuales estĂĄn ocupadas por viĂąedos de garnacha, algunos de los cuales datan de 1890– se lanzĂł a conquistar el mundo. No es que antes las 17 cooperativas y bodegas que integran la denominaciĂłn no supieran lo que eran los mercados exteriores. Ya exportaban y lo hacĂ­an con ĂŠxito en la Europa comunitaria e incluso al otro lado del AtlĂĄntico. Pero Campo de Borja ha conseguido que aquellos 5,5 millones de botellas que vendĂ­a en el exterior en 2004 se han convertido en unos 20 millones de botellas de unos vinos con los que disfrutan consumidores de 49 paĂ­ses de todo el mundo. CH. G.

El vino no es solo sabor. Eso explica que en el proyecto tambiÊn estÊn trabajando Juan Cacho y Vicente Ferreira, codirectores del Laboratorio de Anålisis del Aroma y Enología del departamento de Química Analítica de la Universidad de Zaragoza. Ferreira explica que la uva no tiene olor. Que son unas molÊculas –llamadas precursores– como si de un frasco de perfume se tratara, van almacenando esas sustancias volåtiles que son los aromas, que, en este caso, no se pueden oler hasta que la uva no quiere. Y es que este fruto al romperse libera una parte de esos precursores. Otros los reserva para el envejecimiento. Ademås, la uva tiene memoria, dice Ferreira, y lo que le pasa siendo un fruto tal vez

se reproduzca despuĂŠs en el vino. Eso explica la importancia del entorno en un terroir. ÂŤSi la parcela estĂĄ cerca, por ejemplo, de una granja de cerdos, podrĂ­a suceder que los precursores de la uva captarĂĄn su olor y lo transmitieran despuĂŠs al vinoÂť, detalla este experto quĂ­mico, que seĂąala que los anĂĄlisis realizados en Campo de Borja huelen sobre todo a ciruela y caramelo, a especias y vainilla, flores blancas o trufa negra. Con todos estos mimbres son con los que la denominaciĂłn zaragozana estĂĄ diseĂąando un futuro comercial y empresarial en el que sus vinos solo evoquen una sensaciĂłn y una identidad irrepetible: los terroir de la garnacha de Campo de Borja.

El proyecto incluye una completa analĂ­tica del suelo. C.B.

traron la buena elecciĂłn. ÂŤLos paneles de cata demostraron que la mistela es una buena herramienta perfecta para evaluar el efecto de terroir en la singularidad del vino y, por lo tanto, valorar la futura calidad del mismoÂť, seĂąala. Las mistelas han hablado. Y dicen que en los suelos pardos calizos de altitudes bajas la garnacha

de Campo de Borja se convierte en vinos cĂĄlidos y aromĂĄticos. SerĂĄn caldos estructurados y redondo si la uva se ha criado en terrenos arcillo ferrosos y cascajosos de altitudes medias. Y aquellas vides cultivadas a mayor altitud sobre suelos pedregosos permitirĂĄ embotellar caldos finos y muy elegantes.

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CHUS GARCĂ?A


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