Menga 02

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MENGA 02 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 1 // Número 02 // 2011

JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera ISSN 2172-6175 Depósito Legal: SE 8812-2011 Distribución nacional e internacional: 1.000 ejemplares

Menga es una publicación anual del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía). Su objetivo es la difusión internacional de trabajos de investigación científicos de calidad relativos a la Prehistoria de Andalucía, razón por la cual se publica en español e inglés. Menga se organiza en cuatro secciones: Dossier, Estudios, Recensiones y Crónica. La sección de Dossier aborda de forma monográfica un tema de investigación de actualidad. La segunda sección tiene un propósito más general y está integrada por trabajos de temática más heterogénea. La tercera sección incluye reseñas de libros y otros eventos (tales como exposiciones científicas, seminarios, congresos, etc.). La última sección denominada como Crónica recogerá las actuaciones realizadas por el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera en la anualidad anterior. Menga está abierta a trabajos inéditos y no presentados para publicación en otras revistas. Todos los manuscritos originales recibidos serán sometidos a un proceso de evaluación externa y anónima por pares como paso previo a su aceptación para publicación. Excepcionalmente, el Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o por la dificultad de acceso a sus contenidos. Menga is a yearly journal published by the Dolmens of Antequera Archaeological Site (the Andalusian Regional Government Ministry of Culture). Its aim is the international dissemination of quality scientific research into Andalusian Prehistory. To this end, the journal is published in English and Spanish. Menga is organised into four sections: Dossier, Studies, Reviews and Chronicle. The Dossier section is monographic in nature and deals with current research topics. The Studies section has a more general scope and includes papers of a more heterogeneous nature. The third section includes reviews of books and events such as scientific exhibitions, conferences, workshops, etc. The Chronicle section presents the activities undertaken by the Dolmens of Antequera Archaeological Site in the previous year. Menga is open to original and unpublished papers that have not been submitted for publication to other journals. All original manuscripts will be submitted to an external and anonymous peer-review process before being accepted for publication. In exceptional cases, the editorial board will consider the publication of Spanish and English translations of already published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of access to their content.

Figurilla femenina de El Malagón (Granada), Museo Arqueológico de Granada. Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia


MENGA 02 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 1 // Número 02 // 2011

ÍNDICE 09 EDITORIAL 12 DOSSIER: ARQUEOBOTÁNICA: PAISAJE Y GESTIÓN DE LOS RECURSOS VEGETALES DURANTE LA PREHISTORIA EN ANDALUCÍA 15

Cambios en el paisaje vegetal de la región andaluza durante el Pleistoceno Superior y Holoceno Elena Fierro Enrique, Manuel Munera Giner, Santiago Fernández Jiménez, Alfonso Arribas Herrera y José Sebastián Carrión García

35

Evolución y uso de la vegetación durante la Prehistoria en el Alto Guadalquivir Mª Oliva Rodríguez-Ariza

59

Agricultura neolítica en Andalucía: semillas y frutos Guillem Pérez Jordà, Leonor Peña-Chocarro y Jacob Morales Mateos

73

Antropización y agricultura en el Neolítico de Andalucía Occidental a partir de la palinología José Antonio López Sáez, Sebastián Pérez Díaz y Francisca Alba Sánchez

87

Agricultura del III y II milenio ANE en la comarca de la Loma (Jaén): los datos carpológicos de Las Eras del Alcázar (Úbeda) y Cerro del Alcázar (Baeza) Eva Montes Moya

108 ESTUDIOS 111

Orígenes de la ocupación humana de Europa: Guadix-Baza y Orce Robert Sala Ramos, Isidro Toro Moyano, Deborah Barsky, Leticia Menédez Granda, Alonso Morilla Meneses, Ramón Torrente Casado, Andreia Pinto Anacleto, Gema Chacón Navarro, Gala Gómez Merino, Dominique Cauche, Vincenzo Celiberti, Sophie Grégoire, Marie-Hélène Moncel, Henry de Lumley, Frédéric Lebègue, Jordi Agustí Ballester, Juan Manuel Jiménez Arenas, Bienvenido Martínez Navarro, Oriol Oms Llobet y Antonio Tarriño Vinagre

135

Las explotaciones prehistóricas del sílex de la Formación Milanos (Granada, España) Antonio Morgado Rodríguez, José A. Lozano Rodríguez y Jacques Pelegrin

157

Avance a la secuencia estratigráfica del “foso 1” de Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal) a partir de las campañas 2009 y 2010 José E. Márquez Romero, José Suárez Padilla, Víctor Jiménez Jáimez y Elena Mata Vivar


CONTENTS 211 EDITORIAL 213 SPECIAL ISSUE: ARCHAEOBOTANY: LANDSCAPE AND MANAGEMENT OF PLANT RESOURCES DURING ANDALUSIAN PREHISTORY 213

Upper Pleistocene and Holocene Vegetation Changes in the Andalusian Region Elena Fierro Enrique, Manuel Munera Giner, Santiago Fernández Jiménez, Alfonso Arribas Herrera and José Sebastián Carrión García

220

Vegetation Evolution and Use during Prehistory in the Upper Guadalquivir Mª Oliva Rodríguez-Ariza

231

Neolithic Agriculture in Andalusia: Seeds and Fruits Guillem Pérez Jordà, Leonor Peña-Chocarro, and Jacob Morales Mateos

237

The Anthropization Process in the Neolithic of Western Andalusia: A Palynological Perspective José Antonio López Sáez, Sebastián Pérez Díaz, and Francisca Alba Sánchez

244

Agriculture of the 3rd and 2nd Millennia BC in the District of Loma (Jaén): Data for Plant Remains of the Eras del Alcázar (Úbeda) and Cerro del Alcázar (Baeza) Eva Mª Montes Moya

251 ARTICLES 251

The Origins of the Human Occupation of Europe: Guadix-Baza and Orce Robert Sala Ramos, Isidro Toro Moyano, Deborah Barsky, Leticia Menédez Granda, Alonso Morilla Meneses, Ramón Torrente Casado, Andreia Pinto Anacleto, Gema Chacón Navarro, Gala Gómez Merino, Dominique Cauche, Vincenzo Celiberti, Sophie Grégoire, Marie-Hélène Moncel, Henry de Lumley, Frédéric Lebègue, Jordi Agustí Ballester, Juan Manuel Jiménez Arenas, Bienvenido Martínez Navarro, Oriol Oms Llobet and Antonio Tarriño Vinagre

261

The Prehistoric Flint Exploitations of the Milanos Formation (Granada, Spain)

270

A Preliminary Report on the Stratigraphic Sequence of “Ditch 1” at Perdigões (Reguengos de

Antonio Morgado Rodríguez, José A. Lozano Rodríguez and Jacques Pelegrin Monsaraz, Portugal) according to the 2009 and 2010 Fieldwork Seasons José E. Márquez Romero, José Suárez Padilla, Víctor Jiménez Jáimez and Elena Mata Vivar


ÍNDICE

176 RECENSIONES 176

Arturo Ruiz Rodríguez Crónica de una madurez en dos pasos y 25 años. Homenaje a Luis Siret, pionero de la Prehistoria científica de Andalucía, y algo más…

182

Enrique Baquedano Pérez Isidro Toro Moyano, Bienvenido Martínez Navarro y Jordi Agustí i Ballester (coords.): Ocupaciones humanas en el Pleistoceno Inferior y Medio de la cuenca de Guadix-Baza, 2010

186

Martí Mas Cornellà Rafael Maura Mijares: Peñas de Cabrera. Guía del enclave arqueológico, 2010

189

Rui Boaventura José Enrique Márquez Romero y Víctor Jiménez Jáimez: Recintos de fosos: Geneaología y significado de una tradición en la Prehistoria del suroeste de la Península Ibérica (IV-III milenios AC), 2010

191

Manuel Eleazar Costa Caramé Alicia Perea Caveda, Oscar García Vuelta y Carlos Fernández Freire: El proyecto AU: Estudio Arqueométrico de la producción de oro en la península ibérica, 2010

193

Mariano Torres Ortiz López de la Orden, María Dolores y García Alfonso, Eduardo (eds.): Cádiz y Huelva. Puertos fenicios del Atlántico, 2010

196 CRÓNICA DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA 2010 207 NOTICIAS


CONTENTS

277 REVIEWS 277

Arturo Ruiz Rodríguez Chronicle of a two-step and 25 year process of completion. A tribute to Luis Siret, pioneer of scientific prehistory in Andalusia, and much more…

281

Enrique Baquedano Pérez Isidro Toro Moyano, Bienvenido Martínez Navarro y Jordi Agustí i Ballester (coords.): Human Occupation during the Lower and Middle Pleistocene in the Guadix-Baza Basin, 2010

284

Martí Mas Cornellà Rafael Maura Mijares: Peñas de Cabrera. Guide to the Archaeological Site, 2010

286

Rui Boaventura José Enrique Márquez Romero and Victor Jiménez Jáimez: Ditched Enclosures: Genealogy and Significance of a Tradition in the Prehistory of Southwestern Iberia (4th-3rd millennia BC), 2010

288

Manuel Eleazar Costa Caramé Alicia Perea Caveda, Oscar García Vuelta and Carlos Fernández Freire: The AU Project: An Archaeometric Study of Gold Objects from the Iberian Peninsula, 2010

290

Mariano Torres Ortiz María Dolores López de la Orden and Eduardo García Alfonso (eds.): Cádiz and Huelva. Phoenician Harbours of the Atlantic, 2010

292 CHRONICLE OF THE DOLMENS OF ANTEQUERA ARCHAEOLOGICAL SITE 2010 297 NEWS


MENGA 02 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 1 // Número 02 // 2011

DIRECTOR/DIRECTOR Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) EDITORES CIENTÍFICOS/SCIENTIFIC EDITORS Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada) Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla) EDITOR DE RECENSIONES/REVIEWS EDITOR José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga) EDITORA DE MONOGRAFÍAS/MONOGRAPHS EDITOR Ana Delgado Hervás (Universidad Pompeu Fabra) SECRETARIA TÉCNICA/TECHNICAL SECRETARY Rosa Enríquez Arcas (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Victoria Eugenia Pérez Nebreda (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) CONSEJO EDITORIAL/EDITORIAL BOARD Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada) María Cruz Berrocal (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) Ana Delgado Hervás (Universitat Pompeu Fabra) Rosa Enríquez Arcas (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Eduardo García Alfonso (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía) Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla) José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga) Rafael Maura Mijares (Doctor en Prehistoria) Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) María Oliva Rodríguez Ariza (Universidad de Jaén) Victoria Eugenia Pérez Nebreda (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Margarita Sánchez Romero (Universidad de Granada) CONSEJO ASESOR/ADVISORY BOARD Xavier Aquilué Abadias (Museu d´Arqueologia de Catalunya) Ana Margarida Arruda (Universidade de Lisboa) Oswaldo Arteaga Matute (Universidad de Sevilla) Rodrigo de Balbín Behrmann (Universidad de Alcalá de Henares) Juan Antonio Barceló Álvarez (Universitat Autònoma de Barcelona) María Belén Deamos (Universidad de Sevilla)

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Juan Pedro Bellón Ruiz (Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma. CSIC) Joan Bernabeu Aubán (Universitat de València) Massimo Botto (Consiglio Nazionale delle Ricerche, Roma) Primitiva Bueno Ramírez (Universidad de Alcalá de Henares) Jane E. Buikstra (Arizona State University) María Dolores Cámalich Massieu (Universidad de La Laguna) Teresa Chapa Brunet (Universidad Complutense de Madrid) Robert Chapman (University of Reading) Felipe Criado Boado (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela) José Antonio Esquivel Guerrero (Universidad de Granada) Román Fernández-Baca Casares (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico) Alfredo González Ruibal (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela) Almudena Hernando Gonzalo (Universidad Complutense de Madrid) Isabel Izquierdo Peraile (Ministerio de Cultura del Gobierno de España) Sylvia Jiménez-Brobeil (Universidad de Granada) Michael Kunst (Deutsches Archäologisches Institut, Madrid) Katina Lillios (University of Iowa) Martí Mas Cornellà (Universidad Nacional de Educación a Distancia) Fernando Molina González (Universidad de Granada) Ignacio Montero Ruiz (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) Arturo Morales Muñiz (Universidad Autónoma de Madrid) María Morente del Monte (Museo de Málaga) Leonor Peña Chocarro (Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma. CSIC) Raquel Piqué Huerta (Universitat Autònoma de Barcelona) Charlotte Roberts (University of Durham) Ignacio Rodríguez Temiño (Conjunto Arqueológico de Carmona) Arturo Ruiz Rodríguez (Universidad de Jaén) Robert Sala Ramos (Universitat Rovira i Virgili) Alberto Sánchez Vizcaino (Universidad de Jaén) Stephanie Thiebault (Centre Nationale de Recherche Scientifique, París) Ignacio de la Torre Sáinz (Institute of Archaeology, University College London) Juan Manuel Vicent García (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) David Wheatley (University of Southampton) Joao Zilhão (University of Bristol) EDICIÓN/PUBLISHED BY JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura


PRODUCCIÓN/PRODUCTION

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Carmen Jiménez del Rosal TRADUCCIÓN/TRANSLATIONS David Nesbitt Morote Traducciones (www.morote.net) IMPRESIÓN/PRINTING Artes gráficas Servigraf LUGAR DE EDICIÓN/PUBLISHED IN Antequera (Málaga) FOTOGRAFÍAS/PHOTOGRAPHS Portada/Front cover: Tholos de El Romeral (Antequera, Málaga) (Foto: Javier Pérez González. © JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura)/ The Tholos of El Romeral

Unless stated otherwise, this work is licensed under an Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported Creative Commons. The paper “The origins of the human occupation of Europe: Guadix-Baza and Orce” published by Robert Salas et al will not be under the Creative Commons licence. You are free to share, copy, distribute and transmit the work under the following conditions: - Attribution. You must attribute the work in the manner specified by the author or licensor. - Noncommercial. You may not use this work for commercial purposes. - No Derivative Works. You may not alter, transform, or build upon this work.

(Antequera, Málaga) (Photo: Javier Pérez González. Andalusian Government, Ministry of Culture).

For any reuse or distribution, you must make clear to others the licence terms of this work. Any of the above conditions can be waived if you get permission from the copyright holder. Where the work or any of its elements is in the public domain under applicable law, that status is in no way affected by the licence. The complete licence can be seen in the following web

Salvo que se indique lo contrario, esta obra está bajo una licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported Creative Commons. Esta licencia no será efectiva para el artículo de Robert Salas y otros titulado “Orígenes de la ocupación humana de Europa: Guadix-Baza y Orce”.

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EDITORIAL

Promovido por el Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía), como parte del “Memorial Luis Siret“, en septiembre de 2010 se celebró en Antequera (Málaga) el Primer Congreso de Prehistoria de Andalucía, bajo el lema “La Tutela del Patrimonio Prehistórico”. De forma expresa, esta reunión invocaba en su génesis la que se celebrara en junio de 1984 en la localidad de Cuevas del Almanzora (Almería) bajo el título “Homenaje a Luis Siret (1934-1984)” y que suele ser considerada el hito que marcó el inicio de una nueva era en la gestión del patrimonio arqueológico andaluz, bajo el signo del gobierno autonómico. Coincidiendo en su convocatoria con el 25 aniversario del Homenaje a Luis Siret, la reunión antequerana de septiembre de 2010 ha posibilitado, por primera vez en muchos años, la reunión del colectivo de arqueólogos/as involucrados en el estudio de la Prehistoria de Andalucía. Aunque tanto a escala nacional como regional en los últimos años se ha venido produciendo una notable proliferación de eventos profesionales, técnicos y científicos de todo tipo (desde cursos de formación a congresos dedicados a temas monográficos) que revela el importante grado de maduración que la Prehistoria como disciplina ha alcanzado en nuestra comunidad autónoma, desde que en 1993 se celebrase la última de las Jornadas de Arqueología Andaluza (cuya andadura se remontaba a 1985), el colectivo de prehistoriadores/as que trabajan en Andalucía había carecido de un foro de reunión de carácter generalista en el seno del cual debatir las cuestiones más relevantes en su desempeño científico, profesional o deontológico. Aquel foro cumplió una importante función en los años de gestación de todo el sistema administrativo autonómico de tutela patrimonial, y su desaparición tuvo un efecto negativo, ya que no solo privó al colectivo profesional de un medio de encuentro, sino que cercenó la conexión anual que posibilitaba entre universitarios y administradores, precisamente cuando se abría un periodo en el que el exponencial desarrollo de la denominada arqueología de gestión, empresarial o comercial iba a generar un nuevo escenario mucho más diverso y complejo dentro de la disciplina. En la reunión celebrada en Antequera han participado en torno a 150 personas, con un programa organizado en 7 mesas de comunicaciones secuencialmente estructuradas y con títulos relativos a temas generales de investigación y gestión patrimonial que la organización consideró de especial actualidad y/o interés (“historiografía”, “administrar y proteger”, “arqueometría”, “territorio”, “conservar”, “sociedad” y “difundir”), y culminadas en la última jornada con una sesión de posters. La amplia presencia de representantes de casi todos los centros universitarios y de investigación, museos y organismos administrativos ubicados en Andalucía, o con investigadores/as o equipos involucrados en el estudio y protección del patrimonio prehistórico andaluz, hizo que la reunión resultara un éxito, con aportaciones de gran nivel y una enriquecedora serie de debates.

Medalla de Menga. Obra de Francisco Javier Galán de Mester Artis. Foto: Javier Pérez González. © JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura.

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Un elemento novedoso del Congreso fue la concesión de la primera Medalla Menga de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía al mérito en la defensa, promoción y divulgación del patrimonio prehistórico andaluz a la “Mesa Ciudadana en Defensa del Paisaje Protegido y el Yacimiento de Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán”. La concesión de esta medalla es importante por dos razones. Primero por la creación en sí de un premio (sin dotación económica, pero de alto valor simbólico y profesional) para reconocer la labor de personas o colectivos que destacan en su esfuerzo por defender el patrimonio prehistórico andaluz. Segundo, porque la concesión de la medalla en su primera edición ha recaído en un colectivo ciudadano que desde el año 2007 ha realizado un esfuerzo (sin precedentes en nuestra comunidad autónoma) por defender el patrimonio de un yacimiento prehistórico excepcional, cual es el de Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán, que por encontrarse en el sector del área metropolitana de la ciudad de Sevilla que mayor crecimiento urbanístico ha experimentado en los últimos tres decenios, ha sufrido innumerables agresiones. La incansable labor de los colectivos ciudadanos ha logrado muy significativos avances en la difícil tarea de proteger Valencina frente a proyectos urbanísticos que iban a destruir partes muy importantes de su extensión, a la vez que ha servido para poner en perspectiva los errores administrativos y la desidia de algunos colectivos profesionales y académicos con que ha venido acompañada a menudo el planteamiento de tales proyectos, lo cual constituye sin duda una invitación para futuras reflexiones. Con independencia del constatable éxito de la reunión en cuanto a participación y desarrollo del programa, y de la novedad que ha supuesto la concesión de la primera Medalla Menga, quizás una de sus aportaciones más “intangibles” haya sido una cierta recuperación del “espíritu” de las jornadas de arqueología andaluza, que estuvieron muy presentes en la mente de todos/as los/as asistentes, como lo estuvo la de 1984 en Cuevas del Almanzora (incluso se proyectó una película rodada durante su celebración). De ese espíritu merece la pena retener, muy especialmente, la favorable disposición para la confrontación abierta y amistosa de experiencias, opiniones y visiones de nuestra práctica profesional. Varios de los/as intervinientes en la reunión antequerana (especialmente los/as procedentes de otras comunidades autónomas) señalaron el positivo clima de debate e intercambio de opiniones que presidió todas las sesiones. Ejemplo ilustrativo de ello fue la importante autocrítica de la profesión y de su trayectoria en los últimos años que quedó materializada en el manifiesto de la profesora Mª Ángeles Querol Fernández, que durante varios días motivó reflexiones de todo tipo sobre las sombras de la arqueología prehistórica andaluza, especialmente en lo concerniente a la falta de madurez en el debate científico o las necesarias responsabilidades en la gestión de la información arqueológica, en ocasiones manejada de forma paternalista. En este sentido, conviene siempre recordar, por reiterativo o incluso estereotipado que ello resulte, que la práctica científica y profesional de la arqueología (en su rama prehistórica o en otras) no puede evolucionar ni mejorar si no es mediante la práctica del debate. Si las ideas y las teorías, así como los datos en que estas deben apoyarse, no son expuestas al público y abierto escrutinio de la comunidad científica, entonces el conocimiento de la Prehistoria andaluza asumirá la forma de un discurso o narrativa cerrada, coherente en sí misma y placentera para sus proponentes, pero no se convertirá en un verdadero conocimiento científico asimilable o equiparable al que existe en otros campos de las ciencias sociales y naturales. El debate basado en el respeto y la educación con quienes proponen ideas diferentes a las propias constituye un vehículo fundamental para la mejora de la calidad de las teorías e interpretaciones que sustentan la Prehistoria. Y ello exige una sincera y favorable disposición hacia un principio intelectual muy simple: que la crítica y las opiniones de nuestras/os colegas contribuyen a mejorar nuestras explicaciones del pasado.

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Una segunda aportación de la reunión antequerana fue sin duda posibilitar un foro de encuentro y debate entre profesores/as e investigadores/as adscritos a universidades y centros de investigación por un lado y los/as técnicos/as de la administración autonómica por otra. Este encuentro es imprescindible, y debe ser mantenido en el futuro. Cuando a mediados de los años 1980 la Junta de Andalucía comenzó a asumir sus competencias en materia de protección del patrimonio histórico, su infraestructura humana y su experiencia profesional eran casi inexistentes. En aquella coyuntura histórica, el concurso de las instituciones universitarias más importantes, como Granada o Sevilla (en realidad casi las únicas existentes de la época), representó un apoyo muy importante para que el complejo sistema administrativo autonómico echara lentamente a rodar. Luego, con el tiempo, la recién nacida “criatura”, se emancipó gradualmente de las instituciones universitarias (que la habían ayudado en su primera andadura). En la actualidad, el complejo sistema administrativo de la tutela de bienes arqueológicos en Andalucía abarca un amplio organigrama de instituciones y un personal de varios cientos de personas que rebasa ampliamente el dedicado a la docencia o investigación de la prehistoria en las instituciones universitarias andaluzas. Que la administración de bienes culturales se haya emancipado de sus (en algunos casos centenarias) instituciones “progenitoras” es claramente lo que se podía y debía esperar del proceso de construcción de las instituciones autonómicas. Pero la investigación y la gestión del patrimonio arqueológico-prehistórico tienen que ir de la mano. Siendo un terreno administrativo de esencia inevitablemente técnica (por tanto científica), la gestión arqueológica no puede permitirse prescindir de un contacto fluido y constante y de una colaboración intensa con la universidad sin afrontar el riesgo de quedarse progresivamente desconectada de la realidad de la arqueología. La universidad es una institución que, por su propia naturaleza, persigue mantenerse al día en las corrientes más innovadoras que se dan en el campo de la ciencia arqueológica. Esto no quiere decir, por supuesto, que en las universidades no haya síntomas y elementos de obsolescencia más o menos puntuales: evidentemente los hay. Pero, por definición, y por la esencia de su dedicación y desempeño profesionales, los/as investigadores/as universitarios/as siempre tenderán a estar más pendientes de las novedades teóricas, técnicas, metodológicas y procedimentales de la disciplina. Por tanto, la iniciativa de la celebración del I Congreso de Prehistoria de Andalucía abre la esperanza de una etapa caracterizada por una colaboración estrecha entre universidad y administración autonómica, de forma que se mantengan la frescura, la actualización y la efectividad de las políticas y procedimientos de gestión de bienes culturales, algo que solo puede ser positivo para el patrimonio arqueológico-prehistórico andaluz. La necesaria colaboración entre centros de investigación y administración debe incorporar a otros agentes surgidos en estos últimos años. Por una parte, es de gran importancia el creciente papel que en la difusión del Patrimonio Prehistórico andaluz están adquiriendo los museos, que estuvieron ampliamente representados en la reunión de Antequera. Los debates habidos abordaron las nuevas líneas de trabajo, las interpretaciones e incluso los nuevos hallazgos que han aparecido en los últimos años y están cambiando la percepción de numerosos problemas del pasado prehistórico en el mundo científico, pero que a veces tardan en llegar al público general a través de los Museos, su vehículo natural de transmisión, dada la dificultad y lentitud con se transforman los discursos museológicos. Otros agentes fundamentales en la configuración actual del patrimonio arqueológico andaluz, como son los/as profesionales que se dedican a la arqueología empresarial, o a los movimientos cívicos en defensa del patrimonio, estuvieron también presentes en el congreso de Antequera bien participando en la sesión de posters, bien como ponentes, bien como asistentes.

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DOSSIER ARQUEOBOTÁNICA: PAISAJE Y GESTIÓN DE LOS RECURSOS VEGETALES DURANTE LA PREHISTORIA EN ANDALUCÍA

El dolmen de El Toconal (Olvera, Cádiz) y su relación con el paisaje. Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia.


MENGA

02 Cambios en el paisaje vegetal de la región andaluza durante el Pleistoceno Superior y Holoceno Elena Fierro Enrique, Manuel Munuera Giner, Santiago Fernández Jiménez, Alfonso Arribas Herrera y José Sebastián Carrión García Evolución y uso de la vegetación durante la Prehistoria en el Alto Guadalquivir Mª Oliva Rodríguez-Ariza Agricultura neolítica en Andalucía: semillas y frutos Guillem Pérez Jordà, Leonor Peña-Chocarro y Jacob Morales Mateos Antropización y agricultura en el Neolítico de Andalucía Occidental a partir de la palinología José Antonio López Sáez, Sebastián Pérez Díaz y Francisca Alba Sánchez Agricultura del III y II milenio ANE en la comarca de la Loma (Jaén): los datos carpológicos de Las Eras del Alcázar (Úbeda) y Cerro del Alcázar (Baeza) Eva Montes Moya


Bosque galería del Parque Natural de Los Alcornocales (Cádiz). Foto: Elena Fierro Enrique.


DOSSIER

CAMBIOS EN EL PAISAJE VEGETAL DE LA REGIÓN ANDALUZA DURANTE EL PLEISTOCENO SUPERIOR Y HOLOCENO Elena Fierro Enrique1/2, Manuel Munuera Giner3, Santiago Fernández Jiménez1, Alfonso Arribas Herrera2 y José Sebastián Carrión García1

Resumen En este artículo se revisan algunos aspectos de la dinámica vegetal durante el Pleistoceno Superior y Holoceno en Andalucía a partir de fuentes de datos polínicos, dedicando especial atención a los interglaciales y a la colonización tardiglacial y holocena. Junto con las influencias, climática y antrópica, se destaca la importancia de los condicionantes históricos, las interacciones bióticas y los procesos estocásticos en la configuración del paisaje actual. Igualmente se analizan qué zonas de Andalucía pudieron actuar como refugios glaciales para las especies leñosas mesotermófilas y los impactos sobre la vegetación derivados de la instalación de algunas sociedades humanas en esta región.

Palabras clave: Paleoecología, Palinología, Biogeografía histórica, Cuaternario, Andalucía.

UPPER PLEISTOCENE AND HOLOCENE VEGETATION CHANGES IN THE ANDALUSIAN REGION Abstract This paper reviews some aspects of the Upper Pleistocene and Holocene vegetation change in Andalusia from pollen data and focusing on interglacials periods and lateglacial developments of angiosperm forests. Along with climatic and anthropic influences, the importance of historical factors, biotic interactions and stochastic processes in the current landscape configuration are emphasized. Different regions of Andalusia are scrutinized in order to establish which areas could have acted as glacial refugia of woody plant species as well as the impacts due to human activities from mid-Holocene onwards.

Keywords: Palaeoecology, Palynology, Historical Biogeography, Quaternary, Andalusia.

1

Departamento de Biología Vegetal. Facultad de Biología. Universidad de Murcia. [ elena.fierro@um.es ]; [ santiago@um.es ]; [ carrion@um.es ] Museo Geominero. Departamento de Infraestructura Geocientífica y Servicios. Instituto Geológico y Minero de España. [ e.fierro@igme.es ]; [ a.arribas@igme.es ] 3 Departamento de Ciencia y Tecnología Agraria. Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica. Universidad Politécnica de Cartagena. [ Manuel.Munuera@upct.es ] 2

Recibido: 07/04/2011; Aceptado: 18/05/2011

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ELENA FIERRO ENRIQUE, MANUEL MUNUERA GINER, SANTIAGO FERNÁNDEZ JIMÉNEZ, ALFONSO ARRIBAS HERRERA Y JOSÉ SEBASTIÁN CARRIÓN GARCÍA

INTRODUCCIÓN Aunque ha existido un déficit histórico en la producción de información paleoecológica, y más específicamente, paleobotánica, para la región andaluza, durante los últimos años esta situación ha ido cambiando favorablemente. Este artículo se justifica por la necesidad de compilar de forma crítica toda esta información, ponerla en contexto biocronológico y abrir perspectivas de investigación futura. Andalucía no representa solamente el extremo meridional de la Península Ibérica, sino más relevantemente, viene a ser el extremo suroccidental de Eurasia, región, por lo tanto, transicional entre dos continentes y, metafóricamente, un fondo de saco en términos biogeográficos y evolutivos. Las implicaciones de esta particular situación espacial son múltiples y, entre ellas, cabe destacar una peculiar respuesta de la vegetación ante los cambios climáticos. La palinología cuaternaria está indudablemente habilitada para indagar sobre este fenómeno utilizando como marco temporal de referencia los últimos 2,5 millones de años. Lamentablemente, el registro polínico, y por tanto, de flora y vegetación, está concentrado en los últimos milenios del

Holoceno. No obstante, también se dispone de datos fragmentarios y muy significativos para las fases glaciales del Pleistoceno andaluz. Podemos avanzar la existencia de un contingente florístico con elevada diversidad, la permanencia de muchos elementos durante las fases glaciales y una dinámica postglacial única en el contexto peninsular y continental.

DINÁMICA VEGETAL DURANTE EL ÚLTIMO INTERGLACIAL Durante la última fase interglacial, el aumento de las temperaturas unido al descenso de la aridez se tradujo en un importante desarrollo de la vegetación arbórea con respecto al período anterior. Así, en términos generales, las formaciones esteparias con pinos, heredadas de las fases risienses, acabaron siendo sustituidas por bosques mixtos de quercíneas acompañados por un cortejo arbustivo florísticamente no muy distinto del actual matorral mediterráneo, pero en los que también habría cabida para algunos árboles caducifolios. Sin embargo, el tapiz herbáceo estaría constituido mayoritariamente por especies de marcado carácter xerófilo, al tiempo que perdurarían coníferas como Pinus, Abies, Cedrus, Juniperus o Taxus.

Fig. 1. Mapa con la localización de las secuencias polínicas mencionadas en el texto.

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CAMBIOS EN EL PAISAJE VEGETAL DE LA REGIÓN ANDALUZA DURANTE EL PLEISTOCENO SUPERIOR Y HOLOCENO

No disponemos hasta la fecha de suficientes secuencias polínicas que cubran el último Interglacial en Andalucía a partir de las que poder inferir los procesos responsables de estos cambios de vegetación, o conocer las fluctuaciones climáticas durante este período (González-Sampériz et al., 2010). Entre las pocas disponibles (Fig. 1) merecen

especial atención la de la turbera de Padul (Florschütz et al., 1971; Pons y Reille, 1988; Valle Hernández et al., 2003) (Fig. 2) al tratarse de la secuencia que proporciona más información para este período junto a la de la cueva de la Carihuela (Carrión García, 1990, 1992; Carrión García et al., 1998; Fernández Jiménez et al., 2007) (Fig. 3) no muy

Fig. 2. Diagrama polínico sintético de la secuencia de la turbera de Padul. Abajo: Desde el Prewürm hasta el Würm medio, arriba: desde el Würm medio hasta el Holoceno. Redibujado de Pons y Reille, 1988.

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Fig. 3. Diagrama polínico de taxones seleccionados de la cueva de La Carihuela. Modificado de Fernández Jiménez et al., 2007.

Fig. 4. Correlación cronobioestratigráfica de las secuencias de Carihuela (Fernández Jiménez et al., 2007) y Padul (Pons y Reille, 1988). Modificado a partir de Fernández Jiménez et al., 2007.

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distanciada de la primera y también en la provincia de Granada. Esta última presenta una secuencia temporal cuyo inicio se sitúa en torno a 117000 años BP según datación por Th/U (Carrión García et al., 1998). En ambas secuencias (Fig. 4) el último Interglacial aparece caracterizado por la dominancia de formaciones de Quercus y Olea (Carrión García et al., 2000; Fernández Jiménez et al., 2007; GonzálezSampériz et al., 2010) junto a Ericaceae. Son frecuentes también coníferas (Pinus y Juniperus) y una amplia diversidad de mesófitos como Alnus, Betula, Corylus, Ulmus, Fraxinus y Buxus, aunque éste último género sólo aparece de forma muy puntual en Padul donde además se detecta, a diferencia de cueva de La Carihuela, polen de Acer, así como de otras coníferas (Abies, Cedrus y Taxus) y Vitis. Parece interesante destacar la existencia de importantes oscilaciones de polen arbóreo que podrían ser resultado de la respuesta de la vegetación a complejos y continuos cambios climáticos o, más bien, podrían haberse originado como consecuencia de procesos de competencia intrínseca y de carácter

estocástico junto a condicionantes históricos (dónde se ubicaban los refugios glaciales, tamaño de las poblaciones que albergaban, etc.) además de factores climáticos que, en conjunto, promoverían cambios en la abundancia y distribución de los taxones. Otras secuencias que contienen información para el último Interglacial son Cueva Bajondillo (López-Sáez et al., 2007; Cortés-Sánchez et al., 2008) en el término municipal de Torremolinos (Málaga) y Alfaix (Schulte et al., 2008) en la cuenca inferior del río Aguas (Almería). En Cueva Bajondillo, los niveles basales 18 y 19 (Fig. 5) se atribuyen presumiblemente, al no disponer de datación cronológica que así lo atestigüe, al estado isotópico 5. A lo largo de este período se observa un patrón de vegetación mosaicista similar al observado en cueva de La Carihuela y Padul, con predominio de Quercus y Olea/Phillyrea, Pistacia, Myrtus y Rhamnus junto a coníferas (de nuevo Pinus y Juniperus) y bosques con planifolios (Alnus, Betula, Corylus, Fraxinus, Salix, Ulmus y Juglans). Se detecta además la presencia de iberonorteafricanismos como Withania.

Fig. 5. Diagrama polínico de taxones seleccionados de la Cueva Bajondillo, Torremolinos (Málaga). Redibujado a partir de Cortés-Sánchez et al., 2008 y López-Sáez et al., 2007.

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La secuencia polínica obtenida en los travertinos de Alfaix pone de relieve la existencia de dos etapas claramente diferenciables durante el último Interglacial. La primera de ellas se corresponde con la zona polínica A1b (Fig. 6) y muestra una vegetación con bajos porcentajes de polen arbóreo siendo el pino el principal contribuyente, acompañado de altos porcentajes de gramíneas. Esta fase podría corresponder a los primeros momentos del Pleistoceno Superior, más concretamente, a un período de transición desde un subestadio frío a otro más cálido. Según los autores del trabajo palinológico, una correlación aceptable podría estar centrada en el subestadio OIS 5d (Burjachs Casas, en prensa). A continuación, le sucede una fase (zona polínica A2) en la que se incrementa sustancialmente el componente arbóreo, destacando como en todas las secuencias anteriores los altos porcentajes de Quercus y Olea. A éstos les acompaña un cortejo arbustivo con taxones típicamente mediterráneos (Myrtus, Cistaceae, Erica y Thymelaeaceae). Altos porcentajes de Olea también han sido observados en otros puntos del Mediterráneo donde este taxón alcanza valores más altos que durante el Holoceno (Carrión García et al., 2000). Fuera del territorio andaluz, otras secuencias polínicas también recogen el predominio de un

bosque mixto compuesto principalmente por quercíneas junto a árboles caducifolios y taxones termófilos. Así, por ejemplo, el estudio en alta resolución del testigo marino MD95-2042 (SánchezGoñi et al., 1999, 2000) procedente de la costa suroeste de Portugal pone de manifiesto el desarrollo de un bosque de Quercus durante el período Eemiense en paralelo al de taxones mediterráneos como Ericaceae, Olea y Pistacia. Junto a éstos se registra la presencia de taxones arbóreos como Fraxinus, Alnus, Salix y Carpinus, género este último que, por sus elevados porcentajes, se ha considerado biocronológicamente característico del último Interglacial en Europa (Tzedakis y Bennett, 1995).

RESPUESTAS DE LA VEGETACIÓN A LOS CAMBIOS CLIMÁTICOS DE CONDICIONAMIENTO ORBITAL DURANTE EL PLEISTOCENO El clima durante el Pleistoceno ha estado sometido a fuertes oscilaciones que han conducido a una alternancia periódica de fases glaciales e interglaciales desencadenadas en su origen por causas astronómicas de recurrencia milenaria, fundamentalmente, variaciones cíclicas de la órbita terrestre que se producen con una frecuencia en torno a 100000-125000

Fig. 6. Histograma polínico de la secuencia de los travertinos de Alfaix, cuenca inferior del río Aguas (Almería). Redibujado de Schulte et al., 2008.

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años. A este mecanismo inductor, que conllevaría cambios en la distribución estacional de la insolación que incide sobre la Tierra, se le sumarían otros que implicarían cambios en la circulación oceánica y sobre el albedo terrestre, aumentando el alcance de las consecuencias del primero. Durante la mayor parte del Pleistoceno, extensas áreas del norte de Europa estuvieron cubiertas de hielo así como las grandes cadenas montañosas del centro y sur de este continente, al tiempo que en la Europa meridional tenía lugar un incremento notable de la aridez. Estas fases glaciales con una duración media aproximada de 100000 años eran interrumpidas por intervalos de tiempo más cortos, de unos 10 a 20 mil años, de clima cálido y húmedo interglacial (Comes y Kadereit, 1998). En fase con esta dinámica glacial-interglacial se han registrado importantes cambios en la distribución y composición de la vegetación. Secuencias polínicas como la obtenida a partir del testigo marino Andalucía G1 (Feddi et al., 2011) que fue recuperado en el Mar de Alborán, a pocos kilómetros de la costa malagueña, evidencian un amplio desarrollo de estepas frente a una retracción de las formaciones termófilas durante la transición Plioceno-Pleistoceno. Esta dinámica parece ser la dominante en Andalucía con la llegada de cada nueva fase glacial. Así, al iniciarse las condiciones de aridez acompañadas de un notable descenso de las temperaturas, tendría lugar la desaparición de muchas poblaciones vegetales de modo que, algunas especies se irían viendo abocadas a la extinción mientras que otras podrían mantener algunas poblaciones en áreas reducidas con microclimas más favorables donde persistirían hasta la llegada de una nueva fase interglacial. Por el contrario, estas difíciles condiciones climáticas serían propicias para la extensión de herbáceas de marcado carácter xerófito y heliofítico como Artemisia, Ephedra, Calligonum, Poaceae, Chenopodiaceae, Asteraceae, Lamiaceae, Lygeum, Amaranthaceae y Aizoaceae, entre otras. Durante los interglaciales, los reductos de bosques que hubiesen sobrevivido a la glaciación anterior servirían como punto de partida para la colonización del territorio. De este modo se expandirían de nuevo taxones como Quercus, Olea, Fraxinus, Pistacia, Alnus, Corylus o Cistaceae. En algunas zonas se observa también un desarrollo alternante entre bosques de angiospermas y coníferas (Carrión García et al., 2000).

Podemos afirmar entonces que los cambios climáticos de condicionamiento orbital durante el Pleistoceno forzaron en la vegetación respuestas de gran magnitud. Hemos de tener en cuenta que los tiempos de supervivencia de los organismos vegetales están muy por debajo de aquellos en los que se miden los fenómenos orbitales, lo que lleva consigo un profundo impacto sobre poblaciones e individuos (Bennett, 1997).

REFUGIOS GLACIALES DE VEGETACIÓN LEÑOSA TERMÓFILA Existen numerosas evidencias palinológicas de que muchas zonas de Andalucía actuaron como refugios glaciales para multitud de especies arbóreas y arbustivas. Entre los registros que así lo sugieren se encuentran cueva de La Carihuela (Carrión García et al., 1998), Padul (Pons y Reille, 1988), cueva de Las Ventanas (Carrión García et al., 2001a), Siles (Carrión García, 2002), El Asperillo (Stevenson, 1984), Mari López (Yll Aguirre et al., 2003), Cueva Bajondillo (López-Sáez et al., 2007; Cortés-Sánchez et al., 2008), San Rafael (Pantaleón-Cano et al., 2003), MD95-2043 (Fletcher y Sánchez-Goñi, 2008) y Gorham (Carrión García et al., 2008). En cueva de La Carihuela y Padul, la presencia prácticamente continua de Pinus durante todo el transcurso de la última glaciación así como la presencia más o menos persistente de taxones como Quercus y, en el caso de Padul, también Juniperus, Betula, Alnus, Salix y ericáceas, junto a la rápida aparición y progresión de otros taxones termófilos al comienzo del Holoceno, sugieren la presencia de refugios glaciales cercanos. El análisis polínico de coprolitos de hiena procedentes de la cueva de Las Ventanas, a tan sólo 500 m de la cueva de La Carihuela, apoya aún más la idea de que los valles interiores de Sierra Nevada debieron actuar como un reservorio de fitodiversidad durante la última glaciación. En cronología probablemente tardiglacial (c. 12780 años cal BP), los resultados polínicos de Las Ventanas recogen la existencia de Pinus, Juniperus, Abies, Quercus, Betula, Corylus, Alnus, Acer, Taxus, Myrtus, Buxus, Sorbus, Olea, Erica arborea, Pistacia, Ephedra fragilis, Viburnum, Sambucus, Genisteae, Thymelaeaceae, Cistus y Rhamnus. El registro de la Laguna de Siles (Fig. 7), en la Sierra de Segura, pone de manifiesto, de forma más evidente, durante 20300 a 11900 años cal BP, la presencia de

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Fig. 7. Diagrama polínico de la secuencia de la Laguna de Siles. Redibujado de Carrión García, 2002.

Pinus pinaster, Juniperus, Acer, Taxus, Arbutus, Buxus, Ulmus, Salix, Corylus, Betula, Fraxinus, Quercus, Ericaceae, Rhamnus, Pistacia, Phillyrea, Cistus y Olea. Estos datos ratifican especialmente la existencia de importantes enclaves refugio en los valles interiores de las Cordilleras Béticas. Estas últimas habrían suministrado una alta variabilidad topográfica y posibilitado, al mismo tiempo, la migración vertical de las poblaciones arbóreas y arbustivas en respuesta a los pulsos climáticos. Junto con los valles intramontañosos, la costa andaluza jugó un papel fundamental en la preservación de la vegetación termófila a lo largo del Pleistoceno. Las zonas costeras se habrían caracterizado por ciertos aportes de humedad que habrían combatido la aridez imperante en otras áreas y presentarían condiciones de temperatura menos extremas. Así, tenemos en el litoral de la provincia de Huelva, El Asperillo, que apoya la existencia de refugios glaciales de quercíneas y árboles caducifolios, además de pino piñonero y vegetación litoral mediterránea, durante el final del Pleistoceno (Stevenson, 1984) (Fig. 8) y el sondeo llevado a cabo en el lucio de Mari López, en las marismas del Guadalquivir. Este último sostiene la presencia en fecha anterior a 47000 años BP, posiblemente en fase pleniglacial, de Pinus,

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Juniperus, Alnus, Olea y Quercus (Yll Aguirre et al., 2003) (Fig. 9). En la costa de Málaga, la secuencia de la Cueva Bajondillo (Fig. 5) constata, en torno al último Máximo Glacial, la presencia de Abies, Cedrus, Pinus, Juniperus, Alnus, Betula, Corylus, Fraxinus, Salix, Ilex, Quercus e incluso de taxones tan termófilos como Cistus ladanifer, Erica y Withania frutescens. Otra secuencia litoral, San Rafael, en la costa sur de Almería, evidencia la existencia durante el Pleniglacial Superior (c. 20058 años cal BP) de poblaciones de Pinus, Corylus, Quercus, Olea y Pistacia (Fig. 10). Próximo a San Rafael, en la zona central del mar de Alborán, el testigo marino MD952043 muestra curvas continuas de Quercus, Pinus, Cedrus, Ericaceae y Juniperus desde 45000 años BP hasta comienzos del Holoceno, al tiempo que registra la presencia puntual de Olea y Pistacia. Los coprolitos de cánidos y, en menor medida de hiénidos, procedentes de la cueva de Gorham (Gibraltar) han revelado la existencia de un gran reservorio de fitodiversidad en el extremo sur peninsular durante el Pleistoceno Superior que habría albergado árboles caducifolios (Corylus, Alnus, Betula,

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Fig. 8. Histograma de la secuencia polínica El Asperillo para el testigo AS3. Redibujado de Stevenson, 1984.

Fig. 9. Diagrama de algunos taxones seleccionados para el registro palinológico del Pleistoceno Superior y Holoceno del lucio de Mari López. Nótese que en color gris claro aparecen las curvas ampliadas para Olea, Juniperus y Alnus. Modificado de Yll Aguirre et al., 2003.

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Fig. 10. Diagrama polínico sintético de San Rafael. Se indica ampliación de las curvas polínicas para los taxones Corylus y Quercus caducifolios en color gris. Redibujado de Pantaleón-Cano et al., 2003.

Fig. 11. Diagrama polínico para taxones arbóreos (AP) hallados en los coprolitos de la cueva de Gorham. Redibujado de Carrión García et al., 2008.

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Castanea, Ulmus, Fraxinus, Acer y Salix) y especies de bosque mediterráneo (Pinus, Quercus, Arbutus, Olea, Phillyrea, Viburnum, Rhamnus) junto a arbustos xerotermófilos (Maytenus, Myrtus, Calicotome) (Carrión García et al., 2008, en prensa) (Fig.11). Pese a toda esta información, debemos tener presente que los datos con los que contamos en la actualidad sobre refugios glaciales conducen a una subestimación de los mismos, provocada en parte, porque las investigaciones que se han llevado a cabo han sido muy limitadas, pero también, porque las poblaciones aisladas de árboles tienden a ser invisibles en los registros palinológicos (Carrión García et al., 2008). Además, debemos considerar que la productividad polínica de los árboles puede verse afectada bajo condiciones climáticas desfavorables (Leroy, 2007). Evidencias no palinológicas que apoyan la existencia de refugios glaciales en Andalucía son la persistencia en esta región de un considerable número de especies relictuales de origen subtropical, es decir, especies que habrían resistido desde el Terciario a todas las fluctuaciones climáticas acaecidas durante el Cuaternario. Entre éstas se encuentran el laurel (Laurus nobilis), el ojaranzo (Rhododendron ponticum) o el avellanillo (Frangula alnus). Otras evidencias adicionales proceden de estudios filogeográficos, basados en ADN cloroplástico y aloenzimas, que predicen una mayor diversidad genética para las poblaciones actuales localizadas en zonas de refugios glaciales. Durante la recolonización que sobreviene a una Terminación se espera que tenga lugar una pérdida de alelos y con ello una pérdida de diversidad genética en las nuevas poblaciones conforme aumente la distancia con la población de partida debido a cuellos de botella y efectos fundadores.

CAMBIOS DE VEGETACIÓN DURANTE LA ÚLTIMA DEGLACIACIÓN Y PROCESOS DE COLONIZACIÓN DURANTE EL HOLOCENO En relación con el resto de la Península Ibérica, en las secuencias andaluzas se observa una clara anticipación tardiglacial sobre el cambio de vegetación que acontece con la llegada del Holoceno. En cueva de La Carihuela (Píñar, Granada), Cueva Bajondillo (Torremolinos, Málaga), El Pirulejo (Priego de Córdoba, Córdoba) y en el sondeo marino de Alborán MD95-2043 (Carrión García et al., 1998; López-Sáez et al., 2007, 2008; Cortés-Sánchez et al., 2008;

Fletcher y Sánchez-Goñi, 2008) éste tiene lugar en torno a 15000 años BP; en Siles (Sierra de Segura, Jaén; Carrión García, 2002) en 12100 años BP y por último en Padul (Valle de Lecrín, Granada; Pons y Reille, 1988) en 13000 años BP. Así, por ejemplo, en la secuencia de Charco da Candieira (Van der Knaap y Van Leeuwen, 1997) de la portuguesa Serra da Estrela, no se detectan patrones similares de cambio hasta una fecha próxima a 10000 años BP. En el sector occidental de la Sierra de Ancares, la secuencia lucense de Pozo do Carballal (Muñoz Sobrino et al., 1997) parece compartir una cronología similar a la de Charco da Candieira, donde no es hasta después de 10300 años BP cuando el roble inicia una notable expansión. En el noreste peninsular, la secuencia litoral gerundense de Banyoles (Pérez-Obiol y Julià Brugués, 1994) muestra patrones de cambio de vegetación significativos en torno a 11500 años cal BP y la del Portalet, en el pirineo oscense (GonzálezSámperiz et al., 2006), en fecha próxima a 10500 años BP. En términos generales, este cambio de vegetación consiste fundamentalmente en la sustitución de pinares por un modelo forestal de dominancia angiospérmica basado principalmente en quercíneas y, en menor medida, en mesófitos como Betula, Corylus, Ulmus, Alnus, Fraxinus o Fagus. En las secuencias andaluzas, cabe destacar durante las primeras etapas de sustitución un mayor protagonismo de los Quercus perennifolios frente a los caducifolios (Siles, Padul, Cueva Bajondillo, San Rafael) a diferencia de lo que ocurre en el noreste peninsular, donde sucede lo contrario. Sin embargo, existen numerosas excepciones a este patrón general, como puede observarse en secuencias del litoral de la provincia de Huelva donde el pino es el taxón principal durante prácticamente todo el registro holocénico. Así sucede en El Asperillo (Stevenson, 1984) y El Acebrón (Stevenson y Harrison, 1992). A veces se constatan porcentajes similares a Quercus (Carrión García et al., 2000) como ocurre en la Laguna de las Madres (Stevenson, 1985; Yll Aguirre et al., 2003) y en el lucio de Mari-López (Yll Aguirre et al., 2003). Una continua hegemonía del pino en las vegetaciones forestales del Tardiglacial y Holoceno también se refleja en las secuencias jienenses de Siles (Carrión García, 2002) y Cañada de la Cruz (Carrión García et al., 2001b). En otras secuencias de Andalucía oriental la diferencia estriba en la cronología con la que el género Quercus rebasa los porcentajes polínicos de Pinus,

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no sucediendo hasta bien avanzado el Holoceno, como en la secuencia de la Cañada del Gitano, en la Sierra de Baza (Carrión García et al., 2007), donde tiene lugar en fecha próxima a 2560 años cal BP o en la de la Sierra de Gádor (Carrión García et al., 2003) donde el reemplazamiento de pinares por formaciones forestales dominadas por Quercus ocurre alrededor de 6060 años cal BP. Esta alta perdurabilidad de los pinares en algunas zonas de la geografía andaluza, sin duda, condicionada por la extensión de éstos últimos a lo largo de todo el Pleistoceno Superior, puede explicarse en base a una alta resiliencia de estas formaciones vegetales frente a las perturbaciones. Esta propiedad les llevaría a presentar una alta elasticidad frente a los agentes desestabilizadores, de modo que sólo experimentarían cambios notables cuando éstos superasen un cierto valor umbral. Por otro lado, ciertas condiciones edáficas y topográficas les habrían favorecido durante interacciones de competencia frente a Quercus y otras angiospermas, del mismo modo que el fuego parece haber favorecido la progresión de Quercus y maquias mediterráneas en algunos sectores del Sistema Bético (Carrión García, 2003; Riera Mora, 2006). Todo esto pone de relevancia que el clima no es el único factor, ni con frecuencia el más determinante, que interviene en la dinámica vegetal. Las numerosas fluctuaciones que observamos en las curvas polínicas de taxones como Pinus y Quercus en la mayoría de los diagramas para el Holoceno andaluz podrían explicarse por estos otros factores. Entre éstos se hallarían, como ya hemos apuntado, las condiciones edáficas y fisiográficas locales, fenómenos de competencia interespecífica y la tasa y frecuencia de incendios. La historia biológica de los grupos implicados también parece haber jugado un papel fundamental en la respuesta vegetal así como su capacidad de dispersión, velocidad de migración, otras interacciones bióticas y la acción antrópica.

LA VEGETACIÓN ANTROPOGÉNICA Y CONDICIONANTES HISTÓRICOS DEL PAISAJE VEGETAL ACTUAL No cabe duda de que el ser humano ha actuado sobre los ecosistemas naturales modificando el paisaje vegetal tanto de forma intencionada como involuntaria desde tiempos prehistóricos pero, principalmente, durante la segunda mitad del Holoceno, siendo a

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partir del siglo XIX, tras la Revolución Industrial, cuando su influencia ha adquirido mayor alcance. Sin embargo, no resulta fácil cuantificar el papel de la acción antrópica en la respuesta vegetal frente a otros factores ecológicos o climáticos ya que con frecuencia unos actúan sobre los otros y a menudo comparten causas y efectos. No obstante, algunos rasgos de los diagramas polínicos proporcionan información acerca de actividades antrópicas. Así, la presencia o incremento de algunos taxones pueden ser utilizados como indicadores de agriculturización (Plantago, Cerealia, Papaver, Centaurea aspera, Puccinia), de arboricultura (Vitis, Olea, Juglans, Castanea) o de pastoreo y nitrificación (Polygonum aviculare, Riccia, Sordariaceae, Rumex). Es frecuente además, que los episodios antropogénicos vengan acompañados de incrementos exponenciales en la tasa de variación de las muestras polínicas, así como en la concentración de microcarbones del sedimento estudiado. Tras el Óptimo Holoceno mesofítico (7500-5000 años cal BP) tiene lugar un cambio climático aridificante (Yll Aguirre et al., 1994; Burjachs Casas et al., 1997; Pantaleón-Cano et al., 2003) que unido al impacto de las sociedades humanas da lugar a una progresiva xerofitización del paisaje. Este proceso ha quedado muy patente en secuencias como la de Sierra de Baza (Carrión García et al., 2007) o Sierra de Gádor (Carrión García et al., 2003) en las que la acción antrópica parece estar ligada a los principales cambios de vegetación, actuando como un contingente de primer orden. En ambas secuencias, la cultura de El Argar (c. 4400-3500 años cal BP) parece haber tenido un fuerte impacto en la vegetación del entorno, observándose durante este período un notorio descenso de la cobertura arbórea y un cambio abrupto en las comunidades vegetales que pasarían a ser dominadas por especies de carácter más xerófito, mejor adaptadas al estrés por herbivoría, fuego y sequía estival (Figs. 12, 13 y 14). Tan importante hubo de ser esta transformación del paisaje que el final de la cultura argárica, el denominado “colapso argárico”, podría haber tenido un fuerte condicionamiento ambiental (Carrión García et al., 2007). Otro episodio importante de cambio en la secuencia de la Sierra de Gádor acontece durante el Imperio Romano. Es entonces cuando parece tener lugar un pastoreo más intensivo, avalado por el incremento en la presencia de taxones como Sordariaceae, Riccia y Polygonum aviculare junto a la extensión del matorral espinescente (Genisteae, Periploca,

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Fig. 12. Diagrama polínico sintético de la secuencia de Baza incluyendo la variación en la concentración de microcarbones. Redibujado de Carrión García et al., 2007.

Fig. 13. Diagrama polínico de indicadores antropogénicos y matorral espinoso junto a gramíneas y otras herbáceas de la secuencia de Baza. Redibujado de Carrión García et al., 2007.

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Fig. 14. Diagrama polínico de taxones seleccionados y variación de microcarbones en la secuencia de Gádor. Modificado de Carrión García et al., 2003.

Fig. 15. Variación de microcarbones, indicadores antropogénicos y otros microfósiles junto a la tasa de variación de las muestras polínicas en la secuencia de Siles. Redibujado de Carrión García, 2002.

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Berberis, Ononis, Calicotome), además de un incremento en la virulencia de los fuegos (percibido como el incremento en la concentración de microcarbones). La primera aparición de Vitis y el aumento en los porcentajes polínicos de Castanea y Cupressaceae, dan información acerca de actividades de arboricultura.

cultura ibérica en valles próximos localizados a menor altitud. Durante esta fase se aprecia una importante deforestación y los primeros indicadores de agriculturización (Vitis, Puccinia) al tiempo que las actividades de pastoreo se intensifican y tiene lugar la expansión del matorral espinescente cacuminal.

En la Cañada del Gitano también puede observarse, en torno a 2560 años cal BP, otra importante transformación vegetal, en coincidencia con la expansión de la

La secuencia de la Laguna de Siles (Carrión García, 2002) también apunta hacia la actividad humana como principal agente perturbador sobre la vegetación, res-

Fig. 16. Cambios principales en los espectros polínicos de la secuencia de la Cañada de la Cruz, Sierra de Segura. Arriba: taxones leñosos, abajo: taxones NAP. Redibujado de Carrión García et al., 2001.

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ponsable de cambios de la especie dominante, de la disminución de la fitodiversidad y de la regresión del bosque durante los últimos 2500 años en conjunción con un clima cada vez más árido (Fig. 15). Sin embargo, no siempre los cambios abruptos de vegetación observados en las secuencias polínicas para el Holoceno son atribuibles a perturbación antropogénica. Un buen ejemplo lo tenemos en la secuencia de la Cañada de la Cruz (Carrión García et al., 2001b) donde no aparecen indicadores de agricultura y pastoreo hasta después de 690 años cal BP, sin embargo se observan oscilaciones abruptas en las curvas polínicas en torno a 8500, 3600, 2750, 1400 y 690 años cal BP sin que puedan ser atribuidas a discontinuidades en la sedimentación (Fig. 16). En este caso, es la hipótesis de control climático la que adquiere mayor firmeza. Dada la localización de la Cañada de la Cruz, a 1595 m de altitud, en el ecotono forestal de la Sierra de Segura, no serían necesarias oscilaciones climáticas muy pronunciadas para promover cambios en la vegetación. Si bien el pastoreo parece haberse desarrollado ampliamente durante la segunda mitad del Holoceno

en las sierras andaluzas del sector oriental, en las zonas bajas de Andalucía occidental y central fueron las actividades agrícolas las que conocieron un fuerte despliegue. En el registro de la Laguna de Medina, Jerez de la Frontera (Cádiz), Reed et al. (2001) apuestan por la presencia de actividades agrícolas desde el Neolítico y durante el Calcolítico apoyándose en la presencia de plantas ruderales como Rumex o Plantago desde la base de la secuencia (Fig. 17). Sin embargo, no es hasta fecha próxima a 1000 años cal BP cuando la actividad humana se intensifica, siendo responsable de la extensión del encinar en detrimento del alcornocal. La influencia del Imperio Romano se deja ver en esta secuencia por el gran aumento que alcanza Olea en torno a 2000 años cal BP. Otras secuencias como la de la Laguna de Zóñar (Córdoba) localizada en la depresión del Guadalquivir (Valero-Garcés et al., 2006; Martín-Puertas et al., 2008) inducen a pensar que el cultivo del olivo podría haberse llevado a cabo localmente, con anterioridad a la ocupación romana, por parte de los íberos (González-Sampériz, en prensa).

Fig. 17. Diagrama polínico sintético de la Laguna de Medina. Modificado de Reed et al., 2001 y Proyecto Las Encinas http://craticula.ncl.ac.uk/lasencinas/

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CAMBIOS EN EL PAISAJE VEGETAL DE LA REGIÓN ANDALUZA DURANTE EL PLEISTOCENO SUPERIOR Y HOLOCENO

Cabe comentar, finalmente, que el registro palinológico de La Junta (Fuentes Molina et al., 2006), en la comarca del Andévalo (Huelva) da una idea genérica del impacto que debió ejercer la metalurgia del cobre del cuarto al tercer milenio antes del presente sobre la vegetación, ocasionando una grave deforestación del territorio. El análisis de datos palinológicos combinado con el estudio de fuentes historiográficas y la evidencia arqueológica ponen de manifiesto las numerosas transformaciones que ha sufrido el paisaje vegetal andaluz durante el Holoceno reciente y apuntan hacia un descenso generalizado de la cobertura arbórea y hacia la extinción poblacional de mesófitos en algunos territorios. Sin embargo, existen importantes diferencias geográficas en cuanto al inicio de este proceso y respecto a la intensidad del mismo, así como en las dinámicas vegetales detectadas. Todo ello viene parcialmente ocasionado por la heterogeneidad espacial de los impactos del ser humano sobre la vegetación, pero también por la gran variedad de climas, sustratos y relieves que exhibe la región

AGRADECIMIENTOS Agradecemos a Fátima Valle Barea su inestimable ayuda en la confección del material gráfico de esta contribución. Penélope González-Sampériz nos cedió amablemente el diagrama inédito de la Laguna de Zóñar, completado con niveles adicionales a los publicados en Valero-Garcés et al. (2006). Este trabajo forma parte de una serie de acciones financiadas por los proyectos Paleoflora Ibérica I y Paleoflora Ibérica II (IBERVELD) del Ministerio de Ciencia e Innovación, así como ECOCHANCE de la Fundación Séneca, Agencia Regional de Ciencia y Tecnología y Proyecto PEPLAN, del gobierno autónomo de Murcia.

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Saca de corcho. Foto: Oliva RodrĂ­guez-Ariza.


DOSSIER

EVOLUCIÓN Y USO DE LA VEGETACIÓN DURANTE LA PREHISTORIA EN EL ALTO GUADALQUIVIR Mª Oliva Rodríguez-Ariza1

Resumen A partir del estudio antracológico de cuatro yacimientos arqueológicos de la cuenca del Alto Guadalquivir se realiza una síntesis de la dinámica vegetal durante la Prehistoria de la zona. El área estudiada presenta una dinámica vegetal parecida. Durante el Paleolítico Medio y Superior la zona se convierte en refugio de la vegetación arbórea, donde las influencias antrópicas tienen poca importancia. A partir de la introducción de una economía de producción, se observa la influencia de diversas actividades sobre la vegetación: la ganadería, el fuego, la agricultura y la minería. El impacto de estas sobre el medio varía de unos a otros sitios y también a nivel temporal, dependiendo de la formación vegetal sobre la que se actúe y de si la zona es o no de nueva colonización.

Palabras clave: Antracología, Paleolítico, Neolítico, Edad del Cobre, Edad del Bronce, Andalucía.

VEGETATION EVOLUTION AND USE DURING PREHISTORY IN THE UPPER GUADALQUIVIR Abstract From the charcoal studies of four archaeological sites of the Upper Guadalquivir Basin, a synthesis is presented for the vegetation dynamics of the zone during Prehistory. The study area shows consistent vegetation dynamics. During the Middle and Upper Palaeolithic, the zone becomes a refuge for tree vegetation, where human influences are minor. From the introduction of a production economy, different activities notably influence the vegetation: grazing, fire, agriculture, and mining. The impact on the environment varies from site to site and also according to the time period, depending on the plant formation being acted upon and whether or not the zone is under new colonization.

Keywords: Charcoal Analysis, Palaeolithic, Neolithic, Copper Age, Bronze Age, Andalusia.

1

Centro Andaluz de Arqueología Ibérica. Universidad de Jaén. [ moliva@ujaen.es ]

Recibido: 08/04/2011; Aceptado: 20/04/2011

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Mª OLIVA RODRÍGUEZ-ARIZA

INTRODUCCIÓN En la actualidad es de gran importancia establecer las relaciones sociedad-ambiente para tratar de explicar las grandes modificaciones sufridas en nuestro entorno. Con anterioridad al conocimiento del fuego y los primeros recursos técnicos, el ser humano ejerce un papel modificador de su entorno parecido al de otras especies animales. Las relaciones de las sociedades humanas con su ambiente están estabilizadas y en perfecto equilibrio ecológico. Con el descubrimiento del fuego los humanos empiezan a controlar las fuentes de energía naturales, con él los paleolíticos contrarrestan las condiciones ambientales adversas. El fuego necesita materia

(madera) para mantener la fuente de calor y de preparación de alimentos, comenzando la recolección de vegetación forestal. Esta recogida aún tendrá escasa incidencia en el desarrollo de las plantas leñosas, debido al pequeño número de población humana. En este extenso período de tiempo las modificaciones del medio físico por los grupos humanos son muy débiles. Estas se limitan a los alrededores estrictos de la zona del asentamiento humano. Más que de una modificación ha de hablarse de una adaptación a las condiciones naturales. La corriente de influencia sociedad-naturaleza fue bastante inferior a la contraria, naturaleza-sociedad. El progresivo desarrollo, no sólo, biológico y orgánico, sino, ante todo, social crea las bases de un desarrollo cultural de las comunidades primitivas cazadoras-recolectoras que transmiten un conjunto de conocimientos que les ayudan en su supervivencia y desarrollo. El Mesolítico supone una etapa intermedia entre la pura depredación paleolítica y la producción voluntaria de alimentos que tendrá lugar en el Neolítico. Aparecen las primeras plantas cultivadas e incluso los albores de la domesticación de animales. Aunque, siguen predominando los grupos humanos que mantienen una economía cazadora-recolectora. En este momento la cultura y el desarrollo técnico jugarán un papel primordial en la relación sociedadmedio ambiente, creando condiciones desiguales entre grupos humanos diferentes, que incluso habitan en un mismo espacio y tiempo. En el Neolítico se implantan nuevas relaciones entre la población y el medio natural. Los grupos humanos se hacen productores, modificando las cadenas naturales de selección e imponiendo la reproducción de las especies que le son más beneficiosas tanto animales como vegetales. A medios ambientes diversos corresponden posibilidades de cultivos y ganadería muy diferentes. La profundización del conocimiento de los recursos naturales explotables de cada área es, por tanto, una de las principales líneas de investigación para descubrir estas relaciones sociedad-ambiente (Guilaine, 1991).

PISO TERMOMEDITERRÁNEO Encinares basófilos PISO MESOMEDITERRÁNEO

PISOS SUPRA- Y OROMEDITERRÁNEO

Encinares silicícolas con lentisco

Encinares basófilos

Encinares silicícolas

Quejigales, pinares y sabinares

Encinares basófilos termófilos con lentisco Encinares basófilos

Fig. 1. Mapa de Series de Vegetación (Valle y Lorite, 2004) y localización de los yacimientos estudiados.

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Este trabajo se centra en la interacción entre los grupos humanos y su entorno en la zona interior de Andalucía en el valle del Alto Guadalquivir, tratando de establecer, por un lado, la vegetación existente y su evolución y, por otro, modelos de comportamien-

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EVOLUCIÓN Y USO DE LA VEGETACIÓN DURANTE LA PREHISTORIA EN EL ALTO GUADALQUIVIR

to específicos para este territorio durante la Prehistoria, basándonos en el estudio antracológico de diferentes yacimientos arqueológicos (Fig. 1) y su contrastación con la vegetación actual.

YACIMIENTOS ESTUDIADOS Y CONTEXTO BIOGEOGRÁFICO ACTUAL

LOS YACIMIENTOS ESTUDIADOS La cueva de Los Murciélagos de Zuheros fue objeto de varias campañas de excavaciones de urgencia en los años 90 del siglo XX, en aquellas zonas afectadas por las obras encaminadas a la abertura al público (Gavilán Ceballos, 1991; Gavilán Ceballos y Vera Rodríguez, 1992). El material antracológico examinado procede del sector excavado en la campaña de 1993, donde se realizó una recogida total del sedimento, el cual fue flotado sistemáticamente. La secuencia cultural obtenida comprende niveles desde el Paleolítico Medio a época romana (Gavilán Ceballos et al., 1994). Aunque los resultados de los niveles neolíticos han sido previamente publicados (Rodríguez-Ariza, 1996) presentamos aquí por primera vez el estudio completo del análisis antracológico realizado. En los niveles neolíticos se ha hecho una adjudicación cultural de las fases siguiendo la nueva propuesta que le dan sus excavadores y con las fechas de C14 calibradas BC (Gavilán Ceballos, 1997; Gavilán Ceballos y Vera Rodríguez, 2005; Gavilán Ceballos y Escacena Carrasco, 2009 a y b). Para los niveles del Paleolítico Medio existen dos dataciones de Termoluminiscencia que dan las siguientes fechas: 61704 + 5902 BP, muestra de sílex quemado (Referencia Laboratorio: Mad-3535) y 54487 + 3940 BP, muestra de sedimento (Referencia Laboratorio: Mad-3536)1. Mientras las industrias encontradas corresponden a un Musteriense típico levallois, con abundancia de Puntas musterienses, raederas dobles, laterales y desviadas, algunos denticulados y escasos núcleos de pequeño formato. En los niveles del Paleolítico Superior se han recuperados muy escasos útiles que pueden ser atribuidos tipológicamente al Solutrense (1 punta de muesca) y al Magdaleniense (6 Microgravettes y 1 hojita de dorso), acompañados por 2 raspadores, 2 golpes de

buril y escasos restos de talla diminutos, además de un fragmento de varilla semicircular en asta decorada. La mayoría de los útiles consisten en puntas de proyectil, principalmente fragmentos proximales, que en ocasiones presentan marcas de impacto (Vera Rodríguez et al., 2001). La flotación sistemática de todo el sedimento ha permitido la recuperación de una cantidad de carbón importante, salvo en el caso de los niveles paleolíticos, donde la muestra antracológica estaba compuesta por fragmentos de muy pequeño tamaño y en mal estado, lo que ha exigido un gran esfuerzo en la determinación anatómica de estos, a pesar de lo cual hay un porcentaje de indeterminables alto en el Paleolítico Medio con un 15% del total. El Polideportivo de Martos es conocido a nivel arqueológico a partir de dos campañas de excavación de urgencia. En la primera, realizada en 1991 (Lizcano Prestel et al., 1993), se excavaron 25 estructuras subterráneas, mientras que en la segunda, realizada en 1993 (Cámara Serrano y Lizcano Prestel, 1997), se excavaron 17. El hábitat perdura desde la segunda mitad del IV Milenio cal BC hasta la segunda mitad del III Milenio cal BC2 donde se han determinado 3 fases, donde las estructuras se multiplican, se superponen o se reestructuran y se realizan zanjas de delimitación (Lizcano Prestel, 1999). El carbón proviene de la flotación del sedimento de 16 estructuras, las cuales dieron una cantidad pequeña de carbón para poder realizar una valoración individual de cada una de ellas. Por lo que la valoración de los resultados del análisis antracológico se publicó de forma global por fases estratigráficas (Rodríguez-Ariza, 1996). El asentamiento de Marroquíes Bajos se asienta en el casco urbano de la ciudad de Jaén. En 1995 se inician los primeros trabajos arqueológicos como consecuencia de la urbanización de la zona y la expansión de la ciudad. Hasta la fecha se han reconocido una serie de grandes periodos culturales que se extienden desde el tercer milenio a la actualidad, aunque los períodos con mayor número de restos son el calcolítico y el islámico, al extenderse las construcciones por toda la superficie de la Zona Arqueológica de Marroquíes Bajos (ZAMB).

1 Dataciones proporcionadas por Beatriz Gavilán Ceballos.

2 Recientemente se han realizado nuevas dataciones de C14 que nos han sido proporcionadas por J. A. Cámara y que son las que se han introducido en el diagrama.

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cias concéntricas excavadas en la roca (6 comprobadas), con un perímetro de entre 8.3 y 14 Km y un diámetro de entre 1200 y 1800 m (Fig. 2) (Zafra de la Torre et al., 1999, 2003). El carbón estudiado procede de 4 excavaciones realizadas en sendas parcelas distribuidas por la superficie de la aldea calcolítica (Fig. 1): - La “Parcela C” fue parcialmente excavada en 2002 y 2003 (Rodríguez-Ariza et al., 2005, 2006) y los resultados del análisis antracológico presentados en el VI Congreso de Arqueometría Ibérica (Rodríguez-Ariza, 2007), cuenta con dos dataciones de C14 que fechan los niveles de relleno del Foso 0 (Beta-190622: 4130 ± 40 BP; 2880-2580 cal BC a 2 ) y los niveles que se superponen al mismo (Beta190623: 4110 ± 40 BP; 3870-2570 cal BC a 2 ). - La “Manzana D-Parcela 19” fue excavada en 2006 (Llorente López, 2010). El carbón estudiado procede dos estructuras: las Estructuras 17 y 56, en las cuales se realizó una recogida sistemática de sedimento por Unidad Estratigráfica que se flotó de manera manual.

Parcelas estudiadas

Fosos de la aldea calcolítica

Fig. 2. Plano de la Ciudad de Jaén con la localización de las parcelas estudiadas y la superposición de los fosos de la aldea calcolítica de Marroquíes Bajos.

El asentamiento de mayor tamaño de Marroquíes Bajos es el prehistórico, fechado en principio en torno a la segunda mitad del III milenio y la primera mitad del II milenio. Ocupa al menos 113 hectáreas y puede llegar a alcanzar las 254 hectáreas. Su estructura es consecuencia de una organización del espacio en coronas comprendidas entre circunferen-

- La excavación denominada “Cándido Nogales” se realizó en la “Parcela DOC·1 del S.U.N.P. – 1” dentro de la Zona Arqueológica de Marroquíes Bajos. Los restos pertenecen en su mayoría al periodo ZAMB 3 (Cobre Final Campaniforme) (2450-2125 cal BC) (Zafra de la Torre et al., 2003), y más concretamente en la delimitación y documentación del quinto foso. Con fechas de C14 Ua-20267, 3885 ± 40 BP (2 2470-2200 cal BC) y Ua-21455, 3775 ± 45 BP (2 2340-2030 cal BC), (Sánchez Vizcaino et al., 2005). El escaso carbón estudiado proviene de la recogida manual de los niveles postdeposicionales de relleno del V Foso. - La excavación denominada de “La Veracruz” se realizó en 1999 en el solar dotacional “A.P.A. XVI del RP 4” de Jaén3 y el carbón procede de dos cabañas, donde se realizó un muestreo sistemático con la recogida de un volumen constante de sedimento por UE, en torno a los 40 litros, y su procesado por flotación manual4.

3 MARTÍNEZ OCAÑA, J. L. y MANZANO CASTILLO, A. (2000): “El solar dotacional APA XVI, RP4 de Jaén. Futuro colegio de la Veracruz y Zona

Arqueológica de Marroquíes Bajos”. Memoria de la excavación. Inédita. 4 El carbon procedente de la Parcela D fue estudiado por M. O. Rodríguez-Ariza, el de Cándido Nogales y La Veracruz por C. Pradas, siendo

presentados sus resultados en el I Congreso Internacional “El Patrimonio Cultural y Natural como Motor de Desarrollo: Investigación e Innovación”. Jaén (26-28 enero), con el siguiente título: “La vegetación de Jaén en el III milenio a.n.e. Nuevas investigaciones antracológicas en Marroquíes Bajos”.

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EVOLUCIÓN Y USO DE LA VEGETACIÓN DURANTE LA PREHISTORIA EN EL ALTO GUADALQUIVIR

Las excavaciones recientes en Peñalosa se inician en 1985, culminando la primera fase de las investigaciones con la publicación de la Memoria Final (Contreras Cortés, 2000) y la realización de una exposición didáctica que fue presentada en las principales ciudades andaluzas (Contreras Cortés et al., 1997). El carbón recuperado de manera sistemática, por medio de la flotación de los sedimentos en las excavaciones de esta primera fase, nos sirvió para realizar el análisis antracológico de las distintas unidades habitacionales y dentro de ellas el de las distintas unidades sedimentarias (Rodríguez-Ariza y Contreras Cortés, 1992), para posteriormente realizar una valoración global de los resultados (Rodríguez-Ariza, 2000a). El poblado se encuadra en el denominado Bronce argárico que con las nuevas dataciones realizadas se encuadra entre el 1800-1700 cal BC para su inicio y a partir del 1550 cal BC para su final (Contreras Cortés et al., 2004).

CONTEXTO BIOGEOGRÁFICO ACTUAL Biogeográficamente los yacimientos estudiados se enmarcan en la región Mediterránea, aunque dentro de la tipología corológica de la Península Ibérica pertenecen a dos provincias diferentes: dentro de la provincia Bética se sitúan Zuheros, en su sector Subbético, subsector Subbético-Maginense, mientras que Martos y Jaén pertenecen al sector hispalense, distrito hispalense y Peñalosa se sitúa en la provincia Luso-Extremadurense, en el sector Mariánico-Monchiquense (Rivas Martínez, 1987; Rivas Martínez et al., 1997; Cano Carmona et al., 1999). Esta división se corresponde con una diferenciación edáfica, por lo que dentro de los encinares del piso de vegetación mesomediterráneo, el más extendido en la zona (Fig. 1), se distinguen, básicamente, dos series de vegetación: 1. La serie luso-extremadurense silícola de la encina o carrasca -Pyro bourgeaneae-Querceto rotundifoliae sigmetum- que corresponde en su etapa madura a un bosque esclerófilo en el que con frecuencia existe el pirúetano o peral silvestre (Pyrus bourgeana), así como, en ciertas navas y umbrías, alcornoques (Quercus suber) o quejigos (Quercus faginea).

2. La serie basófila bética marianense y aracenopacense de la carrasca (Paeonio coriaceae-Querceto rotundifoliae sigmetum) que en su etapa madura es un bosque de talla elevada en el que Quercus rotundifolia suele ser dominante. En las áreas mesomediterráneas cálidas el acebuche y el lentisco (Olea europaea subsp. sylvestris, Pistacia lentiscus) están inmersos en el carrascal. Dentro del piso mesomediterráneo también encontramos la serie luso extremaduranse subhúmeda -húmeda del alcornoque (Sanguisorbo-Querceto suberis sigmetum). Se localiza en amplias zonas de Sierra Morena, donde se imbrica con frecuencia con la carrasca. En el área de esta serie son comunes los madroñales y brezales. El ombroclima dominante se encuadra plenamente en el seco-subhúmedo (precipitaciones medias anuales comprendidas entre 300 y 1000 mm). El piso supramediterráneo está representado en las zonas montañosas más elevadas, en las orientaciones abiertas al norte y oeste las condiciones son propias del ombroclima seco superior, apareciendo como consecuencia las facies más mesófitas de los encinares béticos, ricos en quejigos (BerberidiQuerceto rotundifoliae). Tan sólo en puntos microclimáticamente favorecidos y a veces al amparo de compensaciones edáficas pueden reconocerse formaciones vegetales propias del ombroclima subhúmedo (comunidades caducifolias de la serie de los acerales y quejigales béticos Daphno-Acereto granatensis) (Cano Carmona et al., 1999) (Fig. 1). En cuanto al aspecto edáfico, en el sector subbético, el primer eslabón en la génesis de los suelos lo forman las rocas calizas, constituidas principalmente por carbonato cálcico, carbonato cálcico-magnésico y un residuo de silicatos. Los agentes erosivos actúan en la realización del modelado cárstico aprovechando fisuras, diaclasas, etc. disolviendo el carbonato cálcico y dejando como residuo los silicatos. La evolución de estos dará lugar a varios tipos de suelos como son: protorendsina, mull rendsinas, lehm rojo de roca caliza o terra rossa y rendsina pardeada. En todos los casos el Ph de estos suelos oscila entre 7,9 y 6,5 (Varo et al., 1977), lo cual da entrada a la instalación en ellos de plantas silicícolas, como es el caso de las comunidades de madroño (Arbutus unedo) (Torres Cordero et al., 2002).

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RESULTADOS DE LOS ANÁLISIS ANTRACOLÓGICOS CUEVA DE LOS MURCIÉLAGOS DE ZUHEROS Los resultados del análisis antracológico (Tab. 1) se han expresado en un diagrama (Fig. 3). A partir de la representación gráfica de los porcentajes de aparición de cada uno de los taxones determinados se pueden analizar tanto la composición de la vegetación como su evolución diacrónica. En el diagrama de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros se han distinguido cuatro períodos antracológicos, que se corresponden con: MZ1 con el Paleolítico Medio, MZ2 con el Paleolítico Superior, MZ3 con el Neolítico y Calcolítico y MZ4 con la Edad del Bronce. Seguidamente pasamos a describir cada una de estas etapas. Durante el Paleolítico Medio (MZ1) el espectro florístico está compuesto por 13 taxones, donde destaca el grupo de las Quercíneas con 5 taxones, dominando de forma clara el Quercus ilex-coccifera con un 33,66% que junto con los denominados Quercus perennifolios, fragmentos que presentan características anatómicas entre la encina\coscoja y el alcornoque, nos hablan de la predominancia de un encinar. La presencia de un 8% de Juniperus sp., de los cuales no podemos precisar la especie, nos plantea una doble hipótesis: si fueran enebros pertenecerían al sotobosque del encinar, y si fueran del grupo de las sabinas, estarían situados en las zonas donde el suelo escasea y el sustrato se hace rocoso, por otra parte abundante en los alrededores de la cueva. Como sustrato arbustivo, posiblemente con un una talla grande, aparece el madroño, la cornicabra y la presencia puntual del lentisco. Asimismo, encontramos una presencia puntual de jaras pertenecientes al matorral. En las zonas de umbría o fondos de valle el estrato arbóreo estaría compuesto por quejigos, arces y, quizás, algún roble (englobado bajo los Quercus caducifolios), junto con una presencia importante de Prunus (posiblemente el endrino o Prunus mahaleb). Estas últimas especies nos hablan de la presencia de una vegetación que podría parecerse a la representada por la asociación de los acerales y quejigales (asociación del Daphno-Acereto granatensis) que encuentra su óptimo en el piso supramediterráneo con un ombroclima subhúmedo (más de 600 mm anuales), aunque la presencia pequeña, pero significativa de la cornicabra (Pistacia terebinthus) con un porcentaje del 3% nos puede indicar la faciación más mesófila de estas formaciones (Valle Tendero et al., 1989).

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Por tanto, la vegetación parece estar presidida por un ambiente relativamente boscoso, donde domina un encinar pobre en especies, sustituido por los quejigales en las zonas más húmedas y por los sabinares en las más secas. Esta vegetación expresa unos parámetros bioclimáticos relativamente fríos que podríamos englobarlos dentro del termotipo Supra-Mesomediterráneo con temperaturas medias anuales entre 10-15º C (con un índice de termicidad compensado comprendido entre 145-280) (Rivas Martínez, 1996) y un ombroclima seco-subhúmedo (350-1000 mm). En el Paleolítico Superior (MZ2) se han determinado 12 taxones que muestran una imagen sensiblemente diferente a la del Paleolítico Medio. Cualitativamente, asistimos a: -desaparición de los taxones típicamente Supramediterráneos como son los Acer y los Prunus -aparición de taxones termófilos como las leguminosas arbustivas, el acebuche y la Phillyrea. Cuantitativamente hay: -un descenso muy significativo de los Quercus perennifolios y de la encina/coscoja en correspondencia con el aumento de especies como el madroño y los Juniperus. -pequeño descenso (menos de 1%) de las frecuencias de Quercus caducifolios que se ve compensado por el aumento en un 3% del quejigo. Estos cambios muestran una vegetación donde el estrato arbóreo ha retrocedido en beneficio del arbustivo y los matorrales, aunque parece que la vegetación de los fondos de valle se mantiene. Parece asistirse a una dulcificación de las temperaturas lo cual facilita la instalación de especies termófilas, quizás como preámbulo de las condiciones del holoceno, aunque las condiciones de humedad parecen ser las mismas que las de la etapa anterior. Los niveles paleolíticos de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros muestran la predominancia de las formaciones arbóreas, aunque estas pierden importancia en el Paleolítico Superior en favor de las formaciones arbustivas, aunque con especies que sin presión antrópica pueden alcanzar una gran talla. Sin embargo, en la cueva de Nerja el máximo

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EVOLUCIÓN Y USO DE LA VEGETACIÓN DURANTE LA PREHISTORIA EN EL ALTO GUADALQUIVIR

PERIODO CULTURAL

Paleolítico Medio

Paleolítico Superior A

TAXONES Acer sp. Arbutus unedo Cistus sp. Juniperus sp. Labiatae Leguminosae Olea europaea Phillyrea sp. Pinus halepensis Pistacia lentiscus Pistacia terebinthus Pistacia sp. Prunus sp. Quercus sp. Quercus perennifolio Quercus caducifolio Quercus ilex-coccifera Quercus faginea Quercus suber Retama sp. Rosmarinus oficcinalis Viburnus tinus Indeterminadas Indeterminables Nº DE CARBONES Nº DE TAXONES

Nº 2 21 1 16 1 6 1 13 9 18 4 67 9 1 30 199 13

% 1.0 10.55 0.51 8.04 0.51 3.01 0.51 6.53 4.52 9.04 2.02 33.66 4.52 0.51 15.07 100

Nº 61 36 5 3 2 1 4 2 3 2 33 13 1 11 177 12

% 34.46 20.33 2.82 1.69 1.14 0.57 2.26 1.14 1.69 1.14 18.64 7.34 0.57 6.21 100

Nº 554 23 18 14 37 21 4 8 4 1 16 184 3 6 6 77 976 15

% 56.76 2.36 1.85 1.44 3.79 2.16 0.41 0.81 0.41 0.11 1.64 18.86 0.3 0.61 0.61 7.88 100

Neolítico B Nº % 278 50.18 17 3.06 1 0.19 28 5.05 22 3.97 8 1.44 2 0.37 4 0.72 6 1.08 6 1.08 147 26.53 1 0.19 1 0.19 -

Nº 148 22 11 14 8 1 1 6 2 106 2 2

% 42.04 6.25 3.12 3.97 2.27 0.29 0.29 1.71 0.57 30.11 0.57 0.57

5 4 24 554 14

2 2 25 352 13

0.57 0.57 7.1 100

0.9 0.72 4.33 100

Cobre

Bronce

C Nº % Nº 106 32.57 98 31 9.5 29 1 0.31 1 0.31 9 2.76 14 11 3.37 3 18 5.52 2 5 5 1.53 2 2 0.62 2 0.62 2 1 96 29.44 73 2 0.62 3 12 3 3 0.93 6 3 0.93 1 36 11.03 22 326 100 276 13 14

% 35.5 10.5 5.07 1.08 0.74 1.81 0.74 0.74 0.37 26.44 1.08 4.34 1.08 2.17 0.37 7.97 100

NEOLÍTICO FINAL

COBRE

Subboreal

M4

BRONCE

Tab. 1. Frecuencias absolutas y relativas de los taxones determinados en el análisis antracológico de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros.

Vegetación Termo-Mesomediterránea

Viburnum tinus

L Labiatae P Pistacia sp.

Retama sp.

Rosmarinus officinalis

Quercus suber

Quercus faginea

Quercus ilex-coccifera

Quercus caducifolios

Quercus perennifolios

Quercus sp.

Prunus sp.

Pistacia lentiscus

Pistacia terebinthus

Philyrea sp.

Leguminosae

Olea europaea

Cistus sp.

Arbutus unedo

Acer sp.

Juniperus sp.

Pinus halepensis

FRAGMENTOS DE CARBÓN ANALIZADOS

PALEOLÍTICO PALEOLÍTICO MEDIO SUPERIOR

FASES ARQUEOLÓGICAS

SECUENCIA CULTURAL

Pleistoceno Superior

DATACIONES C.14 cal AC

FASES ANTRACOLÓGICAS

M1

CRONOLOGÍA CLIMÁTICA

M2

NEOLÍTICO ANTIGUO-MEDIO

Atlántico

M3

Vegetación Meso-Supramediterránea

Fig. 3. Diagrama antracológico de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros.

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desarrollo de los matorrales se produce en el Magdaleniense y las especies claramente termófilas aparecen en el Epipaleolítico. En general, los niveles del Paleolítico Superior inicial, Solutrense y Magdaleniense de la cueva de Nerja denotan parámetros bioclimáticos más fríos y secos que los de Murciélagos. Los Pinus nigra, junto a matorrales xéricos forman el grueso de los restos carbonizados. Los Quercus están prácticamente ausentes de la secuencia. El matiz más cálido lo aporta el pino piñonero que fue protegido porque de él recolectaban las piñas para obtener los piñones (Aura Tortosa et al., 2011; Badal García, 1998, 2001). La vegetación neolítica-calcolítica (MZ3) se corresponde con varias fases de la secuencia cultural determinada en la cueva de Los Murciélagos: Neolítico Antiguo-Medio, Neolítico Final y Cobre, presentando una similar composición florística, tanto a nivel cualitativo oscilando entre 13 y 15 taxones determinados en cada fase (Tab. 1), como cuantitativo con similares porcentajes de representación (Fig. 3). Se han determinado 17 taxones (Tab. 1), entre los que destacan el conjunto de la Quercíneas, aunque su importancia cuantitativa es relativa, debido a la gran cantidad de fragmentos de madroño determinados, lo que lo constituye en el principal taxón determinado con valores que doblan a la encina/coscoja, segundo mayor. Estas dos especies muestran un comportamiento diacrónico a la inversa una de otra, pero proporcional, mientras el madroño disminuye progresivamente sus porcentajes en las fases B y C, la encina/coscoja los aumenta. El resto de taxones presentan curvas más o menos estables en las cuatro fases (Fig. 1), salvo los casos del quejigo, que desaparece en la última fase neolítica junto a una disminución de los Quercus caducifolios y su desaparición en el Cobre, lo que podría indicar un cierto endurecimiento climático al ser árboles con requerimientos hídricos importantes. También, los Juniperus sp. tienen una presencia en la 1ª fase neolítica, restos de la vegetación anterior, para posteriormente aparecer sólo ocasionalmente. Hay que destacar que predominan los taxones pertenecientes al estrato arbustivo, salvo el caso ya señalado de las quercíneas, frente al matorral fruticoso, en el que sólo podemos incluir las jaras. Esta situación nos habla de la existencia de una forma-

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ción vegetal en la que el estrato arbóreo es muy escaso, sólo compuesto por encinas y algún alcornoque aislado en las zonas más secas, mientras que en las umbrías estos son sustituidos por los quejigos, aunque estos desaparecen en la última fase neolítica y el calcolítico. Tradicionalmente, y también nosotros lo publicamos anteriormente (Rodríguez-Ariza, 1996), se ha considerado que la presencia del madroño indicaría que en la primera fase neolítica nos hallamos en presencia de un primer nivel de degradación del encinar. Sin embargo, la composición de la vegetación paleolítica que refleja el diagrama nos indica que la vegetación de los niveles neolíticos se enriquece en especies, que denotan un ambiente más boscoso aunque con el mismo estrato arbóreo, donde disminuyen algo los quejigos. Por tanto, la vegetación de la fase antracológica 3 de Zuheros (MZ3) podría representar el máximo de la vegetación forestal de la zona, donde predominan las formaciones arbustivas de talla alta, principalmente un madroñal que está integrado fundamentalmente por madroños, labiérnagos, durillos y cornicabra, siendo característica también la presencia de elementos de matiz termófilo como el lentisco y el acebuche. Junto a esta formación vegetal que, en muchos casos, presenta un aspecto bastante cerrado, se situaría una vegetación algo más heliófila compuesta por jaras, enebros, retamas y otras leguminosas arbustivas. Si la acción antrópica es continua y repetitiva, este madroñal también se verá afectado, disminuyendo la población de madroños, como ocurre en la fase antracológica 4 de la cova de les Cendres (Badal García et al., 1994), paralelizable, en parte, a nivel cronológico con las fases B y C. Así, la curva del madroño es descendente desde la 1ª fase neolítica hasta el Cobre, en correspondencia inversa con la de las jaras que va aumentando, indicando una degradación lenta pero progresiva de las zonas boscosas. A nivel paleoecológico la composición florística descrita podría enmarcarse dentro del piso de vegetación mesomediterráneo en la serie bética basófila de la encina en su faciación ombro-termófila con madroño. Faciación que ha sido descrita en algunos puntos del Parque Natural de Cazorla, siempre en las vertientes occidentales, abiertas a la influencia térmica que penetra a través del valle del Guadalquivir, restringiéndose a los horizontes infe-

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rior y medio del piso mesomediterráneo, siempre con ombroclima subhúmedo (Valle Tendero et al., 1989: 54). Más recientemente ha sido descrito en el sur de la Península Ibérica sobre dos áreas geológicas: la más occidental, comprendida entre las provincias corológicas Luso-Extremadurense y Gaditano-Onubo-Algaviense con sustrato silíceo, y la central-oriental, sobre sustratos principalmente carbonatados. En todas las estaciones la influencia Atlántica es muy alta, lo que provoca que el ombroclima sea subhúmedo-húmedo y el termotipo Termomediterráneo y Mesomediterráneo (Torres Cordero et al., 2002). Por tanto, el contraste con la vegetación actual de la zona es evidente, al haber sido descrito la existencia de madroño en el Parque Natural de la Sierra Subbética en muy pocas localidades (Muñoz Alvárez y Domínguez Vilches, 1985; Valle Tendero, 19935; Triano, 2010). Asimismo, el ombroclima subhúmedo (600-1000 mm) que refleja la vegetación neolítica de la cueva de Los Murciélagos contrasta con el seco actual (300-600 mm). La vegetación del Bronce (M4) es una continuación de la vegetación calcolítica, aunque asistimos a una acentuación del proceso de degradación ya iniciado, pues aparecen especies de espacios abiertos como el pino carrasco y los romeros, junto con el aumento de retamas, jaras y leguminosas arbustivas. La no aparición de especies umbrófilas, salvo un fragmento de Quercus caducifolio, junto a la disminución de la presencia de aladiernos, acebuches y lentisco podría indicar un relativo endurecimiento de las condiciones climáticas, coincidente con el cambio detectado en otras zonas de Andalucía Oriental (Rodríguez-Ariza, 1992, 2000b). POLIDEPORTIVO DE MARTOS Como se ha señalado anteriormente, el diagrama antracológico se realizó según las fases estratigráficas definidas para el yacimiento (Tab. 2 y Fig. 4). La imagen de la vegetación en las tres fases es muy similar, aunque hay que destacar una disminución en la diversidad de flora en la fase III, con la aparición de 12 taxones, frente a los 16 y 17 de las dos fases anteriores (Tab. 2), creemos que es debida al menor número de carbones analizados más que a problemas de representatividad.

FASES

I

II

III

TAXONES

%

%

%

Arbutus unedo Cistus sp. Cistaceae Daphne gnidium Erica sp. Fraxinus sp. Gimnospermas Labiatae Leguminosae Olea europaea Phillyrea sp. Pinus halepensis Pistacia lentiscus Pistacia sp. Quercus sp. Quercus caducifolios Quercus perennifolios Quercus ilex-coccifera Rhamnus-Phillyrea Rosaceae Rosmarinus officinalis Tamarix sp. Indeterminadas Indeterminables TOTAL CARBONES TOTAL TAXONES

35 14 2 10 1 1 18 11 4 6 7 4 1 101 11 2 2 55 285 16

12,27 4,91 0,72 3,5 0,36 0,36 6,31 3,85 1,4 2,1 2,45 1,4 0,36 35,43 3,85 0,72 0,72 19,29 100

191 38 1 1 3 15 30 6 3 1 3 7 1 1 1 114 28 6 120 570 17

33,5 6,66 0,18 0,18 0,53 2,63 5,26 1,05 0,53 0,18 0,53 1,23 0,18 0,18 0,18 20 4,91 1,05 21,05 100

22 8 1 11 5 3 -

17,18 6,25 0,79 8,59 3,9 2,34 -

1 1 35 2 1 3 2 33 128 12

0,79 0,79 27,34 1,56 0,79 2,34 1,56 25,78 100

Tab. 2. Frecuencias absolutas y relativas de los taxones determinados en el análisis antracológico del Polideportivo de Martos.

A nivel cuantitativo o de representación de porcentajes (Fig. 4) hay que resaltar algunas diferencias que seguidamente analizamos. Es remarcable la relación inversa entre la encina-coscoja y el madroño entre las fases I y II. Mientras en la fase I la encinacoscoja tiene porcentajes del 35% y el madroño del 12,27%, en la fase II son del 20 y 33,5% respectivamente. Esto nos puede indicar como el área de la encina está siendo ocupada por el madroño como consecuencia de la roturación de ciertos espacios para el desarrollo de la agricultura, lo que podría explicar también la casi desaparición en la fase II de los fresnos que ocuparían las áreas en el entorno inmediato del poblado que tienen un alto nivel freático, y que desaparecen completamente en la fase III. Tampoco podemos descartar que esta abertura de la vegetación se produzca como consecuencia de fuegos puntuales que persiguen la creación de pastos para el ganado, base económica muy importante de este poblado (Lizcano Prestel, 1999) y como se ha detectado en asentamientos como la cova de les Cendres por parte de la antracología (Badal García, 2009).

5 VALLE TENDERO, F. (dir.) (1993): Cartografía y evaluación de la vegetación de la vegetación del Parque Natural de la Sierra Subbética. Memoria del Convenio de Cooperación entre la Universidad de Granada y la Agencia del Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Granada.

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Vegetación Termo-Mesomediterránea

Rosmarinus officinalis

Vegetación Meso-Supramediterránea

Fraxinus sp.

Pistacia lentiscus

Pistacia sp.

Olea europaea

Philyrea sp.

Leguminosae

Labiatae

Cistus sp.

Arbutus unedo

Quercus perennifolios

Quercus caducifolios

Quercus ilex-coccifera

FRAGMENTOS DE CARBÓN ANALIZADOS

DATACIONES C.14 cal. AC

FASES ARQUEOLÓGICAS

SECUENCIA CULTURAL

NEOLÍTICO FINAL

Mª OLIVA RODRÍGUEZ-ARIZA

PH Pinus halepensis C Cistaceae Dg Daphne gnidium E Erica sp. G Gimnosperma Q Quercus sp. RP Rhamnus-Phillyrea R Rosaceae T Tamarix sp.

Vegetación de ribera

Fig. 4. Diagrama antracológico del Polideportivo de Martos.

El estrato arbóreo se completaría con la presencia de algunos Quercus caducifolios, escasamente representados, y donde no hemos podido diferenciar quejigos. Estos se situarían en las zonas de umbrías con suelos frescos, aunque su casi desaparición en las fases posteriores puede indicar un endurecimiento climático o una roturación de estas zonas. El pino carrasco está representado por un fragmento, lo que indicaría que las formaciones secundarias de pinos no están muy desarrolladas en el entorno del asentamiento. Igualmente, la escasa presencia de tarayes indica la inexistencia de cursos de agua importantes en la zona. Entre las especies del estrato arbustivo determinadas destacamos la presencia de acebuches, labiérnagos y lentiscos con porcentajes pequeños pero significativos que denotan unos parámetros termófilos y que aparecerían en las zonas más cálidas y resguardadas. El matorral fruticoso está compuesto por jaras, torvisco, brezos y labiadas, entre las que hay que destacar la determinación de romero. Las frecuencias relativas de jaras y romeros, que oscilan en torno al 5%, indican la existencia de áreas más o menos abiertas donde se pueden desarrollar estas especies heliófilas. A la vista de estos resultados la imagen de la vegetación durante la segunda mitad del IV milenio responde a un primer momento donde la formación arbórea dominante es el encinar, con un presencia significativa de encinas y algunos quejigos en las

44

zonas de umbría y con fresnos en las zonas con tierras frescas del entorno del asentamiento. En las zonas más pedregosas y cálidas se desarrollaría una vegetación compuesta por acebuches, labiérnagos y lentiscos formando bosquetes densos típicamente mediterráneos. También estarían presentes algunas zonas abiertas con especies de matorral. Está situación parece que evoluciona hacia principios del III milenio cal BC en algunas zonas, principalmente desaparece la vegetación del entorno inmediato con la ocupación de las zonas más frescas ocupadas por los fresnos, posiblemente para la creación de campos de cultivo donde se desarrolla una agricultura principalmente cerealística (Lizcano Prestel, 1999: 227). Asimismo, la caída de la presencia de la encina compensada por el aumento del madroño podría indicar la tala de la primera para la creación de campos de cultivo o los, ya señalados, incendios puntuales para la creación de pastos que alimentaran a la ganadería de ovicápridos y bóvidos, principales especies determinadas en el estudio faunístico del yacimiento (Lizcano Prestel, 1999: 202). Las zonas sometidas a un pastoreo ininterrumpido durante tiempo, no sólo ven dañadas y destruidas las plantas herbáceas, sino también las formaciones arbustivas. Por tanto, podemos pensar en un paisaje donde se alternan zonas de bosque, más o menos intacto, con otras más abiertas donde los arbustos o los matorrales son predominantes, posiblemente junto a los campos de cultivo. A nivel paleoecológico la vegetación podría enmarcarse dentro del piso de vegetación meso-

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EVOLUCIÓN Y USO DE LA VEGETACIÓN DURANTE LA PREHISTORIA EN EL ALTO GUADALQUIVIR

mediterráneo en la serie bética basófila de la encina en su faciación termófila. Las condiciones ambientales serían similares a las actuales, aunque, el ombroclima podría ser un poco más húmedo: subhúmedo (600-1000 mm) frente al seco actual (300-600 mm).

Parcela C TAXONES Angiosperma Arbutus unedo Cistus sp. Crataegus sp. Fraxinus sp. Juniperus sp. Leguminosae Monocotiledoneae Olea europaea Phillyrea sp. Pinus halepensis Pinus sp. Pistacia lentiscus Pistacia terebinthus Pistacia sp. Populus sp. Quercus caducifolios Quercus ilex-coccifera Quercus faginea Retama sp. Rhamnus-Phillyrea Rosmarinus officinalis Salix-Populus Tamarix sp. Indeterminada 1 Indeterminadas Indeterminables TOTAL FRAGMENTOS Nº DE TAXONES

MARROQUÍES BAJOS Los resultados del análisis antracológico de las cuatro excavaciones estudiadas de Marroquíes Bajos (Fig. 2 y Tab. 3) se han representado en un diagrama antracológico (Fig. 5), a partir del cual podemos empezar a analizar la vegetación del entorno del poblado y su posible evolución a lo largo del tiempo. En el diagrama antracológico podemos distinguir dos conjuntos de vegetación. El primero de ellos está formado por la Parcela C (MB1) y el segundo por el resto de excavaciones analizadas: Manzana D-19, Veracruz y Cándido Nogales (MB2). Estos conjuntos se pueden individualizar por:

Manzana D-19 Nº %

%

69 7

9,31 0,94

180

24,29

15 4 115 9 5 1 27 2 4

2,02 0,56 15,51 1,21 0,67 0,14 3,64 0,28 0,56

218 5 2 1

29,41 0,67 0,28 0,14

6 71 741 16

0,8 9,58 100

Veracruz

1 110 19

0,2 22,08 3,83

10 5 4

2 1 0,8

6 8 118 2 3

1,2 1,6 23,69 0,4 0,6

2 3 129

0,4 0,6 25,92

2 5 1 2 10 3 55 498 20

0,4 1 0,2 0,4 2 0,6 11,04 100

%

64 1 4 3 12 5

25,4 0,4 1,58 1,2 4,76 1,98

1

0,4

54 6

Cándido Nogales Nº % 9 2

20,02 4,44

1

2,22

21,43 2,38

11

24,44

27

10,71

7

15,55

3 4

1,2 1,58

5

11,11

1 67 252 13

0,4 26,58 100

10 45 6

22,22

Tab. 3. Frecuencias absolutas y relativas de los taxones determinados en el análisis antracológico del Marroquíes Bajos.

- las especies originales que aparecen/desaparecen en cada uno de ellos. - la distribución porcentual de los distintos taxones. Si analizamos el aspecto cualitativo o de la composición florística de cada una de estos grupos vemos que en MB1 hay cinco taxones originales que no aparecen en el resto de excavaciones, estas son:

Fig. 5. Diagrama antracológico de Marroquíes Bajos. ZAMB3 Cobre finalCampaniforme

MB2

VERACRUZ

Vegetación Termo-Mesomediterránea

Vegetación Meso-Supramediterránea

Tamarix sp.

Salix-Populus

Fraxinus sp.

Rosmarinus officinalis

Quercus ilex-coccifera

Pistacia lentiscus

Philyrea sp.

Olea europaea

Crataegus sp.

Leguminosae

Cistus sp.

Arbutus unedo

Juniperus sp.

Pinus sp.

Pinus halepensis

FRAGMENTOS DE CARBÓN ANALIZADOS

PARCELA C

DATACIONES C.14 cal. AC

SECUENCIA CULTURAL

FASES ANTRACOLÓGICAS

ZAMB1 Cobre Antiguo-Pleno

MANZANA D-19

EXCAVACIONES ESTUDIADAS

ZaMB2 Cobre FinalPrecampaniforme

MB1

CÁNDIDO NOGALES

A Angiosperma M Monocotiledoneae PT Pistacia terebinthus P Pistacia sp. PO Populus sp. QC Quercus caducifolios QF Quercus faginea R Retama sp. RP Rhamnus-Philyrea

Vegetación de ribera

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monocotiledoneae, cornicabra, Pistacia, quejigo y retama, que, aunque aparecen con porcentajes de menos de un 1%, nos pueden ayudar a matizar los resultados generales. Parte de ellas provienen de un ambiente boscoso o de su orla arbustiva. En MB2 también tenemos ocho taxones nuevos de los cuales cuatro aparecen en dos o en los tres yacimientos estudiados (Pinus halepensis, Juniperus, Salix-Populus, Tamarix), mientras que cuatro aparecen en alguno de los tres yacimientos: angiosperma, Populus, Quercus caducifolios, Crataegus y Rosmarinus officinalis. Todos ellos definen varios lugares de procedencia o recogida de la leña: por un lado la ripisilva de donde provienen los saúces, álamos y tarayes; por otro de zonas más o menos abiertas de donde provienen los enebros, los pinos, los espinos y el romero, mientras que los Quercus caducifolios podrían venir de una zona más boscosa o de las riberas y vaguadas donde permanece la humedad del suelo. Por tanto, a este nivel de análisis vemos como ya se van definiendo zonas diferenciadas de procedencia de la leña, lo cual traduce una distribución diferenciada de la vegetación. Si bien a nivel cualitativo las diferencias son significativas es a nivel cuantitativo cuando se hacen patentes, reflejadas en los siguientes aspectos: - La encina/coscoja en MB1 tiene un porcentaje del 30 %, mientras en MB2 disminuye a un 25% en la Manzana D-19 y a casi a la mitad en las otras dos excavaciones, lo que indicaría como progresivamente va desapareciendo, posiblemente al crear nuevos campos de cultivo. - Los fresnos con una representación del 24,29% en MB1 se quedan reducidos a una representación del 1-2% en MB2, lo que nos indicaría que las zonas más húmedas y con suelos ricos donde crecían han sido roturadas y ocupadas por cultivos. Sin embargo, la ripisilva en MB2 se enriquece en especies, como ya hemos comentado anteriormente, con sauces, álamos y tarayes, aunque con porcentajes muy bajos. Esto indica la pervivencia de ciertos cursos de agua o zonas con nivel freático alto, aunque el aporte de leña no sea muy importante. - El acebuche pasa de un 15,51% en la Parcela C a un 1,2% en la Manzana D-19 y la presencia testimonial de 1 fragmento en Veracruz, desapareciendo en Cándido Nogales. Esto unido a

46

la casi desaparición del lentisco y los labiérnagos en MB2, sólo presentes en la Manzana D-19, indica por un lado, que el clima parece que se ha endurecido con temperaturas más frías que hacen que estas especies desaparezcan, o bien que las zonas donde se desarrollaban han sido roturadas. - El madroño con porcentajes del 9,31% en MB1 aumenta su representación a más del doble en MB2, con porcentajes entre el 20-25%, indicando que la desaparición de la encina favorece su desarrollo en las zonas donde aún existe vegetación natural. Al igual que pasa con especies de la orla arbustiva-espinosa, como los espinos, y de los matorrales, como las jaras que aumentan un poco su representación. - El pino carrasco de una presencia testimonial del 0,67% en MB1, pasa a ser el primer o segundo taxón más representado en MB2 con porcentajes entre el 20-25%. Este descenso parece ser inverso al ya comentado del acebuche, por lo cual podríamos pensar que ha habido una sustitución de una especie por la otra en las zonas rupícolas en el entorno del asentamiento. Sustitución que también podría haberse producido, en parte, entre las especies que desaparecen como el lentisco y el labiérnago con los enebros, que aparecen en MB2 y podrían ocupar las mismas zonas que el pino carrasco. Por tanto vemos que hay importantes cambios entre MB1 y MB2. La imagen de la vegetación durante la primera mitad del III milenio BC en Jaén es la de un encinar termófilo, donde el desarrollo de las especies del sotobosque, como el madroño, aunque presentes aún no han alcanzado el desarrollo que presentan en la segunda mitad de este milenio. Las zonas cercanas al primer núcleo de población, con un nivel freático elevado parece que estaban cubiertas de fresnos. Estas tierras serán las primeras que se roturen para crear los huertos y campos de cultivo, primero en el entorno y después dentro del poblado, alternando con las unidades de habitación, dentro de los fosos sucesivos. Esto hace que los fresnos aparezcan de manera ocasional junto con otras especies de la ripisilva como sauces, álamos y tarayes. Las zonas rupícolas cercanas tendrían una importante presencia de acebuches en un primer momento, siendo sustituidos por el pino carrasco y los enebros, mientras que especies como el lentisco y los labiérnagos desaparecen. Este cambio brusco de la vegetación de esta zona no se puede explicar si

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EVOLUCIÓN Y USO DE LA VEGETACIÓN DURANTE LA PREHISTORIA EN EL ALTO GUADALQUIVIR

no es por la intervención antrópica sobre esta zona, pues la vegetación, en este caso toda una serie de especies, no aparecen o desaparecen de forma natural en tan corto tiempo. Creemos que esta zona debió de sufrir sucesivos incendios con objeto de eliminar la vegetación leñosa de ella y crear pastos para los ganados, de tal forma que el pino carrasco, especie oportunista, frugal y heliófila se aprovecho de la situación y se instalo en esta zona.

Sin embargo, en el segundo momento, la desaparición de los elementos más termófilos como son los acebuches, el lentisco y los labiérnagos nos hace pensar en que el clima, posiblemente las temperaturas, se endurezcan un poco. Por tanto, no podemos descartar que junto a la acción antrópica que detectamos entre unos análisis y otros, también se esté produciendo un cambio climático que haga que la vegetación cambie.

Este ambiente boscoso del primer momento, aunque con zonas más claras, viene avalado por los datos del análisis faunístico (Riquelme Cantal, 2005), donde el cerdo y la vaca son las especies más representadas, especies que pastarían y se aprovecharían de los productos del encinar, como son las bellotas. Asimismo, el caballo salvaje, el ciervo, jabalíes y conejos vivirían en zonas de bosque aclarado y la liebre en las zonas más abiertas. Estos datos nos hablan del desarrollo de una sociedad agrícola aunque, posiblemente, en un estadio inicial de ocupación del territorio, pues aún se conserva en relativo buen estado el bosque de encinas. Vegetación que irá sufriendo el impacto de los habitantes de Marroquíes Bajos y que hará que vaya variando su fisonomía y composición, como ya se ha comentado anteriormente.

PEÑALOSA

Por el significado paleoecológico de la vegetación de MB1 se puede enmarcar dentro del piso de vegetación mesomediterráneo en la serie bética basófila de la encina en su faciación termófila, aunque por la importante presencia de los madroños podría enmarcarse dentro del piso de vegetación mesomediterráneo en la serie bética basófila de la encina en su faciación ombro-termófila con madroño. Faciación que ha sido descrita en algunos puntos del Parque Natural de Cazorla, siempre en las vertientes occidentales, abiertas a la influencia térmica que penetra a través del valle del Guadalquivir, restringiéndose a los horizontes inferior y medio del piso mesomediterráneo, siempre con ombroclima subhúmedo (Valle Tendero et al., 1989: 54). Más recientemente la presencia del madroño en suelos descarbonatados ha sido descrita en los sectores Subbético e Hispalense de la provincia Bética en el piso bioclimático mesomediterráneo con ombroclima subhúmedo-húmedo. Formación denominada Bupleuro rigidi-Arbutetum unedonis y que en su dinámica natural proviene de la alteración de los bosques marcescentes de quejigos que tienen su óptimo en los fondos de valle con suelos ricos y húmedos (Torres Cordero et al., 2002).

Los resultados globales del análisis antracológico del poblado de Peñalosa han determinado 13 taxones (Tab. 4 y Fig. 6), donde destacan los Quercus, que con un 85% de los fragmentos determinados dominan el espectro florístico de Peñalosa. Dentro de estos la mayor parte corresponde a la encina y/o coscoja, probablemente encina, con un porcentaje cercano al 50%. También es importante la determinación del alcornoque (Quercus suber), que con un porcentaje del 17,8% indica que su presencia en la zona no era esporádica, ni marginal, lo cual indicaría que este se desarrollaba de forma natural y abundante en los alrededores del asentamiento y que era utilizada por los habitantes de Peñalosa no sólo como leña y ramaje para la construcción de los techos, sino que probablemente el corcho era utilizado para la realización de múltiples objetos y actividades, como lo demuestra la recuperación de varios fragmentos, entre los que hemos podido reconstruir una posible tapadera de forma circular (Rodríguez-Ariza, 2000a). Entre los Quercus también destacan con un 18,43% los perennifolios, ejemplares que presentan características anatómicas entre la encina y el alcornoque, y que pueden ser individuos híbridos de las dos especies. Estos nos señalan la coexistencia de estas especies en el entorno del asentamiento, donde el alcornoque podría ocupar las zonas con suelos frescos y profundos y la encina las más pedregosas y áridas. Es decir, el alcornoque se desarrollaría en las laderas medias con poca pendiente de las umbrías y en los fondos de valle, donde, probablemente, le acompañaría el madroño. Estos lugares son los más idóneos para la instalación de campos de cultivo y, por tanto, serían los primeros que se roturaran, suponiendo la desaparición de estas especies, cosa que no parece suceder en estos momentos. El resto de taxones determinados pertenecen al cortejo florístico del encinar, el cual por la escasa presencia

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TAXONES

Arbutus unedo Cistus sp. Fraxinus sp. Leguminosae Olea europaea Phillyrea sp. Pistacia sp. Pistacia lentiscus Quercus sp. Quercus ilex-coccifera Quercus suber Quercus perennifolios Retama sp. Indeterminadas Indeterminables TOTAL CARBONES NÚMERO DE TAXONES

%

30 18 1 2 15 18 6 7 15 617 225 233 2 12 63 1264 13

2.37 1.42 0.08 0.16 1.18 1.42 0.49 0.57 1.18 48.81 17.80 18.43 0.16 0.95 4.98 100

Cistus sp. Fraxinus sp. Leguminosae Olea europaea Phillyrea sp. Pistacia sp. Pistacia lentiscus Quercus sp. Quercus ilex-coccifera Quercus suber Quercus perennifolios Retama sp. 0

10

20

Vegetación Termo-Mesomediterránea

30

40

Vegetación de ribera

Tab. 4. Frecuencias absolutas y relativas de los taxones determinados en el análisis antracológico de Peñalosa.

Fig. 6. Histograma antracológico de Peñalosa.

de especies indicadoras de espacios abiertos como pueden ser las jaras y las leguminosa arbustivas, entre las que hemos determinado las retamas, estaría bien desarrollado.

asentamiento (Sanz Bretón y Morales Muñiz, 2000) señalan la presencia de corzo que denota un biotopo boscoso en correspondencia con los datos antracológicos, señalando un medio ambiente relativamente húmedo, como también señalan los ácaros determinados en el yacimiento. Esta situación de no explotación de la ripisilva es insólita en la mayoría de yacimientos situados en un radio cercano a algún curso de agua (Rodríguez-Ariza, 1992, 2000b; Carrión Marco, 2004), salvo la Motilla del Azuer donde a pesar de que los parámetros bioclimáticos que parecen deducirse de los resultados del antracoanálisis (Rodríguez-Ariza et al., 1999) apuntan a la existencia de un clima un poco más húmedo y, quizás, más templado que el actual, el antracoanálisis no refleja la vegetación riparia.

Especies como el madroño, el acebuche, la olivilla y el lentisco son plantas termófilas que requieren un clima suave, sin fuertes heladas. Su presencia nos indica el desarrollo de un importante sotobosque, o estrato arbustivo, aunque la presencia escasa de estas, junto con el resto de especies del matorral fruticoso, con porcentajes de aparición entre el 0,1 % y el 2 %, nos habla de la menor importancia relativa de estas especies en relación con la utilización de las especies arbóreas para combustible y material de construcción. Entre los taxones determinados en Peñalosa destaca la presencia de un sólo fragmento de fresno como representante de la vegetación de ribera, a pesar de inmediatez al cauce del rio Rumblar. Ya en su momento comentamos la extrañeza de este hecho (Rodríguez-Ariza, 2000) y las diversas hipótesis que se podían plantear, sin que todavía hoy tengamos respuesta concreta a este hecho. Aunque la presencia de plantas relacionadas con medios húmedos o acuáticos se ha constatado en el análisis carpológico del yacimiento, donde se han identificado juncos y áneas junto a un posible resto de álamo (Peña Chocarro, 2000). Igualmente, los resultado de la fauna analizada procedente del

48

Arbutus unedo

Igualmente, ésta presencia importante del alcornoque en cotas entorno a los 400 msnm contrasta con la situación actual donde no encontramos masas importantes hasta la cota de los 800 msnm en el macizo de Sierra Morena a unos 20 Km al norte de Peñalosa (Fig. 1). Por las exigencias hídricas del alcornoque, el cual necesita para su desarrollo un ombroclima subhúmedo-húmedo (600-1600 mm), podríamos pensar en la existencia de un grado mayor de humedad que el existente en la actualidad en la zona (Precipitación en Úbeda de 584 mm lo que equivale a un ombroclima seco entre los 350-600 mm) (Rivas Martínez, 1987).

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50 %


VALORACIÓN PALEOAMBIENTAL Y DE GESTIÓN DEL ENTORNO El estudio del carbón de estos cuatro yacimientos nos permite realizar una secuencia de la vegetación de la zona, aunque con algunas lagunas diacrónicas. En la tabla 5 se muestras todos los taxones determinados en los cuatro yacimientos analizados separados por fases antracológicas. El número es importante, 36, aunque para saber los taxones que definen la vegetación de la zona tenemos que fijarnos en aquellos que aparecen en mayor número de yacimientos y periodos (Lám. 1). Tres son los taxones que aparecen en todos: madroño, lentisco y encina-coscoja, definiendo ya de entrada una formación vegetal, el encinar, con características umbrófilas y termófilas. Si vemos el resto de taxones que faltan en 1 o 2 periodos: jaras, leguminosas arbustivas, acebuche, labiérnagos, Quercus caducifolios y perennifolios vemos que se refuerza el carácter termófilo de la vegetación, con los Quercus como estrato arbóreo, una vegetación arbustiva de gran talla compuesta por madroños, lentiscos, acebuches y labiérnagos junto a un matorral compuesto por jaras y leguminosas arbustivas. Por tanto, vemos básicamente una misma vegetación en la zona de estudio, aunque hay que resaltar la aparición con un gran porcentaje del alcornoque en Peñalosa, junto a una aparición mínima en las dos últimas fases de Murciélagos, denotando una formación vegetal sobre sustrato silíceo que condiciona la instalación de ciertas especies sobre el territorio, caso del alcornoque, pero no así del madroño. Éste último aparece en toda la zona de sustrato básico, con porcentajes muy altos ya desde el primer momento del Paleolítico Medio de Murciélagos, a pesar de los parámetros relativamente fríos que parece denotar el resto de la vegetación. Esto lleva a plantear la hipótesis de considerar esta zona de las Sierras Subbéticas como una zona de refugio de la vegetación más cálida, en los momentos en los que los fríos glaciares cubrían parte del continente europeo. Esta zona, abierta a las influencias oceánicas a través del valle del Guadalquivir, se convierte en una zona relativamente cálida y húmeda donde podrían haber encontrado refugio ciertas plantas leñosas, en este caso el madroño. La ausencia en Murciélagos de pinos de montaña (Pinus nigra y P. sylvetris) tan extendidos en estos momentos por las zonas bajas de Iberia (Badal García y Carrión Marco, 2001;

Arbutus unedo P. Transversal (X100)

Arbutus unedo P. Tangencial (X1000)

Fraxinus sp. P. Transversal (X80)

Leguminosae P. Transversal (X100)

Olea europaea. P. Transversal (X330)

Phillyrea sp. P. Transversal (X100)

Pinus halepensis P. Transversal (X150)

Quercus ilex-coccifera P. Transversal (X100)

Quercus faginea P. Transversal (X100)

Quercus suber P. Transversal (X100)

Viburnum tinus P. Transversal (X100)

Viburnum tinus P. Radia (X300)

Lám. 1. Microfotografías realizadas con el Microscopio Electrónico de Barrido de los taxones determinados en los yacimientos del Alto Guadalquivir.

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Periodos culturales Yacimientos/fases antracológicas Acer sp. (arces) Juniperus sp. (enebros/sabinas) Prunus sp. (prunoideas) Quercus caducifolio Quercus faginea (quejigo) Angiosperma Arbutus unedo (madroño) Cistus sp. (jaras) Cistaceae Crataegus sp. (espinos) Daphne gnidium (torvisco) Erica sp. (brezos) Gimnospermas Labiatae (labiadas) Leguminosae (leguminosas arbustivas) Monocotiledoneae Olea europaea (acebuche) Phillyrea sp. (labiérnagos) Pinus halepensis (pino carrasco) Pinus sp. (pinos) Pistacia lentiscus (lentisco) Pistacia terebinthus (cornicabra) Pistacia sp. Quercus sp. Quercus perennifolio Quercus ilex-coccifera (encina-coscoja) Quercus suber (alcornoque) Retama sp. (retama) Rhamnus-Phillyrea (espinos-labiérnagos) Rosaceae Rosmarinus officinalis (romero) Viburnus tinus (durillo) Fraxinus sp. (fresnos) Populus sp. (álamos) Salix-Populus (saúces-álamos) Tamarix sp. (tarayes) Nº DE TAXONES Vegetación Meso-Supramediterránea

PM

PS

MZ1

MZ2

Vegetación Termo-Mesomediterránea

Neolítico/Cobre MZ3

PM

Vegetación de ribera

Bronce

MB1

MB2

MZ4

PE

<1%

Tab. 5. Distribución en las fases antracológicas de los distintos yacimientos estudiados de los taxones determinados en los análisis antracológicos del Alto Guadalquivir.

Carrión García et al., 2008, 2010), lo convierten en un yacimiento singular que debería consolidarse con dataciones AMS sobre las especies más termófilas para confirmar que se trata de una zona refugio. Igualmente en este nivel de análisis de presencia/ ausencia de los distintos taxones es significativa la presencia de arces y Prunus (Cf. Prunus mahaleb) en el Paleolítico Medio, sin que vuelvan a aparecer después. Indicando unas condiciones medioambientales de tipo supramediterráneo que no se vuelven a repetir en la zona. El resto de taxones que aparecen en un solo momento, caso de Crataegus en MB2 o Daphne gnidium y Erica en el Polideportivo de Martos, tienen una aparición ocasional y no añaden nada significativo al conjunto de la vegetación determinada.

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Por tanto, para conocer mejor la dinámica de la vegetación de la zona tenemos que cuantificar los resultados, donde la distribución de porcentajes nos definen las diversas fases antracológicas. Para ello hemos realizado una síntesis de resultados (Fig. 7) representando los dos taxones mayores: encina y madroño, junto con el pino carrasco, por su significación ecológica, y los principales grupos de vegetación entre los que se han definido: la vegetación Meso-Supramediterránea, la termófila compuesta por Olea, Phillyrea y Pistacia lentiscus, el matorral y la vegetación de ribera. Si tenemos en cuenta que los yacimientos estudiados se encuentran situados en diversas zonas ecológicas: en zona montañosa la cueva de Los

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Fig. 7. Síntesis de la dinámica medioambiental y económica del Alto Guadalquivir a partir de la antracología.

Murciélagos de Zuheros, en piedemonte Polideportivo de Martos y Marroquíes Bajos y en valle interior Peñalosa, y que la caracterización de los asentamientos es diversa, el sacar conclusiones sobre la dinámica vegetal y la gestión que los grupos humanos realizaron de la vegetación leñosa puede parecer una tarea difícil y arriesgada. Sin embargo, esta misma diversidad de ambientes y asentamientos nos ayuda a darnos cuenta como las comunidades que habitaron estos territorios tuvieron que desarrollar estrategias adaptadas a la realidad de su entorno, aunque con conocimientos y desarrollo tecnológico que comparten con otros grupos humanos. La dinámica vegetal en la zona del Alto Guadalquivir muestra como en los niveles pleistocénicos del Paleolítico Medio la vegetación está compuesta por formaciones vegetales de tipo supramediterráneo pero con áreas donde crece una vegetación mucho más cálida, caso del madroño anteriormente reseñado. Las fechas proporcionadas por la termoluminiscencia nos sitúan estos niveles del Pleistoceno Final entre el final del periodo isotópico marino 4 (MIS4) y el inicio del 3 (MIS 3) que en el sur y sureste de la Península Ibérica se conoce por algunas importantes secuencias polínicas como la de Padul y Carihuela, que junto a otras más pequeñas (González-Sampériz et al., 2010) definen la presencia de una vegetación arbórea en la región. En todas estas secuencias aparecen especies típicamente

mediterráneas como son los Quercus perennifolios, Olea, Pistacia y Myrtus, además de la existencia de formaciones esteparias junto a bosques de coníferas con elementos mesófilos. En la cueva de Gorham, en Gibraltar, los análisis antracológicos del nivel IV (Musteriense) están dominados por Pinus pineapinaster, con una pequeña contribución de Pinus nigra-sylvestris, Juniperus, Fabaceae, Cistaceae, Olea y Erica. Estos resultados junto con los palinológicos definen una vegetación en la zona caracterizada por bosquetes de pinos con gramíneas en la zona basal, así como un buen número de plantas leñosas que pudieron formar bosques en determinados enclaves (Carrión García et al., 2008). La diferencia de la vegetación de todos estos yacimientos con la musteriense de cueva de Los Murciélagos de Zuheros, como se ha señalado anteriormente, es evidente por la inexistencia de formaciones de pinos y la importancia de las quercíneas. Esta vegetación singular, que la convierte en una de las zonas más cálidas de la Península Ibérica y zona de refugio de la vegetación, habrá de ser confirmada con dataciones por AMS de los carbones analizados que nos aseguren su cronología. Durante un momento no datado del Paleolítico Superior, probablemente entre el Solutrense y el Magdaleniense, la vegetación supramediterránea aumenta su representación, lo que en un principio podría indicar un endurecimiento de las condiciones

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climáticas, máxime si tenemos en cuenta la disminución en más del 10% de la encina-coscoja. Sin embargo, es en este momento cuando aparecen taxones como el acebuche y los labiérnagos, y se inicia una pequeña curva de especies del matorral, a la par que se produce un aumento muy importante de la representación del madroño, indicando unos parámetros climáticos fríos, aunque con la presencia de taxones termófilos. Aunque la aparición del acebuche en este momento en localidades del sur peninsular, como cueva de Gorham y cueva de Nerja, está documentada, en otros yacimientos peninsulares, como Buraca Grande, cova de les Cendres y Ratlla del Bubo, la datación de AMS de ejemplares de acebuche ha dado fechas más recientes, por lo que han sido interpretados como infiltración de niveles holocénicos (Carrión-Marco et al., 2010). Lo cual hace que haya que tomar con prudencia la aparición del acebuche en los niveles del Paleolítico Superior de Zuheros hasta que no se daten algunos de los fragmentos determinados. De todas formas, los análisis antracológicos y palinológicos con niveles de este momento sugieren que en las montañas de Andalucía en altitudes medias se pudo dar una zona de refugio de especies arbóreas, pues en los diagramas aparecen de manera continua (GonzálezSampériz et al., 2010), a lo que en Zuheros hay que añadir el ya comentado caso del madroño. Por tanto, podemos concluir que durante el Solutrense asistimos a los momentos de menor cobertura arbórea de todo el Paleolítico Superior. En zonas altas del Levante y sureste de la Península Ibérica como Cueva Ambrosio (Rodríguez-Ariza, 2006), Ratlla del Bubo (Badal García, 1990) o cueva de La Carihuela (Carrión García et al., 1998) hay una vegetación pobre compuesta por sabinares y/o enebrales con matorrales y unos pocos pinos nigra-sylvestris diseminados. En zonas más bajas en altitud como cova de les Cendres (Badal García, 1990; Badal García y Carrión Marco, 2001; Villaverde Bonilla et al., 2011) y cueva de Nerja (Aura Tortosa et al., 2011) el estrato arbóreo está dominado por pinos de montaña (Pinus nigra) y las especies más mesófilas como Quercus son escasas. Este paisaje vegetal de tipo supramediterráneo se mantiene hasta el transito al Holoceno donde se enriquece con especies verdaderamente cálidas como Olea. Los datos de los estudios arqueobotánicos, tanto antracológicos como polínicos, denotan que las con-

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diciones ecológicas durante el Pleniglaciar Würmiense, si utilizamos la terminología alpina, o el centro del estadio isotópico 2, si utilizamos la terminología de los isótopos de oxígeno, cambiaron en todas las regiones, y las franjas térmicas y de humedad descendieron en altitud y latitud y con ellas la fauna y la flora asociada tuvieron que readaptarse. En el sur y este peninsular parece que, en términos generales, los pisos bioclimáticos descienden un piso respecto a las condiciones actuales. A partir de la irrupción de una nueva economía, basada en la producción agrícola y ganadera, los grupos humanos empiezan a ejercer una presión mayor sobre el medio circundante. Se necesitan tierras con suelos fértiles para la instalación de campos de cultivo, al igual que espacios más o menos abiertos con pastos para los ganados. Esta presión antrópica sobre el medio vegetal se puede producir de una forma lenta y progresiva cuando las actividades económicas son básicamente las mismas y no hay una gran presión antrópica, como hemos constatado en la fase 3 de Murciélagos, que comprende los niveles neolíticos y calcolíticos, y que refleja una progresión lenta de las especies de matorral que se acentúa en la fase siguiente MZ4, datada en el Bronce. Parecida dinámica refleja el diagrama de la cova de les Cendres (Badal García, 2009a y b) y la cueva de Nerja (Badal García, 1990). Sin embargo, en aquellos espacios, como el piedemonte, donde se instalan nuevas poblaciones de modo permanente y con una economía basada en la agricultura y la ganadería se observa desde el primer momento una cierta abertura de la vegetación con un porcentaje importante del matorral, caso del Polideportivo de Martos. Aunque será en un segundo momento de intensificación agraria y ganadera, en lugares como Marroquíes Bajos donde además se da un fuerte desarrollo demográfico, donde encontremos el máximo impacto antrópico con el cambio brusco de formaciones vegetales de su entorno. El cambio, ya reseñado más arriba, que se produce entre la formación termófila, formada por Olea, Phillyrea y Pistacia lentiscus, que ocupaba las laderas del cerro de Santa Catalina de Jaén, por el pino carrasco, en tan corto espacio de tiempo, sólo es explicable por la utilización del fuego para el desbrozamiento de la zona con objeto de crear pastos para el ganado. Mientras que la roturación de tierras para la creación de nuevos campos de cultivo se ve refle-

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jada en la casi desaparición de la ripisilva, compuesta principalmente por fresnos, de las zonas del piedemonte aledañas al asentamiento que tienen suelos frescos y fértiles. Aunque estas zonas pueden mantener una agricultura de secano de cereales y leguminosas6 por el alto nivel freático que tienen y los parámetros climáticos más húmedos que se deducen de la vegetación señalada, no podemos olvidar que la zona cuenta con importantes recursos hídricos que podrían haberse utilizado para el desarrollo de una agricultura de irrigación (Zafra de la Torre et al., 1999, 2003; Zafra de la Torre, 2006). Evaluar el impacto que la ganadería ejerce sobre la vegetación de una determinada zona es difícil de establecer, pues hay que tener presentes diversas variables, entre las que están la composición de la cabaña ganadera, el número de cabezas de ganado y el régimen de estabulación. En cuanto a la composición por especies de los distintos rebaños es en la primera etapa de Marroquíes7 donde encontramos a los cerdos y la bóvidos como especies predominantes, especies que se aprovechan de los pastos y productos del encinar que, en este momento y lugar, parece estar bien desarrollado. Mientras que en yacimientos como el Polideportivo de Martos (Lizcano Prestel, 1999) y Peñalosa (Sanz Bretón y Morales Muñiz, 2000) son las cabras y ovejas, junto a los bóvidos los más representados. Pudiendo las primeras alimentarse de hojas de árboles y arbustos, como la encina, cuando la hierba falta, principalmente en el verano, por lo que se convierten en una de las principales especies ganaderas de los ecosistemas mediterráneos. Más difícil es saber por los datos arqueozoológicos el número total de cabezas de ganado que componían los rebaños y si estos eran controlados por cercas o en establos o incluso si se hacía una trashumancia entre los valles y las montañas cercanas. La trashumancia es el tipo de gestión idóneo para aprovechar los picos de producción que se registran a lo largo del año, en el contraste bioclimático entre los cespedales de las montañas y praderas de dehesa en el llano (Parra, 1990: 44). Si como los datos paleobotánicos nos indican hay una progresión de los matorrales y una cierta abertura de la vegetación la adopción de esta estrategia no sería impensable, máxime cuando con el paso del tiempo los efectos directos de la ganadería, ramoneo

continuo de una zona, o indirectos, fuegos para la creación de pastos, como hemos constatado en Marroquíes, hacen que la vegetación cambie, denotando unos parámetros climáticos más secos y, por tanto, con menor capacidad de producción de pastos. El análisis antracológico del territorio estudiado pone de manifiesto la existencia de dos formaciones vegetales diferenciadas: una, desarrollada al sur del río Guadalquivir, sobre sustratos básicos y otra, al norte, sobre sustratos silíceos. Esta diversidad de sustratos, de climas y relieves ha sido señalado como una de las características que presenta la Península Ibérica tanto en el Pleistoceno (González-Sampériz et al., 2010) como en el Holoceno, donde a las condiciones medioambientales hay que añadir las influencias antrópicas (Carrión García et al., 2010). La zona estudiada presenta una dinámica vegetal parecida, donde se pueden observar, a partir de la introducción de una economía de producción, la influencia de diversas actividades sobre la vegetación: la ganadería, el fuego, la agricultura y la minería. El impacto de estas actividades sobre el medio varía de unos a otros sitios y también a nivel temporal, dependiendo de la formación vegetal sobre la que se actúe y de si la zona es o no de nueva colonización

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MicrofotografĂ­as realizadas con el Microscopio ElectrĂłnico de Barrido de los taxones determinados en los yacimientos del Alto Guadalquivir.


Campo de cereales. Foto: Leonor PeĂąa Chocarro.


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AGRICULTURA NEOLÍTICA EN ANDALUCÍA: SEMILLAS Y FRUTOS Guillem Pérez Jordà1, Leonor Peña-Chocarro1 y Jacob Morales Mateos2

Resumen En este artículo se presentan los datos arqueobotánicos relacionados con la agricultura existentes para el 6º y el 5º milenio en Andalucía. Tras la descripción de los principales conjuntos arqueobotánicos documentados en los que predominan los trigos y las cebadas desnudos, con un peso variable de los trigos vestidos, seguidos por una gran variedad de leguminosas, y por la presencia de lino y adormidera, se abordan cuestiones relacionadas con las diferencias y similitudes entre esta región y el resto de la Península Ibérica. Igualmente se compara el inicio de las prácticas agrícolas en Andalucía con Europa incidiendo en la enorme diversidad de la agricultura de esta región.

Palabras clave: Neolítico, agricultura, trigos vestidos, trigos desnudos, adormidera, lino.

NEOLITHIC AGRICULTURE IN ANDALUSIA: SEEDS AND FRUITS Abstract This study focuses on the archaeobotanical data related to agriculture in the Early Neolithic (6th-5th millennium BC) of Andalusia (Spain). First, the archaeobotanical record is described, showing a predominance of freethreshing wheats, fluctuating proportions of hulled wheats, and a varied assemblage of legumes. Flax and poppy are also documented at some of the sites analysed. The pattern detected is compared to that found in other regions of the Iberian Peninsula and eventually to that reported for central Europe. Particular emphasis is placed on the considerable crop diversity found in Andalusia.

Keywords: Neolithic, Agriculture, Hulled Wheat, Free-threshing Wheat, Poppy, Flax.

1 Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS), Consejo Superior de Investigaciones Científicas CSIC. [ guillem.perez@uv.es ]; [ leonor.chocarro@cchs.csic.es ] 2 Facultad de Geografía e Historia. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. [ jacobmor@terra.es ]

Recibido: 03/05/2011; Aceptado: 18/05/2011

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INTRODUCCIÓN El desarrollo de la arqueobotánica en la Península Ibérica durante los últimos años ha permitido ampliar de forma considerable el registro carpológico de este territorio. En concreto, para el Neolítico y para Andalucía, se ha ido generado un corpus de datos (Buxó i Capdevila, 1997; Peña Chocarro, 1999; Rovira i Buendia, 2007) que ha permitido empezar a explorar las características de la primera agricultura desarrollada por las comunidades que habitaron la región entre el 6º y el 4º milenio BC. A pesar de ello, siguen existiendo importantes lagunas tanto en lo que se refiere a determinadas cronologías como en la fuerte concentración de la información en la zona oriental de Andalucía y, más concretamente, en las provincias de Granada, Málaga y Córdoba. En un intento de paliar esta situación, se han emprendido una serie de proyectos de investigación, cuyos objetivos se centran en el estudio de las primeras comunidades agrícolas, que pretenden incrementar el conocimiento sobre la adopción de la agricultura y su expansión por el occidente mediterráneo. A pesar de ello, uno de los mayores escollos sigue siendo la escasa generalización de los muestreos sistemáticos así como la deficiente aplicación de técnicas de recuperación adecuadas (flotación) aunque es cierto que, en los últimos años, se están realizando esfuerzos encaminados a suavizar esta situación. Las primeras plantas cultivadas en Andalucía se documentan en la segunda mitad del 6º milenio cal BC, momento en el que se constata por primera vez la presencia de una serie de especies alóctonas (principalmente cereales y leguminosas), desconocidas hasta el momento en la región, que se introducen en la zona iniciando uno de los procesos de cambio más trascendentales en la historia de la humanidad. Aunque es cierto que se siguen defendiendo posturas autoctonistas (Ramos Muñoz, 2006), el registro arqueobotánico actual, donde existe, coincide con la presencia de cereales, leguminosas domésticas y conjuntos cerámicos y líticos plenamente neolíticos. La escasez de dataciones sobre elementos de vida corta y la reducida caracterización de las colecciones cerámicas y líticas dificulta, sin embargo, la lectura de este proceso en la zona. Por otra parte, hay que tener en cuenta que la vastedad del territorio involu-

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crado supuso con seguridad un aumento en la variabilidad y complejidad de los diferentes procesos detectados que se manifestó de forma diferente según las zonas y grupos implicados. La neolitización andaluza parece responder a un proceso en el que entran en juego diferentes tradiciones al menos desde el 5500 cal BC. La más antigua hasta el momento, identificada en la costa malagueña, en la cueva de Nerja, corresponde a las cerámicas impresas con multitud de matrices aunque con una escasa presencia de la técnica cardial, y con un uso elevado del color rojo (García Borja et al., 2011). Una segunda tradición, relacionada con el mundo de las cerámicas impresas cardiales (Navarrete Enciso, 1976), se documenta en la zona de Granada. Esta podría incluso corresponder a una fase posterior, quizá con un origen en el País Valenciano o en el Bajo Guadalquivir. En una fase avanzada del Neolítico Antiguo, con dataciones que no superan el 5300 cal BC, se define, sobretodo en puntos de Córdoba y de Málaga, una fase que se interpreta como una evolución del mundo de las impresas detectadas con anterioridad en la zona de Málaga, que incorpora elementos procedentes posiblemente de ámbitos septentrionales como el boquique (Alday Ruiz, 2009). En la zona granadina se constata, además, una evolución del cardial a gradina similar a la observada en el País Valenciano (Bernabeu Auban, 1989; Bernabeu Auban y Molina Balaguer, 2009).

LAS PRIMERAS EVIDENCIAS DE AGRICULTURA EN EL REGISTRO CARPOLÓGICO: EL 6º MILENIO El registro actual muestra un desfase entre el doméstico más antiguo, la oveja de Nerja ubicada hacia el 5500 cal BC (Aura Tortosa et al., 2005), y los cereales de Los Castillejos (Montefrío, Granada) en el entorno del 5300 cal BC (Martínez Fernández et al., 2010). Podemos suponer que en realidad este desfase se explica por la parquedad del registro actual. Junto al poblado de Los Castillejos (Rovira i Buendía, 2007), existen evidencias de agricultura en la fase inicial del neolítico en tres yacimientos de la provincia de Córdoba y en cinco de la de Málaga (Fig. 1). Los yacimientos cordobeses son: la cueva de Los Murciélagos (Zuheros) (Hopf, 1974; Hopf y Muñoz,

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Fig. 1. Localización de los yacimientos citados en el texto.

1974; López García, 1980; Peña Chocarro, 1999; González Urquijo et al., 2000), la cueva de Los Mármoles (Priego de Córdoba) (Peña-Chocarro y Zapata Peña, 2010; Asquerino Fernández-Ridruejo, 2008), mientras que los malagueños incluyen los del término municipal de Torremolinos como Roca Chica, Hostal Guadalupe y Cueva Bajondillo (Cortés Sánchez et al. 2010), la cueva de Nerja (Nerja) (Aura Tortosa et al., 2005), la cueva del Toro (Antequera) (Buxó i Capdevila 1997; Martín Socas et al., 1999, 2004a y b) y finalmente, La Higuera (Ardales y Teba) (Peña-Chocarro y Zapata Peña, 2010)1. Sólo la cueva de Los Murciélagos y Los Castillejos han proporcionado un volumen de muestras que permiten caracterizar los elementos que definen la primera agricultura de esta zona, mientras que en los otros casos, se trata de recogidas puntuales sin posibilidades de ser cuantificadas. Con todo, por el momento es la fase para la que tenemos un registro de mejor calidad.

La ocupación del Neolítico Antiguo (fases 1 a 6) del poblado de Los Castillejos se extiende a lo largo de la segunda mitad del 6º milenio cal BC. (Rovira i Buendía, 2007; Martínez Fernández et al., 2010). El estudio arqueobotánico (Rovira i Buendía, 2007), demuestra un claro predominio de los cereales, mientras que las leguminosas, aunque presentes, mantienen unas frecuencias muy reducidas. Entre los cereales son los trigos desnudos (Triticum aestivum-durum) y la cebada desnuda (Hordeum vulgare var. nudum) los que claramente predominan con frecuencias que, de forma conjunta, rondan o superan el 80%. Entre ellos se observa generalmente un equilibrio o un ligero predominio de alguno de los dos, aunque es cierto que, si atendemos al número de restos, los trigos desnudos son, con diferencia, los que presentan mayores porcentajes en las muestras. Junto a estos, sólo se documenta la escaña (Triticum monococcum) que, aunque está presente en la mayor parte de las muestras, lo hace con un

1 La bibliografía citada en este trabajo recoge los trabajos que contienen solamente información arqueobotánica.

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Lám. 1. Cereales: 1. Cariópside de Triticum dicoccum, escanda; 2. Base de espiguilla de Triticum dicoccum, escanda melliza; 3. Cariópside de Triticum a/d, trigo desnudo; 4. Segmento de raquis de Triticum durum, trigo duro; 5. Cariópside de Hordeum vulgare var. nudum, cebada desnuda; 6. Segmento de raquis de Hordeum vulgare var. nudum, cebada desnuda.

número de restos generalmente reducido (Lám. 1). Entre las leguminosas sólo se constata la presencia de los guisantes (Pisum sativum) y de las habas (Vicia faba) (Lám. 2) con porcentajes, tanto en lo que hace referencia al número de restos como a la frecuencia de aparición, muy bajos aunque en las fases finales se observa un mayor peso de estas últimas. En cuanto a otras posibles especies cultivadas, la autora del estudio de Los Castillejos, Rovira i Buendía (2007), no incluye en esta primera ocupación el lino cultivado (Linum usitatissimum) y los restos que están presentes desde la fase 2 se atribuyen a especies silvestres. Es importante señalar que el criterio de separación entre la especie cultivada y las silvestres es sólo biométrico (Rovira i Buendía, 2007: 356) y que existen dificultades para confirmar su validez. Por esta razón, la misma autora plantea la

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posibilidad de que, en realidad, los restos fueran de la especie cultivada, atendiendo a su frecuencia de aparición, constante a lo largo de la secuencia a pesar de que el número de restos no es muy destacado. Otra secuencia destacada de estas primeras fases del Neolítico es la de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros que presenta unas dataciones ligeramente más recientes, equiparables a las obtenidas para la segunda fase del conjunto de Los Castillejos. De nuevo se observa un predominio claro de los cereales sobre las leguminosas. El trigo desnudo y la cebada desnuda vuelven a ser las especies con las frecuencias más altas, y entre ellas, a diferencia de Los Castillejos, la cebada desnuda destaca ligeramente en la frecuencia y, de forma más clara, en el número de restos. Un aspecto interesante es la identificación de raquis del trigo duro (Triticum durum) que permi-

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Lám. 2. Leguminosas: 1. Semilla de Vicia faba, haba; 2. Semilla de Lens culinaris, lenteja; 3. Semilla de Pisum sativum, guisante; 4. Semilla de Vicia spp.; 5. Semilla de Lathyrus sp.

te constatar el cultivo de esta especie en estos momentos. No hay que olvidar que en ausencia de raquis y sólo con las cariópsides, es imposible separar las dos especies de trigo desnudo más comunes (Triticum durum y Triticum aestivum). Los otros cereales documentados ocupan una posición minoritaria y en este caso se documenta la escanda melliza (Triticum dicoccum) y la cebada vestida (Hordeum vulgare subsp. vulgare) mientras que la escaña (Triticum monococcum) no ha sido identificada. La documentación sobre leguminosas es muy escasa y sólo se ha podido atestiguar la presencia del guisante y posiblemente de la veza (Vicia cf. sativa). Finalmente, incluida en el grupo de los posibles cultivos, se encuentra la adormidera (Papaver

somniferum), que es con diferencia la especie más frecuente en el yacimiento (Lám. 3). En la cueva de Los Mármoles se ha recuperado un conjunto bastante amplio de materiales publicado por M. D. Asquerino Fernández-Ridruejo (2008) que ha sido datado (Carvalho et al., 2010) proporcionando una fecha (sobre semilla) de finales del 6º milenio cal BC. En la misma Unidad Estratigráfica (UE) se documentan diferentes concentraciones de cereal formadas fundamentalmente por trigos desnudos, dentro de los cuales destacan las formas laxas sobre las compactas. Los restos de cebada desnuda son bastante menos abundantes, aunque en todos los casos superan a las vestidas. Finalmente entre los trigos vestidos destaca la escanda sobre la escaña y

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pequeña muestra de cereales que ha proporcionado varias cariópsides y fragmentos de trigo desnudo (Cortés Sánchez et al., 2010). Por otra parte, en Roca Chica (Peña-Chocarro y Zapata Peña, 2010) el conjunto estudiado está dominado por la cebada desnuda, aunque en este caso también la cebada vestida es bastante abundante. Entre los trigos se tiene la certeza de la presencia de los desnudos, aunque con un número de restos muy reducido, mientras que existen dudas sobre la identificación de los trigos vestidos como la escaña y la escanda.

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4 Lám. 3. Semillas de Papaver somniferum, adormidera, en varios estados de conservación: carbonizado (izquierda) y desecado (centro y derecha); 2. Semilla de Pistacia terebinthus, terebinto; 3. Semilla de Pistacia lentiscus, lentisco; 4. Semilla de Galium aparine.

entre las leguminosas se puede confirmar la presencia de los yeros (Vicia ervilia), las habas y las vezas (Vicia sativa), y se tienen dudas sobre la presencia de guisantes. El elenco de malas hierbas que acompañan a estos conjuntos de cereales incluye diferentes gramíneas (Bromus secalinus, Lolium) y otras especies como Galium spurium que son habituales en los cultivos de cereales de invierno. Entre los posibles recursos silvestres recolectados, se han identificado núculas de lentisco (Pistacia lentiscus) (Lám. 3). En los yacimientos malagueños como en el Hostal Guadalupe, a partir de la recogida puntual de unas pocas cariópsides, sólo se ha podido identificar la cebada desnuda, y se mantienen dudas sobre la presencia de la vestida (Peña-Chocarro y Zapata Peña, 2010). En la Cueva Bajondillo se ha analizado una

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En la cueva del Toro (Antequera) los restos del nivel IV se corresponden con una fase ya avanzada del Neolítico Antiguo, aunque las únicas fechas que tenemos son de vida larga (Martín Socas et al., 1999, 2004a y b). En ella se documentan los trigos desnudos como la especie más abundante y en menor medida la cebada desnuda. Se constata, además, la presencia de una gran variedad de leguminosas, entre las que destacan las lentejas (Lens culinaris) y en menor medida las habas (Vicia faba var. minor) así como las guijas o almortas (Lathyrus sativus) (Buxó i Capdevila, 1997). En la cueva de Nerja los únicos restos que podrían corresponder con certeza a esta fase están constituidos por alguna cariópside de cebada desnuda, que ha sido datada y corresponde a los momentos finales del 6º milenio, y una leguminosa tipo guija. Al mismo tiempo, se constata la recolección de bellotas (Quercus sp.) y de piñones (Pinus pinea) (Aura Tortosa et al., 2005; Cortés Sánchez et al., 2010), actividad que ya se documenta desde la ocupación paleolítica de la cueva (Badal, 1998). Igualmente, el yacimiento al aire libre de La Higuera (Ardales-Teba) del que sólo se han estudiado muestras puntuales ha proporcionado un pequeño conjunto de materiales carpológicos en los que se documenta la presencia de cebada desnuda, habas, guisantes y almortas y/o guijas en contextos de finales del 6º milenio y principios del 5º milenio (Peña-Chocarro y Zapata Peña, 2010).

EL 5º MILENIO: PRESENCIAS Y AUSENCIAS EN EL REGISTRO CARPOLÓGICO Las fases 7 a 11 de Los Castillejos junto con la cueva de Los Murciélagos (Córdoba) y la homónima de Albuñol (Granada) han proporcionado los datos car-

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pológicos disponibles para los inicios del 5º milenio cal BC. A partir de este momento, existe un vacío de información importante que se prolonga hasta finales del 5º y la transición al 4º milenio. En este último periodo es en el que se ubican las fases 12 a 14 de Los Castillejos (Rovira i Buendía, 2007), la fase IIIb de la cueva del Toro (Buxó i Capdevila, 1997) y el silo de Nerja (Hopf y Pellicer Catalán, 1970; Hopf, 1991). En Los Castillejos se observa un predominio claro de los cultivos de cereales en todas las fases. Las leguminosas se mantienen con porcentajes que varían entre el 16 y el 5 %, sin que se observe una tendencia clara, aunque es cierto que de forma global, el peso de ellas es mayor que en la fase anterior. Habas y guisantes son las especies dominantes, siendo los segundos los más abundantes. Se percibe, además, una cierta tendencia al incremento del peso de cultivos como el lino, hecho corroborado por la autora del estudio (Rovira i Buendía, 2007) que defiende con certeza su cultivo ya en el tránsito entre el 6º y el 5º milenio BC. Entre los cereales se mantiene la situación anterior, aunque a lo largo de la secuencia se observa un incremento progresivo de los trigos desnudos por encima de la cebada desnuda. La escaña se mantiene con porcentajes bajos e irregulares y sólo en la fase 9 se constata la presencia de la escanda melliza. Los datos de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros (Peña-Chocarro, 1999), aunque reducidos, parecen señalar un cierto predominio de los trigos desnudos por encima de las cebadas desnuda y vestida, mientras que los trigos vestidos están representados por la escanda melliza. La adormidera sigue teniendo un peso muy destacado. Otro conjunto que ocupa en parte la transición entre estos dos milenios, aunque con dataciones que se extienden a lo largo de todo el 5º milenio, es el de Los Murciélagos de Albuñol (Cacho Quesada et al., 1996), en el que se documenta la presencia de cápsulas de adormidera en el interior de alguno de los cestos de esparto conservados como parte de los enterramientos. Se trata, por lo tanto, de un nuevo ejemplo del peso de esta especie desde momentos antiguos en esta zona de Andalucía. Para el momento final del 5º milenio y los inicios del 4º los datos de Los Castillejos vuelven a ser los más ricos. Entre las fases 12 y 14 los cereales mantienen su predominio y peso destacado y otras especies

como el lino presentan un cierto incremento respecto a los momentos anteriores. Los trigos desnudos son los predominantes por encima de la cebada desnuda, mientras que, otras especies como la escaña, pasan a ser prácticamente marginales a partir de este momento. En el caso de las leguminosas destaca la identificación por primera vez de la almorta (Lathyrus sativus) aunque siguen siendo los guisantes y, en menor medida, las habas, con una tendencia a aumentar en la fase final, los que predominan. Un panorama similar presenta el nivel IIIb de la cueva del Toro (Buxó i Capdevila, 1997) en el que se observa el predominio de los trigos desnudos por encima de la cebada desnuda. Por otra parte, la cebada vestida desempeña un papel marginal y los trigos vestidos no se documentan. Entre las leguminosas destacan las lentejas por encima de las habas.

HACIA UNA HISTORIA AGRÍCOLA A pesar de las limitaciones temporales y espaciales observadas, los datos obtenidos permiten aproximarnos con un cierto detalle al conocimiento de la historia agrícola de esta región. La agricultura aparece implantada con mayor o menor éxito, dependiendo de las zonas, en la segunda mitad del 6º milenio como parece también confirmado para otras zonas de la Península Ibérica (Zapata Peña et al., 2004). La implantación de las prácticas agrícolas de la mano de grupos agricultores o su posible adopción por parte de comunidades indígenas, supuso no sólo la introducción de nuevas especies sino también la difusión de un tipo de conocimiento nuevo y extremadamente complejo que comportó la transformación de muchos aspectos de la vida cotidiana y del entorno de las comunidades indígenas. Las especies involucradas en esta primera agricultura son los cereales y las leguminosas aunque existen indicios para pensar en un desarrollo de otros cultivos como el de la adormidera y el lino. Entre los cereales, destacan los trigos desnudos y la cebada desnuda que caracterizarán la agricultura durante estos primeros 1500 años. El resto de los cereales (trigos vestidos y cebada vestida) desempeñan un papel secundario, aunque es cierto que son estos los que marcan los cambios que se observan o se intuyen en los análisis realizados (Tab. 1).

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Castillejos 1-6 Plantas domésticas Hordeum vulgare subsp. vulgare Hordem vulgare var. nudum H. vulgare var. nudum (base espiguilla) Hordeum (raquis) 2 carreras Triticum aestivum/durum Triticum durum (raquis) Triticum aestivum/durum (raquis) Triticum aestivum/durum (base espiguilla) Triticum aestivum/durum Tipo compactum Triticum dicoccum Triticum dicoccum (espiguilla) Triticum monococcum Triticum monococcum/ dicoccum Triticum sp. Lathyrus sativus Lathyrus/Vicia Lens culinaris Pisum sativum Pisum sativum (fragmento) Vicia ervilia Vicia faba Vicia cf. sativa Linum usitatissimum Linum sp. Papaver somniferum cf. ssp. somniferum Papaver somniferum ssp. setigerum Plantas recolectadas Olea europaea var. sylvestris Quercus sp. Vitis vinifera var. sylvestris cf. Rosaceae Rubus fruticosus Pinus pinea Plantas silvestres cf. Acer sp. Adonis sp. Amaranthus sp. Amarantus/Chenopodium Anthemis sp. Apiaceae Apium graveolens Asperula arvensis Astragalus sp. Atriplex sp. Avena sp. Bromus erectus -tipo Bromus secalinus Bromus sp. Capsella bursa-pastoris Carex disticha -tipo Carex divisa Caryophyllaceae Chenopodium album Chenopodium murale -tipo Chenopodium polyspermum -tipo Chenopodium sp. cf. Cistus sp. Coronilla sp. Crataegus monogyna Crucianella sp. Euphorbia helioscopia Fumaria officinalis Galium aparine ssp. aparine Galium aparine ssp. spurium Galium palustre

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Castillejos Zuheros Hostal Bajondillo Murcielagos Mármoles 7-11 A Guadalupe Granada

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AGRICULTURA NEOLÍTICA EN ANDALUCÍA: SEMILLAS Y FRUTOS

Castillejos 1-6

Galium spurium Galium sp. Heliotropium europaeum Hordeum sp. Hyoscyamus niger Labiatae Lolium perenne/rigidum Lolium sp. Lycopus europaeus Malva sp. Medicago sp. Medicago tuberculata -tipo Melilotus alba Melilotus sp. Neslia paniculata Onobrychis sp. Papaver dubium/rhoeas Papaveracea Phalaris sp. Pistacia lentiscus Pistacia terebinthus Plantago lagopus/ovata Plantago lanceolata Poaceae Polygonum aviculare Polygonum convulvulus Polygonacea Portulaca oleracea Potentilla sp. Ranunculus sardous -tipo Retama sphaerocarpa Rumex acetosella Rumex crispus Satureja sp. Scirpus lacustris Scirpus maritimus Scirpus sylvaticus -tipo Scirpus/Carex Silene alba Silene sp. Solanum dulcamara Trifolium sp. Urtica sp. Valerianella dentata Vicia sp.

Castillejos Zuheros Hostal Bajondillo Murcielagos Mármoles 7-11 A Guadalupe Granada

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Toro Castillejos IIb 12-14

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La Higuera

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Nerja

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Roca Chica

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Toro IV

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Zuheros B

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Tab. 1. Lista de especies cultivadas y silvestres presentes en el registro arqueobotánico de Andalucía durante el 6º y el 5º milenio.

Las dos únicas secuencias comparables de la fase inicial, Los Castillejos y Los Murciélagos de Zuheros, presentan características que pueden resumirse en el predominio de los trigos desnudos en Los Castillejos y de la cebada desnuda en Los Murciélagos de Zuheros, aunque son ambas especies, de forma conjunta, las que ocupan el grueso de la actividad cerealícola. Al mismo tiempo, en el primero la escaña es el tercer cereal en importancia, mientras que en el segundo son la cebada vestida y la escanda melliza (Fig. 2). Este hecho vuelve a observarse en otro yacimiento ubicado en la zona de Córdoba, la cueva de Los Mármoles. Entre las leguminosas no se perciben diferencias entre especies aunque los guisantes son el taxón más común y, en general se observa una gran diversificación. Las diferencias son más evidentes en lo que afecta a otros

cultivos (Fig. 3). El lino, aunque no se asegura su cultivo hasta finales del 5º milenio, está presente desde los momentos iniciales en Los Castillejos y es posible que esta especie ya se cultivara. En Los Murciélagos de Zuheros no se documenta lino pero se constata la presencia frecuente de la adormidera. Estamos por tanto ante esquemas agrarios muy similares pero que presentan algunas diferencias que merecen un análisis más detallado a medida que aumenten los datos arqueobotánicos para la zona. En la actualidad, y teniendo en cuenta los datos disponibles, se observa una cierta correspondencia entre la información obtenida en Los Murciélagos de Zuheros y en Los Mármoles, frente a la procedente de Los Castillejos, por lo que es plausible plantear con toda la prudencia que la situación demanda la

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60 50 40 30 20 10 0 Castillejos 1-6

Castillejos 7-11

Castillejos 12-14

Zuheros A

Triticum aestivum-durum

Triticum monococcum

Hordeum vulgare var. nudum

Triticum dicoccum

Hordeum vulgare subsp. vulgares

Fig. 2. Frecuencias de los principales cereales en Los castillejos y Los Murciélagos de Zuheros). 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 Castillejos 1-6

Castillejos 7-11

Cereales

Castillejos 12-14

Leguminosas

Zuheros A

Oleaginosas

Fig. 3. Frecuencias de los diferentes grupos de plantas cultivadas.

existencia de grupos regionales con unas características similares. Estos grupos, desde los inicios desarrollaron una agricultura diversificada que incluye una gran variedad de especies, sin que existan argumentos para defender procesos locales de domesticación en lo que afecta a los cereales o las leguminosas. En cuanto al lino y a la adormidera, la situación es algo más complicada. En el caso del lino se trata de un cultivo ampliamente desarrollado en Europa Central (Dennell, 1974; Rosch, 1998; Tolar et al., 2011; Leuzinger y Rasr-Eicher, en prensa), aunque carecemos de información para el territorio francés. En la Península Ibérica su documentación se limita actualmente a los yacimientos andaluces y a los del valle de Ambrona (La Revilla y La Lámpara) (Stika, 2005) y su presencia no se atestigua en la franja mediterránea que es, por otra parte, la que cuenta con muestreos más amplios y sistemáticos. En el caso de la adormidera (Papaver somniferum), el problema se plantea a la hora de discernir entre la subespecie domesticada (P. somniferum ssp. somniferum) y la silvestre (P. somniferum ssp. setigerum). En cualquier caso, el registro arqueobotánico andaluz demuestra la importancia de esta

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especie desde mediados del 6º milenio. Su presencia en el Próximo Oriente es prácticamente desconocida aunque recientemente se ha identificado Papaver setigerum en Israel (Kislev et al., 2004). Esta ausencia y la antigüedad de los datos europeos han llevado a algunos investigadores (Schultze-Motel, 1979; Bakels, 1982; Bakels et al., 1992; Zohary y Hopf, 2000) a proponer una domesticación de la especie en el occidente europeo. Los datos de mayor antigüedad proceden de Europa donde a partir del 5800 cal BC la especie se documenta en Italia (Rottoli y Pessina, 2007) tanto representada por semillas por cápsulas, y entre el 5200-5000 cal BC en Europa central (Salavert, 2010). Las identificaciones de Papaver somniferum/setigerum de Andalucía se sitúan a partir de 5300 cal BC. Si se realiza una comparación del registro andaluz con el del resto de la Península se observan igualmente diferencias que en el caso del País Valenciano se materializan en las frecuencias de los trigos vestidos, que en este último caso son más elevadas (Pérez Jordà, 2005). En el caso de la Meseta Norte (Stika, 2005) y de la parte alta del valle del Ebro (Peña-Chocarro et al., 2004), se observa un predominio destacado de los cereales vestidos (tanto trigos como cebada). El panorama que se observa en estos primeros momentos de desarrollo agrario es realmente complejo con diferentes situaciones que seguramente reflejan la presencia de diversas tradiciones. A mayor escala, la primera agricultura andaluza, al igual que la peninsular, difiere de la centroeuropea en la enorme diversidad de especies presentes desde los inicios de las prácticas agrícolas. Mientras en la Europa central las especies cultivadas son básicamente los trigos vestidos (T. monococcum y T. dicoccum), los guisantes, las lentejas y el lino (Kreuz, 2007), en Andalucía la agricultura se centra en los trigos desnudos y en la cebada desnuda, junto a una mayor diversidad de leguminosas y el posible peso que otros cultivos como el lino y la adormidera pudieran tener. Aunque el determinismo ecológico no explica la totalidad de la variabilidad encontrada en el registro arqueobotánico peninsular, es cierto que las condiciones ecológicas y ambientales específicas de los territorios en los que estas primeras prácticas se implantaron debieron influir en la selección de especies y variedades que se cultivaron en cada región. Este tipo de cuestiones podrían explicar algunas de asociaciones que se documentan en el registro

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arqueobotánico como es el caso de los cereales vestidos en yacimientos del centro peninsular (valle de Ambrona) situados a 1000 m de altitud. También es cierto, que la experimentación debió ser importante en los inicios de la producción de alimentos y que los primeros agricultores desarrollarían diferentes mecanismos para enfrentarse a los efectos de la inestabilidad climática estacional y a los riesgos de malas cosechas. La diversificación, como ya se ha demostrado en algunas ocasiones (Halstead, 1990) se perfila como una opción válida para luchar contra la inseguridad y las amenazas. El sistema de cultivo que se propone para esta primera fase se corresponde con un modelo intensivo de carácter hortícola, siguiendo el esquema planteado para Grecia (Halstead, 2002) y Centroeuropa (Bogaard, 2004). Aunque para la Península Ibérica el registro arqueobotánico es parco en lo que se refiere a conjuntos de malas hierbas que sin duda permitirían caracterizar con mayor detalle el sistema agrícola, la ausencia de arados y el uso de aperos como las azadas apuntaría hacia un modelo intensivo de carácter hortícola, en el que la diversidad de cultivos parece ser una opción destacada. A partir del inicio del 5º milenio se inicia un periodo para el que apenas se cuenta con información. No será hasta al menos, la segunda mitad avanzada de este milenio, cuando se empiecen a obtener nuevos datos que fundamentalmente proceden de Los Castillejos y de la cueva del Toro y que muestran el papel preponderante de trigos desnudos y cebada desnuda mientras que la escaña pasa a ser una especie más marginal y se inicia una tendencia de aumento progresivo de las leguminosas y de otros cultivos como el lino. La reducción de la diversidad cerealística podría ponerse en relación con numerosos factores como la mayor seguridad en el sistema de producción agraria, o con cambios en el sistema de explotación del suelo, o bien directamente con cuestiones de índole socio-cultural que son aspectos de difícil exploración con los datos con los que contamos actualmente.

CONCLUSIONES Las dataciones realizadas sobre elementos de vida corta (semillas) en varios yacimientos andaluces permiten situar en la segunda mitad del 6º milenio la implantación de la agricultura en el territorio andaluz.

Las especies cultivadas que se documentan en este periodo son fundamentalmente los trigos desnudos y la cebada desnuda entre los cereales, mientras que los cereales vestidos tienen una importancia menor en el conjunto de especies cultivadas. Entre las leguminosas se constata la presencia fundamentalmente de habas y guisantes, con una frecuencia menor de lentejas y almortas. La gran variedad de especies documentada contrasta con la escasa diversidad registrada en otras zonas del continente europeo, y más concretamente en Centroeuropa. Las prácticas agrícolas al igual que las especies documentadas responden a la introducción de una serie de innovaciones de carácter exógeno, que excluyen por completo cualquier posible desarrollo autóctono de la agricultura en este territorio. Además de cereales y de leguminosas, el registro arqueobotánico pone de manifiesto la presencia de lino y de adormidera cuyo papel entre las especies cultivadas está todavía por definir

AGRADECIMIENTOS El trabajo de los autores forma parte del Proyecto AGRIWESTMED (Origins and spread of agriculture in the western Mediterranean region) financiado por el ERC (European Research Council) a través de un Advanced Grant (ERC-AdG-230561) y del Proyecto HAR2008-01920/HIST Orígenes y expansión de la agricultura en el sur peninsular y norte de Marruecos: aportaciones desde la arqueobotánica y la genética y del MICIIN ambos dirigidos por L. PeñaChocarro. Se agradece también la colaboración con el proyecto de investigación HAR2008-06477-C0303/HIST. La investigación de L. Peña-Chocarro se inserta además en el Programa Consolider TCPCSD2007-00058.

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Imágenes de pólenes correspondientes a Arbutus unedo (superior) y a Vicia faba (inferior). Foto: José Antonio López Sáez.


DOSSIER

ANTROPIZACIÓN Y AGRICULTURA EN EL NEOLÍTICO DE ANDALUCÍA OCCIDENTAL A PARTIR DE LA PALINOLOGÍA José Antonio López Sáez1, Sebastián Pérez Díaz1 y Francisca Alba Sánchez2

Resumen La síntesis del registro palinológico de Andalucía Occidental permite ubicar los primeros impactos antrópicos y las primeras evidencias de actividades agrícolas en el V y IV milenios cal BC. La dinámica espacio-temporal de la paleovegetación se interpreta en relación con el poblamiento prehistórico y la transformación de las prácticas económicas.

Palabras clave: Antropización, agricultura, Andalucía Occidental, Mesolítico, Neolítico, Holoceno, Palinología.

THE ANTHROPIZATION PROCESS IN THE NEOLITHIC OF WESTERN ANDALUSIA: A PALYNOLOGICAL PERSPECTIVE Abstract The detailed synthesis of pollen records from western Andalusia confirms the first human impact on the landscape and the primary evidence of farming in the 5th and the 4th millennia cal BC. The spatial and temporal dynamics of plant communities have been interpreted as a result of interactions among human settlements as well as the transformation of economic practices.

Keywords: Anthropization, Agriculture, Western Andalusia, Mesolithic, Neolithic, Holocene, Palynology.

1

Grupo de Investigación Arqueobiología, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC. [ joseantonio.lopez@cchs.csic.es ] [ sebastian.perez@cchs.csic.es ] 2 Departamento de Botánica, Universidad de Granada. [ falba@ugr.es ] Recibido: 30/03/2011; Aceptado: 30/06/2011

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JOSÉ ANTONIO LÓPEZ SÁEZ, SEBASTIÁN PÉREZ DÍAZ Y FRANCISCA ALBA SÁNCHEZ

INTRODUCCIÓN El estudio de la Prehistoria en el Mediterráneo, desde la adopción de la agricultura, ha estado polarizado básicamente en torno a las relaciones políticas, sociales y económicas en una escala espacial enormemente amplia. Este énfasis, marcadamente dirigido a la búsqueda de entidades culturales y geográficas, ha priorizado extraordinariamente las zonas orientales frente a las occidentales en el proceso de cambio social y político, desde el difusionismo hacia la teoría de los focos periféricos. En el caso de Andalucía Occidental, a pesar de que el número de yacimientos arqueológicos de cronología neolítica es cada vez más abundante, los estudios arqueobotánicos en ellos son prácticamente nulos salvo casos esporádicos como La Esparragosa (Ruiz Zapata y Gil García, 2008; Ramos Muñoz et al., 2008). Se cuenta actualmente con dataciones radiocarbónicas que ubican algunos de estos sitios en momentos iniciales del Neolítico, caso de Cueva Chica de Santiago (Cazalla de la Sierra, Sevilla), Parralejo (San José del Valle, Cádiz), La Dehesilla (Jeréz de la Frontera, Cádiz), y varios yacimientos del estuario del Odiel en Huelva (Acosta Martínez, 1995; Mederos Martín, 1996; Nocete Calvo, 2004; Pérez Rodríguez, 2005; Ramos Muñoz 2006), e incluso de comunidades cazadoras-recolectoras en El Retamar (Puerto Real, Cádiz) o Embarcadero del río Palmones (Algeciras, Cádiz) (Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Ramos Muñoz, 2006). Estos hechos, lógicamente, limitan estudiar con precisión el origen y difusión de la agricultura en estos territorios en un sentido diacrónico y espacial.

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que cuenta con una serie de hogares, concheros, concentraciones de piedras y enterramientos, descrito ambigüamente como un asentamiento mesolítico y/o neolítico estacional ocupado durante el VI milenio cal BC (cuenta con restos cerámicos cardiales), cuyas bases paleoeconómicas parece que se sustentaron fundamentalmente en fauna silvestre y doméstica, recolección de moluscos y pesca (Ramos Muñoz et al., 1998, 2001, 2005; Ramos Muñoz y Lazarich González, 2002; Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Ramos Muñoz, 2006). En El Retamar se dispone de tres dataciones C14 sobre conchas, dos del hogar 18, según los autores de 5025 cal BC y 5717 cal BC, y una tercera del conchero 6 de 6069-5715 cal BC (Ramos Muñoz et al., 2001; Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2003, 2008). La interpretación usual que se da a estas comunidades del suroeste peninsular del VI milenio cal BC, es la de poblaciones de cazadores-recolectores-pescadores que gradualmente adoptaron la domesticación animal, sin una presencia inicial de agricultura (Ramos Muñoz y Lazarich González, 2002; Cáceres Sánchez, 2003; Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Arteaga Matute, 2004; Ramos Muñoz, 2004, 2006; Ramos Muñoz et al., 2005), aunque algunos autores hablan incluso de sociedades agricultoras que pudieron desarrollar tanto una agricultura de regadío con leguminosas u otra de secano con cereales (Pérez Rodríguez, 2005: 158). Se trataría de sociedades nómadas muy móviles, que no acumularían excedentes en base a la condición de su modo de vida (Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2008).

En efecto, esta problemática, a lo largo de las costas del Atlántico, incluyendo valles y serranías interiores, está aún abierta a debate, más teniendo en cuenta las carencias ya señaladas. Chapman (2008) sintetiza perfectamente este discurso, haciendo mención a yacimientos como Parralejo, Cueva Chica de Santiago, o La Dehesilla, en los cuales los espectros zooarqueológicos del Neolítico antiguo muestran una dominancia de fauna salvaje frente a doméstica, lo contrario que al final del Neolítico. Las dataciones disponibles para estos yacimientos (VI y V milenios cal BC), en paralelo, han obligado a corregir el esquema difusionista tradicionalmente admitido para Andalucía Occidental.

En definitiva, en los últimos años hemos asistido a un incremento significativo de los datos paleoambientales y paleoeconómicos referidos al Neolítico del sur peninsular (López García y López Sáez, 1994; Zapata Peña et al., 2004; López Sáez et al., 2011; Peña Chocarro y Zapata Peña, 2011). Sin embargo, la mayor parte de ellos se refieren a Andalucía Oriental, siendo meramente esporádicos los procedentes del occidente andaluz, un territorio de por sí poco estudiado a nivel paleoambiental, y con un registro arqueobotánico muy limitado para alcanzar un conocimiento detallado de los modos de vida durante el Neolítico, así como para entender el posible impacto, desde un punto de vista cronocultural, de dichas sociedades sobre el paisaje.

Destaca algún yacimiento al aire libre como El Retamar, en la bahía de Cádiz entre dunas costeras,

En base a ello, en este trabajo se presenta una síntesis de los datos paleoambientales de Andalucía

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Occidental (provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla) entre el VI y el IV milenio cal BC, incidiendo en la historia de la paleovegetación, en la dinámica de la antropización, y en la conformación de sus paisajes. Se tendrá en cuenta para ello, básicamente, el registro paleopalinológico por ser el más abundante, aunque en algún caso particular se hará mención al antracológico y carpológico de los yacimientos arqueológicos y depósitos naturales en el área de estudio considerada (Fig. 1).

REGISTRO PALEOAMBIENTAL En la turbera de El Acebrón (Matalascañas, Huelva), situada en el Parque Nacional de Doñana, el análisis polínico (Stevenson y Moore, 1988; Stevenson y Harrison, 1992) ofrece una secuencia estratigráfica (AC2) datada a 194 cm en 4510 ± 80 BP (3495-2920 cal BC)1, fecha que se confirma con otra preliminar del intervalo 189-199 cm de 4340 ± 80 BP (3335-2700 cal BC), ubicándose ambas en la transición entre el IV-III milenio cal BC, que marcaría el inicio de este depósito. En este marco cronológico, que regionalmente correspondería a la transición entre el Neolítico final y el Calcolítico, ya se advierte en el diagrama polínico (biozonas AC2-1 y parte inferior de la AC2-2) una importante antropización del territorio, con la recurrente presencia de taxones de origen antrópico (Echium tipo, Cichorioideae, Plantago sp. y Rumex sp.) y preponderancia de las formaciones herbáceas de gramíneas, mientras que las arbóreas son muy reducidas (ca. 20-25%), especialmente los bosques de Quercus. En cambio, el pinar aparece altamente representado, dando cuenta de la importancia de este tipo de bosques en el marco cronológico considerado, posiblemente como la vegetación más característica de las dunas de Doñana, teniendo un carácter extra-local o local en el registro. De la misma manera, los elementos arbustivos son poco representativos y apenas queda constancia de porcentajes bajos de labiérnago (Phillyrea), sauce (Salix), acebuche (Olea), mirto (Myrtus), brezos (Erica sp.) y jaras (Cistaceae). Respecto a los cereales, únicamente aparecen a los 212 cm, en porcentajes muy bajos como para suponer su cultivo local. Estos datos, que se

Fig. 1. Situación en Andalucía Occidental de los yacimientos arqueológicos y depósitos naturales citados en el texto.

correlacionan con bandas sedimentarias ricas en carbón, y la aparición de ciertos taxones pirófilos como Cistus, permitirían admitir un primer impacto antrópico en Doñana al final del IV milenio cal BC, que se manifestaría en forma de procesos deforestadores del bosque de quercíneas mediante el fuego, con la consiguiente proliferación de especies pirófilas o heliófilas, tal y como se observa en el tránsito entre las biozonas AC2-1 y AC2-2. Especialmente interesante es la identificación de polen de Vitis en cantidades suficientes que indican su presencia local, lo que los autores interpretan como la existencia de poblaciones silvestres en arroyos, aunque la recurrencia de pirófilas como las jaras les llevan a afirmar (Stevenson y Moore, 1988: 355) la posibilidad de cultivo local. También en Doñana, la secuencia higroturbosa de la Laguna de las Madres (Menéndez Amor y Florschütz, 1964; Stevenson, 1985) tuvo que formarse en las mismas fechas que El Acebrón, según la fecha de 4480 ± 150 BP (Stevenson y Moore, 1988; Stevenson y Harrison, 1992), repitiendo la aparición de Vitis a finales del IV milenio cal BC e inicios del III. En todo caso, en la Laguna de las Madres el porcentaje de Vitis alcanza el 40-50%, lo que permite confirmar a dichos autores su cultivo en Doñana en tales fechas,

1 Las dataciones radiocarbónicas referidas en este trabajo han sido calibradas a partir de la datación estándar BP y su respectiva desviación típica, sirviéndonos para la calibración del programa OxCal v. 3.5 (Bronk Ramsey, 2000). Todas las fechas calibradas en años cal BC quedan referidas a una probabilidad estadística a 2 sigma.

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siendo ésta la causa de los impactos antrópicos descritos tanto en El Acebrón como en este registro. No obstante, un estudio posterior de esta misma secuencia (Yll Aguirre et al., 2003) cifra su inicio hacia 5480 ± 60 BP (4455-4175 cal BC), aunque la transformación de la laguna costera en turbera se produce hacia el 4000 BP, y confirma que la identificación de polen de vid, máxime en porcentajes tan altos, ha de ser posiblemente errónea -confusión con alguna especie de Rhamnus- (Yll Aguirre et al., 2003: 210), estableciendo el primer impacto antrópico en esta zona de Huelva a finales del IV milenio cal BC sin personificar en la viticultura su razón de ser. El registro polínico de El Asperillo (Caratini y Viguier, 1973), situado junto a una gran duna del mismo nombre en la localidad de Niebla, no lejos de Doñana, muestra una interesante secuencia sedimentaria rítmica en la que se alternan niveles de arenas con otros de turba. Los autores estudiaron tres muestras procedentes de arenas fosilizadas o paleodunas (curiosamente no se analizaron los niveles turbosos que hubieran sido más ricos en polen), que muestran (sólo dos de ellas pues la tercera resultó estéril) la preponderancia del pinar entre la vegetación arbórea, y de las gramíneas entre la herbácea. La presencia de avellano les hace suponer que dichas muestras corresponderían al periodo Atlántico, sin mayor precisión cronológica. Cierta antropización parece detectarse en los espectros polínicos de ambas muestras por la identificación de algunos taxones nitrófilos, lo que permitiría sospechar cierta contemporaneidad respecto a las otras secuencias onubenses antes citadas. Un segundo estudio palinológico fue realizado en El Asperillo por Stevenson (1984), también sin dataciones, denotando condiciones paleoclimáticas templado-húmedas en el tránsito de los episodios Atlántico a Subboreal (Rodríguez Ramírez et al., 1997), y un paleopaisaje concordante con el expuesto en El Acebrón incluyendo presencia de polen de cereales. El estudio polínico del lucio de Mari López y el registro de Marismillas (Yll Aguirre et al., 2003), ambos en Doñana, vienen a confirmar lo apuntado en las tres secuencias anteriores incluso en un marco temporal anterior. En Mari López, entre 5370 ± 50 BP (43304050 cal BC) y 3915 ± 50 BP (2565-2230 cal BC) la cobertura arbórea de pinos sobre dunas y encinares es relativamente reducida (<40%), siendo en cambio abundantes elementos nitrófilos (Asteraceae) que nos hablan ya de un evidente impacto antrópico en el pai-

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saje en el último tercio del V milenio cal BC, aunque no se constata polen de cereal. En Marismillas, con una fecha basal de 6260 ± 40 BP (5320-5075 cal BC) es hacia el 4500 cal BC cuando el pinar se reduce sensiblemente, lo mismo que el encinar, y en cambio toman preponderancia los elementos antrópicos antes citados, y otros propios de las formaciones arbustivas degradativas (brezales). En la cueva de Los Covachos (Almadén de la Plata), situada en la Sierra Norte de Sevilla, los análisis palinológicos (Álvarez García et al., 2004, 2005) de una toba calcárea (travertino) (Fig. 2), cuya cronología se situaría sobre el 5000 BP (ca. 4000 cal BC) (Rodríguez Vidal, com. pers.), demuestran la existencia de un paisaje de alcornocal (Quercus suber) relativamente abierto, sobre los suelos más profundos y húmedos; mientras que en las zonas más secas, de tendencia rupícola, se desarrollaría un encinar acompañado de un matorral termófilo formado por mirto (Myrtus), acebuche (Olea), lentisco/cornicabra (Pistacia) y torvisco (Daphne gnidium). En las zonas aclaradas del bosque aparecerían pastizales de gramíneas y ciertos elementos xéricos (Artemisia). En su conjunto, los espectros polínicos de este travertino denotarían condiciones térmicas y secas, aunque la presencia

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Fig. 2. Histograma palinológico sintético de la toba calcárea de la cueva de Los Covachos.

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de alcornoque indicaría cierta tendencia hacia condiciones subhúmedas. Los primeros síntomas de antropización en la cueva de Los Covachos se detectan en los espectros de las estaciones topográficas 20 y 52, correspondientes al inicio de la ocupación calcolítica de la cueva, en la primera mitad del III milenio cal BC (Rodríguez Vidal et al., 2000), cuando además puede afirmarse el cultivo del cereal. Algo semejante a Covachos o a los sitios mencionados de Doñana muestra el registro polínico de la Laguna Zarracatín (Utrera, Sevilla) (Davis et al., 2000), datada en su base en 5485 ± 40 BP (4445-4255 cal BC). Su diagrama polínico (Fig. 3) muestra una concentración muy elevada de microcarbones a partir de la segunda mitad del V milenio cal BC, en un paisaje relativamente abierto de encinar (Quercus ilex) y alcornocal (Quercus suber), donde los elementos antrópico-nitrófilos y antropozoógenos (Cichorioideae-Liguliflorae, Cirsium, Plantago, Rumex, etc.) son especialmente importantes, indicando la antropización del medio.

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El registro paleoambiental (Fig. 4) de la laguna de Medina (Reed et al., 2001), emplazada en un interfluvio entre el río Guadalete y el arroyo Salado en Cádiz, procede de un sondeo de 10 m con una cronología desde 7860 ± 75 BP (7035-6530 cal BC). A lo largo del VII al IV milenios cal BC la vegetación del área sería un alcornocal (Quercus suber) bien conservado, rico en elementos termófilos como Olea, Phillyrea y Pistacia, con un aporte menos importante de pinares y encinares. Durante todo este marco cronológico las principales variaciones en esta laguna corresponden a cambios en la profundidad y salinidad del agua, mediados por la variabilidad climática holocena, sin que en ningún momento se observen indicios de antropización manifiesta. En El Retamar (Puerto Real, Cádiz), yacimiento de cazadores-recolectores situado en la bahía de Cádiz, se realizó un estudio polínico preliminar, pero desafortunadamente todas las muestras estudiadas resultaron estériles. En cambio, el análisis antracológico reseña la presencia de restos de

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Fig. 3. Diagrama polínico sintético de laguna Zarracatín (redibujado de Davis et al., 2000, www.paleodiversitas.org).

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Fig. 4. Diagrama polínico sintético de la laguna de Medina (redibujado de Reed et al., 2001, www.paleodiversitas.org).

Quercus caducifolios y perennifolios, Phillyrea, Pistacia lentiscus y Olea, es decir el típico cortejo termófilo termomediterráneo; mientras que el carpológico no documenta ningún indicio de agricultura (Uzquiano Ollero y Arnanz, 2002; Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Ramos Muñoz, 2006, 2008). En la bahía de Algeciras (Cádiz), se conoce el estudio palinológico del yacimiento Embarcadero del río Palmones, un asentamiento de una comunidad cazadora-recolectora (Ruiz Zapata et al., 2005; Ramos Muñoz, 2006; Ruiz Zapata y Gil García, 2008). Éste refleja un paisaje abierto de pinar y encinar, con elementos termófilos como el acebuche y otros típicos de estos ambientes de marisma, pero en ningún momento se atestigua la presencia de polen de cereal. Las particulares condiciones de conservación del depósito y una riqueza polínica por debajo de los límites estadísticos que aseguran su validez (López Sáez et al., 2003), hacen tomar este estudio con mucha cautela. El estudio antracológico de este yacimiento (Rodríguez-Ariza, 2005) confirma los datos polínicos, siendo los pinos (Pinus halepensis/pinea) y las quercíneas perennifolias

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(Quercus ilex-coccifera) los elementos mayoritarios, junto a la flora termófila ya citada con Olea europaea, Phillyrea y Pistacia lentiscus. En el asentamiento del Neolítico Final de La Esparragosa (Chiclana de la Frontera, Cádiz), el estudio polínico (Ruiz Zapata y Gil García, 2008; Ramos Muñoz et al., 2008) ofrece un panorama de un paisaje muy deforestado y altamente antropizado, con preponderancia de elementos nitrófilos (Asteraceae) y halófilos (Chenopodiaceae). La cobertura arbórea (encinas y pinos) es muy escasa, lo mismo que el bosque ripario (aliseda, olmeda). Algunos palinomorfos (Plantago, Rumex, Urtica) serían indicativos de pastos antropozoógenos y por tanto de una presión ganadera asociada. En cualquier caso, hay que señalar que las muestras polínicas de este yacimiento proceden de contextos muy poco fiables para este tipo de estudios, caso de los dos silos o el enterramiento analizados, ya que el control tafonómico de estas estructuras no permite asegurar la cronología de los sedimentos estudiados y tampoco de los espectros polínicos obtenidos (López Sáez et al., 2006).

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DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES A pesar de la síntesis paleoambiental realizada en Andalucía Occidental, para un tramo cronológico reseñable del Holoceno Medio, aún se carece de una base empírica suficiente que permita detallar el origen de la economía productiva en estos territorios del suroeste peninsular e incluso discernir los modelos y ritmos del proceso de neolitización y de la dinámica antrópica asociada. En particular, hay que reseñar que ninguno de los registros polínicos o arqueobotánicos citados ofrece evidencias que permitan estudiar el origen de la agricultura en estos territorios desde un punto de vista diacrónico y espacial; ante todo porque no se tienen datos arqueobotánicos al respecto. Yacimientos como El Retamar, con un indudable interés arqueobotánico, cuentan con la limitación de que su análisis polínico deparó resultados negativos (muestras estériles), mientras que el carpológico no ofrece evidencia alguna de prácticas agrícolas. Tampoco existen pruebas de tales actividades en el registro polínico del Embarcadero del río Palmones. En este sentido, la interpretación dada a estas comunidades de cazadores-recolectores-pescadores del VI milenio cal BC, en el sentido de que adoptaron inicialmente la domesticación animal que no la agricultura (Ramos Muñoz y Lazarich González, 2002; Cáceres Sánchez, 2003; Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Arteaga Matute, 2004; Ramos Muñoz, 2004, 2006; Ramos Muñoz et al., 2005), en principio parece plausible, aunque debe insistirse en la parquedad y puntualidad de los datos disponibles. A partir de la segunda mitad del V milenio y durante la primera mitad del IV milenio cal BC se confirma una proliferación de asentamientos en la bahía de Cádiz, intensificándose el proceso de sedentarización de las sociedades tribales comunitarias y la aparición de aldeas plenamente sedentarias (Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2003, 2008). A finales del Neolítico, en cambio, sí hay evidencias netas que señalan potenciales actividades agrícolas en La Esparragosa en Cádiz durante el IV milenio cal BC, en una zona de por sí con gran potencialidad agrícola en un ambiente de campiña. La existencia de numerosos silos, fragmentos de molinos y moletas, y los estudios de traceología revelan prácticas agrícolas vinculadas a la cerealicultura, que también se repiten en otros yacimientos como Cantarranas y Las Viñas (Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2003,

2008; Pérez Rodríguez, 2005). No obstante, admitir un hipotético cultivo de leguminosas, por el hecho de que éstas aparezcan en los espectros polínicos de La Esparragosa (Ramos Muñoz et al., 2008: 388), no tiene ningún sentido, más cuando su porcentaje es mínimo (<5%) y porque aquéllas que son cultivadas pueden ser diferenciadas a nivel de especie. En definitiva, el análisis polínico de este sitio tampoco demuestra actividades agrícolas, aunque teniendo en cuentas las particulares propiedades dispersivas y de producción de polen por parte de los cereales, su ausencia en el histograma polínico del yacimiento no ha de implicar necesariamente que no se hubieran desarrollado prácticas de este tipo (López Sáez y López Merino, 2005). Evidencias de cerealicultura y antropización sí se confirman, palinológicamente, en Huelva, en un marco cronológico similar durante el IV milenio cal BC. En conjunto, los cinco registros naturales de Doñana (laguna de las Madres, El Acebrón, El Asperillo, Mari López, Marismillas) tuvieron que formarse como consecuencia de una primera fase de progradación costera, tras el máximo transgresivo flandriense (ca. 6500 BP), ocurrida hacia el 4500 BP (Rodríguez Ramírez et al., 1997; Borja Barrera et al., 1999; Zazo Cardeña et al., 1999). La comparativa entre ellos permitiría cifrar los primeros impactos antrópicos en esta zona posiblemente a finales del V milenio cal BC y con toda probabilidad durante el IV milenio cal BC, fechas en las que se enmarcan un nutrido número de yacimientos de esta comarca, emplazados cronoculturalmente entre el Neolítico final y el Calcolítico (Martín de la Cruz, 1994; Chapman, 2008), que se concentrarían en estos terrenos litorales con gran extensión de limos y arenas protegidos por dunas costeras y flechas litorales (Piñón Varela y Bueno Ramírez, 1988). Borja Barrera et al. (1999) sitúan en el IV milenio cal BC una de sus fases eólicas de formación de dunas costeras en Huelva, coincidente con horizontes ocupacionales del Neolítico Final y el primer Calcolítico (3840-3130 cal BC), caso de Valdelagrana y Cantarranas. Esta primera antropización conduciría a la génesis de un paisaje de tipo dehesa (Stevenson y Harrison, 1992). En estos ambientes costeros, a veces resulta muy difícil extraer de los espectros polínicos aquello que es motivado por la variabilidad climática o por la antropización, ya que taxones que en otros contextos se consideran nitrófilos aquí pueden ser halófilos.

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Zazo Cardeña et al. (2005), en su estudio sedimentario del área de El Abalario (golfo de Cádiz), junto al acantilado de El Asperillo, confirman la existencia de un clima húmedo y temperado durante el Óptimo Máximo Holoceno (7050-4550 cal BC), mientras que una tendencia creciente hacia condiciones áridas se impone en el área ca. 3100 cal BC, es decir en las mismas fechas en que la mayor parte de las turberas de Doñana se formaron. En la Sierra Norte de Sevilla, los datos paleoambientales de la cueva de Los Covachos confirmarían un periodo máximo de ocupación de ésta a mediados o en los momentos finales del III milenio cal BC, en una fase avanzada del Calcolítico, periodo en el cual la antropización del entorno es manifiesta y puede afirmarse el cultivo local del cereal. En todo caso, algunos elementos arqueológicos indicarían cierta tradición neolítica e incluso la posibilidad de la existencia de niveles inferiores que aportarían elementos atribuibles claramente al Neolítico (Álvarez García et al., 2004: 29), sin que éstos hayan podido ser documentados palinológicamente. El registro polínico de la Laguna Zarracatín parece confirmar estos hechos a finales del V milenio cal BC, en directa correspondencia con lo observado en el entorno de Doñana. En definitiva, no es hasta el IV milenio cal BC cuando se consolidan unas prácticas agrarias sobre las que aún tenemos dudas -por no existir evidencia empírica que lo demuestre- de que fueran desarrolladas dos milenios antes. No se abandonarían las prácticas de caza, pesca y marisqueo, estas dos últimas muy ligadas al ambiente costero y de marisma del suroeste peninsular, siendo la agricultura y la ganadería las que juegan ahora un papel fundamental. El registro polínico de Doñana, e incluso del interior de Sevilla, demuestra que es en este milenio cuando la transformación del paisaje es más que evidente como consecuencia de las prácticas antrópicas señaladas, con la acumulación de excedentes en forma de silos en yacimientos como La Esparragosa o Cantarranas (Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2003). En resumen, el registro arqueobotánico y paleoambiental de Andalucía Occidental únicamente permite, en la actualidad, cifrar las primeras evidencias netas de antropización del paisaje a finales del V y con toda seguridad durante el IV milenio cal BC; momento en que también se documentan actividades de cerealicultura en las zonas litorales gaditana y onubense.

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Por el momento, la evidencia empírica arqueobotánica no permite contextualizar el origen y difusión de la agricultura en el suroeste peninsular, tanto desde un punto de vista cronológico como geográfico. Resultan significativas estas limitaciones, cuando en territorios limítrofes hay evidencias más que suficientes al respecto. En Andalucía Oriental, las primeras señales de antropización, en forma de deforestación del bosque mediante el fuego, se advierten en la segunda mitad del VI milenio cal BC (ca. 5500-5000 cal BC), en las mismas fechas en que se documentan actividades agrícolas en el registro arqueobotánico de yacimientos como Nerja, cueva del Toro, cueva de Los Murciélagos, Carihuela, Los Castillejos y Los Mármoles; evidencias todas estas que siguen patentes, incluso con un impacto humano aún mayor, durante los dos milenios posteriores (López Sáez et al., 2011). Al sur de Portugal, los primeros indicios de antropización en el Alentejo los encontramos ca. 5700-5300 cal BC, fecha en la cual se constata también el inicio de la cerealicultura (López Sáez y Cruz, 2006; López Sáez et al., 2007). Incluso en Marruecos, sobre la Península Tingitana, la convergencia de los datos palinológicos y carpológicos de Kaf Taht El-Ghar constituye el testimonio más antiguo de agricultura en el Magreb, que se atribuye al Neolítico Antiguo cardial, fechado en un elemento de vida corta en 5479-5075 cal BC (López Sáez y López Merino, 2008). En Andalucía Occidental, por tanto, resulta enormemente complicado construir modelos interpretativos sobre la emergencia del Neolítico, en gran parte por la evidente falta de datos. Es probable que el ritmo y las modalidades de asimilación de las “innovaciones neolíticas”, por las comunidades mesolíticas que aquí han sido definidas, hubiesen estado ligados a situaciones de desequilibrio o de ruptura demográfica y/o ecológica, de igual manera que se ha descrito para el sur de Portugal (Tavares da Silva y Soares, 1998: 1000). No obstante, aún no tenemos evidencias paleoambientales que permitan desentrañar si fue así. Cabe la posibilidad también, a semejanza de nuevo de Portugal (Tavares da Silva y Soares, 1998: 999), de que la llegada del Neolítico al suroeste peninsular no supusiera ningún tipo de ruptura con las comunidades mesolíticas que allí estaban instaladas, sino al contrario, prolongando los mismos principios tecnológicos, el patrón de asentamiento y las prácticas subsistenciales. Aún resulta muy prematuro discutir cómo ocurrió el proceso de neolitización en Andalucía Occidental, si se produjo a

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ANTROPIZACIÓN Y AGRICULTURA EN EL NEOLÍTICO DE ANDALUCÍA OCCIDENTAL A PARTIR DE LA PALINOLOGÍA

partir de poblaciones exógenas (modelo de colonización pionera) implicando movimientos démicos importantes y la fijación de las poblaciones portadoras del llamado ‘paquete neolítico’ en territorios deshabitados (Zilhão, 2003), o mediante la adaptación al marco cultural de las ya preexistentes, preconizando así una ‘continuidad cultural’ (Tavares da Silva y Soares, 1981). Un reciente trabajo sobre esta cuestión en el Algarve (Carvalho, 2010), donde existe un poblamiento Mesolítico y del Neolítico antiguo reseñable, sostiene que la aparición simultánea ca. 5500 cal BC -en los mismos contextos de las comunidades cazadorasrecolectoras- del citado “paquete neolítico” (cerámica, piedra pulida, fauna doméstica) es muy evidente, y que la inexistencia en esta cronología de indicadores directos de agricultura y de yacimientos claramente sedentarios puede ser una característica del Neolítico cardial del Algarve, sin descartar cuestiones tafonómicas, funcionales o incluso el estado preliminar de la investigación. En Andalucía Occidental podría haber ocurrido algo parecido. No obstante, es interesante señalar, en cuanto a la palinología compete, que las primeras manifestaciones de actividades agrícolas (IV milenio cal BC) se documentan en territorios que tuvieron un importante poblamiento mesolítico, generalmente en entornos bastante ricos en recursos naturales. Podría llegar a admitirse una adopción precoz, y poco selectiva, de los elementos que generalmente se asocian al Neolítico, posiblemente por estas comunidades del final del Mesolítico (Zilhão, 1997), aunque en cuanto a la agricultura se refiere volvemos a insistir en la falta de evidencias. En el caso del Algarve, el modelo de continuidad cultural antes señalado, según el cual habría una adquisición progresiva de las técnicas neolíticas por las comunidades mesolíticas en la segunda mitad del VI milenio cal BC, que se desarrollaría a partir de desequilibrios ecológico-demográficos en territorios más o menos restringidos (Soares y Silva, 2004), no parece encontrar pruebas suficientes dadas las diferencias notables que existen en las respectivas producciones líticas (Carvalho, 2010: 165-167). En cambio, la hipótesis a favor de un enclave neolítico en el occidente del Algarve, como resultado de la llegada de poblaciones exógenas (grupos cardiales mediterráneos) a un territorio mesolítico marginal (Zilhão, 2000, 2003), parece ser más verosímil (Carvalho, 2010).

El Mesolítico final de Andalucía es aún poco conocido. Aún así, yacimientos como el Embarcadero del río Palmones guardan un evidente interés por su filiación con los últimos cazadores-recolectores ibéricos. A pesar de la ausencia de dataciones C14 en este sitio -las realizadas por TL no arrojan luz al respecto-, se le ha atribuído una cronología correspondiente a la primera mitad del VI milenio cal BC (Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Ramos Muñoz, 2006), es decir anterior a El Retamar. Este último, cuyas dataciones lo ubican básicamente en la segunda mitad del mismo milenio, ha sido considerado indistintamente como mesolítico o neolítico (Ramos Muñoz y Lazarich González, 2002; Ramos Muñoz et al., 1998, 2001, 2005; Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Ramos Muñoz, 2006), lo que ha provocado aún más confusión. Carvalho (2010: 169) sugiere, al respecto de El Retamar, la posibilidad de que se trate de un palimpsesto meso-neolítico, centrando su discurso en la evidente asincronía observable entre las dos dataciones radiocarbónicas obtenidas de la misma estructura (hogar 18), ya reseñadas -5025 cal BC y 5717 cal BC-, lo que demostraría la existencia de al menos dos fases de ocupación y procesos postdeposicionales importantes. Todo ello sugeriría, según apunta Carvalho (2010: 170), la presencia de un componente mesolítico en El Retamar, tal y como ya supuso años antes Marchand (2005: 544). Incomprensiblemente, las dataciones C14 de El Retamar recogidas por Carvalho (2010: 171, Tabla 5) no se corresponden a las publicadas sobre este yacimiento (Ramos Muñoz et al., 2001; Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2003, 2008); sobre las cuales, además, resta la incertidumbre de saber cómo fueron calibradas y si se tuvo en cuenta el efecto reservorio marino de las conchas datadas

AGRADECIMIENTOS Este trabajo se ha realizado dentro del Programa Consolider de Investigación en Tecnologías para la valoración y conservación del Patrimonio Cultural TCP-CSD2007-00058, y ha sido financiado también por los proyectos de investigación HAR2008-06477C03-03/HIST y HAR2008-09120/HIST (Plan Nacional de I+D+i), y ERC-230561 (European Commission).

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JOSÉ ANTONIO LÓPEZ SÁEZ, SEBASTIÁN PÉREZ DÍAZ Y FRANCISCA ALBA SÁNCHEZ

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JOSÉ ANTONIO LÓPEZ SÁEZ, SEBASTIÁN PÉREZ DÍAZ Y FRANCISCA ALBA SÁNCHEZ

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Imagen de polen correspondiente a Cardueae. Foto: José A. López Sáez.

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La La siega siega del del trigo trigo en en el el El El Souidat Souidat (El (El Kef, Kef, Túnez). Túnez). Foto: Foto: Eva Eva Montes Montes Moya. Moya.


DOSSIER

AGRICULTURA DEL III Y II MILENIO ANE EN LA COMARCA DE LA LOMA (JAÉN): DATOS CARPOLÓGICOS DE LAS ERAS DEL ALCÁZAR (ÚBEDA) Y CERRO DEL ALCÁZAR (BAEZA) Eva Montes Moya1

Resumen En este trabajo se presentan los resultados de los análisis carpológicos realizados en dos asentamientos arqueológicos situados en la comarca de La Loma, Jaén: Las Eras del Alcázar de Úbeda y Cerro del Alcázar de Baeza. Ambos sitios, presentan una amplia secuencia estratigráfica de dataciones radiocarbónicas que ha permitido el conocimiento de las prácticas agrícolas durante el III y II milenios cal BC. Estas prácticas muestran una agricultura de cereales, especialmente cebada desnuda y trigo desnudo, y de algunas leguminosas entre las que destaca el haba. A partir de la Edad del Bronce, la cebada vestida también comienza a formar parte del grupo de cereales documentados y aparecen en el registro otras plantas cultivadas como el lino. El resto de especies lo componen frutos silvestres recolectados como acebuchinas, bellotas y uvas, además de algunas especies de malas hierbas.

Palabras clave: carpología, agricultura, cereales, leguminosas, valle del Guadalquivir, Calcolítico, Edad del Bronce.

AGRICULTURE OF THE 3RD AND 2ND MILLENNIA BC IN THE DISTRICT OF LOMA (JAÉN): DATA FOR PLANT REMAINS OF THE ERAS DEL ALCÁZAR (ÚBEDA) AND CERRO DEL ALCÁZAR (BAEZA) Abstract In this work, the results are presented for the analyses of plant remains corresponding to two archaeological settlements located in the district of La Loma, Jaén (Spain): Las Eras del Alcázar (Úbeda) and Cerro del Alcázar (Baeza). Both sites present a broad stratigraphic sequence of radiocarbon datings that indicate the agricultural practices during the 3rd and 2nd millennium cal BC. These practices show cereal cultivation, especially naked barley and free-threshing wheat as well as certain legumes such as broad bean. Since the Bronze Age, hulled barely also began to form part of the documented group of cereals while other cultivated plants such as flax appear in the record. The rest of the species include gathered wild fruits, such as wild olive, acorn, and grapes, as well as some weed species.

Keywords: Carpology, Agriculture, Cereals, Legumes, Guadalquivir Valley, Copper Age, Bronze Age.

1

Centro Andaluz de Arqueología Ibérica. Universidad de Jaén. [ emontes@ujaen.es ]

Recibido: 30/05/2011; Aceptado: 05/07/2011

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EVA MONTES MOYA

INTRODUCCIÓN La aplicación sistemática de disciplinas arqueobotánicas en Andalucía es un hecho bastante reciente si lo comparamos con otras zonas de la Península Ibérica como Cataluña o Levante. Es a partir de los años 90 cuando comienzan a realizarse estudios arqueobotánicos sistemáticos que permiten acercarnos al conocimiento de las especies vegetales que convivían con los grupos humanos en el sur de la Península Ibérica. Hasta ahora los estudios arqueobotánicos realizados para las Edades del Cobre y Bronce en Andalucía se circunscribían a dos zonas bien diferenciadas: por un lado, la desembocadura del río Andarax y la depresión de Vera (Buxó i Capdevilla, 1999; Rovira i Buendía, 2000, 2007); por otro, los altiplanos del interior de la zona de Granada (Buxó i Capdevilla, 1993, 1997; Rovira i Buendía, 2007). Con este trabajo sobre la agricultura del III y II milenios cal ANE en la comarca de La Loma en Jaén, se pretende suplir esa falta de datos carpológicos en otras zonas de Andalucía, como por ejemplo el Alto

Guadalquivir que sólo cuenta con algunos estudios como los realizados en la aldea calcolítica de Marroquíes Bajos1 y en el poblado de la Edad del Bronce de Peñalosa (Peña-Chocarro, 2000).

LOS SITIOS ESTUDIADOS La comarca de La Loma en la provincia de Jaén, muestra un relieve elevado ligeramente sobre el valle del Guadalquivir. Se encuentra equidistante de los sistemas montañosos de Sierra Morena al norte, Sierra Mágina al sur y las sierras de Cazorla y Segura al este, quedando abierta por el oeste, por donde recibe la influencia oceánica. Esta elevación está bordeada a su vez por los ríos Guadalimar al norte y Guadalquivir al sur. El paisaje es una sucesión de colinas suaves que le dan un aspecto ondulado, labrado en los sedimentos terciarios (Fig. 1). El entorno de las ciudades de Úbeda y Baeza se sitúa en el piso bioclimático mesomediterráneo inferior, con un It (Indice de termicidad) de 333 y un ombroclima seco (P 350-600) (P=precipitaciones) (Rivas Martínez, 1988). La serie de vegetación dominante es la de la encina (Quercus rotundifolia): Paeonio coriaceae-Querceto rotundifoliae S., en su faciación termófila con Pistacia lentiscus (Rivas Martínez, 1988; Valle Tendero, 2004). El yacimiento arqueológico de Las Eras del Alcázar se localiza en la parte meridional del casco urbano de la ciudad de Úbeda, sobre un espolón rodeado de afloramientos rocosos, pendientes y estructuras fortificadas que, desde época prehistórica, lo convierten en una zona defensiva idónea. La extensión del asentamiento es difícil de precisar debido a las escasas excavaciones realizadas en la zona. Sin embargo, la constatación de niveles prehistóricos del II milenio cal ANE en intervenciones de urgencia en otras zonas del casco urbano de Úbeda, sugieren una superficie superior a las 6 Ha (Hornos Mata et al., 1985).

Piso Mesomediterráneo Piso Supramediterráneo Piso Oromediterráneo

Fig. 1. Mapa de situación de los yacimientos estudiados.

Con la intención de situar Las Eras del Alcázar cronológicamente, se realizaron 34 dataciones de C14 mediante AMS. Los resultados constataron una secuencia ininterrumpida desde el segundo cuarto del IV milenio cal BC hasta el primer cuarto del II milenio cal BC (Lizcano Prestel et al., 2009).

1 MONTES MOYA, E. M. (2004): Las prácticas agrícolas a través del estudio de semillas y frutos en la Parcela C del poblado calcolítico de Marroquíes Bajos (Jaén). Informe inédito.

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AGRICULTURA DEL III Y II MILENIO ANE EN LA COMARCA DE LA LOMA (JAÉN): LOS DATOS CARPOLÓGICOS...

La existencia de niveles de incendio ha permitido la conservación de especies de leguminosas y otros restos vegetales como bulbos, que no suelen conservarse porque su consumo normalmente no está asociado a actividades que requieran la presencia del fuego. A tan sólo 11 km se encuentra el Cerro del Alcázar, situado dentro del casco urbano de la ciudad de Baeza. Forma un espolón en el extremo meridional de la ciudad, rodeado de fuertes pendientes naturales que le proporcionan un enclave estratégico y de control sobre el valle del Guadalquivir. Las dataciones radiocarbónicas efectuadas en este yacimiento corresponden a 8 muestras orgánicas, cinco realizadas a partir del análisis de C-14 convencional y tres por AMS. Los resultados muestran una ocupación desde mediados del III milenio ANE hasta nuestros días, aunque existen niveles de abandono que marcan un hiatus que se corresponde con el I Milenio ANE. Así, estos datos junto con los obtenidos del proceso de excavación han permitido la determinación de 4 grandes fases de ocupación que van desde el 2000 al 1500 cal ANE, establecidas en función de los patrones constructivos de las estructuras de habitación2. Así, al analizar conjuntamente los datos obtenidos de los dos asentamientos estudiados, y teniendo en cuenta el esquema de periodización propuesto por los responsables de ambas intervenciones arqueológicas, se pueden definir tres periodos: un primer momento correspondiente al Neolítico Final-Cobre Antiguo/Pleno (c. 3500-2500 cal ANE); un segundo momento, situado en el Cobre Reciente-Campaniforme (c. 2200-2000 cal ANE), ambos documentados en las Eras del Alcázar de Úbeda y un último periodo perteneciente a la Edad del Bronce (c. 2000-1500 cal ANE), momento en el que los dos asentamientos son contemporáneos (Lizcano Prestel et al., 2009).

de Las Eras del Alcázar de Úbeda, donde se realizó una toma de muestras puntual. Aunque la ausencia de un muestreo sistemático no ha permitido realizar conclusiones acerca de la presencia de restos por cada 10 litros, como es preceptivo en este tipo de estudios, sí que se han podido interpretar los datos en función de la ausencia/presencia de taxones en las muestras. Es por ello que, aunque hemos tenido en cuenta el número de ejemplares documentados, los resultados realmente importantes son los obtenidos a través de la frecuencia de aparición de cada una de las especies en las muestras estudiadas, que han sido un total de 52. La frecuencia utiliza las variables de presencia o ausencia, de manera que se calcula las veces en las que un taxón se encuentra representado en el asentamiento. Este es un buen sistema de cuantificación e interpretación de los datos siempre que se tome la muestra como unidad básica de análisis y tiene la ventaja de que nos permite analizar la importancia de cada taxón por separado (Popper, 1988). En el caso del Cerro del Alcázar de Baeza, se realizó un muestreo sistemático tomando un volumen constante de sedimento (entre 3 y 5 litros), que se fue aumentando en aquellos contextos que así lo requerían. Así, se flotaron un total de 309 litros repartidos en 58 muestras de los que 273 fueron positivos en restos carpológicos, con una alta concentración de los mismos. En este trabajo, los gráficos realizados para cada grupo de plantas (cereales, leguminosas, frutos, etc.) expresan en porcentajes las frecuencias de cada taxón, junto al porcentaje general del mismo dentro de cada grupo de muestras.

LOS DATOS CARPOLÓGICOS METODOLOGÍA La recogida de muestras para análisis bioarqueológicos de tipo vegetal en Andalucía ha tenido una aplicación tardía, conllevando que en algunas de las intervenciones arqueológicas se realizaran solamente recogidas puntuales o no se tuviera en cuenta el volumen de sedimento procesado. Este es el caso

DEL NEOLÍTICO FINAL AL COBRE ANTIGUOPLENO: (c. 3500-2500 CAL ANE) Las estructuras estudiadas en Las Eras del Alcázar de Úbeda correspondientes a este periodo revelan una ordenación espacial de unidades habitacionales excavadas en la roca, reforzadas con zócalos de

2 PÉREZ BAREAS, C. y LIZCANO PRESTEL, R.: Intervención Arqueológica en el Cerro del Alcázar de Baeza (Jaén). Memoria 2003, Informe inédito.

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acción del fuego, cayendo directamente sobre los suelos de las cabañas. Además, encontramos otros sistemas de almacenaje en fosas revocadas de diversos tamaños y en contenedores de cerámica.

piedra en el que se superponen estructuras vegetales revestidas con morteros de barro amarillo. Éstas han sido identificadas a través de improntas de cañas y ramas caídas sobre paquetes de incendios dispuestos sobre los suelos de ocupación (Lizcano Prestel et al., 2009). Estos niveles de incendio estaban formados prácticamente por restos carpológicos, fundamentalmente cereales y leguminosas, que nos llevan a pensar que formaban parte de estructuras de almacenaje elevadas que fueron destruidas por la

Niveles Erosivos sobre suelo de ocupación

Cereales Hordeum vulgare var. nudum Hordeum vulgare var. nudum -frag. Hordeum/ Triticum -frag. Triticum a estivum/ durum Triticum a estivum/ durum-frag. Triticum a estivum/ durum tipo compactum Triticum dicoccum Triticum dicoccum -frag. Leguminosas Leguminosa -frag. Vicia faba L. Vicia faba -frag. Pisum sativum L. Vicia ervilia L.

5090

5099

5106

4118

c

48

2

28

244

29

30

442

266

c

7

14

29

22

7

101

16

c

63

66

1098

66

21

170

13

c

85

119

431

45

41

368

c

6

15

28

14

5

32

c

21

17

77

2

61

1

12

1

1

c

8121

1

c

s s s

3 3

11094 11073

Cenizas

tipo

5

4569

Pertenecientes a este periodo se han documentado un total de 6624 restos correspondientes a diferentes contextos, como niveles erosivos, fondos de estructuras, suelos de ocupación, contenedores de cerámica, etc. (Tab. 1). La inmensa mayoría proceden de plantas

4412

12006

6096

12071

suelo 4366

1421-F-26

197

182

5

28

28

1

40

29

46

16

31

55

14

14

18

2

1

18

2

2

121

9

s

1

2

contenedores 1305-1 F-24

Nº total de restos

75

196 1896

cebada desnuda

11

6

40

310

cebada desnuda frag.

2

185

86

87

1989

1

112

280

40

1661

cebada/ trigo fragtrigo desnudo

4

14

17

14

1

141 8

1

1

1

1

1

1

1

1

1 6

1

3 233

12

2

260 1912 311

177

110 1217

231

328

1

238

1

278

277

43

6

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trigo desnudo frag. trigo compacto escanda menor escanda . menor frag

8

leguminosa frag. 260 haba 93 haba frag. 3

guisante

6

yero

1

bulbo Allium especie

5 indeterminadas 13

356

475

1

Tab. 1. Cuadro de taxones identificados en Las Eras del Alcázar de Úbeda (c. 3500-2500 cal ANE).

90

total

18

s

s

4609

27

Plantas silvestres recolectadas Bulbo b Allium sp. Indeterminadas

4643

2

28 2

1

4

5

1 219 91

Fosas

A-1006-1 1342-F19A 1881 1682 F-15A 1109-1-F-12

4

2

2

Fondo de estructuras

4365

1

1

373 6624


AGRICULTURA DEL III Y II MILENIO ANE EN LA COMARCA DE LA LOMA (JAÉN): LOS DATOS CARPOLÓGICOS...

cultivadas, de las cuales el 94,3% son cereales y el 5,6% corresponden a leguminosas (Fig. 2a). Al hacer un desglose de estos grupos de plantas cultivadas (Fig. 2b), encontramos que entre los cereales la cebada desnuda (Hordeum vulgare nudum) es la especie más importante, representando más de la mitad de los restos de plantas cultivadas para esta época (46,5%). El siguiente taxón en importancia es el trigo desnudo (Triticum aestivum/durum), con un valor muy similar (40,8%).

pondían a especies diferentes (Rothmaler, 1955; Van Zeis, 1968). Esto ha quedado obsoleto ya que actualmente se es consciente de que factores como la carbonización y la ecología de la zona, pueden influir en las diferentes formas de los granos (Hillman et al., 1996) y que no hay que olvidar que diferentes variedades dentro de la misma especie pueden estar presentes. Por otro lado existe una considerable

Bajo el nombre de Triticum aestivum/durum tipo compactum, se han agrupado individuos de Triticum aestivum/durum que muestran un grano corto y ancho con formas redondeadas (Jacomet, 2006). Esta forma, representa el 5,7% de las plantas cultivadas. También se ha documentado una especie de trigo vestido, la escanda menor (Triticum dicoccum), que constituye un 0,4%. Durante mucho tiempo los diferentes investigadores intentaron establecer algunos criterios de diferenciación entre Triticum aestivum/durum y Triticum aestivum/durum compactum, pensando que corres-

Fig. 2a. Restos de plantas identificados en Las Eras del Alcázar de Úbeda (c. 3500-2500 cal ANE).

Cereales 46,5%

Hordeum vulgare var. nudum

69,9% 40,8%

Triticum aestivum/durum

73,9% 5,7%

Triticum aestivum/durum tipo Compactum

Triticum dicoccum

43,4% 0,4% 17,3%

Leguminosas

Vicia ervilia

0,1% 26,0% 6,4%

Vicia faba

47,8% 0,1%

Pisum sativum

13,0%

Fig. 2b. Desglose de las plantas cultivadas en Las Eras del Alcázar de Úbeda (c. 3500-2500 cal ANE).

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Allium sp.

Vicia faba

Semillas germinadas Hordeum vulgare var. Nudum

Hordeum vulgare var. nudum

Triticum aestivum/durum

Triticum aestivum tipo compactum

Lám. 1. Especies cultivadas y recolectadas documentadas en Las Eras del Alcázar de Úbeda.

variación en el tamaño y en la forma de los granos de trigo desnudo dependiendo del número de granos por espiga y la posición de éstos en la misma (Maier, 1996). Las últimas convenciones taxonómicas establecen como Triticum aestivum L./durum Desf. tipo compactum Host., los individuos de trigo desnudo que presentan formas más cortas y redondeadas

92

(Buxó i Capdevilla, 1997; Jacomet, 2006). En relación a las leguminosas, son tres los taxones documentados para esta fase: el haba (Vicia faba L.), representando el 6,4% de las plantas cultivadas y el yero (Vicia ervilia), y el guisante (Pisum sativum) que representan ambos el 0,1%.

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AGRICULTURA DEL III Y II MILENIO ANE EN LA COMARCA DE LA LOMA (JAÉN): LOS DATOS CARPOLÓGICOS...

En cuanto a las frecuencias de aparición de estas especies cultivadas en las 23 muestras estudiadas para este periodo, son cuatro las especies que se repiten de forma constante en casi todas las muestras (Fig. 2b). El trigo común/duro (Triticum aestivum/durum) se documenta en el 73,9% de las muestras, la cebada desnuda (Hordeum vulgare var. nudum) en el 69,9%, el trigo compacto (Triticum aestivum/durum tipo compactum) en el 43,4% y el haba (Vicia faba) en el 47,8%. Esta alta frecuencia de haba en las muestras es algo bastante inusual ya que las leguminosas suelen conservarse en menor número debido a que su forma de consumo en bastantes ocasiones las mantiene alejadas del fuego. En este caso, se han documentado distintos niveles de incendio durante la ocupación del asentamiento, siendo la principal causa por las que encontramos tantas habas. Por último, ha sido identificado un fragmento perteneciente a un bulbo de unos 2,5 cm de diámetro. Este tipo de restos no suelen conservarse debido a que están formados por partes blandas que son totalmente destruidas por la carbonización. La identificación ha sido posible mediante la observación con el Microscopio Electrónico de Barrido, a través del cual se pueden apreciar las cavidades vesiculares que se forman por la expansión del vapor de agua durante el proceso de carbonización y que causaron la separación del tejido parenquimático en bandas, lo que sugiere que se trata de un bulbo (Lám. 1). Este tipo de estructura es similar a la que se observa en bulbos de Allium carbonizados, por lo que ha sido identificado como cf. Allium (ajo/cebolla/ajo porro)3. Si prestamos atención a los contextos donde han sido identificados los restos, se pueden observar tres tipos bien diferenciados (Tab. 1). Por un lado niveles erosivos sobre suelos de ocupación, donde se concentran la mayor parte de los restos, especialmente cereales y leguminosas. Por otro lado, se han estudiado muestras procedentes de fondos de fosas y estructuras, con algunos cereales y escasas leguminosas. Además, se han analizado restos procedentes de dos contenedores de cerámica, donde se encontraba el fragmento de bulbo y un conjunto de cereales. Esta distribución de los restos nos indica la

existencia de diferentes formas de almacenaje, como estructuras elevadas, fabricadas con materiales perecederos como ramas y cañas y contenedores y estructuras que se encontrarían distribuidos por los espacios domésticos.

LAS SOCIEDADES AGRARIAS: COBRE RECIENTECAMPANIFORME (c. 2200-2000 CAL ANE) Este segundo momento, documentado en Las Eras del Alcázar, muestra un cambio en la distribución de las zonas de habitación que, aunque conservan el trazado circular, aparecen ya exentas, con zócalo de piedra y alzado de tapial y adobe. El tamaño de las mismas aumenta y se empieza a producir una división del espacio generando zonas de almacenaje, manufactura, etc. (Lizcano Prestel et al., 2009). Las 18 muestras estudiadas para esta fase, corresponden a suelos de ocupación, niveles de derrumbe y erosivos, un hogar y una especie de fosa o pileta revocada con barro (Tab. 2). Pertenecientes a este periodo se han identificado un total de 12058 restos, entre cereales, leguminosas, plantas silvestres y recolectadas (Fig. 3a). Al realizar un desglose general de las plantas cultivadas, se

Fig. 3a. Restos de plantas identificados en Las Eras del Alcázar de Úbeda (c. 2200-2000 cal ANE).

3 Estudio realizado por la Dra. Lucy Kubiak-Martens. Biologische archeologie & Landschapsreconstructie. Al Zaandam, Holanda. Informe inédito. 2011.

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Fosas

Cereales Hordeum vulgare var. nudum Hordeum vulgare var. nudum -frag. Hordeum/ Triticum -frag. Triticum aestivum/ durum Triticum aestivum/ durum -frag. Triticum aestivum/ durum tipo Compactum Triticum monococcum Triticum monococcum -frag. Triticum dicoccum Triticum dicoccum -frag.

Erosivos

Derrumbe

Contenedores

Suelo de ocupación 4366

4365

8002

11024

total

113

282

182

197

193

72

2877

cebada desnuda

2

5

56

31

28

31

7

501

cebada desnuda frag.

106

18

29

197

46

29

101

48

2087

cebada/trigo frag-

585

19

388

378

21

14

473

125

3831

trigo

13

1

5

23

38

28

400

trigo desnudo frag.

102

2

31

35

46

31

390

trigo compacto

4038

5022

10068

5044

5048

6019

4387

4422

4601

6064

7016

7019

c

210

207

131

1

14

48

360

5

2

852

8

c

74

16

36

10

45

2

158

c

1185

22

158

50

97

1

c

1363

44

199

110

49

38

c

262

2

21

1

6

c

94

20

6

2

c

24

1

c c

13

2

7

Plantas silvestres Lolium sp. Malva sp. Medicago sp. Phalaris sp.

Nº total de restos

1

5

9

135

328

escaña

11

7

18

escaña frag.

7

58

escanda menor

3

4 1

escanda menor frag. raquis frag.

7

3

19

6

c

1

1 1

s

1

1

guija/almorta

s

1

1

guija/almorta frag.

86

guisante

5

guisante frag.

1063 258 1

haba haba frag. bulbo Alliu

138

haba/guisante

1 1 1 1

cizaña malva medicago alpiste

1 1

Allium especie fruto indeterminado

1

bellota

3

indeterminadas

s

3

s

5

s s s

18 3 1

1

41

8

193

s

1

15 4

37

1

106

37 6

1

14 4

3

474 13

52 171

40 49

1 1

1

53

s s s s

1

1 1

1 1

1 1

s

1 3201

313

575

33

328

574

551

9

108

2060

2 69

1070

225

1065

287

278

945

Tab. 2. Cuadro de taxones identificados en Las Eras del Alcázar de Úbeda (c. 2200-2000 cal ANE).

94

49 7

138

Plantas silvestres recolectadas Allium sp. frag. b Fruto fr indeterminado frag. Quercus -frag. fr Indeterminadas

4215

192

Raquis frag. Leguminosas Lathyrus sativum/ cicera Lathyrus sativum/ cicera -frag. Pisum sativum L. Pisum sativum L. -frag. Vicia faba L. Vicia faba -frag. Vicia sp. especie Vicia/Pisum -frag.

Hogar

4269

tipo

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367

12058


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pueden observar algunas variaciones con respecto al periodo anterior (Fig. 3b).

incrementa considerablemente con respecto al periodo anterior, siendo la tercera especie cultivada más importante (12,3% del total). En cuanto al guisante (Pisum sativum), éste representa el 1% de las plantas cultivadas y aunque no llega a ser tan numeroso como el haba, su presencia es significativa. Por último se ha agrupado bajo Lathyrus sativum/cicera un ejemplar de Lathyrus que no ha podido ser adscrito a ninguna de las dos especies.

Dentro del grupo de los cereales, los cereales desnudos predominan sobre los vestidos: el trigo desnudo es la especie más numerosa, representando el 44,4% de las especies cultivadas. Le sigue en importancia la cebada desnuda con un 33,3% del total. Es interesante la presencia de Triticum aestivum/durum de tipo compactum, que representa el 4,5%. Por otro lado, se empieza a incrementar el número de trigos vestidos como la escanda menor (Triticum dicoccum) y la aparición de otras especies nuevas como la escaña (Triticum monococcum) del que se han identificado dos conjuntos, asociados a contenedores y suelos de ocupación.

Si prestamos atención a la frecuencia de aparición de las especies en las 18 muestras estudiadas (Fig. 3b), vemos como al igual que ocurría en la fase anterior, hay 4 taxones cuya presencia se repite de forma constante. Por un lado tenemos la cebada desnuda y el trigo desnudo, que aparecen en el 94,4% de las muestras estudiadas. Le sigue en importancia el haba, cuya frecuencia es del 88,8%. Por último destacar la presencia de posibles formas compactas de trigo en el 72,2% de las muestras.

Entre las leguminosas contamos con la presencia del haba, el guisante, y la guija/almorta (Lathyrus sativum/Lathyrus cicera). El número de habas se

Cereales 33,3%

Hordeum vulgare var. nudum

94,4% 44,4%

Triticum aestivum/durum

Triticum aestivum/durum tipo Compactum

Triticum monococcum

94,4% 4,5% 72,2% 3,8% 16,6%

Triticum dicoccum

0,7% 44,4%

Leguminosas

Lathyrus sativum/cicera

Pisum sativum L.

Vicia faba L.

Vicia sp.

0,01% 5,5% 1,00% 33,3% 12,3% 88,8% 0,01% 5,5%

Fig. 3b. Desglose de las plantas cultivadas en Las Eras del Alcázar de Úbeda (c. 2200-2000 cal ANE).

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También en esta fase encontramos un fragmento de cf. Allium, que habría sido recolectado. La presencia de plantas silvestres para este periodo sigue siendo muy escasa (0,04%). Sólo encontramos un individuo de malva (Malva sp.), que suele aparecer en zonas afectadas por la acción antrópica, y algunos ejemplares de malas hierbas compañeras de los cultivos de cereales como son el alpiste (Phalaris sp.) y la cizaña (Lolium sp.). Estas especies pudieron haber sido almacenadas con el grano tras la cosecha, ya que muchas veces la criba y el aventado no logran separarlas. Las especiales circunstancias de la recogida

Erosivos

Cereales Hordeum vulgare var. nudum Hordeum vulgare var. nudum -frag. Hordeum vulgare subsp. vulgare Hordeum vulgare -frag. Hordeum/Triticum -frag. Triticum aestivum/durum Triticum aestivum/durum-frag. Triticum aestivum/durum tipo compactum Triticum monococcum Triticum monococcum -frag. Triticum dicoccum Triticum dicoccum -frag.

7008

2440

c

202

11

c c c c c c

75

6

c c c c c

Leguminosas Lathyrus sativum/cicera Lathyrus sativum/cicera -frag. Leguminosa -frag. Pisum sativum L. Pisum sativum L. -frag. Vicia ervilia L. Vicia faba L. Vicia faba -frag. Vicia/Pisum -frag.

s s s s s s s s s

Plantas oleaginosas/textiles Linum usitatissimum L.

c

Plantas silvestres Lolium sp. Phalaris sp. Allium sp. frag.

c c b

Indeterminadas

s

Nº total de restos

LA INTENSIFICACIÓN AGRARIA: EDAD DEL BRONCE (c. 2000-1500 CAL ANE) Correspondientes a este periodo en Las Eras del Alcázar, se han documentado un total de 4656 restos (Tab. 3), de los cuales más del 99% corresponden a

Habitat

tipo

8063

Suelo de ocupación cabaña 2657

2654

2626

41

2

10

44

310

2 1 1 48 143 15

1

10 75

93 588 58

84 49 26 623 1671 175

cebada desnuda cebada desnuda frag. cebada vestida cebada vestida frag. cebada/trigo frag. trigo desnudo trigo desnudo frag.

3

82

152 7 3 127 10

trigo compacto escaña escaña frag. escanda menor escanda menor frag.

5 6 1 91 6 1 974 39 282

guija/almorta guija/almorta frag. leguminosa frag. guisante guisante frag. yero haba haba frag. haba/guisante

3

3

lino

2

4 1 3

cizaña alpiste Allium especie

3

indeterminadas

2 2 417 446 37

de muestras no permiten afirmar si esta ausencia de malas hierbas es consecuencia de una limpieza del grano antes de su almacenaje, o más bien corresponde a un problema derivado del tipo de muestreo.

7 7 3

8068

36 3

46 23 21 167 32

2

6 3 11

64

112 10

2624

2637

21

2643

19 3

68 19

3 1 1

2222

27 101 5

1

5 6

5 31

2 1 1

1 55

33

54 6

3

150 7 74

662

7

1 1

78

6 1

1

208

2 2

1403

10

95

309

1252

1 265

99

24

92

105

875

137

Tab. 3. Cuadro de taxones identificados en Las Eras del Alcázar de Úbeda (c. 2000-1700 cal ANE).

96

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TOTAL

4656


AGRICULTURA DEL III Y II MILENIO ANE EN LA COMARCA DE LA LOMA (JAÉN): LOS DATOS CARPOLÓGICOS...

la cebada desnuda. La escaña está poco representada (0,2% individuos; frecuencia 18%), apareciendo solo algunos ejemplares, a diferencia del periodo anterior donde encontrábamos algunos conjuntos.

Fig. 4a. Restos de plantas identificados en Las Eras del Alcázar de Úbeda (c. 2000-1700 cal ANE).

plantas cultivadas (Fig. 4a). Los cereales representan casi el 70%, mientras que las leguminosas están representadas por el 30% de los restos. Entre las plantas cultivadas, es interesante destacar una mayor diversificación de especies en comparación con los periodos anteriores (Fig. 4b). En el caso de los cereales, el trigo desnudo representa el 49% de las plantas cultivadas, con una frecuencia de aparición del 100%. La cebada desnuda presenta, en este caso, un menor número de ejemplares (9,2%) que en los periodos anteriores, sin embargo está presente en más de la mitad de las muestras estudiadas (frecuencia: 54%). En algunos de estos ejemplares se puede apreciar como el germen ha comenzado a desarrollarse (Lám. 1). Las distintas longitudes del germen en las semillas estudiadas indican que aún se encontraban en proceso de germinación, probablemente debido a malas condiciones de almacenaje, como por ejemplo, un exceso de humedad (Lám. 1) (Montes Moya, 2010). El descenso de la presencia de cebada desnuda es debido en parte a la presencia de cebada vestida (individuos: 9,2%; frecuencia: 27,2%). Al igual que en los periodos anteriores, la presencia de formas compactas de trigo es importante (individuos: 4,5%; frecuencia 36,3%). El grupo de los cereales lo completan dos especies de trigo vestido: la escanda menor (Triticum dicoccum) y la escaña (Triticum monococcum). La escanda menor muestra un valor relativamente bajo de individuos, 3,7%, sin embargo su frecuencia es del 45%, siendo equiparable a la de

La presencia de las leguminosas (Fig. 4a) es también considerable. El haba es la leguminosa que más aparece (28,8% individuos; frecuencia: 81,8%). Le sigue en importancia el guisante, (2,7% individuos; frecuencia: 36,3%). Estos dos taxones vuelven a ser las especies de leguminosas más representativas. Se han podido documentar también algunos ejemplares de yero (0,1% individuos; frecuencia: 36,3%) y de Lathyrus sativum/cicera, (0,15% individuos; frecuencia: 9,1%). La alta frecuencia del haba en las muestras estudiadas también merece una especial atención, siendo la segunda especie cultivada más importante, incluso superando a la cebada vestida y desnuda (Fig. 4b).

Cereales

Hordeum vulgare var. nudum Hordeum vulgare subsp. Vulgare

9,2% 54,5% 1,4% 27,2%

Triticum aestivum/ durum Triticum aestivum/durum tipo Compactum Triticum monococcum

Triticum dicoccum

49,3% 100,0% 4,5% 36,3% 0,2% 18,1% 3,7% 45,4%

Leguminosas

Lathyrus sativum/cicera Pisum sativum L. Vicia ervilia L. Vicia faba L.

0,1% 9,1% 2,7%

36,3%

0,1% 9,1% 28,8%

81,8%

Fig. 4b. Desglose de las plantas cultivadas en Las Eras del Alcázar de Úbeda (c. 2000-1700 cal ANE).

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Dentro de las plantas cultivadas encontramos por primera vez en este asentamiento, 3 ejemplares de lino (Linun usitatissimum L.) en contextos erosivos depositados sobre los suelos de ocupación. En esta fase, el género cf. Allium también ha sido identificado a través de tres fragmentos y un bulbo completo documentados en contextos erosivos. El resto de plantas silvestres lo componen escasos individuos de Lolium, Phalaris, Medicago y Malva que se encontrarían como malas hierbas de los cultivos y plantas ruderales.

FASE Contexto UE/UEC

Cereales Hordeum vulgare L. Hordeum vulgare L.-frag. Hordeum vulgare var. nudum Hordeum vulgare var. nudum -frag. Hordeum -frag. Hordeum/Triticum -frag. Raquis -frag. Triticum sp. -frag. Triticum aestivum/ durum Triticum aestivum/ durum -frag. Triticum aestivum tipo compactum Triticum dicoccum Triticum monococcum

I I/II Erosivo suelo derr

cista

31 37/38

75

71

73

11 5

4

21

10

2

II Erosivos

derr Erosivo

III Estructuras funerarias

derr

29

66

67

T-31

T-30

T-26

T-29

T-28

T-36

T-36-2

63

45

10 4

3 2

2 1

2 2

715 390

2

8 3

3 1

8 2

1

522 473

83 78

1381 480

4 4

4 2

Total 2763 1447

cebada vestida cebada vestida frag.

62

3

47

6

616

13

3

4

870

143

1805

54

1

3660

cebada desnuda

5

2

400

8

2

3

613

101

7

12

7

588

92

373 305 1523

76

27

1529 305 5234 1 63

cebada desnuda frag. cebada frag. cebada/trigo fragraquis frag. trigo (género)

15

215

30

146

13

6

14

2255

trigo desnudo

1

1

378

trigo desnudo frag.

1

14 27 25

trigo compacto escanda menor escaña

10 57 48 18 71 140 1

almorta de monte leguminosa frag. guisante guisante frag. haba haba frag. yero

5

lino

5 2 1 3 14 3 4 13 4 17 1 1

avena bromo cariofilácea mijo de sol litospermo lolium género raigrás medicago medicago falaris género falaris género frag. umbelífera (familia)

8

80

790 1 63

2

515

1498

8

6

10

6

5

5

2

2

35

5

75

1

6 1

1

5 2 1

47

126

181

1062

2

380

1

11

5

27

134

1

78

1

2 3

1

Leguminosas Lathyrus cicera Leguminosa -frag. Pisum sativum Pisum sativum -frag. Vicia faba Vicia faba -frag. Vicia ervilia

6 2 2

8 16

10 7 2 17

1

Plantas textiles Linum usitatissimum L.

1

1 1

2

70

64

1

9 44 41 16 53 139 1

2

5 5 1

1

Frutos silvestres recolectados Olea europaea -frag. Quercus sp. -frag. Vitis vinifera Fruto indeterminado -frag. Indeterminadas Densidad de restos por 10 l 2,8 1,5 267,1 730 Número total de restos 1 20 187 146 Volúmen (en litros) 3,5 3 7 2

1

1 4

2

14 1

2

2

20 4 2

1 1 14

2 5 1 1117,1 2,7 1173 11 10,5 3

8885 1777 2

75 15 2

2 5 416,3 4166 100,05

1

3 1 1 36 18 5

1 10 47 47

88,5 31 3,5

1

8 1 2 150 45 3

1 76,6 1036,9 1803,3 3126 23 3370 533 6097 3 32,5 3 19,5

Tab. 4. Cuadro de taxones identificados en El Cerro del Alcázar de Baeza.

98

III/IV suelo

suelo

28

2

Plantas rudelares y malas hierbas Avena-frag. Bromus sp.-frag. Cariophilliaceas Lithospermum arvense Lithospermun termiflorum Lolium sp. Lolium perenne rigidum Medicago sp. 13 Medicago sp. -frag. 4 Phalaris sp. Phalaris sp. -frag. Umbellifera 1

FASE I: corresponde a los primeros momentos de ocupación prehistórica y se caracteriza por estructuras de hábitat con zócalo de piedra y alzados de ramas revestidos con barro. Los suelos estaban formados por diversas capas de arcilla compactada de color amarillo. La escasa presencia de restos cerámicos y faunísticos indican una limpieza periódica de los suelos de ocupación que se ha visto claramente

40

7

4

En el Cerro del Alcázar de Baeza, se han definido cuatro fases dentro de la Edad del Bronce que van aproximadamente desde c. 2000 a 1500 cal ANE.

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2 1 390 468 12

17,7 8 4,5

17 6 3 3 9 117,7 665,09 53 18157 4,5 273

acebuchina frag. bellota frag. vid silvestre fruto indeterminado indeterminadas


AGRICULTURA DEL III Y II MILENIO ANE EN LA COMARCA DE LA LOMA (JAÉN): LOS DATOS CARPOLÓGICOS...

reflejado en la escasa presencia de restos carpológicos (Tab. 4). Tan solo se han documentado dos individuos de Triticum aestivum/durum y 6 individuos identificados como Medicago sp., que probablemente corresponden a especies silvestres propias de zonas de pastizal.

de almacenamiento elevado al este de la zona excavada, o una fase del procesado de los cereales, que podían estar secándose sobre el propio tejado. Se han documentado un total de 3298 restos (Tab. 4). Los datos obtenidos de las 6 muestras estudiadas para esta fase, muestran un 99% de plantas cultivadas, representando el 1% restante plantas silvestres y malas hierbas (Fig. 5).

FASE II: esta fase muestra una intensa reorganización espacial, con una sólida construcción de muros de mampostería transversales a las pendientes naturales que establecen nuevas zonas de ocupación, configurando un hábitat escalonado en terrazas artificiales, con la existencia de áreas de actividad diferenciadas. El momento de abandono de esta fase está caracterizado por un nivel de derrumbe y por un estrato de cenizas y cereal, depositado sobre los propios derrumbes, que puede estar indicando un lugar

El conjunto de plantas cultivadas está formado exclusivamente por cereales (Fig. 5), tan sólo ha sido identificado un fragmento de haba. El 87% de los restos de las plantas cultivadas corresponden a trigo desnudo, que además está presente en el 100% de las muestras estudiadas. El resto de cereales están representados en menor medida: la cebada desnuda

FASE II Cereales

Hordeum vulgare L. Hordeum vulgare var. nudum

2,0%

83,0%

9,0%

66,0% 87,0% 100%

Triticum aestivum/durum Triticum aestivum/durum tipo Compactum

1,0% 33,0% 0,4% 66,0%

Triticum dicoccum 0,4% 33,0%

Triticum monococcum

FASE III

Cereales

38,0%

Hordeum vulgare L.

Triticum aestivum/durum Triticum aestivum/durum tipo Compactum Triticum dicoccum Triticum monococcum

92,3%

49,0%

Hordeum vulgare var. nudum

76,9%

11,0%

92,3%

0,1% 7,6% 0,3% 53,8%

0,3%

38,4%

Leguminosas

Lathyrus cicera Pisum sativum Vicia faba Vicia ervilia

0,1% 1,0% 1,0%

15,3%

0,1% 7,6%

23%

Fig. 5. Desglose de las plantas cultivadas documentadas en El Cerro del Alcázar de Baeza. Fases II y III.

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EVA MONTES MOYA

aparece en bastante menos proporción (9% de los individuos cultivados; frecuencia 66%), seguido de la cebada vestida (2% de individuos; frecuencia 83%). Se han podido documentar algunas especies de trigos vestidos como la escanda menor (0,4% individuos; frecuencia 66%) y la escaña (0,4% individuos; frecuencia 33%). También encontramos algunos ejemplares de trigo compacto que únicamente representa el 1% de las plantas cultivadas. El 1% de las plantas silvestres, lo forman algún fruto recolectado como el acebuche (Olea europea var. sylvestris) del que se han identificado 2 fragmentos de hueso. Además, encontramos algunos ejemplares aislados de malas hierbas o plantas compañeras de los cultivos, como Phalaris sp. y Lolium sp.

FASE III Tras el abandono de las estructuras descritas para la Fase II, se produce una nueva ocupación que implica una nueva transformación de las estructuras de hábitat mediante la construcción de nuevas plataformas escalonadas, donde se ubican las viviendas rectangulares con áreas funcionales diferenciadas, conectadas por pasillos. Bajo los suelos de las viviendas, se localizaron diferentes sepulturas. Esta fase sufre un abandono repentino, en ocasiones a causa de incendios como lo demuestran los niveles carbonizados de algunas zonas. Esto ha permitido la conservación de numerosos restos de plantas, entre ellos las leguminosas, que como hemos visto en las fases anteriores de este asentamiento estaban poco representadas. Las zonas muestreadas corresponden a suelos de ocupación, niveles de derrumbe y enterramientos en cista. Esta fase coincide cronológicamente con Las Eras del Alcázar de Úbeda. Pertenecientes a este momento se han recuperado un total de 7297 restos (Tab. 4), de los cuales el 99% pertenecen a plantas cultivadas. La mayor concentración de restos la encontramos en los suelos de ocupación y niveles de derrumbe, especialmente cereales. Se han recuperado 7240 individuos de plantas cultivadas, representando los cereales el grupo más

numeroso (Fig. 5). El 49% de las plantas cultivadas lo forman los ejemplares de cebada desnuda, que aparece en el 76% de las muestras. Le sigue en importancia la cebada vestida, que aunque solo representa el 38% de los individuos, aparece en el 92% de las muestras, mostrando la misma frecuencia que el trigo desnudo, aunque éste sólo compone el 11% de los individuos. Los trigos vestidos, la escaña y la escanda menor, están escasamente representados (0,3% de individuos; frecuencia: 53%). Por último, el trigo compacto ocupa tan solo el 0,1% de las plantas cultivadas. Si analizamos los resultados obtenidos para las leguminosas, se puede apreciar que en general su presencia es escasa (Fig. 5). La especie más destacada como viene ocurriendo en todas las fases analizadas es el haba. Representa tan solo el 1% de las plantas cultivadas y está presente en el 23% de las muestras. El guisante muestra el mismo porcentaje de individuos, si bien su frecuencia no es tan alta (solo un 15%). El resto de leguminosas lo forman Lathyrus cicera (0,1% individuos; frecuencia 15%) y Vicia ervilia (0,1% individuos; frecuencia 7,6%). Es importante resaltar la presencia de lino (Linum usitatissimum) en esta fase, sin que haya sido documentado en ninguna otra en este asentamiento. Se han recuperado tan solo 5 individuos en contextos de derrumbe (Tab. 4). Entre las plantas silvestres aparecen algunos frutos recolectados como acebuchinas (Olea europea var. sylvestris), uvas (Vitis vinífera var. sylvestris) y bellotas (Quercus sp.). De acebuchinas, se han recuperado 15 fragmentos, la mayoría de los cuales se encontraban dentro de una de las cistas (T-36) y en el interior de un Pithos (T-26)4. Dentro de la cista T-36, también encontramos dos individuos de uva silvestre y un fragmento de bellota. Otro individuo más de uva ha sido localizado en uno de los suelos de ocupación, mientras que la mayoría de las bellotas han sido documentadas en los derrumbes (5 fragmentos). El resto de plantas silvestres, lo componen semillas procedentes de malas hierbas de los cultivos, como son Lolium, Phalaris y Lithospermum termiflorum.

4 PÉREZ BAREAS, C. y LIZCANO PRESTEL, R.: Intervención Arqueológica en el Cerro del Alcázar de Baeza (Jaén). Memoria 2003, Informe inédito.

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AGRICULTURA DEL III Y II MILENIO ANE EN LA COMARCA DE LA LOMA (JAÉN): LOS DATOS CARPOLÓGICOS...

De esta última se han identificado 15 individuos en el interior de una de las cistas (T-29).

cuando comienzan a aparecer la mayoría de los frutos recolectados (Fig. 9).

FASE IV

AGRICULTURA Y RECOLECCIÓN EN LA COMARCA DE LA LOMA

Se trata de la última ocupación prehistórica y la que más afectada se ha visto por las construcciones romanas, medievales y modernas. Esto ha hecho que no se hayan podido establecer la funcionalidad de algunas de las estructuras excavadas, aunque se puede apreciar un cambio en los patrones de hábitat. Así, las viviendas de planta rectangular de la fase III, van a ser sustituidas por cabañas de planta circular, en ocasiones conectadas con pequeños zócalos de mampostería exteriores a modo de pasarelas5. Perteneciente a esta fase se ha estudiado una única muestra que contenía tan solo 53 restos, la mayoría de los mismos corresponden a fragmentos de cereal y dos fragmentos de leguminosas que no se han podido determinar. Entre los individuos completos documentados se encuentran 14 ejemplares de Triticum aestivum/durum, 4 fragmentos de Hordeum vulgare y un individuo de Hordeum vulgare var. nudum (Tab. 4). La escasez de muestras para las fases I y IV, junto con la poca presencia de individuos completos en las mismas, no ha permitido la obtención de datos concluyentes para estas fases. Sin embargo, al analizar en conjunto las fases II y III del yacimiento (Fig. 5), lo más destacado que se puede observar en El Cerro del Alcázar de Baeza es el aumento de la cebada vestida hacia la Fase II con respecto a la cebada desnuda. También aumenta la frecuencia de aparición del trigo desnudo, mientras que el trigo compacto es algo puntual. La presencia de los trigos vestidos es escasa, apareciendo individuos sueltos en muestras que contienen grandes cantidades de cereal, con lo que su presencia puede deberse a contaminaciones, actuando como adventicias. Encontramos una ausencia casi total de leguminosas en las dos primeras fases, documentándose solamente algún fragmento de haba. A partir de la fase III, aparecen algunas especies más de leguminosas, manteniéndose el haba como la más importante, seguida del guisante, el guijo o almorta de monte y el yero. También a partir de esta fase es

La agricultura de la Edad del Cobre en la comarca de La Loma muestra un cultivo de secano donde la cebada desnuda y el trigo desnudo son los cereales más importantes desde el Neolítico Final/Cobre Antiguo. Además de éstos, el trigo compacto va a tener una presencia significativa, especialmente durante la segunda mitad del III milenio. Este trigo se cultivaría probablemente mezclado con el trigo desnudo, ya que aparece junto a él de forma sistemática en todas las muestras. Los trigos vestidos, la escanda menor y la escaña, que en general no tienen una representación cuantitativa muy alta, sí que aparecen de manera frecuente en las muestras con cereal. Seguramente serían contaminaciones que se producirían en los campos de cultivo, ya que el procesado de los cereales vestidos y desnudos es diferente, por lo que no suele haber mezcla. Sin embargo, durante el periodo Cobre Reciente-campaniforme, la escaña parece ser cultivada con una intención específica, ya que ha sido documentado un conjunto de escaña mezclado con leguminosas, la mayoría muy fragmentadas, dentro de un contenedor. Esto sugiere la preparación de una mezcla destinada al consumo animal, por ejemplo cabras y ovejas, que podrían necesitar de un aporte especial de nutrientes además de los pastos, en ciertos momentos de su ciclo vital, como parto, lactancia, etc. Además de las zonas de secano, existirían zonas de huerta, donde serían cultivadas las leguminosas. El haba, es la leguminosa más importante durante la Edad del Cobre en la comarca de La Loma, alcanzando durante la segunda mitad del III milenio valores tan altos como la cebada desnuda. En estas zonas de huerta, también se cultivarían otras leguminosas como el guisante, que aumenta su presencia a lo largo de la etapa calcolítica. Por el contrario, el yero y algunas especies de Lathyrus, aparecen de forma puntual mostrando una diferencia abismal en cuanto a frecuencia e individuos con respecto al haba y al guisante en menor medida. Quizá esta baja frecuen-

5 PÉREZ BAREAS, C. y LIZCANO PRESTEL, R.: Intervención Arqueológica en el Cerro del Alcázar de Baeza (Jaén). Memoria 2003, Informe inédito.

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EVA MONTES MOYA

Hordeum vulgare var. nudum

Triticum aestivum/durum

Hordeum vulgare

Triticum aestivum/durum tipo compactum

Vicia faba

Pisum sativum

Lathyrus sativum

Vitis vinifera var. sylvestris

Quercus sp.

Fig. 9. Dibujos de las semillas de algunas especies cultivadas documentadas en El Cerro del Alcázar de Baeza.

cia se deba a su cultivo para destinarlo a alimento para el ganado, uso que mantendría este tipo de especies alejadas del fuego y por lo tanto no se conservarían. Aunque los restos recogidos en los contextos estudiados muestran claras zonas de almacenaje que han sufrido un incendio, estas leguminosas quizá no serían almacenadas, ya que en ocasiones se podrían utilizar como abono verde,

102

fijando nitrógeno al suelo al mismo tiempo que servirían de pasto para el ganado. Las semillas podrían haber llegado al asentamiento, provenientes del estiércol utilizado como combustible. La distribución espacial de los restos y la alta concentración de éstos en los niveles erosivos de derrumbe, nos lleva a pensar en la existencia de

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AGRICULTURA DEL III Y II MILENIO ANE EN LA COMARCA DE LA LOMA (JAÉN): LOS DATOS CARPOLÓGICOS...

estructuras de madera a modo de altillos y pequeños espacios elevados en el interior donde se almacenaban los cereales y las leguminosas. Estas estructuras habrían sido destruidas por la acción del fuego, cayendo directamente sobre los suelos de ocupación. El grano y las leguminosas, también podrían almacenarse en contenedores o cestos que colgarían del techo.

mismo tiempo que disminuye de forma importante la ripisilva, posiblemente por la utilización de las tierras de vega como zonas de cultivo o por la disminución del cauce de los ríos (Rodríguez-Ariza, 2011). Este aumento de la aridez influye directamente en el desarrollo de la agricultura de esta zona, especialmente en las especies que necesitan un aporte hídrico mayor, como son las leguminosas.

Junto al cultivo de cereales y leguminosas, estas comunidades utilizarían otros recursos silvestres disponibles como frutos y tubérculos que serían recolectados en las inmediaciones del asentamiento y que podrían ser almacenados, como lo demuestra el hallazgo de un bulbo del género Allium documentado dentro de un contenedor en Las Eras (Lám. 1).

Durante la Edad del Bronce, el haba sigue siendo la leguminosa más importante en la zona. En Las Eras del Alcázar, los valores de habas disminuyen sensiblemente a partir de la Edad del Bronce, aunque siguen siendo altos, casi un 82% (Fig. 6). Sin embargo, en El Cerro del Alcázar, no se documentan leguminosas hasta la Fase III y están bastante menos representadas, tanto cuantitativa como cualitativamente. Esta viene siendo la tónica general en los asentamientos andaluces, donde encontramos sitios en que las habas son casi inexistentes como en Peñalosa (Peña-Chocarro, 1999) y otros donde se observa una cierta importancia de las mismas, sobre todo durante la época Calcolítica como Las Pilas/Huerta y Los Castillejos (Rovira i Buendía, 2007). Al no disponer de datos para la época calcolítica en El Cerro del Alcázar, no podemos saber si el cultivo intensivo del haba está generalizado o es una muestra de la heterogeneidad de esta zona que podría radicar en la aplicación de técnicas agrícolas específicas y localizadas, como la irrigación.

El resto de plantas silvestres documentadas, no son muy abundantes y responden en su mayoría a plantas adventicias propias de los cultivos de cereal y algunas especies de pastizal. Un hecho destacable durante el III y II milenios ANE es el cambio que se produce en las condiciones ambientales y que indican una desaparición paulatina de taxones arbóreos y de la cobertura vegetal (Rodriguez-Ariza, 1992, 2000). Los datos antracológicos indican esta apertura del bosque desde la Edad del Cobre y una pérdida de la diversidad florística con una tendencia a la aridificación durante la Edad del Bronce. Así, el bosque representado básicamente por el encinar, disminuiría a medida que se abren nuevos campos de cultivos mediante la roturación, al

La alta presencia de habas en Las Eras del Alcázar ha permitido realizar comparaciones entre el índice

Fig. 6. Diagrama de taxones documentados en los yacimientos estudiados.

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de longitud/anchura (L/a) en los diferentes periodos. Al situar en un gráfico (Figs. 7 y 8) los índices obtenidos, podemos observar como en general, durante el Cobre Antiguo-Pleno, estos índices son más altos, indicando un mayor tamaño de los individuos de haba. Hacia la segunda mitad del III milenio se produce un descenso de esos índices, indicando la existencia de habas más pequeñas que vuelven a aumentar su tamaño a partir de la Edad del Bronce. El incremento relativo de estos índices en las habas de la Edad el Bronce en contraposición con el cambio a un medio más árido, sugieren la irrigación de las mismas, que se produciría en pequeños huertos, situados cerca de los cursos de agua.

Estudios realizados sobre isótopos estables aplicados a especies cultivadas de cereales y leguminosas procedentes de Los Castillejos de Las Peñas de los Gitanos (Montefrío, Granada) entre el 4000-2500 cal ANE (Neolítico Antiguo hasta Cobre Final) (Aguilera et al., 2008), junto con otros realizados anteriormente en diferentes sitios del Sureste para la Edad del Cobre y Bronce (Araus Ortega et al., 1997), sostienen la posibilidad de irrigación de las leguminosas, concretamente habas, incluso cuando los cereales son cultivados en secano, y es que las leguminosas al aparecer normalmente con una frecuencia más baja que los cereales en el registro arqueológico indican una menor superficie en el terreno y por lo tanto una mayor facilidad para su irrigación. Después del haba, el guisante es la leguminosa más importante. Aunque sus frecuencias no son tan altas, se puede ver un crecimiento durante el periodo calcolítico, obteniendo su máxima representación en los contextos de la Edad del Bronce de Las Eras del Alcázar, aunque está poco presente durante el mismo periodo en El Cerro del Alcázar. Es probable que junto a las habas otros cultivos fueran irrigados, como el guisante (Fig. 9) u otro tipo de cultivos como el lino, que necesita un aporte hídrico aún mayor.

Fig. 7. Gráfico de los índices de L/a tomados en ejemplares de Vicia faba documentados en Las Eras del Alcázar de Úbeda.

Fig. 8. Gráfico de las medias de los índices de L/a tomados en ejemplares de Vicia faba documentados en Las Eras del Alcázar de Úbeda.

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Uno de los procesos más significativo que se producen en la agricultura de la Edad del Bronce, es la sustitución gradual de la cebada desnuda por la cebada vestida. En Las Eras del Alcázar se puede observar una disminución de la frecuencia de la cebada desnuda, en el mismo momento que comienzan a aparecer ejemplares de cebada vestida (Fig. 6). Este dato es más significativo aún en El Cerro del Alcázar, donde la cebada vestida cobra cada vez un mayor protagonismo alcanzando valores similares a los del trigo desnudo (sin llegar nunca a superarlo), al mismo tiempo que la cebada desnuda va disminuyendo de forma gradual. Esta apuesta por la cebada vestida, está más que justificada, ya que este tipo de cebada se adapta mejor a todo tipo de suelos y resiste bien los suelos pobres y la sequedad. Además, estaría mejor protegida contra las plagas y hongos, por lo que su almacenamiento sería más fácil, tanto para el alimento humano y del ganado, como para guardar semillas para la siembra de la próxima cosecha. En concreto podría relacionarse con el alimento de los équidos que comienzan a mostrar un aumento en esta zona a finales de la Edad del Cobre (Driesch, 1972; Riquelme Cantal, 2009). Estos datos concuerdan con el modelo propuesto por Ramón

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Buxó (1997), donde se establece un aumento de la cebada vestida a partir de la Edad del Bronce que irá suplantando paulatinamente a la cebada desnuda hasta que ésta llega a desaparecer. Por su parte, la presencia de trigo desnudo se intensifica, siendo el cereal más importante durante este periodo tanto en Las Eras del Alcázar como en El Cerro del Alcázar. El trigo compacto tan presente durante el Calcolítico, va disminuyendo su importancia durante la Edad del Bronce, siendo su presencia en El Cerro del Alcázar escasa. Las condiciones climáticas podrían haber influido en este hecho y es que una mayor humedad en el medio durante el calcolítico, podría haber hecho que el grano se hinchara en el campo, dando lugar a estas formas compactas que en un medio más árido como el que existe en la Edad del Bronce, tenderían a desaparecer. Por otro lado, el trigo compacto tiene menos propiedades nutritivas que el trigo desnudo, lo que sería un factor a tener en cuenta por las comunidades del pasado. El lino se añade al grupo de plantas cultivadas durante el Cobre-Bronce. Parece ser que su cultivo se inicia a partir del 2500 cal ANE (Van Zeist, 1980; Alonso Martínez y Buxó i Capdevila, 1995). En la comarca de La Loma, encontramos lino a partir de la Edad del Bronce, tanto en Las Eras del Alcázar, como en El Cerro del Alcázar de Baeza. Dentro de la provincia de Jaén, encontramos lino en la macroaldea calcolítica de Marroquíes Bajos (Jaén)6. También en la Edad del Bronce el lino cultivado está bien documentado en Andalucía, en asentamientos como Peñalosa (Jaén) (Peña-Chocarro, 2000) y Castellón Alto (Rovira i Buendía, 2007), pudiendo ser utilizado tanto por sus fibras para la elaboración de tejidos, como por el alto contenido en aceite de sus semillas. Un papel fundamental en la economía de estas sociedades lo jugarían los frutos silvestres recolectados que, en este estudio, solo han sido identificados desde la Edad del Bronce en El Cerro del Alcázar (Fig. 9). Éstos están constituidos por bellotas, acebuchinas y uvas silvestres, la mayoría recuperados en contextos funerarios. Aunque existen otros paralelismos de frutos encontrados en este

tipo de contextos, como en Castellón Alto (Rodríguez-Ariza et al., 1996; Rovira i Buendía, 2007), Cuesta del Negro (Purullena, Granada) (Buxó i Capdevilla, 1997: 291); o La Traviesa, (Almadén de la Plata, Sevilla) (García Sanjuán, 1998: 101-190), la disposición en este caso de las tumbas bajo las zonas de habitación, hacen pensar en la posibilidad de que existan filtraciones procedentes de los estratos superiores. Lo que no cabe duda, es que además de su posible función ritual, estos frutos completarían la dieta formada por cereales y leguminosas, aportando azúcares, grasas e hidratos de carbono. Al mismo tiempo y en el caso de la vid, su presencia en el yacimiento demuestra la existencia de zonas húmedas a pesar de la reducción de la ripisilva por la aridez que se comentaba anteriormente. Entre las plantas silvestres recolectadas se han podido documentar algunos fragmentos de bulbo del género Allium. Este género aparece en todas las fases, siendo más importante durante la Edad del Bronce, lo que nos permite hacernos una idea de lo completa que es la dieta para estas comunidades, ya que no hay que olvidar las numerosas propiedades nutritivas y medicinales de este género al que pertenecen los ajos, las cebollas y los ajos porro (Font Quer, 2009). Los restos de Allium sp. no son muy frecuentes en la Península Ibérica, tan solo han sido identificado un ejemplar de la Edad del Bronce en Cabezo Redondo (Alicante) (Rivera Núñez et al., 1988). Las plantas silvestres en los dos periodos en general son escasas, lo más notable han sido los ejemplares pertenecientes a las especies Lolium y Phalaris. Este tipo de plantas suelen ser compañeras de los cultivos actuando como adventicias. Esta ausencia de malas hierbas puede deberse a un almacenamiento del grano limpio, que podría ser posible en el caso de El Cerro del Alcázar de Baeza, donde el muestreo fue sistemático, sin embargo, la recogida puntual llevada a cabo en Las Eras no nos permite hacer tal afirmación. Por otro lado aparecen algunas especies propias de pastizal, como Medicago sp., concordando con los análisis de polen realizados (Fuentes Molina et al., 2007) que nos hablan de una cierta deforestación y una ampliación de la zona de pastizal y, por lo tanto, un mayor protagonismo de la

6 MONTES MOYA, E. M. (2004): Las prácticas agrícolas a través del estudio de semillas y frutos en la Parcela C del poblado calcolítico de Marroquíes Bajos (Jaén), Informe inédito.

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ganadería, donde los ovicápridos en primer lugar, junto con el cerdo y la vaca van a ser las especies más significativas7. Los resultados de este estudio demuestran que la agricultura del III y II milenios en la comarca de La Loma, constaba de una diversidad importante en cuanto a especies, al mismo tiempo que presentaba heterogeneidad entre los asentamientos, que en este caso distan entre sí tan solo 11 km. Los datos obtenidos han permitido establecer las primeras conclusiones sobre esta zona. Sin embargo, a partir de aquí se plantean nuevas cuestiones, por ejemplo, si existiría una especialización en el cultivo de determinadas especies en algunos sitios, como ocurre con la escaña o el trigo compacto durante la Edad del Cobre en Las Eras del Alcázar, o la cebada vestida, mucho más importante en El Cerro del Alcázar durante la Edad del Bronce que en Las Eras del Alcázar. También cabe preguntarse si esta posible especialización conllevaría un intercambio de especies entre comunidades, e incluso si hay algunas que controlan los recursos hídricos y las técnicas de irrigación y otras no, como ocurre con el haba, cuya presencia es muy diferente en los dos yacimientos. Solamente con la continuidad de un muestreo sistemático en las intervenciones arqueológicas y el desarrollo de nuevos estudios, podremos hallar respuestas a estas preguntas

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ESTUDIOS

Alabardas de sĂ­lex de los Tholoi de El Moro y La Zarcita (Huelva). Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia.


MENGA

02 Orígenes de la ocupación humana de Europa: Guadix-Baza y Orce Robert Sala Ramos, Isidro Toro Moyano, Deborah Barsky, Leticia Menédez Granda, Alonso Morilla Meneses, Ramón Torrente Casado, Andreia Pinto Anacleto, Gema Chacón Navarro, Gala Gómez Merino, Dominique Cauche, Vincenzo Celiberti, Sophie Grégoire, Marie-Hélène Moncel, Henry de Lumley, Frédéric Lebègue, Jordi Agustí Ballester, Juan Manuel Jiménez Arenas, Bienvenido Martínez Navarro, Oriol Oms Llobet y Antonio Tarriño Vinagre

Las explotaciones prehistóricas del sílex de la Formación Milanos (Granada, España) Antonio Morgado Rodríguez, José A. Lozano Rodríguez y Jacques Pelegrin

Avance a la secuencia estratigráfica del “foso 1” de Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal) a partir de las campañas 2009 y 2010 José E. Márquez Romero, José Suárez Padilla, Víctor Jiménez Jáimez y Elena Mata Vivar


Cuenca de Orce, Cañada de Vélez y río Orce. Foto: Robert Sala-IPHES.


ESTUDIOS

ORÍGENES DE LA OCUPACIÓN HUMANA DE EUROPA: GUADIX-BAZA Y ORCE Robert Sala Ramos1, Isidro Toro Moyano3, Deborah Barsky1, Leticia Menédez Granda2, Alonso Morilla Meneses4, Ramón Torrente Casado4, Andreia Pinto Anacleto1, Gema Chacón Navarro2, Gala Gómez Merino2, Dominique Cauche5, Vincenzo Celiberti5, Sophie Grégoire6, Marie-Hélène Moncel7, Henry de Lumley8, Frédéric Lebègue6, Jordi Agustí Ballester9, Juan Manuel Jiménez Arenas4, Bienvenido Martínez Navarro9, Oriol Oms Llobet10 y Antonio Tarriño Vinagre11

Resumen El municipio de Orce, en la cuenca de Guadix-Baza (Granada), contiene el registro más primitivo de la ocupación humana en el continente europeo en los yacimientos de Barranco León y Fuente Nueva 3. En este trabajo se presentan los resultados obtenidos y las líneas de trabajo de futuro que en el campo de la arqueología y el comportamiento humano tiene planteadas el actual proyecto de investigación: tecnología de adaptación, sistemas de obtención de recursos, captación de recursos alimenticios, organización del territorio, recorrido y procedencia de las poblaciones instaladas en Orce. Y finalmente, el proceso de evolución de la adaptación humana hasta la introducción del Modo 2 o Achelense, un hecho sobre el que también hay incógnitas a resolver, como su cronología y su carácter exógeno o endógeno a Europa. De todas estas líneas el presente artículo constituye una introducción y un planteamiento de futuro.

Palabras clave: Expansión humana, Orce, Pleistoceno Inferior, evolución tecnológica, adaptación, paleoecología humana, Barranco León, Fuente Nueva 3.

THE ORIGINS OF THE HUMAN OCCUPATION OF EUROPE: GUADIX-BAZA AND ORCE Abstract The municipality of Orce, in the Guadix-Baza basin (Granada), contains the earliest record of human occupation in Europe, on the sites of Barranco León and Fuente Nueva 3. This paper presents the results obtained and future lines of work that the current research project has approached in the field of archaeology and human behaviour: adaptive technology, resource procuring systems, the acquisition of food resources, land zoning, and the routes and origins of the settlements established in Orce. Finally, the paper looks at the process of the evolution of human adaptation down to the introduction of Mode 2, or Acheulean, about which there are also uncertainties to be solved, such as its chronology and its exogenous or endogenous nature in relation to Europe. The present article is an introduction and an approach for the future in all these lines of work.

Keywords: Human Expansion, Orce, Lower Pleistocene, Technological Evolution, Adaptation, Human Palaeoecology, Barranco León, Fuente Nueva 3. 1

Àrea de Prehistòria, Universitat Rovira i Virgili. Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social [ robert.sala@urv.cat ]; [ dbarsky@iphes.cat ]; [ andreia.anacleto@gmail.com ] Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social. [ letimg@prehistoria.urv.cat ]; [ gchacon@iphes.cat ]; [ ggomez@iphes.cat ] 3 Museo Arqueológico de Granada. [ isidro.toro@juntadeandalucia.es ] 4 Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada. [ jeilons@hotmail.com ]; [ ramontorrente@gmail.com ]; [ jumajia@ugr.es ] 5 Laboratoire départemental de Préhistoire du Lazaret. [ dcauche@yahoo.fr ] 6 Centre Européen de Recherches Préhistoriques de Tautavel. [ vceliberti@hotmail.com ] ; [ sophie.gregoire@cerptpautavel.com ] ; [ flebegue@hotmail.com ] 7 Muséum National d'Histoire Naturelle. Département de Préhistoire. [ moncel@mnhn.fr ] 8 Institut de Paléontologie Humaine, Fondation Albert Ier Price de Monaco. [ iph@mnhn.fr ] 9 ICREA, Barcelona. Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social. Àrea de Prehistòria, Universitat Rovira i Virgili. [ jordi.agusti@icrea.es ]; [ bienvenido@icrea.es ] 10 Departament de Geologia. Universitat Autònoma de Barcelona. [ JosepOriol.Oms@uab.cat ] 11 CENIEH, Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana. [ antonio.tarrinno@cenieh.es ] 2

Recibido: 03/08/2001; Aceptado: 13/08/2011 MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 02.. 2011. PP. 111-133. ISSN 2172-6175 // ESTUDIOS

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ROBERT SALA RAMOS ET AL.

INTRODUCCIÓN Una de las líneas de investigación principales en evolución humana la constituye el proceso progresivo de expansión del hábitat humano en el planeta en sus dos vertientes: extensión geográfica y ampliación de nichos ecológicos. En ambos casos la tecnología fue decisiva en el logro. También para estas dos cuestiones la investigación sobre la introducción de pobladores humanos en Eurasia es parte destacada de aquella línea de estudio. Tanto Asia como Europa representan la adaptación a entornos diversos y cambiantes la mayoría aunque mucho más estables algunos de ellos, pero siempre diversos de la ecología de la región originaria africana. Europa conlleva, como el norte de África, la adecuación del comportamiento humano a ambientes cambiantes con el espacio y a lo largo del tiempo. En definitiva, la implantación de poblaciones humanas en la región circummediterránea, en concreto en Europa, es una parte importante de la investigación en evolución humana. Desde los años 90 esta línea de investigación ha sufrido un importante empuje gracias a sucesivos descubrimientos que han aportado, de entrada, datos nuevos sobre comportamiento (Carbonell i Roura et al., 1995; Lumley et al., 2005) y paleoantropología (Gabunia et al., 2002; Carbonell i Roura et al., 2008a). Sobre todo ha redimensionado, desde Europa, la historia de la evolución de nuestro género, ha situado el continente en el debate sobre la expansión humana y ha procurado la base para un nuevo paradigma con el que comprender todo el proceso (Carbonell i Roura et al., 2008b, 2010). En este contexto la cuenca de Guadix-Baza ofrece yacimientos y secuencias estratigráficas suficientes para trabajar algunas de las cuestiones destacadas para esta investigación: ¿cuándo se instalaron por primera vez grupos humanos en Europa? ¿qué nivel tecnológico y qué comportamiento ecológico tenían en ese momento? ¿cómo evolucionaron estas dos últimas cuestiones? ¿conlleva el cambio tecnológico al Modo 2 la introducción de nuevas poblaciones o la evolución in situ de las primitivas?

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Respecto de la primera cuestión planteada, dos registros en la cuenca nos ofrecen posibilidades de resolverla: Venta Micena y Barranco León. Si, por un lado, en el primero de los yacimientos, con una datación en torno a 1,5 Ma, se pueden retomar las excavaciones y se confirma la ausencia de actuación antrópica; y, por otro lado, en el segundo, con una datación algo inferior, de 1,3 Ma de antigüedad, en cambio ya existen claros datos de ocupación humana, se podría proponer en un futuro la hipótesis de que el límite cronológico entre ambos pueda ser el de la llegada del género humano. Ello con todas las precauciones de que una ausencia de dato no debe ser considerada en sí misma un dato. Por lo que se refiere a la segunda de las cuestiones, los proyectos realizados hasta el presente en Fuente Nueva 3 y Barranco León (Toro Moyano et al., 2009, 2010a, 2010b, 2011) han avanzado en demostrar que la tecnología de esas primeras poblaciones se corresponde con el Modo 1 en un estadio primitivo similar al que se puede describir en África. Finalmente, las dos últimas cuestiones pueden ser respondidas en otros conjuntos estratigráficos de la cuenca de Guadix-Baza. En especial los yacimientos de Cúllar-Baza 1 y Huéscar 1, que presentan niveles con restos de ocupación antrópica (Alberdi y Bonadonna, 1989; Alberdi et al., 2001; Torrente Casado, 2010a, 2010b) que han sido fechados en la base del Pleistoceno Medio, y Solana del Zamborino con un extenso registro arqueológico correspondiente a poblaciones humanas con Modo 2 (Botella López et al., 1976; Martín Penela, 1988; Pinto Anacleto, 2010). La reciente puesta en marcha de un nuevo proyecto en la cuenca de Guadix-Baza debe poder responder a las cuestiones planteadas a través del desarrollo de un trabajo de campo y de laboratorio amplio en toda la cuenca. El presente trabajo quiere, en un principio, resumir las líneas principales de los resultados más destacados de los proyectos previos para seguir con una primera presentación de los resultados del actual proyecto, tanto en la definición de los niveles con material arqueológico en los dos yacimientos intervenidos como en la primera valoración del material hallado. Finalizaremos con la identificación de las líneas de futuro, en las que tienen mucho peso el grupo de yacimientos de la cuenca ya identificados y que incluye Huéscar I, Cúllar de Baza y Solana del Zamborino. Todo ello se realizará desde una perspectiva arqueológica que pondrá el acento

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ORÍGENES DE LA OCUPACIÓN HUMANA DE EUROPA: GUADIX-BAZA Y ORCE

en la tecnología lítica y el comportamiento humano. Debe ser también una actualización del rol de los yacimientos de Orce en el debate sobre la más primitiva humanidad de Eurasia.

LAS INDUSTRIAS LÍTICAS DE BARRANCO LEÓN Y FUENTE NUEVA 3 Los yacimientos de Barranco León y Fuente Nueva 3 constituyen dos de las principales series que en Europa nos permiten investigar la expansión humana por el continente, su antigüedad y características (Fig. 1). En ambos sitios han sido recuperados desde principios de los años noventa sendos conjuntos líticos datados en el Pleistoceno Inferior (Martínez Navarro et al., 1997; Oms Llobet et al., 2000a, 2000b; Cauche, 2009; Toro Moyano et al., 2010a, 2010b; Barsky et al.,

Sección de Fuente Nueva 3

Leyenda de las secciones

Litologías Lutitas oscuras Lutitas rojizo verdosas arenisca parda o blancas

Sección de Barranco León

2010). Este material lítico se encuentra entre las evidencias más antiguas de cultura humana fuera de África y, como tal, constituye una gran contribución al conocimiento sobre los primeros habitantes del continente europeo. Estas industrias se atribuyen al denominado complejo Olduvayense o Modo 1, caracterizado por unas estrategias de talla relativamente simples pero bien organizadas, con ausencia de grandes útiles bifaciales, grandes lascas y pequeños utensilios estandarizados. Barranco León y Fuente Nueva 3 se encuentran entre los primeros descubrimientos que han dotado de sólidas evidencias la presencia humana en Europa hace más de 1 millón de años. Otras industrias de tipo arcaico han sido recuperadas en la cuenca de Guadix-Baza, incluyendo Huéscar 1 (0,8-1 Ma) y Cúllar Baza (0,8-0,6 Ma) (Alberdi y Bonadonna, 1989; Alberdi et al. 2001; Torrente Casado, 2010a; 2010b).

Situación geográfica de las secciones

Río o canal

Carretera principal Otras carreteras Coord. UTM Sección estudiada

limos blancos calizas blancas

Símbolos artefactos restos de mamíferos

Fig. 1. Secuencias estratigráficas de Fuente Nueva 3 y Barranco León.

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Al igual que en otros conjuntos de Modo 1 (Peretto et al., 1998; Arzarello et al., 2006, 2009; Baena Preysler et al., 2010; Carbonell i Roura et al., 1995; Lumley et al., 2005; Mgeladze et al., 2010, 2011) los principales componentes de las industrias de Orce son pequeñas Bases Positivas de sílex (alrededor de 2-3 cm de largo) con buenos filos cortantes (Fig. 2).

Por otro lado los utensilios en caliza de mayores dimensiones presentan marcas de percusión y extracciones producto en su mayoría de su uso como utensilios activos ya sea en la fracturación de huesos o en el golpeo sobre otros objetos líticos. Hay que recordar también la presencia de bases positivas en caliza que pueden provenir de estas acciones o bien de talla voluntaria sobre cantos y bloques de esta materia prima (Fig. 3).

MATERIAS PRIMAS

Fig. 2. Bases Positivas en sílex de Fuente Nueva 3 (Dibujos de V., Celiberti, D. Cauche y M. Montesinos).

Al contrario que en industrias más recientes (Modo 2 o Achelense), las bases positivas no son normalmente configuradas por retoque dando lugar a diferentes tipos de utensilios (como raederas o muescas), sino que estos productos de talla de filos cortantes son empleados aparentemente sin modificación. Probablemente su empleo tendría que ver con el despiece de animales u otras tareas relacionadas. Una primera aproximación microscópica al uso de tales instrumentos permitió identificar en los filos algunas trazas posibles de uso, como retoques de tipo irregular o fracturas (Toro Moyano et al., 2010a). En la actualidad se está iniciando un análisis más sistemático con Microscopio Electrónico de Barrido que debe ofrecernos resultados claros con descripción detallado de pulimentos y estrías.

La mayoría de los efectivos de ambos conjuntos están realizados en sílex. Este tipo de roca, especialmente adecuado para la producción de Bases Positivas, se origina en las formaciones de calizas marinas del Jurásico situadas al sur de la cuenca de Guadix-Baza así como en las formaciones secundarias cercanas a los yacimientos. El sílex se encuentra disponible de manera abundante bajo la forma de plaquetas, nódulos o cantos. Las calizas locales o los cantos y bloques de caliza silicificada fueron igualmente explotados por los homínidos de Orce. Algunas Bases Positivas en cuarcita y cuarzo procedentes de una formación hasta el momento desconocida se encuentran también presentes en Fuente Nueva 3 y Barranco León. La caliza y el sílex presentan muchas diferencias a nivel petrográfico siendo explotadas de manera diferencial por los homínidos de Orce. Las rocas de mejor calidad fueron seleccionadas de acuerdo con el producto final deseado; la caliza para los instrumentos de mayor tamaño y para aquellos destinados a la percusión, y el sílex exclusivamente para la producción de pequeñas lascas. Parece que la caliza silicificada pudo haber sido explotada, pues, ocasionalmente para la producción de Bases Positivas. De modo general tanto la caliza como el sílex presentan un buen grado de conservación para su estudio.

PRODUCTOS DE TALLA

Fig. 3. Canto configurado en caliza de Barranco León (Dibujos de V., Celiberti, D. Cauche y M. Montesinos).

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La industria lítica de Barranco León y Fuente Nueva 3 se divide en dos grupos tipológicos fundamentales: por una parte dominan los pequeños productos de talla; incluyendo Bases Positivas de pequeño tamaño y fragmentos angulosos junto con algunas pocas Bases Negativas de Primera Generación o matrices talladas procedentes de plaquetas de sílex y, por otro

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lado, un conjunto de grandes instrumentos compuestos por cantos configurados unifacialmente mediante extracciones reducidas y escasas, poco estandarizados y/o matrices talladas en bloques o cantos de caliza. Tanto en Barranco León como en Fuente Nueva 3 los conjuntos líticos incluyen numerosas Bases Positivas de pequeño formato y sin modificar, la mayoría entre 2 y 2,5 cm de largo, no superando los 6 cm y fragmentos angulosos (Fig. 4). Algunos de estos fragmentos angulosos habrían sido producidos durante el proceso de reducción del núcleo debido a la pobre calidad de algunos de los nódulos de sílex tabular que presentan planos tectónicos de fracturación.

Figura 4. Bases Positivas en sílex de Barranco León (Dibujos de V. Celiberti, D. Cauche y M. Montesinos).

La ausencia de retoques es significativa y los grandes instrumentos de percusión, elaborados en caliza, están muy poco estandarizados. Como hemos apuntado, probablemente estos utensilios habrían servido como percutores o machacadores y las extracciones que presentan serían producto de su uso. Esta posibilidad se realza por la presencia de fracturas intencionales y marcas de percusión en muchos de los grandes huesos de herbívoros. Este tipo de piezas en caliza incluyen cantos completos o fracturados con marcas de percusión y/o negativos de lascas accidentales atestiguando su uso como percutores (Fig. 5). Estas trazas se identifican igualmente en cantos configurados y matrices talladas, sugiriendo que podrían haber sido usados como elementos multifuncionales. La evidencia del proceso de transformación antrópica de los objetos en caliza no es fácilmente reconocible durante las excavaciones, de modo que se presta una especial atención a estos objetos durante los trabajos de laboratorio puesto que su morfología irregular no es siempre fácil de descifrar. Numerosos cantos de caliza presentan generalmente un único levantamiento. Otros cuentan con filos activos elaborados solamente mediante unas pocas extracciones unifaciales. Existen igualmente algunos objetos fracturados con retoques irregulares que sugieren un uso oportunístico de un filo activo posiblemente no intencional que resulta de la misma fractura. Estos grandes utensilios son un componente típico del Modo 1 y los estudios comparativos con otros yacimientos africanos y euroasiáticos están en marcha con el objetivo de determinar su importancia.

Fig. 5. Cantos configurados en caliza de Fuente Nueva 3 (Dibujos de V., Celiberti, D. Cauche y M. Montesinos).

TECNOLOGÍA DE PRODUCCIÓN Los conjuntos líticos incluyen solamente unas pocas Bases Negativas de Primera Generación (Láms. 1 y 2). Esto nos lleva a pensar que las primeras fases de la reducción se habrían llevado a cabo en otro punto, quizá en el área de captación. Esta hipótesis se sostiene por la relativa escasez de bases positivas corticales. Las Bases Positivas de mayor tamaño, extraídas probablemente en las propias áreas de captación, habrían sido transportadas a los yacimientos para ser entonces explotadas hasta agotarse. Por otro lado, mientras que las matrices talladas en caliza son relativamente abundantes, las Bases Positivas correspondientes son realmente escasas, indicando que la aparición de las extracciones es generalmente fortuita debida al uso. Por el contrario, la explotación del sílex muestra que las matrices son escasas en relación con el mayor número de Bases Positivas realizadas en esta materia prima. Esta

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relación refuerza el modelo de uso diferencial e incluso antagónico de estas dos materias primas. Gracias a que ambos conjuntos se encuentran relativamente completos, es posible reconstruir con precisión las diferentes estrategias tecnológicas llevadas a cabo por los homínidos de Orce. Dos métodos de talla fundamentales han sido descritos para la extracción de lascas mediante el empleo de la percusión con percutor duro: 1) talla bipolar sobre yunque (periférica y controlando las extracciones sobre la matriz) y 2) percusión directa sobre la matriz. A veces ambos métodos serían usados de manera alternativa sobre una misma matriz. Al contrario de lo que sería posible esperar de estas industrias más arcaicas, ambos métodos serían llevados a cabo mediante un conocimiento relativamente elevado de los ángulos de extracción de las lascas y la planificación de las estrategias de talla. Las secuencias de reducción eran en ocasiones largas, especialmente cuando la materia prima era de buena calidad. Igualmente ha sido posible advertir que las diferentes estrategias de talla habrían sido aplicadas de acuerdo con el tipo de materia prima, con la morfología, la calidad y el tipo de producto final deseado. Es posible concluir que los homínidos de Orce dominaban una variedad de métodos de talla que aplicaban coherentemente durante las diferentes fases de la explotación.

Lám. 1. Base Negativa en sílex de Barranco León. Foto: D. Dainat, CERP Tautavel.

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Talla bipolar sobre yunque Si bien resulta difícil de descifrar solamente a partir de la morfología de las bases positivas, el uso de este método se atestigua por la presencia de matrices de tipo cúbico con marcas de percusión opuestas y/o por la existencia de negativos de extracciones. Varios experimentos han demostrado que las Bases Positivas extraídas a partir de este método son muchas veces difíciles de distinguir de aquellas extraídas mediante percusión directa (Vergès Bosch y Ollé Cañellas, 2011). Percusión directa Las Bases Negativas de Primera Generación fueron explotados de manera unifacial, bifacial o multifacial de un modo oportunístico. Por oportunístico entendemos que no se siguió una estrategia diseñada y mantenida desde el inicio para obtener un tipo determinado o un producto de dimensiones definidas sino que las matrices fueron explotadas siguiendo una fórmula no preestablecida. Todo ello a pesar de lo que ya se ha dicho sobre el conocimiento de las calidades de la materia, una experiencia que no conlleva de forma fija una organización sistemática. Las extracciones fueron efectuadas empleando estrategias recurrentes bien unidireccionales, bien ortogonales, empleando en este caso superficies orientadas perpendicularmente. La talla ortogonal se llevó a cabo mediante la rotación del

Lám. 2. Base Negativa en sílex de Fuente Nueva 3. Foto: D. Dainat, CERP Tautavel.

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núcleo a partir de cada extracción, redefiniendo constantemente la orientación y la posición de la nueva extracción. De tal manera cada negativo serviría como plataforma de percusión para las siguientes extracciones. El uso de estas plataformas definidas por las extracciones previas es una de las características distintivas de los conjuntos líticos de estos yacimientos. Este método se encuentra particularmente adaptado a la reducción de las matrices de menor tamaño dando lugar a Bases Negativas de tipo poliédrico. En cualquier caso, el objetivo de estas actividades de talla sería la obtención de pequeñas Bases Positivas, probablemente para suplir las necesidades más inmediatas. Las matrices poco espesas de sílex fueron explotadas empleando estrategias bidireccionales o centrípetas en dos o más superficies mientras que las más espesas fueron explotadas usando principalmente estrategias de tipo ortogonal/multifacial. Los bloques de tipo cúbico o sub-esférico fueron inicialmente explotados mediante levantamientos centrípetos e invasivos y finalmente explotados en una única superficie a partir de estrategias centrípetas o periféricas. Las matrices en caliza fueron talladas en función de la morfología inicial del bloque y la distinción analítica entre base para la producción de Bases Positivas y el producto configurado intencionalmente en primera generación sobre la matriz es normalmente poco clara. A esta

Lám. 3. Base Negativa en caliza de Fuente Nueva 3. Foto: D. Dainat, CERP Tautavel.

dificultad se añade los objetos producto del uso y la generación accidental de extracciones. Las matrices en caliza habrían sido en ocasiones talladas en varias de sus superficies usando una técnica multifacial. Por lo que se refiere a las Bases Positivas, aunque no muestran una forma estandarizada, normalmente son cortas y de morfología cuadrada o trapezoidal. A pesar de su simplicidad tecnológica, las industrias de Orce demuestran que, de manera temprana, los homínidos presentaban la capacidad de llevar a cabo una producción intensa de utensilios líticos, reflejando sus normas culturales. Estos homínidos elegían entre dos materias primas muy diferentes de acuerdo con el tipo de utensilio que necesitaban: pequeños instrumentos (en sílex) o grandes instrumentos (en caliza). Empleaban un número limitado de patrones mecánicos de reducción bien definidos (Láms. 3 y 4): las mismas elecciones tecnológicas eran siempre realizadas de acuerdo con la variada morfología del bloque y las características de la materia prima. La totalidad del conjunto muestra homogeneidad en la morfología de los productos de talla. Las Bases Positivas son de pequeño formato, extraídas a partir de matrices cúbicas o redondeadas. Los grandes instrumentos generalmente muestran un único filo sumariamente elaborado.

Lám. 4. Base Negativa en caliza de Fuente Nueva 3. Foto: D. Dainat, CERP Tautavel.

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UN NUEVO PROYECTO EN ORCE La importancia de los dos yacimientos principales de Orce está clara y dirige la organización del nuevo proyecto iniciado en 2009, del que se han consumido los dos primeros años y de los que a día de hoy podemos ofrecer ya resultados preliminares a partir de los trabajos realizados en 2010. Después de la interrupción de la excavación desde 2006 y la pérdida de la cubierta, lo que ha provocado una deficiente conservación de los restos más superficiales en Fuente Nueva 3, el trabajo de restauración y de topografía especialmente en este yacimiento ha sido esencial para el inicio correcto de la excavación. Se han establecido nuevos puntos de referencia para las cuadrículas ya existentes y para las zonas que previsiblemente se van a ampliar en futuras campañas. También se ha realizado una topografía digital, inexistente hasta esta campaña, y

se han georeferenciado los yacimientos, lo que permitirá realizar trabajos más precisos en campos como la arqueología del paisaje y la geoarqueología. Igualmente conviene resaltar como novedad que se ha aplicado en los dos yacimientos un sistema automático de registro que ha facilitado la labor de gestión de las bases de datos.

FUENTE NUEVA 3 Los resultados que ofrecemos provienen de la intervención sobre un total de 78 m2 (Láms. 5 y 6) en que se han recuperado y registrado un total de 1.422 restos arqueo-paleontológicos. Concretando sobre los restos de industria lítica, en Fuente Nueva 3 se han recuperado 60 objetos: 35 en el conjunto superior y 25 en el inferior. Por otro lado, los restos de fauna recuperados han sido 1.362: 9 restos de asta, 301 restos dentarios y 1.052 restos óseos.

Lám. 5. Fuente Nueva 3. Foto: J. Mestre-IPHES.

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El trabajo de restauración y rehabilitación de los cortes estratigráficos permitió recuperar parte del material superficial en mal estado y la redefinición de los niveles con material arqueológico más allá de la determinación de los dos grandes conjuntos previamente conocidos. Tradicionalmente se habían establecido dos paquetes de niveles para documentar los restos de Fuente Nueva 3: el conjunto superior y el inferior. Durante la campaña de 2010 se trabajó en todas las disciplinas implicadas para conseguir una documentación más precisa de todos los restos, estableciendo los niveles estratigráficos resultantes como subniveles arqueológicos. Aún así, se decidió mantener los dos grandes conjuntos anteriores ya que se entiende que pertenecen a dos momentos cronológicos bien diferenciados. El problema estriba en la identificación de unos niveles que no son tan homogéneos ni tan lineales como requiere una definición precisa y que

posteriormente han sido muy alterados por la actividad de mamíferos de gran talla. Este problema es especialmente visible en el nivel superior, concretamente en la confluencia de los subniveles 4 y 5. Teniendo identificados los niveles con mayor presencia de restos, se pudo empezar la nueva forma de documentación, encuadrando, en los paquetes anteriores, los nuevos subniveles de la siguiente manera: -Conjunto superior: niveles 4, 5, 6 y 7 -Conjunto inferior: niveles 1,2 y 3 Hay que destacar también que la transición del nivel superior al inferior, es decir, el cambio del subnivel 3 (inferior) al subnivel 4 (superior), no es homogénea en todo el yacimiento, y su diferenciación se debe más a procesos geológicos y biológicos posteriores (alteraciones) que a procesos sedimentológicos. Se dan otros puntos de dificultad en la definición de los

Lám. 6. Intervención de 2010 en Fuente Nueva 3. Foto: J. Mestre-IPHES.

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niveles. En concreto el 5 tiene una potencia de pocos centímetros, se mezcla en numerosas ocasiones con el nivel 4, que, además, está muy alterado, lo que obliga al nivel 5 a adaptarse a un terreno muy poco horizontal. Todo esto se une a la pendiente en la que se encuentra el área excavada de Fuente Nueva 3 dificultando tanto la excavación como la determinación de los niveles. Por todo ello la implantación de una excavación con una dialéctica constante entre geólogos, paleontólogos y arqueólogos ha sido necesaria. En esta dinámica se promovió la excavación ordenada de los niveles superiores para conseguir seguirlos en una extensión amplia para registrar los patrones de distribución de materiales teniendo en cuenta todas las dificultades sedimentológicas y de conservación. Otra de las novedades positivas de la excavación con identificación más fina de los niveles ha sido que, al intervenir a partir del nivel 7, el superior, que era en principio estéril, se ha registrado en él numerosos restos arqueo-paleontológicos.

BARRANCO LEÓN Los resultados de la campaña de 2010 en Barranco León han ofrecido un total de 515 restos arqueopaleontológicos recuperados en la zona sur y en el testigo del área central (Láms. 7 y 8). La nueva intervención sobre la superficie ha seguido los mismos patrones que en Fuente Nueva 3 para seguir una metodología de excavación en extensión que en este caso es más factible dada la sedimentación y tafonomía menos compleja de este yacimiento. Igualmente se ha trabajado, a partir de esta metodología, en la identificación correcta de los niveles arqueológicos, paleontológicos, los posibles suelos de ocupación y, especialmente, la determinación del alcance de la alteración y remobilización de parte del nivel D1. Por la redefinición de niveles se ha descrito un nivel F en superficie, un nivel que en principio se consideró arqueológicamente estéril, pero en el que algunos restos paleontológicos aislados fueron descubiertos

Lám. 7. Barranco León. Foto: J. Mestre-IPHES.

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Lám. 8. Intervención de 2010 en Barranco León. Foto: J. Mestre-IPHES.

durante la actuación sobre el mismo. No parece ser un nivel de intervención antrópica pero sí de deposición natural de restos de mamíferos. Por debajo de él se desarrolla el E y en especial el más fértil arqueológicamente, el nivel D. Este nivel, ya definido previamente, ha sido subdividido en D1, el inferior, y D2, el superior, una división que será básica en el futuro, en especial para separar el material removilizado en un canal que ocupa parte de la superficie. Son importantes los estudios geológicos in situ con el objetivo de describir las características del paleocanal o paleocanales que se encontraban a lo largo de esta área. Estos estudios junto con la metodología arqueológica han permitido identificar en esta zona los restos de un paleocanal representado por acumulaciones de clastos de tamaño milimétrico. En él se han identificado algunos fragmentos de animales de talla media y ciertas piezas de industria lítica, tanto en caliza como en sílex. En general en el nivel D los materiales faunísticos están representados por fragmentos óseos rodados

y algunos dientes, en especial de équidos, mientras que las piezas líticas estaban compuestas por cantos rodados, núcleos y algunos productos de talla en caliza. En este caso varias piezas presentaban alteraciones y concreciones calcáreas. Resulta finalmente interesante el hallazgo de varios restos de Equus en semiconexión anatómica y un estado aceptable de conservación en el contacto entre los niveles E y D2.

CARACTERÍSTICAS LÍTICO

DEL

CONJUNTO

El total de efectivos de industria lítica recuperado en los dos yacimientos ha sido de 113. La inmensa mayoría se encuentran realizados en caliza, siendo el sílex el segundo material en importancia. Por otro lado, y de manera únicamente testimonial, aparecen el cuarzo y un fragmento de esquisto, cuyo carácter antrópico resta aún por determinar.

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De manera general la categoría estructural más representada en ambos conjuntos son los productos de talla (Bases Positivas, Fragmentos de Base Positiva y Bases Positivas Fracturadas) si bien las Bases naturales, incluyendo aquellas que no presentan estigmas (Bna), las que presentan huellas de percusión (Bnb) y las Bases naturales fracturadas (Bnc), cuentan con un número muy notable de efectivos. Los núcleos (Bases Negativas de Primera Generación de Explotación) se encuentran igualmente bien representados. Una parte de estas piezas se encuentran actualmente en proceso de restauración por lo que la categoría estructural a la que se adscriben resta aún por determinar.

BARRANCO LEÓN A día de hoy del conjunto recuperado en 2010 han sido analizadas en profundidad un total de 44 piezas en el yacimiento de Barranco León, de las cuales 39 pertenecen al nivel D1 y 5 al nivel D2. Siguiendo con la tónica general referida a los conjuntos líticos de ambos yacimientos, la materia prima dominante es la caliza con un porcentaje del 80%, seguida del sílex (Lám. 9). La categoría estructural más representada en el nivel D1 son las Bases naturales (n=14), todas ellas realizadas en caliza. Este hecho indica una selección preferencial de este tipo de materia prima con el objetivo de su empleo como percutores. Nueve de estas piezas no presentan estigmas de percusión ni fracturas (Bna), si bien su morfología, características volumétricas y dimensiones, así como el tipo de materia prima se asocian a su uso por parte de los homínidos bien como percutores bien como yunques. Tres Bases naturales presentan estigmas de percusión (Bnb) una de ellas, de grandes dimensiones parece haber sido empleada como machacador, dada la presencia de pequeñas escamaciones y extracciones cuyas características se aproximan a las producidas durante los procesos de rotura de grandes huesos. Sólo dos piezas aparecen fracturadas (Bnc) con motivo de la percusión. Un total de 6 núcleos, todos ellos sobre caliza, han sido recuperados durante la presente campaña. Cuatro de estas piezas presentan una explotación de tipo unifacial mientras que solo una es de tipo bifacial. Más de la mitad de estos núcleos se encuentran en la fase inicial de la explotación, presentando un escaso aprovechamiento de los mismos. Este hecho

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provoca que el porcentaje de córtex sea bastante elevado en todos ellos. Los núcleos unifaciales presentan extracciones de tipo unipolar longitudinal o bien de tipo bipolar opuesto o bipolar ortogonal. El único núcleo bifacial recuperado es de tipo ortogonal, presentando una única extracción en cada una de estas superficies empleando una de ellas como plataforma para la explotación de la siguiente cara. Resulta sumamente interesante el hecho de la inexistencia de núcleos en sílex, si bien el número de productos de talla en esta materia prima representa la mitad de efectivos. Contradictoriamente el porcentaje de núcleos en caliza es relativamente elevado con respecto al porcentaje de lascas realizadas en este mismo material. Este hecho puede informarnos acerca del carácter móvil de ciertos elementos líticos o, como ya hemos apuntado más arriba, puede deberse al hecho de que muchos de los negativos de levantamientos en las matrices de caliza son debidos a su uso como objetos activos y no como matrices para extraer Bases Positivas. El sílex, con unas óptimas aptitudes para la talla y cuyo origen se situaría a una distancia mayor que en el caso de la caliza, se convertiría en un material susceptible de ser transportado durante los desplazamientos de los grupos humanos a lo largo del territorio. De tal modo los núcleos viajarían junto a tales grupos como reservas de material dentro de un toolkit o instrumental básico. Los productos de talla aparecen igualmente representados en un porcentaje muy notable, con más del 27%. De estos objetos han sido analizados solamente aquellos mayores de 2 cm (n=9). Los formatos de las lascas son en general pequeños. El sílex y la caliza se encuentran en un porcentaje del 50%. La inmensa mayoría de lascas no presentan córtex talonar si bien este porcentaje aumenta en el caso de las piezas en caliza. La inexistencia de bulbos de percusión en la mayoría de las lascas es otra interesante característica relacionada con el método de talla empleado. Los talones tipo plataforma unifacetados dominan aunque los tipos lineares y puntiformes adquieren igualmente relevancia en este conjunto. Este hecho, unido a la más que probable presencia de varias Bn con estigmas de percusión de grandes dimensiones que pudieron haber sido usadas como yunques, además de las características de ciertos núcleos, parece indicarnos un importante empleo de la talla bipolar sobre yunque. Al menos uno de los núcleos recuperados ha sido explotado mediante el empleo de esta técnica.

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Lám. 9. Barranco León. Industria Lítica (1) percutores en caliza (2) posible yunque en caliza (3) núcleo en caliza (4) y (5) lascas en sílex. Foto: J. Mestre-IPHES.

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La talla sobre yunque implica el empleo de un percutor inmóvil sobre el cual se procede a la talla de la matriz empleando la percusión directa mediante un percutor duro. Por regla general esta técnica es empleada sobre nódulos de pequeñas dimensiones, de tipo esférico u ovoide, difíciles de ser tallados mediante percusión directa (Mourre, 2004; Vergés Bosch y Ollé Cañellas, 2011). Esto provoca la aparición de una serie de características definitorias en el núcleo y en los productos que son resultado de esta explotación. La Base Negativa sufre efectos en dos zonas (1) aquella en la cual actúa el percutor duro empleado mediante percusión directa y (2) en la zona de contacto de la matriz con el yunque. Entre las macro y micro deformaciones resultantes se encuentran fracturas, conos hercianos o restos de material adherido (Vergés Bosch y Ollé Cañellas, 2011). Los productos de talla reflejan igualmente el empleo de esta técnica, con la presencia de talones lineares o puntiformes, así como de pequeñas concavidades en las extremidades distal y proximal de la superficie inferior de las lascas. Así mismo, ciertas experimentaciones (Low Bruce, 1997) han permitido observar la inexistencia de bulbos de percusión marcados en los productos extraídos o la presencia de bulbos invertidos o cóncavos. De igual modo se constata en ciertas Bases Positivas la existencia de esta misma característica en el extremo opuesto distal. Este hecho es resultado de la fuerza aplicada sobre el extremo en contacto con el percutor inmóvil.

La distribución de efectivos por niveles es desigual. Dentro del conjunto inferior es el subnivel 3 el que cuenta con un mayor número de efectivos mientras que el subnivel 5, perteneciente al conjunto superior, contiene igualmente el mayor porcentaje de piezas dentro de dicho conjunto.

CONJUNTO INFERIOR El conjunto inferior cuenta con un total de 32 piezas de las cuales 6 pertenecen al subnivel 2 (cuatro Bases Positivas, una Base Positiva fracturada y una Base Negativa de Primera Generación) y 26 al subnivel 3. El lo relativo al subnivel 3 nuevamente destaca el predominio de la caliza con un 69%, siendo la categoría estructural más representada los productos de talla con un total de 14 piezas. En lo relativo a las Bases Positivas dominan los talones no corticales de tipo plataforma unifacetada, si bien los tipos linear y puntiforme se encuentran bien representados. Los bulbos son difusos en todos los casos mientras que las caras dorsales no presentan córtex o este es muy escaso.

El nivel D2 cuenta solamente con 5 piezas de industria lítica. Se trata de dos Bases Positivas en sílex, dos fragmentos angulosos, uno de ellos en sílex y otro en caliza, y una Base natural en caliza sin estigmas.

El número de Bases Negativas asciende a un total de 7, todas en caliza. Se trata de matrices en las fases iniciales de la explotación, generalmente de tipo bifacial ortogonal o unifacial unipolar con un escaso número de extracciones. Algunas de estas piezas parecen presentar estigmas de percusión, probablemente relacionados con su empleo polivalente como machacadores para facilitar el acceso a la médula ósea. Es destacable la presencia en este nivel de un canto configurado en caliza silicificada, actualmente en proceso de restauración. Por otro lado cabe señalar la presencia de 4 base naturales en caliza, dos de las cuales presentan estigmas de percusión.

FUENTE NUEVA 3

CONJUNTO SUPERIOR

El total de piezas procedentes de la intervención de 2010 analizadas hasta el momento en el yacimiento de Fuente Nueva 3 asciende a un total de 69. El resto de efectivos, al igual que en el caso de Barranco León, se encuentran en proceso de restauración.

El conjunto superior cuenta con un total de 37 piezas de las cuales 3 productos de talla en sílex y caliza, una Base Negativa en caliza y una Base natural, también en caliza, pertenecen al subnivel 4. Dos Bases Positivas en sílex y un fragmento en caliza han

Como última categoría de la cadena operativa presente en el registro de Barranco León recuperado en 2010, comentaremos que sólo una de las Bases Positivas en sílex presenta un retoque denticulado convirtiéndose en la única pieza retocada recuperada en los yacimientos de Orce, en un conjunto y una cronología en que este tipo de objetos no existen.

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Como en Barranco León domina la caliza (59%), si bien el porcentaje de piezas en sílex (33,3%) es superior (Lám. 10).

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Lám. 10. Fuente Nueva 3. Industria lítica. (1) y (2) Bases Negativas de Primera Generación en caliza (3) y (5) Bases Positivas en sílex (4) Base Negativa de Primera Generación en caliza. Foto: J. Mestre-IPHES.


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sido adscritos al subnivel 6 mientras que 2 Bases naturales, en caliza y cuarzo respectivamente pertenecen al subnivel 7. El subnivel 5 es el más rico y cuenta con un total de 27 efectivos. Nuevamente los productos de talla son la categoría más representada. Las características generales de las Bases Positivas nos informan de una escasa presencia de córtex talonar y dorsal y sobre el predominio de los talones de tipo plataforma unifacetada. Los talones lineares y puntiformes se encuentran representados en un menor porcentaje. Cinco son las Bases Negativas recuperadas en este subnivel, dos de las cuales han sido realizadas en sílex, ambas más intensamente explotadas que en el caso de las matrices en caliza. Destaca la presencia de una matriz bifacial en caliza silicificada, cuya talla se organiza en torno a una arista sinuosa. Ambas superficies presentan extracciones de tipo multipolar ortogonal, en ocasiones con tendencia centrípeta. Las características de esta pieza permiten intuir una primera explotación de tipo ortogonal que finalmente se reorienta hacia un aprovechamiento maximal de la materia prima dirigido por una arista principal. Las Bases Negativas de tipo unifacial unipolar adquieren, también en este nivel, una especial relevancia, sobre todo aquellas en caliza de peor calidad y con escasas aptitudes para la talla. Una de estas piezas, que presenta una serie de extracciones de dirección unipolar parece haber sido, por otro lado, explotada siguiendo una estrategia de tipo bipolar sobre yunque. Finalmente en este subnivel también han sido recuperadas dos Bases naturales en caliza, sin estigmas de percusión.

- Las cadenas operativas se encuentran fragmentadas en el caso del sílex y otros materiales como el cuarzo. Debemos señalar que esta materia prima ha sido recuperada por primera vez en el conjunto y que convendrá determinar su origen. - Otra novedad es la recuperación de una Base Positiva con retoque denticulado en Barranco León. Este hecho es nuevo en este conjunto aunque no extraño en momentos más avanzados de Modo 1, como el caso del nivel TD6 del yacimiento de Trinchera Dolina en Atapuerca, fechado en torno a 0,8 Ma (Carbonell i Roura et al., 1995). - Existe una clara selección preferencial de la caliza como materia prima para su uso como percutores para piedra y hueso. - Las Bases Negativas en caliza se encuentran por lo general en los estadios iniciales de su explotación, mientras que las matrices en sílex de Fuente Nueva 3 presentan un aprovechamiento mayor. Esta circunstancia se relaciona con un interés en la explotación maximal del sílex dada su óptima condición para la talla y una lejanía mayor de las potenciales áreas de aprovisionamiento. - Ciertos métodos de talla indican concepciones tecnológicas relativamente avanzadas desarrolladas a la par que otras estrategias de tipo oportunista relacionadas con el carácter puntual de la ocupación. En uno de los casos se procede a la preparación de la arista principal con el objetivo de adecuarla para la extracción de los productos de talla. Está claro el empleo de la talla sobre yunque por la presencia de Bases Negativas, Bases Positivas y Bases naturales con estigmas de percusión que indican su uso como percutores yacentes.

CONSIDERACIONES FINALES A pesar del escaso número de efectivos localizados en ambos yacimientos durante la intervención de 2010, podemos establecer las primeras consideraciones preliminares sobre la tecnología recuperada, que vienen a mejorar el conocimiento que de este conjunto se tenía hasta el presente: -El porcentaje de piezas en caliza es superior al de efectivos en sílex. La inmediatez de fuentes de aprovisionamiento en el caso de la primera así como el transporte de las piezas de sílex puede determinar este hecho.

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Por último, la existencia de matrices con características técnicas similares en ambos conjuntos parece indicarnos una cierta reiteración en los sistemas de producción de estos elementos.

EL CONTEXTO EUROPEO DE LAS OCUPACIONES HUMANAS DE ORCE Los conjuntos líticos de Orce se añaden a la creciente panoplia de industrias olduvayenses o de Modo 1 y a la mejor definición de variabilidad dentro de este complejo (Oms Llobet et al., 2000a, 2000b; Barsky,

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2009; Carbonell i Roura et al., 2009; Cauche, 2009; Toro Moyano et al., 2010a; Barsky et al., 2010). Nuestros estudios muestran que, en Orce, los homínidos eran capaces de emplear más de un método para extraer bases positivas. El constante aumento del número de conjuntos atribuibles al Modo 1 en África y Eurasia ofrece una gran base de datos gracias a la cual es posible describir los conocimientos técnicos más antiguos, así como definir la cultura primitiva. Estas comparaciones han permitido el reconocimiento de que el cambio tecnológico no tendría lugar de manera lineal y progresiva, sino más bien como un proceso evolutivo ramificado que conduce a una mayor complejidad (Carbonell i Roura et al., 2009). Las “tradiciones” tecnológicas se infieren a partir de las especificidades de los conjuntos líticos que, a su vez, se definen por sus distintas morfologías: sin embargo la variabilidad observada se debe también a las características de las materias primas disponibles, a los patrones de caza o carroñeo y al tipo de ocupación. Las evidencias de Barranco León y Fuente Nueva 3 contribuyen de manera excepcional a cambiar las consideraciones sobre el escenario del poblamiento del sur de Europa, cuya adscripción al Pleistoceno Inferior fue rebatida hasta hace unos pocos años por algunos autores. En el momento del descubrimiento de los yacimientos de Orce muchos prehistoriadores consideraban que el oeste europeo no habría sido significativamente colonizado por los humanos antes de 0,5 Ma. (Roebrooks y Van Kolfschoten, 1994). Según esta hipótesis tan sólo se habían encontrado algunas pocas evidencias en contextos arqueológicos sin un marco cronológico preciso (como las terrazas fluviales). Después de 0,5 Ma., otros yacimientos confirman la presencia de homínidos, en especial cuevas, haciéndose progresivamente más abundantes con la explosión demográfica de Homo heidelbergensis (Shennan, 2001; Lumley y Barsky, 2004; Hosfield, 2005; Lycett y Norton, 2010). En este contexto, los yacimientos de Orce ofrecen una de las pruebas mejor documentadas de que los homínidos habrían colonizado la Península Ibérica mucho antes de lo que previamente se pensaba, en contra de aquel paradigma y confirmando la hipótesis de una Europa primitiva (Carbonell i Roura et al., 1999, 2008a, 2010). Los descubrimientos en Orce se realizaron casi al mismo tiempo que el hallazgo del famoso yacimiento de Dmanisi (Cáucaso, Georgia), donde se han

encontrado herramientas líticas en asociación con un conjunto faunístico arcaico que comprende especies tanto africanas como asiáticas junto con restos humanos pertenecientes a la especie Homo georgicus (Gabunia et al., 2002), datados en torno a 1,81 Ma (Lumley et al., 2002). Desde entonces otros hallazgos han continuado saliendo a la luz en Dmanisi, corroborando la hipótesis de una ocupación humana continuada desde antes de 1 Ma (Nioradze y Justus, 1998; Lumley et al., 2005; Baena Preysler et al., 2010; García et al., 2010; Mgeladze et al., 2010, 2011; Ferring et al., 2011). Geográfica y cronológicamente cercanos a Barranco León y Fuente Nueva 3 se encuentra el nivel 9c del yacimiento de la Sima del Elefante, localizado en el contexto de la sierra de Atapuerca (Burgos). Este conjunto ha proporcionado evidencias líticas y faunísticas además de restos humanos en un contexto cárstico (Carbonell i Roura et al., 1995, 2005, 2008a; Bermúdez de Castro et al., 2011; Parés Casanova et al., 2006). Tal hecho confirma nuevamente la asociación de humanos tempranos con utensilios líticos en un contexto estratigráfico y cronológico preciso. El nivel 9c de Sima del Elefante ha sido datado en torno a 1,3-1,2 Ma mediante paleomagnetismo, biocronología y radiometría de los elementos cosmogénicos. Otros yacimientos del oeste europeo confirman la presencia de humanos en una fecha temprana. Ca’ Belvedere di Montepoggiolo, en Italia (Peretto et al., 1998), cerca de la ciudad de Forlì presenta un conjunto lítico que incluye matrices talladas sobre canto y Bases Positivas. La cronología absoluta del yacimiento ha sido obtenida mediante paleomagnetismo y Resonancia del Espin Electrónico (ESR) ofreciendo una fecha algo inferior al millón de años (Gagnepain et al., 1998). Otras industrias primitivas fueron halladas a principios de los años 80 en yacimientos al aire libre en la región del Lazio, al sur de Roma, en la cuenca vulcano-sedimentaria de Anagni-Frosinone. Estos yacimientos (Arce, Fontana Liri, Fontana Ranuccio) han sido datados en torno a 0,78 Ma, a partir de datos magnetoestratigráficos (Biddittu, 1984; Cauche et al., 2004). Igualmente en Italia han sido descubiertas en los últimos años Bases Positivas de sílex relacionadas con restos de fauna de Pleistoceno Inferior, con una edad estimada de 1,4 Ma, en Pirro Nord, en Apricena (Arzarello et al., 2006, 2009). En Pont-de-Lavaud (Francia), en la cuenca media del Loira, han sido también descritas industrias en los

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depósitos fluviales, con una fecha estimada mediante ESR de más de 1 Ma (Despriée y Gageonnet, 2003; Despriée et al., 2006, 2009). Recientemente ha sido descubierto en Francia el yacimiento de Lézignan-laCèbe (Hérault), situado por debajo de un nivel basáltico, que ha sido datado radiométricamente en 1,57 Ma. (Crochet et al., 2009). Este yacimiento, aún en fase de excavación y estudio, ha proporcionado un rico conjunto de grandes y pequeños vertebrados asociados al Pleistoceno Inferior antiguo junto con industrias en basalto y cuarzo toscamente trabajadas. Nuevos y apasionantes hallazgos han salido a la luz con el descubrimiento del yacimiento de Happisberg (Norfolk, Inglaterra) en un contexto magnetoestratigráfico inverso (Roberts y Grün, 2010; Parfitt et al., 2010). Restos óseos y vegetales excepcionalmente bien conservados nos informan sobre la presencia de bosque boreal con veranos cálidos e inviernos fríos, tal y como ocurre actualmente. La inesperada presencia de humanos en estas latitudes elevadas sugiere que se encontraban bien equipados para asumir los cambios provocados por estas duras condiciones climáticas, un dato en consonancia con lo que hemos apuntado inicialmente al definir la línea de investigación en expansiones humanas tanto geográficas como ecológicas.

presencia de poblaciones productoras de Modo 2 en fechas tan tempranas como 1,4 Ma, (Bar-Yosef y Goren-Inbar, 1993) e incluso más de 1,5 Ma (Pappu et al., 2011) este tipo de tecnología no aparece en Europa hasta hace 0,7 Ma (Carbonell i Roura et al., 1999; 2008b, 2010; Piperno, 1999; Lumley y Barsky, 2004). Los conjuntos de Orce son anteriores al desarrollo de instrumentales estandarizados incluyendo pequeñas herramientas retocadas configuradas sobre Bases Positivas y grandes instrumentos igualmente estandarizados, un grupo que incluye bifaces y hendedores. Observado como una adaptación evolutiva extrasomática que conlleva un éxito reproductivo, el desarrollo tecnológico parece hacerse más complejo a la par que el crecimiento cerebral. El Modo 2 o Achelense constituye un nuevo estadio en este proceso de crecimiento técnicosocial, capacitando a los homínidos para acceder a nuevos dominios y para realizar nuevas labores relacionadas con una mayor supervivencia. A pesar de ello, lo que se demuestra con la primitiva ocupación humana de Eurasia es la capacidad que confirió el

Estamos convencidos de que futuros descubrimientos contribuirán a una mejor definición de la extensión cronológica, geográfica y ecológica y las rutas de migración de estas poblaciones humanas tempranas. Más allá de Europa, la investigación reciente en el continente asiático ha aportado numerosas novedades. Sin que aquí vayamos a extendernos sobre este registro sólo queremos destacar la creciente documentación de la presencia de homínidos en China en torno a 2 Ma, siendo Longgupo el yacimiento principal, incrementando el alcance de los debates sobre múltiples migraciones y cambios, no solo en África, sino también en Asia (Boëda y Hou, 2011).

PERSPECTIVAS Los conjuntos arqueo-paleontológicos de Orce proporcionan una contribución clave para el conocimiento del poblamiento de Europa occidental y el comportamiento de estas poblaciones primitivas. Aunque la evidencia asiática atestigua la

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Modo 1 para introducirse y adaptarse a zonas ecológicas completamente nuevas para la humanidad. Por todo ello es tan importante que el nuevo proyecto recientemente establecido en Guadix-Baza pueda desarrollar todas las cuestiones relacionadas con la línea de investigación en expansiones humanas, incluyendo el origen de la ocupación humana en el continente y su evolución hasta la aparición del Modo 2. Este proyecto se plantea la intervención en otros yacimientos, más allá de Fuente Nueva 3 y Barranco León, pertenecientes a la base del Pleistoceno Medio para estudiar las líneas de adaptación y evolución de las primeras poblaciones así como las condiciones de la aparición del Modo 2, en especial determinar si se desarrolla en Europa o es introducido por nuevas poblaciones provenientes de África y/o Asia. Los yacimientos que en la cuenca van a ofrecer posibilidades de conocer este proceso son conocidos desde hace más de treinta años por diversas intervenciones arqueológicas. Los más destacados son

Huéscar 1 y Cúllar-Baza 1, ambos en una cronología próxima al cambio geomagnético Matuyama/Brunhes (Alberdi y Bonadonna, 1989; Alberdi et al., 2001), y Solana del Zamborino, correspondiente, según atribución bioestratigráfica, al Pleistoceno Medio (Botella López et al., 1976; Martín Penela, 1988). Este último yacimiento es el mejor registro que existe hasta el presente en la cuenca para el Modo 2 o Achelense (Botella López et al., 1976; Martín Penela, 1988; Pinto Anacleto, 2010) y que permite un conocimiento amplio y profundo de la estrategia territorial y ecológica humana durante el Pleistoceno Medio, incluyendo el uso del fuego y las capacidades cinegéticas. En este registro el Modo 2 está plenamente desarrollado, indicando que es en la base del Pleistoceno Medio donde hay que buscar posibles indicadores de la evolución del Modo 1 o la introducción del Modo 2. Esta fase cronológica está representada por Huéscar 1 y, especialmente, Cúllar-Baza 1 (Lám. 11) gracias a la densidad de restos hallados en dos campañas

Lám. 11. Localización de Cúllar-Baza 1. Foto: R. Torrente Casado.

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Esquirla

Diente o hueso

Canto

Lasca de sílex

Fig. 6. Sección Este-Oeste del registro de Cúllar-Baza 1. Ilustración de R. Torrente Casado sobre datos de Alberdi y Bonadonna, 1989.

de excavación, con un total de veinte objetos líticos y más de quinientos fósiles (Fig. 6) (Alberdi y Bonadonna, 1989; Alberdi et al. 2001). Su rica y abundante fauna de macromamíferos, micromamíferos y reptiles permite situarlo en la base del Pleistoceno Medio. Se trata de un conjunto con muy buena conservación y en unos niveles poco perturbados, correspondiente a ocupaciones humanas esporádicas y reiteradas de un borde de lago cambiante que ofrecía condiciones lacustres alternadas con otras palustres en un entorno más cálido y húmedo que el actual y próximo a zonas de bosque. Entre el registro destacan dos Bases Positivas en sílex. Si bien un registro tan reducido no permite por el momento asociarlo de forma clara a un modo técnico determinado, el hecho de que la fuente de aprovisionamiento del sílex parece ser algo alejada permitiría plantear la hipótesis de que el comportamiento territorial desplegado por los humanos en Cúllar-Baza 1 fuera más próximo al del Modo 2 (Torrente Casado, 2010a, 2010b). Sólo nuevas intervenciones y estudios pueden permitir aclarar esta cuestión. En general, la posición de Cúllar-Baza 1 como gozne entre los más antiguos (Venta Micena, Fuente Nueva 3 y Barranco León) con los más recientes (Solana del Zamborino) lo convierte en clave para determinar la continuidad o discontinuidad y los caracteres del poblamiento y adaptación humanos.

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ESTUDIOS

LAS EXPLOTACIONES PREHISTÓRICAS DEL SÍLEX DE LA FORMACIÓN MILANOS (GRANADA, ESPAÑA) Antonio Morgado Rodríguez1, José A. Lozano Rodríguez2 y Jacques Pelegrin3

Resumen El estudio del aprovechamiento de los recursos líticos y la tecnoeconomía del proceso de transformación permiten generar explicaciones e interpretación sobre la organización social en la Prehistoria. Este objetivo orienta la presente aportación centrada en el análisis de las explotaciones de sílex en el sector central del Subbético Medio granadino. A partir de las últimas investigaciones, realizadas en el Departamento de Prehistoria de la Universidad de Granada, podemos afirmar que esta comarca geográfica es una de las mayores zonas de la Península Ibérica en la explotación del sílex. Esta afirmación se sustenta en el potencial de materias primas y las evidencias arqueológicas de grandes explotaciones dedicadas a la producción laminar especializada durante la Prehistoria Reciente. En este sentido, el presente artículo se centra en la caracterización del sílex perteneciente a la Formación Milanos del Jurásico Superior y las evidencias arqueológicas actualmente conocidas destinadas fundamentalmente a las producciones laminares del Neolítico Reciente y Edad del Cobre.

Palabras clave: Sílex, minas, producción lítica, Calcolítico, Andalucía.

THE PREHISTORIC FLINT EXPLOITATIONS OF THE MILANOS FORMATION (GRANADA, SPAIN) Abstract Studying the exploitation of lithic resources and the techno-economical aspects of the associated transformation process can provide explanations for and interpretations of how Prehistoric society was organised. This is the objective of the present article, which focuses on an analysis of the flint mines in the central area of the Middle Subbetic in Granada. The most recent research, carried out by the Department of Prehistory at the University of Granada, reveals that this geographical region is one of the most important flint mining areas in the Iberian Peninsula. This statement is based on the available resources of the raw materials and the archaeological evidence of large mines dedicated to specialized blade production during the Late Prehistory. This article focuses, therefore, on the characterisation of the flint from the Late Jurassic Milanos Formation and the archaeological evidence available to-date that was destined primarily for blade production in the Late Neolithic and Copper Age.

Keywords: Flint, Mines, Lithic production, Chalcolithic, Andalusia. 1

Dpto. Prehistoria y Arqueología, Universidad de Granada (España). ( morgado@ugr.es ) Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, CSIC-Universidad de Granada (España). ( jalozano@ugr.es ) 3 Laboratoire de Préhistoire et Technologie (UMR-CNRS, Francia) ( jacques.pelegrin@mae.u-paris10.fr ). 2

Recibido: 25/07/2011; Aceptado: 03/10/2011

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INTRODUCCIÓN La Cordillera Bética de Andalucía debe ser considerada una de las regiones más ricas en sílex de la Península Ibérica. Esta afirmación se sustenta en las evidencias arqueológicas vinculadas al aprovechamiento de los principales afloramientos de sílex, que fueron reiteradamente explotados a lo largo de toda la Prehistoria e incluso en época histórica. Un ejemplo ilustrativo de estos determinantes lo ofrece el último gran episodio de explotación intensiva, como fue la manufactura de piedras de chispa. En este sentido, los ingenieros militares de la Corona española durante los siglos XVIII y XIX, después de realizar un escrupuloso reconocimiento del sílex del reino de España, concluyeron que el principal abastecimiento debía proceder de los afloramientos de sílex de Andalucía, en los que confluye la cantidad y calidad de este tipo de roca para un suministro considerado estratégico para las armas portátiles (Morgado Rodríguez y Roncal Los Arcos, 2009). Este ejemplo reciente nos ilustra al respecto. En concreto, ciertas formaciones geológicas del Subbético Medio de la región central de la Cordillera Bética, presentan una inusitada riqueza en sílex, lo cual fue objeto reiterado de aprovechamiento por las comunidades de la Prehistoria, generando en algunos casos una producción especializada sobre ciertos productos. En este artículo presentamos los datos actualmente disponibles sobre las explotaciones de sílex de la Formación Milanos del Subbético Medio de la provincia de Granada, vinculadas a un proceso de especialización artesanal desarrollado entre el IV y III milenio BC. Este hecho nos permite afirmar que esta región presenta un patrimonio singular, natural y cultural vinculado a la minería del sílex que debe ser conocido y protegido. El factor natural de la importancia de los afloramientos de sílex se complementa con el desarrollo durante la Prehistoria Reciente de un proceso artesanal único para la Europa prehistórica, cuya tecnología implicó un alto grado de especialización mediante un elaborado sistema de transformación y la utilización de objetos y técnicas de talla específicos. Esta tecnología de transformación debe ser considerada como uno de los estadios más desarrollado de la talla del sílex de todos los tiempos. En este sentido, este trabajo expondrá de manera sintética el contexto geológico de los afloramientos y las características que singularizan al sílex de la

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Formación Milanos. Un segundo nivel de análisis tratará sobre la caracterización tecnológica del proceso artesanal, para concluir con una primera propuesta sobre la distribución a larga distancia de los objetos realizados por las comunidades prehistóricas que explotaron estos afloramientos silíceos.

LAS EXPOTACIONES DE SÍLEX EN EL SUR DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. MARCO GEOLÓGICO GENERAL El sur de la Península Ibérica está constituido por materiales correspondientes a dos orogenias muy diferentes. La hercínica o varisca de edad Paleozoica y la orogenia Alpina de edad Terciaria. La primera de estas orogenias, tuvo lugar en el Paleozoico Superior, entre Gondwana y Laurencia, mediante una colisión continental que colaboró en la formación del supercontinente de Pangea. Podríamos decir, que el Macizo Ibérico se divide en Zona Cantábrica, Zona Asturoccidental Leonesa, Zona Centro-Ibérica, Zona de Galicia-Tras-Os-Montes, Zona de Ossa-Morena y Zona Sur Portuguesa. La Zona Sur Portuguesa, ocupa la parte SO del Macizo Ibérico y está dividida en Sudoeste portugués y Faja Pirítica. A su vez, la Faja Pirítica está compuesta por el Grupo de Pizarras y Cuarcitas (Grupo P-Q), Grupo Vulcanosedimentario (Grupo CVS) y Grupo de los Flysch (Grupo Culm). Es en el Grupo CVS, donde encontramos afloramientos de rocas silíceas con explotaciones para la talla especializada, tratándose más concretamente de riolitas y riodacitas. La segunda orogenia, que comenzó en el Mioceno contrapuso la Placa Africana con la Placa Ibérica. De este modo se constituyó la Cordillera Bética, ubicada también al sur de la Península Ibérica, siendo el extremo más occidental del conjunto de cadenas alpinas europeas. Se trata de una región que como hemos apuntado anteriormente, junto con la parte septentrional de África, se vio afectada durante el Mioceno por fenómenos tectónicos mayores. La Cordillera Bética está constituida por tres grandes unidades (Vera Torres, 2004): las Zonas Externas con materiales mesozoicos y cenozoicos del antiguo margen continental localizado al sur y sureste de la placa ibérica; las Zonas Internas, con materiales más antiguos (paleozoicos) pertenecientes a un fragmento de una microplaca, la subplaca mesome-

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diterránea, desplazada hacia el oeste hasta colisionar con la placa ibérica; y el Complejo del Campo de Gibraltar, de edad terciaria, localizado al Oeste de la Cordillera y entre los dominios anteriores, formados por flyschs alóctonos. En cada una de estas unidades de rango mayor, aparecen afloramientos de sílex explotados para la elaboración de producciones especializadas durante el IV y III milenios cal BC.

c. Las explotaciones incluidas en el Campo de Gibraltar de la provincia de Málaga y conectadas al desmantelamiento de las calizas con sílex de las Unidades Frontales de las Zonas Internas.

El registro actual de estas explotaciones para el sur de la Península Ibérica se agrupa en cuatro grandes núcleos, estando todos en la propia Cordillera Bética excepto uno, que se ubica en el Macizo Ibérico (Fig. 1):

EL SUBBÉTICO MEDIO CENTRAL. POTENCIAL DE RECURSOS SILÍCEOS

a. La faja pirítica de Huelva, donde existen explotaciones de rocas silíceas de origen volcánicas. b. Las explotaciones del Subbético Medio de las Zonas Externas, centradas en la provincia de Granada.

d. La explotación de sílex de la Formación Malaver en Ronda.

Este trabajo se centra en destacar la naturaleza geológica de las explotaciones de sílex de las Zonas Externas. Esta gran unidad, a su vez, está constituida por dos dominios paleogeográficos principales: el Prebético, con materiales del Jurásico y Cretácico de facies marinas someras (zonas de marea, costera y plataforma), que sería la parte del margen continental adyacente al antiguo continente (Placa Ibérica); y

Fig. 1. Geología del sur de la Península Ibérica y explotaciones de sílex vinculadas a la producción laminar especializada.

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Formación Carretero (Cretácico inferior)

el Subbético, formado por los materiales depositados en la cuenca más alejada del antiguo continente por lo que predominan desde el Jurásico inferior (Lías superior) las facies pelágicas.

Formación Milanos (Kimmeridgiense superior- Tithónico) Formación radiolarítica Jarropa (Bathoniense/Calloviense-Kimmeridgiense inferior)

El Subbético, situado al sur del Prebético, puede ser estructurado en cuatro dominios paleogeográficos de orden menor. Dos medios subsidentes (Dominio Intermedio y Subbético Medio) y dos ascendentes, con las secciones comprimidas en el Jurásico superior (Subbético Externo y Subbético Interno) (García-Hernández et al., 1980; Vera Torres 1988; García-Hernández et al., 1989). Sus facies pelágicas, a partir del Domeriense, se caracterizan por presentar una alternancia de margas, margocalizas, radiolaritas, calizas micríticas y calizas nodulosas (Azèma et al., 1979; García-Hernández et al., 1980; García-Hernández et al., 1989). Igualmente, en ciertos sectores dentro del Subbético existieron fenómenos de vulcanismo submarino durante el Jurásico que determina la presencia de estas rocas de manera puntual. En la provincia de Granada, el Subbético Medio de la región de Los Montes, entre los términos municipales de Loja a Iznalloz, se caracteriza por presentar facies de surco con desarrollo pelágico a partir del Jurásico (Lías superior y más concretamente desde el Carixiense). Mientras que el Subbético Interno muestra facies de umbral durante el Jurásico. La paleogeografía del Subbético Medio para el Jurásico y Cretácico Inferior consiste en facies pelágicas de un surco subsidente. Estas series litoestratigráficas están estructuradas por la sucesión de varias formaciones sedimentarias (Vera Torres, 2004) (Fig. 2):

A) FORMACIÓN GAVILÁN (LÍAS INFERIOR Y MEDIO) La sucesión del Jurásico del Subbético Medio se inicia con depósitos carbonatados sobre las facies Keuper del Triásico superior. Esta formación está compuesta fundamentalmente por depósitos carbonatados de plataforma marina poco profunda hasta que comienza a fracturarse el zócalo paleozoico (García-Hernández et al., 1989). Predominan en el miembro inferior de esta formación las dolomías correspondientes a un depósito de plataforma muy somera. El miembro superior está constituido por calizas de facies esencialmente micrítica, oolítica y fenestrales, típicas de plataforma somera restringi-

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Margas, calizas margosas y calizas con silex (Aaleniense-Bajociense/Bathoniense)

Formación Zegrí (Domeriense-Toarciense)

Formación Gavilán (Lias Inferior-Medio)

Facies Keuper (Triásico Superior)

Fig. 2. Columna estratigráfica del Jurásico del Subbético Medio (elaboración propia a partir de Vera y Molina, 1998).

da (lagoon) con eventuales emersiones sometidas a la dinámica mareal.

B) FORMACIÓN ZEGRÍ (LÍAS MEDIO-SUPERIOR, DOMERIENSE-TOARCIENSE) El Lías superior está representado por ritmitas de caliza y margas con capas margosas de ammonítico rosso y lechos de carbonato condensado con abundantes ammonites.

C) MARGAS, CALIZAS MARGOSAS Y CALIZAS CON SÍLEX (DOGGER, AALENIENSEBAJOCIENSE) Predominan las calizas silicificadas oscuras, tratándose de una alternancia rítmica de margas y calizas blanco-amarillentas de escala métrica con intercalaciones locales de rocas volcánicas.

D) FORMACIÓN RADIOLARÍTICA JARROPA (DOGGER Y MALM BASAL, BATHONIENSE/ CALLOVIENSE-OXFORDIENSE/ KIMMERIDGIENSE) Esta formación está integrada por radiolaritas, arcillas, margas y margocalizas silíceas, junto con calizas pelágicas con radiolarios (O’Dogherty et al., 1997). Se ha podido distinguir dos miembros: el inferior de radiolaritas y margas silíceas verdes

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parcialmente silicificadas; y el superior, de arcillas y margas silíceas rojas. Las dataciones, a partir de las agrupaciones faunísticas de radiolarios, permiten generalizar la atribución mayoritaria del miembro inferior al Calloviense-Oxfordiense basal y el miembro superior al resto del Oxfordiense (O’Dogherty et al., 1997), aunque con una marcada heterocronía en sus paraestratotipos. Su límite superior se establece en un cambio litológico entre las arcillas y margas silíceas rojas y la Formación Milanos, constituida por calizas con sílex y margas blancas.

E) FORMACIÓN MILANOS (MALM, KIMMERIDGIENSE SUPERIOR-TITHÓNICO) El Jurásico finaliza con un nivel muy continuo representado por margas y calizas micríticas, tradicionalmente consideradas de carácter turbidítico, en las que se presentan nódulos y niveles continuos de sílex. En este sentido, en la literatura geológica estas facies se han venido denominando de manera habitual como “calizas y microbrechas con sílex” (Vera Torres, 1966, 1969), “calcarenitas con sílex” (Comas Minondo, 1978), “turbiditas calcáreas con sílex” (Ruiz-Ortiz y Vera Torres, 1979) y recientemente han sido definidas y reinterpretadas como niveles de “tempestitas” (Molina Cámara y Vera Torres, 1996a, 1996b; Molina Cámara et al., 1997; Vera Torres y Molina Cámara, 1998). En síntesis, estos niveles están constituidos de una alternancia de estratos de margas y calizas intercalados con niveles de calcilimolitas o calcarenitas con estratificación cruzada de tipo hummocky. En cuanto a su datación, se han fechado por su fauna entre el Kimmeridgiense superior y el Tithónico. Esta formación se depositó en un medio marino pelágico, pero con profundidad moderada por las intercalaciones de tempestitas calcáreas en el miembro superior y/o, en los materiales suprayacentes.

superficie debido al laboreo agrícola, que incluyen diversos pisos entre el Hauteriviense y el Cenomaniense pertenecientes ya al Cretácico Superior. En síntesis, la sucesión litoestratigráfica del Jurásico y Cretácico del Subbético Medio permite determinar a la Formación Milanos con un óptimo potencial de sílex con niveles continuos de sílex, ya sean nódulos, o incluso tablas, llegando a tamaño bloque.

LA FORMACIÓN MILANOS Y LA CARACTERIZACIÓN DEL SÍLEX Como hemos expuesto, la parte central de la Cordillera Bética presenta un Subbético Medio con

F) FORMACIÓN CARRETERO (CRETÁCICO INFERIOR, NEOCOMIENSE) La serie paleogeográfica del Subbético Medio continua con una formación compuesta por una alternancia rítmica de margas y calizas blanquecinas ricas en ammonites. En el miembro inferior, datado en el Berriasiense, presenta turbiditas calcáreas, calizas de color violáceo-rosado y margas con calcirudita turbidítica y lechos de calcarenita. Aunque con una ausencia de sílex. Por encima de esta última formación se superponen margas verdoso-rojizas y grises, muy alteradas en

Fig. 3. Detalle de la facies sedimentaria de la Formación Milanos. 1. a. Laminación paralela, b. Microconglomerado con superficie erosiva sobre la laminación paralela, presentando clastos exóticos de sílex (b’). c. Laminación paralela superior. 2. a. Laminación paralela de la Formación Milanos presentando proceso de silicificación por diagénesis (a’) b. Microconglomerado con superficie erosiva sobre laminación paralela.

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dominio de facies someras y, en concreto, caracterizada como turbiditas y/o tempestitas para el Jurásico Superior. Esta formación ha sido definida a partir del holoestratotipo presente en el arroyo Milanos del término municipal de Loja, de donde procede su nombre (Molina Cámara y Vera Torres, 1996a, 1996b; Molina Cámara et al., 1997). La secuencia litoestratigráfica del arroyo Milanos ofrece el siguiente desarrollo de facies sedimentarias (Fig. 3): a. La facies más abundante dentro de la Formación Milanos son la alternancia de caliza micrítica gris y margas. Se trata de una ritmita de caliza y marga (mudstone a wackestone) con capas de entre 30 a 100 cm de espesor. Las calizas contienen filamentos, Saccocoma, bioclastos (principalmente espículas de esponjas) y radiolarios, que determinan un medio de sedimentación somero y pelágico. En esta secuencia de estratos aparecen capas o nódulos de sílex, a veces fuertemente afectados por la tectónica y, por tanto, no aptos para la talla, mientras que donde dominan las capas margosas, el sílex se presenta de buena fractura concoidea y poco o nada alterado. b. La parte inferior de la Formación Milanos está dominada por facies de calcirudita, intercalándose con la anterior, formando estratos de 5 a 30 cm de espesor. En su composición está formada por ooides, intraclastos, bioclastos (principalmente aptychus y briozoos), peloides y foraminíferos. c. Facies de calcisiltita y calcarenitas con estratificación cruzada de tipo hummocky. Esta litofacies está compuesta de calcisiltita con granos no esqueletales incluyendo peloides, ooides, oncoides e intraclastos, junto a granos esqueletales. Pero el rasgo más destacado es la aparición de microestructuras de laminación definida por diferencia en la abundancia de granos (principalmente peloides), matriz y la orientación paralela de los bioclastos. Esta calcisiltita y calcarenita generalmente contienen sílex en abundantes capas estratiformes o nódulos. El espesor medio varía de 10 a 100 cm. Las estructuras sedimentarias incluyen laminación paralela, ripples de olas y/o estratificación cruzada tipo hummocky. d. Por último, señalar la presencia de facies de calizas ooliticas y peletoidales. Esta facies está

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restringida a la parte superior de la Formación Milanos, con desarrollos desiguales a lo largo del Subbético Medio, por lo que sólo aparece localmente dentro de este dominio paleogeográfico. Los ooides son del tipo bahamiano con estructura radial y tangencial. Otros elementos presentes en estas calizas son los oncoides, algas calcáreas y foraminíferos de aguas someras. En síntesis, siguiendo a J. A. Vera Torres y J. M. Molina Cámara (1998) la paleogeografía de las dos primeras facies son típicamente de medio pelágico. La aparición de estratificación cruzada tipo hummocky en estas facies es interpretada como capas de tormentas, indicativa de episodios cuyas olas afectaban al fondo pelágico. Por otro lado, la facies de calizas margosas sugieren un ambiente hemipelágico, deducible a partir de la textura micrítica, la presencia de espículas de esponjas y otros granos esqueletales. La facies de calcirudita ha sido explicada como una turbidita calcárea distal. Por su parte, los estratos pertenecientes a la facies de calizas ooliticas y peletoidales, en ocasiones con ooides e, incluso, oncoides están consideradas como propias de medios con batimetrías muy someras. El sílex de estas facies contiene las estructuras propias a la que pertenece y está caracterizado por los granos no esqueletales y esqueletales citados. A nivel macroscópico, el sílex de la Formación Milanos es de color variable, de gris claro a oscuro, en ocasiones alcanzando tonalidades azuladas que pasan a marrón oscuro casi negro. La mayor parte de estos sílex presentan unas estructuras sedimentarias de laminación plano-paralela, laminación cruzada y microhummocky (Fig. 4), este último propio de las facies de tempestitas. Las facies más someras y energéticas aportan sílex de textura oolítica, con partículas redondeadas claramente visibles, de tamaño milimétrico y núcleo redondeado. Las observaciones a la lupa binocular y microscopía de lámina delgada muestra el origen diagenético del sílex (Fig. 5), conservando la estructura sedimentaria de la roca y, por tanto, su medio de formación. Se caracteriza por una textura peletoidal (wakestone-packstone), con auténticos pellets, granos de cuarzo redondeados, óxidos de hierro y abundantes bioclastos (espículas de esponja, radiolarios y foraminíferos bentónicos). El bandeado, visible a nivel macroscópico, se debe a la intercala-

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Fig. 4. Estructuras sedimentarias macroscópicas del sílex de la Formación Milanos. 1. Sílex con laminación paralela y pátina diferencial de alteración 2. Sílex con laminación paralela (a) y laminación cruzada de tipo hummocky 3. Ejemplo de silicificación por diagénesis siguiendo los niveles más finos en el interior de una calcarenita 4. Silex presentando laminación cruzada

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6 Fig. 5. Macroscopía binocular (1-4) y microscopía de láminas delgadas (5-6) del sílex de la Formación Milanos. 1. GAL-05. Sílex laminado con textura wackstone 2. GAL-08. Silex con bioclasto característico (insertae sedis) sobre textura peletoidal (wackstone) 3. GAL-07. Sílex ooide de textura packstone/grainstone 4. GAL-04. Sílex oolítico de textura packstone/grainstone 5. GAL-05. Imagen de lámina delgada que presenta oolito con núcleo redondeado y múltiples capas de crecimiento 6. GAL-07. Foraminífero bentónico y peloides

ción alternante y diferencial de densidad de granos esqueletales y no esqueletales, mostrando un ambiente sedimentario de cierta energía, propio de las corrientes de turbidez.

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Entre los bioclastos observables a la lupa binocular es de destacar la frecuente presencia de un organismo que en la matriz silícea aparece de color negro formado por una sucesión de anillos concéntricos

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(Fig. 5: 2). La primera referencia geoarqueológica para este organismo en el sur de la Península Ibérica fue realizada sobre algunos objetos del yacimiento de El Malagón (Ramos Millán, 1997: 680 y fig. 5). En aquel momento fue clasificado como un foraminífero sin determinar la especie concreta (Texturalii s.p.). Sin embargo, nuestras observaciones sugieren la incorrección de tal atribución, por presentar estructura blanda deformante. Idénticos bioclastos han sido observados en sílex en áreas geográficas lejanas y con cronologías geológicas meso-cenozoicas. Así, por ejemplo, se cita su presencia como uno de los elementos que caracterizan el sílex bandeado de las minas de Krzemionki en Polonia (sílex tipo Krzemionki) (Budziszewski y Michniak, 1989), en este caso se describe como un microfósil negro tubular cónico que, a modo de hipó^ tesis, podría tratarse de esporas de Fungi (Prichystal, 2010: 246). En definitiva, este microorganismo tubular cónico, ante la falta de determinación concreta y la falta de acuerdo entre los especialistas, en el momento actual debe calificarse como Incertae sedis, debido a la ausencia de definición del taxón. El sílex de la Formación Milanos contiene elementos característicos de un ambiente oceánico de plataforma pelágica que a nivel de microfósiles se destaca la presencia de foraminíferos bentónicos, radiolarios y espículas de esponjas. En todo caso, un medio sedimentario marino poco profundo, hecho reforzado por la aparición de oolitos aislados, distinguidos en lámina delgada (Fig. 4: 5), o sílex exclusivamente oolítico (Fig. 4: 4) con ausencia de bioclastos y constituidos por oolitos de tipo bahamiano e incluso pisolitos. Podríamos decir que este tipo de sílex se engloba fundamentalmente entre los estratos de margas, calizas micríticas, calcisiltitas y calcarenitas de la Formación Milanos. En algunas zonas donde aflora la Formación Milanos, los estratos margosos y otros materiales blandos expuestos a la erosión permitieron que los nódulos y tablas de sílex fuesen fácilmente extraídos, desarrollándose la explotación mediante técnicas de cantería. No obstante, las características geológicas de los afloramientos de sílex, que redunda en la presencia de niveles continuos de sílex, permitió que las comunidades prehistóricas pudieran prever su localización, lo que facilitó sin duda las labores de minería mediante pozos, a diferencia de otros tipos de explotaciones existentes en Andalucía, como oportunamente hemos avanzado (Morgado Rodríguez y Lozano Rodríguez, 2009).

DOCUMENTACIÓN ARQUEOLÓGICA DE LAS EXPLOTACIONES PREHISTÓRICAS DEL SÍLEX DE LA FORMACIÓN MILANOS Las evidencias arqueológicas sobre la explotación de sílex del Subbético Medio tiene unos precedentes, aunque limitados y escasos, que se remontan a la primera mitad del siglo XX. Los estudios realizados por Hugo Obermaier (1934) en tierras granadinas durante los inicios del siglo XX, destacaron la presencia de “estaciones superficiales” algunas de ellas vinculadas a la explotación de los recursos de sílex regionales. Aunque el interés de estos primeros estudios se centró en las etapas más antiguas de la Prehistoria, el investigador citado indicó las primeras referencias sobre la existencia de canteras de sílex y talleres de la Prehistoria Reciente en los alrededores de la Sierra Harana, en concreto en los municipios de Iznalloz y Píñar (Obermaier, 1934), como el Cerrillo de la Orca en Píñar, dado a conocer como un yacimiento natural de sílex explotado durante la Prehistoria. No obstante, los avatares históricos y políticos hicieron que estos primeros estudios no fuesen continuados, de tal forma que debemos esperar a finales de la década de los sesenta y los setenta para la continuidad de la investigación sobre los lugares vinculados a las explotaciones del sílex. A partir de estos años las “estaciones” dadas a conocer fueron revisadas e incrementadas en diversas memorias de licenciatura realizadas en la Universidad de Granada. Estas memorias tenían como objetivo, igualmente, los testimonios artefactuales de la ocupación de la Prehistoria Antigua, pero apuntando que además también existían evidencias de núcleos para láminas de la Prehistoria Reciente, aunque nunca fueron objeto de análisis particular (Marqués Merelo, 1973; Martínez Padilla, 1974; Toro Moyano, 1979). Entre los yacimientos citados, vinculados a la producción especializada de la Prehistoria Reciente, además del citado Cerrillo de la Orea, también denominado Cerrillo de Orca, y el barranco del Carrizal a 3 km al norte de la cueva de La Carigüela, se citan ahora nuevos yacimientos descubiertos por M. C. Botella López a finales de la década de los sesenta. Así se presenta la Loma de Los Pedernales cerca del pueblo de Domingo Pérez, también denominado en otros estudios con el nombre de Cortijo Terre, por encontrarse en los límites de la explotación agrícola del mismo nombre.

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Fig. 6. Prenúcleo de grandes dimensiones Pto. Zegrí/Onítar (Iznalloz, Granada).

Otro de los yacimientos citados se localizó en el Puerto de Zegrí/Onítar (Iznalloz), en este caso reconocido por el que fue notario de Guadix D. Ángel Casas Morales y el doctor Miguel Guirao Pérez, catedrático de Anatomía de la Facultad de Medicina de Granada, en el que se destacaba la “gran cantidad de núcleos y hojas alargadas”. De este último se conserva un lote de objetos en el Museo Arqueológico de Granada procedente de la colección del citado notario (Fig. 6 y 7). Sin embargo, su existencia sólo se refleja en meras notas o citas. Estos singulares yacimientos vinculados a la explotación del sílex para artesanías especializadas de la Prehistoria Reciente prácticamente han pasado desapercibidos para la investigación, comenzando a ser valorados a partir de nuestros estudios. Por otro lado, en el sector más occidental de la Formación Milanos, en el término de Loja, se localizó la explotación de Los Gallumbares, que fue objeto una actuación puntual de prospección (Morgado Rodríguez et al., 2001; Morgado Rodríguez, 2002) cuyos resultados empezaron a enriquecer el panorama general de los lugares de producción laminar de la Prehistoria Reciente de la Cordillera Bética (Fig. 8). La importancia del afloramiento de sílex de Los Gallumbares es resaltada por la documentación histórica de los ingenieros militares que mencionan a

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Fig. 7. Prenúcleos y nucleo de láminas Pto. Zegrí/Onítar (Iznalloz, Granada).

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este pequeño valle, como la mayor cantera de España para la producción de piedras de fusil (Salas, 1833). A la anterior se debe sumar, en la misma zona, la extensa explotación del Cerro del Reloj (CRE, Montefrío, Granada), reconocida por un conjunto de materiales depositados en el Museo de Priego de Córdoba.

zadas a lo largo de todo el afloramiento de sílex. Estos restos arqueológicos constituyen las evidencias materiales del proceso complejo de transformación, constituido por millones de evidencias materiales, desde las lascas de descortezado hasta los núcleos amortizados por agotamiento de la materia prima, en plena fase de producción.

En definitiva, los yacimientos arqueológicos directamente vinculados con la explotación del sílex de la Formación Milanos actualmente están constituidos, de oeste a este por: Los Gallumbares (GAL, Loja), Cerro del Reloj (CRE, Montefrío), Puerto del Zegrí/Onítar (PZE, Iznalloz, Granada) y Loma de Los Pedernales/El Cuarterón (LPE, Iznalloz, Granada), esta última inédita y en fase de estudio por los firmantes, constituida por una enorme área de dispersión de materiales que abarca varios kilómetros cuadrados. Las explotaciones conocidas se caracterizan por la gran dispersión de evidencias de extracción y transformación mediante la talla locali-

Esta documentación se complementa con las evidencias arqueológicas del proceso de producción laminar (lascas de preparación, preformas de núcleos y núcleos de láminas en distintos grados de agotamiento) integradas en los asentamientos de la región, como por ejemplo en Los Castillejos de las Peñas de los Gitanos de Montefrío (Morgado Rodríguez et al., 2008, fig. 11), asentamiento del Arroyo Escóznar (Gómez Torres et al., 1987: figs. 4 y 5), El Manzanil (Fresneda Padilla, 1980, 1983), Sierra Martilla (Carrasco Rus et al., 1986) entre otros. Lo cual reafirma la interrelación de las poblaciones locales de la región con la explotación del sílex.

Fig. 8. Núcleo de láminas agotado de Los Gallumbares (Loja, Granada).

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TECNOLOGÍA Y CONTEXTO SOCIOCULTURAL DE LA PRODUCCIÓN ESPECIALIZADA DEL SÍLEX DE LA FORMACIÓN MILANOS a. La producción laminar especializada A partir de las prospecciones realizadas por nosotros en las explotaciones de sílex de la Formación Milanos, junto con el análisis de sus conjuntos arqueológicos depositados en diferentes museos de la región, hemos podido caracterizar los principales rasgos tecnológicos de los procesos de transformación que se llevaron a cabo. A nivel cuantitativo, podemos afirmar que el objetivo principal de la explotación del sílex estuvo vinculado con la producción de soportes laminares estandarizados, siendo ésta la principal actividad artesanal. Los análisis realizados a finales del siglo XX sobre algunas explotaciones de sílex de la provincia de Málaga habían incidido en la descripción tipológica y el tratamiento estadístico de los conjuntos líticos recolectados de dichas explotaciones (Vallespí Pérez y Cabrero García, 1980-81; Fernández Ruiz y Márquez Romero, 1985; Vallespí Pérez et al., 1988; Ramos Muñoz, 1997). No obstante, dichos análisis tenían claras premisas tipológicas, lo que redundaba en el tratamiento estático de las evidencias de talla y ciertas incoherencias tecnológicas (Morgado Rodríguez y Roncal Los Arcos, 2009). En algunos casos se habían propuesto esquemas tecnológicos globales, aunque sin una distinción conceptual de la realidad analizada y teniendo como referente las cadenas operativas descritas para otras regiones y otros momentos cronológicos, como el método Corbiac o los núcleos de grandes laminas llamados livres de beurre de la región de Gran Pressigny en Francia (Martínez Fernández, 1997: 430). Nuestros estudios han incidido en la compresión dinámica de los elementos arqueológicos dentro de la secuencia de reducción lítica o cadena operativa (Morgado Rodríguez, 2002; Morgado Rodríguez et al., 2009). Un primer paso necesario para explicar la tecnoeconomía de este proceso de trabajo. El anterior objetivo ha sido establecido mediante la aplicación metodológica de la lectura diacrítica del material arqueológico y el reconocimiento de los métodos, técnicas y procedimientos de la talla (Tixier et al., 1980; Pelegrin, 1990, 1991; Inizan et al., 1995; Pelegrin, 2002; Baena Preysler y Cuartero

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Monteagudo, 2006; Baena, 2007). No obstante, para el reconocimiento de los estigmas de técnicas de talla se han llevado a cabo experimentos arqueológicos de contrastación de las hipótesis planteadas, algunos de los cuales han sido oportunamente avanzados (Pelegrin y Morgado Rodríguez, 2007). Los resultados de estos análisis pueden ser sintetizados y debatidos en los siguientes puntos. La cadena operativa de la producción laminar es unitaria para todas las explotaciones de la Formación Milanos y concomitante con el resto de explotaciones de la Cordillera Bética de Andalucía. Esto nos permite afirmar que se configura un territorio tecnológico homogéneo, si bien existen algunos procedimientos de talla distintivos, propios de este sector Subbético Medio. Las características globales de la tecnología laminar son (Fig. 9): - Método de talla. Se basa en la preparación mediante una configuración prismática de la preforma del núcleo. Esta morfología es conseguida mediante la creación de crestas (Fig. 9: 2). Además de dar forma al núcleo, estas crestas guían las primeras extracciones (crestas anterolaterales) y determinan la longitud máxima de las futuras láminas. Las dos crestas anterolaterales, delimitan el frente de extracción, mientras que las crestas posterolaterales sólo tienen el objeto de determinar el volumen global de los núcleos. En consecuencia un número mínimo de crestas viene dado por la delimitación de la progresión frontal del núcleo, no existiendo núcleos de una única cresta, como algunos investigadores han propuesto (Márquez Romero, 1995-96: 58; Martínez Fernández, 1997: 431). La presencia de tablas cuadrangulares de sílex de la Formación Milanos permitió la realización de morfologías perfectamente cuadrangulares (dos crestas anterolaterales y dos posterolaterales) siendo una característica exclusiva de estas explotaciones con respecto a otras de la Cordillera Bética. Este sistema de talla es complejo, pues implica partir de una morfología natural y crear un volumen de geometría precisa para poder realizar una óptima productividad de láminas regulares de secciones fundamentalmente trapezoidales. Este hecho nos permite indagar sobre el grado de maestría o savoir-faire (Fig. 10). En este sentido, las evidencias de talla presentes en las explotaciones del sílex de la Formación Milanos no sólo reflejan los episodios de producción, sino que en muchas oca-

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Fig. 9. 1. Método de talla de la producción laminar (IV-III mil. cal BC); 2. Esquemas volumétricos de la preparación de núcleos; 3. Procedimiento de preparación del punto de presión para la extracción de la lámina; 4. Variabilidad tipológica de los talones diedros agudos.

siones las evidencias arqueológicas de preformas de núcleos son esbozos mediocres o procesos de preparación incorrectos (a veces utilizando, incluso materia prima de baja calidad) que deben constituir eventos relativos a la adquisición de la destreza necesaria por la vía del aprendizaje, un fenómeno no tenido en cuenta y al que aún no se ha prestado la suficiente atención. - Técnica de talla: Si el anterior punto es deducible de la lectura diacrítica directa del material, en este caso, el referente experimental es elemento de referencia ineludible. Al respecto, se había afirmando de manera hipotética como técnicas de talla para estas láminas la percusión indirecta (Afonso Marrero et al., 1996; Márquez Romero 1995-96; Martínez Fernández, 1997) o la presión sensu lato (Ramos Muñoz, 1997). A partir de la hipótesis sobre los sistemas de presión reforzada (Morgado Rodríguez, 2002) y las experimentacio-

nes realizadas al respecto (Pelegrin y Morgado Rodríguez, 2007), reafirmamos que las características presentes en estos productos (extrema regularidad, paralelismo de bordes y aristas y la ligereza de las láminas) inciden en el uso de la presión y, en el caso de grandes láminas, el uso de mecanismos de presión con palanca. La técnica de talla mediante presión evolucionó, por tanto, desde los sistemas de presión más simples introducidos desde el Neolítico antiguo para las producciones domésticas de laminitas, hasta la innovación de la presión con palanca para la obtención de grandes láminas de la Edad del Cobre (Morgado Rodríguez y Pelegrin, en prensa). Por otro lado, esta técnica de talla debió complementarse con otras para la preparación de los núcleos. Así, al menos durante la fase de preparación del núcleo, el control absoluto de los golpes para la creación de crestas extremadamente rectilíneas es indicativo de la percusión indirecta (Fig. 10).

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Fig. 10. Ejemplo de maestría artesanal de la preparación de crestas antelolaterales de un prenúcleo de láminas. Pto. Zegrí/Onitar (Iznalloz, Granada).

- En cuanto al procedimiento de extracción de las láminas, es éste uno de los elementos más característicos de éste proceso artesanal, que lo personaliza y separa de otras producciones contemporáneas del continente europeo (Fig. 9: 3 y 4). Toda la energía necesaria para extraer las láminas fue concentrada en una arista, que determina la morfología de los talones, los denominados talones diedros agudos (Pelegrin y Morgado Rodríguez, 2007) aunque pueden presentar una cierta variabilidad (agudos, de meseta o triedros). Este procedimiento de preparación está relacionado con la técnica de presión pero, sin duda, con el uso de instrumental específico que debía realizar la trasmisión de la energía. - Así, podemos afirmar que tanto la creación mediante percusión indirecta de las crestas de las preformas de los núcleos, como la extracción de las láminas debió realizarse con instrumental de cobre o asimilable (Pelegrin y Morgado Rodríguez,

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2007). Esta conclusión se extrae de los estigmas visibles en el material arqueológico que refleja el uso de un útil muy resistente, de apenas unos cuantos milímetros de grosor, pero lo suficientemente dúctil para no partirse o rajarse, ni deteriorar los destacados talones diedros. Las pruebas experimentales ratifican el uso de puntas de cobre e invalidan el de elementos orgánicos (bien sean cuernas de ciervo o madera) o pétreos, los primeros por su rápida fragilidad y los segundos por romper la arista de los talones diedros en el momento de recibir la fuerza de presión. Las experimentaciones con punzones metálicos y la comprobación en el registro arqueológico de otras partes del mundo hasta la fecha, así lo indican (Perlès 1984, 2004; Inizan et al., 1994; Pelegrin 2003, 2006, en prensa; Méry et al., 2007; Guilbeau 2010; Chabot y Pelegrin, en prensa). La aparición de estos talones diedros agudos de manera simultánea en diferentes partes del mundo (Pakistán, Próximo Oriente, Grecia y Península Ibérica) hacia

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finales del Neolítico es un fenómeno de concurrencia técnica indicativa del empleo de este nuevo tipo de material para la talla de las láminas. La cadena operativa de las explotaciones de sílex de la Formación Milanos presenta las mismas características, por lo que podemos hablar de una homogeneidad técnica que redunda en el carácter especializado del proceso (Rosen, 1989; Costin, 1991, 2001; Cross, 1993). Esta tecnología fue originada en el seno de ciertas comunidades del IV milenio cal BC y alcanzó durante el III milenio la mayor expresión de especialización artesanal sobre la talla del sílex de toda la Prehistoria. El marco cronológico de esta tecnología debe ser relacionado con el contexto sociocultural que permitió el desarrollo de esta artesanía especializada. Tradicionalmente, la aparición de grandes láminas formando parte de los ajuares de las sepulturas megalíticas de la Prehistoria Reciente había fijado el marco cronológico y cultural. El avance en las dataciones absolutas de los yacimientos de la Prehistoria Reciente va permitiendo fijar los límites de este fenómeno. Recientemente, algunos investigadores han propuesto el origen de este cambio técnico y, por tanto, cambio social, como propio del llamado Neolítico Tardío, fechado a finales del V milenio cal BC a partir de las nuevas dataciones de la secuencia del yacimiento de Los Castillejos de la Peñas de los Gitanos de Montefrío (Martínez Fernández et al., 2009). No obstante, sólo este yacimiento arroja fechas tan antiguas. Las láminas con talón diedro agudo aparecen en un momento por concretar a mediados del IV milenio, presente en los diferentes asentamientos y las nuevas arquitecturas funerarias megalíticas, como por ejemplo Fase IIIa de la Cueva del Toro (Antequera, Málaga) (Martín Socas et al., 2004; Morgado et al., e.p.) y el arranque de los principales asentamientos fortificados del sur peninsular (Nocete Calvo, 2001; Molina González et al., 2004). Independientemente de la problemática sobre su génesis, no cabe duda que este proceso técnico de producción laminar pudo desarrollarse por toda una serie de factores tecnoeconómicos e innovaciones aplicadas a la talla del sílex, entre las cuales estaría el uso de utillaje metálico llevado a cabo por auténticos especialistas en el seno de unas comunidades concretas que tuvieron un acceso directo a los mejores afloramientos de sílex de la Formación Milanos.

La cadena operativa analizada y su modo de trabajo son deducidos del abandono masivo en las explotaciones de los miles de restos de talla del proceso productivo y la transmisión del conocimiento artesanal, con una ausencia significada del objetivo de la producción. Ello responde a nivel global, independientemente de la casuística histórica particular, a expediciones programadas realizadas en determinadas épocas del año que debieron desarrollarse desde los lugares de asentamiento de las comunidades que explotaron estos afloramientos de sílex. Este hecho implica una estructuración del territorio con la centralización de ciertos lugares de aprovisionamiento y otros de residencia. Estas comunidades, sin lugar a dudas, tienen un acceso directo a los recursos geológicos gracias al dominio político del territorio, salvando la distancia tanto física como social, entre el lugar de residencia y las fuentes de materia prima. Por el momento no podemos afirmar la existencia de asentamientos permanentes ubicados o relacionados directamente con estas fuentes a través de su control efectivo o visual, como así parece sugerirse en otras zonas de Andalucía (Linares Catela et al., 1998). Al contrario, creemos que el dominio ejercido por los grupos sociales sobre este territorio explicaría la ausencia de una estrategia defensiva que pase por el control directo de la fuente de aprovisionamiento. Evidentemente, la cuestión no es de acceso compartido o restringido, puesto que se entiende que dentro de las relaciones de la sociedad arcaica están excluidos los extranjeros (no parientes), por lo que habría que considerar que las explotaciones mejor conocidas por las prospecciones (GAL y CRE) están dentro de un territorio cohesionado por lazos sociales. Es el territorio de dominio social de los grupos que lo explotan. Así, la diversidad de asentamientos y necrópolis presentes en el Subbético Medio son la plasmación de una estructuración social de este territorio durante el III milenio BC. Un modelo de vinculación territorial entre las poblaciones especializadas en la talla y los afloramientos de sílex explotados. b. La producción especializa de puñales y/o alabardas No obstante, los soportes laminares no fueron el único producto objeto de especialización artesanal evidenciado en estas explotaciones de la Formación Milanos. En menor medida se han documentado desechos de procesos de talla relacionados con la

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Fig. 11. Esbozos macroproductos bifaciales (alabardas) de Los Gallumbares (Loja, Granada).

elaboración de macroelementos bifaciales, tipológicamente clasificados como puñales o alabardas (Fig. 11). En el momento actual de nuestros conocimientos, de las cuatro grandes explotaciones conocidas, sólo dos de ellas (GAL y CRE) evidencia este proceso artesanal que, por otro lado, ofrece muy pocos elementos arqueológicos de sus procesos de elaboración, siendo uno de los pocos testimonios de transformación de estos productos para la Península Ibérica.

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PERSPECTIVAS Estas producciones especializadas realizadas en el sílex de la Formación Milanos fueron ampliamente distribuidas a nivel regional. Su distribución apenas comienza a ser esbozada. En el momento actual, podemos decir que algunos productos están presentes, en diferente proporción, en los asentamientos y necrópolis del sur de la Península Ibérica. La cuantificación de la distribución territorial de estos productos

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especializados es una de las líneas a desarrollar en el futuro, lo cual nos permitirá indagar la interrelación social entre las comunidades prehistóricas del IV y III milenio y establecer las interpretaciones sobre la naturaleza de esta circulación. Más allá de la distribución regional, los análisis geoarqueológicos (materias primas y tecnología) de estos objetos, bien sean alabardas (Fig. 12) o grandes láminas (Fig. 13), depositados en ciertos monumentos funerarios reafirman una circulación a larga distancia. La distribución de los objetos tallados en el sílex de la Formación Milanos fue principalmente hacia el oeste peninsular (Fig. 14). 1

En este sentido, algunos investigadores, desde posiciones teóricas contrastadas, han formulado una misma hipótesis: la existencia de redes articuladas de distribución (Vallespí Pérez et al., 1988; Ramos Muñoz, 1997) que implicaron un flujo dependiente de materias primas y productos entre distintas comunidades dentro de una estructura social centro/periferia (Nocete Calvo et al., 2005). Esta última interpretación implicaría flujos regulares mediante una racionalización económica de dependencia productiva. 2a Fig. 13. Gran lámina del dolmen 3 de Alcalar (Algarve, Portugal) (Museo Nacional de Arqueología, Lisboa). Nótese el cambio de microfacies ooides a peletoidal, en esta última con bioclastos característicos (a. insertae sedis) y granos de cuarzo (b).

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Fig. 12. Alabardas elaboradas en sílex de la Formación Milanos procedentes de Granja de Céspedes (Badajoz) (Museo Arqueológico Nacional, Madrid) y Aljezur (Algarve, Portugal) (Museo Nacional de Arqueología, Lisboa).

Microfacies peletoidal con bioclastos

Microfacies oolítica

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Fig. 14. Distribución cualitativa de circulación a larga distancia del sílex de la Formación Milanos.

En el lado opuesto situamos al intercambio coyuntural para reforzar los lazos políticos entre comunidades rectoras de sus territorios. En este último aspecto, el intercambio estaría establecido en función del contexto social y la coyuntura del refuerzo de las relaciones políticas. Ello implicaría que no habría una única vía de intercambio, aunque a nivel arqueológico se constate una mayor concentración de la distribución en favor del peso de unos lugares que ejercen la representación social dentro del territorio comunal. Este intercambio sería una evidencia de la reafirmación de los lazos de reciprocidad entre grupos con territorios políticos consolidados. Sin embargo, como hemos afirmado, la interpretación de esta circulación, bien sea en favor de las relaciones sociales de producción o resultado de relaciones políticas, debe establecerse no sólo en la evidencia de la circulación sino también en una aproximación cuantitativa de esta circulación a lo largo del tiempo

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Excavaciones de la Universidad de Málaga en el foso 1 de Perdigões (campaña 2010).


ESTUDIOS

AVANCE A LA SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA DEL “FOSO 1” DE PERDIGÕES (REGUENGOS DE MONSARAZ, PORTUGAL) A PARTIR DE LAS CAMPAÑAS 2009 Y 2010 José E. Márquez Romero1, José Suárez Padilla2, Víctor Jiménez Jáimez2 y Elena Mata Vivar2

Resumen Descubierto en 1997, el yacimiento de fosos neolítico-calcolítico de Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Évora, Portugal) se localiza en una región famosa por la proliferación de monumentos megalíticos. En el seno de un proyecto global de investigación coordinado por Era-Arqueologia, Perdigões ha sido objeto de actuaciones recientes por parte de la Universidad de Málaga (UMA). Primero, prospecciones geofísicas generales, que han revelado la existencia de hasta 11 recintos de fosos. Segundo, dos campañas de excavación en un punto del denominado Foso 1 del sitio, el más externo, en las cercanías de una discontinuidad conocida como Puerta 1. El objetivo de las mismas se centraba en evaluar algunas de las hipótesis que componen el modelo interpretativo que sobre los recintos de fosos del suroeste peninsular venimos defendiendo en los últimos años. En el presente artículo damos a conocer nuestra lectura sobre la secuencia estratigráfica del Foso 1, según los nuevos datos, y comparamos los resultados obtenidos con las expectativas teóricas previas a los trabajos de campo.

Palabras clave: Neolítico, Calcolítico, recintos de fosos, megalitismo, Península Ibérica, Alentejo, Perdigões, prospección geofísica.

A PRELIMINARY REPORT ON THE STRATIGRAPHIC SEQUENCE OF “DITCH 1” AT PERDIGÕES (REGUENGOS DE MONSARAZ, PORTUGAL) ACCORDING TO THE 2009 AND 2010 FIELDWORK SEASONS Abstract Discovered in 1997, the Neolithic-Chalcolithic ditched site of Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Évora, Portugal) is located in an area widely known for the profusion of megalithic monuments. Within a global research project co-ordinated by Era-Arqueologia, recent fieldworks have been carried out by a team from the University of Málaga (UMA). Firstly, extensive geophysical surveys, which revealed the existence of up to 11 ditched enclosures. Secondly, two excavation campaigns at a point in the feature named Ditch 1, the most external, in close proximity to the causeway known as Gate 1. The works focused on testing some of the hypotheses which constitute the interpretative model for Southwestern Iberian ditched enclosures that we have been defending in the last few years. In the current paper we present our reading of the stratigraphic sequence of Ditch 1, according to the new data, and compare the results obtained with our own previous theoretical expectations.

Keywords: Neolithic, Calcolithic; Ditched Enclosures, Megalithism, Iberian Peninsula, Alentejo, Perdigões, Geophysical Survey.

1

Área de Prehistoria. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Málaga. Proyecto Investigación P08-HUM-04212, Junta de Andalucía. [ jemarquez@uma.es ] 2 Proyecto Investigación P08-HUM-04212, Junta de Andalucía. [ psuarezarqueo@gmail.com ]; [ vjjaimez@yahoo.es ]; [ elemavi@hotmail.com ] Recibido: 25/03/2011; Aceptado: 09/05/2011

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JOSÉ E. MÁRQUEZ ROMERO, JOSÉ SUÁREZ PADILLA, VÍCTOR JIMÉNEZ JÁIMEZ Y ELENA MATA VIVAR

INTRODUCCIÓN El yacimiento de fosos de Perdigões, de cerca de 16 ha de extensión y cronología neolítica-calcolítica, se localiza en el Concelho de Reguengos de Monsaraz, a unos 2 km al NW del núcleo urbano, en el Alentejo portugués. Su situación es central dentro del valle que forma el río Álamo (Ribeira do Álamo), curso fluvial afluente del Guadiana, dentro de uno de los paisajes megalíticos de mayor renombre a nivel continental (Leisner y Leisner, 1951; Gonçalves, 1999) (Fig. 1). La topografía del lugar donde se asienta el yacimiento recuerda a la de un teatro griego, en dos sentidos. Por una parte, tiene forma de cuenca, al estar su perímetro más elevado que el centro del sitio, dotando al lugar de unas pésimas condiciones naturales para la defensa. Por otra, posee una visibilidad prácticamente nula hacia el Norte, el Sur y el Oeste, mientras que, por el contrario, disfruta de una amplia visibilidad hacia el Este, es decir, hacia el resto del valle.

La Universidad de Málaga (UMA) realiza actividades arqueológicas en el sitio desde el año 2008 (Márquez Romero et al., 2008, 2011a). Las primeras investigaciones llevadas a cabo a finales de los años 90 habían reconocido en Perdigões un asentamiento campesino (Lago et al., 1998a: 141 y ss.), con un espacio funerario integrado en la propia estructura del poblado (Valera et al., 2000: 89). Esta interpretación 1 , pues en los años subsiguienhabría de durar poco1 tes se dieron dos circunstancias, en parte relacionadas, que vendrían a modificar el panorama existente a finales de los años 1990: a) por un lado, una auténtica revolución empírica, al multiplicarse el descubrimiento de este tipo de sitios en el suroeste peninsular y detallarse el conocimiento de algunos de ellos; b) por el otro, una insistente llamada de atención de diversos investigadores, entre los que nos encontramos, a reflexionar desde nuevos parámetros sobre la problemática de los denominados yacimientos de fosos de la Prehistoria Reciente del sur de la Península Ibérica. Creemos que no es

Monumento megalítico Perdigões

Río Guadiana

Fig. 1. Localización del yacimiento de Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal) en la Península Ibérica (fotografía de satélite a cargo del Modis Land Rapid Response Team, NASA GSFC), y su relación espacial con la hidrografía y los monumentos megalíticos del valle de la Ribeira do Álamo (modificado de Valera, 2006, fig. 3).

1 El equipo de Era-Arqueologia, entidad que comenzó las investigaciones en el sitio, ha ido modificando estos planteamientos iniciales, al integrar el yacimiento, ahora, dentro de la categoría continental de los recintos de fosos y enfatizando, además, los aspectos funerarios y cosmológicos del lugar (p.e. Evangelista, 2003; Valera et al., 2007; Valera, 2008).

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AVANCE A LA SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA DEL “FOSO 1” DE PERDIGÕES

pretencioso afirmar que una combinación de los dos procesos, así como la continuada colaboración entre Era-Arquelolgia y la UMA en la investigación del sitio, han convertido Perdigões en un referente para comprender la cuestión a nivel peninsular. Para el equipo de la UMA, Perdigões supone además poder valorar, en un yacimiento excepcional y con unas condiciones de trabajo inmejorables, el modelo teórico que sobre estos yacimientos venimos proponiendo desde hace más de un decenio; modelo que implica, no sólo nuevas interpretaciones, sino también un profundo cambio metodológico en su estudio. A tal fin, se han desarrollado en los últimos tres años dos campañas de prospecciones geofísicas (2008-2009) y otras tantas de excavación de un tramo del Foso 1 (2009-2010). El presente artículo tiene dos finalidades principales. La primera es describir, de forma aún preliminar y con el firme propósito de seguir profundizando en el tema mediante análisis auxiliares, la secuencia estratigráfica del Foso 1, a la luz de los resultados de las excavaciones de la UMA. La segunda es reflexionar sobre cómo conciliar los nuevos datos con nuestras expectativas y conocimientos previos a la intervención. Empezaremos por explicitar nuestros presupuestos interpretativos.

LA TEORÍA PREVIA: FOSOS Y RECINTOS EN EL SUROESTE PENINSULAR Debemos en este punto distinguir entre lo que concierne, por un lado, a la interpretación de los recintos de fosos y su papel histórico en la Prehistoria Reciente del suroeste y, por otro, a lo que afecta únicamente a la estratigrafía del relleno de los fosos que los definen. Iremos, pues, de la macroescala a la microescala.

Grosso modo, nuestra propuesta general sobre los yacimientos de fosos descansa sobre tres grandes pilares teórico-metodológicos: 1) El estudio de estos lugares, lejos de enfoques localistas, debe integrarse en una escala de análisis paneuropea, en consonancia con la investigación de los causewayed enclosures británicos, los enceintes fossés franceses, los unterbrochene erdwerke centroeuropeos, los villaggi trincerati italianos o los indelukke nórdi-

cos (Márquez Romero, 2001; Márquez Romero y Jiménez Jáimez, 2010: caps. 5 y 6). 2) La categoría poblado con fosos, entendida como un vasto asentamiento permanente de poblaciones campesinas, con zanjas defensivas o de drenaje y silos o cabañas subterráneas, que viene siendo utilizada mayoritariamente en nuestro ámbito para describir e interpretar estos yacimientos, no resulta, hoy por hoy, pertinente para un acercamiento fructífero a esta fenomenología arqueológica (Márquez Romero, 2003; Márquez Romero y Jiménez Jáimez, 2010: cap. 7). 3) El estudio de tales sitios debe tener en cuenta, en cualquier caso, la naturaleza peculiar de la formación del registro arqueológico que en ellos se observa (Márquez Romero, 2003; Márquez Romero y Jiménez Jáimez, 2010: cap. 8). En lo concerniente al relleno de los fosos, es decir, al nivel microespacial, frente a las hipótesis tradicionales, partíamos de un modelo alternativo que hemos denominado hipótesis de la reposición (desarrollado de forma mucho más amplia en Márquez Romero y Jiménez Jáimez, 2010: cap. 9). La idea fundamental sobre la que se construye dicha teoría es que la intervención humana es el proceso deposicional primordial en la formación del relleno de los fosos (también en los hoyos, fosas y cubetas que a menudo acompañan a las zanjas). Dicha afirmación se sustenta en dos rasgos del registro arqueológico que, a nuestro juicio, no pueden explicarse de otro modo, y que se combinan para producir yacimientos con total predominio de las estratigrafías horizontales frente a las verticales: 1. La generalizada disimetría en la distribución de evidencias arqueológicas en los recintos de fosos, esto es, la abundancia de vestigios prehistóricos del IV-III milenios AC en el interior de las estructuras negativas y su pobreza y escasez al exterior de las mismas, en lo que debía de ser la antigua superficie de los sitios en cuestión. 2. Muchas de las características de los rellenos de las zanjas, en las que se observan: procesos acelerados de rellenado, homogeneidad cronológica de los contenidos, depósitos con geometrías desiguales o con gran buzamiento, ausencia, entre estructuras próximas, de patrones sedimentarios comunes, o, de forma más evidente, abundante presencia de restos animales y humanos articulados o desarticulados, a veces formando asociaciones complejas.

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Coherentemente con lo dicho, pensamos que la acción humana se pudo manifestar en tres prácticas relacionadas con la ocupación y el abandono de estos lugares, incluido Perdigões, y relacionadas secuencialmente de la siguiente manera: a) la excavación de fosos de sección en “U” o “V”; b) la evacuación y el traslado intencionado de casi todos los restos materiales que, de otra manera, habrían constituido depósitos superficiales de ocupación; y c) la deposición intencionada de altas cantidades y densidades del material cultural previamente retirado de la superficie, en hoyos excavados ex profeso y en los fosos delimitadores. Así pues, en 2008, cuando, por invitación de EraArqueologia, iniciamos nuestra participación en la investigación de Perdigões, ya éramos escépticos sobre la interpretación de los recintos de fosos como poblados campesinos de gran envergadura. De igual forma, antes de excavar en el Foso 1 de Perdigões esperábamos encontrar un relleno con indicios de haberse formado de manera relativamente rápida e intencionada, quizá de una sola vez, y con una alta densidad de artefactos y ecofactos. Todo ello chocaba en parte con las lecturas originales de su secuencia, realizadas con anterioridad por nuestros

colegas portugueses (Lago et al., 1998a; Evangelista y Jacinto, 2007).

LAS ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS

PROSPECCIONES GEOFÍSICAS Al comenzar los trabajos reparamos en la conveniencia de disponer de una imagen de conjunto del lugar antes de iniciar cualquier tipo de excavación. La única planta general que se tenía provenía de las fotos aéreas realizadas en 199722y, si bien era de gran calidad y nitidez, dejaba muchas interrogantes que considerábamos conveniente intentar aclarar. Con este fin, y como primera actuación en el sitio (2008-2009), el equipo de la UMA programó, con la colaboración de Era-Arqueologia, una serie de prospecciones geofísicas3, método no empleado hasta el momento en Perdigões. Los resultados (Márquez Romero et al., 2011b) superaron las previsiones más optimistas, ofreciéndonos una nueva imagen global (Fig. 2). En ella se aprecia que en Perdigões se solapan, al menos, 11 anillos

Fig. 2. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Resultados de las prospecciones geomagnéticas realizadas durante el verano de 2009 (Márquez et al., 2011b).

2 Las primeras fotos aéreas del yacimiento fueron tomadas por el IPPAR, en agosto de 1997. El mismo año ERA-Arqueología realizó otro conjunto de fotos aéreas, llevadas a cabo por Manuel Ribeiro. 3 Las prospecciones geofísicas fueron ejecutadas por las empresas Eastern Atlas Geophysical Prospection (georadar) y Becker

Archaeological Prospection (geomagnética).

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AVANCE A LA SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA DEL “FOSO 1” DE PERDIGÕES

manifiestamente concéntricos, constituidos, bien por zanjas o fosos excavados en la roca basal, bien por posibles empalizadas. En el magnetograma también se advierten, como mínimo, cuatro o cinco interrupciones en el recorrido de los fosos exteriores, que podrían corresponderse con otras tantas puertas, algunas de ellas complejas o monumentalizadas. No menos significativa resulta la profusa presencia de centenares de estructuras tipo hoyo o fosa que se distribuyen entre los diversos recintos. En principio, las prospecciones geomagnéticas no revelaron la existencia de restos estructurales en positivo. Salvo una estructura circular de piedras, con cerámica campaniforme incisa, que se localiza en el área central del yacimiento (Valera, 2010: 25), en el sitio no se aprecian ni cimientos de cabañas ni hoyos de postes de edificio alguno. Tampoco aparecen evidencias claras de muros. Como puede verse, las prospecciones geofísicas fueron decisivas a la hora de mejorar la caracterización general del yacimiento y, especialmente, de la puerta nororiental del foso más exterior (Foso 1), en la que, como veremos a continuación, se había decidido intervenir arqueológicamente.

EXCAVACIÓN EN EL FOSO 1 Para contrastar los parámetros teóricos anteriormente expuestos, escogimos el Foso 1, en un punto próximo a la Puerta 1 o puerta NE, como área para llevar a cabo la excavación arqueológica de 20092010. En esta elección fue determinante nuestro convencimiento de que las zonas de entrada en los recintos de fosos europeos suelen ser las más proclives a concentrar depósitos “especiales” o “estructurados” (Márquez Romero y Jiménez Jáimez, 2010: cap. 5). Dado que, en el momento de la decisión (verano de 2007), el único acceso que se conocía con seguridad en el recinto, a través de la foto aérea, era la citada puerta NE, parecía coherente comenzar por allí. No menos importante en la elección fue que en dicha zona, en 1997, Era-Arqueologia había comenzado la excavación de un tramo del Foso 1 muy próximo a la

puerta, pero no la había podido concluir (Lago et al., 1998b). En esta coyuntura, no nos parecía legítimo abrir un corte nuevo, con lo que de gastos e impacto en el yacimiento supondría, apenas a unos metros de distancia de un sondeo no finalizado con anterioridad. Obviamente, tal decisión nos obligó a realizar una serie de ajustes metodológicos concretos, puesto que los objetivos de partida de las campañas de 1997 (Lago et al., 1998b; Evangelista y Jacinto, 2007) y de 2009 (Márquez Romero et al., 2008) eran bien distintos. También hubo que dedicar un importante tiempo de nuestra primera campaña en la limpieza y acondicionamiento del corte, una vez transcurrido 12 años desde su cierre provisional. Por otro lado, el sondeo de 1997, al no disponer en aquellos momentos de la planimetría precisa aportada por las prospecciones geofísicas, se realizó con orientación estricta norte-sur, lo que provocó que el corte cruzara el Foso 1 de forma oblicua y no perpendicular. Como resultado nos enfrentamos a perfiles algo más difíciles de interpretar. No obstante, y gracias a la colaboración de nuestros colegas de EraArqueologia, todos estos inconvenientes se han podido minimizar, de tal manera que, hoy por hoy, creemos que fue un acierto esta decisión.

SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA DEL CORTE L1 (CAMPAÑAS 2009 Y 2010) El área de excavación planteada por el equipo de la UMA excedió en planta los límites del sondeo de 1997, inscribiéndose ahora dentro de un rectángulo con sus lados mayores orientados en sentido N-S y con unas dimensiones de 10,40 x 6,80 m (Fig. 3). Los objetivos de este aumento de la superficie de investigación eran dos. Por un lado, se buscaba documentar, al menos en parte, la fisonomía en planta de este tramo del Foso 1, en un sector necesariamente colindante con la zona de acceso, tal y como se había propuesto en su día a partir de la interpretación de la foto aérea, confirmada posteriormente por los trabajos geofísicos. Por otro, se pretendía valorar la posible existencia de estratigrafía prehistórica en la superficie coetánea al momento de uso del Foso 1 en este 4 tramo del recinto4 .

4 La metodología arqueológica empleada fue la misma que en fases precedentes: excavación de niveles naturales en sentido inverso a su formación, siguiendo para su registro los parámetros recomendados por el Programa Global de Investigação dos Perdigões, responsabilidad del Núcleo de Investigação Arqueológica (NIA) de Era-Arqueologia S.A. Se procedió a georeferenciar cada uno de los hallazgos significativos.

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Fig. 3. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Área de excavación planteada por el equipo de la UMA como ampliación en planta del sondeo iniciado por ERA-Arqueología en 1997. Las coordenadas absolutas de tres de los vértices se señalan en planimetría.

Los resultados estratigráficos de la excavación en superficie fueron los siguientes: bajo una capa de rellenos de casi un metro de potencia, removidos en profundidad por el arado moderno (UE 108), se localizó la secuencia arqueológica inalterada. El primer estrato que se pudo documentar fue un nivel de tonalidad anaranjada (UE 112), con 18 cm de potencia, cuyas inclusiones eran básicamente restos de materiales cerámicos de época bajomedieval islámica55 . Dicho depósito apoyaba directamente sobre el sustrato geológico (UE 110), inmediatamente subyacente, y en parte sobre los estratos más superficiales de relleno de la colmatación del foso (UE 111). Este dato evidencia que, al menos en este sector y ya desde esa época, no se conservaba estratigrafía prehistórica en superficie. La UE 113, interfacie que define en planta la fisonomía de la gran estructura negativa que supone el Foso 1, tiene a grandes rasgos aspecto de “parábola” que se desarrolla en sentido SE-NO. Presenta una anchura máxima entre los 5 y los 5,50 m, que se va reduciendo de forma progresiva hasta concluir en

el perímetro del perfil norte del sondeo. Puede observarse parte de su cierre, que delimitaba la zona de acceso o puerta de entrada al recinto (Fig. 3). Ofrece un remate con cierta tendencia achatada, y un ancho estimado cercano a los 3 m. Es probable que el Foso 1 llegue a alcanzar en algunos tramos una anchura cercana a los 9 m, reduciéndose progresivamente conforme se acerca a la zona de la puerta. Esta gran fosa alargada se realizó en todo momento excavando directamente sobre el sustrato geológico. Una vez documentada en planta la fisonomía de este tramo final de la zanja, los esfuerzos se centraron en completar el registro de la secuencia de colmatación hasta alcanzar los niveles de base. Para ello, los trabajos se desarrollaron dentro del antiguo sondeo llevado a cabo por ERA en la campaña del 1997, a partir de la cota más profunda alcanzada en éste en aquel momento. Aquí la superficie investigada se acotó algo con respecto al sondeo de 1997, quedando una superficie rectangular de 1,80 m de ancho por 6 m de largo, con orientación N-S, que se fue reduciendo progresivamente hasta localizar la base del foso.

5 En los trabajos llevados a cabo por ERA-Arqueología en 1997 se habían constatado los restos de un yacimiento medieval islámico en este sector vecino al foso (Lago et al., 1998b: 31).

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Para facilitar la descripción de la estratigrafía detectada (Fig. 4), pasaremos a exponerla desde los niveles más profundos a los más recientes, es decir, en sentido contrario a su registro documental. De este modo, la acción más antigua constatada correspondía a la propia excavación del foso (UE 113). Se

INTERVENCIONES ERA-97 Y UMA 09-10 EN FOSO 1

trata de una zanja cuyas paredes poseen una sección con acusada forma de “V”. La potencia máxima de los rellenos se acerca a los 3,50 m. El primer contexto arqueológico que se formó rellenando la base de esta gran estructura negativa se ha

INTERPRETACIÓN DE LOS PRINCIPALES HITOS DE LA SECUENCIA. UMA 2009-2010

NIVEL DE REMOCIÓN DE LOS ARADOS CONTEMPORÁNEOS EXCAVACIÓN UMA EN EXTERIOR DEL FOSO 1

DEPÓSITO BAJOMEDIEVAL ISLÁMICO INTERFACIE SUPERFICIAL DEL ÚLTIMO ESTRATO DE COLMATACIÓN DEL FOSO I

EXCAVACIÓN ERA 1997 INTERIOR DEL FOSO 1

ESTRATOS COMUNES EXCAVADOS POR ERA 97 Y UMA 2009

DEPÓSITO ALUVIAL 2

FOSAS PRACTICADAS SOBRE EXCAVACIÓN UMA EN

EL DEPÓSITO ALUVIAL 1

INTERIOR DEL FOSO 1

DEPÓSITO ALUVIAL 1

“DEPÓSITOS FUNDACIONALES”

INTERFACIE EXCAVACIÓN FOSO I

SUSTRATO GEOLÓGICO

Fig. 4. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Diagrama estratigráfico del Foso 1 a partir de las campañas 2009 y 2010.

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identificado como UE 140. Sólo se ha observado en una superficie muy reducida, exhibiendo una potencia de unos 17 cm, con matriz arenosa, semicompacta y color marrón oscuro. El material arqueológico está prácticamente ausente: sólo contabilizamos un fragmento de borde de plato de borde engrosado al interior (t. 1.2) (Fig. 5)66 , un trozo de pesa de telar cerámica, de forma rectangular, con dos perforaciones en uno de sus extremos (Lám. 1: L1 A 0310); algunos restos de fauna y un fragmento minúsculo de posible mineral de cobre, pendiente de caracterización. Sobre este estrato se depositó un nuevo nivel, UE 139 que volvía a apoyar en las paredes del foso, con

cerca de 15 cm de potencia. Esta unidad presentaba matriz arenosa, con tonalidad marrón pardusco, e inclusiones de pequeños restos de adobes, partículas de carbón y algunas rocas de naturaleza diversa, entre las que se contaban esquistos, que en algún caso mostraban indicios de termoalteración. El estrato contenía a su vez restos cerámicos y faunísticos. Se observaba, dentro de la misma matriz, una aparente disposición en tongadas (Fig. 6), de modo que se constató un primer subnivel, el más profundo, (UE 139a) con cierta concentración de restos faunísticos junto a una figurita de esquisto (Mata Vivar et al., 2011) (Lám. 1: L1 A 0315). Sobre este conjunto se documentó la presencia de otra fina capa con matriz sedimentaria

Fig. 5. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Tabla tipológica (a partir de Valera, 1998).

6 Para caracterizar las formas cerámicas utilizamos la tipología general del yacimiento (Valera, 1998). Dicha tipología se puede consultar en

la fig. 5 de nuestro artículo. Por tanto, los tipos cerámicos citados en el texto (por ejemplo t. 5.3) deben ser consultados siempre en la fig. 5, aunque, para evitar redundancias en un mismo párrafo, se omitan las llamadas en el texto.

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UE 139

Fig. 6. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Plantas de los dos subniveles de la UE 139.

semejante (UE 139b) que contenía, entre otros materiales, un pequeño plato o escudilla prácticamente completo (t. 1.1.b) (Lám. 1: L1 A 0288), con algunas piedras dispuestas aparentemente de forma perimetral al mismo (Lám. 2). Con respecto a la cerámica contenida en 139b (Lám. 1), junto al pequeño plato citado, se identifican ocho trozos de bordes correspondientes a recipientes abiertos (un plato de borde simple (t. 1.1), un plato de borde engrosado internamente (t. 1.2), dos tazas abiertas de borde simple (t. 2.1), una taza abierta de borde engrosado internamente (t. 2.2), una taza carenada de cuerpo hiperboloide (t. 3.3), dos cazuelas abiertas de borde plano o redondeado (t. 4.1), una cazuela honda (t. 4.2) y una pesa de telar. De la fauna, que se encuentra en estudio, podemos avanzar que se trata de fragmentos de mandíbulas, vertebras y algún trozo de extremidad principalmente de herbívoros. Aunque la superficie investigada de este estrato sigue siendo limitada, la disposición de algunos de los elementos como el cuenco y las piedras que lo rodeaban, cubriendo un primer conjunto donde destaca la presencia restos faunísticos, sin indicio de rodamiento, y la presencia (poco habitual en este tipo de rellenos), de la figurita de esquisto, nos per-

L1 A 0304

L1 A 0288

L1 A 0278

L1 A 0280

L1 A 0296

L1 A 0306

L1 A 0303

L1 A 0283

L1 A 0299

L1 A 0276

L1 A 0315

UE 140

L1 A 0326

L1 A 0310

Lám. 1. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Materiales arqueológicos de las UEs 139 y 140.

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Este estrato está cubierto por otro de naturaleza completamente distinta, denominado UE 129=136. Con una potencia de cerca de 30 cm, se trata de una unidad de color grisáceo-blanquecino, semicompacta y naturaleza arenosa, con grano fino, resultante aparentemente de la descomposición o disolución de los mismos gabrodioritos que conforman las propias paredes del foso. No presenta material arqueológico, y se forma apoyando contra las dos caras internas de la zanja. Este sedimento se extendería a esta profundidad por toda la superficie de al menos este tramo del foso.

Lám. 2. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Fotografía de la planta del subnivel superior de la UE 139.

mite plantear que nos encontramos ante una primera deposición intencionada. Sobre 139 se forma un nuevo nivel, de 12 cm de grosor, con aspecto semejante al nivel precedente, denominado UE 134. Se caracteriza por contener fragmentos cerámicos y nódulos anaranjados de arcilla, resultantes de descomposición de adobes, así como un mayor número de carbones. Contenía un fragmento de un pequeño utensilio de cobre, no clasificable, así como la mandíbula superior de un pequeño mamífero. Entre los restos de la vajilla cerámica documentada hay trozos de las siguientes formas: un plato de borde engrosado internamente (t. 1.2), dos trozos de tazas abiertas de borde simple (t. 2.1.), una taza abierta de borde engrosado al interior y al exterior, un fragmento de taza carenada de cuerpo hiperboloide (t. 3.3), tres trozos de cazuelas abiertas de borde plano o redondeado (t. 4.1), dos de cazuelas hondas (t. 4.2), y dos de cazuelas cerradas (t. 4.2), así como un mamelón.

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Uno de los aspectos más interesantes de la investigación del Foso 1 corresponde a lo que ocurrió tras la formación de este nivel: la práctica de una serie de fosas de diversa morfología y escasa potencia, que cortaron reiteradamente la superficie original supuesta por este potente paquete sedimentario (Fig. 7). Algunas de ellas, como las denominadas UEs 137.1 y 138.1, con aspecto ovalado y pequeñas dimensiones, se localizaban junto al lateral oriental de este tramo de la zanja (Lám. 3). Concretamente, la fosa denominada UE 137.1 tenía una potencia de 4 cm y una orientación sensiblemente transversal al eje principal del foso. Contenía un sedimento arenoso de color marrón pardusco (UE 137) y su único aporte era un fragmento de cráneo, posiblemente de ovicáprido. Hay que resaltar que la deposición puntual de restos faunísticos se constató ya en las excavaciones practicadas en el Foso 3 (Valera y Godinho, 2010: 30) del propio yacimiento. Por su parte, la fosa denominada UE 138.1, de mayor tamaño que la anterior y excavada a una cota semejante, sólo contenía una matriz sedimentaría similar a 137, pero sin materiales. La zona central de la UE 129=136 está cortada por una serie de fosas de poca potencia y planta con tendencia ovalada, que se superponen unas a otras (Fig. 7 y Lám. 3). La más profunda es UE 133.1. Su relleno, UE 133, contenía un trozo de plato de borde engrosado internamente (t. 1.2), dos de platos de borde engrosado al interior y al exterior (t. 1.3), un trozo correspondiente a una taza carenada de cuerpo hiperboloide (t. 3.3) y dos de cazuelas cerradas (t. 4.3). Este estrato, del que se conservan 7 cm de potencia, que en origen debió presentar mayor grosor, es a su vez cortado por otra fosa, con anchura semejante, que lo destruye en su sector más meridional. Esta última tiene planta de tendencia pseudocircular, denominada UE 135.1, y su ejecución viene a suponer también

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Lám. 3. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Fotografía de la UE 129=136 y las fosas (UEs 134, 135, 137 y 138) sobre ella recortadas. Fig. 7. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Planta de la UE 129=136 con indicación de las fosas (UEs 134, 135, 137 y 138) sobre ella recortadas.

la falta de conexión física existente entre 129 y 136. Contiene restos de vajilla cerámica (tres trozos de platos de borde engrosado internamente (t. 1.2), uno de plato de borde engrosado al exterior y al interior (t. 1.3), otro de taza abierta de borde simple (t. 2.1), un fragmento de cazuela cerrada (t. 4.3), así como un canto rodado, un fragmento de cristal de cuarzo y restos de fauna (fragmentos de mandíbula, una costilla y una falange). El techo de UE 133 vuelve a ser cortado por otra fosa denominada UE 131.1. Con un relleno de unos 5 cm de potencia (131), presenta matriz arcillosa, semicompacta, de color marronáceo, con inclusiones de nódulos de gabrodioritos. El material cerámico, muy fragmentado, incluye algunos trozos de bordes de platos y cazuelas (uno de plato de borde simple (t. 1.1), otro de plato de borde engrosado internamente (t. 1.2), y otro externamente (t. 1.4), así como cuatro de cazuelas abiertas de borde plano o redondeado (t. 4.1). El conjunto contiene a su vez algún canto rodado y restos faunísticos, entre los que destaca un cuerno de bóvido (al que

se le practicaron dos pequeñas perforaciones cuadrangulares), junto a una mandíbula que puede corresponder a un suido. La más alta y más moderna de todas estas fosas que cortan al estrato 129=136, se denominó UE 128.1 (Fig. 8). Se trata de una fosa de gran superficie que afecta a casi toda el área documentada. Su relleno, UE 128, conserva una potencia de cerca de 20 cm. El relleno presenta matriz de color marrón-amarillento, textura arenosa de grano fino, con nódulos de gabrodioritos descompuestos. Las inclusiones son piedras de tamaño pequeño, junto a restos cerámicos (un trozo de plato de borde engrosado internamente (t. 1.2), otro de plato de borde engrosado al interior y al exterior (t. 1.3), uno de taza carenada de cuerpo hiperboloide (t. 3.3), así como dos fragmentos de cazuelas abiertas de borde plano o redondeado (t. 4.1). También contiene una significativa presencia de restos faunísticos. A falta de estudios específicos, corresponden a herbívoros grandes (fragmentos de huesos largos, vértebras y alguna falange) (Lám. 4).

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Fig. 8. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Planta de la UE 128.

Lám. 4. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Fotografía de la UE 128.

El estrato 129=136, en el que han quedado registradas todas las huellas de los recortes que acabamos de comentar, es definitivamente amortizado por un nivel de color amarillento, con matriz de aspecto arcilloso, de compacidad media, denominado UE 122, que se generaliza por toda la superficie investigada, apoyando contra las dos paredes del foso. Se trata de un paquete de 11 cm de potencia y entre las inclusiones que contiene dominan los fragmentos de vajilla cerámica, junto a restos faunísticos, algún canto rodado y presencia, prácticamente puntual, de restos de adobe, muy degradados. Aunque dentro de la cerámica destacan porcentualmente los fragmentos de cuerpos, siguiendo la tónica general, destacan algunos trozos de bordes correspondientes a: tres platos de borde simple (t. 1.1), cuatro platos de borde engrosado internamente (t. 1.2), dos platos de borde engrosado al interior y al exterior (t. 1.3), y algunas tazas (dos de borde engrosado internamente (t. 2.2), una taza abierta de borde engrosado al interior y al exterior (t. 2.3), dos tazas cerradas de base convexa (t. 2.4), dos tazas carenadas (t. 3.0), una taza carena-

da de cuerpo troncocónico (t. 3.2), siete de cazuelas abiertas de borde plano o redondeado (t. 4.1) y dos de cazuelas cerradas (t. 4.3), además de un fragmento de recipiente globular simple (t. 7.1) y de una copa troncocónica o cilíndrica (t. 12). El depósito UE 122 aparece parcialmente cubierto por un estrato de matriz arenosa, limpia y color grisáceo, de naturaleza muy semejante a la anteriormente citada 129=136, que denominamos UE 123. Apoya contra la pared oriental del foso (Lám. 5 izquierda) y presenta 5 cm de grosor. Lo interpretamos como los restos correspondientes a otro episodio de aporte aluvial. Dicho estrato es cortado parcialmente por la base de una fosa (UE 116.1) que ya había roto a su vez al estrato que lo cubre (UE.118), como veremos a continuación. Sobre 123 se formó un nivel con una potencia distinta a todos los documentados hasta ahora (alcanza un mínimo de 85 cm), denominado UE 118, que apoya en las paredes de la zanja y se generaliza en toda la

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superficie excavada (Lám. 5 derecha). Presenta matriz areno-arcillosa, algo heterogénea y semicompacta, con algunos nódulos de matriz geológica descompuesta. Contiene abundantes restos faunísticos, piedras de tamaño medio-pequeño, y presencia, prácticamente puntual, de restos de adobe, muy degradados. Con respecto a la vajilla cerámica, junto a numerosos fragmentos de cuerpos se han localizado una serie de bordes correspondientes a los siguientes morfotipos: cuatro platos de borde simple (t. 1.2), once platos de borde engrosado internamente (t. 1.2), dos platos de borde engrosado al exterior y al interior (t. 1.3), un plato de borde engrosado externamente (t. 1.4), dos tazas abiertas de borde engrosado internamente (t. 2.2), una taza abierta de borde bi-engrosado (t. 2.3), treinta y cinco cazuelas abiertas de borde plano o redondeado (t. 4.1), tres cazuelas cerradas (t. 4.3), cinco recipientes esféricos simples (t. 5.1), uno esférico simple de base aplanada (t. 5.2), un recipiente globular simple con mamelón (t. 7.1), una cazuela de carena mediana o baja (t. 10) y cinco pesas de telar. Ni la cerámica ni la

fauna presentan altos indicios de erosión, como sería de esperar inicialmente en un depósito de naturaleza erosiva. Este estrato se identifica con la unidad UE 28 documentada en 1997, correspondiendo a ella el punto más profundo alcanzado en dicha campaña, y resultando a la vez la cota de inicio de las excavaciones de la UMA en el 2009. Es importante señalar que durante la campaña de excavación de ERA se pudo constatar la presencia de cerámica campaniforme en este nivel (Albergaria, 1998). A esta misma cota de inicio de nuestros trabajos pudimos documentar la presencia de lo que interpretamos como la base de una fosa estrecha y alargada, de sección con tendencia en “U”, sensiblemente paralela al eje principal del foso, que se habría excavado en el sedimento de UE 118, alcanzando incluso al estrato subyacente (UE 123), al que rompe en parte, como comentamos con anterioridad. Se ha denominado UE 116.1. Su potencia

Lám. 5. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Izquierda: fotografía de la UE 116 cortando la UE 123 (segundo depósito aluvial), mientras se comienza a generalizar en planta UE 122. Derecha: fotografía de la UE 116, con la fauna y los grandes bloques de piedra, cortando la UE 118, ya por encima de UE 123.

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máxima documentada es de 60 cm, y su anchura alcanza los 87 cm. La matriz del relleno (UE 116) es más bien escasa, de aspecto algo arcilloso, y dominan las inclusiones, consistentes en abundantes bloques líticos de tamaño grande y mediano (granitos, dioritas y esquistos), a los que se une una significativa presencia de restos faunísticos (incluidas algunas defensas de bóvidos) y de cerámica (Lám. 5 derecha). Este nivel correspondería a la denominada UE 74 en la campaña de 1997. Los restos cerámicos documentados en 116 no difieren en exceso de los niveles subyacentes, y consisten en: doce trozos de platos de borde engrosado internamente (t. 1.2), cinco con borde engrosado al interior y al exterior (t. 1.3), un trozo de plato de borde engrosado externamente (t. 1.4), dos de tazas abiertas de borde simple (t. 2.1), tres fragmentos de tazas abiertas de borde engrosado internamente (t. 2.2), veinticuatro bordes de cazuelas abiertas (t. 4.1), otro de cazuela honda (t. 4.2), diez de cazuelas cerradas (t. 4.3), tres fragmentos de recipientes esféricos simples (t. 5.1), un borde de recipiente esférico simple de base aplanada (t. 5.2), y tres trozos de recipientes globulares simples (t. 7.1), además de dos trozos de pesas de telar. A partir de esta cota los niveles superpuestos a la secuencia descrita fueron ya documentados en la campaña realizada por Era-Arqueologia (Lago et al., 1998a) Se constataron altenancias entre niveles deposicionales en los que primaba la matriz sobre las inclusionesl (UEs 50 y 31, esta última contenía cerámica campaniforme), y otros paquetes en los que dominaban los bloques de piedra de diverso tamaño sobre el resto de los componentes (UEs 37 y 11), dispuestos con una dinámica estratigráfica, a nuestro parecer, que podría resultar muy semejante a la que se ha podido observar entre las UEs 118 (28 del 1997) y 116 (74 del 1997).

CONSIDERACIONES FINALES: DE VUELTA A LA TEORÍA A nuestro juicio, los trabajos arqueológicos realizados por la UMA en Perdigões durante 2008-2010 han sido un buen test para evaluar, de forma preliminar, la pertinencia y el alcance de nuestro modelo general sobre los recintos de fosos peninsulares. Algunas consideraciones pueden ser ya adelantadas.

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Ante todo, los sondeos geofísicos han originado una nueva planimetría del yacimiento. En ella se observa el casi absoluto predominio de las estructuras negativas sobre las positivas, así como la aparente ausencia de construcciones de habitación o defensa, en un lugar de topografía ya de por sí poco adecuada para tal fin. Se observan varias puertas monumentalizadas en el yacimiento –concretamente las puertas 2 y 4 del Foso 1– que recuerdan las célebres “pinzas de cangrejo” y otras variantes típicas de los recintos neolíticos europeos (Márquez Romero y Jiménez Jáimez, 2010: cap. 5). Esta novedad, además, puede combinarse con los resultados de las excavaciones desarrolladas por Era-Arqueologia (2007-2010) en los anillos 3, 4, 5 y 6 (Valera, 2010; Valera y Silva, 2011), y por la propia UMA (2009-2010) en el Foso 1 (Márquez Romero et al., en prensa), que están poniendo de manifiesto la naturaleza acumulativa del lugar y su dilatada temporalidad, muy probablemente de más de 1000 años, con anillos que se FOSO

Área

Perímetro Eje mayor conocido

5

Diámetro

44 m

Cronología

Neolítico Final (Valera, 2010)

6

2.635 m2

207 m

73 m

Neolítico Final (Valera, 2010)

7

8.210 m2

409 m

131 m

Por determinar

8

11.907 m2

458 m

144 m

Por determinar

4

2

37.737 m

783 m

249 m

Calcolítico Pleno 2480-2450 AC 1 2560-2470 AC 1 3100-2960 AC 1 (Valera, 2008, Valera y Silva, 2011)

3

46.346 m2

854 m

265 m

Calcolítico Pleno 2620-2490 AC 1 2620-2490 AC 1 2560-2470 AC 1 (Valera, 2008; Valera y Silva, 2011)

9

43.190 m2

831 m

250 m

Por determinar

10

365 m

Por determinar

2

134.205 m2

1382 m

430 m

Por determinar

1

159.588 m2

1529 m

470 m

Calcolítico PlenoFinal (Lago et al. 1998; Márquez et al. 2011b)

11

435 m

Por determinar

Tab. 1. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Cronología recintos de Perdigões.

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AVANCE A LA SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA DEL “FOSO 1” DE PERDIGÕES

construyeron cuando otros más antiguos ya se habían colmatado (Tab. 1). Todo ello nos invita a pensar en la reiteración, a lo largo de cientos de años, de una misma noción de espacio circular acotado: una enclosure idea (Scarre, 2001: 24). En suma, las labores desarrolladas hasta el momento parecen confirmar la adscripción de Perdigões al mundo de los recintos de fosos europeos y las enormes dificultades para conciliar el registro arqueológico documentado con el esperable en un poblado campesino prehistórico al uso. A nivel microespacial, la excavación ha sido muy clarificadora (Fig. 9) y nos permite profundizar sobre la hipótesis de la reposición, que desde un principio manejábamos para explicar el relleno del Foso 1. En concreto, aporta evidencias que nos inducen a reafirmar la hipótesis de partida en lo esencial, a saber: el carácter eminentemente antrópico de los procesos formativos de los depósitos arqueológicos bajo estu-

244 m.

dio. Pero, al mismo tiempo, introduce variables que cuestionan la simplicidad de algunos de nuestros argumentos iniciales. Particularmente, merece la pena subrayar que, frente a la idea primera que manejábamos sobre un proceso de colmatación rápido y homogéneo, reconocemos ahora la posibilidad de distinguir, al menos, dos fases o dinámicas estratigráficas de rellenado, cada una con sus pro7 pios ritmos7 . Las repasamos a continuación. a) La fase inicial parece estar representada por actos reiterados de deposición en los tramos más profundos de la zanja. La secuencia comienza con los que podríamos denominar “depósitos iniciales” o de “fundación” (UEs 140 y 139), en el que se combinan, de forma significativa, restos óseos, cantos y material arqueológico (entre los que destaca, como ya apuntamos, una pequeña figurita de esquisto). A ello sucede un depósito homogéneo, arenoso y arqueológicamente estéril (UE 129=136), formado

RECREACIÓN DE LA SECUENCIA DE RELLENO DEL TRAMO INFERIOR DEL FOSO I. UMA 2009-2010 (perfil elaborado a partir de la superposición de diversas secciones documentadas)

TRAMO EXCAVADO POR ERA 1997

238 m. 0 m.

9 m.

DETALLE DE LA SECUENCIA

241.50 m.

113

118 116 123 122 128 136

131 135 134

129

139 140

239 m. 0 m.

5 m.

Fig. 9. Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal). Recreación del relleno del tramo inferior del Foso I. Secuencia acumulativa de las campañas 2009 y 2010.

7 En este mismo yacimiento, también se ha identificado dos grandes momentos en el relleno del foso 3 (Valera y Godinho, 2010: 30).

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posiblemente durante un episodio hídrico en el yacimiento88 . Sobre él se excavaron una serie de pequeñas fosas, en algunos casos superpuestas entre sí (128.1, 131.1, 133.1, 135.1, 137.1 y 138.1). De haber sido realizadas sobre otra matriz, podrían quizá haber pasado desapercibidas, pero la naturaleza particular del paquete 129=136, al que de forma recurrente cortaron, hizo más fácil su identificación. Cada una de las fosas contenía deposiciones reconocibles. Sobre estos niveles se vuelven a constatar nuevos episodios presumiblemente naturales (UE 123) de naturaleza semejante a la referenciada UE 129=136. Como es de sobra conocido, las hipótesis tradicionales defienden la colmatación de este tipo de fosos por su utilización como infraestructuras de canalización de aguas, en combinación más o menos sofisticada con un teórico uso secundario de los mismos como contenedores de detritus o con la erosión de niveles superficiales situados en sus alrededores. Frente a ello, creemos que la secuencia descrita sugiere la realización de sucesivas deposiciones deliberadas, probablemente llevadas a cabo desde dentro del propio foso, en un momento en el cual éste era transitable. Ni el arrastre y sedimentación por erosión de material superficial, ni el vertido incontrolado desde el exterior del foso –que cabría esperar de un simple basurero–, ni la sedimentación de tipo fluvial que conllevaría un supuesto encauzamiento de aguas pueden explicar los repetidos episodios de recorte de los estratos preexistentes para crear pequeñas concavidades o fosas, ni tampoco su relleno con conjuntos artefactuales y ecofactuales de naturaleza selecta. A nuestro parecer, el carácter consciente e intencionado de tales acciones es manifiesto, mientras que su reiteración y la selección del material depositado apuntan a una posible ‘ritualización’ de la gestión de residuos (en el sentido expuesto en Bradley, 2003, 2005; y en Márquez Romero y Jiménez Jáimez, 2010: caps. 9-10).

b) La segunda fase se identifica en los tramos superiores del relleno. Creemos que está documentada a partir de la UEs 116 y 118, excavadas en 2009, y en la mayoría de las UEs excavadas en 1997 por EraArqueologia (Lago et al., 1998 a y b; Evangelista y Jacinto, 2007). Concretamente la UE 118 es un paquete distinto a los subyacentes, con cerca de 1 m de potencia, y alto contenido en restos faunísticos, cerámicos (con escasos indicios de rodamiento) y piedras. Tras la formación de dicho nivel, encontramos indicios de la práctica de una nueva fosa (UE 116.1) que atraviesa al menos este estrato y el inmediatamente inferior, pero en este caso con características diferentes a las de las fosas que vimos para la primera fase. UE 116 tiene mayor potencia y una marcada tendencia longitudinal sensiblemente paralela al eje principal del foso, y en su relleno domina un alto componente en piedras de gran y mediano tamaño, junto a abundantes restos de fauna y trozos cerámicos. Además, esta fosa, que arranca desde un punto cercano al entorno del cierre del foso, va adquiriendo mayor profundidad conforme se adentra en el mismo, recordando los recuttings tan frecuentes en otros contextos europeos99 . Nuestros compañeros de Era-Arqueologia interpretaron esta parte de la secuencia excavada en 1997 como resultado de procesos de formación natural, entendiendo la abundancia de piedras como la huella dejada por el derrumbe de una gran estructura de piedra asentada al exterior del foso (Lago et al., 1998a; Evangelista y Jacinto, 2007). De forma análoga a la fase anterior, pensamos que la deposición erosiva no justifica por sí sola esta concentración de piedras ni su disposición, máxime cuando las prospecciones geofísicas parecen negar la existencia de cualquier tipo de estructura pétrea en positivo en las cercanías de la zanja. Aunque con datos menos actualizados, y en espera de un estudio más profundo a desarrollar en conjunción con el equipo 10 portugués0, 1creemos estar en posición de reconocer

8 Tradicionalmente, los niveles erosivos que, de vez en cuando, se presentan en los rellenos de los fosos se suelen explicar como resultado

de la erosión de las paredes de los mismos. Aunque no descartamos esta posibilidad, estamos sopesando la hipótesis de que puedan tener su origen en la descomposición erosiva de un bank que, según se desprende de las prospecciones geomagnéticas realizadas en el yacimiento (Márquez Romero et al., 2011b), debió de acompañar el trazado del foso 1, al modo como es habitual en otros muchos yacimientos europeos (Márquez Romero y Jiménez Jáimez, 2010: cap. 5 y 6). 9 Se entiende por recutting la reexcavación, una vez colmatado el foso, que se realiza sobre su relleno. Por tanto, este recorte que suele ser longitudinal al trazado del foso, nunca se excava sobre el sustrato geológico. Una vez trazado el recutting el nuevo foso creado se rellena, a su vez, con dinámicas similares a las conocidas. Se suele interpretar esta conducta como episodios de reavivado de fosos ya amortizados. 10 En la publicación de la memoria final de la excavación se volverán a presentar los resultados de las campañas de 1997 y 2009-10 pero ya de forma completa y actualizada.

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también evidencias de procesos formativos antrópicos intencionados en la porción superior del relleno del foso. Una última observación. A falta de las previstas dataciones radiocarbónicas y otros estudios más pormenorizados, la tipología de los artefactos cerámicos apunta a un momento calcolítico pleno-avanzado para el conjunto del relleno. Esto supone que el Foso 1, que delimita un espacio de casi 16 ha, se construyó en un momento cercano a mediados del III milenio cal AC. La escasa cerámica campaniforme documentada (campaña de 1997) parece concentrarse en la que hemos denominado segunda fase de colmatación del foso. No sabemos, por el momento, si este hecho puede tener algún alcance crono-cultural mayor y si es prudente contemplar que ambas fases pudieron estar separadas por un periodo considerable de tiempo o si, por el contrario, la estratigrafía analizada fue resultado de un proceso más continuado. En resumen, la estratigrafía del relleno del Foso 1, en línea generales, vendría a confirmar la naturaleza claramente dominante de la colmatación antrópica y su relación tafonómica con el mundo de los recintos europeos, pero también nos advierte de la complejidad conductual que pueden entrañar estas prácticas humanas, hasta el punto de desbordar nuestros modestos modelos teóricos. Esto nos exige una labor concienzuda de reflexión y el planteamiento de más depuradas propuestas teóricas que deberán ser evaluadas en futuros trabajos de campo Nota: Las actividades arqueológicas han sido financiadas con recursos provenientes, por una parte, del Proyecto de Investigación I+D+i HUM2007-63419/HIST de la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación, desarrollado en la Universidad de Málaga y titulado: “Repensando Tartesos bajo el prisma de la identidad: el componente fenicio”; y por otra, con recursos procedentes de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía, a través del Proyecto de Investigación de Excelencia P08-HUM04212, titulado: “Estudio Arqueológico y Gestión Patrimonial en los recintos de fosos del suroeste de la Península Ibérica (Andalucía, Algarve, Alentejo)”. EraArqueologia S.A. y Esporão S.A., por su parte apoyaron logísticamente, en no pocas ocasiones, al equipo de arqueólogos españoles.

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JOSÉ E. MÁRQUEZ ROMERO, JOSÉ SUÁREZ PADILLA, VÍCTOR JIMÉNEZ JÁIMEZ Y ELENA MATA VIVAR

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Placa procedente del yacimiento portuguĂŠs de PerdigĂľes.


RECENSIONES Crónica de una madurez en dos pasos y 25 años. Homenaje a Luis Siret, pionero de la Prehistoria científica de Andalucía, y algo mas… Arturo Ruiz Rodríguez Centro Andaluz de Arqueología ibérica [ arruiz@ujaen.es ]

En septiembre de 2010, en Antequera (Málaga), la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía organizó el Memorial Luis Siret, que en un subtitulo añadido rezaba “Ier Congreso de Prehistoria de Andalucía”. La reunión tenía como objetivo la realización de un homenaje al investigador que marcó con sus trabajos el punto de partida del desarrollo de la Prehistoria en Andalucía en el 150 aniversario de su nacimiento, que había sido el 26 de agosto de 1860 y que para cerrar el ciclo vital del propio Luis Siret, también coincidía con que un año antes, en 2009, fue el 75 aniversario de su muerte en Cuevas del Almanzora (Almería). Fue precisamente con este motivo por el que en julio de ese año comenzaron las actividades del Memorial con un Acto Institucional ante la tumba del prehistoriador en el cementerio de Águilas (Murcia), que continuó posteriormente en Cuevas del Almanzora con la presentación del Memorial y la intervención del Prof. Fernando Molina González de la Universidad de Granada, en lo que se constituía como la conferencia inaugural del Memorial Luis Siret. En este

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acto se hizo referencia naturalmente a la transcendental reunión realizada en Cuevas del Almanzora veinticinco años antes con motivo del 50 aniversario de la muerte del investigador que coordinó el Prof. Oswaldo Arteaga Matute de la Universidad de Sevilla y que dio lugar a lo que es hoy un clásico en la bibliografía de la prehistoria andaluza el “Homenaje a Luis Siret” (VVAA, 1986). El acto de julio de 2009 y en general el Memorial Siret han constituido, sin duda, un homenaje al investigador belga. Sin embargo en una segunda lectura del discurso tal y como se sostiene en los objetivos del Congreso, ha sido también un homenaje al Homenaje de 1984, lo que se ha dejado notar porque durante las jornadas del Congreso en Antequera, en el vestíbulo de la sala de conferencias, se podía seguir cíclicamente la grabación completa de la reunión de Cuevas del Almanzora, con el desconcierto que suponía para algunos de los presentes en Antequera recuperar la memoria de la fisonomía personal de veinte años atrás, sin olvidar el recuerdo y el respeto a quienes quedaron en el camino y que hoy forman parte, para siempre,


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02 de los escalones que configuran la torre del conocimiento de la Prehistoria de Andalucía, como Antonio Arribas Palau, Pilar Acosta Martínez, Javier Fortea Pérez, M.ª Dolores Fernández Posse, Manuel Fernández Miranda o Wilhelm Schüle entre otros. En definitiva, con el primer Homenaje a Siret se trató de situar el estado de la disciplina en un momento político trascendental, pues el año 1984 era también el momento en que se hacían efectivas las transferencias en materia de Cultura desde el Gobierno de España a la Junta de Andalucía. La presencia en aquel marco del entonces Director General de Bienes Culturales, Bartolomé Ruiz González, marcaba el asentimiento político para el nacimiento de un modelo político nuevo, una oportunidad para hacer posible otra forma de gestión de la investigación. Hasta ahí, y no era poco, llegaba el pensamiento arqueológico del momento, pues todavía en 1984 no estaba presente de forma cotidiana el concepto patrimonial que ha sostenido el discurso del Memorial Siret de 2010, cuestión patente en el tercer subtitulo del Congreso: “La Tutela del Patrimonio Prehistórico”. Es por todas estas razones que puede definirse el proceso temporal que transcurre entre 1984 y 2010 como la transición que va de la recuperación de los estudios de Prehistoria, con una nueva propuesta estratégica de investigación, a la construcción del Patrimonio Prehistórico como

expresión de una cadena operativa, de un proceso de trabajo integrador de funciones, innovador y con capacidad para transferir socialmente los resultados de investigación.

Cuevas del Almanzora 1984: el replanteamiento de la relación tiempo-espacio en la Prehistoria de Andalucía Por situar el proceso en su contexto, el Homenaje a Luis Siret presentaba estructuralmente en 1984 una novedad respecto al congreso tradicional de arqueología que todavía entonces tenía su imagen más representativa en los CNA (Congresos Nacionales de Arqueología): el discurso congresual se fijó a partir de una relación articulada entre los tiempos de los temas siretianos y los territorios de estos temas que constituían el núcleo central del congreso, es decir el sureste peninsular. El discurso continuaba con el análisis territorial como guía, diluyendo los temas temporales en las periferias del núcleo siretiano, hasta finalizar conforme las fases culturales perdían su identidad arqueológica. El cambio de paradigma en la disciplina se advertía fundamentalmente en la distribución de las ponencias, pues eran dominantes las que en el título incluían la territorialidad (54,7%), sobre las que se centraban en un sitio arqueológico especifico (22,7%) y ambas dominaban con holgura (77,4% del total) sobre el escaso

número de ponencias centradas en materiales muebles que eran solamente cuatro (7,4%) y sobre metodología (7,4%), que verdaderamente no era el tema de la reunión. A ellas hay que añadir las cuatro ponencias sobre historiografía (7,4%), que respiraban más el aire de la hagiografía que de una epistemología crítica de la disciplina prehistórica. En todo caso, había aires de cambio y el nuevo paradigma que se anunciaba en el discurso del Congreso de Cuevas del Almanzora se sustentaba en la crisis del modelo metodológico wheeleriano, ceñido a una lectura rígida de la estratigrafía arqueológica, que solo posicionaba objetos en el tiempo. Las bases de las nuevas propuestas que muestra hoy el libro “Homenaje a Siret” bebían de K. C. Chang (1976) el ampliar la unidad básica de trabajo en arqueología al sitio arqueológico, de la nueva sistematización de la escala espacial de Clarke (1968) y del desarrollo propuesto por E. Higgs y C. Vita Finzi (1970) con la definición del área de captación del asentamiento, o incluso a un territorio que articulara asentamientos, a partir de los trabajos de I. Hodder y C. Orton (1976) sobre la arqueología espacial, que en España había tenido una primera reacción en el congreso de Soria de 1981 (VVAA, 1981) y ese mismo año, 1984, iba a dar un enorme salto epistemológico con la primera reunión de Arqueología Espacial de Teruel (VVAA, 1984).

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El cambio paradigmático imponía también una revalorización de la prospección arqueológica, que un año después se haría realidad en el primer Reglamento Arqueológico de Andalucía, con la elaboración de un listado no jerarquizado de intervenciones arqueológicas en el que la prospección ya no era una intervención previa a la excavación, sino que era finalista en sí misma y autónoma en la articulación con otras intervenciones hasta definir una estrategia metodológica en los proyectos sistemáticos de investigación. El discurso del Homenaje a Siret no era inocente, sentaba las bases para hacer reales los cambios metodológicos que la investigación arqueológica había experimentado en otros lares europeos y que en España no se habían materializado en los inicios del decenio de los setenta, retenidos por el principio “aquí todo está atado y bien atado” tan querido por el tardofranquismo. La disciplina en Cuevas del Almanzora se ajustaba a la nueva realidad política, pero además lo hacía abriendo, con el beneplácito de la administración andaluza, un proceso de cambio y adaptación a la realidad que haría viejo en poco tiempo las iniciales propuestas del nuevo paradigma e incluso acabaría arrastrando a una necesaria revisión al propio “Modelo Andaluz de Arqueología” cuyo germen se vertió en Cuevas del Almanzora y que alcanzó su mejor desarrollo entre 1985 y 1991 (Ruiz Rodríguez, 1989, 2003; Salvatierra Cuenca, 1994).

Antequera 2010: el replanteamiento de la relación pasado-presente en la Prehistoria de Andalucía En Antequera el discurso ha avanzado en la valoración de la Prehistoria en su perspectiva patrimonial, que incluye además de la investigación, las acciones de protección y administración, de

conservación y de difusión. Estas secciones, que toman en la dinámica del Congreso la forma de mesas redondas y no de ponencias como en 1984, son las fases de la cadena operativa del Patrimonio Arqueológico. El modelo ha propuesto en el marco de un ejercicio dialectico, una vía de doble dirección: el estudio desde el presente del pasado y desde el pasado del presente en el que se contextualiza el patrimonio arqueológico prehistórico. Como se indica en el prólogo del Congreso, la disciplina es entendida “en un sentido científico y político al mismo tiempo”1, es decir, en dos esferas que se interfieren impidiendo la total autonomía de cada una de ellas. De ahí que se multipliquen los temas de investigación por el cruce desde el presente con la caracterización de la identidad social: el género, la violencia, la vida cotidiana, la multidiversidad racial. Del mismo modo, hacia el presente se hace patente el modelo en el análisis de la conciencia ciudadana para la defensa patrimonial. Es en este punto en el que propongo, frente a la noción conceptual que se establece en la definición de los objetivos del Congreso de Antequera, una alternativa de análisis a la lectura que opone Investigación y Gestión para caracterizar el discurso; en realidad desde la perspectiva de este juego de ida y vuelta entre presente y pasado que he anunciado anteriormente más ajustado al discurso de Antequera, sería la dialéctica propia del proceso de trabajo intelectual, que se define en un eje base que articula la obtención del conocimiento, registrado e interpretado con la transferencia de este a la sociedad, a través de una serie de decisiones que se definen en la protección y la conservación. Estos dos campos habitualmente ligados a la gestión y extrañamente separados de la investigación actúan sobre el eje base desde un plano transversal e interdisciplinar esta-

bleciendo los marcos y las condiciones en que el ejercicio del proceso de trabajo alcanza la realidad. Transversalidad que tampoco es inocente en la elección de las condiciones creadas para la defensa, administración y conservación de los bienes prehistóricos, ya que esta está condicionada por la cadena operativa en la relación dialéctica entre pasado y presente, al que a su vez también condiciona. La mejor prueba de la relación dialéctica entre investigación y gestión ha sido la exposición de posters, en una importante mayoría procedentes de la arqueología profesional, donde se hace patente que la causa de una intervención arqueológica no limita los resultados de investigación cuando se sigue un registro riguroso y se sabe preguntar a la tierra adecuadamente. La conclusión del prólogo congresual es muy clara en su objetivo final: “La Prehistoria además de la imprescindible aportación al conocimiento de las sociedades del pasado, está siendo utilizada en los últimos años para propósitos educativos, de cohesión de la comunidad, de entretenimiento y desarrollo económico o como creadora de modelos de valoración social, esto ha sido la consecuencia natural de la aceptación de que la arqueología consiste en algo más que implementar métodos científicos para obtener e interpretar datos y estas nuevas dinámicas son las que pretendemos analizar y comprender en nuestra reunión”.1

Los debates de la Prehistoria andaluza hoy: el viaje de ida hacia el pasado Ordenado el Congreso sobre la base conceptual de la estructura de un viaje de ida y vuelta entre el presente y el pasado y organizado en siete mesas redondas cuatro de Investigación (Historiografía, Arqueometría, Territorio y Sociedad), una de Protección y

1 La presentación del “Memorial Siret. Primer Congreso de Prehistoria de Andalucía. La tutela del patrimonio prehistórico” puede consultarse en: http://www.memorialsiret.es/

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Administración, otra de Conservación y una última de Difusión que respondían a la estructura de la cadena operativa del patrimonio arqueológico, la primera sesión dio comienzo a las 09:30 del día 22 de septiembre con las palabras de bienvenida del Alcalde de Antequera, Ricardo Millán y la presentación de la política sobre el Patrimonio Arqueológico de Andalucía por el Consejero de Cultura de la Junta de Andalucía Paulino Plata Cánovas. Ese mismo día se concedió la primera Medalla de Menga que recogió Eduardo Apellániz en representación de todas las asociaciones que componen la mesa ciudadana en Defensa del Paisaje Protegido y el Yacimiento Valencina-Guzmán: Aljarafe Habitable, Asociación para la Defensa del Territorio del Aljarafe (ADTA), Ateneo de Valencina, Forestier de Guzmán, Los Dólmenes y Valencina Habitable. Las sesiones de las mesas redondas han sido participativas y, como debe ser, en muchos casos los debates no se han zanjado en el proceso de discusión, lo que denota el interés de continuar con estos encuentros en futuras ediciones. Centrándonos en el primer viaje, la ida hacia el pasado, ha sido transcendente uno de los debates abiertos ya en 1984, la cuestión de la jerarquía social durante la Edad del Bronce que ya fue propuesta y defendida entonces por investigadores como Oswaldo Arteaga y Hermanfried Schubart (1986) o por Vicente Lull y Jordi Estévez (1986). El tema se ha retomado en las mesas de territorio y sociedad, si bien no con la pretensión de debatir si hay o no una jerarquía social reconocible, que hoy parece aceptado por la mayor parte de los investigadores, sino si era posible valorar la existencia de una consolidada estructura de poder de tipo estado, a lo que han apuntado autores como Juan Antonio Cámara Serrano o Ana María Roos o a formas menos fuertes de jerarquía como se deduce del trabajo de Gonzalo Aranda Jiménez con el predomino en esta etapa de formas de reciprocidad como el don, aunque en su modalidad agonística. Este

debate sin embargo se amplía ahora hacia atrás en el tiempo, hasta alcanzar el Calcolítico, donde las posiciones antagónicas muestran unos márgenes más amplios que van desde las teorías de la campesinización que propone Narciso Zafra de la Torre que, alargan la vida de las sociedades segmentarias con el análisis de la aparición de las formas de familia nuclear, a las lecturas que denotan jerarquías en el territorio y que enlazan con la tradición teórica de la sociedad argárica desigual. En el viaje de ida hacia el pasado se ha hecho notar la importancia de profundizar en los estudios sobre la ideología en las sociedades prehistóricas y protohistóricas, ámbito escasamente valorado en los últimos años por la crisis del modelo tradicional ceñido a tratamientos estrictamente estilísticos y tipológicos. Han sido trabajos como el de Carmen Rueda Galán, que propone estrategias renovadas en las lecturas iconográficas, para a través de la gestualidad de las imágenes y su contextualización valorar la estructura de la sociedad ibérica, como el trabajo de Gonzalo Aranda Jiménez sobre nuevas lecturas de prácticas de reproducción social, que como en el caso de la comensalidad aproximan a la representación del modo de vida o en el trabajo de Leonardo García Sanjuán donde se ha demandado incorporar a los estudios territoriales los lugares de la memoria. En este nuevo marco conceptual que abre la Prehistoria de Andalucía al siglo XXI no pueden pasar desapercibidas las nuevas corrientes teóricas que se abren paso como el Postcolonialismo en el trabajo de Ana Delgado Hervás, que anuncia una extraordinaria riqueza discursiva para futuros debates. En el campo de la metodología dos mesas redondas con una temática de vital importancia para el futuro de la investigación de la Prehistoria andaluza: el Territorio y la Arqueometría denuncian la contradicción entre la aceptación de la importancia de ambos temas y la debilidad de su aplicación y sus registros, así lo han hecho notar desde diferentes posiciones Leonardo García Sanjuán y Juan

Antonio Cámara Serrano para el tema del territorio o todos los investigadores de la mesa en el caso de la Arqueometría cuyo desarrollo recoge José Clemente Martín de la Cruz y cuya demanda esencial se ciñe a la necesidad de homogeneizar los registros con protocolos sistemáticos, asegurar la recogida de muestras en todas las excavaciones y formar especialistas, tal y como se planteo en las primeras políticas de la Consejería de Cultura, con la creación de becas de formación en Arqueometría para arqueólogos andaluces.

El viaje de vuelta al presente En el ámbito del viaje de vuelta y particularmente en la mesa de Historiografía, el Congreso ha valorado el interés de la documentación de los muy diferentes archivos, cuando estos son contextualizados y analizados críticamente. Así se ha visto en el caso de Siret, con el cruce de los textos de trabajo que ha estudiado Antonio Madrigal Belinchón y de la correspondencia con otros investigadores del momento, como lo ha hecho Juan Pedro Bellón Ruiz con las cartas que Luis Siret cruzó con Manuel Gómez Moreno. En todo caso, la conclusión más trascendente de la mesa ha sido la demanda de creación de un Archivo de la Historia de la investigación prehistórica en Andalucía. Un Archivo Digital, con documentación sonora, que configure un lugar de información que en muchos casos, por la especial estrategia irrepetible de la metodología arqueológica, se convierte en la única información sobre determinados sitios arqueológicos. El modelo que no es nuevo, pues fue propuesto por la Unión Europea a través del proyecto AREA (Archives of European Archaeology), es un excelente antídoto para el uso perverso de la información arqueológica en los proyectos políticos de identidad o las relaciones postcoloniales que tienen su referente en Andalucía en la contradicción Oriente-Occidente. Ángeles Querol Fernández abrió en la mesa de administración y protección una difícil cuestión: ¿excavar

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menos para asegurar la protección del patrimonio arqueológico? Es indudable que hay que asegurar las condiciones de conservación de los restos arqueológicos, sin embargo ¿hasta qué punto, un programa que limita la consecución del eje investigación-difusión amputándole el objetivo social del trabajo arqueológico cual es la transferencia de los resultados materiales, no está creando una perversión elitista? En todo caso es cierto que el patrimonio prehistórico de Andalucía exige una programación de gasto generacional para asegurar la vivacidad y la alimentación de los debates con nuevos datos y la práctica metodológica para la integración de nuevas tecnologías, del mismo modo que es importante programar los costes económicos y sociales a que obliga la visibilización del patrimonio prehistórico en condiciones adecuadas, uno de cuyos casos más ejemplarizantes lo constituyo el Castellón Alto que presentó Marcelino Martín Montero. A este debate ha contribuido desde la mesa de conservación la demanda de Fernando Carrera Ramírez, a propósito de tratamiento del patrimonio megalítico, sobre la necesidad de contar con informes de valoración patrimonial a la hora de tomar decisiones en las intervenciones de conservación. También ha sido significativo en las intervenciones de Francisca Hornos Mata en la mesa de administración y protección, como de Pedro Salmerón, Ángela Suárez Márquez o Román Fernández-Baca Casares en la mesa de Conservación, haber resaltado la necesidad de crear nuevos instrumentos de protección y sobre todo de integrar los sitios arqueológicos en sus contextos territoriales. Un análisis en esta dirección ha sido la intervención de Marcelo Castro López sobre Marroquíes Bajos y el uso de la Zona Arqueológica como instrumento de protección o el trabajo de Isabel Santana Falcón sobre el área de los sitios arqueológicos de Valencina de la Concepción-El Carambolo. Se trata de dos casos en los que la ciudad debe mantener un dialogo compensado con su historia, es decir, debe realizarse un encuentro entre ambos lados del

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discurso si bien cada vez mas en un marco planificado. Un segundo modelo ha sido la valoración de las redes como instrumentos de articulación y planificación, así se ha hecho con la presentación de la RECA para la articulación de los sitios arqueológicos por Ángeles Pazos Bernal o una sugerente articulación de los museos en redes por Manolo Ramos Lizana; en esta línea por último Pedro Salmerón y Román Fernández-Baca Casares han insistido sobre la figura del Paisaje Cultural, una unidad territorial definible históricamente, a veces diacrónica y en algún caso fosilizada en el tiempo, que puede articular diferentes grupos patrimoniales. En realidad esta necesidad, viene demandada desde una doble dirección de una parte por las reuniones internacionales que desde la década de los noventa están fijando el paisaje en tanto que contexto historizado; de otra parte por la necesidad de realizar un ajuste entre los instrumentos de protección y las unidades básicas de trabajo arqueológico, tal y como ya se venía propiciando desde 1984 con el desarrollo de los estudios sobre el territorio. Otro campo de debate del viaje de vuelta al presente se hizo patente en la mesa de Difusión cuando Bartolomé Ruiz González planteó la segregación de la interpretación de la museología pública. El tema encierra sin duda un complejo debate por cuanto remite directamente a los contenidos de la transferencia de conocimiento de la prehistoria a la sociedad, y por ello es importante como lugar de discusión. En todo caso, y aun a pesar de los excesos que se hayan podido cometer en la interpretación de algunas colecciones públicas, es importante no perder la noción de la no-inocencia de la museología blanca, que con su base positivista, jamás genera al publico por si sola una lectura comprensiva mas allá de la mera exposición clasificatoria y ese vacío conceptual está abierto a todo tipo de perversiones. Quizás más que desinterpretar, el problema sea como incorporar todas las interpretaciones a la museología, es decir mostrar el debate mismo en las salas del museo. En todo

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caso, la aproximación de las colecciones de materiales muebles a los Conjuntos Arqueológicos, cuando estos existen institucionalmente, debería ser prioritaria, como lo apunta el propio Bartolomé Ruiz González o en su texto Ángela Suárez Márquez, por encima de la sobreproducción de centros de interpretación. La mesa también apuntó la importancia del triangulo Educación (Paloma González Marcén), Turismo de calidad (Marcelino Martín Guglielmino) y Sociedad Civil (Isabel Medrano Corrales) para articular conceptualmente el marco en que se desarrollan los procesos de transferencia del conocimiento. Cuatro días intensos de trabajo, muchos debates que continuaron en los pasillos o en los momentos de ocio posteriores a las sesiones y visitas a sitios arqueológicos prehistóricos cercanos (El Conjunto de los Dólmenes de Antequera o la necrópolis protohistórica de La Noria en Fuente Piedra) llevaron a la clausura del Congreso, presidida por la Directora General de Bienes Culturales, Margarita Sánchez Romero el sábado 25 de septiembre de 2010 a las 12,30 de la mañana. El barco de la Prehistoria que inicio su camino en Andalucía en 1984, tras un balbuceante y curvilíneo largo viaje anterior, después de veinticinco años ha hecho escala en otro puerto, un lugar en el que puede haberse alcanzado un grado suficiente de madurez para la disciplina. Si la Prehistoria no fuera su nombre, se podría decir que la Prehistoria se ha hecho Historia. Ahora el barco debe seguir entre aguas críticas, con la fuerza de los debates y un cielo de rigor metodológico, en busca de nuevos puertos donde varar

BIBLIOGRAFÍA ARTEAGA, O. y SCHUBART, H. (1986): “Fundamentos arqueológicos para el estudio socio-económico y cultural de El Argar”, Homenaje a Luis Siret (1934-1984). Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, pp. 289-307.


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Fotografía de una de las sesiones del “Memorial Siret. Primer Congreso de Prehistoria de Andalucía”. Foto: Victoria Eugenia Pérez Nebreda.

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Toro Moyano, Isidro, Martínez Navarro, Bienvenido y Agustí i Ballester, J. (coords.). Ocupaciones humanas en el Pleistoceno Inferior y Medio de la cuenca de Guadix-Baza, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, 2010, 582 páginas, ISBN: 978-84-9959-006-6

Enrique Baquedano Museo Arqueológico Regional, Alcalá de Henares, (Madrid) [ enrique.baquedano@madrid.org ]

Fue en el verano de 1978. Íbamos camino del Puerto de Santa María desde Béjar, pasando por Mérida. Acompañaba a Manuel Santonja para participar en las excavaciones del yacimiento pleistoceno de la playa de El Aculadero, cuando oí por primera vez en mi vida hablar del excepcional interés arqueopaleontológico de la Cuenca de Guadix-Baza.

yo, se sintiera atraído por “la búsqueda del homínido”. Algo que era considerado asunto de paleontólogos.

En efecto, había conocido a Santonja durante las excavaciones en las terrazas del Tormes, en la Maya, cuando me invitó a acompañarle hasta Cádiz. Como ese viaje en su Renault 18 da para mucha conversación, aprovechaba para interrogar a un joven pero ya director del Museo Provincial de Salamanca, sobre los asuntos más dispares, entre ellos algunos arqueológicos.

Por entonces aquella cuenca granadina no había ofrecido yacimientos arqueológicos de fecha inferopleistocena, aunque los hallazgos paleontológicos eran muy prometedores. Sólo las excavaciones de Miguel Botella en la Solana del Zamborino (Botella López et al., 1975) y las de Ruiz Bustos en Cúllar 1 (Ruiz Bustos y Michaux, 1977), eran entonces manifestación de presencia y actividad humanas antiguas.

Le comentaba mi admiración por Francis Clark Howell y por Emiliano Aguirre a quienes había conocido trabajando en los yacimientos sorianos de Torralba y Ambrona, y, sobre todo, por mi ídolo Louis S. B. Leakey, el excavador de Olduvai Gorge. Santonja, airado, me dijo “Soriano, para trabajar en esas cronologías no hay que irse a Tanzania, tenemos una garganta de Olduvai española que es la Cuenca de Guadix-Baza”. En aquella época y, aún hoy, estaba mal visto que los arqueólogos, y más un joven estudiante algo botarate como era

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¡Lo que son las cosas! Santonja y yo, años más tarde, terminaríamos excavando juntos en Oldupai. Lo escribo con “p” como se transcribe correctamente en la fonética maasai.

Tiempo después, en 1982, se rescató un resto paleontológico que Josep Gibert, Jordi Agustí y Salvador Moyá publicaron como homínido, descubierto en el yacimiento de Venta Micena, en Orce (Gibert Clos et al., 1983). Más tarde Agustí y Moyá lo reinterpretaron como un équido inmaduro (Agustí i Ballester et al., 1987) y se produjo un revuelo considerable. Gibert mantuvo la “humanidad” de aquel fragmento de calota craneal (que yo había dado en portada en “Revista de Arqueología” (Agustí i Ballester et al, 1983)) y el


asunto estaba aún en ascuas cuando se localizaron los yacimientos de Fuente Nueva 3 y Barranco León. Desde la aparición de Fuente Nueva, Bienvenido MartínezNavarro y Alain Turq, sus descubridores científicos, consideraron, que tanto las faunas como las industrias líticas que allí aparecían eran coherentes con su posición estratigráfica (Turq et al., 1996; Martínez-Navarro et al., 1997). También Alfonso Arribas que más tarde encontró la industria lítica en Barranco León, un yacimiento ya localizado por el estratígrafo Juan Antonio Vera y testado en su microfauna por Jordi Agustí, apostó por una atribución al Pleistoceno inferior (Arribas Herrera y Palmqvist Barrena 2002), al que también correspondía el yacimiento de Venta Micena. Estos yacimientos, como el propio Venta Micena, han sido muy controvertidos. Se ha discutido su formación geológica y tafonómica, su cronología y el tecno-complejo al que pertenecerían sus respectivos conjuntos líticos. Incluso se han llegado a considerar por algunos investigadores como musterienses y hasta como talleres al aire libre de la Edad de Bronce. Personalmente he tenido la fortuna de seguir de cerca, con mucho interés, los trabajos de excavación e investigación que se han realizado en aquellos territorios, junto a Orce, y es por esto que los responsables de MENGA me han pedido unos comentarios. Vaya por delante que mis visitas a aquellos lugares y a los restos exhumados siempre han sido acompañadas por los directores de aquellos trabajos, Isidro Toro, Jordi Agustí y Bienvenido Martínez. Así quedo obligado a hacer pública (creo que todo revisor o comentarista debería hacerlo) mi amistad y simpatía profesional con ellos que son, a su vez, los autores y compiladores del trabajo que reseñamos. Intentaré, no obstante, que el botafumeiro no suelte más incienso de la cuenta.

Veamos. Las 582 páginas de este libro monográfico recogen los resultados de las excavaciones arqueológicas realizadas en los yacimientos pleistocenos de Fuente Nueva 3 y Barranco León, en el término municipal granadino de Orce. Esta memoria de excavación viene a completar las numerosas publicaciones sobre asuntos puntuales que el equipo investigador ha dado a conocer en revistas de impacto internacional, generalmente bien posicionadas. Pero la publicación de la memoria era imprescindible y tanto los directores de los trabajos como la Junta de Andalucía, responsable administrativa de los mismos, se lo debían a la comunidad científica. En efecto, viene sucediendo en los últimos tiempos que la dinámica de las carreras investigadoras premia la publicación de impactos mientras las memorias de excavación duermen el sueño de los justos por el esfuerzo que implican y la escasa rentabilidad curricular que conllevan. Esta práctica es científicamente muy negativa porque la interpretación de los yacimientos, de los trabajos y descubrimientos exige de los detalles para que puedan ser valorados de forma crítica por cuantos así deseen hacerlo. Por ello, es tan buena noticia la aparición de este libro que, lo reitero, era obligada. La memoria sigue un modelo tradicional en el que se detalla la historiografía y métodos de trabajo, seguidos de los oportunos estudios geológicos. Presentado todo ello de una forma ejemplar. A continuación el estudio descriptivo y analítico de las faunas excepcionales de estos, también excepcionales, yacimientos, permite conocer mucho mejor los conjuntos de macro y microfauna de la Península Ibérica, así como sus diferentes asociaciones, con la consiguiente aportación de información paleoambiental, climática, paisajística y cronológica de las series estratigráficas.

Las consideraciones tafonómicas que permiten interpretar tanto la formación de los yacimientos como el papel jugado por cada uno de los agentes que han intervenido en esta formación llevan a valorar el papel de Pachycrocuta brevirostris, la gran hiena, carroñera por excelencia y omnipresente en el pleistoceno inferior, junto a Hystrix sp., los puercoespines que aún hoy nos dejan sus marcas secundarias pero inconfundibles en los cubiles de hienas africanos. Y, naturalmente, los homininos representantes de nuestro género, a los cuales se atribuye un papel exclusivamente carroñero, precazador. En este punto nuestra discrepancia sí es considerable. Pienso que ha quedado sobradamente probado por autores como Henry Bunn y Manuel DomínguezRodrigo el acceso primario ya en Homo habilis a presas incluso de gran tamaño que resultaría imposible interpretar como carroñeo a la luz de los estudios tafonómicos olduvayenses, en sus niveles inferiores con casi dos millones de años (Bunn y Kroll, 1986; Domínguez-Rodrigo, 1997; Domínguez-Rodrigo y Barba Egido, 2006). También en otros yacimientos de fechas similares a Orce como Peninj, BK en Oldupai o Swartkrans. Si esto se documenta en todo registro Arqueológico de este período del que existen buenas condiciones de preservación y estudios tafonómicos sólidos, el carroñeo exclusivo de los yacimientos inferopleistocénicos de la Cuenca de Guadix-Baza resulta llamativo a falta de evidencia tafonómica que así lo indique. Esto no invalida la gran capacidad sugerente de algunas hipótesis, controvertidas, de Bienvenido Martínez-Navarro y Paul Palmqvist, también de Alfonso Arribas, muy debatidas, sobre la relación de dependencia entre Pachycrocuta y Megantereon (Martínez Navarro y Palmqvist Barrena, 1995; Arribas Herrera y Palmqvist Barrena, 1995). Aunque el trabajo tafonómico es concienzudo y riguroso, la utilización de niveles o tallas

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artificiales en la excavación dificulta la atribución de los restos a los distintos niveles estratigráficos y, con ello, la interpretación de los conjuntos para su atribución a los diversos agentes que intervienen. La excavación por niveles naturales hubiera posibilitado, en mi opinión, acercarse con mayor firmeza a las cadenas de agentes que acumulan y modifican los restos óseos localizados. Se agradece especialmente el artículo sobre tafonomía y paleoecología de Venta Micena. Es necesario para comprender el contexto faunístico en que se desenvolvieron los primeros homininos europeos. Con las cautelas anteriormente señaladas sobre la aplicación del método Mèroc-Laplace de tallas artificiales, los conjuntos industriales han sido descritos y estudiados según el sistema analítico inicialmente creado por George Laplace y perfeccionado por Henry de Lumley. Los datos que se aportan sobre las colecciones y cada una de las piezas son sobradamente exhaustivos tanto en su descripción como en su valoración tecnológica y tipológica. Sin embargo la consideración de estos conjuntos, 932 piezas en Fuente Nueva 3, y 1.292 en Barranco León, como propios de un tecno-complejo pre-olduvayense, me parece más discutible. Sin ir más lejos la presencia en Europa de industrias más primitivas que las olduvayenses, no creo que sea el caso ni de Orce, ni de la Sima del Elefante y Gran Dolina en Atapuerca. Ni tan siquiera el de la industria de Dmanisi. Mi impresión, sin ser tecnólogo pero habiendo tenido acceso a todas las referidas colecciones, es que tratándose, sin duda, de industrias muy antiguas, su tecnología viene muy predeterminada por las materias primas a las que los homininos tienen acceso en sus respectivas zonas de captación. Si ya el término olduvayense implica unas connotaciones tecnológicas y culturales muy discutibles fuera de África (donde pienso que resulta

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más apropiado denominarlo Modo I, como John Desmond Clark, y concebirlo como un cajón de sastre aún muy poco conocido), el concepto pre-olduvayense es aún más dudoso pues implica una valoración cronológico-cultural-tecnológica que, como poco, puede dar lugar a equívocos interpretativos. Por ello es un término prácticamente en desuso e incluso renunciado por sus creadores y defensores iniciales como Jean Chavaillon, Hélène Roche o Marcello Piperno (Chavaillon, 1976; Roche, 1989; Piperno, 1993). Sin embargo este aspecto semántico o incluso interpretativo, si se quiere, me parece secundario. Lo verdaderamente relevante es que las industrias son coherentes con las series estratigráficas en que se encuentran, es decir, las propias del Pleistoceno inferior. La presencia de remontajes líticos en las cadenas operativas de los dos yacimientos, como ha demostrado Beatriz Fajardo en su tesis doctoral, así lo acreditan, refutando la hipótesis de tratarse de conjuntos mezclados por arrastre (Fajardo Fernández-Palma, 2008). En definitiva, considero que la memoria es un excelente trabajo descriptivo, como en mi opinión, deben ser las memorias, para que, según se ha dicho, puedan ser interpretadas a voluntad de quien desee revisar las conclusiones de sus excavadores y estudiosos primigenios. No me cabe, pues, sino felicitar a los editores Toro, Martínez-Navarro y Agustí, por el excelente trabajo realizado y animarles para que continúen con el mismo ahínco, si no más, en sus pesquisas por este tan proceloso como apasionante mundo de la evolución humana

BIBLIOGRAFÍA AGUSTÍ I BALLESTER, J., GIBERT CLOS, J. y MOYÀ-SOLÀ, S. (1983): “El Hombre de Orce. Su significado en la evolución de los primeros pobladores de Europa”, Revista de Arqueología 29, pp. 17-21.

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Dibujo de Mauricio Antón por cortesía de Paul Palmqvist y Juan A. Pérez Claros.

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Maura Mijares, Rafael. Peñas de Cabrera. Guía del enclave arqueológico. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, 2010, 153 páginas, ISBN: 978-84-9959-032-5 Martí Mas Cornellà Profesor de Prehistoria en la Universidad Nacional de Educación a Distancia - UNED. [ mmas@geo.uned.es ]

El denominado arte esquemático, fechado en el Neolítico-Calcolítico, es, sin duda, uno de los ciclos artísticos más desconocidos de la Prehistoria. Son dos las causas principales que contribuyen a esta circunstancia. En primer lugar, la simplicidad formal de su iconografía, compuesta fundamentalmente por estereotipos reducidos a sus rasgos más esenciales y que confieren a estas manifestaciones gráficas, no sin notables excepciones, un aspecto de gran aridez perceptiva, sobre todo en comparación con otros estilos artísticos de connotaciones más accesibles por su mayor grado de realismo, como el arte paleolítico o el levantino, mucho más conocidos y reconocidos por todos. La segunda razón sería la localización en que suelen descubrirse los enclaves que presentan este tipo de grafismos, casi siempre al aire libre, en lugares alejados de las actuales vías de comunicación y de difícil acceso, hecho que condiciona en gran medida su puesta en valor como lugares visitables. Este factor no permite equipararlos, por ejemplo, con muchas estaciones artísticas subterráneas, de las que la provincia de Málaga, sin ir más lejos, cuenta con extraordinarias muestras como La Pileta, Ardales, El Cantal o Nerja, cuyos repertorios gráficos, a pesar de contar todos ellos con representaciones esquemáticas, tienen un sustrato esencialmente paleolítico, y que sí se distinguen como recintos

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adecuados y acondicionados para recibir visitas. Es por estas condiciones tan particulares que, generalmente, la divulgación del arte esquemático debe canalizarse aproximando al público a este fenómeno a través de formatos editoriales antes que invitándolo a visitar los lugares inhóspitos donde suele encontrarse, para acabar observando en muchas ocasiones apenas unos breves trazos que, además, por su condición de hallarse al aire libre, presentan habitualmente un estado de conservación tan deteriorado que, en buena parte de los casos, sólo se manifiestan ante los ejercitados ojos de los expertos. No obstante, el conjunto rupestre de Peñas de Cabrera, perteneciente al término municipal de la localidad malagueña de Casabermeja, constituye una notable excepción a esta norma general. En efecto, se trata de un lugar con unas condiciones de accesibilidad poco comunes, ya que se sitúa a escasos veinte minutos en coche desde la capital de la Costa del Sol y muy próximo a una carretera comarcal, a la vez que puede ser visitado sin dificultad, al menos sus áreas más significativas, por un público de todas las edades, gracias a que el recorrido se plantea como un seductor paseo entre los claroscuros de un típico bosque mediterráneo autóctono que se intercala entre las rocas y pradillos que conforman un recoleto cerro


salpicado de abrigos rocosos. Es decir, se inscribe en un espléndido marco paisajístico que, en definitiva, contribuye a realzar el valor con el que, ya de por sí, cuenta el yacimiento arqueológico. Pero la situación intrínsecamente ventajosa para su difusión que presenta este enclave, una circunstancia que, como estamos comentando, le hace ser muy exclusivo, no es óbice, por supuesto, para que sus contenidos deban hacerse llegar al gran público a través de su inclusión en las líneas editoriales a las que corresponde dar a conocer estos importantes hitos de nuestro patrimonio histórico. Es en este orden de cosas que aparece la Guía del Enclave Arqueológico Peñas de Cabrera, objeto de esta recensión. Editada por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, propietaria de parte de los terrenos que integran un yacimiento declarado además como zona arqueológica protegida (BIC), su publicación responde al interés de esta institución por divulgar aquellos lugares patrimoniales que no requieren de un órgano de gestión propio y que quedan incluidos en la Red de Espacios Culturales de Andalucía (RECA). En este caso, se han impreso 1.500 ejemplares, concebidos como complemento a las visitas guiadas que se realizan desde el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, cuyo desarrollo queda también descrito en el texto. La atención de las instituciones competentes hacia este enclave está más que justificada, ya que se trata, dadas la cantidad y calidad de los motivos que contiene y que han llegado hasta nuestros días en un aceptable estado de conservación para tener una antigüedad aproximada de 5000 años, de uno de los conjuntos de arte esquemático al aire libre más interesantes de la Península Ibérica. No en vano, su descubrimiento, ocurrido en los años setenta del pasado siglo, supuso una verdadera novedad en cuanto al conocimiento y estudio del arte postpaleolítico del sur

(Barroso Ruiz y Medina Lara, 1982, 1988, 1991). Su localización en un área, la malagueña, que se creía pobre en este tipo de vestigios prehistóricos, ya que en aquel entonces era apenas conocida por los sitios publicados a principios del siglo XX por el abate Breuil (Breuil y Burkitt, 1929; Acosta Martínez, 1968), significó una renovación del interés de la investigación por las manifestaciones gráficas esquemáticas presentes en dicha zona, lo que se tradujo en el hallazgo progresivo de nuevas estaciones artísticas que han ido completando el panorama actual de este espacio, lo que nos permite contemplarlo hoy por hoy como uno de los núcleos más atractivos y con mejores perspectivas de futuro en cuanto al análisis de este fenómeno en la comunidad autónoma andaluza. Pieza clave, junto con otros investigadores, en la consecución de esta nueva visión es Rafael Maura Mijares, autor de la publicación que aquí se comenta, cuya vinculación profesional con este yacimiento, así como con el resto de enclaves artísticos prehistóricos de la provincia de Málaga, se remonta a más de diez años. El tono divulgativo que ha tratado de imprimir a su texto se descubre sobre todo en los capítulos introductorios, sendas aproximaciones a la Prehistoria general y al fenómeno esquemático, así como en los capítulos finales, dedicados a las propuestas interpretativas, a las ocupaciones históricas y al uso público del yacimiento. No obstante, a través de sus 150 páginas y sus más de 100 imágenes, obtenidas estas fundamentalmente por dos fotógrafos especializados en la temática prehistórica, Pedro Cantalejo Duarte y Javier Pérez González, se descubren numerosos datos hasta ahora inéditos para el mundo científico, recogidos tanto en la aproximación a la historiografía del enclave como en la propia descripción de los vestigios artísticos pintados y grabados. Debe señalarse que la presencia de estos últimos nos era desconocida hasta ahora, a excepción de las

cazoletas y perforaciones que se observan en los suelos de algunos abrigos rocosos y que fueron publicadas en su día por un equipo de investigadores con el que también colabora el autor (Maura Mijares et al., 2006). Aunque el asunto central de esta guía son los motivos prehistóricos (casi 200 distribuidos entre 29 abrigos), su visión se amplía al describirse también otros yacimientos contemporáneos integrados en la unidad paisajística que, por su situación, Peñas de Cabrera parece presidir, un corredor de tipo Flysch que se conoce con el nombre de Campo de Cámara. Con este propósito y haciendo especial hincapié en el dolmen del Tajillo del Moro, inmediato al yacimiento, se recorren las estaciones rupestres y otros asentamientos y necrópolis del entorno, ofreciéndonos así una interesante contextualización de este ciclo artístico en el tiempo (dimensión que queda completada con la inclusión de un cuadro cronológico general del arte prehistórico) y en el espacio. En definitiva, una obra útil tanto para doctos como para profanos, de composición gráfica equilibrada, de efecto agradable y vistoso, de lectura fácil a la vez que amena, que se suma a las diferentes aportaciones editoriales que vienen sucediéndose en nuestro país, tanto a nivel nacional como a escala regional, orientadas a difundir los valores excepcionales de nuestro patrimonio histórico en general, de nuestro arte prehistórico en particular y, muy específicamente, de este primitivo modo de expresión gráfica que es el arte esquemático, a veces ignorado por su sencilla apariencia, menospreciado por sus formas ingenuas, incomprendido por su críptico discurso, pero que, a fin de cuentas, es el retrato de sí misma que, con sus precarios medios, nos legó la sociedad de una época crucial en la que surgieron por primera vez ideas como la producción, la propiedad o la red social y en la que, por lo tanto, se sentaron las bases de lo que somos hoy

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BIBLIOGRAFÍA ACOSTA MARTÍNEZ, P. (1968): La pintura rupestre esquemática en España, Memorias del Seminario de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Salamanca, nº 1, Salamanca. BARROSO RUIZ, C. y MEDINA LARA, F. (1982): “Avance el estudio de las pinturas esquemáticas de las Peñas de Cabrera. Casabermeja, Málaga”, Zephyrus XXXIV-XXXV, pp. 269-284. BARROSO RUIZ, C. y MEDINA LARA, F. (1988): “Una escena de danza en el arte rupestre postpaleolítico de la provincia de Málaga”, Mainake X, pp. 61-73. BARROSO RUIZ, C. y MEDINA LARA,

F. (1991): “El conjunto rupestre de arte postpaleolítico de Peñas de Cabrera. Casabermeja, Málaga”, Anuario Arqueológico de Andalucía 1989, vol. II, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, pp. 333-345. BREUIL, H. y BURKITT, M. C. (1929): Rock painting of Southern Andalusia. Clarendon Press, Oxford. MAURA MIJARES, R., RECIO RUIZ, A., CANTALEJO DUARTE, P., ARANDA CRUCES, A. y PÉREZ GONZÁLEZ, J. (2006): “El grabado esquemático en Málaga: nuevas aportaciones y aproximación a su problemática”, Mainake XXVIII, pp. 399-422.

Motivo antropomorfo pintado en uno de los abrigos rocosos de Peñas de Cabrera. Foto: Pedro Cantalejo Duarte.

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Márquez Romero, José Enrique y Jiménez Jáimez, Victor. Recintos de fosos: Geneaología y significado de una tradición en la Prehistoria del suroeste de la Península Ibérica (IV-III milenios AC). Universidad de Málaga, Málaga, 2010, 598 páginas, ISBN: 978-84-9747-319-4

Rui Boaventura UNIARQ, Universidad de Lisboa [ boaventura.rui@gmail.com ]

Existen monografías que marcan un período de tiempo de investigación y otras que se convierten en obras de referencia. Después de haber hojeado Recintos de Fosos, creo que esta obra cubre ambos aspectos, y que ciertamente se trata de un valioso recurso tanto para el presente como para el futuro más inmediato. Dicho esto, me gustaría añadir que este libro, más que la cura, es un diagnóstico de investigación no sólo para el suroeste, sino también en el resto de territorios de la Península Ibérica. Los fosos y zanjas (y estructuras similares con otras denominaciones) son elementos arqueológicos que los prehistoriadores de la Península Ibérica han estado hallando e intentando explicar dentro de un marco teórico relacionado con patrones de asentamiento domésticos y sus implicaciones sociales y culturales. Los autores comienzan el capítulo 1 revisando ideas y conceptos, proponiendo e intentando consolidar los términos y formas de describir estos tipos de estructuras negativas a lo largo del texto. De hecho, en este capítulo elaboran una síntesis de los datos disponibles sobre la Península Ibérica (los datos pormenorizados de los principales yacimientos se revisan en el capítulo siguiente), así como la interpretación de los orígenes, evolución y variabilidad de este fenómeno pan-europeo. En este sentido, evalúan estudios anteriores sobre este tema desde el comienzo de la investigación arqueológica en la Península Ibérica hasta la actualidad, demostrando la ausencia de una crítica real de los datos arqueológicos.

Tras revisar los principales yacimientos de las cuencas del Guadiana medio y del Guadalquivir, y de Huelva, se le vuelve a recordar al lector/a la escala de dispersión de este tipo de estructuras por toda Europa y se hace referencia a las nuevas interpretaciones. Posiblemente la parte más importante, o al menos la más crucial del libro, es la evaluación crítica de interpretaciones anteriores relativas a estructuras negativas (capítulo 4). Se analizan las funciones y los procesos de formación de esas estructuras y se rebaten con rotundidad las conclusiones apriorísticas obtenidas por otros autores, lo que se convierte en una valoración pertinente de la investigación realizada hasta hoy. También es en este capítulo donde se utilizan casos de fuera de Europa para reforzar las ideas defendidas por los autores. Si la cantidad de trabajo sobre los fosos y zanjas parece irreprochable y únicamente dependiente de los datos disponibles, existen dos talones de Aquiles en esta obra: la cronología y la relación con los sepulcros megalíticos, estos últimos posiblemente relacionados y parcialmente contemporáneos al fenómeno funerario comúnmente conocido como “Megalitismo” (Sherratt, 1995; Boaventura, 2009). Aunque no pueda culparse a los autores, los períodos cronológicos y sus designaciones varían dentro de la Península Ibérica en función de las escuelas de investigación y las regiones. Pero la cronología es un aspecto crucial para entender el cambio y la difusión de las ideas y modelos del fenómeno de los recintos de fosos. Y los autores son

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conscientes de ello cuando afirman que “la temporalidad es esencial para comprender la extensión de cada sitio” (p. 372). Para solventar el problema de las diferentes designaciones y las fronteras cronológicas se presenta una serie cronológica entre los milenios VI y III ANE. Se esté de acuerdo o no, esta columna vertebral cronológica permite al lector entender mejor cómo ven los autores la evolución de esas estructuras negativas. De hecho, la presencia de las estructuras negativas en épocas tempranas parece aceptable, aunque según los datos arqueológicos, la mayoría de estas estructuras fueron excavadas a finales del IV milenio y a lo largo del III milenio ANE. La escasez de dataciones explica parcialmente este escenario, pero en algunas situaciones, como es el caso de Martos, la fecha radiocarbónica disponible sobre carbón resulta insegura. Esta fecha se obtuvo de un trozo de carbón no identificado recogido dentro de una fosa que contenía enterramientos humanos. Se necesita más información cronológica para sustentar su temprana datación. El tipo de trabajo realizado recientemente en Perdigões (Valera y Silva, 2011), en el que los autores también participaron, es lo que se necesita en otros yacimientos. En este caso, una cuidadosa datación radiocarbónica de la colmatación de dos fosos mostró una situación compleja en la que no siempre las capas más superficiales contenían los materiales más recientes. A pesar del hecho de que los autores indican al comienzo del libro que siempre harán referencia a fechas calibradas ANE, no está claro si utilizan una o dos sigmas, y por tanto, la forma en la que se presentan las dataciones radiocarbónicas hace que surjan problemas de comparabilidad. Aunque la evaluación de los contextos y materiales datados (siempre que están disponibles gracias a publicaciones anteriores) parece ser rigurosa, ninguna de las tablas de fechas radiocarbónicas hace referencia ni al programa ni a la curva utilizada para su calibración, así como tampoco se presentan siempre las fechas calibradas para ambos rangos de

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probabilidad. Esto me llevó a pensar que los autores simplemente reunieron los datos disponibles presentados por otros autores, que normalmente tampoco indican cómo llegaron a esas calibraciones. Por supuesto, se presenta la fecha BP y es posible calibrar correctamente todas las fechas, pero debería haberse tratado como una tarea importante a realizar en primera instancia. Esta evaluación menos rigurosa de las dataciones radiocarbónicas disponibles puede afectar y limitar la visión holística y las interpretaciones propuestas para estos yacimientos. Otra relación que no se interpreta de forma unánime es la que existe entre los sepulcros megalíticos y los recintos de fosos. En esta obra, el fenómeno funerario megalítico está aún muy relacionado con un elemento arquitectónico (los sepulcros megalíticos) comúnmente conocido como dólmenes. Sin embargo, esta aproximación debería haber considerado una aproximación holística como la realizada para los recintos de fosos. En ese sentido, la expresión “megalitismo” parece ser útil, ya que está relacionada con un fenómeno funerario donde existen determinadas características comunes: deposiciones funerarias colectivas y continuas, normalmente con recurrentes deposiciones de artefactos, que comenzaron en el IV milenio y que continuaron hasta mediados del III milenio ANE dentro de cuevas naturales, pero también espacios construidos como dólmenes, hipogeos y tholoi, o incluso otros tipos menos conocidos (Sherratt, 1995; Boaventura, 2009). En ese sentido parece que antes de que los recintos de fosos se generalizaran, las tumbas colectivas ya se habían usado o construido. Esto es al menos lo que sugieren los datos disponibles para el sur de Portugal (Boaventura y Mataloto, en prensa) y no parece que sea diferente en el suroeste español. Tampoco existen datos cronológicos sólidos para situar los comienzos del megalitismo en el V milenio ANE en la Península Ibérica (Boaventura, 2009). El capítulo final supone para los autores la presentación de su interpretación sobre el significado de los recintos de fosos y para los

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lectores la posibilidad de aceptar y compartir los argumentos o no. Sin embargo, este libro supone un rotundo alegato sobre los recintos de fosos como lugares de agregación que no debería ignorarse. Al contrario, la idea debería aplicarse en zonas y yacimientos nuevos para el progreso del conocimiento científico sobre las sociedades pre-complejas y sus logros y fallos en la Península Ibérica, como parte de un conjunto pan-europeo. Siguiendo esta pauta, trabajos recientes (Valera, en prensa; Valera y Becker, en prensa) parecen atestiguar precisamente la importancia y la cantidad de los nuevos datos que se está extrayendo de estas estructuras

BIBLIOGRAFÍA BOAVENTURA, R. (2009): As antas e o Megalitismo da região de Lisboa. PhD thesis in Prehistory, Lisboa, Universidad de Lisboa, vol 2. BOAVENTURA, R. y MATALOTO, R. (en prensa):“Apontamentos para a cronologia absoluta do Megalitismodo Sul de Portugal”, Xelb. Actas do 8º Encontro de Arqueologia do Algarve, Câmara Municipal de Silves, Silves. SHERRATT, A. (1995): “Instruments of conversion? the role of megaliths in the Mesolithic/ Neolithic transition in Northwest Europe”, Oxford Journal of Archaeology 14(3), pp. 245-260. VALERA, A. y SILVA, A. M. (2011): “Datações de radiocarbono para os Perdigões (1): Contextos com restos humanos nos sectores I & Q”, Apontamentos de Arqueologia e Património, NIA, Lisbon, 7, pp. 7-14. VALERA, A. (en prensa): “Fossos sinuosos na Pré-História Recente do Sul de Portugal: ensnaio de análise crítica”, Actas do V Encontro de Arqueologia do Sudoeste Peninsular, Almodôvar, (Noviembre de 2010). VALERA, A. y BECKER, H. (en prensa):“Arqueoastronomia, geofísica e recintos de fossos da Pré-História Recente no Sul de Portugal”, Xelb. Actas do 8º Encontro de Arqueologiado Algarve, Câmara Municipal de Silves, Silves.


Perea Caveda, Alicia, García Vuelta, Oscar y Fernández Freire, Carlos (2010): El proyecto AU: Estudio Arqueométrico de la producción de oro en la península ibérica, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 490 páginas, ISBN: 978-84-00-09156-9

Manuel Eleazar Costa Caramé ATLAS Arqueología y Patrimonio [ eleazarcosta@atlasarqueologia.es ]

El estudio de las producciones de orfebrería prehistóricas, protohistóricas e históricas es un campo que tiene una amplia tradición dentro de la investigación española. A pesar de ello, la mayor parte de los trabajos realizados hasta el presente se han caracterizado por aplicar una metodología de análisis tradicional basada en la morfología de los artefactos y en la cual han sido frecuentes los reconocimientos macroscópicos, como por ejemplo la famosa obra de Nicolini (1990) sobre las producciones de oro ibéricas. La implantación de la arqueometría en España ha tenido un desarrollo reciente, a diferencia de otros países europeos en donde cuenta con una mayor tradición, y este hecho ha sido decisivo para comprender por qué motivo en la actualidad se han publicado pocos estudios sobre orfebrería que hayan aplicado este tipo de técnicas. A pesar de este panorama, hay que señalar que los avances conseguidos en los últimos años en este campo de investigación han sido notables, a pesar de las dificultades que existen muchas veces ligadas a la falta de financiación de los proyectos de investigación y a su corta duración. En este contexto epistemológico debe insertarse la publicación referida, que sin duda supone un hito fundamental que marca un cambio decisivo en la investigación española y que podría servir de ejemplo para posteriores trabajos de investigación. Hasta la realización del Proyecto AU, tan

sólo existía un estudio analítico sobre las producciones orfebres en la Península Ibérica que tuviera una serie amplia de análisis, el realizado por Hartmann (1970) para las producciones de oro europeas. Aunque en los últimos años, el número de trabajos arqueométricos sobre producciones de oro ha aumentado y sería conveniente que se llevase a cabo un estudio bibliométrico en este sentido, lo cierto es que a día de hoy no existe una obra de conjunto en la que haya sido incluida toda la información arqueométrica desde un punto de vista comparativo. Por lo tanto la publicación del Proyecto AU supone un buen precedente, dada la gran cantidad de artefactos que han sido analizados, y podría servir de base en el futuro para trabajos de este tipo. En los últimos años el desarrollo de nuevas técnicas arqueométricas y la mejora sustancial de las ya existentes, sobre todo de la Microscopía Electrónica de Barrido, ha sido notable. Particularmente ha sido importante la aparición de técnicas de estudio no destructivas y más baratas, frente a trabajos anteriores en los que se habían aplicado otras técnicas mucho más costosas como por ejemplo el PIXE (De la Bandera Romero, 2007). Todos estos aspectos han sido determinantes para que se pudiera llevar a cabo un proyecto como este, con notables dificultades técnicas dado el valor patrimonial de los artefactos analizados, así como la necesidad de su conservación íntegra,

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aspectos que son señalados varias veces en la propia publicación. Los avances obtenidos en este proyecto y publicados en este libro son notables por varios aspectos. Primero, porque para su realización ha sido necesario que las personas que han desarrollado este estudio se hayan formado en aspectos técnicos ausentes de nuestro sistema educativo universitario hasta hace pocos años. Asimismo, hay que señalar que el trabajo llevado a cabo se caracteriza por ser sistemático y que los resultados obtenidos en este proyecto son innovadores. Los análisis efectuados se han centrado tanto en la composición de los artefactos, como en su microestructura externa. Una de las ventajas de este libro, es que esta última puede ser visualizada gracias a la gran cantidad de imágenes incluidas en la publicación. Las analíticas aplicadas han permitido identificar de manera precisa aspectos como el proceso de su manufactura, el cambio tecnológico y las repercusiones que este tuvo en las comunidades del pasado. Por lo tanto, los resultados de este estudio no sólo tienen implicaciones en cuanto al conocimiento de las tecnologías empleadas en el pasado, sino también en lo relativo a las inferencias económicas, sociales e ideológicas que subyacen detrás de las mismas. La cantidad de artefactos prehistóricos y medievales analizados en este proyecto es pequeña y llama la atención que no se haya analizado ninguno de época

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romana. No obstante, quizá este hecho pueda verse influido por la composición de las colecciones analizadas, en las cuales no hay una representación por igual de las producciones de orfebrería de cada período. Por lo tanto, sería conveniente que en el futuro se llevase a cabo un mayor esfuerzo en el estudio de artefactos de oro de estos períodos. Asimismo, sería interesante que también se llevase a cabo un tratamiento estadístico multivariante de todos estos datos con el objetivo de identificar si pudieran existir otras pautas relacionadas con la composición de las soldaduras y de los artefactos. A pesar de lo señalado, lo cierto es que este estudio arqueométrico ha mejorado notablemente el conocimiento de las producciones áureas de la Península Ibérica, sobre todo de las de época protohistórica, en la cual se observan cambios tecnológicos importantes respecto de los períodos anteriores. En este contexto, queda establecida una base analítica consistente y sistemática que podría ser útil a nivel comparativo para los nuevos resultados que se obtengan en el futuro en nuevos trabajos de caracterización arqueométrica. En conclusión se puede decir que la publicación del Proyecto Au supone un libro de referencia para los futuros estudios arqueometalúrgicos, no sólo españoles, sino también europeos. Dado el contexto existente, en el cual se carecía de una obra de estas características, puede decirse

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que tiene un gran valor epistemológico, ya que plantea nuevos interrogantes relacionados con el papel que estos cambios tecnológicos pudieron tener en el sistema de organización económica y social de las comunidades del pasado. Asimismo, dada la gran cantidad de imágenes publicadas, este libro también cuenta con un gran valor a nivel didáctico, sobre todo para visualizar de manera directa e ilustrativa algunas de las tecnologías orfebres que se emplearon en el pasado. En mi opinión, debido a la calidad del trabajo realizado, el rigor con que se ha procedido en la obtención de los datos y en su interpretación, este estudio será muy útil para realizar otros análisis comparativos de las producciones orfebres del pasado de la Península Ibérica y de otras regiones europeas

BIBLIOGRAFÍA BANDERA ROMERO, M. L. de la (2007): “Caracterización de orfebrería antigua mediante técnicas nucleares de análisis no destructivos”, Sautuola 13, pp. 113-128. HARTMANN, A. (1970): Prähistorische Goldfunde aus Europa: spektralanalytische Untersuchungen und deren Auswertung, Band 2, Mann, Berlín. NICOLINI, G. (1990): Techniques des ors antiques: la bijouterie ibérique du VIIe au IVe siècle, Picard, Paris.


López de la Orden, María Dolores y García Alfonso, Eduardo (eds.). Cádiz y Huelva. Puertos fenicios del Atlántico. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía - Cajasol, Obra Social, [Madrid], 2010, 362 páginas, ISBN: 978-84-92704-31-6

Mariano Torres Ortiz Profesor Titular de Prehistoria en la Universidad Complutense (Madrid) [ mtorreso@ghis.ucm.es ]

Este libro es el catálogo de la exposición que, bajo los auspicios de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y de la Obra Social de Cajasol, se efectúo en los Museos de Cádiz, entre el 22 de julio y el 12 de octubre de 2010, y Huelva, entre el 1 de febrero y el 24 de abril de 2011, con motivo de dar a conocer los más importantes objetos relacionados con la colonización fenicia hallados en las actuales provincias de Cádiz y Huelva. Tanto la exposición como el presente catálogo se han organizado en una serie de espacios, verdaderos bloques temáticos, compuestos por un número variable de contribuciones de investigadores de reconocido prestigio en el campo de los estudios fenicios que tratan de aspectos claves del proceso colonial fenicio, y una serie de piezas, de las que se redacta una rigurosa y detallada ficha, que vienen a ilustrar los principales aspectos de la materia de cada uno de estos bloques temáticos. En el primero de ellos, titulado “La aventura fenicia”, se recogen tres trabajos que sirven para enmarcar la expansión fenicia desde el Mediterráneo oriental hasta el Atlántico. Se inicia este bloque con un capítulo de Eduardo García Alfonso sobre el Atlántico, su significado en la Antigüedad y la gran cantidad de recursos existentes en la zona que serán objeto de explotación casi exclusiva de los fenicios, además de tratar brevemente sobre las rutas y técnicas de navegación necesarias en dicho océano.

Por su parte, Ana Delgado Hervás se ocupa de analizar el proceso que lleva a los fenicios, aprovechando los cambios políticos y económicos tras el colapso de los grandes imperios orientales en torno a 1200 a.C., de un extremo a otro del Mediterráneo en busca de nuevas oportunidades comerciales, señalando cómo van a ser creadores de nuevas formas de vida en el exterior e influir en las poblaciones locales. El último de los trabajos de este bloque es el que María Dolores López de la Orden dedica a la escritura fenicia y púnica, recogiendo sus aspectos más significativos. Todos los aspectos tratados en el primer bloque quedan bien ilustrados por una selección de 18 piezas entre las que se recogen, en primer lugar, objetos cerámicos, entre ellos cerámica fenicias, griegas y sardas fabricadas o llegadas con anterioridad a la fundación de las primeras colonias fenicias en suelo peninsular, y, en segundo, numerosas inscripciones fenicias, griegas y tartésicas que atestiguan la primera práctica de la escritura en Occidente. El segundo bloque, bajo el epígrafe de “El pueblo de la Púrpura”, recoge varias contribuciones que tratan sobre los fenicios en general (Eduardo García Alfonso), sobre algunas de las principales colonias fenicias del Atlántico, como Gadir (Eduardo García Alfonso) y el Castillo de doña Blanca (Francisco Alarcón Castellano), asentamientos indígenas, como Huelva

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(María Belén Deamos), y, por último, sobre algunas de las principales artesanías fenicias: las producciones textiles y el uso de la púrpura (Carmen Alfaro Giner), la orfebrería (Alicia Perea Caveda) y los objetos de vidrio (María Dolores López de la Orden). El primero de estos capítulos es una visión general de los fenicios, principalmente en Oriente, describiendo también otros aspectos como su economía, con la importancia de la agricultura y la búsqueda de metales, y, por último, la organización de su sistema comercial y fórmulas de intercambio. Pasando ya a los yacimientos, el primero del que se trata, lógicamente, es de la propia Cádiz, Gadir, del que Eduardo García Alfonso realiza un repaso de cuestiones tales como su cronología, la basada en los textos y la arqueológica, de los diferentes vestigios de ocupación y funerarios conocidos desde fines del siglo IX/inicios del VIII a.C. hasta época púnica, y, por último, de la gran importancia de sus templos, que mantuvieron la tradición religiosa fenicia hasta época romana. El segundo yacimiento tratado es el Castillo de Doña Blanca, del que Francisco Alarcón Castellanos presenta sus aspectos más significativos, como su situación estratégica, aspectos constructivos, tanto defensivos como urbanos, y manifestaciones funerarias. Por último, el tercero de los capítulos dedicados a yacimientos se dedica a Cádiz y ha sido elaborado por María Belén Deamos, buena conocedora de la realidad arqueológica onubense desde su participación en numerosas campañas de excavación en la ciudad durante los años 70, tratando de los hallazgos más destacados como los del depósito de la Ría de Huelva, de la necrópolis de La Joya y los más recientes y espectaculares acontecidos en la C/ Méndez Núñez 7-13 de Huelva, además de la posibilidad de la existencia de un barrio fenicio en esta misma ciudad planteada por investigadores tan prestigiosos como Manuel Pellicer Catalán (1996) y que tiene bastantes

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visos de verosimilitud, aunque ello no permite hablar con propiedad de la existencia de una colonia fenicia en este lugar. En el caso de los trabajos dedicados a las principales artesanías, éstos recogen de manera breve y detallada los datos más actuales al respecto, aunque no deja de resultar sorprendente la adscripción fenicia de los restos de tela hallados en La Angorrilla y los conservados en distintas colecciones procedentes de las excavaciones de George Bonsor en diferentes necrópolis indígenas del área de Los Alcores, ya que desde el mismo punto de vista apriorístico, se podría argumentar su carácter local. Este espacio se ilustra en el catálogo con las fichas de 9 piezas de alfarería, eboraria, pasta vítrea, y, principalmente, orfebrería procedente de la necrópolis de Cádiz, a la que se añade un anillo de oro de clara procedencia helénica. De todas ellas, destaca por su carácter inédito una placa de hueso hallada en los niveles que cubrían las habitaciones del “barrio fenicio” del Castillo de doña Blanca y que se puede considerar el inicio de una larga serie de piezas de esta tipología que se extiende hasta el siglo VI a.C. (véase Almagro-Gorbea, 2008). El tercer bloque, titulado “Ciudades, Puertos, Aldeas”, se dedica básicamente a la economía fenicia, incidiendo en aspectos tan importantes como la marina mercante fenicia, que es objeto de un estudio por parte de Víctor Guerrero Ayuso; la agricultura, la ganadería y la pesca, tratadas por Enrique García Vargas, los recipientes anfóricos feniciopúnicos, analizados por Ángel Muñoz Vicente, y, por último, María Dolores López de la Orden se ocupa de la numismática fenicio-púnica. En el primero de estos capítulos, Víctor Guerrero Ayuso señala como la tradición náutica cananea se retrotrae al II milenio a.C. y describe cómo serían los barcos fenicios, para centrarse finalmente en una embarcación típica de los navegantes gaditanos, el hippos, dos ejemplos de los cuales parecen

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ser los dos barcos fenicios hundidos hallados en Mazarrón (Murcia). Por su parte, el segundo de estos investigadores analiza brevemente las diferentes fuentes alimenticias, dando su justo valor a las actividades agropecuarias, muy revalorizadas por la investigación en los últimos años, entre las que destacan la introducción de la vid y el olivo, y de la pesca, con el surgimiento de una industria salazonera para la que fue fundamental la producción anfórica reseñada por Ángel Muñoz Vicente. Por último, María Dolores López de la Orden hace una breve reseña de las amonedaciones fenicio-púnicas desde oriente hasta occidente centrándose, en las acuñaciones gaditanas. En este bloque se incluyen las fichas de 29 piezas, básicamente cerámicas, que engloban principalmente cerámica griega y etrusco-corintia de importación, cerámica orientalizante y turdetana, ánforas de diferentes procedencias, además de objetos de hueso y marfil, anclas, fíbulas, elementos vinculados con el trabajo del metal como una tobera y un yunque de orfebre, y, lógicamente, monedas de la ceca de Gadir. Entre todas estas interesantes piezas destacan el fragmento de plato etruscocorintio, una producción muy escasa en los ambientes fenicios peninsulares aunque habituales en el Mediterráneo central, y el tesorillo de monedas cartaginesas del Castillo de doña Blanca, que aunque bien estudiado por Alfaro Asins y Marcos Alonso (1994), no se había publicado con la documentación gráfica. En todo caso, por poner algún pero, habría sido conveniente insertar sendos capítulos dedicados al comercio y la metalurgia fenicia, lo que habría ofrecido una imagen más completa de las actividades económicas fenicias. El siguiente espacio de la exposición fue el dedicado a la religión con el título “Bajo la protección de los dioses”, en que se recogen tres trabajos redactados por María Cruz Marín Ceballos y José Luis Escacena Carrasco.


La primera de estos investigadores se centra, en primer lugar, en el análisis de las divinidades fenicias, señalando el carácter politeísta de los diferentes panteones ciudadanos y las características de sus principales divinidades, Baal y Astarté, y, en segundo, sobre los ritos fenicios, haciendo especial hincapié en la organización sacerdotal, en la descripción de algunos de los principales fiestas, como la egersis o resurrección de Melqart, y rituales, como la práctica de la prostitución sagrada, además de recoger las pocas noticias existentes sobre los tipos de sacrificios y las prescripciones para su realización, de la deposición de exvotos y la existencia de comidas rituales. Por su parte, José Luis Escacena Carrasco trata de los santuarios fenicios en la Península Ibérica, entre los que, además de los conocidos por las fuentes escritas y algunas evidencias arqueológicas, como el templo de Melqart de Cádiz, incluye algunos otros como los de El Carambolo en Sevilla, otro de Málaga o el de Cancho Roano en Badajoz a partir de un elemento arqueológico mucho más discutible como es el denominado altar de piel de buey, no hallado hasta el momento en ningún templo fenicio del Mediterráneo (véase Marín Ceballos, 2006). En este bloque se incluyeron 22 piezas entre las que se incluyen terracotas que representan a diferentes divinidades, las estatuillas de bronce de divinidades fenicias de carácter egiptizante de Sancti Petri y la Barra de Huelva, numerosos escarabeos y otros elementos usados normalmente en actividades rituales como quemaperfumes, huevos de avestruz y otros objetos de bronce, además de dos fragmentos de

copas de Comastas claramente relacionadas con el consumo ritual del vino en honor a Dionisio en el mundo griego. Entre estos objetos se incluye también lo que se ha considerado un modelo de altar de piel de buey fabricado en plomo, pero que más bien debe interpretarse como un yunque de orfebre, ya que de hecho fue hallado en Huelva en el mismo contexto de otra pieza a la que también se atribuye esta última función. Finalmente, el último de los bloques está dedicado, bajo el sugerente título de “El último viaje”, al mundo funerario fenicio. Éste se abre con un capítulo redactado por Ana María Jiménez Flores en el que se recogen, con brevedad y gran precisión, los principales aspectos acerca de las creencias escatológicas, los rituales y formas de tratar el cuerpo y los ajuares de las tumbas feniciopúnicas. A dicho texto se añade un conjunto de 32 piezas halladas en contextos funerarios, de las que destacan, como novedad, las urnas y materiales de la necrópolis de Hoya de Rastros (Ayamonte, Huelva), que es hoy por hoy la necrópolis fenicia conocida más al occidente de la Península Ibérica, con el indudable interés que ofrece además sus evidentes conexiones con el Mediterráneo Central. A estos materiales hay que unir un nuevo conjunto de orfebrería y marfil hallado en la necrópolis gaditana en el solar de “Los Chinchorros”, lo que vuelve a subrayar su gran importancia en época arcaica. A estas importantes novedades se suma un conjunto de materiales pétreos, de fayenza, cerámicos y metálicos, algunos de ellos inéditos, como un bronce de

cinturón de dos garfios y una fíbula de tipo Acebuchal, también hallados en contextos fenicio arcaicos y púnicos de la necrópolis gaditana, además de materiales de tipología fenicia y carácter orientalizante de algunas tumbas indígenas tanto de Cádiz, como es el caso del túmulo 1 de la necrópolis de Las Cumbres (Puerto de Santa María), como de Huelva, en este caso procedentes de la necrópolis de la Joya. En definitiva, esta obra nos ofrece una síntesis actualizada de las andanzas fenicias por las costas atlánticas andaluzas y de su importancia en la Protohistoria e Historia antigua de dicha zona, con trabajos muy serios y actualizados sobre numerosos aspectos del proceso colonial fenicio, aunque siempre, como es lógico, con aspectos abiertos a la lógica discusión histórica

BIBLIOGRAFÍA ALFARO ASINS, C. y MARCO ALONSO, C. (1994): “Tesorillo de moneda cartaginesa hallado en la Torre de Doña Blanca (Puerto de Santa María, Cádiz)”, Archivo Español de Arqueología 67, pp. 229-244. ALMAGRO-GORBEA, M. (2008): “Objetos de marfil y hueso”, La necrópolis de Medellín. Estudio de los hallazgos, (AlmagroGorbea, M. dir.), Bibliotheca Archaeologica Hispana 26(2), Real Academia de la Historia, Madrid, pp. 401-512. MARÍN CEBALLOS, M. C. (2006): “De dioses, pieles y lingotes”, Habis 37, pp. 35-54. PELLICER CATALÁN, M. (1996): “Huelva tartesia y fenicia”, Rivista di Studi Fenici 24(2), pp. 119-140.

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CRÓNICA

DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA 2010

La presente crónica da cuenta de las actividades desarrolladas en el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera en el año 2010.

PROGRAMA INSTITUCIONAL Creación del órgano gestor. Decreto 280/2010, de 27 de abril del Consejo de Gobierno, por el que se crea el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera como servicio administrativo de gestión diferenciada. La creación de este servicio administrativo con gestión diferenciada comporta una especialización funcional dentro de la organización de la Consejería de Cultura, una identificación singular de este servicio público ante la ciudadanía, y facilitará una mejora de la gestión del Conjunto. A tal fin y al amparo de la Ley 14/2007, de 26 de noviembre, del Patrimonio Histórico de Andalucía y de la Ley 9/2007, de 22 de octubre, de la Administración de la Junta de Andalucía, se crea y se regulan la organización, atribuciones y funcionamiento del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera para el mejor cumplimiento de los fines que se le asignan. Por medio de este decreto, se atribuye al Conjunto Arqueológico las siguientes competencias, dentro de su ámbito de actuación: 1. La custodia y administración de la Zona Arqueológica. 2. La redacción del proyecto del Plan Director de la institución, que contendrá las directrices generales de actuación en la Zona Arqueológica, y que será

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tramitado conforme a la normativa de aplicación. La organización, fomento y promoción de cuantas iniciativas culturales impulsen el conocimiento y difusión de la Zona Arqueológica a través de las exposiciones permanentes de la Prehistoria de Antequera y de Andalucía. La protección y conservación de los bienes inmuebles y muebles integrantes del patrimonio histórico que estén dentro de la Zona Arqueológica, así como promover su mejora. Proponer el proyecto de Plan Anual de la institución y ejecutarlo. La elaboración de la Memoria Anual. Proponer los proyectos de programas anuales de administración, protección, conservación y restauración, investigación y difusión de la Zona Arqueológica, y ejecutarlos, velando para que dichos programas se atengan a los criterios más adecuados y se desarrollen de acuerdo con los principios establecidos en las cartas y documentos internacionales sobre la materia, y para que se conserven las condiciones ambientales y paisajísticas de la Zona Arqueológica y su entorno. Para la ejecución de estos programas se podrá contar con la colaboración de otras entidades e instituciones públicas o privadas. Elevar las propuestas de cuantas medidas cautelares sean necesarias, en su ámbito de actuación, para la conservación material y ambiental de la Zona Arqueológica, así como para impedir usos contrastantes de su carácter arqueológico y con la fragilidad de sus condiciones materiales, de conformidad con la legislación vigente. Posibilitar el acceso las personas que visitan la Zona Arqueológica, garantizando el correcto uso de la misma.

10. Facilitar el estudio de la Zona Arqueológica a las personas que investigan. 11. Desarrollar programas de cooperación con otras instituciones afines. 12. Adoptar cuantas medidas se juzguen necesarias para el cumplimiento de los fines del Conjunto Arqueológico en el ámbito de sus competencias y de cuantas le sean encomendadas en materia de patrimonio histórico. El Conjunto Arqueológico contará con una Dirección, como órgano de carácter ejecutivo y de gestión, de la que dependerán las Áreas de Administración, de Conservación e Investigación y de Difusión, y con una Comisión Técnica, como órgano consultivo y de asesoramiento de carácter colegiado. Distintivo de calidad turística Por segundo año consecutivo, el Conjunto ha conseguido este distintivo que otorga el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España y que tiene como finalidad asegurar la gestión interna de las empresas turísticas y centros-servicios vinculados al turismo, establecer controles en los procesos que garanticen la satisfacción de los clientes y garantizar la seguridad y confort de las instalaciones. Reunión de representantes de la Consejería de Cultura y de la UNESCO Se celebró en Antequera el 18 de septiembre. Asistieron la especialista de Programas de Latinoamérica y El Caribe del Centro de Patrimonio Mundial de UNESCO, el Secretario General de Políticas Culturales, el Director del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico

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(IAPH), la Directora General de Bienes Culturales, la jefa del área de planificación del IAPH y la responsable del Conjunto Arqueológico (Lám. 1). En esta reunión se planteó la posible candidatura de los dólmenes de Antequera a la lista de Patrimonio Mundial, y se hicieron una serie de recomendaciones a seguir para que el proyecto sea viable, como la necesidad de realizar un estudio de conservación preventiva o la eliminación o sustitución de los elementos perturbadores en los bienes y su entorno, haciendo especial incidencia en la recuperación de la continuidad visual entre Menga y el cerro de Marimacho. Por otra parte, se establecieron las pautas para la organización del Seminario Internacional de Megalitismo en el que colaboran las siguientes instituciones: UNESCO, Ministerio de Cultura y Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. El Seminario se celebraría en Antequera y Málaga en el mes de septiembre de 2011.

PROGRAMA PATRIMONIAL LÍNEA DE INCREMENTO Línea de Incremento de bienes muebles A mediados de octubre se trasladó desde Mallorca el legado del Catedrático de Prehistoria Antonio Arribas Palau. Entre los objetos recibidos hay más de un centenar de libros y separatas en diversos idiomas, material preparatorio de sus clases en la Universidad de Granada, diapositivas que en muchas ocasiones fueron tomadas por el propio profesor en diferentes campañas de excavaciones, dibujos de campo, etc. Estos documentos están siendo inventariados y formarán parte del Centro de Documentación y Biblioteca Virtual de la Prehistoria de Andalucía Antonio Arribas. En noviembre se recibieron para su depósito los materiales procedentes de la prospección superficial de la Depresión de Antequera (Málaga). Esta intervención arqueológica puntual fue dirigida por el Dr. Leonardo García Sanjuán en 2006.

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Lám. 1. Representantes de la Consejería de Cultura y de la UNESCO en el corredor de El Romeral tras la reunión del 18 de septiembre de 2011. De izquierda a derecha: Nuria Sanz Gallego, Bartolomé Ruiz González y Román Fernández-Baca Casares. Foto: Victoria Eugenia Pérez Nebreda.

LÍNEA DE CONSERVACIÓN Estudios previos Proyecto para la diagnosis de la conservación de los Dólmenes de Antequera En noviembre se produjo la visita de técnicos del laboratorio de Geotécnica del CEDEX (Centro de Estudios Experimentales) del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino) para conocer in situ la problemática de El Romeral y Menga, al objeto de mejorar el conocimiento de sus túmulos mediante estudios no invasivos (Lám. 2). Tras el análisis de las prospecciones geofísicas existentes, realizaron otra nueva para intentar obtener más datos acerca de las discontinuidades.

Lám. 2. Técnicos del CEDEX durante la realización de un estudio geotécnico en el dolmen de Menga en noviembre de 2010. Foto: María José Toro Gil.

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PROGRAMA DE MUSEALIZACIÓN Y EXPOSICIÓN PERMANENTE

LÍNEA DE MUSEALIZACIÓN

Lám. 3. Paisaje de olivar entre los dólmenes y La Peña hacia 1940. Foto: Simeón Giménez Reyna.

Ordenación del recinto primero mediante la redacción del Proyecto de ejecución de ordenación paisajística del recinto primero, por los arquitectos José Ramón Menéndez de Luarca y Pau Soler Serratosa, quienes han contado con el asesoramiento de especialistas en Arqueología y Restauración entre otras disciplinas (Fig. 1). El objeto es la integración paisajística de los dólmenes de Menga y Viera en su contexto natural y arqueológico por medio de una serie de actuaciones mínimas y reversibles. Esta intervención se ha realizado a lo largo de 2011 (Lám. 3).

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PROGRAMA DE DIFUSIÓN Y COMUNICACIÓN El programa de difusión y comunicación continúa siendo el de mayor desarrollo. El Conjunto ha mantenido su servicio de alertas puntuales como forma rápida y eficaz de informar a casi 3.000 personas de las actividades que realiza. Con esta misma intención se ha hecho uso de las redes sociales que mantienen puntualmente informadas a más de 5.000 personas.

LÍNEA DE ACTIVIDADES De la investigación a la formación En esta anualidad además de la II edición de los cursos de Antequera Milenaria, el Conjunto ha organizado el primero de los Congresos de Prehistoria de Andalucía. El Memorial Siret, iniciado en 2009, tuvo como actividad final el I Congreso de Prehistoria. La tutela del patrimonio prehistórico de Andalucía, celebrado en Antequera entre los días 22 y 25 de septiembre de 2010. Este congreso ha constituido un encuentro entre los diferentes agentes implicados en la tutela del patrimonio prehistórico para analizar la situación y problemática actual de la Arqueología prehistórica andaluza. De forma indirecta, también sirvió para hacer un balance del trabajo realizado en los 25 años de gestión de la Junta de Andalucía. Se organizaron siete mesas redondas y una sesión de posters para el debate en las que se analizó la situación de la investigación, la administración y protección, la conservación y la difusión. La mesa de Historiografía planteó la importancia de la memoria en cualquiera de sus manifestaciones, se reivindicó el análisis historiográfico de la disciplina como herramienta clave en la compresión de qué es lo que se investiga, por qué, con qué finalidad, cuál es el contexto político y social en el que se realiza, a quién sirve el conocimiento que se genera etc. La mesa de Protección puso de manifiesto la complejidad de los procesos a la hora de identificar, catalogar y proteger los bienes y los cambios que se han producido en este sentido. En la mesa de Arqueometría se plantearon los

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avances que para la Prehistoria andaluza ha supuesto la incorporación de la multidisciplinariedad en el análisis arqueológico, mientras que en la de Territorio se puso más énfasis en las metodologías de análisis espacial. La de Conservación puso el acento en la necesidad de una conservación encaminada a responder, no sólo a las necesidades relativas a la transmisión de la materialidad del bien, sino también a los valores de uso que son demandados por la sociedad. Precisamente habría que destacar en la mesa de Sociedad las nuevas perspectivas que se han abierto en el debate científico en estos últimos años, analizando la sociedad prehistórica desde enfoques de género y dando importancia a elementos como la cotidianidad, la familia o el ámbito doméstico entre otras. Una de las más intensas fue la mesa de Difusión, asunto cada vez más trascendental entre las funciones propias de la tutela del Patrimonio Histórico. En los distintos grupos de trabajo se apuntó la relevancia de las aportaciones realizadas por la Arqueología, el interés por el estudio de las claves de la sociedad prehistórica y sus formas de vida, la complejidad de los procesos para identificar y proteger los bienes (delimitacióncatalogación), la exigencia de la sociedad de una tutela efectiva de esos bienes, la metodología para el estudio del paisaje y sus consecuencias para la gestión patrimonial, la demanda de la sociedad de extender la tutela no solo a la materialidad sino al contexto de los bienes en un sentido amplio y la transmisión de esos valores a la ciudadanía (Lám. 4).

Lám. 4. Exposición de posters del I Congreso de Prehistoria de Andalucía. Foto: Aurora Villalobos Gómez.

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A través del desarrollo de estas secciones se puso especial énfasis en la denominada Arqueología Aplicada tanto en su perspectiva de gestión (que incluye la protección del patrimonio arqueológico y su socialización) como en la de investigación. Se destacó la relación de la Prehistoria con los mecanismos de construcción de la identidad del sujeto de la modernidad y la articulación de modelos de valoración social, su función como creadora de paisaje histórico de tal manera que la realidad social se integra con la naturaleza como experiencia histórica acumulada en un territorio. Se realzó la rentabilidad social y cultural que proporcionan los trabajos realizados con garantía científica y de difusión pública. También se debatió sobre la tutela del patrimonio arqueológico prehistórico y sus implicaciones en proyectos de desarrollo rural o turístico, de desarrollo sostenible o de cooperación internacional (Lám. 5). Durante los cuatro días del Congreso estuvieron representadas las universidades andaluzas, así como otras universidades españolas y de la Unión Europea. Participó un elevado número de personas de la administración de varias comunidades autónomas, profesionales libres, estudiantes, empresas del sector, así hasta un total de casi 150 personas entre ponentes y asistentes. De este modo, se considera uno de

Lám. 5. Participantes del I Congreso de Prehistoria de Andalucía durante una visita guiada por los profesores Arturo Ruiz y Manolo Molinos a la necrópolis de La Noria (Fuente de Piedra, Málaga). Foto: Aurora Villalobos Gómez.

los logros destacados de esta actividad el acercamiento del ámbito académico (Universidad) y de gestión (Administración). Enmarcado en esta actividad, el comité científico del Memorial otorgó a la Mesa Ciudadana en Defensa del Paisaje Protegido y Yacimiento de Valencina-Guzmán la Medalla Menga reconociendo de este modo el movimiento ciudadano conservacionista que de forma completamente altruista se ha volcado en los últimos cinco años en el empeño de proteger el legado patrimonial de nuestros antepasados a favor de la protección de los valores científicos y paisajísticos del Aljarafe norte y muy especialmente del sitio prehistórico de Valencina de la ConcepciónCastilleja de Guzmán (Lám. 6).

Cursos de Otoño Antequera Milenaria En 2009 se iniciaron como proyecto de excelencia de la institución, que pretende llevar a cabo un proceso de transferencia de conocimiento e información a la sociedad que nos acoge. Ha sido organizado en colaboración con la Universidad de Málaga. En esta anualidad han sido dos los cursos realizados; el primero de ellos, orientado a un público general, Las Grandes Piedras de la Prehistoria: Sitios y Paisajes Megalíticos de Andalucía, fue dirigido por Leonardo García Sanjuán, profesor de la Universidad de Sevilla y

Lám. 6. Reconocimiento de la labor realizada por la Mesa Ciudadana en Defensa del Paisaje Protegido y Yacimiento de Valencina-Guzmán, con la concesión de la Medalla Menga A la defensa del paisaje megalítico. De izquierda a derecha: Jorge Arévalo, Isabel Medrano, Clara Rubio, Eduardo Apellániz, Luz Mato y Andrés Trevilla. Foto: Miguel Ángel Checa Torres.

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tuvo lugar en los meses de octubre y noviembre de 2010. El segundo curso, Los Conjuntos Arqueológicos y Monumentales de Andalucía. Análisis historiográfico sobre la investigación y tutela del patrimonio arqueológico inmueble, se planteó en el marco del Seminario Permanente de Historiografía Francisco María Tubino, teniendo como directores a Mariano Ayarzagüena Sanz, vicepresidente de la Sociedad Española de Historia de la Arqueología, y a José Beltrán Fortes, profesor de la Universidad de Sevilla y presidente de la Sociedad Andaluza de Historiografía.

Con el primero se ha pretendido dar a conocer la diversidad de planteamientos que actualmente existen en relación con el fenómeno megalítico en Andalucía. En el segundo se analizó, desde el punto de vista historiográfico, cuál ha sido la evolución de la tutela de los bienes arqueológicos inmuebles en Andalucía, tomando como hilo conductor aquellos que han llegado a tener actualmente en nuestra Comunidad Autónoma la categoría de “Conjuntos Arqueológicos y Monumentales” (Lám. 7). Desde esa visión histórica se expuso ante los asistentes el proceso de protección, estudio, conservación, difusión y valorización de estos bienes arqueológicos, en el marco general del desarrollo de tales aspectos en España en general y en Andalucía, en particular. El profesorado que ha participado está integrado por profesores universitarios de reconocido prestigio, así como por investigadores y gestores de patrimonio y de personal técnico de los propios Conjuntos. La asistencia, limitada por el aforo del lugar de celebración, ha sido de 150 personas, 75 en cada curso.

Lám. 7. Segunda edición de los Cursos de Otoño Antequera Milenaria. Foto: Victoria Eugenia Pérez Nebreda.

Exposición monográfica Las relaciones internacionales del Conjunto Arqueológico con otros conjuntos dolménicos de Europa ha favorecido el desarrollo de diferentes líneas de colaboración entre las que se encuentra la organización de una exposición en el Hunebedcentrum en Borger (Holanda) (Lám. 8). El Hunebedcentrum es un museo sobre la historia de los constructores de los dólmenes en Holanda que pertenecían a la cultura de los vasos de embudo y que vivieron entre c. 3400 y 2850 a. C. en Holanda, Alemania, Dinamarca, el sur de Suecia y en parte de Polonia. En Holanda hay 53 dólmenes y 18 de ellos están relativamente cerca del Hunebedcentrum, ya que el dolmen más grande de los Países Bajos está en este pueblo del norte de Holanda.

Lám. 8. Exposición celebrada en el Hunebedcentrum de Borger, Holanda, sobre los dólmenes de Antequera. Foto: Victoria Eugenia Pérez Nebreda.

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La superficie total del museo es de 1.600 m2. Unos 100 m2 están destinados a exposiciones temporales. Las exposiciones tienen diferentes

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temas, pero siempre tienen relación con los constructores de dólmenes.

Antequera ha enviado material de promoción turística sobre la ciudad.

Desde hace tres años organizan exposiciones sobre sociedades megalíticas de otras regiones, por ejemplo de Suecia y de Jordania. En 2010 la exposición monográfica ha sido sobre los Dólmenes de Antequera con una previsión de asistencia de 50.000 personas.

La información relativa a los dólmenes de Menga y Viera y tholos de El Romeral y su contexto se ha dispuesto en catorce paneles con la información que el Conjunto Arqueológico ha facilitado a los responsables de la exposición. Otra de las actividades fue la conferencia "Beyond Antequera: An overview of the megalithic phenomenon in Andalusia (Spain)" impartida por el profesor Leonardo García Sanjuán.

El Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera ha enviado para la muestra una colección de piezas arqueológicas (machacadores, moletas, mazas, percutores, hachas, azuelas…) pertenecientes a los periodos Neolítico Final y Calcolítico procedentes de excavaciones realizadas en los Dólmenes de Antequera y en el territorio en el que están ubicados, Tierras de Antequera. Igualmente se ha enviado para su exposición, una réplica del ídolo de Almargen, así como varias muestras de piedras de la cantera de donde se extrajeron los grandes ortostatos que se utilizaron para la construcción de Menga.

Además se proyectaron de manera continua dos documentales, uno facilitado por el Ayuntamiento de la ciudad y otro, el audiovisual Menga. Proceso de construcción. Otras actividades sistemáticas Este año el número de personas que han visitado los Dólmenes de Antequera ha sido de 81.495 (Tab. 1).

Meses

La exposición se completa con un montaje fotográfico tridimensional de Menga cedido para la ocasión por el Ayuntamiento de Antequera de igual escala que el original y con una reproducción de El Tornillo del Torcal de Antequera. El Torcal es un lugar donde los sedimentos marinos de hace 150 millones de años, han sufrido con el paso del tiempo la erosión provocada por la lluvia, el viento y el hielo de forma constante. El resultado ha sido la aparición de una sorprendente ciudad de piedra, con pasadizos laberínticos, cavidades y curiosas formas en las rocas; El Tornillo es de ellas y está declarado Monumento Natural. Se han enviado también varias maquetas entre las que destacan una con curvas de nivel articulada que permite visualizar el interior de Menga y otra con una vista aérea de la ciudad de Antequera con la ubicación de los dólmenes. Por su parte, la Empresa Pública Turismo Andaluz, añadió a este material unos 8.000 mapas de la ciudad de Antequera y de las ocho capitales de Andalucía y el Ayuntamiento de

Número de visitantes

Enero

3.668

Febrero

5.500

Marzo

8.088

Abril

11.758

Mayo

11.030

Junio

4.397

Julio

3.380

Agosto

5.067

Septiembre

5.556

Octubre

9.639

Noviembre

8.000

Diciembre

5.412

Total

81.495

Tab. 1. Estadística mensual de visitantes durante 2010.

Los meses de mayor afluencia fueron abril y mayo gracias a los grupos escolares, con 11.758 y 11.030 visitas respectivamente, seguidos por octubre con 9.639 (grupos de personas de la tercera edad), lo que viene manteniendo la cadencia de las últimas seis anualidades. El 27

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de abril fue el día que más visitas recibimos con 1.103 personas. En cuanto a la procedencia, la mitad de los visitantes son de la propia comunidad andaluza y casi el 33% son de fuera de España; para éstos últimos, el Conjunto sigue ofertando un servicio de visitas guiadas gratuitas en francés e inglés. Las visitas guiadas, ¿Te gustaría conocer la Prehistoria? y Viaje a la Prehistoria, han conseguido acercar a más de 25.000 personas a los Dólmenes de Antequera y al Enclave de Peñas de Cabrera. Las Celebraciones del Sol. Este año en los equinoccios y en el solsticio de verano se ha abierto de madrugada para que quien así lo desease pudiera observar la salida del sol desde el interior de los dólmenes de Viera y Menga. En el caso de El Romeral, la entrada del sol en el sepulcro tiene lugar a mediodía en el solsticio de invierno. En estas cuatro citas con el sol se han acercado más de medio millar de visitantes. En el solsticio de invierno, un personaje teatralizado realizó una visita guiada por el Conjunto. En esta ocasión fue el turno de una de las figu-

ras más emblemáticas y desconocidas en la historia del dolmen de Menga, la escritora y viajera romántica Lady Louisa Tenison, quien contó las diferentes hazañas y vicisitudes que encontró en su periplo viajero en el siglo XIX. Jornadas de Puertas Abiertas. El 28 de febrero, Día de Andalucía, el 18 de abril, Día Internacional de los Monumentos y los Sitios, y el 18 de mayo, Día Internacional del Museo, se celebraron estas jornadas a las que asistieron más de 3.000 personas. Actividades paralelas al I Congreso de Prehistoria de Andalucía. Con la intención de hacerlo llegar a todos los tipos de público se desarrollaron varias actividades en el recinto primero. La primera de ellas fue una visita del ingeniero de origen belga, Luis Siret (Lám. 9), quien en el 150 aniversario de su nacimiento guiaba al grupo por los dólmenes de Menga y Viera, portaba varios utensilios y materiales de diferentes épocas en los que se basaba para explicar los dólmenes desde su construcción hasta llegar a nuestros días, pasando por las diferentes etapas de la historia. También se pudo participar en tres talleres de arqueología experimental: Taller de caza; donde los visitantes recibían una introducción sobre las sociedades cazadoras y las técnicas que empleaban, para lo cual, se instaló una zona donde los visitantes tiraban con arco unas flechas que debían clavar en una imagen que representaba un ciervo. Taller de construcción de un dolmen: la monitora, apoyada en una serie de reproducciones a pequeña escala, explicaba el proceso de construcción de las mismas. Por último, el grupo participaba en el deslizamiento de un bloque de piedra que se encontraba sobre un sistema de raíles, realizado con troncos de árbol y a modo de rodillo conseguían trasladarlo.

Lám. 9. Durante el I Congreso de Prehistoria, el personaje de Luis Siret realizó visitas guiadas. Foto: Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.

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Taller de metalurgia: se realizaba una demostración práctica del proceso de obtención del metal y cada participante se llevaba una punta de flecha obtenida por este medio.

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LÍNEA DE PUBLICACIONES

sentido la revista cubre un claro vacío existente dentro de los Conjuntos Arqueológicos.

Con motivo de la exposición monográfica en Borger (Holanda), se han editado 50.000 folletos en holandés con información sobre los Dólmenes de Antequera y el DVD Menga. Proceso de construcción que se ha traducido al holandés para este evento. También se ha publicado el calendario 2010 del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera que con una tirada de 5.000 ejemplares se ha repartido por un largo número de instituciones académicas y administrativas. Edición de Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía Menga es una revista científica de difusión del conocimiento similar a Cuadernos de la Alhambra, editada desde 1965 por el Patronato de la Alhambra y el Generalife, y Cuadernos de Madinat Al-Zahara, editada desde 1987 por el Conjunto Arqueológico del mismo nombre. La revista constituye una línea de apoyo a la difusión de la investigación científica sobre Prehistoria de Andalucía y acoge en sus diferentes secciones estudios de síntesis o estados de la cuestión, resultados relevantes de investigación, trabajos interdisciplinares, artículos novedosos de carácter teórico y metodológico así como trabajos relacionados con la gestión y difusión del patrimonio prehistórico. En este

Lám. 10. Portada del número uno de la revista Menga.

Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía (Lám. 10) pretende convertirse en un referente de ámbito autonómico en la divulgación del conocimiento científico de la Prehistoria andaluza sin olvidar su clara vocación internacional. La revista se ha organizado en las siguientes secciones: Editorial. Cada volumen va introducido por una editorial valorando los contenidos, trayectoria de la revista o reflexionando sobre aspectos o temas de actualidad. Dossier. Cada volumen incorpora a un editor/es científicos que coordinan un tema monográfico. Los editores y temáticas han sido propuestos por el Consejo Editorial. El editor científico del dossier de este año ha sido Gonzalo Aranda Jiménez, profesor titular de Prehistoria de la Universidad de Granada y se han incluido 4 artículos con el siguiente tema En el centro de la acción social. Formas de organización de la producción en las sociedades argáricas. Estudios. En esta sección se han incluido 4 trabajos de temática varia sobre la Prehistoria de Andalucía.

Lám. 11. Portada del libro Las grandes piedras de la Prehistoria. Sitios y paisajes megalíticos de Andalucía.

Lám. 12. Portada de The Dolmens of Antequera. Official guide to the archaeological complex.

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Crónica del Conjunto. Se ha publicado un informe con las actividades, noticias, eventos etc. realizados por el Conjunto Arqueológico entre los años 2005 y 2009. La edición es bilingüe y la tirada es de 2.000 ejemplares. Edición del Libro Las grandes piedras de la Prehistoria. Sitios y paisajes megalíticos de Andalucía La tutela del Patrimonio Arqueológico de Andalucía constituye uno de los pilares básicos de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Por la amplitud geográfica, profundidad temporal y riqueza temática de nuestro Patrimonio, este cometido representa un gran reto institucional. Los sitios arqueológicos que se integran en los paisajes andaluces atesoran, a la espera de las investigaciones científicas que las desvelen, la historia de quienes nos precedieron. La Consejería de Cultura asume la responsabilidad de velar por la integridad de esos sitios, posibilitando su conservación y estudio científico. Tenemos, también, el compromiso de dar a conocer a la ciudadanía los avances que en esta tarea vamos logrando. Este libro (Lám. 11) pone al alcance del gran público la riqueza de una parte muy importante del Patrimonio Arqueológico de Andalucía, así como los resultados obtenidos en su investigación, protección y conservación. Puesto que las investigaciones arqueológicas se dan a conocer normalmente en medios editoria-

les de difusión restringida, dirigidos a colectivos más reducidos de especialistas, y que por tanto no suelen llegar a un público amplio, libros como éste son de especial relevancia para facilitar el acceso, conocimiento y disfrute colectivo de nuestro patrimonio megalítico. Es por éste motivo que este Conjunto Arqueológico ha coordinado e impulsado esta edición bilingüe con una tirada de 2.000 ejemplares y que ha contado como coordinadores científicos con Leonardo García Sanjuán, profesor titular de Prehistoria de la Universidad de Sevilla y con Bartolomé Ruiz González, Arqueólogo – Conservador del Patrimonio Histórico. Edición de The Dolmens of Antequera. Official guide to the archaeological complex Meses después de la edición en español se presentó la guía oficial en inglés (Lám. 12); de este modo se mantiene la coherencia el objetivo fundamental de esta institución, de contribuir a una mayor difusión de la Antequera Milenaria y al impulso de la investigación prehistórica en Andalucía. Edición de la Guía del Enclave Arqueológico Peñas de Cabrera Su objetivo principal es dar a conocer un yacimiento de incalculable valor arqueológico que hasta ahora permanecía inédito, más allá del mundo científico. Pero con ella se pretende también llamar la atención de vecinos y visitantes sobre la importancia de conocer, respetar y conservar nuestros bienes de interés histórico para que continúen siendo un nexo con el pasado en los tiempos venideros. La guía se concibe como complemento a la visita al Enclave Arqueológico. Se espera que sirva para ayudar al visitante en su comprensión de las manifestaciones artísticas representadas en diferentes abrigos rocosos. Es un complemento a la línea de difusión de este Conjunto que desarrolla la actividad Viaje a la Prehistoria como impulso al conocimiento de este enclave arqueológico. El autor de la misma ha sido Rafael Maura Mijares, Doctor en Prehistoria y la tirada ha sido de 1.500 ejemplares (Lám. 13)

Lám. 13. Presentación del primer número de esta revista y de la Guía del Enclave Arqueológico Peñas de Cabrera el 4 de marzo de 2011. De izquierda a derecha, Rafael Maura Mijares, Bartolomé Ruiz González, Paulino Plata Cánovas, Gonzalo Aranda Jiménez y Leonardo García Sanjuán. Foto: José Manuel Blanco Manrique.

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NOTICIAS REUNIÓN INTERNACIONAL “SITIOS MEGALÍTICOS Y LA CONVENCIÓN DEL PATRIMONIO MUNDIAL”

Entre los días 20 y 24 de septiembre de 2011 se ha celebrado en Antequera y Málaga (España) la reunión internacional Sitios Megalíticos y la Convención de Patrimonio Mundial en el marco del programa HEADS (Human Evolution: Adaptations, Dispersals and Social Development – Evolución Humana: Adaptaciones, Dispersiones y Desarrollo Social) del Programa Temático del Centro de Patrimonio Mundial de UNESCO. Esta actividad es resultado de un esfuerzo colectivo realizado entre el Ministerio de Cultura del Gobierno de España, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y el Centro de Patrimonio Mundial de UNESCO. El Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera ha tenido un activo papel en la organización y desarrollo de este evento, que cuyo objetivo ha sido reunir a especialistas internacionales para debatir los problemas relacionados con la investigación y conservación de los principales sitios megalíticos del Patrimonio Mundial. En total han sido 35 ponentes de más de 14 países (incluyendo Argentina, Bulgaria, Chile, España, Estados Unidos de América, Francia, Holanda, Italia, Irlanda, Macedonia, Portugal, Reino Unido, República Centroafricana, Senegal, Suecia y Ucrania) así como 20 técnicos/as e investigadores/as de las universidades y administraciones públicas andaluzas (especialmente de la Consejería de Cultura y del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico) quienes durante 4 días han evaluado la situación actual del patrimonio megalítico mundial y sus perspectivas futuras. La lista de ponentes ha incluido a Fernando Baceta Govantes (Universidad del País Vasco, España), Cristina Biceva (Oficina de Protección del Patrimonio Cultural, República de Macedonia), Primitiva Bueno Ramírez (Universidad de Alcalá de Henares, España), Francisco Carrión Méndez (Universidad de Granada, España), Gabriel Cooney, (University College Dublin, Irlanda), Ninoska Cuadros Hucke (CONAF, Chile), Isabel Durán Salado (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, España), Ramón Fábregas Valcarce

(Universidad de Santiago de Compostela, España), Sergio Fernández Reche (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera), Valeria Fol (Academia de Ciencias, Bulgaria), Crysanthi Gallou (Universidad de Nottingham, Reino Unido), Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla, España), Sonia Haoa Cardinali (Consejo Nacional de Monumentos, Chile), Jennifer Kahn (Bishop Museum, Honolulu, EEUU), Seydou Nourou Kane (Sitio Megalítico de Senegambia, Senegal), Luc Laporte (CNRS-Universidad de Rennes, Francia), José Ramón Menéndez de Luarca (Comisión Técnica del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, España), Fernando Oliva (Universidad de La Plata, Argentina), Rui Parreira (Dirección Regional de Cultura de Algarve, Portugal), Mike Parker Pearson (Universidad de Sheffield, Reino Unido), Margarita Sánchez Romero (Dirección General de Bienes Culturales, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía), Karl-Göran Sjogren (Universidad de Goteborg, Suecia), Katya Stroud (Museo Nacional de Arqueología, Malta), Yaroslav Mykhailov (Reserva Nacional Histórica y Arqueológica de Stone Tomb, Ucrania) y Hein Klompmaker (Hunebedcentrum, Borger, Holanda). El número 3 de la revista Menga (diciembre 2012) incluirá un completo reportaje sobre este evento.

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II CONGRESO DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA. MOVILIDAD, CONTACTO Y CAMBIO

entre agentes diferenciados, tanto a nivel intra como transfronterizo. A modo de avance, las mesas de debate tendrán los siguientes títulos:

(Antequera, Málaga, 15, 16 y 17 de febrero de 2012)

La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, a través del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, organiza entre los días 15, 16 y 17 de febrero de 2012 el II Congreso de Prehistoria de Andalucía, que se celebrará en la ciudad de Antequera (Málaga). Bajo el título Movilidad, Contacto y Cambio, este congreso abordará las novedades que se vienen produciendo en la Prehistoria andaluza en relación con el estudio del contacto humano en sus diversas formas (emigración, comercio, movilidad estacional) y las subsecuentes transformaciones en los agentes implicados a que dan lugar estos procesos. De este modo, se quiere promover el estudio del contacto como factor de dinamismo social y cultural, pero también de las resistencias que éste puede encontrar y en la respuesta de las diferentes sociedades prehistóricas del sur de la Península Ibérica. La aplicación de nuevos métodos de análisis científico a la investigación arqueológica está permitiendo aproximaciones más objetivas a procesos y fenómenos que, hasta hace unos años, solo podían ser planteados como hipótesis. Superadas algunas de las limitaciones del método arqueológico tradicional, aspectos tales como la variabilidad genética de las poblaciones, el origen y procedencia de determinadas materias primas, la determinación de cronologías absolutas más precisas o el establecimiento de modelos geográficos no deterministas se han convertido en un factores clave a la hora de entender la movilidad, el contacto y el cambio en la Prehistoria.

-Arqueologías del contacto. Nuevos modelos explicativos y metodologías. -Circulación, objetos y territorios. -La cooperación, instrumento de las políticas culturales. -Prácticas sociales. Emulación, resistencia e hibridación. El II Congreso de Prehistoria de Andalucía albergará una sesión de posters abierta a la participación de la comunidad científica. Finalmente, en el marco del encuentro, la Consejería de Cultura otorgará el galardón Medalla de Menga 2012 a aquellas personas y entidades que, a juicio del Comité Científico, hayan destacado en sus aportaciones en la investigación, difusión, conservación y defensa del patrimonio prehistórico de la Comunidad Autónoma. Más información en las siguientes direcciones electrónicas: eduardom.garcia@juntadeandalucia.es dolmenesdeantequera.ccul@juntadeandalucia.es

Una veintena de ponentes, organizados en torno a cuatro mesas de debate, aportarán a la reunión aquellos aspectos de sus investigaciones vinculados con el tema del congreso, desde un enfoque multidisciplinar y abarcando la totalidad de la Prehistoria, en su sentido más amplio. Igualmente, está prevista una mesa donde se debatirán las políticas de cooperación actuales en materia de patrimonio pre y protohistórico, como medio de fomentar las relaciones

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EDITORIAL Promoted by the Dolmens of Antequera Archaeological Site as part of the “Memorial Luis Siret” the First Congress of Andalusian Prehistory was held in Antequera, Malaga in September, 2010 with the theme “The Protection of Prehistoric Heritage”. This was inspired by its predecessor, “Homage to Luis Siret (1934-1984)” which took place in Cuevas del Almanzora (Almería) in June, 1984 and is often considered the turning point of a new era of Andalusia’s archaeological heritage management under it Autonomous Government. Held on the same year as the 25th anniversary of the Homage to Luis Siret, the September 2010 meeting in Antequera brought together for the first time in many years a group of archaeologists involved in the study of Andalusian Prehistory. In recent years, on both a national and regional level, there has been a noticeable increase in the amount of professional, technical and scientific events of all kinds (from training courses to congresses dedicated to monographic subjects). This suggests how the discipline of Prehistory has matured. Despite this, however, the last “Jornadas de Arqueología Andaluza” (meeting of Andalusian Archaeology), which had started back in 1985, took place in 1993. Since then, prehistorians working in Andalusia had had no general-purpose forum in which to debate and discuss the most relevant scientific, professional and ethical issues involved in their work. That forum had fulfilled an important role in the genesis of the current regional administrative system of heritage protection and its disappearance had a negative impact. Not only was the professional community starved of a meeting point but the annual link made possible between university specialists and administrators was severed just as the exponential development of the socalled management, business or commercial archaeology was beginning to bring about a more complex and diverse setting within the discipline. Around 150 people participated in the meeting that took place in Antequera. The programme was organised into seven sequentially structured sessions with titles relating to general themes in heritage research and heritage that the organisation believed to be of special interest (“historiography”, “to manage and to protect”, “archaeometry”, “territory”, “conservation”, “society” and “dissemination”). On the last day, the programme culminated in a posters session. The strong presence of representatives from almost all

universities, research centres, museums and administrative bodies in Andalusia along with those researchers and teams involved in the study and protection of Andalusia’s prehistoric heritage meant that the meeting was a success, with contributions of a high standard and a series of enriching debates. An innovative part of the Congress was the awarding of the first Menga Medal of the Ministry of Culture of the Andalusian Regional Government for the protection, promotion and dissemination of Andalusia’s prehistoric heritage to the Mesa Ciudadana en Defensa del Paisaje Protegido y el Yacimiento de Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán (The Citizens Committee for the Defense of the Protected Landscape and Archaeological Site of Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán). The awarding of this medal is important for two reasons. First, because of the creation as such of a prize that recognises the work of individuals or groups whose efforts stand out in the protection of Andalusia’s archaeological heritage. This prize has no monetary value, but is of high symbolical and professional significance. Second, because the first medal was awarded to a group of citizens who have displayed great efforts (unprecedented efforts in Andalusia, in fact) since 2007 in defending the heritage of an archaeological site of exceptional importance, namely that of Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán (Sevilla). Since it is located in the metropolitan area of Seville, a city that has experienced great urban expansion in the last three decades, this site has suffered numerous aggressions. The unfaltering work of these groups of citizens has meant that significant advances have been achieved in the somewhat difficult task of protecting Valencina against urban expansion projects that threatened to destroy important parts of it. This work has also proved useful in putting into perspective the administrative errors and carelessness of some professional and academic groups in their approach to such projects. This is obviously an invitation for future reflection. Apart from the proven success of the meeting in terms of participation and programme and the awarding of the Menga Medal, it could be said that one of its most “intangible” contributions has been the rekindling of the “spirit” of those Andalusian archaeology meeting which were still very much alive in the memory

of those who attended – just like the 1984 Cuevas del Almanzora was (even a film was shown that was shot during this meeting). From this spirit, we owe it to ourselves to keep alive the favourable disposition for open and friendly exchange of experiences, opinions and visions of our professional practice. Many of those involved in the Antequera meeting, especially those who had come from other Spanish regions, commented on the positive atmosphere of debate and exchange that was dominant in all of the sessions. An illustrative example of this was the self-criticism of the profession and the path it has taken in recent years. This came from Professor María Ángeles Querol Fernández’s manifesto and gave rise to all kinds of reflections on the shadows of Andalusia’s prehistoric archaeology, with particular regards to the immature nature of scientific debate and the lack of necessary responsibilities in archaeological information management, which is sometimes handled in a patronising manner. In this sense, however cliché or repetitive it may seem, we must never forget that the scientific and professional practice of any branch of archaeology cannot evolve or improve without debate. If ideas, theories and their supporting data are not presented to the public nor open to scrutiny from the scientific community, knowledge of Andalusia’s Prehistory will take the form of a closed discourse or narrative. Of course such narrative would be coherent in itself and pleasant to their proponents, but it would never develop into true scientific knowledge that is assimilable and comparable to that of other areas of social and natural sciences. Debate based on respect and education for those who put forward different ideas to one’s own is the main vehicle for improving the quality of the theories and interpretations that support Prehistory. This demands an honest and true disposition towards a very simple intellectual principle: the criticisms and opinions of our colleagues contribute to improving the way we explain the past. A second contribution of the meeting was that it undoubtedly brought about a forum of meeting and debate amongst professors and researchers from universities and research centres on one hand and amongst staff of the regional administration on the other. This meeting is vital and should be maintained in the future. When the Regional Government took charge of the regional historical heritage protection in the 1980’s, its human infrastructures and professional

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experience were practically non-existent. At that historical moment, the most important university institutions, such as those of Granada and Seville, which were really the only ones at that time, contributed significantly so that the complex regional administrative system could slowly get underway. Then with the passing of time, this young “child” gradually broke away from the university institutions that had nurtured it during its early years. Nowadays, the complex administrative system for safeguarding archaeological properties in Andalusia comprises institutions and many hundreds of staff that amply surpass those in Andalusian universities. The fact that the management of cultural properties has broke away from the institutions that “nurtured” them (some of which are hundreds of years old) was exactly what was hoped for in the process of building regional institutions. However, research and management of the archaeological-prehistoric heritage must come hand in hand. Because of its unavoidably technical nature (and therefore scientific), archaeological

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management cannot allow itself to lose fluid and constant contact and intense collaboration with universities without running the risk of becoming progressively disconnected from the reality of archaeology itself. By nature, the university is an institution that strives to keep abreast with current innovative trends in the field of archaeological science. This does not mean, however, that there is not the occasional case of obsolescence at universities: evidently there are. By definition, however, and due to the nature of their professional commitment and work, university researchers will always pay more attention to theoretical, technical, methodological and procedural innovation. Therefore, the First Congress of Andalusian Prehistory aims to kick start a period of greater collaboration between the university and the Regional Government in a way that stimulates fresh, updated and effective policies and procedures for the management of cultural properties. This can only be a positive thing for Andalusia’s archaeological/prehistoric heritage.

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The vital collaboration between research and administrative centres should also involve the other players that have sprung up in recent years. On the one hand, the growing role that museums play in the dissemination of Prehistoric Heritage is of great importance. These museums enjoyed high representation in the Antequera meeting. The debates that took place raised the issues of new lines of work, interpretation and even the new discoveries made in recent years. These discoveries are changing the perception of a number of problems regarding the prehistoric past in the scientific world but they sometimes take a while to reach the public through museums, which are a natural vehicle of transmission, given the difficulty and slow pace with which museological discourses are changed. Like in the case of professional archaeologists or the civil movements for heritage protection, other important players in the current shaping of Andalusia’s archaeological heritage were also present in the Antequera congress, whether through the posters session, as speakers or as assistants.


UPPER PLEISTOCENE AND HOLOCENE VEGETATION CHANGES IN THE ANDALUSIAN REGION Elena Fierro Enrique1/2, Manuel Munuera Giner3, Santiago Fernández Jiménez1, Alfonso Arribas Herrera2, and José Sebastián Carrión García1

Abstract This paper reviews some aspects of the Upper Pleistocene and Holocene vegetation change in Andalusia from pollen data, focusing on interglacial periods and late glacial developments of angiosperm forests. Together with climatic and anthropic influences, the importance of historical factors, biotic interactions, and stochastic processes in the current landscape configuration are emphasized. Different regions of Andalusia are closely examined in order to identify which areas could have acted as glacial refugia of woody plant species as well as to establish the impact due to human activities from Mid-Holocene onwards. Keywords: Palaeoecology, Palynology, Historical Biogeography, Quaternary, Andalusia.

INTRODUCTION Despite a historical deficit in the gathering of palaeoecological information, and more specifically palaeobotanical, for the region of Andalusia (Spain), this situation has been improving in recent years. This study arises from the need to compile all this information in a critical way, to place it in a biochronological context, and to open perspectives for future research. Andalusia represents not only the southernmost end of the Iberian Peninsula, but more importantly the south-western end of Eurasia, thereby constituting a region which is both transitional between two continents and, metaphorically, the end of the line in biogeographical and evolutionary terms. The implications of this particular spatial situation are multiple and, among them, it bears highlighting a peculiar response of the vegetation to climatic changes. Quaternary palynology enquires into this phenomenon using as a temporal frame of reference covering the last 2.5 million years. Unfortunately, the pollen record, and therefore the flora and vegetation, is concentrated in the last millennia of the Holocene. Nevertheless, fragmentary and highly significant data for the glacial phase of the Andalusian Pleistocene are available. Thus, there is evidence of a highly diverse floristic contingent, the survival of species during the glacial phases, and a dynamic post-glacial period unique in the context of the Iberian Peninsula and the rest of the continent.

PLANT DYNAMICS DURING THE LAST INTERGLACIAL PERIOD During the Last Interglacial Period, temperature increases, together with decreased aridity translates as a vigorous development of tree vegetation with respect to the preceding period. Thus, in general terms, the steppe formations with pines, inherited from the Rissian phases, were ultimately replaced by mixed woodlands of oaks accompanied by an

understory of shrubs floristically not very different from the current Mediterranean undergrowth, but among which there would also presumably have been some deciduous trees. However, the herbaceous groundcover would have been composed mainly of xerophilous species, while conifers such as Pinus, Abies, Cedrus, Juniperus, or Taxus would have persisted. At present, not enough pollen sequences are available to cover the Last Interglacial in Andalusia from which to infer the processes responsible for these changes in vegetation, or to reconstruct the climatic fluctuations during this period (González-Sampériz et al., 2010). Among the few sequences available (Fig. 1), that of the Padul peat bog (Fig. 2) deserves special attention (Florschütz et al., 1971; Pons and Reille, 1988; Valle Hernández et al., 2003), being the sequence that provides the most information for this period, together with Carihuela Cave (Carrión García, 1990, 1992; Carrión García et al., 1998; Fernández Jiménez et al., 2007) (Fig. 3) not far away and also in the province of Granada. This latter site presents a temporal sequence beginning around 117,000 years BP, according to dating by Th/U (Carrión García et al., 1998). In both sequences (Fig. 4), the Last Interglacial is characterized by the dominance of Quercus and Olea formations (Carrión García et al., 2000; Fernández Jiménez et al., 2007; González-Sampériz et al., 2010) together with Ericaceae. Gymnosperms were also frequent (Pinus and Juniperus) as well as a diversity of mesophytes such as Alnus, Betula, Corylus, Ulmus, Fraxinus, and Buxus, although the latter genus also appears in a scattered way in Padul, where, in contrast with Carihuela, pollen from Vitis and Acer is detected together with pollen from certain other conifers (Abies, Cedrus, and Taxus). It is worth emphasizing the strong fluctuations in tree pollen, which could have resulted from the response of the vegetation to complex and continuous climatic changes or, more likely, processes of intrinsic and stochastic competition

Departamento de Biología Vegetal. Facultad de Biología. Universidad de Murcia. [ elena.fierro@um.es ]; [ santiago@um.es]; [carrion@um.es ] Museo Geominero. Departamento de Infraestructura Geocientífica y Servicios. Instituto Geológico y Minero de España. [ e.fierro@igme.es ]; [ a.arribas@igme.es ] 3 Departamento de Ciencia y Tecnología Agraria. Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica. Universidad Politécnica de Cartagena. [ Manuel.Munuera@upct.es ] 1 2

Received: 07/04/2011; Accepted: 18/05/2011

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together with historical conditions (where glacial refuges are found, the size of the populations harboured there, etc.) in addition to climatic factors that, as a whole, promote changes in the abundance and distribution of taxa. Other sequences that contain information for the Last Interglacial include Bajondillo Cave (López-Sáez et al., 2007; CortésSánchez et al., 2008) in the municipality of Torremolinos (Málaga), and Alfaix (Schulte et al., 2008) in the lower basin of the river Aguas (Almería). In Bajondillo Cave, the base levels 18 and 19 (Fig. 5) are presumably attributable (as no chronological dating is available) to the isotopic stage 5. Over this period, a mosaic pattern of vegetation developed similar to that around Carihuela Cave and Padul, with a predominance of Quercus and Olea/Phillyrea, Pistacia, Myrtus, and Rhamnus together with conifers (again Pinus and Juniperus) as well as deciduous woodlands (Alnus, Betula, Corylus, Fraxinus, Salix, Ulmus, and Juglans). In addition, Ibero-African elements are detected, such as Withania. The pollen sequence found in the travertines of Alfaix indicates two clearly differentiated stages during the Last Interglacial. The first of these, corresponding to the pollen zone A1b (Fig. 6), reflects vegetation with low percentages of tree pollen, pine being the main element accompanied by high percentages of grasses. This phase could correspond to the beginning of the Upper Pleistocene– more specifically, a period of transition from a cold substage to a warmer one. According to the authors of the palynological study, an acceptable correlation could be focused on substage OIS 5d (Burjachs Casas, forthcoming). This is followed by a phase (pollen zone A2) in which the tree component substantially increases, highlighting as in all the previous sequences the high percentages of Quercus and Olea. These are accompanied by a group of typically Mediterranean taxa (Myrtus, Cistaceae, Erica, and Thymelaeaceae). High percentages of Olea have also been found at other points of the Mediterranean, where this taxon reaches higher values than during the Holocene (Carrión García et al., 2000). Outside Andalusia, other pollen sequences are also found to predominate in a mixed forest composed mainly of oaks together with deciduous trees and thermophilous taxa. Thus, for example, the highresolution study of the marine core MD952042 (Sánchez-Goñi et al., 1999, 2000) from the south-western coast of Portugal

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reveals the development of a Quercus forest during the Eemian, parallel with such Mediterranean taxa as Ericaceae, Olea, and Pistacia. Together with these are records of tree taxa such as Fraxinus, Alnus, Salix, and Carpinus, this latter genus, for its high percentages, is considered biochronologically characteristic of the Last Interglacial in Europe (Tzedakis and Bennett, 1995).

VEGETATION RESPONSES TO CLIMATIC CHANGES TRIGGERED BY ORBITAL SHIFTS DURING THE PLEISTOCENE The climate during the Pleistocene underwent marked changes leading to periodic alternations of glacial and interglacial phases triggered by astronomical phenomena recurring on a millennial scale. Such cyclic variations in the earth’s orbit occur about every 100,000-125,000 years. This mechanism involves changes in the seasonal distribution of insolation reaching the earth while other factors that imply changes in oceanic circulation and the albedo of the earth magnify the consequences of the former. During most of the Pleistocene, large expanses of northern Europe were covered with ice as well as the great mountain chains of the centre and south of the continent, at the same time as the aridity of southern Europe notably increased. These glacial phases, lasting roughly 100,000 years, were interrupted by shorter intervals lasting 10,000 to 20,000 years of warm, moist interglacial climate (Comes and Kadereit, 1998). In the phase with this glacial-interglacial dynamic, profound changes have been recorded in the distribution and composition of the vegetation. Pollen sequences such as those found in marine core Andalusia G1 (Feddi et al., 2011) which was recovered from the Alborán Sea a few km from the Malaga coast evidenced extensive development of steppes with the recession of thermophilous formations during the Pliocene-Pleistocene transition. This dynamic appears to have dominated in Andalusia with the arrival of each new glacial phase. Thus, at the onset of arid conditions, many plant populations disappeared in such a way that some species approached extinction while others managed to maintain populations in reduced areas under more amenable microclimates and persisted until the arrival of a new interglacial phase. On the contrary, these harsh climatic conditions would encourage the spread of herbaceous xerophytes and heliophytes such as

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Artemisia, Ephedra, Calligonum, Poaceae, Chenopodiaceae, Asteraceae, Lamiaceae, Lygeum, Amaranthaceae, and Aizoaceae. During the interglacials, the remnants of forests surviving the previous glaciation would serve as a starting point for the colonization of the surrounding territory. In this way, new taxa would expand, as in the case of Quercus, Olea, Fraxinus, Pistacia, Alnus, Corylus, or Cistaceae. Some zones underwent the alternating development of angiosperm and gymnosperm forests (Carrión García et al., 2000). Thus, the climatic fluctuations caused by orbit change during the Pleistocene forced vegetation responses of great magnitude. Of course, the time spans of plant survival are far shorter than those of orbital phenomena, leading to a profound impact on populations and individuals (Bennett, 1997).

GLACIAL REFUGIA OF WOODY THERMOPHILOUS VEGETATION There is ample palynological evidence that many areas of Andalusia acted as glacial refugia for a multitude of tree and shrub species. Records that support this view are found at Carihuela Cave (Carrión García et al., 1998), Padul (Pons and Reille, 1988), Las Ventanas Cave (Carrión García et al., 2001a), Siles (Carrión García, 2002), El Asperillo (Stevenson, 1984), Mari López (Yll Aguirre et al., 2003), Bajondillo Cave (López-Sáez et al., 2007; CortésSánchez et al., 2008), San Rafael (Pantaleón-Cano et al., 2003), MD95-2043 (Fletcher and Sánchez-Goñi, 2008), and Gorham’s Cave (Carrión García et al., 2008). In Carihuela Cave and Padul, the almost continual presence of Pinus over the entire course of the last glaciation as well as the more or less persistent presence of taxa such as Quercus and, also in the case of Padul, Juniperus, Betula, Alnus, Salix and Ericaceae, together with the appearance and progressive spread of other thermophilous taxa at the beginning of the Holocene, suggest the presence of nearby glacial refugia. The pollen analysis of hyena coprolites from Las Ventana Cave, only 500 m from Carihuela Cave, even more firmly supports the idea that the interior valleys of the Sierra Nevada range must have acted as a reservoir of phytodiversity during the last glaciation. Presumably late glacial (c. 12780 years cal BP), the palynological results from Las Ventanas Cave reveal the presence of Pinus, Juniperus, Abies, Quercus, Betula, Corylus, Alnus, Acer, Taxus, Myrtus, Buxus, Sorbus, Olea, Erica arborea,


Pistacia, Ephedra fragilis, Viburnum, Sambucus, Genisteae, Thymelaeaceae, Cistus, and Rhamnus. The record from Laguna de Siles (Fig. 7), in Sierra de Segura, indicates more clearly the presence from 20,300 to 11,900 years cal BP, the occurrence of Pinus pinaster, Juniperus, Acer, Taxus, Arbutus, Buxus, Ulmus, Salix, Corylus, Betula, Fraxinus, Quercus, Ericaceae, Rhamnus, Pistacia, Phillyrea, Cistus, and Olea. These data corroborate particularly the presence of large enclaves refuged in the interior valleys of the Betic Cordillera. These refugia would have provided high topographical variability at the same time as enabling the vertical migration of tree and shrub populations in response to climatic pulses. Together with mountain valleys, the Andalusian coast played a fundamental role in preserving thermophilous vegetation throughout the Pleistocene. The coastal zones would have been characterized by certain moisture to combat the dominant aridity in other areas, presenting less extreme temperatures. Thus, on the coast of the province of Huelva, El Asperillo supports the idea of glacial refuges for oaks and deciduous trees in addition to stone pine and Mediterranean littoral vegetation at the end of the late Pleistocene (Stevenson, 1984) (Fig. 8) and the core taken in Lucio de Mari López supports the same idea in the marshland of the Guadalquivir. This latter investigation upholds the previous dating to 47,000 years BP, possibly in the pleniglacial phase, of Pinus, Juniperus, Alnus, Olea, and Quercus (Yll Aguirre et al., 2003) (Fig. 9). On the Malaga coast, the sequence from Bajondillo Cave (Fig. 5), around the Last Glaciar Maximum, indicates the presence of Abies, Cedrus, Pinus, Juniperus, Alnus, Betula, Corylus, Fraxinus, Salix, Ilex, Quercus, and even such thermophilous taxa as Cistus ladanifer, Erica, and Withania frutescens. Another littoral sequence, San Rafael, on the southern coast of Almería, provides evidence during the Upper Pleniglacial (c. 20,058 years cal BP) of Pinus, Corylus, Quercus, Olea, and Pistacia populations (Fig.10). Near San Rafael, in the central zone of the Alborán Sea, the marine core MD95-2043 shows continuous curves of Quercus, Pinus, Cedrus, Ericaceae, and Juniperus from 45,000 years BP until the beginning of the Holocene, and records the presence at certain points of Olea and Pistacia. Coprolites of canids and, to a lesser extent of hyenids, from Gorham’s Cave (Gibraltar)

have revealed the presence of a large reserve of phytodiversity in the extreme south of the Iberian Peninsula during the Upper Pleistocene, which would have harboured deciduous trees (Corylus, Alnus, Betula, Castanea, Ulmus, Fraxinus, Acer, and Salix) as well as species of the Mediterranean woodland (Pinus, Quercus, Arbutus, Olea, Phillyrea, Viburnum, and Rhamnus) together with xerothermophilous shrubs (Maytenus, Myrtus, and Calicotome) (Carrión García et al., 2008, forthcoming) (Fig.11). Despite all this information, it should be borne in mind that the data available at present on glacial refugia underestimate these, partly because the research performed has been very limited, but also because the isolated populations tend to be invisible in the palynological record (Carrión García et al., 2008). Furthermore, pollen productivity of the trees may have diminished from unfavourable climatic conditions (Leroy, 2007). Non-palynological evidence that strengthens the contention of glacial refugia existing in Andalusia includes the persistence in this region of a considerable number of relict species of subtropical origin, i.e. species that would have survived all the climatic fluctuations from the Tertiary to the Quaternary. These species include the bay laurel (Laurus nobilis), the pontic rhododendron (Rhododendron ponticum) or the alder buckhorn (Frangula alnus). Other evidence from phylogeographic studies, based on chloroplast DNA and alloenzymes, predict greater genetic diversity for the present-day populations located in glacial refuge zones. Other evidence, coming from phylogeographic studies based on chloroplast DNA and alloenzymes, predicts greater genetic diversity for current populations localized in areas of glacial refugia. During the recolonization following the end of the glacial, a loss of alleles is expected, with a subsequent loss in genetic diversity in the new populations as the distance from the original population lengthens, due to bottlenecks and founder effects.

CHANGES IN VEGETATION DURING THE LAST DEGLACIATION AND COLONIZATION PROCESSES DURING THE HOLOCENE In relation to the rest of the Iberian Peninsula, Andalusian sequences reflect a clearly late glacial anticipation of the

vegetation change that occurred with the arrival of the Holocene. In Carihuela Cave (Píñar, province of Granada), Bajondillo Cave (Torremolinos, province of Málaga), El Pirulejo (Priego de Cordoba, province of Cordoba), and in the marine core of Alborán MD95-2043 (Carrión García et al., 1998; López-Sáez et al., 2007, 2008; Cortés-Sánchez et al., 2008; Fletcher and Sánchez-Goñi, 2008), this takes place at around 15,000 years BP; in Siles (Sierra de Segura, province of Jaén; Carrión García, 2002) at 12,100 years BP; and finally in Padul (Valle de Lecrín, province of Granada; Pons and Reille, 1988) at 13,000 years BP. Thus, for example, in the sequence of Charco da Candieira (van der Knaap and van Leeuwen, 1997) of the Portuguese Serra da Estrela, similar change patterns were not detected until roughly 10,000 years BP. In the western sector of the Sierra de Ancares, the sequence from Lugo Pozo do Carballal (Muñoz Sobrino et al., 1997) appears to share a chronology similar to that of the Charco da Candieira, where not until 10,300 years BP did the oak begin a notable expansion. In the north-east of the Iberian Peninsula, in Girona, the littoral sequence of Banyoles (Pérez-Obiol and Julià Brugués, 1994) shows significant change patterns in the vegetation around 11,500 years cal BP and of Portalet, in the Huescan Pyrenees (González-Sámperiz et al., 2006), around 10,500 years BP. In general terms, this change in vegetation consists fundamentally of the replacement of pines by a forest dominated by angiosperms, primarily oaks and to a lesser extent mesophytes such as Betula, Corylus, Ulmus, Alnus, Fraxinus, and Fagus. In the Andalusian sequences, it bears emphasising that during the first stages of the replacement, evergreen oaks predominated over deciduous ones (Siles, Padul, Bajondillo Cave, and San Rafael) in contrast to the situation in the northeastern Iberian Peninsula, where the opposite took place. However, there are numerous exceptions to this general pattern, as noted in littoral sequences of the province of Huelva, where Pinus is the main taxon during practically the entire Holocene record. This happened in El Asperillo (Stevenson, 1984) and El Acebrón (Stevenson and Harrison, 1992). At times, percentages resemble those of Quercus (Carrión García et al., 2000) as occurs at Laguna de las Madres (Stevenson, 1985; Yll Aguirre et al., 2003) and at Lucio de Mari-López (Yll Aguirre et al., 2003). A continuous predominance of the pine in the forest vegetation of the Late Glacial and the Holocene is reflected also in the sequences of Siles (Carrión García, 2002) and Cañada de la Cruz

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(Carrión García et al., 2001b) in the province of Jaén. In other sequences of eastern Andalusia the difference involves the chronology with which the genus Quercus surpasses the pollen percentages of Pinus, this not occurring until well into the Holocene, as in the sequence of Cañada del Gitano, en la Sierra de Baza (Carrión García et al., 2007), where this happens around 2560 years cal BP or in the Sierra de Gádor (Carrión García et al., 2003), where pine forests are replaced by woodlands dominated by Quercus about 6060 years cal BP. This durability of the pine forests in some zones of Andalusia undoubtedly determined by their distribution throughout the Upper Pleistocene, can be explained on the basis of the high resilience of these plant formations against perturbations. This trait would lead to great elasticity against destabilizing agents, undergoing notable changes only on exceeding a certain threshold value. On the other hand, certain pedological and topographical conditions would have favoured them in competition against Quercus and other angiosperms, in the same way as fire appears to have encouraged the progression of Quercus and Mediterranean maquis in some sectors of the Betic system (Carrión García, 2003; Riera Mora, 2006). All this signifies that climate is not the only factor, and often is not the most determinant one to intervene in vegetation dynamics. The numerous fluctuations in the pollen curves of taxa such as Pinus and Quercus in most diagrams for the Andalusian Holocene could be accounted for by these other factors. Among these, as mentioned above, are local pedological and physiographic conditions, phenomena of interspecific competition, as well as the rate and frequency of fires. The biological history of the groups involved also appear to have played a fundamental role in the response of the plants as well as their dispersion capacity, migration speed, and other biotic interactions, including anthropic activity.

ANTHROPOGENIC VEGETATION AND HISTORICAL DETERMINANTS OF THE PRESENT-DAY VEGETAL LANDSCAPE There is no doubt that humans have acted on natural ecosystems, altering the vegetal landscape both intentionally as well as unintentionally since prehistory. However, mainly during the second half of

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the Holocene, since the late 19th century (after the Industrial Revolution) this influence has reached overwhelming proportions. In any case, it is not easy to quantify the role of anthropic activity in the plant response to other ecological or climatic factors, as some of these act over others and often share causes and effects. Nevertheless, some features of the pollen diagrams provide information concerning human activities. Thus, the presence or expansion of certain taxa can be used as indicators of the spread of field crops (Plantago, Cerealia, Papaver, Centaurea aspera, Puccinia), vine and tree cultivation (Vitis, Olea, Juglans, Castanea), or grazing and nitrification (Polygonum aviculare, Riccia, Sordariaceae, Rumex). It is also common for anthropogenic episodes to be accompanied by exponential increases in the variation rate in the pollen samples as well as in the concentration of microcharcoal in the sediment studied. After the Holocene Climatic Optimum (7500-5000 years cal BP) the climate became more arid (Yll Aguirre et al., 1994; Burjachs Casas et al., 1997; PantaleónCano et al., 2003), which, together with the impact of human societies, gave rise to a progressively more arid landscape. This process has remained very patent in sequences such as the Sierra de Baza (Carrión García et al., 2007) and Sierra de Gádor (Carrión García et al., 2003), where human activity appears to be connected to the main changes in vegetation, acting as a first-order control. In both sequences, the Argaric culture (c. 4.400-3.500 years cal BP) appears to have exerted a strong impact on the vegetation, causing a notable decline of the tree cover and an abrupt change in the plant communities, which became dominated by xerophytes for their better adaptation to herbivory pressure, fire, and dry-season stress (Figs. 12, 13, and 14). Just as important was the transformation in the landscape at the end of the Argaric culture, when the so-called “Argaric collapse” occurred, perhaps driven by environmental factors (Carrión García et al., 2007). Another key episode for the change in the sequence of the Sierra de Gádor took place during the Roman Empire. At this time, grazing had become more intense, reflected in the increased presence of taxa such as Sordariaceae, Riccia, and Polygonum aviculare together with the spreading of the spiny thicket (Genisteae, Periploca, Berberis, Ononis, Calicotome), in addition to an intensification of fire virulence (perceived as a denser microcharcoal concentration). The first appearance of Vitis and the higher pollen percentages of Castanea and

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Cupressaceae provide clues as to the activities of vine and tree cultivation. In Cañada del Gitano, another major transformation of the vegetation is detectable at around 2560 years cal BP, coinciding with the expansion of the Iberian culture in nearby valleys at lower altitudes. During this phase, pronounced deforestation can be appreciated and the first indicators of the spread of agriculture (Vitis, Puccinia) at a time when grazing activities intensified and the thorny scrubs expanded. The sequence of Laguna de Siles (Carrión García, 2002) also points to human activity as the main perturbation for the vegetation, responsible for the changes in the dominant species, the decline in phytodiversity, and for forest regression during the last 2500 years in conjunction with a climate becoming steadily more arid (Fig. 15). However, the abrupt changes in vegetation noted in the pollen sequences of the Holocene are not always attributable to anthropogenic disturbance. A good example is the sequence of Cañada de la Cruz (Carrión García et al., 2001b), where no indices of agriculture or grazing appear until after 690 years cal BP, whereas abrupt fluctuations in the pollen curves are noted at 8500, 3600, 2750, 1400, and 690 years cal BP without these being attributable to discontinuities in the sedimentation (Fig. 16). In this case, the hypothesis of climatic control acquires greater strength. Given the location of the Cañada de la Cruz, at 1,595 m in altitude, in the forest ecotone of the Sierra de Segura, sharp climatic fluctuations would not be necessary to cause vegetation changes. Though grazing appears to have been widespread during the second half of the Holocene in the Andalusian sierras of the eastern sector, the low areas of western and central Andalusia saw a sharp jump in agricultural activities. In the record of Laguna de Medina, Jerez de la Frontera (province of Cadiz), Reed et al. (2001) conjecture on the presence of agricultural activities since the Neolithic and during the Copper Age, supporting this argument by the presence of ruderal plants such as Rumex or Plantago from the bottom of the sequence (Fig. 17). However, not until nearly 1000 years cal BP did human activity intensify, becoming responsible for the extension of the Holm oak forest at the expense of the cork oak woodlands. The influence of the Roman Empire appears in this sequence by expanding the distribution of Olea at around 2000 years cal BP. Other sequences, such as that of Laguna de Zóñar (province of Cordoba) located in the Guadalquivir Depression (Valero-Garcés et al., 2006; Martín-


Puertas et al., 2008) suggests that olive cultivation could have been local among the Iberians prior to Roman occupation (González-Sampériz, forthcoming). It bears mentioning, finally, that the palynological record of La Junta (Fuentes Molina et al., 2006), in the district of Andévalo (province of Huelva) gave rise to a generic idea of the impact on the vegetation that must have been exerted by copper metallurgy of the 4th to the 3rd millennium before the present, causing serious deforestation of the territory. The palynological data, combined with the study of the historiographic sources and the archaeological evidence, indicate the numerous transformations that the Andalusian vegetal landscape underwent in the recent Holocene and point to a general decline in the tree cover and towards the populational extinction of mesophytes in some territories. However, there are major geographic dissimilarities in terms of the onset of this process and with respect to its intensity as well as the dynamics of the vegetation detected. All this was brought about partially by the spatial heterogeneity of human impact on the vegetation but also by the immense variety of climates, substrates, and types of relief offered by the region.

ACKNOWLEDGEMENTS We would like to thank Fátima Valle Barea for her inestimable help in preparing the graphic material of this study. Penélope González-Sampériz kindly provided the unpublished diagram of the Laguna de Zóñar, complete with additional levels with respect to those published in ValeroGarcés et al. (2006). This work forms part of a series financed by the projects Paleoflora Ibérica I and Paleoflora Ibérica II (IBERVELD) of the Ministerio de Ciencia e Innovación, as well as ECOCHANCE of the Fundación Séneca, Agencia Regional de Ciencia y Tecnología y Proyecto PEPLAN, of the regional government of Murcia (Spain).

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VEGETATION EVOLUTION AND USE DURING PREHISTORY IN THE UPPER GUADALQUIVIR

Mª Oliva Rodríguez-Ariza1

Abstract From the charcoal studies of four archaeological sites of the Upper Guadalquivir Basin, a synthesis is presented for the vegetation dynamics of the zone during Prehistory. The study area shows consistent vegetation dynamics. During the Middle and Upper Palaeolithic, the zone becomes a refuge for tree vegetation, where human influences are minor. From the introduction of a production economy, different activities notably influence the vegetation: grazing, fire, agriculture, and mining. The impact on the environment varies from site to site and also according to the time period, depending on the plant formation being acted upon and whether or not the zone is under new colonization. Keywords: Anthracology, Palaeolithic, Neolithic, Copper Age, Bronze Age, Andalusia.

INTRODUCTION At present it is of great importance to establish the socialenvironmental relations of previous periods in order to explain the sweeping changes undergone in our environment. Prior to knowledge of fire and the first technical resources, humans exerted changes in the environment similar to those of other animal species. The relations of human societies with their environment were in ecological equilibrium. With the discovery of fire, humans began to control the sources of natural energy and in the Palaeolithic began to counteract adverse environmental conditions. Fire requires material (e.g. wood) to provide heat and for food preparation, giving rise to the gathering of forest vegetation. This gathering would still have had little impact on the development of woody plants because of the small human population. In this lengthy time period, the alterations of the physical environment by groups of humans remained minor. Effects were limited to the area closely surrounding the human settlement. More than an alteration of the environment, the change was an adaptation of humans to natural conditions. The influence that society exerted on nature was substantially weaker than the contrary, nature on society. The progressive development, not only biological and organic but above all social, laid the foundation for a cultural development of primitive hunter-gatherer communities that transmitted a body of knowledge from generation to generation, aiding in their survival and development. The Mesolithic constitutes an intermediate stage between the pure predation of the Palaeolithic and the wilful food production of the Neolithic. The first cultivated plants appear together with incipient animal domestication, although

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human groups that maintained a hunter-gatherer economy continued to predominate. At this time, the culture and technological development played a primordial role in the social-environmental relation, creating unequal conditions between different groups of humans, who even inhabited the same space and time. In the Neolithic, new relations emerged between the human population and the natural environment. Some groups became producers, altering the natural chains of selection and imposing the reproduction of species, both plant and animal, that were most beneficial to humans. Different environments offered sharply varying possibilities of crops and livestock. Thus, today, delving into the knowledge on exploitable natural resources of each area constitutes one of the main research lines to discover these socialenvironmental relationships (Guilaine, 1991). The present work focuses on the interaction between human groups and their settings in the Upper Guadalquivir Valley of the interior zone of Andalusia (Spain), seeking to establish, on the one hand, the vegetation and its development over time and, on the other, specific models of behaviour in this territory during prehistory, based on the study of charcoal analysis from different archaeological sites (Fig. 1) and its comparison with current vegetation.

SITES STUDIED AND THE CURRENT BIOGEOGRAPHICAL CONTEXT SITES STUDIED Los Murciélagos Cave of Zuheros (province of Cordoba) was the object of several urgent excavations in the 1990s, in the zones affected by public works to open the cave to the public (Gavilán Ceballos, 1991; Gavilán Ceballos and Vera

Centro Andaluz de Arqueología Ibérica. Universidad de Jaén. [ moliva@ujaen.es ]

Received: 08/04/2011; Accepted: 20/04/2011

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Rodríguez, 1992). The charcoal material examined comes from the sector excavated in 1993, when all the sediment was collected and submitted to systematic flotation. The cultural sequence showed spans of several levels from the Middle Palaeolithic to the Roman period (Gavilán Ceballos et al., 1994). Although the results from the Neolithic levels have previously been published (Rodríguez-Ariza, 1996), we present here for the first time the complete study of the charcoal analysed. In the Neolithic levels, the phases have been assigned following the new proposals and dates based on 14C dating calibrated BC (Gavilán Ceballos, 1997; Gavilán Ceballos and Vera Rodríguez, 2005; Gavilán Ceballos and Escacena Carrasco, 2009 a and b). For the Middle Palaeolithic levels, there are two datings of thermoluminescence that give the following dates: 61704 + 5902 BP; sample of burnt flint (laboratory reference: Mad3535); and 54487 + 3940 BP, sediment sample (laboratory reference: Mad-3536)1. While the industries found correspond to the Mousterian, with an abundance of levallois point as well as double-edged and lateral scrapers, some denticulate and small amount of small core. In the Upper Palaeolithic, very few tools have been recovered that can be typologically attributed to the Solutrean (one shouldered point) and the Magdalenian (6 Microgravettes and 1 back-edged bladelet), accompanied by 2 endscrapers, 2 burin spall, and scant remains of knapping debris, in addition to a fragment of a semicircular bar with a decorated handle. Most of the tools consist of projectile points, mainly proximal fragments, some of which present impact marks (Vera Rodríguez et al., 2001). Systematic flotation of all the sediment has enabled the recovery of a substantial quantity of charcoal, except in the case of the Palaeolithic levels, where the anthracological sample is composed of very small and poorly preserved fragments that demand great effort in the anatomical determination and result in a high percentage of undetermined samples in the Middle Palaeolithic, constituting 15% of the total. The Polideportivo of Martos (province of Jaén) is known in Archaeology from two emergency excavations. In the first year of excavation, 1991 (Lizcano Prestel et al., 1993), 25 underground structures were excavated, while in the second, in 1993 (Cámara Serrano and Lizcano Prestel, 1997), 17 were unearthed. The habitat persisted from the second half of the 4th millennium cal BC to the second half of the 3rd millennium cal BC2, where 3 phases

were identified; in these, the structures multiplied, were superimposed, or were restructured, and delineating trenches were dug (Lizcano Prestel, 1999). The sediment flotation of the samples from the 16 structures gave a small quantity of charcoal to evaluate each case. Therefore, the assessment of the results of the charcoal analysis was published in an overall way by stratigraphic phases (Rodríguez-Ariza, 1996). The settlement of Marroquíes Bajos lies in the centre of the city of Jaén (province of Jaén). In 1995, the first archaeological works were begun as a consequence of the urbanization of the zone and the expansion of the city. To date, a number of broad cultural periods have been recognized, extending from the 3rd millennium to the present, although the periods with the greatest number of remains are the Copper Age and the Moorish occupation, covering the entire surface area of the Archaeological Zone of Marroquíes Bajos (ZAMB). The largest settlement of Marroquíes Bajos is the prehistoric one, tentatively dated from the second half of the 3rd millennium to the first half of the 2nd millennium BC. It occupies at least 113 hectares and appears to have reached some 254 hectares. Its structure is a consequence of a spatial organization in concentric rings dug into the rock (6 corroborated), with a perimeter of 8.3 to 14 Km and a diameter of between 1,200 and 1,800 m (Fig. 2) (Zafra de la Torre et al., 1999, 2003). The charcoal studied comes from 4 excavations made in both plots distributed over the surface of the Copper Age village (Fig. 1): - “Plot C” was partially excavated in 2002 and 2003 (Rodríguez-Ariza et al., 2005, 2006) and the results of the charcoal analysis presented in the VI Congreso de Arqueometría Ibérica (Rodríguez-Ariza, 2007), has two 14C datings the levels of pit 0 (Beta-190622: 4130+40 BP; 2880-2580 cal BC a 2 ) and the levels that were superimposed over it (Beta-190623 Cal 4110+40 BP; 3870-2570 cal BC a 2 ). - “Manzana D-Plot 19” was excavated in 2006 (Llorente López, 2010). The charcoal studied came from two structures: Structure 17 and 56, in which sediment was systematically collected by the Stratigraphic Unit and manually floated. - The excavation called “Cándido Nogales” was conducted in “Plot DOC·1 del S.U.N.P.

- 1” within the Archaeological Zone of Marroquíes Bajos. The remains belong mainly to the period ZAMB 3 (Late Beaker Copper Age; 2450-2125 cal BC; Zafra de la Torre et al., 2003), and more concretely in the delineation and documentation of the fifth fosse. With 14C dates of Ua-20267, 3885 ± 40BP (2 2470-2200 cal BC) and Ua-21455, 3775 ± 45 BP (2 2340-2030 cal BC; Sánchez Vizcaino et al., 2005). The scant charcoal studied comes from the manual collection from the postdepositional levels of the fill from Fosse V. The excavation called “La Veracuz” was made in 1999 with the plot “A.P.A. XVI del RP 4” of Jaén3. The charcoal came from the two huts, where a systematic sampling was made, collecting a constant volume of sediment by stratigraphic unit of around 40 litres, and processing the sample by manual flotation4. The recent excavations in Peñalosa began in 1985, the first phase of research culminating in the publication of the Final Record (Contreras Cortés, 2000), and the didactic exhibition was presented in all the principal cities of Andalusia (Contreras Cortés et al., 1997). The charcoal collected systematically by sediment flotation in the excavations of the first phase served to make the charcoal analysis of the different structures and within them the different sedimentary units (Rodríguez-Ariza and Contreras Cortés, 1992), to make a later overall appraisal of the results (Rodríguez-Ariza, 2000a). The settlement lies within the framework of the Argaric Bronze Age, which, with the new datings made, fit within 1800 and1700 cal BC for its beginning and from 1550 cal BC for its end (Contreras Cortés et al., 2004).

CURRENT BIOGEOGRAPHICAL CONTEXT Biogeographically the sites studied lie within the Mediterranean region, although, within the chorological typology of the Iberian Peninsula, two different provinces can be distinguished: first, the Betic Province, with Zuheros in the Subbetic-Maginense subsector of the Subbetic sector, and Martos and Jaén in the Hispalense sector; and second, the Luso-Extremadurense province, with Peñalosa in the MarianenseMonchiquense sector (Rivas Martínez, 1987; Rivas Martínez et al., 1997; Cano Carmona et al., 1999). This division corresponds to a pedological differentiation, and thus, within the Holm oak woodlands of the Mesomediterranean vegetation (the most widespread in the

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area; Fig. 1), basically two vegetation series are distinguished: 1. The Luso-Extremadurense silicolous series of Holm oak –Pyro bourgeaneaeQuerceto rotundifoliae sigmetum– which in its mature stage constitutes a sclerophyllous forest, often containing wild pear (Pyrus bourgeana) and, in scattered small valleys and shady areas, cork oaks (Quercus suber) or Quercus faginea. 2. The calcareous Marianense Betic and Araceno-Pacense series of the Holm oak (Paeonio coriaceae-Querceto rotundifoliae sigmetum), which in its mature stage is a tall forest where Quercus rotundifolia usually predominates. In mesomediterranean areas, the wild olive (Olea europaea subsp. sylvestris) and the mastic plant (Pistacia lentiscus) are mixed in the Holm oak forest. Within the mesomediterranean belt, we also find the humid-subhumid LusoExtremadurense series of the cork oak (Sanguisorbo-Querceto suberis sigmetum). This is located in broad areas of the Sierra Morena, often intermingled with Holm oak woodlands. Within the area of this series, patches of strawberry trees (Arbutus unedo) and heath are common. The dominant ombroclimate fits fully in the dry-subhumid framework (mean annual precipitation 300 to 1000 mm). The supramediterranean belt is represented in the highest mountain zones. On the northern and western slopes, the conditions are typical of the upper dry ombroclimate, and consequently the most mesophytous facies of the Betic Holm oak woodlands are rich in Q. faginea (Berberidi-Querceto rotundifoliae). Only at some microclimatically favourable points and at times aided by pedological compensations, can plant formations (deciduous communities of the Betic maples (Arce) and Q. faginea DaphnoAcereto granatensis) typical of the subhumid ombroclimate (Fig. 1) be recognized (Cano Carmona et al., 1999). In pedological terms, in the Subbetic sector, the first step in the genesis of the soils begins with limestone rocks, constituted mainly by calcium carbonate, calcium-magnesium carbonate, and a silicate residue. Erosive agents result in the karstic modelling, following fissures, diaclases, etc. and dissolving the calcium carbonate to leave silicates as the residue. This evolution gives rise to several types of soils, such as: protorendsina, mull

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rendsina, red lehm of red limestone or terra rossa and brownish rendsina. In all cases the pH of these soils ranges between 7.9 and 6.5 (Varo et al., 1977), allowing the appearance of silicicolous plants, such as the strawberry tree (Torres Cordero et al., 2002).

RESULTS OF THE CHARCOAL ANALYSES LOS MURCIÉLAGOS CAVE OF ZUHEROS The results of the charcoal analysis (Tab. 1) are expressed in the form of an anthracological diagram (Fig. 3). From the percentages of appearance of each taxon, the composition of the vegetation as well as its diachronic evolution can be analysed. In the diagram of Los Murciélagos Cave of Zuheros, four anthracological periods have been distinguished: MZ1 for the Middle Palaeolithic, MZ2 for the Upper Palaeolithic, MZ3 for the Neolithic and Copper Age, and MZ4 for the Bronze Age. Below, each stage is described. During the Middle Palaeolithic (MZ1), the floristic spectrum was composed of 13 taxa, where the Quercinea group stands out with 5 taxa, clearly dominated by Kermes oak (Quercus ilex-coccifera) with 33.66%. This group, together with the socalled evergreen Quercus, found in fragments presenting anatomical characteristics between Q. ilex/Q. coccifera and the cork oak, indicate the predominance of the Holm oak woodland. The presence of 8% Juniperus sp., for which we cannot specify the species, gives rise to a double hypothesis: if they were thermomesophilous junipers, they would belong to the understory of the Holm oak woodland, whereas if they pertain to the J. sabina group, they would be from areas of thin soil and rocky substrate, which is abundant around the Los Murciélagos Cave. As a shrub layer, possibly high, appear Arbutus unedo and Pistacia terebinthus and the scattered presence of the Pistacia lentiscus. In addition, rockroses (Cistus sp.) appear at certain points in the undergrowth. In shady zones or depths of the valley the tree layer would be composed of Quercus faginea, maples, and perhaps certain other oaks (grouped under deciduous Quercus) together with a strong presence of Prunus (possibly P. spinosa or Prunus mahaleb). These latter species imply the presence of vegetation that could resemble that represented by the association of the maple and Quercus

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faginea forests (association del DaphnoAcereto granatensis), which find their optimal conditions in the supramediterranean belt, with a subhumid ombroclimate (>600 mm annual rainfall), although the minor but significant presence of the Pistacia terebinthus (3%) indicates the more mesophilous character of these formations (Valle Tendero et al., 1989). Therefore, the vegetation appears to be dominated by a relatively woody environment, where the Holm oak woodland, poor in species, appears to predominate, changing to Quercus faginea woodland in wetter zones and to juniper stands in the drier areas. This vegetation expresses relatively cold bioclimatic parameters, which we could group within the supra-mesomediterranean thermotype, with mean annual temperatures of 10-15ºC (with a compensated thermicity index of 145-280; Rivas Martínez, 1996) and a dry-subhumid ombroclimate (350-1000 mm annual rainfall). In the Upper Palaeolithic (MZ2), 12 taxa were identified, reflecting an appreciably different image of the Middle Palaeolithic. Quantitatively, we find: -The disappearance of the typically supramediterranean taxa such as Acer and Prunus. -The appearance of thermophilous taxa such as Olea, and Phillyrea, and shrubby legumes. Quantitatively, there is: - a highly significant decline in the evergreen Quercus and of the Holm oak/Kermes oak, corresponding to an increase in Arbutus and Juniperus. - a minor decline (less than 1%) in the frequencies of deciduous oak, which is compensated by a 3% increase in the Quercus faginea. These changes denote a vegetation where the tree stratum has withdrawn from the advance of the shrubs and thickets, although it appears that the vegetation of the valley bottoms remains the same. The temperatures seem to have become milder, facilitating the establishment of thermophilous species, perhaps as a prelude to the conditions of the Holocene, although the moisture conditions appear to be the same as in the previous stage. The Palaeolithic levels of Los Murciélagos Cave of Zuheros shows the predominance


of tree formations, although these lose importance in the Upper Palaeolithic in favour of shrubby formations, though with species that without human pressure reach large sizes. However, in Nerja Cave (province of Málaga), the maximum development of the undergrowth occurs in the Magdalenian, when clearly thermophilous species appear in the EpiPalaeolithic. In general, the levels of the early Upper Palaeolithic, Solutrean, and Magdalenian of Nerja Cave reflect colder and drier bioclimatic parameters than those of Los Murciélagos. Pinus nigra, together with xeric thickets constitute the main part of the carbonized remains. Quercus were practically absence from the sequence. Warmth is indicated by the stone pine (Pinus pinea), a species which appears to have been protected by humans to collect the pine cones for their nuts (Aura Tortosa et al., 2011; Badal García, 1998, 2001). The Neolithic-Copper Age vegetation (MZ3) corresponds to several phases of the cultural sequence determined in Los Murciélagos Cave: Early-Middle Neolithic, Late Neolithic and Copper Age. These presented a similar floristic composition, both qualitatively, ranging from 13 to 15 taxa identified in each phase (Tab. 1), as well as quantitatively, having similar percentages of representation (Fig. 3). A total of 17 taxa were identified (Tab. 1), among which the Quercinea were notable, although their quantitative importance is relative, due to the great quantity of fragments of strawberry tree determined, this constituting the main taxon identified, with values that double those of Holm oak/Kermes oak, the second most abundant taxa. These two species indicate a diachronic behaviour, being the inverse of each other, but proportional, while the strawberry tree progressively declines in percentage in phases B and C while the Holm oak, Kermes oak increase. The rest of the taxa present more or less stable curves in the four phases (Fig. 1), except in the case of the Quercus faginea, which disappears in the last Neolithic phase together with the decline in the deciduous oaks and their disappearance in the Copper Age, implying a somewhat harsher climatic trend, as these latter trees require substantial water. Also, Juniperus sp. is present in the first Neolithic phase, as a remnant of the foregoing phase of vegetation, and appears only occasionally in later periods. It should be emphasized that the taxa belonging to the shrub layer predominate, except in the case indicated above

involving the Quercineae, as opposed to the fruticose undergrowth, in which only rockrose can be included. This situation reflects a vegetal formation in which the tree stratum is very thin, composed only by Holm oak and a few cork oaks, isolated in the driest areas, while in the shady areas these are replaced by Quercus faginea oaks, although these disappeared in the last phase of the Neolithic and Copper Age. Traditionally, and in our prior publication (Rodríguez-Ariza, 1996), the presence of the strawberry was considered to indicate that in the first Neolithic phase we find the first level of the degradation of the Holm oak forest. However, the composition of the Palaeolithic vegetation reflected in the diagram indicates that the vegetation of the Neolithic levels is enriched in species, denoting a more woody environment, although with the same shrub stratum, where Quercus faginea somewhat declines. Therefore, the vegetation of the anthracological phase 3 of Zuheros (MZ3) could represent the maximum forest vegetation of the area, where the tall shrubby formations predominate, primarily Arbutus formations made up mainly of Arbutus unedo together with Phillyrea sp., Viburnum tinus, and Pistacia terebinthus, with the added presence of thermophilous elements such as mastic tree and wild olive. Together with this plant formation which, in many cases, presents a rather closed aspect, is a somewhat more heliophilous vegetation composed of rockrose, common juniper, brooms (Retama) and other shrubby legumes. If human activity is continuous and repetitive, this Arbutus formation is also affected, diminishing the population of strawberry trees, as occurred in anthracological phase 4 of Cova de les Cendres (Badal García et al., 1994), in part parallel to the chronological level with phases B and C. Thus, the curve of the strawberry trees descends from the first Neolithic phase to the Copper Age, inversely to the ascent of the rockroses, indicating a slow degradation of forested areas. In palaeoecological terms, the floristic composition described could fall within the framework of the mesomediterranean vegetation belt in the basophilous Betic series of the Holm oak woodland in its ombro-thermophilous faciation with the strawberry tree. Such faciation has been described at some points of Cazorla Natural Park, invariably on the western slopes, open to the thermal influence that penetrates through the Guadalquivir

Valley, restricting itself to the lower and medium horizons of the mesomediterranean belt, with a subhumid ombroclimate (Valle Tendero et al., 1989: 54). More recently, in the southern Iberian Peninsula, the strawberry tree has been described in two geological areas: the most westerly, between the chorological provinces Luso-Extremadurense and Gaditano-Onubo-Algaviense, with siliceous substrata; and the centralwestern, mainly on calcareous substrata. In all the seasons, the Atlantic influence is strong, causing the ombroclimate to be subhumid-humid and the thermotype to be thermomediterranean and mesomediterranean (Torres Cordero et al., 2002). Therefore, the contrast with present-day vegetation of the zone is evident, the presence of the strawberry tree having been described in the Sierra Subbetica Natural Park in very few localities (Valle Tendero, 19935; Muñoz Alváres and Domínguez Vilches, 1985; Triano, 2010). In addition, the subhumid ombroclimate (600-1000 mm) that reflects Neolithic vegetation of Los Murciélagos Cave contrasts with the current dry conditions (300-600 mm of annual rainfall). The vegetation of the Bronze Age (M4) is a continuation of the Copper Age, although with an accentuated degradation process already begun, since species appear in open spaces such as the Aleppo pine and rosemary (Rosmarinus sp.) together with an increase in broom, rockrose, and shrubby legumes. The absence of umbrophilous species, except for a fragment of deciduous Quercus, together with the decline in the presence of buckthorn (Rhamnus alaternus), wild olive, and mastic tree could indicate a relative harshening of the climate, coinciding with the change detected in other areas of eastern Andalusia (Rodríguez-Ariza, 1992, 2000b).

POLIDEPORTIVO OF MARTOS As indicated above, the anthracological diagram was made according to the stratigraphic phases defined for the site (Tab. 2 and Fig. 4). The image of the vegetation of the three phases is very similar, although we should emphasize a decrease in floral diversity in phase III, with the appearance of 12 taxa as opposed to 16 and 17 in the two previous phases (Tab. 2). However, this appears to be due more to the lower number of charcoal fragments analysed than to a matter of representativity. Certain quantitative or percentage differences (Fig. 4) should be highlighted,

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and these will analysed below. The inverse relationship between the strawberry tree and Holm oak/Kermes oak is remarkable in phases I and II. Meanwhile, in phase I, the Holm oak/Kermes oak registers 35.0% and strawberry tree 12.3%; in phase two, the figures change to 20.0 and 33.5%, respectively. This appears to indicate that the area of the Holm oak was being encroached on by the strawberry tree as a consequence of the opening of new ground for agriculture. This might also explain the near disappearance in phase II of the ash (Fraxinus), which occupied the areas in the immediate surroundings of the settlement where the water table was high, and its complete disappearance in phase III. We cannot, however, rule out that this opening of the vegetation was caused by sporadic fires that may have been provoked to create grazing areas, as livestock constituted a major economic base for these people (Lizcano Prestel, 1999). Also, this has been detected by charcoal analysis in settlements such as Cova de les Cendres (Badal García, 2009). The tree stratum is completed with sparsely scattered deciduous Quercus, among which Quercus faginea was not distinguished. These trees were located in the shadiest areas with cool soils, although their near disappearance in later phases may indicate harsher climatic conditions or the cultivation of these zones. The Aleppo pine is represented by a fragment, indicating that the secondary formations of pines are not very developed around the settlement. Similarly, the scarcity of tamarisk (Tamarix sp.) indicates the absence of major watercourses in the area. Notable among the species of the shrub layer are wild olive, Phillyrea sp., and mastic trees with small but significant percentages, implying thermophilous parameters in the warmest and most protected zones. The fruticose thicket was composed of rockrose, Daphne gnidium, heath, and Lamiaceae (particularly rosemary). The relative frequency of rockrose and rosemary is roughly 5%, pointing to the presence of more or less open areas where these heliophilous species can develop. In view of these results, the image of the vegetation during the second half of the 4th millennium implies an initial time when the dominant tree formation was the Holm oak woodland with the significant presence of Holm oaks and some Quercus faginea in the shady areas and with ash in the areas having cool soil around the

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settlement. In the warmest and rockiest areas the vegetation was composed of wild olive, mock privet, and mastic trees, forming dense wooded areas typical of the Mediterranean. Also, there were clearings with shrubland species. This situation appears to evolve towards the beginning of the 3rd millennium cal BC in some zones, primarily with the disappearance of the vegetation of the immediate surroundings with the coolest areas occupied by ash, possibly for the creation of fields for crops where mainly cereals were cultivated (Lizcano Prestel, 1999: 227). In addition, the decline in the presence of the Holm oak complemented by the advance of the strawberry tree could indicate the felling of Holm oak to create fields for cultivation, and the aforementioned fires in order to open pastures for ovine, caprine, and bovine grazing, the main livestock species identified in the faunistic study of the site (Lizcano Prestel, 1999: 202). The zones submitted to uninterrupted grazing over time show not only damaged and destroyed herbaceous plants but also shrub formations. Therefore, the landscape presumably had alternating areas of more or less intact woodland with more open zones of shrubbery or thicket, possibly around cultivated fields. En palaeoecological terms, the vegetation could be ascribed to the mesomediterranean belt in the basophilous Betic series of the Holm oak in its thermophilous faciation. The environmental conditions would be similar to those of the present, although the ombroclimate could have been somewhat more humid, i.e. subhumid (600-1000 mm annual rainfall) as opposed to the current dry ombroclimate (300-600 mm annual rainfall).

MARROQUÍES BAJOS The results of the charcoal analyses of the four excavations at Marroquíes Bajos (Fig. 2 and Tab. 3) have been represented in an anthracological diagram (Fig. 5), from which we can begin to analyse the vegetation surrounding the settlement and its possible evolution over time. In the diagram, we can distinguish two groups of vegetation. The first is formed by Plot C (MB1) and the second by the rest of the excavations analysed: Manzana D-19, Veracruz, and Cándido Nogales (MB2). These groups can be individualized by: -original species that appear and disappear in each case; -the percentage distribution of the different taxa.

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An analysis of the qualitative aspect or the floristic composition of each of these groups reveals that, in MB1, five original taxa fail to appear in the rest of the excavations: Monocotyledoneae, Pistacia terebinthus, Pistacia sp., Quercus faginea, and Retama sp. Although these appear at percentages lower than 1%, they indicate subtle details in the general results. Part of these taxa come from a woodland environment or its shrubby fringe. In MB2, we also find eight new taxa of which four appear at two or three of the sites studied (Pinus halepensis, Juniperus, SalixPopulus, Tamarix), while four appear in at least one of the three sites: Angiosperm, Populus, deciduous Quercus, Crataegus, and Rosmarinus officinalis. All of these define sites of origin or the collection of wood: on the one hand, the riverbank vegetation included Salix, Populus, Tamarix; on the other hand, more open areas of Juniperus, Pinus, Crataegus, and Rosmarinus, while deciduous Quercus could come from a more wooded zones or riverside and valley-floor areas with persistent soil moisture. Thus, at this level of the analysis, we see that the sites supplying wood become differentiated, translating as a distinct plant distribution. Although at a qualitative level the differences are significant, they become patent at the quantitative level, reflected in the following aspects: - The Holm oak/Kermes oak in MB1 has a percentage of 30% while in the MB2 this falls to 25% in the Manzana D-19 and at almost half in the other two excavations, indicating a gradual disappearance, possibly to open new fields for crops. - Ash register a representation of 24.3% in MB1 but fall to 1-2% in MB2, indicating that the wettest zones with rich soil were cleared and planted with crops. However, the riverbank vegetation in MB2 was enriched in species, as commented above, with willows, poplars, and tamarisks, although with very low percentages. These indicate the persistence of certain watercourses or zones with high water tables, although the wood supply was not abundant. - The wild olive declined from 15.5% in Plot C to 1.2% in Manzana D-19 with a testimonial presence of 1 fragment in Veracruz, and disappearing in Cándido Nogales. This, together with the near disappearance of the mastic tree and Phillyrea in MB2, and present only in Manzana D-19, indicate on the one hand that the climate appears to have become harsher with colder temperatures that


force these species to disappear, or on the other hand that the areas where they develop were cultivated. - The strawberry tree, with percentages of 9.31% in MB1, increased its representation to more than double in MB2, with percentages of between 2025%, indicating that the disappearance of the Holm oak favoured its development in the areas where natural vegetation still exists. As occurs with species of the thorny-shrub fringe, such as hawthorn, and thicket species, such as rockroses somewhat increase their representation. - The Aleppo pine, with a testimonial presence of 0.67% in MB1, becomes the first or second most represented taxa in MB2, at percentages of 20-25%. This trend appears to be the inverse of that of the wild olive commented above, suggesting a replacement of one species by the other in the dry and/or rocky areas around the settlement. Such replacement may also have occurred partly with the disappearance of species such as the mastic plant and the Phillyrea and the appearance of Juniperus, as occurred in MB2, and could occupy the same zones as the Aleppo pine. - Therefore, there are major changes between MB1 and MB2. The image of the vegetation during the first half of the 3rd millennium BC in Jaén is that of a thermophilous Holm oak woodland where the development of the brushy undergrowth, such as strawberry tree, though present, do not reach the development that they present in the second half of this millennium. The zones near the first core of the settlement, with a high water table, appear to be covered by ash. This land is the first to be opened for field crops and small vegetable gardens, first in the surroundings of the settlement, alternating with the habitation units, within the successive fosses. This causes ashes to appear in a sporadic way together with other species of the riverbank vegetation such as willows, poplars, and tamarix. The rocky areas nearby would have a strong presence of wild olive at first, being replaced by Aleppo pine and Juniperus, while species such as the mastic tree and Phillyrea disappear. This abrupt change in vegetation of this zone cannot be explained except as the result of anthropic intervention, since the vegetation, in this case a broad series of species, does not naturally appear or disappear in such a short period of time.

This suggests that this zone must have undergone successive fires set to eliminate the woody vegetation and to open pastures for the livestock, in such as way that the Aleppo pine, an opportunitic species, drought-resistant and heliophilous, took advantage of the situation and colonized the zone. - This wooded environment early on, though with more open areas, is corroborated by data from the faunistic analysis (Riquelme Cantal, 2005), where the pig and cow are the most represented species, which forage and feed on the products of the oak groves, such as acorns. In addition, the wild horse, the deer, wild boars, and rabbits would live in woody clearings and the hare in more open areas. These data point to an agricultural society, although perhaps in the initial stage of taking over the territory, as the Holm oak forest was still in a relatively good state. This vegetation began to suffer the impact of the inhabitants of Marroquíes Bajos, which altered the appearance and composition of the floristic landscape, as commented above. The palaeoecological vegetation of MB1 can be included in the mesomediterranean belt in the basophilous Betic series of the Holm oak forest and its thermophilous faciation, although the substantial presence of strawberry trees could place within the mesomediterranean belt of vegetation in the basophilous series of the Holm oak and its ombro-thermophilous faciation with the strawberry tree. This faciation has been described at some points of the Cazorla Natural Park, consistently on the western slopes open to the thermal influence that penetrates through the Guadalquivir Valley, being restricted to the lower and middle horizons of the mesomediterranean belt, invariably with a subhumid ombroclimate (Valle Tendero et al., 1989:54). More recently, the presence of the strawberry tree in decarbonated soils has been reported in the Subbetic and Hispalense sectors of the Betic province in the mesomediterranean bioclimatic belt with a subhumid to humid ombroclimate. This formation is called Bupleuro rigidi-Arbutetum unedonis and in its natural dynamics comes from the alteration of marcescent Quercus faginea woodlands that find their optimal conditions in valley floors with rich, moist soils (Torres Cordero et al., 2002). However, in the second stage the disappearance of these more thermophilous elements such as wild olive, mastic plant, and Phillyrea may

indicate a slight harshening of the climate, mainly in terms of temperature. Therefore, we cannot rule out that, together with the human activity detected between the different phases, there was also a climatic change that altered the vegetation.

PEÑALOSA The overall results of the charcoal analyses for the settlement of Peñalosa have identified 13 taxa (Tab. 4 and Fig. 6), notably Quercus, at 85% of the fragments determined, dominated the floristic spectrum of this site. Most of these fragments correspond to Holm oak and/or Kermes oak (probably Holm) with a proportion of close to 50%. The cork oak is also common, at 17.8%, indicating that this tree developed naturally in abundance around the settlement and that it was used by the inhabitants of Peñalosa not only as firewood and roof construction but also the bark was probably used in many activities and to make many objects, as reflected by the recovery of fragments, with which in one case we reconstructed what appeared to be a circular lid (Rodríguez-Ariza, 2000a). Among the oaks, the evergreens also stand out with 18.4%, specimens that present anatomical characteristics between Holm oak and cork oak, which could be hybrids between the two species. These indicate the coexistence of these two species around the settlement, where the cork oak could occupy the areas with cooler and deeper soil, and the Holm oak the rockier and more arid areas. That is, the cork oak would develop on gentle, shady slopes and on the valley floors, probably accompanied by the strawberry tree. These sites are the most suitable ones for establishing fields for crops and therefore would be the first to be opened, implying the disappearance of these species, although not apparently at this time. The rest of the taxa identified belong to the floristic association of the Holm oak forest, which, given the scarcity of species indicating open spaces such as rockroses and shrubby legumes (among which we have identified brooms), would be well developed. Species such as the strawberry tree, the wild olive, Phillyrea, and mastic tree are thermophilous plants that require a mild climate without hard freezes. Their presence indicates the development of a substantial undergrowth or shrubby layer, although the scant presence of these, together with the rest of the species of the fruticose thicket, with proportions of appearance of 0.1% to 2.0%, reflect the

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lower abundance of these species in relation to the use of the tree species for fuel and construction material. Notable among the taxa identified at Peñalosa is a single fragment of ash as the representative of riverside vegetation, despite the closeness of the bed of Rumblar river. In another work, we commented on the strangeness of this finding (Rodríguez-Ariza, 2000) and presented diverse hypotheses, but we still have no concrete explanation for this fact, although the presence of plants related to wet or aquatic environments has been documented in the analysis of plant remains from the site, where reeds and rushes together with the possible remains of a poplar (Peña Chocarro, 2000). In addition, the result of the fauna analysed from the site (Sanz Bretón and Morales Muñiz, 2000) indicate the presence of Roe Deer (Capreolus capreolus) and thus a wooded biotope consistent with the charcoal data, indicating a relatively moist environment, as also indicated by certain lice identified at the site. This situation of not exploiting the riverbank is unusual at most sites situated in a nearby radius of some watercourses (Rodríguez-Ariza, 1992, 2000b; Carrión Marco, 2004), except at Motilla del Azuer, where, despite that the bioclimatic parameters suggested by the charcoal analysis (Rodríguez-Ariza et al., 1999) point to a slightly wetter and perhaps warmer climate than the current one, the results do not reflect riparian vegetation. Similarly, this strong presence of cork oak at elevations of around 400 m a.s.l. contrasts with the current situation, where we find substantial masses up to 800 m a.s.l. on the slopes of the Sierra Morena some 20 km north of Peñalosa (Fig. 1). The water requirements of the cork oak, which for its development needs a subhumid or humid ombroclimate (6001600 mm annual rainfall), suggest a higher degree of moisture than currently exists in the zone (the annual precipitation in Úbeda is 584 mm, the equivalent of a dry ombroclimate of 350-600 mm) (Rivas Martínez, 1987).

PALAEOENVIRONMENTAL EVALUATION AND MANAGEMENT OF THE SURROUNDINGS The study of the charcoal at these four sites establishes a sequence of the vegetation in the area, although with some diachronic gaps. Table 5 displays all the taxa determined at the four sites analysed separately by anthracological phases. The

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number is large (36) although to ascertain the taxa that define the vegetation of the area, we need to concentrate on those that appear in the greatest number of sites and periods (Plate 1). Three taxa appear at all sites: strawberry tree, mastic tree, and Holm oak/Kermes oak, defining from the beginning a plant formation: the Holm oak forest with umbrophilous and thermophilous characteristics. The taxa absent from 1 or 2 periods –rockrose, shrubby legumes, wild olive, Phillyrea, and deciduous and evergreen Quercus– reinforce the thermophilous character of the vegetation, with Quercus as the tree stratum, and tall, shrubby vegetation composed of strawberry trees, mastic trees, wild olives, and Phillyrea together with a thicket made up of rockroses and shrubby legumes. Therefore, the same vegetation appears in the study zone, although with a large percentage of cork oak at Peñalosa, together with a minimal appearance in the last two phases at Los Murciélagos, denoting plant formations over siliceous substrata. This would condition the establishment of certain species in the territory, as in the case of the cork oak, but not the strawberry tree. This latter appears throughout the zone of calcareous substratum with high percentages from the Middle Palaeolithic of Los Murciélagos, despite the relatively cold parameters that the rest of the vegetation appears to reflect. This leads to the hypothesis of considering this zone of the Subbetic Sierras as a refuge zone for warmer vegetation, at the time when the cold glaciers covered part of the European continent. This zone, open to oceanic influences through the Guadalquivir Valley, became a relatively warm and moist zone, offering refuge to certain woody plants, in this case the strawberry tree. At Los Murciélagos, the absence of mountain pines (Pinus nigra and P. sylvestris) so widespread at this time throughout the low zones of Iberia (Badal García and Carrión Marco, 2001; Carrión García et al., 2008, 2010), make it a singular site that should be examined with AMS datings for more thermophilous species to confirm that it was a refuge zone. Also, at this analysis level for the presence/absence of the different taxa, the presence of Acer and Prunus (Cf. Prunus mahaleb) proved significant in the Middle Palaeolithic, without appearing again later. This indicates supramediterranean-type environmental conditions that do not occur again in the area. The rest of the taxa that appear only in one phase, such as de Crataegus in MB2 or Daphne gnidium and Erica sp. at

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the Polideportivo of Martos, appear occasionally but add nothing significant to the overall vegetation determined. Thus, to understand better the dynamics of the vegetation of the area, we need to quantify the results, where the distribution of percentages defines the diverse anthracological phases. For this, we have synthesised the results (Fig. 7) representing the two main taxa, Holm oak and strawberry tree, together with the Aleppo pine, for its ecological meaning. We defined several groups of the vegetation: meso-supramediterranean; thermophilous vegetation composed of Olea, Phillyrea, and Pistacia lentiscus; thicket; and riverbank. The sites studied are situated in diverse ecological zones: Los Murciélagos of Zuheros in mountains; Polideportivo of Martos and Marroquíes Bajos in the foothills; and Peñalosa in the interior valley. The characterization of the settlements is also diverse. Thus, to draw conclusions on the vegetal dynamics and the management of the human groups regarding woody vegetation is a difficult and risky task. However, this same diversity of environments and settlements helps give us an idea of how the human communities occupying these territories had to develop strategies adapted to their particular surroundings, although with knowledge and technological development shared by other human groups. The vegetation dynamics of the area of the Upper Guadalquivir reveal that in the Pleistocene levels of the Middle Palaeolithic the vegetation was composed of plant formations of the supramediterranean type but with areas where the plants were far more thermophilous, as with the strawberry tree. The dates provided by thermoluminescence situate these levels of the Late Pleistocene between the end of the isotope period Marino 4 (MIS4) and the beginning of 3 (MIS 3). In the southern and south-eastern Iberian Peninsula, this is known by some notable pollen sequences such as that of Padul and Carihuela Cave (province of Granada), which, together with other small sequences (GonzálezSampériz et al., 2010) define the presence of an arboreal vegetation in the region. In all these sequences, typically Mediterranean species appear (evergreen oaks, Olea, Pistacia, and Myrtus), in addition to steppe formations bordered by conifer forests bearing mesophilous elements. In Gorham’s Cave (Gibraltar) the charcoal analyses of level IV (Mousterian) reflect


the dominance of Pinus pinea-pinaster, with a minor contribution from Pinus nigra-sylvestris, Juniperus, Fabaceae, Cistaceae, Olea and Erica. These results, together with the palynological ones define a vegetation in the zone characterized by pine forests with Gramineae in the basal zone, as well as a good number of woody plants that could form forests in certain enclaves (Carrión García et al., 2008). The difference of the vegetation at all these sites with respect to the Mousterian of Los Murciélagos Cave of Zuheros, as mentioned above, is evident from the absence of pine formations and the importance of Quercinea. This singular vegetation, which becomes one of the warmest zones of the Iberian Peninsula and refugia site of vegetation, needs to be corroborated with AMS datings from the charcoal analysed in order to ensure the correct chronology. For an undated period of the Upper Palaeolithic, probably between the Solutrean and the Magdalenian, the supramediterranean vegetation increased in representation, which in principle would indicate a harshening of the climate, particularly in view the reduction of the Holm oak/Kermes oak by more than 10%. However, at this moment such taxa as wild olive and Phillyrea appeared, as well as a low curve of thicket species, at the same time as the representation of strawberry tree increased, indicating cold climatic parameters, although with the persistence of thermophilous taxa. Although at localities of the southern Iberian Peninsula, such as Gorham’s Cave and Nerja Cave, the appearance of the wild olive was documented at this time, at other sites of the peninsula, such as Buraca Grande, Cova de les Cendres, and Ratlla del Bubo, the AMS dating of specimens of wild olive have given more recent dates and thus have been interpreted as the infiltration of Holocene levels (Carrión-Marco et al., 2010). This means that the appearance of the wild olive in the Upper Palaeolithic levels of Zuheros should be taken with caution until certain fragments are dated. In any case, the charcoal and palynological analyses of levels of this time span suggest that the mountains of Andalusia at medium altitudes may have offered a refuge zone for tree species, as in the diagrams these species appear in a continuous manner (González-Sampériz et al., 2010). In addition, in Zuheros, we should add the aforementioned case of the strawberry tree. Therefore, we conclude that the Solutrean was the time of least tree cover of the entire Upper Palaeolithic. The high zones of the eastern and the south-eastern

Iberian Peninsula, such as Ambrosio Cave (Rodríguez-Ariza, 2006), Ratlla del Bubo (Badal García, 1990) or Carihuela Cave (Carrión García et al., 1998) had poor vegetation composed of Juniperus communis/sabina patches with other thicket species and scattered pines (P. nigra, P. sylvestris). In the lowest-altitude zones, such as Cova de les Cendres (Badal García, 1990; Badal García and Carrión Marco, 2001; Villaverde Bonilla et al., 2011) and Nerja Cave (Aura Tortosa et al., 2011), the tree stratum was dominated by mountain pines (P. nigra) while more mesophilous species such as Quercus were scarce. This supramediterranean vegetal landscape persisted until the transition to the Holocene, when there was more richness of truly thermophilous species such as Olea. The data of the archaeobotanical studies, both anthracological as well as palynological, denote that the ecological conditions during the Würmian Pleniglaciar, if we use Alpine terminology, or the centre of isotope stage 2 if we use the terminology of oxygen isotopes, changed in all regions. The warm fringes and the moisture descended in altitude and latitude and with them the associated fauna and flora had to readapt. In the south and east of the Iberian Peninsula, it appears that, in general terms, the bioclimatic belts descended one belt with respect to present-day conditions. From the emergence of a new economy based on agricultural and livestock production, groups of humans began to exert greater pressure on the surrounding environment. They needed land with fertile soil for field crops as well as more or less open spaces for grazing. This anthropic pressure on the natural surroundings may have occurred slowly and progressively when the economic activities were basically the same, and no great impact resulted, as we have noted in phase 3 of Los Murciélagos, which spans Neolithic and Copper Age levels, and reflects a gradual progression of shrubland species that became accentuated in the next phase of MZ4, dated to the Bronze Age. A similar dynamic is reflected in the diagram of Cova de les Cendres (Badal García, 2009a and b) and Nerja Cave (Badal García, 1990). However, in those spaces, as in the foothills, where new human populations took hold permanently with an economy based on agriculture and livestock, the vegetation from the beginning appears to open up, as at the Polideportivo of Martos. However, at the second intensification of agriculture and livestock raising, at sites such as Marroquíes Bajos, with further

strong demographic development, human impact becomes heaviest, reflected in the brusque change in plant formations of the surroundings. The above-described change which occurred in the thermophilous formation composed of Olea, Phillyrea, and Pistacia lentiscus occupying the slopes of the Cerro de Santa Catalina (Jaén), shifting to the Aleppo pine in such a short time, is explicable only by the use of fire to clear the zone in order to create pastures for the livestock. Meanwhile, the opening of new fields is reflected in the near disappearance of the riverbank vegetation (composed mainly of ash) from the areas at the foot of the mountains bordering the settlement, where the soils were moist and fertile. Although these zones may have maintained a rainfed agriculture of cereals and legumes7, for the high water table and the moister climatic parameters that are deduced from the vegetation mentioned, it should not be overlooked that the zone had ample water resources which could have been used for irrigated agriculture (Zafra de la Torre et al., 1999, 2003; Zafra de la Torre, 2006). The impact that livestock exerted on the vegetation of a given area is difficult to evaluate, as diverse variables must be taken into account, among which are the composition of the livestock, the number of head, and the system of corralling. With respect to the species composition of the different flocks and herds, in the first stage of Marroquíes8 we find porcine and bovine as the predominant types, these being species that take advantage of pasture and products of the oak forest, which at this time and in this place appears to have been well developed. Meanwhile, at sites such as Polideportivo of Martos (Lizcano Prestel, 1999) and Peñalosa (Sanz Bretón and Morales Muñiz, 2000) the goats and sheep, together with the bovids are the most represented. The former could have fed on the leaves of trees and shrubs such as the Holm oak, when grass was not available, primarily in summer, and thus these become the main livestock species of Mediterranean ecosystems. More difficult to determine by archaeozoological data is the total number of head of livestock comprising the flocks and herds, and whether these were controlled by fencing or corralling or even whether there was transhumance between the valleys and the nearby mountains. Transhumance is the type of management suited to take advantage of vegetative production peaks over the year, in the bioclimatic contrast between the mountain grassy areas and flatland meadow pastures (Parra, 1990:

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44). If, as the palaeobotanical data indicate, there was a progression of the shrublands and a certain opening of the vegetation, the adoption of this strategy would not be surprising, especially when the direct effects of livestock over time, such as the continually nibbling of low branches of the area, or indirect, such as fires to create pastures (as mentioned for Marroquíes), cause the vegetation to change. This indicates drier climatic parameters and, therefore, lower capacity to produce pasture.

6 MONTES MOYA, E. (2005): “Estudio carpológico

The charcoal analyses of the territory studied reveal the existence of two differentiated plant formations: one that developed south of the Guadalquivir river over calcareous substrata; and the other to the north over siliceous substrata. This diversity of substrata, of climates, and of the relief has been pointed out as one of the characteristics of the Iberian Peninsula both in the Pleistocene (González-Sampériz et al., 2010) as well as the Holocene. These environmental conditions were accompanied by anthropic influences (Carrión García et al., 2010). The study area presents similar vegetation dynamics, where, from the introduction of a production economy, the influence of diverse activities on the vegetation is reflected: livestock, burning, agriculture, and mining. The impact of these activities on the environment varied among sites and over time, depending on the plant formation being acted upon and whether or not the zone was newly colonized.

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Endnotes 1 Datings provided by Beatriz Gavilán Ceballos. 2 Recently, new 14C dates have been provided by J. A. Cámara and these have been used in the diagram. 3 MARTÍNEZ OCAÑA, J. L. and MANZANO CASTILLO, A. (2000): “El solar dotacional APA XVI, RP4 de Jaén. Futuro colegio de la Veracruz y Zona Arqueológica de Marroquíes Bajos”. Excavation log. Unpublished. 4 The charcoal from Plot D was studied by M. O. Rodríguez-Ariza, and that of Cándido Nogales and Veracruz by C. Pradas, the results being presented at the I Congreso Internacional “El Patrimonio Cultural y Natural como Motor de Desarrollo: Investigación e Innovación”. Jaén (26-28 January), entitled: “La vegetación de Jaén en el III milenio a.n.e. Nuevas investigaciones antracológicas en Marroquíes Bajos”. 5 VALLE TENDERO, F. (dir.) (1993): Cartografía y evaluación de la vegetación de la vegetación del Parque Natural de la Sierra Subbética. Record of the Cooperation Agreement between the University of Granada and the Environmental Agency of the Regional government of Andalusia (Granada).

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NEOLITHIC AGRICULTURE IN ANDALUSIA: SEEDS AND FRUITS

Guillem Pérez Jordà1, Leonor Peña-Chocarro1, and Jacob Morales Mateos2

Abstract This study focuses on the archaeobotanical data related to agriculture in the Early Neolithic (6th-5th millennium BC) of Andalusia (Spain). First, the archaeobotanical record is described, showing a predominance of free-threshing wheats, fluctuating proportions of hulled wheats, and a varied assemblage of legumes. Flax and poppy are also documented at some of the sites analysed. The pattern detected is compared to that found in other regions of the Iberian Peninsula and eventually to that reported for central Europe. Particular emphasis is placed on the considerable crop diversity found in Andalusia. Keywords: Neolithic, Agriculture, Hulled Wheat, Free-threshing Wheat, Poppy, Flax.

INTRODUCTION The development of archaeobotany in the Iberian Peninsula during recent years has considerably broadened the record of plant remains of this territory. Specifically, a large amount of data is being generated for the Neolithic of Andalusia, (Buxó i Capdevila, 1997; Peña Chocarro, 1999; Rovira i Buendia, 2007) which allows exploring the characteristics of early agriculture developed by the communities that inhabited the region between the 6th and 4th millennium BC. Nevertheless, major gaps persist both in certain chronologies as well as in the heavy concentration of information from the eastern zone of Andalusia and, more concretely, in the provinces of Granada, Malaga, and Cordoba. In an effort to ameliorate this situation, a number of research projects have been undertaken focusing on the first agricultural communities. The goal is to broaden knowledge on the adoption of agriculture and its expansion throughout the western Mediterranean. However, one of the main problems continues to be the lack of systematic sampling as well as the deficient application of adequate recovery techniques (flotation), although in recent years efforts have been made to improve this state of affairs. The earliest cultivated plants documented in Andalusia date to the second half of the 6th millennium BC, for a number of allochthonous species (mainly cereals and legumes), which were unknown until then in the region and which were introduced into the area, giving way to one of the most significant processes of transformation in the history of humankind. Although it is true that arguments defending an autochthonous origin of these crops persist (Ramos Muñoz, 2006), the current archaeobotanical record, where it exists, coincides with the presence of cereals, domestic legumes, and concentrations of fully Neolithic pottery and lithic

material. The scarcity of dates on short-lived elements together with the scant characterization of the pottery and lithic collections hamper the reading of this process in the area. In addition, it should be taken into account that the large size of the territory no doubt ensured the wide variability and complexity of the different processes detected according to the regions and groups involved. The Neolithization of Andalusia appears to have brought into play different traditions from at least as early as 5500 cal BC. The oldest dated, identified on the Malaga coast in Nerja Cave, corresponds to impressed pottery with a multitude of stamping elements, although with meagre presence of the cardial technique and with the frequent use of the colour red (García Borja et al., 2011). Another tradition, related to pottery bearing cardial impressions (Navarrete Enciso, 1976), has been documented in the zone of Granada. This could be related to a later phase, perhaps with an origin in the region of Valencia or in the lower Guadalquivir. In an advanced Early Neolithic phase with datings not exceeding 5300 cal BC, a phase is interpreted, above all at certain points of the provinces of Cordoba and Malaga, as an evolution of the world of impressed wares detected previously in the area of Malaga that incorporated northern elements such as the Boquique decoration (Alday Ruiz, 2009). In the area of Granada, there is also evidence of some evolution in the cardial toothed-chisel techniques similar to that observed in the Valencia region (Bernabeu Auban, 1989; Bernabeu Auban and Molina Balaguer, 2009).

THE FIRST EVIDENCE OF AGRICULTURE IN THE PLANT REMAIN RECORD: 6TH MILLENNIUM BC The current record shows a gap between the oldest domestic animal (a sheep) from Nerja, dated towards 5500 cal BC (Aura Tortosa et al., 2005), and the cereals of Los Castillejos (Montefrío, province of Granada) of around 5300 cal BC (Martínez Fernández et al., 2010), which may be explained as

1 Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS), Consejo Superior de Investigaciones Científicas CSIC. [ guillem.perez@uv.es ]; [ leonor.chocarro@cchs.csic.es ] 2 Facultad de Geografía e Historia. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. [ jacobmor@terra.es ]

Received: 03/05/2011. Accepted: 18/05/2011 MENGA.. JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY // Nº 02. 2011. PP. 231-236. ISSN 2172-6175

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the result of the scarcity of the current record. Together with the settlement of Los Castillejos (Rovira i Buendía, 2007), there is evidence for agriculture in the initial phase of the Neolithic at 3 sites in the province of Cordoba and at 5 in Malaga (Fig. 1). The Cordoban sites are Los Murciélagos Cave (Zuheros; Hopf, 1974; Hopf and Muñoz, 1974; López García, 1980; Peña Chocarro, 1999; González Urquijo et al., 2000) and Los Mármoles Cave (Priego de Córdoba; Peña-Chocarro and Zapata Peña, 2010; Asquerino Fernández-Ridruejo, 2008). Those of Malaga include the ones located in the municipality of Torremolinos such as Roca Chica, Hostal Guadalupe, and Bajondillo Cave (Cortés Sánchez et al. 2010); Nerja Cave (Nerja; Aura Tortosa et al., 2005); Toro Cave (Antequera; Buxó i Capdevila 1997; Martín Socas et al., 1999, 2004a and b); and finally La Higuera (Ardales and Teba; Peña-Chocarro and Zapata Peña, 2010)1. Los Murciélagos Cave and Los Castillejos have provided enough samples for characterizing the elements defining the earliest agriculture of this zone, while in the other cases the low number of samples does not allow quantifications. Overall, for the moment, this is the phase having the best-quality record. The Early Neolithic occupation (phases 1 to 6) of the village of Los Castillejos extends over the second half of the 6th millennium cal BC (Rovira i Buendía, 2007; Martínez Fernández et al., 2010). The archaeobotanical study (Rovira i Buendía, 2007) shows a clear predominance of cereals, while legumes, although present, are far less frequent. The cereals include free-threshing wheats (Triticum aestivum-durum) and naked barley (Hordeum vulgare var. nudum), which clearly predominate with frequencies that jointly approach or surpass 80%. Among them, an equilibrium or slight predominance of one over the other is generally noted, although it is true that if the number of remains is considered, free-threshing wheats show by far the highest percentages in the samples. Together with these, only einkorn wheat has been documented (Triticum monococcum), though in most of the samples it generally appears in low numbers (Plate 1). Among legumes, only pea (Pisum sativum) and broad bean (Vicia faba) have been documented (Plate 2), with very low percentages both in the number of remains as well as in the frequency of appearance, although in the final phases the latter acquired greater weight.

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As far as other possible cultivated species are concerned, Rovira i Buendía (2007), in her study of Los Castillejos, does not include flax (Linum usitatissimum) during the first occupation and attributes the remains present since phase 2 to wild species. However, it is important to point out that the criterion of separation between cultivated and wild species is only biometric (Rovira i Buendía, 2007: 356) and that there are difficulties in confirming the validity of such an attribution. For this reason, this author poses the possibility of the remains belonging to the cultivated species, based on appearance frequency which remained constant over the sequence despite the modest number of specimens found. Another notable sequence of these early phases of the Neolithic is from Los Murciélagos Cave, with slightly more recent datings, comparable with those found for the second phase of the group from Los Castillejos. Again, there is a clear predominance of the cereals over the legumes. Free-threshing wheats and naked barley are again the most frequent species, and among them, as opposed to Los Castillejos, hulled barley stands out somewhat in frequency but more clearly in the number of remains. A noteworthy aspect is the identification of the rachis of durum wheat (Triticum durum), documenting its cultivation at this time. It should be borne in mind that in the absence of rachis, and only with the caryopses, it is not possible to separate the two most common species of freethreshing wheats (Triticum durum and Triticum aestivum). The other cereals documented occupy a minority position and in this case emmer (Triticum dicoccum) and hulled barley are recorded, while einkorn (Triticum monococcum) has not been identified. The documentation of legumes is very scant and only the presence of the pea and possibly vetch (Vicia cf. sativa) has been verified. Finally, included in the group of possible crops is the opium poppy (Papaver somniferum), which is by far the most frequent species at the site (Plate 3). Los Mármoles Cave rendered a rather broad set of materials published by M. D. Asquerino Fernández-Ridruejo (2008), which have been dated (Carvalho et al., 2010) to the 6th millennium cal BC (date on a cereal). In the same stratigraphic unit (UE), different concentrations of cereals composed fundamentally of freethreshing wheats, both compact and loose forms, have been documented. The remains of naked barley are rather less

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abundant, although in all cases they surpass those of the hulled type. Finally, among hulled wheats, emmer stands out over einkorn while among the legumes the presence of bitter vetch (Vicia ervilia), broad beans, and vetches have been confirmed, although the appearance of peas raises doubts. The list of weeds accompanying these groups of cereals include different grasses (Bromus secalinus, Lolium sp.) and other species such as Galium spurium, which are common in winter cereal crops. The possible wild resources collected include nuts of the mastic plant (Pistacia lentiscus; Plate 3). In the Malagan sites, such as Hostal Guadalupe, the collection of a few caryopses has allowed identifying only naked barley, and doubts remain concerning the presence of the hulled type (Peña-Chocarro and Zapata Peña, 2010). In Bajondillo Cave, a small sample of cereals has been analysed, providing several caryopses and fragments of freethreshing wheats (Cortés Sánchez et al., 2010). In addition, in Roca Chica (PeñaChocarro and Zapata Peña, 2010) the collection studied was dominated by naked barley, although in this case hulled barley was also quite abundant. Among the wheats, the presence of the freethreshing types was confirmed despite the very low number of remains, whereas doubts persisted on the identification of hulled wheats such as emmer and einkorn. In Toro Cave (Antequera) the remains of level IV correspond to the already advanced phase of the Early Neolithic, although the only dates available were not on short-lived specimens (Martín Socas et al., 1999, 2004a and b). In this case, the free-threshing wheats are documented as the most abundant species and to a lesser extent naked barley. Furthermore, the presence was confirmed for wide variety of legumes, notably lentils (Lens culinaris) and, less abundant, broad beans (Vicia faba var. minor) as well as grass pea (Lathyrus sativus) (Buxó i Capdevila,1997). In Nerja Cave, the only remains that correspond with certainty to this phase are composed of some caryopses of naked barley dated to the end of the 6th millennium, and a legume (Lathyrus type). At the same time, the collection of acorns (Quercus sp.) and pine nuts (Pinus pinea) was confirmed (Aura Tortosa et al., 2005; Cortés Sánchez et al., 2010), an activity documented from the beginning of the occupation of the cave (Badal, 1998). Similarly, the open-air site of La Higuera


(Ardales-Teba) where only scattered samples have provided a small set of plant remains in which to document the presence of naked barley, broad beans, peas, and grass pea, in contexts dated to the end of the 6th millennium and the beginning of the 5th (Peña-Chocarro and Zapata Peña, 2010).

THE 5TH MILLENNIUM: PRESENCE AND ABSENCE IN THE PLANT REMAIN RECORD Phases 7 to 11 of Los Castillejos together with Los Murciélagos Cave (Zuheros, province of Cordoba) and the homonym of Albuñol (Granada) has provided data on plant remains for the beginning of the 5th millennium cal BC. From this date on, there is a paucity of reliable information which lasts to the end of the 5th millennium and the transition with the 4th. This latter period includes phases 12 to 14 of Los Castillejos (Rovira i Buendía, 2007), phase IIIb of Toro Cave (Buxó i Capdevila, 1997) and the silo of Nerja Cave (Hopf and Pellicer Catalán, 1970; Hopf, 1991). In Los Castillejos, cereals clearly predominated in all phases. Legumes maintained percentages ranging from 16 to 5 %, without a clear trend, although overall, their weight is certainly greater than in the previous phase. Broad beans and peas are the dominant species, being the second most abundant. Furthermore, the weight of crops such as flax showed a certain trend to increase, as corroborated by Rovira i Buendía (2007), who argues with certainty of its cultivation in the transition between the 6th and 5th millennia BC. Among the cereals, the foregoing situation continues, although throughout the sequence free-threshing wheats progressively increase with respect to naked barley. Einkorn continues to show low and fluctuating percentages, and only in phase 9 is there evidence of emmer. The data from Los Murciélagos Cave (Zuheros; Peña-Chocarro, 1999), although low, appear to indicate a certain predominance of free-threshing wheats over naked barleys, while the hulled wheats are represented by emmer. Opium poppy continues to have notable weight. Another set that partly occupies the transition between these two millennia, although with dates extending over the entire 5th millennium, appears in Los Murciélagos Cave in Albuñol (Cacho Quesada et al., 1996). The presence of opium poppy capsules are documented in some of the esparto-grass baskets preserved as part of the burials,

constituting a new example of the weight of this species from ancient times in this area of Andalusia. Towards the end of the 5th millennium and the beginning of the 4th, the dates of Los Castillejos become richer again. Between phases 12 and 14, cereals maintain their predominance and notable weight while other species such as flax increase somewhat with respect to the past. Freethreshing wheat predominate over naked barley, while other species such as einkorn wheat become practically marginal from this point on. In the case of legumes, grass pea (Lathyrus sativus) is identified for the first time, although peas and to a lesser extent broad beans continue to increase in the final phase, when they become predominant. A similar pattern was found in level IIIb of Toro Cave (Buxó i Capdevila, 1997), where free-threshing wheats are found to predominate over naked barley. In addition, hulled barley plays a marginal role whereas hulled wheats are not documented. Among the legumes, lentils predominate over broad beans.

TOWARDS AN AGRICULTURAL HISTORY Despite the temporal and spatial limitations observed, the data compiled enable reconstructing the agricultural history of this region with some detail. Agriculture appears to have been established with greater or lesser success, depending on the area, in the second half of the 6th millennium, as appears to be confirmed for other regions of the Iberian Peninsula (Zapata Peña et al., 2004). The establishment of agricultural practices by groups of farmers or its possible adoption on the part of indigenous communities implied not only the introduction of new species but also the spread of a new type of extremely complex knowledge, which brought about the transformation of many aspects of everyday life and of the environment of these indigenous communities. The species involved in this first agriculture were cereals and legumes, although there are indications to suspect that other crops were developed, such as the opium poppy and flax. Among the cereals, the free-threshing wheats and the naked barley are notable, characterizing agriculture during these first 1500 years, while the rest of the cereals (hulled wheats and hulled barley) play a secondary role. These mark, however, the

changes that were observed or inferred in the analyses carried out (Tab. 1). The only two comparable sequences of the initial phase, Los Castillejos and Los Murciélagos Cave in Zuheros, presented characteristics that can be summarized in the predominance of the free-threshing wheats in Los Castillejos and naked barley in Los Murciélagos Cave in Zuheros, although the two together are the most frequently cultivated species in the area. At the same time, in Los Catillejos, einkorn is the third cereal in importance while in Los Murciélagos hulled barley and emmer hold this position (Fig. 2). This pattern is also observed at Los Mármoles Cave, a site located in the area of Cordoba. Among the legumes, no difference between species was observed, although peas constituted the most common taxon and, in general, great diversity was noted. The differences were more evident in other crops (Fig. 3). Although its cultivation cannot be confirmed with certainty until the end of the 5th millennium, flax is present from the beginning at Los Castillejos and it is possible that this species was already cultivated. In Los Murciélagos Cave in Zuheros, flax is not documented but the frequent presence of opium poppy is corroborated. Thus, the agricultural schemes are very similar but show differences that deserve a more detailed analysis as the archaeobotanical data for the area will increase. The available data suggest similarities between the information gathered in Los Murciélagos Cave in Zuheros and in Los Mármoles, as opposed to that from Los Castillejos, and thus we might be dealing with regional groups with similar characteristics. These groups, from the beginning developed a diversified agriculture that included a large variety of species, without supporting arguments concerning the local domestication of cereals or legumes. With respect to flax and opium poppy, the situation is somewhat more complex. Flax was amply cultivated in Central Europe (Dennell, 1974; Rosch, 1998; Tolar et al., 2011; Leuzinger and Rasr-Eicher, forthcoming), although information is missing for the territory of France. In the Iberian Peninsula, data is currently limited to the Andalusian sites and to those of the Ambrona valley (La Revilla and La Lámpara; Stika, 2005) and its absence is evidenced along the Mediterranean coast, where large systematic sampling has been carried out. In the case of the opium poppy, the problem arises in discerning

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between the domesticated subspecies (P. somniferum ssp. somniferum) and the wild one (P. somniferum ssp. setigerum). In any case, the Andalusian archaeobotanical record shows the importance of this species from the middle of the 6th millennium. Its presence in the Near East is practically unknown, although Papaver setigerum has recently been identified in Israel (Kislev et al., 2004). This absence and antiquity of the European data have led certain researchers (Schultze-Motel, 1979; Bakels, 1982; Bakels et al., 1992; Zohary and Hopf, 2000) to suggest that the species was domesticated in Western Europe. The oldest data come from Europe, where from 5800 cal BC the species is documented in Italy (Rottoli and Pessina, 2007), represented both by seeds and capsules, and 5200-5000 cal BC in Central Europe (Salavert, 2010). The identifications of Papaver somniferum/setigerum in Andalusia date from 5300 cal BC onwards. If a comparison of the Andalusian record is made with the rest of the Iberian Peninsula, differences are found in the region of Valencia regarding the frequency of hulled wheats, which in this latter case are higher (Pérez Jordà, 2005). In the northern meseta (Stika, 2005) and in the Upper Ebro valley (Peña-Chocarro et al., 2004), hulled cereals notably predominate (both wheat and barley). The panorama observed at the beginning of the agricultural development is extremely complex, with different scenarios that most probably reflect the presence of a great variety of traditions. At a larger scale, the first Andalusian agriculture, like that of the rest of the peninsula differed from that of Central Europe in the enormous diversity of species present from the beginning of agricultural practices. Whereas in Central Europe, the cultivated species are basically hulled wheats (T. monococcum and T. dicoccum), peas, lentils, and flax (Kreuz, 2007), in Andalusia agriculture focuses on free-threshing wheats and naked barley together with a greater diversity of legumes and possibly flax and opium poppy. Although the ecological determinism does not explain all the variability found in the archaeobotanical record of the Iberian Peninsula, it is certain that the specific ecological and environmental conditions of the territories in which these first practices are established must have influenced the selection of species and varieties that were cultivated in each region. These factors might explain some of the associations that are documented in the archaeobotanical record, as in the

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case of the hulled cereals at sites in the centre of the Iberian Peninsula (Valle de Ambrona) at 1000 m a.s.l. It is also true that experimentation must have been important in the beginning of food production and that the first farmers developed different mechanisms to meet the effects of seasonal climatic instability and the risks of bad harvests. Diversification, as demonstrated on some occasions (Halstead, 1990) is described as a valid strategy to overcome insecurity and threats. The cultivation system that is proposed for this first phase corresponds to an intensive model, horticultural in character, following the scheme posed for Greece (Halstead, 2002) and Central Europe (Bogaard, 2004). Although for the Iberian Peninsula the archaeobotanical record is scant in terms of the groups of weeds that would no doubt enable the agricultural system to be characterized in finer detail, the absence of ploughs and the use of agricultural tools such as hoes would point to an intensive model of a horticultural type, for which crop diversity appears to have been a major option. From the beginning of the 5th millennium, hardly any information is available, and not until at least the second half of the millennium are new data forthcoming, mainly from Los Castillejos and Toro Cave. These show the preponderance of freethreshing wheats and barley, while einkorn becomes a more marginal species and legumes progressively increase together with other crops such as flax. The reduction in crop diversity could be related to various factors such as the greater security in the agricultural production system or changes in the system of exploiting the soil, or even directly to socio-cultural questions that are difficult to elucidate with the data currently available.

CONCLUSIONS The dating of short-lived elements (seeds) at several sites of Andalusia (Spain) indicates that agriculture in this region began in the second half of the 6th millennium. The cultivated species documented in this period were basically free-threshing wheats and naked barley among cereals, while hulled cereals had less weight in the overall group of cultivated species. Among legumes, mainly broad beans and peas were identified, with a lower frequency of lentils and grass pea. The broad diversity of species documented contrasts with the limited variety recorded in other zones of

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Europe, and more specifically in Central Europe. The agrarian practices as well as the species documented result from the introduction of external innovations that preclude any possible autochthonous development of agriculture in this territory. In addition to cereals and legumes, the archaeobotanical record shows the presence of flax and opium poppy, for which their role among cultivated species is still to be defined. Endnotes 1 The references cited in this work include studies that provide only archaeobotanical information.

ACKNOWLEDGEMENTS This study forms part of the project AGRIWESTMED (Origins and spread of agriculture in the western Mediterranean region) financed by the ERC (European Research Council) through an Advanced Grant (ERC-AdG-230561) and the project HAR2008-01920/HIST Orígenes y expansión de la agricultura en el sur peninsular y norte de Marruecos: aportaciones desde la arqueobotánica y la genética and of the MICIIN, both directed by L. Peña-Chocarro. Also, we would appreciate the collaboration with the research project HAR2008-06477-C0303/HIST. The research of L. PeñaChocarro falls under the Programa Consolider TCP-CSD2007-00058.

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THE ANTHROPIZATION PROCESS IN THE NEOLITHIC OF WESTERN ANDALUSIA: A PALYNOLOGICAL PERSPECTIVE

José Antonio López Sáez1, Sebastián Pérez Díaz1, and Francisca Alba Sánchez2

Abstract The detailed synthesis of pollen records from western Andalusia confirms the first human impact on the landscape and the primary evidence of farming in the 5th and the 4th millennia cal BC. The spatial and temporal dynamics of plant communities have been interpreted as a result of interactions among human settlements as well as the transformation of economic practices. Keywords: Anthropization, Agriculture, Western Andalusia, Mesolithic, Neolithic, Holocene, Palynology.

INTRODUCTION The study of Prehistory in the Mediterranean, from the adoption of agriculture, has been polarized basically in terms of the political, social, and economic relations at a vast spatial scale. This emphasis, directed towards the search for cultural and geographical entities, has given extraordinary priority to the eastern zones as opposed to the western ones in the processes of social and political exchange, from trans-cultural diffusionism to the theory of peripheral cores. In the case of western Andalusia, despite that the number of archaeological sites from the Neolithic is becoming steadily more abundant, archaeobotanical studies in this context are practically nil except in scattered cases such as La Esparragosa (Ruiz Zapata and Gil García, 2008; Ramos Muñoz et al., 2008). Currently, radio-carbon datings place some of these sites at the beginning of the Neolithic, as in the case of Cueva Chica de Santiago (Cazalla de la Sierra, province of Seville), Parralejo (San José del Valle, province of Cadiz), La Dehesilla (Jeréz de la Frontera, province of Cadiz), as well as several sites of the Odiel estuary in the province of Huelva (Acosta Martínez, 1995; Mederos Martín, 1996; Nocete Calvo, 2004; Pérez Rodríguez, 2005; Ramos Muñoz 2006), and even hunter-gatherer communities in El Retamar (Puerto Real, province of Cadiz) or Embarcadero del Río Palmones (Algeciras, province of Cadiz) (Ramos Muñoz and Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Ramos Muñoz, 2006). These facts clearly limit the precise study of the origin and spread of agriculture in these territories in a diachronic and spatial sense. In fact, along the Atlantic coasts, including interior valleys and ranges, this problem is still open to debate, and more so when taking into account the gaps pointed out. Chapman (2008) skilfully synthesises this situation, mentioning sites

such as Parralejo, Cueva Chica de Santiago, or La Dehesilla, in which the archaeozoological spectra of the Early Neolithic show a dominance of wild as opposed to domestic animals, the reverse of what happens in the Late Neolithic. The dates available for these sites (6th and 5th millennia cal BC) have forced corrections of the diffusionist scheme traditionally accepted for western Andalusia. Certain open-air sites are notable, such as El Retamar, in the Cadiz Bay among coastal dunes, which has a number of hearths, shell deposits, concentrations of stones, and burials. This is described ambiguously as a Mesolithic and/or Neolithic site occupied seasonally from the 6th millennium cal BC (Cardial ware remains have been found) with palaeoeconomic bases that appear to be mainly wild and domestic fauna, the gathering of molluscs and fishing (Ramos Muñoz and Lazarich González, 2002; Ramos Muñoz et al., 1998, 2001, 2005; Ramos Muñoz and Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Ramos Muñoz, 2006). For El Retamar, there are three 14C datings of shells –two from hearth 18 (according to the authors) from 5025 cal BC and 5717 cal BC, respectively, plus a third shell deposit of 60695715 cal BC (Ramos Muñoz et al., 2001; Ramos Muñoz and Pérez Rodríguez, 2003, 2008). The usual interpretation of these communities of the southwestern Iberian Peninsula from the 6th millennium cal BC is that hunter-gatherer-fishing populations generally adopted animal domestication without at first developing agriculture (Ramos Muñoz and Lazarich González, 2002; Cáceres Sánchez, 2003; Ramos Muñoz and Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Arteaga Matute, 2004; Ramos Muñoz, 2004, 2006; Ramos Muñoz et al., 2005), although some authors even refer to societies that could have developed agriculture based either on irrigation for legumes or dryland methods for cereals (Pérez Rodríguez, 2005: 158). These were highly mobile nomadic societies that did not accumulate surpluses

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Grupo de Investigación Arqueobiología, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC. [ joseantonio.lopez@cchs.csic.es ]; [ sebastian.perez@cchs.csic.es ] Departamento de Botánica, Universidad de Granada. [ falba@ugr.es ]

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Received: 30/03/2011; Accepted: 30/06/2011 MENGA.. JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY // Nº 02. 2011. PP. 237-243. ISSN 2172-6175

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because of their lifestyle (Ramos Muñoz and Pérez Rodríguez, 2008). In short, recent years have seen a significant surge in palaeoenvironmental and palaeoeconomic data related to the Neolithic of the southern Iberian Peninsula (López García and López Sáez, 1994; Zapata Peña et al., 2004; López Sáez et al., 2011; Peña Chocarro and Zapata Peña, 2011). However, the greater part of these refer to eastern Andalusia, with merely sporadic information from the west, a territory itself poorly studied at the palaeoenvironmental level, and with a very limited archaeobotanical record in terms of detailed knowledge of Neolithic lifestyles or an understanding of the possible chronocultural impact of these societies on the landscape. On this basis, the present work shows a synthesis of the palaeoenvironmental data from western Andalusia (provinces of Cadiz, Huelva, and Seville) between the 6th and 4th millennia cal BC, in relation to the history of the palaeovegetation, the dynamics of anthropization, and in the shaping of the landscapes. For this, the palaeopalynological record will be taken into account for being more abundant, although in some cases particular mention will be made of the arthracological and carpological studies of the archaeological sites as well as natural deposits in the study area (Fig. 1).

PALAEOENVIRONMENTAL RECORD In the peat bog of El Acebrón (Matalascañas, province of Huelva), located in Doñana National Park, pollen analysis (Stevenson and Moore, 1988; Stevenson and Harrison, 1992) indicates a stratigraphic sequence (AC2) dated to 194 cm at 4510 ± 80 BP (3495-2920 cal BC)1, a date confirmed with another preliminary interval of 189-199 cm dated at 4340 ± 80 BP (3335-2700 cal BC), both being situated at the transition between the 4th and 3rd millennia cal BC, which would mark the beginning of this deposit. In this chronological framework, which regionally corresponds to the transition between the Late Neolithic and the Copper Age, was previously indicated in the pollen diagram (biozones AC2-1 and the lower part of AC2-2) a strong anthropization of the territory, with the recurrent presence of taxa of anthropic origin (Echium type, Cichorioideae, Plantago sp., and Rumex sp.) together with a preponderance of grassy formations while tree formations were notably reduced (ca. 20-25%), especially Quercus woodlands. On the

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other hand, the pine forests appear to be well represented, highlighting the importance of this type of forest within the chronological framework considered, possibly as the most characteristic vegetation of the dunes of Doñana, having an local or extra-local character in the record. Similarly, the shrubby elements are poorly represented, with very low percentages of mock privets (Phillyrea), willow (Salix), wild olive (Olea), myrtle (Myrtus), heath (Erica sp.), and rockrose (Cistaceae). Meanwhile, cereals appeared only at 212 cm, at very low percentages, implying local cultivation. These data, which correlate with carbon-rich sedimentary layers, and the appearance of certain pyrophilous taxa such as Cistus, appear to indicate the first human impact on Doñana, at the end of the 4th millennium cal BC, which would take the form of deforestation of the oak woodlands by fire, with the consequent proliferation of pyrophilous or heliophilous species, as noted in the transition between the biozones AC2-1 and AC2-2. Especially noteworthy is the identification of Vitis pollen in quantities sufficient to indicate its local presence, which the authors interpret as the existence of wild populations in gullies, although the recurrence of pyrophilous species such as rockroses suggest the possibility of local cultivation (Stevenson and Moore, 1988: 355). Also in Doñana, the peat sequence of the Laguna de las Madres (Menéndez Amor and Florschütz, 1964; Stevenson, 1985) must have formed at the same time as El Acebrón, according to the date 4480 ± 150 BP (Stevenson and Moore, 1988; Stevenson and Harrison, 1992), repeating the appearance of Vitis at the end of the 4th millennium cal BC and the beginning of the 3rd. In any case, in the la Laguna de las Madres, the percentage of Vitis reached 40-50%, confirming the work of the above authors concerning its cultivation in Doñana in that time period, this underlying the anthropic impact described both in El Acebrón as well as in this record. Nevertheless, a subsequent study of the same sequence (Yll Aguirre et al., 2003) places its beginning towards 5480 ± 60 BP (4455-4175 cal BC), although the transformation of the coastal lagoon into the peat bog occurred towards 4000 BP, corroborating that the identification of grape pollen, especially in such high percentages, could be erroneous, confusing the identification with some species of Rhamnus (Yll Aguirre et al., 2003: 210), and thus establishing the first human impact in this area of Huelva at the end of the 4th millennium cal BC without specifying grape cultivation as the reason.

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The pollen record of El Asperillo (Caratini and Viguier, 1973), located near a large dune of the same name in the locality of Niebla, not far from Doñana, shows a noteworthy rhythmic sedimentary sequence in which levels of sand alternate with others of peat. The authors study three samples from fossilized sands or palaeodunes (curiously the peat levels, which would have been richer in pollen, were not analysed), which showed (only two of them, as the third proved sterile) the predominance of pine among the tree vegetation and of grass among the herbaceous plants. The presence of hazelnut suggests that these samples correspond to the Atlantic period, without greater chronological precision. Certain anthropization appears in the pollen spectra of both samples by the identification of some nitrophilous taxa, hinting at certain contemporariness with respect to the other aforementioned sequences from Huelva. A second palynological study was made in El Asperillo by Stevenson (1984), also without dates, denoting temperate-wet palaeoclimatic conditions in transition to the Atlantic to sub-Boreal episodes (Rodríguez Ramírez et al., 1997), and a palaeolandscape consistent with the above description for El Acebrón, including the presence of cereal pollen. The study of lagoon pollen from site of Mari López and the record of Marismillas (Yll Aguirre et al., 2003), both in Doñana, support the commentary concerning the three previous sequences even in the preceding temporal framework. In Mari López, between 5370 ± 50 BP (4330-4050 cal BC) and 3915 ± 50 BP (2565-2230 cal BC), the tree cover of pines on the dunes and the oak woodlands substantially decreased (<40%), whereas nitrophilous elements (Asteraceae) became abundant, reflecting evident human impact on the landscape in the last third of the 5th millennium cal BC, although no evidence of cereal pollen was found. In Marismillas, with a base date of 6260 ± 40 BP (53205075 cal BC), the pine forest noticeably diminished towards 4500 cal BC, in the same way as the oak woodland, giving way to a preponderance of the above-cited anthropic elements and others typical shrub formations associated with degradation (heaths). In the cave of Los Covachos (near Almadén de la Plata), located in Sierra Norte of Sevilla, the palynological analyses (Álvarez García et al., 2004, 2005) of a calcareous tuff (travertine; Fig. 2), dated to around 5000 BP (c. 4000 cal BC; Rodríguez Vidal, pers. com.), demonstrate the existence of a rather open landscape


of cork oak (Quercus suber) on deeper and moist soils. Meanwhile, in the drier rocky zones, Holm oak (Quercus ilex) woodlands developed accompanied by a thermophilous undergrowth of myrtle (Myrtus), wild olive (Olea), mastic plant/turpentine tree (Pistacia), and daphne (Daphne gnidium). In the clearings left by the forest appeared grassy areas of Gramineae and certain xeric elements (Artemisia). All together, the pollen spectra of these travertines indicate thermal and dry conditions, although the presence of the cork oak would imply a certain trend towards sub-moist conditions. The first symptoms of anthropization in the cave of Los Covachos were detected in the spectra of topographical stations 20 and 52, corresponding to the beginning of Copper Age occupation of the cave, in the first half of the 3rd millennium cal BC (Rodríguez Vidal et al., 2000), when cereal cultivation is also confirmed. Similar to the situation at Los Covachos or at the above-mentioned sites of Doñana is shown by the pollen record of Laguna Zarracatín (Utrera, province of Seville) (Davis et al., 2000), dated at its base to 5485 ± 40 BP (4445-4255 cal BC). Its pollen diagram (Fig. 3) shows a very high concentration of microcarbons starting from the second half of the 5th millennium cal BC, in a relatively open landscape of Holm oak and cork oak, where the anthropo-nitrophilous and anthropozoogenic elements (CichorioideaeLiguliflorae, Cirsium, Plantago, Rumex, etc.) especially predominate, indicating anthropization of the environment. The palaeoenvironmental record (Fig. 4) of Laguna de Medina (Reed et al., 2001), situated between the river Guadalete and the stream Salado in Cadiz, comes from the 10-m probe with a dating of 7860 ± 75 BP (7035-6530 cal BC). Over the 7th to the 4th millennia cal BC, the vegetation of the area would turn to well-preserved cork oak, rich in thermophilous taxa such as Olea, Phillyrea, and Pistacia, with a minor amount of pine and Holm oak woods. Throughout this period the main variations of this lagoon are the changes in depth and salinity of the water, measured by the climatic variability of the Holocene, without any clear indices of anthropization. In El Retamar (Puerto Real, province of Cadiz), the site of hunters-gatherers, situated on Cadiz Bay, a preliminary pollen study was made, but unfortunately all the samples studied proved sterile. On the other hand, the charcoal analysis revealed remains from deciduous and

evergreen Quercus together with Phillyrea, Pistacia lentiscus, and Olea– that is, the typical thermomediterranean thermophilous group. Meanwhile, the carpological study failed to document any index of agriculture (Uzquiano Ollero and Arnanz, 2002; Ramos Muñoz and Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Ramos Muñoz, 2006, 2008). In Algeciras Bay (Cadiz province), a palynological study was made at the site Embarcadero del Río Palmones, a settlement of a hunter-gatherer community (Ruiz Zapata et al., 2005; Ramos Muñoz, 2006; Ruiz Zapata and Gil García, 2008). This reflects an open landscape of pine and Holm oak, with thermophilous elements such as wild olive and others typical of these marshland environments, but no trace of cereal pollen was found. The particular conditions of conservation of the deposit and a pollen richness below the statistical limits that assured its validity (López Sáez et al., 2003) indicate that this study should be taken with caution. The charcoal study of this site (Rodríguez-Ariza, 2005) confirms the pollen data, with pines (Pinus halepensis/pinea) and evergreen oaks (Quercus ilex-coccifera) as the dominant elements, together with thermophilous flora Olea europaea, Phillyrea sp. and Pistacia lentiscus. In the settlement of the Late Neolithic of Esparragosa (Chiclana de la Frontera, Cadiz province), the pollen study (Ruiz Zapata and Gil García, 2008; Ramos Muñoz et al., 2008) offers a panorama of a severely deforested and highly anthropized landscape with a predominance of nitrophilous elements (Asteraceae) and halophytes (Chenopodiaceae). The tree cover (Holm oaks and pines) was very thin, as was the riparian forest (alders and elms). Some palynomorphs (Plantago, Rumex, Urtica) appear to be indicative of anthropozoogenic grassland (grazing land) and therefore of livestock pressure. In any case, it should be mentioned that the pollen samples corresponding to this site come from unreliable contexts for this type of study, i.e. two silos or burials analysed, since taphonomical control of these structures did not provide assurance concerning the chronology of the sediments studied or of the pollen spectra found (López Sáez et al., 2006).

DISCUSSION AND CONCLUSIONS Despite the palaeoenvironmental synthesis made for western Andalusia, covering a substantial part of the Middle Holocene, an empirical base is still

lacking to detail the origin of the production economy in these areas of the south-western Iberian Peninsula and even to discern the models and pace of the Neolithization process and of the related anthropic dynamics. In particular, it should be underlined that none of the palynological or archaeobotanical records cited offer evidence for the origin of agriculture in these territories from the diachronic and spatial standpoint, above all because no archaeobotanical data are available in this regard. Sites such as El Retamar, of unquestionable archaeobotanical interest, has the limitation that its pollen analysis gave negative results (sterile samples), while the carpological study offered no evidence of any agricultural practices. Nor is there any proof of such activity in the pollen record from the Embarcadero del Río Palmones. Hence, the interpretation given for these communities of huntinggathering-fishing of the 6th millennium cal BC, in the sense that they adopted animal domestication but not agriculture (Ramos Muñoz and Lazarich González, 2002; Cáceres Sánchez, 2003; Ramos Muñoz and Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Arteaga Matute, 2004; Ramos Muñoz, 2004, 2006; Ramos Muñoz et al., 2005), appears plausible, although the spareness and spottiness of the data available should be stressed. From the second half of the 5th millennium and during the first half of the 4th millennium cal BC, a proliferation of settlements is confirmed in the Cadiz Bay, intensifying the process of sedentism of the local tribal societies until the appearance of fully settled villages (Ramos Muñoz and Pérez Rodríguez, 2003, 2008). The Late Neolithic, on the other hand, gives clear evidence of potential agricultural activity in La Esparragosa in Cadiz during the 4th millennium cal BC, in a zone having strong agricultural potential in an openfield environment. The presence of numerous silos, fragments of mills and millstones, and use-wear analyses reveal agricultural practices linked to cereal cultivation, which was also found at other sites, such as Cantarranas and Las Viñas (Ramos Muñoz and Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Pérez Rodríguez, 2005). Nevertheless, the theory of legume cultivation, based on the fact that some species appear in the pollen spectra of La Esparragosa (Ramos Muñoz et al., 2008: 388), has little justification, and less still given that its percentage is minimal (<5%) and that those that are cultivated can be differentiated at the species level. In short, the pollen analysis of this site did

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not demonstrate agricultural activity, although, taking into account the particular dispersion and production properties of pollen from the site, the possibility should not be ruled out (López Sáez and López Merino, 2005). Evidence of cereal cultivation and of anthropization was confirmed palynologically in Huelva, in a similar chronological framework during the 4th millennium cal BC. All together, the 5 natural records from Doñana (Laguna de las Madres, El Acebrón, El Asperillo, Mari López, and Marismillas) must have been formed as a consequence of the first coastal-progradation phase, after the maximum Flandrian transgressive phase (c. 6500 BP), which occurred towards 4500 BP (Rodríguez Ramírez et al., 1997; Borja Barrera et al., 1999; Zazo Cardeña et al., 1999). Comparisons between them date the first possible anthropic impact in this zone to the end of the 5th millennium cal BC and with all probability to the 4th millennium cal BC. These dates encompass a large number of sites in this area, chronoculturally towards the Late Neolithic and the Copper Age (Martín de la Cruz, 1994; Chapman, 2008), which in these littoral areas would concentrate a large amount of silt and sand protected by coastal dunes and sand bars (Piñón Varela and Bueno Ramírez, 1988). Borja Barrera et al. (1999) assign one of its Aeolian phases of coastal-dune formation in Huelva to the 4th millennium cal BC, coinciding with the occupational horizons of the Late Neolithic and the beginning of the Copper Age (3840-3130 cal BC), as at Valdelagrana and Cantarranas. This first anthropization would lead to the genesis of a meadow-type landscape (Stevenson and Harrison, 1992). In these coastal environments, it sometimes proves difficult to determine from the pollen spectra the results of climatic variability and those of anthropization, since taxa that in other contexts are considered nitrophilous may here by halophilous. Zazo Cardeña et al. (2005), in a sedimentary study of the area of El Abalario (Gulf of Cadiz), near the cliff of El Asperillo, confirmed the existence of a moist, temperate climate during the Optimum Maximum Holocene (7050-4550 cal BC), while a growing trend towards more arid conditions dominated in the area c. 3100 cal BC, i.e. at the same time as the majority of the peat bogs of Doñana formed. In the Sierra Norte de Sevilla, the palaeoenvironmental data of the cave of Los Covachos appear to confirm a maximum period of occupation of around

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the middle or end of the 3rd millennium cal BC, in an advanced phase of the Copper Age, a period in which the anthropization of the surroundings becomes evident and cereal is cultivated locally. In any case, some archaeological items indicate a certain Neolithic tradition and even the possibility of the existence of lower levels that provide elements clearly attributable to the Neolithic (Álvarez García et al., 2004: 29), without the possibility of palynological documentation. The pollen record from Laguna Zarracatín appears to confirm these findings at the end of the 5th millennium cal BC, in direct correspondence with observations in the setting of Doñana. In short, not until the 4th millennium cal BC do agricultural practices become well established, though doubts persist, due to the absence of empirical evidence, that such practices were developed two millennia earlier. Hunting, fishing, and shellfish gathering were not abandoned, the latter two practices being closely linked to the coastal and marshland setting of the south-western Iberian Peninsula, while agriculture and livestock raising took on a fundamental role. The pollen record of Doñana, and even the interior of the province of Seville, demonstrate that during this millennium the transformation of the landscape became more evident as a consequence of the aforementioned anthropic practices, with the accumulation of surpluses in the form of silos at sites such as La Esparragosa or Cantarranas (Ramos Muñoz and Pérez Rodríguez, 2003). In summary, the archaeobotanical and palaeoenvironmental record of western Andalusia currently provide the first clear evidence of landscape anthropization to be dated to the end of the 5th millennium and with all certainty during the 4th millennium cal BC. For this latter dating, cereal cultivation has been documented in the littoral areas of Cadiz and Huelva provinces. For the moment, the empirical archaeobotanical evidence does not permit the origin or spread of agriculture to be contextualized in the south-western Iberian Peninsula, either from the chronological standpoint or from a geographical one. These limitations prove significant despite that there is more than sufficient evidence in this regard in the neighbouring territories. In eastern Andalusia, the first signs of anthropization, in the form of deforestation by fire, appear in the second half of the 5th millennium cal BC (c. 55005000 cal BC), in the same time frame as agricultural activities are documented in

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the archaeobotanical record of such sites as Nerja, Cueva del Toro, Cueva de Los Murciélagos, Carihuela, Los Castillejos, and Los Mármoles. All this evidence remains strong, with even heavier human impact during the two following millennia (López Sáez et al., 2011). In southern Portugal, the first indications of anthropization in the Alentejo are found c. 5700-5300 cal BC, when cereal growing also began (López Sáez and Cruz, 2006; López Sáez et al., 2007). Also, in Morocco, on the Tingitana Peninsula, the convergence of the palynological and carpological data of Kaf Taht El-Ghar constituted the oldest testimony of agriculture in the Maghreb, which is attributed to the cardial Late Neolithic, dated on a short-lived item to 5479-5075 cal BC (López Sáez and López Merino, 2008). In western Andalusia, therefore, it is enormously difficult to construct interpretive models on the emergence of the Neolithic, in large part for the lack of clear data. It is probable that the pace and the modalities of assimilation of the Neolithic innovations, by the Mesolithic communities defined here, would have been linked to situations of demographic imbalance or break-up and/or ecological disruption, in the same way as described for Portugal (Tavares da Silva and Soares, 1998: 1000). Nevertheless, we do not yet have palaeoenvironmental evidence to disentangle whether this was so. The possibility again exists of a situation similar to that of Portugal (Tavares da Silva and Soares, 1998: 999), in which the arrival of Neolithic to the south-western Iberian Peninsula did not involve any sort of disruption with the Mesolithic communities residing there, but rather prolonged the same technological principles of settlement pattern and subsistence practices. It is still early to discuss how the Neolithization process took place in western Andalusia, whether it was brought by exogenous populations (pioneering colonization model), implying important demographic movements and the settling of populations arriving with the so-called Neolithic package in uninhabited areas (Zilhão, 2003), or by the adaptation of a cultural framework of those that already existed, thereby constituting a kind of cultural continuity (Tavares da Silva and Soares, 1981). A recent work on this question in the Algarve (Carvalho, 2010), where there is a notable settlement of the Mesolithic and of the old Neolithic, holds that the simultaneous appearance c. 5500 cal BC –in the same contexts as those of the hunter-collector communities– of the aforementioned Neolithic package


(pottery, polished stone, domesticated animals) is quite evident and that the absence in this chronology of direct indicators of agriculture and of clearly sedentary settlements may be a characteristic of the cardial Neolithic of the Algarve, without ruling out taphonomic functional, or even preliminary research questions. In eastern Andalusia, something similar could have occurred. Nevertheless, it bears pointing out, concerning palynology, that the first manifestations of agricultural activities (4th millennium cal BC) are documented in areas that had a large Mesolithic population, generally around quite rich natural resources. It could even be accepted that there was an early and unselective adoption of the elements generally associated with the Neolithic, possibly by these communities at the end of the Mesolithic (Zilhão, 1997), although, in terms of agriculture, evidence is lacking. In the case of the Algarve and the model of cultural continuity indicated above, the contention that there would have been a progressive acquisition of the Neolithic techniques by the Mesolithic communities in the second half of the 6th millennium cal BC, which would have developed from the ecological and demographic imbalances arising in more or less restricted territories (Soares and Silva, 2004), is not founded on sufficient evidence, given the marked differences in the respective types of stone production (Carvalho, 2010: 165167). On the other hand, the hypothesis in favour of a Neolithic enclave in the western part of the Algarve, as a result of the arrival of outside populations (cardial Mediterranean groups) to a marginal Mesolithic territory (Zilhão, 2000, 2003), is more convincing (Carvalho, 2010). The Late Mesolithic of Andalusia is still poorly known. Even so, sites such as the Embarcadero del Río Palmones have clear interest for its affiliations with the last Iberian hunter-gatherers. Despite the absence of 14C dating at this site (those performed by TL cast light on this problem) a dating to the first half of the 6th millennium cal BC has been proposed (Ramos Muñoz and Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Ramos Muñoz, 2006), i.e. earlier than at El Retamar. This latter site, dated basically to the second half of the same millennium, has been considered both as Mesolithic and Neolithic (Ramos Muñoz and Lazarich González, 2002; Ramos Muñoz et al., 1998, 2001, 2005; Ramos Muñoz and Pérez Rodríguez, 2003, 2008; Ramos Muñoz, 2006), provoking even more confusion.

With regard to El Retamar, Carvalho (2010: 169) suggested the possibility of its being a Meso-Neolithic palimpsest, focusing on the evident asynchrony between the two radiocarbon dates using the same structure (hearth 18, mentioned above): 5025 cal BC and 5717 cal BC. This demonstrates the existence of at least two occupational phases and major postdepositional processes. All this would suggest, according to Carvalho (2010: 170), the presence of a Mesolithic component in El Retamar, as assumed previously by Marchand (2005: 544). Incomprehensibly, the 14C datings of El Retamar collected by Carvalho (2010: 171, Table 5) do not coincide with those published on this site (Ramos Muñoz et al., 2001; Ramos Muñoz and Pérez Rodríguez, 2003, 2008), and the uncertainty remains regarding how they were calibrated and whether the marinereservoir effect of the shells dated was taken into account. Endnotes 1 The radiocarbon dating referred to in this work

has been calibrated from the standard BP dating and its respective standard deviation, using the program OxCal v. 3.5 (Bronk Ramsey, 2000). All the dates calibrated in year cal BC refer to a 2-sigma statistical probability.

ACKNOWLEDGEMENTS This work has been performed within the Programa Consolider de Investigación en Tecnologías para la valoración y conservación del Patrimonio Cultural TCP-CSD2007-00058, and was financed also by the research projects HAR200806477-C03-03/HIST y HAR200809120/HIST (Plan Nacional de I+D+i), and ERC-230561 (European Commission).

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AGRICULTURE OF THE 3RD AND 2ND MILLENNIA BC IN THE DISTRICT OF LOMA (JAÉN): DATA FOR PLANT REMAINS OF THE ERAS DEL ALCÁZAR (ÚBEDA) AND CERRO DEL ALCÁZAR (BAEZA) Eva Mª Montes Moya1

Abstract In this work, the results are presented for the analyses of plant remains corresponding to two archaeological settlements located in the district of La Loma, Jaén (Spain): Las Eras del Alcázar (Úbeda) and Cerro del Alcázar (Baeza). Both sites present a broad stratigraphic sequence of radiocarbon datings that indicate the agricultural practices during the 3rd and 2nd millennium cal BC. These practices show cereal cultivation, especially naked barley and free-threshing wheat as well as certain legumes such as broad bean. Since the Bronze Age, hulled barely also began to form part of the documented group of cereals while other cultivated plants such as flax appear in the record. The rest of the species include gathered wild fruits, such as wild olive, acorn, and grapes, as well as some weed species. Keywords: Carpology, Agriculture, Cereals, Legumes, Guadalquivir Valley, Copper Age, Bronze Age.

INTRODUCTION The systematic application of archaeobotanical disciplines in Andalusia (Spain) is a rather recent development compared with other areas of the Iberian Peninsula, such as northeastern or central-eastern Spain. Since the 1990s, systematic archaeobotanical studies have begun to expand knowledge of plants that cohabitated with humans in the southern part of the peninsula. Archaeobotanical studies conducted up to now for the Copper and Bronze Ages in Andalusia pertain to two well-differentiated areas: on the one hand, the mouth of the Andarax river and the Vera Depression (Buxó i Capdevilla, 1999; Rovira i Buendía, 2000, 2007); on the other the altiplanos of the interior of the area of Granada (Buxó i Capdevilla, 1993, 1997; Rovira i Buendía, 2007). The present work on the agriculture of the 3rd and 2nd millennia cal BC in the district of La Loma (province of Jaén) seeks to overcome this lack of data on plant remains in other areas of Andalusia, as for example the Upper Guadalquivir, which has been studied only at the Copper Age village of Marroquíes Bajos1 and the Bronze Age village of Peñalosa (Peña-Chocarro, 2000).

THE SITES STUDIED The district of La Loma in the province of Jaén, with somewhat high relief over the Guadalquivir valley, is situated equidistant from the mountain systems of the Sierra Morena to the north, Sierra Mágina to the south, and Sierras de Cazorla and Segura to the east, while the west lies open to oceanic influence. This elevation is bordered in turn by the Guadalimar river to the north and the Guadalquivir to the south. The landscape is an undulating succession of low hills worked in Tertiary sediments (Fig. 1).

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The surroundings of the cities of Úbeda and Baeza belong to the lower mesomediterranean bioclimatic belt with a Ti (thermicity index) of 333 and a dry ombroclimate (P 350-600 [P=precipitations]; Rivas Martínez, 1988). The dominant vegetation series is the Holm Oak (Quercus rotundifolia): Paeonio coriaceae-Querceto rotundifoliae S., in its thermophilous faciation with Pistacia lentiscus (Rivas Martínez, 1988; Valle Tendero, 2004). The archaeological site of Las Eras del Alcázar is located in the southern part of the city centre of Úbeda, on a spur surrounded by rocky outcrops, slopes and fortified structures that, since prehistoric times, have made it a suitable defensive zone. The extent of the settlement is difficult to pinpoint due to the scant excavations made in the area. However, evidence of prehistoric levels from the 2nd millennium cal BC found in urgent archaeological work in other zones of the city centre of Úbeda suggest a surface area of more than 6 Ha (Hornos Mata et al., 1985). With the aim of situating the Las Eras del Alcázar chronologically, 34 14 C datings were made. The results indicated an uninterrupted sequence from the second quarter of the 4th millennium cal BC to the first quarter of the second millennium BC (Lizcano Prestel et al., 2009). The levels of fire have preserved legume species and other plant remains such as bulbs, which are not usually found because their consumption is normally not associated with activities that require the presence of fire. At only 11 km lies Cerro del Alcázar, situated within the city centre of Baeza. This forms a spur on the southern end of the city, surrounded by steep natural slopes that make the site a strategic enclave for the control of the Guadalquivir valley. The radiocarbon datations at this site correspond to 8 organic samples, 5 by conventional 14C and three by AMS. The results reveal occupation from the middle of the 3rd

Centro Andaluz de Arqueología Ibérica. Universidad de Jaén. [ emontes@ujaen.es ]

Received: 30/05/2011; Accepted: 05/07/2011

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millennium BC until the present, although there are levels of abandonment that mark a hiatus corresponding to the 1st millennium BC. Thus, these data together with those gathered by excavation have enabled the determination of 4 broad phases of occupation, which span from 2000-1500 cal BC, established according to the construction patterns of the dwellings2. Hus, by pooling the data from the two settlements, and taking into account the scheme of period divisions proposed by the heads of both archaeological studies, we can define three periods: the first, corresponding to the Late Neolithic to the Early/Middle Copper Age ( c. 3500-2500 cal BC); the second, situated in the Recent-Beaker Copper Age (c. 2200-2000 cal BC), both documented in Las Eras del Alcázar (Úbeda); and the third belonging to the Bronze Age (c. 2000-1500 cal BC), when the settlements were contemporary (Lizcano Prestel et al, 2009).

METHODOLOGY Plant samples for the bio-archaeological analysis in Andalusia were collected late, so that some of the archaeological sampling was undertaken only at certain points or did not take into account the entire volume of sediment processed. This occurred at Las Eras del Alcázar, where samples were collected only at certain points. Although the absence of systematic sampling did not enable conclusions concerning the presence of remains for every 10 litres, as is usual in these types of studies, it was possible to analyse the data according to the presence/absence of taxa in the samples. Therefore, although we considered the number of specimens documented, the main results were found through the frequency of appearance of each of the species in the samples studied, which totalled 52. Frequency was determined using the presence or absence variables in such a way as to calculate the times that a taxon was found at the site. This is a good system of quantifying and interpreting the data, so long as the sample is taken as a basic unit of analysis, offering the advantage of enabling us to analyse the importance of each taxon separately (Popper, 1988). At Cerro del Alcázar, the sampling was systematic, taking a constant volume of sediment (3-5 litres), which was increased where needed. Thus, a total of 309 litres were floated, these being divided into 58 samples, of which 273 litres proved

positive for plant remains, the concentration being high. In this work, the graphs made for each group of plants (cereals, legumes, fruits, etc.) express the frequencies of each taxon in percentages, together with the general percentages within each group of samples.

DATA ON PLANT REMAINS FROM THE LATE NEOLITHIC TO THE EARLY-MIDDLE COPPER AGE (C. 3500-2500 CAL BC) The structures studied at Las Eras del Alcázar from this period reveal a spatial organization of rooms excavated in the rock, reinforced by stone plinths overlaid by vegetal structures faced in yellow-clay mortar. These have been identified through traces of reeds and fallen branches over burnt layers arrayed over the occupied layers (Lizcano Prestel et al., 2009). These levels of fire are formed practically by plant remains, fundamentally cereals and legumes, which suggest that they comprised part of high storage structures destroyed by fire, falling directly over the floors of the huts. In addition, we found other storage systems in whitewashed pits of different sizes and in ceramic vessels. For this period, a total of 6,624 remains have been documented corresponding to different contexts, such as erosive levels, bases of structures, occupational levels, pottery, etc. (Tab. 1). The immense majority come from cultivated plants, of which 94.3% were cereals and 5.6% were legumes (Fig. 2a). A breakdown of these groups of cultivated plants (Fig. 2b) indicates that among the cereals, naked barley (Hordeum vulgare nudum) was the most important species, representing roughly half of the cultivated-plant remains for this period (46.5%). The next taxon in importance was free-threshing wheat (Triticum aestivum/durum), with a similar value (40.8%). Under the name of Triticum aestivum/durum of the compactum type, we grouped individuals of Triticum aestivum/durum, which show a short, wide grain with rounded shapes (Jacomet, 2006). This represented 5.7% of the cultivated plants. Also, a species of hulled wheat was documented, emmer wheat (Triticum dicoccum), which constituted 0.4% of the samples. Researchers have long sought to establish certain criteria to differentiate Triticum aestivum/durum from Triticum aestivum/durum compactum, considering

them to belong to different species (Rothmaler, 1955; Van Zeis, 1968). However, this approach has become outdated, as currently the reasoning is that different forms of grain may be related to the conditions under which they burned and the ecological parameters under which they had been cultivated (Hillman et al., 1996), and different varieties within the same species may be present. On the other hand, there is considerable variation in the size and shape of free-threshing wheat grains, depending on the number of grains per spike and the position of the grains on the spike (Maier, 1996). According to the latter taxonomical conventions, the individuals of free-threshing wheat that have short, rounded shapes are Triticum aestivum L./durum Desf. compactum Host. type (Buxó i Capdevilla, 1997; Jacomet, 2006). In relation to legumes, three taxa were documented for this phase: the broad bean (Vicia faba L.), representing 6.4% of the cultivated plants and bitter vetch (Vicia ervilia) and pea (Pisum sativum), together constituting 0.1%. In terms of the frequency of appearance of these cultivated species, in the 23 samples studied for this period, four species recurred in almost all the samples (Fig. 2b): free-threshing wheats (Triticum aestivum-durum) was documented in 73.9% of the samples, naked barley (Hordeum vulgare var. nudum) in 69.9%, and compact wheat (Triticum aestivum/durum compactum type) in 43.4%, and broad bean (Vicia faba) in 47.8%. This high frequency of broad bean in the samples is somewhat unusual as legumes are usually preserved in lower numbers due to their consumption on many occasions far from the fire. In this case, different levels of fire were documented during the occupation of the settlement, these being the main reasons for so many broad beans being found. Finally, a fragment of a bulb of 2.5 cm in diameter was identified. These types of remains are not usually preserved because soft parts are normally completely destroyed by the burning. The identification was possible by SEM (scanning electron microscope) examination, which revealed vesicular cavities that form from the expansion of water vapour during the carbonization process and that separate the parenchymal tissue into bands, suggesting that the object was a bulb (Plate 1). The structure was similar to that of burnt garlic, onion, or leek and thus was identified cf. Allium3.

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The contexts where the remains were found revealed three well-differentiated types (Tab. 1). First, the erosive levels over the occupied levels concentrated most of the remains, especially cereals and legumes. Second, pits and other structures provided samples of cereals and rarely legumes. Third, two pottery vessels were found to contain samples that included the fragment of the bulb and a number of cereals. This distribution of remains indicates the presence of different forms of storage, such as high structures, manufactured with perishable materials such as branches, reeds, containers, and structures that would be found throughout the dwelling.

AGRARIAN SOCIETIES: RECENTBEAKER COPPER AGE (C. 22002000 CAL BC) The second period, documented in Las Eras de Alcรกzar, shows a change in the distribution of the living areas, which, though conserving the circular plan, now appear free-standing, with plinths of stone and walls of rammed earth and adobe. The size of the dwellings increased and began to give rise to divided spaces, generating storage areas, work zones, etc. (Lizcano Prestel et al., 2009). The 18 samples studied for this phase correspond to the occupied floors, collapsed and eroded levels, a hearth, and a type of fosse or basin faced in clay (Tab. 2). Belonging to this period, a total of 12,058 remains were found, including cereals, legumes, and wild and gathered plants (Fig. 3a). The general breakdown for cultivated plants indicated some variation with respect to the foregoing period (Fig. 3b). Within the group of cereals, free-threshing types predominated over hulled: freethreshing wheat was the most numerous species, representing 44.4% of cultivated species. This was followed by naked barley, accounting for 33.3% of the total. Notably, Triticum aestivum/durum of the compactum type was found, representing 4.5% of the samples. On the other hand, the number of hulled wheat such as emmer (Triticum dicoccum) appeared together with other new species, such as einkorn wheat (Triticum monococcum), of which two groups were identified in association with containers and occupied floors. Among the legumes, broad beans were found as well as pea (Pisum sativum) and grass pea (Lathyrus cicera). The number of broad beans augmented considerably

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with respect to the previous period, being the third most cultivated species (12.3%). The pea represented 1% of the cultivated plants and although it did not prove as abundant as the broad bean, its presence was significant. Finally, one Lathyrus specimen not definitively identified was grouped under Lathyrus sativus. Regarding the appearance frequency of the species in 18 samples (Fig. 3b), there were 4 taxa that were consistently repeated, as occurred in the preceding phase. On the one hand, there was naked barley and free-threshing wheat, which appeared in 94.4% of the samples studied. This was followed in importance by the broad bean, with a frequency of 88.8%. Finally, there was a notable presence of possible compact forms of wheat in 72.2% of the samples. Also, in this phase appeared a fragment of cf. Allium, which had been gathered. The presence of wild plants for this period continued to be very scarce (0.04%). Only one individual of malva (Malva sp.) was found, this species usually being found in areas affected by anthropic action, and different examples of weeds that accompany cereal crops appeared, such as birdseed (Phalaris sp.) and ryegrass (Lolium sp.). These species could have been stored with the grain after harvest, since winnowing and sifting does not always manage to separate them. The special circumstances underlying the collection of samples did not enable us to determine whether weeds were absent because of the cleaning of the grain before storage or because of the sampling method.

AGRICULTURAL INTENSIFICATION: BRONZE AGE (C. 2000-1500 CAL BC) Corresponding to this period in Las Eras del Alcรกzar, a total of 4,656 remains were documented (Tab. 3), of which more than 99% corresponded to cultivated plants (Fig. 4a). Cereals represented almost 70% and legumes 30% of the samples. Among cultivated plants, it bears highlighting the greater diversity of species than in previous periods (Fig. 4b). In the case of cereals, free-threshing wheat represented 49% of the cultivated plants, with a frequency of appearance of 100%. Naked barley in this case registered a lower number of specimens (9.2%) than in earlier periods, although it was present in more than half of the samples studied (frequency 54%). In some of these specimens the germ had begun to develop

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(Plate 1). The different lengths of the germ in the grains studied indicate that they were still in the process of germination, probably due to the bad storage conditions, i.e. excess moisture (Montes Moya, 2010). The decline in the presence of naked barley was due in part to the appearance of hulled barley (9.2% of the individuals; 27.2% frequency). As in the preceding periods, the presence of compact forms of wheat was important (4.5% of the individuals; 36.3% frequency). The group of cereals is completed by hulled wheat, emmer (Triticum dicoccum) and einkorn wheat (T. monococcum). Emmer registered relatively low values of individuals (3.7%) but with notable frequency (45%), being comparable to that of naked barley. Einkorn registered low values (0.2% of the individuals; 18% frequency), with only some single grains appearing, in contrast with the preceding period, where some groups of seeds were found. The presence of legumes (Fig. 4a) was also considerable. The broad bean was the legume that most appeared (28.8% individuals; 81.8% frequency), followed by pea (2.7% of the individuals; 36.3% frequency). These two taxa again proved to be the most representative legumes. Specimens of grass pea were also recorded (0.1% of the individuals; 36.3% frequency) as were Lathyrus sativus/cicera, (0.15% of the individuals; 9.1% frequency). The high frequency of broad bean also deserves special attention, this being the second most important cultivated species, even surpassing hulled and naked barley (Fig. 4b). For the first time at this site, among the cultivated plants appeared 3 specimens of flax (Linum usitatissimum L.) in contexts of erosive deposits over the occupied floors. In this phase, the genus cf. Allium was also identified through three fragments and a complete bulb documented in erosive contexts. The wild plants included rare individuals of Lolium, Phalaris, Medicago, and Malva, which were found with crop weeds and ruderal plants. At Cerro del Alcรกzar, four phases were defined from the Bronze Age, from c. 2000 to 1500 cal BC. Phase I: this corresponds to the early period of prehistoric occupation, characterized by habitational structures with a stone plinth floor and walls of rammed earth faced in mud. The floors were formed by different layers of compacted yellow clay. The scant remains


of pottery and fauna indicate periodic cleaning of the living floors, human occupation being clearly reflected in the rare presence of plant remains (Tab. 4). Only two individuals of Triticum aestivum/durum were documented, and 6 individuals identified as Medicago sp., which probably correspond to wild species typical of grazing areas. Phase II: this phase witnesses an intense spatial reorganization, with a solid construction of outer walls of rubble built transversal to the natural slopes to establish new living areas, arranging dwellings on a stepped pattern on artificial terraces, with the existence of areas of differentiated activities. The time of abandonment of this phase shows a level of collapse and a level of ash and cereal, deposited over the rubble itself, which may indicate a high storage place over the excavated area, or a processing phase of the cereals, which could have been drying on the roof itself. A total of 3,298 remains were recorded (Tab. 4). The data compiled from the 6 samples studied for this phase indicated that 99% of the plants were cultivated as opposed to 1% weeds and wild plants (Fig. 5). The group of cultivated plants was composed exclusively of cereals (Fig. 5), with only one broad bean fragment identified. Some 87% of the remains of cultivated plants were free-threshing wheat, which furthermore was present in 100% of the samples studied. The rest of the cereals were represented to a lesser degree: naked barley appeared at a lower proportion (9% of the individuals; frequency 66%), followed by hulled barley (2% of the individuals; 83% frequency). Some species of hulled wheat were documented, such as emmer (0.4% of the individuals; 66% frequency) and einkorn wheat (0.4% of the individuals; 33% frequency). We also found specimens of compact wheat that represented only 1% of the cultivated plants. Of the wild plants, 1% was represented by gathered fruit, such as wild olive (Olea europaea var. sylvestris), of which 2 fragments of the olive stone were identified. Furthermore, some isolated examples of weeds and plants that accompany crops appeared, such as Phalaris sp. and Lolium sp. Phase III After the abandonment of the structures described for Phase II, a new occupation occurred with a new transformation of the habitational structures. New stepped

platforms were constructed, where rectangular dwellings were located with differentiated functional areas, connected by pathways. Underneath the floors of the dwellings, different tombs were located. This phase underwent a sudden abandonment, in some cases due to fire, as demonstrated by the charred levels of some areas. This has enabled the preservation of numerous plant remains, such as legumes, which, as in the foregoing phases of this settlement, were quite rare. This phase coincides chronologically with Las Eras del Alcรกzar.

inside a pithos (T.26)4. Within cist T-36, 2 individuals of wild grape and 1 fragment of acorn were also found. Another individual grape was found on the occupational floor, while most of the acorns were documented in the rubble (5 fragments).

Belonging to this period, a total of 7,297 remains (Tab. 4) were recovered, 99% belonging to cultivated plants. The main concentration of remains, especially cereals, was found on the occupied floors and collapsed levels.

Phase IV

Of the cultivated plants, 7,240 individual specimens were found, cereals representing the most numerous group (Fig. 5). Some 49% of the cultivated plants were specimens of naked barley, which appeared in 76% of the samples. This was followed in importance by hulled barley, which although representing only 38% of the individuals, appeared in 92% of the samples, showing the same frequency as free-threshing wheat, although this latter constituted only 11% of the individuals. The hulled wheats, einkorn wheat, and emmer were meagrely represented (0.3% of the individuals; 53% frequency). Finally, compact wheat occupied only 0.1% of the cultivated plants. An analysis of the results for the legumes indicated that in general their presence was scant (Fig. 5). The most noteworthy species in all phases was the broad bean, representing only 1% of the cultivated plants and present in 23% of the samples. The pea had the same percentage of individuals, but with lower frequency (only 15%). The rest of the legumes consisted of Lathyrus cicera (0.1% of the individuals; 15% frequency) and Vicia ervilia (0.1% of the individuals; 7.6% frequency). It is important to highlight the presence of flax (Linum usitatissimum) in this phase, without its having been documented during any other at this site. Only 5 individuals were recovered in contexts of collapse (Tab. 4). Among wild plants, appear certain gathered fruits such as wild olive (Olea europaea var. sylvestris), grapes (Vitis vinifera var. sylvestris), and acorns (Quercus sp.). Of wild olive fruits, 15 fragments were recovered, most being found within one of the cists (T-37) and

The rest of the wild plants were represented by seeds from crop weeds, such as Lolium, Phalaris, and Lithospermum termiflorum. In this way, 15 individuals were identified inside one of the cists (T-29).

This is the last prehistoric occupation and the one most affected by Roman, medieval, and modern constructions. For these interferences, it was not possible to identify the function of some of the structures excavated, although a change in the habitational patterns can be discerned. Thus the dwellings with rectangular floor plans of Phase III were replaced by round huts sometimes connected with low exterior stone walls forming pathways5. Belonging to this phase, a single sample contained only 53 remains, most corresponding to cereal fragments and two legume fragments that could not be identified. Among the complete individuals documented, 14 specimens of Triticum aestivum/durum, 4 fragments of Hordeum vulgare, and one individual of Hordeum vulgare var. nudum were recorded (Tab. 4). The scarcity of samples for Phases I and IV, together with the meagre presence of complete specimens in these samples did not provide conclusive data for these phases. However, according to a joint analysis of Phases II and III of the site (Fig. 5), the most notable feature at El Cerro del Alcรกzar was the increase in hulled barley towards Phase II with respect to naked barley. Also, the frequency of free-threshing wheat increased, while that of compact wheat was somewhat sporadic. Hulled wheats were rare, individuals appearing alone in samples containing great quantities of cereal, so that their presence may be due to contamination and were regarded as weeds. Meanwhile, legumes were completely absent in the first two phases, being documented only from a broad bean fragment. After Phase III, legume species began to appear, the broad bean remaining the most important, followed by the pea, and bitter vetch. Also, from this phase, most of the gathered fruits began to be found (Fig. 9).

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AGRICULTURE AND GATHERING IN THE DISTRICT OF LA LOMA The agriculture of the Copper Age in the district of La Loma shows rainfed cultivation in which naked barley and freethreshing wheat are the most important cereals from the Late Neolithic to the Early Copper Age. In addition to these, compact wheat takes on a significant presence, especially during the second half of the 3rd millennium. This wheat is cultivated, probably mixing it with freethreshing type, since it appears together in all the samples. The hulled wheats, emmer and einkorn, which in general did not have a high representation appear frequently in the cereal samples. This would doubtless be from contamination in the field, given that hulled and freethreshing cereals are processed differently and therefore it would not be beneficial to mix them. However, during the Recent-Beaker Copper Age, einkorn wheat appears to have been cultivated with a specific intention, since it was found in a mixture with legumes, mostly finely fragmented within a container. This suggests a mixture prepared for animal consumption, for example for goats and sheep, indicating a special provision of nutrients in addition to grazing at certain times in their life cycle, as during giving birth or nursing. Apart from the rainfed farming, there were irrigated areas for growing legumes. The broad bean was the most important legume during the Copper Age in the district of La Loma, reaching values as high as those of naked barley during the second half of the 3rd millennium. In these irrigated zones, other crops were also cultivated, such as pea, which increased its presence with respect to the Copper Age. On the contrary, bitter vetch and certain species of Lathyrus, appear at certain points, showing an enormous difference in terms of frequency and individuals compared with the broad bean and to a lesser extent with the pea. Perhaps this low frequency was due to its cultivation for livestock food, a use that would maintain such species away from the fire and therefore they would not be preserved. Although remains collected in the contexts studied show clear storage areas that had been burnt, these legumes would perhaps have been stored, since they would sometimes be used as green fertilizer, fixing the nitrogen in the soil at the same time as serving as pasture. The seeds could have arrived to the settlement from manure used as fuel. The spatial distribution of the remains and the high concentration of these in the

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collapsed erosive levels suggest the existence of wooden structures such as raised platforms and small elevated spaces in the interior where cereals and legumes would be stored. These structures would have been destroyed by the flames, falling directly onto the occupied floor. The grain and the legumes could also have been stored in containers or baskets hung from the ceiling. Together with cereal and legume cultivation, these communities would have used wild resources available such as fruits and tubers which would have been gathered in the environs of the settlement and which could have been stored, as demonstrated by the Allium bulb found within a container at Las Eras del Alcázar (Plate 1). The rest of the wild plants documented were not very abundant and appear mostly to be accidentally collected while cultivating cereal and pasture species. During the 3rd and 2nd millennia BC the environmental conditions notably changed, indicating the gradual disappearance of tree taxa and plant cover (Rodriguez-Ariza, 1992; 2000). These anthracological data indicate an opening of the forest from the Copper Age and a loss of floristic diversity, with an aridification trend during the Bronze Age. Thus, the forest represented basically by the Holm oak woodland, would recede as new fields were cleared, at the same time as the riverbank vegetation greatly reduced, possibly from the use of riverside cultivation, or for the diminished flow of the watercourse (Rodríguez-Ariza, 2011). This increasing aridity directly influenced the development of agriculture in this zone, especially regarding the species that depend more on water, such as legumes. During the Bronze Age, the broad bean continued to be the most important legume in the area. In the Las Eras del Alcázar, the values of broad bean noticeably declined from the Bronze Age on, although they continued to be high, almost 82% (Fig. 6). However, at El Cerro del Alcázar, legumes are not documented until Phase III and are substantially less represented, both qualitatively as well as quantitatively. This appears to have been the general trend at all Andalusian sites, where broad beans are almost absent, as at Peñalosa (Peña-Chocarro, 1999) and others where this legume has a certain degree of importance, particularly during the Copper Age, as at Las Pilas/Huerta and Los Castillejos (Rovira i Buendía, 2007). As no data are available for the Copper Age at El Cerro del Alcázar, it is not known whether intensive cultivation of the broad bean is a general phenomenon

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or is a sign of the heterogeneity of the zone, which could reflect the application of specific and local agricultural techniques such as irrigation. The strong presence of broad beans at Las Eras del Alcázar permits comparisons between the length-width index (L/W) of the different periods. The graphs (Figs. 7 and 8) show that during the Early-Middle Copper Age the indices are generally higher, indicating a greater size of the individuals of broad beans. Towards the second half of the 3rd millennium these indices fall, indicating the presence of smaller broad beans, which later increase in size from the Bronze Age on. The relative increase in these indices during the Bronze Age, in contrast to the more arid environmental conditions, suggest the use of irrigation, which would give rise to small irrigated plots situated near watercourses. Studies made with stable isotopes applied to cultivated cereal and legume species from Los Castillejos of Las Peñas de los Gitanos (Montefrío, province of Granada) from the period 4000-2500 cal BC (Early Neolithic-Late Copper Age) (Aguilera et al., 2008), together with others made previously at different sites of southeastern Spain for the Copper and Bronze Ages (Araus Ortega et al., 1997), support the possibility of legume irrigation –concretely broad beans– even when the cereals were rainfed. In addition, legumes, usually appearing in the archaeological record with lower frequency than the cereals, imply a smaller cultivated surface area, and therefore more irrigation would be more feasible. After the broad bean, the pea is the most important legume. Although its frequencies are not high, it noticeably rose during the Copper Age, reaching its maximum representation in the contexts of the Bronze Age of Las Eras del Alcázar, although this crop is hardly present during the same period at El Cerro del Alcázar. It is probable that together with broad beans, other crops were benefited in this process of developing irrigation, such as the pea (Fig. 9) or other types of crops, such as flax, which needs even higher amounts of water. One of the most significant trends that occurs in Bronze Age agriculture is the gradual replacement of naked barley for the hulled type. At Las Eras del Alcázar the frequency of naked barley declines at the same time as examples of hulled barley appear (Fig. 6). This pattern is even more significant at El Cerro del Alcázar, where hulled barley becomes steadily


more important, reaching values similar to those of free-threshing wheat (without ever exceeding them). At the same time, naked barley gradually diminishes. This preference for hulled barley is more than justified, as this type of grain adapts better to all types of soils and tolerates poor fertility and dryness. In addition, it would be better protected against pests and fungi and therefore its storage would be easier, both for human food and from livestock, as well as to save seed for planting the following season. In specific, it could be related to the food of horses, which begin to appear in greater numbers in this zone at the end of the Copper Age (Driesch, 1972; Riquelme Cantal, 2009). These data agree with the model proposed by Ramón Buxó (1997), which establishes a surge in hulled barley from the Bronze Age, gradually supplanting naked barley until the latter disappeared. Meanwhile, the presence of free-threshing wheat intensified, being the most important cereal during this period both at Las Eras del Alcázar as well as at El Cerro del Alcázar. Compact wheat, so common during the Copper Age, declined during the Bronze Age, becoming scarce at El Cerro del Alcázar. The climatic conditions could have influenced this trend, as the greater environmental moisture during the Copper Age could have caused the grain to swell in the field, giving rise to these compact forms that in a more arid setting, as during the Bronze Age, would tend to disappear. Flax was among the plants cultivated during the Bronze Age. Cultivation appears to have begun from 2500 cal BC (van Zeist, 1980; Alonso Martínez and Buxó i Capdevila, 1995). In the district of La Loma, flax appeared in the large Copper Age village of Marroquíes Bajos (Jaén)6. Also in the Bronze Age, cultivated flax is well documented in Andalusia at such sites as Peñalosa (Jaén) (PeñaChocarro, 2000) and Castellón Alto (Rovira i Buendía, 2007), and was used both for its fibres to make fabrics, as well as for the high content of oil in its seeds. Fundamental in the economy of these societies was the part played by wild fruits gathered. In this study, such fruits were identified only from the Bronze Age at El Cerro del Alcázar (Fig. 9). These include acorns, wild olives, wild grapes, most of the archaeological remains being recovered in funerary contexts. Although there are other parallels of fruits found in these contexts, as at Castellón Alto (Rodríguez-Ariza et al., 1996; Rovira i Buendía, 2007), Cuesta del Negro, and Purullena, in the province of Granada

(Buxó i Capdevilla, 1997:291), or La Traviesa and Almadén de la Plata, in the province of Seville (García Sanjuán, 1998:101-190), the disposition in this case of the tombs under the dwelling areas suggests the possibility of filtrations from the upper strata. What is beyond doubt is that, apart from their possible ritual function, these fruits complete the diet of cereals and legumes, providing sugars, fats, and carbohydrates. At the same time, in the case of grape, its presence at the site demonstrates the existence of wet zones despite the reduction of the riverbank vegetation caused by the abovementioned aridity. Among the wild plants collected, some fragments of an Allium bulb were documented. This genus, appearing in all the phases and being more important during the Bronze Age, offers an idea of how complete the diet was in these communities, as this genus (including garlic, onions, and leeks) has numerous nutritional and medicinal properties (Font Quer, 2009). The remains of Allium spp. were not frequent in the Iberian Peninsula, with only one specimen identified in Cabezo Redondo (province of Alicante) for the Bronze Age (Rivera Núñez et al., 1988). Wild plants in the two periods are in general scarce, the most notable being the examples belonging to the species Lolium and Phalaris. These types of plants usually accompany crops as weeds. This absence of weeds may be due to a clean storage of the grain, which could be possible in the case of El Cerro del Alcázar de Baeza, where the sampling was systematic. However, the scattered collection at Las Eras del Alcázar does not allow such an affirmation. On the other hand, certain species typical of pastures appeared, such as Medicago sp., in agreement with the pollen analysis (Fuentes Molina et al., 2007), indicating a certain deforestation and an expansion of the pasture zone. This implies greater importance of livestock, where sheep and goats, together with the pig and cow, were the most significant species7. The results of this study show that the agriculture of the 3rd and 2nd millennia in the district of La Loma had considerable diversity of species and variation among settlements, which in this case were only 11 km apart. The data compiled lead to the first conclusions concerning this zone. Nevertheless, from these, new questions arise, for example, as to whether there was specialization in cultivating certain species at given sites, such as einkorn wheat or compact wheat during the

Copper Age at Las Eras del Alcázar, or hulled barley, which was far more abundant during the Bronze Age at El Cerro del Alcázar than at Las Eras del Alcázar. Also, the question arises as to whether this possible specialization would involve the exchange of species between communities, and even whether there were some communities that controlled the water resources and irrigation techniques and others that did not, as suggested by the broad bean, which had markedly different abundance at the two sites. Only with the continuity of a systematic sampling in the archaeological investigations and the development of new studies can we answer these questions. Endnotes 1 MONTES MOYA, E. M.: Las prácticas agrícolas a través del estudio de semillas y frutos en la Parcela C del poblado calcolítico de Marroquíes Bajos (Jaén). Unpublished report. 2004

2 PÉREZ BAREAS, C. and LIZCANO PRESTEL, R. Intervención Arqueológica en el Cerro del Alcázar de Baeza (Jaén). Memoria 2003, Unpublished report.

3 Study by Dr. Lucy Kubiak-Martens. Biologische archeologie & Landschapsreconstructie. Al Zaandam, Holland. Unpublished report. 2011.

4 PÉREZ BAREAS, C. and LIZCANO PRESTEL, R. Intervención Arqueológica en el Cerro del Alcázar de Baeza (Jaén). Memoria 2003, Unpublished report.

5 PÉREZ BAREAS, C. and LIZCANO PRESTEL, R. Intervención Arqueológica en el Cerro del Alcázar de Baeza (Jaén). Memoria 2003, Unpublished report.

6 MONTES MOYA, E. M.: Las prácticas agrícolas a través del estudio de semillas y frutos en la Parcela C del poblado calcolítico de Marroquíes Bajos (Jaén), Informe inédito. 2004. 7 RIQUELME CANTAL, J. A. (2009): “Estudio de

los restos faunísticos del Cerro del Alcázar” en Pérez Bareas, C. and Lizcano Prestel, R. Intervención Arqueológica en el Cerro del Alcázar de Baeza (Jaén). Memoria 2003, Unpublished report.

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THE ORIGINS OF THE HUMAN OCCUPATION OF EUROPE: GUADIX-BAZA AND ORCE Robert Sala Ramos1, Isidro Toro Moyano3, Deborah Barsky1, Leticia Menédez Granda2, Alonso Morilla Meneses4, Ramón Torrente Casado4, Andreia Pinto Anacleto1, Gema Chacón Navarro2, Gala Gómez Merino2, Dominique Cauche5, Vincenzo Celiberti5, Sophie Grégoire6, Marie-Hélène Moncel7, Henry de Lumley8, Frédéric Lebègue6, Jordi Agustí Ballester9, Juan Manuel Jiménez Arenas4, Bienvenido Martínez Navarro9, Oriol Oms Llobet10 and Antonio Tarriño Vinagre11

Abstract The municipality of Orce, in the Guadix-Baza basin (Granada), contains the earliest record of human occupation in Europe, on the sites of Barranco León and Fuente Nueva 3. This paper presents the results obtained and future lines of work that the current research project has approached in the field of archaeology and human behaviour: adaptive technology, resource procuring systems, the acquisition of food resources, land zoning, and the routes and origins of the settlements established in Orce. Finally, the paper looks at the process of the evolution of human adaptation down to the introduction of Mode 2, or Acheulean about which there are also uncertainties to be solved, such as its chronology and its exogenous or endogenous nature in relation to Europe. The present article is an introduction and an approach for the future in all these lines of work. Keywords: Human Expansion, Orce, Lower Pleistocene, Technological Evolution, Adaptation, Human Palaeoecology, Barranco León, Fuente Nueva 3.

INTRODUCTION One of the main lines of research in human evolution is the process of the progressive expansion of the human habitat on the planet in two different aspects: geographical extension and the expansion of ecological niches. In both cases technology was crucial to the achievement. Research into the introduction of human settlements in Eurasia also forms a major part of the line of study for these two questions. Both Asia and Europe evidence adaptation to different and changing environments for the greater part, as some of them were much more stable, but always different from the ecology of the African region. Europe, just like North Africa, involves the adaptation of human behaviour to changing environments in space and over time. In summary, the implementation of human settlements in the circumMediterranean region, particularly in Europe, is a relevant part of research in human evolution. Since the 1990's this line of research has undergone major advances thanks to successive findings that have provided, a priori, new data on behaviour (Carbonell i Roura et al., 1995,

Lumley et al., 2005) and palaeoanthropology (Gabunia et al., 2002; Carbonell i Roura et al., 2008a). Above all it has resized the history of the evolution of our species from Europe, placed the continent in the debate on human expansion and found the basis for a new paradigm by which we can understand the whole process (Carbonell i Roura et al., 2008b, 2010). In this context, the Guadix-Baza basin provides us with sufficient sites and stratigraphic sequences to work on some of the issues highlighted for this research: When did the first groups of humans settle in Europe? What was their technological level and ecological behaviour at that time? How did these last two matters evolve? Does the technological change to Mode 2 involve the introduction of new populations or the in situ evolution of the former ones?

Àrea de Prehistòria, Universitat Rovira i Virgili. Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social [ robert.sala@urv.cat ]; [ dbarsky@iphes.cat] ; [ andreia.anacleto@gmail.com ] 2 Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social. [ letimg@prehistoria.urv.cat ]; [ gchacon@iphes.cat ]; [ ggomez@iphes.cat ] 3 Museo Arqueológico de Granada. [ isidro.toro@juntadeandalucia.es ] 4 Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada [ jeilons@hotmail.com ]; [ ramontorrente@gmail.com ]; [ jumajia@ugr.es ] 5 Laboratoire départemental de Préhistoire du Lazaret. [ dcauche@yahoo.fr ] 6 Centre Européen de Recherches Préhistoriques de Tautavel. [ vceliberti@hotmail.com ] ; [ sophie.gregoire@cerptpautavel.com ] ; [ flebegue@hotmail.com ] 7 Muséum National d'Histoire Naturelle. Département de Préhistoire. [ moncel@mnhn.fr ] 8 Institut de Paléontologie Humaine, Fondation Albert Ier Price de Monaco. [ iph@mnhn.fr ] 9 ICREA, Barcelona. Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social. Àrea de Prehistòria, Universitat Rovira i Virgili. [ jordi.agusti@icrea.es ]; [ bienvenido@icrea.es ] 10 Departament de Geologia. Universitat Autònoma de Barcelona. [ JosepOriol.Oms@uab.cat ] 11 CENIEH, Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana. [ antonio.tarrinno@cenieh.es ] 1

Received: 03/08/2001; Accepted: 13/08/2011

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Regarding the first question, two records in the basin provide us with possible answers: Venta Micena and Barranco León. If, on the one hand, on the former site, dating from about 1.5 million years ago, excavations could be taken up once again and the absence of anthropic action is confirmed, whereas at the latter site with a somewhat more recent date – 1.3 million years – there are already clear signs of human occupation, one might propose in the future the hypothesis that the chronological limit between the two may be the arrival of the human species. This would be suggested under the precaution that a lack of data should not be considered in itself a fact. As for the second question, projects carried out so far at Fuente Nueva 3 and Barranco León (Toro Moyano et al., 2009, 2010a, 2010b, 2011) have advanced in the demonstration that the technology of these first settlements corresponds to a primitive stage of Mode 1, similar to what could be described in Africa. Finally, the last two questions can be answered on other stratigraphic assemblages in the Guadix-Baza basin; in particular, the sites of Cúllar-Baza 1 and Huéscar 1, where there are levels with remains of anthropic occupation (Alberdi and Bonadonna, 1989; Alberdi et al., 2001; Torrente Casado, 2010a, 2010b) that have been dated to the beginning of the Middle Pleistocene, and Solana del Zamborino with an extensive archaeological record for human settlement under Mode 2 (Botella López et al., 1976; Martin Penela, 1988; Anacleto Pinto, 2010). The recent launching of a new project in the Guadix-Baza basin should be able to answer the questions raised through the development of ample field and laboratory work throughout the basin. This paper will, initially, summarise the main lines of the most relevant results of previous projects and then continue with a preliminary presentation of the results of the current project, both in the definition of levels with archaeological material at the two sites worked on and a preliminary evaluation of the material found. We shall finish off with the identification of lines for future work, for which the group of sites already identified in the basin is very important, including Huéscar I, Cúllar de Baza and Solana del Zamborino. All of this will be taken from an archaeological perspective that will focus on lithic technology and human behaviour. It should also turn out to be an updating of the role of the sites of Orce in the debate on the most primitive humanity of Eurasia.

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THE STONE INDUSTRIES OF BARRANCO LEÓN AND FUENTE NUEVA 3 The sites of Barranco León and Fuente Nueva 3 are two of the main European series that allow us to research human expansion across the continent, its age and its characteristics (Fig. 1). The two stone assemblages dating from the Lower Pleistocene (Martínez Navarro et al., 1997; Oms Llobet et al., 2000a, 2000b; Cauche, 2009; Toro Moyano et al., 2010a, 2010b; Barsky et al., 2010) have been recovered since the early 1990’s at both sites. The stone material is among the earliest evidence of human culture outside Africa, and as such, is a major contribution to our knowledge about the earliest inhabitants of Europe. These industries are attributed to the so-called Oldowan or Mode 1 complex, characterised by relatively simple but well organised knapping strategies, with a lack of large bifacial tools, large flakes and small standardised tools. Barranco León and Fuente Nueva 3 are among the first discoveries that have provided sound evidence of human presence in Europe over 1 million years ago. Other archaic type industries have been recovered from the Guadix-Baza basin, including Huéscar 1 (0.8 to 1 million years old) and Cúllar Baza (0.8 to 0.6 million years old) (Alberdi and Bonadonna, 1989; Alberdi et al., 2001; Torrente Casado, 2010a, 2010b). Just as in other Mode 1 assemblages (Peretto et al., 1998; Arzarello et al., 2006, 2009; Preysler Baena et al., 2010, Carbonell i Roura et al., 1995, Lumley et al., 2005; Mgeladze et al., 2010, 2011) the main components of Orce industries are small positive flint bases (about 2-3 cm long) with good cutting edges (Fig. 2). Unlike more recent industries (Mode 2 or Acheulean), positive bases use to be not configured by retouching, leading to different types of tools (such as scrapers and notches), but these knapping products with cutting edges were seemingly used with no modifications. Their use would probably be related to cutting animals up or other related tasks. A first microscopic approach to the use of such instruments led to the identification of some possible use-wear on the edges, such as irregular retouches or fractures (Toro Moyano et al., 2010a). Today a more systematic analysis is underway with a Scanning Electron Microscope, which should provide clearer results with a detailed description of polishing and striations. Moreover, limestone tools evidence percussion and extraction marks, mostly

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as a result of their use as active tools in either the fracturing of bones or from beating other stone objects. We should not forget the presence of positive limestone bases that could come both from such action or the voluntary knapping of cobbles and blocks of this raw material (Fig. 3).

RAW MATERIALS Most of the pieces from the two assemblages are made of flint. This kind of rock, particularly suitable for the production of positive bases, originates in the Jurassic marine limestone formations located to the south of the Guadix-Baza basin and in the secondary formations near the sites. Flint is available in abundance in the form of cubic blocks, nodules and cobbles. Local limestone or cobbles and blocks of silicified limestone were also exploited by hominids in Orce. Some positive bases made of quartzite and quartz from a previously unknown formation are also present at Fuente Nueva 3 and Barranco León. Limestone and flint have many petrographic differences and were worked in different ways by hominids in Orce. Quality rocks were selected according to the desired final product; limestone for larger and percussion instruments, and flint exclusively for the production of small stone flakes. It seems that silicified limestone could have occasionally been exploited to produce positive bases. In general, both the limestone and flint are well preserved for study.

KNAPPING PRODUCTS The stone industry from Barranco León and Fuente Nueva 3 can be divided into two main typological groups: on the one hand the small knapping products dominate, including small positive bases and angular fragments with a few first generation negative bases or knapped matrices coming from flint cubic blocks; and on the other hand, an assemblage of large instruments composed of cobbles unifacially configured by rare or scarce extractions, not particularly standardised, and/or knapped matrices from blocks or limestone cobbles. Both at Barranco León and Fuente Nueva 3, stone assemblages include numerous small and unmodified positive bases, the majority between 2 and 2.5 cm long, not exceeding 6 cm, and angular fragments (Fig. 4). Some of these angular fragments would have been produced during the


process of knapping the core due to the poor quality of some of the tabular flint nodules that evidence flat tectonic fracturing. The lack of retouching is significant, and the large limestone percussion instruments are poorly standardised. As noted, these tools would probably have been used as hammerstones or crushers and the visible extractions would be the result of their use. This possibility is enhanced by the presence of intentional fractures and percussion marks on many of the large herbivore bones. This type of limestone pieces includes complete and fractured cobbles with percussion marks and/or negatives of accidental stone flaking, attesting their use as hammers (Fig. 5). These traces can also be identified in configured cobbles and knapped matrices, suggesting that they may have been used as multifunctional elements. Evidence of the anthropic transformation of limestone objects is not easily recognisable during excavations, and so special attention is paid to these objects during laboratory work since their irregular morphology is not always easy to decipher. Numerous limestone cobbles generally have a single extraction. Others have active edges produced by just a few unifacial extractions. There are also some fractured objects with irregular retouching that suggest an opportunistic use of a possibly unintentional, active edge resulting from the very fracture. These large tools are a typical component of Mode 1 and comparative studies with other African and Eurasian sites are underway to determine the importance thereof.

PRODUCTION TECHNOLOGY The stone assemblages include only a few first generation negative bases (Plates 1 and 2). This leads us to think that the early stages of the knapping would have been carried out at another point, perhaps in the sourcing area. This hypothesis is supported by the relative scarcity of cortical positive bases. Larger positive bases, probably extracted in the sourcing areas, would have been transported to the sites to be then exploited until they were worn out. On the other hand, while knapped limestone matrices are relatively abundant, the corresponding positive bases are very scarce, indicating that the

appearance of the extractions is generally accidental, due to use. In contrast, the exploitation of flint shows that matrices are scarce in comparison with the greater number of positive bases made of this material. This relationship reinforces the model of the differential and even antagonistic use of these two raw materials. Because both assemblages are relatively complete, it is possible to accurately reconstruct the different technological strategies carried out by hominids at Orce. Two basic knapping methods have been described for the removal of stone flakes by the use of percussion with a hard hammer: 1) bipolar knapping on an anvil (peripheral with controlled removal from the matrix) and 2) direct percussion on the matrix. Sometimes both methods would be used alternately on the same matrix. Contrary to what could be expected from these more archaic industries, both methods would have been implemented with a relatively high knowledge of the angles of extraction of the stone flakes and planning of the knapping strategies. Knapping sequences were sometimes lengthy, especially when the raw material was of good quality. It has also been possible to notice that different knapping strategies would have been applied according to the type of raw material, morphology, quality and type of end product desired. It is possible to conclude that hominids at Orce mastered a variety of knapping methods that they consistently applied during the different stages of exploitation.

Bipolar knapping on an anvil Although it is difficult to decipher based only on the morphology of the positive bases, the use of this method is attested by the presence of cubic type matrices with opposing percussion marks and/or the existence of extraction negatives. Several experiments have shown that positive bases extracted under this method are often difficult to distinguish from those extracted by direct percussion (Vergès Bosch and Ollé Cañellas, 2011).

Direct percussion First generation negative bases were worked unifacially, bifacially and multifacially in an opportunistic way. By opportunistic we understand that no planned strategy was followed and maintained from the beginning to obtain a specific type or a product of defined

dimensions, but rather that the matrices were not worked according to a predetermined formula. This is in spite of what has been said about knowledge of the qualities of the material, an experience that does not automatically imply a systematic organisation. The extractions were made using either recurrent unidirectional or orthogonal strategies, in this case, using perpendicularly oriented surfaces. Orthogonal knapping was carried out by the rotation of the core for each extraction, constantly redefining the orientation and position of the new extraction. Hence each negative would serve as a percussion platform for subsequent extractions. The use of these platforms defined by previous extractions is one of the distinguishing features of the stone assemblages from these sites. The method is particularly suitable for the knapping of smaller matrices, giving rise to polyhedral type negative bases. In any case, the goal of these activities would be to obtain small positive bases, probably to meet the most immediate needs. Thin flint matrices were worked using two-way or centripetal strategies on two or more surfaces, while the thicker ones were worked using mainly orthogonal/multifacial strategies. Cubic or sub-spherical type blocks were initially worked by invasive centripetal extraction and finally worked on a single surface using centripetal or peripheral strategies. Limestone matrices were knapped according to the initial morphology of the block. The analytical distinction between the base for the production of positive bases and the intentionally configured first generation product on the matrix is not usually very clear. In addition to this difficulty are morphologies produced by use and the accidental generation of extraction. Limestone matrices would sometimes have been knapped on several of their surfaces, using a multifacial technique. Positive bases, even though there is no evident standardised form, are usually short and of square or trapezoidal morphology. Despite their technological simplicity, Orce industries show that very early on, hominids had the ability to implement intense production of stone tools, reflecting their cultural norms. These hominids chose between two very different raw materials according to the type of tool they needed: small instruments (flint) and large instruments (limestone). They used a limited number of welldefined mechanical knapping patterns

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(Plates 3 and 4): the same technological choices were always made in accordance with the varying morphology of the block and the characteristics of the raw material. The assemblage as a whole shows consistency in the morphology of the knapping products. Positive bases are small, extracted from cubic or rounded matrices. Large instruments generally have a single and summarily made edge.

A NEW PROJECT IN ORCE The importance of the two main sites at Orce is clear and is at the head of the management of the new project, which started up in 2009. Two years have now gone by and we are in a position to publish the preliminary results for the work done in 2010. After the interruption of the excavation in 2006 and the loss of the covering, which led to the poor preservation of the most superficial remains at Fuente Nueva 3, restoration and topographical work has been essential, especially at this site, for a proper beginning of the new excavation. New reference points have been set for existing grids and zones that are expected to be expanded in future campaigns. Digital topography, nonexistent until this campaign, has also been carried out, and sites have been georeferenced, which will allow for more precise work in fields such as landscape archaeology and geoarchaeology. Also worth highlighting as a development that has been applied on both sites is an automatic recording system that has facilitated the work of managing databases.

FUENTE NUEVA 3 The results we have provided come from an intervention on a total of 78 m2 (Plates 5 and 6), from which a total of 1,422 archaeological and palaeontological remains have been recovered and recorded. In order to be more exact about this stone industry remains, sixty objects have been recovered at Fuente Nueva 3: 35 from the upper assemblage and 25 from the lower one. In any case there were 1,362 fauna remains recovered: 9 antler remains, 301 dental remains and 1,052 bone remains. The works for the restoration and rehabilitation of stratigraphic cuts enabled the recovery of part of the surface material in poor condition and the redefinition of the levels with archaeological material beyond the

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identification of the two major assemblages previously known. Traditionally two packages of levels had been established for documenting the Fuente Nueva 3 remains: the upper assemblage and the lower assemblage. During the 2010 campaign, work was carried out in all the disciplines involved in order to obtain a more accurate documentation of all remains, setting the resulting stratigraphic levels as archaeological sublevels. Even so, it was decided to maintain the two previous assemblages as it is understood that they belong to two different chronological periodes. The problem lies in the identification of some levels that are not as homogeneous or linear as to enable an accurate definition, and that have subsequently been heavily altered by the activity of large mammals. This problem is especially visible in the upper assemblage, particularly at the confluence of levels 4 and 5. Having identified the levels with larger amounts of remains, we were able to start the new form of documentation, including the new sublevels in the previous packages: - Upper assemblage: levels 4, 5, 6 and 7 - Lower assemblage: levels 1, 2 and 3 It must also be emphasised that the transition from the lower to the upper assemblages, i.e. the change from level 3 (lower) to level 4 (upper), is not homogeneous along the site, and the differentiation is more due to subsequent geological and biological processes (alterations) than to sedimentological processes. There are other points of difficulty when it comes to defining the levels. More specifically, level 5 is only a few centimetres deep, and often mixed with level 4, which is much altered. This forces level 5 to adapt to ground that is not very horizontal. All this joins to the slope on which the excavated area of Fuente Nueva 3 lies, hampering both the excavation and the determination of the levels. For all these reasons the implementation of an excavation with constant communication among geologists, palaeontologists and archaeologists has become necessary. It was in this line of action that the systematic excavation of the upper levels was promoted, in order to be able to follow them over a broad expansion to record the distribution patterns of materials, taking into account all the sedimentological and conservation difficulties. Another positive piece of news from the excavation with a finer

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identification of levels was that on working from level 7 on, the uppermost level, which was initially sterile, brought to light numerous archaeological and palaeontological remains.

BARRANCO LEร N The results of the 2010 campaign in Barranco Leรณn uncovered a total of 515 archaeological and palaeontological remains from the southern area and the central trenched area (Plates 7 and 8). The new work on the surface followed the same pattern as at Fuente Nueva 3, a horizontal excavation methodology, which in this case was more feasible given the less complex sedimentation and taphonomy of this site. Work has also been done using this methodology to correctly identify the archaeological and palaeontological levels, the potential land occupation, and in particular, to determine the extent of the alteration and the remobilisation of part of level D1. By redefining the levels, a level F was identified on the surface. This level was initially considered to be archaeologically sterile, but some isolated palaeontological remains were discovered there during its excavation. It does not seem to be a level of antropic intervention but rather of the natural deposition of remains of mammals. Underneath it lies level E, and especially the most archaeologically fertile, level D. This level, previously defined, has been subdivided into D1, the lower, and D2, the upper one, a division that will be basic in the future, especially to separate the remobilised material in a channel that takes up part of the surface. In situ geological studies are important in order to describe the characteristics of the palaeochannel or palaeochannels which were in this area. These studies, together with the archaeological methodology, have enabled the identification of the remains of a palaeochannel in this area, defined by accumulations of millimetre-sized clasts. Some fragments of medium-sized animals and certain stone pieces have been identified therein, made of both limestone and flint. In general, in level D fauna material is represented by bone fragments and some teeth, especially from equidae, while the stone pieces consisted of cobbles, cores and some knapped limestone products. In this case, several pieces had suffered from alterations and calcareous concretions. Finally, the finding of various Equus remains in anatomical semiconnection


and an acceptable state of conservation at the contact between levels E and D is interesting.

CHARACTERISTICS OF THE STONE ASSEMBLAGE The total number of stone tools recovered from the two sites is 113. The vast majority are made of limestone, while flint is the second most common material. There is only a small amount of quartz and a piece of shale, whose anthropic character still needs confirming. In general, the most frequent structural category on both assemblages consists of knapping products (positive bases, positive base fragments and fractured positive bases), although there is a highly significant number of natural bases, including those which do not have marks (Bna), those which show signs of percussion (Bnb) and fractured natural bases (Bnc). Cores (first generation negative bases) are equally well represented. Some of these pieces are currently being restored and so the structural category to which they belong still remains to be determined.

BARRANCO LEÓN Forty-four pieces recovered from the assemblage found in 2010 at the site of Barranco León have now been analysed in depth; 39 of them belong to level D1 and 5 to D2. In accordance with the general trend for stone assemblages from both sites, the prevalent raw material is limestone (80%), followed by flint (Plate 9). The most widely represented structural category in the D1 level is the natural base (n=14), all made of limestone. This indicates a preferential selection of this kind of raw material in order to use it as hammerstones. Nine of these pieces have no percussion marks or fractures (Bna), although their morphology, size and dimensions, together with the type of raw material, are associated to use by hominids as hammerstones or anvils. Three natural bases evidence percussion marks (Bnb); and a large one seems to have been used as a crusher, given the presence of small grooves and extractions whose characteristics are similar to those produced during the process of breaking large bones. Only two pieces are fractured (Bnc) due to percussion. A total of 6 cores, all limestone, were

recovered during the current campaign. Four of these pieces were worked unifacially and only one bifacially. Over half of these cores are in the initial stages of exploitation, and evidence little use. This explains why the percentage of cortex is quite large in all cases. Unifacial cores evidence unipolar longitudinal, or bipolar opposed or orthogonal extraction. The only bifacial core recovered is orthogonal, with a single extraction on each surface, using one face as a platform to work on the next one. The absence of flint cores is very interesting, although the number of knapping products made of this material is 50% of the whole. To the contrary, the percentage of limestone cores is relatively high compared to the percentage of flakes made of this material. This informs us about the mobile character of certain stone elements, or as we noted above, it might be due to the fact that many of the negatives from flaking the limestone matrices are due to their use as active objects rather than as matrices for extracting positive bases. Flint, with optimal qualities for knapping and whose sourcing was further away than limestone, would be a material that could be transported during the movement of human groups throughout the territory. Thus, the cores would travel with such groups as material reserves within a basic toolkit. The knapping products are equally represented in a remarkable percentage – over 27%. Of these objects only those over 2 cm (n=9) have been analysed. The formats of the flakes are generally small. Flint and limestone are found with a percentage of 50% each. The vast majority of the flakes have no butt cortex, although this percentage increases in the case of limestone pieces. The absence of percussion bulbs on most of the stone flakes is another interesting characteristic related to the knapping method employed. Unifacial platform type butts predominate although linear and pointed types are also relevant in this assemblage. This fact, together with the more than probable presence of several Bn with large percussion marks that could have been used as anvils, as well as the characteristics of certain cores, seems to suggest a significant use of bipolar knapping on an anvil. At least one of the cores found has been worked using this technique. Knapping on an anvil involves the use of an immobile hammerstone on which the matrix is knapped by direct percussion with a hard hammerstone. This technique is generally used on small nodules of a

spherical or ovoid type, difficult to knap by direct percussion (Mourre, 2004; Vergés Bosch and Ollé Cañellas, 2011). This causes the appearance of a series of defining characteristics in the core and in the products that result from this working. The negative base suffers the effects in two areas: (1) where the hard hammerstone acts by direct percussion and (2) in the contact zone of the matrix with the anvil. Among the macro and micro alterations resulting from this are the fractures, Hercynian cones and remains of attached materials (Vergés Bosch and Ollé Cañellas, 2011). Knapping products also reflect the use of this technique in the presence of linear and pointed butts as well as small hollows in the proximal and distal ends of the lower surface of the stone flakes. Furthermore, some experiments (Low Bruce, 1997) have enabled the observation of the absence of marked percussion bulbs in the products extracted or the presence of inverted or concave bulbs. Similarly, in certain positive bases the existence of this same feature at the opposite distal end has been noted. This is the result of the force applied on the end in contact with the immobile hammerstone. As a final category in the operational sequence in the Barranco León record recovered in 2010, we will mention that only one of the positive flint bases evidences a denticulate retouching, and is thus the only retouched piece recovered from the deposits at Orce, in an assemblage and chronology when this kind of objects uses to be absent. Level D2 has only 5 stone industry pieces: two positive flint bases, two angular fragments, one of them flint and the other limestone, and a natural limestone base with no marks.

FUENTE NUEVA 3 The total number of pieces from the 2010 excavation analysed so far at the site of Fuente Nueva 3 amounts to 69. The remaining pieces, as in the case of Barranco León, are being restored. Limestone predominates (59%) just as at Barranco León, while the percentage of flint pieces (33.3%) is higher (Plate 10). The distribution of pieces per level is uneven. Among the lower assemblage, level 3 has the largest number of pieces, while level 5, belonging to the upper assemblage, also contains the largest percentage of pieces within that assemblage.

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THE LOWER ASSEMBLAGE

material directed by a main edge.

The lower assemblage has a total of 32 pieces, 6 of which belong to level 2 (four positive bases, one fractured positive base and one first generation negative base) and 26 to level 3.

Unifacial and unipolar negative bases also acquire special relevance in this level, especially the poor quality limestone pieces with few possibilities for knapping. One of these pieces, which shows a series of extractions in a unipolar direction, seems to have also been worked following a bipolar strategy on an anvil. Finally, in this level two natural limestone bases have also been recovered with no percussion marks.

As for level 3, once again we could highlight the predominance of limestone (69%) – knapped products being the most common structural category with a total of 14 pieces. With regard to positive bases, there is a prevalence of non-cortical unifacial platform type butts, although linear and pointed types are also well represented. The bulbs are diffuse in all cases while the side faces show very little or no cortex. The number of negative bases amounts to a total of 7, all limestone. These are matrices in the initial stages of exploitation, usually of bifacial orthogonal type or unipolar unifacial with few extractions. Some of these pieces seem to have percussion marks, probably related to their multi-purpose use as crushers to facilitate access to bone marrow. We could highlight the presence of a silicified limestone cobble at this level, currently being restored. The presence of 4 natural limestone bases should also be noted, two of which have percussion marks.

THE UPPER ASSEMBLAGE There were 37 pieces in the upper assemblage, 3 of which were flint and limestone knapped products, a negative limestone base and a natural limestone base, belonging to level 4. Two positive flint bases and a limestone fragment have been assigned to level 6, while 2 natural bases, made of limestone and quartz respectively, belong to level 7. Level 5 is richer and produced a total of 27 pieces. Once again knapped products are the most common category. The general characteristics of the positive bases evidence the scarce presence of butt and side cortex and the prevalence of unifacial platform butts. The percentage of linear and pointed butts is lower. Five negative bases have been recovered from this sublevel, two of which are flint, both more heavily worked than in the case of the limestone matrices. The presence of a bifacial silicified limestone matrix, knapped around a sinuous edge, stands out. Both surfaces evidence orthogonal multipolar extractions, sometimes with a centripetal tendency. The characteristics of this piece enable us to sense a first orthogonal exploitation, which was finally reoriented towards a maximal utilisation of the raw

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FINAL CONSIDERATIONS Despite the small number of pieces found on the two sites during the 2010 excavation, we can establish the first preliminary considerations on the technology recovered. They add to our previous knowledge of this assemblage: - The percentage of limestone pieces is higher than that of flint ones. The immediacy of outcrops in the case of the former, and the transport of flint pieces, could be the determining factors here. - The operational sequences are fragmented in the case of flint and other materials, such as quartz. We should point out that the latter was recovered for the first time on the assemblage, and its origin should be determined. - Another new feature is the recovery of a positive base with denticulate retouching at Barranco León. This is new to this assemblage although not rare in more advanced times in Mode 1, as is the case of level TD6 at the Trinchera Dolina site in Atapuerca, dated to c. 0.8 million years ago (Carbonell i Roura et al., 1995). - There is a clear preferential selection of limestone as a raw material for hammerstones for breaking both stone and bone. - Negative limestone bases are usually in the early stages of exploitation, while the flint matrices at Fuente Nueva 3 have been worked to a greater extent. This circumstance is related to an interest in the maximal working of flint, given its optimal condition for knapping and a greater distance from the potential sources of supply. - Certain knapping methods indicate relatively advanced technological concepts developed at the same time as other opportunistic strategies related to the specific nature of the occupation. In one case, the main edge was prepared with

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the purpose of adapting it for the extraction of knapping products. Knapping on an anvil is clearly evidenced by to the presence of negative bases, positive bases and natural bases with percussion marks, indicating their use as passive hammerstones. Finally, the existence of matrices with similar technical characteristics in both assemblages seems to indicate a certain repetition in the production systems of these elements.

THE EUROPEAN CONTEXT OF HUMAN OCCUPATION AT ORCE The stone assemblages at Orce have to serve to the better understanding of the growing and varied Oldowan or Mode 1 industries and to the best definition of variability within this complex (Oms Llobet et al., 2000a, 2000b; Barsky, 2009; Carbonell i Roura et al., 2009; Cauche, 2009; Toro Moyano et al., 2010a; Barsky et al., 2010). Our studies show that in Orce, hominids were able to use more than one method to extract positive bases. The constant increase in the number of assemblages attributable to Mode 1 in Africa and Eurasia provides a large database thanks to which it is possible to describe the oldest technical knowledge, and to define primitive culture. These comparisons have led to the recognition that technological change did not take place in a linear and progressive way, but rather as a branched evolutionary process leading to greater complexity (Carbonell i Roura et al., 2009). Technological “traditions” are inferred from the specific aspects of stone assemblages, which are in turn defined by their different morphologies; however, the variability observed is also due to the characteristics of the raw materials available, to hunting or scavenging patterns and to the type of occupation. Evidence from Barranco León and Fuente Nueva 3 contributes in an exceptional way to changing the considerations on the scenario of the settling of southern Europe, whose assignation to the Lower Pleistocene was contested until recently by some authors. At the time of the discovery of the sites at Orce many prehistorians considered that Western Europe would only have been significantly colonised by humans 0.5 million years ago (Roebrooks and Van Kolfschoten, 1994). According to this hypothesis, little evidence had been found in archaeological contexts with no precise chronological framework (such as river terraces). From 0.5 million years ago, other sites confirm the presence of hominids, especially


caves, and they become progressively more abundant with the population explosion of Homo heidelbergensis (Shennan, 2001; Lumley and Barsky, 2004; Hosfield, 2005; Lycett and Norton, 2010). Within this context, the Orce sites provide some of the best documented evidence that hominids must have colonised the Iberian Peninsula much earlier than previously thought, contrary to that paradigm, thus confirming the hypothesis of a primitive Europe (Carbonell i Roura et al., 1999, 2008a, 2010). The discoveries in Orce took place at almost the same time as the finding of the famous site of Dmanisi (Caucasus, Georgia), where stone tools were found in association with an ancient faunal assemblage comprising both African and Asian species, together with human remains belonging to the species Homo georgicus (Gabunia et al., 2002), dated to c. 1.81 million years ago (Lumley et al., 2002). Since then, other findings came to light in Dmanisi, corroborating the hypothesis of continuous human occupation since before 1 million years ago (Nioradze and Justus, 1998, Lumley et al., 2005; Baena Preysler et al., 2010; García et al., 2010; Mgeladze et al., 2010, 2011; Ferring et al., 2011). Geographically and chronologically close to Barranco León and Fuente Nueva 3 is level 9c of the Sima del Elefante site, located in the context of the Sierra de Atapuerca (Burgos). This assemblage has provided stone and faunal evidence, together with human remains, in a karstic context (Carbonell i Roura et al., 1995, 2005, 2008a; Bermúdez de Castro et al., 2011; Parés Casanova et al., 2006). This fact again confirms the association of early humans with stone tools in a precise chronological and stratigraphic context. Level 9c at Sima del Elefante has been dated to c. 1.3 to 1.2 million years ago by palaeomagnetism, biochronology and radiometrically by the cosmogenic elements. Other sites in Western Europe confirm the presence of humans at an early date. An assemblage from Ca' Belvedere di Montepoggiolo, in Italy (Peretto et al., 1998), near the city of Forlì, has a stone assemblage including matrices knapped on cobble and positive bases. The absolute chronology of the site was obtained by palaeomagnetism and Electron Spin Resonance (ESR), providing a date somewhat more recent than one million years (Gagnepain et al., 1998). Other early industries were found in the early 1980's on open-air sites in the region of Lazio, to the south of Rome, in the volcano-sedimentary basin of Anagni-

Frosinone. These sites (Arce, Fontana Liri, Fontana Ranuccio) have been dated to c. 0.78 million years ago, based on magnetostratigraphic data (Biddittu 1984; Cauche et al., 2004). Also in Italy, positive flint bases related to remains of Lower Pleistocene fauna, with an estimated age of 1.4 million years, have been found in recent years in Pirro Nord, Apricena (Arzarello et al., 2006, 2009). In Pont-de-Lavaud (France), in the central Loire basin, industries have also been discovered in fluvial deposits, with a date estimated by ESR on over 1 million years (Despriée and Gageonnet, 2003; Despriée et al., 2006, 2009). The site of Lézignan-laCèbe (Hérault) has recently been discovered in France, situated below a basalt level, and has been radiometrically dated to 1.57 million years ago (Crochet et al., 2009). This site, still under excavation and study, has provided a rich assemblage of large and small vertebrates associated with the Lower Pleistocene, together with roughly worked basalt and quartz industries. New and exciting findings have come to light with the discovery of the Happisberg site (Norfolk, England) in an inverse magnetostratigraphic context (Roberts and Grün, 2010; Parfitt et al., 2010). Bone and plant remains are exceptionally well preserved and tell us about the presence of a boreal forest with warm summers and cold winters, as is the case today. The unexpected presence of humans in such high latitudes suggests that they were well equipped to take on the changes caused by these harsh climatic conditions, a fact consistent with what we initially pointed out when defining the line of research in human expansion, both geographically and ecologically. We are convinced that future findings will contribute to a better definition of the chronological, geographical and ecological extension and the migration routes of these early human populations. Beyond Europe, recent research in Asia has contributed numerous developments. We will not dwell here on this record – we would just like to highlight the increasing documentation of the presence of hominids in China c. 2 million years ago, Longgupo being the main site. This increases the scope of discussions on multiple migrations and changes, not only in Africa but also in Asia (Boëda and Hou, 2011).

PERSPECTIVES The Orce archaeological and palaeontological assemblages are a key

contribution to the knowledge of the settling of Western Europe and the behaviour of these primitive populations. Although Asian evidence attests the presence of populations producing Mode 2 as early as 1.4 million years ago (Bar-Yosef and Goren-Inbar, 1993) and even more than 1.5 million years ago (Pappu et al., 2011) this kind of technology does not appear in Europe until 0.7 million years ago (Carbonell i Roura et al., 1999, 2008b, 2010; Piperno, 1999; Lumley and Barsky, 2004). The Orce assemblages predate the development of standardised instruments, including small retouched tools configured on positive bases and large, equally standardised instruments, a group that includes bifaces and cleavers. Seen as an extra-somatic evolutionary adaptation that involves reproductive success, technological development seems to become more complex at the same time as brain growth. Mode 2, or Acheulean, constitutes a new stage in this process of technical and social growth, enabling hominids to access new domains and perform new tasks related to greater survival. Nonetheless, what is demonstrated by the early human occupation of Eurasia is the ability conferred by Mode 1 to enter and adapt to completely new ecological zones for humanity. It is therefore very important for the new project recently established in GuadixBaza to develop all the issues related to the research line on human expansions, including the origin of the human occupation of the continent and its evolution until the appearance of Mode 2. This project proposes working on other sites beyond Fuente Nueva 3 and Barranco León, belonging to the early Middle Pleistocene, to study the lines of adaptation and evolution of early settlements and the conditions under which Mode 2 emerged, particularly to determine if it was developed in Europe or was rather introduced by new populations coming from Africa and/or Asia. The sites in the basin that will provide opportunities to learn about this process have been known for over thirty years now from various archaeological excavations. The most relevant are Huéscar 1 and Cúllar-Baza 1, both in a chronology close to the Matuyama/Brunhes geomagnetic change (Alberdi and Bonadonna, 1989; Alberdi et al., 2001) and Solana del Zamborino, corresponding to the Middle Pleistocene, according to the biostratigraphic assignation (Botella López et al., 1976; Martin Penela, 1988). The latter site is the best record that exists at present in the basin for Mode 2, or Acheulean, (Botella López et al., 1976;

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Martin Penela, 1988; Pinto Anacleto, 2010). It allows for a broad and profound knowledge of the human territorial and ecological strategy for the Middle Pleistocene, including the use of fire and the art of hunting. In this record Mode 2 is fully developed, indicating that it is in the early Middle Pleistocene where we have to search for possible indicators of the evolution of Mode 1 or the introduction of Mode 2. This chronological phase is represented by Huéscar 1, and, in particular, CúllarBaza 1 (Plate 11), thanks to the volume of remains found in two excavation campaigns, with a total of twenty stone items and more than five hundred fossils (Fig. 6) (Alberdi and Bonadonna, 1989; Alberdi et al., 2001). Its rich and abundant fauna of macromammals, micromammals and reptiles allows us to place it in the early Middle Pleistocene. This assemblage is very well preserved and has little altered levels, corresponding to sporadic and repeated human occupation at the side of a changing lake, with lacustrine conditions alternating with marshland ones in a warmer and more humid environment than at present and near to forest areas. In the record, two positive flint bases stand out. While such a small assemblage does not allow for the time being a clear association with any particular technique, the fact that the sourcing of flint seems to be a little far away could support the hypothesis that the territorial behaviour displayed by humans in Cúllar Baza-1 was closer to that of Mode 2 (Torrente Casado, 2010a, 2010b). Only further excavations and studies will be able to clarify this issue. In general, Baza-Cúllar 1’s position as a hinge between the oldest (Venta Micena, Fuente Nueva 3 and Barranco León) and most recent ones (Solana del Zamborino), makes it essential when it comes to determining continuity or discontinuity, and the characteristics of human settlement and adaptation.

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THE PREHISTORIC FLINT EXPLOITATIONS OF THE MILANOS FORMATION (GRANADA, SPAIN)

Antonio Morgado Rodríguez1, José A. Lozano Rodríguez2 and Jacques Pelegrin3

Abstract Studying the exploitation of lithic resources and the techno-economical aspects of the associated transformation process can provide explanations for and interpretations of how Prehistoric society was organised. This is the objective of the present article, which focuses on an analysis of the flint mines in the central area of the Middle Subbetic in Granada. The most recent research, carried out by the Department of Prehistory at the University of Granada, reveals that this geographical region is one of the most important flint mining areas in the Iberian Peninsula. This statement is based on the available resources of the raw materials and the archaeological evidence of large mines dedicated to specialized blade production during the late Prehistory. This article focuses, therefore, on the characterisation of the flint from the Late Jurassic Milanos Formation and the archaeological evidence available to-date that was destined primarily for blade production in the Late Neolithic and Copper Age. Keywords: Flint, Mines, Lithic Production, Chalcolithic, Andalusia.

INTRODUCTION The Betic Cordillera in Andalusia must be considered one of the richest flint areas in the entire Iberian Peninsula. This statement is based on archaeological evidence of the exploitation of its main flint outcrops, which were mined repeatedly throughout the Prehistoric and into the Historic period. The last great period of intensive mining provides us with an illustrative example of this importance, i.e. the manufacturing of flintlocks. During the 18th and 19th centuries, after carrying out a thorough survey of the flint available throughout the Spanish kingdom, the Spanish Crown’s military engineers concluded that their primary supply of flint should come from the flint outcrops in Andalusia, where both the quantity and quality of this rock would provide a strategic supply for use in portable arms (Morgado Rodríguez and Roncal Los Arcos, 2009). This recent example illustrates the aforementioned point. More specifically, some Middle Subbetic geological formations in the central part of the Betic Cordillera contain an unprecedented wealth of flint – formations that were repeatedly mined by Prehistoric communities, leading, in some cases, to the specialised production of certain products. This article presents the data currently available on the flint mines in the Middle Subbetic Milanos Formation in the province of Granada that are associated with a process of craft specialisation that developed between the 4th and 3rd millennium BC. From this data we can state that the region is home to a unique natural and cultural flint mining heritage, one that should be recognised and protected. The

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natural significance of the flint outcrops is complemented by the development, during the Late Prehistory, of a craft process that is unique within Prehistoric Europe and whose technology implies a high level of specialization via an elaborate production process and the use of specific tools and knapping techniques. This production technology must be considered one of the most advanced flint working techniques of all time. Thus, this article will describe, in the form of a synthesis, the outcrops’ geological context and the features that make the flint from the Milanos Formation unique. A second level of analysis will discuss the technological features of the craft process, in order to arrive at a proposal with regard to the long-distance distribution of objects manufactured by the prehistoric communities that mined these siliceous outcrops.

FLINT MINING IN THE SOUTH OF THE IBERIAN PENINSULA. GENERAL GEOLOGICAL FRAMEWORK The south of the Iberian Peninsula is made up of materials from two very different orogenies: the Hercynian or Variscan orogeny from the Palaeozoic Era and the Alpine orogeny from the Tertiary Era. The first of these orogenies occurred in the Upper Palaeozoic as a result of the continental collision between Gondwana and Laurentia, which contributed to the formation of the supercontinent Pangaea. The Iberian Massif can be

Dept. Prehistory and Archaeology, University of Granada [ morgado@ugr.es ] Andalusian Institute of Earth Sciences, CSIC-University of Granada [ jalozano@ugr.es ] Laboratory of Prehistory and Technology (UMR-CNRS, France) [ jacques.pelegrin@mae.u-paris10.fr ]

Received: 25/07/2011; Accepted: 03/10/2011

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divided into the following zones: the Cantabrian, the West Asturian Leonese, the Central-Iberian, Galicia-Tras-OsMontes, the Ossa-Morena and the South Portuguese Zone. The South Portuguese Zone occupies the SW of the Iberian Massif and is divided into the Portuguese Southwest and the Pyrite Belt. In turn, the Pyrite Belt is made up of the Phyllite and Quartzite Group (P-Q Group), the Volcanosedimentary Complex (VSC Group) and the Flysch Group (Culm Group). It is in the VSC Group that we find the siliceous rock outcrops that were mined for specialised lithic production; rhyolites and rhyodacites to be exact. The second orogeny began in the Miocene when the African plate collided with the Iberian Plate. This produced the Betic Cordillera, which is also located in the south of the Iberian Peninsula and is the westernmost extreme of the European alpine range. As we have previously mentioned, this region, together with the northern part of Africa, was affected by massive tectonic shifts during the Miocene. The Betic Cordillera is made up of three large units (Vera Torres, 2004): the External Zones, containing Mesozoic and Cenozoic material from the former continental margin located in the south and southeast of the Iberian plate; the Internal Zones, containing older materials (Palaeozoic) from a fragment of a microplate – the Mediterranean subplate – which shifted west until it collided with the Iberian plate; and the Campo de Gibraltar Complex from the Tertiary Era, located in the west of the Cordillera between the other two units, and consisting of allochthonous flysch. Each of these larger units contains flint outcrops that were mined for the specialised production of large blades during the 4th and 3rd millennia cal BC. The current archaeological record from these mines in the south of the Iberian Peninsula is grouped into four large hubs, all of which are located within the Betic Cordillera except for one, which is located in the Iberian Massif (Fig. 1): a) The Huelva pyrite belt, where mines for siliceous rocks of volcanic origin can be found. b) The Middle Subbetic mines in the External Zones, centred around the province of Granada. c) The mines within the Campo de Gibraltar Complex in the province of Malaga, which are associated with the

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removal of limestone containing flint from the Frontal Units of the Internal Zones. d) The flint mine in the Malaver Formation in Ronda

THE MID CENTRAL SUBBETIC, SILICEOUS RESOURCE SUPPLY This article focuses on the geological nature of the flint mines in the External Zones. This large unit consists of two main palaeogeographic areas: the Prebetic, which contains Jurassic and Cretaceous materials from shallow marine facies (tidal, coastal and shelf zones), and which would have been part of the continental margin adjacent to the former continent (Iberian Plate); and the Subbetic, which is made up of materials that were deposited in the basin further away from the ancient continent and therefore, is dominated by pelagic facies from the Lower Jurassic (Upper Liassic). The Subbetic, located to the south of the Prebetic, can be structured into four smaller palaeogeographic areas: two subsided troughs (Intermediate Domain and Middle Subbetic) and two swells with compressed sections in the Upper Jurassic (External and Internal Subbetic) (García-Hernández et al., 1980; Vera Torres 1988; García-Hernández et al., 1989). Its pelagic facies, from the Domerian, are characterised by alternating marl, marl-limestone, radiolarites, micritic limestone and nodular limestone (Azèma et al., 1979; García-Hernández et al., 1980; GarcíaHernández et al., 1989). In addition, in certain sectors within the Subbetic, submarine volcanic phenomena occurred during the Jurassic, occasionally giving rise to volcanic rocks. The Middle Subbetic in Los Montes region in Granada – between the Municipal Districts of Loja and Iznalloz – is characterised by the presence of pelagic trough facies from the Jurassic (the Upper Liassic and more specifically the Carixian). Meanwhile, the Internal Subbetic displays border facies during the Jurassic. The palaeogeography of the Middle Subbetic during the Jurassic and Lower Cretaceous consists of subsided pelagic trough facies. These lithostratigraphic series are made up of several successive sedimentary formations (Vera Torres, 2004) (Fig. 2):

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A) GAVILÁN FORMATION (LOWER AND MIDDLE LIASSIC) The Jurassic series of the Middle Betic begins with carbonate deposits on the Upper Triassic Keuper facies. This formation is composed primarily of carbonate, which is deposited in a shallow marine platform prior to the rifting of the Palaeozoic base (García-Hernández et al., 1989). The lower member of this formation is dominated by dolostones that correspond to a very shallow platform deposit. The upper member consists of limestone with primarily micritic, oolitic and fenestral facies, typical of restricted shallow platforms (lagoons) that eventually emerge, subject to tide dynamics.

B) ZEGRÍ FORMATION (MIDUPPER LIASSIC, DOMERIANTOARCIAN) The Upper Liassic is represented by rhythmites of limestone and marls with layers of marly ammonitico rosso and condensed carbonate beds with abundant ammonites.

C) MARLS, MARLY LIMESTONE AND LIMESTONE WITH FLINT (DOGGER, AALENIAN-BAJOCIAN) Dark silicified limestone predominates, alternating rhythmically with metre-thick marls and yellowish-white limestone, with localised interspersed layers of volcanic rock.

D) JARROPA RADIOLARITE FORMATION (DOGGER AND BASAL MALM, BATHONIAN/ CALLOVIAN/OXFORDIAN/KIMME RIDGIAN) This formation consists of radiolarites, clay, marls and siliceous marl-limestone, together with pelagic limestone containing radiolaria (O'Dogherty et al., 1997). Two members can be identified: the lower member of radiolarites and green partially silicified siliceous marls; and the upper member of clay and red siliceous marls. The dates, taken from radiolarian groups of fauna, allow us to broadly attribute the majority of the lower member to the Callovian-Early Oxfordian stage, and the upper member to the rest of the Oxfordian stage (O’Dogherty et al., 1997), even though it displays marked heterochrony in its parastratotypes. This formation’s upper limit is established by a lithic change from clays and red siliceous marls to the


Milanos Formation, which consists of limestone containing flint and white marls.

E) MILANOS FORMATION (MALM, UPPER KIMMERIDGIANTITHONIAN) The Jurassic ends with a very continuous layer, characterised by marls and micritic limestone traditionally considered to be of a turbid nature, in which nodules and continuous layers of flint can be found. Thus, in the geological literature, these facies have become commonly known as "limestone and microrifts containing flint” (Vera Torres, 1966, 1969), “calcarenites containing flint” (Comas Minondo, 1978), or “calcareous turbidites containing flint” (Ruiz-Ortiz and Vera Torres, 1979) and have recently been defined and reinterpreted as layers of “tempestites” (Molina Cámara and Vera Torres, 1996a, 1996b; Molina Cámara et al., 1997; Vera Torres and Molina Cámara, 1998). In summary, these facies are made up of alternating strata of marl and limestone interspersed with layers of calcilomolites or calcarenites with hummocky crossstratification. In terms of the formation’s age, it has been dated by its fauna back to between the Upper Kimmeridgian and the Tithonian. This formation was deposited in a marine pelagic environment, one whose depth was, however, moderated by the interspersed calcareous tempestites in the upper member and/or the overlying material.

F) CARRETERO FORMATION (LOWER CRETACEOUS, NEOCOMIAN) The palaeogeographic series of the Middle Subbetic continues with a formation consisting of rhythmically alternating layers of marls and whitish limestone rich in ammonites. The lower member, which dates back to the Berriasian, displays calcareous turbidites, violet-pink limestone and marls with turbiditic calcirudite and calcarenite beds. Flint, however, is absent. Overlaid on top of this latter formation are greenish-red and grey marls, whose surface has been much disrupted by agricultural labour, and which include various layers between the Hauterivian and the Cenomanian of the Upper Cretaceous. To summarise, the lithostratigraphic succession during the Jurassic and Cretaceous in the Middle Subbetic

provided the Milanos Formation with optimal flint resources, containing continuous flint layers, including nodules and tabular flint, and in some cases even flint blocks.

THE MILANOS FORMATION AND THE CHARACTERISATION OF ITS FLINT As we have discussed, the central part of the Betic Cordillera displays a Middle Subbetic containing shallow facies and, more specifically, is characterised by turbidites and/or tempestites during the Upper Jurassic. This formation has been identified by the holostratotype present in the Arroyo Milanos in the municipal district of Loja, from which it gets its name (Molina Cámara and Vera Torres, 1996a, 1996b; Molina Cámara et al., 1997). The lithostratigraphic sequence of the Arroyo Milanos displays the following sedimentary facies (Fig. 3): a) The most abundant facies in the Milanos Formation consists of alternating layers of grey micritic limestone and marls. It is a limestone and marl rhythmite (mudstone to wackestone) with layers measuring between 30 and 100 cm. The limestone contains filaments, Saccocoma, bioclasts (principally sponge spicules) and radiolaria, which indicate a shallow and pelagic sedimentation. This sequence of strata contains layers or nodules of flint, which are sometimes seriously damaged by tectonic action and therefore unsuitable for knapping, while, in areas where marly layers predominate, the flint displays good conchoidal fracturing and is little or no damaged at all. b) The lower part of the Milanos Formation is dominated by calcirudite facies interspersed with the previous facies, forming strata of between 5 and 30 cm thick. It is composed of ooids, intraclasts, bioclasts (principally aptychus and bryozoa), peloids and foraminifera. c) Calcisiltite and calcarenite facies with hummocky cross-stratification. This lithofacies is composed of calcisiltite with non-skeletal grains, including peloids, ooids, oncoids and intraclasts, together with skeletal grains. However its most notable feature is the appearance of lamination microstructures defined by the difference in the abundance of grains (mainly peloids), the matrix and the parallel orientation of the bioclasts. This calcisiltite and calcarenite generally contains flint in plentiful stratiform layers or nodules. The average thickness varies between 10 and 100 cm. The sedimentary

structures include parallel lamination, wave ripples and/or hummocky crossstratification. d) Finally, the oolitic and peletoidal limestone facies. This facies is limited to the upper part of the Milanos Formation, developing irregularly throughout the Middle Subbetic, and therefore only appears in localised areas within this palaeographic region. The ooids are of the Bahamian type and have a radial and tangential structure. Other elements present in this limestone include oncoids, calcareous alga and shallow-water foraminifera. In summary, according to J. A. Vera Torres and J. M. Molina Cámara (1998) the palaeogeography of the first two facies is typical of the pelagic environment. The appearance of hummocky crossstratification in these facies is interpreted as distal storm layers, indicative of periods of storms whose waves affected the pelagic base. On the other hand, the marly limestone facies suggest a hemipelagic environment, due to their micritic structure and the presence of sponge spicules and other skeletal grains. The calcirudite facies is interpreted as a distal calcareous turbidite. For their part, the oolitic and peletoidal limestone strata, which occasionally contain ooids and even oncoids, are considered to be the result of storms in very shallow areas. The flint from these facies contains the structures relevant to the facies it belongs to, and is characterised by the above mentioned skeletal and non-skeletal grains. At a macroscopic level, the flint from the Milanos Formation varies in colour, from light to dark grey, sometimes displaying bluish tones, to dark brown and almost black. These flints’ sedimentary structures mainly consist of flat-parallel lamination, cross-lamination and microhummocky lamination (Fig. 4), the latter type pertaining to the tempestite facies. The shallowest and most energetic facies provide flint with an oolitic texture; its rounded particles are clearly visible, millimetre-sized and with a rounded core. Observations made using a binocular microscope and thin-layer microscopy illustrate the flint’s diagenetic origin (Fig. 5), while preserving the sedimentary structure of the rock and, therefore, the means by which it was formed. It is characterised by a peletoidal structure (wackestone-packstone), and contains authentic pellets, rounded grains of quartz, iron oxides and plenty of bioclasts (sponge spicules, radiolaria and benthic foraminifera). The banding, visible at a

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macroscopic level, is due to the alternate and differential changes in the density of the skeletal and non-skeletal grains, indicating a sedimentary environment with certain energy, typical of turbidity currents. Of all the bioclasts visible using a binocular microscope we should mentioned the frequent presence of one organism in particular; it is found in the siliceous matrix, is black in colour and is formed by a succession of concentric rings (Fig. 5: 2). The first geoarchaeological reference to this organism in the south of the Iberian Peninsula was made in relation to some objects from the El Malagón site (Ramos Millán, 1997: 680 and fig. 5). At that time it was classified as a foraminifer, however the specific species was not determined (Texturalii s.p.). However, our observations suggest that this attribution was incorrect, as the organism has a soft, pliable structure. Identical bioclasts have been observed in flint in distant geographical areas with Meso-Cenozoic geological chronologies. Thus, for example, its presence is cited as one of the elements that characterises the banded flint in the Krzemionki mines in Poland (Krzemionki flint) (Budziszewski and Michniak, 1989). In this case it is described as a black tubular conical microfossil that, it is hypothesised, may consist of Fungi spores (Prichystal, 2010: 246). In short, in light of the lack of concrete identification and agreement between experts this tubular conical micro-organism should currently be classified as Incertae sedis, due to the fact that the taxon has not yet been identified.

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using quarrying techniques. However, the geological characteristics of the flint outcrops, which give rise to the continuous layers of flint, allowed the prehistoric communities to predict its location, which undoubtedly facilitated shaft mining, in contrast to other existing mines in Andalusia, as we have mentioned previously (Morgado Rodríguez and Lozano Rodríguez, 2009).

ARCHAEOLOGICAL DOCUMENTATION ON THE PREHISTORIC FLINT MINES OF THE MILANOS FORMATION Archaeological evidence of flint mining in the Middle Subbetic has some precedents – although limited and scarce – that go back to the first half of the 20th century. The studies carried out by Hugo Obermaier (1934) in the province of Granada at the beginning of the 20th century highlighted the presence of “surface works”, some of which were associated with the mining of regional flint resources. Although these first studies were primarily interested in the earlier stages of Prehistory, Obermaier was the first to mention the existence of flint quarries and workshops from the Late Prehistory in the surroundings of Sierra Harana – especifically in the districts of Iznalloz and Píñar (Obermaier, 1934) – such as Cerrillo de la Orca in Píñar, which was discovered to be a natural source of flint mined during Prehistory.

The flint from the Milanos Formation contains elements that are characteristic of an ocean environment with a pelagic platform that, in terms of microfossils, is notable for the presence of benthic foraminifera, radiolaria and sponge spicules. In any case, the marine environment in question is a fairly shallow sedimentary one, a fact reinforced by the presence of isolated oolids, visible in thin layer (Fig. 4: 5), and exclusively oolitic flint (Fig. 4: 4), which displays an absence of bioclasts and is made up of Bahamian oolites, including pisolites.

However, the vicissitudes of history and politics meant that these first studies were not continued; one must wait until the end of the sixties and the seventies until research on locations associated with the mining of flint is taken up again. From this point onwards the “works” that had been discovered were revised and added to in several theses undertaken at the University of Granada. These theses also focussed on artefactual evidence of Early Prehistoric occupation; they did, however, note that there was also evidence of flint blade cores from the Late Prehistory, although these were never the object of any specific analysis (Marqués Merelo, 1973; Martínez Padilla, 1974; Toro Moyano, 1979).

One could say that this type of flint is essentially found in strata of marls, micritic limestone, calcisiltites and calcarenites from the Milanos Formation. In some of the areas in which the Milanos Formation erupts, the marly strata and other soft materials exposed to erosion allow nodules and tabular flint to be easily extracted, enabling them to be mined

In addition to the aforementioned sites associated with specialised production in the Late Prehistory, as well as the previously mentioned Cerrillo de la Orea, also known as Cerrillo de Orca, and the Carrizal ravine 3 km north of the La Carigüela cave, new sites that were discovered by M. C. Botella López at the end of the seventies are now cited. These

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sites include the Loma de Los Pedernales site, close to the town of Domingo Pérez, which is also referred to in other studies using the name Cortijo Terre, as it is located within the boundaries of the farm of the same name. Another site mentioned is located in Puerto de Zegrí/Onítar (Iznalloz). It was surveyed by the Guadix notary public Ángel Casas Morales and Doctor Miguel Guirao Pérez, professor of Anatomy in the Faculty of Medicine of Granada, who highlighted its "large quantity of elongated cores and blades". An assortment of this site’s artefacts, taken from the aforementioned notary public’s collection, is preserved in the Archaeological Museum of Granada (Figs. 6 and 7). However, their existence is only alluded to in mere notes or citations. These unique sites, which are associated with the mining of flint for specialised craft production in the Late Prehistory, have gone practically unnoticed by the research community, and have begun to be appreciated as a result of our studies. However, located in the westernmost area of the Milanos Formation, in the district of Loja, is the Los Gallumbares mine, which was the site of regular surveys (Morgado Rodríguez et al., 2001; Morgado Rodríguez, 2002), the results of which began to enrich the general overview of Late Prehistoric blade production sites in the Betic Cordillera (Fig. 8). The importance of the Los Gallumbares flint outcrops is underscored by historical accounts of military engineers, who refer to this small valley as the most important quarry in Spain for the production of flint for use in arms (Salas, 1833). To this site we should add the extensive Cerro del Reloj mine (CRE, Montefrío, Granada), which is located in the same area; a group of materials from which are stored in the Priego de Córdoba Museum. In short, the archaeological sites directly associated with the mining of flint in the west of the Milanos Formation currently consist of: Los Gallumbares (GAL, Loja), Cerro del Reloj (CRE, Montefrío), Puerto del Zegrí/Onítar (PZE, Iznalloz, Granada) and Loma de Los Pedernales/El Cuarterón (LPE, Iznalloz, Granada); this latter site, which is unpublished and currently being studied by the authors, contains materials spread over a vast area measuring several square kilometres. The surveyed mines are characterised by widespread evidence of extraction and knapping located throughout the flint outcrop. These archaeological remains constitute material evidence of the complex knapping process; they are made


up of millions of pieces of by-products from the production process, from flakes detached for the roughing out of cores, to cores at different stages of exhaustion or causes of reject.

chronological periods, such as the Corbiac technique or the large blade cores or livres de beurre from the Grand-Pressigny region in central-western France (Martínez Fernández, 1997:430).

This research is complemented by archaeological evidence of blade production (preparation flakes, core preforms and blade cores in various stages of reduction) found in the region’s settlements, such as, for example, Los Castillejos in Peñas de los Gitanos in Montefrío (Morgado Rodríguez et al., 2008: fig. 11), the town of Arroyo Escóznar (Gómez Torres et al., 1987: figs. 4 and 5), El Manzanil (Fresneda Padilla, 1980, 1983), Sierra Martilla (Carrasco Rus et al., 1986) among others. This reaffirms the interrelationship between the regional prehistoric settlements and the flint mining activity.

Our articles have underscored the importance of a dynamic understanding of the archaeological items within the lithic reduction or operational sequence (Morgado Rodríguez, 2002; Morgado Rodríguez et al., 2009). This is a necessary first step in explaining the technoeconomics of this work process.

TECHNOLOGY AND SOCIOCULTURAL CONTEXT OF THE SPECIALISED PRODUCTION OF FLINT FROM THE MILANOS FORMATION a) Specialised blade production

The former objective has been established via the methodological application of a diacritical reading of the archaeological material and an identification of the knapping methods, techniques and processes (Tixier et al., 1980; Pelegrin, 1990, 1991; Inizan et al., 1995; Pelegrin, 2002; Baena Preysler and Cuartero Monteagudo, 2006; Baena, 2007). However, archaeological experiments comparing the hypotheses posited were carried out in order to identify the marks left by the knapping techniques, some of which have been published (Pelegrin and Morgado Rodríguez, 2007).

From the surveys we have carried out on the flint mines in the Milanos Formation, together with an analysis of their archaeological artefacts which are housed in various museums in the region, we have been able to determine the main technological features of the processes used. At a quantitative level, we can state that the principal objective of flint mining in this region was related to the production of standardised blades, and this was the main craft activity.

The results of these analyses can be summarised and discussed under the following headings. The operational sequence for blade production is the same for all of the mines in the Milanos Formation and equivalent with the rest of the mines in the Betic Cordillera in Andalusia. This means that we can state that the Betic Cordillera is a technologically homogenous region, even though some different knapping processes exist within this Middle Subbetic area. The overall characteristics of the blade technology are (Fig. 9):

The analyses carried out at the end of the 20th century on certain flint mines in the province of Málaga had an impact on the typological description and the statistical analyses of the groups of lithic artefacts collected from these mines (Vallespí Pérez and Cabrero García, 1980-81; Fernández Ruiz and Márquez Romero, 1985; Vallespí Pérez et al., 1988; Ramos Muñoz, 1997). However, these analyses had clear typological premises, which centred on the statistical analysis of the evidence of knapping and of certain technological inconsistencies (Morgado Rodríguez and Roncal Los Arcos, 2009). Overall technological systems were proposed in some cases, although these did not provide a conceptual distinction of the specific cases analysed, and they were used as a reference for operational sequences identified for other regions and

Knapping method. The preparation of the core preform by shaping it into a prismatic volume. This shape is achieved via the creation of 2 to 4 parallel crests (Fig. 9: 2). In addition to giving shape to the core, 1 or more often 2 of these crests act as a guide for the first extractions (anterolateral crests) and determine the maximum length of future blades. The two anterolateral crests, in turn, delimit the extraction face, while the posterolateral crests only serve to determine the overall volume of the cores. As a result, the minimum number of crests is determined by the delimitation of the core’s face; there are no cores with just one crest, as some researchers have proposed (Márquez Romero, 1995: 96:58; Martínez Fernández, 1997: 431). The presence of quadrangular tabular flint in the Milanos Formation enabled the production of

perfect quadrangular shapes (two anterolateral crests and two posterolateral ones), a characteristic that, within the Betic Cordillera, is unique to these mines. This carving system is complex, as it involves creating a precise geometric shape from a natural morphology in order to optimise production of regular blades with mainly trapezoidal sections. This allows us to investigate the degree of skill or savoirfaire (Fig. 10). In this regard, the evidence of knapping found in the flint mines in the Milanos Formation does not simply reflect episodes of production; cores found as rough-outs or preforms are often mediocre first attempts or the result of incorrect preparation processes (sometimes even using low quality raw material). These must reflect instances of learning, of the acquisition of necessary skills, a phenomenon that has not generally been taken into account and to which not enough attention has been paid.

Knapping technique: If the previous point can be deduced from a diacritical reading of the material, in this case, experiments are an unavoidable reference point. In this regard, indirect percussion (Afonso Marrero et al., 1996; Márquez Romero 1995-96; Martínez Fernández, 1997) or pressure sensu lato (Ramos Muñoz, 1997) had been proposed as the hypothetical blade detachment techniques used for these blades. Based on the hypothesis of reinforced pressure systems (Morgado Rodríguez, 2002) and the experiments carried out in this regard since the early 1990’ by J. Pelegrin (Pelegrin and Morgado Rodríguez, 2007), we can reaffirm that the characteristics of these products (extreme regularity, parallel borders and edges, and the lightness of the blades) indicate the use of pressure and, in the case of large blades, the use of lever pressure mechanisms. The pressure knapping technique evolved from simpler pressure systems, which were introduced in the Early Neolithic and were used for the domestic production of small blades, until the innovation of lever pressure for the production of large blades in the Copper Age (Morgado Rodríguez and Pelegrin, forthcoming). However, this knapping technique must be complemented with others for the preparation of cores. Therefore, at least during the core preparation phase, the complete control of the flakes required to create the extremely rectilinear crests indicates the use of indirect percussion (Fig. 10). The technique for blade detachment is one of the most characteristic elements of this craft process, making it quite specific and distinguishing it from other

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contemporary productions on the European continent (Figs. 9: 3 and 4). All the energy needed to extract each blade was concentrated on one prepared edge of the core platform: this determined the particular morphology of the “butt” –or blade platform-, which is referred to as “acute dihedral” blade platform (Pelegrin and Morgado Rodríguez, 2007) although it can vary somewhat (acute, flat and trihedral). This preparation process is associated with the pressure technique. Moreover, it required specific instruments in order to transmit the energy. Indeed, we could detect that both the creation of the crests on the core preform via indirect percussion and the extraction of the blades must have been carried out using copper instruments or similar (Pelegrin and Morgado Rodríguez, 2007). This conclusion is drawn from the marks visible on the archaeological material, which indicate the use of a highly resistant tool with a pointed or bevelled tip, measuring just a few millimetres in width, but sufficiently ductile not to split, crack, or crush the prominent dihedral butts. The experimental tests confirm the use of copper punches and negate the use of organic items (even antlers or wood) or stone, the first group due to their tendency to become fragile quickly, and the second as they would crush or slip on the edge of the dihedral butts when pressure was applied. Experiments using metal tipped punches, in addition to consultation of the current archaeological record from other parts of the world, also corroborate this theory (Perlès, 1984, 2004; Inizan et al., 1994; Pelegrin, 2003, 2006, in press; Méry et al., 2007; Guilbeau, 2010; Chabot and Pelegrin, forthcoming). The appearance of these acute dihedral butts in different parts of the world at the same time (Pakistan, the Near East, Greece and the Iberian Peninsula), towards the end of the Neolithic, is a phenomenon of technical convergence indicative of the use of this new type of material for detaching blades. The operational sequence of the flint mines at the Milanos Formation has the same characteristics, and we can therefore speak of technical homogeneity that results in the specialised character of the process (Rosen, 1989; Costin, 1991, 2001; Cross, 1993). This technology originated in the heart of certain communities in the 4th millennium cal BC and during the 3rd millennium reached the greatest expression of craft specialisation in flint knapping throughout Prehistory. The chronological framework of this technology should be linked to the

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sociocultural context that enabled this specialised craftwork to develop. Traditionally, the appearance of large blades in grave goods in the megalithic graves of the Late Prehistory determined their cultural and chronological context. The progress in terms of absolute dates for Late Prehistoric sites allowed a better definition for this phenomenon. Recently, based on the new dates from the sequence at the Los Castillejos site in Las Peñas de los Gitanos in Montefrío (Martínez Fernández et al., 2009), some researchers have proposed that this change in technique and, therefore, social change, originated in the so-called Late Neolithic, and dated back to the end of the 5th millennium cal BC. However, this is the only site to yield such early dates. The blades with acute dihedral butts appear at a yet unspecified moment in the middle of the 4th millennium; they occur in several settlements and new megalithic funerary structures, such as, for example, Phase III of the Cueva del Toro (Antequera, Málaga) (Martín Socas et al., 2004; Morgado et al., forthcoming) and the base of the main fortified settlements in the south of the Iberian Peninsula (Nocete Calvo, 2001; Molina González et al., 2004). Regardless of the issue of its origin, there is no doubt that this technical process of blade production developed from a whole series of techno-economic factors and innovations in flint knapping, including the use of metal tools by authentic experts at the heart of some specific communities that had direct access to the best outcrops of flint in the Milanos Formation. The operational sequence analysed and the way in which it potentially worked have been deduced from the thousands of pieces of knapping debris found in the mines that resulted from both the production process and the dissemination of craft skills, albeit with the conspicuous absence of the final product. The operational sequence corresponds, at an overall level and regardless of the specific historical casuistry, to organised expeditions undertaken at certain times of the year which must have been carried out from the settlements of the communities that mined these flint outcrops. This implies the centralised character of the use of certain supply locations. These communities undoubtedly had direct access to these geological resources thanks to political control over the area, overcoming the physical and social distance between the location of the residential area and the sources of raw material. We cannot currently demonstrate the existence of permanent settlements located by these sources or

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directly connected to them via military or visual control, as seems to be the case in other areas of Andalusia (Linares Catela et al., 1998). On the contrary, we believe that the control exercised by social groups on this area would explain the absence of a defensive strategy with regards to direct control over the outcrop source. Evidently, it is not a question of shared or restricted access, as it is understood that, in terms of relationships in archaic societies, foreigners (non-relatives) were excluded. Therefore, the best-known surveyed mines (GAL and CRE) must be considered to have been located within a territory linked by social bonds. The mined territory is that under the groups’ social control. Therefore, the diversity of settlements and graves located in the Middle Subbetic is a reflection of this territory’s social structure during the 3rd millennium BC. It is a model of the geographical link between the populations specialised in knapping and the exploited flint outcrops. b) Specialised dagger and/or halberd production However, blades were not the only craft specialisation product for which evidence was found in these mines at the Milanos Formation. Some evidence has been documented relating to the production of small to medium bifacial elements, typologically classified as daggers or halberds (Fig. 11). Currently, as far as we are aware, only two (GAL and CRE) of the four known large mines show evidence of this craft tecnique, which, on the other hand, provides very little archaeological evidence of its manufacturing processes. This is one of the few pieces of evidence showing that some of the products found in Chalcolithic South Iberia were produced in Andalusia.

PERSPECTIVES These specialised blade products made from flint from the Milanos Formation were widely distributed at a regional level. Their distribution is only just beginning to be defined. Currently, we can say that some blades are present, in varying proportions, in the settlements and graves of the south of the Iberian Peninsula. Quantification of the geographical distribution of these specialised products is one of the lines of research to be developed in the future, one which would allow us to investigate the social and/or economical relationship between the prehistoric communities of the 4th and 3rd millennia and to posit some hypotheses as to the nature of their distribution.


In addition to regional distribution, geoarchaeological analyses (raw materials and technology) carried out on objects deposited in certain funerary monuments – both halberds (Fig. 12) and large blades (Fig. 13) – confirms that they were distributed over large distances. Objects made out of flint from the Milanos Formation were primarily distributed throughout the west of the Iberian Peninsula (Fig. 14). In this regard, some researchers have come to the same hypothesis from contrasting theoretical positions: the existence of organised distribution networks (Vallespí Pérez et al., 1988; Ramos Muñoz, 1997) that implied a flow of raw materials and products among different communities within a central/peripheral social model (Nocete Calvo et al., 2005). This latter interpretation would imply regular flows based on production dependence. An opposing theory involves periodic trade in order to strengthen political ties between communities. In this theory, trade would have been initiated as a response to the social context and the circumstances of the reinforcement of political links. This would imply that there was no single trade route, although, the greater concentration of artefacts in some areas would indicate that these may have carried out a social representation function within the communal territory. This exchange would provide evidence of the reaffirmation of the reciprocal links between groups within one shared political territory. Regardless of the concrete interpretation of the distribution of the flint studied in this paper, hypotheses should be established based not only in the distribution of the material, but also on quantitative analyses of their accumulation through time.

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A PRELIMINARY REPORT ON THE STRATIGRAPHIC SEQUENCE OF “DITCH 1” AT PERDIGÕES (REGUENGOS DE MONSARAZ, PORTUGAL) ACCORDING TO THE 2009 AND 2010 FIELDWORK SEASONS José E. Márquez Romero1, José Suárez Padilla2, Víctor Jiménez Jáimez2 and Elena Mata Vivar2

Abstract Discovered in 1997, the Neolithic-Chalcolithic ditched site of Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Évora, Portugal) is located in an area widely known for the profusion of megalithic monuments. Within a global research project coordinated by Era-Arqueologia, recent fieldworks have been carried out by a team from the University of Málaga (UMA). Firstly, extensive geophysical surveys, which revealed the existence of up to 11 ditched enclosures. Secondly, two excavation campaigns at a point in the feature named Ditch 1, the most external, in close proximity to the causeway known as Gate 1. The works focused on testing some of the hypotheses which constitute the interpretative model for Southwestern Iberian ditched enclosures that we have been defending in the last few years. In the current paper we present our reading of the stratigraphic sequence of Ditch 1, according to the new data, and compare the results obtained with our own previous theoretical expectations. Keywords: Neolithic, Chalcolithic, Ditched Enclosures, Megalithism, Iberian Peninsula, Alentejo, Perdigões, Geophysical Survey.

INTRODUCTION The ditched site of Perdigões, covering a surface area of almost 16 Ha and belonging to the Neolithic-Chalcolithic period, lies in the municipality of Reguengos de Monsaraz, c. 2 km to the NW of the town, in the Alentejo (Portugal). It lies in the middle of the valley formed by the River Álamo (Ribeira do Álamo), a tributary of the Guadiana, within one of the best-known megalithic landscapes in Europe (Leisner and Leisner, 1951; Gonçalves, 1999) (Fig. 1). The topography of the place where the site lies recalls that of a Greek theatre, in two different ways. Firstly, it is shaped like a bowl, as the perimeter is higher than the centre, endowing the site with very weak natural defensive conditions. Secondly, visibility to the north, south and west is practically nonexistent, while in contrast visibility to the east, in other words the rest of the valley, is very good. The University of Málaga (UMA) has been carrying out archaeological activities on the site since 2008 (Márquez Romero et al., 2008, 2011a). The first research done in the late 1990s identified Perdigões as a peasant settlement (Lago et al., 1998a: 141 ff.), with a funerary space integrated into the actual structure of the village (Valera et al., 2000: 89). This interpretation did not last for long11, as in the following years there were two circumstances, partially related, which modified the existing panorama at the end of the 1990s: a) firstly, a genuine empirical revolution, as numerous sites of this kind were discovered in the southwest of the peninsula and detailed knowledge was obtained about some, and b) secondly, an insistent warning by various researchers, ourselves included, to reflect on the problems of the so-called ditched sites from the Recent Prehistory of

the South of the Iberian Peninsula from new parameters. We do not find it pretentious to state that a combination of both processes, together with the ongoing collaboration between Era-Arqueologia and the UMA in researching the site, has turned Perdigões into a reference point for understanding this subject in the peninsula. For the UMA team, Perdigões is also a chance to assess the theoretical model that we have been proposing for such sites for over ten years now, on an exceptional site whose working conditions are superb. Not only does this model involve new interpretations, but also a profound methodological change in the study thereof. For this purpose, in the last three years we have carried out two geophysical surveys (2008-2009) and two excavation campaigns in a stretch of Ditch 1 (2009-2010). This article has two main goals. The first is to describe the stratigraphic sequence of Ditch 1 in the light of the results from the UMA excavations. The description is preliminary but implies a firm commitment to go deeper into the matter with complementary analyses. The second goal is to reflect on how to match the new data with our expectations and knowledge from before the excavations. We shall start by explaining our interpretative assumptions.

THEORETICAL PRECONCEPTIONS: DITCHES AND ENCLOSURES IN THE SOUTHWEST OF THE IBERIAN PENINSULA At this point we should distinguish between what concerns the interpretation of ditched enclosures and their historical role in the Recent Prehistory of the Southwest on the one

1 Department of Prehistory. Faculty of Philosophy and Art. University of Málaga. Research Project P08-HUM-04212, Junta de Andalucía. [ jemarquez@uma.es ] 2 Research Project P08-HUM-04212, Junta de Andalucía. [ psuarezarqueo@gmail.com ]; [ vjjaimez@yahoo.es ]; [ elemavi@hotmail.com ] Received: 25/03/2011; Accepted: 09/05/2011

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hand, and what affects only the stratigraphy of the ditch filling that defines them on the other. We will therefore go from the macroscale to the microscale.

Grosso modo, our general proposal about ditched sites rests on three main theoretical and methodological mainstays: 1) The study of the sites, far from a localistic focus, should form part of a panEuropean analysis scale, in consonance with research into the British causewayed enclosures, the French enceintes fossés, the Central European unterbrochene Erdwerke, the Italian villaggi trincerati and the Nordic indelukke (Márquez Romero, 2001; Márquez Romero and Jiménez Jáimez, 2010: ch. 5 and 6). 2) The description village with ditches, understood as a vast and permanent peasant settlement with defensive or drainage trenches and subterranean silos or huts, which enjoys the majority use in our field to describe and interpret these sites, is no longer pertinent for a fruitful approach to this archaeological phenomenon (Márquez Romero, 2003; Márquez Romero and Jiménez Jáimez, 2010: ch. 7). 3) The study of such sites should take into account, in any case, the peculiar nature of the archaeological record observed therein (Márquez Romero, 2003; Márquez Romero and Jiménez Jáimez, 2010: ch. 8). As for the filling of the ditches, i.e. the microspatial level, as opposed to the traditional hypotheses, we have used an alternative model that we have called the reposition hypothesis (dealt with in greater detail in Márquez Romero and Jiménez Jáimez, 2010: ch. 9). The fundamental idea the theory rests on is that human intervention is the main depositional process in the formation of ditch filling (also for holes, pits and hollows that often accompany the ditches). This information is based on two features of the archaeological record that in our opinion cannot be explained in any other way, and which combine to produce sites in which the horizontal stratigraphy completely predominates over the vertical: The general disymmetry in the layout of archaeological evidence in the ditched enclosures, in other words the abundance of prehistorical traces from the 4th and 3rd millennia BC in the interior of the negative structures and their poverty and scarcity on the exterior on what should be the ancient surface of the sites in question.

Many of the characteristics of the ditch filling, where we can observe accelerated filling processes, a chronological homogeneity of the content, deposits with unequal geometries or great dips, the absence of common sedimentary patterns in nearby structures, and more evidently, the abundant presence of articulated and disjointed animal and human remains, sometimes forming complex associations. In coherence with this, we think that human action is evidenced in three practices related to the occupation and abandonment of these places, including Perdigões, and sequentially related in the following way: a) the excavation of “U” or “V”-shaped ditches; b) the evacuation and deliberate transfer of almost all the material remains, which would have otherwise constituted superficial deposits of occupation; c) the deliberate deposition of large amounts and densities of cultural material previously removed from the surface in pits excavated ex professo and in enclosing ditches. And so in 2008, when by invitation of EraArqueologia, we started our research of Perdigões, we were already sceptical about the interpretation of ditch enclosures as large-scale peasant villages. In the same way, before excavating in Ditch 1 at Perdigões we expected to find a filling with signs of a relatively quick and deliberate formation, maybe caused by one single event, with a high density of artefacts and ecofacts. All this partially contradicted the original readings of its sequence, carried out previously by our Portuguese colleagues (Lago et al., 1998a; Evangelista and Jacinto, 2007).

ARCHAEOLOGICAL ACTION GEOPHYSICAL SURVEYS When we started work we realised how convenient it would be to have a picture of the whole site before beginning any kind of excavation. The only general plan in existence was based on the aerial photographs taken in 19972, which were of good quality and very clear, although they gave rise to certain doubts that we wished to clear up. With this purpose in mind, as the first action on the site (2008-2009), the UMA team programmed a series of 3 geophysical surveys3, 3a never tried before in Perdigões, in collaboration with EraArqueologia. The results (Márquez Romero et al., 2011b) surpassed even the most optimistic expectations, providing us with

a new global image (Fig. 2). This image shows that in Perdigões there are at least 11 overlapping rings, manifestly concentric, made up of either ditches excavated in the bed rock or of possible palisades. The magnetogram also shows at least four or five interruptions in the exterior ditch ring, which could correspond to gates, some of them complex or monumentalised. No less significant was the abundant presence of hundreds of pits between the enclosures. The geomagnetic surveys did not initially reveal the existence of positive structural remains, except for one circular stone structure, containing carved bell-beaker pottery, located in the central area of the site (Valera, 2010: 25). No foundations of huts or post-holes of any kind are visible. Neither is there any clear evidence of walls. As can be seen, the geophysical surveys were decisive to improve the general characterisation of the site, especially of the northeast gate of the outermost ditch (Ditch 1), in which, as we will see below, we had decided to excavate.

EXCAVATION IN DITCH 1 In order to assess the theoretical parameters described above, we chose Ditch 1, at a point close to Gate 1 (the northeast (NE) gate), to carry out archaeological excavation in 2009-2010. The determining factor in this choice was our conviction that the entrance zones in European ditched enclosures are usually more prone to concentrating “special” or “structured” deposits (Márquez Romero and Jiménez Jáimez, 2010: ch. 5). Given that when the decision was taken (summer 2007), the only access to the enclosure known from the aerial photograph was the above-mentioned NE gate, it seemed coherent to start there. No less important in the choice of this zone was the fact that in 1997 EraArqueologia had started excavating a stretch of Ditch 1 very close to the gate, but had not been able to finish (Lago et al., 1998b). Therefore, we found it legitimate to open up a new trench, so that the cost and impact on the site would be less, just a few metres apart from a previously unfinished excavation. This decision obviously forced us to implement a series of specific methodological adjustments, as the initial goals for the seasons in 1997 (Lago et al., 1998b; Evangelista and Jacinto, 2007) and 2009 (Márquez Romero et al., 2008) were

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very different. We also had to devote a significant amount of time during this first campaign to cleaning and clearing, as 12 years had gone by since the ditch was provisionally closed its provisional closing. At that time the exact planimetry produced by the geophysical surveys was not available, and so the excavation was oriented strictly from north to south, which meant that the trench crossed Ditch 1 obliquely and not perpendicularly. The result of this was that we had to come to terms with profiles that were somewhat more difficult to interpret. Nevertheless, thanks to the collaboration of our colleagues from Era-Arqueologia, all these inconveniences were minimised, to such an extent that as of today we believe our decision was the right one.

THE STRATIGRAPHIC SEQUENCE OF SECTION L1 (CAMPAIGNS 2009 AND 2010) The excavation area decided on by the UMA team was larger than the 1997 dig: it was a rectangle with the longer sides oriented N-S and measuring 10.40 x 6.80 m (Fig. 3). There were two purposes behind this increased surface area for research. Firstly, a desire to record, at least partially, the surface morphology of this stretch of Ditch 1, in a sector that was necessarily adjacent to the access zone, just as proposed at the time based on the interpretation of the aerial photograph later confirmed by the geophysical work. Secondly, we wished to evaluate the possible existence of prehistorical stratigraphy on the contemporary surface at the time when Ditch 1 was being used in this stretch of the enclosure4. The stratigraphic results of the extensive excavation were as follows: underneath a layer of filling almost one metre thick, churned at depth by modern ploughing (EU 108), the archaeological sequence was found unaltered. The first stratum that could be recorded, 18 cm thick, had an orange tone (EU 112) whose inclusions were basically pottery and material remains from the late medieval Islamic period55. This deposit lay directly on the geological substratum (EU 110) immediately underneath and partly on the more superficial filling strata at the filling of the ditch (EU 111). This shows that at least in this sector and from that time on, there is no prehistorical stratigraphy conserved on the surface. EU113, an interface that defines Ditch 1, has in outline the aspect of a “parabola”

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which goes from SE to NW. The maximum width is from 5 to 5.50 m, which is gradually reduced until it comes to an end at the northern perimeter of the enclosure. Part of the enclosure can be seen, marking out the access zone or gate into the enclosure (Fig. 3). The end shows a certain tendency towards flattening and the estimated width is c. 3 m. The width of Ditch 1 was probably almost 9 m in some sectors, gradually becoming thinner as it approached the gate zone. This long ditch was made by excavating directly on the geological substratum. Once a ground plan had been put together of the morphology of the final stretch of the ditch, efforts were focused on completing the record of the filling sequence up the base. Work was carried out in the old ERA dig dating from 1997, based on the deepest point reached at that time. The surface area researched here was somewhat less than in 1997 - a rectangular area of 1.80 m wide by 6 m long, oriented N-S, that was gradually reduced until the bottom of the ditch was reached. In order to describe the stratigraphy detected (Fig. 4), we shall unfold it from the deepest levels to the most recent, i.e. in the opposite way to its documentary record. In this way, the oldest action recorded was the actual excavation of the ditch (EU 113). It is a clear-cut V-shaped ditch. The maximum depth of the filling is 3.50 m. The first archaeological context that was formed by filling in the base of this great negative structure has been identified as EU 140. It was only observed on a very small surface area, c. 17 cm, of semicompact dark brown sandy ground. Archaeological material is virtually absent: we only recorded a fragment of an internally enlarged rim of a plate (t. 1.2) (Fig. 5)66, a piece of a rectangular pottery loom weight, with two perforations at one end (Plate 1: L1 A 0310); some remains of fauna and a tiny fragment of what is possibly mineral copper, awaiting classification. A further level was deposited on this stratum, EU 139, resting again on the ditch walls, c. 15 cm thick. This unit was sandy, greyish-brown, with small pieces of brick, particles of coal and various different stones, including schist, which in some cases had been thermally altered. The stratum contained pottery and faunistic remains. Within the same matrix we observed an apparent arrangement in layers (Fig. 6), in such a way that a first sublevel – the thickest – was recorded (EU

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139a), with a certain concentration of faunistic remains together with a little schist figure (Mata Vivar et al., 2011) (Plate 1: L1 A 0315). On top of this we recorded the presence of a further shallow layer of a similar sedimentary matrix (EU 139b), which contained, among other materials, a small almost complete plate or bowl (t. 1.1.b) (Plate 1: L1 A 0288), with stones apparently laid out around it (Plate 2). As for the pottery in 139b (Plate 1), together with the small plate just mentioned, eight pieces from the rims of open recipients were found - a simple-rim plate (t. 1.1), a plate with an internally enlarged rim (t. 1.2), two open cups with a simple rim (t. 2.1), an open cup with an internally enlarged rim (t. 2.2), a carinated cup with a hyperboloid body (t. 3.3), two open pots with a flat or rounded rim (t. 4.1), a thick pot (t. 4.2) and a loom weight. The fauna found in the study consists of fragments of jaws, vertebrae and pieces of extremities, mainly from herbivores. Even though the surface area researched in this stratum is still limited, the layout of some elements such as the bowl and the stones around it, covering a first series in which the presence of faunistic remains stands out, with no signs of erosion, and the presence (not very usual in this kind of filling) of the schist figure, enables us to propose that we are in the presence of a first deliberate deposition. Above EU 139 a different level is formed, 12 cm thick, looking like the preceding level and called EU 134. It is characterised by containing pottery fragments and orange-coloured clay nodules, resulting from the decomposition of bricks, and a higher amount of charcoal . There was a fragment of a small copper utensil, that cannot be classified, and the upper jaw of a small mammal. Among the remains of potted plates recorded there are pieces with the following shapes: a plate with an internally enlarged rim (t. 1.2), two pieces from open cups with a simple rim (t. 2.1), an open cup with an internally and externally enlarged rim, a fragment from a carinated cup with a hyperboloid body (t. 3.3), three pieces from open pots with a flat or rounded rim (t. 4.1), two from thick pots (t. 4.2) and two from closed pots (t. 4.2) and a handle. This stratum is covered by another that is completely different, called EU 129=136. Almost 30 cm thick, it is greyish-white, semicompact and sandy, with fine grains, apparently resulting from the decomposition or dissolving of the actual gabbro diorites that make up the ditch


walls. There is no archaeological material and it is formed against the two internal faces of the ditch. This sediment would extend to this depth along the surface area of at least this stretch of the ditch. One of the most interesting aspects of the research in Ditch 1 is what happened after the formation of this level: the excavation of a series of shallow pits of diverse morphology, which cut the supposed original surface again and again through this powerful sedimentary package (Fig. 7). Some of them, such as EUs 137.1 and 138.1, small and oval, were located next to the eastern side of this stretch of the ditch (Plate 3). More specifically, the pit called EU 137.1 was 4 cm deep and markedly oriented transversally to the ditch’s main direction. It contained a greyish-brown sandy sediment (EU 137) and all it brought to light was a fragment of a skull, possibly of a sheep or goat. We should point out that the occasional deposition of faunistic remains was already noted in the excavations carried out in Ditch 3 (Valera and Godinho, 2010: 30) on the same site. The pit called EU 138.1, larger than the previous one and excavated to a similar depth, only contained a sedimentary matrix similar to 137, but with no material. The central zone of EU 129=136 is cut by a series of shallow pits of a decidedly oval shape, which are superimposed on each other (Fig. 7 and Plate 3). The deepest is EU 133.1. Its filling, EU 133, contained a piece of a plate with an internally enlarged rim (t. 1.2), two from plates with an internally and externally enlarged rim (t. 1.3), a piece from a carinated cup with a hyperboloid body (t. 3.3) and two from closed pots (t. 4.3). This stratum, only 7 cm thick but most probably initially thicker, is in turn dissected by another pit of a similar width, which destroys its southernmost sector. The ground plan of the latter is pseudocircular, called EU 135.1, and its execution supposes the lack of a physical connection between 129 and 136. It contains remains of pottery; three pieces from plates with an internally enlarged rim (t. 1.2), one from a plate with an internally and externally enlarged rim (t. 1.3), another from an open cup with a simple rim (t. 2.1), a fragment from a closed pot (t. 4.3), a pebble, a fragment of quartz crystal and remains of fauna (fragments of a jaw, a rib and a phalanx). The top of EU 133 is intersected by another pit named EU 131.1. The filling is 5 cm thick (131), the matrix is clay, semicompact, brownish, with inclusions of gabbro diorite nodules. The pottery is very fragmented, including some pieces of plate and pot rims (one from a plate with

a simple rim (t. 1.1), another from a plate with an internally enlarged rim (t. 1.2), and another externally (t. 1.4), together with four open pots with a flat or rounded rim (t. 4.1). There are some pebbles and faunistic remains, among which is a bovine horn (which has two small quadrangular perforations), together with a jaw that could be from a member of the suidae family. The highest and most recent of all these pits that cut through stratum 129=136 is called EU 128.1 (Fig. 8). It covers a large surface area, almost all the area documented. Its filling, EU 128, is almost 20 cm thick. The matrix is yellowishbrown, fine sandy grains, with nodules of decomposed gabbro diorites. The inclusions are small stones, together with pottery remains; a piece of a plate with an internally enlarged rim (t. 1.2), another from a plate with an internally and externally enlarged rim (t. 1.3), one from a carinated cup with a hyperboloid body (t. 3.3), and two fragments from open pots with a flat or rounded rim (t. 4.1). There is also a significant presence of faunistic remains. Although still awaiting specific studies, they would seem to belong to large herbivores (fragments of large bones, vertebrae and phalanxes) (Plate 4). Stratum 129=136, where all the traces of the recuttings we have just described are recorded, is definitively closed by a yellow level with a clay-like matrix, medium compact, called EU 122, covering the whole surface area researched, supported by the two ditch walls. The package is 11 cm thick and among the inclusions fragments of plate pottery prevail, together with faunistic remains, some pebbles and the specific presence of very deteriorated brick remains. Among the pottery shards the highest percentage corresponds to body fragments, following the general picture, although there are some pieces of rims, from three simple rim plates (t. 1.1), four plates with an internally enlarged rim (t. 1.2), two plates with an internally and externally enlarged rim (t. 1.3), and some cups (two with an internally enlarged rim (t. 2.2), one open with an internally and externally enlarged rim (t. 2.3), two closed cups with a convex base (t. 2.4), two carinated cups (t. 3.0), a carinated cup with a conical frustum (t. 3.2), seven from open pots with a flat or rounded rim (t. 4.1) and two closed pots (t. 4.3), as well as a fragment from a simple globular recipient (t. 7.1) and a conical or cylindrical frustum cup (t. 12). The EU 122 deposit is partially covered by a stratum with a sandy matrix, clean and greyish, very similar in nature to the

above-mentioned 129=136, which we called EU 123. It rests on the eastern wall of the ditch (Plate 5 left) and is 5 cm thick. We interpret it as the remains of a different episode of alluvial deposition. This stratum is partially cut by the base of a pit (EU 116.1) which had already interrupted the stratum that covers it (EU.118), as we will see below. A remarkably different layer in terms of its thickness (85 cm and up) was recorded over UE 123. We call it UE 118. It rests against the ditch walls and covers the whole surface area excavated (Plate 5 right). The matrix is a mixture of sand and clay, quite heterogeneous and semicompact, with some nodules of decomposed geological matrix. It contains abundant faunistic remains, medium and small sized stones, and the specific presence of very deteriorated brick remains. As for the pottery, together with numerous shards there is a series of rims corresponding to the following morphologies: four plates with a simple rim (t. 1.2), eleven plates with an internally enlarged rim (t. 1.2), two plates with an internally and externally enlarged rim (t. 1.3), a plate with an externally enlarged rim (t. 1.4), two open cups with an internally enlarged rim (t. 2.2), an open cup with a doubly enlarged rim (t. 2.3), thirty-five open pots with a flat or rounded rim (t. 4.1), three closed pots (t. 4.3), five simple spherical vessels (t. 5.1), one simple spherical vessel with a flat base (t. 5.2), a simple globular vessel with a handle (t. 7.1), a medium or low carinated pot (t. 10) and five loom weights. Neither the pottery nor the fauna show excessive wear, as would be initially expected in a deposit of erosive nature. This stratum can be identified with unit EU 28, documented in 1997, corresponding to the deepest point reached in this campaign and also the starting point for the UMA excavations in 2009. It is important to point out that during the ERA excavation the presence of bell-beaker pottery was recorded at this level (Albergaria, 1998). At this same starting point in our work we were able to record the presence of what we interpret as the base of a long narrow pit, with a tendency towards an “U”shaped section, notably parallel to the main direction of the ditch, and which must have been excavated in the sediment of EU 118. It must even have reached the underlying stratum (EU 123), which it partially breaks, as noted above. It was called EU 116.1. Its maximum recorded thickness is 60 cm, and its width reaches 87 cm. The filling matrix (EU 116) is rather

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scarce, with a clay-like aspect. Inclusions prevail, consisting of abundant large and medium sized stone blocks (granite, diorite and schist), together with a significant presence of faunistic remains (including a bovid defence item) and pottery (Plate 5 right). This level corresponds to EU 74 as named in the 1997 campaign. The pottery remains recorded in 116 are not too different from those in the underlying layers, and consist of: twelve pieces of plates with an internally enlarged rim (t. 1.2), five with an internally and externally enlarged rim (t. 1.3), a piece of a plate with an externally enlarged rim (t. 1.4), two from open cups with a simple rim (t. 2.1), three fragments of open cups with an internally enlarged rim (t. 2.2), twenty-four rims from open pots (t. 4.1), another from a deep pot (t. 4.2), ten from closed pots (t. 4.3), three fragments from simple spherical recipients (t. 5.1), a rim from a simple spherical recipient with a flat base (t. 5.2), and three pieces of simple globular recipients (t. 7.1), as well as two pieces of loom weights. The levels on top of the sequence described were recorded in the campaign carried out by Era-Arqueologia (Lago et al., 1998a). There were alternations among the depositional levels where the matrix prevailed over the inclusions (EUs 50 and 31, the latter contained bellbeaker pottery) and other packages where stones of diverse sizes prevailed over the other components (EUs 37 and 11), arranged stratigraphically, in our opinion, which could be very similar to what was observed between EUs 118 (28 in 1997) and 116 (74 in 1997).

FINAL REMARKS: BACK TO THE THEORY In our opinion, the archaeological work carried out by the UMA in Perdigões from 2008 to 2010 was a good test to make a preliminary assessment of the pertinence and scope of our general model in peninsular ditched enclosures. Some remarks can now be made. First of all, the geophysical survey produced a new planimetry of the site. There is an almost absolute prevalence of negative structures over positive ones, and an apparent lack of residential or defensive constructions, in a place whose topography is hardly suitable in itself for such purposes. There are various monumental gates on the site – more specifically gates 2 and 4 in Ditch 1 – that recall the famous

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“crab pincers” and other typical variations in European Neolithic enclosures (Márquez Romero and Jiménez Jáimez, 2010: ch. 5). This can be combined with the results from excavations carried out by EraArqueologia (2007-2010) on rings 3, 4, 5 and 6 (Valera, 2010; Valera and Silva, 2011), and by the UMA itself (2009-2010) in Ditch 1 (Márquez Romero et al., forthcoming), which make clear the accumulative nature of the site and its long temporality, most probably more than 1000 years, with rings that were built when older ones had been filled (Tab. 1). All this makes us think of reiteration, over hundreds of years, of the same notion of an enclosed circular space or enclosureness idea (Scarre, 2001: 24). In short, the work carried out so far seems to confirm the assignation of Perdigões to the world of European ditched enclosures and the huge difficulties in matching the documented archaeological record with the expected record of a typical prehistorical peasant village. On a microspatial level, the excavation was most illuminating (Fig. 9) and enables us to go deeper into the reposition hypothesis, which we proposed at the beginning of this paper to explain the filling of Ditch 1. More specifically, it brings to light evidence that induces us to reaffirm the original hypothesis in its essence, in other words the eminently anthropic nature of the formation processes of the archaeological deposits under study. And yet at the same time it introduces variables that question the simplicity of some of our initial arguments. In particular, we should underline the fact that, as opposed to the first idea we had about a process of rapid and homogenous filling, we now admit the possibility of distinguishing at least two stratigraphic phases of filling, each with its own timeframe7. They are described below. a) The initial phase seems to be represented by reiterated acts of deposition in the deepest parts of the ditch. The sequence starts with what we could call “initial deposits” or “foundation deposits” (EUs 140 and 139), in which bone, stone and archaeological material remains are all significantly combined (as pointed out above, we could highlight a small schist figure). This was followed by a homogenous, sandy and archaeologically sterile deposit (EU 129=136), possibly formed during a flooding event on the site8. A series of small pits were excavated on this layer, in some cases superimposed (128.1, 131.1, 133.1, 135.1, 137.1 and 138.1). If they had been made on another matrix, they could

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possibly have gone unnoticed, but the particular nature of package 129=136, which they repeatedly cut, made their identification easier. Each pit contained recognisable depositions. Further episodes, presumably natural, were found above these levels (EU 123) of a similar nature to the one mentioned above EU 129=136. As is well known, traditional hypotheses defend the filling of this kind of ditch due to their use as water channelling infrastructures, with a more or less sophisticated combination for a hypothetical secondary use as containers of detritus or of the soil removed by erosion from the occupation areas situated around them. As opposed to this, we believe that the sequence described suggests the realisation of successive deliberate depositions, probably done from within the ditch itself. Neither the dragging and sedimentation cause by erosion of surface material, nor uncontrolled dumping from outside the ditch – to be expected at a simple waste landfill – nor fluvial sedimentation involving a supposed channelling of water can explain the repeated cutting episodes of the pre-existing strata to create small concavities or pits, or their filling with artefactual and ecofactual material of a select nature. In our opinion, the conscious and deliberate nature of such action is clear, while its reiteration and the selection of the material deposited point towards a possible ‘ritualisation’ of refuse management (in the sense explained in Bradley, 2003, 2005; and in Márquez Romero and Jiménez Jáimez, 2010: ch. 9-10). b) The second phase is identified in the upper stretches of the filling. We think that it is documented from EUs 116 and 118, excavated in 2009, and in most of the EUs excavated in 1997 by Era-Arqueologia (Lago et al., 1998 a and b; Evangelista and Jacinto, 2007). More specifically, EU 118 is different from the underlying packages, almost 1 m thick, and it shows a high content of fauna, pottery (with hardly any signs of wear) and stone remains. After the formation of this level, we find signs of a new pit (EU 116.1) which crosses at least this stratum and the one immediately below, but its characteristics are different from those in the pits we saw in the first phase. EU 116 is thicker and shows a decidedly longitudinal tendency, parallel to the main central direction of the ditch, and in its filling a great percentage of large and medium-sized stones prevails, together with abundant remains of fauna and pottery shards. Furthermore, this pit, which starts at a point near the ditch


enclosure, becomes thicker as it goes in, recalling the recuttings that are so frequent in other European contexts99. Our colleagues from Era-Arqueologia interpreted this part of the sequence excavated in 1997 as the result of natural formation processes, understanding the abundance of stones as the traces of the collapse of a large stone structure outside the ditch (Lago et al., 1998a; Evangelista and Jacinto, 2007). In a similar way to the previous phase, we think that the erosive deposit cannot by itself explain this concentration of stones or their deposition, especially when the geophysical surveys seem to deny the existence of any kind of positive stone structure near the ditch. Even though we are working with less updated information, and awaiting a more detailed study to be drawn up together with the 0 , we think we are in a Portuguese team101 position to recognise evidence of deliberate anthropic formative processes in the upper part of the ditch filling. One last observation. Although lacking the expected radiocarbon dating and other detailed studies, the typology of the pottery artefacts found points towards the Middle-Late Chalcolithic period for the filling as a whole. This means that Ditch 1, which covers a surface area of almost 16 Ha, was built around the middle of the 3rd millennium cal BC. The scarce bellbeaker pottery found (1997 campaign) seems to be concentrated in what we have called the second filling phase of the ditch. We do not know yet if this could have some greater chrono-cultural significance and if it is prudent to think that the two phases could be separated by a considerable period of time, or if, on the contrary, the stratigraphy analysed is the result of a more continuous process. In short, the stratigraphy of the filling in Ditch 1 would in general confirm the clearly prevalent nature of anthropic filling and its taphonomic relation to the world of European enclosures, although it also warns us of the behavioural complexity that is entailed with such human practices, so much so that it could disprove our modest theoretical models. This makes a thorough task of reflection absolutely necessary, together with an approach to better worked-out theoretical proposals that should be evaluated in future fieldwork. NB: The archaeological activity was financed with funds from the Secretary of State of the Ministry for Science and Innovation Research Project I+D+i HUM2007-63419/HIST on the one hand,

carried out at the University of Málaga and entitled “Rethinking Tartessos under the prism of identity: the Phoenician component”, and on the other, with funds from the Regional Government of Andalucía Department of Innovation, Science and Business, through Research of Excellence Project P08-HUM-04212, entitled “The archaeological Study and Heritage Management of the ditched enclosures in the southwest of the Iberian Peninsula (Andalucía, Algarve, Alentejo)”. Era-Arqueologia S.A. and Esporão S.A. provided logistical support on various occasions for the team of Spanish archaeologists. Endnotes 1 Era-Arqueologia is the entity that started

research on the site. Its team modified the initial approaches and now includes the site in the continental category of ditched enclosures, laying special emphasis on funerary and cosmological aspects (e.g. Evangelista, 2003; Valera et al., 2007; Valera, 2008). 2 The first aerial photographs of the site were

taken by the IPPAR in August 1997. In the same year ERA-Arqueologia took another series of aerial photographs; the photographer was Manuel Ribeiro. 3 The geophysical surveys were carried out by 3

Eastern Atlas Geophysical Prospection (georadar) and Becker Archaeological Prospection (magnetometry).

4 The archaeological methodology employed

was the same as in preceding phases: the excavation of natural levels in the inverse sense to their formation, following the parameters recommended by the Global Research Programme for Perdigões for recording purposes, under the responsibility of the Archaeological Research Team (NIA) of EraArqueologia S.A. Each significant finding was georeferenced. 5 In the work carried out by ERA-Arqueologia in 1997 the remains of a medieval Islamic site were uncovered in this sector near the ditch (Lago et al., 1998b: 31).

6 In order to classify pottery forms we used the

general typology of the site (Valera, 1998). This typology can be consulted in Fig. 5 of our article. The pottery types mentioned in the text (for example t. 5.3) should always be consulted with Fig. 5, although to avoid unnecessary repetition in the same paragraph, reference marks are omitted in the text. 7 Two main moments of filling for ditch 3 have

also been identified on the same site (Valera and Godinho, 2010: 30). 8 Erosive levels which sometimes come to light

in ditch filling are traditionally explained as the result of wall erosion in the ditch. We do not reject this possibility, although we are weighing up the hypothesis that they could have originated in the erosive decomposition of a bank, which as deduced from the geomagnetic surveys carried out on the site (Márquez Romero et al., 2011b), must have accompanied the layout of Ditch 1. This is usual at many other European

sites (Márquez Romero and Jiménez Jáimez, 2010: ch. 5 and 6). 9 Recutting is understood as the re-excavation,

once the ditch has been filled, carried out on its filling. This recutting is therefore usually longitudinal to the ditch; the geological substratum is never excavated. Once the recutting is done the new ditch is then filled in a similar way to the others. 10 The publication of the final excavation report will also include the complete and updated results of the 1997 and 2009-10 campaigns.

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CHRONICLE OF A TWO-STEP AND 25 YEAR PROCESS OF COMPLETION. A TRIBUTE TO LUIS SIRET, PIONEER OF SCIENTIFIC PREHISTORY IN ANDALUSIA, AND MUCH MORE… Arturo Ruiz Rodríguez Centro Andaluz de Arqueología ibérica [ arruiz@ujaen.es ]

On September 2010, the Ministry of Culture of the Regional Government of Andalusia organised the Luis Siret Memorial in Antequera (Málaga).The event was subtitled “1st Congress of the Prehistory of Andalusia”. The purpose of the meeting was to pay due tribute to the researcher whose work marked the starting point for Prehistory in Andalusia on the 150th anniversary of his birth, on 26 August 1860. This date, as if it served to round off Luis Siret’s life cycle, also coincided with the commemoration of the 75th anniversary of his death in Cuevas del Almanzora (Almería) one year earlier in 2009. Therefore, the activities of the Memorial started with an Institutional Ceremony at the tomb of the prehistorian in the cemetery of Águilas (Murcia) in July 2009. The commemorative activities continued at Cuevas del Almanzora with the presentation of the Luis Siret Memorial activities and the opening lecture by Prof. Fernando Molina González from the University of Granada. During this official opening, reference was of course made to the transcendent meeting held in Cuevas del Almanzora twenty-five years before, on the 50th anniversary of the death of the pioneering researcher. That meeting was co-ordinated by Prof. Oswaldo Arteaga Matute from the University of Seville. The event was brought together in what is nowadays a classic book in the bibliography of prehistory in Andalusia: “Homenaje a Luis Siret” (VVAA, 1986). The institutional ceremony of July 2009 and the Siret Memorial event as a whole were undoubtedly a tribute to the Belgian researcher. However, through a second reading of the opening lecture, and as is also stated in the Congress goals, the event was also in honor of the 1984 Tribute to Siret. This was made evident during the Congress in Antequera as a complete non-stop recording of the Cuevas del Almanzora meeting was shown in the lecture room hallway during the whole event. Many of those present in the 1984 meeting in Antequera twenty years before were somewhat surprised when seeing themselves in the recording and when noticing how much they had changed. Also we were moved by the appearance of those in the recording who are no longer with us but are not forgotten, and are now steps in the tower of knowledge of the Prehistory of Andalusia. These include prehistorians like Antonio Arribas Palau, Pilar Acosta Martínez, Javier Fortea Pérez, M.ª Dolores Fernández Posse, Manuel Fernández Miranda and Wilhelm Schüle, among others. The first Tribute to Siret in 1984 endeavoured to determine the state of prehistory archaeological studies as a discipline. This coincided with such a politically transcendent moment: the transference of political competence in Heritage from the

Ministry of Culture of the Government of Spain to that of the Regional Government of Andalusia. The presence of the General Director of Cultural Properties, Bartolomé Ruiz González in the meeting stood for the approval of the Andalusian Government for the rise of a new political model and a chance to promote a new research management model. This was the archaeological mindframe of the time and, although coherent, was lacking something; in 1984 the idea of Heritage presiding the Siret Memorial in 2010 - as clearly stated in the third subtitle: “Safeguarding Prehistoric Heritage”- was not yet in the minds of prehistorians in Andalusia. For all these reasons, the time from 1984 to 2010 can be defined as a transition period from the recovery of the study of Prehistory under a new strategic research proposal to the idea of Prehistoric Heritage as part of a chaîne operatoire incorporating different functions into a sole work process - an innovative process capable of transmitting the results of research to society in general.

CUEVAS DEL ALMANZORA, 1984: RECONSIDERING THE RELATIONSHIP BETWEEN TIME AND SPACE IN THE PREHISTORY OF ANDALUSIA. To set the context of this topic, the structure of the 1984 Luis Siret Tribute Congress was new in that it was far from the traditional structure of archaeology conferences – namely, the NCA‘ congress structure (National Archaeology Congress). This new congress structure of the 1984 Luis Siret Tribute was articulated around the relationship between the temporal framework of Siret’s topics and the territories thereof - which were the central topic of the conference, i.e. the territories in the Southeast of the Iberian Peninsula. The meeting discourse progressed with the idea of territorial analysis as a guide, the dating topics being overshadowed by the Siretian topics, and coming to an end where cultural phases lost their nature as “archaeological”. The paradigm shift in the discipline was evident in the way in which the presentations were divided up. The majority of the presentations contained the word territoriality in their title (54.7%), as opposed to those that focused on a specific archaeological site (22.7%), and both together clearly predominated (77.4% of the total) over the scarce number of presentations focusing on portable objects (only four, or 7.4%) and on methodology (7.4%), which was not really the topic of the conference. There were a further four presentations on historiography (7.4%), which were more inspired by hagiography than by a critical epistemology of Prehistory.

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In any case, the winds of change were blowing. The new paradigm announced in the Cuevas del Almanzora Congress was backed by the crisis of Wheeler’s methodological model which was limited to a sole rigid reading of archaeological stratigraphy and which only placed objects in time. The basis for the new proposals, evident today in the “Homenaje a Siret” classic book, were inspired by the work of K. C. Chang’s (1976) who poses to broaden the basic unit of work in archaeology to the archaeological site, of Clarke’s new systematisation of the spatial scale (1968) and of the development proposed by E. Higgs and C. Vita Finzi (1970) who defined the site’s catchment area, or even the idea of a territory containing various sites as later ratified by the work of I. Hodder and C. Orton (1976) on spatial archaeology. The concept of multi site territory in Spain was echoed for the first time at the Soria Congress (VVAA, 1981). It also experienced a gigantic epistemological leap forward in 1984 at the first meeting on Spatial Archaeology held in Teruel (VVAA, 1984). The paradigm shift also meant that the concept of archaeological prospection had to be re-evaluated. This new approach to Prospection would become a reality a year later when the first Archaeological Regulations of Andalusia was issued; a non-hierarchical list of archaeological works in which prospection was no longer just an activity to be carried out before excavation but an end in its own right and an independent phase on the same level as other archaeological works allowing the definition of a methodological strategy to be followed in systematic research projects. The discourse at the Siret Tribute was also relevant as it laid the foundations for making the methodological changes undergone by archaeological research in other areas in Europe a reality. These included those changes that had still not been carried out in Spain in the early 1970’s because of the “everything is well tied down here” principle that was so popular in our country during late Francoism. The discipline of Prehistory as defined in the Cuevas de Almanzora meeting was in fitting with the new political situation. Furthermore, and also with the approval of the public authorities in Andalusia, it opened up a process of change and adaptation to the reality that shortly made the initial proposals of the new paradigm old-fashioned. This process of change even got the “Andalusian Archaeology Model” itself caught up in a necessary revision. These seeds sown in the Cuevas del Almanzora 1984 meeting flourished from 1985 to 1991 (Ruiz Rodríguez, 1989, 2003; Salvatierra Cuenca, 1994).

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ANTEQUERA 2010: RECONSIDERING THE RELATIONSHIP BETWEEN PAST AND PRESENT IN THE PREHISTORY OF ANDALUSIA In the Antequera meeting held in 2010, the discourse moved forward in evaluating Prehistory from a heritage point of view which now needed to include not only research but protection and administration actions and preservation and dissemination activities. These sections correspond to the different phases that make up the chaîne operatoire in Archaeological Heritage and in the Antequera’s 2010 Congress took the form of round table discussion sessions and not that of presentations as in the 1984 meeting. Within the framework of an exercise in dialectics, the new model proposed a two-way road: the study of the past from the present time, and of the present time in which prehistoric archaeological heritage is contextualised from the past. As pointed out in the Congress prologue, Prehistory as a discipline is understood in a “scientific and political way at the same time”1, i.e. as two overlapping spheres that hinder the total independence of either one. Research topics multiply when crossing the perspective of present time with the topic of the social identity characterisation: gender, violence, racial diversity and daily life. Similarly, from past towards the present the model is relevant when dealing with public awareness for heritage protection. In opposition to the concept defined in the aims of the Antequera Conference, here I propose an alternative viewpoint to the thesis which confronts Research and Management. From the perspective of the above comings and goings from past to present, which as I have already stated as being better adapted to the discourse of Antequera, my alternative analysis would follow the dialectics characteristic of the process of intellectual work built around a basic core that articulates the gaining of knowledge, its recording and interpretation through the transfer thereof to society by a series of decisions that are defined in Protection and Preservation phases. These two phases of Protection and Preservation - usually linked to Management and strangely separated from Research- evolve on the basic core from a transversal and interdisciplinary standpoint, just establishing the frames and conditions under which the implementation of the work process becomes reality. This transversality is not irrelevant either in the choice of the

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conditions created for the defence, administration and preservation of prehistoric assets, as transversality is conditioned by the chaîne operatoire in the dialectic relation between past and present time; present time being also conditioned by transversality. The best piece of proof for the dialectic relationship between Research and Management has been the exhibition of posters, most of them signed by professional archaeologists in which it was made evident that the reason for an archaeological intervention does not limit the results of research if a rigorous record is made and we manage to direct the right questions to the site. The conclusion of the Congress prologue is very clear in its final goal: “Apart from its essential contribution to our knowledge of past societies, Prehistory has been used in recent years for educational purposes, for bringing the community together, for entertainment and economic development or as a creator of models of social evaluation. This is the natural consequence of accepting the fact that archaeology consists of something more than implementing scientific methods to obtain and interpret data. These new dynamics are those that we intend to analyse and understand in this, our meeting”1.

DEBATES ABOUT THE PREHISTORY OF ANDALUSIA TODAY: THE OUTBOUND JOURNEY INTO THE PAST The Congress was organised and structured on the conceptual basis of a return trip from the present to the past. The event included the celebration of seven round tables: four dealing with Research (Historiography, Archaeometry, Territory and Society), one about Protection and Administration, another on Preservation and finally one about Dissemination. This structure therefore resembled that of the chaîne operatoire of archaeological heritage management. The first session started at 9.30 am on 22 September with a welcome address from the Mayor of Antequera, Ricardo Millán, and the presentation of the Government of Andalusia’s policy for archaeological heritage management by the Regional Minister for Culture, Paulino Plata Cánovas. On the same day, the first Menga Medal was received by Eduardo Apellániz on behalf of all the associations that make up the public group for the Defence of the Protected Landscape and the ValencinaGuzmán site: Aljarafe Habitable, Asociación para la Defensa del Territorio


del Aljarafe (ADTA), Ateneo de Valencina, Forestier de Guzmán, Los Dólmenes and Valencina Habitable. The round table sessions were participative and, as to be expected, in several cases no conclusions were reached when the debates ended. Thus, the audience’s interest in holdings such future meetings was made clear. Focusing on the first journey (the outbound trip to the past) a debate which had been initially opened up in 1984 was transcendent; the topic of social hierarchy during the Bronze Age. This idea had already been proposed and defended by researchers like Oswaldo Arteaga and Hermanfried Schubart (1986), and Vicente Lull and Jordi Estévez (1986). The possible existence of a social hierarchy during the Bronze Age was taken up again in the round tables sessions on territory and society. The purpose was not to debate whether there is a recognisable social hierarchy or not, something of general current acceptance. Instead, its purpose was to debate whether it was possible to evaluate the existence of a consolidated power structure of something which can resemble a state, as authors like Juan Antonio Cámara Serrano and Ana María Roos have postulated or if only weaker forms of hierarchy existed as defended by Gonzalo Aranda Jiménez, who postulates the commonness at this time of forms of reciprocity like gifts, although not yet in an agonistic way. The debate, however, has now been moved further back in time to the Chalcolithic period where opposite positions have broader margins: from the peasantisation theories of Narciso Zafra de la Torre, who proposed an extension in time of segmentary societies with his analysis of the appearance of forms of the core family; to the work of other authors in which the existence of hierarchies in the territory is underlined and a link is made to the theoretical tradition of an unequal Argaric society. On the outbound journey to the past it was noticed how important it is to go deeper into studies on ideology in prehistoric and protohistoric societies. This subject has almost been disregarded in recent years because of the crisis of the traditional model that was limited to a strictly stylistic and typological viewpoint. Works such as those by Carmen Rueda Galán now propose renovated strategies in iconographic analysis allowing the study of Iberian society structure though the evaluation of the gestuality of images and their contextualisation. Also those of Gonzalo Aranda Jiménez concerning new readings of different practices of social reproduction which, as in the case of

commensality, give us a close up representation of society and its way of life. Also the work of Leonardo García Sanjuán which demands the incorporation of the places of memory into territorial analysis. Within this new conceptual setting that opens up the Prehistory of Andalusia to the twenty-first century, the new theoretical currents appearing cannot go unnoticed like the Post-colonialism proposed by the work of Ana Delgado Hervás, which heralds an extraordinary wealth of discourse for future debates. In the field of methodology, two round table discussions were held both of great importance for the future of research into the Prehistory of Andalusia: Territory and Archaeometry. In those sessions, the contradiction between the acceptance of the importance of both topics and the weakness of their application and outputs were denoted. This has also been claimed, although from different stances, by authors like Leonardo García Sanjuán and Juan Antonio Cámara Serrano on the topic of territory, or the researchers attending the Archaeometry round table sessions. The development of the latter was taken up by José Clemente Martín de la Cruz whose main concern was the need to homogenise data records with systematic protocols, ensure the taking of samples on all excavations and training specialists, as was set forth in the early policies of the regional Ministry of Culture with the creation of training grants in Archaeometry for Andalusian archaeology students.

THE JOURNEY BACK TO THE PRESENT Within the journey back to present and, in particular, at the Historiography table sessions, the Congress outlined the value of the documentation contained in the different archives when they undergo a contextualisation and critical analysis. This was the case in Siret’s archive and the crossing of work texts studied by Antonio Madrigal Belinchón; also the study of the correspondence with other researchers of the time, as did Juan Pedro Bellón Ruiz with the correspondence held between Luis Siret and Manuel Gómez Moreno. In any case, the most significant conclusion from this round table session was that the demand rose to create a History Archive for research into the Prehistory of Andalusia. This would ideally be a Digital Archive, with audio data too, that would act as a place for information that would be, in many cases, given the special unrepeatable strategy of the archaeological methodology the only place from which to abstract information on

certain archaeological sites. That model, which is not new as it was already proposed by the European Union AREA Project (Archives of European Archaeology), is an excellent remedy for the incorrect use of archaeological information in those political projects dealing with identity or post-colonial relations that in Andalusia have their referent in the East-West contradiction. Ángeles Querol Fernández opened the Administration and Protection round table session posing a difficult question: should we excavate less in order to ensure the protection of archaeological heritage? There is no doubt that we have to ensure conditions for the preservation of archaeological remains. A programme that limits the goals of research and dissemination ie the transfer of material results of research (thus restricting the social aim of archaeological work) - is not creating an elite perversion? It is true, in any case, that the prehistoric heritage of Andalusia requires a generational expense programme to ensure the constant renewal of debates with new data, and a practical methodology for the integration of new technologies. In the same way it is important to programme economic and social costs as required by the dissemination of prehistoric heritage under the right conditions. One of the most exemplary cases of this was the Argaric site of Castellón Alto (Granada), presented by Marcelino Martín Montero. A further contribution to this debate from the Preservation table was Fernando Carrera Ramírez’s demand, concerning the treatment of Megalithic heritage and the need for the drawing up of heritage evaluation reports when it comes to taking decisions in preservation interventions. The papers by Francisca Hornos Mata on the administration and protection table sessions, and those by Pedro Salmerón, Ángela Suárez Márquez and Román Fernández-Baca Casares on the preservation table, made a significant point by outlining the need to create new instruments for protection and, above all, to integrate archaeological sites into their territorial contexts. An analysis in this regard came from the talk by Marcelo Castro López on Marroquíes Bajos (Jaén) and his idea of the use of the Archaeological Zone as an instrument for protection, along with the work of Isabel Santana Falcón on the archaeological sites of Valencina de la Concepción and El Carambolo (Sevilla). These are two cases in which the city should hold a balanced dialogue with its history. In other words, a synergy with both sides of the discourse ought to happen but within a more

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suitable setting. A second model was the evaluation of networks as instruments of articulation and planning, as it was the case with of the RECA presentation for the articulation of archaeological sites presented by Ángeles Pazos Bernal or the suggestive articulation of museums in networks argued by Manolo Ramos Lizana. On the same line, Pedro Salmerón Escobar and Román Fernández-Baca Casares insisted on the idea of the Cultural Landscape, a historically definable territorial unit, at times diachronic and in some cases frozen in time, which could articulate different heritage groups. In fact, this need was demanded from a double direction, on the one hand by international meetings which since the 1990’s have been defining landscape as a historicised context, and on the other hand, by the need to reach a balance between protection instruments and the basic units of archaeological work, as has been seen since 1984 in the drawing up of territorial studies. Another field of debate on the journey back to the present put forward on the Dissemination table session when Bartolomé Ruiz González debated the segregation of interpretation from public museology. The topic, no doubt, involves a complex debate as it takes us directly to the transfer of the knowledge on prehistory into society, and so it is important as a topic for discussion. In any case, and despite the excesses that might have been experienced in the interpretation of some public collections, it is important not to lose the notion of relevance of standard museums, which with their positivism never generate a comprehensive reading for the general public but only – maybe- a mere display of classified items and the subconsequent conceptual vacuum open to all kinds of misinterpretations. Perhaps more than avoiding misinterpretation, the problem is how to transfer to the museum visitors all of the possible different interpretations; in other words, how the actual debate on a topic can be reflect in a museum exhibition. In any

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case, bringing moveable cultural property to archaeological museums, when they are institutional, should be a priority, as noted by Bartolomé Ruiz González himself and by Ángela Suárez Márquez about the overproduction of interpretation centres. The Dissemination table group also noted the importance of the triangle made up of Education (Paloma González Marcén), quality Tourism (Marcelino Martin Guglielmino) and Civil Society (Isabel Medrano Corrales) in order to articulate the conceptual framework where the knowledge transfer processes take place. Four days of intense work, numerous debates that continued at the coffee breaks or during the free time after the sessions and visits to nearby prehistoric archaeological sites (the Dolmens of Antequera Archaeological Site and the protohistoric necropolis of La Noria in Fuente Piedra) ended in to the closure of the Congress, chaired by the General Director of Cultural Properties, Margarita Sánchez Romero, on Saturday 25 November 2010 at 12.30 pm. The vessel of Prehistory that set sail in Andalusia in 1984 has come into another port twenty-five years later, after a troubled and winding voyage. This port is a place where sufficient maturity for the discipline has possibly been reached. If Prehistory were not her name, we could say that she has made History. Now our ship has to sail through troubled waters in search of new havens to moor in with debate as the wind and methodological rigour as the sky. Endnotes 1 The prologue of the “Siret Memorial. 1st

Congress of the Andalusian Prehistory” could be checked at http://www.memorialsiret.es/

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It was the summer of 1978. We were heading for Puerto de Santa Maria (Cádiz) from Béjar, via Mérida. I was accompanying Manuel Santonja to take part in the excavations of the Pleistocene site on El Aculadero beach, when for the first time in my life I heard of the exceptional archaeological and palaeontological interest of the GuadixBaza Basin. I had actually met Santonja during the excavations in the terraces of El Tormes, in La Maya, when he invited me to accompany him to Cádiz. As that trip in his Renault 18 gave us plenty of time for conversation, I made the most of it to interrogate the young curator of the Provincial Museum of Salamanca about the most diverse issues, some of them concerning archaeological sites. I was saying how much I admired Francis Clark Howell and Emiliano Aguirre, who I had met working on the sites of Torralba and Ambrona in Soria, and above all, my idol Louis S. B. Leakey, the excavator of Olduvai Gorge. Santonja, slightly annoyed, told me, “Soriano, you don’t have to go to Tanzania to work within these chronologies, we have a Spanish Olduvai Gorge in the Guadix-Baza Basin”. At that time, and even today, it was thought improper for archaeologists, and even more for a young irresponsible student like I was, to feel attracted by “the pursuit of hominids”. This was considered a matter for palaeontologists. But it’s so surprising the way things turn out! Years later, Santonja and I ended up excavating at Oldupai together. I spell it with a “p” as this is the correct transcription of the Maasai phonetics. At that time the basin in Granada had not revealed any archaeological sites from the Late Pleistocene, although the palaeontological findings were very promising. The only manifestation of ancient human presence and activity at that time were Miguel Botella López’s excavations at Solana del Zamborino (Botella López et al., 1975) and those of Ruiz Bustos at Cúllar 1 (Ruiz Bustos and Michaux, 1977). Some time later, in 1982, some palaeontological remains were discovered at the site of Venta Micena in Orce; according to Josep Gibert, Jordi Agustí and Salvador Moyá it came from a hominid (Gibert Clos et al., 1983). Agustí and Moyá later reinterpreted it as a young equine (Agustí i Ballester et al., 1987) and this caused quite a stir. Gibert maintained the “humanity” of the cranial fragment (which I had published on the front cover of the “Revista de

Arqueología” [Agustí i Ballester et al, 1983]) and the matter was still in suspense when the deposits in Fuente Nueva 3 and Barranco León were found. Since the discovery of Fuente Nueva, Bienvenido MartínezNavarro and Alain Turq, the scientific discoverers, considered that both the fauna and the stone tools were consistent with their stratigraphic position (Turq et al. 1996; Martínez-Navarro et al., 1997). Alfonso Arribas, who later also found stone tools in Barranco León, a site already located by stratigrapher Juan Antonio Vera and whose microfauna had been tested by Jordi Agustí, opted for an assignation to the Late Pleistocene (Arribas Herrera and Palmqvist Barrena, 2002); the Venta Micena site belongs to the same period. These sites, just like Venta Micena itself, turned out to be highly controversial. There have been arguments about their geological and taphonomic formation, their chronology and the techno-complex to which their respective stone tools belong. Some researchers have even considered them as Mousterian or as outdoor workshops from the Bronze Age. Personally I have been fortunate enough to follow closely and with great interest the excavation and research carried out in these territories, together with Orce, and this is why the scientific editors of Menga have asked me to write some remarks thereon. It goes without saying that my visits to these places and the remains exhumed were always in the company of the site directors, Isidro Toro, Jordi Agustí and Bienvenido Martinez. And so I am obliged to publicly declare my friendship and professional rapport with them (I think all reviewers or commentators should do so). They are, in turn, the authors and compilers of the publication under review. I will try, however, not to make my appreciation for them more evident than is strictly necessary. Here we go then. The 582 pages of this monograph present the results of archaeological excavations carried out in the Pleistocene sites of Fuente Nueva 3 and Barranco León, in the municipality of Orce in the province of Granada. This excavation report complements the numerous publications on specific issues that the research team has unveiled in journals of international impact, generally well

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positioned. But the publication of the report was essential and both the excavation directors and the Regional Government of Andalusia, responsible for the administrative side of the project, owed it to the scientific community. Indeed, it has become common in recent times that the dynamics of research careers honour the publication of articles in impact journals while excavation reports sleep peacefully because of the effort involved and the scarce profitability involved for a curriculum. This practice is scientifically very negative because the interpretation of sites, work and findings requires these details so that they can be critically assessed by those who wish to do so. The appearance of this book is therefore excellent news – and let me repeat, it was absolutely necessary. The report follows a traditional model that details the historiography and the working methods, followed by the appropriate geological studies. All of it is presented in an exemplary manner. The descriptive and analytical study of the exceptional fauna of this, also exceptional, sites then enables us to find out more about the macro and micro fauna in the Iberian Peninsula and its various associations, thereby providing palaeoenvironmental, climate, landscape and chronological information for the stratigraphic series. The taphonomic considerations that enable us to interpret both the formation of the sites and the role played by each of the agents that participated in the formation lead us to assess the role of Pachycrocuta brevirostris, the large hyena, a scavenger par excellence and ubiquitous in the Late Pleistocene, along with Hystrix sp. porcupines that still leave us their secondary but unmistakable traces today in hyenas’ dens in Africa. And, of course, the hominina, representatives of our race, to whom an exclusively scavenging (pre-hunting) role is attributed. At this point our disagreement is considerable. I think the primary access to even large size prey which would be impossible to interpret as scavenging already for Homo habilis has been amply proven by authors like Henry Bunn and Manuel Domínguez-Rodrigo in the light of Oldowan taphonomic studies, at its lower levels almost two million years ago (Bunn and Kroll, 1986; DomínguezRodrigo, 1997; Domínguez-Rodrigo and Barba Egido, 2006). This is also true for other sites of a similar date to Orce, such as Peninj, BK in Oldupai or Swartkrans. If this is documented in all the archaeological records of this period, for which the preservation conditions are good and the taphonomic studies are well-grounded exclusive, scavenging on Late Pleistocene sites in the Guadix-Baza Basin would be striking in the absence of taphonomic evidence to affirm it. This does not invalidate the great suggestive capacity of some, controversial, hypotheses by Bienvenido Martínez-Navarro and Paul Palmqvist, and also Alfonso Arribas, much debated, on the relationship of dependency between Pachycrocuta and Megantereon (Martínez Navarro and Palmqvist Barrena, 1995; Arribas Herrera and Palmqvist Barrena, 1995). Although the taphonomic work is thorough and rigorous, the use of artificial layers in the excavation makes the attribution

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of the remains to the different strata levels difficult, and consequently the interpretation of the series for attribution to the different intervening agents is not easy either. Excavation by natural levels should have made it possible, in my opinion, to approach in a firmer way the chains of agents that accumulate and modify the skeletal remains found. The article on the taphonomy and palaeoecology of Venta Micena is especially appreciated. It is necessary to understand the faunal context in which the first hominina of Europe lived. With the aforementioned caveats on the application of the Mèroc-Laplace method of artificial levels, the tool sets have been described and studied in accordance with the analytical system originally created by George Laplace and perfected by Henry de Lumley. The data provided on the collections and each of the pieces are exhaustive both in their description and in their technological and typological assessment. The consideration of these sets, 932 pieces from Fuente Nueva 3 and 1,292 from Barranco León, as typical of a pre-Oldowan techno-complex, nevertheless, seems to me to be more open to debate. Without going any further than the presence of more primitive tools than Oldowan in Europe, I do not think this applies either to Orce or the Sima del Elefante and Gran Dolina in Atapuerca. Not even to the tools from Dmanisi. My impression – I am not a technologist but I have enjoyed access to all the above-mentioned collections - is that they are certainly very old tools, but their technology is highly predetermined by the raw materials that hominina had access to in their respective catchment areas. If the term Oldowan already involves some technological and cultural connotations that are very questionable outside Africa (where I think it is more appropriate to call it Mode I, like John Desmond Clark does, and think of it as a hotchpotch that is still mostly unknown), the pre-Oldowan concept is even more doubtful since it implies a chronological-culturaltechnological assessment that at the very least can lead to misinterpretations. This is why it is a virtually obsolete term that has even been rejected by its creators and initial supporters like Jean Chavaillon, Hélène Roche and Marcello Piperno (Chavaillon, 1976; Roche, 1989; Piperno, 1993). However, this semantic aspect or interpretation, if you will, seems secondary to me. What really matters is that the tools are consistent with the stratigraphic series where they are found, that is, those characteristic of the Late Pleistocene. The presence of stone overlaps in the operational chains of the two sites, as has already been shown by Beatriz Fajardo Fernández-Palma in her doctoral thesis, prove it, refuting the hypothesis of series mixed by dragging (Fajardo Fernandez-Palma, 2008). In short, I believe the report is an excellent descriptive work, just as reports should be in my opinion, so that, as stated, they can be interpreted at will by whoever wishes to review the conclusions of the first excavators and scholars. All that is left for me to do therefore is to congratulate the editors Toro, Martínez-Navarro and Agustí for their excellent work and encourage them to continue with the same, if not greater, zeal, in their search for this tempestuous and passionate world of human evolution.

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Martí Mas Cornellà Professor in Prehistory at the Open University at the UNED. [ mmas@geo.uned.es ]

So-called schematic art, dated to the Neolithic and Chalcolithic period, is without doubt one of the least-known artistic cycles in Prehistory. There are two main reasons for this. Firstly, the formal simplicity of its iconography, basically composed of stereotypes reduced to their most essential features and which confer on these graphic manifestations an aspect of great perceptive aridity, although not without certain notable exceptions. This is especially so when compared to other artistic styles that are more accessible thanks to a greater degree of realism, such as Palaeolithic or Levantine art, much better known and recognised by everybody. The second reason is the location of the sites where these motifs are usually discovered, almost always in the open air, far away from current roads and paths and difficult to access, which conditions to a great extent their promotion as places to visit. This means we cannot compare them, for example, to many other subterranean artistic sites, which abound in the province of Málaga, at extraordinary sites such as La Pileta, Ardales, El Cantal and Nerja, whose graphic repertoires, despite their all being schematic representations, have an essentially Palaeolithic substratum; these sites do stand out as well-prepared for visits. It is due to these special conditions that, in general, the dissemination of schematic art should be approached by taking it to the public in published means rather than by inviting them to visit the inhospitable places where it is to be found, where they often end up looking at a few brief strokes, which as they are to be found in the open air, are usually so deteriorated that in most cases can only be seen by the experienced eyes of the experts. Nevertheless, the Peñas de Cabrera rock painting complex, lying in the municipality of Casabermeja in the province of Málaga, is a notable exception to this general rule. It is in fact a place with unusual conditions for accessibility, located just twenty minutes by car from the capital of the Costa del Sol and very close to a regional road. The most significant areas can be visited with no difficulties by people of all ages, thanks to the route, designed as a seductive walk through the light and shade of a typically Mediterranean wood, winding among rocks and meadows that make up a secluded hill dotted with rock shelters. In other words, it lies within a splendid landscape, which, in short, helps to enhance the value the archaeological site already boasts. Yet, the intrinsically advantageous situation for the dissemination of this enclave, something that as we have already said makes it highly exclusive, is no obstacle, of course, to its content coming to the public by inclusion in a

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book published to make people aware of these significant landmarks of our historical heritage. The Guía del Enclave Arqueológico Peñas de Cabrera, the subject of this review, was written along these same lines. Published by the Ministry of Culture of the Regional Government of Andalucía, the owner of part of the land wherein lies the site that has also been declared a protected archaeological site (an Asset of Cultural Interest, or BIC in Spanish), it responds to the institution’s interest in disseminating heritage sites that do not require their own management entity and are included in the Network of Cultural Spaces of Andalucía (RECA in Spanish). In this case, 1,500 copies have been printed, conceived of as a complement to the guided visits organised by the Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Antequera Dolmens Archaeological Site), which are also described in the text. The attention of competent institutions for this site is more than justified, as, given the quantity and quality of motifs therein and the fact that they have come down to us in an acceptable state of conservation bearing in mind that they are around 5,000 years old. It is one of the most interesting open-air schematic art sites in the whole Iberian Peninsula. Not in vain did its discovery, in the 1970’s, implied a genuine advance as far as the study and knowledge of postPalaeolithic art in the south was concerned (Barroso Ruiz and Medina Lara, 1982, 1988, 1991). Its location in the province of Málaga, which was believed to be virtually lacking in this kind of prehistorical traces, as at the time it was not known among the sites published in the early twentieth century by Abbot Breuil (Breuil and Burkitt, 1929; Acosta Martínez, 1968), implied a renovation of the interest in research into graphic schematic manifestations in the area, which led to the gradual discovery of new artistic sites that have filled out the current panorama of the space. This enables us to contemplate it today as one of the most attractive sites with excellent perspectives for the future as far as the analysis of this phenomenon is concerned in the region of Andalusia. A key factor, together with other researchers, in achieving this new vision is Rafael Maura Mijares, the author of the publication under review. He has been professionally linked to this site and the other prehistoric rock art sites in the province of Málaga for over ten years now. The popular tone he has imbued his text with is evident above all in the introductory chapters, approaches to Prehistory in general

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and the schematic phenomenon, and in the last chapters, devoted to the interpretation, historical occupation and public use of the site. Nevertheless, in the book’s 150 pages and over 100 illustrations, taken for the most part by two photographers specialising in the subject of Prehistory - Pedro Cantalejo Duarte and Javier Pérez González – there is a wealth of previously unpublished data for the scientific community, in both the approach to the historiography of the site and the description itself of the painted and carved traces. We should point out that we were previously unaware of the carvings, except for cups and the perforations that can be seen on the floor of some rock shelters and that were published by a team of researchers who the author also collaborates with (Maura Mijares et al. 2006). Even though the central topic of this guide is the prehistorical motifs (almost 200 of them in 29 shelters), the vision is broadened by also describing other contemporary sites in the same landscape. Given their location it would appear that Peñas de Cabrera presides over them, a flysch corridor known by the name of Campo de Cámara. With these proposals and laying special emphasis on the dolmen of Tajillo del Moro, right next

to the site, the rock sites and other settlements and necropolis in the area are described, thereby providing us with an interesting contextualisation of this artistic cycle in time (this dimension is completed by the inclusion of a general chronological table of prehistoric art) and space. In short, the book is useful for both the expert and the amateur. The graphic composition is well-balanced, it is pleasing and colourful to the eye, easy and pleasant to read, a worthy addition to the series of contributions that are being published in our country, both nationally and regionally, oriented towards disseminating the exceptional values of our historical heritage in general, our prehistoric art in particular, and much more specifically, this primitive mode of expression that is schematic art, at times ignored because of its simple appearance, disdained for its innocent forms, misunderstood thanks to its cryptic discourse, but which at the end of the day is a portrait of itself that with its precarious means bequeathed us the society of a crucial time in history in which ideas such as production, property and social networks first came to light, and in which, therefore, the foundations were laid for what we are today.

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Márquez Romero, José Enrique and Jiménez Jáimez, Victor. Recintos de fosos: Geneaología y significado de una tradición en la Prehistoria del suroeste de la Península Ibérica (IV-III milenios AC)//Ditched enclosures: Genealogy and Significance of a Tradition in the Prehistory of Southwestern Iberia (4th-3rd millennia BC). Universidad de Málaga, Málaga, 2010, 598 páginas, ISBN: 978-84-9747-319-4 Rui Boaventura UNIARQ, University of Lisbon [ boaventura.rui@gmail.com ]

There are monographs that mark a time period of research and others that become reference books. After going through the pages of “Ditched enclosures” I considered that this work covers both aspects, and will certainly be a valuable resource for that subject now and in the years to come. But that said, I would add that more than the cure, this book is a research diagnosis not only for the Southwest, but also for the remaining territories of the Iberian Peninsula. Ditches and pits (and similar structures with other denominations) are archaeological features that Iberian prehistorians have been finding and trying to explain within a frame of mind related to domestic settlement patterns and their social and cultural implications. The authors start chapter one by reviewing ideas and concepts, proposing and trying to consolidate the terms and ways of describing these types of negative structures throughout the text. In fact in this chapter they elaborate a synthesis of the available data for the Iberian Peninsula (the detailed data of the main sites are reviewed in the following chapter), as well as understanding the origins, evolution and variability of this Pan-European phenomenon. In that sense they evaluate previous studies on the topic since the dawn of archaeological research in Iberian Peninsula until today demonstrating the absence of real critique of archaeological data on the subject. After revising all the major sites from the middle Guadiana and Guadalquivir basins, and Huelva, the reader is reminded again about the scale of dispersion of this type of structures throughout Europe and new insights are referred about it. Probably the most important or at least the most crucial part of this book is the critique and evaluation of previous interpretations regarding negative structures (chapter four). Functions and formation processes of those structures are discussed and a strong case is built against a priori conclusions obtained by other authors, which become a pertinent assessment of to date research. Also, it is in this chapter that extra-European cases are used to strengthen the ideas defended by the authors. If the amount of work about ditches and pits seems flawless and solely depending on the available data, there are two Achilles’ heels in this work: chronology and the relationship with megalithic tombs, the later a possibly related and partly contemporaneous funerary phenomenon

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commonly known as “Megalithism” (Sherratt, 1995; Boaventura, 2009). Although it cannot be blamed on the authors, chronological periods and their designations do vary within the Iberian Peninsula according to research schools and regions. But chronology is one major aspect to understand change and dissemination of ideas and models, namely ditched enclosures. And the authors are aware of that when they claim that “la temporalidad es esencial para comprender la extensión de cada sitio” (p. 372). To overcome the problem of variable chronological designations and boundaries, a chronological set of limits between the 6th and the 3rd millennia BC is presented. Whether one agrees with it or not, this chronological spinal cord allows the reader to better understand how the authors see the evolution of those negative structures. Indeed, the presence of negative structures in early times does seem acceptable, although according to archaeological data the majority of these structures were dug toward the end of the 4th and throughout the 3rd millennia BC. The lack of abundant chronological data explains partially this, but in some situations, such as the case of Martos the available radiocarbon date based on charcoal is insecure. This date was obtained from a nonidentified charcoal piece gathered inside a pit with human burials. More chronological information is needed to substantiate its early dating. The kind of work recently conducted at Perdigões (Valera and Silva, 2011), in which the authors are also involved, is what is needed at other sites. In this case a thorough radiocarbon dating of the filling of two ditches showed a complex situation in which not always the top layers have the most recent material. Despite the fact that the authors indicate in the beginning of the book that they will always refer to calibrated dates BC (“AC”), whether they are using 1 or 2 sigma is not clear, and therefore the way radiocarbon dating is presented raises questions of comparability. Although the evaluation of dated contexts and material (when available from previous publications) seems to be rigorous, all tables of radiocarbon dates do not refer to the program and curve used to calibrate these, as well as do not present always the calibrated dates for both ranges of probability. This led me to think that the authors simply gathered available data presented by other authors who as well normally do not present how they came to those calibrations. Of course the BP date is presented and makes it possible to calibrate correctly all the dates, but it should have been an important

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task conducted in first place. This less rigorous evaluation of available radiocarbon dates can affect and constraint the holistic view and proposed interpretations for these sites. Another relationship that is not unanimously interpreted is that between megalithic tombs and ditched enclosures. In this work the megalithic funerary phenomenon is still very much related with an architectural feature (“sepulcros megalíticos”), commonly known as dolmen tombs. However this approach should have considered a holistic approach like the one conducted for the ditched enclosures. In that sense the expression Megalithism seems to be useful, as it is related to a funerary phenomenon where certain characteristics are common: collective and continuous burial depositions, normally with recurrent artifact deposits that started during the 4th and continued until the middle of the 3rd millennia BC inside natural caves but also constructed spaces such as dolmens, rock cut tombs and tholoi, or even other less known types (Sherratt, 1995; Boaventura, 2009). In that sense it seems that before ditched enclosures became generalized, collective tombs were already being used or built. That is at least what available data

suggest for the South of Portugal (Boaventura and Mataloto, forthcoming) and it does not seem much different in the Spanish southwest. Also there is not solid chronological data to ascribe the beginnings of Megalithism in the 5th millennium BC in the Iberian Peninsula (Boaventura, 2009). The final chapter with the interpretation and meaning of ditched enclosures is the authors’ privilege to argue, and the reader to agree and accept, or not. However, this book makes a strong case for ditched enclosures as aggregation places that should not be ignored. On the contrary, this idea should be tested in new areas and sites for the progress of scientific knowledge about pre-complex societies and their successes and failures in the Iberian Peninsula, as part of a Pan-European set. Following this path recent work (Valera, forthcoming; Valera and Becker, forthcoming) seems to testify exactly the importance and the amount of new data that is being dug out from these structures.

BIBLIOGRAPHY BOAVENTURA, R. (2009): As antas e o Megalitismo da região de Lisboa. PhD

thesis in Prehistory. Lisbon: University of Lisbon, 2 vol. BOAVENTURA, R. and MATALOTO, R. (forthcoming):“Apontamentos para a cronologia absoluta do Megalitismodo Sul de Portugal”, Xelb. Actas do 8º Encontro de Arqueologia do Algarve, Câmara Municipal de Silves, Silves. SHERRATT, A. (1995): “Instruments of conversion? the role of megaliths in the Mesolithic/Neolithic transition in Northwest Europe”, Oxford Journal of Archaeology 14(3), pp. 245-260. VALERA, A. C. (forthcoming):“Fossos sinuosos na Pré-História Recente do Sul de Portugal: ensaio de análise crítica”, Actas do V Encontro de Arqueologia do Sudoeste Peninsular, Almodôvar, (Novembro de 2010). VALERA, A. C. and BECKER, H. (forthcoming):“Arqueoastronomia, geofísica e recintos defossos da PréHistória Recente no Sul de Portugal”, Xelb. Actas do 8º Encontro de Arqueologiado Algarve, Câmara Municipal de Silves, Silves. VALERA, A. C. and SILVA, A. M. (2011):“Datações de radiocarbono para os Perdigões (1): Contextos com restos humanos nos sectores I & Q”, Apontamentos de Arqueologia e Património, NIA, Lisbon, 7, pp. 7-14. On-line: www.nia-era.org

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Perea Caveda, Alicia, García Vuelta, Oscar and Fernández Freire, Carlos (2010): El proyecto AU: Estudio Arqueométrico de la producción de oro en la península ibérica//The AU project: An Archaeometric Study of Gold Objects from the Iberian Peninsula, Spanish National Research Council, Madrid, 490 pages, ISBN: 978-84-00-09156-9 Manuel Eleazar Costa Caramé ATLAS Arqueología y Patrimonio [ eleazarcosta@atlasarqueologia.es ]

The study of prehistoric, protohistoric and historic jewelry is a field that has a long tradition within Spanish research. In spite of this, the majority of studies carried out to date have been characterised by the use of a traditional methodology which is based on the morphology of artefacts and frequently utilises macroscopic examinations, such as the famous work by Nicolini (1990) on Iberian gold objects. Archaeometry has a recent development in Spain, as opposed to other European countries where it has a longer tradition, and this fact has been crucial to understanding why, to date, few studies on jewelry that have applied this type of techniques have been published. Despite this current state of affairs, it should be noted that the progress achieved in recent years in this field of research has been remarkable, in spite of the existing difficulties, which are often linked to a lack of funding for research projects and to their short duration. This publication should be included in this epistemological context, as it undoubtedly represents a fundamental milestone that marks a turning point in Spanish research and could serve as an example for subsequent research studies. Until the completion of the AU Project, there was only one analytical study on gold objects in the Iberian Peninsula that used a wide range of analyses: the study carried out by Hartmann (1970) on European gold objects. Although in recent years, the number of archaeometric studies on gold objects has increased, and although it would be beneficial to carry out a bibliometric study in this regard, the fact is that there is currently no compilation that includes all the available archaeometric information from a comparative perspective. Therefore, the AU project publication sets a positive precedent, given the large quantity of artefacts it has analysed, and could, in the future, serve as the basis for studies of this kind. In recent years, the development of new archaeometric techniques and the considerable improvement of those already in existence, especially Scanning Electron Microscopy, has been remarkable. The emergence of nondestructive and cheaper analytical techniques has been particularly important, in comparison with previous studies that applied other, much more expensive techniques, such as PIXE (De la Bandera Romero, 2007). These developments have been crucial for a project like this to be carried out, a project with considerable technical difficulties, given the heritage value of the artefacts analysed and the need to keep them intact, aspects that are mentioned several times in the publication itself.

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The progress achieved with this project and detailed in this book is remarkable in several respects. Firstly, because in order to carry out this project, the people who undertook the analysis needed to be trained in technical aspects that were not included in our university training system until a few years ago. Of note are the systematic character of the analysis carried out and the innovative character of the results obtained. The analyses performed have focused on the composition of the artefacts and on their external microstructure. One of the advantages of this book is that the latter can be visualised, thanks to the large number of images included in the publication. The analytics applied have enabled the precise identification of aspects such as the manufacturing process, the change in technology and the impact this had on the communities of the past. Therefore, the results of this study not only have implications with regard to knowledge of the technologies used in the past, but also their economic, social and symbolic repercussions. The number of prehistoric and medieval artefacts analysed in this project is low and it is worth mentioning that no Roman artefacts have been analysed. However, this fact may be influenced by the composition of the collections analysed, in which the number of gold objects from each period is not equal. Therefore, in the future it would be useful to pay more attention to the study of gold artefacts from these periods. Similarly, it would also be interesting to subject the data to a multivariate statistical treatment in order to identify whether other patterns might exist with regard to the composition of the soldering and artefacts. In spite of the above mentioned, the fact is that this archaeometric study has significantly improved the knowledge of gold objects in the Iberian Peninsula, especially from the protohistoric period, in which major technological changes can be observed. In this context, this study has established a consistent and systematic analytical base that may be useful, in comparative terms, for results obtained from future archaeometric characterisation studies. In conclusion, it could be said that the Au Project publication is a reference book for future archaeometallurgical studies, both Spanish and European. Given the existing context, in which there was a lack of studies of this kind, this book can be said to have great epistemological value, as it raises new questions

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concerning the role that these technological changes could have had on the economic and social organisation of past communities. In addition, given the large number of published images, this book is also of great educational value, in particular to visualise some of the visualise some of the gold production technologies that were used in the past. In my opinion, given the quality of analysis carried out and the rigor with which the

data was obtained and interpreted, this study will be very useful for carrying out other comparative analyses of ancient gold production in the Iberian Peninsula and other European regions.

BIBLIOGRAPHY BANDERA ROMERO, M. L. de la (2007): “Caracterización de orfebrería antigua

mediante técnicas nucleares de análisis no destructivos”, Sautuola 13, pp. 113-128. HARTMANN, A. (1970): Prähistorische Goldfunde aus Europa: spektralanalytische Untersuchungen und deren Auswertung, Band 2, Mann, Berlin. NICOLINI, G. (1990): Techniques des ors antiques: la bijouterie ibérique du VIIe au IVe siècle, Picard, Paris.

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López de la Orden, María Dolores and García Alfonso, Eduardo (ed.). Cádiz y Huelva. Puertos fenicios del Atlántico//Cádiz and Huelva. Phoenician Harbours of the Atlantic. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía Cajasol, Obra Social, [Madrid], 2010, 362 pages, ISBN: 978-84-92704-31-6 Mariano Torres Ortiz Lecturer in Prehistory at the Complutense University (Madrid) [ mtorreso@ghis.ucm.es ]

This book is the catalogue of the exhibition, which under the auspices of the Ministry of Culture of the Andalusian Government and Cajasol was held in the Museums of Cádiz and Huelva from 22 July to 12 October 2010 and from 1 February to 24 April 2011 respectively. The goal of the exhibition was to publicise the most significant objects related to the Phoenician colonisation found in the presentday provinces of Cádiz and Huelva. Both the exhibition and the catalogue are organised into a series of spaces, true thematic blocks, composed of a variable number of contributions by researchers of renowned prestige in the field of Phoenician studies. They deal with key aspects in the Phoenician colonial process, and a series of pieces, about which a rigorous and detailed card is drawn up to illustrate the main aspects of the material in each one of these thematic blocks. The first of them, entitled “The Phoenician adventure”, includes three articles which provide the setting for the Phoenician expansion from the Eastern Mediterranean to the Atlantic. The block starts with a chapter by Eduardo García Alfonso on the Atlantic, its meaning in Antiquity and the great amount of resources in the area which were exploited almost exclusively by the Phoenicians, apart from dealing briefly with the sailing routes and techniques necessary in this ocean. Ana Delgado Hervás takes care of analysing the process which led the Phoenicians from one end of the Mediterranean to the other in search of new trading opportunities, making the most of the political and economic changes after the collapse of the great Eastern empires in c. 1200 BC, explaining how they became the creators of a new way of life in other countries and what their influence was on local populations. The last article in this block is by María Dolores López de la Orden and is dedicated to Phoenician and Punic writing, explaining its most significant aspects. All the aspects dealt with in this first block are wellillustrated by a selection of 18 pieces, including firstly Phoenician, Greek and Sardinian ceramic objects, made or imported into Iberia before the founding of the first Phoenician colonies, and secondly, numerous Phoenician, Greek and Tartessian inscriptions, bearing witness to the first writing practices in the West. The second block, entitled “The people of the Purple”, includes various articles dealing with the Phoenicians in general (Eduardo García Alfonso), some of the main Phoenician colonies on the Atlantic like Gadir (Eduardo García Alfonso) and Castillo de Doña Blanca (Francisco

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Alarcón Castellano), native settlements like Huelva (María Belén Deamos) and finally, examples of the main Phoenician handicraft: textile production and the use of purple (Carmen Alfaro Giner), precious metals (Alicia Perea Caveda) and glass objects (María Dolores López de la Orden). The first of these chapters is a general vision of the Phoenicians, mainly in the East, also describing other aspects such as their economy, the importance of agriculture and the search for metals, and finally, the organisation of their trading system and formulas for exchange. Moving on to the sites, the first to be dealt with is quite logically Cádiz itself – Gadir – for which Eduardo García Alfonso covers questions like its chronology, based on texts and archaeological evicence, for the different traces of occupation and funerals known from the end of the 9th and beginning of the 8th centuries down to Punic times, and finally, the great importance of their temples, which kept the Phoenician religious tradition alive until Roman times. The second site dealt with is Castillo de Doña Blanca, whose most significant aspects are presented by Francisco Alarcón Castellanos; its strategic situation, construction aspects both defensive and urban, and burial evidence. Finally, the third chapter devoted to sites is about Huelva and was written by María Belén Deamos, acquainted with the archaeology of the city since she first took part in numerous excavation campaigns in the 1970s. She deals with outstanding findings such as those from the Huelva estuary hoard, the necropolis of La Joya and the more recent and more spectacular discoveries at C/ Méndez Núñez 7-13 in Huelva, together with the possibility of the existence of a Phoenician settlement in the city suggested by researchers as prestigious as Manuel Pellicer Catalán (1996) and which seems to bear a great resemblance to reality – although this does not mean that we can speak of a Phoenician colony in this place as a foregone conclusion. The studies about handicraft include a brief but detailed description of the most up-to-date information in this field. The attribution of remains of cloth found in La Angorilla to the Phoenicians comes as a surprise, together with other remains conserved in various different collections from the excavations of George Bonsor in native necropoleis in the area of Los Alcores (Sevilla), as from the same a priori point of view, a case could be made for a local origin. This space in the catalogue is illustrated with 9 pieces of pottery, ivory carving, vitreous paste and above all, precious metals from the necropolis of Cádiz - there is also a gold

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ring clearly of Greek origin. Of all these what stands out as a previously unknown piece is a bone plaque found on the level that covered the rooms in the “Phoenician quarter” in Castillo de Doña Blanca, and which can be considered the first in a lengthy series of this type, down to the 6th century BC (cf. Almagro-Gorbea, 2008). The third block is entitled “Cities, Ports, Villages” and is basically devoted to the Phoenician economy, underlining such important aspects as the Phoenician merchant navy, the subject of a study by Víctor Guerrero Ayuso, agriculture, livestock farming and fishing, dealt with by Enrique García Vargas, Phoenician and Punic amphorae, analysed by Ángel Muñoz Vicente, and finally, María Dolores López de la Orden writes about Phoenician and Punic numismatics. In the first of these chapters, Víctor Guerrero Ayuso explains how the Cananean nautical tradition goes back to the 2nd millennium BC and describes what Phoenician boats were like. He then focuses on a typical boat for sailors from Cádiz, so-called the hippos, two examples of which would appear to constitute the sunken Phoenician boats found in Mazarrón (Murcia). The second of these researchers briefly analyses the different food sources, giving agricultural and livestock activities their just due. These activities have been re-evaluated through research in recent years and we could highlight the implantation of the vine and the olive. Fishing too came to the fore with a salting industry, for which the production of amphorae - dealt with by Ángel Muñoz Vicente - was fundamental. Finally, María Dolores López de la Orden writes briefly about Phoenician and Punic coin minting from East to West, focusing mainly, as is to be expected, on coins from Cádiz. The cards for 29 pieces are included in this block, mainly ceramics, including principally imported Greek and Corinthian pottery, orientalising and Turdetanian pieces, amphorae from different sources, together with objects made of bone and ivory, anchors, fibulae, elements related to metalwork such as a nozzle and a goldsmith’s anvil, and of course, coins minted in Gadir. Among all these interesting pieces we could highlight the fragment of an Etruscan-Corinthian plate, very rare in peninsular Phoenician circles although quite usual in the central Mediterranean, and the little hoard of Carthaginian coins from Castillo de Doña Blanca; they had been well analysed by Alfaro Asins and Marcos Alonso (1994), although no illustrations had previously been published.

If we were to criticise anything in the book, it would have been a good idea to include chapters about Phoenician trade and metallurgy, thereby providing a more complete picture of Phoenician economic activity. The next space in the exhibition was dedicated to religion and entitled “Under the protection of the gods”. There are three related articles, written by María Cruz Marín Ceballos and José Luis Escacena Carrasco. The first of these researchers focuses on the analysis of Phoenician divinities, pointing out the polytheistic nature of the different popular pantheons and the characteristics of their main divinities, Baal and Astarté. Her second focal point is Phoenician rites, laying special emphasis on the priestly organisation, the description of some of the main feasts, like the egersis or resurrection of Melqart, and rituals, such as the practice of sacred prostitution, as well as looking at the scarce knowledge of types of sacrifice and the prescriptions for making them, the testimony of votive offerings and the existence of ritual meals. José Luis Escacena Carrasco deals with Phoenician sanctuaries in Iberia, among which, apart from sites that are wellknown from written sources and some archaeological evidence, like the temple of Melqart in Cádiz, he includes others such as El Carambolo in Sevilla, another in Málaga and Cancho Roano in Badajoz, one based on a much more questionable archaeological element – the so-called oxhide altar – not yet found in any other Phoenician temple in the Mediterranean (cf. Marín Ceballos, 2006). 22 pieces are included in this block, among which are terracotta figures representing different divinities, small Egyptising bronze statues of Phoenician divinities from Sancti Petri and Barra in Huelva, numerous scarabs and other elements normally used in ritual activities like incense burners, ostrich eggs and bronze objects, as well as two fragments from cups from Comastas, clearly related to the ritual drinking of wine in honour of Dionysius in the Greek world. Among these objects is also one that has been considered as a leaden ox-hide altar, although it should rather be interpreted as a goldsmith’s anvil, as in fact it was found in Huelva in the same setting as another piece to which the same function was attributed. Finally, the last block is dedicated to the Phoenician funerary world, under the suggestive title of “The last journey”. It opens with a chapter by Ana María Jiménez Flores, in which the main aspects of Phoenician and Punic eschatological

beliefs, the rituals and ways of treating the body and grave goods are analysed briefly and with great accuracy. 32 pieces found in a funerary context are included with this text. The urns and materials from the necropolis at Hoya de Rastros (Ayamonte, Huelva) stand out as something new. As of today it is the most Western Phoenician necropolis in Iberia, with the unquestionable interest arising from its evident connections with the central Mediterranean. Another set of metal and ivory work found in the necropolis in Cádiz on the land plot known as “Los Chinchorros” should be added to these materials, once again underlining its great importance in ancient times. Together with these important developments is a series of stone, faience, pottery and metal materials, some of them previously unpublished such as a bronze belt buccle with two hooks and a fibula of the Acebuchal type, also found in ancient Phoenician and Punic contexts in the Cádiz necropolis. There are also Phoenician type and orientalising materials from some of the native tombs in both Cádiz – mound 1 at the necropolis in Las Cumbres – and Huelva, in this case from the necropolis of La Joya. In short, this book provides us with an upto-date synthesis of the Phoenicians’ adventures on the Atlantic coasts of Andalucía and their importance in the Protohistory and ancient history of the area, with well-researched and up-to-date articles on numerous aspects of the Phoenician colonial process; although as can only be expected, there are some aspects that remain open to logical historical debate.

BIBLIOGRAPHY ALFARO ASINS, C. and MARCO ALONSO, C. (1994): “Tesorillo de moneda cartaginesa hallado en la Torre de Doña Blanca (Puerto de Santa María, Cádiz)”, Archivo Español de Arqueología 67, pp. 229-244. ALMAGRO-GORBEA, M. (2008): “Objetos de marfil y hueso”, La necrópolis de Medellín. Estudio de los hallazgos, (Almagro-Gorbea, M. dir.), Bibliotheca Archaeologica Hispana 26(2), Real Academia de la Historia, Madrid, pp. 401-512. MARIN CEBALLOS, M. C. (2006): “De dioses, pieles y lingotes”, Habis 37, pp. 35-54. PELLICER CATALÁN, M. (1996): “Huelva tartesia y fenicia”, Rivista di Studi Fenici 24(2), pp. 119-140.

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CRONICLE OF THE DOLMENS OF ANTEQUERA ARCHAEOLOGICAL SITE 2010

This report details the activities undertaken at the Dolmens of Antequera Archaeological Site in 2010.

INSTITUTIONAL PROGRAM Formation of a management body. Decree 280/2010, of 27 April, made by the Governing Council, establishing the Dolmens of Antequera Archaeological Site as an independently managed government service. The establishment of this independently managed government service will result in a functional specialization within the Ministry of Culture, will provide this public service with a single identity in terms of the community and will bring about an improvement in the management of the Site. To this end, and under the protection of both Law 14/2007 of 26 November on the Historical Heritage of Andalusia and Law 9/2007 of 22 October on the Administration of the Andalusian Regional Government, the structure, powers and operations of the Dolmens of Antequera Archaeological Site are defined so that it can best fulfil the aims assigned to it. By means of this decree, the Archaeological Site is granted the following authority, within its scope of activity: 1. The custody and management of the Archaeological Zone. 2. Devising the institution’s Management Plan, which will contain the general directives for action in the Archaeological Zone, and will be implemented as per the relevant regulations. 3. Organising, supporting and promoting cultural initiatives that improve knowledge and awareness of the Archaeological Zone through the permanent exhibitions on the Prehistory of Antequera and Andalusia. 4. Protecting and conserving buildings and artefacts of historical heritage within the Archaeological Zone, in addition to improving them. 5. Proposing and implementing the institution’s Annual Plan. 6. Producing an Annual Report. Proposing and implementing annual programs relating to administration, protection, conservation and restoration, research and public dissemination of the Archaeological Zone, ensuring that said programs meet the most appropriate criteria and are implemented in accordance with the principles established in the international charters and documents on the matter, as well ensuring that the environmental and landscape conditions of the Archaeological Zone and its surroundings are preserved. These programs may be carried out in conjunction with other public or private bodies or institutions. 8. Submitting proposals for as many precautionary measures as are necessary, within its scope of activity, in order to preserve the contents of the Archaeological Zone and its surroundings, and to prevent activities that are not in keeping with either its archaeological nature or the fragility of its contents, in accordance with the current legislation. 9. Facilitating access to visitors to the Archaeological Zone, while ensuring its proper use.

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10. Facilitating study at the Archaeological Zone for those undertaking research. 11. Developing partnership programs with other similar institutions. 12. Adopting as many measures as deemed necessary to comply with the aims of the Archaeological Site, within the scope of its powers, and any measures it is charged with in relation to historical heritage. The Archaeological Site will have a Management Direction. This will act as an executive and management body and the Departments of Administration, Conservation and Research, and Communication will report into it. It will also have a Technical Committee, which will act as a consulting body and carry out peer assessment. Mark of tourism quality For the second consecutive year, the Site has received this mark of quality. It is awarded by the Spanish Ministry for Industry, Tourism and Trade and aims to guarantee the quality of the internal management of tourism enterprises and institutes/services linked to tourism, to establish process controls to ensure customer satisfaction and to ensure the safety and comfort of facilities. Meeting of representatives from the Regional Ministry for Culture and UNESCO This meeting was held in Antequera on 18 September. It was attended by an expert on Latin American and Caribbean Programs from the UNESCO World Heritage Centre, the General-Secretariat for Cultural Policies, the Director of the Andalusian Historical Heritage Institute (IAPH), the Director General for Cultural Heritage, the head of planning for the IAPH and the head of the Archaeological Site (Plate 1). The attendees discussed the possible candidacy of the Antequera dolmens for inclusion on the list of World Heritage Sites. They drew up a number of recommendations to be followed in order to make the project viable. These included the need to carry out a preventative conservation study, the removal or replacement of elements of concern among the properties and their surroundings, and placed a special emphasis on the re-establishment of visual continuity between Menga and Marimacho hill. Upon the other hand, guidelines for the organisation of the International Seminar on the Megalithic Phenomenon were drawn up. The following institutions will be participating: UNESCO, The Ministry of Culture and the Andalusian Regional Ministry of Culture. The Seminar will be held in Antequera in September 2011.

HERITAGE PROGRAM EXPANSION Increase in the number of movable properties In the middle of October, the archive of Antonio Arribas Palau, Professor of Prehistory, was transported from

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Mallorca. Among the objects received are more than one hundred books and offprints in various languages, preparatory material from his classes at the University of Granada, slides, many made by the professor himself during various excavation campaigns, field drawings, etc. These materials are currently being inventoried and will form part of the Antonio Arribas Centre for Documentation and Digital Library of Andalusian Prehistory.

has made use of social networks, keeping more than 5,000 people regularly informed.

In November the materials from the surface survey at the Antequera Depression (Málaga) were received for storage. This archaeological survey was directed up by Dr. Leonardo García Sanjuán in 2006.

The last of the activities undertaken as part of the Siret Memorial, which began in 2009, was the 1st Congress on Prehistory. The protection of Andalusian prehistoric heritage, which was held in Antequera between 22 and 25 September.

CONSERVATION Initial studies Project to diagnose the conservation problems of the Antequera Dolmens In November we received a visit from technicians from the CEDEX Geotechnical laboratory, in order to examine El Romeral and Menga, in the hope of improving our understanding of their tumuli via non-invasive studies (Plate 2). After analyzing the existing geophysical surveys, they carried out an additional survey in order to obtain more data on the anomalies.

PROGRAM TO ESTABLISH THE MUSEUM AND PERMANENT EXHIBITION MUSEUM PROJECT Re-organisation of site number 1 via the drafting of the Project for the landscaping of site number 1, by the architects José Ramón Menéndez de Luarca and Pau Soler Serratosa, who have consulted with specialists in Archaeology and Restoration among other disciplines (Fig. 1). The objective of this project is the landscape integration of the Menga and Viera dolmens in their natural and archaeological context via a series of minimal and reversible measures. The works are scheduled for 2011 (Plate 3).

AWARENESS AND COMMUNICATION PROGRAM The program for awareness and communication remains the most advanced. The Site has maintained its regular alert service as a quick and efficient way of informing around 3,000 people of its activities. To the same aim, it

ACTIVITIES From research to training This year, in addition to the 2nd edition of the “Millenary Antequera” courses, the Site has organised the first Congress on Andalusian Prehistory.

This congress brought together the different organisations involved in the protection of prehistoric heritage in order to analyse the current situation and the issues affecting prehistoric Andalusian Archaeology. It also served, indirectly, as an evaluation of the work carried out over the past 25 years under the management of the Andalusian Regional Government. Seven round tables and one poster session were organised for the discussion, in which the current situation in relation to research, administration, protection, conservation and dissemination was analysed. The Historiography round table raised the importance of memory in all its forms. It vindicated the use of historiographical analysis of the discipline as a key tool in understanding what is to be researched, why it is to be researched and to what end, the political and social context in which research is to be carried out, who the information being generated serves, etc. The Protection round table highlighted the complexity of the processes involved in identifying, cataloguing and protecting artefacts and the changes that have come about in this respect. The Archaeometry roundtable discussed the advances that the incorporation of multidisciplinarity into archaeological analysis has entailed for Andalusian prehistory, while the Territory roundtable placed greater emphasis on spatial analysis methodologies. The Conservation roundtable stressed the need for conservation that is designed not only to meet the requirements for the transmission of the materiality of the property but also the use value demanded by society. It should be mentioned that the Society roundtable focussed on new perspectives that have arisen in the scientific debate in recent years, analysing prehistoric societies in terms of gender, and placing importance on aspects like daily life, the family and the domestic

environment, among others. One of the most intense debates was held at the Communication roundtable, a matter that is gradually gaining weight among the functions Historical Heritage management. The various working groups noted the relevance of the contributions made by Archaeology, the interest in the study of prehistoric societies and their ways of life, the complexity of the processes required to identify and protect properties (delimitation and cataloguing), the society’s demand for and effective protection of those properties, the methodology used to study the landscape and its implications for heritage management, the demands of society to extend protection not only to the materiality itself but also to the context of the properties in a broad sense, and the communication of these values to the public (Plate 4). Throughout these sections a special emphasis was placed on so-called Applied Archaeology from both a management perspective (which includes the protection of archaeological heritage and its socialization) and a research one. The relationship that Prehistory has with the construction mechanisms of the modern individual’s identity and the organisation of social evaluation models was highlighted, as was its role in creating the historical landscape in such a way that social reality is integrated with nationality as a historical experience accumulated in a territory. They also underscored the cultural and social value of work undertaken with a scientific guarantee and public awareness work. There was also a discussion around the protection of prehistoric archaeological heritage and its implications for projects relating to rural or tourism development, sustainable development or international cooperation (Plate 5). The four days of the Congress were attended by Andalusian, Spanish and European Union universities. The Congress was also attended by a significant number of representatives from the governments of several autonomous regions, independent professionals, students, and companies in the sector, totalling almost 150 presenters and attendees. In this sense, one of the outstanding achievements of this congress was considered to be the bringing together of academia (University) and management (Government).

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As part of the Congress, the Memorial’s scientific committee awarded the Medalla Menga to the Citizen's Committee for the Defence of Protected Landscapes and the Valencina-Guzmán Site in recognition of the entirely altruistic citizens' conservation movement, which, for the last five years, has dedicated itself to the protection of our ancestors’ heritage legacy, in order to preserve northern Aljarafe’s scenic and scientific value, in particular the prehistoric site of Valencina de la ConcepcionCastilleja de Guzmán (Plate 6).

Millenary Antequera Autumn Course In 2009 the institution began these courses as a project of excellence. They aim to bring about a process of knowledge and information transfer to the society around us. They are organized in conjunction with the University of Malaga. This year two courses were run; the first, aimed at the general public and entitled The large stones of Prehistory. Megalithic sites and landscapes of Andalusia, was directed by Leonardo García Sanjuán, a professor at the University of Seville, and took place in October and November 2010. The second, The Archaeological and Monumental Sites of Andalusia. A historiographical analysis of research into and protection of archaeological property, was given within the framework of the Francisco María Tubino Permanent Seminar on Historiography, under the direction of Mariano Ayarzagüena Sanz, vice-president of the Spanish Society for the History of Archaeology, and José Beltrán Fortes, President of the Andalusian Society of Historiography. The first course was aimed at increasing awareness of the diversity of approaches that currently exist in relation to the megalithic phenomenon in Andalusia. The second course analysed, from a historiographical point of view, the evolution of the protection of archaeological properties in Andalusia, being its primary focus those sites that have attained the category of “Archaeological and Monumental Sites" within our Autonomous Community (Plate 7). From this historical vision, a presentation was made to the attendees on the process of protecting, studying, conserving, communicating and valuating these archaeological artefacts, with regards their development in Spain in general and in Andalusia in particular. The academics who participated in the course included renowned university professors, in addition to researchers, heritage managers and civil service

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personnel from the Complexes themselves. Attendance, limited by the capacity of the venue, totalled 150 people, 75 in each course. Monographic exhibition The international relations between the Archaeological Complex and other European dolmen complexes have led to the development of different avenues of collaboration, including the organisation of an exhibition at the Hunebedcentrum in Borger (Plate 8). The Hunebedcentrum is a museum on the history of the people who built the dolmens in Holland. These people were part of the funnelbeaker culture and lived between c. 3,400 and 2,850 BC in Holland, Germany, Denmark, southern Sweden and part of Poland. There are 53 dolmens in Holland, 18 of which are relatively close to the Hunebedcentrum; this town in the north of Holland is also home to the largest dolmen in the Netherlands. The museum’s total surface area measures 1,600 m2. Some 100 m2 is dedicated to temporary exhibitions. These exhibitions have different themes, but are always related to dolmen-building people. For the last three years the museum has organised exhibitions on megalithic societies from other regions, for example Sweden and Jordan. In 2010 its monographic exhibition was on the Antequera Dolmens, with an expected attendance of 50,000 people. For this exhibition, the Dolmens of Antequera Archaeological Site sent a collection of archaeological pieces (crushers, grindstones, mallets, hammers, axes, adzes…) from the Late Neolithic and Chalcolithic obtained during excavations carried out at the Dolmens of Antequera and in the lands of Antequera, the territory in which they are located. Also sent to be exhibited was a replica of the Almargen idol, and various samples of stone from the quarry from which the large orthostats used to build the Menga Dolmen were extracted. The exhibition was completed by a life size three-dimensional photographic montage of Menga loaned to the museum for the occasion by the Antequera City Council, and a reproduction of El Tornillo from El Torcal de Antequera. In El Torcal 150 million year old marine sediment has

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been slowly eroded over time by rain, wind and ice. This has resulted in the appearance of an astonishing city of stone, with labyrinthine passageways, cavities and curious rock formations; El Tornillo is one of the latter and has been declared a National Monument. Various models have also been sent, the most notable being one with movable contours that allows you to see inside the Menga Dolmen, and another providing an aerial view of the city of Antequera and the location of the Dolmens. For their part, the State Enterprise Turismo Andaluz also provided some 8,000 maps of the city of Antequera and of the eight Andalusian capital cities, while the Antequera City Council supplied promotional tourism material on the city. The information relating to the Menga and Viera dolmens and the El Romeral tholos and its context has been displayed on fourteen panels containing the information that the Archaeological Complex provided to those managing the exhibition. A conference, entitled “Beyond Antequera: An overview of the megalithic phenomenon in Andalusia (Spain)”. by professor Leonardo García Sanjuán, also took place. In addition, two documentary films were screened continuously, one provided by the City Council and the other, the film Menga. Construction process. Other regular activities This year 81,495 people visited the Dolmens of Antequera (Table 1). The months with the greatest footfall were April and May, thanks to school groups, with 11,758 and 11,030 visitors respectively, followed by October with 9,639 (senior citizens groups), in line with the pattern over the last six years. We received our most visitors on 27 April, with 1,103 people. Half of our visitors were from Andalusia itself and almost 33% came from outside of Spain; for this latter group the Site continues to provide free tour guide services in English and French. The guided tours, “Get to know Prehistory” and “Journey into Prehistory” showed more than 25,000 people around the Dolmens of Antequera and the Peñas de Cabrera Site. Sun Celebrations. This year, on the equinoxes and on the summer solstice, the


complex was opened during the early hours of the morning for those who wanted to be able to observe the sunrise from inside the Viera and Menga dolmens. In the case of El Romeral, the sun enters the tomb at midday on the winter solstice. During these four sun celebrations the complex received nearly five hundred visitors. During the winter solstice a dramatised public figure provided a guided tour of the Site. This year was the turn of one of the most emblematic but unfamiliar characters in the history of the Menga dolmen, the romantic writer and traveller Lady Louisa Tenison, who recounted the various feats and vicissitudes of her long voyage in the 19th century. Doors Open Day. On 28 February, Andalusia Day, on 18 April, International Day for Monuments and Sites, and on 18 May, International Museum Day, doors open days were held, and were attended by 3,000 people. Activities to complement the 1st Congress on Andalusian Prehistory. Various activities were held at site 1 with the aim of reaching all types of people. The first consisted of a visit from the Belgian engineer Luis Siret (Plate 10), who, on the 150th anniversary of his birth, gave a guided tour through the Menga and Viera dolmens. He brought with him various utensils and materials from different eras, which he used to explain the dolmens from their construction through the various periods of history to the present day. The public also had the opportunity to participate in three practical archaeological workshops: Hunting workshop; in which visitors received an introduction to hunting societies and the techniques they used. An archery area was also set up in which visitors could use a bow and arrow to try and hit an image of a deer. Dolmen construction workshop: the instructor, using a series of small scale reproductions, explained the process of constructing a dolmen. Finally, the group participated in transporting a block of stone, by rolling it along a system of rails made from tree trunks. Metallurgy workshop: a practical demonstration of the metallurgy process was carried out and each participant received a metal arrowhead made using this method.

PUBLICATIONS To mark the occasion of the monographic exhibition in Borger (Holland), 50,000 brochures have been produced in Dutch containing information about the Dolmens of Antequera and the DVD Menga. Construction process, which has been translated into Dutch for the event. The Dolmens of Antequera Archaeological Complex 2011 calendar has also been published, and a print run of 5,000 issues has been distributed to a large number of academic and administrative institutions. Publication of Menga. Journal of Andalusian Prehistory Menga is a scientific journal aimed at knowledge dissemination similar to Cuadernos de la Alhambra, which has been published since 1965 by the Council of the Alhambra and the Generalife, and Cuadernos de Madinat Al-Zahara, which has been published since 1987 by the Archaeological Site of the same name. The journal supports the dissemination of scientific research on Andalusian Prehistory, and, within its different sections, includes synthesis or overview studies, relevant research results, interdisciplinary works, new articles of a theoretical or methodological nature and works relating to management and communication with regard to prehistoric heritage. In this sense the journal meets a clear need that exists within the Archaeological Sites.

Menga. Journal of Andalusian Prehistory (Plate 10) aims to become a benchmark among Spanish Autonomous Communities for its dissemination of scientific knowledge regarding Andalusian Prehistory, without forgetting its clear international vocation. The journal is divided into the following sections: Editorial. Each volume is introduced by an editorial, which assesses the contents or the journal’s progress, or reflects on current topics or themes. Special Issue.. Each volume employs a scientific editor who coordinates a monographic theme. The editors and themes are proposed by the Editorial Board. Gonzalo Aranda Jiménez, professor in Prehistory at the University of Granada, was scientific editor of the special issue for this year, which included 4 articles

on the following theme: In the Centre of social action. The organization of production in the Argaric societies. Articles. This section includes 4 articles on various themes relating to the Prehistory of Andalusia. Chronicle of the Site. This report detailed activities, news, events, etc, relating to the Archaeological Complex between 2005 and 2009. The report is bilingual and the print run consisted of 2,000 issues. Publication of the Book The large stones of the Prehistory. Megalithic sites and landscapes of Andalusia. The protection of Andalusia's Archaeological Heritage constitutes one of the fundamental pillars of the Andalusian Regional Ministry for Culture. Due to our Heritages’ vast geographical scale, long history and thematic richness, this commitment presents an enormous institutional challenge. The treasures hidden in the archaeological complexes in the Andalusian landscape hold the key to the history of those who came before us, and await the scientific research that will unearth them. The Regional Ministry for Culture is responsible for ensuring the integrity of these sites, and for facilitating their conservation and scientific study. We are also committed to making the public aware of the advances we are making in this endeavour. This book (Plate 11) places treasures from a very important part of our Andalusian Archaeological Heritage within reach of the public, in addition to the results obtained by researching, protecting and conserving them. Given that archaeological research normally appears in publications that have limited circulation, and are aimed at small numbers of specialists, and therefore do not normally reach the wider public, books like this one are of particular importance in ensuring collective access, knowledge and enjoyment of our megalithic heritage. It is for this reason that this Archaeological Site has coordinated and promoted this bilingual edition with a print run of 2,000 issues, together with scientific coordinators Leonardo García Sanjuán, Professor of Prehistory at the University of Seville and

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Bartolomé Ruiz González, Archaeologist – Curator of Historic Heritage.

Publication of the Guide to the Peñas de Cabrera Archaeological Site

help visitors to understand the art forms represented in the various rock shelters.

Publication of The Dolmens of Antequera. Official guide to the archaeological complex

This guide’s principal objective is to promote awareness of a site of incalculable archaeological value that, until now, has been unknown outside of the scientific world. However, it also aims to make locals and visitors aware of the importance of understanding, respecting and conserving our historical heritage so that it can continue to act as a link to the past in the future. This guide was designed to complement visits to this Archaeological Site. It is hoped that it will

It complements the Site’s communication strategy, which has organised the tour Journey into Prehistory in order to promote awareness of this archaeological site.

Months after the Spanish edition was released, the official guide in English (Plate 12) has been published. This publication represents a continuation of the fundamental objective of this institution: to contribute to broader dissemination of Millenary Antequera and to promote prehistoric research in Andalusia.

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Rafael Maura Mijares, Doctor of Prehistory, is the author of this guide and the print run consisted of 1,500 issues (Plate 13).


NOTICES “MEGALITHIC SITES AND WORLD HERITAGE CONVENTION” INTERNATIONAL SEMINAR The Megalithic Sites and World Heritage Convention international meeting took place on 20-24 September 2011 in Antequera and Malaga (Spain) within the framework of the HEADS (Human Evolution: Adaptations, Dispersals and Social Development) programme. This programme belongs to UNESCO’s World Heritage Thematic Programme. The meeting took place thanks to the joint efforts of Spain’s Ministry of Culture, the Ministry of Culture of the Andalusian Regional Government and the UNESCO World Heritage Centre. The Dolmens of Antequera Archaeological Site has played an active role is organising and developing this event, which aimed to bring together international specialists to debate problems related to the research and conservation of the main World Heritage megalithic sites. There was a total of 35 speakers from more than 14 countries (including Argentina, Bulgaria, Chile, Spain, the United States of America, France, Holland, Italy, Ireland, Macedonia, Portugal, United Kingdom, the Central African Republic, Russia, Senegal, Sweden and Ukraine) along with 20 research staff from Andalusia’s universities and public administrations (particularly the Ministry of Culture of the Andalusian Regional Government and the Andalusian Historical Heritage Institute). They all have been assessing the current state of megalithic world heritage and its future prospects for four days. The list of speakers included Fernando Baceta Govantes (University of the Basque Country, Spain), Cristina Biceva (Cultural Heritage Protection Office, Republic of Macedonia), Primitiva Bueno Ramírez (University of Alcalá de Henares, Spain), Francisco Carrión Méndez (University of Granada, Spain), Gabriel Cooney, (University College Dublin, Ireland), Ninoska Cuadros Hucke (CONAF, Chile), Isabel Durán Salado (World Heritage Institute of Andalusia, Spain), Ramón Fábregas Valcarce (University of Santiago de Compostela, Spain), Sergio Fernández Reche (Dolmens of Antequera Archaeological Site), Valeria Fol (Academy of Sciences, Bulgaria), Crysanthi Gallou (University of Nottingham, United Kingdom), Leonardo García Sanjuán (University of Seville, Spain), Sonia Haoa Cardinali (National Monuments Council, Chile), Jennifer Kahn (Bishop Museum, Honolulu, USA), Seydou Nourou Kane (Senegambian Megalithic Monument Complex, Senegal), Luc Laporte (CNRS University of Rennes, France), José Ramón Menéndez de Luarca (Dolmens of Antequera Archaeological Site Technical Board, Spain), Fernando Oliva (University of La Plata, Argentina), Rui Parreira (the Algarve’s Regional Department of Culture, Portugal), Mike Parker Pearson (University of Sheffield, United Kingdom), Margarita Sánchez Romero (General Department of Cultural Properties, Ministry of Culture of the Andalusian Regional Government), Karl-Göran Sjogren (University of Goteborg, Sweden), Katya Stroud (National Museum of Archaeology, Malta), Yaroslav Mykhailov (National Historical and Archaeological Reserve of Stone Tomb, Ukraine) and Hein Klompmaker (Hunebedcentrum, Borger, Holland). Issue 3 of the Menga journal (December 2012) will include a full report on this event.

SECOND CONGRESS OF ANDALUSIAN PREHISTORY. MOBILITY, CONTACT AND CHANGE (Antequera, Málaga, 15, 16 and 17 February, 2012) On the 15, 16 and 17 February, 2001, through the Dolmens of Antequera Archaeological Site, the Ministry of Culture of the Andalusian Regional Government is organising the Second Congress of Andalusian Prehistory, which will take place in Antequera, Malaga. Under the theme Mobility, Contact and Change, this congress will tackle the latest issues in Andalusia’s prehistory with regards to the study of human contact in all its diverse forms (migration, commerce, seasonal mobility, etc) and the subsequent transformations in the agents involved in these processes. In this way, the aims are to stress that contact is a factor for social and cultural dynamism, but that can also face resistance, and to examine how different prehistoric societies on the Iberian Peninsula responded to it. The application of new methodologies of scientific analysis to archaeological research is allowing for more objective approaches to processes and phenomena that, up until a few years ago, could only be treated as mere hypotheses. Now that some of the limitations of traditional archaeological methodology have been overcome, aspects such the genetic variability of populations, the origin and source of raw materials, the determination of more accurate absolute chronologies or the establishment of non-deterministic geographical models have all become key factors for the understanding prehistoric mobility, contact and change. Some twenty speakers, organised into four debate sessions, will put forward those aspects of their research that are linked to relations, using a multidisciplinary approach that covers all of Prehistory in its broadest sense. Likewise, there will be a session to debate the current cooperation policies on prehistoric and protohistoric heritage. This is hoped to strengthen relations between different bodies both in and outside the region. The following titles have been chosen for the discussion sessions: -Contact Archaeology. New explanatory models and methodology, -Movements, objects and territory, -Cooperation - instrument of cultural policies, -Social practices. Emulation, resistance and hybridisation. The 2nd Congress of Andalusian Prehistory will host a poster session which is open to the scientific community. Finally, within the framework of the meeting, the Andalusian Regional Government will award the 2012 Menga Medal to those individuals and entities whose work, in the eyes of the Scientific Committee, has stood out in contributing to the research, dissemination, conservation and protection of Andalusia's prehistoric heritage. Further information at: eduardom.garcia@juntadeandalucia.es dolmenesdeantequera.ccul@juntadeandalucia.es

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ADQUISICIÓN//ACQUIRE

MENGA es una publicación del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía)

MENGA is a journal published by the Dolmens of Antequera Archaeological Site (Ministry of Culture of the Andalusian Regional Government) Precio de la revista/Journal price: 20 € Los modos de pago y solicitud pueden ser consultados en la página Web/Subscription orders can be found on the following web site: www.juntadeandalucia.es/cultura/libreriavirtual/ INTERCAMBIO/EXCHANGE

Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía se intercambia con cualquier revista de Prehistoria, Arqueología, Etnografía o áreas de conocimiento afines. Cualquier solicitud de intercambio deberá dirigirse a la siguiente dirección de correo electrónico: dolmenesdeantequera.ccul@juntadeandalucia.es Menga. Journal of Andalusian Prehistory will be exchanged with any journal of prehistory, archaeology, ethnography or related areas of knowledge. Requests for exchange should be sent by e-mail to: dolmenesdeantequera.ccul@juntadeandalucia.es INFORMACIÓN/GENERAL INQUIRIES Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera Carretera de Málaga, 5 29200 Antequera (Málaga) Tel.: + 34 952712215 Fax: + 34 952739926 Correo-e: dolmenesdeantequera.ccul@juntadeandalucia.es

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NORMAS//GUIDELINES PARA LA PRESENTACIÓN DE TRABAJOS//FOR SUBMITTING ARTICLES

MENGA

02 Menga da la bienvenida a trabajos inéditos en inglés o español que traten de la Prehistoria de Andalucía y regiones vecinas del sur de la Península Ibérica, o a trabajos que aborden síntesis generales de ámbito supraregional conectando la Prehistoria Andaluza con el resto de Iberia, el Mediterráneo occidental y la Europa Atlántica. Igualmente, Menga se interesa de forma expresa por publicar trabajos que contribuyan a la formalización teórica y metodológica de la investigación prehistórica y al avance de los procedimientos y sistemas de gestión y difusión del patrimonio prehistórico. La revista Menga solo publicará trabajos originales que no hayan sido publicados o estén siendo considerados por otras revistas para su publicación. Excepcionalmente, el Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o por la dificultad de acceso a sus contenidos.

Menga welcomes original manuscripts written in Spanish and English, dealing with the Prehistory of Andalusia and neighbouring southern Iberian regions as well as syntheses of a broader geographical scope that connect Andalusian Prehistory with that of the rest of Iberia, the western Mediterranean and Atlantic Europe. Menga is also open to manuscripts contributing to the theoretical and methodological formalization of prehistoric research as well as the advancement of systems and procedures of prehistoric heritage management. Menga only will publish original works and will not accept papers which are being considered for publication in other journals or have already been published. In exceptional cases, the editorial board will consider the publication of Spanish and English translations of already published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of access to their content.

Desde un punto de vista formal, las normas a seguir para la presentación de trabajos son las siguientes:

From a formal stand, the guidelines for submitting articles are the following:

Texto Los artículos no deberán exceder los 36.000 caracteres (15-16 páginas) más bibliografía e ilustraciones. En la primera página aparecerá el título en mayúsculas y su traducción al ingles o español, seguido del nombre/s del autor/es con un asterisco que remitirá a una nota a pié de página en donde se indicará la institución donde trabaja así como la dirección electrónica. A continuación se incluirá un resumen en español e inglés con una longitud entre 100150 palabras junto a unas palabras clave (máximo 8). Deberán evitarse numerosas y largas notas a pié de página. En el caso de que se incluyan y para facilitar el trabajo de enmaquetación se incluirán en una hoja independiente al final del texto. En el caso de que sea necesario un apartado de agradecimientos este se situará al final del texto con anterioridad a la bibliografía. Estilo Se tendrán en cuenta las siguientes consideraciones:

Text Articles should not exceed 36,000 characters (15-16 pages), plus bibliography and illustrations. The first page should contain the title in capital letters with its translation in English or Spanish, followed by the name(s) of the author(s) with an asterisk referring to a footnote containing the institution where the author works and their e-mail address. This will be followed by an abstract in English and Spanish of between 100 and 150 words, together with keywords (maximum 8). The use of numerous and long footnotes should be avoided. If any are included, to facilitate the page layout process they should be listed on a separate page at the end of the text. If an acknowledgement section is to be included, this should be placed at the end of the text, before the bibliography. Style The following aspects should be taken into account:

1. Numerales: Los recuentos se citarán mediante palabras cuando sean menores a diez, y con números a partir de 10. Por ejemplo “se identificaron dos cuentas de collar de piedra” pero “se identificaron 184 cuentas de collar de piedra.”

1. Numbers: Counts should be expressed in words when they are under ten, and in numbers from 10 onwards: for example, “two beads from a stone necklace were identified” but “184 beads from a stone necklace were identified”.

2. Cronología: Los periodos y sub-periodos históricos serán siempre citados con la primera letra en mayúscula.

2. Chronology: The historical periods and sub-periods should always be quoted with the first letter in capitals: for

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Por ejemplo “Neolítico Medio” y no “Neolítico medio”. 3. Cronología: Los años se designarán de forma numérica y sin puntuación. Por ejemplo “Estimamos que la ocupación del poblado tuvo lugar entre 1980 y 1630 ANE” y no “Estimamos que la ocupación del poblado tuvo lugar entre 1.980 y 1.630 ANE”. 4. Cronología: Cita de fechas radiocarbónicas. Cuando se mencionen dataciones radiocarbónicas se deberán citar los siguientes datos: la fecha BP con su desviación estándar, la sigla de laboratorio, la materia analizada (donde fuera posible) y la fecha calendárica calibrada, especificando si se trata de la versión a 1 ó 2 sigmas. La fecha calendárica calibrada se citará incluyendo el límite mayor y el límite menor de la distribución de la datación dentro del intervalo de confianza elegido (1 ó 2 sigmas). Ejemplo: “La fecha más antigua de este tipo de construcciones actualmente registrada en el Sur de la península ibérica corresponde al sitio de Castro Marim, en el Algarve (OxA-5441, 4525 ± 60 BP, 3490-3020 cal ANE 2 )”. Se evitará el uso de las fechas “intercept” por ser metodológicamente incorrectas. Igualmente se indicará el programa informático y la curva de calibración utilizados. Menga no aceptará referencias a dataciones radiocarbónicas sin calibrar. 5. Género: La revista Menga promueve una visión no sexista de la Prehistoria y consecuentemente favorece un uso no sexista del lenguaje. Por tanto, se espera de los/as autores/as el empleo de un lenguaje neutro en términos de género. Por ejemplo, se favorecerá “la evolución del ser humano” frente a “la evolución del hombre” o “la comunidad de profesionales de la arqueología” frente a “la comunidad de arqueólogos”. 6. Denominaciones: Los yacimientos arqueológicos que incluyan artículos determinados en sus denominaciones deberán ser citados por su nombre completo, apareciendo la primera letra de los artículos en mayúscula. Por ejemplo “la necrópolis de Los Millares” y no “la necrópolis de Millares” ni “la necrópolis de los Millares.” 7. Denominaciones: los yacimientos arqueológicos que incluyan en su denominación términos geográficos genéricos como “cueva” o “dolmen” serán citados poniendo en mayúscula la primera letra de su denominación, pero manteniendo en minúscula la del término geográfico genérico. Por ejemplo “el esparto de la cueva de Los Murciélagos” y no “el esparto de la Cueva de Los Murciélagos” o “la arquitectura del dolmen de El Gigante” y no “la arquitectura del Dolmen de El Gigante”. 8. Denominaciones. Los nombres de las figuras, láminas y tablas, aparecerán siempre abreviados con la primera letra en mayúscula, Fig. Lám. ó Tab., tanto en las llamadas en el texto como en los pies correspondientes. 9. Citas de autores/as. Cuando se cite de forma expresa en el texto nombres de personas (autores/as, excavadores/as, etc.) se les/as citará por su nombre completo, o bien por la inicial del nombre y su apellido (o apellidos, cuando sean autores/as de nombre hispano), pero nunca sólo por su apellido. Por ejemplo “las excavaciones de Manuel Pellicer Catalán en la cueva de Nerja” o “las excavaciones de M.

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example, the “Middle Neolithic” and not the “middle Neolithic”. 3. Chronology: Years should be designated numerically and with no punctuation. For example, “We estimate that the occupation of the village took place between 1980 and 1630 BC” and not “We believe that the occupation of the village took place between 1,980 and 1,630 BC”. 4. Chronology: Quoting radiocarbon dates. When mentioning radiocarbon dates the following data should be included: the BP date with its standard deviation, the laboratory signature, the material analysed (where possible), and the calibrated calendar date, specifying whether it is at 1 or 2 sigmas. The calibrated calendar date should be quoted with the higher limit and lower limit of the dates within the confidence interval chosen (1 or 2 sigmas). For example: “The oldest date for such kinds of constructions so far registered in the South of the Iberian Peninsula corresponds to the site of Castro Marim, in the Algarve (OxA-5441, 4525 ± 60 BP, 3490-3020 cal BC 2 )”. The use of “intercept” dates should be avoided as they are methodologically incorrect. The software and the calibration curve used will be also specified. Menga will not accept references to uncalibrated radiocarbon dates. 5. Gender: The Menga journal promotes a non-sexist vision of Prehistory and therefore favours a non-sexist use of language. The use of a neutral language for gender is therefore expected from authors. For example, the “evolution of humankind” is to be preferred to the “evolution of mankind”. 6. Designations: Archaeological sites including definite articles in their designation should be cited by their full name, with the first letter of the article in capital letters. For example “the necropolis of Los Millares” is to be preferred to “the necropolis of Millares” or “the necropolis of los Millares”. 7. Designations: Archaeological sites that include generic geographical terms such as “cave” or “dolmen” in their designation should be cited with the first letter of the designation in capital letters, but keeping the lower case letter in the generic geographical term. For example “the esparto grass of the cave of Los Murciélagos” is to be preferred to “the esparto grass of the Cave of Los Murciélagos” and “the architecture of the dolmen of El Gigante” to “the architecture of the Dolmen of El Gigante”. 8. Designations: The names of figures, plates and tables should always be abbreviated with the first letter capitalised, hence Fig., Pl., or Tab., both in references in the text and in the corresponding footnotes. 9. Naming people. When explicitly citing names of people (authors, excavators, etc.) in the text, they should be cited by their complete name or by the first initial and their surname (or surnames, when they are Spanish names), but never just by their surname. We should write, for example, “Manuel Pellicer Catalán’s excavations in the cave of Nerja” or “M. Pellicer Catalán’s excavations in the cave of Nerja” but not “Pellicer’s excavations in the cave of Nerja”.


Pellicer Catalán en la cueva de Nerja” y no “las excavaciones de Pellicer en la cueva de Nerja”.

10. Expressions. Words in Latin should always be in italics (et al., in situ ...)

10. Designación de métodos analíticos: Los métodos analíticos serán designados en su denominación castellana, tanto en su forma completa como en sus acrónimos, poniendo en mayúscula la primera letra de cada palabra, excepción hecha de los artículos. Por ejemplo “se realizó una datación absoluta por luminiscencia por estimulación óptica (LEO)” y no “se realizó una datación absoluta por optically stimulated luminescence” o “se realizó una datación absoluta por OSL”.

11. Expressions. Acronyms should always be given with no punctuation marks and in capital letters (UNESCO, UNO ...)

11. Expresiones. Los latinismos irán siempre en cursiva (et al., in situ…). 12. Expresiones. Los acrónimos aparecerán siempre sin puntuación y en mayúscula (UNESCO, ONU…) 13. Citas literales. Los fragmentos transcritos literalmente deberán aparecer entrecomillados y con la indicación junto a la cita bibliográfica de la/as página/as. Tales citas literales deberán ir siempre en castellano y opcionalmente podrán aparecer en su lengua original en nota a pie de página. 14. Citas de autores. Las partículas d', de, le, von, van, etc. de los apellidos, irán en minúscula cuando estén precedidos por el nombre: Angela von den Driesch; Francisco de la Torre, pero irán mayúscula cuando se cite el apellido solo (Von Den Driesch; De la Torre). Siguiendo la norma de la RAE, para la ordenación alfabética de tales nombres en la bibliografía no se emplearán las partículas, es decir “Balbín Behrmann, R. de” y no “De Balbín Behrmann, R.”. 15. Expresiones. Las medidas y dimensiones físicas se expresarán sin punto: centímetro(s): cm; gramo(s): g; kilómetro(s): km; metro(s): m. Las cantidades del Sistema Métrico Decimal y del Sistema Internacional de Pesos y Medidas irán con cifra (15 m). 16. Nombres de zonas geográficas. Los nombres comunes que acompañan a los nombres propios geográficos (ciudad, río, mar, océano, sierra, cordillera, cabo, golfo, estrecho, etc.) deben escribirse con minúscula: la ciudad de Jaén, el río Guadalquivir. Sólo si el nombre genérico forma parte del nombre propio, se escribe con mayúscula inicial: Ciudad Real, Sierra Nevada. 17. Expresiones. Se utilizará siempre para los porcentajes el símbolo % (25% sin espacio de separación) y nunca 25 por cien o 25 por 100. 18. Expresiones. En la denominación de los puntos cardinales se utilizará sureste, noroeste, suroeste.. y no sudeste, nordeste, sudoeste… Bibliografía Las citas se realizarán en el texto teniendo en cuenta los siguientes criterios: se incluirá entre paréntesis y en minúsculas los apellidos de los autores. En el caso de más de dos autores se incluirá et al. A continuación y separado por coma se indicará el año, y en su caso la/s página/s separada por doble punto. Cuando se cite más de una obra

12. Quotations . Word-for-word quotes should appear between quotation marks and the page(s) should be indicated in the bibliographical reference. Such textual quotations should always be in English and may optionally be given in the original language in a footnote. 13. Naming authors. The particles d', de, le, von, van, etc. in surnames, should be in lower case letters when preceded by the name: Angela von den Driesch, Francisco de la Torre, but should start with a capital letter when the surname alone is mentioned (Von Den Driesch, De la Torre). The alphabetic ordering of such names in the references should not include such particles, i.e. “Balbín Behrmann, R. de” and not “De Balbín Behrmann, R.” 14. Expressions. Physical measurements and dimensions should be expressed without a full stop: centimetre(s): cm; gram(s): g; kilometre(s): km; metre(s): m. Amounts under the Metric System and the International System of Units should be expressed with a number (15 m). 15. Names of geographical areas. Common names accompanying geographical names (city, river, sea, ocean, mountains, mountain, cape, gulf, strait, etc.) should be written in lower case: the city of Jaen, the river Guadalquivir. If the generic name is part of the proper name, it is written with an initial capital: Ciudad Real, Sierra Nevada. 16. Expressions. The symbol % should always be used for percentages (25% with no space between the number and the symbol), never 25 percent or 25 per 100. Bibliography References will be given in the text using the following criteria: the surname(s) of the author(s) will be included in brackets. If there are more than two authors this will be shown as et al. This will be followed by the year separated by a comma and, if applicable, the page number(s) separated by a colon. If more than one work is referred to, they should appear in order of publication and be separated by a semicolon. For example: (Schiffer, 1987:45) (Arribas Palau and Sánchez del Corral, 1970) (Contreras Cortés et al., 2004). References should be listed at the end of the text using a hanging indent and be in alphabetical order according to the following standards: surname(s) of the author(s) capitalised and separated by a comma from the initial of the first name and with the year of publication in brackets, followed by the letters a, b, c, etc. if applicable. Following this and separated by a colon will come the title in inverted commas. The titles of books, monographs, proceedings or journals will be typed unabbreviated in italics. The scientific editors of publications, if applicable, will be typed in lower case in brackets after the title. This will be followed by the following information: for books, the publisher and place of publication; for journals, the volume

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deberán aparecer en orden de publicación y separadas por punto y coma. Ejemplos: (Schiffer, 1987: 45) (Arribas Palau y Sánchez del Corral, 1970) (Contreras Cortés et al., 2004). Las referencias deberán aparecer listadas al final del texto con sangría francesa y por orden alfabético siguiendo las siguientes normas: apellido/s del autor/es en mayúscula separado por una coma de la inicial del nombre y año de publicación entre paréntesis, en su caso seguido de letras a, b, c, etc. Separado por doble punto aparecerá el título entrecomillado. Los títulos de libro, monografía, actas o revistas irán en cursiva y sin abreviar. En publicaciones con editores científicos estos aparecerán en minúscula y entre paréntesis tras el título. A continuación se indicará para libros la editorial y lugar de edición, para revistas el volumen y páginas, y para las actas de congresos, el lugar y fecha de celebración, lugar de edición y páginas. En el caso de ediciones electrónicas se indicará la dirección web. Ejemplos: SCHIFFER, M. B. (1987): Formation Processes of the Archaeological Record, University of New Mexico Press, Albuquerque. PARKER, M. (2000): "Eating money. A study in the Ethnoarchaeology of food", Archaeological Dialogues 7(2), pp. 217-232. DIETLER, M. (1996): "Feast and Commensal Politics in the Political Economic: Food, Power and Status in Prehistory Europe", Food and the Status Quest, (Wiessener, P. y Schiefenhövel, W. eds.), Berghahn Books, Oxford, pp. 87-125. ARRIBAS PALAU, A. y SÁNCHEZ DEL CORRAL, J. M. (1970): “La necrópolis megalítica del pantano de los Bermejales (Arenas del Rey, Granada)”, XI Congreso Nacional de Arqueología (Mérida, 1969), Zaragoza, pp. 284-291. Ilustraciones Las ilustraciones que acompañen el texto se enviarán preferentemente en ficheros electrónicos, aunque también se admiten otros formatos (papel fotográfico o diapositiva). Deberán distinguirse entre figuras (dibujos, mapas o planos a línea), tablas y láminas (fotografías) numeradas en arábigo. Ninguna ilustración se compondrá dentro del texto. Los pies de figuras, tablas y láminas se incluirán en una hoja independiente con los datos completos de identificación. En el caso de las fotografías de autor, deberán enviarse con el consiguiente permiso de publicación. En ningún caso será posible la publicación de imágenes de escasa calidad técnica y estética. Para evitar errores en la reproducción de archivos digitales, se aconseja adjuntar presentación cartografiada o impresa del material gráfico. Las imágenes digitalizadas (.tif o .jpg) se aportarán con una resolución mínima de 300 dpi, para el tamaño definitivo de reproducción (mínimo: 15 cm ancho X 11 cm alto; recomendado: 20 cm ancho x 13 cm alto). Éstas deben presentarse en ficheros electrónicos independientes. Los gráficos se acompañarán de su correspondiente tabla de valores (deberá aportarse simultáneamente la imagen compuesta y los ficheros independientes), necesaria para

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and page number(s); for conference proceedings, the date and place they were held, the place of publication and the page number(s). In the case of e-publications, the website will be given. Examples: SCHIFFER, M. B. (1987): Formation Processes of the Archaeological Record, University of New Mexico Press, Albuquerque. PARKER, M. (2000): "Eating money. A study in the Ethnoarchaeology of food", Archaeological Dialogues 7(2), pp. 217-232. DIETLER, M. (1996): "Feast and Commensal Politics in the Political Economic: Food, Power and Status in Prehistory Europe", Food and the Status Quest, (Wiessener, P. and Schiefenhövel, W. eds.), Berghahn Books, Oxford, pp. 87-125. ARRIBAS PALAU, A. and SÁNCHEZ DEL CORRAL, J. M. (1970): “La necrópolis megalítica del pantano de los Bermejales (Arenas del Rey, Granada)”, XI Congreso Nacional de Arqueología (Mérida, 1969), Zaragoza, pp. 284-291. Illustrations Artwork should preferably be supplied in electronic format, although other formats (photographic paper or slides) will be accepted. A distinction should be made between figures (drawings, maps or line plans), tables and plates (photographs) for which Arabic numerals should be used. Illustrations should not be included in the text. Figure, table and plates captions will be included on a separate sheet with full identification details. Photographs taken by the author should be accompanied by the applicable permission for publication. No pictures of a poor technical or aesthetic quality will be accepted for publication. To avoid errors in the reproduction of digital files, we recommend attaching a cartographic or printed copy. Digitalised pictures (.tif or .jpg) must have a minimum resolution of 300 dpi for the definitive reproduction size (minimum: 15 cm wide x 11 cm high; recommended: 20 cm wide x 13 cm high). They should be submitted in separate electronic files. Graphs should be accompanied by their corresponding table of values (the composed image and the files should be sent independently but simultaneously); this is necessary to be able to reformat their design in accordance with that of the journal. Colours, tones and types may be altered as long as they do not change the content of the graph. Plans, maps and compositions: the size and scale will be in accordance with the format of the publication and will take into account that (1) texts, legends and shading will be in independent layers; (2) drawings will be simplified to 3 widths and the use of the colour will be specified; (3) linked pictures or external references should be copied in the same file as the .dwg file (the preferred format). Alternatives would be .pdf or .tif files. In those cases the drawing cannot include textual information, which should be sent in a separate file.


rehacer su diseño acorde con el de la revista. Colores, tramas y tipo podrán modificarse siempre que no se altere el contenido del gráfico. Planos, mapas y composiciones: tamaño y escala serán acordes con el formato de la publicación y tendrán en cuenta que (1) los textos, leyendas y sombreados irán en capas independientes; (2) el dibujo se simplificará a 3 grosores y se especificará la necesidad de uso del color; (3) imágenes enlazadas o referencias externas deberán ir copiadas en la misma carpeta en la que esté el archivo .dwg (formato preferente). Como opción alternativa podrá acudirse al formato .pdf o .tif. En estos casos el dibujo no podrá incluir información textual, que se aportará en otro archivo. Entrega de originales Para la entrega de originales deberán enviarse dos copias impresas con las figuras, tablas y láminas separadas del texto. Se incluirá así mismo un CD-Rom con todos los archivos informáticos. Todo ello deberá enviarse a la siguiente dirección:

Submission of originals For the submission of originals two printed copies with the figures, tables and plates separate from the text should be sent. This should be accompanied by a CD-Rom containing all the computer files. All this should be sent to: Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera Carretera de Málaga, nº 5 29200 Antequera (Málaga) Proofs Once all the documentation has been submitted, a general revision of the text and page layout will be carried out. A pdf file will then be e-mailed to each author for proofreading. Only spelling and style changes that do not affect the content or design should be made. In any event, the editorial board will be responsible for the general revision of the publication.

Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera Carretera de Málaga, nº 5 29200 Antequera (Málaga) Revisiones Una vez entregada toda la documentación se procederá a la revisión general del texto y maquetación. Posteriormente se enviará un archivo en formato pdf de cada artículo, mediante correo electrónico, a cada uno de los autores para su consiguiente revisión. Se tratará de correcciones ortográficas, o de estilo, no de modificaciones de los contenidos o diseño. En cualquier caso, el consejo editorial se responsabiliza de la revisión general de la publicación.

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AVANCE03

Evolución humana en Andalucía La evolución es una cuestión clave en Biología, incluyendo la humana. Por evolución se puede entender los cambios que se producen en el acervo genético de una población a lo largo del tiempo. La evolución humana, no obstante, presenta una particularidad respecto a la de otros grupos de organismos: la complejidad derivada de las interacciones entre los aspectos biológicos y los culturales, lo cual la dota de características especiales. Así, la evolución humana puede ser abordada desde diferentes puntos de vista. Los más obvios pueden ser cómo han cambiado la forma y la anatomía a lo largo del tiempo de existencia de nuestro linaje y el estudio de la cultura material como instrumento para inferir aspectos de la paleobiología de nuestros ancestros. Pero la evolución humana es mucho más. Y gracias al concurso de un amplio conjunto de disciplinas se han abierto las puertas para la decodificación de múltiples aspectos que, de otra manera, permanecerían ocultos. El dossier de Menga 3 está dedicado a resaltar el papel que los yacimientos andaluces y la investigación desde Andalucía están jugando en los estudios de evolución humana. Es bien conocido que el actual territorio andaluz es clave para entender dos hitos fundamentales de la Prehistoria, la primera ocupación de Eurasia y la desaparición de los últimos neandertales. Sin embargo no son los únicos porque nuevos yacimientos e investigaciones de calidad están contribuyendo de manera significativa a ampliar nuestro conocimiento de la evolución humana.

Human Evolution in Andalusia Evolution is a key issue in Biology, including human biology. Only in an evolutionary context we are able of understanding the changes that took place over time in the genetic heritage of a population. Human evolution, however, has a distinctive feature compared to the biology of other organisms: complexity of behavior emerging from the interaction between biological and cultural aspects -a complexity that has resulted in the own and special characteristics of human evolution. Thus, human evolution can be approached from different points of view. The most obvious could include the way in which the shape and anatomy of our lineage has changed over time. Another approach would be the study of cultural materials as instruments that allow us to infer paleobiological aspects of our ancestors. But human evolution is much more, and thanks to the concurrence of a large set of disciplines, the doors have been opened for decoding multiple aspects that would have otherwise remained hidden. The Menga 3 dossier is dedicated to highlighting the role that archaeological sites and research in Andalusia are playing in the study of human evolution. It is well known that Andalusia is a key territory in understanding two milestones of Prehistory: the first occupation of Eurasia and the disappearance of the last Neanderthals. However, they are not the only ones, as new archaeological sites and quality investigations are contributing significantly to widening our knowledge on human evolution.




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