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JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA Y DEPORTE Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera

ISSN 2172-6175 Depósito Legal: SE 8812-2011

Menga es una publicación anual del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía). Su objetivo es la difusión internacional de trabajos de investigación científicos de calidad relativos a la Prehistoria de Andalucía. Menga se organiza en cuatro secciones: Dossier, Estudios, Recensiones y Crónica. La sección de Dossier aborda de forma monográfica un tema de investigación de actualidad. La segunda sección tiene un propósito más general y está integrada por trabajos de temática más heterogénea. La tercera sección incluye reseñas de libros y otros eventos (tales como exposiciones científicas, seminarios, congresos, etc.). La última sección denominada como Crónica recogerá las actuaciones realizadas por el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera en la anualidad anterior. Menga está abierta a trabajos inéditos y no presentados para publicación en otras revistas. Todos los manuscritos originales recibidos serán sometidos a un proceso de evaluación externa y anónima por pares como paso previo a su aceptación para publicación. Excepcionalmente, el Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o por la dificultad de acceso a sus contenidos.

Menga is a yearly journal published by the Dolmens of Antequera Archaeological Site (the Andalusian Regional Government Ministry of Culture and Sport). Its aim is the international dissemination of quality scientific research into Andalusian Prehistory. Menga is organised into four sections: Dossier, Studies, Reviews and Chronicle. The Dossier section is monographic in nature and deals with current research topics. The Studies section has a more general scope and includes papers of a more heterogeneous nature. The third section includes reviews of books and events such as scientific exhibitions, conferences, workshops, etc. The Chronicle section presents the activities undertaken by the Dolmens of Antequera Archaeological Site in the previous year. Menga is open to original and unpublished papers that have not been submitted for publication to other journals. All original manuscripts will be submitted to an external and anonymous peer-review process before being accepted for publication. In exceptional cases, the editorial board will consider the publication of Spanish and English translations of already published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of access to their content.

Exvoto femenino semiesquemático. Museo de Castellar (Jaén). Procedencia: Santuario Íbero de Los Altos del Sotillo-Cueva de la Lobera (Castellar, Jaén). Dimensiones: 6 cm x 1cm. Foto: Carmen Rueda Galán.


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EDITORIAL DOSSIER: EVOLUCIÓN HUMANA Y POBLAMIENTO DEL PLEISTOCENO EN ANDALUCÍA Editado por Juan Manuel Jiménez Arenas

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El fragmento craneal de Orce (Granada): una hembra de rumiante Bienvenido Martínez-Navarro La cueva del Ángel (Lucena, Córdoba): un hábitat achelense de cazadores en Andalucía Cecilio Barroso Ruíz, Daniel Botella Ortega, Miguel Caparrós, Anne Marie Moigne, Vincenzo Celiberti, Antonio Monclova Bohórquez, Luisa Pineda Cabello, Guadalupe Monge Gómez, Agnès Testu, Deborah Barsky, Olivier Notter, José Antonio Riquelme Cantal, Manuel Pozo Rodríguez, María Isabel Carretero León, Samir Khatib, Thibaud Saos, Sophie Gregoire, Salvador Bailón, José Antonio García Solano, Antonio Luis Cabral Mesa, Abderrezak Djerrab, Ian George Hedley, Salah Abdessadok, Gerard Batalla LLasat, Nicolas Astier, Læticia Bertin, Nicolas Boulbes, Dominique Cauche, Arnaud Filoux, Constance Hanquet, Christelle Milizia, Elena Rossoni, Luis Verdú Bermejo, Veronique Pois y Henry de Lumley La ocupación del territorio de la comarca del Guadalteba (Málaga, sur de España) por sociedades del Pleistoceno Javier Medianero Soto, José Ramos Muñoz, Pedro Cantalejo Duarte, Juan José Durán Valsero, Gerd-C. Weniger, Salvador Domínguez-Bella y Mar Espejo Herrerías Una aproximación a la comprensión de la fauna de macromamíferos de la cueva de Zafarraya (Alcaucín, Málaga) Antonio Monclova Bohórquez, Cecilio Barroso Ruiz, Miguel Caparrós y Anne Marie Moigne Titanes en el Complejo Motillas. La secuencia del Pleistoceno Superior de la cueva del Higueral-Guardia en la bética occidental (Proyecto Kuretes) Javier Baena Preysler, Antonio Morgado Rodríguez, José Antonio Lozano Rodríguez, Concepción Torres Navas, Antonio Alcalá Ortiz, Rafael Bermúdez Cano, Francisco Bermúdez Jiménez y Francisco Ruiz-Ruano Cobo

118 ESTUDIOS 121

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El tholos de La Pastora y su entorno: el sector oriental del yacimiento de Valencina de la Concepción (Sevilla) a través de la geofísica Juan Manuel Vargas Jiménez, Cornelius Meyer y Mercedes Ortega Gordillo El yacimiento argárico del cerro de San Cristóbal (Ogíjares, Granada) Gonzalo Aranda Jiménez, Eva Alarcón García, Mercedes Murillo-Barroso, Ignacio Montero-Ruiz, Sylvia Jiménez-Brobeil, Margarita Sánchez Romero y María Oliva Rodríguez-Ariza El cobre de Linares (Jaén) como elemento vinculado al comercio fenicio en El Calvari de El Molar (Tarragona) Ignacio Montero-Ruiz, Núria Rafel, M. Carme Rovira, Xosé-Lois Armada, Raimon Graells, Mark Hunt, Mercedes Murillo-Barroso, Martina Renzi y Marta Santos


187

Muerte y transfiguración: cremaciones, hecatombes y sacrificios en el final de Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz) Javier Jiménez Ávila

208 CRÓNICA DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA 2011 219

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La inscripción de los Dólmenes de Antequera en la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial de UNESCO Margarita Sánchez Romero Megalitismo y ciudadanía en Antequera (Málaga): aproximación a los usos y significados sociales como estrategia para la gestión sostenible María Isabel Durán Salado Estudio de los restos óseos animales recuperados en la parte superior del relleno del pozo de Menga (Antequera, Málaga) en la intervención arqueológica de 2005 José Antonio Riquelme Cantal Las inhumaciones medievales del atrio del dolmen de Menga (Antequera, Málaga): estudio antropológico y cronología absoluta Marta Díaz-Zorita Bonilla y Leonardo García Sanjuán

250 RECENSIONES 250

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Isabel Izquierdo Peraile Bartolomé Ruiz González (dir.): Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera. Definición, programación e institucionalización. Documento de avance del Plan Director, 2011 José Beltrán Fortes Juan Sánchez-Cuenca: Menga en el siglo XIX. “El más bello y perfecto de los dólmenes conocidos”, 2012 Manuel A. Rojo Guerra Gonzalo Aranda Jiménez, María Dolores Cámalich Massieu, Dimas Martín Socas, Antonio Morgado, Francisco Martínez- Sevilla, José Antonio Lozano Rodríguez, María Isabel Mancilla Cabello y Julio Román Punzón: La Loma (Íllora, Granada). Un yacimiento de fosas del VI-IV milenios cal BC, 2012 José Antonio Rodríguez Marcos Víctor M. Hurtado Pérez, Leonardo García Sanjuán y Mark A. Hunt Ortiz (coords.): El asentamiento de El Trastejón (Huelva). Investigaciones en el marco de los procesos sociales y culturales de la Edad del Bronce en el suroeste de la Península Ibérica, 2011 Eduardo García Alfonso Manuel Álvarez Martí-Aguilar (editor): Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas, 2011 Ana Delgado Hervás Fernando Villada Paredes, Joan Ramón Torres y José Suárez Padilla: El asentamiento protohistórico de Ceuta: Indígenas y fenicios en la orilla norteafricana del Estrecho de Gibraltar, 2010

273 NOTICIAS


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DIRECTOR/DIRECTOR

Massimo Botto (Consiglio Nazionale delle Ricerche, Roma)

Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera)

Primitiva Bueno Ramírez (Universidad de Alcalá de Henares) Jane E. Buikstra (Arizona State University) María Dolores Cámalich Massieu (Universidad de La Laguna)

EDITORES CIENTÍFICOS/SCIENTIFIC EDITORS Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada)

Teresa Chapa Brunet (Universidad Complutense de Madrid) Robert Chapman (University of Reading)

Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla)

Felipe Criado Boado (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela)

EDITOR DE RECENSIONES/REVIEWS EDITOR José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga)

José Antonio Esquivel Guerrero (Universidad de Granada) Román Fernández-Baca Casares (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico)

EDITORA DE MONOGRAFÍAS/MONOGRAPHS EDITOR Ana Delgado Hervás (Universidad Pompeu Fabra)

Alfredo González Ruibal (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela)

SECRETARIA TÉCNICA/TECHNICAL SECRETARY

Almudena Hernando Gonzalo (Universidad Complutense de Madrid)

Rosa Enríquez Arcas (Conjunto Arqueológico Dólmenes de

Isabel Izquierdo Peraile (Ministerio de Educación, Cultura y

Antequera) Victoria Eugenia Pérez Nebreda (Conjunto Arqueológico

Deporte del Gobierno de España) Sylvia Jiménez-Brobeil (Universidad de Granada)

Dólmenes de Antequera)

Michael Kunst (Deutsches Archäologisches Institut, Madrid) Katina Lillios (University of Iowa)

CONSEJO EDITORIAL/EDITORIAL BOARD Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada)

Martí Mas Cornellà (Universidad Nacional de Educación a Distancia)

María Cruz Berrocal (Consejo Superior de Investigaciones

Fernando Molina González (Universidad de Granada)

Científicas, Madrid) Ana Delgado Hervás (Universitat Pompeu Fabra)

Ignacio Montero Ruiz (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid)

Rosa Enríquez Arcas (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera)

Arturo Morales Muñiz (Universidad Autónoma de Madrid) María Morente del Monte (Museo de Málaga)

Eduardo García Alfonso (Consejería de Cultura y Deporte de la

Leonor Peña Chocarro (Escuela Española de Historia y

Junta de Andalucía) Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla)

Arqueología en Roma. CSIC) Raquel Piqué Huerta (Universitat Autònoma de Barcelona)

José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga) Rafael Maura Mijares (Doctor en Prehistoria)

Charlotte Roberts (University of Durham) Ignacio Rodríguez Temiño (Conjunto Arqueológico de Carmona)

Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera)

Arturo Ruiz Rodríguez (Universidad de Jaén) Robert Sala Ramos (Universitat Rovira i Virgili)

María Oliva Rodríguez Ariza (Universidad de Jaén)

Alberto Sánchez Vizcaino (Universidad de Jaén)

Victoria Eugenia Pérez Nebreda (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera)

Stephanie Thiebault (Centre Nationale de Recherche Scientifique, París)

Margarita Sánchez Romero (Universidad de Granada)

Ignacio de la Torre Sáinz (Institute of Archaeology, University College London)

CONSEJO ASESOR/ADVISORY BOARD

Juan Manuel Vicent García (Consejo Superior de Investigaciones

Xavier Aquilué Abadias (Museu d´Arqueologia de Catalunya) Ana Margarida Arruda (Universidade de Lisboa)

Científicas, Madrid) David Wheatley (University of Southampton)

Oswaldo Arteaga Matute (Universidad de Sevilla) Rodrigo de Balbín Behrmann (Universidad de Alcalá de Henares)

Joao Zilhão (Universitat de Barcelona)

Juan Antonio Barceló Álvarez (Universitat Autònoma de Barcelona) María Belén Deamos (Universidad de Sevilla)

EDICIÓN/PUBLISHED BY

Juan Pedro Bellón Ruiz (Universidad de Jaén)

JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura y Deporte

Joan Bernabeu Aubán (Universitat de València)

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. ISSN 2172-6175


PRODUCCIÓN/PRODUCTION

Unless stated otherwise, this work is licensed under an

Agencia Andaluza de Instituciones Culturales Gerencia de Instituciones Patrimoniales

Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported Creative Commons. You are free to share, copy, distribute and transmit the

Manuela Pliego Sánchez

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Eva González Lezcano Carmen Fernández Montenegro

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upon this work.

Francisco José Romero Romero For any reuse or distribution, you must make clear to others the FOTOGRAFÍAS/PHOTOGRAPHS Portada/Front cover: Dolmen de Viera (Antequera,

licence terms of this work. Any of the above conditions can be waived if you get permission from the copyright holder. Where the

Málaga) (Foto: Miguel Angel Blanco de la Rubia. © JUNTA DE

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ANDALUCÍA. Consejería de Cultura y Deporte) / The Viera Dolmen (Antequera, Málaga) (Photo: Miguel Angel Blanco de la Rubia.

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Investigación y gestión arqueológica en una coyuntura de crisis: una reflexión sobre el futuro El momento actual de la Arqueología andaluza está marcado por el escenario de la crisis económica y social que padecemos, cuya duración y consecuencias van a ser previsiblemente largas y profundas. Toda coyuntura de crisis plantea (realmente exige) una reflexión sosegada sobre las condiciones del presente y las perspectivas del futuro. Junto a todas las limitaciones y frustraciones que acarrea, la situación actual también ofrece el potencial de ciertas oportunidades de cambio – un cambio a mejor, se sobreentiende. La primera consecuencia de relevancia que la crisis ha deparado para la Arqueología andaluza es que el repentino parón de la actividad inmobiliaria ha reducido de forma dramática los niveles de actividad en el ámbito de la arqueología de urgencia y, de forma más genérica, dentro de la arqueología profesional. La mayor parte de las actuaciones arqueológicas llevadas a cabo en Andalucía en los últimos años han sido intervenciones de carácter preventivo (cerca del 87% del total de los expedientes entre 2005 y 2010), es decir, aquellas que se realizan tanto con carácter previo como durante la realización de obras que suponen una afección directa en el patrimonio arqueológico y cuyo principal objetivo es documentar la información arqueológica del sector intervenido y evaluar la afección de las obras en el patrimonio conservado. Pasado el primer impacto que esta brusca reducción de la actividad ha supuesto, se dejan entrever dos consecuencias no necesariamente negativas. Por una parte, desde la perspectiva del colectivo de profesionales, los años de bonanza económica y especulación inmobiliaria habían fomentado un cierto grado de dependencia del sector de la construcción. Sin duda, el alto volumen de actuaciones preventivas ligadas a la construcción ha posibilitado una maduración profesional y una mayor conciencia social del papel de la Arqueología como instrumento de protección del Patrimonio Histórico. Sin embargo, el monocultivo de las actuaciones preventivas se ha revelado como una estrategia empresarial insostenible a largo plazo. En la coyuntura actual la diversificación de la oferta de servicios aparece como una necesidad ineludible, de la que depende la misma supervivencia del incipiente tejido empresarial y profesional que se ha creado en los últimos dos decenios. Varios nichos aparecen como potencialmente interesantes en este contexto. La prospección geofísica es un terreno prácticamente inédito en el ámbito empresarial arqueológico andaluz, a pesar de la relevancia que tiene como verdadera arqueología preventiva. Los servicios de difusión patrimonial y museología adquieren mayor valor cuanto que la

Medalla de Menga. Obra de Francisco Javier Galán de Mester Artis. Foto: Javier Pérez González. © JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura.

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crisis no parece haber afectado (por ahora) al sector turístico de una forma significativa: a pesar de los avances que se han dado en los últimos años, el Patrimonio Arqueológico andaluz está todavía infrautilizado desde el punto de vista de su potencial educativo, social y turístico. Las posibilidades de los servicios de consultoría en aspectos tales como cartografía digital, bases de datos, estudios técnicos, análisis científicos, publicaciones o servicios en línea han sido todavía escasamente exploradas desde la perspectiva de la iniciativa privada. Una segunda consecuencia claramente beneficiosa del parón de la frenética actividad inmobiliaria es que el acelerado ritmo de destrucción del patrimonio arqueológico andaluz (y de los paisajes que conforma) se ha frenado. Esto es necesariamente bueno en sí. A pesar de su incuestionable aportación dentro del sistema de protección del patrimonio arqueológico andaluz, las intervenciones de urgencia están sujetas a tales condicionantes sistémicos (por no hablar de los que aparecen coyunturalmente en cada caso) que el registro obtenido es en muchos casos de limitado valor científico y patrimonial. Aunque en los últimos años algunas intervenciones de la ‘arqueología preventiva‘ se han orientado desde planteamientos que superan la mera caracterización del registro arqueológico de un solar para incluir claros planteamientos de obtención de conocimiento, no siempre desde la administración se ha sabido aprovechar y facilitar la información resultante, de modo que ésta no siempre se ha transformado en conocimiento. Así, mientras que estos trabajos inciden directamente en la protección patrimonial, con su incorporación a herramientas de planeamiento urbanístico, territorial, de protección especial y de control ambiental, la generación de conocimiento resulta cuando menos desigual en calidad y cantidad, fruto de las propias dinámicas de trabajo que acompañan la arqueología preventiva. Salvo raras excepciones, las intervenciones arqueológicas de urgencia no aportan en sus informes los necesarios estudios postexcavación, lo cual constituye un déficit del sistema andaluz de gestión de intervenciones de urgencia sobre el que convendría una profunda reflexión. Como resultado de estos condicionantes, en los últimos decenios, los museos andaluces se han llenado de materiales arqueológicos, en algunos casos de extraordinario valor científico y patrimonial, que no solo no han sido estudiados, sino para los cuales apenas existe un registro de campo obtenido apresuradamente y con escasos medios. La actual coyuntura invita tanto a la administración de bienes culturales como a los centros de investigación, las universidades, los profesionales y las empresas a abordar el estudio de este registro arqueológico. La Arqueología no es solo Arqueología campo: y en el momento actual hay mucha Arqueología que hacer en los museos a partir de los materiales obtenidos en los centenares de intervenciones de urgencia que se han hecho en los últimos veinte años. Las técnicas de caracterización de materiales, datación, análisis bioarqueológico o análisis arqueoambiental están en la actualidad muy desarrolladas y contrastadas, y en la Arqueología andaluza tenemos ya muy buenos ejemplos del potencial que ofrecen para la mejor comprensión de las sociedades del Pasado. En este sentido, sería muy beneficioso llevar a efecto la propuesta formulada en el documento para el debate del III Plan General de Bienes Culturales respecto a la sistematización del registro textual, gráfico y fotográfico existente en los archivos de la administración así como el análisis científico del registro material de los museos mediante técnicas científicas y, por supuesto, la transferencia de ese conocimiento a los procesos de gestión patrimonial mediante su inserción en las políticas de tutela del patrimonio arqueológico. Sin duda ninguna, esto redundaría en estímulo de la actividad económica y el empleo mediante la activación de un recurso cultural de gran magnitud cuantitativa y valor científico y el impulso a su estudio, investigación y puesta en valor por parte de profesionales,

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empresas y organismos públicos de investigación. Aunar esfuerzos de todos los segmentos involucrados hacia el estudio de la ingente masa de registro arqueológico actualmente acumulada en los museos solo puede producir beneficios: para los propios museos, que mejorarán la calidad de sus exposiciones, para los científicos, que encontrarán nuevos apoyos empíricos para analizar los problemas que les ocupen, para la administración, que cumplirá con su cometido de tutelar el patrimonio arqueológico, y no solo su extracción del subsuelo, y para los profesionales, que podrán diversificar sus cartas de servicios, acumulando experiencia en el terreno de la Arqueología no destructiva. La segunda consecuencia directa que la crisis ha traído para la Arqueología andaluza es la no menos drástica reducción de los presupuestos públicos destinados a gestión e investigación. Sin duda, las consecuencias de estos recortes son múltiples y se dejarán sentir muy significativamente en todos los aspectos de la Arqueología de nuestra comunidad autónoma. La propia revista Menga no ha sido ajena al impacto de los recortes presupuestarios que se han producido en 2012, pues el presente número sale únicamente en su versión española, sin traducción inglesa. El Consejo de Redacción de la revista lamenta profundamente esta pérdida de una de las señas de identidad más fuertes y visibles de esta publicación, y espera que para el número 04 se recupere su carácter bilingüe. Más allá del obvio daño que esta reducción de presupuestos públicos ocasiona y va a ocasionar ¿cuáles serían sus aspectos positivos? Por una parte, las instituciones dedicadas a la investigación arqueológica en la comunidad autónoma andaluza, y en particular a su Prehistoria, deberán diversificar la búsqueda de recursos financieros con los que desarrollar sus investigaciones. La realidad es que el tradicional recurso de los proyectos de investigación sistemática patrocinados por la Consejería de Cultura que tantos y tan buenos proyectos científicos ha posibilitado en las décadas 1980 y 1990, no es ahora viable, por lo que los grupos y equipos de investigación deberán encontrar fuentes de financiación alternativas. Esto puede tener múltiples efectos que no por imprevistos son menos positivos, como por ejemplo el estimular en aquellos el hábito de competir en convocatorias muy exigentes donde los parámetros de calidad y rigor son elevados, mejorando así el nivel de la formulación epistemológica y técnica de los proyectos, o el ampliar el espectro de organismos e instituciones involucradas en la financiación de la investigación científica del patrimonio arqueológico andaluz. La administración pública puede y debe también abrir un debate sobre qué hacer con los varios casos existentes en los que, habiéndose llevado a cabo importantes proyectos de excavación financiados con dinero público en destacados yacimientos prehistóricos andaluces, el registro resultante de tales intervenciones permanece inaccesible desde hace décadas para el conjunto de la comunidad científica. La noción de cuasi ‘apropiación’ de determinados yacimientos por parte de grupos o equipos científicos es un anacronismo que no tiene cabida en la moderna investigación científica, donde, por el contrario, cuanto mayor es la complejidad del registro empírico de un yacimiento, y mayor la dificultad del estudio de los problemas científicos que le sean inherentes, más recomendable es promover una saludable competencia entre distintos equipos que aporten sus respectivas trayectorias de experiencia, líneas de especialización y perspectivas teóricas. Desde el punto de vista de la administración de bienes culturales, el III Plan de Bienes Culturales esboza una interesante ampliación del concepto mismo de “investigación” en el contexto de la administración pública. Aunque suele aplicarse con un sentido académico, con frecuencia circunscrito al método científico, existen otras formas de obtener conocimiento, como son los estudios previos, las recopilaciones documentales, la elaboración de expe-

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dientes, etc., no menos rigurosos, que son sumamente útiles y habituales en la gestión para la tutela. Además, la misión institucional de la administración pública con respecto al conocimiento no se limita a generarlo y utilizarlo, sino que también es necesario organizarlo, documentarlo, transferirlo, etc. dentro de un concepto más abarcador de “gestión del conocimiento”. Por supuesto, en toda coyuntura de crisis un primer efecto favorable es reducir o directamente suprimir el despilfarro, persiguiendo estrategias que economicen los recursos al mismo tiempo que mantienen las funciones y los servicios. Las soluciones imaginativas y el buen uso de la tecnología son un apoyo fundamental para encontrar alternativas a lo que antes simplemente se podía pagar con dinero. Un buen ejemplo del tipo de solución positiva que puede darse a la reducción de los presupuestos públicos lo tenemos en la reciente edición por parte de la propia Consejería de Cultura de varias monografías en un formato digital (digi-book) que, a la vez que permite dar salida a importantes aportaciones científicas, facilita el aprovechamiento de las utilidades que los formatos digitales tienen para la búsqueda de información. Es el caso, por ejemplo, de la publicación en la serie de Monografías de Arqueología de la Junta de Andalucía de volúmenes como El Enterramiento en Cueva Artificial de La Molina (Lora de Estepa, Sevilla) (2010) o La Loma (Íllora, Granada). Un Yacimiento de Fosas del VI-IV milenios cal BC (2012), trabajos ambos que, además, representan un buen ejemplo de investigación científica multidisciplinar del registro obtenido en intervenciones arqueológicas de urgencia.

En conjunto, para la coyuntura de crisis presupuestaria que la administración regional sufre en la actualidad invita a abrir un periodo de reflexión en torno a los cambios que han experimentado las actuaciones sobre el patrimonio arqueológico en Andalucía en los últimos

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Laguna de Herrera la Peña de los Enamorados MENGA.con REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA //alNºfondo. 03. 2012. Foto: Javier Pérez González.

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veinte años y en torno al papel de la propia administración en la generación del conocimiento arqueológico. Tanto el fenómeno constructivo, que ha generando un volumen de actividades arqueológicas sin precedentes, como la aparición de nuevos conceptos que entienden el patrimonio como un factor de desarrollo social y económico han supuesto nuevas experiencias en la tutela del patrimonio arqueológico no siempre resueltas de manera satisfactoria. Lo cierto es que, durante mucho tiempo, el conocimiento generado mediante financiación pública ha estado ligado al desarrollo de proyectos y actuaciones dirigidas a obtener conocimiento histórico y a estudiar formas de vida, actividades y modos de producción, en su mayor parte realizadas según las prioridades de diversos equipos de investigación enmarcadas generalmente en Proyectos Generales de Investigación. Sin embargo, sus resultados no siempre ha tenido un efecto en las acciones de la tutela, bien por la desigual generación y difusión de resultados por parte de los equipos responsables, bien porque, una vez generada, la información no se ha sabido gestionar desde la propia administración o bien porque, en su mayor parte, era un conocimiento de difícil aplicación directa poco aplicable a algunas de las acciones de tutela. El rendimiento relativamente escaso que desde la administración se ha obtenido de los Proyectos Generales de Investigación que autoriza y que financia, y las escasas relaciones que ha establecido con otras instituciones investigadoras, han provocado que la consejería competente en materia de patrimonio arqueológico tenga un escaso peso como agente de generación y transferencia de conocimiento. La actual coyuntura económica y social apunta a que, muy previsiblemente, determinados planteamientos que han conformado nuestra forma de practicar la Arqueología como disciplina en la comunidad autónoma andaluza en los últimos 30 años van a cambiar bastante, y probablemente para siempre. El reto que se nos plantea es soslayar el lamento por un pasado que no va a volver, haciendo por el contrario de esta coyuntura una oportunidad para la transformación inteligente del pasado en un futuro mejorado.

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La vega de Antequera desde la cueva de las Grajas. Foto: José Antonio Lozano Rodríguez.

DOSSIER EVOLUCIÓN HUMANA Y POBLAMIENTO DEL PLEISTOCENO EN ANDALUCÍA Editado por Juan Manuel Jiménez Arenas El fragmento craneal de Orce (Granada): una hembra de rumiante Bienvenido Martínez-Navarro La cueva del Ángel (Lucena, Córdoba): un hábitat achelense de cazadores en Andalucía Cecilio Barroso Ruíz, Daniel Botella Ortega, Miguel Caparrós, Anne Marie Moigne, Vincenzo Celiberti, Antonio Monclova Bohórquez, Luisa Pineda Cabello, Guadalupe Monge Gómez, Agnès Testu, Deborah Barsky, Olivier Notter, José Antonio Riquelme Cantal, Manuel Pozo Rodríguez, María Isabel Carretero León, Samir Khatib, Thibaud Saos, Sophie Gregoire, Salvador Bailón, José Antonio García Solano, Antonio Luis Cabral Mesa, Abderrezak Djerrab, Ian George Hedley, Salah Abdessadok, Gerard Batalla LLasat, Nicolas Astier, Læticia Bertin, Nicolas Boulbes, Dominique Cauche, Arnaud Filoux, Constance Hanquet, Christelle Milizia, Elena Rossoni, Luis Verdú Bermejo, Veronique Pois y Henry de Lumley


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03 La ocupación del territorio de la comarca del Guadalteba (Málaga, sur de España) por sociedades del Pleistoceno Javier Medianero Soto, José Ramos Muñoz, Pedro Cantalejo Duarte, Juan José Durán Valsero, Gerd-C. Weniger, Salvador Domínguez-Bella y Mar Espejo Herrerías Una aproximación a la comprensión de la fauna de macromamíferos de la cueva de Zafarraya (Alcaucín, Málaga) Antonio Monclova Bohórquez, Cecilio Barroso Ruíz, Miguel Caparrós y Anne Marie Moigne Titanes en el Complejo Motillas. La secuencia del Pleistoceno Superior de la cueva del Higueral-Guardia en la bética occidental (Proyecto Kuretes) Javier Baena Preysler, Antonio Morgado Rodríguez, José Antonio Lozano Rodríguez, Concepción Torres Navas, Antonio Alcalá Ortiz, Rafael Bermúdez Cano, Francisco Bermúdez Jiménez y Francisco Ruiz-Ruano Cobo


Venta Micena durante la excavaciรณn de 2005. Foto: Jordi Mestre/IPHES.


DOSSIER

EL FRAGMENTO CRANEAL DE ORCE: UNA HEMBRA DE RUMIANTE

(/ )5$*0(172 &5$1($/ '( 25&( *5$1$'$ 81$ +(0%5$ '( 580,$17( Bienvenido Martínez-Navarro1

5HVXPHQ La cuenca de Guadix-Baza ha sido una depresión endorreica desde finales del Mioceno Superior hasta finales del Pleistoceno Medio. Presenta uno de los mejores registros paleobiológicos (arqueológico incluido) del continente europeo. Desgraciadamente, la investigación en la cuenca, y especialmente en la región de Orce, ha estado contaminada por un continuo y polémico debate en torno a la hipotética adscripción humana del fragmento craneal de Venta Micena, VM-0, localizado en 1982. En este estudio se presenta una interpretación anatómica de dicha pieza, en la que se afirma que no corresponde ni a un homínido ni a un équido, sino a una hembra de rumiante de gran tamaño, que no presenta apéndices frontales.

3DODEUDV FODYH Venta Micena, Orce, Pleistoceno Inferior, industria lítica, Europa.

7+( &5$1,$/ )5$*0(17 )520 25&( *5$1$'$ $ )(0$/( 580,1$17 $EVWUDFW The Guadix-Baza basin was an endorheic depression from the end of the Late Miocene until the late middle Pleistocene. It shows one of the best paleobiological records (including archaeology) from all over the European continent. Unfortunately, research in the basin, and specially in the Orce region, has been continuously contaminated by the endless debate about the hypothetical human attribution of the Venta Micena cranial fragment VM-0. This study proposes a different anatomical interpretation of this piece, in which it is affirmed that it is not an equid or a hominid, and really it does correspond to a large-sized female ruminant that does not present frontal appendixes.

.H\ZRUGV Venta Micena, Orce, Lower Pleistocene, Lithic artefacts, Europe.

1 ICREA. IPHES, Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social. Área de Prehistoria, Universitat Rovira i Virgili. [bienvenido.martinez@icrea.cat]

Recibido: 01/10/2012; Aceptado: 02/11/2012

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 15-25. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

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BIENVENIDO MARTÍNEZ-NAVARRO

,1752'8&&, 1 Desde que en el verano de 1982 fuera descubierto en el yacimiento de Venta Micena el fragmento craneal de Orce, VM-0 (Lám. 1), este fósil no ha dejado de ser un tema recurrente en los mentideros científicos y en los medios de comunicación, especialmente en España, pero también a nivel internacional. Si este resto óseo no hubiera sido atribuido a Homo sp. en una primera publicación (Gibert et al., 1983), el hipotético resto humano más antiguo de Europa habría pasado desapercibido al formar parte de las miles de piezas de muy difícil o imposible clasificación procedentes del yacimiento, como sucede en otras muchas colecciones de mamíferos fósiles del mundo. Pero la historia hizo que se convirtiera en uno de los fósiles más famosos de la Paleontología española, por la continua polémica que ha generado a su alrededor. Prueba de ello es que cuando en la actualidad se cumplen 30 años desde su hallazgo y extracción, dicha controversia resurge recurrentemente, instrumentalizada desde sectores interesados en mantener una discusión absolutamente estéril y contraproducente para el normal desarrollo de un proyecto de investigación tan importante como es y, especialmente, será en un futuro cada día más cercano Orce y toda la cuenca de Guadix-Baza.

A través de documentales divulgativos (Navarro, 2010), libros de divulgación (Campillo, 2002; Gibert, 2004) y artículos publicados normalmente en revistas de bajo impacto científico, parece que, a base de repetirlo de manera continuada y obsesiva, dicho fósil y otros de escasa o nula resolución anatómica se van a convertir en humanos. Por otro lado, cuando uno llega a Orce, se encuentra con que esta pieza forma parte del acervo cultural popular, siendo el anagrama utilizado por el Ayuntamiento para algunas de sus publicaciones, como el programa de fiestas locales, o en el propio Museo Municipal de Prehistoria y Paleontología, donde está ocupando un lugar de estrellato situada de manera engañosa sobre una copia del cráneo de Homo ergaster de Koobi Fora (Kenia) KNM ER 3883 (Lám. 2). Durante muchos años, la polémica en torno al fragmento craneal de Orce ha flotado sobre el debate científico y ha contribuido a restar credibilidad a la hipótesis de una temprana colonización humana de la Península Ibérica y, por ende, del continente. El propósito de este artículo es intentar contribuir a la divulgación del extraordinario patrimonio paleobiológico (arqueológico incluido) de Orce y de toda la cuenca de Guadix-Baza, y finalizar en lo posible con esta polémica, que no beneficia a nadie y

Lám. 1. Fragmento craneal VM-0 de Orce. (A) superficie exocraneal; (B) superficie endocraneal. La flecha grande en A y B marca el punto bregma en la unión entre la sutura coronal o fronto-parietal (que está clara por la ausencia de los huesos wormianos) y la sutura interfrontal (marcada por pequeños triángulos). En la superficie endocraneal es posible ver las impresiones digitales profundas que presentan los huesos frontales además de la cresta sagital interna en el hueso parietal (marcada por pequeñas flechas) detrás de bregma. En todos los estudios previos, bregma fue interpretado como si fuera lambda (punto de unión entre los parietales y el occipital), los huesos frontales como si se tratara de los parietales, y el hueso parietal como si se tratara del occipital. Escala en cm.

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(/ &217(;72 *(2/ *,&2 '( /$ &8(1&$ '( *8$',; %$=$

Lám. 2. Fragmento craneal VM-0 engañosamente situado para dar la apariencia de humano, sobre el cráneo de Homo ergaster de Koobi Fora (Kenia) KNM ER 3883, expuesto en el Museo de Prehistoria y Paleontología de Orce.

lo único que ha conseguido es infravalorar el patrimonio y devaluar la credibilidad de las demás investigaciones paleontológicas y arqueológicas que se han desarrollado y siguen realizándose en la zona, una de las más ricas de todo el continente europeo. Para ello se expone la anatomía de esta pequeña pieza y una interpretación morfológica y clasificación taxonómica distintas, que nada tienen que ver con las determinaciones clásicas de homínido o équido, y que fue publicada hace ya 10 años en la principal revista especializada en Paleontología Humana, Journal of Human Evolution, (Martínez-Navarro, 2002) y nunca ha sido rebatida en dicha revista. Sin embargo, este trabajo y sus conclusiones son poco conocidos en España. Por ello se considera necesario incidir en él. Orce es un proyecto de estado para el estudio del Cuaternario, pues estamos hablando del mejor registro sedimentario continental de todo Europa, y no puede continuar menospreciado y vilipendiado por unos y/o por otros, siempre o, casi siempre, recurriendo a un fósil maldito y sin credibilidad alguna, debido a que no es lo que se pretende que sea.

La cuenca intramontañosa lacustre de Guadix-Baza, situada en el sudeste de la Península Ibérica, se divide en dos cubetas, la de Guadix en el sector suroccidental y la de Baza en el nororiental. Ambas subcuencas están separadas por la pequeña sierra del Jabalcón. La geología de esta depresión es singular en todo el contexto europeo, sólo comparable a la de las grandes cuencas interiores del Rift esteafricano. La depresión fue endorreica desde finales del Mioceno Superior (hace unos 7 millones de años, Ma) con registro paleontológico de todo el Plioceno, y arqueológico y paleontológico desde la segunda mitad del Pleistoceno Inferior hasta finales del Pleistoceno Medio, en que fue capturada por un subsidiario del Guadalquivir, el Guadiana Menor, hace como mínimo 0,18 Ma (García-Tortosa et al., 2008). Estos datos son bastante coherentes con las cronologías de los últimos registros arqueológicos en sedimentos fluvio-lacustres en la localidad con abundante fauna e industria achelense de La Solana del Zamborino, Fonelas (cubeta de Guadix), que fue excavada en los años setenta por el equipo del Prof. Botella de Granada, situada en la segunda mitad del Pleistoceno Medio (Jiménez-Arenas et al., 2011), aunque algunos autores la sitúan, en función de datos paleomagnéticos y bioestratigráficos arbitrarios, en la base del Pleistoceno Medio (Scott y Gibert, 2009). La geología de la cuenca comenzó a ser bien conocida a partir de comienzos de los años setenta. Vera (1970) diferenció la depresión en dos áreas de dominio, la cubeta de Guadix y la de Baza. La cubeta de Guadix está dominada por un sistema fluviotorrencial, cuyos aportes sedimentarios fundamentales proceden de Sierra Nevada, y la cubeta de Baza por un sistema lacustre, en el que predominan los sedimentos evaporíticos (calizas, yesos y sales) (ver Viseras, 1991; García-Aguilar, 1997). Esta geología singular favoreció la existencia de biotopos muy ricos con abundante flora y fauna y, sobretodo, contribuyó al registro y conservación del extraordinario patrimonio paleobiológico allí existente. La apertura de la cuenca y la consiguiente bajada del nivel de base provocó una erosión continuada a gran escala sobre los estratos mio-plio-pleistocénicos, lo que permite ver en superficie, en las laderas de los

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nuevos barrancos y cañadas, los espectaculares afloramientos que muestran este fantástico y completo registro paleobiológico de los últimos siete millones de años en Europa.

/26 <$&,0,(1726 '( 25&( El registro paleobiológico de todo el Plio-Pleistoceno es espectacular en toda la cuenca pero, probablemente, la mayor de densidad y calidad de los yacimientos se da en el triángulo que forman Orce y sus dos pedanías, Fuente Nueva y Venta Micena. Los sedimentos allí depositados comprenden un registro cronológico que va de una edad aproximada situada en la base del Pleistoceno inferior, en torno a 2,5-2,6 Ma, hasta hace aproximadamente 1,0 Ma. La localidad más antigua de la zona de Orce es Fuente Nueva-1, con fauna clásica de la base del Pleistoceno Inferior europeo, Villafranquiense Medio, dominada por la presencia de los primeros caballos de un dedo que llegaron al continente, Equus stenonis, de una gacela, Gazella borbonica, y de otros mamíferos (Moyà-Solà et al., 1987). El tránsito al Villafranquiense Superior, en torno al subcrón de polaridad normal Olduvai (hace entre 2 y 1,78 Ma), está marcado por la llegada de nuevos inmigrantes de origen asiático, como es el caso de un bóvido registrado en el yacimiento del Barranco de los Conejos llamado Praeovibos, antecesor directo de los actuales bueyes almizcleros, Ovibos muschatus, además de cinco especies de roedores (entre ellas Tibericola vandermeulini y Tcharinomys oswaldoreigi) y otros pequeños mamíferos. Es un yacimiento coetáneo de Dmanisi, datado en 1,8 Ma (Agustí et al., 2012). Por encima, dentro del Pleistoceno Inferior y ya entrado el Villafranquiense Superior (Rook y Martínez-Navarro, 2010), se encuentra Venta Micena, que es el yacimiento paleontológico más excavado, mejor conocido y probablemente el más espectacular de toda la depresión. Su cronología, basada en los datos paleomagnéticos y en la presencia de un pequeño roedor, el arvicólido Allophaiomys ruffoi (sinónimo de A. pliocaenicus) (Agustí et al., 1987), y en la asociación faunística general, sitúa este yacimiento en una edad próxima a 1,5 Ma, si bien según recientes dataciones por ESR se situaría en torno a 1,37+0,24

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Ma (Duval et al., 2011), y es bioestratigráficamente anterior a las localidades de Fuente Nueva-3 y Barranco León-5, también en la región de Orce, donde hay un arvicólido más moderno, Allophaiomys cf. labocati (Agustí et al., 2010), y se ha localizado una fauna de macromamíferos muy parecida a la de Venta Micena, si bien con presencia de unos pocos elementos faunísticos más modernos como Ammotragus europaeus (Martínez-Navarro et al., 2010). Es en estas dos últimas localidades, Fuente Nueva-3 y Barranco León, donde se han encontrado las evidencias más antiguas de presencia humana de toda Europa occidental, basadas en el hallazgo de industrias líticas (Turq et al., 1996; Martínez-Navarro et al., 1997; Oms et al., 2000; Toro et al., 2003, 2010; Palmqvist et al., 2005). (/ <$&,0,(172 '( 9(17$ 0,&(1$ El yacimiento paleontológico de Venta Micena es un estrato horizontal que presenta un nivel fértil de 80 a 120 cm de espesor cuya extensión superficial es superior a 2,5 km, y se ha calculado que presenta más de 1 km2 de extensión fértil, es decir, más de 1 millón de m2, el más extenso del Cuaternario de todo el continente y uno de los más ricos del mundo. De él se han extraído más de 17.000 fósiles en 350 m2, lo que da una densidad próxima a 50 piezas por m2, dato que permite deducir que son varias las decenas de millones de fósiles allí acumuladas y todavía por excavar. Este registro incluye 31 especies de mamíferos, especialmente de gran tamaño: elefantes (Mammuthus meridionalis), rinocerontes (Stephanorhinus hundsheimensis), caballos (Equus altidens), hipopótamos (Hippopotamus antiquus), Bóvidos (Bison sp., Hemibos sp. aff. H. gracilis, Preovibos sp., Soergelia minor, Capra alba, y Bovidae gen. et sp. indet.), cérvidos (Praemegaceros verticornis y Metacervocerus rhenanus), carnívoros como tigres de dientes de sable (Homotherium latidens y Megantereon whitei), panteras (Panthera sp.), linces (Lynx sp.), licaones (Lycaon lycaonoides), chacales (Canis mosbachensis), zorros (Vulpes praeglacialis), tejones (Meles sp.), osos (Ursus etruscus) o hienas (Pachycrocuta brevirostris), además de dos especies de lagomorfos y cinco de roedores entre los que destaca la presencia de puercoespines (Hystrix major) y también de insectívoros, además de otros pequeños vertebrados (Alberdi y Ruiz-Bustos, 1985;

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Moyà-Solà, 1987; Menéndez, 1987; Santafé y Casanovas-Cladellas, 1987; Pons-Moyà, 1987; Torres-Pérez-Hidalgo, 1987; Agustí et al., 1987; Martínez-Navarro, 1991, 1992; Martínez-Navarro y Palmqvist, 1995; Eisenmann, 1999; Crêgut-Bonnoure, 1999; Martínez-Navarro y Rook, 2003; Martínez-Navarro et al., 2011; Ros-Montoya, 2010; Ros-Montoya et al., 2012; entre otros). Durante la formación de este yacimiento el ambiente estuvo caracterizado por importantes zonas emergidas en un medio lacustre efímero (grietas de desecación, trazas de raíces verticales) con pequeñas charcas y cubetas de entre 2 y 20 m de diámetro aproximadamente y una profundidad inferior normalmente a 1 m. Los huesos se depositaron sobre un paleorrelieve y se cubrieron por sedimentos formados por barro calizo micrítico (homogéneo y poroso) con una composición del 98-99% de carbonato cálcico (CaCO3), formados en un periodo de expansión puntual de las cubetas (Anadón et al., 1987). La interpretación tafonómico-paleoecológica indica que el yacimiento corresponde a una acumulación realizada por la hiena de gran tamaño Pachycrocuta brevirostris (hiena de cara corta y de más de 110 kg de masa corporal) (Palqmvist et al., 1996, 2011; Arribas y Palqmvist, 1998; Martínez-Navarro y Palmqvist, 1999; Palmqvist y Arribas, 2001; Espigares, 2010). +,6725,$ '( 90 Desgraciadamente, como ya se ha dicho, la investigación en Venta Micena, y por extensión en toda la región de Orce, ha estado dominada por el continuo debate en torno al fragmento craneal VM-0, desde su hallazgo en 1982. De acuerdo con sus descubridores (Gibert et al., 1983), este espécimen se atribuyó a Homo sp. y representaba el homínido fósil más antiguo de Europa. Debido a las prisas del momento, el fósil fue publicado de manera improcedente, antes de ser limpiado totalmente, con la cara interna cubierta por una ganga calcárea muy cementada, como es típico en muchos fósiles del yacimiento, y sólo la cara externa fue estudiada y presentada. Esta pieza es un fragmento craneal de pequeño tamaño, con una anchura máxima de 76 mm y una longitud de 80 mm. El fósil fue descrito como si correspondiera a una amplia parte de los dos parietales y a la

porción superior del hueso occipital, conservando el punto lambda de unión entre la sutura sagital que separaba ambos parietales y la sutura lambdoidea que separaba los dos parietales del llamado hueso occipital (ver detalles anatómicos en Lám. 1 y Fig. 1). Cuando la superficie endocraneal fue acabada de limpiar en febrero de 1984 y se pudo analizar la pieza al completo, aparecieron algunas características anatómicas muy peculiares, tales como la presencia de impresiones digitales profundas y una cresta laminar de dirección sagital especialmente marcada detrás del llamado punto "lambda" (Lám. 1B), que no eran conocidas en los cráneos humanos. Como consecuencia de esta contrariedad, dos miembros del equipo descubridor, Agustí y Moyà-Solà, reidentificaron la pieza como correspondiente a un équido (Agustí y Moyà-Solà, 1987). Esto produjo una enorme polémica. Sin embargo, Gibert, conjuntamente con Campillo y un equipo de jóvenes colaboradores (de los que entonces formaba parte el firmante de este artículo) continuaron defendiendo la humanidad de VM-0 basándose en datos anatómicos adicionales (Gibert et al., 1989, 1992, y un sinfín de trabajos; Martínez-Navarro, 1996). Más tarde, Gibert y Palmqvist (1995) aplicaron técnicas morfométricas, basadas en el estudio de la geometría fractal de las suturas de la pieza, y García-Olivares y su equipo de la Universidad de Granada, y Lowenstein y su equipo de la Universidad de California, aplicaron durante finales de los ochenta, noventa, y comienzos de siglo, técnicas de análisis inmunológicos (García-Olivares et al., 1989; Borja y García-Olivares, 1995; Lowenstein, 1995; Borja et al., 1997; y otros trabajos posteriores reiterativos), cuya resolución nunca ha convencido a los paleontólogos. Sin embargo, la controversia se recrudeció cuando la precisión del patrón de sutura ilustrado por Gibert y Palmqvist (1995) fue cuestionado, y Moyà-Solà y Köhler (1997) reclasificaron nuevamente el fósil como correspondiente a un équido; mientras, Palmqvist (1997) aplicó nuevamente, el mismo año, las técnicas de la geometría fractal a un dibujo de la sutura facilitado por Moyà-Solà e indicó que el trazado de las suturas de la pieza se encontraba dentro de la variabilidad de los équidos. Uno de los criterios anatómicos más importantes usados por los defensores de la hipótesis équido fue la presencia de una hipotética sutura “coronal” (fronto-parietal) prácticamente obliterada, situada unos 3,5 cm delante del llamado punto lambda. Sin embargo, el estudio de este espécimen muestra que

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sólo una fractura está presente en esta zona y no una sutura. Entre los équidos, cuando la sutura coronal está todavía abierta, la sutura sagital (interparietal) cierra formando una cresta sagital externa, como se puede ver en el cráneo de cebra juvenil de la figura 1. En VM-0, la sutura identificada como “sagital” está abierta y el trazado de su línea es muy claro, pero no se puede ver ninguna indicación de lo que previamente se identificó como sutura coronal y tampoco se ha formado ninguna cresta sagital externa (Fig. 1E, marcada por unas pequeñas flechas en negro). Si la atribución de este fragmento craneal a un équido fuera correcta, representaría que VM-0 habría cerrado su sutura coronal previamente al total crecimiento del cráneo, por lo que sería un individuo patológico con un desarrollo ontogenético anormal.

+8(626 3$5,(7$/(6 2 )5217$/(6" La realización de una comparación detallada durante los noventa y principios de siglo permite proponer una interpretación distinta y más convincente de la anatomía de esta pieza. VM-0 no corresponde a un homínido ni tampoco a un équido. La morfología de las suturas interfrontal y coronal de los rumiantes se superpone con la del espécimen en cuestión (Fig. 1C y D). Las astas de los cérvidos y los núcleos óseos de los bóvidos crecen en los huesos frontales, pero en todas las especies de ciervos (excepto en los renos y caribúes: género Rangifer) las hembras no tienen astas, y en muchos grupos de bóvidos las hembras también carecen de núcleos óseos. El Cráneo de Orce es una hembra de rumiante de gran tamaño que no presenta apéndices frontales. Como se ha

Fig. 1. Comparación de la cara externa del fragmento craneal VM-0 (B) con: A) humano moderno; C) hembra adulta de ciervo ( Cervus elaphus) (SMNH-8325); D) hembra juvenil de Kobus (antílope africano) (KNM OM-1819); y E) cebra juvenil (Equus burchelli) (KNM OM-3931). En el cráneo de cebra juvenil se hace notar la presencia de la sutura coronal muy bien marcada y de la cresta sagital externa (marcada con pequeñas flechas) detrás de bregma y muy bien desarrollada en lambda, producto del cierre de la sutura sagital que une ambos parietales. En las hembras de rumiante (C y D), la anatomía externa en el área de bregma es similar a VM-0. (KNM OM: Museo Nacional de Kenia, Colección Osteológica; SMNH: Museo Sueco de Historia Natural). Escala en cm.

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visto arriba, ocho especies de rumiantes han sido descritas en Venta Micena, seis bóvidos y dos cérvidos. la controversia en torno a la identificación taxonómica de VM-0 se produce por un error en la interpretación de la anatomía craneal tanto por los partidarios de la hipótesis homínido como por los que han defendido la hipótesis équido. El punto identificado previamente como lambda (que es donde se unen la sutura sagital y la lambdoidea) es en realidad bregma (que es el punto donde intersectan la sutura interfrontal con la fronto-parietal (coronal) y con la sagital (interparietal), cuando ésta última no está cerrada. Es por ello, que los huesos identificados anteriormente como los parietales son en realidad los frontales y el identificado como occipital es en realidad el parietal, fruto de la fusión de los dos parietales, como es típico en los rumiantes. La línea de la sutura interfrontal en la mayoría de bóvidos y cérvidos (hembras y machos incluidos) es muy complicada en el área cercana a bregma, y se hace mucho más simple (prácticamente una línea) en la región anterior próxima a los huesos nasales. El ángulo que forman la sutura interfrontal y la coronal es variable, pero en la mayoría de los rumiantes es en forma de V. Éste es el patrón anatómico observado en VM-0.

mía similar fue descrita en la región obélica, en torno al punto lambda, de los équidos (Agustí y Moyà-Solà, 1987; Moyà-Solà y Köhler, 1997), la cresta sagital interna está bastante más desarrollada detrás de lambda y forma en este grupo un verdadero tabique. La comparación con ejemplares infantiles de otros grupos de macromamíferos representados en Venta Micena (elefántidos, hipopotámidos, rinocerótidos y grandes carnívoros) no procede, pues su anatomía se diferencia fácilmente del fragmento craneal de Orce.

En bóvidos y cérvidos, los huesos frontales son alargados y la sutura coronal se sitúa en una posición más posterior debido a la presencia de núcleos óseos o astas, presentes en los machos, y en las hembras de algunas especies. Como resultado, el trazado de la línea de sutura inter-frontal es muy largo. Puede ser de más de 10 cm en las especies más grandes (por ejemplo, en los grandes antílopes o en los géneros de cérvidos Alces, Megaloceros, Praemegaceros o Eucladoceros). Contrariamente a VM-0, los équidos presentan sinus frontal y su anatomía en esta región es totalmente diferente debido a que la caja craneana se sitúa más atrás y los parietales están más desarrollados (Fig. 1E). La anatomía de la cara endocraneal de los rumiantes es muy similar a VM-0 (Lám. 3). La mayoría de rumiantes presentan impresiones digitales profundas en el hueso frontal, y normalmente también un canal sagital y una cresta sagital especialmente desarrollada detrás de bregma. Aunque una anato-

Lám. 3. Vista interna de dos cráneos de antílopes africanos machos. (a) Tragelaphus aff. nakuae del yacimiento de Hadar, Etiopía (ENM AL-411-5); y (b) Tragelaphus scriptus (KNM OM-4958). Ambos exhiben impresiones digitales profundas y una cresta sagital interna (marcada por pequeñas flechas) como en VM-0. (ENM, Museo Nacional de Etiopía; KNM, Museo Nacional de Kenia). Escala en cm.

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&21&/86,21(6 Se puede concluir que la anatomía y talla del fósil VM-0 indica que corresponde a una hembra juvenil de alguna de las especies de rumiante de gran tamaño presentes en el yacimiento. Por tanto, hasta la actualidad, las únicas evidencias definitivas de presencia humana en el Pleistoceno inferior de la región de Orce son las industrias líticas de Fuente Nueva-3 y de Barranco León.

$*5$'(&,0,(1726 Agradezco a Juan Manuel Jiménez-Arenas la invitación a participar en el presente número de la revista MENGA. Este trabajo ha sido financiado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía (Contrato Exp. B090678SV18BC), el Ministerio de Economía y Competitividad (CGL2010-15326/BTE), y por la Generalitat de Cataluña (GENCAT 2009 SGR 324).

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BIENVENIDO MARTÍNEZ-NAVARRO

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Vista del interior de la cueva del Ă ngel. Foto: Daniel Botella Ortega.


DOSSIER

LA CUEVA DEL Ă NGEL (LUCENA, CĂ“RDOBA): UN HĂ BITAT ACHELENSE DE CAZADORES EN ANDALUCĂ?A

/$ &8(9$ '(/ Ăˆ1*(/ /8&(1$ &Ă?5'2%$ 81 +Ăˆ%,7$7 $&+(/(16( '( &$=$'25(6 (1 $1'$/8&Ă‹$ Cecilio Barroso RuĂ­z1, Daniel Botella Ortega2, Miguel CaparrĂłs3, Anne Marie Moigne4, Vincenzo Celiberti5, Antonio Monclova BohĂłrquez6, Luisa Pineda Cabello1, Guadalupe Monge GĂłmez7, Agnès Testu4, Deborah Barsky8, Olivier Notter4, JosĂŠ Antonio Riquelme Cantal5, Manuel Pozo RodrĂ­guez9, MarĂ­a Isabel Carretero LeĂłn7, Samir Khatib10, Thibaud Saos4, Sophie Gregoire4, Salvador BailĂłn3, JosĂŠ Antonio GarcĂ­a Solano11, Antonio Luis Cabral Mesa5, Abderrezak Djerrab12, Ian George Hedley13, Salah Abdessadok3, Gerard Batalla LLasat14, Nicolas Astier4, LĂŚticia Bertin4, Nicolas Boulbes14, Dominique Cauche10, Arnaud Filoux14, Constance Hanquet14, Christelle Milizia4, Elena Rossoni10, Luis VerdĂş Bermejo1, Veronique Pois5 y Henry de Lumley15

5HVXPHQ El sitio arqueolĂłgico de la cueva del Ă ngel es una secuencia sedimentaria al aire libre, resultante del derrumbe de una cueva y parte de un complejo kĂĄrstico. La asociaciĂłn faunĂ­stica, dominada por ĂŠquidos, grandes bĂłvidos y cĂŠrvidos, ha sido objeto de intensas acciones antrĂłpicas que reflejan la depredaciĂłn selectiva. La fauna se puede correlacionar con las asociaciones faunĂ­sticas de Europa de finales del Pleistoceno Medio a principios del Pleistoceno Superior. El conjunto lĂ­tico de la cueva del Ă ngel parece encajar dentro de la diversidad regional de una bien desarrollada industria no-Levallois del Achelense Final. Una estimaciĂłn preliminar de la edad 230Th/234U, la revisiĂłn del conjunto lĂ­tico y la evidencia de la fauna, favorecen el posicionamiento cronolĂłgico del sitio en un perĂ­odo que va desde el final del Pleistoceno Medio a principios del Pleistoceno Superior (MIS 11 - MIS 5).

3DODEUDV FODYH Cueva del Ă ngel, Cuaternario, Pleistoceno Medio, Achelense, Bison, carnicerĂ­a, hogar.

&8(9$ '(/ Ăˆ1*(/ /8&(1$ &Ă?5'2%$ $1 $&+(8/($1 +$%,7$7 2) +817(56 ,1 $1'$/86,$ $EVWUDFW The Cueva del Angel archaeological site is an open-air sedimentary sequence, resulting of a collapsed cave and part of a karst complex. The faunal assemblage dominated by horses, large bovids and cervids has been subjected to intense anthropic actions reflecting selective predation. The fauna may be correlated with European faunal associations of the end of the Middle Pleistocene to the beginning of the Upper Pleistocene. The Cueva del Angel lithic assemblage appears to fit within the regional diversity of a well developed nonLevallois final Acheulean industry. A preliminary 230Th/234U age estimate, the review of the lithic assemblage and faunal evidence would favour a chronological positioning of the site in a period stretching from the end of the Middle Pleistocene to the beginning of the Upper Pleistocene (MIS 11 - MIS 5).

.H\ZRUGV Cueva del Ă ngel, Quaternary, Middle Pleistocene, Acheulan, Bison, butchery, hearth. 1 FundaciĂłn

Cuevas y Sima del Ă ngel. [ceciliobarroso1@hotmail.com] Museo ArqueolĂłgico y EtnolĂłgico de Lucena. 3 MusĂŠum National d’Histoire Naturelle, DĂŠpartement de PrĂŠhistoire. 4 MusĂŠum National d’Histoire Naturelle, Centre EuropĂŠen de Recherches PrĂŠhistoriques de Tautavel. 5 Departamento de Prehistoria y ArqueologĂ­a. Universidad de Granada. 6 Grupo de investigaciĂłn HUM-440. Universidad de CĂĄdiz. 7 Departamento de CristalografĂ­a, MineralogĂ­a y QuĂ­mica AgrĂ­cola. Universidad de Sevilla. 8 Departament d’història i història de l’Art. Universitat Rovira i Virgili. 9 Departamento de GeologĂ­a y GeoquĂ­mica. Universidad AutĂłnoma de Madrid. 10 Laboratoire DĂŠpartemental de PrĂŠhistoire du Lazaret. 11 Departamento de InvestigaciĂłn en Recursos GeolĂłgicos. Instituto GeolĂłgico y Minero de EspaĂąa. 12 Centre Universitaire de Tebessa. 13 UniversitĂŠ de Genève. DĂŠpartement de MinĂŠralogie. 14 UniversitĂŠ Paul Valery Montpellier III. 15 Institut de PalĂŠontologie Humaine Fondation Albert 1er. 2

Recibido: 15/08/2012; Aceptado: 15/10/2012

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CECILIO BARROSO RUÍZ ET AL.

,1752'8&&, 1 Este trabajo presenta un nuevo descubrimiento arqueológico, la cueva del Ángel, un yacimiento ubicado en las afueras de la ciudad de Lucena, provincia de Córdoba, España (Fig. 1). Formando parte de un sistema kárstico, la cueva del Ángel es una cueva colapsada a cielo abierto, con un relleno sedimentario que muestra una ocupación humana del Pleistoceno Medio e inicios del Pleistoceno Superior. Está situado en la falda meridional de la sierra de Araceli, orientada de suroeste a noreste, a una altitud de 600 msnm (37º 22’ 10” N, 4º 28” 43.83 W) (Láms. 1 y 2). Como se documenta en una crónica local (Ramírez de Luque, 1792), es más que probable que el yacimiento de la cueva del Ángel fuese explotado históricamente por mineros en busca de "mármol de agua" (roca de travertino utilizada en el pasado en la construcción de elementos decorativos de iglesia). Entre 1995 y 1996 un equipo dirigido por por los arqueólogos Cecilio Barroso Ruiz y Daniel Botella Ortega inició una actividad arqueológica de urgencia con el objetivo de determinar la presencia del yacimiento, descubriéndose una estratigrafía rica en la parte superior del sitio. Después de delimitar la extensión del yacimiento arqueológico, el sitio fue limpiado de un importante sedimento de revuelto de arcillas rojas que lo cubría, mostrándonos debajo de éste parte de la secuencia junto a enormes bloques de piedra caliza, que fueron dejando al descubierto en el sitio un pozo y restos de trinchera que evidenciaban antiguas actividades mineras (Lám. 3).

Fig. 1. Mapa topográfico de la sierra de Araceli, Lucena (Córdoba). Situación de la cueva del Ángel (Modelo digital del terreno de Andalucía, Junta de Andalucía, 2005).

Esta operación de limpieza nos ha permitido estudiar la evolución morfológica de los depósitos estratigráficos. En 2002/2003, a partir de una autorización arqueológica puntual, se iniciaron los trabajos para obtener una sección estratigráfica precisa de la secuencia de la pared del pozo. En el año 2005 se comenzaron los trabajos sistemáticos en virtud de un proyecto general de investigación, de seis años de duración, aprobado por la Dirección General de Bienes Culturales, y cofinanciado por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Lucena. Hasta la fecha, las excavaciones han recuperado numerosos restos de fauna y abundantes artefactos líticos (Lám. 4). Un estudio preliminar nos ofrece una datación por uranio/torio (230Th/234U; LU9504, Laboratorio del IPH

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Lám. 1. Fotografía aérea de la sierra de Araceli con la localización de la cueva del Ángel, Lucena (Córdoba). Ortofotografía Digital de Andalucía (Junta de Andalucía, 2005).

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LA CUEVA DEL ÁNGEL (LUCENA, CÓRDOBA): UN HÁBITAT ACHELENSE DE CAZADORES EN ANDALUCÍA

Lám. 2. Perspectiva aérea de la sierra de Araceli desde el oeste. Foto: Delegación Municipal de Patrimonio Histórico (Excmo. Ayuntamiento de Lucena).

Lám. 3. Arriba: vista de la plataforma externa limpia y con agujeros de expoliadores, trabajos previos a la excavación en 1995. Abajo: vista de la trinchera y el pozo minero tras su descubrimiento. Foto: Cecilio Barroso Ruíz.

Lám. 4. Aspecto general del proceso de excavación. Foto: Daniel Botella Ortega. MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 27-56. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

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CECILIO BARROSO RUÍZ ET AL.

de París) obtenida sobre afloramientos de calcita que sellaban parcialmente la secuencia sedimentaria en la unidad estratigráfica VIII de la cuadrícula L6, y ha dado ésta una edad de 121000 +11/-10 BP, con un error inferior al 10% (Zouhair, 1996). En la medida en que esta muestra presenta un alto grado de fiabilidad, podría indicarnos que la parte superior de la secuencia de la cueva del Ángel coincidiría con el comienzo de MIS 5. Actualmente se está llevando a cabo la obtención de muestras que nos permita evaluar con mayor precisión la cronología de la secuencia. Por lo tanto, en la investigación desarrollada en este documento se destaca los resultados preliminares de un yacimiento nuevo e importante, por ahora único en Andalucía y que es clave para el estudio paleoecológico, faunístico, antropológico y tecnológico de la última fase del Pleistoceno Medio y las primeras fases del Pleistoceno Superior. Este periodo es muy poco conocido en la Península Ibérica, ya que junto a la cueva del Ángel tan sólo existen otros tres yacimientos semejantes: Galería en Atapuerca, cueva del Bolomor en Alicante (Fernández Peris et al., 1997; Fernández Peris, 2007) y Galería Pesada en Portugal (Marks et al., 2002).

La sierra de Araceli corresponde a un anticlinal afectado por varias fallas con desplazamiento lateral. En la sierra y sus alrededores se diferencian claramente dos unidades cronoestratigráficas: la más antigua, compuesta por materiales mesozoicos, principalmente de piedra caliza, dolomía y margas; y la más reciente, formada por materiales del Cenozoico compuestos de margas, biocalcarenita (Eoceno-Mioceno) y por sedimentos detríticos (Cuaternario). El Cuaternario está bien representado en extensas superficies llenas de arcilla que descansan en la parte superior de los materiales descritos más arriba. Se corresponden principalmente a depósitos coluviales, glacis y depósitos de piedemonte. Su litología dominante se compone de arcilla oscura y roja, y en menor medida de arena, conglomerados y brechas, de origen aluvial o coluvial (López Chicano, 1985). La estructura geomorfológica de la sierra de Araceli se terminó de formar a finales del Mioceno, periodo durante el cual una regresión comenzó a través de la

0$5&2 *(2/ *,&2 El complejo kárstico de la sierra de Araceli, donde se encuentra la cueva del Ángel, es parte de la unidad kárstica del Mesozoico, compuesta de piedra caliza y dolomía (Lías), y perteneciente al Dominio Subbético Externo Meridional de las cordilleras Béticas (Fig. 2), la gran formación orográfica y geológica en el sur y sureste de la Península Ibérica que se originó como consecuencia de la orogenia alpina (García Dueñas, 1967; Molina Cámara, 1987). La serie litoestratigráfica de la sierra de Araceli cuenta con materiales que van desde el Triásico en mayor abundancia, hasta el Cuaternario reciente. Los materiales del Triásico no aparecen en la superficie directamente, aunque se han detectado partes del mismo en el norte y al noroeste de la sierra. Ellos, posiblemente, constituyen la base de esta serie, que se compone esencialmente de arcillas rojas, a veces verde o púrpura, y tal y como afloran se convierten en masas de yeso de gran alcance (López Chicano, 1985).

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Fig. 2. Mapa geológico de la sierra de Araceli (modificado de la Hoja 989 del Mapa Geológico de España, ITGE, 1991). Situación de la cueva del Ángel.

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LA CUEVA DEL ÁNGEL (LUCENA, CÓRDOBA): UN HÁBITAT ACHELENSE DE CAZADORES EN ANDALUCÍA

depresión del río Guadalquivir. Esta retirada aísla a la sierra de Araceli de otras montañas ubicadas al este y el sureste (López Chicano, 1985). La importante composición de carbonato de la sierra de Araceli favoreció una evolución kárstica importante, especialmente en lo que se refiere a la red de aguas subterráneas. En el complejo de la sierra de Araceli, los carbonatos mesozoicos (Jurásico-Cretácico) se destacan en forma de cinco unidades cartográficas. La cueva del Ángel está incluida en la Unidad I, compuesta por 200 m de dolomía, calcita dolomítica, piedra caliza dolomítica y piedra caliza, en orden sucesivo desde la base hasta la parte superior (litologías 6 y 7 de la Fig. 2). Estos carbonatos, recortados en los grandes bancos, emergen con una dirección N-NO y han sido afectados por frecuentes fallas y diaclasas distensivas en dirección N-NO/S-SE, y cuyo resultado es la formación de importantes procesos de karstificación dando lugar a la formación de los sumideros y las distintas cavidades, como la cueva del Ángel.

(/ 6,7,2 $548(2/ *,&2 El complejo kárstico de la cueva del Ángel está actualmente formado por tres partes diferenciadas (Fig. 3): Fig. 3. Mapa topográfico del complejo kárstico de la cueva del Ángel. Planta y secciones a diferentes escalas.

/$ 3/$7$)250$ Hasta el año 2011 ha sido la única zona excavada y con una secuencia sedimentaria presente en buen estado de conservación para la investigación. Se trata de una plataforma de algo menos de 300 m2 con ligera pendiente hacia el sur. Incorpora bloques de caliza, brechas, rocas y formaciones de espeleotemas en parte de su superficie. El depósito arqueológico ha sido cubierto por una estructura metálica para protegerlo de las inclemencias meteorológicas así como de potenciales expoliadores. Esta plataforma al aire libre es el testigo de una cavidad derrumbada, de la que las paredes y el techo se han perdido debido a causas desconocidas, posiblemente durante el transcurso del Pleistoceno Superior (Lám. 5). /$ &29$&+$ Situada a pocos metros de la plataforma al noreste de la misma. Presenta una colmatación de bloques

de piedra caliza, originados por el colapso que sufrieron sus paredes. En la actualidad y tras proceder a su limpieza en 2010, presenta una longitud de 18 m por 5 m de anchura máxima. Se ha podido detectar parte del relleno sedimentario, aunque se observa que ha sido alterado en algunas zonas debido a la acción de mineros o clandestinos. No obstante, y a la espera de efectuar un sondeo arqueológico, todo parece indicar que existen indicios de posible conservación de relleno sedimentario original. En la parte suroeste de la cavidad, así como en lo más septentrional y profunda de la misma, existen sendas aperturas en el piso que dan acceso a un sumidero que conecta con una sima de unos 100 m de profundidad y que fue descubierto y explorado por espeleólogos del Grupo GEJAM de la OJE cordobesa, en la década de los 60 del siglo pasado.

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CECILIO BARROSO RUĂ?Z ET AL.

LĂĄm. 5. Vista posterior de la estructura metĂĄlica construida para proteger el yacimiento. Foto: Cecilio Barroso RuĂ­z.

LĂĄm. 6. Vista del interior de la sima. Foto: Daniel Botella Ortega.

/$ 6,0$ Situada bajo la plataforma externa y la covacha, presenta una morfologĂ­a estrecha, de paredes verticales, con tendencia a converger en altura, y con desarrollo de numerosos espeleotemas laterales (LĂĄm. 6). En la base se concentra una importante acumulaciĂłn de detritos que forman un cono de deyecciĂłn de 70 m de altura, en el que se puede observar abundantes rocas junto a una matriz fina formada por arcillas y limos, y en la que aparecen incorporados restos de huesos de animales fosilizados y herramientas lĂ­ticas. En el verano de 2009, se perforĂł un tĂşnel de 81 m de largo, con salida a la sima en la parte superior del cono de derrubios. Se prevĂŠ efectuar sondeos arqueolĂłgicos con el fin de verificar la existencia o no de restos paleontolĂłgicos y arqueolĂłgicos en la secuencia del relleno del cono, y que nos permita comprender mejor la naturaleza de la ocupaciĂłn humana en este complejo kĂĄrstico.

(675$7,*5$)�$ '( /$ 3/$7$)250$ &8(9$ '(/ „1*(/ %$1'$ - . Tras el abandono del håbitat por parte de las poblaciones achelenses, el registro sedimentario quedó libre de las influencias externas gracias a una delgada capa de espeleotemas, así como al proceso de brechificación al que había sido sometido anteriormente. De este modo, esta formación se puede considerar como excepcional debido a la diversidad y estado de conservación de las facies, sus caracterís-

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ticas antrĂłpicas y la evoluciĂłn quĂ­mica post-deposicional. El ĂĄrea excavada se ha dividido en un sistema de coordenadas cartesianas de 1 m2 en orden alfanumĂŠrico en sus ejes. De ĂŠsta se han excavado las siguientes cuadrĂ­culas: F8, G8, H8, I8, J8, J7, K5, K6, K7 y K8. No obstante hay que hacer constar que la estratigrafĂ­a objeto de anĂĄlisis en este artĂ­culo se corresponde exclusivamente con los resultados obtenidos en la banda J-K. La secuencia sedimentaria descubierta hasta la fecha es superior a 5 m de profundidad, obtenida tras la limpieza del pozo y la trinchera minera (cuadrĂ­culas correspondientes a secciones verticales L/M y 7/8) (Figs. 4 y 5). La parte mĂĄs rica de la secuencia desde el punto de vista arqueolĂłgico se encuentra en las secciones estratigrĂĄficas transversales de una zona que incluyen las cuadrĂ­culas definidas por las letras J/K y nĂşmeros 5/8. Este sector, con una profundidad mĂĄxima de 365 cm de sedimentos excavados estĂĄ cubierto a techo por una capa de espeleotemas de 2/3 cm de espesor. La considerable cantidad de material arqueolĂłgico presente estĂĄ compuesto en su mayor parte por abundantes restos Ăłseos de mamĂ­feros y numerosos artefactos lĂ­ticos. TambiĂŠn se observĂł, sobre todo desde el centro hacia la parte inferior de la secuencia, la existencia de fragmentos de calcita. Su presencia en el interior de los depĂłsitos sĂłlo se puede explicar por su caĂ­da desde el lugar de formaciĂłn original. El sedimento tiene una textura arcillo-

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Fig. 4. Perspectiva de los cortes longitudinales y transversales del depósito sedimentario.

Fig. 5. Estratigrafía del perfil J/K con todas las unidades estratigráficas excavadas.

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sa con colores homogéneos que rara vez varía en su consistencia endurecida y cementada. La estructura sedimentaria se organiza en cuerpos agregados poliédricos, rara vez foliados. La porosidad es vacuolar y, dependiendo de las zonas, rara o poco frecuente. También es característica la presencia de algunas fisuras sub-horizontales a sub-verticales, así como la ausencia de inclusiones metálicas. Las precipitaciones secundarias de calcita han permitido el desarrollo de una incrustación generalizada y la formación de capas de concreción alrededor de los objetos como resultado de la estratificación (Huet, 2003). Cabe mencionar que el 88% de los restos faunísticos se encuentran quemados, presentando unos colores que van desde el marrón y el negro al gris, blanco y azul. Estas diversas coloraciones reflejan el uso intenso de fuego en el yacimiento a diferentes temperaturas. Hasta el momento no se ha definido ninguna hipótesis sobre los diversos modos del uso del fuego en la cavidad, aunque parece ser que, en lugar de hogares pequeños muy bien delimitados, se podría presentar una gran estructura de combustión. La misma puede ser el resultado del uso intenso y continuo de la cueva como un lugar de carnicería y cocinado de los recursos cárnicos, por lo que podríamos considerar que, en vez haber sido un asentamiento estacional utilizado sólo en busca de refugio, se trata de una zona de hábitat permanente. La zona de residencia se encontraba probablemente cerca de la plataforma externa de la cueva, hipótesis que se desvelará con futuras excavaciones en la misma. El uso del fuego en el sitio será el objeto de un estudio detallado en el futuro. A lo largo de la sección estratigráfica de la banda J/K se han realizado diversos análisis sedimentológicos que han incluido la textura, mineralogía y carbono orgánico, sobre un total de 52 muestras, en 21 de las cuales se ha obtenido el contenido de carbono orgánico total (TOC), tomadas a lo largo de las secciones estratigráficas en las zonas J/K. La distribución del tamaño del grano se determinó por el tamizado en seco para las fracciones gruesas. Las fracciones menor de 100 mm se analizaron por fotosedimentación (MicromeriticsR SediGraph 5100 ET) utilizando después Na-hexametafosfato como agente dispersante. El análisis mineralógico de las muestras se llevó a cabo por medio de difracción de rayos X (XRD), utilizando un equipo Siemens D-5000.

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Además, el medio de la fracción de arena fina (0,10/0,25 mm) se examinó con el microscopio óptico para reconocer la presencia de minerales pesados. La abundancia de TOC de 21 muestras se ha medido utilizando un analizador elemental Eltra CS-800. Los alojamientos de espeleotemas, de rocas y cantos rodados incluidos en los sedimentos se han estudiado con microscopio petrográfico, después de la elaboración de secciones finas y tinción con rojo de alizarina S. Teniendo en cuenta el contenido arqueológico y la proporción de fragmentos de roca de tamaño grueso, la secuencia sedimentaria se ha dividido verticalmente en tres macro unidades principales (medidas Z desde el nivel 0): Macro Unidad I (Z = -215 a -265 cm, con escaso material arqueológico): En esta macro unidad, con ligera pendiente hacia el este, el promedio de la relación de fracción de grano fino a grueso es de 18/82, y el tamaño de grano (valores medios: grava 18%, arena 36%, 32% limo y arcilla 14%) y la mineralogía (valores medios: 8% de cuarzo, fosfatos-hidroxiapatito 11%, 29% filosilicatos y calcita 52%) tiene una distribución relativamente homogénea. El color dominante es el gris, marrón a marrón oscuro, con una estructura sedimentaria que varía entre granular y bloques que alcanzan los 5 cm de diámetro, y que muestran un grado variable de tamaño compacto. El conjunto de mineral de arcilla se compone de fases muy desordenadas, incluyendo una arcilla expansiva, probablemente esmectita o/y illita-esmectita de forma aleatoria en capas mixtas. El contenido medio de TOC es de 1,45%. Macro Unidad II (Z = -265 a -450 cm, con una gran abundancia de material arqueológico): El promedio de fracción de grano fino a grueso presenta una relación de 22/78. Esta macro unidad también ligeramente inclinada el este, muestra una pendiente heterogénea considerable, de textura con una volatilidad en la distribución de tamaño de grano (valores medios: grava 22%, arena 40%, limo 27% y arcilla 11%), pero todavía con un predominio de arena y limo. Los colores son más variables con tonos marrones y rojizos destacando un nivel de unos 2 cm de grosor negro, que aparece en torno a los 410 cm de profundidad. La estructura dominante de los sedimentos bajo un punto de vista mineralógico se presentan con valores medios de cuarzo 7%, fosfatos 15%, ilosilicatos 30% y 48% de calcita. El conjunto mineral de arcilla es similar al descrito en la Macro

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Unidad I con la identificación notable de esmectita, illita y trazas de caolinita en las unidades estratigráficas más bajas. El estudio petrográfico de los fragmentos de roca que se encuentran en la muestra de esta unidad es principalmente de origen carbonato (biomicrita, dedolomita y calcita espeleotémica procedente de espeleotemas) con un tamaño que oscila entre 1 y 10 cm. El contenido de TOC varía entre 0,56 y 2,37% con un promedio de 0,90%. Macro Unidad III (Z= -450 a -580 cm, con una cantidad limitada del material arqueológico): El promedio del espesor de grano fino presenta una relación de fracción de 4/96, que resulta en la mayor proporción de arena y limo de la secuencia. Los valores medios del tamaño de grano son: grava, 4%, arena 34%, limo 45% y arcilla 17%. Aunque el contenido de limo aumenta, el contenido de arena y grava disminuye en comparación a la Macro Unidad II, ello se ve compensado por una mayor proporción de arcilla. Los valores medios mineralógicos son: 9% cuarzo, 7% fosfatos, 38% filosilicatos y 46% calcita. En comparación con la macro unidad II, el promedio mineralógico presenta un aumento del valor de filosilicatos y la disminución de fosfato. Los tonos rojizos dominan y la estructura del sedimento es granular. El mineral de arcilla en conjunto se compone de esméctica (>50%) con illita y caolinita subordinadas. El estudio petrográfico de los fragmentos de roca encontrados en la muestra de esta macro unidad son principalmente en origen de carbonato (dedolomita y dolomía), con tamaños en el mismo rango que la Unidad II. El contenido de TOC varía entre 0,41 y 0,97% con un promedio de 0,58%. Los resultados del análisis de tamaño de grano presentan un alto predominio de limos y arenas en todas las macro unidades, con la intrusión esporádica de grava en las unidades estratigráficas ricas en las Macro Unidades I y II. El contenido de arcilla es bajo presentando sus valores más altos en la Macro Unidad III. La falta de continuidad sedimentológica en la distribución del tamaño del grano en la vertical sugiere que los materiales, especialmente en las Macro Unidades I y II, se han modificado. La muestra total de mineralogía presenta mezcla de minerales detríticos (filosilicatos, cuarzo, restos óseos, hidroxiapatito y carbonatos como la calcita y dolomía a partir de fragmentos de roca) con otros procedentes de solución de la precipitación, como la calcita y los fosfatos autigénicos (withlockita). Los resultados de

la mineralogía de la arcilla son particularmente interesantes porque las diferencias en los conjuntos de minerales entre la Macro Unidad III y la Macro Unidad II indicarían la existencia de un proceso responsable de la degradación de illita y esméctica y la pérdida de caolinita. Este proceso podría estar relacionado con un evento térmico con los valores de temperatura superior a 500º C. El contenido de la variable de la tabla de contenido demuestra que la materia orgánica no está distribuida uniformemente en el depósito, los porcentajes más bajos se observan en la Macro Unidad III y los más altos en las Macro Unidades I y II, lo que implica una mayor disponibilidad de materia orgánica. La presencia de withlockita especialmente en la Macro Unidad II sugiere una alteración química y/o térmica del hidroxiapatito procedente del hueso y su reacción con el Mg2+ dando origen a una serie rica en dolomita. El estudio de estos materiales (Huet, 2003) sugiere que la ausencia de poros y la bioturbación serían indicativas de que la acumulación sedimentaria no ha sido sometida a muchas alteraciones químicas o biológicas post-deposicionales, produciéndose sólo la carbonatación, de acuerdo con la buena conservación de los materiales líticos y los huesos. La difusa o generalizada incrustación de los carbonatos en varias unidades estratigráficas pudo ser causada por su precipitación durante el calentamiento climático, siendo su origen probablemente endógeno, procedente de la disolución de calizas al desintegrarse las paredes de la cueva. Igualmente, la arcilla de los depósitos sedimentarios, probablemente se originase en la superficie de las formaciones existentes alrededor de la cueva infiltrándose por fisuras en el karst, como el resultado de goteos de agua. El hecho de que la mayoría de los granos de cuarzo sean translúcidos y esté presente un número sustancial de granos desgastados, demuestra que una cierta proporción de los sedimentos son de origen alóctono, planteándose la hipótesis de que dichos granos de cuarzo gastados podrían haber llegado por transporte eólico procedentes de las vecinas terrazas fluviales.

3$/(2172/2* $ $1),%,26 < 5(37,/(6 La asociación de la herpetofauna de la cueva del Ángel se nos presenta como un indicador paleocli-

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mático preliminar del entorno del yacimiento, y se caracteriza por la presencia de taxones típicos del dominio mediterráneo: Testudo hermanni, Timón lepidus, Blanus cinereus, Malpolon monspessulanus y Hemorrhois hippocrepis (por confirmar la presencia de esta última especie). La actual distribución geográfica de la mayoría de estas especies tiene un umbral climático relacionado con la temperatura y la insolación de verano: un promedio anual de temperatura mayor de 10ºC, un promedio de temperatura en los meses de verano de mayor de 21ºC y un promedio anual de insolación de entre 2.500 y 3.000 horas (Cheylan, 1981; Blázquez y Pleguezuelos, 2002; Pleguezuelos y Feriche, 2002). La determinación taxonómica de los quince restos de anfibios hallados (Sanchiz, 1977; Bailón, 1999), apuntan a la presencia de los géneros Discoglossus, Alytidae (Alytidae) y Bufo (Bufonidae). Una vértebra sacra nos muestra una morfología del tipo Discoglossus, con la presencia de un cóndilo anterior y dos posteriores, y el agrandamiento de las apófisis sacras, aunque en menor proporción que en el caso de Alytes. Además, un fragmento de fémur distal presenta una pronunciada curvatura característica de la diáfisis de la familia Alytidae, sin la posibilidad de una atribución más precisa. Bufo bufo y Bufo calamita están representados por los elementos típicos: húmero e ilio. Ambas especies se encuentran ampliamente distribuidas en la Península Ibérica donde ocupan una gran diversidad de hábitats. Basándose principalmente en la morfología del epiplastron y hipoplastron, el material estudiado de Chelonia se atribuye a T. hermanni (Cheylan, 1981; Hervet, 2000). En la actualidad sólo presente en la región catalana, esta especie tenía presencia en una zona más amplia en la Península Ibérica, incluyendo Andalucía, probablemente hasta el Pleistoceno Superior, como se muestra en el Boquete de Zafarraya (Lapparent de Broin y Antunes, 2000; Bailón, 2001; Barroso Ruiz y Bailón, 2003). Un total de 39 restos se han atribuido a Squamata. La taxones representados por los géneros Chalcides (Scincidae); Timon, Podarcis y Lacertidae ind. (Lacertidae); Blanus (Blanidae); Coronella, Malpolon y cf. Hemorrhois (Colubridae). Aunque no ha sido posible atribuir la especie, se han hallado muestras dentales cuyas características apuntan con precisión a la presencia de Chalcides (apertura del canal de

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Meckel y presencia de monocuspide pleurodóntica dental adornada con coronas que muestran finas estrías en la norma medial) (Bailón, 1991; Blain, 2009). Los lacértidos están representados por un ilion perteneciente a un lagarto de gran tamaño (T. lepidus) y por diversos elementos atribuidos a especies pequeñas, entre las cuales aparece un representante del género Podarcis. El escamoso mejor representado en la cueva del Ángel es B. cinereus, con 14 vértebras y 3 dentarios de morfología bien caracterizada (Bailón, 1991; Blain, 2009). Las serpientes están representadas exclusivamente por colúbridos, de los cuales se han identificado dos vertebras bien caracterizadas, una perteneciente al género Coronella sp. y otra correspondiente a M. monspessulanus (Bailón, 1991; Blain, 2009). Otra vértebra fragmentada presenta varias características similares a la de H. cf. hippocrepis. *5$1'(6 0$0 )(526 Desde el descubrimiento de la cueva del Ángel en 1995, se han recuperado más de 120.000 restos óseos, de los cuales más de 7.000 se han localizado en la secuencia estratigráfica del yacimiento arqueológico, mientras que el resto se encontró en los primeros años durante el limpieza de depósitos de revuelto que cubría el yacimiento, como parte de las operaciones de limpieza antes de las excavaciones. También se han identificado en la secuencia unos cuantos huesos post-craneales de la liebre (Oryctolagus sp). De los más de 7.000 restos coordenados, 2.959 presentan identificación taxonómica determinable en grandes mamíferos (Tab. 1). El grupo taxonómico más importante que se encuentra en la secuencia corresponde a los grandes herbívoros, mientras que la presencia de carnívoros, aunque apreciable es más modesta. La asociación faunística está dominada por el caballo, Equus ferus, seguido por los grandes bóvidos, Bos primigenius/Bison priscus, y cérvidos, Cervus elaphus y Dama dama, seguidos muy de lejos por una buena representación del suido Sus scrofa, el rinoceronte Stephanorhinus hemitoechus, el oso pardo U. arctos, y el lince L. pardinus spelaeus. El elefante Palaeoloxodon antiquus, y el lobo Canis lupus, son escasos, mientras que Capra sp. es prácticamente inexistente. Esta acumulación faunística no es representativa de un ambiente paleo-biodiversificado y refleja esencialmente la acción depredadora humana.

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TAXÓN

NISP el cuerpo y el tamaño de los dientes; el IP aumenta al final del Pleistoceno Medio.

CARNIVORA

Ursus arctos

109

Ursus spelaeus

1

Lynx pardinus spelaeus

88

Felis silvestris

3

Canis lupus

17

La cuestión de la biocronología de los équidos caballinos sensu stricto en la Península Ibérica es relativamente compleja (Maldonado, 1996; Sesé y Soto, 2005; Cerdeño y Alberdi, 2006). Las variaciones geográficas del tamaño y las proporciones de los caballos en Europa (Cramer, 2002; Eisenmann et al., 2002; Bignon, 2003) muestran dificultad para poder compararlos con modelos extra-regionales para la atribución taxonomíca de los équidos, en particular en España, donde los caballos son a menudo más pequeños que sus contemporáneos del resto de Europa. El caballo de la cueva del Ángel, por su tamaño cercano al de los encontrados en otros yacimientos achelenses españoles, pero con un IP más alto, razonablemente puede estar cronológicamente situado entre el final del Pleistoceno Medio y el inicio del Pleistoceno Superior.

ARTIODACTYLA

Cervus elaphus

514

Dama dama

143

Sus scrofa

150

Bos / Bison

601

Capra sp.

1

PERISSODACTYLA

Equus ferus Stephanorhinus hemitoechus

1.200 124

PROBOSCIDEA

Palaeoloxodon antiquus TOTAL

8

S. hemitoechus (NISP=124). El rinoceronte de la

2.959

Tab. 1. Lista de macromamíferos descritos en la cueva del Ángel.

Las observaciones taxonómicas diagnosticadas se presentan a continuación por orden de importancia en cuanto a número de individuos presentes (NISP):

E. ferus (Número de Especímenes Identificados, NISP=1.200) (Láms. 7, 8 y 9). La morfología dental del équido de la cueva del Ángel y su esqueleto son típicos de un caballo verdadero. Las dimensiones de los dientes no varían mucho a lo largo de la secuencia estratigráfica. Su tamaño corporal (Índice de Variabilidad del Tamaño, VSI) (Meadow, 1999) es cercano al de E. f. torralbae de los yacimientos achelenses de Torralba (Prat, 1977) y de La Solana de Zamborino (Martín Penela, 1988). Sin embargo, el promedio de IP (Protoconal Index) de la M1-2 es relativamente alto, carácter que generalmente se considera como progresista. Las dimensiones de los dientes y las del esqueleto son mayores que las de E. f. antunesi del Pleistoceno Superior portugués (Cardoso y Eisenmann, 1989). Otras subespecies de caballinos en España son microdentales (Torres Pérezhidalgo, 1970; Altuna, 1973a; Alférez et al., 1985). Los équidos caballinos del Pleistoceno Medio europeo al norte de los Pirineos son más grandes en

cueva del Ángel (Láms. 10 y 11) es atribuido a la especie S. hemitoechus encontrado en varios yacimientos de la Península Ibérica, evidenciando por tanto su dispersión generalizada de norte a sur (Sarrión et al., 1987; Cerdeño, 1990; Fernández Peris et al., 1997; Cuenca-Bescós et al., 2005; Sánchez et al., 2005; Van der Made y Montoya, 2007). Las dimensiones de los dientes inferiores son comparables a los valores del S. hemitoechus encontrado en la Gruta de l'Arago. Su gran tamaño después de la reducción del segmento premolar y el desarrollo del segmento molar, permiten clasificar al S. hemitoechus de la cueva del Ángel en la etapa evolutiva 3 (MIS 7-3) (Guérin, 1980; Lacombat, 2003) correspondiente a especies del final del Pleistoceno Medio y el Pleistoceno Superior.

C. elaphus (NISP=514) y D. dama (NISP=143). El ciervo está presente en toda la secuencia. Sus molares inferiores y los premolares son cortos y estrechos. Las dimensiones de los restos post-craneales encontrados corresponden a un ciervo de tamaño mediano, similar a la forma de La Solana del Zamborino (Martín Penela, 1988), pero más voluminoso que el de la cova Negra (Pérez Ripoll, 1977). Los restos de D. dama están muy fragmentados. Esta especie se encuentra en diversos sitios del Pleistoceno Medio de la Península Ibérica (Martín

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Lám. 7. Equus, fragmento de maxilar superior. Foto: Rafael López Gómez.

Lám. 9. Equus, falange distal. Foto: Rafael López Gómez.

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Lám. 11. Stephanorhinus, fragmento de mandíbula. MENGA. REVISTA DE Rafael PREHISTORIA DE ANDALUCÍA Foto: López Gómez. // Nº 03. 2012. PP. 27-56. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

Lám. 8. Equus, fragmento de mandíbula. Foto: Rafael López Gómez.

Lám. 10. Stephanorhinus, fragmento de mandíbula. Foto: Rafael López Gómez.

Lám. 12. Sus, fragmento de mandíbula. Foto: Rafael López Gómez.


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Lám. 14. Bos, molar. Foto: Rafael López Gómez. Lám. 13. Bos, metápodo. Foto: Rafael López Gómez.

Lám. 15. Ursus, canino. Foto: Rafael López Gómez.

Lám. 17. Canis, mandíbula. Foto: Rafael López Gómez. Lám. 16. Lynx, húmero, radio y tibia. Foto: Rafael López Gómez.

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Penela, 1988; Azanza y Sánchez, 1990; Arribas, 1994; Van der Made, 1999a y b; Canals et al., 2003). La pequeñez de la muestra y la falta de astas no permiten la atribución de este material a una de las subespecies descritas en otros yacimientos ibéricos (D. dama clactoniana, D. dama dama o D. geiselana).

S. scrofa (NISP=150). Se encuentran restos de jabalí a lo largo de toda la estratigrafía (Lám. 12). La riqueza de la muestra hace que sea una referencia para las poblaciones del Pleistoceno. Las dimensiones de molares y premolares son comparables a las de Taubach (MIS 5e) y Petralona (Hünermann, 1977), lo que indicaría que este jabalí es más bien robusto, más que el de La Solana del Zamborino (Martín Penela, 1988). Sin embargo, no alcanza el tamaño de los de Terra Amata (MIS 11, Serre, 1987), Orgnac 3 (MIS 9, Aouraghe, 1992) o Mosbach (Pleistoceno Medio Inferior, Faure y Guérin, 1983). Esto se confirma a partir de observaciones del material post-craneal. El tamaño del jabalí disminuye progresivamente durante el Pleistoceno (Faure y Guérin, 1983). El jabalí de la cueva del Ángel es bastante más voluminoso que los actuales. Los individuos del sur de España son, probablemente, más gráciles de acuerdo a la regla de Bergmann que se aplica a este género, a saber, que en el Mediterráneo los jabalíes son menores que los del norte de Europa. Por su gran tamaño el jabalí de la cueva del Ángel puede incluirse por orden cronológico al final del Pleistoceno Medio o durante el Eemiense.

B. primigenius y B. priscus (NISP=601). Numerosos restos de grandes bóvidos se encuentran a lo largo de la estratigrafía. Se han encontrado numerosos dientes, generalmente de un tamaño grande, con alto grado de hipsodontia. Las cornamentas son poco frecuentes, sin embargo, las extremidades completas nos ha permitido la determinación de B. primigenius (Lám.13) mientras que unos pocos fragmentos muestran ordenados surcos anchos y profundos que por lo general se observan en núcleos córneos de bisontes. Estos dos géneros raramente se observan juntos en yacimientos españoles (Altuna, 1973; Martín Penela, 1988; Van der Made, 1999a y b). Varios criterios de atribución de Bison están generalmente presentes en los dientes y los huesos del esqueleto, tales como radio, fémur, tibia y calcáneo (Hue, 1909; Bibikova, 1958; Olsen, 1960; Stamplfi, 1963). Su presencia es altamente probable, a menos que estos criterios se interpreten como una

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convergencia adaptativa de los caracteres morfológicos. Los criterios generales utilizados para discriminar entre las dos formas indican un marcado predominio de B. primigenius (Lám.14), el cual en la cueva del Ángel es de un tamaño más pequeño que el gran bisonte del Pleistoceno Medio europeo (Brugal, 1983; Sala, 1986). Las importantes diferencias de tamaño son asignadas al dimorfismo sexual (diámetro proximal radio transversal entre 108,7 y 128,5 mm).

Capra sp. (NISP=1). Un M1 poco gastado de Capra sp. ha sido descubierto en la parte inferior de la secuencia (unidad estratigráfica XVII-2). Es más robusto que el de Capra pyrenaica del Pleistoceno Superior de la Península Ibérica (Granados et al., 1997; Barroso Ruiz et al., 2003) y las formas existentes (Couturier, 1962).

P. antiquus (NISP=8). Los restos de elefante corresponden a fragmentos de colmillo, pequeña láminas de marfil calcinado y características astillas.

U. arctos (NISP=109) y U. spelaeus (NISP= 1). El oso pardo (Lám. 15) es el carnívoro más abundante y está presente a lo largo de la estratigrafía. La morfología dental que se encuentra en el yacimiento es típica de esta especie, es decir P4 compuesto por tres cúspides bien individualizadas, un deuterocono bien separado del metacono y colocado en una posición distal, rasgos característicos de U. arctos (Ballesio, 1983; Argant, 1991). El entoconido M1 está constituido por un dentículo principal, a menudo precedido por uno más reducido. Una ranura clara cubre el talónido, individualizando y suavizando el relieve de la cara, por contra en U. spelaeus la ranura es sustituida por cúspides accesorias (Quiles, 2003). El M2 es sencillo, mostrando un talón plano marcado solamente por varias líneas y su anchura oclusal disminuye progresivamente hacia el extremo distal. Las dimensiones dentales encajan perfectamente dentro de la variabilidad ibérica de U. arctos. U. arctos está presente en la Península Ibérica a partir del Pleistoceno Medio en la TD 11 de Atapuerca (Ursus cf. arctos, García y Arsuaga, 2001) y al final de este período en Galeria Pesada (Trinkaus et al., 2003). Un fragmento de metapodo muy robusto confirma la presencia de U. spelaeus en el yacimiento. L. pardinus spelaeus (NISP=88), Felis silvestris (NISP=3) y C. lupus (NISP=17). El lince está representado principalmente por restos post-craneales

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(Lám. 16) pertenecientes en su mayoría a un individuo (unidad estratigráfica XIII). Es de un tamaño relativamente grande, comparable a los especimenes del Pleistoceno Superior del sur de Francia. La cuestión importante es la posición sistemática del Lynx del Pleistoceno ibérico y su relación filogenética con la forma francesa mediterránea (L. spelaeus Boule, 1906). La forma ibérica de L. pardinus spelaeus, encontrada por ejemplo en la Sima de los Huesos de Atapuerca (García y Arsuaga, 2001) es diferente de la francesa mediterránea y parece evolucionar hacia el actual L. pardinus. Esta vía de especiación se limitaría a la Península Ibérica (Hemmer, 2004). La especie denominada "L. pardinus spelaeus" debe ser utilizada sólo para este tipo ibérico, como una forma de transición en el linaje anagenético de L. issiodorensis / L. pardinus spelaeus / L. pardinus.

huesos en casi todas las unidades estratigráficas de la secuencia. En general, los fósiles se encuentran en buen estado de conservación y con frecuencia amalgamados en una masa concrecionada sobre la matriz sedimentaria. Hay algunos elementos con alteración de disolución en la superficie cortical, asociados con procesos diagenéticos del sistema kárstico y algunas evidencias de procesos vermiculares, acciones de bacterias, hongos o líquenes. El efecto de la intemperie y la abrasión es casi inexistente, lo que significa que casi no hubo exposición subaérea y ni prácticamente transporte. Con respecto a la rotura del hueso, se observan roturas ortogonales y escalonadas producidas por la compactación de sedimentos. Esto ocurre donde la acumulación de hueso es mayor, y especialmente en las zonas de contacto entre los elementos óseos o con industria lítica.

Tres restos post-craneales se atribuyen a F. silvestris (unidades estratigráficas XI/XIII). Este gato salvaje se conoce en la Península Ibérica a partir del Pleistoceno Medio en Atapuerca SH (García y Arsuaga, 2001) y en varios otros yacimientos como La Solana del Zamborino (Martín Penela, 1988).

$&&,21(6 $175 3,&$6

El lobo, C. lupus, está representado por varios restos fragmentados de pequeño tamaño (Lám. 17).

ANÁLISIS TAFONÓMICO Y ARQUEOZOOLÓGICO La mayoría de los materiales óseos de la cueva del Ángel se componen de astillas de hueso y fragmentos de diáfisis de huesos largos, y por consiguiente, son difíciles de identificar taxonómicamente. El tamaño de las astillas de hueso es predominantemente pequeño, entre 2 y 10 cm, y en el 90% de los huesos largos la circunferencia no llega a 180º. Esto da una idea del fuerte y avanzado proceso de fractura que este material ha sufrido.

Una importante característica del conjunto de huesos de herbívoros es la existencia de una significativa proporción de fragmentación de los mismos para la extracción de médula ósea (Fig. 6), mostrando además un considerable número de marcas de corte y estrías relacionadas con la descarnación (9% del material), fileteado y desarticulación (Lám. 18), apareciendo por otro lado una alta proporción de elementos quemados (88% del material). Todo ello representa la evidencia inequívoca de una acción antrópica reflejo de la depredación selectiva y el uso por los humanos de los recursos alimenticios de origen animal disponibles en el entorno de la cueva.

&216,'(5$&,21(6 ) 6,&2 48 0,&$6 El material fósil de la cueva del Ángel presenta una serie de características específicas físico-químicas. Una proporción sustancial de los huesos muestran fuerte mineralización, con la presencia frecuente de óxidos (óxidos de manganeso más abundantes que los óxidos de hierro) en la parte cortical de los

Lám. 18. Marcas antrópicas de corte sobre la superficie de un fragmento óseo. Foto: José Solano.

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Fig. 6. Representación de la proporción de los diferentes indicios de la acción antrópica sobre los restos óseos en la cueva del Ángel.

Las marcas longitudinales y las fracturas en espiral son las más comunes en los huesos, por lo general lisas, rectas o de superficies oblicuas. Estas características, junto con un gran número de muescas de percusión corticales, constituyen las pruebas del carácter antrópico intencional de los procesos de fractura. Todos los elementos anatómicos craneales y post-craneales se han visto afectados por estos procesos, pero los huesos largos anteriores y posteriores lógicamente están sobre-representados. Los huesos largos se fracturaron desde el centro de la diáfisis hacia las epífisis hasta quedar reducidos a pequeños fragmentos. Este proceso se aplica también a numerosos huesos cortos y primeras falanges seccionadas longitudinalmente. Para las costillas, no hay evidencia de la fractura por flexión. En el esqueleto craneal, hay un alto grado de fracturación de la porción del neurocráneo para acceder a los elementos del cerebro, y en menor medida a la del esplacnocráneo, fuente de menos nutrientes. En la mayoría de los individuos, especialmente en los de gran tamaño, las mandíbulas aparecen fracturadas longitudinalmente en la parte basal del cuerpo horizontal (Lám. 19). El alto grado de fragmentación de los restos fósiles es la evidencia del máximo aprovechamiento de los nutrientes y los recursos disponibles en los animales del entorno cercano de los ocupantes humanos de la cueva. Las marcas de corte se observaron a lo largo de toda la secuencia. Por lo general aparecen en grupos que muestran

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una acción repetida en una zona determinada. En los huesos largos se pueden encontrar en la sección media del eje. Estas marcas de corte son oblicuas y unidireccionales, y la superposición a veces en direcciones opuestas. Las proporciones sustanciales de marcas de corte en los huesos realizadas con herramientas de piedra son, por ejemplo, marcas alargadas de sección curva, y están relacionadas con la descarnación; o marcas cortas y gruesas de corte profundo relacionadas en este caso con el fileteado de la carne. La acción de los carnívoros es rara (0,20% de materia), manifestándose en forma de surcos, huellas de roído, pinchazos, cúpulas y grabados de ácidos gástricos (Haynes, 1983). Las huellas del fuego en los huesos son las principales características tafonómicas de este conjunto (Lám. 20). Aproximadamente el 88% del material ha sido sometido a los diferentes grados de la combustión de la siguiente manera: huesos parcialmente quemados en el extremo (5%); huesos calentados con una coloración marrón (47%); y fragmentos de huesos completamente calcinados, con un color negro, gris y blanco (36%). Muchos dientes que fueron sometidos al fuego muestran grietas, en particular los de carnívoros y las mandíbulas de cerdo. Lo anterior indicaría que la presencia de carnívoros es debida a un transporte de estas especies a la cueva

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Lám. 19. Stephanorhinus, fragmento de mandíbula con fracturación antrópica basal. Foto: Rafael López Gómez.

Lám. 20. Stephanorhinus, costilla fragmentada con acción diferenciada de fuego directo Foto: Rafael López Gómez.

por los homínidos, para su posterior consumo. Todas poblaciones de grandes herbívoros de la cueva del Ángel muestran un perfil de mortalidad similar, siendo el grupo más abundante el de los adultos, mientras que los juveniles son escasos y los viejos prácticamente ausentes. La abundancia de los restos procedentes de miembros esqueléticos indicaría que los homínidos transportaron selectivamente los huesos más ricos en contenido cárnico y medular. &21&/86,21(6 Las evidencias sedimentarias y tafonómicas reunidas en la secuencia de la cueva del Ángel indica una estructura de combustión extensa que se extiende desde las Unidades Estratigráficas IV a XII. Esta estructura no muestra las características específicas de hogares individualizados, como por ejemplo en el Abric Romaní (Vaquero et al., 2001; Vaquero, 2008). Habida cuenta de las acciones antrópicas importantes en los huesos de los grandes herbívoros, la naturaleza de las extremidades del esqueleto conservadas y la proporción muy alta (88% de promedio) de material sometido a fuego en diferentes grados de

combustión, la cueva del Ángel puede ser considerada un sitio de intensa y continua ocupación donde se desarrollarían actividades de carnicería de recursos cárnicos cazados. Estos trajeron grandes cantidades de carne a la cueva esencialmente de caballos y bóvidos, con piezas desmembradas y cortadas. Los animales fueron trasladados en piezas enteras o en trozos grandes a la cueva para descarnarlos y ser consumidos después de haber sido matados en el entorno más cercano. Los numerosos fragmentos procesados de restos craneales y post-craneales (principalmente de los maxilares, mandíbulas, cráneos y cuernos de fragmentos y restos post-craneales, tales como vértebras, tarsos, falanges, así como numerosos huesos largos altamente fragmentados, principalmente fémures y tibias) que se encuentran en toda la secuencia parecen confirmar la hipótesis de la existencia de una casi continua ocupación humana de la cueva. Los homínidos que ocupaban la cueva del Ángel eran cazadores especializados de los grandes herbívoros, ricos en nutrientes. La mayoría de los restos de carnívoros encontrados en el yacimiento se quemaron, lo que indicaría que ellos también fueron llevados a la cueva y consumidos de

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la misma forma que los herbívoros. El pequeño porcentaje de carnívoros y el bajo grado de acción de los mismos sobre los huesos indicaría una presencia excepcionalmente puntual del sitio por ellos, pero dicha presencia no ha de tomarse como un uso del lugar a modo de refugio o hábitat. El alto porcentaje de fragmentos óseos en el depósito, causados por la acción antrópica para obtener la médula ósea, alimento rico en grasa con un alto valor nutritivo, se completa con el uso generalizado de la fragmentación como método generalizado que no ha permitido recuperar ningún hueso largo completo. Este método se aplicó incluso a los huesos cortos, como falanges o mandíbulas, elementos con contenido calórico bajo. El gran porcentaje de huesos quemados de toda la secuencia estratigráfica es testimonio de la utilización intensiva de fuego en el sur de la Península Ibérica. La presencia de huesos carbonizados puede ser interpretada como evidencia de que fueron utilizados como material combustible. Esta asociación de grandes mamíferos en la cueva del Ángel corresponde a una acumulación de origen antrópico durante un largo período comprendido entre el final del Pleistoceno Medio al comienzo del Pleistoceno Superior. Los grandes herbívoros hipsodontos son las especies más abundantes, con los cérvidos y jabalíes bien representados. Esta asociación refleja un entorno mixto de praderas arboladas, probablemente con un clima más húmedo que hoy. Dada la latitud del sitio y el tamaño medio de las especies identificadas, más pequeño que la misma especie del norte de Europa, esta fauna se puede correlacionar con las asociaciones faunísticas del final del Pleistoceno Medio.

&21-8172 / 7,&2 7,32 '( ',675,%8&, 1 < 0$7(5,$ 35,0$ Se han encontrado en el yacimiento más de 80.000 herramientas líticas. De este extraordinario número, 5.253 piezas han sido recuperadas y coordenadas en posición estratigráfica, y el resto proviene de las primeras operaciones de limpieza de sedimentos de revuelto que cubrían el yacimiento antes de la excavación. El presente análisis se realizará sobre la base de 5.571 piezas, las 5.253 procedentes de la estratigrafía y 318 obtenidas de los sedimentos perturbados (IND) que se utilizan para caracterizar mejor el conjunto de la industria. La distribución

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espacial lítica a lo largo de la estratigrafía se muestra en la Tabla 2. Las unidades estratigráficas con las herramientas líticas más abundantes corresponden a las Unidades Estratigráficas IV, IX, X y XV. No hay unidades estériles lo que indicaría un proceso continuo de ocupación del sitio por los homínidos. El conjunto está relativamente bien conservado a pesar, en muchos casos, de la difícil extracción de algunas piezas de la matriz de brecha. Algunos de los sílex se encuentran altamente desilicificados. Se observan evidencias de fuego en aproximadamente un tercio de los artefactos en toda la secuencia, con todo el abanico de la variación de las formas de exposición al calor, tales como rubefacción, blanqueo, grietas y cúpulas térmicas. Parte del material muestra una pátina desarrollada de color más o menos blanco o crema, lo que refleja las diversas etapas de la alteración superficial. Una pátina diferenciada sugiere que algunos elementos fueron modificados. Las lascas no trabajadas suponen la gran parte de la muestra (53,71%) mientras que las herramientas retocadas se encuentran en un número significativo (15,76%), especialmente en las unidades estratigráficas IV y XV, incluyendo la presencia, aunque modesta, de 50 hachas de mano. Bifaces y lascas extraídas de la realización de éstos están presentes en toda la secuencia. Piedras enteras, instrumentos de percusión y herramientas sobre cantos rodados son extremadamente raros, pero están presentes (Lám. 21). Muchas de las lascas grandes (>2 cm) muestran signos de desgaste con el uso, retoque irregular delgado o plano. Hay una frecuencia relativamente baja de lascas pequeñas procedentes de herramientas retocadas en todas las unidades estratigráficas, que pueden sugerir que algunas de estas herramientas fueron producidas en lugares distintos al de la cueva del Ángel. La representación tipológica general de la industria varía poco a lo largo de la estratigrafía. El análisis macroscópico de las herramientas líticas de la cueva del Ángel se llevó a cabo junto con la identificación sistemática de un área dentro de un radio de 60 km alrededor del yacimiento, con el fin de identificar las diferentes materias primas utilizadas y localizar a sus posibles fuentes. Se han distinguido tres categorías petrográficas principales: sílex, cuarcita y piedra caliza. De la cifra total de 5.571 artefactos, 5.422 (97,33%) están realizados sobre

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Unidad Estratigráfica

Herram. retocadas

Lascas >2 cm

Lascas <2cm

Laminaslaminitas

Núcleo

Debri

I

64

148

168

10

25

II

30

64

33

4

1

III

62

IV

109

V

48

VI

60

Bifaces

Cantos tallados

%

269

684

12,3

21

153

2,7

118

41

9

8

60

299

5,4

4

293

169

12

17

142

1

747

13,4

55

20

2

5

22

1

152

2,7

2

166

87

6

5

233

560

10,1

VII

31

85

31

5

3

36

VIII

26

65

21

2

7

18

IX

67

210

146

15

12

X

51

1

130

46

9

3

XI

18

1

64

10

2

3

16

XII

27

74

23

0

3

22

1

191

3,4

139

2,5

144

594

10,7

75

315

5,7

1

115

2

149

2,7

XIII

38

1

98

38

3

5

89

272

4,9

XIV

13

1

59

24

2

3

40

142

2,5

XV

107

1

237

96

8

17

111

577

10,4

XVI

23

31

8

3

2

22

89

1,6

XVII

8

49

6

1

2

8

74

1,3

0

0

2

0

35

67

12

0

151

8

318

5,7 100

XVIII

2

IND

44

TOTAL

828

46

2.013

979

93

272

1.336

4

5.571

%

14,9

0,8

36,1

17,6

1,7

4,9

24

0,1

100

Tab. 2. Distribución de la tipología lítica a lo largo de las unidades estratigráficas.

sílex, mientras que sólo 101 (1,81%) están hechos de cuarcita, en piedra caliza 26 (0,47%) y los 22 restantes (0,39%) no han podido ser identificados. La fuente de materia prima de sílex viene principalmente en la forma de guijarros, y con menor frecuencia de pequeñas tabletas o bloques, con cuatro tipos diferenciados macroscópicamente. Las diferentes materias primas utilizadas fueron las siguientes: T1. Sílex muy fino y opaco, con una considerable variación en el color (gris, verde oliva amarillento, caramelo, rojo o multicolor). Las piezas talladas sobre este tipo de sílex a veces presentan una pátina de color blanco o crema que las cubre más o menos, y en algunos casos, se conservan restos de corteza silícea. Es similar a los afloramientos de sílex del Jurásico Bayocianense de la sierra de Araceli y de las terrazas del río Genil, de la que la más cercana se encuentra a unos 20 km del yacimiento. T2. Sílex muy fino y homogéneo, de un color marrón o translúcido gris y, a menudo mostrando una pátina blanca, a veces contienen grietas. Es similar al sílex

en guijarros del Jurásico Oxfordiense presente la cuenca del río Genil, con fácies menos variables que las de tipo T1. T3. Sílex oolítico y gris, a menudo patinado, con numerosas micro-inclusiones fósiles características de un entorno de arrecife. Es conocido en las formaciones Bayocianenses y Batonianenses del Jurásico al sur de Lucena y aparecen en forma de cantos rodados en las terrazas aluviales del río Genil. T4. Sílex, silexita, negro con pátina oxidada de procedencia desconocida. T5. Cuarcita fina o de grano grueso, de color gris, rosado o rojo, sobre piedras redondeadas y con neocórtex. Probablemente tiene su origen en las terrazas del río Guadalquivir, en algún lugar a una distancia mínima de unos 40 km del yacimiento. T6. Piedra caliza de color beige a blanco. Está frecuentemente alterada y está disponible de varias fuentes en los alrededores del sitio.

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7,32/2* $

Tipos de herramientas sencillas

%

De las 828 piezas retocadas, la abrumadora mayoría (823 piezas), que representa el 99,4% del total están realizadas en sílex, mientras que el resto (cinco piezas) se confeccionaron a partir de otro tipo de roca.

Raspador

14

2

Buril

13

1,9

Perforador

2

0,3

Pieza trucada

13

1,9

Muesca clactoniense

59

8,6

Pequeñas herramientas retocadas

Muesca retocada

41

6

Muesca múltiple

4

0,6

Bec

16

2,3

Doble bec

1

0,1

Denticulado lateral

15

2,2

Denticulado transversal

7

1

Raedera lateral

294

42,9

Raedera transversal

85

12,4

Doble raedera

76

11,1

Triple raedera

9

1,3

Raedera convergente

26

3,8

Puntas

3

0,4

Punto de quinson

4

0,6

Protomilaza

2

0,3

Las raederas laterales (laterales individuales, y compuestas que representan el 75% del total de las herramientas retocadas) son en gran parte el grupo dominante a lo largo de la estratigrafía, con raederas laterales individuales siendo el tipo más numeroso (294 de 490 piezas). En segundo lugar se encentran las raederas transversales, bien representadas (17,3% de raederas individuales y 60% de raederas compuestas) y existen raederas de doble filo. Las raederas tienen con mayor frecuencia retoque somero (28%), seguidas de las semi-retocadas (26%) o planas (17%), con el 10% de las raederas con retoque en forma de semi-Quina o Quina. La dirección de retoque más frecuente es el directo (76%), a veces el inverso (14%) o bifacial (10%). Los porcentajes relativamente altos de retoque bifacial e inverso pueden reflejar un aprovechamiento óptimo de las materias primas, y suele usarse para configurar instrumentos afilados. La morfología del borde más frecuente es la convexa (64%), seguida de la rectilínea (26%), y a veces cóncava (7%) y raramente sinuosa (3%). Las piezas están finamente trabajadas, con pocos bordes denticulados y una representación relativamente fuerte de raederas rectilíneas que caracterizan al conjunto (Láms. 22, 23, 24, 25, 26 y 27). Las herramientas con muescas (muescas, denticulados y picos), que suponen el 23,43% del total, son las segundas herramientas retocadas más numerosas, con una sola muesca de tipo clactoniense y muescas retocadas (41), ambas son los tipos más frecuentes en este grupo, seguidos de los denticulados (22) y becs (17) como piezas menos frecuente. Dos denticulados convergentes se pueden considerar como puntas de Tayac. Las herramientas de los grupos de Paleolítico Superior, tanto individuales como compuestos (raspadores, buriles y truncaduras), son menos frecuentes suponiendo sólo el 6,40% del total de las herramientas retocadas. Dentro de este grupo, raspadores,

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Puntas de tayac TOTAL

2

0,3

686

100

Grupo

%

Tipo Paleolítico Superior

42

6,1

Herramientas con muescas

143

0

Grupo de raederas

0

71,4

Puntas

11

1,6

686

100

Tab. 3. Distribución de herramientas con retoque.

buriles y truncaduras son los más numerosos. Las fracturas o bordes trabajados presentan plataforma. Las herramientas truncadas son una especificidad de la industria de la cueva del Ángel y pueden paralelizarse con el adelgazamiento tipo Kostienky. Los burinoides por extracción negativa están también presentes en la industria de la cueva del Ángel al realizar retoques en los bordes de lascas. Las herramientas punzantes en general son escasas (1,33% del total de herramientas retocadas), e incluyen cuatro puntas de Quinson y dos proto-limaces. Una de las características más destacada de industria de la cueva del Ángel es la frecuencia de lascas y herramientas retocadas con adelgazamiento de sus bordes. Tal adelgazamiento se observa no solo en las bases de apoyo, sino también en sus bordes laterales y distales. El trabajo de adelgazamiento puede ser simple o múltiple (Tabs. 2 y 3). Teniendo en cuenta las técnicas de retoques recurrentes identificados a partir de los núcleos (más a menudo sobre sopor-

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Lám. 21. Pico triédrico sobre canto de cuarcita. Foto: Vincenzo Celiberti.

Lám. 24. Raedera transversal. Foto: Vincenzo Celiberti.

Lám. 26. Raedera transversal. Foto: Vincenzo Celiberti.

Lám. 22. Raedera doble convergente. Foto: Vincenzo Celiberti.

Lám. 23. Raedera lateral. Foto: Vincenzo Celiberti.

Lám. 25. Raedera doble convergente. Foto: Vincenzo Celiberti.

Lám. 27. Raedera transversal y denticulado. MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 27-56. ISSN 2172-6175 // DOSSIER Foto: Vincenzo Celiberti.

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Lám. 28. Bifaz elaborado sobre plaqueta de sílex. Foto: Vincenzo Celiberti.

Lám. 30. Bifaz de pequeno tamaño. Foto: Vincenzo Celiberti.

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Lám. 32. Bifaz triangular de pequeno tamaño. Foto: Vincenzo Celiberti.

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Lám. 29. Bifaz elaborado sobre lasca de sílex. Foto: Vincenzo Celiberti.

Lám. 31. Bifaz. Foto: Daniel Botella Ortega.

Lám. 33. Núcleo discóide unifacial. Foto: Vincenzo Celiberti.


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tes de lascas), este "adelgazamiento" se puede confundir con la producción de pequeñas lasquitas sencillas. Bifaces y herramientas pesadas de trabajo Hay un total de 50 bifaces (Láms. 28, 29, 30, 31 y 32), de los cuales sólo 11 aparecieron en posición estratigráfica original. Estos son bastante pequeños (promedio de longitud = 84,2 mm), pero sí muestran una variabilidad de tamaño considerable (el más grande: 118 mm de largo y el más pequeño: 54 mm). Los dos tercios del total de bifaces (21) están realizados sobre sílex, con nueve piezas en cuarcita, y seis en piedra caliza. Los bifaces se configuran principalmente sobre lascas o grandes piedras fracturadas, y conservan algunos residuos de zona cortical. Se realizan a partir de extracciones iniciales y bifaciales, existiendo una segunda fase donde se traslada la pieza al yacimiento, y se trabaja con retoques más cortos dando a la misma su conformación definitiva. Sus bordes son, a veces pero no siempre, sinuosos, y algunos conservan superficies planas que pueden haber servido como zona de agarre. La distinción entre el retoque secundario y la talla de la herramienta es significativa. Todos los bifaces muestran extremidades puntiagudas relativamente delgadas. En general, las piezas puntiagudas muestran un bajo grado de convergencia. Los bordes laterales son comúnmente cortos, aunque hay excepciones tales como la forma cordiforme que es la más abundante que se encuentra (17). Hay siete piezas bifaciales reconvertidas en raederas, seis bifaces con forma ovalar con un bajo grado de convergencia, tres de tipo lanceolado y una pieza subtriangular. Existen siete bifaces rotos, principalmente bases (cinco), sólo una punta, y cuatro piezas bifaciales que presentan un borde terminal biselado, dos de las cuales realizadas sobre cuarcita, pueden ser consideradas como bifaces atípicos. El conjunto incluye un hendedor simple (83 x 66 x 46 mm) y un pico triedro (82 x 63 x 44 mm), ambos sobre cuarcita. El filo del hendedor esta realizado con siete golpes unidireccionales y retoque en ángulo. El pico (Lám. 21) aparece golpeado sobre un yunque y se realizó con una fractura voluntaria alargada. El extremo puntiagudo, así como los dos bordes laterales de la herramienta, tienen retoque mixto irregular.

7(&12/2* $ × ',6&86, 1 Hay una ausencia casi total de lascas grandes corticales en la estratigrafía, lo que podría significar que las materias primas eran introducidas en el yacimiento como grandes núcleos preconfigurados o excepcionalmente bajo la forma de bloques o piedras, con una fase inicial de reducción realizada fuera del sitio arqueológico.. Sin embargo, dado el gran número de artefactos residuales de cara plana, tipo Kombewa, no se puede descartar, a modo de hipótesis, la posibilidad de que parte de las materias primas se introdujeron en el sitio como grandes lascas, o, a veces con una preparación preliminar para su fracturación. Estos grandes soportes primarios habrían sido reducidos a desechos en el sitio por una talla intensa, y esto explicaría su ausencia del yacimiento. En cualquier caso, la identificación de soportes originales de los núcleos se hace difícil por la intensidad de la reducción a la que se sometieron durante el proceso de talla. Esquemas operacionales se dirigieron hacia los soportes cada vez más pequeños como los volúmenes que se redujeron repetidamente utilizando la técnica de tallado de núcleo. De los 272 núcleos analizados, 121 fueron encontrados en una absoluta posición estratigráfica. Su frecuencia varía dentro de la estratigrafía y representa generalmente menos del 4% del total. La mayor parte del núcleos (95%) fueron realizados sobre sílex y el resto en cuarcita, que refleja la distribución de lascado sobre la materia prima. La talla recurrente unipolar destaca en las piezas de sílex, mientras que la talla bifacial discoidal se observa más comúnmente en las de cuarcita. La talla recurrente unipolar en sílex se realizó a partir de plataformas preparadas previamente (Lám. 33). Las superficies de extracción son convexas o planas, produciendo estas últimas lascas muy finas. Esta técnica se asemeja a la de "adelgazamiento de la pieza", pero el límite entre estos dos métodos es bastante claro. Cada secuencia de talla recurrente sucesiva se continúa sorprendentemente con un cambio en la plataforma (dirección), las superficies explotadas a veces, a su vez se convierten en plataformas. La morfología del núcleo se puede desarrollar combinando la producción de lascas centrípetas, de Levallois recurrente de lascas, o los tipos discoidales, incluso parciales, junto con sus componentes

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típicos. Esta técnica también ocasionalmente produce cuchillos y/o laminillas. La técnica Levallois está ausente en el yacimiento. Las etapas finales de lascado son a menudo discoidales (unifaciales o bifaciales), produciendo lascas más pequeñas de dos cm de largo. Existen unos pocos núcleos piramidales, con extracciones centrípetas siguiendo la morfología del núcleo. Estos núcleos se acercan a los tipos de muesca o denticulado. Este método de talla se aplica más frecuentemente en el extremo de las secuencias de talla en los núcleos agotados. La descamación es muy intensa y la mayoría de los núcleos presentan dimensiones medias muy bajas y numerosos negativos de eliminación. Las dimensiones de las lascas tienen entre 30 y 40 mm. La abundancia de lasca desbordante y de lasca sobrepasada muestra una sistematización intencional de las superficies convexas de explotación. El conjunto lítico de la cueva del Ángel parece encajar bien dentro de la diversidad regional de una industria desarrollada al final del Achelense, y observada generalmente al final del Pleistoceno Medio de Europa occidental. La adquisición de materia prima es principalmente local, que es una característica típica del comportamiento que se encuentra en muchos países de Europa occidental, en sitios definidos como achelenses y musterienses (Geneste, 1985). La originalidad de la industria lítica de la cueva del Ángel puede quizá interpretarse como una expresión más de la variabilidad regional observada en muchos otros yacimientos de España así como en otros lugares de Europa occidental a finales del Pleistoceno Medio. Hay un puñado de yacimientos que se enmarcan en este periodo (globalmente al rededor de MIS 6/5) con un contexto estratigráfico documentado en España: Bolomor (Fernández Peris, 2007), TG 11 en Atapuerca (Carbonell et al., 1999) y varias localidades en el centro de España, como por ejemplo, Cuesta de la Bajada (Teruel) (Santonja et al., 1990). En el suroeste de Francia, un número de yacimientos, a veces atribuidos al Achelense meridional como Combe-Grenal (Debenath, 1976), muestran similar variación regional (Turq, 1992). También varios conjuntos que datan del mismo período muestran la presencia de talla Levallois, aunque ésta no se había desarrollado o generalizado, tal como son los casos de Baume Bonne (Notter, 2007;

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Gagnepain y Gaillard, 2005) y Lazaret (Lumley et al., 2004, 2008).

&21&/86,21(6 62%5( (/ &21-8172 / 7,&2 '( /$ &8(9$ '(/ 1*(/ El yacimiento arqueológico de la cueva del Ángel fue descubierto en 1995 gracias a una secuencia sedimentaria que se correspondía a los restos de una cueva colapsda dentro de un complejo kárstico que también incluye una cavidad cercana o covacha, que da acceso a un sumidero (Sima), y con un cono de 70 m de relleno. Se ha excavado un túnel horizontal artificial desde el lateral de la colina en el año 2009 que llega a la sima. Seis campañas de excavaciones han generado una considerable cantidad de material arqueológico compuesto esencialmente de restos óseos de mamíferos y artefactos líticos. Las características tafonómicas que ha mostrado el estudio del conjunto de la fauna herbívora (dominado por el caballo, grandes bóvidos y cérvidos) incluyen la intensa fragmentación de los huesos para la extracción de la médula, con un importante número de marcas de corte y estrías, y la alta proporción de los elementos quemados. Estas acciones antrópicas reflejan la depredación selectiva y el uso de los recursos alimenticios de origen animal disponible en los alrededores de la cueva por los humanos. El conjunto corresponde a una acumulación antrópica durante un largo período desde el final del Pleistoceno Medio al comienzo del Pleistoceno Superior. Teniendo en cuenta la latitud del lugar y el tamaño medio de las especies identificadas, más pequeño que el de las mismas especies del norte de Europa, esta fauna se puede correlacionar con las asociaciones faunísticas del final del Pleistoceno Medio. Alrededor del 88% de los huesos de restos de fauna y un tercio de los artefactos líticos se encuentran quemados con un amplio espectro de colores. En lugar de hogares pequeños bien situados, una extensa estructura de combustión nos indica el intenso uso continuo de la cueva por sus habitantes. El conjunto lítico de la cueva del Ángel (dominado por lascas sin retocar y abundantes herramientas retocadas con la presencia de 50 bifaces) parece encajar bien dentro de la diversidad regional de una industria bien desarrollada del Achelense Final, generalmente observada al final del Pleistoceno

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Medio en Europa occidental. Los patrones de talla en la cueva del Ángel reflejan una secuencia de trabajo exhaustiva, bien estandarizada y el uso económico de materiales de calidad relativamente finos. Las fases iniciales de talla no se encuentran presentes en el yacimiento, por lo que tuvo que realizarse fuera del mismo. Los homínidos de cueva del Ángel practicaban un singular esquema de ramificación operativa basado en la aplicación repetida de talla recurrente unidireccional, a menudo radial, y talla preparadas a partir de plataformas. Este económico método produce a veces que los núcleos adopten una morfología similar a la forma Levallois, aunque se han logrado a través de un complejo proceso tecnológico diferente. Los núcleos unifaciales y bifaciales discoidales también están presentes, aunque no son dominantes. Otra tecnología específica en este sitio se refiere a las lascas extraídas desde bordes retocados de las herramientas, dando un producto con una determinada morfología, que rara vez se observa en otros lugares. Este producto singular es un sello distintivo de la industria de la cueva del Ángel. Un estudio preliminar de la fecha de 230Th/234U 121 ka/+11-10 ka BP (Zouhair, 1996), la revisión del conjunto lítico y las evidencias faunísticas estaría a favor de una posición cronológica del yacimiento en un período de se extiende desde el final del Pleistoceno Medio al principio del Pleistoceno Superior, desde el MIS 11 al MIS 5. Además del marco cronológico futuras investigaciones ayudarán a definir aún con mayor precisión el yacimiento. Está claro que la importancia de la cueva del Ángel debe evaluarse en el contexto de los nuevos descubrimientos arqueológicos de registros de las industrias achelenses en la Península Ibérica. La mayor parte de los conjuntos conocidos del achelense de la Península Ibérica se sitúan en las terrazas de los principales ríos (Guadalquivir, Guadiana, Tajo, y Duero), todos ellos parecen tener una antigüedad de 400 ka BP, e incluso podrían ser anteriores (Santonja y Villa, 2006). De acuerdo con los autores del estudio de las citadas industrias de terrazas, tecnológicamente se alejarían de las encontradas en cueva del Ángel, dado que esencialmente están talladas sobre cantos de cuarcita, explotando radialmente la superficie y con desechos de talla, realizadas con una preparación limitada de

la periferia. Aunque por otro lado existen pruebas de los remontajes progresivos que recuerdan al Paleolítico Inferior de Ambrona, así como de la utilización de la técnica Levallois y la normalización de las pequeñas herramientas (Santonja y Villa, 2006). No obstante, los asentamientos que podrían ayudar a clarificar la ubicación de la industria de la cueva del Ángel se encuentran en contexto de cuevas, tales como TG 11 en Atapuerca (Carbonell et al., 1999), en la cueva del Bolomor (Fernández Peris et al., 1997; Fernández Peris, 2007) y Galería Pesada (Portugal) (Marks et al., 2002). De acuerdo con J. Fernández Peris (2003), tres fases se distinguen en el complejo industrial de la cueva del Bolomor: la fase A (MIS 9-7), la más antigua, representa un tecnocomplejo de lascas con escasa presencia de la técnica Levallois y la ausencia de bifaces, con denticulados más abundantes que las raederas laterales y un bajo grado de elaboración tecnológica; la fase B (MIS 6), conjunto casi exclusivamente de lascas de piedra caliza de gran tamaño con poca transformación del material; y la fase C (MIS 5e), período de intensa ocupación con herramientas pequeñas, se vuelve a trabajar gran cantidad de artefactos de sílex, se diversifica el uso de los núcleos, con gran presencia de raederas laterales y una gran diversidad de las herramientas retocadas. Así, el autor concluye que el paso del Pleistoceno Superior (MIS 5e) en la cueva del Bolomor muestra un aumento de la variedad de útiles musterienses en términos de tipos y tecnología, y atribuye las unidades estratigráficas superiores a un Charentiense no laminar Musteriense, sin tecnología Levallois. Con estas premisas en mente, parece que la cueva del Ángel representa una oportunidad importante y única para poder estudiar y comprender la presencia de las industrias achelenses en un ambiente de caverna en la Península Ibérica. Esta cueva cuya ocupación se desarrolla a finales del achelense puede tener una explicación en función de tres posibles hipótesis: 1. que su industria representa una transición al Musteriense. 2. la adquisición por aculturación de un innovador y más generalizado modo de talla musteriense por parte de los grupos humanos achelenses.

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3. la perpetuación de las tradiciones culturales achelenses con características culturales y de comportamiento más complejos derivada de un proceso de convergencia, en paralelo con la existencia contemporánea de complejos de forma exclusivamente musterienses en otras partes de la Península Ibérica y Europa occidental. Lo que es evidente a partir de una comparación superficial con, por un lado la industria no achelense de Bolomor, ilustrativa de los tecnocomplejos Paleolítico medio mediterráneo, y de otro lado con los conjuntos achelenses de Ambrona con tecnología Levallois en las unidades estratigráficas superiores y los conjuntos basados en cuarcita de las terrazas de los ríos, todos presumiblemente contemporáneos, es que esta diversidad encaja muy bien con la evidencia arqueológica que se encuentra en otras regiones de Europa occidental (Villa, 2009). Este autor establece que en Europa Occidental, incluida España, las industrias con bifaces y sin restos de talla Levallois (por ejemplo, cueva del Ángel) coexisten en MIS 8 a 6 con las industrias sin bifaces y sin restos de talla Levallois (por ejemplo, Bolomor) o con las industrias con restos de talla Levallois y algunos bifaces (por ejemplo, los niveles superiores de Ambrona) e industrias con evidencias de talla Levallois y sin bifaces. Esto tendería a confirmar la opinión de que no existe una frontera clara entre el Paleolítico Inferior y Medio en la Península Ibérica, y que las herramientas realizadas sobre lascas, consideradas como una característica del Paleolítico Medio, son comunes en las industrias achelenses, como aparecen en la cueva del Ángel, así como en industrias del Paleolítico Medio con las características que aparecen en la cueva de Bolomor. Por lo tanto, los autores consideran que el conjunto lítico achelense encontrado en la cueva del Ángel encaja muy bien con la hipótesis de una continuación de tradiciones culturales achelenses en el yacimiento dando como resultado características culturales adaptativas más complejas y de comportamiento relacionadas con las limitaciones geográficas y climáticas, la disponibilidad local de materias primas y recursos de alimentos animales. El conjunto tecnológicamente desarrollado in situ en la cueva del Ángel representa un proceso de convergencia adaptativa distinto al de los complejos contemporáneos únicamente musterienses atestiguados en otras partes de la Península Ibérica y Europa occidental, donde surgen diferentes limitaciones ambientales de supervivencia.

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LA CUEVA DEL ÁNGEL (LUCENA, CÓRDOBA): UN HÁBITAT ACHELENSE DE CAZADORES EN ANDALUCÍA

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Productos lĂ­ticos trabajados en las cuencas fluviales del Guadalteba. Foto: Pedro Cantalejo Duarte.


DOSSIER

LA OCUPACIĂ“N DEL TERRITORIO DE LA COMARCA DEL GUADALTEBA (MĂ LAGA, SUR DE ESPAĂ‘A) POR SOCIEDADES DEL PLEISTOCENO

/$ 2&83$&,Ă?1 '(/ 7(55,725,2 '( /$ &20$5&$ '(/ *8$'$/7(%$ 0Ăˆ/$*$ 685 '( (63$f$ 325 62&,('$'(6 '(/ 3/(,672&(12 Javier Medianero Soto1, JosĂŠ Ramos MuĂąoz2, Pedro Cantalejo Duarte3, Juan JosĂŠ DurĂĄn Valsero4, Gerd-C. Weniger5, Salvador DomĂ­nguez-Bella6 y Mar Espejo HerrerĂ­as3

5HVXPHQ En la comarca del Guadalteba (noroeste de MĂĄlaga) hemos desarrollado desde hace aĂąos una intensa actividad de prospecciĂłn arqueolĂłgica relacionada con la documentaciĂłn de registros arqueolĂłgicos vinculados a las sociedades del Pleistoceno y del Holoceno en los valles de los rĂ­os TurĂłn y Guadalteba, en estrecha relaciĂłn con la ocupaciĂłn social de los macizos montaĂąosos kĂĄrsticos. Presentamos en este trabajo el enmarque geogrĂĄfico, geolĂłgico, geomorfolĂłgico y un anĂĄlisis de las materias primas documentadas. Se presentan las zonas de localizaciĂłn de productos lĂ­ticos en relaciĂłn a su enmarque cronoestratigrĂĄfico. Se realiza un ensayo de anĂĄlisis histĂłrico sobre la ocupaciĂłn de la zona por sociedades cazadoras-recolectoras con tecnologĂ­a muy definida de modos II y III.

3DODEUDV FODYH Guadalteba, MĂĄlaga, Pleistoceno, sociedades cazadoras-recolectoras.

7+( 3/(,672&(1( 62&,(7,(6 2) 7+( *8$'$/7(%$ 5(*,21 0Ăˆ/$*$ 6287+ 2) 63$,1

$EVWUDFW In the region of Guadalteba (northwest of Malaga) we have developed for many years intense archaeological surveys linked to the Pleistocene and Holocene societies located on the TurĂłn and Guadalteba river valleys. In this paper we analyse the geographical, geological and geomorphological characteristics of the region in connection with the raw materials documented. Especially, the lithic products are linked to its chronostratigraphic context. Finally, a general overview of hunter-gatherer societies of this region with welldefined technologies of mode II and III will be carried out.

.H\ZRUGV Guadalteba, Malaga, Pleistocene, hunter-gatherer societies.

1

Escuela Taller, Consorcio Guadalteba. [javiermedianero@me.com] Ă rea de Prehistoria, Universidad de CĂĄdiz. [jose.ramos@uca.es] 3 Red Patrimonio Guadalteba, Consorcio Guadalteba. [parquecultural@guadalteba.com] 4 Instituto GeolĂłgico y Minero de EspaĂąa. [jj.duran@igme.es] 5 Stiftung Neanderthal Museum. [weniger@neanderthal.de] 6 Departamento de Ciencias de la Tierra, Universidad de CĂĄdiz. [salvador.dominguez@uca.es] 2

Recibido: 27/05/2012; Aceptado: 28/09/2012

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,1752'8&&, 1 Se presenta una síntesis de los trabajos realizados por un equipo de investigadores en la comarca del Guadalteba (Málaga) durante las tres últimas décadas, autorizados por la Junta de Andalucía y promovidos y cofinanciados por el Ayuntamiento de Ardales y el Consorcio Guadalteba. Los trabajos preliminares han sido desarrollados por Pedro Cantalejo, Mar Espejo, José Ramos, Javier Medianero y Juan José Durán y, posteriormente, han tenido continuidad con la incorporación de Salvador Domínguez-Bella. Un nuevo proyecto de colaboración hispano-alemán ha comenzado en el otoño de 2011 en cueva de Ardales y el complejo kárstico de Las Palomas (C. K. de Las Palomas) de Teba, reforzándose el colectivo de investigadores con Gerd-C. Weniger.

llanura-vega situada al este. La Serranía de Ronda, grandioso conjunto montañoso, se sitúa al oeste. El valle del bajo Guadalhorce limita la comarca hacia el sur y, por último, las suaves colinas típicas de la morfología de campiña, constituyen la antesala del Guadalquivir por el norte. En conjunto, la comarca del Guadalteba se localiza sobre un medio físico abierto y escasamente encajonado. Sin embargo, en su interior existen también algunos “pasos” estratégicos, conformados por cañones o desfiladeros kársticos como el Desfiladero de los Gaitanes y el Tajo del Molino de la Venta. Ambos son espacios angostos con senderos y caminos muy cerrados y escasa visualización espacial. Por el contrario, fuera de estos singulares entornos, los valles del río Guadalteba y del río Turón proporcionan un mayor control del territorio circundante.

La comarca del Guadalteba es un territorio frontera entre el altiplano de Antequera, al noroeste de la provincia de Málaga y las sierras de Ronda-Cádiz, a caballo entre las provincias de Málaga y Cádiz, que a lo largo del Pleistoceno han permitido la comunicación y los contactos entre una parte del interior andaluz y las vertientes mediterránea y atlántica del sur de la Península Ibérica. Los registros arqueológicos, de los que se expondrá un avance somero, presentan muchas posibilidades de investigación, particularmente para el estudio de las sociedades cazadoras-recolectoras-pescadoras. Se aportarán unas ideas de su enmarque geográfico y geológico para posteriormente ofrecer algunas referencias de los productos arqueológicos documentados hasta el presente, así como un sucinto encuadre tecnológico con sus referencias y contextos históricos.

0$5&2 ) 6,&2 &20$5&$/ La comarca del Guadalteba (Málaga) la conforman los municipios de Almargen, Ardales, Campillos, Cañete la Real, Carratraca, Cuevas del Becerro, Sierra de Yeguas, Teba y la Entidad Local Autónoma de Serrato. La población actual (2011) supera los 27.000 habitantes. Guadalteba se configura como un medio natural geográfico situado entre relieves muy diversos (Fig. 1). Por un lado, los Llanos de Antequera, auténtica

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Fig. 1. Situación de la comarca del Guadalteba.

$&&(626 $/ 7(55,725,2 Los accesos naturales a la comarca son numerosos y de gran interés geoestratégico. Por un lado están las cuencas fluviales que constituyen corredores naturales, importantes para las comunicaciones, y por otro lado los puertos de montaña ubicados entre la red hidrográfica. Ésta es relativamente densa y se estructura sobre tres grandes cuencas correspon-

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dientes al río Guadalhorce y sus dos afluentes principales, Guadalteba y Turón. A los ríos, auténticas vías de comunicación del pasado, se le suman el puerto natural de Ardales por el sur, la zona de Gobantes en el sureste; y el Saltillo, en la localidad de Cuevas del Becerro, con una altura de 900 msnm. Más allá se localizan numerosas suaves colinas que desde Campillos y Almargen alcanzan la campiña de Sevilla. Destaca la sierra de Los Caballos, en sierra de Yeguas, que alcanza una cota de 740 msnm.

de las sierras del Valle de Abdalajís y Huma, para entrar posteriormente en la hoya de Málaga y acabar desembocando en el Mediterráneo, al oeste de la ciudad de Málaga, mediante un pequeño abanico deltaico. Atraviesa algunos enclaves de gran valor natural y paisajístico que, en ocasiones, es el propio río el que los ha originado, como ocurre con el desfiladero de Los Gaitanes y la desembocadura del Guadalhorce, ambos declarados parajes naturales protegidos.

(10$548( *(2/ *,&2 < *(2025)2/ *,&2

Los principales afluentes del Guadalhorce en su cuenca alta y media son, todos ellos por la derecha: el arroyo Marín, con su espectacular hoz, labrada sobre materiales triásicos ricos en yesos y sales; el río Guadalteba, que drena una extensa cuenca del noroeste de la provincia, incluyendo a su afluente el río de Almargen; y el río Turón, que nacido en la sierra de Las Nieves como río del Burgo, alcanza al Guadalhorce apenas unos centenares de metros aguas abajo del Guadalteba, ofreciendo un complejo nodo hidrológico extraordinariamente infrecuente, inmediatamente aguas arriba del desfiladero de los Gaitanes. En su cuenca baja, una vez superado este cañón fluviokárstico, sus principales afluentes son, por la derecha, el río Grande, cuyo nacimiento -el

El río Guadalhorce es la arteria fluvial de mayor longitud de la provincia de Málaga, con 154 kilómetros de cauce principal. Su cuenca vertiente ocupa una parte importante de la zona septentrional y centro-meridional de la provincia. Desde su nacimiento al pie de la sierra de San Jorge, cerca del límite con la provincia de Granada, discurre por la depresión de las Villanuevas, atraviesa el Trías de Antequera (Fig. 2) por un cañón labrado en los materiales yesíferos triásicos, pasa mansamente por las vegas de Archidona y Antequera, y se encaja espectacularmente en el espinazo calcáreo jurásico correspondiente a la terminación occidental (Fig. 2)

Fig. 2. Geología del Guadalhorce medio, la línea negra delimita la comarca del Guadalteba. 1. Triásico: arcillas abigarradas. Areniscas rojas, yesos y calizas; 2. Cuaternario: conglomerados, arenas y arcillas; 3. Paleógeno-Mioceno Inferior: arcillas y margas: 4. Cretácico: calizas y margas; 5. Jurásico: calizas y margas; 6. Jurásico: dolomías y calizas y 7. Mioceno Superior-Plioceno: calcarenitas, margas, yesos y calizas.

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manantial de Zarzalones- es la salida por drenaje subterráneo más importante de la sierra de las Nieves, y por la izquierda, el río Campanillas. La comarca de Guadalteba se encuadra en el marco del Guadalhorce medio, con unas características morfológicas que definen, fundamentalmente, las cuencas de los ríos Guadalteba y Turón. Aunque ambas tienen un trazado general de oeste a este, presentan diferencias muy significativas, debidas a los rasgos fisiográficos de sus cuencas altas. Ambos son ríos alimentados en las cabeceras por aportes de aguas subterráneas y superficiales; el Guadalteba presenta una cuenca relativamente extensa, de materiales muy fácilmente erosionables, con tendencia a la formación de importantes terrazas aluviales. El Turón presenta, por el contrario, una cuenca más reducida, un trazado más lineal y la presencia de materiales más resistentes a la erosión. (/ 0$5&2 ) 6,&2 /$6 /,72/2* $6 35(6(17(6 En los últimos años se tiene cada vez más, un mejor conocimiento de las materias primas presentes en las industrias líticas silíceas descritas en los

yacimientos de la zona (Domínguez Bella et al., 2001; Lozano Rodríguez et al., 2010). No obstante, se han dado casos en que en la bibliografía existente aparecen denominaciones que han dado lugar a confusión, en relación a su verdadera descripción petrológica o mineralógica, confundiéndose términos como cuarcitas con areniscas compactas o silicificadas, sílex rojos con radioralitas, etc. En relación con el sílex y otros materiales silíceos, son numerosos los afloramientos situados en el Guadalhorce (Fig. 3), cerca de los cortijos de Corregalo, Preciso, Barruecos y Núñez, ocupando este último una gran extensión; en sierra Llana, sierra Valle de Abdalajís y el Torcal de Antequera, en los cortijos de Cantarero y el de Los Navazos, frente al cerro del Águila se localizan sobre vastas extensiones (AA.VV., 1990b), a lo que habría que añadir una gran cantidad de sílex gris y rojo en los escarpes y cortados de estas sierras cercanas al Guadalteba. Asimismo, sobre la sierra de Humilladero, se han descrito bancos de calizas y calcarenitas con abundante sílex; es destacable el afloramiento en las tierras del cortijo de La Herriza, en la orilla noroeste de la laguna de Fuente de Piedra. Más al oeste,

Fig. 3. Situación de los afloramientos primarios y secundarios de materiales silíceos descritos en el Guadalhorce medio. Litologías: en rojo, afloramientos geológicos primarios en roca y en negro, afloramientos secundarios en terrazas fluviales.

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existen margocalizas y calizas con sílex en la cornisa de las colinas de Campillos y Almargen, en la sierra de Tablón (Baena Pérez et al., 1986: 23-24) y en las sierras de Cañete la Real -relieves de Escalereta, Atalaya y Borbollón-. Los siguientes afloramientos se documentan, de forma ocasional en la Unidad de Capellán, al sur comarcal y en las cercanías al Castillo de Turón. Al noreste de Ardales, cerca del pueblo, afloran los melanges con sílex tipo Turón en La Galeota (Domínguez-Bella et al., 2001; Lozano Rodríguez et al., 2010); además en una zona cercana a la carretera de El Chorro, afloran calizas con abundante sílex, algunos de color oscuro y verdoso, datadas como Dogger, y al oeste de la sierra de Alcaparaín se citan afloramientos de calizas con nódulos de sílex. En otros tramos, como a orillas de la cuenca del río Turón o en sierra Llana y Valle de Abdalajís, abundan facies típicas del Jurásico con una gran cantidad de sílex gris y rojo (AA.VV., 1990b).

tariamente en el Mioceno Inferior) (AA.VV., 1990a, 1990b). Por encima de estos materiales del sustrato, se sitúan discordantemente los sedimentos continentales cuaternarios de origen fluvial, ligados a la evolución de la red de drenaje regional, fundamentalmente a los ríos Guadalhorce y Guadalteba. Las terrazas descritas hasta el momento en esta zona por diversos autores (AA.VV., 1990a, 1990b) se agrupan en, al menos, siete niveles, con posición altimétrica respecto a los cauces actuales diferentes: +80 m, +80-60 m, +40-35 m, +30 m, +20 m, +15-7 m y +3-2 m. Las dos más altas podrían ser atribuidas por criterios regionales al Pleistoceno Inferior. Las dos correspondientes a +40-35 y +30 m, al Pleistoceno Medio. Las dos siguientes al Pleistoceno Superior, y la última y más baja, al Holoceno.

7(55$=$6 '(/ %$-2 *8$'$/7(%$ La zona de Campillos-Teba-Ardales, situada al norte de Málaga, presenta una serie de características geológicas singulares. Así, por un lado el sustrato, compuesto por unidades pertenecientes a la Zona Externa de la Cordillera Bética y al Complejo de Flysch del Campo de Gibraltar, es de una gran complejidad geológica, con una notable variedad estructural y paleogeográfica. Por otro lado, afloran abundantemente en esta zona, sedimentos continentales cuaternarios de origen fluvial, con cierta entidad geomorfológica, estructurados en terrazas relacionadas con la red de drenaje reciente y actual. En el sector de la sierra de Peñarrubia, la geología local está constituida por un sustrato mesozoico y cenozoico, al que se superponen una serie de materiales coluviales y fluviales cuaternarios. El relieve más notable (la sierra de Peñarrubia, coronada por el pico denominado Castillón, 729 msnm) es un afloramiento de calizas jurásicas del Subbético Interno-Penibético. Circundando al mismo, existen afloramientos de diversas unidades, cuyas litologías son fácilmente erosionables, y que ofrecen relieves poco acusados, lomas suaves o valles. Estos afloramientos al sur de la sierra, pertenecen a la unidad de Algeciras (margas con niveles detríticos de edad oligocena), a las areniscas del Aljibe, y al denominado “Complejo del Águila” (margocalizas claras y capas rojas cretácicas, removilizadas tecto sedimen-

La composición litológica de todos los niveles de terrazas es similar, con cantos decimétricos a centimétricos, y algún canto de mayor tamaño (métrico) disperso. La petrología de los mismos es básicamente carbonática, procedente de los materiales subbéticos mesozoicos. Un porcentaje menor es de naturaleza silícea (areniscas, radiolaritas y sílex), o de otras litologías menos abundantes (rocas básicas, metamórficas, etc.). Los productos arqueológicos líticos de origen antrópico, interestratificados en los paquetes sedimentarios que se localizan en relación con estos depósitos de terrazas fluviales cuaternarias (Láms. 1, 2 y 3), se ubican por el momento en relación con las terrazas intermedias del río Guadalteba. Y es muy posible que, en función de su cota y características geomorfológicas, puedan corresponder a terrazas del Pleistoceno Medio-Superior (entre 800 y 30 ka). &8(1&$ '(/ 785 1 < &8(9$ '( $5'$/(6 El río Turón se ubica en una situación paleogeográfica singular, a caballo en el límite entre la Zona Interna y la Externa de la cordillera Bética, en el sector comprendido entre El Chorro y la sierra de las Nieves. Su cuenca se caracteriza por una elevada geodiversidad, con un gran número de litologías presentes, algunas de ellas susceptibles de aprovechamiento desde tiempos prehistóricos (Láms. 4 y 5).

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Lám. 1. Productos líticos. 14. Terrazas del Guadalteba (Campillos, Málaga). 1, 3, 4: Terrazas del Guadalteba. T3. Zona A0. (Ver nomenclatura de zonas en Medianero Soto et al., 2006 b). BN2G-Hendedores. Areniscas compactas. 2: Terrazas del Guadalteba. T4. Zona A1. BN2G-Hendedor. Arenisca compacta. 5, 7, 8, 9: Terrazas del Guadalteba. T4. Zona A1. BN1GE-Bifaz. Arenisca compacta (5 y 7), Sílex masivo (8 y 9). 6: Terrazas del Guadalteba. T3. Zona TP4. BN1GE-Bifaz. Arenisca compacta. 10: Terrazas del Guadalteba. T3. Zona TP1. BN1GE-Canto trabajado unifacial. Caliza. MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 59-81. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

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Lám. 2. Productos líticos. 14. Terrazas del Guadalteba (Campillos, Málaga). 1: Terrazas del Guadalteba. T4. Zona TP6 (paleocanal). BN2GC-Bifaz. Arenisca compacta. 2: Terrazas del Guadalteba. T3. Zona A1 Alta. BN1GE-Canto trabajado unifacial. Caliza. 3: Terrazas del Guadalteba. T3. Zona A1 Alta. BN1GE-Canto trabajado unifacial. Caliza. MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 59-81. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

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Lám. 3. Productos líticos. 14 y 22. Terrazas del Guadalteba (Campillos, Málaga). 1: Terrazas del Guadalteba T3. BN1GC-CM-Núcleo centrípeto multipolar. Sílex masivo. 2: Terrazas del Guadalteba. T4. BP-Lasca levallois. Sílex masivo. 3: Terrazas del Guadalteba. T3. Zona TP5G. BN2G-R21-Raedera. Sílex masivo. 4: Terrazas del Guadalteba. T4. Zona A1. BN2G-R21-Raedera. Sílex masivo. 5: 22. Huerta de Vitorino Meseta. T6. MENGA. BP-LE-Lasca levallois. Sílex masivo. 6: Terrazas del Guadalteba. T4. Zona TP6. BP-LE-Lasca levallois. Sílex masivo. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 59-81. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

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Lám. 4. Productos líticos. Terrazas del Turón (Ardales, Málaga). 1 y 2: Terrazas del Turón. 9. Llano de Belén. BN1GE-Cantos trabajados unifaciales. Caliza y cuarcita. 3: Terrazas del Turón. 9. Llano de Belén. BN2G-R22nokp-Raedera. Arenisca compacta. 4: Terrazas del Turón. 11.Morenito. BN2G-R21nokp-Raedera. Sílex masivo. 5: Terrazas del Turón. 13. Lomas del Infierno. BN2G-R22nokp-Raedera. Sílex masivo. 6: Terrazas del Turón. 19. Hoyo de Barbú. Arenisca compacta. BP-I-Lasca interna. MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 59-81. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

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Lám. 5: Productos líticos. 8. Terrazas del Turón (junto a Ardales), 7 Cucarra y 6 Cueva de Ardales. 1: Terrazas del Turón, junto a Ardales. 8. BN2G-R22nokp-Raedera. Canto de sílex masivo. 2: Terrazas del Turón, junto a Ardales. 8. BN2G-D23nokp-Denticulado. Sílex T masivo con inclusiones. 3: Terrazas del Turón, junto a Ardales. 8. BPLE- Lasca levallois. Sílex masivo con vena de calcedonia. 4 y 6: 7.Cucarra. BN2G-R22nokp-Raederas. Sílex masivo. 5: 7.Cucarra. BN2G-R21nokp-Raedera. Sílex poroso. 7: 6.Cueva de Ardales. BN2G-R22nokp-Raedera. Sílex poroso. 8: 6.Cueva de Ardales.BN2G-F3-Pieza foliácea. Sílex poroso. 9: 6.Cueva de Ardales. BN2G-G11-Raspador sobre lámina. Sílex masivo. MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 59-81. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

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Uno de los elementos geológicos singulares de la cuenca es la cueva de Ardales, situada en sector septentrional de la serrezuela de Carratraca, a unos 565 msnm. Se abre en materiales carbonáticos triásicos, con un desarrollo de unos 1.500 m (Durán Valsero y López Martínez, 1995; López Martínez et al., 1995). En la actualidad se encuentra en la zona no saturada del pequeño acuífero que constituye la Serrezuela, cuyo nivel freático está situado pocos metros por debajo de los puntos más bajos de la cavidad, que puntualmente pueden inundarse. El principal punto de descarga es el manantial que da lugar a los Baños de Carratraca, al sur del macizo. En cueva de Ardales hay evidencias de un yacimiento con destacadas manifestaciones gráficas y de frecuentaciones humanas al menos en el Pleistoceno Superior (Breuil, 1921; Ramos Muñoz et al., 1995a; Cantalejo Duarte et al., 2006 y las referencias contenidas en los dos últimos trabajos). &$ (7( /$ 5($/ < $552<2 '(/ $*8$ El río Corbones es un afluente del río Guadalquivir por su margen izquierda. Con orientación noroeste, drena una amplia cuenca de 1.826 km². Nace en la provincia de Málaga, cerca de la pedanía de La Atalaya, perteneciente al municipio de Cañete la Real, en las faldas de las sierra del Borbollón. Su longitud total es de 177 km. Uno de sus afluentes, por la margen derecha, es el arroyo del Agua, cuya cuenca está desarrollada casi totalmente en terrenos triásicos, arcillo-yesíferos, con excepción de algunos afloramientos de calizas margosas con sílex, de edad cretácico-terciaria. Cuenta también con interesantes yacimientos con registros pleistocenos en su cuenca (Fernández Caro, 2000; Vallespí Pérez, 2006).

62&,('$'(6 &$=$'25$6 × 5(&2/(&72 5$6 3(6&$'25$6 (1 /26 9$//(6 )/8 9,$/(6 '( /$ &20$5&$ '(/ *8$'$/ 7(%$ 785 1 *8$'$/7(%$ *8$'$/ +25&( &8(1&$ $7/ 17,&$ 68&,17$ +,6725,$ '( /$ ,19(67,*$&, 1 A partir de mediados de la década de 1980 pudimos articular un proyecto de investigación titulado:

Prospección arqueológica superficial en el valle del

río Turón, dirigido por José Ramos y Mar Espejo. Se desarrollaron trabajos de prospección entre los años 1987 y 1989. El objetivo se vinculaba con aproximarnos a la reconstrucción del proceso histórico de las sociedades cazadoras-recolectoras-pescadoras, tribales comunitarias y clasistas iniciales en el territorio de Ardales (Málaga). Se realizaron prospecciones en Ardales, El Burgo y Casarabonela (Espejo Herrerías et al., 1989; Espejo Herrerías y Cantalejo Duarte, 1990; Ramos Muñoz et al., 1990, 1995b, 2004). Paralelamente y de forma ininterrumpida, se realizaron los estudios de las manifestaciones gráficas en la cueva de Ardales (Cantalejo Duarte et al., 1997, 2003, 2004; Espejo Herrerías y Cantalejo Duarte, 1988a, 1988b). Aquí también hemos realizado un proyecto autorizado por la Junta de Andalucía entre 2002 y 2003, titulado: Reproducción fotográfica de los paneles pictóricos de la Cueva de Ardales, dirigido por Mar Espejo (Cantalejo Duarte et al., 2006). El objetivo fue profundizar en la visión del arte como manifestación ideológica de los modos de vida de las sociedades cazadoras-recolectoras-pescadoras (Ramos Muñoz, 1999; Ramos Muñoz et al., 1998, 1999, 2002). Nuestros proyectos estuvieron orientados desde la perspectiva de la Arqueología Social, para aproximarnos a partir del estudio territorial, con técnicas de prospección, excavación y documentación del registro gráfico, a la composición social, ideología y formas económicas de las bandas de sociedades cazadoras-recolectoras-pescadoras que frecuentaron el territorio. En concreto, sobre las terrazas del Guadalteba, hay referencias de Antonio Morgado, en el marco de un estudio general sobre Teba (Morgado Rodríguez, 1995: 19 y ss.). Con posteridad y finalizando el siglo tuvieron lugar una serie de hallazgos arqueológicos de interés, como consecuencia de la acción erosiva de las aguas del embalse del Guadalteba y de la construcción de algunas infraestructuras lineales de transporte (carretera Málaga-Campillos, A-357). Los hallazgos fueron realizados de manera fortuita, en primer lugar, por Javier Ros. Al profundizar en estos productos comprobamos su interés geoarqueológico (de enmarque pleistoceno), litológico y tecnológico. En aquellos momentos se pudieron ya evidenciar tres circunstancias:

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La primera era el alto interés que presentaba el yacimiento, consistente en una serie de terrazas fluviales, con productos líticos en conexión con los sedimentos fluviales. La segunda era el alto riesgo que existía de pérdida total de la información contenida en el registro sedimentario y arqueológico, puesto que la acción del oleaje de las aguas embalsadas estaba socavando la base de la terraza, desmantelando los perfiles y arrastrando y mezclando los productos arqueológicos contenidos en el sedimento. La tercera circunstancia es que un reconocimiento más extenso de campo, con criterios geomorfológicos, permitió constatar la existencia de otros perfiles similares, con materiales arqueológicos, algunos de ellos afectados por la construcción del tramo entre Ardales y Campillos de la nueva carretera. En febrero de 2000 llegamos a conformar un Proyecto de estudio geoarqueológico de las terrazas cuaternarias con industria lítica del río Guadalteba (Campillos, Málaga), con responsabilidad de Juan José Durán y José Ramos. Al no obtener financiación por las vías administrativas del momento, se encauzó parte del mismo en coordinación con Pedro Cantalejo, Mar Espejo y Javier Medianero, a partir del año 2000, en el programa formativo de Escuelas Taller promovido por el Consorcio Guadalteba con la dirección de este último. Esta nueva situación posibilitó la realización de una serie de trabajos arqueológicos de prospección, limpieza y excavación que, tras varias campañas, permitió recopilar una interesante serie de productos líticos interestratificados en la secuencia de las terrazas, que muestran una intensa ocupación en la zona por grupos cazadores-recolectores-pescadores pleistocenos (Medianero Soto et al., 2005, 2006a, 2006b).

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localidades de Cañete la Real y Teba (Morgado Rodríguez, 2005:49-50 y 199; Medianero Soto, 2009: 435) han aportado nuevos datos de interés que atestiguan la presencia y actividad de grupos sociales de cazadores-recolectores-pescadores en todas las cuencas fluviales de la comarca del Guadalteba. En paralelo se ha realizado la limpieza y cerramiento del complejo kárstico de Las Palomas (Teba), desde 2002, con responsabilidad de Javier Medianero y proyectos aprobados por la Junta de Andalucía y promovidos por Consorcio Guadalteba. Estos trabajos han permitido documentar un registro de gran interés, estratigráfico, faunístico y de tecnología lítica (Lám. 6) de clara vinculación al Pleistoceno medio y superior (Medianero Soto et al., 2011). En el último año hemos ampliado los estudios geoarqueológicos junto con los geólogos del grupo y en coordinación en torno a Víctor Hernández y otros especialistas de las universidades de Málaga y Burgos, con la aplicación de tecnología de Espectroscopía Raman a la caracterización mineralógica de los productos líticos de las industrias asociadas a las terrazas cuaternarias (Hernández Jolín et al., 2012). '(7(50,1$&, 1 '( /$6 5($6 '( (678',2 Los productos arqueológicos que tratamos en esta aproximación se documentan en tres áreas geográficas básicas, el valle del Turón, el bajo Guadalhorce y Guadalteba y los hallazgos aislados en valles menores, asociados al ámbito atlántico (Tab. 1).

Fue también de interés la integración en los estudios de Salvador Domínguez-Bella, a partir de 2001, ampliando líneas concretas y analíticas de estudio de las materias primas, aplicadas a la reconstrucción de las movilidades y procesos de distribución de productos por las sociedades autoras de los mismos (Domínguez-Bella et al., 2001).

Con la experiencia investigadora indicada, hemos podido plantear la existencia de una zona en los alrededores de Ardales; otra localizada en la sierra de Peñarrubia; una tercera situada sobre el río de la Venta y la cuarta, un sector cercano a Cuevas del Becerro. Las sociedades cazadoras-recolectoraspescadoras del Paleolítico parecen estar claramente vinculadas a los cauces fluviales y a los recursos naturales primarios, en especial al agua, como es el caso de los ríos Guadalteba, Turón, de la Venta y Almargen, fundamentalmente (Figs. 4 y 5).

En fechas más recientes además de los indicados trabajos promovidos por el Consorcio Guadalteba a través de su programa formativo de Escuela Taller (Medianero Soto, 2009) se han registrado hallazgos en el arroyo del Agua (noticia de Ángel Recio) en las

Sus áreas de captación de recursos parecen disponer de numerosos entornos y ámbitos con materias primas: líticas, madera y agua, entre otras. Estas vías llevarán desde el arroyo del Agua, al de Andía, en la vertiente atlántica, desde el río de Cuevas al

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Lám. 6. Productos líticos. 33. Complejo Kárstico Las Palomas (Teba, Málaga). 1, 2: BP-LE-Lascas levallois. Sílex masivo con inclusiones y sílex masivo. 3: BN2G-D23nokp-Denticulado. Sílex masivo. 4 y 5: BP-LE-Lascas levallois. Sílex poroso y sílex masivo. 6: BN2G-D21nokp-Muesca. Sílex masivo. 7: BN2G-R21nokp-Raedera. Sílex poroso termoalterado. 8: BN2G-R11nkm- Raedera. Sílex masivo tipo Turón. 9: BP-LELámina levallois. Sílex poroso. MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 59-81. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

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Yacimientos

Municipio

1

Majavea-Sauceda

2

Arroyo de la Parrita

Cañete la Real

3

Arroyo del Agua 1

Cañete la Real

4

Arroyo del Agua 2

Cañete la Real

5

Cueva Tajo de Las Palomas

6

Cueva de Ardales

Ardales

7

Cucarra

Ardales

8

Terrazas del Turón (junto a Ardales)

Ardales

9

Llano de Belén

Ardales

10

Hoyo de Barbú

Ardales

11

Morenito

Ardales

12

Grajeras

Ardales

Cuenca

Modos Tecnológicos

Atlántica río Corbones

Modo III

Mediterránea río Turón

Modos II, III y IV

Mediterránea río Guadalteba

Modos II, III y IV

Mediterránea río Guadalhorce

Modos II, III y IV

Almargen

Cueva del Becerro

13

Lomas del Infierno

14

Terrazas del Guadalteba (Peñarrubia)

Campillos

Ardales

15

Plataforma de Peñarrubia

Campillos

16

Eras de Peñarrubia

Campillos

17

Tumba Guadalteba

Campillos

18

Huerta de Vitorino. Terraza Este

Campillos

19

Huerta de Vitorino. Terraza Norte

Campillos

20

Huerta de Vitorino. Terraza Oeste 1

Campillos

21

Huerta de Vitorino. Terraza Oeste 2

Campillos

22

Huerta de Vitorino. Meseta

Campillos

23

La Capellanía 2

Campillos

24

La Capellanía 3

Campillos

25

Cerro del Almendro 1

Campillos

26

Cerro del Almendro 2

Campillos

27

Cjo. Casasola

Cañete la Real

28

H. Fuentepeones

Cañete la Real

29

T. Molino Arroyo Fuentezuela

Teba

30

Cjo. Nina

Teba

31

Prado Chico

Teba

32

Abrigo Tajo del Molino 2

Teba

33

C. K. Las Palomas de Teba

Teba

34

Cuevas del Tormenta

Cueva del Becerro

35

Hoyo del Chopo

Cueva del Becerro

36

Guadalhorce-Guadalteba

Campillos

Tab. 1. Relación de yacimientos arqueológicos y atribución tecnológica por cuencas.

arroyo de Las Arenas, y, desde el río de Almargen al de La Venta, hasta llegar a las graveras de las terrazas paleolíticas de Parque Guadalteba. Igualmente, en la cuenca del Guadalteba, desde el arroyo del

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Alforzoz hasta el del Granado, los escasos yacimientos se suceden sin descanso, jalonados por una densa red de drenaje fluvial y en clara conexión a una nutrida presencia de manantiales.

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Parece evidente que los grupos sociales paleolíticos tenían un gran conocimiento del potencial de recursos líticos que ofrecían los depósitos fluviales. La cercanía de éstos a las cuevas de hábitat en las sierras calizas abre importantes campos de estudio de las prácticas sociales a partir de la aplicación de técnicas arqueométricas. Es significativo el vacío ocupacional existente (con el conocimiento actual) en el valle medio del Guadalteba, en las cercanías de Ortegícar, y en amplias zonas de las tierras del norte comarcal. Este hecho contrasta con la numerosa presencia paleolítica después de la confluencia del rio de La Venta con el Guadalteba, tras pasar el tajo del Molino. De la distribución actual parece inferirse corredores que conectan áreas de captación y transformación de recursos a una cota media en torno a los 460 msnm, piedemontes o laderas en descenso suave sobre los ríos.

Toda la zona engloba parte de la sierra de Peñarrubia, conformada por una meseta con bruscos desniveles hacia el antiguo cauce del río, hoy convertido en el embalse del Guadalteba. Las terrazas se disponen en una secuencia de niveles descendientes hacia el antiguo cauce fluvial con cotas que oscilan entre los 368 y 318 msnm, en la denominada Huerta de Vitorino, fondo del propio pantano (Medianero Soto et al., 2006b). Exponemos aquí datos relativos a las terrazas intermedias, presumiblemente vinculadas a Pleistoceno Medio y Superior. Las correspondientes a las del Guadalhorce se ubican en la orilla que baña las tierras de la localidad de Campillos. Tiene un relieve similar a la descrita para el Guadalteba, con la salvedad de presentar áreas más llanas en cotas bajas. Se localiza,

Fig. 4. Distribución de los asentamientos paleolíticos en la Comarca del Guadalteba. Cuenca río Corbones: 1. Majavea.-Sauceda; 2. Arroyo de la Parrita; 3-4. Arroyo del Agua 1 y 2; 5. Cueva Tajo de las Palomas; Cuenca río Turón: 6. Cueva de Ardales, 7. Cucarra; 8. Terrazas del Turón; 9. Llano de Belén; 10. Hoyo de Barbú; 11. Morenito, 12. Grajeras; 13. Las Lomas del Infierno; Cuenca río Guadalteba: 14. Terrazas del Guadalteba (Peñarrubia); 15. Plataforma de Peñarrubia; 16. Eras de Peñarrubia; 17. Tumba Guadalteba; 18. Huerta de Vitorino (terraza este); 19: Huerta de Vitorino (terraza norte); 20. Huerta de Vitorino (terrazas oeste1); 21. Huerta de Vitorino (terrazas oeste 2); 22. Huerta de Vitorino (meseta); 23. La Capellanía 2; 24. La Capellanía 3; 25. Cerro del Almendro 1; 26. Cerro del Almendro 2; 27. Cjo. Casasola; 28. H. Fuentepeones; 29. T. Molino arroyo de la Fuentezuela; 30. Cjo. Nina; 31. Prado Chico; 32. Abrigo Tajo del Molino 2; 33. C. K. Las Palomas de Teba; 34. Cuevas del Tormenta; 35. Hoyo del Chopo; Cuenca río Guadalhorce: 36. Guadalhorce-Guadalteba.

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como la anterior, en la orilla izquierda, tras el cerro Rebolo con cotas que oscilan entre 550 y 370 msnm. Paralelamente se documentan hallazgos aislados (Lám. 7) que inciden en la presencia y actividad de grupos de cazadores-recolectores-pescadores a través del puerto de montaña natural que une la cuenca del Guadalteba con el río Corbones (Vallespí Pérez, 2006, Fernández Caro, 2000) y el arroyo del Agua (Medianero Soto, 2009: 415). Es significativa la relación de la tecnología documentada en la cueva de Ardales con las terrazas del Turón y del complejo kárstico de Las Palomas a las terrazas del Guadalteba (Fig. 5). (1&8$'5( 7(&12/ *,&2 < &217(;72 62&,2&8/ 785$/ De los diferentes niveles del sistema de terrazas del valle del Turón, el bajo Guadalhorce y Guadalteba y los hallazgos aislados en valles menores asociados al ámbito atlántico, queremos destacar el tremendo potencial de ocupación de sociedades cazadoras-recolectoras-pescadoras, con registros paleolíticos, que se completan con la ocupación de las cuevas en las unidades kársticas. Queremos indicar el interés de este tipo de estudios, que a veces han quedado minusvalorados por algu-

Fig. 5.

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nos estudiosos del Paleolítico, por sus actuales limitaciones cronoestratigráficas y de cronología absoluta. Recordamos que en la mayoría de los casos corresponden a productos líticos integrados en su sistema deposicional estratigráfico. Y que pueden permitir, tras un contraste con los yacimientos en vías de excavación -cueva de Ardales y C. Kárstico de Las Palomas de Teba-, avanzar hacia una verdadera aproximación a estudios de territorio y de control-apropiación de los recursos por parte de estas sociedades. Aportamos unas ideas para la organización cronoestratigráfica y tecnológica. No hay evidencias arqueológicas por el momento en los niveles más altos de terrazas (+80 m y +80-60 m), presumiblemente vinculados al Pleistoceno Inferior. Hay un conjunto destacado asociado a los niveles medios de las terrazas (+40-35 m y +30 m) y de productos (Carbonell i Roura et al., 1987) con documentación de productos de talla, con BN1G- núcleos del inicio de la talla, unipolares, poliédricos-multipolares. A través de ellos y en sintonía con las BP-lascas obtenidas de dichos núcleos (de descortezado, de semidescortezado, internas) se puede reconstruir la "cadena operativa" que nos indicaría el proceso de trabajo. Se registran también BN1G-E-cantos de talla unifacial y bifacial, hendedores, bifaces espesos, triedros y lascas retocadas. Arqueológicamente

Ŷ Situación de las áreas mencionadas. Ɣ Complejo kárstico Las Palomas de Teba y Cueva de Ardales.

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Lám. 7. Productos líticos. Terrazas del Corbones y Guadalteba (Cañete la Real, Málaga). 28 H. Fuentepeones, 3. Arroyo del Agua 1 y 4. Arroyo del Agua 2. 1: Terrazas del Guadalteba. H. Fuentepeones. BN1GE-Bifaz. Arenisca compacta. 2: Arroyo del Agua 1 y 2. BP-LE-Lasca levallois. Sílex masivo bandeado. 3: Arroyo del Agua 1 y 2. BN2G-D23nokp-Denticulado. Sílex masivo bandeado. 4: Arroyo del Agua 1 y 2. BN2G-D23nokp-Denticulado. Sílex masivo. 5 y 6: Arroyo del Agua 1 y 2. BN2GD21nokp Sílex masivo. 7 y 8: Arroyo del Agua 1 y 2. BN2G-D23nokp-Denticulados. Sílex poroso. MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 59-81. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

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esta serie se puede adscribir al Modo II- a los conceptos planteados de Achelense Antiguo Ibérico y Achelense Pleno Ibérico -bifaces más planos, cordiformes, subcordiformes y parciales, hendedores más elaborados-. (Lám. 1 y 2) (Vallespí Pérez, 1986a, 1986b, 1992). Las materias primas son calizas, sílex y areniscas compactas silicificadas. Procedentes de los niveles bajos del sistema de terrazas (+20 m y +15-7 m) hay una serie bastante uniforme en sílex y arenisca compacta, con BN1G-C -núcleos centrípetos multipolares, con destacada presencia de técnica levallois. Hay productos de talla levallois, puntas levallois, lascas internas y del inicio de la talla. Y entre los productos retocados sobre lascas, destacan-BN2G-R21, R22, R23-raederas, P21-puntas retocadas, D21-muescas y D23-denticulados (Laplace, 1975). Arqueológicamente se puede adscribir a un Pleistoceno Superior con tecnología propia de Modo III-Musteriense (Vallespí Pérez, 1986a, 1992, 1994). Sobre la captación de materias primas por grupos sociales con tecnología de modos II y III parece ser que se produjo del entorno inmediato, a partir fundamentalmente del aprovechamiento de las graveras y depósitos fluviales, si bien no es descartable la explotación de ciertos afloramientos de materiales silíceos en los que la presencia de cantos, nódulos o trozos de capas de sílex, radiolaritas o areniscas, son bastante abundantes en superficie. El interés que alcanzan estos conjuntos radica en la localización en una zona central de Andalucía, como es el Medio-Alto Guadalhorce, en un enmarque histórico y regional Atlántico-Mediterráneo. La datación de los registros ofrece un claro signo de continuada actividad antrópica desde el Pleistoceno Medio (800-125 ka) y Superior. Destaca sobre todo la homogeneidad de las series de productos de los niveles medios del sistema de terrazas (+40-35 m y +30 m). La localización de productos estratificados en estos sistemas de terrazas fluviales supone un estudio de industria lítica y de fauna en conexión estratigráfica -molar de Equus sp.-. Y un enmarque geomorfológico genérico en el Pleistoceno Medio. El análisis de la industria lítica de estos niveles, en una asociación de productos tallados en sílex y areniscas compactas ha permitido documentar series de bifaces, hendedores, triedros, cantos trabaja-

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dos con productos sobre lascas en sílex y arenisca de raederas, muescas, lascas retocadas. Junto a series de núcleos unipolares y multipolares. Todo ello permite un planteamiento genérico de atribución Modo II-Achelense, con posible vinculación a los conceptos característicos normativos de Achelense Antiguo Ibérico y Achelense Pleno Ibérico (Vallespí Pérez, 1986a, 1992). La propia distribución funcional de los productos analizados permite plantear hipótesis preliminares en una asociación de instrumental para la caza (bifaces, triedros) con utillajes vinculados con el despiece y la carnicería (hendedores, grandes lascas retocadas) e incluso con actividades domésticas (en las herramientas sobre lascas: raederas, muescas). La situación postdeposicional en unas graveras vinculadas a los sistemas fluviales indicados, permite plantear la ocupación de estos ámbitos fluviales por bandas de cazadores-recolectores-pescadores en época posterior al desarrollo del sistema de terrazas. También es a señalar la presencia en los niveles bajos de terrazas (+20 metros, +15-7 metros), de registros definidos de Modo III-Musteriense. Las localizaciones obedecen a un modo de vida definido en la caza de grandes mamíferos, como se evidencia del registro regional relacionado con estos productos arqueológicos (Vallespí Pérez, 1992, 1994, 2006; Giles Pacheco et al., 1996; Ruiz Bustos, 1995,1997). Hemos comprobado en el ámbito regional, que los emplazamientos arqueológicos como lugares de ocupación obedecen a causas estratégicas muy claras (oteo y control de la fauna en cerros prominentes), con buena disponibilidad de localización de recursos de las graveras fluviales. El interés que alcanzan estos conjuntos radica en su localización en una zona como es el Alto Guadalhorce, en un enmarque histórico y regional AtlánticoMediterráneo. La sintonía histórica es manifiesta con los conjuntos de sistemas de terrazas cuaternarias del sur peninsular con tecnología definida de Modo II-Achelense: Baja Andalucía -cuenca del Guadalquivir (Vallespi Pérez, 2006), cuenca del Guadalete (Giles Pacheco et al., 1996), Banda Atlántica de Cádiz (Ramos Muñoz, 2008), Campo de Gibraltar (Castañeda Fernández, 2003, 2008) y con los enclaves subbé-

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ticos inmediatos, Alto Vélez (Ramos Muñoz, 1988), cuenca del Guadalhorce (Barroso Ruíz et al., 1989) subbético de Córdoba (Botella Ortega et al., 2006; Barroso Ruíz et al., 2011). Y evidentemente en su continuidad histórica con la tecnología y ocupación del territorio regional de las sociedades con Modo III (Vallespí Pérez, 1992, 1994; VegaToscano, 1988; Finlayson et al., 2000, 2006; Cortés Sánchez, 2005, Cortés Sánchez et al., 2008; Barroso Ruíz y De Lumley, 2006; Ramos Muñoz, 2008; Jenings et al., 2011). La ubicación cronoestratigráfica, la definición tecnológica y la relación con los sitios de hábitat estratificados en las cuevas cercanas, ofrecen perspectivas para seguir avanzando en explicaciones históricas y socioeconómicas. Todo parece apuntar a que grupos preneandertales y neandertales ocuparon estos territorios de manera continuada. Utilizaron las graveras y depósitos fluviales como abastecimiento y lugares de transformación de recursos líticos. El territorio y la naturaleza abrupta de los pasos naturales ofrecían también grandes posibilidades para las prácticas de caza y de recolección. Todo ello prueba la ocupación recurrente durante milenios de bandas con modo de producción cazador y recolector, que realizaban diversos modos de vida (Vargas, 1990; Bate, 1998), que debían concretarse en estrategias de caza organizada de grandes mamíferos en las depresiones y piedemontes de estas sierras del interior. De la distribución regional de los testimonios de modos II-Achelense y III-Musteriense, se infiere diversos modos de trabajo respecto a la fauna cazada, en relación a los diversos ecosistemas (ámbitos lacustres, depresiones interiores, vías fluviales de comunicación), con utilización de tecnologías muy precisas y definidas realizadas sobre materias primas muy controladas. Terraza

La profundización en los estudios de materias primas, con una mejor definición tecnológica en su cuadro cronoestratigráfico, nos permitirá incidir en los modos de trabajo de estas sociedades del Pleistoceno. 352<(&72 '( /$ 35(+,6725,$ *8$'$/7(%$ A partir de septiembre de 2011 hemos podido comenzar trabajos de colaboración internacional encaminados a un proyecto de investigación hispano-alemán, con actividades arqueológicas debidamente autorizadas por la Junta de Andalucía, en cueva de Ardales y C. K. de Las Palomas de Teba. Este proyecto se enmarca en un convenio de colaboración entre la Universidad de Cádiz, el Neanderthal Museum (Mettmann, Alemania), el Consorcio Guadalteba y el Grupo de Acción Local Guadalteba, como instituciones promotoras del mismo. Participan 58 investigadores de 16 instituciones científicas alemanas y españolas, con la dirección de José Ramos -cueva de Ardales- y Gerd Weniger –C.K. de Las Palomas-. El objetivo es obtener la máxima información científica posible de ambas cavidades con el menor impacto a los yacimientos. Se aplicarán diversos tipos de analíticas para conocer las paleobocas y cono de entrada en la cueva de Ardales, así como escaneos láser para una mejor documentación de los motivos gráficos. Se han iniciado también -en ambas cavidades- estudios de los sedimentos, análisis polínicos, muestreos de micromorfología de suelos, perforaciones geoarqueológicas con diversas técnicas y toma de muestras para dataciones absolutas. Se han aplicado técnicas experimentales de estudio geoarqueológico –georadar, perforaciones mecánicas y manuales-, fotografía aérea robotizada y en unos meses, de forma interdisciplinar, habrá un amplio cuadro de dataciones absolutas -TL, OSL, C14 y U/Th-.

Altitud

Edad

Modos Tecnológicos

T1

+80

Pleistoceno Inferior

T2

+80-60

Pleistoceno Inferior

T3

+40-35

Pleistoceno Medio

Modo II

T4

+30

Pleistoceno Medio

Modo II

T5

+20

Pleistoceno Superior

Modo III

T6

+15-7

Pleistoceno Superior

Modo III

T7

+3-2

Holoceno

Fauna

Equus sp.

Tab. 2. Esquema cronoestratigráfico tentativo de las terrazas del Guadalteba con asignación a modos tecnológicos.

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3(563(&7,9$6 '( ,19(67,*$&, 1 Desde mediados de la década de 1980 venimos trabajando en estudios territoriales en la comarca del Guadalteba. Las circunstancias de investigación, a pesar de las muchas dificultades encontradas, han permitido realizar intensas prospecciones de superficie y conocer así un total de 36 yacimientos con tecnología de Modo II-Achelense y Modo III-Musteriense. Defendemos y consideramos como de gran interés los estudios territoriales para un mejor conocimiento de las sociedades cazadoras-recolectoras-pescadoras. El potencial informativo que ofrecen estos estudios es de gran alcance para poder avanzar en las movilidades de estos grupos y sus inferencias económicas y sociales. Como consecuencia de dichos trabajos, se ha podido presentar una tesis doctoral que recoge parte de esta temática de estudio (Medianero Soto, 2009) y están en marcha dos nuevas tesis doctorales a cargo de Lidia Cabello y Serafín Becerra, que desarrollarán temas de recursos y materias primas vinculados a estas sociedades. El planteamiento de un proyecto de colaboración internacional hispano-alemán puede permitir a medio plazo obtener una información cronoestratigráfica y paleoecológica a partir de los estudios interdisciplinares en la cueva de Ardales y C. K. de Las Palomas de Teba. La contrastación de dichos datos con los obtenidos en las prospecciones permitirá seguir avanzando en el conocimiento de estas sociedades del Pleistoceno. La aplicación de estas nuevas técnicas de documentación y estudio suponen un salto cualitativo importante en los trabajos de análisis de las sociedades prehistóricas. En concreto en este proyecto se está avanzando en la ocupación cronoestratigráfica, geoarqueológica y tecnológica de sociedades del Pleistoceno Medio y Superior en la Andalucía Central. Nos interesa profundizar en los modos de vida y en la movilidad estacional de las sociedades cazadoras-recolectoras-pescadoras que ocuparon el sur de la Península Ibérica en el Pleistoceno. También tenemos presentes las posibles relaciones y contactos con las sociedades africanas del lado sur

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del Estrecho de Gibraltar. En este sentido, ambos equipos, alemán y español, desarrollan trabajos en la orilla sur del Estrecho (Ramos Muñoz et al., 2008; Lindstaedter et al., 2011) y están preocupados por avanzar en el conocimiento de las sociedades prehistóricas del sur de Europa y del norte de África.

$*5$'(&,0,(1726 Queremos agradecer a Juan Manuel Jiménez Arenas y a la Revista Menga el habernos invitado a participar en este volumen monográfico. También las sugerencias y comentarios que han enriquecido el trabajo. Queremos recordar a los profesores de la Universidad de Sevilla, Enrique Vallespí y Oswaldo Arteaga, y de la Universidad de Málaga, Fernando Wulff, por el apoyo continuo a nuestras investigaciones en la comarca del Guadalteba. Agradecemos también a los arqueólogos, geólogos y resto de investigadores y estudiantes de las universidades de Cádiz, Málaga y de todas las instituciones y centros de investigación colaboradores; así como a los diversos grupos de las Escuelas Taller de Guadalteba, que han participado activamente en estos estudios geoarqueológicos durante estos años.

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LA OCUPACIÓN DEL TERRITORIO DE LA COMARCA DEL GUADALTEBA (MÁLAGA, SUR DE ESPAÑA) POR SOCIEDADES DEL PLEISTOCENO

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proyecto de investigación: la ocupación prehistó-


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Entrada de la cueva de Zafarraya (Alcaucín, Málaga).


DOSSIER

UNA APROXIMACIĂ“N A LA COMPRENSIĂ“N DE LA FAUNA DE MACROMAMĂ?FEROS DE LA CUEVA DE ZAFARRAYA (ALCAUCĂ?N, MĂ LAGA)

81$ $352;,0$&,Ă?1 $ /$ &2035(16,Ă?1 '( /$ )$81$ '( 0$&520$0Ă‹)(526 '( /$ &8(9$ '( =$)$55$<$ $/&$8&Ă‹1 0Ăˆ/$*$

Antonio Monclova BohĂłrquez1, Cecilio Barroso RuĂ­z2, Miguel CaparrĂłs3 y Anne Marie Moigne4

5HVXPHQ En la excavaciĂłn de la cueva de Zafarraya (AlcaucĂ­n, MĂĄlaga), se obtuvieron casi 3.500 restos Ăłseos de macromamĂ­feros (mĂĄs del 85% cabras, en su mayorĂ­a jĂłvenes), asociados con industrias lĂ­ticas musterienses y restos de homĂ­nidos neandertalenses. Los restos presentes en cinco niveles de ocupaciĂłn muestran seĂąales de acciĂłn antrĂłpica. Fueron acumulados por los homĂ­nidos y los carnĂ­voros que explotaron, desde fines de la primavera a inicios del invierno, los diversos biotopos del entorno del yacimiento. Los taxones representados (cuĂłn, leopardo, zorro, hiena, lince, mustĂŠlidos, cabra, ciervo, rebeco, uro, jabalĂ­ y caballos) son tĂ­picos del Pleistoceno, abundan cuĂłn y leopardo, lo cual podrĂ­a relacionarse con la abundancia de cabras. Las Ăşltimas dataciones ubican cronolĂłgicamente los niveles musterienses de Zafarraya entre 42.000 y 34.000 aĂąos BP, dentro del MIS 3, coincidiendo con las fechas mĂĄs antiguas obtenidas anteriormente por mĂŠtodo U-Th y C14 sin calibrar.

3DODEUDV FODYH Cueva de Zafarraya, Cuaternario, Pleistoceno Superior, neandertal, cuĂłn, paleoecologĂ­a de mamĂ­feros.

$1 $3352$&+ 72 81'(567$1',1* 7+( =$)$55$<$ &$9( $/&$8&Ă‹1 0Ăˆ/$*$ 0$&520$00$/6 $66(0%/$*( $EVWUDFW Almost 3,500 bones of macromammals (over 85 of them goats), associated with Mousterian lithic industries and hominid neanderthals remains were obtained in the excavation of the Zafarraya cave (AlcaucĂ­n, MĂĄlaga). The bone remains found in five occupation levels show signs of human action. They were accumulated by hominids and carnivores that exploited from late spring to early winter, the various biotopes that surround the site. The faunal assemblage (cuon, leopard, fox, hyena, lynx, weasels, goats, deer, chamois, aurochs, wild boar and horses) is that typical of the Pleistocene, with overrepresentation of leopard and cuon, which could be related to the abundance of goats. The last date of Zafarraya's Mousterian levels indicate a chronology between 42,000 and 34,000 years BP, within the MIS 3, coinciding with the oldest dates obtained earlier by UTh method and uncalibrated C14.

.H\ZRUGV Zafarraya Cave, Quaternary, Upper Pleistocene, Neanderthal, Dhole, Mammalian Palaeoecology.

1

Grupo de Investigación HUM-440 Universidad de Cådiz (Espaùa). Fundación Cueva y Sima del à ngel. [anmonc@terra.es] Fundación Cueva y Sima del à ngel. [ceciliobarroso1@hotmail.com] MusÊum National d’Histoire Naturelle, DÊpartement de PrÊhistoire. 4 MusÊum National d’Histoire Naturelle, Centre EuropÊen de Recherches PrÊhistoriques de Tautavel. [anne-marie.moigne@cerptautavel.com] 2 3

Recibido: 15/08/2012; Aceptado:15/10/2012

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ANTONIO MONCLOVA BOHÓRQUEZ ET AL.

,1752'8&&, 1 Ubicada sobre una cornisa escarpada en un entorno montañoso, la cueva del Boquete de Zafarraya se localiza en el municipio de Alcaucín (Málaga, Andalucía), a 1.022 msnm y a 40 km del litoral mediterráneo del sur de la Península Ibérica. El relleno de esta cueva contiene los rastros de una ocupación alterna por parte de cazadores musterienses y carnívoros. El estudio de los abundantes y bien conservados restos óseos obtenidos en la excavación de la cueva, ha permitido reconstruir el proceso de su acumulación, la determinación de los taxones de mamíferos presentes y la edad de los diferentes individuos. Igualmente, el análisis de las trazas y marcas observadas sobre los huesos, permite comprender las actividades desarrolladas por los carnívoros y homínidos que ocuparon la cueva de Zafarraya, así como la posibilidad de establecer comparaciones con otros campamentos de cazadores paleolíticos, tales como el del sitio francés de Hortus o el caucásico de Kudaro.

La atribución cronológica del yacimiento de Zafarraya, ha sido objeto de diferentes estudios a lo largo de los últimos quince años. Las primeras edades obtenidas por C14 en colágeno de huesos, estaban comprendidas entre 29.000±600 (Gif–9140-II, ˡ13C = -19,2‰) y 31.800±550 (Gif/LSM–9140-I, ˡ13C = -19,1‰) (Hublin et al., 1995). Recientemente, Véronique Michel y sus colegas (Michel et al., 2011), han publicado un extenso conjunto de nuevas edades obtenidas por diversos métodos (todos los datos de las dataciones aparecen indicados en la Fig. 1). En el laboratorio de Oxford se ha obtenido una dispersión de edades por el método de C14 AMS sin calibrar, comprendidas entre 595±35 años y 36.900±3.000 años BP, pudiendo ser las más jóvenes atribuibles a la contaminación por carbono actual según los autores, aunque todas las demás al no estar calibradas, serían en realidad entre unos 2.000 a 6.000 años mayores, dependiendo de los supuestos de la curva de calibración. La dispersión de edades obtenidas por espectrometría alfa de U-Th, presenta una

Fig. 1. Las edades obtenidas por diversos métodos permiten ubicar cronológicamente los niveles musterienses de Zafarraya entre 42.000 y 34.000 años BP, dentro del estadio isotópico MIS 3, en coincidencia con las fechas no calibradas de C14 más antiguas. La ubicación cronológica está señalada en la gráfica con un asterisco de color rojo, y corresponde a las unidades estratigráficas UE23-UE25 de la excavación de Zafarraya. La imagen de la gráfica ha sido modificada a partir de Michel et al., 2011.

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amplia oscilación entre 5.000 y 60.000 años BP, debido ello al hecho de que los restos óseos y dientes son sistemas abiertos. En Zafarraya, el esmalte de los dientes no se analiza por espectrometría alfa, debido a su bajo contenido en uranio, por lo que se aplica la espectrometría de masas con ionización térmica (TIMS), la cual da unas edades también dispersas de entre 16.000 y 53.000 años BP. Al aplicar al esmalte de los dientes bien conservados, el método de ESR (EU, captación temprana y LU, absorción lineal) da unas edades de entre 23.000 y 43.000 años BP, debido al hecho de que los bajos niveles de uranio en el esmalte y la dentina hacen que la UE y LU den unas edades muy similares. Finalmente, al aplicar de forma combinada los métodos de datación U-Th y ESR en tres muestras de esmalte (dos de Equus y una de Capra), se obtuvo una buena concordancia de edades entre 37.000 ± 3.000 y 39.000 ± 3000 años BP, datos que nos permitirían ubicar cronológicamente los niveles musterienses en el intervalo que va desde 42.000 a 34.000 años BP, dentro del estadio isotópico MIS 3 (Michel et al., 2011). Estas últimas fechas también coinciden en parte con las más antiguas de las primeras que se obtuvieron por C14 (Hublin et al., 1995). Desde el punto de vista de la presencia de mamíferos de mediano y gran tamaño, Zafarraya contiene un importante registro representado por abundantes restos óseos en asociación con industrias líticas musterienses e interesantes restos de homínidos neandertalenses repartidos a lo largo de cinco niveles de ocupación. Los extensos estudios paleontológicos publicados (Barroso Ruiz, 2003; Barroso Ruiz y Lumley, 2006), establecen que la secuencia estratigráfica de este yacimiento es demostrativa de un hábitat estacional de altura, con inviernos climáticamente rigurosos y la presencia de diversos biotopos, que incluyen tanto zonas rocosas, como espacios abiertos y áreas boscosas. La presencia de encinas en esta región y los sectores lacustres del poljé de Zafarraya, distante unos 100 metros de la cueva, junto a la presencia de Microtus arvalis y la ausencia de Allocricetus bursae, indicaría que los niveles superiores del relleno son contemporáneos del estadial Würm II, durante el cual el roedor está bien representado en los yacimientos franceses, e igualmente más reciente que el relleno de la cueva de La Carigüela, en el cual las dos especies aparecen juntas (Koby y Spahni, 1956).

En las cuevas y abrigos ocupados por los homínidos durante el Paleolítico, el estudio de la fauna presente permite conocer los hábitos de caza y la estación en que esta se desarrolló. En cuevas como la francesa de Vache, los indicios de la fauna provienen tanto de la presencia de restos óseos como de la de manifestaciones artísticas (Cremades, 1997), en la cueva de Zafarraya provienen de los abundantes y relativamente bien conservados restos óseos. Los numerosos restos esqueléticos de cabras (Capra pyrenaica) (más del 85% del total), muestran a unos ejemplares particularmente gráciles, de los que dos tercios del total son individuos jóvenes de entre 3 y 6 meses de edad y solo un 3% machos adultos. Esta presencia de cabra, junto a los pertenecientes a otros herbívoros, es en buena medida el resultado de su acumulación por parte de los homínidos, como consecuencia de haber podido explotar los diversos biotopos del entorno del yacimiento durante cortos periodos de tiempo, coincidiendo con la práctica de una caza de tipo estacional, desde finales de la primavera a inicios del invierno. La sorprendente ausencia del lobo, presente en Cova Negra y La Carigüela (Arribas y Palmqvist, 1995), podría atribuirse al reemplazo ecológico por parte del Cuon alpinus, cuya importante presencia en Zafarraya, constituye la primera cita de la especie en los yaci-mientos del sur de la Península Ibérica (Brugal y Boudadi-Maligne, 2011). Tanto este cánido como la Panthera pardus, también presente en la cueva, son en general taxones raros en los yacimientos cuaternarios. La ausencia del oso de las cavernas, presente por ejemplo en Gibraltar (Zeuner y Sutcliffe, 1964), y la presencia de leopardo y cuón, conforman una

Fig. 2. Representación de la proporción de los números de especimenes identificados por taxón (NISP) en el yacimiento de Los Casares (Guadalajara) (Modificado a partir de Sainz de los Terreros, 2003).

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asociación de carnívoros que también ha sido reconocida en el yacimiento de Los Casares (Riba de Saelices, Guadalajara) (Altuna, 1973; Sainz de los Terreros, 2003) (Fig. 2). En la tabla 1 aparece la lista de taxones de macromamíferos presente en la cueva del Boquete de Zafarraya, elaborada a partir de los restos óseos hallados en las diferentes campañas de excavación.

Macromamíferos de la cueva del Boquete de Zafarraya Taxón

Nº de restos

% del total

CARNIVORA

560

16,5

Cuon alpinus

185

5,5

Vulpes vulpes

4

0,5

Ursus arctos

34

1,0

Crocuta crocuta

15

0,4

Felis silvestres

35

1,0

Lynx pardina

33

1,0

Panthera pardus

245

7,2

Mustela erminea

1

0,02

Mustela nivalis

8

0,2

ARTIODACTYLA

2.806

83

Cervus elaphus

93

3,0

Capra pyrenaica

2.660

78,5

Rupicapra pyrenaica

49

1,5

Bos primigenius

12

0,3

Sus scrofa

7

0,2

PERISSODACTYLA

16

0,5

Equus caballus

7

0,2

Equus hydruntinus

6

0,2

Équido indet.

3

0,1

3.382

100

atribuyo inicialmente al Pleistoceno Inferior de Venta Micena (Orce, Granada) (Pons Moya, 1987), posteriormente se desestimó (Martínez-Navarro et al., 2010). Actualmente la cita más antigua del género se produce en el Pleistoceno Medio tardío de Galería Pesada (Almonda, Portugal) (Trinkaus et al., 2006).

&$51 92526

Aunque C. alpinus aparece en la región cantábrica asociado a industrias musterienses y más recientes, el registro en Zafarraya implica su presencia en el sur de la Península Ibérica durante gran parte del Pleistoceno Superior. Con 185 restos de 19 individuos, asociados a una industria musteriense en todos los niveles estratigráficos (10% en el más rico), supone el 5% de los macromamíferos del yacimiento. Esta presencia junto a la de Panthera explicaría por fenómenos de competencia la sorprendente falta de restos de lobo, el cánido más frecuente en todos los yacimientos prehistóricos.

El cuón (C. alpinus) es una especie de cánido gregario de mediana talla, citado en diversos yacimientos del Pleistoceno de la Península Ibérica (cueva del Gegant, Casares, Gabasa, Caballón y La Blanca, la Riera, Bolinkoba, Rascaño, Obarreta y Escoural en Portugal (Ripoll et al., 2010) (Fig. 3). Aunque la primera cita del género Cuon en la Península se

La morfología del P4 inferior del Cuon de Zafarraya se caracteriza por no presentar dentículo, y por lo tanto es más próxima a la subespecie europaeus que a la pyrenaicus. Las dimensiones del material dental corresponden a los individuos del Würm no siempre tan robustos, aunque si más robustos que los cuones asiáticos actuales (Geraads, 1995).

TOTAL

Tab. 1. Lista de los taxones de macromamíferos presentes en la cueva del Boquete de Zafarraya (A partir de Barroso Ruiz y Lumley, 2006).

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Fig. 3. Sitios con presencia del género Cuon en la Península Ibérica (Modificado de Ripoll et al., 2010).

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El zorro común (Vulpes vulpes) aparece en el Pleistoceno Medio (hace en torno a 500.000 años), reemplazando probablemente a Vulpes praeglacialis. Es frecuente en la mayoría de yacimientos prehistóricos, extendiéndose durante la última glaciación a todos los yacimientos de la Península Ibérica (Castaños, 1990). Raro en Zafarraya, en la estratigrafía solo hay cinco restos de zorro correspondientes a tres individuos. Con una talla algo inferior a la de la mayoría de los robustos ejemplares del Würm III hallados en el País Vasco, la escasa muestra de Zafarraya no permite una interpretación cronológica basándose en el gradiente norte-sur de la disminución de talla, observado en Europa. El oso pardo (Ursus arctos) (Lám. 1) es conocido en Europa occidental desde el Pleistoceno Medio (Caune de l’Arago, Vergranne), probablemente derivado de Ursus etruscus asiático (Torres, 1984). Durante el Würm el oso pardo aparece en unos cuarenta yacimientos de los Pirineos, coexistiendo en el Pleistoceno Superior con el oso de las cavernas (Ursus spelaeus). Las dos especies presentan una talla importante y coinciden espacio-temporalmente en el Pleistoceno Superior de la Península Ibérica, pero aunque aparecen en número similar de sitios, el registro de oso de las cavernas predomina, no aumentando el del oso pardo hasta después de desaparecer el primero (Villaluenga, 2009). Por otra parte, los análisis isotópicos de huesos de las dos especies de osos del Pleistoceno Superior centroeuropeo, apuntan a que no existen diferencias en sus áreas de alimentación, pero si en sus preferencias dietéticas (Bocherens et al., 2011), un dato que complica aún más la interpretación de una posible competencia entre ambas especies. En Zafarraya el material de oso pardo no es muy abundante (12 restos de 5 individuos), no apareciendo el oso de las cavernas. Las dimensiones dentales están en los límites de variación de las formas arcaicas del taxón, y los huesos largos muestran claramente caracteres de la subespecie arctoides. En conjunto se trataría de animales robustos, comparables a otros descritos en los yacimientos musterienses mediterráneos y pirenaicos (Villaluenga, 2009). Aunque en uno de los niveles aparecen dos mandíbulas de oseznos, son animales de 6 meses muertos en verano, por lo que no parece que la cueva sirviese de espacio de hibernación.

La hiena (Crocuta crocuta) (Lám. 2) es conocida en Europa occidental a partir de Holsteinien (Orgnac 3, Lunel-Viel, Argant, 2000), estando muy presentes hacia la primera mitad de la última glaciación y particularmente al fin del Würm II, periodo en el que son muy frecuentes en las cuevas de los Pirineos y norte de la Península Ibérica (Altuna, 1972; Castaños, 1990; Clot et al., 1990). Constituyen los principales acumuladores de restos óseos en las cuevas, y su presencia se desciende progresivamente desde el Würm III al Würm IV, momento este último en que apenas se citan en cuevas pirenaicas. La hiena está representada en Zafarraya por 11 restos de 7 individuos. Las morfologías dentales y los otros restos hallados entran todos en los límites de variación de Crocuta de la Península Ibérica (Werdelin y Solounias, 1991; Turner et al., 2008). El gato montés (Felis silvestris), desde su aparición a inicios del Pleistoceno Medio ha mostrado unas características morfológicas semejantes a los actuales, aunque con un tamaño ligeramente mayor (Kurten, 1965). Este taxón está presente en numerosos yacimientos de toda Europa (incluido el sur de Iberia). En Zafarraya hay 34 restos de 7 individuos que, aunque algo escasos (1% de macromamíferos), parecen señalar una relativa abundancia en la región. Los caracteres morfológicos dentales de los ejemplares de gato montés de Zafarraya son muy similares a los actuales, correspondiendo su talla a la de los del Pleistoceno Superior del Mediterráneo, los Pirineos y el sur de la Península Ibérica, aunque menor que la de los del norte (Clot, 1988; Castaños, 1987). El grado de soldadura de muchos huesos largos indica su pertenencia a individuos jóvenes, a la vez que la robustez de los mismos y los dientes, les asemeja a los de la subespecie Felis silvestris tartessia, propia del sur de Iberia (Castaños, 1987). El lince rojo (Lynx pardina) aparece en Europa desde inicios del Pleistoceno Medio, como descendiente probable del Lynx issiodorensis típico del Villafranquiense (Werdelin, 1981), conociéndose una robusta forma intermedia L.p. spelaea, existente durante la última glaciación (Kurten y Granqvist, 1987). Descrito en los Pirineos y en la región cantábrica (Altuna, 1980, 1981; Clot, 1987), el taxón aun está presente en el sur de Iberia (Ficcarelli y Torre, 1977; Rodríguez et al., 2011).

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Los 37 restos de lince rojo (10 individuos) hallados en Zafarraya, permiten la comparación con las formas actuales y con la intermedia. Las dimensiones de los dientes corresponden a las observadas en los del Pleistoceno Superior mediterráneo, y las características de los huesos largos indican la gracilidad y robustez del actual lince ibérico, aunque sus dimensiones correspondan a las observadas en L.p. spelaea del Mediterráneo. La talla de estos animales se acerca a la del actual lince nórdico, con un esqueleto robusto y un cráneo más grácil que los Lynx spelaea, correspondiendo por tanto a los linces rojos descendientes directos del robusto lince de las cavernas (Castaños, 1990; Clot y Duranthon, 1990). El leopardo (Phantera pardus) (Láms. 3 y 4) tiene un origen todavía no bien definido en el Pleistoceno europeo, considerándose como un emigrante llegado de Asia durante el transito Plio-Pleistoceno (Bonifay, 1969). Los hallazgos de leopardo en la Península Ibérica se han producido mayormente en niveles musterienses y auriñacienses del norte y de Cataluña (Altuna,

1974; Castaños, 1987; Sánchez, 1989), extendiéndose además por niveles musterienses del resto de Iberia (Gabasa I, cueva Juan Berchmans, cueva de La Ermita, cueva de Los Casares, Cova Negra, cueva de La Carigüela, Gorham’s Cave, Devil’s Tower y en Portugal). El leopardo desaparece de Europa coincidiendo con el Auriñaciense, aunque en el norte de Iberia (Bolinkoba) perdura hasta el Magdaleniense antiguo (Altuna, 1974; Castaños, 1987; Pérez Ripoll, 1977). En Zafarraya aparecen 241 restos de leopardo pertenecientes a 18 individuos (7,2% de los grandes mamíferos), una abundancia que permite comparar a estos animales con otros del Paleolítico y con los actuales. Las características de los restos dentales y mandibulares de Zafarraya corresponden con una morfología próxima a la de los leopardos modernos, aunque al comparar los dientes con los de animales actuales, estos presentan un tamaño ligeramente superior, característico de los leopardos fósiles del sudeste de Francia (Boule, 1906). Los huesos largos enteros son raros, correspondiendo en su mayoría a individuos jóvenes y variando sus medidas en función del dimorfismo. Las dimensiones del resto de ele-


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mentos esqueléticos son generalmente comparables a los hallados en Hortus, Cova Negra, Bolinkoba y Lezetziki (Pillard, 1972). Aunque los leopardos suelen ser raros en los yacimientos cuaternarios, la abundancia en Zafarraya de las falanges anteriores y posteriores, indicaría que la cueva estuvo regularmente ocupada por estos animales.

Los restos de ciervo están presentes en todos los niveles de Zafarraya, siendo la segunda especie de herbívoros por su número, con al menos 10 individuos adultos y 8 cervatillos. Los huesos de adultos están fracturados a menudo intencionalmente y los de los jóvenes están mal conservados, apareciendo un gran número de dientes de leche.

Los mustélidos están representados en Zafarraya por dos especies, la comadreja (Mustela nivalis) y el armiño (Mustela erminea). Las comadrejas son conocidas desde el Pleistoceno Medio, con una talla generalmente inferior a la de los ejemplares actuales (Mustela minuta en el Pleistoceno Superior, Delpech, 1983). En Zafarraya aparecen 28 restos óseos de 6 individuos de comadreja, principalmente en la parte más antigua de la estratigrafía. Las numerosas mandíbulas permiten comparar sus dimensiones con las de los ejemplares del Pleistoceno Superior del Cantábrico o Francia La Colombiére o La Fage (Hugueney, 1975), situándose en los valores medios de las especies actuales, hacia el gradiente de mayor talla.

Durante el Pleistoceno, se documentan importantes variaciones de talla del ciervo (Mariezkurena y Altuna, 1983; Steele, 2002), existiendo diferencia entre la de los ciervos de los dos primeros estadios Würmienses del sur de Francia. Así, C. elaphus simplicidens de Combe Grenal presenta dientes más simples y pequeños que los de los ciervos de niveles más recientes, igualmente en el área mediterránea, los ciervos de Calmette (Würm I) son más gráciles que los del Würm II, siendo más robustos los ciervos de finales del Würm IV, mientras que en los postwürmienses disminuye sensiblemente la talla (Prat y Suire, 1971).

El armiño (Mustela erminea) es relativamente raro en los sitios del Paleolítico. El taxón Mustela palaerminea, de menor talla que los armiños actuales, aparece en Europa central a inicios del Pleistoceno Medio y está bien caracterizado en los yacimientos del Pleistoceno Superior de Francia (La Fage y La Colombière). En los niveles musterienses del inicio de la estratigrafía de Zafarraya, solo se ha determinado una mandíbula de armiño. Sus medidas se sitúan en el límite inferior del rango de variación propio de los ejemplares del centro de Francia (Hugueney, 1975), y su gracilidad, bastante mayor que sus homólogos fósiles, podría atribuirse al sexo o a la continentalidad del clima ligado a la altitud. El armiño actual tiene predilección por los medios cubiertos y frescos, siendo raro en los dominios mediterráneos. La concentración de los restos óseos de estos mustélidos puede ser atribuida a rapaces.

$57,2' &7,/26 El ciervo (Cervus elaphus) esta presente en todos los yacimientos del Pleistoceno desde hace 800.000 años, representando la segunda especie en número observado, en los yacimientos prehistóricos españoles (Altuna, 1977).

La talla general de los dientes definitivos de ciervo hallados en Zafarraya, se corresponde con los valores medidos en sitios contemporáneos del País Vasco y el área mediterránea, siendo los animales más robustos que los actuales. Las medidas de otros huesos también están dentro del intervalo de variación de los ciervos ibéricos de sitios musterienses y del Paleolítico Superior, pero ligeramente por debajo de los procedentes de sitios musterienses franceses (Altuna, 1983; Gerber, 1972; Brugal, 1994). En general, el ciervo de Zafarraya presenta una talla comparable a la de los registrados en otros sitios contemporáneos del Mediterráneo. La cabra montés (Capra pyrenaica) es un bóvido caprino que actualmente aún ocupa la Península Ibérica. Más grácil que su congenérica especie Capra ibex, se le atribuye hasta cuatro subespecies:

C. p. pyrenaica, C. p. victoriae, C. p. hispanica y C. p. lusitanica. Los datos fósiles sugieren que el taxón Capra apareció en Asia Central, produciéndose una radiación específica muy rápida durante el tránsito Plio-Pleistoceno (Hartl et al., 1990; Manceau et al., 1999), y los estudios genéticos confirman que el género se extendió hacia el occidente europeo a lo largo de todo el Pleistoceno, hasta alcanzar la Península Ibérica (Pidancier et al., 2006).

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La clasificación taxonómica de las varias especies del género Capra, se basa principalmente en la morfología del cuerno de los machos adultos (Veinberg, 1993). La cabra montés ibérica (C. pyrenaica) con cuernos curvados en forma de lira y sección transversal triangular se cita por vez primera en Europa occidental hace unos 150.000 años, en la cueva de Lazaret (Niza) y en el abrigo de CombeGrenal (Dordoña) (Bonifay, 1969; Serre, 1993). Posteriormente se expandió rápidamente por toda Europa, ocupando particularmente las regiones escarpadas del sudoeste de Francia y todo el perímetro del Mediterráneo. Durante el Würm I los restos fósiles de cabra son relativamente abundantes y, posteriormente, el clima más riguroso del Würm II favorecería aún más la difusión de la especie, la cual se hizo muy abundante durante el Würm III y IV, para reducir poco a poco su presencia a partir del Neolítico. La variedad fósil más antigua de la especie C. ibex está presente en el sur de Francia hasta el Holoceno. La especie C. pyrenaica pudo derivar de la Capra caucasica praepyrenaica de la cueva de Portel (Gardeisen, 1994; Crégut-Bonnnoure, 2005), y descrita desde el Musteriense (Altuna, 1972) en la región cantábrica y desde el Magdaleniense en los Pirineos (Delpech, 1983). O bien, ambas especies, C. ibex y C. pirenaica, pudieron tener un antepasado común llegado a Europa occidental (García González, 2011). La especie de cabra presente en la cueva de Zafarraya se ha determinado comparando las características de sus restos dentales, con los de las ejemplares procedentes de los sitios franceses de Lazaret, Pie Lombard, Hortus, Salpêtre de Pompignan y La Crouzade, así como con los de los de cabras actuales procedentes de yacimientos vascos, cantábricos y alpinos, teniendo además en cuenta las respectivas posiciones cronológicas de cada uno de los sitios. En Zafarraya se han obtenido 2.660 restos óseos y dentales pertenecientes a 140 individuos de Capra (78,5% del conjunto). Existe un gran número de dientes deciduales, indicativos de una elevada presencia de población juvenil, junto a numerosos maxilares de todos los estadios de crecimiento infantiles y juveniles. En Zafarraya, el único maxilar de individuo adulto de cabra es más grácil que los de las C. ibex y C. pyrenaica procedentes de las cuevas francesas, asemejándose por el contrario a los exca-

90

vados en Cova Negra y a los de las cabras actualmente existentes en la Península Ibérica. La importante colección de dientes de Capra obtenida en Zafarraya (839 aislados y 112 sobre los maxilares y mandíbulas), permite la detallada comparación de sus características biométricas con las de los obtenidos en otros yacimientos, determinando su clara pertenencia a la especie C. pyrenaica, mucho menos robustas que las de diversos sitios del sur de Francia, en los cuales aún existirían dudas sobre si los cápridos pertenecen a dicha especie. Las dimensiones de la población de machos y hembras adultos de Zafarraya, se encuentra en los límites de variación de las hembras cantábricas, siendo en general más gráciles que el conjunto de las cabras fósiles conocidas. Las medidas del húmero y el radio-ulma de machos y hembras adultos, muestran importantes diferencias atribuibles al sexo o la edad, presentando la misma gracilidad, aunque con valores inferiores a la media de las poblaciones fósiles del Pleistoceno Superior. Igualmente, en el caso de la medida de las tibias también se detecta dimorfismo sexual, aunque en los individuos más robustos los límites de dicha variación disminuyen con respecto a las hembras procedentes de los sitios del Paleolítico Superior del norte de Iberia. Por el contrario, la dimensión de las tibias de las cabras del sitio levantino de Cova Negra son más semejantes a las de Zafarraya, que a las de las cabras actuales. Las gráficas de la figura 4 muestran la comparación entre las medidas de los radios y tibias de cabras procedentes de diversos sitios arqueológicos del Pleistoceno Superior. Para concluir, todas las medidas obtenidas y posteriores comparaciones realizadas en los restos óseos la cabra de Zafarraya, parecen indicar que estas son claramente más gráciles que las otras cabras fósiles conocidas en Europa occidental. El rebeco de los Pirineos o sarrio (Rupicapra pyrenaica) es otro bóvido caprino aún presente actualmente en los Pirineos y la cornisa Cantábrica. La otra especie congenérica, Rupicapra rupicapra, se extiende por las demás cadenas montañosas de Europa, especialmente los Alpes. El rebeco del Pleistoceno Superior era más robusto que sus congéneres más arcaicos y que los actuales.

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Fig. 4. Valoración de la gracilidad de los huesos largos de Capra pyrenaica descrita en de la cueva del Boquete de Zafarraya, en comparación con los restos procedentes de otros sitios de Europa. El diagrama compara la anchura de la extremidad proximal del radio y la extremidad distal de las tibias (Modificado a partir de Barroso Ruiz y Lumley, 2006).

Podríamos considerar a R. pyrenaica como especie troncal que se mantuvo aislada geográficamente en la Península Ibérica a finales del Pleistoceno, mientras que R. rupicapra, mucho más robusta y mejor adaptada al frío, habría sido capaz de colonizar toda la región alpina europea durante la última glaciación (Clot et al., 1990). El análisis genético de las actuales poblaciones de Rupicapra, indica que las dos especies reconocidas se habrían separado en el interglaciar Riss-Würm, lo cual es compatible con los datos arqueológicos. La barrera alpina y las alternancias climáticas del Pleistoceno, impulsaron las sucesivas expansiones y contracciones poblacionales del género, limitándolo a ciertas regiones geográficas, aislando alternativamente a poblaciones contiguas y desencadenando una fuerte diferenciación Oeste-Este (Pérez et al., 2002). Los restos de Rupicapra son bastante frecuentes en los sitios arqueológicos franceses desde el Pleistoceno Medio, como Caune de l’Arago (Crégut, 1979), generalizándose su presencia durante los periodos más fríos del Pleistoceno Superior. Su capacidad para ocupar en los inviernos aquellas áreas boscosas de menor altura en las que no habita la cabra, da al sarrio un mayor rango de distribución. Su presencia está descrita en la mayoría de los sitios arqueológicos cantábricos y determinada en los niveles magdalenienses de la cueva de La Vache en Ariege (Pailhague, 1995). Los restos óseos de rebeco representan en Zafarraya a la tercera especie de herbívoro en orden a su abundancia (el 3% del total), con 16 individuos. Presentes en todos los niveles estratigráficos, salvo

en los más superficiales, sus dimensiones están próximas a las de los ejemplares actuales, y la morfometría indica una clara pertenencia a la especie R. pyrenaica. A pesar de que el rebeco de Zafarraya sea un poco más grácil que los individuos observados en otros sitios pirenaicos y cantábricos del Pleistoceno, sus dimensiones son comparables a las de los descritos en el sitio francés de La Vache. El uro (Bos primigenius) es un bóvido de gran talla frecuentemente citado en los yacimientos del Pleistoceno Superior. El origen de los uros estuvo probablemente en la región de la India hace entre 1,5 y 2 millones de años (Thenius, 1980). Durante el Pleistoceno se extendieron a otras partes de Asia, al norte de África y a Europa, citándose sus primeros restos en Alemania, hace unos 275.000 años. Durante los cambios climáticos acontecidos en el Pleistoceno europeo, el rango de distribución de los uros sufrió importantes variaciones, retirándose sus poblaciones al área del Mediterráneo durante los períodos de frío, para luego expandirse hacia el norte en los períodos más cálidos (Von Koenigswald, 1999; Van Vuure, 2002). En Zafarraya estos grandes animales son muy raros y sus restos están muy dispersos en la estratigrafía, correspondiendo a seis individuos diferentes, tanto jóvenes como adultos. A pesar de su gran tamaño, se aprecia un elevado grado de alteración en los huesos largos de las extremidades de uro halladas en Zafarraya, lo cual, junto a la escasez de los mismos a lo largo de la estratigrafía, permite concluir que pudieron haber sido introducidos en la cueva como parte de carcasas.

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El jabalí (Sus scrofa) es citado de modo regular en los yacimientos del Pleistoceno, aunque el número de sus restos suela ser notoriamente escaso. El jabalí actual desciende del Sus strozzi de inicios del Pleistoceno Medio, siguiendo la línea sucesoria mosbachensis, priscus y scrofa, este último desde la última glaciación. Los jabalíes del Emienses como los de Taubach (Kalhke, 1972) son los más robustos y los del Holoceno los más gráciles. En Zafarraya se han hallado siete restos de jabalí (5 en el mismo nivel arqueológico), correspondientes a dos individuos, uno de menos de 6 meses y otro un macho adulto.

3(5,62' &7,/26 El caballo (Equus caballus) aparece en Europa occidental hace unos 800.000 años, y evoluciona en tres fases principales: mosbachensis, germanicus y gallicus. Durante las mismas, el esqueleto se va volviendo más grácil y los dientes cada vez más hipsodontos, en una progresiva adaptación al medio ambiente abierto y a una alimentación basada en los pastos. Durante la primera mitad de la glaciación Würm las poblaciones de caballos son de constitución robusta, pero durante los estadios isotópicos 3 y 2 son reemplazadas por otras poblaciones más gráciles. En Zafarraya, el caballo está representado por varias piezas dentales, la extremidad distal de un metápodo y una falange, caracterizándose esta última por presentar un aspecto más grácil que el de Equus germanicus de La Crouzade (Gerber, 1972). Por otro lado, la subespecie E. c. casarensis, descrita en el yacimiento de Los Casares (Riba de Saelices, Guadalajara) (Altuna, 1973), es más pequeña y con caracteres dentales más arcaicos que los del caballo de Zafarraya. Aunque las dimensiones del caballo de Zafarraya son más reducidas en relación a los germanicus comparados, todos los restos descritos en el Boquete vuelven a entrar en los límites de variación de los caballos “germanicus” contemporáneos de los yacimientos musterienses, siendo un caballo robusto cuya dispersión en España se generaliza durante este periodo.

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El asno salvaje (Equus hydruntinus) es un équido pleistoceno de menor talla procedente del Pleistoceno Medio del entorno Mediterráneo, relativamente abundante a partir del Eemiense y durante todo el Würm. Aunque en general los restos óseos de asno salvaje son frecuentes en los yacimientos musterienses, en Zafarraya está representado por un escaso número de restos. Entre éstos restos está un diente poseedor de características arcaicas propias de Equus stenonis, aunque los fragmentos de huesos largos hallados no demuestren claramente la característica gracilidad manifestada por dicha especie. Los asnos salvajes se asocian frecuentemente a las faunas templadas, aunque, como suele ocurrir con los équidos en general, no constituyen un certero indicador climático. En Zafarraya se han obtenido media docena de restos del asno salvaje. La mayoría de los restos postcefálicos de équido hallados en Zafarraya muestran trazas dejadas por la acción de los carnívoros. El aspecto de los huesos permite igualmente pensar que son restos de carcasas de individuos jóvenes que han sido transportados a la cueva.

&5212/2* $ Como ya hemos expresado, de acuerdo a los cálculos realizados por diversos métodos, la cronología de los niveles arqueológicos de la cueva de Zafarraya, está en un periodo temporal comprendido entre hace aproximadamente 42.000 y 34.000 años BP, e incluso probablemente algunos milenios más. Estas fechas se sitúan dentro del estadio isotópico MIS 3, típicamente asociado a las industrias musterienses y en cierta coincidencia con las fechas más antiguas obtenidas en las primeras dataciones no calibradas de C14 que se realizaron (Michel et al., 2011). La datación relativa deducida de la presencia faunística de los grandes mamíferos, no difiere fundamentalmente de las dataciones absolutas anteriormente referidas. Los taxones de carnívoros presentes en Zafarraya, están ampliamente citados en los numerosos yacimientos del mismo contexto cronológico del

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Pleistoceno. Así, el cuón, aunque raro en los yacimientos pleistocenos, su importante presencia en Zafarraya puede relacionarse con la ya constatada en yacimientos musterienses cantábricos, pirenaicos y de otros lugares de Europa, siendo relativamente abundante hacia el periodo Würm III-II (Ripoll et al., 2010), aunque posteriormente no aparezca más que ocasionalmente en sitios como la cueva de La Vache, en el Magdaleniense. Por otro lado, el leopardo o pantera está presente en Iberia desde el Pleistoceno Medio hasta finales de la última glaciación. La hiena Crocuta solo desaparece de Europa hacia el final del último periodo glaciar, perdurando probablemente en el sur de Iberia hasta hace tan solo unos 12.000 años BP (Carrión et al., 2001). Como se esperaría en un sitio del Pleistoceno superior, la presencia del oso pardo en Zafarraya no está asociada a la del oso de las cavernas, pero aunque el primero aparece en los yacimientos europeos desde el Pleistoceno Medio y perdura en el sur de Iberia hasta inicios del siglo XX, no es conocido en la región antes de la última glaciación (Loreille et al., 2001; Sommer y Benecke, 2005). El zorro, el gato salvaje y el lince también son conocidos desde inicios del Pleistoceno Medio hasta la actualidad (Rodríguez et al., 2011). Con excepción de la abundante presencia de las cabras en la cueva de Zafarraya, el resto de los herbívoros muestran una presencia muy inferior y poco diversificada. La cabra pertenece a las poblaciones más antiguas y mejor documentadas de C. pyrenaica, cuyos hallazgos se remontan a los sitios achelenses. El ciervo y el jabalí está continuamente representado en el sur de Iberia, y el uro persiste en la región hasta épocas históricas, coincidentes con el dominio romano. El rebeco esta presente en la región desde el Achelense, en momentos de clima más riguroso que el actual, no encontrándose actualmente en las áreas montañosas del sur de Iberia. Las importantes poblaciones de caballo del Cuaternario constituyen unos excelentes marcadores bioestratigráficos, de forma que la morfometría de los dientes de caballo hallados en Zafarraya están próximas a las de E. c. germanicus, presente en el mismo contexto que el resto de los taxones descritos en el yacimiento. En cuanto al asno salvaje, los datos referentes a su presencia en la región son insuficientes para establecer su biocronología, aunque es innegable su presencia en numerosos yacimientos musterienses del Pleistoceno Superior.

',675,%8&, 1 (675$7,*5 ),&$ '( /$ $62&,$&, 1 )$81 67,&$ La característica más destacable de la representación de los restos de macromamíferos a lo largo de la serie estratigráfica excavada en la cueva de Zafarraya, es la de una elevada presencia de los restos de cabra, muy superior a la de los de los otros herbívoros. Las variaciones de la proporción de dichos restos muestran una distribución que está directamente correlacionada con la de la presencia de los restos de carnívoros en determinados niveles. Los niveles ricos en restos de cabras están a menudo asociados con una mayor presencia de industria lítica y una menor proporción de los restos de carnívoros (Figs. 5 y 6). En el conjunto inferior de la serie estratigráfica, la cabra aparece asociada a herbívoros como el rebeco y el ciervo, aunque en dichos niveles los restos del primero de ellos abundan, los del ciervo solo aumentan en los niveles superiores. La frecuencia de los carnívoros es variable a lo largo de los diferentes niveles del relleno de la cueva. El lince es más frecuente en las unidades arqueoestratigráficas UG-46 a UG-40 (hacia la base del relleno), las hienas y osos muy jóvenes aparecen en las unidades UG-45 y UG-41, el leopardo está particularmente presente en la unidad UG-39 y los cuones, no muy abundantes, aparecen en uno de cada dos niveles. Es significativo que en la unidad UF, la cabra sea relativamente menos abundante que los carnívoros, estando asociada con el rebeco, el ciervo y el uro. Los carnívoros son numerosos y diversificados, abundando los leopardos y estando presentes el gato salvaje y la comadreja. La unidad UE está caracterizada por la gran variedad de herbívoros propios de medios abiertos que se reúnen en sus niveles. La presencia de uro, caballo y asno, resulta indicativa de las grandes carcasas llevadas por los homínidos a la cueva, procedentes del entorno de la misma. Estas aportaciones debieron realizarse de acuerdo con estrategias de aprovisionamiento llevadas a cabo en función de la diversidad de las presas, la estación y duración de la ocupación o la importancia del grupo de homínidos implicados. Igualmente, los carnívoros presentes en

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la unidad UE están diversificados, destacando la presencia del leopardo, seguida por la del cuón, junto a la meramente anecdótica del resto, con la ausencia de hienas y armiños.

distribución del porcentaje de restos por edades de Capra pyrenaica, por unidades arqueoestratigráficas de la cueva de Zafarraya.

El cuón es más abundante en las unidades UE 30, UE 28 y UE 24, unos niveles pobres en piedras, relativamente ricos en industria lítica y con una escasa presencia de las cabras. Por otro lado, los restos de leopardo son numerosos en la unidad UE 30 y aún más abundantes en las UE 32 y UE 25, en las cuales los restos de cabras abundan, mientras que piedras e industria lítica escasean. La proporción de cabras en relación a los restos determinados depende de la abundancia de los carnívoros citados anteriormente: 88% en los niveles arqueológicos, 76% en los niveles de carnívoros. La pequeña unidad UD, pobre en piedras y bastante rica en industria lítica, contiene un alto porcentaje de carnívoros, sobresaliendo la presencia del leopardo y la ausencia de zorro y de los mustélidos, además aparecen numerosas trazas de digestión y numerosos coprolitos, indicadores de la actuación de las hienas. En este nivel los herbívoros están representados por el ciervo, el rebeco y la cabra, representando esta última a más del 80% de los restos.

Fig. 5. Distribución por edades de los restos de macromamíferos excavados en la cueva de Zafarraya.

La unidad UC contiene una menor representación de los grandes herbívoros y desaparece el asno salvaje, aunque la cabra supera el 80%, aumenta la presencia del ciervo y desde las unidades UC18 a la UC21 aparece el jabalí. El número de restos de leopardo disminuye significativamente y los de cuón abundan en las unidades UC8, UC10, UC11, UC14 y UC15, niveles relativamente pobres en piedras e industria lítica. En la unidad UA casi desaparecen los grandes herbívoros, excepto por el alto porcentaje de cérvidos, bien por tratarse de una fase climática relativamente templada o bien por el acarreo a la cueva de carcasas por parte de los relativamente abundantes cuones y leopardos. En estos niveles también aparecen el gato montes y el zorro. En la figura 5 se muestra la distribución por edades de los restos de macromamíferos excavados en la cueva de Zafarraya. En la figura 6 se muestra la

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Fig. 6. Distribución del porcentaje de restos por edades de Capra pyrenaica, por unidades arqueoestratigráficas de la cueva de Zafarraya (Modificado a partir de Barroso y Lumley, 2006).

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$63(&726 (&2/ *,&26 '( /$ $62&,$ &, 1 )$81 67,&$ 3$/(2(&2/2* $ < %,2*(2*5$) $ La cueva de Zafarraya se sitúa a 1.022 msnm, en la vertiente meridional de un área montañosa que constituye una vía de paso natural entre la costa mediterránea y el interior de la sierra de Alhama. Gozando de un clima mediterráneo húmedo y a un kilómetro del poljé del mismo nombre, el entorno de la cueva de Zafarraya albergaba una rica fauna de mamíferos de talla media a pequeña durante el Pleistoceno. En la actualidad, el área posee un clima típicamente mediterráneo, con una relativa humedad e importantes cambios térmicos debidos a la altitud. En general, los dominios de la cueva de Zafarraya estuvieron habitados por especies rupícolas de grandes mamíferos directamente relacionadas con la morfología del paisaje, así como por otras propias de terrenos forestales o con abundante presencia de agua, habitantes del poljé y de las zonas abrigadas y cubiertas de vegetación frondosa existentes en la sierra, todo ello propiciado por índices de humedad más elevados que los que actualmente existen en la región (Tab. 2). De los nueve taxones de carnívoros descritos a lo largo de la estratigrafía de Zafarraya, el oso pardo, el gato montés y el lince pueden considerarse característicos de los entornos boscosos, mientras que el resto podrían considerarse más o menos ubiquistas en lo referente a la ocupación de sus hábitats. Los cuones del Pleistoceno Superior aparecen con más frecuencia en los momentos más calidos del Eemiense o del interestadial Würm II-III, estando más próximos a la forma robusta del cuón actual, el cual ocupa entornos tan diversos como los paisajes semidesérticos y montañosos de Mongolia y norte del Himalaya o los medios forestales desde el sur de Asia hasta las islas de Sonda, aunque su practica de caza en grupo sea más eficaz en los medios más abiertos.

región bajo la fuerte presión antrópica, quedando relegado a algunos refugios del norte de la Península (Saarma et al., 2007). A lo largo del Würm, el oso de las cavernas ocupaba casi toda Europa, no apareciendo ni en Zafarraya ni en otros yacimientos del sur de Iberia (Cova Negra, La Carigüela, Gibraltar) (Zeuner y Sutcliffe, 1964; Bouchud, 1969; Pérez Ripoll, 1977) El actual oso pardo es casi exclusivamente forestal y caza en pequeños grupos familiares, de forma que su presencia en el sur de la Península Ibérica indicaría que la región estuvo cubierta de bosques.

Medio ambiente Bosque

Taxón

Cervus elaphus Ursus arctos Lynx pardina Felis silvestris

Bosque y pantano

Cervus elaphus Ursus arctos Lynx pardina Felis silvestris Bos primigenius Sus scrofa

Rupícola con afinidad forestal

Rupicapra pyrenaica

Rupícola

Capra pyrenaica

Pradera

Equus caballus Equus hydruntinus

Ubiquistas

Cuon alpinus Vulpes vulpes Crocuta crocuta Panthera pardus Mustela erminea Mustela nivalis

Tab. 2. Lista de los taxones de macromamíferos presentes en la cueva del Boquete de Zafarraya, distribuidos en función de sus hábitats preferentes (a partir de Barroso y Lumley, 2006).

El zorro presente en Zafarraya es una forma más robusta que la del zorro mediterráneo y más grande que los del norte de Europa, lugares en los que actualmente también ocupa medios muy diversos.

La hiena de Zafarraya ha sido hallada tanto en sitios montañosos como en llanuras de Europa en diferentes momentos climáticos, desde hace 350.000 años, abundando especialmente en la primera mitad del último periodo glaciar y más raramente hacia los 30.000 años BP.

El oso pardo, presente en el sur de Iberia durante todo el Pleistoceno Superior, desaparece de la

El lince y el gato montés han estado siempre presentes en las áreas forestales del sur de Iberia y

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sus equivalentes fósiles no se diferencian de los actuales, salvo por la disminución de su talla. El leopardo ocupa medios forestales de zonas escarpadas, espacios semi abiertos, abiertos o áridos, estando actualmente presente en toda Africa y Eurasia hasta el paralelo 50, cazando al acecho herbívoros de talla media a pequeña, según el entorno. Su abundancia en Zafarraya está justificada por las características del entorno. Teniendo en cuenta que la talla de los mustélidos europeos parece variar según un gradiente oceánico continental (Meiri et al., 2009), los hallados en Zafarraya muestran una talla bastante robusta, próxima a la de los que habitan regiones oceánicas o a los de niveles contemporáneos de climas templados húmedos. El leopardo y el cuón son los carnívoros más abundantes toda la secuencia de la cueva de Zafarraya. El que carnívoros estén entre los más raros de muchos sitios pleistocenos, hace que tal abundancia pueda indicar la existencia de condiciones paleoambientales muy particulares en la región. La posterior instalación de unas condiciones más templadas, probablemente favoreció la incursión de dichas especies hacia el resto de la Península Ibérica, apareciendo asociadas a industrias líticas auriñacienses y posteriormente a otras más tardías del norte peninsular. La presencia del ciervo a lo largo de toda la estratigrafía de Zafarraya, indica que sus predadores actuaron durante los periodos estivales en el entorno forestal del poljé próximo a la cueva. Este medio era especialmente favorable a la presencia de los ciervos, hecho corroborado por la numerosa presencia de restos de cervatillos jóvenes, indicativo de la existencia de manadas (Jarnemo, 2011). La cabra montés actual está constantemente presente en la sierra de Alhama. Su abundancia a lo largo de toda la estratigrafía de la cueva de Zafarraya – incluida la de individuos jóvenes – convierte a este animal en el más característico de la región para la época y probablemente lo hizo objeto preferente de la caza por parte de los homínidos y la depredación por los cuones y leopardos. Los rebecos actuales se refugian en invierno en los bosques de umbría cuando las cumbres y sus pastos están nevados (Häsler, 2001). Sin embargo, es sor-

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prendente hallarlos en la cueva en periodos en que presumiblemente fueron más benignos, a menos que un clima especialmente más húmedo que el actual, no hubiese favorecido espesas coberturas de nieve en las áreas más altas. El uro es un gran bóvido relativamente frecuente en los yacimientos europeos durante los periodos templados del Cuaternario, donde reemplaza al bisonte (van Vuure, 2002; Edwards et al., 2007). Desapareció del sur de Iberia después de la ocupación romana y hace pocos siglos lo hizo del resto de Europa. Durante el periodo contemporáneo al depósito de Zafarraya, el uro aparece con más frecuencia en el resto de la Península Ibérica y su presencia en la cueva podría estar asociada a la existencia de áreas encharcadas en el poljé cercano a la cueva. El jabalí expande su rango en el entorno mediterráneo, desde el final del Pleistoceno. Actualmente es bastante frecuente en toda Europa, con un gradiente norte-sur de descenso de robustez (Albarella et al., 2009). El jabalí muestra preferencia por áreas forestales y especialmente húmedas. Aunque es un animal bastante raro durante el Pleistoceno, siempre presente en la región. Los pocos restos de caballos hallados en la cueva de Zafarraya, indican su escasa presencia en el entorno o que fueron poco cazados. Dado que estos animales suelen ser frecuentes en la mayoría de yacimientos de Iberia, siendo en general animales apreciados en los sitios prehistóricos, su relativa ausencia podría estar relacionada con la elevada ubicación del yacimiento (en los yacimientos más elevados de la región cantábrica o cuando las zonas de prados no son suficientes, los caballos son muy raros (Bignon et al., 2005; Bignon y Eisenmann, 2006; Sommer et al., 2011). En cuanto al asno salvaje, se trata de un animal corredor muy extendido alrededor de la cuenca mediterránea, su capacidad para vivir en áreas escarpadas facultaría su presencia en el entorno de Zafarraya. &$7(*25 $6 &/,0 7,&2 (&2/ *,&$6 La sinecología permite deducir los paleoambientes, razonado sobre los principales parámetros que definen las especies animales integrantes de una comunidad faunística. Para ello puede partirse de varios métodos, entre los que destacaremos aquí los

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cenogramas, los histogramas ecológicos y los climatogramas. Estas representaciones están realizadas sobre la base de la posición sistemática, el régimen alimentario, la adaptación locomotriz y la masa para cada una de las especies representadas (Kurten, 1968; Flemming, 1973, Andrew et al., 1979 y Guerin et al., 1996). Cenogramas. El método de los cenogramas fue desarrollado por J. Valverde (Valverde, 1964), para su aplicación en comunidades animales actuales, y posteriormente modificado por S. Legendre en 1988, para así permitir su aplicación a las faunas fósiles. Es una metodología de inferencia paleoecológica basada en el establecimiento de una distribución ponderada de las especies que forman una comunidad faunística concreta. Se basa en la estimación de un peso para cada especie, mediante la aplicación de una relación alométrica entre los pesos de los diferentes taxones y la superficie del molar inferior M1 de cada uno de ellos. Posteriormente, las especies son trasladadas al eje de abscisa por orden decreciente de su talla, y los valores del logaritmo del peso estimado al de ordenadas.

Aunque desgraciadamente, en Zafarraya no tenemos suficientes taxones para proponer cenogramas completamente representativos, en la figura 7 mostramos las gráficas resultantes para dos de las unidades arqueo-estratigráficas, en las cuales para una mejor interpretación se han realizado dos tipos de cenogramas, uno en el que se representa la totalidad de las especies de mamíferos, y otro en el que excluye a los carnívoros, considerados por algunos autores demasiado ubicuos para ser tenidos en cuenta (Montuire, 1994; Rodríguez et al., 1996). El análisis de la pendiente de las curvas representadas en los cenogramas, permite comprender la evolución medioambiental y climática, valiéndonos para ello de las apetencias que los diferentes taxones muestran por los medios abiertos o cerrados y húmedos o secos. Así, si una pendiente es suave indicará un ambiente húmedo y si una pendiente es más pronunciada indicará una cierta aridez. Los cenogramas realizados para Zafarraya, permiten señalar que el clima fue húmedo a todo lo largo de la estratigrafía.

Fig. 7. Parejas de cenogramas realizados para las unidades arqueo-estratigráficas UB y UC. Las flechas rojas indican las "divisorias" características de las curvas realizadas sin los carnívoros. Todos los valores de relación alométrica obtenidos para cada uno de los taxones de mamíferos analizados de la cueva de Zafarraya, pueden verse en Barroso, 2003, p. 323, Tabla 2.

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Si en una curva de los cenogramas apreciamos una divisoria entre los datos referentes a los pesos de las masas grandes y de las masas pequeñas, nos indicaría que el medio fue abierto, mientras que si no existe tal divisoria, nos indicaría lo contrario. Los cenogramas establecidos para el conjunto total de mamíferos de Zafarraya, muestran que el paisaje era cerrado y con humedad constante, y que no experimentó grandes trastornos, aunque si pequeñas variaciones. Por contra, si excluimos del análisis a los carnívoros, la ausencia relativa de especies de talla media, provoca una divisoria entre la pendiente de los macromamíferos y la de los micromamíferos, lo cual indicaría la presencia de espacios abiertos en la linde de grandes complejos forestales, bajo un clima templado y siempre húmedo. Aunque la autoecología de los diferentes taxones de macromamíferos permite evidenciar el grado de apertura de un paisaje, en los cenogramas esta evidencia se ve amortiguada por la presencia de un gran número de taxones de micromamíferos frente a la singular ausencia de los de macromamíferos. En el caso de Zafarraya, el análisis realizado mediante cenogramas posee unos límites que no nos permiten evidenciar todos los biotopos representados en el entorno de la cueva, mostrando solo la existencia de un medio cerrado, no muy alejado de un paisaje rocoso, que evoluciona bajo un clima de tendencia húmeda. Esta descripción paisajística podríamos relacionarla con el poljé actualmente visible al norte de la cueva. La topografía montañosa de la sierra de Alhama junto a su cercanía a la costa del Mediterráneo, originaron los microclimas que facilitaron los diferentes biotopos que caracterizaron el paisaje tipo mosaico, del entorno de Zafarraya. Los diferentes taxones faunísticos, afines a las condiciones del medio forestal, aparecen junto a otros que nos indican que los bosques estaban entrecortados por zonas claras, e incluso más húmedas, tales como cursos de agua o zonas pantanosas. Durante las fases más secas la extensión de los humedales debió limitarse a la superficie del poljé, mientras que durante las fases más húmedas debió cubrir una gran parte de las colinas del entorno del poljé, rodeando más o menos los espacios rupícolas de altitud.

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Histogramas ecológicos. La abundancia de animales de talla media y pequeña puede mostrarse partiendo de sus masas corporales, confirmando en general el carácter de un determinado entorno ambiental. Los carnívoros son frecuentes en todas las grandes unidades, pero en el caso de las unidades UB, UF y UD de Zafarraya, aumenta el número de las especies de talla pequeña. Además, los animales hipsodontos consumidores de gramíneas son abundantes (son los bóvidos rupicolas), de forma que los histogramas indican un ambiente de montaña. En la unidad UE aumentan las especies hipsodontas en relación con la unidad UC, más rica en elementos forestales braquidontos u omnívoros y, en general, de menor talla. Así, los histogramas de la unidad UE indican un medio ambiente más abierto y seco, en el cual los homínidos pudieron practicar mejor la caza. Climatogramas. En estas representaciones no se tiene en cuenta la importancia relativa de cada especie en el yacimiento. Para comparar las grandes unidades arqueoestratigráficas de Zafarraya se ha construido un climatograma mediante la agrupación de las especies por sus afinidades ecológicas, privilegiando el gradiente de humedad. Las diferentes categorías paleoecológicas establecidas permiten comparar la evolución de las condiciones medioambientales con respecto a las otras categorías de animales (roedores, reptiles, aves, etc.). Así, en el climatograma construido según el número de restos, destaca la importancia de las cabras y permite reconocer las tendencias observadas en los roedores. En la figura 8 representamos un climatograma basado en el número mínimo de individuos, lo cual minimiza un poco las especies sobre-representadas, situación típica de los yacimientos alterados por los hombres y los carnívoros, como es el caso de Zafarraya. La evolución del clima durante el periodo de tiempo en que aconteció el relleno sedimentario de la cueva de Zafarraya, queda reflejado en los cambios que se van produciendo en la composición del registro faunístico a lo largo de la secuencia estratigráfica.

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fríos o secos. Aunque el caballo sea raro en general y algunos de sus restos se concentren en la unidad UC, la mayor parte de ellos están en la unidad UE, a la que los estudios antracológicos y herpetológicos consideran un nivel más seco y fresco. Otros restos de caballo aparecen en la unidad UF, en la que se concentra una parte los restos de asno salvaje, que también aparecen en la base de la unidad UE, en unos niveles ricos en ciervo y rebecos, considerado como una unidad más húmeda que los niveles suprayacentes. Los cérvidos aparecen desde la mitad de la unidad UG hasta la primera mitad de la unidad UE, para reaparecer en la unidad UD y no abandonar la secuencia hasta el final. Ni los restos de rebeco ni los de los uros, muestran variaciones ligadas a la frecuencia de la presencia de los ciervos, siendo los uros más frecuentes al inicio del relleno, particularmente en la unidad UC. Fig. 8. Evolución del clima en función de los grandes mamíferos de la cueva del Boquete de Zafarraya (Modificado a partir de Barroso y Lumley, 2006).

Los ungulados son los macromamíferos más abundantes en el yacimiento, y su sensibilidad a las variaciones medioambientales es notoria. Así, en los niveles del Paleolítico superior del norte peninsular, el aumento de la relación cabra/ciervo constata a la perfección las variaciones en la intensidad del frío, en otro buen número de yacimientos musterienses dicha variación está ilustrada por la relación bisonte/ciervo, mientras que en sitios prehistóricos como la cueva francesa de Hortus (Pillard, 1972), durante las fases climáticas más frías se produce un aumento significativo del porcentaje de las cabras. En la cueva de Zafarraya, un yacimiento ubicado a una cierta altura, no tendría por que cumplirse los presupuestos anteriores, por lo que la presencia continuada de las cabras no tiene por que indicar variaciones en la intensidad del frío. Puede decirse que, en general, las mínimas variaciones entre niveles estratigráficos se muestran por la presencia de la cabra, representando meras oscilaciones ligadas a la concurrencia o ausencia de otras especies y, por tanto, no muestran tendencias claras. Por otro lado, la pauta mostrada por la presencia de caballos en la estratigrafía de la cueva de Zafarraya, podría indicar la instalación alternada de climas más

La presencia de los jabalíes suele asociarse a un aumento del grado de humedad, por lo que su mayor frecuencia en la unidad UD y en la base de la unidad UC, se relaciona con el aumento del porcentaje del ciervo, el rebeco y los pequeños felinos, todos de un periodo más húmedo. La presencia de restos de oso pardo es más importante al inicio de la unidad UC y en la UG (la más húmeda), los de hiena en los niveles superiores, los de gato montés en los niveles superiores y en la unidad UC, los de comadreja en las unidades inferiores (UE, UF y UG), los de cuón en las tres unidades superiores (UC, UB y UA) y, finalmente, los de leopardo en las unidades mayores (UF, UA y UB). Curiosamente, la presencia del leopardo está relacionada con la variación en el número de ungulados, mientras que la presencia del gato y la comadreja son mutuamente excluyentes, salvo en la unidad UF. Por último habría que señalar que las variaciones en las proporciones de los macromamíferos a lo largo de la secuencia estratigráfica de la cueva de Zafarraya (Fig. 9), parecen confirmar que durante el depósito existió un clima templado y húmedo, más fresco que el actual, con una fase inicial de clima más húmedo y aumento de las áreas forestal, y con las fases caracterizada por condiciones climáticas mediterráneas.

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Fig. 9. Relación entre la repartición de los grandes mamíferos de la cueva del Boquete de Zafarraya, en función de la evolución del clima. Agrupados por afinidades climáticas y contados en número mínimo de individuos (NMI) (Modificado a partir de Barroso y Lumley, 2006).

&21&/86,21(6 El presente análisis se ha llevado partiendo del estudio de la determinación específica de casi 3.500 restos de macromamíferos, procedentes de la excavación de casi un metro cincuenta de potencia estratigráfica en la cueva de Zafarraya. Todos los carnívoros representados en la cueva de Zafarraya son especies características del Pleistoceno. Las mejor representadas son el cuón y el leopardo, animales que por otra parte suelen ser bastante raros en los yacimientos europeos de dicha época y menos en cuevas de esta altitud, lo que sitúa a dicha abundancia como indicativa de unas condiciones medioambientales especialmente favorables para ellos. Destacando además, que la apetencia del leopardo por los mamíferos de mediano porte, podría relacionarse con la amplia representación de cabras en el yacimiento, En referencia al cuón cabe destacar su mayor presencia en los niveles estratigráficos superiores, donde aparecen intercalados con los niveles antrópicos.

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Los zorros están muy poco representados en el yacimiento y su reducida talla podría estar asociada a un gradiente latitudinal norte-sur. Los restos de oso se corresponden a individuos robustos. Las poco numerosas hienas son Crocuta crocuta, la cual aparece en Europa occidental hacia el estadio isotópico 9 y abunda en la primera mitad de la última glaciación. El gato montés es un de un tipo muy robusto del Pleistoceno, apareciendo regularmente durante toda la serie estratigráfica. Los restos de lince son un poco más numerosos y más dispersos en la cueva, tratándose exclusivamente de adultos de la especie L. pardina. Las comadrejas son bastante robustas, indicando que fueron animales adaptados a un clima templado. Todos los herbívoros presentes en la cueva de Zafarraya son muy comunes en los yacimientos prehistóricos, destacando solamente el predominio de la cabra en relación a las otras especies. El ciervo y el rebeco están menos representados, mientras que el uro y los équidos son muy raros.

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Los ciervos son ejemplares relativamente robustos y la mitad de ellos son individuos muy jóvenes muertos en verano. La cabra ha sido descrita a partir de 140 individuos relativamente gráciles, claramente diferentes de la gran C. ibex anterior al Würm (Lazaret o la cueva del Prince) o las cabras mediterráneas asociadas a los yacimientos musterienses (Hortus, la Crouzade, Dordoña, los Pirineos o el País Vasco). Los restos de rebeco observados en la cueva de Zafarraya, parecen confirmar su presencia en periodos anteriores a los ya conocidos en el Pleistoceno de la Península Ibérica. El uro presente en la cueva, es una especie conocida en Europa occidental desde el inicio del Pleistoceno Medio. El jabalí es una de las especies de herbívoros menos representadas en la cueva, al igual que en la mayoría de los yacimientos paleolíticos. Los équidos están representados por dos especies: el caballo, de gran talla, bastante robusto y con características dentarias próximas a las del E. c. germanicus, taxón bien conocido en Europa occidental durante la primera mitad de la última glaciación; y el asno salvaje, una especie mediterránea conocida desde el inicio del Pleistoceno Medio, y más frecuentemente desde el último interglaciar. En los niveles antrópicos aparecen numerosos restos óseos de cabras, además de los de otros herbívoros, particularmente ciervos. Los huesos y a veces los dientes aparecen fracturados de una forma sistemática, con claros bordes de fractura contemporánea a la muerte de los animales, así como con estrías de descarnización y señales de desarticulación en muchos de los casos. Además, muchos de los restos óseos están calcinados o parcialmente quemados. Los homínidos consumieron cabras durante cada una de las ocupaciones de la cueva, muchas de las cuales eran individuos jóvenes de apenas tres meses de edad y hembras adultas, señal inequívoca de una practica de la caza en época estival. Llevada a cabo seguramente en el entorno inmediato de la cueva, los cazadores se habrían desplazado regularmente en pequeños grupos de individuos o en unidades familiares, cubriendo solo el consumo del día durante esa época del año, capturando ejemplares dispersos en los acantilados o en los prados, entre los que se encontraban hembras recién paridas, los cabritos

y los jóvenes del año anterior, que formaban rebaños separados de los machos de tres años. Aunque las marcas de acción antrópica sobre los restos de cabra son relativamente raras, aparecen estrías de desarticulación, así como estrías de descarnación en costillas y vértebras, estando los huesos largos frecuentemente fracturados por pisoteos. El extremo desgaste de los huesos de cabritos se debe a la acción de los carnívoros. Las esquirlas también presentan estrías antrópicas y quemaduras parciales, casi un tercio de los huesos hallados en el hogar están quemados, estando calcinados ciertos elementos de las extremidades, señales ambas de que las canales fueron cocinadas. En general, las diferentes ocupaciones humanas se sucedieron durante los periodos más o menos frescos y más o menos templados, siempre al inicio del verano o durante dicha estación y de forma contemporáneas a la llegada de leopardos y cuones.

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Vista de la entrada de la cueva del Higueral-Guardia. Foto: Equipo Kuretes.


DOSSIER

TITANES EN EL COMPLEJO MOTILLAS. LA SECUENCIA DEL PLEISTOCENO SUPERIOR DE LA CUEVA DEL HIGUERAL-GUARDIA EN LA CORDILLERA BÉTICA OCCIDENTAL (PROYECTO KURETES)

7,7$1(6 (1 (/ &203/(-2 027,//$6 /$ 6(&8(1&,$ '(/ 3/(,672&(12 683(5,25 '( /$ &8(9$ '(/ +,*8(5$/ *8$5',$ (1 /$ %e7,&$ 2&&,'(17$/ 352<(&72 .85(7(6

Javier Baena Preysler1, Antonio Morgado Rodríguez2, José Antonio Lozano Rodríguez3, Concepción Torres Navas1, Antonio Alcalá Ortiz4, Rafael Bermúdez Cano4, Francisco Bermúdez Jiménez4 y Francisco Ruiz-Ruano Cobo4

5HVXPHQ El “Proyecto KURETES. Primeras ocupaciones humanas, evolución paleoecológica y climática del Cuaternario de la Cordillera Bética occidental”, aprobado por la Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía busca analizar las primeras ocupaciones humanas en el contexto de la evolución paleoecológica y los cambios climáticos del Cuaternario de la cordillera Bética occidental, a partir de diferentes actuaciones de prospección y excavación arqueológica en los sistemas kársticos de la serranía de Ronda. La primera actuación arqueológica realizada dentro de este proyecto consistió en la apertura de tres sondeos arqueológicos en la cueva del Higueral-Guardia (Málaga-Cádiz) en agosto de 2011 (Baena Preysler et al., e.p). Los primeros resultados indican que contamos con una secuencia, muy afectada por la acción de clandestinos, en la que se documentan distintas ocupaciones a lo largo del tramo final del Pleistoceno Superior.

3DODEUDV FODYH Paleolítico, Musteriense, Solutrense, Complejo Motillas, karst, secuencia arqueológica.

7,7$16 ,1 7+( 027,//$6 &203/(; 7+( 833(5 3/(,672&(1( 6(48(1&( $7 &$9( 2) (/ +,*8(5$/ *8$5',$ ,1 7+( :(67(51 %(7,& $EVWUDFW The Project “KURETES: earliest human occupation, and climatic evolution of the Quaternary paleoecology of the western Betic mountain range”, suported by the General Direction of Cultural Heritage of the Ministry of Culture of the Andalusian Government seeks to analyze the earliest human occupation in the context of the paleoecological changes climate during the Quaternary at the Western Betics Mountains, from different activities of surveying and excavation in the karst of the Serranía de Ronda. The first archaeological work conducted within this project was the opening of three sondages at HigueralGuardia Cave (Málaga-Cádiz) in August 2011 (Baena Preysler et al., ep). Preliminary results indicate that we have a complete sequence, very affected by looting, in the recent occupations (Solutrean), that are documented along the final stretch of the Upper Pleistocene.

.H\ZRUGV Paleolithic, Mousterian, Solutrean, Motillas Complex, Karst, Archaeological Sequence

1

Dpto. de Prehistoria y Arqueología. Universidad Autónoma de Madrid. [javier.baena@uam.es], [concepcion.torres@estudiante.uam.es] Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada. [morgado@ugr.es] Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra [Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Universidad de Granada]. [jalozano@ugr.es] 4 Grupo espeleológico G40 – http://www.g40espeleo.es/web/ [efebejota@yahoo.es], [a.alcala@telefonica.net], [rbermudez_cano@yahoo.es], [efe2erresce@yahoo.es] 2 3

Recibido: 18/09/2012; Aceptado: 15/10/2012

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En los bosques de los tartessios, en los que se dice que los titanes hicieron la guerra a los dioses, habitaron los Kuretes…

sistemas tanto exokárstico como endokarstico. Siendo este el contexto en el que se enclava la primera actuación arqueológica que presentamos.

Justino: Epitoma historiarum Plilippicarum Pompei Trogi: 44, 4

$&78$&,21(6 35(9,$6 &217(;72 *(2*5 ),&2 < *(2/ *,&2 La cueva del Higueral-Guardia de Las Motillas se encuentra localizada entre los límites administrativos de las provincias andaluzas de Málaga y Cádiz en el denominado cerro de Las Motillas de la Serranía de Ronda, a más de 400 msnm. La cavidad se sitúa en el Parque Natural de Los Alcornocales, entre los términos municipales de Cortes de la Frontera (Málaga) y Jerez de la Frontera (Cádiz) (Fig. 1). Se trata de un complejo kárstico con diferentes cavidades y abrigos rocosos, algunas de ellas permanecen inéditas. Ciertas intervenciones puntuales relacionadas con las agresiones que los rellenos sedimentarios de estas cuevas han sufrido, indican una frecuentación desde, al menos el Pleistoceno Superior. Su investigación está relacionada con el aprovechamiento de los ecosistemas de baja-media montaña en una zona de transición entre los ecosistemas del Campo de Gibraltar y la alta montaña de la Serranía de Ronda.

La cueva Higueral-Guardia se localiza en las partes más altas del complejo Las Motillas (Lám. 1 y Fig. 2). Sus dos bocas de entrada no son visibles por el lugar en el que se encuentran, sobreelevadas respecto al pasillo kárstico principal del complejo Las Motillas. La cueva presenta un desarrollo de un centenar de metros. Su génesis es debida a un proceso hídrico desarrollado muy probablemente en los inicios del ciclo de karstificación de este cerro.

La gran cadena montañosa caliza que se extiende desde la sierra de Grazalema, en el norte de la provincia de Cádiz, hasta sierra Gorda, ya en el sector central de la cordillera Bética en la provincia de Granada, con una directriz bética ENE-OSO integra un conjunto de sierras, todas ellas pertenecientes geológicamente al Subbético Interno (incluyendo el Penibético), que acogen numerosos paisajes kársticos de la región andaluza. En este gran eje destacan, de oeste a este, macizos kársticos tan emblemáticos como los de las sierras de Grazalema, Ubrique, Endrinal, Líbar, Blanquilla, Torcal de Antequera y sierra Gorda. Las sierras del eje kárstico señalado están mayoritariamente constituidas por grandes afloramientos de rocas jurásicas y cretácicas de naturaleza carbonatada. Estas rocas fueron plegadas, fracturadas y desplazadas formando los grandes relieves que hoy representan las Zonas Externas de la cordillera Bética, durante la orogenia Alpina. Desde ese momento, los relieves sometidos a la acción del agua, el hielo y el viento, han dado lugar al desarrollo de

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Lám. 1. Toma de datos topográficos. Foto: Grupo espeleológico G40.

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Fig. 1. Localización de la cueva del Higueral–Guardia.

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 107-117. ISSN 2172-6175 Fig. 2. Planta y alzado de la cueva del Higueral-Guardia. Grupo espeleológico G40.

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El contenido patrimonial y arqueológico de la cueva fue dado a conocer a partir de la donación de ciertos conjuntos líticos a los museos de la provincia de Cádiz, aunque la cavidad se encuentra en la provincia de Málaga. Por otro lado, en las paredes se ha referenciado la presencia de signos grabados compuestos por trazos simples y finos, aunque no adscrito a cronología concreta (Giles Pacheco et al., 1998). En cuanto a los materiales arqueológicos, a partir de los saqueos y remociones citados, algunos investigadores realizaron durante los años ochenta una “limpieza arqueológica”. Curiosamente, mediante la limpieza y la reactivación de las catas clandestinas, se pudo evidenciar la siguiente secuencia (Giles Pacheco et al., 1997: 1998, 2003, 2007): D

Nivel superficial con contenido de la Prehistoria reciente y periodo histórico (nivel 1 Neolítico).

D

Estrato compuesto por fragmentos de rocas calizas procedentes de paredes y techos (nivel 2).

D

Nivel de arenas ocres de matriz arcillosas (nivel 3).

D

Estrato arcilloso de color negro por acumulación de restos orgánicos y estructuras de combustión, con abundantes materiales arqueológicos. Este nivel reflejó una intensa ocupación humana (nivel 4 Solutrense).

Por último debemos señalar que sobre los restos óseos recuperados de este último nivel arqueológico

se ha realizado alguna aportación puntual para el reconocimiento faunístico y su estudio tafonómico (Cáceres Sánchez y Anconetani, 1997). Entre las especies estudiadas en el nivel solutrense se citan:

Cervus elaphus, Dama dama, Capra ibex, Capreolus capreolus, Bos primigenius, Oryctolagus cuniculus; y en menor frecuencia Sus scrofa, Canis lupus, Alectoris rufa. El estudio preliminar sugiere el carácter de hábitat de cazadores especializados en la caza de herbívoros en su mayor parte Cervus y Capra (Cáceres Sáchez y Anconetani, 1997: 50-51).

$&78$&, 1 $548(2/ *,&$ Dada la problemática accesibilidad de la cueva del Higueral-Guardia y el alto nivel de protección ambiental de la cueva, se llevaron a cabo una serie de intervenciones que sirvieron de base para los trabajos arqueológicos realizados en dicha cavidad. Los trabajos fueron ejecutados por un colectivo de espeleólogos pertenecientes al Grupo Espeleológico G40. Entre sus trabajos cabe destacar la realización de topografía detallada de la cavidad y la adecuación e instalación de montajes espeleológicos necesarios para acceder sin riesgos a la cavidad (Lám. 2). Las jornadas de trabajo incluían expresamente las horas de entrada y salida de los murciélagos de la cueva. Adicionalmente, para evitar la entrada de ruidos a la cavidad, se instaló una pantalla insonorizante móvil de poliéster, la cual tapaba parcialmente la entrada de la cueva durante las horas de trabajo y se retiraba diariamente al finalizar los trabajos de excavación.

Lám. 2. Trabajos de adecuación de acceso a la cavidad. Foto: Grupo espeleológico G40.

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Lám. 3. Trabajos de excavación en el sondeo 1. Toma de muestras.

Seguidamente se comenzaron dos sondeos (1 y 2), sin embargo, la fuerte afección de actividades clandestinas en el sondeo 2 obligó a la apertura de un tercer sondeo para detectar niveles intactos. Los sondeos se abrieron por medios manuales y fueron excavados con metodología arqueológica con el

objetivo de localizar niveles de depósito o vestigios de actividad antrópica. Se documentó la industria lítica y cerámica así como los restos óseos superiores a 2 cm, mediante las tres coordenadas espaciales (x, y, z). La información quedó procesada en fichas de campo que, además de dichas coordenadas (tomadas mediante estación total), se incluyeron datos sobre la pendiente, la orientación (en materiales orientables), así como una breve descripción. Se recogieron muestras significativas de sedimento por niveles geológicos, así como por niveles arqueológicos. Asimismo, con el fin de determinar el marco cronológico se tomaron diferentes muestras con contenido en materia orgánica para su datación mediante C-14 (AMS).

Fig. 3. Distribución de sondeos arqueológicos sobre planta. Grupo espeleológico G40.

La distribución de los sondeos no fue azarosa sino el resultado de un trabajo de prospección intensiva en la Serranía de Ronda (Málaga-Cádiz) donde se ubica la cueva del Higueral-Guardia. Localizada la cavidad, el estudio de sus características topográficas y geológicas así como los registros arqueológicos hallados en superficie determinaron los lugares de apertura de los sondeos (Fig. 3):

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Sondeo 1: abierto en el interior de la cavidad junto a la fachada norte de la misma (Lám. 3). Sondeo 2: abierto en el interior de la cavidad junto a la fachada norte de la misma. Parte del sondeo se localizaba bajo costra de espeleotema. Sondeo 3: abierto en el interior de la cavidad junto a la fachada norte de la misma. Es el sondeo más cercano a la boca este de la cueva. '(6&5,3&, 1 ,1',9,'8$/,=$'$ '( /26 621'(26 < 5(68/7$'26 $548(2/ *,&26 Sondeo 1: 1 La limpieza superficial permitió comprobar que existían restos de un posible expolio sobre niveles neolíticos (Tab. 1). La secuencia parecía incompleta y el sedimento se encontraba removido mostrando una clara ruptura (Lám. 4). Los trabajos continuaron hasta detectar sedimentos consolidados con una estratigrafía que resumimos en la Tabla 1. La detección de una concentración de piedras al norte del sondeo obligó a iniciar la ampliación de la excavación del mismo, sin resultados por el momento. Por debajo del nivel 5, aparecen arcillas muy compactadas sin restos arqueológicos.

COTAS MEDIAS INICIALES DE NIVELES (M)

DESCRIPCIÓN DE NIVELES

Nivel superficial (1)

0,155

Superficial con oxigenación.

Nivel 2

-0,002

Arcilla marrón-rojiza muy oxigenada.

Nivel 3

-0,204

Limos grises con abundante fauna de lagomorfos e industria lítica.

Nivel 4

-0,336

Limos grises menos compactados que los precedentes con abundante fauna y elementos tallados.

Nivel 5

-0, 374

Arcillas con presencia de macrofauna y escasos fragmentos tallados, entre ellos, un núcleo.

Lám. 4. Trabajos de excavación en el sondeo 1 de la cueva del Higueral-Guardia. Perfil oeste.

costra para delimitar uno de los laterales de la cuadrícula (perfil oeste). Durante la rotura de la costra aparecieron abundantes carbones, cerámica, restos de fauna e industria lítica, y justo debajo de la misma localizamos un elemento de adorno y un fragmento de hoja que parecía indicar la adscripción solutrense a la base de dicha costra (Lám. 5). Tras la limpieza de la superficie (nivel 1) se procedió a excavar un nivel 2 que contaba con abundante industria lítica y ósea. Se trataba de un nivel cuya textura suelta en el sedimento, además de la intrusión de elementos recientes como aluminio o plásti-

Tab. 1. Descripción de los niveles y cotas medias.

Sondeo 2 2: Comenzamos la excavación sobre un gran resto de costra donde se localizaron abundantes restos de fauna e industria en sílex. Mediante microdetonaciones ejecutadas por Rafael Bermúdez Cano (del grupo espeleológico G-40) se fracturó dicha

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Lám. 5. Trabajos de excavación en el sondeo 2 de la cueva del Higueral-Guardia.

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co, nos indicaba que estos primeros niveles solutrenses se encontraban removidos a causa de una previa y desconocida acción expoliadora. Dada la alteración de los sedimentos procedimos a realizar una recogida mediante criba de 0,5 mm de los restos conservados en los sedimentos revueltos. El siguiente nivel (3) presentaba una textura limoarcillosa de color negro con abundante materia orgánica, industria lítica y restos de fauna. Igualmente procedemos a la limpieza de todo el nivel (Láms. 6-10). El correlativo nivel 4 confirmó la existencia de una secuencia más dura y regular de relleno limo-arcilloso anaranjado en el que se insertaban pequeñas depresiones rellenas del nivel superior, que posiblemente correspondiesen a bioturbaciones, con algo de material arqueológico asociado. Posteriormente, se documentó un nivel de arcillas (nivel 5) que aunque en algunas zonas del sondeo presentaba coloraciones diferenciadas, en general, su textura y grado de compactación era similar en toda su extensión. Debido a esta circunstancia se optó por excavar en tallas artificiales, documentando escaso material arqueológico. Intercalado dentro de este paquete sedimentario, documentamos un nivel de brecha carbonatada en la esquina noreste y centro del sondeo. El relleno terrígeno que colmata la brecha carbonatada se marcó como nivel 6. Seguidamente diferenciamos un nivel 7 compuesto por una formación brechificada y dos sub-niveles de arcillas (nivel 7A y nivel 7B). El nivel 7A presentaba restos de la brecha carbonatada y muestra una tonalidad anaranjada; el nivel 7B es de textura menos compacta con gravas y coloración marrón. Restos carbonizados de este nivel han ofrecido una primera datación numérica de 37410±240 BP sin calibrar (Beta-318022), lo que confirma su adscripción musteriense. Los siguientes niveles (8 y 9) presentaban sedimento de limos y arcillas. En el último, la presencia de industria lítica era escasa pero presentaba abundantes restos faunísticos con clara acción antrópica en los mismos (Lám. 11 y 12). Sondeo 3 3: Comenzamos a eliminar la primera capa de tierra muy oxigenada, apareciendo un gran bloque que ocupa gran parte del sector este de la cuadrícula. Aparecieron además algunos fragmentos de huesos y una lasca de sílex entre el nivel del revuelto

superficial. A una cota de -0,255 m aparece el primer nivel rico en micro y macrofauna con fragmentos de lascas de sílex. Se nivela la cuadrícula en toda su extensión y aislamos dos grandes bloques de piedra, que impiden la continuación del sondeo.

&21&/86,21(6 En el mes de agosto de 2011 se ejecutó la fase del Proyecto KURETES correspondiente a las labores de excavación mediante sondeo dentro de la cueva del Higueral-Guardia. Con esta primera actuación del Proyecto KURETES se cumplieron los siguientes objetivos específicos: D

Establecimiento de una secuencia arqueológica completa, aunque alterada, sobre la transición Paleolítico Medio-Superior en la Cordillera Bética occidental.

D

Evaluación del potencial arqueológico de la cueva mediante sondeo arqueológico de control estratigráfico, con la obtención de un registro microespacial arqueológico y de una secuencia paleoecológica de una buena parte del Pleistoceno Superior.

D

Comprensión estructural de tipo particular de ocupación existente en cada momento cultural documentado para la región interior andaluza.

Los hallazgos documentados hasta el momento, confirman, además de la afección producida por los clandestinos, la existencia de una secuencia cultural que documenta la presencia de una ocupación, posiblemente de carácter funerario, de momentos neolíticos (sondeo 1), la existencia de importantes niveles solutrenses en el sondeo 2 (Solutrense evolucionado, con puntas de pedúnculo, Lám. 13) con posible existencia de interestratificación de un Solutrense Superior, así como niveles con ocupación Musterienses, dentro del OIS3 (datación de 37410±240 BP, ref. Beta-318022 para el nivel 7), con interestratificación interna que acredita la presencia de esquemas operativos levallois y quina (Lám. 14). Estos niveles de ocupación musteriense presentan una marcada escasez de restos de industria lítica por lo que resulta tentativa su adscripción a tecnocomplejos concretos ya que ha sido realizada en relación a escasos elementos diagnósticos de industria lítica.

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Lám. 7. Raspadores del Sondeo 2. Niveles 2/3.

Lám. 6. Productos laminares del Sondeo 2. Niveles 2/3.

Lám. 8. Puntas solutrenses de pedúnculo y aletas fragmentadas. Sondeo 2. Niveles 2/3.

Lám. 10. Elemento de adorno. Sondeo 2 nivel 3.

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Lám. 9. Productos foliáceos. Sondeo 2. Niveles 2/3.


Lám. 11. Resto óseo de fauna con huellas de corte. Sondeo 2. Nivel 9.

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Lám. 12. Resto óseo de fauna con huellas de uso. Sondeo 2. Nivel 9.

Lám. 13. Puntas solutrenses de pedúnculo y aletas. Sondeo 2. Niveles 2/3.

Lám. 14. Núcleo levallois musteriense. Sondeo 2. Nivel 7. MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 107-117. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

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JAVIER BAENA PREYSLER ET AL.

La secuencia del sondeo 2, indica que tras la ocupación musteriense y un hiato sedimentario estéril, el siguiente contexto cronocultural registrado estratigráficamente corresponde a momentos solutrenses, damente diferenciamos un nivel 7 compuesto por en una sucesión semejante a las documentadas en yacimientos próximos como la cueva del Higueral de la Valleja (Jennings et al., 2009). En este contexto meridional, el estudio de una secuencia como la registrada en la cueva del Higueral-Guardia, permitirá ampliar nuestro conocimiento sobre los modelos de ocupación-transición cultural existentes a lo largo del Pleistoceno Superior, que en la región andaluza, pasan por situaciones complejas (Cortés Sánchez et al., 1997; Cortés Sánchez y Simón Vallejo, 2007). En el caso del poblamiento solutrense, ejemplos como el presentado, confirman el carácter interior de estos tecnocomplejos con paralelos regionales en la cueva de Ardales y la cueva de La Pileta (Cantalejo Duarte et al., 2006; Cortés Sánchez y Simón Vallejo, 2007). Para momentos más antiguos, los modelos de transición entre el Musteriense y los primeros complejos del Paleolitico Superior, siguen dejando la puerta abierta a situaciones complejas en función de los contextos con situaciones de posible existencia de perduraciones de grupos musterienses (Finlayson et al., 2006; Jennings et al., 2009), como el posible poblamiento en fases del Paleolítico Superior inicial de las zonas costeras andaluzas (Cortés Sánchez y Simón Vallejo, 2007).

$*5$'(&,0,(1726 Este trabajo se integra dentro del proyecto de investigación “Proyecto KURETES. Primeras ocupaciones humanas, evolución paleoecológica y climática del Cuaternario de las Béticas occidentales”, aprobado por la Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Queremos agradecer la colaboración del equipo de excavación (Marta Bravo Martínez, David García González, Francisco Martínez Sevilla, Manuel Hódar, Gerardo Ruiz, Pablo Fernández Sánchez e Isabel Cánovas), Igualmente, queremos agradecer el apoyo desinteresado que a este proyecto han ofrecido la empresa Estudios Geológicos y Medioambientales S.L., el Ayuntamiento de Cortes de la Frontera (Málaga) y el grupo espeleológico G-40 de Priego de Córdoba.

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ESTUDIOS

Ajuares cerámicos procedentes de la necrópolis del cerro de San Cristóbal (Ogíjares, Granada). Foto: Miguel Ángel Blanco de la Rubia.


.

0(1*$

03 El tholos de La pastora y su entorno: el sector oriental del yacimiento de Valencina de la Concepción (Sevilla) a través de la geofísica Juan Manuel Vargas Jiménez, Cornelius Meyer y Mercedes Ortega Gordillo El yacimiento argárico del cerro de San Cristóbal (Ogíjares, Granada) Gonzalo Aranda Jiménez, Eva Alarcón García, Mercedes Murillo-Barroso, Ignacio Montero Ruiz, Sylvia Jiménez-Brobeil, Margarita Sánchez Romero y María Oliva Rodríguez-Ariza El cobre de Linares (Jaén) como elemento vinculado al comercio fenicio en El Calvari de El Molar (Tarragona) Ignacio Montero-Ruiz, Núria Rafel, M. Carme Rovira, Xosé-Lois Armada, Raimon Graells, Mark Hunt, Mercedes Murillo-Barroso, Martina Renzi y Marta Santos Muerte y transfiguración: cremaciones, hecatombes y sacrificios en el final de Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz) Javier Jiménez Ávila


Prospecciones geomagnéticas en el túmulo de La Pastora, al fondo la cornisa del Aljarafe que asoma al valle del Guadalquivir. Foto: Juan Manuel Vargas Jiménez.


ESTUDIOS

EL COBRE DE LINARES (JAÉN) COMO ELEMENTO VINCULADO AL COMERCIO FENICIO EN EL CALVARI DE EL MOLAR (TARRAGONA)

(/ 7+2/26 '( /$ 3$6725$ < 68 (172512 (/ 6(&725 25,(17$/ '(/ <$&,0,(172 '( 9$/(1&,1$ '( /$ &21&(3&,Ï1 6(9,//$ $ 75$9e6 '( /$ *(2)Ë6,&$ Juan Manuel Vargas Jiménez1, Cornelius Meyer2 y Mercedes Ortega Gordillo1

5HVXPHQ Las prospecciones geomagnéticas realizadas en 2009 en el sector oriental del yacimiento de Valencina han detectado un buen número de evidencias arqueológicas. El análisis de las mismas en su relación con datos obtenidos recientemente en las investigaciones de ese sector, así como la excavación de la parcela municipal situada en su entorno sustentan nuestra propuesta de interpretación. En el lado occidental de la zona prospectada las anomalías señalan un largo foso de más de 300 m con doble/triple trazado y una apertura en el extremo norte. En el cuadrante meridional destacan unas 20 estructuras circulares que pueden alcanzar hasta 60 m de diámetro en cuyo entorno se disponen multitud de otras más pequeñas de 1 y 2 m de media. Finalmente destacan los resultados obtenidos en el túmulo y entorno del propio tholos de La Pastora donde se constata la presencia de una estructura tumular articulada en base a anillos concéntricos y líneas radiales transversales dibujadas sobre una superficie de 85 m de diámetro correspondiente a la delimitación del perímetro exterior del monumento.

3DODEUDV FODYH Edad del Cobre, Valencina de la Concepción, Tholos de La Pastora, Geofísica, Magnetometría, fosos, estructuras negativas.

7+( 7+2/26 2) /$ 3$6725$ ,1 &217(;7 7+( *(23+<6,& 6859(< 2) 7+( ($67(51 $5($ 2) 7+( 9$/(1&,1$ '( /$ &21&(3&,Ï1 6,7( 6(9,//$

$EVWUDFW Geomagnetic surveys carried out in 2009 in the eastern sector of the Valencina have detected a large number of archaeological features. The analysis of these features together with the results obtained in the excavation undertaken in a nearby municipal plot supports our interpretation. On the western side of the surveyed area, the anomalies indicate a long ditch of over 300 m with double/triple layout and an opening at the north end. The southern quadrant includes 20 circular features that measure up to 60 m in diameter around which there are many smaller ones of 1 and 2 m average. Finally, the survey results of the La Pastora tholos confirm the presence of an articulated mound based on concentric circles and radial lines cross drawn on a surface of 85 m in diameter corresponding to the outer perimeter delimitation of the monument.

.H\ZRUGV Copper Age, Valencina de la Concepción, Tholos of La Pastora, Geophysics, Magnetometry, Ditches, Pits.

1 2

Museo de Valencina, Ayuntamiento de Valencina de la Concepción. [jmvargas66@gmail.com]; [mercheog@yahoo.es] Eastern Atlas GmnH & CO. [info@eastern–atlas.com]

Recibido: 09/04/2012; Aceptado: 30/08/2012

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,1752'8&&, 1 Durante la Prehistoria Reciente un importante núcleo poblacional se situó a orillas del gran estuario marino que por esas fechas se adentraba hasta la actual ciudad de Sevilla. Se trata del asentamiento de Valencina, localizado en las más altas cotas del Aljarafe, a unos 6 km de la capital andaluza, en un entorno que podemos considerar privilegiado: sobre un bosque mediterráneo, hoy desaparecido, con pastos y abundantes recursos cinegéticos; al norte de las fértiles tierras del campo de Gerena que más adelante propiciarían la eclosión de la cercana ciudad romana de Itálica. Las fuentes de suministro de mineral de cobre se sitúan a unos pocos kilómetros al noroeste, en Aznalcollar; y su estrecha relación con el mar favorecería su papel como agente principal en el intercambio de materias primas y productos (Nocete Calvo et al., 2008: 718; Schuhmacher, 2012: 57) (Fig. 1). El yacimiento se localiza bajo el actual casco urbano de Valencina de la Concepción (Sevilla), superándolo hasta alcanzar terrenos todavía rústicos, tanto hacia el norte como al oeste donde se adentra en el municipio vecino de Castilleja de Guzmán. La primitiva fisonomía de la zona, conservada en gran parte hasta el proceso de expansión urbanística acaecido a mediados del siglo XX, nos mostraba una meseta de forma tendente a cuadrangular rodeada de suaves laderas, ceñida entre las cotas 154 y 150 m. En torno

a ella se disponen una serie de pequeños cerros enmarcados por cañadas más acentuadas al norte y con menor desnivel en el extremo sur que daban lugar a espacios inundables y de escorrentía hoy totalmente desaparecidos (Vargas Jiménez, 2004b: 131). Las investigaciones arqueológicas han tenido un largo recorrido que arranca a finales del siglo XIX con el descubrimiento de La Pastora. A partir de esas tempranas fechas se han excavado distintos sectores del yacimiento, lo que ha permitido fijar su extensión en más de 400 has lo que, por sí sólo, ejemplifica su singularidad dentro del contexto de los asentamientos del III milenio a.C. (Vargas Jiménez, 2004a). En el marco de la colaboración entre el Ayuntamiento de Valencina de la Concepción y la Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura hemos desarrollado una actuación arqueológica centrada en la investigación de un sector con características morfológicas, ambientales y culturales homogéneas en el entorno del tholos de La Pastora. Investigación relacionada con la protección, conservación y puesta en valor, ya que se trata de uno de los ámbitos más sensibles del yacimiento donde se han proyectado edificaciones e infraestructuras de alto impacto, como el desdoble de la carretera A-8077 o las edificaciones alrededor de Montelirio. Visualizar un panorama arqueológico que se

Fig. 1. Delimitación del yacimiento prehistórico de Valencina con indicación del sector investigado en el marco territorial del área metropolitanade Sevilla.

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EL THOLOS DE LA PASTORA Y SU ENTORNO: EL SECTOR ORIENTAL DEL YACIMIENTO DE VALENCINA DE LA CONCEPCIÓN (SEVILLA) A TRAVÉS DE LA GEOFÍSICA

intuye altamente sobresaliente nos permitiría desactivar la presión existente sobre este importante espacio patrimonial. El proyecto de investigación se ha basado en tres líneas principales: a) Prospecciones geofísicas para determinar la naturaleza y morfología de los elementos soterrados, incluido el túmulo de La Pastora. b) Estudios geológicos de los materiales del megalito, reconstrucción ambiental del entorno y de la paleocosta cercana. c) Excavaciones arqueológicas extensivas en la parcela municipal localizada en la margen occidental del área de estudio, para la contrastación de las anomalías detectadas en la prospección geofísica y su evaluación cultural, así como también la valoración del registro conservado al objeto de analizar las posibilidades de su musealización in situ. En el presente trabajo se presentan y analizan los resultados de las prospecciones geofísicas, que muestran un abigarrado panorama de estructuras

arqueológicas de gran complejidad, lo cual supera las expectativas iniciales, abriendo nuevas incógnitas sobre su naturaleza y funcionalidad al tiempo que se obtienen nuevos datos para comprender el comportamiento espacial de este sector. El área investigada se sitúa en la vertiente oriental de la Zona Arqueológica de Valencina-Castilleja donde se conservan un conjunto de construcciones monumentales, como los tholoi de La Pastora, Matarrubilla o Montelirio, que señalan un ámbito vinculado fundamentalmente al uso funerario (Fig. 2). El tholos de La Pastora representa la principal construcción megalítica del sector por sus dimensiones, fábrica, orientación astronómica o el hallazgo de un extraordinario conjunto de jabalinas de bronce (García Sanjuán, 2010: 233). Recientes estudios caracterizan los tipos de roca empleados en su construcción y analizan interesantes rasgos de bioerosión de origen marino de los que se deducen la posible procedencia de esas rocas y la cronología de su extracción (Cáceres Puro et al., 2012). De Ontiveros se conoce parte del corredor y en el extremo oriental un semicírculo de lajas que se

Fig. 2. Delimitación del área de investigación (sombreada) y localizaciones arqueológicas del entorno: 1. Tholos de La Pastora; 2. Ontiveros; 3. Ntra. Sra. de los Reyes 3; 4. Mataherrera-La Curva; 5. Roquetito; 6. Ntra. Sra. de los Reyes 2; 7. Montelirio; 8. PP4-Montelirio; 9. El Cuervo; 10. PP Matarrubilla; 11. Excavaciones IES y 12. Prospecciones geofísicas 2004.

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interpretó como vestíbulo (Carriazo y Arroquia, 1962: 219) pero que bien pudieran pertenecer a los restos de la original cámara circular de una construcción de tipo tholos (Cruz-Auñón Briones et al., 2010: 53). Las estructuras de Mataherrera-La Curva se corresponden con cuatro localizaciones puntuales de lajas de pizarras, posiblemente resultantes del seccionamiento del corredor de una o varias construcciones.

han permitido reconocer en extensión una superficie de más de 18.000 m2. Se han excavado numerosas estructuras negativas, algunas de ellas con losas de piedra y restos humanos. Junto a los vestigios funerarios también aparecen otras estructuras y restos arqueológicos que cuestionan la consideración de toda esta zona como un área exclusiva de necrópolis (Mora Molina et al., 2012).

En la finca denominada Ntra. Sra. de los Reyes (Fig. 2 nº 3) se documentó un pequeño tramo de un corredor realizado con lajas de pizarra (Murillo Díaz, 1991: 562). La localización nº 6 de la figura 2 se refiere al anillo exterior de un túmulo y la sección de lo que pudo ser el corredor de la estructura (Murillo Díaz et al., 1990: 354). En la zona denominada El Roquetito durante la construcción de la actual A-8077 se descubrieron un buen número de estructuras funerarias entre las que se pudieron excavar cinco sepulcros, también de corredor y cámara circular (Murillo Díaz et al., 1990).

En el otro extremo de este sector oriental y junto al casco urbano de Valencina, las excavaciones del nuevo IES (Vargas Jiménez et al., 2010), de El Cuervo (Arteaga Matute y Cruz-Auñón Briones, 1999) y del PP Matarrubilla han sacado a la luz diferentes construcciones domésticas y también vinculadas a un ámbito de especialización productiva (Nocete Calvo et al., 2008).

Más reciente es la intervención en la estructura megalítica de Montelirio que muestra la novedad de presentar una cámara secundaria conectada con la principal de mayor tamaño. En este caso resalta especialmente el grado de conservación del registro tanto en lo referido a los restos humanos como a los ajuares que se les asocian (Fernández Flores y Aycar Luengo, 2012). Al norte de esta construcción se desarrollaron los trabajos del PP4-Montelirio que

En conjunto, hasta la fecha existían pocos detalles sobre la articulación interna del sector oriental de la Zona Arqueológica de Valencina-Castilleja, su organización espacial, la implantación de los propios monumentos megalíticos -más allá de su aspecto interior-, así como su inserción en el entramado general del asentamiento prehistórico. Los trabajos de prospección geofísica realizados en 2004 en la divisoria de los términos municipales de Valencina y Castilleja (Wheatley et al., 2012) han comenzado a despejar este panorama, al que ahora esperamos sumarnos con los resultados obtenidos para la zona de La Pastora y su entorno (Lám. 1), que a continuación se exponen.

Lám. 1. Panorámica del sector oriental del yacimiento de Valencina-Castilleja con los terrenos objeto de prospección geomagnética en primer término.

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EL THOLOS DE LA PASTORA Y SU ENTORNO: EL SECTOR ORIENTAL DEL YACIMIENTO DE VALENCINA DE LA CONCEPCIÓN (SEVILLA) A TRAVÉS DE LA GEOFÍSICA

/$6 35263(&&,21(6 *(2) 6,&$6 Para valorar una superficie amplia (comprendía 11,8 has) y teniendo como premisa que el objetivo primordial era obtener un primer acercamiento a la problemática arqueológica de la parcela, la utilización del método geomagnético pareció el más adecuado pues además había sido ensayado previamente con éxito (Meyer, 20091; Wheatley et al., 2012). Ello no descartaba entonces ni lo hace ahora, la utilización de otros métodos para un acercamiento más detallado, sobre todo en determinados sectores de relevancia en los que podríamos alcanzar un más alto grado de definición de las anomalías. En cualquier caso las evidencias que se han localizado son per se suficientemente significativas. El contraste de las características magnéticas del suelo es el causante de las anomalías que literalmente proyectan las estructuras arqueológicas haciéndolas perceptibles2. Para las mediciones se utilizó un equipo compuesto de cinco gradiómetros Foerster fluxgate 4.021 (FEREX CON400) con GPS (Novatel Smart V1G) y odómetro montado en dispositivo móvil. La antena de GPS fue utilizada en el modo individual sin estación de base. Aplicando las correcciones SBAS la precisión absoluta de las coordenadas resultó de 2 m. Para el cálculo de las posiciones definitivas de los datos magnéticos fueron utilizadas las distancias de los perfiles determinadas por el odómetro y las coordenadas de puntos definidos en el área investigada conforme a un levantamiento topográfico terrestre con precisión de 2 cm (Lám. 2). La distancia de perfiles fue de 0,5 m con una tasa de medida de 20 lecturas por metro. El procesamiento de los datos sólo abarcó la corrección de la deriva en los perfiles individuales. La resolución de las imágenes de 0,25 m x 0,25 m resultó de la recalculación de la cuadrícula utilizando el método de Kriging (interpolador óptimo). El terreno ligeramente ondulado presentaba durante las labores de campo matorral bajo y pastizal, salvo la zona más occidental ocupada por olivos (0,75 ha). El tiempo fue seco y soleado. Es necesario mencio-

Lám. 2. Equipo geomagnético compuesto de 5 gradiometros fluxgate Foerster FEREX 4.021, antena de GPS (novatel Smart V1G) y data logger LEA D2 montado en carro ligero con odómetro en la rueda central.

nar las dificultades resultantes de la presencia de una fuerte perturbación originada por la cercanía de varías antenas emisoras de onda corta situadas en los límites de nuestra zona de trabajo. Los campos electromagnéticos secundarios originados por las antenas provocaron perturbaciones fuertes en los datos geomagnéticos especialmente en la parte noroeste del área de la investigación. En mediciones anteriores en el entorno de Montelirio se comprobó que los datos medidos con los gradiómetros Foerster 4032 mostraban un nivel de perturbación mucho más alto que los datos registrados con los sensores del tipo Foerster 4021. Las razones de la distinta sensibilidad entre los tipos de sensores todavía no están claras aunque probablemente se deban a las diferencias en las tasas máximas de lectura de cada tipo. Es por ello que finalmente se optó por el gradiómetro Foerster 4021 que se reveló como el más indicado bajo esas condiciones poco favorables (Lam. 2).

En las imágenes obtenidas los mapas de anomalías magnéticas muestran el gradiente magnético vertical con dinámicas variadas (± nT). El blanco significa el mínimo negativo mientras que el negro representa el máximo positivo. En base a este método no es

1 MEYER, C. (2009): Informe sobre la Prospección Geofísica en el Dolmen de Montelirio (Castilleja de Guzmán, Sevilla, España), (inédito). 2 La amplitud de ese contraste magnético entre el suelo virgen y las capas influidas por la acción humana determinará el nivel de reconocimiento de los elementos soterrados. Los rellenos antrópicos se diferencian del suelo natural por una magnetización más alta originada por los óxidos de hierro biogénicos y por la magnetización de naturaleza térmica asociada a diversos objetos como, por ejemplo, los fragmentos cerámicos.

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A

B

Fig. 3, 4 y 5. Magnetogramas con dinámicas de: A: ±3 nT; B: ±6 nT, y C: ±12 nT

posible la determinación exacta de la profundidad de las estructuras localizadas, si bien con carácter general, esta componente Z del gradiente vertical refleja estructuras u objetos que se encuentran en profundidades de hasta unos 2 m aproximadamente.

Las anomalías que podemos relacionar con estructuras arqueológicas se muestran formando alineaciones, de tendencia más o menos curvadas y también rectilíneas, así como formas circulares con diámetros de entre 10 y 60 m aproximadamente.

Los datos obtenidos en las mediciones geomagnéticas del entorno de La Pastora se presentan en las figuras correspondientes, siendo apreciables diferentes tipos de anomalías. Con carácter general y a pesar de las mencionadas perturbaciones originadas por el campo electromagnético de las cercanas antenas, ha sido posible la localización de una multitud de elementos de naturaleza arqueológica (Fig. 3, 4 y 5).

En la banda occidental del área investigada se dispone un trazado que muestra dos alineaciones que corren paralelas. Muestra una planta tendente a “S” que arranca desde el vértice suroccidental dirigiéndose hacia el norte hasta la zona de cotas inferiores que dan paso a Las Cañadas (Fig. 6B). Se aprecia un recorrido que para la más oriental muestra bifurcaciones tanto en el extremo sur como en el norte, de modo que dan lugar a una planta de trazado triple. La longitud total documentada es de 364 m. La situada al oriente presenta anchuras que van de los 7 a los 2,60 m de anchura con dos interrupciones en la zona de la parcela municipal y otra coincidente con la apertura de la occidental. La alineación más al oeste muestra un trazado más homogéneo con una anchura de entorno a los 6-7 m de media y una única zona de corte, de unos 12 m de anchura, significada por la presencia de un elemento transversal que se abre en el lado sur. La planta de este elemento resulta de la conexión de tres segmentos de arco de unos tres metros de anchura que en su totalidad recorren una distancia de unos 37 metros, desde el punto de conexión con el foso, dos de estos arcos se abren hacia el noroeste y uno ligeramente más cerrado y también más marcado hacia el sureste (Fig. 6B).

La margen noroeste del área investigada ha sido la más afectada por las interferencias de las antenas lo que ha dificultado la interpretación de los datos geomagnéticos. Junto a dichas interferencias se han señalado también perturbaciones provenientes de elementos férreos como chatarra, anclajes de vallado, antiguos postes o trazados de infraestructuras ocultas. La cartografía dibuja una concentración que se alinea junto al trazado de la carretera A-8077 ocupando una franja de unos 15 m de anchura. En el centro las interferencias se extienden por el camino de acceso a La Pastora y su entorno lo que se relaciona con el trasiego derivado de las visitas y los residuos incontrolados de los visitantes. Al norte junto al camino, igualmente se muestran perturbaciones que se disponen en una banda meridional a este camino que hasta los años 90 del pasado siglo fue la vía utilizada para acceder al dolmen (Fig. 6A).

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En la diagonal noroeste-sureste de la finca tenemos una serie de lecturas que dibujan alineaciones con

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C


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esta orientación. La de mayor anchura (5-6 m) se bifurca en dos hacia la mitad meridional de su recorrido. Al norte, a partir de la zona de La Pastora, gira buscando la zona de Las Cañadas, en este tramo se interrumpe en dos ocasiones al tiempo que muestra un apéndice que probablemente prosiga hacia el oeste. De menor anchura (1/1,50 m) y conectadas con la anterior se disponen al menos tres alineaciones. Dos con la anterior orientación y otra transversal que parece conectarlas. La septentrional desde el vértice noroeste de la finca alcanza la zona central del túmulo de La Pastora. La otra paralela pero partiendo más al sur conecta con la alineación de mayor anchura allí donde giraba hacia el norte. Las amplitudes de sus anomalías geomagnéticas son más bajas que en los casos antes descri-

tos, con valores máximos que no pasan por encima de 2 nT (Fig. 6C). Los mapas de anomalías magnéticas son especialmente interesantes en la parte correspondiente a la propia elevación que cubre el tholos de La Pastora. En primer lugar, se aprecia una concentración de anomalías irregulares que se disponen sobre la cúspide y la vertiente noroeste del túmulo. Son aleatorias y de formas caprichosas mostrando como único nexo común su disposición a ambos lados de la alineación que como habíamos señalado más arriba alcanzaba esta parte del cerrete desde el noroeste. Predominan las plantas alargadas con apéndices multidireccionales y medidas que abarcan

Fig. 6. Plano de interpretación arqueológica de los datos geomagnéticos con identificación de la parcela municipal (sombreada).

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desde longitudes inferiores al metro hasta las que superan la decena. Resalta un elemento poligonal localizado en la vertical del monumento y hacia la mitad de su trazado que, como veremos más adelante, podemos vincular con las circunstancias del descubrimiento del megalito y el acceso a su interior a finales del siglo XIX (Fig. 6D). Frente a esta heterogeneidad formal se señalan también elementos dispuestos ordenadamente y conformando nítidas alineaciones y segmentos de arcos paralelos y simétricos. Se distingue en la zona más exterior un trazado de tendencia circular claramente dibujado en el lado sur y apenas intuido en el norte. En la mitad meridional dos líneas paralelas separadas por unos tres metros recorren una distancia cercana a los 70 m, más allá prosigue hacia el norte hasta la longitudinal del monumento. Al otro lado un tramo de 16 m permite cerrar una figura de planta circular con un diámetro máximo de unos 85 m. Hacia el interior tenemos dos trazados, uno intermedio, con un doble arco apreciable en la vertiente norte, y otro más ceñido a los muros del dolmen que muestra una planta de tendencia oval. Transversales a estos elementos y con planta radial se disponen al menos cuatro anomalías rectilíneas que desde el centro de la construcción alcanzan el límite de los círculos concéntricos más exteriores (Fig. 6E).

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también se ha individualizado un único caso de estructura de esta naturaleza que se dispone en las cotas más bajas de la ladera nororiental del área prospectada. Muestra un diámetro de 11 m, siendo resaltable una intensa anomalía central (Fig. 6F).

Otro importante grupo lo constituye aquel caracterizado por la presencia de anomalías de mayoritaria planta circular y pequeño tamaño que se disponen de manera agrupada en tres grandes sectores. Los valores medidos varían entre 0,5 y 2 nT (Fig. 6G). Al norte del área de los elementos circulares -entre ésta y las alineaciones paralelas del oeste- se distinguen algo más del centenar de anomalías que dibujan una figura de media luna abierta hacia el tholos de La Pastora. Las de mayor tamaño resultan de la superposición y/o intersección de circunferencias que configuran plantas polilobulares. Los ejes máximos de estas estructuras no superan los 10 m. La media del resto de elementos cabría situarla en 1-2 m de diámetro. Su disposición es aleatoria sin que más allá de la mencionada concentración se pueda vislumbrar orden alguno. Es necesario señalar también dentro este grupo las prolongaciones que se sitúan entre las dos alineaciones occidentales y más allá de ellas, como las localizadas en la parcela municipal o las del corte noroccidental.

En el cuadrante meridional del área prospectada las anomalías magnéticas muestran una sorprendente concentración y superposición de elementos de planta circular que hemos podido individualizar en un número no inferior a 20. En la banda sur aparecen bien definidos por una significativa diferenciación del gradiente magnético que las hace claramente perceptibles. Mas hacia el norte y coincidiendo con el descenso de cotas su morfología se difumina. En su interior muestran anomalías de tendencia circular, algunas concéntricas y otras descentradas, también es posible apreciar alineaciones rectilíneas e incluso alguna intensa anomalía centrada que sin duda están señalando una estructura ordenada del interior del elemento.

Junto a los grandes círculos de la mitad meridional de la parcela se dispone otra concentración de pequeñas estructuras. Se sitúan en la ladera oriental a modo de banda abierta hacia La Pastora. Se trata de algo más de 60 anomalías con las características formales descritas más arriba, sin embargo a diferencia de las anteriores es probable que la unión de algunas de ellas configuren segmentos de arco de una amplitud equiparable a la de los círculos medianos de este sector. Las lecturas no son suficientemente claras como para pasarlos a ese grupo, pero en cualquier caso no es una situación que podamos descartar. Al respecto, los ejemplos más claros serían dos posibles mitades de circunferencia en la parte más baja de este ámbito.

Respecto de sus dimensiones, dos muestran un diámetro de 60 m, tres, un diámetro intermedio de entre 30 y 40 m, el más numeroso con doce tienen entre 20 y 25 m, y finalmente existen tres casos que no superan los 15 m. Más allá de este amplio sector de unas 5 ha donde se concentran los elementos circulares,

El último grupo se presenta con mayor grado de dispersión a modo de cuña que desde el lado sur de La Pastora se abre hacia el oriente. Son unas 70 anomalías que mayoritariamente muestran diámetros de no más de dos metros. De entre ellas resaltan dos conjuntos al sureste con mayores dimensio-

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nes y una cierta regularidad en su implantación espacial. Por otra parte, se ha verificado la presencia de otras anomalías positivas que dibujan cuatro líneas rectas o ligeramente curvadas transversales a la curvas de nivel. Se disponen en la mitad meridional, entre las estructuras circulares, o más bien ciñendo su perímetro externo. No es posible enlazarlas aunque formalmente son equiparables tanto en longitud y anchura (40/50 x 1 m) como en la dirección EsteOeste hacia la que se abren (Fig. 6G). Otra variedad individualizada es la que muestra alineaciones rectilíneas que configuran formas de tendencia cuadrangular. Son comparativamente escasas y aparecen distribuidas de forma dispersa, con tres anomalías a lo largo de toda la banda meridional y una aislada en el vértice noreste del área prospectada. Esta última con el valor más alto referido a su eje máximo (40 m), y las anteriores con un valor medio de 20 m de longitud máxima para plantas en forma de “U” o “L” (Fig. 6H). Finalmente cabe referirse a una anomalía positiva de forma irregular que se desarrolla en el vértice sureste con un recorrido sinuoso que se encaja en el relieve de este sector, por lo que cabe relacionarla con una formación de origen natural, probablemente una corriente de agua, que además está claramente superpuesta por otras anomalías de origen antrópico (Fig. 6I).

/$ (;&$9$&, 1 '( =21$6 &21 $120$ / $6 (1 /$ 3$5&(/$ 081,&,3$/ Dentro del área de investigación y en la franja del límite más occidental, se localiza una parcela de algo más de 4.000 m2, propiedad del Ayuntamiento de Valencina de la Concepción, en la que, mediante su excavación, se pudo abordar la definición morfológica y sedimentaria de las anomalías geomagnéticas detectadas. Esta excavación proporcionó así elementos de comparación para los diferentes tipos de anomalías representados en todo el ámbito de estudio. Por un lado, se encontraban las dos grandes anomalías lineales paralelas que recorrían todo el lado oriental de la parcela y por otro las anomalías de

Fig. 7. Planta de las estructuras excavadas en la parcela municipal para constrastar los resultados de la geofísica (sombreadas con indicación del nº de unidad) sobre la base cartográfica general de la excavación.

planta circular (o polilobulada) que en mayor medida se concentraban hacia la zona más occidental. En base a ellas se plantearon los distintos sectores de intervención arqueológica (Fig. 6 y 7). $120$/ $6 /,1($/(6 La excavación de las alineaciones permite vincularlas al sistema de fosos prehistóricos que se han identificado en diversos puntos del yacimiento. En nuestro caso supone el más oriental de los conocidos hasta la fecha, además con un doble trazado que se ha documentado también en el otro extremo del asentamiento, esto es en el denominado cerro de La Cabeza. De este modo vendrían a configurarse como los ejemplos opuestos a los ya conocidos, completándose con mayor nitidez el trazado más externo de los fosos de Valencina (Vargas Jiménez, 2012).

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Se han excavado en la banda más meridional de la parcela, allí donde más claramente podían abarcarse sus límites transversales, resultando que el más occidental (nº 186) posee una anchura máxima de 7 m, mientras que el oriental (nº 206) mide 5,70 m. En planta se han investigado en una longitud de 12 m lineales sobre una superficie total de algo más de 200 m2; la separación entre ambas estructuras muestra unos valores de entre 2 y 3 m (Fig. 7). El foso 186 muestra la superposición de otras construcciones prehistóricas. Entre el uno y las otras existió un lapso temporal reconocible y documentado, que esperamos establecer en base a los resultados de las dataciones radiocarbónicas. En ninguno de los dos fosos se alcanzó la base, dado que ello no entraba en los objetivos especificados de la intervención. Existen particularidades que diferencian a ambos fosos. El foso 206, de sección en “V” (al menos hasta la cota excavada) estaba colmatado con varias unidades sedimentarias de características homogéneas que mostraban una fuerte horizontalidad con arcillas muy depuradas y escaso material arqueológico fragmentado y rodado. No se trata de grandes vertidos sino más bien de una colmatación asociada a procesos de nivelación con una componente de arrastre natural. Irregularidades marcadas en el tramo superior señalan una importante exposición aeróbica, de manera que la estructura se colmató parcialmente y permaneció algún tiempo abierta, lo que provocó una mayor erosión de esa parte. El foso 186, cuya excavación tan solo pudo iniciarse, mostró unas características sedimentarias diferentes, con una mayor heterogeneidad en su relleno y con frecuentes alteraciones e interfaces verticales indicativas de una reutilización del ámbito una vez colmatado, circunstancia que no se constata en el foso 206 (Láms. 3 y 4). $120$/ $6 &,5&8/$5(6 < 32/,/2%8/$'$6 Hacia el cuadrante noroccidental, la proliferación de anomalías de tendencia circular se relaciona con construcciones prehistóricas que en su estratigrafía vertical muestran dos fases diferenciadas. a) De la primera fase, que supuso la primera actividad antrópica en los terrenos, se han identificado estructuras circulares y/o polilobuladas de

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amplio tamaño que suelen perderse más allá de los perfiles y que se reconocen bajo unidades proto-históricas de colmatación en el extremo norte y también bajo las estructuras circulares de la banda occidental. Al sur prácticamente desaparecen. Un ejemplo lo constituye la Unidad Constructiva (UC) 54, una construcción semisubterránea que se extiende hacia el oeste, superando los 10 m2 de superficie y que presenta un interesante registro arqueológico que ha deparado una secuencia de hasta 20 unidades de colmatación (Láms. 5 y 6). La UC 54 arranca a unos 40 cm de la superficie, alcanzando una cota inferior de en torno a 1,5 m. En su interior se reconoce un momento inicial de uso con un poyete o plataforma perimetral, tras el cual se abandona, permaneciendo abierta y sujeta a procesos erosivos que suponen desplomes sectoriales y en general un notable deterioro de la estructura. A continuación se produce la primera fase de colmataciones que la rellenan hasta la mitad, para después en otro momento estratigráfico acontecer la colmatación hasta su mismo borde. Entre los materiales recuperados destacan algunos fragmentos de cerámicas con decoración pintada así como, en los estratos inferiores, restos de escorias y crisoles concentrados que aportan nuevos datos para la valoración de las actividades metalúrgicas en este sector del yacimiento. b) A esta UC 54 se le superponen estructuras negativas circulares menores que señalan una segunda fase de la secuencia de época calcolítica. Desde esta parte noroeste hacia el sur se generaliza su presencia hasta representar prácticamente los únicos vestigios presentes en el cuadrante suroccidental. Morfológicamente presentan plantas circulares de entre 1 y 2 m de diámetro y perfiles que en los casos excavados pueden ser acampanados o de tendencia más o menos cilíndrica. En los rellenos aparecen dos situaciones diferenciadas. Por un lado depósitos con solo una unidad que muestran escasos materiales arqueológicos y con un alto grado de fragmentación, como es el caso de las unidades nº 136 y nº 162. Y por otro, elementos que suelen presentar dos unidades deposicionales, restos cerámicos en buen estado de conservación y abundancia de restos óseos animales, algunos con conexión anatómica (Lám. 7). Se trataría de

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Lám. 3. Excavaciones en la parcela municipal. Estructuras circulares en primer término y al fondo fosos paralelos.

Lám. 4. Delimitación interior del foso UC 206.

Lám. 5. Estructuras circulares superpuestas del sector occidental. Lám. 7. Fauna con conexión anatómica, conchas marinas y cerámicas bien conservadas en el interior de una estructura negativa (UC 76).

Lám. 6. Detalle del registro sedimentario inferior de la UC 54 tras su abandono.

Lám. 8. Inhumación en fosa circular con depósito ritual de mandíbula animal.

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unidades como la nº 76 o la nº 105 que bien pudieran representar ejemplos de esa consideración ritual que se le ha otorgado a determinados contextos que venían interpretándose tradicionalmente como simples vertidos de colmatación (Márquez Romero, 2001: 213). Al respecto no deja de ser significativa la presencia de fauna (consumida o no), depositada en forma de restos todavía frescos, a juzgar por las conexiones anatómicas. En el sector de El Cuervo, limítrofe a la Parcela Municipal donde se llevó a cabo nuestra excavación, se detectaron abundantes estructuras negativas circulares (en número superior a 80) que se interpretaron como silos, lo que llevó a considerar la existencia de un verdadero espacio de acumulación de reservas alimenticias que se articularía como un área intermedia entre el poblado y la necrópolis prehistórica (Arteaga Matute y Cruz-Auñón Briones, 1999: 612). Sin embargo, según la documentación obtenida en la excavación de la Parcela Municipal, las estructuras negativas muestran diferencias formales, seguramente con implicaciones cronológicas, además de que una de ellas ha deparado un claro depósito funerario. Efectivamente junto al lateral oeste de la parcela, una fosa circular de 1 m de diámetro (Unidad 435) contenía la inhumación de un individuo adulto de sexo femenino dispuesto en decúbito lateral derecho hiperflexionado. Destaca por su significación la presencia de una mandíbula de vaca colocada a la misma altura del cráneo humano y guardando su misma orientación, en lo que representa claramente un ajuar funerario. Es igualmente significativa la preparación de la inhumación mediante lajas de pizarra situadas bajo el cuerpo en el espacio ocupado por las extremidades inferiores del individuo. Con ello fundamentalmente lo que se logra es una mayor horizontalidad, lo que realza el valor ritual de la inhumación practicada3 (Lám. 8). Dado que la estructura contenedora nº 435 no fue excavada en su totalidad, no es posible descartar la existencia de más individuos en su interior. Este depósito funerario no constituye un caso aislado en este sector del yacimiento, pues en la cercana excavación del IES se excavó un enterramiento en

fosa de similares características al anterior, si bien en este caso contenía varios individuos. Junto a ese enterramiento colectivo en fosa también se documentaron en el IES una inhumación doble y los restos mal conservados de la extremidad inferior de un individuo, todos ellos vinculados a una fase datada a mediados del II milenio a.C. (Vargas Jiménez et al., 2010: 3352; Nocete Calvo et al., 2011: 3284). También constan contextos funerarios en fosas simples con o sin elementos pétreos en el sector PP4-Montelirio (Mora Molina et al., 2012) y en el propio monumento megalítico de Montelirio, donde se localizó una inhumación anterior a la construcción del monumento (Fernández Flores y Aycar Luengo, 2012). Se observa por tanto cómo en este sector del yacimiento (incluyendo Montelirio) existen inhumaciones en fosa que se sitúan tanto en el inicio de la secuencia del yacimiento, como en sus momentos más recientes (excavaciones del IES). En el primer caso se encuentran en un espacio mayoritariamente funerario, mientras que en el segundo son ejemplos puntuales dentro de un ambiente doméstico y productivo. Son testimonios que apuntan a una mayor complejidad espacial en relación con la tradicional separación entre los espacios funerario y habitacional del asentamiento (Costa Caramé et al., 2010: 105). No solo la secuencia correspondiente a la Prehistoria Reciente es más compleja de lo que parece, pues el incremento de las excavaciones arqueológicas ha puesto de manifiesto cómo en diferentes puntos se comienzan a identificar registros que atestiguan la continuidad de ocupación del yacimiento en la Protohistoria (Vargas Jiménez, 2012). Al respecto y en el transcurso de los trabajos de excavación en la Parcela Municipal, la anomalía situada en la parte central pudo adscribirse a este período (Fig. 7). Se trata de dos estructuras, quizás conectadas (unidades 450 y 480) de planta irregular tendente a circular que han sido delimitadas en superficie e iniciada su excavación solo en los tramos sedimentarios superiores. En cualquier caso suponen en su conjunto una extensa superficie de unos 54 m 2 que probablemente dé cobertura a un gran fondo de cabaña que conserva un registro material de la Edad del

3 La inhumación está en estudio por los paleoantropólogos R. Lacalle Rodríguez y J.M. Guijo Mauri, la fauna por E. Bernáldez Sánchez del Laboratorio de Paleobiología del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.

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Hierro. Fue, por su extensión, una de las anomalías geomagnéticas más claramente perceptibles. Finalmente alguna otra de las anomalías magnéticas excavadas resultaron ser interfaces modernas y contemporáneas vinculadas al aprovechamiento agrícola de la parcela, o a fosas irregulares practicadas también en época reciente. En algunos de estos casos conviene alertar sobre la presencia de un registro mayoritariamente prehistórico motivado por la redeposición de tierras arqueológicamente fértiles.

,17(535(7$&, 1 Los resultados obtenidos por las prospecciones geomagnéticas en el sector oriental del yacimiento de Valencina muestran un panorama de indudable interés científico y alta significación de cara a su planificación y gestión patrimonial. La contrastación de las evidencias mediante su excavación en la parcela municipal, ha proporcionado una ajustada visión de la problemática cronoestratigráfica e interpretativa que puede además matizarse en razón a los datos proporcionados por las intervenciones arqueológicas y los antiguos hallazgos en la propia finca y en su entorno más inmediato. 1. Los elementos lineales que corren paralelamente por el oeste suponen un verdadero límite físico que separa claramente dos ámbitos diferentes dentro del sector oriental del yacimiento. Pertenecen al sistema de fosos prehistóricos más exterior documentado hasta la fecha. Muestran un doble o incluso triple trazado que abarca una banda de unos 25 m de anchura máxima, con interrupciones menores y un significativo corte con apéndice lateral que enmarca por el sur la alineación más occidental. Conforme a los resultados de su excavación, los fosos no parecen ser coetáneos, o al menos no lo fue su colmatación. De acuerdo con la secuencia estratigráfica documentada, estos fosos se sitúan en la fase inicial de ocupación en la Parcela Municipal. Su trazado desemboca en las cotas inferiores de la vaguada de Las Cañadas, y por el otro extremo vendría a enlazar con el tramo del PP Matarrubilla y su extensión hacia el colegio Algarrobillo desarrollándose por tanto en una longitud total superior al kilómetro (Vargas Jiménez, 2012: fig.

). Con ello representa el cierre suroriental de un ámbito interior singularizado por las actividades productivas, al sur y oriente del cual se disponen principalmente construcciones de naturaleza funeraria, que incluyen cuevas artificiales como las de C/ Dinamarca, tholoi como los de los grandes monumentos conocidos o los de menor tamaño de El Roquetito o del PP4-Montelirio, además de otros tipos también de adscripción funeraria. Sin embargo cuando se ha tenido la oportunidad de excavar en extensión una amplia parcela en el extremo oriental, caso del PP4Montelirio, es significativo cómo las estructuras excavadas no funerarias son ligeramente superiores en número a las que sí lo son (Mora Molina et al., 2012), matizando una visión acaso más compleja de lo que en principio podría parecer Aunque no dudamos de la contundente implantación de estos fosos en la articulación espacial del asentamiento, sin embargo es necesario situarlos en su marco temporal concreto pues las dataciones de los episodios de colmatación se están produciendo en etapas tempranas del III milenio (Nocete Calvo et al., 2008: 718) de modo que no se les puede otorgar una significación territorial más allá de esas fechas en las que están siendo inutilizados. De momento con las dataciones del barrio metalúrgico (Nocete Calvo et al., 2008: 720), de Montelirio (Fernández Flores y Aycar Luengo, 2012), de la propuesta para La Pastora (Cáceres Puro et al., 2012) y de la deducida para Matarrubilla (Hoskin, 2008: 87), este foso suroriental separaría un importante núcleo de la necrópolis monumental de una zona de actividad productiva durante al menos la primera mitad del III milenio. Con posterioridad, y siguiendo la secuencia de la excavación en la Parcela Municipal, sabemos que se colmató y el registro se modificó, apareciendo ahora elementos funerarios también al otro lado del foso. En la excavación del IES el desmantelamiento de la zona productiva y su sustitución por evidencias domésticas y funerarias se produce durante el último cuarto del III milenio y la primera mitad del II milenio a.C. (Vargas Jiménez et al., 2012: 74). 2. La interrupción del foso remarcada por el mencionado apéndice lateral indica la existencia de un acceso cuya localización es coincidente con el

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lugar donde concurren antiguos caminos fosilizados detectados por la geofísica (Fig. 6). Además este área, entre la elevación de El Cuervo y la vaguada de Las Cañadas, es la de topografía más favorable para un mejor y más corto discurrir hacia la zona central del asentamiento, aquella que habíamos indicado mostraba una primitiva meseta (Vargas Jiménez, 2004b: 131), que es donde posiblemente se encuentre el más antiguo lugar de implantación en el asentamiento de Valencina. La morfología del apéndice que sobresale de la línea del foso hacia el sureste recuerda figuras reconocidas en las aperturas de los trazados exteriores de recintos de fosos contemporáneos, como Perdigões (Márquez Romero et al., 2011: 183) o Fuente de la Mora (Díaz del Río, 2003: 69). Se trataría de un punto principal de acceso al recinto de fosos de Valencina, dada la significación de los espacios que pondría en comunicación directa. 3. Las alineaciones que recorren la diagonal de la parcela desde el noroeste al sureste son por sus características magnéticas de menor intensidad, de manera que creemos poderlas relacionar con antiguos caminos fosilizados en el paisaje. Las ventajas de un recorrido entre elevaciones buscando una topografía llana ya han sido señaladas; además nos consta una situación similar para algunas anomalías de los trabajos de 2004 que también fueron interpretadas en este sentido (Wheatley et al., 2012) y que bien podrían conectarse con estas evidencias. No podemos aventurar cronología alguna aunque es evidente que su trazado respeta las construcciones arqueológicas rodeando los monumentos y túmulos principales, por lo que seguramente perpetúen vías de paso anteriores. La excepción estaría constituida por una pequeña línea que desde el ángulo noroeste alcanza la cúspide de La Pastora en un punto con fuerte concentración de anomalías. Como veremos a continuación, esta circunstancia la podemos poner en relación con el descubrimiento de la construcción en el siglo XIX y el trasiego que se produjo en los años siguientes y de los que dieron buena cuenta las fuentes de la época. 4. Efectivamente sobre la parte más alta y en la ladera norte de La Pastora se aprecia una notable concentración de anomalías irregulares

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dispuestas a ambos lados del anterior camino, de entre las que sobresale una de mayor amplitud situada en la vertical del corredor. Podemos afirmar que se corresponde con la apertura que dio lugar al descubrimiento del megalito y por donde se estuvo accediendo al mismo en los años que le siguieron, tal y como queda reflejado en el dibujo de F. M. Tubino y Oliva que acompañó a la memoria de 1868 en la que daba a conocer dicho monumento (Belén Deamos, 1991). Igualmente el análisis geoarqueológico ha permitido constatar esta circunstancia al identificar en este punto la única roca que significativamente se sale de la norma pétrea que se repite en todo el monumento, esto es, granitos y sobre todo areniscas frente a esta diabasa, que además en este punto se presenta por encima del plano de horizontalidad de la techumbre, ubicándose por encima y apoyada sobre las rocas originales (Lám. 9). La verificación también en este punto de una importante interfaz de destrucción del muro lateral norte del corredor y su reparación con un aparejo diferente, certifican que se trata

Lám. 9. Taponamiento y cubrición de la apertura que motivó el descubrimiento de La Pastora (siglo XIX).

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del primitivo lugar de acceso al monumento megalítico, luego clausurado y reparado en una fecha en cualquier caso anterior al relato de Cañal que ya recoge el cierre de la primitiva entrada y la apertura del nuevo acceso (Cañal y Migolla, 1894: 190). La intensa actividad exploratoria por parte de buscadores de tesoros que frecuentaron el lugar tras el descubrimiento de La Pastora, de la que nos hablan también las fuentes (Tubino y Oliva, 1868: 52), debe ser la causante de la abundancia de anomalías irregulares que como hemos indicado salpican la cúspide de su túmulo (Fig. 6D). 5. La Pastora es un monumento de compleja fisonomía. El túmulo es una construcción planificada que se articula conforme a un diseño estructural con triple anillo circundante y ejes radiales que lo atraviesan. El primer añillo dibuja una planta oval constreñida a la cámara y parte del corredor, cerrándose justo en la mitad de la longitud total del monumento. Ello supone generar un contenedor que refuerza el núcleo interno seguramente para conseguir elevar más esta parte final del túmulo. De él parten una serie de ejes radiales más nítidos al oriente y débilmente apreciables en los laterales que en su recorrido conectan con un segundo anillo intermedio doble, constatado sobre todo por las anomalías del lado norte. Finalmente desembocan en el perímetro exterior, también de doble trazado, que se reconoce claramente en toda la mitad meridional y con menor intensidad en la septentrional (Fig. 6E). De su dimensionado resulta una figura circular de unos 85 m de diámetro, correspondiente por tanto a la superficie máxima atribuible al túmulo de La Pastora. La contundencia de los elementos proyectados: tres anillos, dos con trazados dobles y alineaciones radiales, sugiere un diseño encaminado al sustento de un túmulo de envergadura que seguramente alcanzó una importante cota más allá de la escasa altura que en la actualidad muestra. Se trataría de elementos del propio proceso constructivo en el que la fijación y contención de los rellenos interiores de un aterrazado compartimentado (anillos concéntricos/radios) permite alcanzar un mayor desarrollo en altura, garantizando no solo la estabilidad de los rellenos sino también reduciendo el impacto del efecto de la erosión en ladera (Fig. 8).

Fig. 8. Restitución hipotética de la estructura tumular del tholos de La Pastora.

Es significativa la práctica ausencia de evidencias en toda una amplia franja de no menos de 50 m a su alrededor que cuando poco singulariza la entidad de la construcción y su hegemonía espacial en este contexto. Con ello se reforzaría el impacto visual de la construcción en el entorno paisajístico en el que se inscribe. 6. En la mitad meridional se dibujan grandes plantas circulares con dimensiones que van desde los 10 hasta los 60 m de diámetro. Sobresalen su notable concentración, con al menos 20 ejemplos contabilizados, así como el alto grado de nitidez con el que se visualizan algunas de ellas. En extremos contrapuestos resaltan los dos casos de mayor tamaño y en su entorno las figuras menores dispuestas sin aparente orden, aunque sin mostrar intersecciones entre ellas, de modo que en cualquier caso los trazados, simultáneos o no, respetan los elementos colindantes. En el centro del área tan solo un caso muestra claramente tramos de circunferencia que se cortan con lo que únicamente en él se podrían establecer relaciones temporales de superposición. (Fig.

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6F). Se trata de un verdadero “campo” de estructuras circulares, negativas o no, que podemos relacionar con aquellos elementos que se sacaron a la luz en este mismo lugar dando ocasión a la documentación de muros de mampuestos y lajas verticales4. O también en sintonía con los cercanos hallazgos de El Roquetito o los elementos documentados en la limítrofe parcela de Ontiveros (Fig. 2). Círculos de piedras, túmulos, fosos, cámaras o corredores que necesitan una definición más precisa pero que bien pueden deducirse por las figuras que dibujan las anomalías detectadas. De este modo nos parece una opción admisible su vinculación a los contextos arqueológicos que muestran evidencias constructivas de la necrópolis prehistórica de Valencina/Castilleja, siendo además construcciones preeminentes si atendemos a sus dimensiones, desconocidas hasta la fecha, salvo para los túmulos de los grandes monumentos como La Pastora, Matarrubilla o Montelirio. 7. Las anomalías circulares de pequeño tamaño (entre 1 y 2 m de diámetro), conforme a lo excavado en la parcela municipal, responden al menos a tres tipos en función de la naturaleza de los registros conservados. En primer lugar, estructuras que albergan depósitos monofaciales con preponderancia de la matriz arcillosa, escasez de material arqueológico y alto grado de fragmentación; en segundo lugar, elementos que suelen presentar dos únicas unidades deposicionales, restos cerámicos bien conservados y abundancia de restos óseos animales, algunos con conexión anatómica, registros que bien pudieran interpretarse como resultado de prácticas de tipo ritual (Márquez Romero, 2001: 213); y finalmente, fosas que albergan enterramientos propiamente dichos, con inhumaciones y la constatación de una práctica funeraria asociada. Esta formulación puede matizarse en función de las dataciones absolutas que se han encargado y también (y relacionado con lo anterior) de la incidencia espacio-temporal de los fosos, de modo que pueden existir diferencias a un lado u otro, certificando o no la exclusividad de unos registros funerarios orientales (Vargas Jiménez 2004a: 86, fig. 10; Cruz-Auñón Briones et al.

2010: 52) que cabría considerar, como hemos apuntado, únicamente en función de la vigencia de uso de los fosos que sabemos se colmatan durante el propio III milenio a.C. Pues además ha quedado clara la presencia de fosas no funerarias e incluso registros propiamente habitacionales en el extremo más oriental, en la zona del PP4-Montelirio, así como de naturaleza propiamente funeraria al otro lado del foso en la zona del nuevo IES. Es por tanto necesario correlacionar eventos para determinar una sincronía de elementos de la que se puedan extraer pautas de comportamiento espacial para estos tipos de anomalías circulares identificadas. 8. En cualquier caso es constatable una articulación espacial derivada de la existencia de una amplia banda de respeto en torno al monumento de La Pastora, también de la concentración de los grandes círculos en la banda sur con un mínimo grado de contacto entre ellos, de la sectorización por áreas de las pequeñas fosas, del trazado del foso o de la presencia de claros vacíos ocupacionales. Además con carácter general el mínimo grado de interferencia apreciable entre cada uno de estos elementos denota la presencia de unos límites conocidos y respetados. Es por ello que no podemos considerar que la imagen global de las casi 12 ha prospectadas se corresponda con la de un ámbito caótico y desestructurado, sino más bien de todo lo contrario 9. Otros elementos de menor entidad son aquellos de líneas rectas conectadas formando figuras más o menos cerradas y que cabe vincular con una ocupación protohistórica o histórica de los terrenos. Se trata de una situación documentada de antaño en la finca de Ontiveros y también corroborada con los hallazgos de época romana en las excavaciones del PP4-Montelirio. En definitiva debemos destacar que la magnetometría ha demostrado ser un método eficaz para el conocimiento del potencial arqueológico soterra o a lo largo de grandes extensiones de terreno, siendo además certero si atendemos a lo contrastado en las excavaciones de la Parcela Municipal. Es por ello y teniendo en cuenta la extraordinaria extensión de la

4 RUIZ MORENO, M. T. (1994): Informe arqueológico sobre la vigilancia de la zanja de Aljarafesa en el término municipal de Valencina de la Concepción. Noviembre de 1994. (Inédito).

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Zona Arqueológica de Valencina-Castilleja que debemos plantear la generalización de este tipo de investigación en las parcelas y fincas todavía libres de edificación. En cualquier caso y al margen de las indudables repercusiones en materia de investigación se trata de un valioso instrumento para la planificación. Igualmente y para el caso concreto de estos terrenos debemos señalar que es necesario y acaso diríamos que prioritario, establecer un plan de investigación detallado que contemple, como mínimo, sondeos puntuales de valoración, fundamentalmente en el túmulo del tholos de La Pastora y los tipos más representativos de las estructuras circulares al objeto de sortear aquellas carencias, insalvables por la geomagnética, y que se refieren a la clarificación de algunos elementos y al diagnostico detallado de las características constructivas, sedimentarias y cronológicas de otros. Ello es fundamental desde la vertiente del conocimiento pero quizás más importante para evaluar el estado de conservación de tan notables construcciones sujetas además a los riesgos derivados de la acción antrópica. Hacer valer la significación patrimonial de este singular espacio nos ayudará a dignificar su situación actual y con ello alertar sobre la necesaria intervención pública para que se ejerza una efectiva tutela sobre los excepcionales bienes señalados.

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EL THOLOS DE LA PASTORA Y SU ENTORNO: EL SECTOR ORIENTAL DEL YACIMIENTO DE VALENCINA DE LA CONCEPCIÓN (SEVILLA) A TRAVÉS DE LA GEOFÍSICA

Imagen del interior de La Pastora. Foto: Miguel Ángel Blanco de la Rubia.

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Ajuar funerario de la sepultura 6 del cerro de San CristĂłbal. Foto: Miguel Ă ngel Blanco de la Rubia.


ESTUDIOS

EL YACIMIENTO ARGĂ RICO DEL CERRO DE SAN CRISTĂ“BAL (OGĂ?JARES, GRANADA)

(/ <$&,0,(172 $5*Ăˆ5,&2 '(/ &(552 '( 6$1 &5,67Ă?%$/ 2*Ă‹-$5(6 *5$1$'$

Gonzalo Aranda JimĂŠnez1, Eva AlarcĂłn GarcĂ­a1, Mercedes Murillo-Barroso2, Ignacio Montero Ruiz2, Sylvia JimĂŠnez-Brobeil3, Margarita SĂĄnchez Romero1 y MarĂ­a Oliva RodrĂ­guez-Ariza4

5HVXPHQ Se presentan los resultados de las investigaciones realizadas en el yacimiento argĂĄrico del cerro de San CristĂłbal, un asentamiento de pequeĂąas dimensiones situado en plena vega de Granada. Entre las evidencias de hĂĄbitat destaca, especialmente, un contexto hĂ­brido donde conviven elementos materiales tanto de ĂŠpoca calcolĂ­tica como argĂĄrica. Asociado al poblado se documentaron 14 sepulturas de inhumaciĂłn con un nĂşmero mĂ­nimo de 17 individuos y ajuares funerarios donde estĂĄn ausentes los materiales tradicionalmente considerados como indicadores de alto estatus social. Los ajuares metĂĄlicos han sido objeto de un estudio especĂ­fico sobre su tecnologĂ­a de manufactura. La combinaciĂłn de anĂĄlisis de composiciĂłn, metalografĂ­as y microdureza cuestiona que la adopciĂłn de la aleaciĂłn de cobre y estaĂąo suponga una mejora en las propiedades fĂ­sicas o mecĂĄnicas de los objetos.

3DODEUDV FODYH Edad del Bronce, Cultura de El Argar, vega de Granada, ritual funerario, PaleoantropologĂ­a, metalurgia.

7+( $5*$5,& 6,7( 2) &(552 '( 6$1 &5,67Ă?%$/ 2*Ă‹-$5(6 *5$1$'$

$EVWUDFW This paper focuses on the recent research carried out at the Argaric site of Cerro de San CristĂłbal, a small settlement situated in the Vega de Granada. From an habitational point of view, this site stands out as a culturally hybrid context in which different pottery vessels typologically characteristic of the Chalcolithic and Argaric periods coexisted. Associated with living areas, 14 burials were located with at least 17 inhumations and grave goods in which materials traditionally considered as indicators of high social status were absent. The technological properties of the metallic grave offerings were specifically studied. The combination of metallographic, microhardness and compositional analyses questions the adoption of tin-bronze alloy due to its functional improvements.

.H\ZRUGV Bronze Age, Argaric Culture, Vega de Granada, Funerary Ritual, Paleoanthropology, Metallurgy.

1

Departamento de Prehistoria y ArqueologĂ­a. Universidad de Granada. [garanda@ugr.es]; [eva@ugr.es]; [marsanch@ugr.es] Instituto de Historia, CCHS-CSIC, Madrid. [mercedes.murillo@cchs.csic.es]; [ignacio.montero@cchs.csic.es] Laboratorio de AntropologĂ­a FĂ­sica. Universidad de Granada. [jbrobeil@ugr.es] 4 Instituto Universitario de ArqueologĂ­a IbĂŠrica. Universidad de JaĂŠn. [moliva@ujaen.es] 2 3

Recibido: 01/07/2012; Aceptado: 31/09/2012

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,1752'8&&, 1 El yacimiento del cerro de San Cristóbal se localiza en plena vega de Granada, una de las depresiones internas de las Cordilleras Béticas situada sobre el contacto tectónico que forman las denominadas Zonas Internas y Externas y colmatada por depósitos sedimentarios que van desde el Mioceno Superior hasta el Cuaternario. La cuenca comienza a individualizarse a partir del Tortoniense Superior con materiales margosos marinos que pronto pasan a lacustres y fluviales (Dabrio y Ruiz Bustos, 1979; Rodríguez-Fernández, 1982). Atravesada por el río Genil y sus afluentes, se pueden distinguir un área central de llanura, suavemente inclinada hacia el oeste, y una zona de transición hacia las estribaciones montañosas compuesta por glacis y suaves lomas sobre materiales terciarios y cuaternarios. Es precisamente sobre una de estas zonas de contacto, en la cabecera de la depresión, donde se localiza el cerro de San Cristóbal (Fig. 1).

Fig. 1. Situación de los yacimientos mencionados en el texto. 1 Cerro de San Cristóbal, 2 Cerro de la Encina, 3 Cueva de la Paloma, 4 La Quinta, 5 Cuesta de los Chinos, 6 Necrópolis del Pantano de los Bermejales, 7 Cerro del Molino del Tercio, 8 Las Peñas de los Gitanos.

Se trata de una loma o pequeño altozano que en su punto más alto alcanza los 40 m de altura sobre la llanura aluvial (Fig. 2). El yacimiento es conocido desde antiguo por la población local como un sitio donde aparecían restos de vasijas y enterramientos. Estas noticias fueron recogidas en un trabajo de investigación inédito 1 y, posteriormente, en un artículo general sobre las sociedades argáricas del sector oriental de la vega de Granada, donde se publicó el ajuar funerario de una sepultura en covacha compuesto por dos vasijas cerámicas y un puñal con dos escotaduras para el enmangue (Fresneda Padilla et al., 1987-88). No obstante, no ha sido hasta finales de los años 80, durante los 90 y primera década del siglo XXI cuando se han desarrollado diferentes excavaciones arqueológicas relacionadas con el importante desarrollo urbanístico que sufre el municipio de Ogíjares como parte del área metropolitana de la ciudad de Granada. En concreto, se han realizado 7 intervenciones de urgencia durante los años 1988, 1989, 1991, 1995, 1999, 2002 y 2003. Cuatro de estas excavaciones fueron publicadas de forma preliminar en los Anuarios Arqueológicos de Andalucía (Fresneda et al., 1991, 2001; Gallegos Castellón, 2005), el resto permanecen inéditas2. Como resultado, se ha documentado una intensa ocupación donde se distinguen 3 periodos culturales. Los momentos más antiguos se corresponden con un yacimiento de fosas de época neolítica excavadas en la matriz geológica. Se trata de estructuras de perfil acampanado y planta circular que aparecen colmatadas con depósitos sedimentarios que contienen cerámica muy fragmentada, industria lítica tallada y pulimentada, restos de fauna, en algunos casos anatómicamente articulados, y fragmentos de grandes recipientes con abundantes improntas de cereales. A partir de las numerosas similitudes con yacimientos situados igualmente en la Vega de Granada y con dataciones radiocarbónicas como La Loma (Aranda Jiménez et al., 2012), esta ocupación podría situarse en términos temporales entre la segunda mitad del V y el IV milenio cal AC.

1 Rodríguez-Ariza, M.O. (1985) Carta arqueológica de la hoja del Padul (1026-II-IV) La población prehistórica y antigua en el sector oriental de la vega de Granada y la depresión de Padul. Memoria de Licenciatura. Inédita. Granada. 2 Alemán Aguilera, I. y López López, M. (1995): Excavación de urgencia en el Cerro de San Cristóbal (Ogíjares, Granada). Campaña de 1995 . Informe inédito. Peña Rodríguez, J. M., López López, M. y Alemán Aguilera, I. (1999): Excavación arqueológica de urgencia en el Cerro de San Cristóbal (Ogíjares, Granada). Campaña de 1999. Informe inédito

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ciones sistemáticas. En este sentido, el trabajo de investigación que a continuación presentamos se ha centrado en las excavaciones realizadas en los años 1988, 1989 y 1991 que son las únicas que han proporcionado información sobre estas poblaciones.

(/ 32%/$'2 $5* 5,&2 Durante las intervenciones anteriormente aludidas, los sectores de excavación se concentraron especialmente en la ladera oeste y parte superior del altozano, aunque esta última zona se encontraba fuertemente alterada por la construcción durante los años 80 de dos depósitos de agua. También se sondeó la ladera sur y se procedió a la prospección sistemática del resto del yacimiento. Si bien, la información fundamental para época argárica procede de la ladera oeste, la aparición de una sepultura en la ladera sur, junto al talud del camino que atraviesa el asentamiento, y la documentación de cerámica de tipología argárica en superficie permite una aproximación a la extensión del asentamiento. Así, el área con evidencias de ocupación argárica alcanzaría aproximadamente las 0,6 Has.

Fig. 2. Plano topográfico del yacimiento del cerro de San Cristóbal.

Durante la Edad del Bronce el cerro de San Cristóbal es de nuevo ocupado por poblaciones argáricas, objeto de estudio del presente trabajo. El tercer periodo se corresponde con una extensa necrópolis tardorromana de al menos 65 sepulturas con enterramientos mayoritariamente individuales en fosa o cista e inhumaciones en posición decúbito supino y brazos extendidos. Los ajuares funerarios, junto a las características del ritual, situarían la necrópolis entre los siglos VI-VII DC (Fresneda Padilla et al., 1991, 2001). En el año 2010 solicitamos permiso a la Delegación Provincial de Granada de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía para el estudio de los materiales depositados en el Museo Arqueológico de Granada correspondientes a la ocupación argárica. El objetivo general ha consistido en profundizar en el conocimiento de las sociedades de la Edad del Bronce a partir del único yacimiento argárico localizado en plena vega de Granada que ha sido objeto de excava-

Aún asumiendo que toda esta zona fuera ocupada de forma contemporánea, se trataría en cualquier caso de un asentamiento de pequeñas dimensiones que se aleja de los poblados que ocupan varias hectáreas, como el cercano cerro de la Encina (Aranda Jiménez y Molina González 2005, 2006; Aranda Jiménez et al., 2008), tradicionalmente considerados como asentamientos centrales. Además del tamaño, destaca igualmente su localización sobre una loma que, aunque desde su cima permita un cierto control visual del entorno, no parece que reúna las características habituales del patrón de asentamiento argárico clásico (Lám. 1): cerros elevados, escarpados y de difícil acceso donde se enfatiza su dimensión escénica y paisajística, en algunas ocasiones acentuada con construcciones monumentales, habitualmente interpretadas como defensivas. Muy al contrario, la elección del sitio parece responder a su localización en la vega de Granada, en un entorno de suelos óptimos para el desarrollo de prácticas agrícolas tanto de secano como potencialmente de regadío. Quizás, la cercanía del río Dílar, del que dista aproximadamente unos 700 m, pudo ser un factor relevante en la ubicación del asentamiento y en sus estrategias económicas.

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lado en gran medida los contextos arqueológicos argáricos.

Lám. 1. Vista general de la ladera oeste del cerro de San Cristóbal.

Tanto por su tamaño, localización geográfica y ausencia de construcciones monumentales, el cerro de San Cristóbal entraría dentro de la categoría de yacimientos como Los Cipreses (Martínez Rodríguez et al., 1999) o El Rincón de Almendricos (Ayala Juan, 1991) que rompen con el patrón de asentamiento clásico, contribuyendo a una diversidad y complejidad cultural cada vez más evidente en las sociedades argáricas (Aranda Jiménez, 2012). La ubicación del cerro de San Cristóbal junto a otros yacimientos cercanos como la cuesta de los Chinos (Fresneda Padilla et al., 1985) o La Quinta (Fresneda Padilla et al., 1987-88), todos ellos en suaves lomas en contacto con la llanura, permite plantear una intensa ocupación de la vega granadina con pequeñas aldeas que parecen poseer una orientación marcadamente agrícola. Como se ha indicado anteriormente, la ladera oeste del yacimiento es la que ha aportado la mayor parte de la información arqueológica sobre la ocupación argárica. Durante las campañas de 1988, 1989 y 1991 esta área fue objeto de una intensa investigación. De los 36 sectores de excavación que se concentran en esta ladera, en 8 se documentan evidencias arqueológicas argáricas. Se trata de los denominados como cortes 7, 11, 13, 14, 15, 30, 31 y 46 (Fig. 3). Todos ellos aparecen asociados a un farallón rocoso de conglomerados poco compactados que se dispone en dirección NE-SO, lo que habría favorecido un cierto grado de conservación, aunque, en términos generales, el estado de preservación pueda ser definido como deficiente. La posterior ocupación tardorromana, las intensas labores agrícolas o construcciones recientes, como los depósitos de agua que ocupan la cima del altozano, habrían desarticu-

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En este sentido, las evidencias relacionadas con las áreas de hábitat son las que habrían sufrido un mayor grado de deterioro. No obstante, la información disponible es suficiente para asegurar la existencia de un poblado al que se asocia, siguiendo el patrón típico de las sociedades argáricas, un conjunto de sepulturas de las que se han documentado 14. Los restos arqueológicos relacionados con el hábitat se concentran en los sectores de excavación 11, 30, 31 y 46. Del sector 11 procede, probablemente, una de las áreas mejor conservadas. Se trata de los restos de un muro de mampostería que recubre al corte artificial realizado sobre el afloramiento rocoso. Más que un muro de aterrazamiento, similar al de los poblados argáricos clásicos, se aprovecha el farallón para adosar las construcciones, ya que toda esta ladera presenta una suave pendiente que no requiere de un urbanismo escalonado para su ocupación (Lám. 1).

Fig. 3. Ladera oeste del cerro de San Cristóbal con la situación de los sectores de excavación.

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EL YACIMIENTO ARGÁRICO DEL CERRO DE SAN CRISTÓBAL (OGÍJARES, GRANADA)

Del muro se han conservado entre dos y tres hiladas de mampostería de medianas y pequeñas dimensiones, rellenándose los espacios entre el muro y corte de la roca con abundantes gravas y sedimentos compactados (Fig. 4). Embutidos en el muro se documentaron dos hoyos de poste de los que se han conservado sus negativos y la mampostería que los delimita. Mediante estos postes se conseguiría reforzar y dar una mayor consistencia a la estructura, siguiendo un procedimiento constructivo característico de otros poblados argáricos granadinos como el cercano cerro de la Encina (Aranda Jiménez et al., 2008) o el Castellón Alto (Molina González et al., 1986). Junto al muro, se han registrado los restos de un pavimento compuesto por tierra apisonada y gravas.

necen a enterramientos individuales en fosas, parcialmente superpuestas en al menos dos casos, y situadas bajo el piso de la vivienda.

Asociado con esta área de hábitat aparece la mayor concentración de sepulturas del yacimiento, en concreto 5, de las que una de ellas se corresponde con un enterramiento en pithos empotrado en el muro de mampostería. Las cuatro restantes perte-

Esta situación cambia en los sectores 30, 31 y 46 localizados en el extremo SO del farallón, donde de nuevo aparecen restos deteriorados de zonas de hábitat. La roca aparece cortada creando una plataforma seccionada en su extremo sur por la cota de pendiente de la ladera. Bajo un nivel de derrumbes de piedra, se documentan dos áreas de ocupación diferenciadas. La primera, localizada en los sectores 30 y 31, aparece definida por varios hoyos de poste situados junto al corte de la roca (Fig. 5). La segunda, correspondiente al sector 46, presenta los restos de una tabicación de mampostería dispuesta de forma transversal al farallón y asociada, igualmente, a varios postes. Relacionada con la zona de hábitat de los sectores 30 y 31 se localizaron dos sepulturas en fosa. La primera (sep. 28) consiste en un enterramiento doble con un individuo adulto en posición flexionada y otro infantil, junto a un ajuar compuesto por dos vasijas cerámicas carenadas. De la segunda (sep. 29), sólo se ha conservado un conjunto óseo formado por los restos de varios huesos de extremidades.

Fig. 4. Sector de excavación 11. Área de hábitat y enterramientos asociados.

Desde el sector de excavación 11 en dirección NESO, siguiendo el farallón rocoso, las evidencias del poblado argárico prácticamente desaparecen. Solo entre los sectores 14 y 15 se documentan los restos mal conservados de un muro de mampostería que, junto con determinadas concentraciones de derrumbes, permite sugerir la expansión del asentamiento por los sectores 13, 14, 15 y 7. Sin embargo, en toda esta área sí que se han conservado en diferente grado hasta 6 sepulturas realizadas en fosas y, muy especialmente, en covachas que presentan un cierre de lajas o de muretes de mampostería.

Sobre el área de ocupación de los sectores 30 y 31 se documentaron varias vasijas cerámicas relacionadas formalmente con la presentación y consumo de alimentos y bebidas3 (Fig. 5). Destacan un plato casi completo de perfil semiesférico y borde biselado, varios vasos semiesféricos con el borde recto o ligeramente entrante y un cuenco de tendencia

3 Aunque escasos, no ha sido posible localizar en el Museo Arqueológico de Granada los materiales relacionados con los sectores de excavación 30, 31 y 46, a excepción de un vaso con decoración campaniforme que forma parte de la exposición permanente del museo. Por tanto, la valoración de este espacio se ha realizado a partir de la documentación de campo y del análisis de materiales realizado por los/as arqueólogos/as responsables de la intervención para los informes y memorias de excavación.

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Fig. 5. Área de hábitat de los sectores de excavación 30 y 31.

parabólica y fondo plano (Fig. 6: 1, 2, 5 y 6). Especial mención requieren las cerámicas con decoración campaniforme. Se trata de un pequeño cuenco completo de base plana, paredes de tendencia globular y borde entrante. Presenta toda la superficie exterior decorada con un cuerpo central de líneas en zigzags delimitado por franjas horizontales que dejan dos estrechas bandas en el borde y fondo decoradas con intervalos de rayas verticales (Fig. 6: 3). Todos los motivos fueron realizados con impresión a peine. Esta técnica y el motivo en zigzags se repiten en la superficie exterior de otro fragmento perteneciente igualmente a la pared de un cuenco (Fig. 6: 4). La asociación de elementos materiales pertenecientes a tradiciones culturales diversas, caso de las cerámicas con decoración campaniforme y platos de borde biselado, por un lado, y de vasijas de tipología argárica junto a enterramientos individuales bajo las unidades de habitación, por otro, nos enfrentan a contextos culturales que pueden definirse como híbridos. La alejada situación de la vega de Granada respecto a las áreas nucleares argáricas de la depresión de Vera y valle del Guadalentín junto a su localización en el límite y frontera de la teórica área de expansión argárica, debió favorecer una importante diversidad cultural donde serían habituales los fenómenos de hibridación con diferente intensidad y persistencia temporal.

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Efectivamente, la aparición de formas culturales híbridas es un fenómeno recurrente en La Edad del Bronce de la vega de Granada y zonas serranas que la circundan. Este es el caso de asentamientos como las Peñas de los Gitanos donde conviven platos de borde biselado con vasijas carenadas y grandes orzas de perfil ovoide en momentos antiguos de la Edad del Bronce (Arribas Palau y Molina González, 1979) o el poblado del cerro del Molino del Tercio donde coexisten cerámicas con decoración campaniforme y vasijas de tipología argárica (Molina Fajardo et al., 1980). En el cerro de la Encina, yacimiento argárico por excelencia de toda esta comarca, también se documentan los platos de borde biselado junto a cerámicas de tipología argárica (Aranda Jiménez, 2001). Esta misma asociación se repite en contextos funerarios como la sepultura 11 del Pantano de Los Bermejales (Arribas Palau y Ferrer Palma, 1997) o en la cercana cueva de la Paloma (Martínez Fernández et al., 1979). Aunque fragmentarias y mal conservadas, las evidencias de hábitat documentadas en el cerro de San Cristóbal permiten plantear la existencia de un pequeño poblado que podría haber alcanzado 0,6 Has de extensión. Su localización en un altozano en plena vega de Granada se aleja del patrón clásico de época argárica aproximándose a los denominados poblados de llanura. Por su parte, la documentación de contextos materiales híbridos sitúa a estos pobla-

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Fig. 6. Vasijas cerámicas del área de hábitat de los sectores de excavación 30 y 31 (1-6) y ajuares de las sepulturas 6 (7-9) y 7 (10-13).

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dos dentro de un panorama cultural caracterizado por la diversidad de tradiciones que se entremezclan en complejas prácticas sociales.

/$6 6(38/785$6 $5* 5,&$6 En el cerro de San Cristóbal se han documentado 14 sepulturas que siguen el patrón característico de las sociedades argáricas. Una de ellas, localizada en la ladera oeste junto al talud del camino que atraviesa el yacimiento, fue expoliada aunque sus características generales y ajuar funerario fueron posteriormente publicados (Fresneda Padilla et al., 1987-88). Las 13 restantes proceden de las campañas de excavación objeto del presente trabajo. En 9 casos se trata de inhumaciones individuales y en 4 de enterramientos dobles. El tipo de sepultura dominante es la covacha, aunque también se han documentado enterramientos en fosa y en urna cerámica. Los ajuares funerarios varían entre las sepulturas que no poseen ningún elemento hasta aquellas otras que incorporan varias vasijas cerámicas y objetos de metal. En términos generales, el conjunto antropológico presenta una conservación deficiente con un alto índice de fragmentación que dificulta su adscripción anatómica4. En total se han identificado un número mínimo de 17 individuos de los que 3 son niños/as, 5 mujeres y 4 varones5. El resto se corresponde o bien a individuos alofisos o a restos antropológicos no localizados en el Museo Arqueológico de Granada6. Desde una perspectiva paleopatológica no se han observado evidencias de traumatismos, hiperostosis porótica, patologías degenerativas o máxilo-dentales. A continuación se presentan las principales características de cada una de las sepulturas identificadas7.

covacha abierta en la matriz geológica que presenta varias lajas de piedra como parte de su cierre. Se han conservado los restos óseos articulados de los miembros inferiores de un individuo posiblemente adulto. Desafortunadamente, los restos antropológicos no han sido localizados en los fondos del Museo Arqueológico de Granada. El ajuar funerario aparece compuesto por 3 elementos. El primero se corresponde con una hoja de metal, de forma triangular, 10,5 cm de longitud y 3 remaches para el enmangue de los que solo se han conservado 2 (Fig. 6: 8). El análisis de composición de uno de ellos muestra que se trata de cobre sin que se hayan detectado restos ni de arsénico ni de estaño. El segundo es una pulsera/brazalete de bronce compuesta por un hilo abierto, de doble vuelta, sección ovalada y diámetro aproximado de 5 cm (Fig. 6: 9). Un vaso cerámico carenado de superficies bruñidas, que le confiere un intenso brillo, completa el ajuar (Fig. 6: 7). 6(38/785$ Se sitúa en el sector de excavación 11 asociada a un muro de mampostería que delimita una de las áreas de hábitat anteriormente descritas. Consiste en la única sepultura en pithos documentada en el yacimiento. Su grado de conservación es deficiente ya que la vasija apareció fragmentada, habiendo desaparecido parte del recipiente cerámico y de los restos antropológicos que contenía. La urna funeraria presenta un perfil ovoide con paredes irregulares que recuerdan a los pithoi del poblado de Gatas caracterizados por diversas anomalías en su manufactura (Colomer i Solsona, 2005). Presenta el labio decorado con incisiones, las superficies alisadas y una doble línea de mamelones troncocónicos situados a intervalos regulares junto al borde y cerca de su base.

6(38/785$ Se localiza en el sector de excavación 7 junto al farallón rocoso. Se trata de una sepultura en

Asociados a esta vasija cerámica se documentaron al menos dos individuos cuyos restos se conservaban en su mayor parte desarticulados. El primer conjun-

4 Los intentos de datación radiocarbónica de restos antropológicos han sido infructuosos debido a la ausencia de suficiente colágeno en los huesos. 5 En la clasificación de sexo, edad y caracteres métricos se han seguido los procedimientos descritos por autores como Martin (1957), Ferembach et al. (1979), Isçan (1989) y Byers (2002). 6 Se trata de las sepulturas 5, 9 y 12. 7 Se ha mantenido la numeración de sepulturas asignadas durante el proceso de excavación. Solo la número 8 se ha dividido en las 4 sepulturas que la componen.

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to incluye un fragmento de la regiĂłn sinfisaria de la mandĂ­bula con mentĂłn de forma parabĂłlica, dos M3 inferiores con desgaste leve, un M2 inferior con desgaste moderado y un fragmento de corona de un premolar inferior. Asimismo, figuran restos Ăłseos de clavĂ­cula, cĂşbito, radio y tibia y fragmentos de costilla. Tanto la forma del mentĂłn como el tamaĂąo de los fragmentos conservados y grosor cortical sugieren que se trata de un individuo de sexo femenino cuya edad podrĂ­a estar comprendida entre los 20 y 30 aĂąos. El segundo individuo aparece representado por un fragmento de hemimandĂ­bula derecha que conserva in situ las raĂ­ces de los molares deciduales y las coronas no emergidas de los dos primeros molares permanentes. SegĂşn el mĂŠtodo de Ubelaker (1989), tendrĂ­a una edad de 4 aĂąos + 12 meses. El ajuar cerĂĄmico aparece compuesto por un vaso de fondo plano, cuerpo cilĂ­ndrico, paredes gruesas y superficies alisadas e irregulares, y por un cuenco de tendencia semiesfĂŠrica y borde recto del que cuelgan a modo de decoraciĂłn pequeĂąos mamelones troncocĂłnicos (Fig. 6: 10 y 11). Una cuenta de collar realizada en hueso y un anillo/pendiente de bronce, consistente en un hilo abierto de secciĂłn circular, completan el ajuar (Fig. 6: 12 y 13).

mentado los restos de cuatro remaches de cobre arsenicado, dos de ellos unidos, que presentan secciones circulares (Fig. 8: 1).

Fig 7. Sepultura 8.1.

6(38/785$ 6(38/785$ Bajo el piso del årea de habitación del sector 11 se documentan 4 enterramientos en fosas parcialmente superpuestas. El primero de ellos se corresponde a un individuo articulado en posición flexionada y decúbito lateral izquierdo (Fig. 7). Se ha conservado un fragmento mandibular con mentón parabólico y estrecho donde se aprecian los alvÊolos de los cuatro incisivos y canino derecho, perdidos post mortem, y los restos de las raíces de los tres molares. Las clavículas son gråciles y de pequeùas dimensiones. Los húmeros no muestran seùales de desarrollo muscular y sí de perforación olecraniana. Los radios y cúbitos son igualmente gråciles y sin evidencias de desarrollo muscular. Los fÊmures tienen pilastra dÊbil y son platimÊricos y las tibias resultan platicnÊmicas. Tampoco se aprecian marcas de desarrollo muscular en los huesos de los miembros inferiores. Se trata de un individuo femenino adulto cuya estatura, establecida a partir del húmero izquierdo (Steele y McKern, 1969), oscilaría, según el mÊtodo empleado, entre el 1,52 m (Mendonça, 2000) y el 1,55 m (Trotter-Gleser, 1958). Como ajuar sólo se han docu-

Bajo el enterramiento anterior se documentan dos inhumaciones en fosa separadas por una alineaciĂłn de mamposterĂ­a que las individualiza (Fig. 4). La primera de ellas se corresponde con un individuo en posiciĂłn decĂşbito lateral derecho y flexionado. Sus restos aparecen representados por la sĂ­nfisis, cuerpo y rama mandibular izquierda, un fragmento de clavĂ­cula, ambas diĂĄfisis humerales, fragmentos de ambos radios y cĂşbitos y parte del coxal derecho. La mandĂ­bula es pequeĂąa y grĂĄcil, tiene la rama estrecha y el ĂĄngulo gonĂ­aco abierto. Conserva in situ los dos primeros molares, con desgaste moderado en el M1 y leve en el M2. En la cara vestibular del M2 se aprecia un defecto en el esmalte que se hubiera convertido en una caries en caso de que el individuo hubiera sobrevivido. El grado de desgaste sugiere una edad entre 20 y 30 aĂąos. Los huesos son pequeĂąos y grĂĄciles y no muestran seĂąales de modificaciones en las entesas. La cresta ilĂ­aca del coxal estĂĄ perfectamente soldada y aparece un fuerte desarrollo del surco preauricular. Todos estos rasgos indican que se trata de un sujeto de sexo

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Fig. 8. Ajuares funerarios de las sepulturas 8.1 (1), 8.2 (3, 4, 7 y 8), 8.3 (2), 8.4 (5 -6), 9 (10-11) y 10 (12-13).

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femenino. El ajuar aparece compuesto por un punzĂłn de bronce (Fig. 8: 4) y 4 cuentas de collar realizadas en concha y localizadas junto al crĂĄneo. Se trata de conchas de origen marino: dos cipraea (Fig. 8: 5 y 8), una fragmento de bivalvo posiblemente del gĂŠnero glycymeis (Fig. 8: 9) y un molusco gasterĂłpodo (Fig. 8: 7). 6(38/785$ Separado por una hilada de mamposterĂ­a se documenta una segunda inhumaciĂłn en una posiciĂłn fuertemente flexionada en decĂşbito lateral izquierdo (Fig. 4). El conjunto antropolĂłgico aparece formado por fragmentos de diĂĄfisis de hĂşmeros, cĂşbitos, radios, fĂŠmures y tibias. En el hĂşmero se aprecian marcas de modificaciones en las entesas de los mĂşsculos pectoral y redondo menor. El cĂşbito derecho tiene marcada la cresta del mĂşsculo supinador y aparecen evidencias de modificaciones en las entesas sobre la lĂ­nea ĂĄspera del fĂŠmur. El fuerte desarrollo muscular unido a las dimensiones de los fragmentos conservados (AlemĂĄn et al., 1997), permite deducir que se trata de un individuo adulto de sexo masculino. Como ajuar se documenta una vasija cerĂĄmica localizada sobre el propio individuo. Se trata de un vaso con carena situada en su tercio superior y superficies fuertemente bruĂąidas (Fig. 8: 2).

LĂĄm. 2. LĂĄmina de metal. Ajuar funerario de la sepultura 8.4. Foto: Miguel Ă ngel Blanco de la Rubia.

6(38/785$ Bajo los dos individuos anteriores aparece el primero de los enterramientos de la secuencia de inhumaciones descrita. Se trata de un individuo en posiciĂłn fuertemente flexionada del que se han conservado restos fragmentarios de clavĂ­culas, hĂşmeros, cĂşbitos, radios, coxal, fĂŠmures y peronĂŠs. Los huesos son grĂĄciles y de tamaĂąo pequeĂąo y no aparecen signos indicativos de desarrollo muscular. Los escasos datos mĂŠtricos observables indican que pertenecen al sexo femenino (AlemĂĄn et al., 1997). El ajuar aparece formado por una cuenta de collar realizada en piedra y una pieza metĂĄlica en bronce que posee una forma excepcional entre los ajuares funerarios argĂĄricos (Fig. 8: 3 y 6). Se trata de una lĂĄmina de forma aproximadamente rectangular, de 7,5 cm de longitud y 2,5 cm de anchura mĂĄxima, con las esquinas redondeadas en uno de sus extremos y un ligero estrechamiento en su zona central (LĂĄm.

2). El Ăşnico objeto de caracterĂ­sticas formales parecidas se documentĂł entre los ajuares de la sepultura megalĂ­tica Llano de la Gabiarra 86 (Gor, Granada), como parte de las prĂĄcticas de reutilizaciĂłn de estos espacios funerarios en ĂŠpoca argĂĄrica (Aranda JimĂŠnez, 2012). En este caso, se trata de una lĂĄmina de forma igualmente rectangular con suave estrechamiento de su zona central aunque a diferencia de la pieza del cerro de San CristĂłbal presenta en uno de sus extremos dos remaches de plata (Leisner y Leisner, 1943; Montero, 1994). Junto a los restos antropolĂłgicos de estos cuatro individuos aparecen varias piezas dentales sueltas que no han podido adscribirse con seguridad a ninguno de ellos. TambiĂŠn se documenta un primer incisivo y un canino inferiores deciduales que por el grado de osificaciĂłn de las raĂ­ces corresponderĂ­an a un individuo de 3 a 4 aĂąos (Ubelaker, 1989).

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6(38/785$ Se sitúa en el sector de excavación 13 junto a la sepultura 17. Consiste en una covacha que presenta como cierre los restos de un murete de mampostería. Los restos antropológicos están formados por un conjunto de esquirlas que no han sido localizadas en el Museo Arqueológico de Granada. El ajuar funerario aparece formado por una vasija carenada de medianas dimensiones y superficie exterior fuertemente bruñida, y por un hoja de cobre arsenicado de 13,7 cm de longitud que presenta varios fragmentos de tejido adheridos (Fig. 8: 10 y 11). La empuñadura, conservada solo parcialmente, presenta dos orificios para los remaches. 6(38/785$ Fue localizada en el sector de excavación 14 junto al farallón rocoso. Se trata de una covacha abierta en la matriz geológica que presenta como cierre los restos de un muro de mampostería. Se han conservado los restos muy fragmentados de las extremidades inferiores de un individuo del que no ha sido posible obtener información de sexo, edad o patologías. Como ajuar, se documentaron dos vasijas cerámicas carenadas que difieren en el tamaño y situación de la

carena (Fig. 8: 12 y 13). La primera se corresponde con un vaso de pequeñas dimensiones y carena baja, y la segunda con una vasija de mayores dimensiones y carena a media altura. En ambos casos el cuerpo inferior es de tendencia semiesférica, el cuerpo superior troncocónico, los bordes curvos y salientes y las superficies bruñidas. 6(38/785$ Se localiza en el sector de excavación 15 y consiste en una sepultura en covacha realizada sobre el farallón rocoso con varias lajas de piedra a modo de cierre (Fig. 9). Contiene dos inhumaciones, una de ellas se corresponde con un individuo en conexión anatómica, flexionado y en posición decúbito lateral derecho, y un segundo individuo completamente desarticulado. El material antropológico se encuentra ilocalizable en los fondos del Museo Arqueológico de Granada. No obstante, a partir de la información gráfica, y para el individuo que mantiene la conexión anatómica, se ha podido establecer que se trata de un varón adulto que presenta entosofitos marcados en la tubiosidad tibial izquierda. El ajuar funerario aparece compuesto por dos objetos metálicos, ambos de cobre arsenicado, y dos vasijas cerámicas (Fig. 10: 1, 2, 3 y 4). Se trata de un punzón de 4,5 cm de longitud y sección cuadrangular en el extremo proximal y circular en el distal, una hoja metálica de 6,5 cm de longitud y dos remaches para el enmangue, y dos vasijas carenadas a media altura y con sus superficies bruñidas. 6(38/785$ Se localiza en el sector de excavación 13 junto a la sepultura 9. El tipo de sepultura es una covacha de la que se ha conservado como cierre un muro de 2 m de longitud y tres hiladas de mampostería. En su interior se documenta un enterramiento individual en posición flexionada y decúbito lateral izquierdo. El conjunto antropológico aparece compuesto por fragmentos de cráneo, fémur, tibia y radio y cúbito derechos, que corresponden a un individuo masculino y de edad adulta. No se ha identificado ningún tipo de patología.

Fig. 9. Sepultura 12.

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El ajuar aparece formado por una hoja de cobre arsenicado, de forma triangular, 12,5 cm de longitud y dos remaches para el enmangue (Fig. 11: 1). Otro

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Fig. 10. Ajuares funerarios de las sepulturas 12 (1-4) y 17 (5).

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elemento singular de este yacimiento consiste en la documentaciĂłn de un conjunto de 83 barritas de cobre cuyas dimensiones oscilan en torno a 1 cm de longitud y sus secciones son mayoritariamente circulares, aunque tambiĂŠn aparecen formas cuadrangulares (Fig. 10: 5). Una de sus caracterĂ­sticas principales es su forma de clavo o tachuela con un extremo puntiagudo, que aparece habitualmente doblado o fragmentado, y un extremo proximal aplanado, probablemente resultado del golpeo para su fijaciĂłn. Por sus propiedades formales, estos pequeĂąos clavos posiblemente formaron parte de algĂşn objeto realizado en material orgĂĄnico como el cuero o la madera (LĂĄm. 3). 6(38/785$ Se localiza en el testigo existente entre los sectores de excavaciĂłn 11 y 13. Se trata de una covacha cerrada con un murete de mamposterĂ­a del que se conservan 3 hiladas. Aparece un individuo flexionado y en posiciĂłn decĂşbito lateral derecho. El conjunto Ăłseo analizado estĂĄ formado por fragmentos de bĂłveda craneal y de diĂĄfisis de hĂşmero, radio, fĂŠmur, tibia y peronĂŠ. Las paredes del crĂĄneo son de media-

no espesor y los fragmentos de hueso no poseen una cortical gruesa. Posiblemente se trate de un individuo de sexo femenino. Restos de un segundo individuo quedan limitados a varios fragmentos de la bĂłveda craneal. Como ajuar funerario se identificaron 2 vasijas cerĂĄmicas correspondientes a un cuenco de perfil semiesfĂŠrico y borde entrante, y a un vaso carenado a media altura y superficies bruĂąidas (Fig. 11: 3 y 4). 6(38/785$ Se sitĂşa en el sector 30 asociada a la zona de hĂĄbitat descrita en el apartado anterior. Consiste en una sepultura en fosa con restos Ăłseos muy degradados y erosionados de un individuo que, no obstante, aparece parcialmente articulado. Se han identificado fragmentos de diĂĄfisis de hĂşmeros, cĂşbitos, radios, fĂŠmures, tibias y peronĂŠs que no permiten la obtenciĂłn de ningĂşn carĂĄcter mĂŠtrico. El grosor cortical se corresponde a un sujeto de sexo masculino. Por otra parte, tambiĂŠn se han documentado fragmentos de una bĂłveda craneal correspondiente a un sujeto Infantil I (0-6 aĂąos de edad). Dos vasijas cerĂĄmicas con carena a media altura y superficies bruĂąidas

LĂĄm. 3. Conjunto de 83 clavos localizados como parte del ajuar de la sepultura 17. Foto: Miguel Ă ngel Blanco de la Rubia.

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Fig. 11. Ajuares funerarios de las sepulturas 17 (1), 18 (3-4) y 28 (2-5).

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componen el ajuar (Fig. 11: 2 y 5). Una de estas cerámicas tiene la particularidad de poseer un asa de cinta de sección ovalada que arranca del borde. 6(38/785$ Se localiza en el sector de excavación 31 y al igual que la sepultura anterior se relaciona con las evidencias de ocupación de esta zona. Se trata de un enterramiento en fosa del que se recuperó un conjunto de esquirlas óseas muy degradadas donde se identifica un fragmento de tercio superior de diáfisis femoral. Por las características generales, podría tratarse de un individuo juvenil de sexo indeterminado o de una mujer adulta. No aparece ningún elemento de ajuar asociado.

&$5$&7(5,=$&, 1 '( /26 $-8$5(6 0(7 /,&26 El conjunto de ajuares metálicos del cerro de San Cristóbal ha sido objeto de una línea de investigación

Signatura

Tipo

Sep.

Long. cm. 10,5

OSC7004_R1

Remache

6

OSC7002

Brazalete

6

OSC11006

Anillo

7

OSC11010

Remaches

8.1

OSC11017

Punzón

8.2

Diám. cm.

específica que ha consistido en la caracterización del proceso de producción mediante la combinación de las siguientes analíticas: isótopos de plomo (IPb), análisis de composición, metalografías y microdureza. A continuación se presentan los resultados de las 3 últimas técnicas quedando pendiente los análisis de isótopos, actualmente en proceso de realización. Se han muestreado todas las piezas a excepción de una hoja de metal en mal estado de conservación (Fig. 6: 8) y del conjunto de 83 clavos (Fig. 10: 5) se han seleccionado 4 ejemplares, dos con terminación en punta, uno con la punta doblada y otro con ambos extremos doblados y apariencia de grapa (Tab. 1). Los análisis de composición se han realizado mediante Espectrometría de Masas con Fuente de Plasma Acoplada Inductivamente de Sector Magnético y Colector simple (ICP-SFMS) en los laboratorios del centro de investigación "Arqueología y Ciencia de los Materiales" del Deutsches Bergbau-Museum de Bochum (Alemania)8. En el caso de los remaches de varias hojas de metal (Figs. 6: 8; 10: 2 y 11: 1), y de dos de los clavos muestreados (Fig. 10: 5), la compo-

Peso gr.

As

Sn

Secuencia

HV

21,5

nd

nd

F+FF FF

170

7,1

0,42

5,59

F+FF+R

108

2,3

0,01

4,47

F+FF+R+FF +FF

183

2

2,38

tr

F+FF FF

158

5,5

1,4

0,01

6,63

F+FF+R+FF FF

198

4,4/4,6

4,8

OSC11015

Raspador?

8.4

7,5

14,9

0,87

4,91

F+(FF+R+FF)

150

OSC13001_H

Puñal 2R

9

13,7

34,8

6,47

tr

F+FF+R+FF FF

196

OSC15014_H

Puñal 2R

12

6,5

14,4

3,51

tr

F+FF

151

OSC15014_R

Remache

12

2,98

nd

F+FF

127

OSC15013

Punzón

12

4,5

1,3

4,08

tr

F+FF+R+FF FF

200

OSC13005_H

Puñal 2R

17

12,5

48

5,05

tr

F+FF+R+FF FF

186

OSC13005_R

Remache

17

4,30

nd

F+FF+R+FF FF

142

OSC13006_71

Clavo

17

1

1,22

tr

F+FF+(R+FF)

144

OSC13006_15

Clavo

17

1

1,29

tr

F+FF+(R+FF)

134

OSC13006_37

Clavo

17

1

F+FF+(R+FF)

146

OSC13006_60

Grapa

17

1

F+FF

116

Tab. 1. Resultados de los análisis de los objetos de metal. La composición aparece en % en peso normalizado. F=Fundición, FF=Forja en frío y R=Recocido. Los paréntesis indican que la intensidad de trabajo ha sido leve y la negrita que ha sido intensa. 1 Los resultados analíticos se refieren a uno de los remaches y las medidas al puñal completo. 2 4,8 g es el peso de los 4 remaches juntos.

8 Los análisis de ICP-SFMS fueron realizados por el Dr. Michael Bode utilizando un espectrómetro Thermo Scientific ELEMENT XR (para profundizar en la metodología véase Renzi et al., 2012).

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ID OSC 13005

Ag

Sn

Sb

Te

Au

Pb

Bi

Hg

P

S

Fe

Co

Ni

Zn

As

Se

0,0401 0,0006 0,0008 0,0005 0,0019 0,0076 0,0532 0,0001 0,0001 0,0001 0,0001

0,0000

0,0006 0,0002 5,0567

0,0017

OSC 13001

0,0067 0,0002 0,0041 0,0006 0,0012 0,0083 0,0026 0,0001 0,0001 0,0220 0,0000

0,0003

0,0186 0,0000 6,4774

0,0007

OSC 11015

0,0315 4,9136 0,0255 0,0005 0,0025 0,0280 0,0220 0,0001 0,0004 0,0185 0,0000

0,0005

0,0315 0,0001 0,8754

0,0018

OSC 11010

0,0322 0,0007 0,0332 0,0001 0,0007 0,0069 0,0119 0,0001 0,0006 0,0028 0,0003

0,0000

0,0035 0,0000 2,3898

0,0014

OSC 15014

0,1001 0,0003 0,0108 0,0001 0,0008 0,0098 0,0403 0,0001 0,0001 0,0001 0,0167

0,0000

0,0018 0,0001 3,5151

0,0016

OSC 7002

0,0337 5,5899 0,0143 0,0003 0,0029 0,1395 0,0047 0,0001 0,0099 0,0450 0,0076

0,0011

0,0143 0,0003 0,4236

0,0008

OSC 11006

0,0781 4,4745 0,0003 0,0002 0,0003 0,0105 0,0002 0,0001 0,0003 0,0091 0,0001

0,0000

0,0028 0,0001 0,0120

0,0049

OSC 11017

0,1158 6,6320 0,0017 0,0004 0,0011 0,0420 0,0026 0,0001 0,0066 0,1791 0,0001

0,0004

0,0081 0,0010 0,0107

0,0075

OSC 15013

0,0642 0,0016 0,0041 0,0001 0,0004 0,0134 0,0209 0,0001 0,0002 0,0154 0,0000

0,0000

0,0011 0,0003 4,0817

0,0022

OSC13006_71 0,1117 0,0093 0,0570 0,0001 0,0024 0,0169 0,0106 0,0001 0,0547 0,0072 0,0001

0,0000

0,0152 0,0013 1,2298

0,0010

OSC13006_15 0,0969 0,0014 0,0535 0,0001 0,0022 0,0249 0,0094 0,0001 0,0360 0,0318 0,0757

0,0000

0,0143 0,0014 1,2924

0,0007

Tab. 2. Resultados ICP-SFMS. Los datos se presentan en % en peso, normalizado a 100%.

ID

Fe

Ni

Cu

Zn

As

Ag

Sn

Sb

Pb

OSC15014_R

nd

nd

97,01

nd

2,98

nd

nd

nd

nd

OSC13005_R

nd

nd

95,7

nd

4,3

nd

nd

nd

nd

OSC7004_R

nd

nd

100

nd

nd

nd

nd

nd

nd

OSC13006_37

nd

nd

98.9

nd

1.09

nd

nd

nd

nd

OSC13006_60

nd

nd

98,9

nd

1,09

nd

nd

nd

nd

Tab. 3. Resultados XRF. Los datos se presentan en % en peso, normalizados a 100%.

sición se determinó mediante Fluorescencia de Rayos X por Energía Dispersiva (ED-XRF) en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid), utilizándose un espectrómetro METOREX X-MET 920MP con detector de Si (Li) y fuente de Americio 241 (para cuestiones metodológicas véase Rovira Llorens et al., 1997). Para el estudio metalográfico, las muestras se embutieron en bloques de resina epoxi y se pulieron a 0,25 μm siguiendo el procedimiento convencional. Se atacaron con una solución de cloruro férrico y ácido clorhídrico y se observaron con el microscopio óptico Leica DMLM. En el análisis de microdureza se utilizó un microdurómetro REMET HX1000, ambos estudios fueron realizados en el Instituto de Historia, CCHS-CSIC, Madrid9. $1 /,6,6 '( &20326,&, 1 En las tablas 2 y 3 se presentan los resultados de la composición elemental de los objetos analizados por

ICP-SFMS y por ED-XRF respectivamente. Cuatro piezas son de bronce (Figs. 6: 9 y 12; 8: 4 y 6) y el resto de cobre arsenicado, a excepción de un remache correspondiente a la hoja metálica documentada en la sepultura 6 (Fig. 6: 8), en el que no se detectó ni arsénico ni estaño. Las piezas de bronce presentan bajos contenidos en Sn que oscilan entre el 4,5% y 6,6%, lo cual no les aportaría una dureza superior a las de los cobres arsenicados, aunque sí modificaría de forma apreciable su aspecto visual al atenuar el característico color rojizo del cobre hacia tonalidades más plateadas conforme aumenta el contenido en estaño, frente a las más doradas de los cobres arsenicados (Murillo-Barroso et al. e. p). Por su parte, la media de arsénico de los cobres tampoco es excesivamente alta, un 3,5%. Sin embargo, es significativo que las piezas con contenidos de arsénico por encima de la media son las tres hojas metálicas y un punzón,

9 Para cuestiones metodológicas de metalografía y microdureza véase Scott, 1991 y Rovira Llorens y Gómez Ramos, 2003.

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mientras que las piezas con cantidades por debajo de la media son todas remaches o clavos, con la excepción del remache del puñal de la sepultura 17 (Fig. 11: 1) con un 4,3% de As. También es igualmente relevante que el contenido de arsénico en los bronces no llega al 1% mientras que en el de los cobres es generalmente superior, por lo que cabría plantear la posibilidad de que se estuvieran utilizando mineralizaciones de cobre diferentes para la elaboración de los bronces. Sin embargo, el análisis Cluster y de Componentes Principales de los elementos traza no agrupa a los bronces de forma diferenciada, lo que sería esperable (Fig. 12). Un primer grupo, con valores medios de la mayoría de las trazas, concentra a 5 objetos entre los que se encuentra uno realizado en bronce. El segundo grupo, formado por los dos clavos analizados, presentaría cantidades más elevadas de Fe, Zn, P, Ag y Sb. Un punzón de bronce (Fig. 8: 4) con niveles altos de S y Se, y un brazalete, también de bronce (Fig. 6: 9), caracterizado por índices elevados de Co, Pb, Ni y Au, y bajos de Ag quedarían sin agrupar. El grupo 5 estaría formado por dos piezas (Fig. 8: 11 y 6), una de ellas de bronce, con valores medios de la mayoría de las trazas aunque ligeramente más elevados de Co, Au, Ni y Pb (Tab. 4). Sin embargo, a excepción de los clavitos que se separan más claramente del resto

CONGLOMERADO 1

2

3

Puntua(Ag)

-.64707

.85085

1.34928

-.81585

Puntua(Sb)

-.85254

1.66256

-.80959

-.20825

Puntua(Te)

1.16311

-.88396

.65134

.13957

Puntua(Au)

.44506

.77143

-.42528

1.53297

Puntua(Pb)

-.52871

-.07994

.36363

2.89280

Puntua(Bi)

2.18686

-.40318

-.80529

-.68111

Puntua(P)

-.53591

1.42545

-.18079

-.00050

Puntua(S)

-.58440

.03312

2.90250

.29025

Puntua(Fe)

-.39917

2.93365

-.39917

-.06853

Puntua(Co)

-.59641

-.59641

.54455

2.54121

Puntua(Ni)

-.99040

.42836

-.21371

.42836

Puntua(Zn)

-.44625

1.81933

1.06414

-.25745

Puntua(Se)

-.24082

-.71386

2.50282

-.66656

Tab. 4. Análisis Cluster de los elementos traza.

158

4

Fig. 12. Análisis de Componentes Principales de los elementos traza de las piezas metálicas del cerro de San Cristóbal.

(Fig. 12), no parecen identificarse agrupamientos claros, y dado el número tan reducido de casos, habrá que esperar a los resultados de los análisis de isótopos de plomo para ver si esas diferencias en las trazas se corresponden con el uso de minerales de procedencias diferentes. Otra posibilidad para explicar los bajos índices de As en los objetos de bronce podría relacionarse con una tecnología de manufactura que favoreciera la volatilización del arsénico. El bronce puede obtenerse de tres formas posibles: mediante la fundición de cobre y estaño metálicos, mediante la correducción de minerales de cobre y estaño, o mediante la cimentación de cobre metálico y casiterita. Estas dos últimas opciones se han documentado en otras zonas de la Península Ibérica mediante el estudio de las escorificaciones (Rovira Llorens, 2007). Si en el caso argárico, el bronce se elaborara a partir de la cementación de cobre metálico y casiterita, sin llegar a un control completo de las condiciones reductoras, implicaría una doble exposición del cobre al calor, al elaborar el cobre metálico y al reducirlo con el estaño, incrementándose, de esta forma, las posibilidades de pérdida de arsénico. Sin embargo, la posibilidad de correducción de minerales no puede descartarse, por lo que serán futuros análisis de escorias de bronce los que podrán aclarar este aspecto tecnológico.

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$1 /,6,6 0(7$/2*5 ),&26 La mayoría de las piezas, el 62,5% de la muestra, se elaboraron mediante largas cadenas de trabajo con sucesivas etapas de forja en frío, recocido, y terminadas con una fase final de forja (Tab. 1). 5 muestras, el 31,25%, fueron elaboradas siguiendo una sencilla cadena de trabajo mediante un sólo episodio de martilleado, a excepción del brazalete elaborado con una primera fase de martilleado y una fase final de recocido. En la lámina 4 se presentan algunos ejemplos de las microestructuras resultantes. La totalidad de los objetos que poseen un carácter fundamentalmente utilitario, como medios de trabajo, presentan un episodio final de martilleado lo que favorece una mayor dureza del metal. De los dos objetos de naturaleza ornamental analizados, el bra-

Lám. 4. Microestructuras de las cadenas operativas. A) Fundición y forja en frío. Sección metalográfica de remache de hoja metálica (Fig. 10: 2) 100X; B) Fundición, forja en frío y recocido de la sección del brazalete (Fig. 6: 9) 200X y C) Fundición, forja en frío, recocido y forja en frío. Sección de hoja metálica (Fig. 8: 11). Nótense las bandas horizontales brillantes resultado del enriquecimiento de arsénico 500X.

zalete fue elaborado con una fase final de recocido que le restaría dureza, aunque le aportaría ductilidad y maleabilidad, lo que facilitaría la deformación plástica para elaborar la espiral. El segundo de los objetos, correspondiente formalmente a un anillo, supone una excepción dentro del patrón observado en la asociación entre la naturaleza ornamental o utilitaria de los objetos y la cadena operativa utilizada en su manufactura (Murillo-Barroso et al., e. p.) En este caso, el anillo presenta una fase final de forja intensa que le confiere una gran dureza y escasa maleabilidad, lo que supone unas propiedades poco deseables para un objeto ornamental. De entre los objetos metálicos estudiados destaca por su singularidad el conjunto de 83 clavos (Fig. 10: 5) y la lámina metálica de forma aproximadamente rectangular (Fig. 8: 6). Los clavos muestreados presentan una cadena operativa larga, aunque la última fase de martilleado seguramente corresponda al golpeo para su fijación. En el caso de la pieza con los dos extremos doblados y apariencia de grapa, se observa cómo las impurezas aplastadas siguen el perfil de la pieza de forma paralela al borde, lo que indicaría que se elaboró mediante un trabajo de martilleado. En los clavos se diferencian dos planos en los que se ejerció la fuerza, tal y como se observan en la disposición de las maclas y las líneas de deslizamiento resultado del trabajo en frío: paralelas al borde del clavo, especialmente en su extremo puntiagudo (Lám. 5 A), o perpendiculares en su extremo proximal (Lám. 5 B).

Lám. 5. Sección metalográfica de uno de los clavos (Fig. 10: 5). Las maclas y bandas de deslizamiento aparecen de forma paralela al borde de la pieza, tanto en la punta del clavo (A) como en la cabeza (B), perpendiculares al plano desde el cual se ejerce la fuerza para apuntarlo primero y clavarlo después.

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a deformarse por completo; sin embargo, fue suficiente para conseguir un endurecimiento sustancial tal y como confirman los análisis de microdureza que llegan a alcanzar valores de hasta 230HV en uno de sus extremos. El endurecimiento de los bordes y el desgaste de la pieza en su zona central permiten plantear como posible función la de raspador o curtidor, quizás relacionado con el trabajo del cuero. No obstante, la excepcionalidad de este tipo de piezas complica sustancialmente su valoración más allá de su significado ritual como parte de ajuares funerarios. (678',26 '( 0,&52'85(=$

Lám. 6. Sección metalográfica del ‘raspador’. A) Nótese como se aprecia la estructura dendrítica a consecuencia de un enfriamiento lento (X50). B) Zona central de la pieza (X500). C) Extremo de la pieza X500. Nótese cómo en el extremo de la pieza pueden diferenciarse los granos del recocido y las maclas de un trabajo en frío.

En el caso de la lámina metálica de forma aproximadamente rectangular y un ligero estrechamiento en su zona central (Fig. 8: 6), presenta una microestructura dendrítica consecuencia del colado del metal en un molde y un enfriamiento lento lo que ha dado tiempo suficiente al crecimiento de los granos metálicos ˞ (en amarillo claro en la lám. 6 A). Si se observa la pieza con mayor grado de detalle, a 500x, frente a su zona central donde solo se puede distinguir una estructura dendrítica (Lám. 6 B), en sus extremos se identifican granos de recocido maclados por una forja en frío previa y, en la zona más exterior, una última fase de forja en frío (Lám. 6 C). Así pues, el trabajo de acabado se limitó únicamente a los bordes de la pieza que fueron endurecidos pero sin llegar a configurar un filo cortante. El trabajo de recocido y forja en frío de los bordes no debió ser muy intenso ya que la estructura dendrítica no llegó

160

La dureza media de los objetos oscila entre 108HV del brazalete y 200HV de uno de los punzones, siendo este tipo de objetos los que presentan los valores más altos. En cuanto a la relación entre el contenido en arsénico o estaño y la dureza de las piezas, no existe una correlación clara (Fig. 13). Aunque en el cerro de San Cristóbal se aprecia la tendencia a que objetos con un contenido en arsénico o en estaño superior tengan también una mayor dureza, sin embargo, en las piezas de hasta un 4% de arsénico existe un solapamiento, así, piezas con algo más del 4% de As pueden tener una dureza similar a piezas con poco más del 1% As. En el caso de los objetos de bronce el solapamiento es aún más pronunciado, por ejemplo, una de las piezas con cerca del 5,5% Sn tiene una dureza considerablemente inferior a una de 4,5% de Sn. Analizados de

Fig. 13. Valores medios de microdureza de los bronces y cobres arsenicados.

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forma conjunta, cobres arsenicados y bronces mantienen durezas análogas con proporciones similares de una u otra aleación, incluso en objetos con poco más de un 1% de As se obtienen durezas similares a las de piezas con cerca del 5% de Sn. Como se ha planteado en otro trabajo (Murillo-Barroso et al., e. p.), la dureza final de los objetos posee una mayor relación con la última fase de la cadena productiva (forja o recocido) y con la intensidad de la misma que con el contenido de arsénico o estaño. Si se analiza la relación entre la dureza de las piezas y su tipología (Tab. 5), los punzones (199HV) y los puñales (177HV) son lo que poseen una microdureza media superior (Lám. 7), aunque con una importante diferencia ya que mientras que la desviación estándar de los punzones suele ser baja (entre 5 y 9 Std), la de los puñales es muy elevada (entre 20 y 30 Std) debido a que los filos están generalmente endurecidos, lo que provoca una mayor variabilidad. Precisamente, en la figura 14 se observa cómo las medidas de microdureza que se toman en el filo de los puñales son generalmente más altas (188 y 232HV), reduciéndose a medida que nos acercamos a la zona interior, donde se documentan los valores más bajos (127-164HV). En el caso de la pieza de forma rectangular o “raspador” (Fig. 8: 6) la muestra analizada consiste en una sección transversal que permite observar respecto a su zona central un endurecimiento considerable de ambos extremos, si bien en uno de ellos es más acusado que en el otro, lo que

Fig. 14. Endurecimiento de los filos de los puñales y del ‘raspador’. Los valores que se representan son la media de 3 ejes longitudinales de medidas.

además es consistente con el análisis metalográfico que muestra una intensidad mayor de trabajo en un filo que en otro. Teniendo en cuenta esta variabilidad, la dureza media de los filos de los puñales (206HV) sería la más elevada del conjunto (Tab. 5). Este patrón también se mantiene si incluimos los datos de otros yacimientos como el cerro de la Encina o Peñalosa, aunque la dureza media de los punzones del cerro de la San Cristóbal es considerablemente superior que la del conjunto de los tres yacimientos.

CSC

Puñales

CSC+CE+PÑ

HV

As+Sn

178 (206)

5,01

Puñales

199

5,36

Punzones

Punzones

HV

As+Sn

171 (207)

4,72

163

2,67

Remaches

142

2,33

Remaches

146

3,06

Adornos

145

5,24

Adornos

115

3,83

Tab. 5. Valores medios de HV y composición por tipos. En los puñales, se dan entre paréntesis los valores medios de los filos. La composición en % en peso. CSC=Cerro de San Cristóbal, CE=Cerro de la Encina y PÑ=Peñalosa.

',6&86, 1 La información proporcionada por el cerro de San Cristóbal refuerza la relevancia que para las sociedades argáricas posee un tipo de poblado de pequeñas dimensiones, localizado sobre suaves lomas y en entornos especialmente aptos para el desarrollo de prácticas agrícolas. La ocupación de la fértil vega de Granada se realizó a partir de pequeñas aldeas, situadas en las zonas de contacto con la llanura aluvial, que se alejan del clásico patrón argárico de asentamientos en cerros elevados donde se enfatiza la dimensión paisajística, caso del cercano cerro de la Encina. Aunque fragmentarias y mal conservadas, las evidencias de hábitat permiten reconocer un área de poblado caracterizada por construcciones que se adosan a un farallón rocoso al que se asocian, igualmente, diversas sepulturas siguiendo la norma típica de las sociedades argáricas. Quizás el elemento más destacado sea la zona de hábitat que presenta elementos materiales resultado del contacto entre formas culturales diversas. Un tipo de contexto que puede definirse como híbrido y que es habitual en diferentes poblados y necrópolis de la vega de Granada. La diversidad de tradiciones que se entre-

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Lám. 7. Conjunto de hojas metálicas pertenecientes al cerro de San Cristóbal. Foto: Miguel Ángel Blanco de la Rubia.

mezclan en complejas prácticas culturales parece convertirse en uno de los elementos que definen a los grupos sociales que ocupan las comarcas más occidentales de la teórica área de expansión argárica (Aranda Jiménez, 2012). Posiblemente, la información más completa provenga de las 14 sepulturas documentadas, de las que procede un número mínimo de 17 individuos de ambos sexos y diferentes edades. En cuanto al tipo de sepultura, disposición de las inhumaciones y características de los ajuares funerarios en nada difiere de yacimientos clásicos argáricos, especialmente, por su cercanía, del cerro de la Encina (Aranda Jiménez et al., 2008). Quizás, el elemento más relevante sea la ausencia de materiales que tradicionalmente han sido considerados por su valor social como indicadores de alto estatus y jerarquización. Especialmente significativa es la ausencia entre los ajuares cerámicos de las clásicas copas y entre los metálicos de los objetos de adorno realizados en oro y, fundamentalmente, plata. Si se compara esta situación con la del cerro de la Encina, del que dista 4,5 km en línea recta, se constatan importantes diferencias en la cantidad y naturaleza de sus ajuares. Así, en el cerro de la Encina se documentan

162

ricos ajuares que se asociarían a grupos familiares de elevando estatus social, ausentes en el cerro de San Cristóbal cuyas sepulturas evidencian unas asimetrías sociales mucho menos pronunciadas. Por su parte, el análisis específico de los ajuares metálicos permite profundizar en uno de los temas principales de discusión en la historiografía reciente, la metalurgia argárica. La aportación probablemente más relevante sea la relación entre la dureza final de las piezas y las etapas finales de la cadena productiva (forja o recocido). Aunque la muestra es pequeña, se observa un cierto grado de conocimiento y control de las técnicas de manufactura que suponen el empleo generalizado del recocido que permite sucesivas fases de forja y un mayor endurecimiento que afecta especialmente a punzones y puñales. Esta relación, confirmada con muestras más amplias (Murillo-Barroso et al., e. p.), cuestiona que la incorporación de la aleación de cobre y estaño suponga una mejora en las propiedades físicas o mecánicas. Efectivamente, los análisis de microdureza realizados muestran la inexistencia de correlación entre objetos manufacturados en cobre arsenicado o bronce y su dureza.

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Si el bronce no se incorpora a la metalurgia argárica por sus mejores propiedades mecánicas ¿Cuáles pudieron ser las razones para su adopción? Tal y como se ha plateado en otro trabajo con mayor profundidad (Murillo-Barroso et al., e. p.), hay que considerar que la aleación de bronce se utiliza preferentemente en objetos de adorno que verían de esta forma modificado su color hacia tonalidades más plateadas, lo que pudo ser una propiedad deseada a partir de un determinado momento que coincide con el desarrollo de los adornos en plata. Además, la escasez de estaño en el sureste peninsular añade, igualmente, un mayor valor social a los objetos realizados con esta materia prima. Ambos aspectos pudieron ser determinantes en el cambio tecnológico que supone la adopción de la aleación de bronce.

127$ El presente trabajo ha sido realizado por el grupo de Investigación “GEA. Cultura material e identidad social en la Prehistoria Reciente en el sur de la Península Ibérica” (HUM-065) en el marco del proyecto de investigación I+D+i “El contexto social de consumo de alimentos y bebidas en las sociedades de la Prehistoria Reciente del sur peninsular” (HAR2009-07283).

%,%/,2*5$) $ ALEMÁN, I., BOTELLA, M. y RUIZ, L. (1997): “Determinación del sexo en el esqueleto postcraneal: estudio de una población mediterránea actual”, Archivo Español de Morfología 1(2), pp. 69-84. ARANDA JIMÉNEZ, G. (2012): “Against Uniformity Cultural Diversity: The “Others” in Argaric Societies”, (Cruz Berrocal, M., García Sanjuán, L. y Gilman, A. Eds.), The Prehistory of Iberia: Debating Early Social Stratification and the State, Routledge. ARANDA JIMÉNEZ, G. (2001): El análisis de la rela-

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EL YACIMIENTO ARGÁRICO DEL CERRO DE SAN CRISTÓBAL (OGÍJARES, GRANADA)

Vasija cerámica con decoración campaniforme procedente del cerro de San Cristóbal. Foto: Miguel Ángel Blanco de la Rubia.

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Punta de flecha de tipo “mailhaciense� de El Calvari.


ESTUDIOS

EL COBRE DE LINARES (JAÉN) COMO ELEMENTO VINCULADO AL COMERCIO FENICIO EN EL CALVARI DE EL MOLAR (TARRAGONA)

(/ &2%5( '( /,1$5(6 -$e1 &202 (/(0(172 9,1&8/$'2 $/ &20(5&,2 )(1,&,2 (1 (/ &$/9$5, '( (/ 02/$5 7$55$*21$

Ignacio Montero-Ruiz1, Núria Rafel2, M. Carme Rovira3, Xosé-Lois Armada4, Raimon Graells5, Mark Hunt6, Mercedes MurilloBarroso1, Martina Renzi1 y Marta Santos3

5HVXPHQ El yacimiento de El Calvari (El Molar, Tarragona), fechado entre finales de la Edad del Bronce y la I Edad del Hierro, ha proporcionado diversos objetos de base cobre y algún resto de fundición. El yacimiento se localiza junto a las minas de galena (no argentífera) y de cobre dentro del distrito Molar-Bellmunt-Falset (MBF). Los análisis de isótopos de plomo de materiales relacionados con la metalurgia del plomo señalan su explotación en este periodo. Sin embargo, ninguno de los objetos de base cobre (ni del poblado ni de la necrópolis) se puede relacionar con el aprovechamiento de minerales locales. La mayor parte del metal se identifica con una procedencia del área minera de Linares, y en menor medida con minas en la provincia de Almería. En el artículo se discuten los argumentos a favor de un comercio de metal, ya sea de lingotes o de objetos acabados, vinculado a la actividad comercial fenicia en el noreste de la Península Ibérica.

3DODEUDV FODYH Arqueometalurgia, I Edad del Hierro, Análisis de Isótopos de plomo, Análisis XRF, Comercio fenicio, Lingotes de cobre, Bronce plomado.

&233(5 )520 /,1$5(6 -$e1 $6 $ &200(5&,$/ ,7(0 ,1 7+( 3+2(1,&,$1 75$'( 1(7:25.6 $7 (/ &$/9$5, '( (/ 02/$5 7$55$*21$

$EVWUDFW The settlement and the necropolis of El Calvari (El Molar, Tarragona), dated between the end of the Late Bronze Age and the Early Iron Age, provided various copper-based objects and melting wastes. The archaeological site is located in a mining district, the Molar-Bellmunt-Falset (MBF) area, which presents rich deposits mainly of non-argentiferous lead and copper. Lead isotope analyses performed on some lead-based materials recovered from El Calvari show that these mines were already being exploited at this time. However, lead isotope analyses of the copper-based metals indicate that neither the ones from the site nor those from the necropolis can be related to local mineral resources. Indeed, a great part of these items originates from the Linares mines (Jaén) and, in a smaller part, from mines in the Almería province. In this paper we will discuss arguments supporting the possibility of import of ingots or of finished objects as part of the Phoenician trade in northeastern Iberia.

.H\ZRUGV Archaeometallurgy, Early Iron Age, Lead Isotope Analysis, XRF Analysis, Phoenician Trade, Copper Ingots, Leaded Bronze. 1

Instituto de Historia (CCHS-CSIC). [ignacio.montero@cchs.csic.es], [mercedes.murillo@cchs.csic.es], [martina.renzi@cchs.csic.es] Universitat de Lleida. [nrafel@historia.udl.cat] 3 Museu d’Arqueologia de Catalunya. [macdocumentacio1@gencat.ca], [msantosr@gencat.cat] 4 Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit)-CSIC. [xose-lois.armada@incipit.csic.es] 5 Römisch-Germanisches-Zentralmuseum (RGZM). [graells@rgzm.de] 6 Universidad de Sevilla. [mhunt@us.es] 2

Recibido: 08/01/2012; Aceptado: 30/07/2012

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IGNACIO MONTERO-RUIZ ET AL.

,1752'8&&, 1 Las redes comerciales generadas por la presencia colonial fenicia en la Península Ibérica fueron complejas y se desarrollaron a diferentes niveles. Por un lado deben valorarse las relaciones entre Oriente y Occidente del Mediterráneo que guían el proceso de colonización y en el que la mayoría de los autores acepta que las materias primas metálicas jugaron un papel esencial. En la articulación de esa relación Oriente-Occidente tienen especial importancia las relaciones que los distintos enclaves coloniales en la Península mantienen entre sí. Una perspectiva complementaria se centra en la interacción de las colonias con su entorno con el fin de abastecerse de las materias primas demandadas en Oriente, pero también de otros elementos vitales para su propia subsistencia o para el desarrollo de su actividad productiva. No hay que olvidar la necesidad de mantener estables y favorables unas relaciones políticas con el entorno indígena al que suministran productos demandados para cubrir el intercambio. Por último, deben tenerse en cuenta los mecanismos y redes de comercio que mantienen entre si los grupos locales, ya sea a corta, media o larga distancia y que pueden ser previos a la colonización o haberse creado al amparo de la nueva situación. Definir la dirección de esos flujos comerciales y los elementos que participan en ellos no es una tarea sencilla. En una mayoría de casos son los recipientes cerámicos, tanto anfóricos para transporte de materias, como la vajilla de lujo, los elementos que se manejan para definir esas relaciones. Junto a la identificación de producciones importadas en recipientes de vajilla fenicios, griegos o etruscos, los estudios sobre las pastas cerámicas se han centrado en definir áreas productivas que permitan identificar la procedencia de los restos cerámicos más comunes recuperados en los yacimientos arqueológicos. En este terreno se han conseguido algunos avances en lo referente a la caracterización de las producciones anfóricas, aunque todavía queda mucho camino por recorrer. En el caso de la presencia de cerámicas fenicias en Cataluña, al margen de las primeras valoraciones de

Maluquer de Motes (1968), las excavaciones llevadas a cabo entre 1986 y 1988 en Aldovesta (Benifallet, Tarragona) significaron una inflexión en el sentido de poner de manifiesto su calado y señalar que fueron vehiculadas por las comunidades indígenas (Mascort et al., 1991). Se localizaron en este asentamiento más de un 50% de producciones torneadas alóctonas, entre las que destacaban las ánforas fenicias Vuillemot R-1 (principalmente de tipo Ramón T10121). Se trataba de producciones procedentes, en su mayor parte, del llamado “Círculo del Estrecho”, con sus características pastas esquistosas y su coloración bícroma en sección. No obstante, las investigaciones de los años 1990 a 1998 en el yacimiento del Barranc de Gàfols (Ginestar, Tarragona), en la zona del Bajo Ebro, aportaron, además de materiales del Círculo del Estrecho, materiales fenicios o “de tipo fenicio” o “protoibéricos”, un tipo de producciones desconocidas hasta la fecha en Cataluña (Sanmartí et al., 2000). En los años siguientes, otros yacimientos empezaron a proporcionar producciones cerámicas, especialmente anfóricas, de tipos que parecían afines a algunos de los documentados en Barranc de Gàfols, pero sin ser iguales: así, por ejemplo, en el asentamiento de Sant Jaume Mas d’en Serrà (Alcanar) (García Rubert y Gracia, 2002), en el del Turó de El Calvari de Vilalba dels Arcs (Diloli et al., 2005) o en el de El Calvari del Molar (Rafel y Armada, 2005), todos en las comarcas meridionales catalanas. A partir del examen visual no parecía posible identificar claramente afinidades que permitieran la clasificación en grupos de producción. Sin embargo, sí se constató que, cuando menos algunos de ellos, correspondían a producciones que, hasta la fecha, no se habían documentado en la isla de Ibiza. A ello siguió el esfuerzo por parte de algunos de estos grupos de investigación para caracterizar arqueométricamente esos materiales, siempre con el objetivo de identificar áreas de producción. El resultado de los análisis ha descartado la producción local; no obstante, de momento no han permitido ir mucho más allá de proponer la identificación de grupos cuyas afinidades tecnológicas y, sobre todo, composicionales, parecen corresponder a sendos focos de producción y de identificar en algún caso posibles centros de manufactura concretos (como cerro del Villar y Toscanos para algunos ítems de El Calvari de El Molar)1, o bien

1 Buxeda, J. y Madrid, M. (2011): Caracterització arqueomètrica de les ceràmiques fenícies dels jaciments del Coll del Moro i del Calvari del Molar. Informe del projecte FBG 302401. Inédito.

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EL COBRE DE LINARES (JAÉN) COMO ELEMENTO VINCULADO AL COMERCIO FENICIO EN EL CALVARI DE EL MOLAR (TARRAGONA)

áreas geográficas de producción determinadas en base a la comparación de componentes con la estructura geológica de las áreas potencialmente productoras. Éste último sería el caso de los resultados del amplio muestreo analítico realizado sobre materiales de Barranc de Gàfols, algunos de los cuales fueron atribuidos a un área de producción situada entre Granada y Murcia, a causa de la presencia de rocas metamórficas como desgrasante (Sanmartí et al., 2000: 160-161 y 231-232). A pesar de los interrogantes que aún subyacen, estos estudios ponen de manifiesto que los elementos fechables en la primera mitad del siglo VII ANE (e, incluso, finales del VIII ANE) proceden en su gran mayoría del Círculo del Estrecho. Las producciones de tipo fenicio más recientes que se documentan en Cataluña (segunda mitad del siglo VII e inicios del VI ANE) ofrecen un panorama de una gran diversificación de producciones, conectando en cierto modo con la proliferación de alfares que en este momento se registra en el sur peninsular. Entre estas producciones hay al menos algunas que no se identifican en la isla de Ibiza. Las vías de distribución resultan algo más complejas de lo que en los primeros años de estudios sobre el tema se había supuesto (Ramón et al., 2011; Rafel et al., en prensa). Sin embargo, en este artículo nuestro interés se centra en los metales. Hasta la fecha la argumentación sobre la importación o circulación de objetos se ha basado principalmente en la tipología, con las posibles limitaciones informativas que subyacen a esta aproximación cuando se trata de elementos cotidianos o de morfología simple (Montero Ruiz, 2002). Más recientemente, gracias a los análisis de isótopos de plomo, se ha empezado a abordar el tema de la procedencia de los metales con mayores posibilidades, aunque no siempre exento de problemas y con resultados a veces poco concluyentes. En los últimos años los autores de este artículo nos hemos centrado en su utilización para comprender el fenómeno de la presencia de elementos del comercio fenicio en la desembocadura del Ebro y, por extensión, en el cuadrante NE de la Península (Rafel et al., 2008, 2010). Las investigaciones realizadas han tenido uno de sus ejes centrales en el yacimiento de El Calvari (El Molar, Tarragona) ubicado en un importante distrito minero, el del Molar-

Bellmunt-Falset (MBF), que cuenta con recursos minerales de cobre, plomo y plata. Durante el final del Bronce Final y los inicios de la Primera Edad del Hierro, el control territorial del distrito minero de MBF se articuló en torno a dos yacimientos principales –El Calvari de El Molar y Puig Roig– localizados en las cercanías de las minas y próximos al curso del río Ebro, que constituiría la principal vía de conexión de los productos comercializados. De ellos es El Calvari el que parece tener el papel principal en el control y gestión de los trabajos mineros (Rafel et al., 2010). El yacimiento de El Calvari de El Molar está formado por un poblado y una necrópolis. La necrópolis fue completamente excavada en 1930 por Vilaseca (1943), mientras que las excavaciones en el poblado, aunque iniciadas en ese mismo momento, se han desarrollado principalmente desde 2001 a 2011 (Rafel, 2000; Rafel et al., 2003; Armada et al., 2005; Rafel y Armada, 2005; Rafel et al., 2010). Las distintas excavaciones llevadas a cabo en el conjunto han proporcionado una cronología de finales del siglo IX al siglo VI ANE para la necrópolis y de siglo VIII a mediados del siglo VI ANE para el poblado, aun cuando en la mayor parte de este último subsisten sólo los niveles correspondientes a la última fase de ocupación del mismo, fechable entre finales del siglo VII y el 550 ANE. Una relativa cantidad de escorias ha sido recuperada en distintas estancias y áreas del poblado. Todas ellas se vinculan con la obtención de plomo a partir de la reducción de galena (Gener Moret et al., 2007). También se han identificado algunos fragmentos de galena y goterones de plomo metálico. Los testimonios de actividad metalúrgica de base cobre son bastante más escasos y se reducen a dos restos de fundición, como se describirá más adelante. Tampoco el número de objetos de metal recuperado es elevado. A lo largo de las diferentes campañas apenas se han registrado una quincena de objetos, a los que hay que sumar unas pocas piezas de las excavaciones de Vilaseca. La escasez de materiales en general y de metales en particular se debe a que el poblado fue abandonado. Los metales en la necrópolis son más abundantes y han sido objeto de descripciones más detalladas que los del poblado (Vilaseca, 1943; Castro Martínez, 1994).

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IGNACIO MONTERO-RUIZ ET AL.

(/ &2%5( (1 (/ ',675,72 0,1(52 02/$5 %(/0817 )$/6(7 La zona forma parte de las cordilleras costeras catalanas y se compone de un basamento hercínico cubierto por materiales del Mesozoico y Cenozoico. Encajadas en las rocas paleozoicas (pizarras) se encuentran las vetas mineralizadas principalmente de plomo, pero también hay presencia de minerales de plata, cobre y zinc (Canals y Cardellach, 1997). Las minas más importantes de este tipo son de Oeste a Este: Linda Mariquita, Raimunda, Jalapa, San José Norte y Regia. El yacimiento de El Calvari, se sitúa en el extremo occidental del distrito, en el límite de la moderna concesión minera de Linda Mariquita y a una distancia lineal de 500 metros de los filones cupríferos más próximos, pertenecientes a dicha concesión. Existen también mineralizaciones filonianas enclavadas exclusivamente en rocas sedimentarias, como en el caso de las minas Eugenia, Renania, Cros-Rich y Ramona (Crespo y Michel, 1980: 143). Existe abundante información geológica e histórica sobre los minerales y minas de la zona (MartínezElcacho, 2004; Abella i Creus, 2008). La galena destaca por su bajo contenido en plata. La media de 270 ppm Ag publicada a partir de 33 muestras en Montero et al. (2008: 297), es actualmente de 218 ppm Ag tras ampliar el muestreo a un total de 46 fragmentos de galena. Estos contenidos de plata en el plomo nos indican que su aprovechamiento hasta época moderna sólo pudo estar dedicado al plomo.

En cuanto al cobre, tema central de este artículo, podemos señalar que aparece con cierta abundancia tanto en la mina Linda Mariquita, próxima a El Calvari, como en la mina Ramona o Barranco Hondo cercana a Puig Roig. Abella i Creus (2008) cita la presencia de varias especies minerales de cobre en estas minas del distrito MBF, y especialmente en Linda Mariquita donde describe un filón de tenantita. Este mineral pertenece al grupo de las sulfosales (Cu,Ag,Fe,Zn)12As4S13, también denominado cobre gris; se caracteriza por la presencia de arsénico y en determinadas variedades incorpora plata, zinc o hierro. Con menor frecuencia que la tenantita, se han identificado minerales carbonatados (azurita y malaquita), arseniatos (olivenita) y sulfuros (calcosina). En las prospecciones de campo realizadas por nosotros, además de las galenas se recogieron minerales de cobre (Lám. 1), que han sido analizados por espectrometría de fluorescencia de rayos X (ED-XRF) para una primera identificación de los elementos presentes. Es de destacar el contenido de arsénico, especialmente alto en la muestra PA11996, lo que indica que puede tratarse de un arseniato como la olivenita en el que la proporción Cu/As es cercana a 1/1, o la muestra PA11568 más parecida a la proporción de una clinoclasa (proporción Cu/As=3/1). Otro elemento común en estos minerales de cobre es el plomo y también su elevado contenido en plata, que va desde las 1.000 ppm (0,1% Ag) a más de 10.000 ppm (1% Ag), mucho más elevada que la cantidad detectada en las galenas de la zona. De manera menos regular se detecta antimonio, zinc o níquel (Tab. 1).

Nº analis.

Lám. 1. Muestras de minerales de cobre recogidas en la mina Linda Mariquita.

170

Fe

Ni

Cu

Zn

As

Ag

Sn

Sb

Pb

PA10483

0,89

0,14

86,2

Nd

4,38

0,114

0,12

0,15

8,02

PA11568

1,42

0,02

23,0

0,24

6,13

0,194

0,16

0,43

0,20

PA11996

nd

0,37

35,5

1,18

49,1

0,429

0,47

3,94

3,36

PA13799

1,09

nd

24,0

nd

3,10

0,216

0,10

0,22

1,99

PA13800

0,36

nd

9,0

nd

0,95

0,110

0,05

0,04

2,05

PA13802

1,77

nd

21,6

nd

nd

0,45

0,03

0,08

2,57

Tab. 1. Análisis XRF de minerales de la mina Linda Mariquita. Valores expresados en % peso, no normalizados a 100 %. Se considera únicamente la fracción metálica del compuesto en el área analizada (nd= no detectado; límites de detección para todos los elementos 0,01%, excepto Ag y Sb que es 0,001%).

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EL COBRE DE LINARES (JAÉN) COMO ELEMENTO VINCULADO AL COMERCIO FENICIO EN EL CALVARI DE EL MOLAR (TARRAGONA)

Nº Análisis

Isótopos

Objeto

Zona

Fe

Ni

Cu

Zn

As

Ag

Sn

nd

79,2

nd

nd

0,360

8,6

PA7637

Brazalete

P

4760

0,49

nd

85,2

nd

PA7646

Fíbula (frag.)

P

5054

0,36

0,25

82,9

nd

PA7647

Brazalete decorado

N

5052

0,15

nd

89,2

nd

nd

X

PA11567

4762

0,11

Punta aletas

PA10907

P

Nº Inventario

PA7635

Sb

Pb

Bi

1,234 10,6

nd

nd

0,094 13,1 0,157 1,19

nd

nd

0,048 16,1 0,034 0,25

nd

0,009 10,7

nd

Punta flecha

P

CVM02-54-8

0,08

nd

91,1

nd

0,19

Sulfuro de cobre

P

CMV01-31

3,63

0,06

34,5

nd

0,25

nd

8,2

nd

nd

0,060 0,40

nd

0,046 0,03 0,022 0,63

nd

PA12792

X

Brazalete sogueado

N

CMV06-sup

0,59

nd

82,9

nd

nd

0,066 10,4 0,071 6,04

nd

PA12793

X

Aguja fíbula

N

CMV06-sup

0,74

nd

78,8

nd

nd

0,058 11,3 0,034 9,10

nd

PA12794

X

Cadena eslabones

N

CMV06-sup

0,68

nd

80,1

nd

nd

0,026 13,8

nd

PA12929

Fíbula doble resorte (frag.)

N

CMV06-sup

0,15

nd

88,0

nd

nd

0,068 10,5 0,144 1,12

nd

PA12930

Brazalete sec. Rectangular

N

CMV06-sup

0,14

nd

80,3

nd

nd

0,080 11,2 0,017 8,17

nd

Punta flecha aletas

P

CVM06-209

0,11

nd

73,7

nd

nd

0,068 11,0 0,087 15,1

nd

Resorte fíbula

N

CMV06-sup

0,24

nd

88,1

nd

nd

0,109 10,6 0,070 0,88

nd

Resto fundición

P

CMV08-316-60

0,49

nd

88,2

nd

nd

0,124

0,045 4,07

nd

PA12932

X

PA12933 PA13568

X

PA13572

7,1

nd

5,40

Botón

P

CMV08-310-44

0,36

nd

87,5

nd

nd

0,108 10,5 0,223 1,29

nd

Brazalete sec. Cuadrada

P

CMV08-310-16

0,64

nd

86,1

nd

nd

0,234 10,9 0,212 1,81

nd

PA13574

Brazalete sec. Cuadrada

P

CMV08-310-17

0,31

nd

85,7

nd

nd

0,314 10,9 0,204 2,51

nd

PA13575

Brazalete sec. Cuadrada

P

CMV08-310-18

0,40

nd

85,0

nd

nd

0,341 11,3 0,326 2,66

nd

PA13576

Brazalete sec. Cuadrada

P

CMV08-310-19

0,43

nd

87,3

nd

nd

0,256

0,203 2,24

nd

PA13577

Brazalete sec. Cuadrada

P

CMV08-310-43

0,37

nd

86,8

nd

nd

0,257 10,3 0,214 2,03

nd

PA13578

Brazalete sec. Cuadrada

P

CMV08-310-42

0,49

nd

87,3

nd

nd

0,277

nd

PA13579

Frag. Lámina

P

CMV08-310-45

0,53

nd

85,3

nd

nd

0,144 13,8

PA20012

Gota fundición

P

CVM09-348-1

nd

0,10

69,1

nd

<0,2

SAM18189

Brazalete frag.

N

tr

0,06

nd

0,3

0,19

9,7

0,04

1,35

SAM18190

Brazalete frag.

N

tr

0,07

nd

0,28

0,23

10

0,04

2,1

PA13573

X

nd

9,5

9,4

27,5

0,304 2,19 nd

0,18

nd

<0,2

3,32

nd

Tab. 2. Análisis elemental de objetos de El Calvari (P= poblado; N= necrópolis). Valores expresados en % en peso. Análisis PA realizados mediante ED-XRF; análisis SAM realizados por OES. nd= no detectado; el límite de detección para todos los elementos en los análisis ED-XRF es 0,01%, excepto Ag y Sb que es 0,001%.

$1 /,6,6 (/(0(17$/ '( /26 2%-(726 '( (/ &$/9$5, Hace unos pocos años presentábamos un primer estudio con análisis de composición de materiales de El Calvari (Armada et al., 2005) que se ha ido completando con los elementos aparecidos en las nuevas campañas de excavación. En la actualidad el conjunto de objetos analizados es de 25, incluidos los 2 publicados en el proyecto de metalurgia europeo Studien zu den Anfängen der Metallurgie (SAM) (Junghans et al., 1974).De este grupo destacan dos conjuntos. Por un lado los fragmentos recuperados en la zona de necrópolis y por otro un pequeño

depósito que apareció en el extremo nororiental del poblado formado por 6 brazaletes de sección cuadrada, un botón y un fragmento de chapa rectangular con perforaciones. El resto de las piezas aparecen dispersas en distintas zonas del poblado. Los fragmentos de metal (brazalete sogueado, cadena y aguja de fíbula) recuperados en la necrópolis (Tab. 2) aparecieron en un contexto revuelto, sin vinculación a un o unos sepulcros determinados2. El conjunto de brazaletes, botón y lámina de bronce (Fig. 1) aparecieron agrupados, junto con un colgante de mármol, en un horizonte de ocupación (UEs. 304 y

2 Durante la campaña de excavación en el año 2006 unas lluvias torrenciales pusieron al descubierto algunos bronces en el borde de la cañada que atraviesa el conjunto de poblado y necrópolis. Se realizó una pequeña calicata en la que se recuperó el conjunto de bronces al cual pertenecen los aquí analizados.

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310) del ámbito CI. Dicho ámbito se sitúa en el extremo N-NE del yacimiento, en un pequeño barrio que constituye una ampliación erigida fuera de los muros de circunvalación que rodean el poblado en la última fase de ocupación de éste, entre finales del siglo VII y mediados del VI ANE. El hecho de que sobre los niveles de ocupación donde se exhumó el conjunto se documenten reparaciones constructivas del ámbito parece apuntar a una fecha entre finales del VII y mediados del VI ANE. El barrio extramuros al

que pertenece el ámbito CI presenta un trazado con orientaciones distintas al resto del poblado resultado de una adaptación a la topografía y a la curva del muro de circunvalación anterior a su construcción y se han podido identificar hasta la fecha dos ámbitos distintos, el que nos ocupa, CI, y el que hemos denominado C (Fig. 2). Su estado de conservación es bastante deficiente, afectado por su situación en fuerte pendiente y por el consiguiente vencimiento hacia el E-SE.

Fig. 1. Conjunto de brazaletes, botón y lámina de bronce aparecidos en las UEs. 304 y 310 del ámbito CI de El Calvari de El Molar.

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Los brazaletes corresponden a un tipo muy simple cuyo uso ocupa un amplio abanico cronológico que se inicia a mediados del siglo VIII ANE (Rafel, 1991: 118-127), por lo que tipológicamente hablando su valor cronológico es limitado. Se trata de piezas abiertas de sección cuadrangular con los extremos simplemente redondeados o ligeramente apuntados (Fig. 1). La chapa –cuya función no podemos determinar– es rectangular y presenta dos orificios en sus extremos. Finalmente, acompañaba a este conjunto un colgante de piedra de forma aproximadamente triangular, con cantos biselados y una perforación de suspensión. Entre los materiales analizados predominan los brazaletes, que constituyen casi la mitad (12) del muestreo, seguido por fíbulas (4) y puntas de flecha (3). De gran interés son los dos restos de fundición que señalan la presencia de actividades metalúrgicas en el poblado. Las piezas han sido analizadas por espectrometría de fluorescencia de rayos X (ED-XRF), salvo las muestras del SAM que se examinaron por espectrometría de emisión óptica (OES). Los resultados se presentan en la tabla 2 expresados como porcentaje en peso. Los objetos con número de inventario PA inferior a 10.000 se analizaron con el espectrómetro Kevex mod. 7000 y fuente de Am241 de 20mCi; los numerados entre el 10.000 y 20.000 con un espectrómetro Metorex también con fuente de Am241 de 20mCi –en ambos casos los espectrómetros disponí-

an de un detector de Si-Li–, y finalmente los superiores a 20.000 se han realizado con un equipo portatil (pXRF) INNOV-X Systems modelo Alpha equipado con tubo de rayos X, ánodo de plata, condiciones de trabajo: 35Kv, 2μA. Aunque los análisis se han realizado con tres equipos diferentes, todos ellos analizan un área grande de muestra (entre 25 y 80 mm 2) y se ha seguido en todos los casos los mismos procedimientos de preparación de muestra (Rovira Llorens et al., 1997) con eliminación mecánica de la patina. La compatibilidad de resultados se ha verificado no sólo mediante la calibración con el mismo conjunto de patrones certificados, sino también con algunos análisis de las mismas piezas arqueológicas. Esta comparación entre los análisis obtenidos con el Kevex y el Metorex puede verse en el trabajo de Montero Ruiz (2008). La principal diferencia de esos dos equipos con fuente de americio y los análisis más recientes con tubo de rayos X (INNOV-X) radica en una menor precisión de este último en la cuantificación de plata y antimonio, que no es posible valorar en porcentajes inferiores al 0,2%, mientras que anteriormente el límite de detección se encontraba en 10 ppp (0,001%). Los resultados permiten agrupar los materiales en función de la aleación en bronces binarios (10 piezas) y bronces plomados3 (> 2% Pb) (15 piezas). Los valores de estaño son muy similares en ambos tipos de aleación, con una media de 11,4% Sn y 11,7% Sn respectivamente. Estos valores corroboran una vez más que la adición de plomo al metal se produce en

Fig. 2. Planta del poblado de El Calvari de El Molar con indicación del lugar de hallazgo de los restos de fundición y el conjunto de brazaletes.

3 Dentro del Programa de Arqueometalurgia de la Península Ibérica hemos adoptado el límite del 2% Pb para considerar una aleación plomada. Entre otras razones para elevar este porcentaje la más importante es la dificultad en precisar el contenido en plomo en los metales de base cobre dada la formación de segregados y en consecuencia la aleatoriedad de su distribución en un área determinada, sobrevalorando su presencia. Fijando el 2% Pb confirmamos que el metal se encuentra presente en cantidades significativas en el metal.

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detrimento del cobre y no del estaño, como ya se ha señalado en otros yacimientos contemporáneos (Rovira Llorens, 1993). El valor medio del plomo es de 6,2% Pb (STD=de 4,7), lo que señala un predominio de aleaciones poco plomadas. Es de destacar la gran homogeneidad que presentan los 6 brazaletes del depósito con un valor medio de estaño de 10,4% Sn (STD=0,7) y plomo de 2,24% Pb (STD=0,31). Además todos presentan contenidos altos de plata (media de 0,280% Ag) y antimonio (media de 0,244% Sb). Esta homogeneidad en el metal es excepcional, incluso dentro de los depósitos metálicos del Bronce Final, y sugiere una misma procedencia y un trabajo con un metal de partida muy similar en todos ellos, por lo que podría sugerirse su manufactura en una misma colada. La metalografía de uno de los brazaletes nos indica que la pieza se realizó a partir de una varilla rectilínea colada en molde, que posteriormente fue curvada a martillo, en frío, y finalmente recocida a fuego. La imagen (Lám. 2) muestra un bronce recristalizado, maclado, de grano de tamaño relativamente fino y homogéneo, con abundantes impurezas azuladas de sulfuro de cobre. Algunos segregados de sulfuro muestran el característico aplastamiento por deformación mecánica. Estos moldes de varillas son conocidos en la I Edad del Hierro. Presentan una disposición en paralelo de varias de ellas en número variable, todas con groso-

Lám. 2. Metalografía del brazalete PA13573 (CMV08-310-16) que muestra una estructura de trabajo de forja en frío con recocido final.

res similares. La fundición a un tiempo de toda esta serie de varillas generaría una composición bastante homogénea en todas ellas. Un fragmento de este tipo de moldes se documentó en el vecino poblado de Puig Roig (Genera, 1995: 76, fig. 91) conservando la impronta de 5 varillas, cuya anchura encaja con el tipo de brazalete fino de este depósito de El Calvari. Aunque se encuentra fragmentado en su extremo, el desarrollo longitudinal de las varillas obtenidas en el molde sería ligeramente superior a los 12 cm, siendo el desarrollo longitudinal de los brazaletes de El Calvari de 12,3 cm. Otro molde que puede utilizarse como paralelo es el de Cortes de Navarra con 5 varillas en la valva (Rauret Dalmau, 1976).

Fig. 3. Gráfico bivariante mostrando la distribución de impurezas de plata y antimonio en los objetos de El Calvari.

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pieza singular desde el punto de vista de la composición es la punta de aletas y pedúnculo PA7635 que se diferencia de todo el conjunto de El Calvari por su elevada tasa de antimonio (1,2% Sb), acompañada también por un valor alto de plata (0,36% Ag) (Fig. 3).

Lám. 3. Restos de fundición recuperados en El Calvari de El Molar. A: PA13568 (CVM08-316-60); B: PA20012 (CVM09-348-1).

El botón (Fig. 1) encontrado junto a los brazaletes presenta una composición algo distinta con valores de plomo (1,29% Pb) y plata (0,108% Ag) más parecidos al resto de objetos del yacimiento. Por último, la lámina con perforaciones es claramente distinta en composición a los brazaletes ya que apenas lleva plomo (0,18% Pb) y no se detecta antimonio. En cuanto a las puntas de flecha, dos de ellas son de bronce plomado con porcentaje alto de plomo (> 10% Pb), y de bronce binario (8% Sn) la tercera. Esta última además muestra un patrón de impurezas diferente al resto de piezas, ya que en ella no detectamos plata pero si arsénico. El estudio tipológico de la pieza fue realizado con detalle en la publicación de Armada Pita et al. (2005: 145-148) destacando por su singularidad, lo que nos indujo a proponer una posible creación local sobre modelos orientales. Otra

De los restos de fundición, el PA13568 (CVM08-31660) (Lám. 3A) fue hallado en una estancia del poblado (el ámbito VIII) donde se ha podido documentar una estratigrafía que abarca desde el siglo VIII ANE hasta el final del asentamiento. Se exhumó en la UE 316, correspondiente a un nivel de preparación del primer pavimento de la habitación, que fechamos en el siglo VIII ANE. El otro se recuperó en el extremo noreste del asentamiento, en un sector abierto al lado de los ámbitos C y CI para tratar de documentar si continuaban las construcciones. Este segundo resto de fundición (PA20012/CVM09-348-1) (Lám. 3B) procede de la UE 348, un estrato bastante superficial y difícil de datar con precisión, pero que probablemente debamos encuadrar en la fase final del poblado (desde finales del siglo VII a mediados del VI ANE). Se trata en ambos casos de bronces. La muestra PA20012, una muy pequeña gota esférica, presenta altos contenidos de estaño (> 20% Sn) valor que está afectado por la patina ya que la superficie de análisis limpia era muy pequeña. La metalografía (Lám. 4A) muestra que no hay formación de fase delta y no hay segregados de plomo, por lo que se trata de un bronce binario con porcentaje de estaño inferior al 14% Sn. Su estructura dendrítica de crecimiento rápido hacia el interior de la esfera nos señala que se trataría de un resto de colada de fundición.

Lám. 4. Metalografías de los restos de fundición de El Calvari: A. PA20012 (CVM09-348-1) y B. PA13568 (CMV08-316-60) ambos con microestructura dendrítica de bruto de colada de enfriamiento muy rápido.

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La muestra PA13568, un bronce plomado, nos ha proporcionado el porcentaje de estaño más bajo de la serie de análisis (7,1% Sn). Esta composición podría entenderse como resultado de metal reciclado debido a que tanto el estaño como el plomo pierden presencia tras cada fundición de metal. El bajo contenido de antimonio en comparación con otros metales del yacimiento apoyaría esta interpretación. La metalografía (Lám. 4B) muestra un bronce con microestructura dendrítica de bruto de colada de enfriamiento muy rápido. Este enfriamiento rápido se produce en las gotas caídas al suelo durante el vertido de la colada a un molde. La forma aplastada de este resto encaja también con esta circunstancia de formación. El fragmento de mineral de cobre PA11567 (CMV0131) se identifica como un sulfuro y probablemente se trata de un fragmento desechado que acompañaba a la galena, ya que se recuperó con restos de escoria de plomo. Por el momento no podemos valorar su presencia como un elemento vinculado a una producción de cobre.

$1 /,6,6 '( ,6 72326 '( 3/202 Durante las investigaciones de estos últimos años tuvimos como objetivo caracterizar la composición isotópica de las mineralizaciones del distrito MBF. En la actualidad, disponemos de un total de 29 muestras (26 galenas, 1 cobre y 2 platas) analizadas por isótopos de plomo. La mayor parte de estos datos se encuentran publicados (Montero-Ruiz et al., 2009), aunque se han ido incorporando algunas muestras nuevas. Este conjunto de datos nos ha permitido definir el campo isotópico con cierta precisión. Dado que los restos de El Calvari vinculados a la explotación de plomo (galena, escoria y plomo) encajan dentro del campo isotópico definido para las minas del MBF (Montero Ruiz et al., 2008 y 2009), podemos confirmar indirectamente su explotación durante los siglos VIII-VI ANE. El campo isotópico del distrito MBF presenta algunas áreas de solapamiento con las minas de Linares (Jaén) y de la Sierra de Gádor (Almería); sin embargo es posible diferenciar cada una de ellas a partir de alguna o varias de las combinaciones

176

Fig. 4. Gráfico con los campos isotópicos definidos para el distrito minero de Molar-Bellmunt-Falset (MBF), Linares y sierra de Gádor.

bivariantes de las rationes representadas en las gráficas bivariantes, por lo que las asignaciones de procedencia al distrito MBF pueden realizarse con bastante probabilidad. En la figura 4 se representa la gráfica más discriminante con las zonas exclusivas de cada una de esas tres regiones. Todas las muestras (geológicas y arqueológicas) han sido analizadas con técnicas de alta precisión (TIMS o MC-ICP-MS) necesarias para poder conseguir una información comparable y minimizar los márgenes de error y de interpretación en la asignación a campos isotópicos de base geológica. La mayoría de ellas (gran parte de las geológicas y todas las arqueológicas que se presentan en este trabajo) se analizaron en el Laboratorio de Geocronología de la Universidad del País Vasco (Santos Zalduegui et al., 2004), y algunas de las muestras geológicas fueron analizadas en Alemania, en concreto en la Universidad de Münster (Renzi et al., 2009) y en el Curt-Engelhorn-Centre for Archaeometry de Mannheim (Niederschlag, 2003). En cuanto a los metales de base cobre de El Calvari se han analizado 8 objetos (Tab. 3). Los resultados obtenidos señalan claramente que ninguno de ellos puede relacionarse con los minerales del distrito MBF. Una de las piezas (la cadena de eslabones recuperada en el área de la necrópolis) presenta una signatura isotópica que permite relacionarla con las mineralizaciones del sureste peninsular (Murcia y Almería), aunque no coincide con ninguna de las minas hasta ahora caracterizadas. Sin embargo, se

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Fig. 5. Gráfico mostrando las ratios isotópicas de materiales del NE peninsular relacionados con mineralizaciones del SE.

Fig. 6. Gráfico mostrando las ratios isotópicas de los materiales de bronce de El Calvari y de otros objetos del NE relacionados con las minas de Linares (Jaén).

Yacimiento

Objeto

Inventario

208Pb/ 206Pb

207Pb/ 206Pb

206Pb/ 204Pb

207Pb/ 204Pb

208Pb/ 204Pb

El Calvari

Punta flecha

5051

2,1041

0,8562

18,268

15,642

38,439

El Calvari

Punta flecha

PA12932

2,1045

0,8565

18,257

15,638

38,423

El Calvari

Resto fundición

PA13568

2,1034

0,8561

18,247

15,622

38,383

El Calvari

Punta bronce

PA10907

2,1023

0,8557

18,265

15,629

38,399

El Calvari

Brazalete

PA13573

2,1026

0,8558

18,267

15,632

38,409

El Calvari (N)

Aguja Fibula?

PA12793

2,1041

0,8563

18,247

15,625

38,396

El Calvari (N)

Cadena Eslabones

PA12794

2,0800

0,8387

18,685

15,671

38,864

El Calvari (N)

Brazalete (Frag.)

PA12792

2,1016

0,8554

18,273

15,631

38,405

Vilanera

Hebilla

PA13012

2,1054

0,85687

18,25

15,637

38,423

Vilanera

Lanza

PA13007

2,1039

0,85613

18,275

15,646

38,450

Can Xac

Fíbula

CX 1012

2,103

0,85576

18,279

15,642

38,441

Can Roqueta

Lingote cobre

298-1-61

2,0727

0,8383

18,738

15,708

38,839

Tab. 3. Resultados de los análisis de isótopos de plomo realizados a materiales de El Calvari y del NE peninsular en el laboratorio de Geocronología de la Universidad del País Vasco. (N)= necrópolis.

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ajusta en todos los grĂĄficos bivariantes con los datos obtenidos para los minerales procesados en el yacimiento calcolĂ­tico de Almizaraque (AlmerĂ­a) (Fig. 5). Las otras siete piezas se sitĂşan en el campo isotĂłpico definido para Linares (Fig. 6). Estos metales encajan perfectamente en los distintos grĂĄficos bivariantes que representan las rationes isotĂłpicas de ese distrito minero y se sitĂşan prĂłximas entre sĂ­. La procedencia en algunas piezas podrĂ­a resultar dudosa entre la opciĂłn de Linares (JaĂŠn) o Valle de la Alcudia (Ciudad Real) debido al solapamiento parcial que se registra entre ambos campos isotĂłpicos. Sin embargo, la posiciĂłn mayoritaria de los metales de El Calvari cae fuera de esos solapamientos, por lo que la opciĂłn de Linares es mĂĄs probable que la del Valle de la Alcudia. En esta valoraciĂłn tambiĂŠn se ha tenido en cuenta la informaciĂłn de objetos de cobre de distintas etapas cronolĂłgicas que se relacionan con estas mineralizaciones del Valle de la Alcudia, y que se sitĂşan en posiciĂłn diferente a las de El Calvari. La posible relaciĂłn con minerales de cobre del distrito MBF estĂĄ completamente descartada ya que entre los minerales utilizados para definir el campo isotĂłpico se encuentra un mineral de cobre de Linda Mariquita. AdemĂĄs un mineral de cobre en ganga carbonatada (tenorita segĂşn el anĂĄlisis de difracciĂłn de rayos X) recuperado en el yacimiento de Turo del Avenc del Primo (Bellmunt del Priorat), que fechamos en los siglos X-IX ANE (Rafel y Armada, en prensa), tambiĂŠn se sitĂşa dentro del campo definido para MBF. Por tanto los anĂĄlisis disponibles indican que el campo isotĂłpico definido para las galenas de MBF es vĂĄlido tambiĂŠn para los minerales de cobre. Otras mineralizaciones cercanas a El Calvari y que podrĂ­an haber suministrado metal son las minas de Ulldemolins, en el alto Priorato, donde se conocen indicios de minerĂ­a prehistĂłrica en la Solana del Bepo (Vilaseca y Vilaseca, 1957). Las aĂşn escasas muestras analizadas por isĂłtopos de plomo de La Solana del Bepo y de la cercana Mina del BessĂł presentan un solapamiento parcial con el campo de MBF (Fig. 6), pero esa zona diferenciada tampoco se relaciona con el resultado proporcionado por los metales de El Calvari, quedando tambiĂŠn descartadas como origen del metal. Los datos geolĂłgicos disponibles de otras minas de las cordilleras costeras catalanas en las provincias

178

de Tarragona o de Barcelona, asĂ­ como los datos de la provincia de Girona o de Lleida no se relacionan con los metales de El Calvari. Lo mismo puede decirse de la informaciĂłn disponible de las minas del Sistema IbĂŠrico. En el distrito de Linares, ademĂĄs de plomo, se explotĂł tambiĂŠn el cobre. Su aprovechamiento estĂĄ confirmado por la vĂ­a de los anĂĄlisis de isĂłtopos de plomo en el yacimiento argĂĄrico de PeĂąalosa (Hunt Ortiz et al., 2011). En este distrito se localiza el yacimiento de CĂĄstulo, en el que BlĂĄzquez y Valiente (1982: 418421) documentaron en los niveles fechados a fines del siglo VIII ANE restos de un taller metalĂşrgico. El anĂĄlisis de la composiciĂłn de algunos de estos materiales arqueometalĂşrgicos indica el aprovechamiento de minerales de distinto tipo (un silicato ferruginoso con algo de plomo y trazas de cobre, una galena y un Ăłxido de cobre con algo de plomo y trazas de plata) asĂ­ como una escoria de cobre con algo de plomo y sin cantidades significativas de plata. En consecuencia, en la zona de Linares existen datos arqueolĂłgicos que sustentan la posibilidad de que en este momento histĂłrico el cobre pudiera ser un elemento comercializado.

&20(5&,2 '( 0,1(5$/ /,1*27(6 8 2%-(726 La cuestiĂłn que queda ahora planteada es bajo quĂŠ forma llegĂł este metal desde Linares (JaĂŠn) a El Calvari de El Molar (Tarragona). Existen tres opciones. 1. Comercio de mineral de cobre. La mayorĂ­a de las muestras analizadas, salvo una, son bronces plomados, por lo que el anĂĄlisis de isotopos de plomo refleja en realidad la signatura del plomo aleado y no la del cobre. Sin embargo, el anĂĄlisis del bronce binario si reflejarĂ­a la procedencia del cobre. Como han seĂąalado diversos autores, los contenidos de plomo en el estaĂąo son muy bajos (< 50 ppm) por lo que un bronce con valor medio de 10% Sn apenas modificarĂ­a la signatura isotĂłpica del cobre (Begemann et al., 1999; Gale y Stos Gale, 2000). Tanto el cobre como el plomo deben tener la misma procedencia ya que ambos tipos de aleaciones (bronces binarios y ternarios) presen-

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tan la misma signatura isotópica. La llegada de mineral de plomo a una zona donde tenemos constatado su aprovechamiento local resultaría paradójica. En el caso de que hubiera llegado mineral de cobre y luego se hubiera mezclado con el plomo local, habríamos identificado una signatura isotópica local. Por tanto, en el caso mayoritario de los bronces plomados, el cobre y el plomo llegaron juntos ya aleados, siendo improbable el comercio del mineral. 2. Comercialización de lingotes de cobre. Como hemos indicado en el caso anterior, el plomo debió llegar aleado con el cobre por lo que podrían haber circulado tanto lingotes de cobre como de cobre-plomo. Este último tipo de lingote está bien documentado en la costa mediterránea peninsular en este periodo. Una reciente recopilación (Montero-Ruiz et al., 2010-11) nos ha permitido identificarlo en varios yacimientos, especialmente en el de Sant Jaume (Alcanar) situado en el Bajo Ebro y relativamente próximo a El Calvari. También están identificados estos lingotes cobre-plomo en Can Roqueta-Can Revell (provincia de Barcelona) y en Tossal del Mortorum (provincia de Castellón), lo que confirma su circulación por el área del NE en estos momentos de los siglos VII-VI ANE. Tanto en Sant Jaume, como en Can Roqueta se registran lingotes de cobre y de cobre-plomo de manera contemporánea. 3. Una tercera opción sería la llegada de productos manufacturados, es decir, se comercializan los objetos ya acabados. Datos que podrían apoyar esta posibilidad los encontramos en el pecio de Rochelongue (Bouscaras, 1971): además de lingotes de cobre y estaño, se recuperaron puntas de flecha, botones, brazaletes y diversos adornos en un número superior a los 1.700 objetos como parte de la carga. La mayor parte de autores lo han considerado un cargamento destinado a la refundición (Ruiz-Gálvez 1986: 3436), pero es posible discutir si se trata de chatarra o piezas para su comercialización dado que algunas aparecen nuevas y otras fragmentadas. Aunque caben también otras interpretaciones, el origen del barco se ha situado tentativamente en el mediodía peninsular (Lucas y Gómez Ramos, 1993), zona de origen propuesta para el metal de El Calvari.

Sin embargo, aunque la tipología de los elementos analizados no resulta muy precisa sobre un origen geográfico, en el caso de las puntas de flecha de El Calvari y en concreto de las puntas que algunos autores han llamado “de tipo mailhaciense” (Museo de Reus núm. inv. 5051 y CVM06-209-44/Museo de Reus núm. inv. 13816/PA12932) se trata de materiales muy característicos de la Cataluña meridional y del Bajo Aragón, lo que apuntaría a que no llegaron manufacturadas desde Linares. La primera de ellas (nº 5051) formaba parte del ajuar de la tumba 65 de la necrópolis, encuadrable en la última fase de la misma (siglo VII e inicios del VI ANE) (Vilaseca, 1943: 29, láms. VII y XIII; Ruiz Zapatero, 1985: 168), mientras que la segunda (CVM06-209-44) (Lám. 5) se exhumó en 2006 en un nivel perteneciente al último horizonte de ocupación del ámbito VIII (Fig. 2), fechado entre fines del siglo VII y mediados del VI ane. En ambos casos se trata de un tipo de puntas ojivales con pedúnculo macizo que no presenta engrosamiento, aletas y nervio central; usualmente se han puesto en relación con las puntas mailhacienses, considerándolas una derivación de carácter local de las mismas. Ruiz Zapatero (1985: 934-936) las incluyó en su tipo C2, fechándolas en el lapso entre los

Lám. 5. Punta de flecha de tipo “mailhaciense” de El Calvari (CVM06-209-44).

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siglos VIII y VI ANE. Más recientemente Kaiser (2003: 84, 89) las incluyó en su tipo IVB1N que aparece en el Bronce Final y perdura durante la Edad del Hierro. Su dispersión geográfica se centra en el noreste peninsular –aunque con una presencia más densa en el curso bajo del Ebro (Cataluña meridional y Bajo Aragón)– siendo reseñables los hallazgos de moldes para estas piezas en el Cabezo de Monleón y Masada de Ratón (Ruiz Zapatero, 1985: 934-936). Aunque Kaiser (2003: 95) recoge el hallazgo de una de estas flechas en el cerro de los Infantes (Granada), su cartografía concentrada en el noreste y la presencia de moldes indican su carácter regional. Los escasos restos de actividad metalúrgica de base cobre proporcionados por El Calvari no nos permiten dar prioridad a ninguna de las dos opciones viables ya que ambas podrían coexistir: circulación de lingotes de cobre y de cobre-plomo, y objetos elaborados. Tenemos indicios de manufacturas locales como el fragmento de molde de Puig Roig o los dos restos de fundición de El Calvari (PA13568 y PA20012), pero no sabemos si a partir de metal primario en lingotes o sólo con metal reciclado como sugiere la composición del resto de fundición PA13568. Si se manufacturaron objetos de bronce a partir de los lingotes de cobre, debemos considerar también el suministro del estaño necesario para la aleación. Este estaño también pudo llegar en forma de lingote como se identifica en el pecio del Bajo de la Campana (Mederos Martín y Ruiz Cabrero, 2004: 269), pero no tenemos constancia de su presencia en el registro arqueológico de los yacimientos en los que sí se han identificado lingotes de cobre. El único dato concreto disponible en este momento sobre lingotes, a la espera de determinar la procedencia de los recuperados en el Tossal del Mortorum (Castellón) y Sant Jaume (Tarragona), es el análisis de isótopos de plomo de un lingote de cobre de Can Roqueta PA12518 (CRII-288-1-61). La signatura isotópica concuerda con las mineralizaciones del dominio Bético, por lo que de nuevo tenemos una procedencia meridional del cobre. La información actualmente disponible sugiere como probable zona de origen las minas de cobre de Alcolea (Almería) (Fig. 5). Estas minas se encuentran próximas a las

minas de plomo de la Sierra de Gádor que sabemos estaban en explotación en este periodo al haber sido identificadas como origen probable de las galenas y plomos de La Fonteta (Alicante) (Renzi et al., 2009). En este caso, aunque la zona concreta no pueda precisarse, lo importante es la confirmación de la llegada de lingotes de cobre al noreste peninsular desde territorios más meridionales. Entre los pocos objetos de base cobre de Cataluña analizados con isótopos de plomo, de momento no hemos identificado ninguno que muestre una procedencia de las minas de MBF aunque, a falta de estudios más detallados, sí podrían relacionarse con otras minas del noreste o sur de Francia (Rovira Hortalà et al., 2008). Sólo hemos identificado tres piezas cuyo metal puede proceder de Linares. Dos de ellas son de la necrópolis de Vilanera (L´Escala, Girona) (Aquilué et al., 2008): una punta de lanza de enmangue tubular y un broche de escotaduras abiertas y un garfio (tipo Acebuchal). La tercera es una fíbula de pivote de Can Xac (Arguelaguer, Girona) (Rafel et al., 2008). La presencia de cobre comercializado de Linares, como era de esperar, no resulta exclusiva de El Calvari. Hacen falta más análisis para calibrar en su justa medida la aportación de metal de cada una de las áreas de la Península en el comercio de metales, pero resulta llamativo el predominio del distrito de Linares detectado en estos primeros conjuntos de metal4. Excepto el resto de fundición (PA13568/ CVM08-316-60), al que ya nos hemos referido, en el caso de El Calvari todos los objetos analizados procedentes del poblado pertenecen a la misma fase de ocupación (finales del siglo VII-mediados del VI ANE). Sin embargo, resulta indicativo de esta dominancia de Linares que ese resto de fundición más antiguo, interpretado como un metal reciclado, se agrupe con el resto de piezas. Si nuestra interpretación es correcta, todos los fragmentos de metal reciclado deberían tener la misma procedencia ya que el resultado final de la mezcla ha seguido siendo el mismo. La circulación de metal, ya sea en forma de lingotes o de piezas, posibilidades no excluyentes, nos invita a

4 Durante la correción de pruebas del artículo se ha recibido el resultado del análisis de isótopos de plomo de una última pieza de bronce plomado de El Calvari (PA20267: 14,3 % Sn y 32,7 % Pb), una barrita de sección rectangular (CVM10-412). Los isotopos de plomo ( 208Pb/206Pb= 2,1031; 207Pb/206Pb= 0,8562; 206Pb/204Pb=18,257) indican Linares como probable procedencia de esta metal, confirmando el predominio de esta zona minera señalado en el texto.

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reflexionar sobre el papel desempeñado por cada uno de los agentes participantes en este comercio. La transacción directa entre Linares (Cástulo) y El Calvari es difícil de aceptar por la posición interior de ambos yacimientos (Fig. 7). Lo más probable es que existieran intermediarios, tanto del cobre importado en El Calvari, como de las galenas o del plomo exportados desde esta zona del noreste peninsular hasta Huelva5. El plomo (ya sea en forma de galena o de metal) obtenido en las minas de MBF debió ser transportado hasta un puerto costero, punto que pudo actuar de intermediario, distribuyendo el metal de base cobre hasta la zona interior, junto al resto de elementos comercializados (ánforas) a cambio de ese plomo. El destino final de esta galena o plomo solo lo tenemos documentado por el momento en yacimientos de la provincia de Huelva (Montero-Ruiz et al., 2010). Su destino tiene sentido solamente hacia zonas que estén procesando minerales de plata (jarositas o cobres argentíferos) que necesiten añadir plomo, como es el caso de las minas de la Faja Pirítica en Huelva. Plomo que, por los estudios realizados a las escorias de Riotinto (Anguilano et

al., 2010), tiene una demanda constante desde la etapa fenicia a la romana republicana. En el caso de Vilanera, situada a escasos kilómetros al sur de Empúries y perteneciente a un poblado seguramente de grandes dimensiones que no ha sido identificado, pudo ser receptor de metal directamente, no así en el caso de Can Xac ubicado 40 km al interior. Por su parte el metal de Linares (lingotes) debió embarcarse en algún punto de la ruta entre Huelva y el noroeste. La salida fluvial por el Guadalquivir es una opción que nos llevaría a su desembocadura, y a la costa atlántica como lugar de distribución, próximo al punto de destino de las galenas de El Calvari. Esta llegada de metal del sur Peninsular, de momento mayoritaria de Linares y en menor medida probablemente de minas de Almería, es reflejo de unos circuitos comerciales plenamente establecidos con el área de la desembocadura del Ebro en el siglo VII y primera mitad del VI ANE, pero que todavía

Fig. 7. Mapa de la Península Ibérica con la localización de los yacimientos de El Calvari de El Molar, Vilanera y Can Xac y las minas de cobre Linares de donde puede proceder el metal de esos yacimientos.

5 El plomo del Priorato se documenta en varios yacimientos tartésicos (Tejada la Vieja, Calle del Puerto de Huelva, Cerro de las Tres Águilas, Cortijo José Fernández, Torre del Viento) (Ramón et al. 2011: 56), aspecto éste sobre el cual está en preparación un artículo.

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deben ser mejor definidos para el resto del noreste y especialmente confirmar si existe en etapas previas, como sugiere el resto de fundición de El Calvari fechado en el siglo VIII.

$*5$'(&,0,(1726 El desarrollo de las investigaciones presentadas en este trabajo ha sido posible gracias a tres proyectos coordinados de I+D+I financiados por el Ministerio de Cultura-Ministerio de Ciencia e Innovación: “Plata Prerromana en Cataluña”, HUM2004-04861-C03-00, “Aprovechamiento de recursos de plomo y plata en el primer milenio ac: interacción comercial y cultural en el Mediterráneo Occidental”, HUM2007-65725C03-00 y “El factor minero en el desarrollo histórico de Cataluña meridional: de la Prehistoria a Época Medieval”, HAR2010-21105-C02-00, así como al proyecto “El conjunt arqueològic del Calvari del Molar i l’àrea minerometal·lúrgica Bellmunt-Molar-Falset en la protohistòria” financiado por el Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento del Molar y la Diputación de Tarragona.

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Imágenes de metalografías de materiales procedentes del cerro de San Cristóbal (Ogíjares, Granada). Foto: Mercedes Murillo Barroso.

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Vista aérea de Cancho Roano. Foto: Helicópteros de Poniente.


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MUERTE Y TRANSFIGURACIĂ“N: CREMACIONES, HECATOMBES Y SACRIFICIOS EN EL FINAL DE CANCHO ROANO

08(57( < 75$16),*85$&,Ă?1 &5(0$&,21(6 +(&$720%(6 < 6$&5,),&,26 (1 (/ ),1$/ '( &$1&+2 52$12 =$/$0($ '( /$ 6(5(1$ %$'$-2=

Javier JimĂŠnez Ă vila1

5HVXPHQ En este trabajo, y desde una perspectiva eminentemente crĂ­tica, se realiza una revisiĂłn de las principales hipĂłtesis que se han propuesto para interpretar el significado de los restos arqueolĂłgicos del yacimiento de Cancho Roano, desde su descubrimiento en 1978 hasta nuestros dĂ­as. Todas ellas presentan una serie de lugares comunes al plantear la realizaciĂłn de grandes ceremonias rituales en las que se describen hecatombes, destrucciones intencionadas, sacrificios, etc. Todas ellas parecen debidas a lecturas muy subjetivas del registro en las que apenas se tienen en cuenta los procesos tafonĂłmicos que generaron el palimpsesto. Sin embargo, todas ellas se inscriben de manera decidida en los modelos explicativos generales del yacimiento y de su significado histĂłrico y cultural.

3DODEUDV FODYH Cancho Roano, Edad del Hierro, PenĂ­nsula IbĂŠrica, TafonomĂ­a, ritual.

'($7+ $1' 75$16),*85$7,21 $6+(6 +(&$720%6 $1' 6$&5,),&(6 $7 7+( (1' 2) &$1&+2 52$12 =$/$0($ '( /$ 6(5(1$ %$'$-2=

$EVWUDFW This paper approaches a critical revision of the main theories which have been suggested for interpreting the archaeological remains found in the Iron Age site of Cancho Roano (Extremadura, Spain), since its discovery in 1978 to nowadays. All of them present some very similar topics and very alike commonplaces suggesting ritual ceremonies such holocausts, intentioned destructions and human or animal sacrifices. In addition, they all seem to be product of a very subjective interpretation of the archaeological evidence where the taphonomic processes are scarcely considered. However, all of them are strongly related with the cultural and historical patterns in which they are inscribed.

.H\ZRUGV Cancho Roano, Iron Age, Iberia, Taphonomy, Ritual.

1

Grupo de investigaciĂłn ArqueologĂ­a de la Arquitectura y el Territorio (HUM 007). Instituto de ArqueologĂ­a de MĂŠrida. [jjimavila@iam.csic.es]

Recibido: 25/04/2012; Aceptado: 11/09/2012

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,1752'8&&, 1 La interpretación de los restos que hallamos en las excavaciones suele estar condicionada por planteamientos subjetivos que, consciente o inconscientemente, acaban mediatizando las lecturas históricas y culturales que proyectamos sobre el registro. En el caso español, la ausencia de asignaturas sobre tafonomía en los primeros ciclos universitarios o la escasez de reuniones científicas sobre procesos post-deposicionales, fomentan la igualmente escasa atención que se dedica a reflexionar sobre las causas que determinan el estado en que hallamos los restos en el subsuelo, lo que agrava considerablemente el problema (Domínguez-Rodrigo, 1998). En el presente artículo se trata el caso de tres hipótesis explicativas aplicadas al yacimiento protohistórico de Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Extremadura) como ejemplo de otras tantas interpretaciones altamente subjetivas proyectadas hacia los restos excavados. Las primeras, sugeridas por J. Maluquer y A. Blanco Freijeiro, corresponden a los primeros tiempos de la excavación y ya han sido sometidas a crítica, por lo que se referirán sucintamente. Serán por tanto las más recientes, planteadas en sus últimos trabajos por S. Celestino, las que centrarán nuestra actual atención. Estas observaciones contribuirán, además, a tener una visión más crítica de los procesos de destrucción y abandono de este singular yacimiento.

35,0(5$6 ,17(535(7$&,21(6 &5(0$ &,21(6 < &(1,=$6 /$ 7(25 $6 '( /$6 &5(0$&,21(6 Cuando en 1978 J. Maluquer afrontó el reto de excavar Cancho Roano dos factores actuaban como importantes condicionantes: 1) el desconocimiento que existía entonces de, prácticamente, todo lo concerniente a la arqueología del siglo V a.C. en Extremadura. 2) Su especial dedicación investigadora a la arqueología tartésica. Así, la topografía tumular del sitio (Lám. 1), o las abundantes cenizas aparecidas en los trabajos agrícolas previos a la excavación, propiciaron que originariamente fuera identificado con un espacio funerario equiparable a las sepulturas orientalizantes del Bajo Guadalquivir.

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Lám. 1. Cancho Roano antes de empezar las excavaciones arqueológicas en 1978. Aspecto “tumular” del yacimiento. Fuente: Maluquer de Motes 1981: lám. I.

Pero lo que a priori parecía una sepultura tumular acabó convirtiéndose en un edificio complejo relleno de cenizas y de una extraordinaria cantidad de restos arqueológicos, cuyos fragmentos (los de un mismo objeto) aparecían dispersos por distintas habitaciones, constatándose una total ausencia de huesos humanos, no solo en el edificio central, sino en unos sondeos exteriores, donde hipotéticamente se situó la presencia de una necrópolis anexa. Aunque esta ausencia de huesos se convirtió en una verdadera obsesión para Maluquer, no bastó para desvincularlo de su apriorismo funerario. Para explicar este “sorprendente” estado de cosas Maluquer (1981) ideó la llamada Teoría de las Cremaciones según la cual Cancho Roano habría tenido dos momentos de uso: uno habitacional y otro –una vez incendiado y arruinado– como crematorio de cadáveres. Las cenizas y materiales corresponderían, fundamentalmente, a los “barridos” de estas cremaciones secundarias, lo que explicaría su dispersión. Los huesos quemados, habrían sido cuidadosamente recogidos y depositados en la supuesta necrópolis adyacente.

La Teoría de las Cremaciones encontraba importantes obstáculos para ser aceptada, como la ya aludida ausencia de huesos humanos o la forma de distribuirse las cenizas en el interior del edificio. También la posterior aparición de algunas habitaciones con el material in situ generaba dudas y fisuras en los planteamientos de Maluquer, que se traslucen en algunos de sus comentarios (1983b: 140). Pero, a pesar de todo, estos presupuestos interpretativos, con las implicaciones históricas y culturales que de

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ellos se derivaban, fueron usados de manera predominante para explicar la estratigrafía de Cancho Roano durante su época y durante los años inmediatamente posteriores a su muerte. /26 Ù$/7$5(6 '( &(1,=$Ú El hallazgo de un yacimiento tan extraordinario como Cancho Roano, en un entorno tan mal conocido como lo era la Extremadura de finales de los setenta, atrajo prontamente la atención de numerosos estudiosos de la Protohistoria ibérica. Uno de ellos fue A. Blanco, que realizó una visita al yacimiento al poco tiempo de iniciarse las excavaciones. Cancho Roano dejó en Blanco una “impresión imborrable” que le llevó a dedicar dos artículos a sus ruinas y a su significado histórico (1981, 1982). En ellos se muestra despiadadamente crítico con la Teoría de las cremaciones y con la interpretación del yacimiento como ‘Palacio-Santuario’. En cambio, prefiere considerar que Cancho Roano es un gran crematorio donde se celebrarían sacrificios y cremaciones de animales. Estas ceremonias podrían relacionarse con algunas citas de Estrabón, que refiere unas costumbres lusitanas en las que las poblaciones de la región sacrificarían a sus dioses prisioneros y caballos en auténticas hecatombes. Al mismo tiempo, esta acumulación de cenizas recordaría fenómenos arqueológicos bien conocidos en otras latitudes, como los grandes ‘altares de sangre’ de algunos santuarios griegos –que se traen a colación en el primer artículo– (Fig. 1), o los llamados brandopferplätze, piras de sacrificio características de la Edad del Hierro centroeuropea, que son referidos en su menos beligerante segundo trabajo (Blanco Freijeiro, 1981, 1982).

Fig. 1. Reconstrucción de altares de sangre o de cenizas de diversos santuarios griegos reproducidos por A. Blanco Freijeiro en su artículo de 1981.

&5 7,&$6 $ /$6 35,0(5$6 ,17(535(7$&,21(6 (/ ,1&(1',2 ),1$/ Las lecturas de Blanco tuvieron escaso seguimiento. Sin embargo, la Teoría de las Cremaciones, tal vez por su carácter de “hipótesis oficial”, se mantuvo como interpretación aceptada hasta algo después de la desaparición de Maluquer y aparece recogida como lectura válida en algunos artículos de los primeros noventa (Celestino Pérez, 1991: 444, 1992: 22). La crítica a estos presupuestos empieza justamente por estas fechas, y en ella tienen especial importancia las excavaciones del Sector Norte (Celestino Pérez y Jiménez Ávila, 1993). En esta zona, donde Maluquer había creído reconocer el área funeraria, aparecieron unas habitaciones cuya sedimentación difería sustancialmente de unas a otras, evidenciando que habían tenido un proceso de amortización individualizado y no una colmatación uniforme resultado de la precipitación de los barridos de las supuestas cremaciones (Fig. 2). Muy significativa fue, además, la detección de un depósito de objetos

Fig. 2. Excavaciones en el Sector Norte de Cancho Roano: 1 y 2: perfiles comparados de las estancias N-5 (1) y N-6 (2). Fuente: Celestino Pérez y Jiménez Ávila, 1993: 44 y 51, respectivamente.

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segundo gran edificio post-orientalizante excavado en la zona: La Mata de Campanario (RodrĂ­guez DĂ­az, 2004), (Fig. 3).

LĂĄm. 2. Estancia N-6 de Cancho Roano. Fuente: Celestino PĂŠrez y JimĂŠnez Ă vila, 1993: 243.

constituido por ĂĄnforas, vajilla metĂĄlica, etc. dispuestos in situ que, coincidiendo, de nuevo, con una absoluta ausencia de huesos humanos, contradecĂ­an el uso secundario del complejo como crematorio de cadĂĄveres (LĂĄm. 2). Semejante estado de cosas llevĂł a revisar radicalmente la interpretaciĂłn de los procesos deposicionales de Cancho Roano, cuyos niveles de ceniza se atribuyeron a los restos de un incendio que, en algunas zonas del edificio, podĂ­an corresponder a dos plantas constructivas con sus respectivas tablazones y techumbres, lo que justificarĂ­a la dispersiĂłn de materiales registrada (pero nunca cuantificada) por Maluquer.

Aunque la TeorĂ­a de las Cremaciones de Maluquer y la de los Altares de Ceniza de Blanco surgieron en su dĂ­a como explicaciones confrontadas, vistas con la perspectiva que nos da el tiempo, hoy se pueden considerar bajo una Ăłptica unitaria. En ambas, Cancho Roano es concebido como un gran crematorio donde se celebrarĂ­an cruentas ceremonias, y su carĂĄcter excepcional y desconocido orienta indefectiblemente las explicaciones al ĂĄmbito de lo ritual. Estas hipĂłtesis heurĂ­sticas que, por su naturaleza dramĂĄtica, podemos denominar de tipo catĂĄrtico, fueron sucedidas a principios de los aĂąos noventa por planteamientos explicativos mĂĄs atemperados, donde las grandes cremaciones y hecatombes se vieron sustituidas por el incendio de un edificio con todo su contenido completo, confiriendo a los restos una lectura mĂĄs contenida. La posterior excavaciĂłn del coetĂĄneo edificio de La Mata parece aproximar el contexto histĂłrico hacia este tipo de interpretaciones.

,17(535(7$&,21(6 5(&,(17(6 %$1 48(7(6 6(//$'26 < 6$&5,),&,26 En fechas recientes, se han vuelto a resucitar hipĂłtesis de tipo catĂĄrtico para explicar el final de Cancho Roano, al plantearse la existencia de grandes

La explicaciĂłn arqueolĂłgica del incendio de un edificio de varias plantas como alternativa a la TeorĂ­a de las Cremaciones aparece por primera vez en los trabajos que M. Almagro-Gorbea y su equipo (1990: 277)1 dedicaron al yacimiento a principios de los noventa y, poco despuĂŠs, en las memorias de Cancho Roano, con lo que adquiriĂł el rango de nueva “teorĂ­a oficialâ€? (Celestino PĂŠrez y JimĂŠnez Ă vila, 1993: 154-156). Este planteamiento es el que, con mĂĄs o menos convergencia, ha venido aceptĂĄndose hasta la actualidad y el que mutatis mutandis se ha aplicado tambiĂŠn para explicar la destrucciĂłn y abandono del

Fig. 3. RecreaciĂłn del incendio final del edificio de La Mata de Campanario realizada por Entorn S.L. para los proyectos de difusiĂłn del yacimiento (CortesĂ­a CEDER La Serena).

1 En realidad esta obra es coetĂĄnea de la memoria del Sector Norte, a pesar de la demora de dos aĂąos en la publicaciĂłn de esta Ăşltima.

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hecatombes, banquetes y sacrificios, junto a sellados rituales y otros ritos de clausura, en lo que considero, de nuevo, una lectura altamente subjetiva y escasamente reflexiva del registro material. Estas ceremonias, en su mayoría ya recogidas en las hipótesis de J. Maluquer y A. Blanco, contribuirían a definir de manera decisiva la condición religiosa del yacimiento (Celestino Pérez, 2001a: 51-53, 2001b: 74-75; Celestino Pérez y Cabrera Díez, 2008).

sumamente desconectados en el espacio y en el tiempo de los que Cancho Roano representa.

Maluquer interpretó los restos arqueológicos a partir de un apriorismo fundamental: Cancho Roano era, a todas luces, un espacio funerario; Blanco se dejó guiar por sus enciclopédicos conocimientos de arqueología europea y del Mediterráneo: Cancho Roano tenía que tener, necesariamente, una buena serie de comparanda. En estas nuevas lecturas, realizadas 20 años después, se incurre, simultáneamente, en ambos vicios: por un lado se parte de un nuevo y totalizador apriorismo: Cancho Roano es un espacio religioso, y consecuentemente, todo lo que a él se refiere comporta una fuerte carga cultual. Por otro, se ha buscado el refrendo en contextos

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Es importante señalar que estas hipótesis se han planteado a partir de avances y resúmenes de los datos obtenidos en las excavaciones del foso que rodea al complejo (Fig. 4), pues el estudio pormenorizado de estos vestigios, y los análisis específicos de los mismos, permanecen inéditos2.

Los ritos principales propuestos por S. Celestino en sus más recientes valoraciones sobre el final de Cancho Roano incluyen la realización de banquetes y hecatombes cuyas principales evidencias son los restos faunísticos y, en menor medida, cerámicos hallados en el foso (Fig. 5). Puesto que no se hace una diferenciación entre ambos conceptos deben entenderse como etapas integrantes de un mismo proceso ceremonial, aunque sensu stricto no sea lo mismo una hecatombe que el sacrificio de reses destinadas a un banquete3.

Fig. 4. El Foso de Cancho Roano. 1: Planta general de la Fase A, coincidente con su construcción; 2: Foto aérea. Fuente: Celestino Pérez, 2001a: 48 y 2001b: 76, respectivamente.

2 Conforme se apunta en un artículo aparecido hace casi 10 años, la memoria del foso se halla en prensa (e.p.) en la serie BAR: (Celestino Pérez y Zulueta de la Iglesia, 2003: n. 8). 3 Para los aspectos conceptuales referentes al tema del banquete en la Protohistoria y su desarrollo en algunas zonas peninsulares ver Sardà Seuma, 2010.

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tiro y monta4. Estas características se atribuyen indefectiblemente a un uso ritual y religioso de los caballos (Celestino Pérez, 2001a: 52, 2001b: 74), aunque no se especifica qué quiere decir esto (¿se están manteniendo los animales únicamente para actividades sacrificiales?, ¿se capturan en estado salvaje para fines de este tipo…?). No obstante, también se alude a la existencia de establos o al posible uso de los caballos en ceremonias de parada que se avienen mal con estos planteamientos sacrificiales (Celestino Pérez y Cabrera Díez, 2008: 193194).

Fig. 5. Recreación didáctica del banquete final de Cancho Roano realizada por Expociencia S.L. para la exposición permanente del Museo de las Ciencias del Vino de Almendralejo (Badajoz).

$UTXHRIDXQD Acerca de los elementos faunísticos de Cancho Roano solo se han publicado avances de los estudios zooarqueológicos aún inéditos que se han realizado, y que permiten conocer algunos de los argumentos que se utilizan para sostener la existencia de estas prácticas rituales. Estos avances se refieren, básicamente, a la composición del espectro faunístico, al análisis tafonómico de los huesos –con especial incidencia en las modificaciones de origen antrópico– y a la disposición de los restos en el fondo del foso.

Bajo mi punto de vista existen explicaciones alternativas al uso ritual de los caballos del foso de Cancho Roano que pueden justificar tanto su abundancia como la posible ausencia de huellas de tracción y monta en los esqueletos. Por ejemplo, que fueran acumulados como riqueza pecuaria o por su condición de bienes aristocráticos, al igual que sucede con muchos de los objetos de prestigio hallados en grandes cantidades entre las ruinas del complejo (Jiménez Ávila, 2006-07); y/o, por supuesto, que fueran empleados como aporte cárnico en la dieta de los habitantes del sitio, al igual que sucede con otros grandes mamíferos, como las vacas. En esta tesitu-

El repertorio faunístico se nos muestra amplio y variado, dando cabida a especies domésticas y salvajes (ovejas, cabras, équidos, bovinos, cérvidos…), con la concurrencia, incluso, de algún carnívoro como el zorro (Celestino Pérez, 2001a: fig. 28). Esta configuración ya de por sí contrasta con la que es propia de los depósitos rituales, que suelen ser monoespecíficos o, al menos, oligoespecíficos, y que raramente combinan fauna doméstica y salvaje (Poux, 2002). Dentro de este conjunto, S. Celestino dedica especial atención a los équidos, por su elevado número y por su especial significación entre los hallazgos materiales de Cancho Roano. Se destacan, además, algunas de las peculiaridades detectadas, como el reducido tamaño de los individuos o la ausencia de huellas de

Lám. 3. Cama lateral de bocado de caballo de Cancho Roano con huellas de uso por tensión en la zona de sujeción de la cabezada. Museo Arqueológico Provincial de Badajoz 10727.

4 Hay que indicar, no obstante, las dificultades señaladas por algunos especialistas para poder determinar estas circunstancias a partir de las osamentas (Liesau von Lettow-Vorbeck, 2005: 194-195).

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ra, resulta coherente que los ejemplares elegidos para su consumo fueran los menos aptos para montar o enjaezar y los de más reducido tamaño, aunque, a falta de conocer los datos exactos, esta última característica pueda explicarse en términos genéticos, al coincidir con la configuración habitual de los caballos europeos y peninsulares de la Edad del Hierro (Quesada Sanz, 2004). Lo que parece claro es que en Cancho Roano se usaban caballos como elemento de monta o tiro. Lo demuestran los numerosos conjuntos de arreos hallados en el yacimiento y que, en contra de lo que se ha afirmado en alguna ocasión (Blech, 2003), presentan claras huellas de uso que avalan un empleo continuado de los mismos (Lám. 3). Por lo que se refiere a las marcas de carnicería, hay que considerar con prudencia algunos de los datos publicados, como que “todos presentan marcas de corte y despiece” (Celestino Pérez y Cabrera Díez, 2008: 193), lo cual debe ser, a todas luces, una exageración, como no se le escapa a nadie que haya gestionado grandes cantidades de huesos en excavaciones arqueológicas. Dudo a este efecto que, por ejemplo, los restos de vulpinos presenten marcas. Estas huellas son, de nuevo, interpretadas como la evidencia de que “todos los animales que se hallaron en el interior del foso fueron sacrificados y consumidos en esa hecatombe final” (Celestino Pérez y Cabrera Díez, 2008: 193). La pregunta que surge inmediatamente es qué tienen de especial estas marcas que permiten inferir que fueron realizadas en ceremonias rituales y no en procesos de alimentación cotidiana. Y es dudoso que la publicación detallada de los restos faunísticos del foso de Cancho Roano solvente esta cuestión. Probablemente el hecho de que los cortes aparezcan sobre restos de caballo, animal que en la lectura de los autores solo puede tener una explicación ritual, lleve a pensar en consumos igualmente rituales. Sin embargo, creo que esto es algo que está muy condicionado por la percepción que se tiene de la hipofagia desde sociedades como la nuestra, donde se une la tradición cultural greco-romana a las expresas prohibiciones de la Iglesia Católica desde el siglo VIII. Lo cierto es que la hipofagia es una práctica habitual en muchas comunidades pretéritas y actuales sin que ello dote al consumo de la carne de

caballo de un contenido necesariamente ritual. Por tanto y, bajo mi punto de vista, las marcas de corte o evidencias de carnicería observadas en los huesos de Cancho Roano solo indican que las reses fueron procesadas, pero en ningún caso informan del contexto ritual o profano en que se realizó tal actividad ni, por supuesto, su consumo final. También evidencian –y esto no es asunto menor– que la hipofagia se encontraba entre las tradiciones alimentarias del yacimiento con una importante presencia, algo que contrasta con lo que conocemos de otros sitios próximos como el edificio de La Mata, donde los índices de équidos registrados en la excavación son considerablemente inferiores (Castaños Ugarte, 2004). No obstante, conviene señalar que los criterios de cuantificación usados en los recuentos publicados para uno y otro yacimiento no son comparables (NMI en Cancho Roano versus NISP en La Mata) y que sobre los restos de La Mata no se han realizado estudios tafonómicos. En cualquier caso, estas constataciones abren un interesante campo de investigación en cuyo avance se requiere, necesariamente, de un mayor y mejor volumen de datos5. Junto a los vestigios de carnicería se ha señalado también la presencia de marcas de dientes de carnívoros sobre algunas piezas óseas halladas en el foso de Cancho Roano (Celestino Pérez, 2001b: 69). Tratándose de avances preliminares, apenas se ahonda en la naturaleza de estas marcas (se omite si se trata de furrowing, pitting, vaciados u otras prácticas descritas por la investigación especializada). Por el contrario, y dentro del contexto ritual del consumo, se atribuyen al hecho de que algunos huesos, después de consumidos, se echaran a los perros, (piadosos perros éstos, que después de roer los huesos, los depositaron religiosamente en el fondo del foso, junto con el resto del festín). De nuevo, creo que hay datos que plantean, aunque sea a nivel de hipótesis, lecturas alternativas para estas evidencias. Por ejemplo, que tras el abandono del complejo, la grieta del foso, que no se cerró hasta época romana, actuara como depósito fortuito de animales muertos o, incluso, como una trampa para los animales vivos del entorno. En este contexto, creo que algunos de los restos hallados en el foso

5 Estudios comparativos de la presencia de caballos en distintos yacimientos de la Edad del Hierro peninsular determinan también acusadas diferencias (Liesau von Lettow-Vorbeck, 2005: 192-195).

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podrían explicarse como restos de carcasas, completas o fragmentarias, que habrían sido objeto de carroñeo por parte de las alimañas de la zona, algo que justificaría las huellas de dentelladas, que encuentran así una explicación más acorde con la que suele atribuírseles en los estudios tafonómicos. Es también en este contexto donde encuentran mejor acomodo los restos de vulpinos (cánidos, al fin y al cabo6) detectados en el estudio zooarqueológico, que difícilmente tendrían cabida como integrantes en un banquete ritual posteriormente sellado. Finalmente, esta interpretación podría explicar también la forma en que se encuentran algunos de los huesos hallados en el foso de Cancho Roano, en conexión anatómica parcial (Celestino Pérez, 2001b: 57 y 74; Celestino Pérez y Cabrera Díez, 2008; lám: VI). En cualquier caso, creo que a la hora de plantear la interpretación de los restos del foso de Cancho Roano, es necesario tener en cuenta la participación de distintos agentes tafonómicos en la acumulación de un depósito sedimentario cuya formación debió durar al menos 500 años. Aparte de las mencionadas vértebras en conexión que, bajo mi punto de vista, se explican mal como resultado de un banquete ritual colectivo en el que las piezas se distribuyen entre una población comensal más o menos numerosa, S. Celestino y A. Cabrera señalan la acumulación de cabezas de equinos en la esquina suroeste del foso: los caballos eran decapitados antes de su consumo ritual (Celestino Pérez y Cabrera Díez, 2008: 193). Hay que decir que este dato nunca ha sido cuantificado (cuántas cabezas hay en esta esquina y en qué grado de concentración y conexión se hallaron). Pero resulta sorprendente que en el despliegue gráfico que aportan los autores sobre la excavación del foso no aparezca ni una sola imagen de este fenómeno, cuya planimetría se hace más que deseable. Por otra parte, resulta igualmente llamativo que la supuesta ceremonia del sacrificio de los cuadrúpedos, así como de la mayor parte de los rituales descritos se sitúe, justamente, en la parte trasera del edificio, de espaldas a la entrada monumental del complejo. Por eso, cabe plantear, si esta concentración de cráneos en el ángulo suroeste del foso no responde únicamente a las prácticas de despiece habitual de los

grandes cuadrúpedos de cara a su consumo cotidiano en el interior del complejo. Y que en esta esquina se situara el espacio habitual de sacrificio y desollado de las reses donde, como en la actualidad, las cabezas fueran separadas del resto de la canal y arrojadas a esta zona concreta del foso. O, visto que no sabemos cuántas cabezas componen esta concentración, si no se trata de una situación puramente debida al azar. De hecho, en algunas fotografías publicadas de las excavaciones del foso aparecen quijadas de grandes herbívoros mezcladas con el material arqueológico y sin asociar al resto del cráneo, indicando que esta práctica de decapitación selectiva no constituía, en absoluto, una pauta generalizada (Celestino Pérez, 2001b: 56). Una cuestión importante que, sin embargo, no ha merecido atención por parte de los promotores de la hipótesis del banquete de clausura se refiere a la cantidad de masa cárnica gestionada durante la celebración del mismo. Para realizar una valoración cuantitativa ajustada se requeriría contar con una serie de datos que, a buen seguro, figuran en el todavía inédito estudio arqueozoológico, como la edad de sacrificio de las reses, su tamaño medio o la intensidad del aprovechamiento. Pero sobre todos estos pormenores solo se han avanzado breves pinceladas. No obstante, y toda vez que en los trabajos publicados se viene considerando que la totalidad de los animales localizados en el foso fueron consumidos en el banquete final, se puede ensayar una primera estimación aproximativa en función del número de individuos detectados y de la masa cárnica que puede extraerse de una res de tamaño pequeño/mediano para cada una de las especies reconocidas. Del resultado de esta aproximación, que se muestra en la Tabla 1, se obtiene una cantidad que ronda las 6 toneladas de carne aprovechable. Si repartimos esta magnitud en raciones estándar de unos 300 g cada una obtendríamos que del conjunto faunístico representado en el foso de Cancho Roano pueden extraerse 20.000 unidades, magnitud que, extrapolada al número de comensales, hace pensar en una disponibilidad alimentaria ciertamente desorbitada para una única ocasión de las características descritas, lo que, de nuevo, suscita razonables dudas sobre la viabilidad de esta propuesta7.

6 Para la dificultad a la hora de especificar los agentes carnívoros causantes de las marcas de mordeduras sobre los huesos ver Domínguez-Rodrigo y Piqueras, 2003. 7 Incluso aunque hubiera que corregir sustancialmente estas magnitudes a la baja en función de apreciaciones como el reducido tamaño de los caballos, las cantidades seguirían siendo enormes.

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MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN: CREMACIONES, HECATOMBES Y SACRIFICIOS EN EL FINAL DE CANCHO ROANO

Figura 6. Evidencias de restos óseos de caballos relacionados con prácticas cultuales en Francia durante la Edad del Hierro: A. Distribución de sitios: 1. Dompierre-sur-Authie (Somme), 2. Ribemont-sur-Ancre (Somme), 3. Acy Romance (Ardenas), 4. Nanteuil-sur-Asine (Ardenas), 5. Necrópolis de Lamadeleine (Luxemburgo), 6. Necrópolis de Tartigny (Oise), 7. Gournay-sur-Aronde (Oise), 8. Montmartin (Oise), 9. SaintJust-en-Chausée (Oise), 10. Estrées-St. Denis (Oise), 11. Epiais Rhus (Valle del Oise), 12. Beauvais (Oise), 13. Chevrières (Oise), 14. Pontpoint (Oise), 15. Necrópolis de Rouliers (Aure, Ardenas), 16. Bennencourt (Yvelines), 17. Thaon (Calvados), 18. Mondeville (Calvados), 19. Varennessur-Seine (Sena y Marne), 20. Vertault (Côte d’Or), 21. Wettolsheim (Alto Rin), 22. Muron (Charente M.), 23. Courcoury (Charente M.), 24. Clermont Ferrand (Puy de Dôme); 25. Gondole 1 (Puy de Dôme): 26. Gondole 2 (Puy de Dôme); 27. Feurs (Loire): 28. Necrópolis de Saint-PaulTrois-Châteaux (Drôme). B. Restos de caballos en el foso de Saint Just en Chuaussé (Oise); C. Enterramiento individual cerca de Pointpont (Oise); D. Gran fosa de los caballos de Vertault (Côte d’Or); E. Entrramiento conjunto de 10 caballos y 8 humanos de Gondole (Puy de Dôme); F. Pozo medieval-moderno con cráneos y pelvis de caballos en el Patio Napoleón del Louvre. Fuentes: A: elaboración propia; B, C, D y F: Arbogast et al. 2002: 78, 68, 80 y 96, respectivamente; E: foto: U. Cabezuelo - Inrap.

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Especie

Individuos

Kg carne / pieza

Total kg

Cabra

1

45

45

Zorro

1

-

-

Corderos

14

25

350

Jabalí

1

75

75

Cerdos

4

75

300

Vacas

10

250

2.500

Ciervos

6

80

480

Équidos

11

150

1.650

Burros

6

100

600

Totales

54

-

6.000

Tab.1. Estimación aproximativa de la masa cárnica contenida en el foso de Cancho Roano a partir del material óseo recuperado (elaborado con los datos faunísticos de Celestino Pérez 2001a y valores medios de producción cárnica de reses actuales de tamaño mediopequeño. Se mantiene la nomenclatura taxonómica de la publicación original).

Desde el punto de vista cultural, y para verificar el carácter ritual de las actividades que generaron el depósito faunístico del foso de Cancho Roano, S. Celestino y A. Cabrera recurren a relacionarlo con prácticas cultuales bien tipificadas en los santuarios galos de la Edad del Hierro, un tema bien conocido y estudiado por la arqueología francesa que recientemente ha sido también objeto de atención por parte de la investigación española (Bruneaux, 1991; AAVV, 2000; Brun, 2001; Gabaldón Martínez, 2003, 2005; Cabanillas de la Torre, 2010).

caballos completos en deposiciones individuales, múltiples, acompañadas de huesos humanos o de otras especies en numerosos puntos de la geografía francesa durante la época de La Tène. Sitios como Gournay-sur-Aronde, Vertault o Ribemont-sur-Ancre constituyen ya verdaderos hitos en la investigación de este fenómeno (Fig. 6). El panorama en la Península Ibérica dista de ser semejante (Fig. 7) y los casos donde se han descrito actividades cultuales relacionadas con restos óseos de caballos (González Blanco et. al., 1985; Quesada Sanz y Zamora Merchán, 2003; Quesada Sanz y Gabaldón Martínez, 2008) son escasos –poco más de media docena–, problemáticos –como los de La Rioja o Castellón, cuya cronología es dudosa– o geográficamente concentrados, como los de la región de Urgel, que se relacionan con su proximidad al mundo galo. Además, algunos presentan peculiaridades, como el carácter prenatal de los esqueletos ilerdenses, que se podrían relacionar con la deposición de cadáveres infantiles en espacios domésticos en distintos puntos del Hierro peninsular; o los anómalos contextos funerarios de Jumilla o La Pedrera. En cualquier caso, dentro de este panorama, el hallazgo de Cancho Roano queda extremadamente descontextualizado.

Es cierto que existen algunas concurrencias entre la materialidad arqueológica de los santuarios galos y lo que aparece en Cancho Roano, en particular la existencia de fosos de circunvalación en los que se han descrito prácticas cultuales que incluyen la realización de banquetes colectivos donde se ingiere carne. Pero son muchas más las diferencias que las similitudes que pueden establecerse entre ambos fenómenos históricos. En primer lugar, las prácticas cultuales descritas en el territorio francés se encuentran contextualizadas en un espacio donde las evidencias son abundantes e inequívocas, hasta el punto que puede afirmarse que este tipo de ritos, que en numerosas ocasiones involucran caballos (pero, sobre todo, armas), constituye un elemento identitario de algunas sociedades prerromanas de la Galia. Así, encontramos fosas con

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Fig. 7. Distribución de sitios con restos de caballos que se han relacionado con prácticas cultuales en la Península Ibérica durante la Edad del Hierro: 1. Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia); 2. La Regenta (Burriana, Castellón); 3. Alcalá de Chivert (Castellón); 4. Els Vilars (Arbeca, Lérida); 5. Tossal del Molinet (El Poal, Lérida); 6. Necrópolis de La Pedrera (Vallfogona, Lérida); 7. Santa Ana (Logroño); 8. Cancho Roano (Zalamea, Badajoz)

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Por otro lado, existen también diferencias cronológicas. Los santuarios galos se fechan en la Segunda Edad del Hierro, sobre todo a partir de finales del siglo IV a.C., estableciendo un lapso de 100 años con el abandono de Cancho Roano. Esta cronología no es casual, pues responde al momento en que el caballo (y las armas) se convierten en los símbolos por excelencia de la clase social dominante en la Europa prerromana: la aristocracia ecuestre. En este contexto, en tanto que provisto de un simbolismo social de signo aristocrático, es donde cobran su significado los rituales relacionados con el caballo en la Francia de La Tène. De hecho, algunas de estas prácticas cultuales en las que intervienen caballos se ubican en espacios que son considerados residencias aristocráticas (Bruneaux y Méniel, 1997). Este significado hace que el caballo tenga un tratamiento especial y que, a pesar de su protagonismo, en los banquetes realizados en estos santuarios jamás aparezcan restos de équidos como objeto de consumo, incluso aunque la práctica de la hipofagia esté testimoniada en zonas de hábitat de esas mismas regiones (Méniel, 1992; Arbogast et al., 2002; Gabaldón Martínez, 2005). Todos estos elementos hacen diferir grandemente el tratamiento del que es objeto el caballo en los santuarios galos del que se observa en Cancho Roano, donde los équidos son consumidos y arrojados al foso sin diferencias aparentes con el resto de las especies faunísticas representadas. Además, en la explicación de las ceremonias de clausura de Cancho Roano, se omite cualquier tipo de referencia al papel simbólico del caballo en los ritos galos, pues en la interpretación religiosa del yacimiento se huye, como si sobre ascuas se caminase, de cualquier alusión a elementos aristocráticos que puedan hacer pensar en una función palacial del sitio. En cualquier caso, parece claro que existen acusadas diferencias de muy diversa índole (geográfica, cronológica, etno-cultural…) entre las prácticas cultuales que tienen lugar en los santuarios galos a partir del siglo IV a.C. y lo que aconteciera en Cancho Roano 100 años antes: a la escasez de armas en el propio yacimiento (Kurtz Schaefer, 2003) se une la parquedad de evidencias de rituales vinculadas a restos de caballos en un entorno más amplio y el diferente tratamiento del que son objeto los animales. Todo ello en un contexto cronológico donde la clase social representada por la aristocracia ecuestre se encuentra aún en una fase de desarrollo

prácticamente embrionaria (Almagro-Gorbea, 2005), en particular en algunas zonas donde los comportamientos orientalizantes alcanzaron una inusitada perduración (Jiménez Ávila, 2008). Por eso conviene extremar la prudencia a la hora de interpretar los restos faunísticos y vincularlos de manera acrítica con prácticas culturales concretas por simple mimetismo arqueológico. No quiero dejar de referir un curioso hallazgo producido en Francia que puede ser revelador a este propósito: en las excavaciones del Louvre, se encontró una fosa circular en la que, junto a otros muchos restos óseos, se habían depositado cuidadosamente varias cabezas de caballo en disposición radial (Fig. 6F). El contexto, aunque no muy preciso, se situaba en época medieval o moderna. Lo que al respecto señalan los arqueólogos franceses no carece de valor: “dans un contexte protohistorique, un telle pratique sérait sans doute qualifiée de rituelle, mais ici elle aparaîtrait fantasiste” (Arbogast et al., 2002: 97). 0DWHULDOHV Conjuntamente con los restos de fauna, la hipótesis del banquete final incluye algunas consideraciones sobre los materiales arqueológicos hallados en el foso de Cancho Roano. Desgraciadamente, y aunque en alguna ocasión se ha señalado que su estudio está ya concluido (Celestino Pérez, 2000: 143), la práctica totalidad de este volumen de materiales se encuentra inédita. Solo escapan a este estado unos pocos objetos, entre los que destacan dos pesadas piedras de tendencia prismática que, aunque presentadas de forma preliminar, han sido interpretadas como betilos arrojados al foso, lo que redunda en el carácter religioso del sitio y en el sesgo ritual de los últimos momentos del yacimiento (Celestino Pérez, 2001b: 55). En realidad no es la única vez que se menciona la existencia de betilos en Cancho Roano, pues como posibles betilos se han considerado también unos cilindros de piedra pulida que aparecen en cierta cantidad por todo el complejo (Celestino Pérez et al., 2003: 326), y a los que ya se refiriere Maluquer como posibles mazas sacrificiales (Maluquer de Motes, 1983a: 37, 1983b: 86-87). El formato de estos objetos y las huellas de abrasión que algunos tienen en sus extremos animan, más bien, a tenerlos por percutores o machacadores, tal y como han sido considerados en otra de las interpretaciones (quizá la menos exótica) que de ellos se han

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hecho (Celestino Pérez y Jiménez Ávila, 1996: 117). Al igual que sucede con estos estrechos cilindros, y a falta de una publicación más detallada, creo que también se debe cuestionar la función betílica de las dos piezas prismáticas del foso y plantear alternativas más acordes con su forma y su naturaleza, como, por ejemplo, que se trate de ponderales de gran formato, que en muchas culturas del Oriente antiguo se han realizado en piedras duras, como el basalto o la esteatita (Kisch, 1965). Pero al margen de estos elementos, la implicación de los materiales del foso en los ritos de clausura se basa en apreciaciones generales en las que se señala una diferencia estratigráfica entre unas capas, donde aparecen vasos de reducido tamaño relacionables con las ceremonias de comensalidad del último momento, y otras superpuestas, donde se encontraría un material más diverso, que incluye vasijas de gran formato, correspondientes a los derrumbes del edificio (Celestino Pérez y Cabrera Díez, 2008: 193). Lo cierto es que este esquema estratigráfico contrasta con algunas observaciones previamente indicadas (Celestino Pérez, 2001b: 56, 2001c: 31) y también con algunas fotografías publicadas, donde se observa que en el fondo del foso conviven sin diferenciación apreciable, restos de huesos, vasijas pequeñas y grandes fragmentos de ánforas y recipientes de gran tamaño (Lám. 4). En cualquier caso, convendrá esperar a la publicación definitiva del material del foso y a contar con planimetrías detalladas para poder determinar algunas cuestiones que contribuyan a aclarar todo esto (por ejemplo, sorprende que no se indique nada acerca del índice de reconstructibilidad de los materiales atribuibles al supuesto banquete, puesto que si se han arrojado enteros, y después se han sellado, cabría esperar que fuera muy elevado). Los materiales del foso se emplean también para establecer una diferenciación entre el banquete comunal, que se habría celebrado al exterior del recinto, y otras prácticas comensales de carácter privado que habrían tenido lugar en el interior del edificio. La ausencia de materiales nobles –como el bronce– entre los restos del foso sostendría esta interpretación (Celestino Pérez y Cabrera Díez, 2008: 193). Sin embargo, también aquí caben explicaciones más sencillas. Así, si como todo parece indicar, el foso se ha usado como basurero, es difícil pensar que hayan ido a parar a él objetos de bronce que,

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Lám. 4. Vistas de la excavación del Foso de Cancho Roano. Fuente: Celestino Pérez y Cabrera Díez, 2008: 45 y Celestino Pérez, 2001b: 56.

aunque rotos o en desuso, pueden ser recuperados para su reciclaje. Los pocos objetos de bronce reseñados corresponden a artefactos de escasa masa metálica, como fíbulas o asadores. Más extraña resulta la ausencia de herramientas de hierro relacionadas con la carnicería que, en función de las prácticas rituales que se han descrito, deberían haberse depositado en el fondo del foso con el resto del banquete, perpetuando así su sacralidad. Por otra parte, entre los escasos materiales que se han publicado del foso se encuentran, precisamente, algunos de los objetos de prestigio más señalados del yacimiento: las cerámicas de figuras rojas, de las que se han reconocido restos de al menos cinco copas –por cierto y, a partir de los datos publicados, con un bajísimo índice de reconstructibilidad (Gracia Alonso, 2003) (Fig. 8). Por tanto, no es correcto que entre los materiales del foso no haya elementos “nobles” o de convivialidad aristocrática. Finalmente, hay que señalar que la sugerencia de un banquete dual, de carácter amplio y comunal en el exterior del edificio y de carácter restringido en el interior del mismo sugiere implícitamente una diferenciación social en el uso de los espacios que abre, necesariamente, una serie de cuestiones trascendentes en la lectura funcional de Cancho Roano referidas al rango social de los diferentes grupos de comensales, a los privilegios de acceso de unos y otros etc. que convendría contrastar con el

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restos, o el hecho de que las evidencias se concentren en la parte trasera del complejo, lo que apuntaría a su carácter detrítico, así como la heterogeneidad de artefactos y ecofactos que aparecen en la capa arenosa formada por el légamo del fondo, donde están ausentes los objetos de bronce y las herramientas de hierro usadas en el despiece. Las similitudes con los enclos franceses son más aparentes que reales y no está de más señalar que, también en este ámbito, se han producido abusos interpretativos. Como señala P. Méniel (2000: 268), uno de los investigadores que más tiempo ha dedicado a estudiar las faunas de los santuarios galos “les enclos entourant les fermes et les résidences sont un lieu privilégié de rejets des déchets domestiques”. '(55,%26 < 6(//$'26 Después de los supuestos banquetes celebrados en el foso, S. Celestino propone la realización de una serie de operaciones de clausura de las ruinas que perpetuaran su carácter sagrado, a saber: la demolición de parte del edificio y el sellado del mismo y de su entorno, incluido el foso. Ambas cuestiones habían aparecido ya sugeridas en los trabajos de Maluquer. Fig. 8. Copas áticas de Figuras Rojas del foso de Cancho Roano. Fuente: Gracia Alonso, 2003: 128.

modelo de espacio religioso que se propone en estas lecturas. Por tanto, considero que la hipótesis del banquete final de Cancho Roano incluye altas dosis de subjetividad, que se apoya en una interpretación distorsionada de los datos arqueológicos –que son susceptibles de lecturas alternativas más acordes con las circunstancias del registro– y que, incluso, incurre en contradicciones esenciales dentro de su propio modelo explicativo. Las lecturas alternativas apuntan hacia el uso del foso como una zona habitual de vertidos usada durante el tiempo en que la cava estuvo funcionando conjuntamente con las edificaciones del complejo, explicación que, curiosamente, es la que inicialmente se les otorgó a estos restos, que se consideraban “provenientes de los desechos del santuario” (Celestino Pérez, 1997: 368). Así parecen confirmarlo la forma en que aparecen los

Las operaciones de demolición se centran en el desmonte de las esquinas de piedra de la terraza del edificio principal, que aparecieron semidestruidas. Conforme a los presupuestos de Maluquer (1983a: 36, 1983b: 140), estos trabajos tendrían como objetivo facilitar el ascenso hacia el montículo en la fase de las cremaciones. En el modelo de S. Celestino (2001a: 53) la justificación resulta más difícilmente sostenible, puesto que estas cremaciones ya están descartadas, proponiéndose en su lugar que las esquinas se destruyeran para facilitar el acceso a las personas encargadas de arruinar el edificio. Además, si en la época de Maluquer este palanqueo deliberado de las grandes piedras de la terraza podría haber sido aceptable desde el punto de vista arqueográfico, en época de Celestino surge un obstáculo grave, habida cuenta de que ya se conocía la existencia del foso: ¿a dónde fueron a parar estas piedras una vez arrancadas? Porque ni en la excavación de los pasillos perimetrales ni en el fondo del foso –donde habría sido esperable encontrarlas– parece que hayan aparecido.

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Bajo mi punto de vista, las esquinas de la terraza nunca fueron palanqueadas, y si se hallaron semidestruidas se debe, únicamente, a los procesos erosivos que han afectado al yacimiento a través de los siglos y que, como es comprobable a través de procesos tafonómicos análogos, tienden a ir limando los perfiles angulosos y sobresalientes para generar formas redondeadas de aspecto alomado. La excavación del cercano edificio de La Mata en sus primeras fases aporta una prueba de cómo, en este tipo de yacimientos, las esquinas salientes se van desmoronando antes que las zonas centrales (Lám. 5). Una vez colmatado el foso, en época romana o posterior, estas piedras, que estorbarían a los trabajos agrícolas, habrían pasado a formar parte de los majanos que pueblan las proximidades del yacimiento y donde se encuentran en abundancia andesitas de características y tamaño similares a los que componen la terraza del monumento. La segunda operación propuesta, de mayor envergadura que los desmontes de las esquinas, fue la de sellar todo el yacimiento, incluidos los restos del banquete del foso, con una capa de arcilla o barro compactado (Celestino Pérez, 2001a: 53). Al respecto, hay que decir que resulta extraño que dicha capa

no se detectara sobre las habitaciones perimetrales, cuyo relleno se atribuye al derrumbe y posterior apelmazamiento de las paredes de adobe, siendo muy difícil, en numerosas ocasiones, diferenciar derrumbes y alzados conservados, por presentar las mismas tonalidades y texturas, al punto que, muchas veces, las paredes solo se reconocían cuando se identificaba una línea de revoco, o cuando los ladrillos de adobe, perfectamente colocados, comenzaban a aflorar en plantas y perfiles, tras un concienzudo proceso de raspado. Estas dificultades también se producían en los trabajos del interior del edificio central, como queda de manifiesto en algunos cortes y secciones involuntarias que sufrieron las paredes de adobe en los primeros años de la excavación y que aún hoy son visibles. Más llamativo resulta aún que dicha capa de arcilla no se reconociera en las primeras secciones del foso realizadas en los sectores norte y sur, donde el sedimento se caracteriza por su consistencia húmeda o arenosa (Celestino Pérez y Jiménez Ávila, 1993: 65-66; Celestino Pérez et al., 1996: 243), propia de una deposición de tipo palustre. Tampoco se detectó en un corte realizado en el sector norte en 1992 (CN92) que atravesó el foso de lado a lado por esta zona. Esto es tanto más significativo por cuanto estos sectores del

Lám. 5. Edificio post-orientalizante de La Mata (Campanario) al comenzar las excavaciones, donde se observa el mayor deterioro de los muros en la zona de las esquinas. Foto: A. Rodríguez Díaz, Archivo Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Extremadura.

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foso se excavaron enteramente con medios manuales, mientras que en el resto, y una vez comprobada la existencia de un grueso estrato de ĂŠpoca romana, estos niveles superiores se retiraron con medios mecĂĄnicos. Pero es que, ademĂĄs, parece que la existencia de este estrato de sellado tampoco debĂ­a ser tan evidente en el resto del foso, puesto que en un artĂ­culo escrito con la mayor parte del mismo ya excavado, S. Celestino (1997: 370) afirma que “El sellado no afectĂł al foso por el Ă­mprobo trabajo que ello hubiera supuesto‌â€?; mientras que en otras publicaciones, la estratigrafĂ­a del foso se describe como formada Ăşnicamente por tres estratos: 1) huesos y cerĂĄmica, 2) destrucciĂłn y 3) basuras romanas (Celestino PĂŠrez, 2001b: 56, 2001c: 31), sin que haya cabida para la supuesta capa de sellado ritual, suscitando con ello mĂĄs que justificadas dudas sobre su existencia. AquĂ­, como en el caso del destino de las piedras esquineras, tampoco parecen haberse planteado las soluciones a algunos interrogantes que este dudoso sellado suscita como, por ejemplo, si en el momento de producirse el sellado el foso estaba lleno de agua. Porque si, como parece inferirse del actual comportamiento del foso, esto era asĂ­, el trabajo de tapar y compactar con arcilla los restos sumergidos del supuesto banquete habrĂ­a sido, no ya Ă­mprobo, sino prĂĄcticamente imposible. No parece que se hayan realizado anĂĄlisis granulomĂŠtricos sobre los sedimentos del foso que permitan ir reconstruyendo el proceso de desecaciĂłn. En todo caso, y a la vista de los datos publicados, se puede plantear que, tras el abandono de las ruinas, el foso sufriĂł un natural proceso de colmataciĂłn en el que, sobre los vestigios del incendio (evidenciados por algunas capas de carbĂłn) se fueron depositando progresivamente los restos de los derrumbes y de la erosiĂłn de unas edificaciones constituidas fundamentalmente con tierra y arcilla. De ahĂ­ que las capas sedimentarias, compactadas por el tiempo y por la presiĂłn del agua, pudieran haber tenido en algunas zonas esa tonalidad arcillosa viva tan propia de algunos suelos o revestimientos de Cancho Roano.

De modo anĂĄlogo, nada hace pensar que el resto del complejo sufriera un proceso de sellado deliberado, ni que sus estratos superiores fueran otra cosa que los derrumbes de sus milenarias paredes de adobe compactados por el tiempo y la lluvia. -2$1 2) $5& /$ '21&(//$ (1 /$ +2*8(5$

El tercer componente dramĂĄtico del escenario de clausura catĂĄrtica que contempla la reciente interpretaciĂłn de los restos del foso de Cancho Roano es el de la celebraciĂłn de sacrificios humanos. La posibilidad de estas prĂĄcticas tambiĂŠn habĂ­a sido ya indicada por Maluquer, que utiliza el tĂŠrmino ‘sacrificio’ abundantemente en la descripciĂłn de las ceremonias que se realizarĂ­an sobre las ruinas del edificio durante su etapa de uso como crematorio, en su ya descartada interpretaciĂłn funcional del sitio. No obstante, el empleo que hace Maluquer de este concepto es genĂŠrico y ambiguo: ocasionalmente habla de sacrificios incruentos y la mayorĂ­a de las veces va unido a palabras como libaciones y cremaciones, para identificar, de modo genĂŠrico, las prĂĄcticas funerarias que se realizarĂ­an en el ustrinum. Solo en contadas ocasiones las alusiones son algo mĂĄs claras, como cuando seĂąala que las ruinas se convierten en un “veritable ustrinum on es realitzen ofrenes, sacrificis, fins i tot humans‌â€? (Maluquer de Motes, 1983a: 35) o cuando escribe que “sacrificios masculinos aparecen en un caso, cerca ya de la utilizaciĂłn final. [‌] El resto se puede decir que se trataba de inhumaciones femeninasâ€? (Maluquer de Motes et al., 1986: 53). Pero, incluso en estos casos, surge la duda de si se estĂĄ refiriendo verdaderamente a inmolaciones humanas, visto el contexto de las frases, donde aparecen otros tĂŠrminos usados con descuido, como el de inhumaciones, nunca registradas en el yacimiento. El tema de los restos humanos en Cancho Roano merece un breve repaso bibliogrĂĄfico, toda vez que a partir de ellos se ha propuesto de nuevo, y esta vez sin ambages, la existencia de dichos sacrificios. La ausencia o escasez de huesos humanos siempre sorprendiĂł a Maluquer, pues encajaba mal con su concepciĂłn funeraria de las ruinas del complejo. Maluquer identifica algunos restos humanos entre

8 Hace poco utilicÊ, con amplias libertades, los nombres de las pistas del ålbum Architecture & Morality del grupo musical OMD para encabezar los diferentes apartados de un artículo que trataba sobre la arquitectura de Cancho Roano (JimÊnez à vila, 2009). La aparición de los huesos de una mujer joven en el foso, vinculada con los supuestos ritos de clausura y el incendio final, me permite recuperar ahora –con la misma libertad– uno de los títulos de ese disco que entonces, por razones temåticas, tuvo que quedarse en el tintero.

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las cenizas de las habitaciones E-2, E-4 y E-5 y afirma que estaban siendo analizados por el Dr. D. Turbón. Sin embargo, el Dr. Turbón, con quien me puse en contacto epistolar con motivo de este asunto, me confirmó que en su laboratorio nunca habían entrado huesos procedentes de Cancho Roano, aunque cabría la posibilidad de que hubiera examinado de manera informal algunos restos en el Departamento de Prehistoria de la Universidad de Barcelona en los años ochenta. Por tanto, estimo que debemos guardar las máximas reservas sobre la identificación de estos restos así como sobre todas las inferencias cuantitativas, antropológicas y culturales que de ellos se han derivado (Tab. 2). Por otra parte, los datos que se han publicado sobre una revisión del material osteológico del edificio de Cancho Roano tampoco resultan de gran ayuda. Así, conociendo los procedimientos metodológicos de la época, no cabría esperar que si los huesos identificados como humanos fueron aislados para su análisis en Barcelona fueran posteriormente reintegrados con el resto del material óseo al Museo de Badajoz. Además, las indicaciones son confusas, pues si en 1997 se afirma que los nuevos análisis no avalan la presencia de restos humanos, en 2001 se informa de que los análisis están aún en fase de realización para, posteriormente, reseñar que sí hay restos humanos en la zona este del edificio, un lugar donde nunca se habían identificado (Tab. 2). Estos supuestos restos de la zona oriental del edificio podrían corresponder, según S. Celestino, a una mujer joven cuya cabeza se halló en las excavaciones del foso, situación que justifica –y aquí volvemos al origen del discurso– la existencia de sacrificios humanos. Bajo mi punto de vista, y revisada la bibliografía sobre el tema, esta cabeza es el único vestigio óseo de la especie humana que resulta incuestionable, pues el material del foso es el único que, según nos consta, ha sido estudiado por especialistas. Desgraciadamente, lo desconocemos todo sobre este ítem: si se trata de una cabeza completa (cráneo+maxilar) o de un fragmento aislado, o si presenta o no huellas de violencia. No obstante, y aún con todas estas limitaciones en la información, cabría preguntarse si este vestigio resulta suficiente para verificar la existencia de sacrificios humanos entre las prácticas que, supues-

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tamente, se celebraron con motivo de la clausura del complejo de Cancho Roano. Primero, porque es aceptado para la Edad del Hierro que no todos los individuos tendrían acceso a una sepultura diferenciada, con lo que surge el problema de qué se hacía con los demás cadáveres. Por otro lado, porque la arqueología del Guadiana Medio ha aportado recientes indicios sobre el uso de cráneos aislados que no tienen por qué ser evidencia de sacrificios, como los hallados completos en varias sepulturas de cremación y depósitos en la necrópolis de Medellín (Almagro-Gorbea, 2008: 965). Finalmente, porque en el vecino edificio de La Mata, donde en ningún caso parecen poder describirse prácticas cultuales como las que se quieren para el final de Cancho Roano, también se ha detectado la presencia de restos dentarios humanos (Rodríguez Díaz, 2004: 453). Por tanto, son múltiples las explicaciones que podrían justificar la presencia de un cráneo humano en el foso de Cancho Roano que no implican, necesariamente, la perpetración de sacrificios rituales en el yacimiento: podrían formar parte del mobiliario de este tipo de edificios (como sugeriría su hallazgo en La Mata) o podrían pertenecer a individuos de bajo rango que no han tenido acceso a una sepultura definitiva. Ello, sin olvidar situaciones prehistóricas e históricas donde los cráneos humanos se han usado para las más diversas y asombrosas utilidades (Quigley, 1963). Inferir la existencia de sacrificios humanos de unos vestigios tan débiles parece, en suma, una prueba más de lectura subjetiva y extralimitada de los datos arqueológicos, impuesta por planteamientos previos que, en este caso, orbitan en torno al vector religioso y cultual como único factor posible de explicación de todo cuanto sucede en Cancho Roano y su entorno inmediato, desde su origen hasta su final, y que coincide con lo que hemos venido observando en los apartados anteriores.

&21&/86,21(6 A lo largo de tres décadas de excavaciones y estudios, los restos de Cancho Roano han sido objeto de diversas lecturas y valoraciones históricas y culturales. En este trabajo, y desde una perspectiva eminentemente crítica, he examinado algunas de las interpretaciones que, a mi juicio, se han formulado

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REFERENCIA

TEMA

OBSERVACIONES

Maluquer 1980: 260

“Los huesos, cuidadosamente retirados, eran enterrados, en otro lugar. […] serían confiados a urnas y enterrados […] en el propio túmulo o en cualquier otro lugar. […] No podemos descartar la posibilidad de que fueran arrojadas a la corriente del arroyo Cagancha…”

Distintas propuestas ante la ausencia de huesos de la primera campañas. La hipótesis de arrojar los huesos al arroyo será resucitada en 1987, en un trabajo que no llegó a publicarse y que aparece citado en algunas obras de los años 90 (p.ej. Celestino 1992).

Maluquer 1981: 22

“E4 y E5 se excavaron hasta una profundidad superior a 2 m (…). Por primera vez aparecieron huesos humanos incinerados pero dispersos, en especial restos de dos mandíbulas, una cabeza de fémur y algunos restos más convertidos en puro carbón que se hallan en estudio”.

Se refiere a los mismos restos procedentes de E4 y E5. El Prof. Turbón, en 2009, me indica que nunca pasaron huesos de C. Roano por su laboratorio, aunque es posible que les “echara un vistazo” a algunos de ellos en el Dpto. de Prehistoria de la Universidad de Barcelona.

Maluquer 1981: 112

“… a esa misma profundidad aparecieron los primeros restos humanos seguros quemados con parte de un maxilar y una cabeza de fémur que han sido analizados por el profesor D. Turbón”.

Maluquer 1981: 116, Fig. 45 (pie).

“Por primera vez entre los carbones aparecieron Perfil estratigráfico correspondiente a la habitaalgunos restos de huesos humanos muy estropea- ción H-1 donde se señala la presencia de huesos (“ossos”). dos por la cremación”

Maluquer 1983a: 37

“Hi ha molts aspectes encara no ben aclarits. Un Entre las dudas por aclarar, señaladas en este d’ells és la presencia entre les cendres d’alguns trabajo, estarían si corresponden a cremaciones o ossos humans (pocs) que a tot estirar correspon- a posibles sacrificios. drien a una dotzena de persones […]”

Maluquer 1983b: 140

“… la aparición por lo menos de cinco enterramientos de incineración fuera del edificio nos había llevado a creer que a su alrededor se extendía un área de necrópolis”.

Estos “enterramientos”, cuya cuantificación parece citarse de memoria, se identificaban por la aparición de urnas y objetos completos colocados, nunca por la presencia de huesos.

Maluquer et al. 1986: 60

“Únicamente sacrificios masculinos aparecen en un caso, cerca ya de la utilización final. Restos humanos masculinos se encontraron en la puerta que comunica E-1 con E-2. El resto se puede decir que se trataba de inhumaciones femeninas”.

La terminología de este párrafo resulta confusa. Tanto los términos “sacrificio” como “inhumaciones” parecen alejados no solo de la realidad, sino de la propia idea que pretende expresar el autor.

Almagro et al. 1990: 277

“Estas no ofrecen evidencias de ser sacrificios humanos sino más bien víctimas del citado incendio: 6 mujeres probablemente caídas de la planta alta y un hombre…”

A partir de los datos bibliográficos publicados por Maluquer se hace esta relectura, muy libre, de los restos humanos supuestamente hallados en el edificio central.

Celestino 1997: 363

“Maluquer […] hace una confusa referencia a la presencia de algún fragmento de hueso humano […] sin embargo, tras los análisis efectuados últimamente, no han podido ser convalidados”.

Celestino 2001a: 52

“En el interior del edificio también se hallaron una Aunque se refiere a huesos de animales, hallados buena cantidad de huesos […] hoy todavía en fase de en el edificio central, esta afirmación afecta a lo dicho en 1997. estudio preliminar…”

Celestino 2001a: 53

“… son muy parcos los datos […] sobre la presencia En torno al tema de los sacrificios. de huesos humanos […], aunque hay claras evidencias en el foso”.

Celestino et al. 2003: 306

“Tras los minuciosos análisis realizados […], solo se ha podido documentar la existencia de una joven de unos 20 años cuyos huesos han aparecido esparcidos por la zona oriental del edificio [:] alguna costilla y huesos menores.” “En la excavación del foso del año 2000 […] apareció la cabeza de la joven, de la que […] no se recuperaron sus extremidades.”

Celestino y Cabrera 2008: 193 “…se halló el cráneo de una joven que también debió Se refiere al sector sur del foso. ser sacrificada en el ritual”. Tab. 2. Cuadro sinóptico con el problema de los huesos humanos en la bibliografía de Cancho Roano.

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con mayores dosis de subjetividad y desde posicionamientos interpretativos más claramente preconcebidos. Todas ellas presentan una serie de lugares comunes que se refieren a la realización de grandes ceremonias rituales en las que intervienen el fuego, los sacrificios humanos o animales, las hecatombes, etc. generando un escenario de corte dramático o catártico que las unifica. Todas ellas cuentan con una débil base empírica que intenta adecuarse a la interpretación en lugar de ir amoldando las hipótesis a los datos, como parece el proceder más lógico y, desde luego, el más metodológico. Finalmente, todas ellas muestran similar menosprecio por el análisis de los procesos tafonómicos y post-deposicionales como vía adecuada para explicar muchas de las circunstancias sedimentarias y contextuales del registro. A estos presupuestos heurísticos respondía la Teoría de las Cremaciones de J. Maluquer, el primer excavador del sitio que, en función de sus analogías con las sepulturas tartésicas, concebía el yacimiento como un gran espacio funerario donde se habrían realizado sacrificios y cremaciones rituales. También la Teoría de los Altares de Ceniza, que identificaba las ruinas recién descubiertas con instalaciones cultuales mencionadas en las fuentes clásicas, o con fenómenos arqueológicos bien tipificados en zonas del Mediterráneo oriental y de Centroeuropa. En ambos casos, el carácter novedoso y extraordinario del recién descubierto yacimiento, y el desconocimiento generalizado de su contexto histórico y cultural, actuaban como factores fundamentales a la hora de justificar este tipo de explicaciones hoy descartadas. Sin embargo, en fecha más reciente, con un grado de conocimiento muy superior sobre la propia realidad del yacimiento y sobre el escenario histórico de la Extremadura post-orientalizante, han vuelto a plantearse hipótesis de tipo catártico para explicar el final de Cancho Roano, recuperando muchos de los elementos presentes en las antiguas propuestas: banquetes y hecatombes, demoliciones y sellados, sacrificios humanos, etc. Todo ello entendido bajo el

204

unívoco y excluyente prisma de la funcionalidad religiosa del lugar. Un repaso a estos recientes planteamientos, a la vista de las evidencias arqueológicas que los sustentan, pone de manifiesto que, como en el caso de las lecturas antiguas, las nuevas apenas resisten una mínima crítica razonada. Y que, no pocas veces, son contradictorios con las observaciones registradas en el campo, cuando no con su propia trayectoria lógica y bibliológica. De este modo, los restos atribuidos a banquetes, hecatombes y actividades deliberadas de demolición y sellado rituales, pueden interpretarse, con más verosimilitud, como la evidencia fosilizada de un simple proceso tafonómico, que consistió en la lenta y progresiva formación de un yacimiento arqueológico a partir de unas edificaciones originales de piedra y adobe que, antes de pasar por una fase de ruinas, sufrieron la destrucción causada por un incendio y el consiguiente abandono por parte de sus moradores, a finales del siglo V a.C. Así, los restos de fauna y cerámicas fragmentadas del lecho del foso parecen responder a la utilización como basurero que, subsidiariamente, se le otorgó a esta substrucción, coincidiendo, en uso y forma, con lo que ha sido siempre habitual en este tipo de recintos defensivos. Las consideradas como capas de sellado deben corresponder a los adobes que formaban las paredes de las edificaciones, una vez descompuestos y apelmazados tras los derrumbes progresivos de las mismas; y los desmontes de las esquinas parecen el resultado de fenómenos postdeposicionales a largo plazo. Por su parte, la presencia de un cráneo en el foso, contemplada en el contexto del Guadiana medio en época protohistórica, difícilmente justifica que se pueda hablar de sacrificios humanos. Con todo ello, la existencia de los “ritos de clausura” recientemente propuestos para el final de Cancho Roano se nos muestra como el producto de una lectura excedida y poco reflexionada de los datos arqueológicos que recuerda en fondo y forma a las que, 20 años antes, plantearan J. Maluquer y A. Blanco sobre este mismo yacimiento y que, como ellas, parece estar llamada a desvanecerse a medida que se vayan proyectando nuevos enfoques críticos sobre sus planteamientos.

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MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN: CREMACIONES, HECATOMBES Y SACRIFICIOS EN EL FINAL DE CANCHO ROANO

Este hecho cobra mayor importancia desde el momento en que, en sus argumentarios para sostener su teoría funcional sobre Cancho Roano, S. Celestino (2001a: 51, 2001b: 74) señala que “tal vez sea el proceso que sufre el santuario en su destrucción lo que indique de forma más clara su innegable función religiosa”. Cuestionada, por tanto, la existencia de estos ritos de clausura desaparece lo que, en palabras del propio Celestino, constituye uno de los principales pilares de su teoría funcional. Hay que señalar que este planteamiento deconstructivo aquí expuesto no se opone a la presencia de elementos rituales (no confundir con religiosos) en Cancho Roano, incluso en los momentos de su abandono y destrucción final. Asociados al incendio del complejo que, hoy por hoy, sigue pareciendo la interpretación más viable, se encuentran elementos que son difícilmente legibles bajo una perspectiva distinta de la simbólica o ritual, como el tapiado de la puerta de H-1 o la deposición de un soliferreum doblado en el patio. No obstante, este acontecimiento se enmarca dentro de un proceso histórico más amplio, en el que hay que incluir el incendio y abandono de otros edificios como el de La Mata donde no se han descrito fenómenos rituales de similar naturaleza (Rodríguez Díaz, 2004; Jiménez Ávila, 2008). Tampoco se oponen estas lecturas críticas a la importancia que tienen en Cancho Roano algunos componentes que aquí se han revisado, en particular los relacionados con el caballo, que deberían ser objeto de un estudio de conjunto que aunara las evidencias iconográficas, ecuestres y osteológicas (cuando se publiquen de forma detallada). Con ello se contribuiría a explicar mejor la presencia de este singular animal en el yacimiento en la línea de lo que, con carácter más amplio, se está realizado en otros ámbitos de la Protohistoria peninsular (Quesada Sanz y Zamora Merchán, 2003). En cualquier caso, parece claro que, de cara a este futuro científico, resultará imprescindible contar con la publicación detallada de las últimas campañas de excavaciones realizadas en Cancho Roano entre 1992 y 2000. Presentadas las memorias de las naves perimetrales hace 16 años, quedan aún pendientes las de los edificios más antiguos y las del foso, a pesar de haberse señalado su inminencia en varias ocasiones (Celestino Pérez, 2001a: 17; ver también nota 2). Este lapso, excepcionalmente largo en la trayectoria editorial del yacimiento, empieza a actuar

ya como un pesado lastre para el conocimiento de un sitio que sigue siendo clave en la Protohistoria de Extremadura y del suroeste ibérico en general. En un plano más amplio, conviene conceder mayor valor a los procesos tafonómicos en la explicación arqueológica puesto que, en la mayor parte de las ocasiones, su incidencia es fundamental en la formación del palimpsesto. Puede que, como en el caso que nos ocupa, atribuir a la fase post-deposicional determinadas características de los restos arqueológicos tienda a aproximar las interpretaciones al ámbito de lo prosaico y lo cotidiano y, simultáneamente, a alejarlas de las explicaciones de corte dramático, que sin duda son más impactantes. Pero no es menos cierto que, si privilegiamos este tipo de enfoques catárticos, no estaremos en disposición de sorprendernos cuando sitios como Cancho Roano y su foso acaben siendo interpretados como una reproducción a escala de la mítica Atlántida.

$*5$'(&,0,(1726 Deseo manifestar mi agradecimiento a Antonio Rodríguez Hidalgo por sus aportaciones fundamentales en materia de zooarqueología, que han contribuido a mejorar sustancialmente el trabajo. Igualmente, a Raquel Nodar, arqueóloga encargada de coordinar al grupo de alumnos de la Escuela Taller de La Serena que colaboró en los trabajos de excavación del foso de Cancho Roano entre 1996 y 1997. Al Prof. D. Turbón por sus indicaciones sobre los huesos presuntamente humanos de las excavaciones de los años ochenta. Finalmente, también a la empresa Expociencia S.L., en particular a Beatriz Farias, y al CEDER de La Serena por su cesión de las magníficas recreaciones del “banquete” de Cancho Roano y del incendio del edificio de La Mata, esta última realizada por la empresa Entorn S.L.

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CRÓNICA La presente crónica da cuenta de las actividades desarrolladas en el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera en el año 2011.

DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA 2011

información aparece recogida en el acuerdo capitular del Ayuntamiento de Antequera de 19 de febrero de 1887.

Creación de la Comisión Técnica. El Decreto

352*5$0$ ,167,78&,21$/ La actividad dentro de este programa se ha dedicado a reforzar la institución desde una doble perspectiva. En el ámbito interno, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía ha creado la primera Comisión Técnica del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, órgano imprescindible, cuyas aportaciones han enriquecido el trabajo que se ha desarrollado este año. En cuanto a las relaciones institucionales externas, se han dirigido a la colaboración con organismos que apoyaran la idea de iniciar el expediente para la inclusión de los dólmenes de Antequera en la lista de Patrimonio Mundial. Las iniciativas desarrolladas han sido:

280/2010 por el que se crea el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera como servicio administrativo con gestión diferenciada regula la creación de la Comisión Técnica como órgano consultivo y de asesoramiento de carácter colegiado. Dicha Comisión está presidida por la persona titular de la Dirección del Conjunto Arqueológico y está compuesta por seis vocales cuyas funciones son las siguientes:

a) Actuar como órgano de consulta y asesoramiento. b) Proponer cuantas medidas y sugerencias estime oportunas para la conservación y mejora de la Zona Arqueológica.

Conmemoración del 125 aniversario de la declaración (Lám. 1) por Real Orden de 1 de junio de 1886, de Menga como Monumento Nacional. La

c) Informar los proyectos de Plan Director y de Plan Anual de la institución.

Lám. 1. Composición conmemorativa del 125 Aniversario. Diseño: Carmen Jiménez del Rosal.

208

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0(1*$

03 d) Informar los programas anuales de protección, conservación y restauración, investigación y difusión. e) Actuar, con facultades de propuesta, como consejo de redacción de las publicaciones del Conjunto Arqueológico. f) Dictaminar acerca de cuantas cuestiones y propuestas le sean sometidas. Por Orden de 4 de febrero de 2011 fueron nombrados por un período de tres años renovables, las siguientes personas como vocales de la Comisión: Leonardo García Sanjuán y José Enrique Márquez Romero, arqueólogos, José Ramón Menéndez de Luarca Navia Osorio y Aurora Villalobos Gómez, arquitectos, María Isabel Olmedo Ponce, restauradora, y María del Carmen Rodríguez Oliva, historiadora del Arte. La Comisión Técnica quedó constituida el 21 de marzo (Lám. 2), primera de las tres ocasiones en las que se reunieron a lo largo de 2011.

Colaboración en la organización y participación en el Seminario Internacional sobre Megalitismo y Convención de Patrimonio Mundial que se encuadra dentro del marco del Programa Temático de Patrimonio Mundial, Evolución Humana de la UNESCO. El encuentro tuvo lugar entre los días 20 y 24 de septiembre de 2011 en las localidades de Antequera y Málaga y en él se reunieron más de 40 expertos internacionales y gestores de sitios declarados Patrimonio Mundial. Fue organizado conjuntamente por el Centro de Patrimonio

Lám. 2. Integrantes de la Comisión Técnica fotografiados en Menga después de la reunión constituyente el 21 de marzo de 2011. De izquierda a derecha: Rosa Enríquez Arcas, Marisa Olmedo Ponce, José Ramón Menéndez de Luarca, José Enrique Márquez Romero, Carmen Rodríguez Oliva, Aurora Villalobos Gómez y Leonardo García Sanjuán. Foto: Gema Aguilera Gómez.

Mundial de la UNESCO, el Ministerio de Cultura y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. El objetivo principal fue reunir a especialistas internacionales para plantear los problemas de los principales sitios megalíticos inscritos en la lista y debatir una primera propuesta del Conjunto Arqueológico para la elaboración del expediente de inscripción de los dólmenes de Antequera en la lista de Patrimonio Mundial (Lám. 3).

El Consejo del Patrimonio Histórico, reunido durante los días 24 y 25 de octubre de 2011 en el

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Lám. 3. Participantes en el Seminario Internacional sobre Megalitismo y Convención del Patrimonio Mundial en el atrio de Menga. Foto: Moreno Estudio Antequera.

Monasterio de El Paular (Madrid), acordó por unanimidad incluir en la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial de la UNESCO la candidatura del Paisaje Megalítico de los Dólmenes de Antequera a propuesta de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. En la asamblea anterior, celebrada en Antequera los días 7 y 8 de julio de 2011, el Consejo realizó una visita oficial donde pudo comprobar in situ las cualidades del Conjunto.

avanzada del lugar que se desea visitar, así como otros datos de carácter comercial, de ocio o gastronómicos. El proyecto se inició con información sobre Málaga, Antequera y Granada, pretendiendo abarcar la totalidad del territorio andaluz y de sus recursos culturales y patrimoniales. La totalidad de la aplicación está disponible en 7 idiomas: español, inglés, francés, chino, portugués, ruso y japonés.

Colaboración con la Agencia Andaluza de Institu-

Coorganización del acto de clausura del Máster

ciones Culturales en el desarrollo del proyecto de realidad aumentada (Lám. 4) Rutas Culturales de Andalucía, una aplicación tecnológica diseñada para teléfonos móviles tipo smartphone o tabletas (con GPS y brújula) que permite a los usuarios obtener, a través de su geolocalización y mediante realidad aumentada, información cultural

interuniversitario en Arqueología de las Universidades de Granada y Sevilla. Las actividades, celebradas los días 27 y 28 de mayo de 2011, consistieron en una visita a los Dólmenes de Antequera y al Enclave Arqueológico de Peñas de Cabrera en Casabermeja y la conferencia de Gonzalo Ruiz Zapatero, Catedrático de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid (Lám. 5, 6, 7 y 8).

352*5$0$ ,167,78&,21$/ / 1($ '( '(),1,&, 1

Los esfuerzos de la institución en esta línea han

Lám. 4. Puedes descargarte de manera gratuita la aplicación desde las tiendas Apple Store o Android Market, o desde este código QR. Operativa para smartphones y tablets. http://bidi.andaluciatucultura.es

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ido dirigidos a conseguir para los bienes que tutela la más alta protección. Es por ello que se ha elaborado la documentación técnica presentada en el Seminario Internacional sobre Megalitismo y Convención de Patrimonio Mundial para impul-

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/¤P /¤P Låm. 5. Visita al dólmen de Menga. Foto: Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera. Låm. 6. Visita al tholos de El Romeral. Foto: Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera. Låm. 7. Visita al Enclave Arqueológico Peùas de Cabrera en Casabermeja (Målaga). Foto: Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera. Låm. 8. Conferencia del profesor Ruiz Zapatero en el salón de actos del Museo de Antequera. Foto: Victoria Eugenia PÊrez Nebreda.

sar la candidatura de los dĂłlmenes de Antequera en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. El expediente fue realizado por JosĂŠ RamĂłn MenĂŠndez de Luarca, siendo la base de la propuesta presentada a la UNESCO por el Consejo del Patrimonio HistĂłrico EspaĂąol. /Â?1($ '( ,1&5(0(172

„ Aceptación de donación a favor de la Comunidad Autónoma de Andalucía de la colección fotogråfica y parte de la biblioteca personal del profesor Michael Hoskin, incluyendo 5.466 fotografías de sitios megalíticos Europa y del norte de à frica y 107 publicaciones especializadas sobre megalitismo y arqueoastronomía escritas en castellano, inglÊs y francÊs principalmente (Låm. 9). Publicado en el BOJA nº 61 de 28 de marzo de 2011.

LĂĄm. 9. Imagen del domen de Ta Hammut (TĂşnez). Fondo FotogrĂĄfico Michael Hoskin.

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/ 1($ '( '2&80(17$&, 1

Gestión del fondo documental y gráfico de los Dólmenes de Antequera y puesta a disposición de investigadores y usuarios en general. De este modo se han atendido casi medio centenar de peticiones de información. / 1($ '( ,19(67,*$&, 1 Siguiendo los objetivos marcados en la línea de investigación del Plan Director del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, desde la institución se propicia la ejecución de diferentes proyectos de investigación, bien sea promoviéndolos directamente o bien apoyando aquellos de origen externo. Proyectos que estarán delimitados espacialmente bajo el concepto general de Tierras de Antequera, los límites y demarcaciones territoriales relacionados con los dólmenes antequeranos, a partir del análisis de sus características geográficas, de su morfología geológica, de sus condiciones naturales y de su identificación cultural por parte del ser humano. Los trabajos de investigación realizados durante 2011 se han limitado espacialmente a un bien determinado, el dolmen de Menga:

Informe bioarqueológico y datación radiocarbónica de los dos individuos procedentes de la intervención arqueológica en el atrio del dolmen de Menga realizada en la primavera de 2005 bajo dirección de Verónica Navarrete Pendón, por parte de Marta Díaz-Zorita Bonilla y Leonardo García Sanjuán (este informe se publica en este número de la revista).

Informe zooarqueológico y datación radiocarbónica de los restos faunísticos recuperados de la parte alta del relleno del pozo de Menga en la intervención realizada en la primavera de 2005 bajo dirección de Verónica Navarrete Pendón, por parte de José Antonio Riquelme Cantal (este informe se publica también en este número de la revista). /,1($ '( &216(59$&, 1

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ler Serratosa y José Ramón Menéndez de Luarca. El proyecto de intervención en Menga parte de un exhaustivo trabajo de recopilación y análisis de la documentación textual y gráfica existente, una fase que ha durado cuatro años y que ha puesto en orden información inconexa temporal y espacialmente. En este trabajo han participado expertos del ámbito nacional en documentación, megalitismo, arte rupestre, conservación, arquitectura y paisajismo, especializados en patrimonio histórico, todo ello coordinado desde el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera. El proyecto busca sacar a la luz la realidad del objeto tal como se ha configurado en su excepcional historia plurimilenaria: lograr el máximo de conocimiento para llegar a la mínima intervención. Conocer hasta el último detalle de la compleja constitución del objeto para evitar que pueda ser destruido un aspecto ignorado. El esfuerzo realizado en el previo conocimiento del objeto a intervenir facilita que la aproximación a aquel tenga el carácter de reconocimiento, en el mismo sentido que se habla de reconocimiento de los méritos del interlocutor como garantía de respeto. En el marco de este proyecto de intervención, el Proyecto de actividad arqueológica puntual de apoyo a la conservación, fue redactado por José Antonio Linares Catela. En el ámbito de la conservación preventiva, se han realizado varios estudios que llevan a profundizar en el conocimiento de las causas y fenómenos de alteración existentes y/o posibles como elementos indispensables ante una futura intervención.

Elaboración del informe Primera fase de los estudios ambientales y análisis microclimáticos, realizados sobre el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, Málaga, que forma parte del Estudio microclimático de los Dólmenes de Antequera de los años 2009, 2010 y 2011. Ha sido realizado por Raniero Baglioni y Salvador Valpuesta, técnicos del Centro de Intervención del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.

Se ha apostado fuertemente por el trabajo en

Medición de ruidos y vibraciones en el tholos de

esta línea con la redacción del Proyecto Básico y de Ejecución de consolidación y puesta en valor del dolmen de Menga por los arquitectos Pau So-

El Romeral con motivo de las obras de la línea de alta velocidad Antequera-Granada en su tramo Bobadilla-Peña de los Enamorados a su paso por

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de inmueble, actualmente en redacción por Arquitectura Campos Alcaide. 352*5$0$ '( 086($/,=$&, 1 < (;326,&, 1 3(50$0(17(

La apuesta del Conjunto este año en el Programa de Musealización ha sido la ejecución del Proyecto de ordenación y conservación del recinto primero, redactado por José Ramón Menéndez

Lám. 10. Equipo para la medición de ruidos y vibraciones en la camarita y túmulo de El Romeral. Foto: Gema Aguilera Gómez.

El Romeral (Lám. 10). Estudio realizado por personal técnico de la empresa Vorsevi.

Informe sobre la resistencia estructural del dolmen de Menga, elaborado por el estudio de arquitectura Aroca y Asociados. 352*5$0$ $548,7(&7 1,&2

Dentro del Programa Arquitectónico, la Consejería, ha dado un nuevo impulso al proyecto del futuro Museo de los Dólmenes de Antequera con la adjudicación del contrato para la redacción del proyecto y dirección de las obras de adecuación

de Luarca y Pau Soler Serratosa. El punto de partida de las actuaciones que se han ejecutado es el concepto actualmente imperante de paisaje arqueológico. Dentro de dicha concepción se entiende que el valor de las construcciones megalíticas deriva tanto de su monumentalidad en sí misma como de su dimensión territorial y paisajística. En sustancia este proyecto trata de recuperar, en la medida de lo posible, el magnífico paisaje que presentaba la zona antes de experimentar los cambios de los últimos tiempos. Un paisaje en el que una arboleda de olivos y almendros se extendía desde la colina de los túmulos hasta el cerro de Marimacho, tal como se veía en las antiguas fotografías. Se ha posibilitado así la recuperación de un extenso parque, con la plantación de casi 300 árboles, olivos y almendros. Al mismo tiempo, se han reparando las cercas, se han creado caminos terrizos y se han eliminado las acumulaciones de cascotes y tierra (Lám. 11). Este proyecto ha seguido las pautas marcadas por el Plan Director del Conjunto Arqueológico que, en materia de paisaje, asume las recomen-

Lám. 11. Vista del túmulo de Menga desde el Llano de Rojas tras la intervención de Ordenación y Conservación. Foto: Gema Aguilera Gómez.

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daciones del estudio encargado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico al Centro de Estudios Paisaje y Territorio-Universidad de Sevilla, Reconocimiento de los Recursos Paisajísticos

la Semana de la Prehistoria con gran repercusión en la población escolar y otra puntual, Las Celebraciones de la Luna.

en el Ámbito Próximo de los Dólmenes de Antequera, desarrollado con motivo del Convenio Eu-

2.903

ropeo del Paisaje 2000, ratificado por España en 2008.

23.645 Andalucía España Unión Europea Otros países

352*5$0$ '( ',)86, 1 < &2081,&$&, 1 44.890

La cifra total de visitantes durante 2011 fue de 90.192 (Tab. 1), ascendiendo en más de 8.500 con respecto al año anterior. Un primer acercamiento a los datos estadísticos nos hace ver que nuevamente fue abril el mes de mayor afluencia, seguido de noviembre gracias al público escolar de origen andaluz que supuso en torno al tercio de las visitas totales en dichos meses. En cuanto a la procedencia (Tab. 2), es Andalucía el lugar mayoritario casi con el 50% de los visitantes, seguido de la Unión Europea con un 26%, del público español no andaluz con casi el 21% frente a un 3% procedente de otros países del mundo.

MES

Nº DE VISITANTES

Enero

4.063

Febrero

7.792

Marzo

8.540

Abril

13.013

Mayo

8.999

Junio

6.997

Julio

3.506

Agosto

4.688

Septiembre

5.641

Octubre

10.044

Noviembre

10.363

Diciembre

6.546

TOTAL

Tab. 2. Visitantes según procedencia durante 2011.

III Cursos de Otoño Antequera Milenaria, celebrados en el salón de actos del Museo Municipal de Antequera los tres primeros y en el del Centro Unicaja de Cultura el último. á

Se ha continuado con las actividades consolidadas en la institución en los últimos años como la organización de la III edición de los Cursos Antequera Milenaria, y las actividades sistemáticas; a las que se ha incorporado una nueva que se hace dos veces al año,

II Seminario permanente de Historiografía Francisco María Tubino: Origen y Formación

de las Colecciones de los Museos Arqueológicos Andaluces, celebrado los días 29 y 30 de septiembre y 1 de octubre de 2011. La dirección científica ha estado a cargo de José Ramón López Rodríguez, director del Conjunto Arqueológico de Itálica. El objetivo del curso ha sido analizar historiográficamente la relación que existe entre la actividad arqueológica, como práctica y como investigación, y la formación de un coleccionismo arqueológico en su relación con el museo. Los casos prácticos que se expusieron aludieron a varios museos de Andalucía. El curso se convirtió en un foro de debate y encuentro para los profesionales que lo impartieron.

90.192

Tab. 1. Total mensual de visitantes en 2011.

214

18.754

á I Seminario de Arqueoastronomía Michael Hoskin: Arqueoastronomía de la Prehistoria, celebrado los días 7 y 8 de octubre de 2011. La dirección científica ha estado a cargo de Rafael Maura Mijares, doctor en Historia por la UNED y Juan Antonio Belmonte Avilés, astrónomo del Instituto de Astrofísica de Canarias. El objeto fundamental ha sido dar a co-

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nocer a los participantes las sugerentes hipótesis que propone la Arqueoastronomía a partir del conocimiento previo de las dos ramas que la integran, es decir, la Astronomía y la Arqueología, así como la incidencia de estos estudios en la Península Ibérica. •

I Seminario Henri Breuil: Arte Prehistórico en las Tierras de Antequera, celebrado los días 29 de octubre, 5 y 11 de noviembre de 2011. La dirección científica ha estado a cargo de Martí Mas Cornellà, profesor de Prehistoria y Arqueología de la UNED, y de Rafael Maura Mijares, doctor en Historia por la UNED. El curso trató de ofrecer una visión global del Arte Prehistórico en la Península Ibérica, que se concretó en un balance sobre el estado de la investigación en Andalucía, para pasar luego a analizar los vestigios artísticos paleolíticos y postpaleolíticos conservados en las Tierras de Antequera, así como sus contextos arqueológicos, aportándose finalmente un análisis sobre las perspectivas de estudio que nos ofrece el devenir futuro de la investigación.

sentadas dentro del sistema patriarcal. Se realizó, desde posiciones y discursos de género, un recorrido, no lineal y multidisciplinar, desde el mundo antiguo y la prehistoria hasta la actualidad, desde el ámbito más simbólico y representacional, al histórico, arqueológico, del arte e incluso museográfico, efectuando interrelaciones y conexiones.

Las Celebraciones de la Luna (Lám. 13). Esta actividad se realizó el 15 de junio de 2011 con motivo del último eclipse total de Luna. La Sociedad Malagueña de Astronomía, coorganizadora del evento, instaló en el recinto de los dólmenes de Menga y Viera una pantalla que reflejó el eclipse en directo y cinco telescopios junto a los cuales, diferentes miembros de la Sociedad daban información sobre el fenómeno.

I Seminario de Arte y Naturaleza José Antonio Muñoz Rojas: Arte, Género e interrelacio-

nes entre el Mundo Antiguo y/o Prehistoria y la Contemporaneidad (Lám. 12), celebrado los días 18 y 19 de noviembre de 2011. La dirección científica ha estado a cargo de Margarita Aizpuru Domínguez. El curso debatió sobre las interrelaciones de la historia, el arte y las mujeres, y como estas han sido y son repre-

Lám. 13. Miembros de la Sociedad Malagueña de Astronomía atendieron las dudas del público durante el eclipse de Luna. Foto: Miguel Ángel Checa Torres.

La Semana de la Prehistoria. Del 22 al 25 de febrero y del 22 al 25 de noviembre de 2011 se desarrolló esta nueva actividad dividida en tres talleres: Visita guiada a los sepulcros de Menga y Viera: tras las huellas del pasado, teatralización La constructora de El Romeral (Lám. 14) y taller de pintura rupestre Signos, trazos y figuras. Dirigida fundamentalmente al público escolar contó con más de 2.700 participantes.

Exposición temporal en el Hunebedcentrum de

Lám. 12. I Seminario de Arte y Naturaleza José Antonio Muñoz Rojas. Intervención de Mª Ángeles Querol con la ponencia “La representación de las mujeres en los modernos museos arqueológicos de España”. Foto: Carmen Andújar Gallego.

Borger, Holanda, sobre los dólmenes de Antequera. La exposición, inaugurada en octubre de 2010, tenía previsto clausurarse en marzo de 2011; debido al éxito de público (cerca de 60.000 personas) fue prorrogada un mes más.

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nalmente, el proceso de institucionalización de la tutela de los dólmenes de Menga y Viera y el tholos de El Romeral. Edición en tres tomos con una tirada de 1.000 ejemplares. Entre sus objetivos destaca el ejercicio de la tutela efectiva del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera y su vinculación con las políticas urbanística, medioambiental y turística, así como la promoción de la participación efectiva de la ciudadanía.

Lám. 14. Escolares asisten a la teatralización La constructora de El Romeral. Foto: Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.

La institución ha mantenido todas las actividades sistemáticas que se han hecho en años anteriores: visitas guiadas, la de mayor participación con 14.551 personas; ¿Te gustaría conocer la Prehistoria? con casi 13.000 usuarios; Viaje a la Prehistoria, Las Celebraciones del Sol y los tres días de Jornadas de Puertas Abiertas: Día de Andalucía, Día de los Monumentos y los Sitios y Día Internacional del Museo.

El fin de la misma es la divulgación a todos los niveles de los programas en materia institucional, de incremento, documentación, investigación, conservación, protección, arquitectura, exposición, difusión, seguridad y recursos humanos que desarrollará el Conjunto Arqueológico hasta 2018. El director del Plan Director es Bartolomé Ruiz González que ha contado con un extenso equipo de profesionales para su redacción. Descarga gratuita online: http://www.juntadeandalucia.es/cultura/museos/ CADA/index.jsp?redirect=S2_4_3_1.jsp&noticias= 1148

/ 1($ '( 38%/,&$&,21(6

El Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera. Definición, Programación e Institucionalización. Documento de Avance del Plan Director (Lám. 15). En esta publicación se presenta la definición de la institución, los programas y, fi-

Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía 02 /Menga. Journal of Andalusian Prehistory 02 (Lám. 16). En este segundo número, el apartado dossier ha estado dedicado a la Arqueobotánica con cinco trabajos sobre el paisaje y la gestión de los recursos vegetales durante la prehistoria de

Lám. 15. Portada del segundo tomo del Documento de Avance del Plan Director.

216

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Lám. 16. Portada del segundo número de Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía.

Lám. 17. Explorando el tiempo y la materia, primer título de la serie monográfica de Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía.


Andalucía y coordinado por María Oliva Rodríguez-Ariza. La sección de estudios ha contado con tres trabajos de diferente temática: la ocupación humana en Guadix-Baza y Orce, las explotaciones prehistóricas de sílex y los resultados de las campañas de 2009 y 2010 en el yacimiento de Perdigões en Portugal. El editorial se dedicó al I Congreso de Prehistoria de Andalucía: la Tutela del Patrimonio Prehistórico. Así mismo se han mantenido los apartados de recensiones, crónica del conjunto y noticias.

Cabe destacar el proceso de intercambio científico que se abrió con el número 01 de esta publicación, lo que nos ha permitido acrecentar el volumen de la hemeroteca del Conjunto con otros treinta y tres títulos (180 ejemplares).

Explorando el tiempo y la materia en los monumentos prehistóricos. Cronologías absolutas y rocas raras en los megalitos europeos. Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía. Monográfico 01. (Lám. 17). Recoge artículos científicos presentados en la reunión del Grupo de Trabajo de Megalitismo Europeo, celebrado en Sevilla en noviembre de 2008 en torno a dos temas: la cronología absoluta y la presencia de rocas raras y materias primas exóticas en los monumentos prehistóricos. Edición bilingüe en libro digital.

Lám. 18. El Arte Prehistórico de las Tierras de Antequera, hace un recorrido por uno de los focos de Arte Paleolítico más importantes del mundo.

Descarga gratuita online: http://www.juntadeandalucia.es/cultura/museos/ CADA/index.jsp?redirect=S2_4_3_1.jsp&noticias= 1142

El Arte Prehistórico en las Tierras de Antequera (Lám. 18) es una publicación que trata de trata de hacer balance de lo que han sido estos últimos años de nuevos descubrimientos (hasta seis enclaves son publicados aquí por primera vez), en una revisión y puesta al día del conocimiento actual sobre estas manifestaciones gráficas, cuya pretensión fundamental es la de servir de tabula rasa a los futuros estudios sobre el tema en este marco geográfico. Edición bilingüe.

El Centro Solar Michael Hoskin (Lám. 19). El objetivo de fundamental es dar a conocer al gran público la figura de este singular científico, las sugerentes hipótesis que propone la Arqueoastronomía a partir del conocimiento previo de las dos ramas que la integran, es decir, la Astronomía y la Arqueología y su aplicación directa en los dólmenes antequeranos, así como el propio espacio dedicado al Centro Solar Michael Hoskin a través de los elementos que lo componen, incluyéndose el Memorial de los Dólmenes de Antequera por quedar éste físicamente integrado en un sector de la plaza circular que sirve de marco a dicho centro. Edición bilingüe.

Lám. 19. El Centro Solar Michael Hoskin constituye una de las estructuras medulares del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.

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LA INSCRIPCIÓN DE LOS DÓLMENES DE ANTEQUERA EN LA LISTA INDICATIVA DEL PATRIMONIO MUNDIAL DE UNESCO

Dolmen de Menga. Foto: Javier Pérez González.

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 219-222. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA

1


CRĂ“NICA

LA INSCRIPCIĂ“N DE LOS DĂ“LMENES DE ANTEQUERA EN LA LISTA INDICATIVA DEL PATRIMONIO MUNDIAL DE UNESCO

/$ ,16&5,3&,Ă?1 '( /26 'Ă?/0(1(6 '( $17(48(5$ (1 /$ /,67$ ,1',&$7,9$ '(/ 3$75,021,2 081',$/ '( 81(6&2 Margarita SĂĄnchez Romero1

5HVXPHQ Se describe el proceso por el que los DĂłlmenes de Antequera se inscribieron el pasado mes de enero de 2012 en la Lista Tentativa de Patrimonio Mundial de UNESCO. Esta estrategia ha comportado una reflexiĂłn acerca de las formulas para elaborar los expedientes de las candidaturas a Patrimonio Mundial teniendo en cuenta los requerimientos de UNESCO para los prĂłximos aĂąos.

3DODEUDV FODYH Patrimonio mundial, UNESCO, Lista indicativa, DĂłlmenes de Antequera.

7+( ,16&5,37,21 2) '2/0(16 2) $17(48(5$ ,1 7+( 7(17$7,9( /,67 2) :25/' +(5,7$*( 81(6&2 $EVWUDFW In this paper the process for the inscription in the Tentative List of UNESCO of the Dolmens of Antequera is described. This strategy has led to a reflection on the way new candidatures must be developed taking into account UNESCO requirements for the coming years.

.H\ZRUGV World Heritage, UNESCO, Tentative List, Dolmens of Antequera.

1 Departamento de Prehistoria y ArqueologĂ­a. Universidad de Granada. Directora General de Bienes Culturales (2010-2012). [marsanch@ugr.es]

Recibido: 03/09/2012; Aceptado: 01/11/2012

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MARGARITA SÁNCHEZ ROMERO

El pasado mes de enero de 2012, UNESCO inscribió a los Dólmenes de Antequera en la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial (http://whc.unesco.org/en/ tentativelists/5668/), el inventario de los bienes que cada país considera apropiados para su inscripción en la Lista Representativa del Patrimonio Mundial; además de suponer un instrumento de planificación y evaluación para los distintos países, esta inscripción es un paso previo e indispensable para formar parte de los bienes de Patrimonio Mundial. Precisamente en el año 2012 se ha celebrado el 40º aniversario de la firma de la Convención sobre la protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural en 1972. Un documento de total vigencia que tiene por objeto identificar, proteger, conservar, revalorizar y transmitir a las generaciones futuras el patrimonio cultural y natural de valor universal excepcional. Desde que España firmara la convención en 1982, en nuestro país se han inscrito en la Lista Representativa de UNESCO 43 bienes, de los cuales seis están en Andalucía. En el apartado de Patrimonio Mundial Cultural están incluidos la Alhambra, Generalife y Albaicín, Granada (19841994), el Centro histórico de Córdoba (1984), la Catedral, Alcázar y Archivo de Indias en Sevilla (1987), Arte rupestre del arco mediterráneo (1998) y los Conjuntos monumentales renacentistas de Úbeda y Baeza (2003). Por otra parte en el apartado de Patrimonio Mundial Natural está inscrito el Parque Nacional de Doñana (1994). En el apartado de Patrimonio Cultural Inmaterial, cuya convención es mucho más reciente (2003), la comunidad andaluza tiene inscrito el Flamenco (2010). La inscripción de los Dólmenes de Antequera es un paso más en un proceso que se inició hace ya dos años y que ha supuesto la renovación de la metodología por la que se preparan las candidaturas. Desde el primer momento se consideró imprescindible conocer cuáles son las prioridades y las exigencias de UNESCO para con el estado parte en general, el Estado Español en este caso, y para con nuestra comunidad autónoma en particular. Era por tanto necesario releer tanto la propia Convención de Patrimonio Mundial como el documento de Directrices Operativas, hoja de ruta básica para el trabajo con UNESCO, cuya última versión es de 2011. Además, se consultó un documento muy interesante realizado por ICOMOS y titulado The World Heritage

List. Filling the gaps – An action plan for the future en el que se valoran los “vacios” tipológicos existen-

220

tes en la Lista, que no debemos olvidar que es representativa, y que serán las prioridades de UNESCO para las inscripciones de los próximos años. En cuanto a las exigencias y requerimientos, está claro que a una comunidad autónoma como la andaluza, con una amplia trayectoria en la Tutela del Patrimonio Histórico, se le exige la excelencia en todos los ámbitos de la misma: la investigación, la protección, la conservación y la difusión además de una adecuada gestión de los bienes. También se exige la capacidad de implicar a la ciudadanía en el uso adecuado de esos bienes para que terminen convirtiéndose en elementos de desarrollo sostenible. En este sentido, era imprescindible tener en cuenta cuales son los objetivos estratégicos para UNESCO en estos momentos (también denominados “las cinco C”), aumentar la credibilidad de la Lista del Patrimonio Mundial, garantizar su conservación, promocionar la capacitación eficaz en los Estados Partes, aumentar la sensibilización, la participación y el apoyo públicos al Patrimonio Mundial mediante la comunicación y fortalecer el papel de las comunidades en la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial. Una vez conocidas las exigencias y requerimientos de UNESCO se elaboró un documento de análisis de la viabilidad del expediente, uno de cuyos puntos básicos consistía en la comparación con otros bienes inscritos, de la misma tipología, ya fuese en la Lista Representativa o en la Lista Indicativa. Ese documento fue expuesto ante expertos en la tutela y gestión del patrimonio megalítico durante la reunión

Lám. 1. Inauguración del seminario Megalithic Sites and the World Heritage Convention. De izquierda a derecha: Margarita Sánchez Romero (Consejería de Cultura. Junta de Andalucía), Ángeles Albert de León (Ministerio de Cultura) y Nuria Sanz (UNESCO). Foto: Moreno Estudio Antequera.

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LA INSCRIPCIÓN DE LOS DÓLMENES DE ANTEQUERA EN LA LISTA INDICATIVA DEL PATRIMONIO MUNDIAL DE UNESCO

Megalithic Sites and the World Heritage Convention celebrada del 20 al 24 de septiembre de 2011 en Málaga y Antequera (España) (Lám. 1). La celebración de la reunión internacional Sitios Megalíticos y la Convención de Patrimonio Mundial, tenía una serie de objetivos claros. En primer lugar quería dar a conocer el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera a una selecta lista de personas dedicadas a la investigación y a la gestión del patrimonio megalítico mundial. Así, se incluyó una sesión dedicada monográficamente a exponer la situación actual de los dólmenes antequeranos, tanto desde la perspectiva de su investigación científica como de la de su gestión y tutela administrativas, así como una visita guiada a los mismos. En segundo lugar, la reunión internacional sirvió para debatir, aclarar y establecer los principios y criterios que regirán, en el futuro, las incorporaciones a la Lista de PM de los sitios megalíticos en todo el mundo. Por último, la reunión sirvió para debatir, contrastar y mejorar el documento-formulario de inscripción de los Dólmenes de Antequera llevado a cabo por un equipo multidisciplinar bajo la dirección y coordinación de José Ramón Menéndez de Luarca, arquitecto y urbanista con amplia trayectoria profesional en materia de Patrimonio Histórico (Lám. 2). El documento final incluyó las opiniones y recomendaciones vertidas en las distintas mesas de debate y fue presentado y aprobado el 25 de octubre de 2011 por el Consejo de Patrimonio Histórico Español reunido en el Monasterio de El Paular (Madrid). Este consejo es el órgano de coordinación entre la Administración del Estado y de las

Lám. 2. Grupo de trabajo sobre la candidatura de los Dólmenes de Antequera a Patrimonio Mundial durante el seminario Megalithic Sites and the World Heritage Convention. Foto: Moreno Estudio Antequera.

Comunidades Autónomas para facilitar la comunicación y el intercambio de programas de actuación e información relativos al Patrimonio Histórico, y tiene entre sus funciones debatir y aprobar las candidaturas españolas a la Lista de Patrimonio Mundial. En una reunión anterior del consejo en Antequera los días 7 y el 8 de julio de 2011, representantes de las distintas comunidades autónomas y del ministerio de Cultura habían tenido la oportunidad de conocer de primera mano la gestión del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera y ya desde ese momento manifestaron su apoyo a la candidatura (Lám. 3). En el documento para la inclusión de los Dólmenes de Antequera en la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial, se justifica el valor universal excepcional (VUE) y se explican los criterios utilizados, a saber, criterio I ya que los tres monumentos megalíticos de Antequera se encuentran entre las manifestaciones más destacadas y reconocidas universalmente de la arquitectura megalítica; el criterio II porque atestiguan un intercambio de valores humanos considerable, debido a la condición de Antequera como nudo de rutas de largo recorrido, de mares y continentes, centro de convergencia de tradiciones culturales diferentes, ha dado lugar al nacimiento de modelos arquitectónicos excepcionales y a una tradición propia de interacción con el paisaje que se refleja de forma excepcional en los monumentos megalíticos; el criterio III ya que los monumentos antequeranos son obras maestras del fenómeno megalítico de la Prehistoria Reciente europea y constituyen un testimonio ejemplar de tal época, desarrollada durante casi seis milenios y, por último, el criterio IV porque los monumentos megalíticos antequeranos constituyen un ejemplo representativo de la forma de vida y el genio creativo de los periodos Neolítico y Calcolítico en el que se gesta y desarrolla originalmente el megalitismo en Europa occidental. Además se justifica tanto la autenticidad como la integridad del bien, recalcando el consenso generalizado entre los más prestigiosos especialistas sobre su génesis a lo largo de los periodos Neolítico y Calcolítico; la autenticidad de los materiales pétreos empleados en la construcción de las cámaras y los túmulos; la autenticidad de los tipos arquitectónicos, solución adintelada de Menga y Viera y la de falsa cúpula (tholos) de El Romeral y, por último, su significado funerario y ritual a lo largo del tiempo; además de poseer un corpus documental correspondiente a la ingente bibliografía generada al

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MARGARITA SÁNCHEZ ROMERO

respecto. En cuanto a la integridad el sitio delimitado contiene las estructuras completas de los tres megalitos de Menga, Viera y El Romeral y los tres monumentos conservan tanto la estructura pétrea como los túmulos que los recubren, algo infrecuente en este tipo de monumentos. Igualmente relevantes son los requisitos de UNESCO referentes a la protección y a la gestión. En cuanto a la primera, los Dólmenes de Antequera se encuentran protegidos mediante la figura de Bien de Interés Cultural y la tipología de Zona Arqueológica. Precisamente el pasado 2011 se cumplió el 125 aniversario de las primeras acciones de protección de los monumentos antequeranos; respecto a la gestión, esta corresponde a la institución Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, dependiente de la Consejería de Cultura y además cuenta con un instrumento imprescindible para UNESCO en la actualidad, un Plan Director en el que planifica su tutela. En definitiva los Dólmenes de Antequera aportan a la Lista de Patrimonio Mundial un ejemplo único de la íntima relación existente entre unos monumentos prehistóricos excepcionales y su entorno y el ser una forma cultural especialmente significativa por su monumentalidad que carece, por ahora, de representación en la Lista de Patrimonio Mundial. Además con los tres monumentos antequeranos se completa la Lista con el único elemento que ha

servido de base en el siglo XIX para la fundamentación de la disciplina del megalitismo y contribuyen a aunar su valor como ejemplo singular de la arquitectura prehistórica con un excepcional grado de conservación para una época tan remota y con la diversidad de tipos arquitectónicos por la confluencia de diversas tradiciones culturales; además los tres megalitos de Antequera han mantenido su valor y significación cultural a lo largo de casi seis milenios.

%,%/,2*5$) $ AA.VV. (1972): Texto de la Convención sobre la

protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, UNESCO http://whc.unesco.org/archive/conventiones.pdf AA.VV. (2004): The World Heritage List: Filling the

Gaps -an Action Plan for the Future. An Analysis by ICOMOS, UNESCO http://whc.unesco.org/uploads/activities/documents/ activity-590-1.pdf AA.VV. (2011): Operational Guidelines for the Imple-

mentation of the World Heritage Convention, UNESCO http://whc.unesco.org/archive/opguide11-en.pdf Ruiz González, B. (dir.) (2011): Conjunto Arqueológico

Dólmenes de Antequera. Definición, programación e institucionalización. Documento de avance del Plan Director, Consejería de Cultura. Junta de Andalucía, Sevilla.

Lám. 3. Visita de los miembros del Consejo de Patrimonio Histórico Español a los Dólmenes de Antequera. Foto: Moreno Estudio Antequera.

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CRÓNICA

MEGALITISMO Y CIUDADANÍA: APROXIMACIÓN A LOS USOS Y SIGNIFICADOS SOCIALES COMO ESTRATEGIA PARA LA GESTIÓN SOSTENIBLE

0(*$/,7,602 < &,8'$'$1Ë$ (1 $17(48(5$ 0È/$*$ $352;,0$&,Ï1 $ /26 8626 < 6,*1,),&$'26 62&,$/(6 &202 (675$7(*,$ 3$5$ /$ *(67,Ï1 6267(1,%/( María Isabel Durán Salado1

5HVXPHQ El presente artículo aborda los resultados del primer estudio sobre percepción y participación social realizado en un sitio megalítico en Andalucía, los dólmenes de Antequera (Málaga), Bien de Interés Cultural desde el año 2007. El análisis realizado es parte de los estudios desarrollados al hilo del proyecto El paisaje en el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, realizado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico en colaboración con el Centro de Estudios Paisaje y Territorio entre 2006 y 2008, y recientemente publicado (Caballero Sánchez et al., 2011). Se trata de un trabajo que destaca por su singularidad e innovación, al permitir conocer y explicar la inserción del sitio megalítico en la sociedad actual, logrando la identificación y visibilización de los agentes presentes en el proceso de patrimonialización a través de sus discursos, posicionamientos y recreaciones. Todas estas cuestiones permiten aportar los datos necesarios para la incorporación de la participación social en su gestión sostenible.

3DODEUDV FODYH Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, paisaje, megalitos, percepción social, participación social, análisis cualitativo mundial, UNESCO, Lista indicativa, Dólmenes de Antequera.

0(*$/,7+,& 02180(176 $1' &,7,=(16+,3 ,1 $17(48(5$ 0È/$*$ $1 $3352$&+ 72 62&,$/ 0($1,1*6 $1' 86(6 $6 $ 675$7(*< )25 6867$,1$%/( 0$1$*(0(17 $EVWUDFW This article presents the results of the first study on social perception and participation in a megalithic site ever made in Andalusia, the dolmens of Antequera (Malaga), Cultural Property since 2007. The analysis is inserted in the study Dolmens of Antequera Archaeological Landscape conducted by the Andalusian Institute of the Historical Heritage in cooperation with the Center for Landscape and Territory between 2006 and 2008, and recently published (Caballero Sánchez et al., 2011). This is a work that stands out for its uniqueness and innovation, and to explain in detail the insertion of the megalithic site in today's society, the identification of the social agents represented through local discourses and public perceptions. The analysis provides the data necessary for the incorporation of the monuments within a framework of social participation and sustainable management.

.H\ZRUGV Dolmens of Antequera Archaeological Site, Landscape, Megaliths, Social Perception, Social Participation, Qualitative Analysis, UNESCO, Tentative List, Dolmens of Antequera.

1

Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Laboratorio del Paisaje Cultural. [isabel.duran.salado@juntadeandalucia.es]

Recibido: 19/03/2012; Aceptado: 03/09/2012

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,1752'8&&, 1

Arqueológico Dólmenes de Antequera (Caballero Sánchez et al., 2011). El citado estudio, surge al

Los resultados expuestos en este artículo son fruto del primer estudio sobre percepción y participación social realizado en un sitio megalítico en Andalucía. Nos referimos a los dólmenes de Antequera, un grupo de tres megalitos1 protegidos como Bien de Interés Cultural desde el año 20072 -bajo la figura de Zona Arqueológica- y donde a partir del año 2004 se instauró la figura de gestión denominada Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (CADA).

constatar cómo el paisaje antequerano cercano a los dólmenes ha soportado profundas alteraciones. De hecho el crecimiento de la ciudad ha modificado de forma notable la percepción visual -tanto desde el exterior como desde los dólmenes- a raíz de la consolidación de una serie de infraestructuras urbanas. A todo ello se suma el proceso de revisión de la normativa urbanística y los nuevos crecimientos urbanos contemplados en ella. La confluencia de las circunstancias descritas explica el interés del CADA por realizar un estudio detallado sobre su posible incidencia paisajística en los dólmenes. Por tanto, la investigación se planteó como una estrategia para realizar un diagnóstico de sus características, la identificación de las principales presiones y amenazas existentes y el desarrollo de propuestas de mejora de la dimensión paisajística de los dólmenes como forma de garantizar sus valores culturales3.

El interés del estudio radica, en primer lugar, en su singularidad, al constituir una perspectiva innovadora de análisis sobre sitios megalíticos que permite conocer y explicar al detalle la inserción en su actual marco social. En segundo lugar, facilita la identificación del conjunto de agentes interesados -y relacionados- (stakeholders) con los sitios megalíticos. Por último, los datos aportados sientan las bases para la incorporación de la participación social en su gestión sostenible si se decidiese apostar por esta vía. La conjunción de todos estos aspectos permite, a su vez, aclarar la forma en la que los dólmenes de Antequera se insertan en la sociedad local. También arroja luz sobre su estado actual de conservación, y hasta dónde estarían dispuestos a implicarse los vecinos antequeranos en su gestión, poniendo de manifiesto la incompatibilidad de una administración paisajística sostenible de los mismos y el modelo de ciudad por el que se ha apostado en las últimas décadas.

(/ (678',2 '( /$6 3(5&(3&,21(6 62&,$/(6 (1 (/ 0$5&2 '(/ 352<(&72

(/ 3$,6$-( (1 (/ &21-8172 $548(2 / *,&2 '( /26 ' /0(1(6 '( $17( 48(5$ Tal y como se ha señalado, el análisis de los usos sociales y percepciones generadas por la población local en torno a estos megalitos forma parte del proyecto de investigación El paisaje en el Conjunto

El estudio de los tres megalitos desde una perspectiva eminentemente social y cualitativa, planteaba el hándicap de no contar con casos semejantes en el ámbito de estudios estándar sobre megalitos. De hecho, la aplicación de una metodología cualitativa, centrada en el análisis de los discursos generados por los agentes locales en relación a los dólmenes de Antequera, no parecía tener mucho sentido a menos que se abordase su estudio desde una mirada analítica que incluyese la dimensión paisajística. Es precisamente este posicionamiento, la clave que explica el interés por incluir a los agentes sociales y sus discursos, posicionamientos y miradas como una parte de su proceso de patrimonialización, entendido éste, tal y como señala Quintero Morón (2009: 49), como sinónimo de los procesos de activación patrimonial, refiriéndose “al carácter dinámico, procesual y de

construcción social que tiene el patrimonio, de interacción entre diferentes agentes que construyen y reconstruyen diversos significados”. El interés sobre las percepciones locales en todo estudio de paisaje, y el caso que nos ocupa no es una

1 Menga, Viera y El Romeral. 2 Esta fecha se refiere a la incoación del procedimiento de protección como Bien de Interés Cultural (19/12/2007). Su declaración definitiva como BIC se produjo en el año 2009 mediante el Decreto 25/2009 de 27 de enero de 2009 por el que se declara BIC con la tipología de Zona Arqueológica. 3 “Antecedentes” JUNTA DE ANDALUCÍA (2006) Convenio de colaboración entre la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y la Universidad de Sevilla para la elaboración del estudio “El paisaje en el conjunto arqueológico de los dólmenes de Antequera”.

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excepción, parte del énfasis establecido en el Convenio Europeo del Paisaje (2000) a la hora de definir el paisaje como:

“cualquier parte del territorio, tal como es percibida por las poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones” (Art. 1). La importancia atribuida en esta definición a las percepciones sociales, implica situar la atención sobre el conjunto de actores y agentes presentes en el territorio, abarcando sus definiciones sobre el mismo y las actuaciones derivadas de dicha concepción. Y es que no debemos olvidar que a una determinada mirada o posicionamiento sobre el paisaje le acompañan una serie de actuaciones sobre el mismo, quedando patentes las interrelaciones existentes entre la forma de percibir el entorno paisajístico y las acciones desarrolladas en él. La noción de percepción social con la que se trabajó partió de la desarrollada bajo la mirada antropológica, lo que implica la conjugación de actitudes, valoraciones sociales y creencias en los diferentes niveles de apropiación de la realidad subjetiva (Vargas Melgarejo, 1994, 1995), quedando intrínsecamente ligada a la inmersión y participación en los diferentes contextos sociales donde el ser humano desarrolla su ciclo vital:

“ ….la percepción es entendida como la forma de conducta que comprende el proceso de selección y elaboración simbólica de capacidades biológicas humanas y el desarrollo de la cualidad innata del hombre para la producción de símbolos. A través de la vivencia, la percepción atribuye características cualitativas a los objetos o circunstancias del entorno mediante referentes que se elaboran desde sistemas culturales e ideológicos específicos construidos y reconstruidos por el grupo social, lo cual permite generar evidencias sobre la realidad” (Vargas Melgarejo, 1994: 52). Siguiendo a Vargas Melgarejo (1994, 1995) se ha de señalar que la percepción no constituye un proceso lineal, sino que es relativa y contextualizable en un marco espacial, temporal, cultural e ideológico. Las percepciones, por tanto, hacen referencia a las estructuras significantes que aportan las claves para asignar significados al entorno. Las estructuras significantes son a la vez punto de referencia sobre el que se ordenan los componentes del entorno y el

marco sobre el que se organizan las subsecuentes percepciones. De hecho las estructuras significantes pueden aparecer expresadas en conceptos colectivos, bajo la forma de sistemas de categorías que abarcan desde apreciaciones de tamaño, color, texturas, etc., hasta los ámbitos de lo bueno, lo normal, etc. Dada la potencialidad y riqueza que ofrecen las percepciones sociales para comprender las relaciones existentes entre los agentes sociales y sus contextos espaciales vividos y sentidos, en todo estudio de paisaje resulta clave la aproximación a las diferentes perspectivas del conjunto de actores y entidades sociales presentes en su territorio. Dichas miradas, aunque no tienen por qué coincidir, se corresponden, en definitiva, con aproximaciones singulares, fruto de las experiencias y relaciones desarrolladas por los diferentes colectivos y entidades con su propio paisaje cultural. Los diferentes posicionamientos sociales permiten además mostrar las particularidades y singularidades de la acción humana en el mismo, en lo que se constituye como un claro exponente de la interacción de la sociedad con su medio. Por ello las cuestiones vinculadas con la percepción social se conectan irremediablemente con los procesos de participación social y el grado, tipo y forma en que ésta tenga lugar (Alguacil Gómez, 2005). (/ ',6( 2 0(72'2/ *,&2 El análisis de las percepciones sociales en los dólmenes de Antequera perseguía desplegar una mirada sobre el paisaje que contemplase el conjunto de agentes interesados presentes en el mismo. Ello incluye tanto a aquellos agentes con intereses directos en el proceso de gestión del conjunto arqueológico, como a aquellos a quienes su gestión y futuro desarrollo afecte de forma directa o indirecta, independientemente de que hayan manifestado -o no- su interés por lo acontecido en torno a los megalitos. Del conjunto de agentes se deseaba conocer tanto su identificación como la constatación de las líneas discursivas y usos sociales a los que estaban ligados, incluyendo las imágenes generadas en torno a los dólmenes en el marco local. De este modo, el desarrollo de la metodología cualitativa implicaba situar el discurso como unidad de análisis. Es a través de él como se hacen palpables y visibles las percepciones y construcciones sociales

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que vienen a explicar, respaldar y/o justificar las acciones sociales. Su análisis, por tanto, buscaba identificar el lugar de los megalitos en el imaginario colectivo local antequerano, permitiendo conocer sus incidencias -positivas o negativas- sobre los dólmenes. Se optó, por tanto, por una estrategia de investigación que tomase la perspectiva del sujeto y tratase de "ver a través de los ojos de la gente que

uno está estudiando. Tal perspectiva, envuelve claramente una propensión a usar la empatía con quienes están siendo estudiados, pero también implica una capacidad de penetrar los contextos de significado con los cuales ellos operan” (Mella Valenzuela, 1984: 8). La investigación se estructuró en tres fases: previa, inmersión en el campo y redacción de los resultados. A cada una de ellas se le asignaron unos objetivos generales, una metodología y técnicas específicas, unas estrategias de investigación concretas y unos resultados esperados4. La fase previa sirvió para familiarizarse con los diferentes agentes y entidades locales del entramado social, facilitando la identificación del conjunto de actores y colectivos locales antequeranos interesados en las cuestiones objeto de la investigación. La segunda fase permitió la generación de información primaria sobre los objetivos de la investigación a través del contacto directo con los colectivos más representativos a nivel local. En la tercera y última fase, se pusieron de relieve las percepciones locales relativas a la vega y a la ciudad, las estrategias locales de futuro, las transformaciones recientes, los monumentos megalíticos y el paisaje local. /26 5(68/7$'26 8626 62&,$/(6 < 3(5&(3 &,21(6 /2&$/(6 &217(0325 1($6 (1 72512 $ /26 ' /0(1(6 '( $17(48(5$ El abordaje de la relación social existente entre los dólmenes de Antequera y la ciudadanía a través del análisis de la percepción social, partía de la premisa de que los megalitos ni habían quedado, ni podían quedar exentos del futuro devenir de la ciudad. Por tanto, estudiar su significación social pasaba por

profundizar en las interrelaciones existentes entre estos y la ciudad en su historia reciente. Este interés coincidió en el tiempo con un profundo y estimulante debate, protagonizado por la ciudadanía antequerana, respecto a la definición de la estrategia local que garantizase el futuro de las nuevas generaciones. Al hilo de la revisión de las normas urbanísticas se evidenció la existencia de diferentes corrientes de opinión -con sus correspondientes discursos y argumentos-, cuyos planteamientos iban más allá del planeamiento urbano. De hecho, el debate derivó en el modelo de ciudad y sus implicaciones a corto, medio y largo plazo para el conjunto del municipio y sus ciudadanos. El contexto descrito ofrecía un marco idóneo para analizar las divergencias y confluencias de los diferentes agentes sociales presentes en la localidad, incluida la relación entre la ciudadanía y los dólmenes, así como sus posicionamientos sobre la incidencia en ellos de los futuros modelos de ciudad. A partir del objetivo principal señalado, los objetivos secundarios se centraron en contextualizar la comarca, la vega y la ciudad de Antequera en su historia reciente. Se optó por aproximarse a las actividades humanas que habían influido en su configuración paisajística desde los inicios del siglo XX, y por analizar la consideración social sobre el patrimonio cultural de la zona, prestando especial interés a la relación de los dólmenes con el resto del patrimonio cultural -material e inmaterial- antequerano. Se trataba de incorporar al estudio paisajístico el punto de vista de los propios antequeranos a través del análisis del conjunto de interpretaciones y expectativas locales relativas al contexto paisajístico de los megalitos: la ciudad de Antequera y su vega. Para la presentación de las percepciones se optó por la agrupación de los discursos locales en seis bloques temáticos: la vega; la ciudad y su ubicación geográfica; las estrategias de futuro de la localidad; las transformaciones recientes; los dólmenes de Antequera, la Peña de los Enamorados y El Torcal; y el paisaje local. Todas estas líneas discursivas5 (Caballero Sánchez et al., 2011) permitieron conocer

4 Las técnicas utilizadas en la investigación fueron el trabajo de campo, la observación participante, las entrevistas abiertas y en profundidad (25), los grupos de discusión (2), el diario de campo, la consulta de fuentes documentales y la triangulación metodológica. Para un conocimiento más detallado sobre el diseño de la investigación se remite a los siguientes documentos: DURÁN SALADO, M. I. (2006): Documentación y análisis de experiencias en mediación social y gestión de conjuntos patrimoniales , Laboratorio del Paisaje Cultural, Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, Consejería de Cultura. Inédito. DURÁN SALADO, M. I. (2007): Participación y percepción social en la gestión de conjuntos Patrimoniales, Laboratorio del Paisaje Cultural, Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, Consejería de Cultura. Inédito.

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de primera mano los usos sociales y la forma en que eran percibidos los dólmenes. Una información excepcionalmente útil e interesante de cara a su gestión sostenible, al permitir la identificación del conjunto de valoraciones que explican su realidad y el estado de la consideración paisajística local sobre ellos. Los resultados del estudio pusieron de manifiesto cómo el peso y papel de los dólmenes de Antequera en los discursos locales, pasaban –y continúan pasando- por una serie de cuestiones: D

Ser elemento integrante de la identidad colectiva.

D

Constituir parte indisoluble y sustantiva del patrimonio local.

D

Formar parte de su actividad turística como un elemento activo fundamental.

D

Incorporar la presencia de la administración pública y la acción institucional en su gestión y protección.

Elementos integrantes

La consideración de los dólmenes como patrimonio cultural implica su incorporación como parte integrante de un conjunto de “selectos” elementos patrimoniales (materiales e inmateriales) locales (Tab. 1). Se trata de un grupo en el que tienen cabida elementos naturales (El Torcal y la Peña de los Enamorados) junto a otros de carácter escultórico (Efebo de Antequera) y arquitectónicos (iglesias y palacios de Antequera), sin obviar las prácticas gastronómicas y artesanales (porra antequerana, molletes y mantecados) y las festivo-ceremoniales (feria y Semana Santa). Todos ellos conforman un agregado de elementos patrimoniales significativos y significados, socialmente muy conocidos y valorados en un plano de igualdad, donde lo interesante es la imagen de un potente patrimonio que singulariza y caracteriza a la ciudad gracias a su importante respaldo social. Cuestión, por otro lado, no incompatible con la particular contribución de cada uno de ellos a la imagen local proyectada al exterior. En primer lugar destaca la importancia atribuida a El Torcal como telón de fondo de la ciudad, y su consideración de elemento singular. Dicha cualidad la comparte El Torcal con la Peña de los Enamorados, otro referente que aporta un paisaje característico a

Atributos

El Torcal

Telón de fondo de la ciudad y elemento singular

La Peña de los Enamorados

Referente paisajístico y paisaje de la ciudad

Menga, Viera y El Romeral

De los mejores y mejor conservados monumentos megalíticos de Europa

El Efebo

Conexión con los antiguos “vecinos” de la villa

Iglesias

Elementos muy importantes tanto en número como en estilos

Palacios

Testimonios de la historia local y valiosa arquitectura civil

Mollete

Elementos singular de la gastronomía local que exporta fuera de la ciudad el nombre de la ciudad

Porra antequerana

Elementos singular de la gastronomía local que exporta fuera de la ciudad el nombre de la ciudad

Mantecados

Elementos singular de la gastronomía local que exporta fuera de la ciudad el nombre de la ciudad

Ferias

Lugar de encuentro y sociabilidad de la sociedad local

Semana Santa

Importante hito en el calendario festivo local que permite conocer un rico y variado patrimonio

Fuente: elaboración propia a partir de los datos obtenidos en la investigación cualitativa. Tab. 1. La consideración social del patrimonio local antequerano.

5 Dada las limitaciones de espacio se remite a los siguientes apartados de la publicación El paisaje en el conjunto arqueológico de los dólmenes de Antequera (Caballero Sánchez et al., 2011): D 4. “Los dólmenes de Antequera y su entorno en los discursos locales”, pp. 80 a 123. D 7.5.“La creación de un parque cultural en torno los dólmenes de Antequera y la incorporación de la participación social”, pp. 199-206. D 7.6. “Claves para la incorporación de los procesos participativos y las percepciones sociales en el futuro parque cultural”, pp. 206-209.

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la ciudad. Las referencias a los dólmenes van de la mano de El Torcal y “la Peña”, destacando su contundencia y magnitud, así como su conexión con el pasado, con los primeros pobladores, y el origen de la ciudad, además de ser considerados como los “mejores y mejor conservados de Europa”. También un elemento escultórico como el Efebo, aporta a esta imagen local la conexión con otros vecinos y residentes del pasado, destacando su riqueza y destreza. Dentro de su paisaje urbano, las iglesias y los palacios constituyen elementos fundamentales en la configuración de su perfil urbano. Todos ellos se perfilan como referentes claves de su patrimonio cultural: bien por su elevado número, diversidad de estilos y riqueza ornamental -caso de las iglesias-, bien por su consideración como testimonios palpables de la historia local y como ejemplos de la arquitectura civil -caso de los palacios-.También se constató la existencia de toda una serie de elementos patrimoniales relacionados con prácticas gastronómicas tradicionales -mollete, porra antequerana y mantecados- que sobrepasaban las funciones de la alimentación para convertirse en elementos singulares de su patrimonio local, exportando el nombre de la ciudad y convirtiéndose en una de sus principales cartas de presentación. Por último, pero no por ello menos importante para los vecinos antequeranos, se contemplaba una manifestación festivo-ceremonial: la Semana Santa. Un auténtico hito en el calendario festivo local, con un rico y variado patrimonio, en cuya historia se entretejen las antiguas y nuevas estructuras sociales.

El estudio realizado permitió diseccionar, en términos de fortalezas y debilidades, la actitud de la sociedad local en torno a los dólmenes (Tab. 2). A partir de la información recabada, se analizó en qué medida las diferentes consideraciones, discursos y actuaciones locales podrían contribuir de forma positiva o negativa a una relación local sostenible con los monumentos megalíticos. En el ámbito de las fortalezas se valoró positivamente el papel de estos elementos patrimoniales como referentes locales unitarios, pese a su dispersión geográfica entre el borde urbano (Menga y Viera) y la vega (El Romeral). A ello se debe sumar su importante contribución a la identidad local, al constituir el testimonio palpable de la presencia de los primeros pobladores y el origen de la ciudad, explicitando la relación entre pasado y presente. Otra fortaleza detectada remite a su importancia como referente turístico local, derivada de su valoración como uno “de los mejores monumentos megalíticos de Europa”. A todas las cuestiones señaladas deben sumarse las positivas expectativas de la población local respecto al futuro papel del centro-sede del Conjunto Arqueológico. En este caso la mirada se orienta hacia su potencialidad como instrumento para la dinamización cultural de la ciudad. Las debilidades identificadas en los dólmenes remiten al gran desconocimiento social de sus valores patrimoniales, al igual que su dimensión paisajística y la existencia de un corredor visual donde el bien adquiere completa significación. Estas cuestiones explican la buena valoración local sobre el estado de conservación de los dólmenes, dejando

Fortalezas D Referente local D Un conjunto unitario ubicado en dos ámbitos diferenciados: ciudad y vega D Elemento integrante del patrimonio cultural local antequerano D Parte integrante de la identidad local D Vinculación entre el pasado y el presente de la ciudad D Testimonio de la presencia del ser humano en la zona D Hito del paisaje antequerano D Hito turístico

Debilidades D Escaso conocimiento del conjunto de valores patrimoniales de los dólmenes D Nula consideración de su dimensión paisajística y desconocimiento del área que constituye su corredor visual D La posición mayoritaria en la ciudad respecto al estado de los dólmenes es que éstos están perfectamente conservados D Escasa actitud crítica ante el fuerte impacto de una serie de infraestructuras urbanas -los polígonos industriales, circunvalación, vía del tren- sobre los valores patrimoniales de los dólmenes

D De los mejores ejemplos de monumentos megalíticos de Europa

D La paulatina transformación de la vega en zona residencial se valora de forma positiva

D Apuesta de futuro

D Las instalaciones urbanas colindantes con Menga y Viera –gasolinera y concesionario de coches- no suponen un impacto negativo sobre los mismos

D Generador de expectativas en torno al Conjunto Arqueológico

Tab. 2. Debilidades y fortalezas de los dólmenes de Antequera en el marco de su consideración local.

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MEGALITISMO Y CIUDADANÍA: APROXIMACIÓN A LOS USOS Y SIGNIFICADOS SOCIALES COMO ESTRATEGIA PARA LA GESTIÓN SOSTENIBLE

al descubierto una ausencia de crítica social sobre el impacto de las estructuras e instalaciones urbanas de su entorno en sus valores culturales: polígonos industriales, circunvalación, vía del tren, gasolinera y concesionario de coches. Esta misma situación se reproduce con el progresivo proceso urbanizador de la vega, al considerarse de forma mayoritaria como zona de expansión “natural” de la ciudad. La identificación de agentes sociales realizada en el estudio también puso de relieve la existencia de una serie de colectivos y entidades, en definitiva de actores sociales, que debían estar presentes a corto, medio y largo plazo en el proceso de gestión de los dólmenes de Antequera por ser protagonistas tanto de su historia reciente como de su situación actual. Estos “protagonistas sociales” de la relación de los dólmenes con su contexto socioeconómico formaban y siguen formando parte de la estructura económica, social y política de la sociedad antequerana, incluyendo no sólo a los generadores de los discursos dominantes, sino también a aquellos otros que planteaban cuestiones alternativas -contrarias o noa las posiciones mayoritarias. En todo caso, los protagonistas del proceso participativo deberían cubrir un amplio espectro compuesto por los representantes de la actividad agrícola, comercial e industrial, actividades culturales y turísticas. Los agentes vinculados a la actividad comercial abarcarían el comercio minorista urbano, las grandes comercializadoras radicadas en la zona rural y las cooperativas. Para ellos la vinculación con los dólmenes pasa por la incidencia de ciertas estructuras hasta la conversión de los mismos en marca/marchamo/reclamo para sus ventas a locales y foráneos. Dentro de los colectivos implicados en la actividad industrial sería interesante contar con los relacionados con la alimentación, los más recientes y presentes en la zona de polígonos industriales. El negativo impacto visual de los polígonos industriales sobre los dólmenes, deriva de la configuración de este tipo de zonas como el eje de una estrategia de desarrollo local fuertemente arraigada en la ciudad, que vincula de forma directa el crecimiento económico de la ciudad con su continua expansión. Dicha estrategia resulta claramente negativa para los dólmenes, afectando y sesgando su dimensión paisajística, por lo que si se quiere apostar por la recuperación de sus valores culturales aquí se visualiza un ámbito de trabajo que no se podría resolver de forma inmediata, sino a medio y largo plazo, al

entroncar directamente con el modelo de ciudad por el que se ha decantado hasta el momento, y de forma mayoritaria, la ciudad de Antequera. La incorporación del mundo de la cultura local a la gestión sostenible de los dólmenes, permitiría incorporar desde actores institucionalizados (públicos y privados) hasta colectivos locales. Se conseguiría así reflejar la diversidad de intereses e inquietudes presentes en la sociedad local antequerana. Este sector constituye la base sobre la que articular la interrelación entre la dinámica interna, responsable de la gestión administrativa, y su dinámica externa, en aras de garantizar la salvaguardia del conjunto de sus valores. También existen otros colectivos que presentan una doble vinculación con los dólmenes. Se trata de los protagonistas de las actividades agrícolas -hortelanos, cooperativistas y grandes comercializadores-, ganaderas -leche y derivados-, y turísticas. Por un lado, estaría su vinculación directa con los dólmenes a través del uso de unos espacios que resultan claves para la comprensión de la génesis y localización de los dólmenes -la vega-, y donde cualquier intervención afecta a su dimensión paisajística. Y por otro se encontraría el uso de estos elementos como “materia prima” de su actividad, caso de la práctica turística, pero también su utilización -y en este caso coinciden con las actividades comerciales- en los procesos de comercialización como imagen de marca y distintivo en las estrategias de publicidad de sus productos.

&21&/86,21(6 La posibilidad de incorporar al análisis arqueológico la dimensión social y los significados atribuidos a éstos por parte de los grupos sociales con los que actualmente conviven, abre un interesante abanico de posibilidades respecto al estudio de los dólmenes de forma general, y el resto del patrimonio arqueológico en particular. La experiencia expuesta ha permitido constatar de forma aplicada las percepciones y construcciones sociales existentes en torno a un patrimonio megalítico excepcional. Sin embargo, se ha de tener en cuenta cómo los discursos identificados constituyen fotos fijas del momento, a la vez que cambiantes en función de las circunstancias. Por ello, si se desea contar con los agentes locales en su gestión y conservación, el seguimiento a medio plazo de la vigencia de dichos discursos constituye un paso fundamental y necesario. Ahora

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Mª ISABEL DURÁN SALADO

bien, este control no debe separarse de lo acontecido en la gestión de los dólmenes y las circunstancias locales que los rodean. En el caso de que desde las instancias institucionales o desde la población local (Carmona Sánchez, 1996) se optase por incorporar la participación social como parte activa del proceso de patrimonialización de los dólmenes, tampoco debe olvidarse que éste también ha de ser concebido como un proceso dinámico y no exento de dificultades (Font Fábregas, 2001; Caraballo Perichi, 2006), y que, por supuesto, no finaliza una vez que un elemento patrimonial pasa a ser considerado patrimonio cultural (Martorell Carreño, 2004; López Lara, 2006). Se trata de tener claro que cualquier cambio tanto físico -derivado de las condiciones climáticas, de intervenciones directas sobre el megalito, o en decisiones relativas al número de visitas, etc.- como social -fruto de la modificación de las representaciones sociales de los agentes presentes en el territorio-, tendrá una incidencia directa en la conservación de sus valores culturales y dimensión paisajística. Tras lo expuesto, se concluye que la incorporación de agentes a través de fórmulas de gestión participativas no permite solventar de forma inmediata la pérdida de valores culturales experimentadas por los megalitos de Antequera desde la segunda mitad del siglo XX, aunque sí ofrece estrategias y caminos para entender el proceso de su protección desde una perspectiva social. Es más, la participación social no ha de ser considerada como la panacea ni vaciarse de contenido, debiendo encontrar los marcos adecuados para su incorporación como fórmula eficiente y eficaz en la gestión futura de un patrimonio tan excepcional como los dólmenes de Antequera. Dicho propósito no deja de constituir una tarea ardua y no exenta de altibajos que corresponde tanto a las administraciones responsables de su conservación, como a la sociedad local vinculada al mismo a través de una implicación activa y responsable.

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230

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lacantones: un estudio sobre percepción Visual, Tesis Doctoral, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México.http://www.uamantropologia.info/ alteridades/alt8-4-vargas.pdf


CRĂ“NICA

ESTUDIO DE LOS RESTOS Ă“SEOS ANIMALES RECUPERADOS EN LA PARTE SUPERIOR DEL RELLENO DEL POZO DE MENGA EN LA INTERVENCIĂ“N ARQUEOLĂ“GICA DE 2005

(678',2 '( /26 5(6726 Ă?6(26 $1,0$/(6 5(&83(5$'26 (1 /$ 3$57( 683(5,25 '(/ 5(//(12 '(/ 32=2 '( 0(1*$ $17(48(5$ 0Ăˆ/$*$ (1 /$ ,17(59(1&,Ă?1 $548(2/Ă?*,&$ '( JosĂŠ Antonio Riquelme Cantal1

5HVXPHQ Se estudian los restos Ăłseos animales recuperados en la parte superior del relleno de un pozo situado en el interior del dolmen de Menga, Antequera (MĂĄlaga), determinĂĄndose la presencia de bĂłvido domĂŠstico y perro.

3DODEUDV FODYH Dolmen de Menga, pozo, perro, bĂłvido, ArqueozoologĂ­a, radiocarbono.

678'< 2) 7+( $1,0$/ 5(0$,16 5(&29(5(' )520 7+( 833(5 ),//,1* 2) 0(1*$Âś6 6+$)7 $17(48(5$ 0Ăˆ/$*$ ,1 7+( ,17(59(17,21 $EVWUDFW In this paper, I present of animals faunal remains recovered from the top of the filling of Menga's shaft, Antequera (Malaga), determining the presence of bovid and dog.

.H\ZRUGV Menga dolmen, shaft, dog, bovid, Archaeozoology, radiocarbon.

1

Departamento de Prehistoria y ArqueologĂ­a. Universidad de Granada. [riquelme3@telefonica.net]

Recibido: 03/09/2012; Aceptado: 20/09/2012

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JOSÉ ANTONIO RIQUELME CANTAL

,1752'8&&,–1 0$7(5,$/ < 0ÂŒ72'26 A raĂ­z de los trabajos arqueolĂłgicos realizados tanto al exterior como al interior del dolmen de Menga en el aĂąo 2005, apareciĂł una estructura circular, determinada como un pozo, situada en el fondo de la cĂĄmara a unos 15 cm del pilar de mayor tamaĂąo, que proporcionĂł material arqueolĂłgico del siglo XIX en su mayorĂ­a1. La excavaciĂłn de dicho pozo se continuĂł hasta los 6,20 metros de profundidad. A una profundidad de 5,90 m aparecieron una serie de restos Ăłseos animales que se estudian a continuaciĂłn (LĂĄm. 1).

ha pesado dando en gramos los resultados. El cĂĄlculo de la edad de la muerte se ha realizado en funciĂłn de la fusiĂłn de las epĂ­fisis en los huesos largos y el desgaste y reemplazo de las piezas dentales, siguiendo los criterios elaborados por el Laboratorio de ArqueozoologĂ­a de la Universidad AutĂłnoma de Madrid (Morales MuĂąiz et al., 1994). La edad se expresa en meses tal y como aparece en la Tabla 1.

INFANTIL

JUVENIL

SUBADULTO

ADULTO

SENIL

vaca

0/5-9

5/9-24

24-60

60-180

+ 180

perro

0/4-5

4/5-6/7

6/7-9/12

9/12-120

120

Tab. 1. Criterios para la expresiĂłn de la edad en meses.

Se han medido todas aquellas piezas Ăłseas que no se encontraban quemadas, presentaban seĂąales de manipulaciĂłn antrĂłpica o estaban deformadas patolĂłgicamente. Las medidas se han realizado con calibres convencionales (error estimado Âą 0,5 mm). Se ha seguido la metodologĂ­a propuesta por Driesch (1976).

$1„/,6,6 )$81�67,&2

LĂĄm. 1. Proceso de excavaciĂłn de los restos faunĂ­sticos del pozo en la campaĂąa de primavera de 2005. Foto: Moreno Estudio Antequera.

Los restos de fauna estudiados suman un total de 151. Todos ellos han podido ser identificados anatĂłmica y zoolĂłgicamente, determinĂĄndose la presencia de dos especies animales: un esqueleto completo de bĂłvido domĂŠstico (Bos taurus, L.) y dos fragmentos atribuibles a perro (Canis familiaris, L.) La identificaciĂłn y clasificaciĂłn taxonĂłmica de la muestra Ăłsea se ha realizado con nuestra propia colecciĂłn comparativa. La bibliografĂ­a complementaria empleada ha sido la siguiente: Pales y Lambert, 1971; Barone, 1976. La estimaciĂłn del nĂşmero mĂ­nimo de individuos (NMI) se ha calculado siguiendo el criterio de escoger entre los huesos pares aquellos que contaran con mayor nĂşmero de piezas de uno de los lados. Todo el material Ăłseo se

Los restos de fauna analizados pertenecen a dos especies animales, bĂłvido y perro. Los datos mĂŠtricos completos son facilitados en el ApĂŠndice 1. En el primero de los casos se trata de un animal completo, posiblemente arrojado al pozo tras su muerte. En este apartado vamos a analizar la presencia de los distintos taxones representados al objeto de valorar su cuantĂ­a y su tamaĂąo en los casos en que esto sea posible. En ningĂşn caso las especies representadas formarĂ­an parte del consumo alimentario. Las dataciones obtenidas a partir de un fragmento de radio en el caso del bĂłvido y de un metacarpo en el del perro del primer tramo del pozo del dolmen de Menga, aportan los resultados siguientes: D

Fecha Beta-322311 (Muestra 1/BĂłvido): 120 Âą 30 BP (1685-1927 1 É› cal DNE, 1679-1940 2 É› cal DNE).

D

Fecha Beta-322312 (Muestra 2/Perro): 150 Âą 30 BP (1670-1943 1 É› cal DNE, 1667-1951 2 É› cal DNE).

1 NAVARRETE PENDĂ“N, V. (2005): Informe sobre los trabajos arqueolĂłgicos en el dolmen de Menga, Antequera (MĂĄlaga) (informe inĂŠdito).

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ESTUDIO DE LOS RESTOS ÓSEOS ANIMALES RECUPERADOS EN LA PARTE SUPERIOR DEL RELLENO DEL POZO DE MENGA EN LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA DE 2005

%26 7$8586 % 9,'2 '20 67,&2

Esta especie ha proporcionado un total de 149 huesos pertenecientes todos ellos a un mismo individuo adulto (ver desglose en la Tab. 2). El peso total del material analizado se eleva a 15.290 gr. A continuación, pasamos a detallar las características de los distintos huesos recuperados. El estado general de los huesos es bueno, aunque algo frágil debido posiblemente a cuestiones de humedad. En primer lugar, el cráneo se encuentra completo aunque relativamente fragmentado, sobre todo en lo referente a los huesos nasales, maxilar y dientes superiores. Estos últimos presentan cierto desgaste al pertenecer a un individuo adulto. El único signo de manipulación antrópica sobre los huesos de este individuo parece encontrarse precisamente en el cráneo. Los cuernos no han sido recuperados porque fueron seccionados con un objeto metálico cortante, posiblemente tras la muerte del animal y antes de arrojarlo al pozo. El hueso hioide aparece fragmentado. Las dos hemimandíbulas están completas aunque fracturadas. Al igual que ocurría con las superiores, las piezas dentales presentan desgaste. Las dos primeras vértebras cervicales, atlas y axis, presentan distinto grado de fracturación. El resto de vértebras, a excepción del sacro que se encuentra muy fragmentado, presentan un buen estado de conservación. Las costillas, por su parte, sí tienen un alto grado de fragmentación. Son escasas las que se conservan completas. Las escápulas se encuentran fracturadas. Los húmeros no presentan ningún tipo de fracturación. Las ulnas y radios están completos y soldados. Los huesos cortos del carpo están todos completos. Los metacarpos no presentan ningún tipo de fracturación. Las pelvis se encuentran completas pero fragmentadas. Los fémures presentan distinto estado de conservación. El izquierdo se encuentra completo, mientras que el derecho aparece muy fragmentado. Las dos patellas se encuentran completas. Las tibias no presentan ningún tipo de fracturación. Los huesos cortos del tarso recuperados se encuentran completos. Los metatarsos no presentan tampoco fracturación alguna. Las falanges primeras se han recuperado todas y en buen estado de conservación. En cuanto a las falanges segundas, sólo se han recuperado siete aunque en buen estado de conservación. Respecto de las falanges terceras, sólo se han recuperado cuatro que presentan cierto deterioro (Fig. 1).

En cuanto al sexo, tanto la morfología de los huesos como los índices de robustez aplicados en los metápodos indicarían la presencia de un macho. La recuperación de huesos largos completos ha permitido calcular la altura en la cruz de este animal obteniéndose los resultados que se muestran en la Tabla 3 (Fock, 1966; Matolcsi, 1970). Según los distintos huesos y factores utilizados, la altura en la cruz del individuo analizado estaría comprendida entre los 125 cm en el húmero y 134,9 cm en el fémur. Estos cálculos deben tratarse con ciertas precauciones, ya que una variación de hasta 10 cm en los cálculos de la altura media en la cruz de un mismo individuo pone de manifiesto la cautela con la que debe considerarse este tipo de estimaciones.

&$1,6 )$0,/,$5,6 3(552

Dos fragmentos óseos, concretamente costilla y metacarpo, han sido atribuidos a esta especie. La costilla se encuentra fracturada y el metacarpo, aunque presenta erosionada su superficie, conserva zonas diagnósticas que permiten su atribución a Canis familiaris.

',6&86, 1 Se han analizado los restos óseos provenientes del interior de un pozo excavado en el interior del dolmen de Menga. Las especies determinadas son Bos taurus (bóvido) y Canis familiaris (perro). En el primero de los casos, el esqueleto aparece completo y debió ser arrojado al interior del pozo tras la muerte del animal. El impacto de la caída en el interior del pozo pudo ser el responsable de que algunos huesos aparezcan fracturados. La única evidencia de manipulación antrópica aparece en el cráneo del bóvido, al quedar las huellas producidas al cortar los cuernos, posiblemente tras la muerte del animal y antes de arrojarlo al pozo. En ambas especies determinadas se trata de individuos adultos. Las fechas radiocarbónicas obtenidas parecen indicar que, con independencia de la edad de construcción del pozo o de la edad del relleno basal del mismo, la parte superior del mismo fue utilizada como vertedero durante algunos momentos del siglo XIX.

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JOSÉ ANTONIO RIQUELME CANTAL

RESTO ÓSEO cráneo

Nº 1

RESTO ÓSEO metacarpo

Nº 2

hioide

1

pelvis

2

mandíbula

2

fémur

2

atlas

1

patella

2

axis

1

tibia

2

sacro

1

calcáneo

2

vértebras

34

astrágalo

2

costillas

45

tarso

3

escápula

2

metatarso

2

húmero

2

falange 1ª

8

ulna

2

falange 2ª

7

radio

2

falange 3ª

4

carpo

12

sesamoideos

5

Tab. 2. Desglose anatómico de los restos óseos de Bos taurus recuperados.

Fig. 1. Desglose anatómico en el bóvido representado.

Húmero: Matolcsi, 1970 longitud máxima (mm)

factor

302.0

01/04/14

302.0

altura en la cruz (cm) 125.0 125.0

Radio: Matolcsi, 1970 longitud máxima (mm)

factor

297.0

01/04/30

298.0

altura en la cruz (cm) 127.7 128.1

Metacarpo: Fock, 1966 longitud máxima (mm)

factor

198.0

01/06/25

198.0

altura en la cruz (cm) 123.7 123.7

Fémur: Matolcsi, 1970 longitud máxima (mm) 389.0

Factor

altura en la cruz (cm)

3.47

134.9

Tibia: Matolcsi, 1970 longitud máxima (mm)

factor

365.0

01/03/45

365.0

altura en la cruz (cm) 125.9 125.9

Metatarso: Fock, 1966 longitud máxima (mm) 241.0 242.0

factor 01/05/55

Tab. 3. Cálculo de la altura en la cruz según los distintos huesos largos.

234

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altura en la cruz (cm) 133.7 134.3


ESTUDIO DE LOS RESTOS ÓSEOS ANIMALES RECUPERADOS EN LA PARTE SUPERIOR DEL RELLENO DEL POZO DE MENGA EN LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA DE 2005

%,%/,2*5$) $

chen Knochenmaterial”, Zeitschrift für Tierzüchtung und Züchtungsbiologie 87(2), pp. 89-137.

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Pozo de Menga. Foto: Aurora Villalobos Gómez.

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JOSÉ ANTONIO RIQUELME CANTAL

$3 1',&( 0(','$6 267(20 75,&$6 (1 0,/ 0(7526

longitud anchura

GL Bp SD Bd BT

GL Bp SD Bd

GL GL Bp SD Bd

GL Bp SD Bd

GL GB

GL Bp SD Bd

236

M/3 38.0 17.0 derecho Húmero 302.0 97.0 41.5 82.0 77.5 derecho Radio 297.0 85.0 44.0 78.0 derecho Radio + Ulna (izquierdo) 377.0 Metacarpo 198.0 62.5 37.0 63.0 derecho Fémur

64.0 34.0 28.0 31.0 A

GL Bp SD Bd

42.0 31.5 25.0 26.5 A

GL GB

302.0 97.0 41.5 82.5 77.0 izquierdo

GLI GLm Bd

198.0 61.0 36.0 63.5 izquierdo

Calcáneo 143.0 43.0 derecho Astrágalo 69.5 63.5 45.5 derecho Centrotarsal 60.0 derecho Metatarso 241.0 53.0 30.5 59.0 derecho

GB

298.0 84.0 43.5 78.0 izquierdo

389.0 119.0 38.0 101.0 izquierdo

101.5 derecho Patella 66.5 54.0 derecha Tibia 365.0 101.5 43.0 66.0 derecha

GL Bp SD Bd

38.0 17.0 izquierdo

GL Bp SD Bd

143.0 42.5 izquierdo 70.0 63.0 46.0 izquierdo 59.0 izquierdo 242.0 52.0 30.5 60.0 izquierdo

Abreviaturas utilizadas: A. anterior; Bd. anchura distal; Bp. anchura proximal; BT. anchura de la tróclea (húmero); GB. anchura máxima; GL. longitud máxima; GLI. longitud mayor de la mitad lateral (astrágalo); GLm. longitud mayor de la mitad medial (astrágalo); P. posterior; SD. anchura menor de la diáfisis.

65.0 53.0 izquierda 365.0 101.5 43.0 67.0 izquierda

63.0 33.0 27.5 30.0 A

43.0 32.0 25.0 26.0 A

Falange 1ª 63.0 34.0 28.0 31.0 A

63.0 33.0 28.0 30.0 A

43.5 31.0 25.0 26.0 A

Falange 2ª 44.0 30.0 26.0 25.5 P

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68.0 32.0 26.5 29.0 P

66.0 31.0 27.5 30.0 P

45.5 30.0 24.5 25.0 P

68.0 32.0 27.0 29.5 P

44.0 31.0 24.5 24.0 P

67.0 32.0 28.0 31.0 P

46.0 29.0 24.5 25.0 P


CRĂ“NICA

LAS INHUMACIONES MEDIEVALES DEL ATRIO DEL DOLMEN DE MENGA (ANTEQUERA, MĂ LAGA): ESTUDIO ANTROPOLĂ“GICO Y CRONOLOGĂ?A ABSOLUTA

/$6 ,1+80$&,21(6 0(',(9$/(6 '(/ $75,2 '(/ '2/0(1 '( 0(1*$ $17(48(5$ 0Ăˆ/$*$ (678',2 $175232/Ă?*,&2 < &5212/2*Ă‹$ $%62/87$ Marta DĂ­az-Zorita Bonilla1 y Leonardo GarcĂ­a SanjuĂĄn2

5HVXPHQ En la primavera de 2005 se realizĂł en el dolmen de Menga una intervenciĂłn arqueolĂłgica de tres meses de duraciĂłn que permanece inĂŠdita. En este artĂ­culo se dan a conocer los resultados del estudio bioarqueolĂłgico y de dataciĂłn radiocarbĂłnica de dos inhumaciones encontradas en el atrio del dolmen durante esa intervenciĂłn. Los datos obtenidos demuestran que se trata de dos inhumaciones de individuos adultos masculinos realizadas en la segunda mitad del primer milenio DNE, lo que sugiere la probable continuidad de la frecuentaciĂłn y uso del megalito, quizĂĄs como espacio sagrado, en plena Edad Media. Esta informaciĂłn es interpretada en clave de la complejidad y profundidad de la biografĂ­a de Menga como monumento.

3DODEUDV FODYH BioarqueologĂ­a, Monumento MegalĂ­tico, Edad Media, TafonomĂ­a, CronologĂ­a RadiocarbĂłnica.

7+( 0(',(9$/ ,1+80$7,216 2) 0(1*$Âś6 $75,80 $17(48(5$ 0Ăˆ/$*$ $17+5232/2*,&$/ 678'< $1' $%62/87( &+5212/2*< $EVWUDFW In the spring of 2005, a three-month long archaeological excavation was carried out at Menga. This excavation remains unpublished. This paper presents the results of the bioarchaeological and C14-dating study of two inhumations found at the atrium during that excavation. The evidence obtained shows that two male adults were buried there in the second half of the 1st millennium AD. This suggests the probable continuity of the megalithic monument as a burial ground and sacred space during the Middle Age. This, in turn, is interpreted in terms of the depth and complexity of the biography of Menga as a monument.

.H\ZRUGV Bioarchaeology, Megalithic Monument, Middle Age, Taphonomy, Radiocarbon Chronology.

1 2

Department of Archaeology, Durham University. [marta.diaz-zorita-bonilla@durham.ac.uk] Departamento de Prehistoria y ArqueologĂ­a, Universidad de Sevilla. [lgarcia@us.es]

Recibido: 03/09/2012: Aceptado: 30/09/2012

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,1752'8&&, 1

La información contextual relativa a la Tumba 1 (individuo 1, encontrado en el Corte 3), facilitada por la excavadora en su informe es la siguiente:

cerámica vidriada del XIX, así como TS Clara D o unas monedas del franquismo. La capa 2 es de un color marrón más claro, debido a la base de calcarenita que conforma la geología de esta zona y que las raíces se encargan de mezclar. Aparece material muy mezclado y revuelto. En este corte conforme se rebajó desde la mitad hacia la parte más suroeste obtenemos antes el suelo de calcarenita y, se observó en el perfil que se produce un gran salto entre el suelo de calcarenita del atrio y la calcarenita que nos aparece en el perfil es la denominada capa 3. Tras ver la diferencia de altura entre la roca madre del Corte 2 y la del Corte 3 se decide retirar el testigo, de los Cortes 2-3. Al levantar la primera capa superficial y la capa 2 de labor, aparecieron una serie de piedras en la parte más al este que parecían tener alguna forma y ser una continuación de las que se observaban en el Corte 2 que forman parte del atrio, por lo que se realizó su limpieza y documentación dando como resultado el de ser un simple derrumbe. El dato más sorprendente nos lo dio la parte más al oeste del testigo donde nos empieza aparecer (sic) restos de huesos que al seguir bajando y limpiando nos muestra un enterramiento de un adulto en posición de cubito (sic) con las manos entrelazadas como si estuviese atado y su orientación hacia el suroeste nos indicó que se trataba de un miembro de la comunidad musulmana. Faltaban parte (sic) de su esqueleto pero esto era lógico pues las raíces de los árboles cercanos se encargaron de destrozarlo…”3

“En el exterior planteamos el Corte 3, a 1,50 m al noreste del Corte 2, teniendo una extensión de 3 x 7 m. Se comenzó con una limpieza de la primera capa vegetal para después continuar con el rebaje utilizándose el pico siempre del noroeste al suroeste para intentar llevar una capa uniforme y recta que nos vaya mostrando los perfiles pues nuestro trabajo consistía también en ver la geomorfología del entorno (…) La capa 1 es el nivel superficial donde no aparece material, la capa 2 es lo que se denomina la tierra de labor, siendo de un color marrón oscuro en la que sí apareció restos de material, con un abanico cronológico muy amplio apareciendo fragmentos de

Aunque la excavadora no proporciona mayores detalles, de las fotografías incluidas en el informe y realizadas por parte del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (CADA) durante la intervención (Láms. 1, 2, 3 y 4) y de la planimetría presentada (Lám. 5), se desprende que este individuo se encontraba inhumado en una fosa simple individual, desprovista de cualquier tipo de arquitectura pétrea, en posición decúbito lateral derecho, con las extremidades superiores extendidas y las manos sobre o a la altura de las pelvis y las extremidades inferiores igualmente extendidas, y que carecía de cualquier objeto de ajuar.

Con el objetivo de controlar el movimiento de tierras que iba a producirse con ocasión del acondicionamiento de iluminación y accesos al monumento megalítico de Menga, en la primavera de 2005 se llevó a cabo una intervención arqueológica de tres meses de duración cuyos resultados permanecen inéditos. El único informe de esta intervención depositado en los registros de la administración de la Consejería de Cultura consta de una sección de 8 páginas que resume los resultados de la intervención arqueológica1, así como de dos anexos que dan cuenta del estudio de restos faunísticos encontrados en los primeros 6 m de relleno del pozo encontrado en el interior del dolmen (Riquelme Cantal, 2012) y de dos esqueletos humanos encontrados en el atrio2. En este trabajo se presenta el estudio bioarqueológico y de datación radiocarbónica de los dos individuos encontrados en el atrio de Menga procedentes de esta intervención.

&217(;72 780%$ ,1',9,'82

NAVARRETE PENDÓN, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierra para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga (Antequera). Informe Inédito.

1

2 PALOMO LABURU, A. (2005): “Informe antropológico de los restos óseos del individuo islámico aparecidos en la intervención arqueológica Atrio Menga (Antequera, Málaga). Tumba1.” En Navarrete Pendón, V.: Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierra para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga (Antequera), 34-38. Informe Inédito. NAVARRETE PENDÓN, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierra para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga (Antequera). Informe Inédito, pp. 23-24.

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LAS INHUMACIONES MEDIEVALES DEL ATRIO DEL DOLMEN DE MENGA (ANTEQUERA, MÁLAGA): ESTUDIO ANTROPOLÓGICO Y CRONOLOGÍA ABSOLUTA

1

Lám. 1: Tumba 1. Aspecto general. Foto: Moreno Estudio Antequera. Lám. 2: Tumba 1. Detalle. Foto: Moreno Estudio Antequera. Lám. 3: Tumba 1. Detalle. Foto: Moreno Estudio Antequera. Lám. 4: Tumba 1. Detalle. Foto: Moreno Estudio Antequera. Lám. 5: Tumba 1. Planta. Dibujo: Verónica Navarrete Pendón (Escala 1:20; Sin escala gráfica en el original)

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780%$ ,1',9,'82

La descripciĂłn facilitada por la excavadora sobre la segunda de las inhumaciones halladas en el atrio de Menga es la siguiente: “El Corte 7 perteneciente al acceso al dolmen, pero justo en el lugar donde se encontraba un olivo que, por su simbolismo se realizarĂĄ para su retirada una limpieza del entorno y raĂ­ces, por capas naturales. En este proceso es cuando nos aparece la segunda tumba de ĂŠpoca musulmana a unos 2 m de la aparecida en el testigo 2-3. Este segundo enterramiento estĂĄ aun mĂĄs deteriorado que el primero a causa de las raĂ­ces del olivo que se han ido introduciendo por los huesos y destrozĂĄndolos (ver anexo)â€?4. Se trata por tanto de una descripciĂłn todavĂ­a mĂĄs lacĂłnica que la proporcionada para el primer enterramiento. En las fotografĂ­as realizadas por encargo del CADA (LĂĄms. 6, 7, 8 y 9) y en la planta de los excavadores (LĂĄm. 10) se aprecia en todo caso que se trata de una inhumaciĂłn en fosa simple sin elementos pĂŠtreos, en la que el cuerpo fue igualmente depositado en decĂşbito lateral derecho, con extremidades superiores extendidas y manos sobre o a la altura de las pelvis y las extremidades inferiores igualmente extendidas, sin acompaĂąamiento de cualquier objeto de ajuar.

$1„/,6,6 $175232/–*,&2 75$7$0,(172 0ÂŒ72'26 < $63(&726 7$)21– 0,&26 El ya citado estudio antropolĂłgico realizado por A. Palomo Laburu durante la fase de campo ha sido ampliado con la realizaciĂłn de un segundo estudio por nuestra parte. Para ello, los restos antropolĂłgicos fueron primero limpiados retirando el sedimento adherido con instrumental de madera no cortante, y luego clasificados, ya que se encontraban mezclados. Para aquellas zonas anatĂłmicas donde la resistencia del hueso lo permitĂ­a, se ha aplicado agua (H2O) con un cepillo de cerdas blandas, de manera que humedeciendo poco a poco la superficie el sedimento se reblandece y puede retirarse de manera fĂĄcil y sin daĂąar al hueso. En algunos casos, se ha utilizado instrumental en punta de madera

para prevenir cualquier araĂąazo o marca en los huesos al retirar el sedimento. TambiĂŠn se han retirado las raĂ­ces, insectos, piedras y malacofauna asociadas al material antropolĂłgico. Una vez el material limpio, se ha dejado secar en papel absorbente para evitar la persistencia de humedad y la subsiguiente apariciĂłn de hongos. En ningĂşn caso se ha utilizado consolidante para la restituciĂłn de los huesos, aunque sin embargo sĂ­ se ha utilizado esparadrapo de papel para tomar algunas mediciones. Los huesos han sido identificados, individualizados y clasificados por zonas anatĂłmicas. Para su correcto almacenaje se han guardado en bolsas estancas tipo zip con la signatura identificativa en el exterior de la bolsa asĂ­ como en un acetato dentro de cada una de ellas con toda la informaciĂłn de registro. Igualmente se ha creado un inventario con el nĂşmero de bolsas que contiene cada individuo. Para cada uno de los individuos se ha creado un grĂĄfico de preservaciĂłn y todos los datos han sido registrados en fichas de laboratorio. Todos los restos Ăłseos han sido identificados y clasificados segĂşn el tipo de fragmento, lateralidad, edad y sexo (White, 2005; Bass, 1995; Brothwel, 1987). Se ha seguido la literatura convencional al uso para la estimaciĂłn del sexo, segĂşn criterios basados en la pelvis y en el crĂĄneo (Brothwell, 1987; Buikstra y Ubelaker, 1994), y para la mĂŠtrica del esqueleto postcraneal (Brothwell, 1987; Martin y Knussman, 1988; Reverte Coma, 1991; Buikstra y Ubelaker, 1994). El instrumental empleado ha sido calibres digitales (desde 0,1 mm) y cintas mĂŠtricas. Los dientes que aparecĂ­an de manera aislada han sido identificados y clasificados segĂşn el tipo de denticiĂłn (decidua/permanente), lateralidad (derecha/izquierda), y arcada (maxilar/mandibular) (Brothwell, 1987; Hillson, 1996; White, 2000). Los caracteres no mĂŠtricos han sido registrados en los dos individuos para el esqueleto craneal (Berry y Berry, 1967) y para el esqueleto postcraneal (Finnegan, 1978; Brothwell, 1987). Para la evaluaciĂłn del estado de salud de los individuos y el correcto registro de los casos patolĂłgicos, se han seguido las recomendaciones propuestas en la bibliografĂ­a de referencia (Roberts y Connell, 2004). TambiĂŠn se han consultado otros manuales (Roberts y Manchester, 1995; Campillo, 1996; Auferheide y RodrĂ­guez MartĂ­n, 1998; Ortner, 2003).

NAVARRETE PENDĂ“N, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierra para el Acondicionamiento de IluminaciĂłn y Accesos al Sepulcro MegalĂ­tico de Menga (Antequera). Informe InĂŠdito, p. 25.

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LAS INHUMACIONES MEDIEVALES DEL ATRIO DEL DOLMEN DE MENGA (ANTEQUERA, MÁLAGA): ESTUDIO ANTROPOLÓGICO Y CRONOLOGÍA ABSOLUTA

Lám. 6: Tumba 2. Aspecto general. Foto: Moreno Estudio Antequera. Lám. 7: Tumba 2. Detalle. Foto: Moreno Estudio Antequera. Lám. 8: Tumba 2. Detalle. Foto: Moreno Estudio Antequera. Lám. 9: Tumba 2. Proceso de extracción del cráneo del individuo de la Tumba 2. Foto: Moreno Estudio Antequera.

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Lám. 10: Tumba 2. Planta. Dibujo: Verónica Navarrete Pendón (Escala 1:20; Sin escala gráfica en el original)

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Desde un punto de vista tafonómico, los restos antropológicos se encuentran afectados por un proceso de meteorización evidente, posiblemente por haber estado expuestos a factores medioambientales durante un tiempo prolongado. Igualmente los huesos presentan erosión, fisuras de tipo longitudinal y blanqueamiento por exposición prolongada a los efectos del sol, como se puede apreciar en la Lámina 11. También se observan marcas de abrasión por haber estado en contacto con el agua, y producidas por insectos a modo de pequeños forámenes en huesos planos y en el cráneo (Lám. 12). El sedimento de relleno que recubría los huesos, calcarenita, les ha provocado fragilidad y fragmentación, por lo que su superficie externa se encuentra descamada, rugosa y en algunos casos desdibujando las zonas anatómicas. Las raíces han penetrado por todo el tejido trabecular, afectando muy negativamente a los huesos. Durante la fase de limpieza se ha procedido a su correcta retirada sin dañar el hueso, documentándolas en casi todos los huesos largos (Lám. 13), planos y cortos, y también en el cráneo de ambos individuos, entre la tabla externa e interna. El tratamiento del material en campo, como un incorrecto almacenamiento con el sedimento aún húmedo en bolsas de plástico, ha sido otro factor determinante en su grado de conservación, favoreciendo una mayor fragmentación así como la proliferación de hongos.

$1 /,6,6 '(02*5 ),&2 El individuo 1 es de sexo masculino (M), estimado según los caracteres dimórficos del cráneo (protuberancia inión, protuberancias supraorbitarias y apófisis geni) y comparado con la pelvis (escotadura ciática). El individuo 2 es de sexo posiblemente masculino (M?), estimado según los rasgos del cráneo y la mandíbula (apófisis mastoides y aletas goníacas) y comparado con la pelvis (escotadura ciática). Con respecto a la edad de muerte, para el individuo 1, la valoración general del desgaste dental de las piezas que se encuentran presentes, sugiere una edad de >45 años, según Brothwell (1987). Para el individuo 2 se ha tenido en cuenta el desarrollo y degeneración de la superficie auricular de la pelvis

derecha e izquierda. Se observa una fase 6 según Lovejoy et al. (1985) por lo que el individuo estaría entre los 45 y los 49 años. También se ha observado el grado de desgaste ofreciendo una edad >45 años según Don Brothwell (1987). Respecto a los caracteres métricos, no han sido muchas las medidas que se han tomado debido al alto grado de fragmentación de los huesos. Sin embargo, sí ha sido posible medir los diámetros de las coronas de los dientes que se han preservado. Con respecto a los resultados de la métrica, el individuo 1 presenta un índice de platolenia que indica que este individuo se puede clasificar como eurolenia según el valor del cúbito izquierdo (89,97 mm) y platolenia según el valor del cúbito derecho (77,58 mm) (Reverte Coma, 1991). Estos valores nos indican que el cúbito derecho presenta un aspecto más aplanado, mientras que el cúbito izquierdo presenta un aspecto mediano. Con respecto al individuo 2 el índice diafisiario del húmero indica que los valores del húmero derecho (86,89 mm) y los del húmero izquierdo (77,82 mm) se clasifican como tipo euribraquia (Reverte Coma, 1991). Según el índice de platolenia del cúbito derecho (123,34 mm) se clasificaría como hipereurolenia (Reverte Coma, 1991). Esto nos indica que los cúbitos presenta un aspecto de tipo redondeado. Debido a que la muestra es muy pequeña y a los escasos índices que se han podido establecer en base a la métrica (platolenia del cúbito y diafisiario del húmero) (Reverte Coma, 1991; Campillo Valero y Subirá de Galdácano, 2004) ofrecen resultados demasiado escasos y variables como para poder describir las tendencias de un grupo poblacional. La estatura no ha podido ser estimada durante la fase de laboratorio en ninguno de los individuos ya que no se conservan ninguna longitud máxima de huesos largos. Durante la fase de excavación, se estimó en torno a 1,4 m la estatura del individuo 2 midiendo el esqueleto completo5. Sin embargo, esta estimación debe tomarse con cautela debido a la dificultad de corregir la estimación de acuerdo con la postura del individuo inhumado así como los posibles desplazamientos y movimientos de todas las zonas articulares y la ausencia de todos los elementos que envuelven y protegen dichas articulaciones (en especial, los discos intervertebrales).

5 NAVARRETE PENDÓN, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierra para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga (Antequera). Informe Inédito, p. 37.

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LAS INHUMACIONES MEDIEVALES DEL ATRIO DEL DOLMEN DE MENGA (ANTEQUERA, MÁLAGA): ESTUDIO ANTROPOLÓGICO Y CRONOLOGÍA ABSOLUTA

Lám. 11: Aspecto de la diáfisis del fémur del individuo 1 producido por la exposición a factores medioambientales presentando erosión, fisuras de tipo longitudinal y blanqueamiento. Foto: Marta Díaz-Zorita Bonilla.

Lám. 12: Marcas de abrasión y pequeños forámenes producidos por insectos en la tabla interna del cráneo del individuo 2. Foto: Marta Díaz-Zorita Bonilla.

Lám. 13: Raíces penetrando en el tejido trabecular del radio del individuo 2. Foto: Marta Díaz-Zorita Bonilla.

Lám. 14: Carácter no métrico: raíz bífida en el incisivo 2 superior izquierdo del Individuo 2. Foto: Marta Díaz-Zorita Bonilla.

Lámina 15: Gran desarrollo de la inserción del músculo redondo mayor en el húmero derecho del Individuo 1. Foto: Marta Díaz-Zorita Bonilla.

Lám. 16: Osteoma localizado en el hueso parietal derecho del Individuo 2. Foto: Marta Díaz-Zorita Bonilla. MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 237-249. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA

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Los caracteres no métricos son una serie de rasgos morfológicos en forma de forámenes, fosas, depresiones y otras manifestaciones que se presentan en el esqueleto de manera única o bilateral, aunque lo normal es que se encuentren ausentes (Brothwell, 1987). Según algunos autores, su repetición en varios individuos de una misma población tiene un componente genético y puede estar en relación con el grado de parentesco. Aunque se ha procedido a un reconocimiento general para registrar los caracteres no métricos craneales y postcraneales, su registro ha sido imposible debido al estado de fragmentación. Para el caso de los caracteres no métricos dentales, en el individuo 2 se ha detectado una raíz bífida en el incisivo 2 superior izquierdo (I2SI) (Lám. 14).

como osteoartritis con eburneación en las carillas articulares superiores. Dentro de las patologías clasificadas como neoplásicas, el individuo 2 presenta un osteoma en forma de botón en el parietal derecho, cerca de la escama, de forma circular y de aproximadamente 19,11 mm de diámetro (Lám. 16). Los osteomas son tumores de tipo benigno cuyo crecimiento es lento, formados por hueso compacto y que generalmente aparecen en el ectocráneo (White, 2005). Predominan en el sexo masculino y generalmente afectan más a huesos frontales y parietales (Aufderheide y Rodríguez Martín, 1998). Su tamaño suele ser pequeño (menor de 1 cm) y de forma circular (Campillo, 1996).

En cuanto a los rasgos funcionales (es decir, en relación con la actividad que desarrolla la persona durante su vida, la modificación de su musculatura y como consecuencia las huellas que pudieran aparecer en los huesos de las inserciones musculares o tendinosas), el individuo 1 presenta un gran desarrollo en las extremidades superiores, sobre todo en la inserción del músculo redondo mayor tanto en el húmero derecho (Lám. 15) como en el izquierdo, lo cual debe ser puesto en relación con el uso prolongado de las extremidades superiores en alguna actividad física. Con respecto a las extremidades inferiores, el individuo 1 presenta en el fémur derecho (el fémur izquierdo no se preserva) una exostosis a la altura del tercio medial de la línea áspera alcanzando una superficie de 5,42 mm y que pudiera estar en relación con la actividad física en terrenos abruptos.

&5212/2* $ $%62/87$

$1 /,6,6 3$72/ *,&2 El individuo 1 presenta un osteofito en la epífisis proximal del cúbito izquierdo. Esta patología puede estar en relación con el gran desarrollo de las extremidades superiores, sobre todo en la inserción del músculo redondo mayor en el húmero izquierdo. Con respecto a las patologías de tipo oral, el individuo 1 presenta una caries dental en una pieza clasificada como molar en la línea cemento-esmalte con un diámetro de 5,03 mm. El individuo 2 también presenta osteoartritis en la apófisis odontoide del axis, en la carilla articular con el atlas. Igualmente presenta pequeños espículos en el arco vertebral justo en la apófisis espinosa, así

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Se han realizado dos dataciones absolutas de C-14 por método AMS en el Centro Nacional de Aceleradores de la Universidad de Sevilla a partir de sendas muestras de hueso humano extraídas del material esquelético de los individuos anteriormente descritos. Los resultados de estas dataciones (Tab. 1) confirman la sospecha expresada por la excavadora en su informe de que se trata de individuos de cronología medieval, situada concretamente, según los análisis radiocarbónicos ahora realizados, en la segunda mitad del primer milenio DNE.

MUESTRA

SIGLA LABORAT.

FECHA BP

DNE (1 ͈)

DNE (2 ͈)

Individuo 1 (Tumba 1). Muestra hueso fémur derecho (5,4 gr).

CNA-1173

1100 ± 45

894-998

783-1022

Individuo 2 (Tumba 2). Hueso extremidad superior (2,8 gr).

CNA-1174

1250 ± 35

686-805

676-871

Tabla 1. Dataciones radiocarbónicas de los dos individuos inhumados en el atrio de Menga.

La datación obtenida para el Individuo 1 (CNA-1173), obtenida a partir de muestra ósea tomada del fémur derecho, dio una cronología de 1100 ± 45 BP, es decir, 894-998 cal DNE 1 ͈ ó 783-1022 cal DNE 2 ͈ (Fig. 1). La datación del Individuo 2 (CNA-1174), con muestra ósea tomada de una extremidad superior, dio una cronología de 1250 ± 35 BP, es decir, 686-805 cal DNE 1 ͈ ó 676-871 cal DNE 2 ͈ (Fig. 2). Consideradas en sus versiones calibradas a 2 ͈, ambas dataciones se sitúan por tanto entre finales del siglo VII

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LAS INHUMACIONES MEDIEVALES DEL ATRIO DEL DOLMEN DE MENGA (ANTEQUERA, MÁLAGA): ESTUDIO ANTROPOLÓGICO Y CRONOLOGÍA ABSOLUTA

',6&86, 1 En este estudio se han presentado los resultados del análisis bioarqueológico de los dos individuos hallados en 2005 en la zona del atrio del sepulcro megalítico de Menga. Los restos antropológicos presentan un alto grado de fragmentación así como diversos factores tafonómicos tales como la meteorización, abrasión, insectos y raíces, los cuales han dificultado la toma de medidas así como la aplicación de algunas metodologías para estimar la edad o el sexo. El Individuo 1 es un varón de más de 45 años que, en términos de constitución, presentaba un gran desarrollo en las extremidades superiores, sobre todo en la inserción del músculo redondo mayor en ambos húmeros. Desde un punto de vista patológico, presentaba una exostosis en el fémur derecho a la altura del tercio medial de la línea áspera, un osteofito en la epífisis proximal del cúbito izquierdo, y una caries en la línea cemento-esmalte de un molar. La datación de este individuo (CNA-1173), con muestra ósea tomada del fémur derecho, dio una cronología de 1100 ± 45 BP, es decir, 894-998 cal DNE 1 ͈ ó 783-1022 cal DNE 2 ͈.

Fig. 1: Datación radiocarbónica del Individuo 1.

Fig. 2: Datación radiocarbónica del Individuo 2.

y comienzos del siglo XI DNE, siendo aparentemente el individuo 2 más antiguo que el Individuo 1 en unos 150 años. De acuerdo con estos datos, las dos inhumaciones registradas en el atrio de Menga en la intervención de primavera de 2005 representan evidencia de su utilización continuada como espacio de enterramiento bien entrado el I milenio DNE, dentro de lo que es la compleja biografía del gran megalito prehistórico antequerano (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, en prensa). Dado que ambos cuerpos se encontraban aproximadamente alineados con el eje de simetría axial del dolmen, parece difícil no concluir que los difuntos, o quienes se encargaron de su inhumación, tuvieron la voluntad de colocarlos precisamente ahí en razón de la existencia del monumento prehistórico, lo que sugiere un acto funerario consciente de su presencia y significación (así como quizás de su antigüedad).

El Individuo 2, probablemente un varón de entre 45 y 50 años de edad, presentaba un osteoma (tumor benigno) en forma de botón en el parietal derecho del cráneo, así como osteoartritis en la apófisis odontoide del axis, en la carilla articular con el atlas y en las carillas articulares superiores. La datación de este individuo (CNA-1174), con muestra ósea tomada de una extremidad superior, dio una cronología de 1250 ± 35 BP, es decir, 686-805 cal DNE 1 ͈ ó 676-871 cal DNE 2 ͈. A la vista de los datos contextuales, osteoarqueológicos y radiocarbónicos disponibles, parece fuera de toda duda que se trata de dos inhumaciones realizadas entre los siglos VIII y XI DNE en la zona de acceso a Menga. No se trata de las únicas evidencias de la actividad desarrollada en este sitio en la Edad Media. En el informe de las excavaciones llevadas a cabo en la primavera de 2005 en el atrio de Menga se menciona el hallazgo de cerámicas “medievales” así como “alguna moneda de 8 maravedíes6 resellado”7, aunque no se especifican detalles ni se aportan dibujos o fotografías de dichos materiales. También, en la intervención de apoyo a la consolidación del dolmen de Viera llevada a cabo en 2003 se documentaron materiales “… hispanomusulmanes, a caballo

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MARTA DÍAZ-ZORITA BONILLA Y LEONARDO GARCÍA SANJUÁN

entre los siglos XIV y XV, coincidiendo con la etapa nazarí” (Fernández Rodríguez et al., 2006: 95) detrás de los ortostatos del corredor. La utilización funeraria de Menga en el Medievo es congruente con los datos obtenidos por la Universidad de Málaga durante sus excavaciones en los megalitos antequeranos a finales de los 1980 y comienzos de los 1990 (y que no han sido todavía publicados) en relación con el uso de los túmulos de Menga y Viera, y de su espacio circundante, como lugar de enterramiento en época romana, lo cual a su vez abunda en la complejidad y profundidad de la biografía del magno megalito antequerano (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, en prensa). Similares indicios de continuidad de uso en las tradiciones religiosas medievales se han encontrado en el complejo de arte rupestre esquemático prehistórico de Peñas de Cabrera (Casabermeja, Málaga) situado a escasos 30 km al sureste de Antequera. En este sitio se han identificado varias figuras cruciformes grabadas que han sido vinculadas a las cruces de evangelio conocidas también con el nombre de calvarios en las tradiciones mozárabes medievales (Maura Mijares, 2010: 119). La presencia de inhumaciones medievales en Menga y la cuestión de los calvarios del complejo rupestre prehistórico de Peñas de Cabrera, invita a establecer una cierta conexión con el calvario tallado sobre el tercer

ortostato de Menga (por la izquierda según se entra), aunque desafortunadamente, es imposible establecer la cronología del mismo únicamente en base a su morfología. En Andalucía, otro caso bien constatado de reutilización funeraria de un gran monumento megalítico en la Edad Media es el del dolmen de Alberite (Villamartín, Cádiz). En las primeras investigaciones en este monumento megalítico se identificaron una tumba y varias estructuras negativas (fosas) medievales (Ramos Muñoz y Giles Pacheco, 1996: 45 y 5556). Posteriormente, con motivo de las obras de consolidación del dolmen en 1997-1998, se descubrieron siete inhumaciones más en la masa tumular, tres en la ampliación de la excavación del atrio y otro en uno de los acondicionamientos que se hicieron paralelos a la propia galería (éste vinculado a un candil de piquera) (Gutiérrez López, 2001). Durante las obras de construcción de la cubierta de protección del dolmen en 2003, se hallaron al menos otros dos enterramientos en posición lateral. En conjunto, los 14 enterramientos hallados sobre el túmulo, el corredor, el atrio o la cámara de Alberite, de cronología inicialmente almohade, aunque algunas pequeñas fosas alrededor tienen un material emiral, conforman una necrópolis de época andalusí que se relaciona con una alquería detectada en las proximidades8.

SITIO

PROVINCIA

BP

REF. LAB.

DNE (1 ͈)

DNE (2 ͈)

CONTEXTO / MUESTRA

Loma de los Caporchanes

Almería

1850 ± 50

Beta-171807

90-230

53-322

Megalito (hueso humano)

Aldeia de Bertiandos (Sepultura 6)

Alentejo

1872 ± 40

Beta-196092

257-382

236-414

Megalito (hueso humano) Rocha y Duarte, 2009

Valle de las Higueras

Toledo

1550 ± 40

Beta-227817

434-556

422-596

Cueva artificial (carbón)

Bueno Ramírez et al., 2010

Loma de las Alparatas

Almería

1450 ± 50

Beta-171806

574-646

443-668

Megalito (hueso humano)

Lorrio Alvarado y Montero Ruiz, 2004

Menga (Individuo 2)

Málaga

1250 ± 35

CNA-1174

686-805

676-871

Megalito (hueso humano) Este trabajo

Lagunita III

Cáceres

1220 ± 60

Beta-197161

710-885

669-961

Megalito (suelo)

Menga (Individuo 1)

Málaga

1100 ± 45

CNA-1173

894-998

783-1022

Megalito (hueso humano) Este trabajo

Mascotejo

Huelva

835 ± 40

CNA-343

1172-1235

1051-1273 Megalito (carbón)

REFERENCIA Lorrio Alvarado y Montero Ruiz, 2004

Bueno Ramírez et al., 2010

Linares Catela y García Sanjuán, 2010

Tabla 2. Dataciones radiocarbónicas medievales de Menga en relación con las dataciones de Época Romana y Medieval de contextos funerarios de la Prehistoria Reciente del sur peninsular. Fuente: modificado de García Sanjuán et al., 2011.

6 El arco cronológico de utilización del maravedí va de los siglos XI a XIV DNE. NAVARRETE PENDÓN, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierra para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga (Antequera). Informe Inédito, pp. 20-21.

7

8 Información amablemente facilitada por José María Gutiérrez López, director del Museo Histórico Municipal de Villamartín (Cádiz).

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LAS INHUMACIONES MEDIEVALES DEL ATRIO DEL DOLMEN DE MENGA (ANTEQUERA, MÁLAGA): ESTUDIO ANTROPOLÓGICO Y CRONOLOGÍA ABSOLUTA

Los datos relativos a Menga aquí presentados se añaden por tanto a los reunidos por recientes revisiones que han puesto de manifiesto la casuística existente en el sur de la Península Ibérica de reutilización o utilización continuada de monumentos prehistóricos durante la Antigüedad y el Medievo (García Sanjuán et al., 2007; 2008), una casuística que actualmente se ve reflejada en 8 dataciones radiocarbónicas (Tab. 2), incluyendo varias sobre hueso humano, y que, entre otras cuestiones, expresa que en esta región el fenómeno de continuidad de los sitios megalíticos como memoriales culturales y sitios ancestrales, ya examinado en otras partes del continente europeo (García Sanjuán, 2008), necesita de mayor investigación arqueológica.

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Dolmen de Alberite (Villamartín): aportaciones a las formas económicas y sociales de las comunidades neolíticas en el noreste de Cádiz, Universidad de Cádiz, Cádiz.


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RECENSIONES Ruiz González, Bartolomé (dir.): Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera. Definición, programación e institucionalización. Documento de avance del Plan Director. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, 2011, 3 volúmenes, vol. I, 483 páginas, vol. II, 293 páginas, vol. III, 207 páginas. ISBN: 978-84-9959-092-9 (obra completa) Isabel Izquierdo Peraile Jefa de Servicio de Planificación y Medios - Área de Infraestructuras Subdirección General de Museos Estatales - Secretaría de Estado de Cultura [isabel.izquierdo@mecd.es]

Dólmenes de Antequera: legado documental y orientación de estrategias. A vueltas con la planificación… El reciente II Congreso de Prehistoria de

Andalucía1, Movilidad, Contacto y Cambio, con sede en Antequera, fue el marco de investigación en el que oficialmente se presentó este triple volumen: Conjunto

Arqueológico Dólmenes de Antequera. Definición, programación e institucionalización. Documento de avance del Plan Director, dirigido por B. Ruiz González y coordinado por R. Enríquez Arcas, así como J. R. Menéndez de Luarca y M. C. Rodríguez Oliva, con un amplio equipo redactor participante. En las sesiones de trabajo de este fructífero encuentro científico se debatieron distintas cuestiones

en torno al movimiento, las estrategias adaptativas, la cooperación, el contacto, el desarrollo o la evolución, y su repercusión en los fenómenos de avance y cambio a distintos niveles, demográfico, tecnológico, económico, social o ideológico; conceptos y procesos presentes –si se me permite el doble salto, temporal y temático- en todo documento de planificación cultural contemporáneo. La metodología de la planificación en el sector de la cultura y el patrimonio ha ido calando en museos y conjuntos arqueológicos en los últimos tiempos, en paralelo a la adopción de técnicas de gestión profesional, de acuerdo con las necesidades específicas de la institución (v. para el campo de los museos, recientemente, entre otros, Dexter Lord y Markert, 2007; Lord, Dexter Lord y Martin, 2012).

1 Celebrado el pasado mes de febrero de 2012: http://www1.ccul.junta-andalucia.es/cultura/museos/CADA/

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0(1*$

03 El recurso a la programación de actuaciones resulta hoy, más que nunca, absolutamente ineludible, como fórmula de trabajo. Se ha afirmado que planificar es una “dura tarea” que implica una profunda reflexión y, en consecuencia, una toma de decisiones; el establecimiento de objetivos, claramente enunciados y, sobre todo, priorizados, con su análisis de riesgos derivado y una evaluación continúa en términos de eficacia y eficiencia; pero al mismo tiempo, flexibilidad y una cierta dosis de apertura o capacidad de maniobra ante nuevas situaciones. El Plan Director proporciona un marco de referencia y posee un carácter atemporal, objetivo y cualitativo, complementándose con un Plan Estratégico derivado, cuantitativo y concreto. En la actual coyuntura de recesión económica y entornos vertiginosamente cambiantes, el Plan estratégico debe ser revisado anualmente; no puede ser un rígido corsé ya que hay oportunidades e imprevistos ante los que es preciso interactuar. Como se ha descrito muy visualmente, este debe ser un mapa o ruta para la navegación en las turbulentas aguas actuales. Pero al margen de su concepto y ritmo de formulación, estos documentos de planificación deben aportar su propio granito de arena, una esencia

que en el caso de un plan a la medida del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (en adelante CADA), pasa necesariamente por considerar tres valores, absolutamente transversales e interrelacionados: la calidad, la competitividad y la sostenibilidad. Hablamos de calidad, en el sentido de compromiso del Plan, como herramienta de mejora continua en todas las actividades y procesos planteados; calidad, en sus múltiples dimensiones -técnica, científica, profesional y organizativa-. La competitividad, por otra parte, en relación directa con los otros dos parámetros, debe orientar claramente la potencialidad y cualidad diferencial del centro. En relación con sus programas y proyectos, la competitividad se relaciona además con la innovación, esa cualidad diferencial que aporta en sus diversas facetas como centro público. Y finalmente, la sostenibilidad, en estos tiempos angustiados es crucial considerar este principio de riguroso equilibrio con los recursos desde todos los puntos de vista, así como la búsqueda de fuentes alternativas de captación de fondos. No hablamos únicamente de sostenibilidad en el ámbito económico, sino también, ambiental y paisajística –y en este sentido el CADA mantiene un compromiso firme con su entorno arqueológico, biológico, paisajístico-,

así como social, como institución pública que es, con vocación y función de servicio a la sociedad. El CADA ha dado varios pasos ya en su compromiso con la gestión por objetivos y la planificación, recientemente publicados (Ruiz González, 20092; cf. en Izquierdo, 2010), a los que se suman otros documentos andaluces de reciente aparición como el excelente Plan Director del Conjunto Arqueológico de Itálica (Rodríguez de Guzmán, 2011) o, con carácter mucho más amplio, el III Plan General de Bienes Culturales de Andalucía, ambos disponibles a través de Internet3, un auténtico laboratorio de ideas (Sánchez Romero y Rodríguez de Guzmán, 2012), este último en fase de análisis participativo como oportunidad para el debate y el reenfoque de ámbitos particulares. Documentos, todos ellos, que en última instancia responden a textos legislativos reguladores como la propia Ley 14/2007, de 26 de noviembre, de Patrimonio Histórico de Andalucía, en cuyo artículo 79, referido a los conjuntos culturales, plantea la formulación y ejecución del Plan Director; o la Ley 8/2007, de 5 de octubre, de Museos y Colecciones Museográficas de Andalucía, en su título de planificación, estructura y personal, cuyo capítulo II plasma la metodolo gía de la planificación en la gestión

2 Véase, además, los siguientes textos: Ruiz González, B. (2009): Dólmenes de Antequera. Tutela y Valorización hoy, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla. http://www.iaph.es/web/canales/publicaciones/cuadernos/cuadernos-ph/contenido/Cuadernos/CuadernoXXIII Ruiz González, B. (2009): Memoria de 2009 y Plan de 2010, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla. 3 http://www.juntadeandalucia.es/cultura/web/html/sites/consejeria/areas/archivos/Galerias/Adjuntos/PLAN_DIRECTOR_ITxLICA_resumen.pdf y http://www.juntadeandalucia.es/cultura/publico/BBCC/III%20PGBC.pdf

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de las instituciones, vertebrada en torno a tres ejes, el Plan museológico, el Plan de seguridad y el Plan anual de actividades y la memoria de gestión. La propia Red de Espacios Culturales de Andalucía (RECA), además, proporciona un contexto administrativo de gestión en red, ventajoso a priori para la coordinación y participación cooperativa. En el caso de este avance del Plan Director del CADA, se ha de destacar, en primer lugar, el (más que evidente) extraordinario esfuerzo en su elaboración, donde ha participado un amplio y solvente equipo técnico (cf. la amplia ficha de créditos de la publicación, al final del volumen III). En este sentido se ha de subrayar el mérito de un documento multidisciplinar, consensuado y construido desde distintas miradas y perfiles, aunque con unos mismos objetivos de partida. Asimismo es meritoria la doble aportación en materia de planificación cultural y conocimiento científico en el ámbito de la prehistoria española en general y concretamente andaluza. En realidad, esta reflexión en torno al patrimonio difunde una metodología de trabajo, la de la planificación museológica, adaptada a la realidad arqueológica de Antequera; formaliza un proyecto de investigación de gran escala, colectivo, impulsado desde una administración pública que tutela conjuntos patrimoniales, cuyo fin además es el beneficio social, puesto que el objetivo último de su estrategia es justamente la difusión de un sitio arqueológico excepcional en Andalucía, en España y fuera del país, como polo de desarrollo local. La publicación4 sigue a grandes rasgos la estructura del Plan Museológico que elaboramos en la Subdirección General de Museos Estatales del entonces Ministerio de Cultura, como método de trabajo coral y esquema metodológico general (AA.VV., 2005 y Azor e Izquierdo, 2008), aplicado y adaptado, en este caso, a un relevante sitio arqueológico. El texto, sin duda, trasciende los límites del Plan, y está a caballo entre un documento analítico, un compendio de presentación de resulta-

dos y un texto de planificación con estrategias futuras. De cuidada edición y excelente aparato gráfico (con impresionantes fotografías de la Sierra del Torcal de Antequera, perspectivas visuales de La Peña de los Enamorados, mágicos interiores de Menga, imágenes históricas del dolmen de Viera de principios de siglo XX, vistas generales de El Romeral, entre otras) se articula en tres volúmenes (volumen I –Definición-, volumen II –Programación- y volumen III –Institucionalización-) y propone un diseño propio desde el planteamiento conceptual previo, punto de partida imprescindible donde se expresa la misión y la visión del centro, su singularidad e identidad, su responsabilidad y aportación a la sociedad, pero también su razón de ser y aspiraciones de futuro. Este texto se entiende como un avance de planificación en el escenario 2011-2018, cuyo objetivo esencial es obtener un documento actualizado, a partir de un exhaustivo análisis de la situación pasada. Su envergadura y dimensión documental apunta, tal vez, a la presentación de distintos anexos complementarios, en lugar de su inclusión en el cuerpo principal del texto. Así por ejemplo, dentro del proceso de institucionalización de la tutela (volumen III), se aporta una serie de síntesis documentales de estudios desde mediados del siglo XVI hasta 2010, otro repertorio documental 1887-2009, un repertorio bibliográfico 1587-2009 y gráfico 1847-2009, que a pesar de su importancia e interés, formalmente, se consideran anexos documentales y, en cualquier caso, pueden constituir archivos digitales o publicaciones independientes al Plan Director. En realidad, ya se señala en la propia presentación de la publicación: “el hecho diferencial de este documento es su ambición (…) su anhelo de profundidad”. El volumen I (Definición) efectúa un repaso por los distintos valores y componentes del CADA: la propia institución, el patrimonio arqueológico que custodia y las funciones en torno a él, la arquitectura y la futura exposición permanente, la seguri-

dad, las actividades de difusión y comunicación y los recursos (humanos y económicos). Posteriormente se ofrece un dossier de programación muy completo (volumen II), una ambiciosa agenda con propuestas en todos los ámbitos de trabajo. Se dan a conocer interesantes iniciativas como los procesos en marcha de inscripción en el patrimonio europeo y mundial de los Dólmenes de Antequera, el proyecto de investigación “Sociedades, Territorios y Paisajes”, las propuestas educativas y de proyección a la sociedad, dentro de la línea de público, con una completa programación de servicios y actividades que equilibra a la perfección la vertiente científica, educativa, didáctica y lúdica del centro, etc., así como el proyecto de creación del Observatorio de visitantes donde se incluyen aspectos que atañen al valor singular de esta cultura de las grandes piedras y su cualidad como factor de desarrollo local. De particular importancia es la reflexión de fondo sobre el concepto de tutela, aportación andaluza de calado que se respira a lo largo de los tres volúmenes, en el sentido de proceso integrado que atiende a distintas funciones en torno a la protección y proyección del patrimonio arqueológico. Y en relación con la tutela destaca igualmente el concepto de centro de generación e intercambio de conocimiento, en este caso, de la Prehistoria de Andalucía, con sede en Antequera. Específicamente, la programación de las infraestructuras, como eje articulador de muchos de los programas planteados, por su volumen económico y complejidad técnico-administrativa, merece una acotación propia. Ante una estructura de tal envergadura y con su compleja trayectoria edificatoria, en la coyuntura actual y con las restricciones existentes, parecen imprescindibles diversos estudios de viabilidad para la actuación arquitectónica y el mantenimiento futuro de las instalaciones.Todos los pasos que se afronten en el terreno en esta línea deben estar avalados por el Plan Director y por los preceptivos estudios previos. Esto supondrá una garantía ante la

4 Disponible también en la red: http://www.museosdeandalucia.es/cultura/museos/CADA/index.jsp?redirect=S2_4_3_1.jsp&noticias=1148

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futura toma de decisiones.Como aspectos para la reflexión futura, cabe señalar que este avance de Plan Director, como documento rector de la vida del centro, podría reforzar esa muestra de indicadores cuantitativos y cualitativos que irán trazando su evolución. Ya que, a partir de esta exhaustiva publicación que traza un escenario global, uno de los retos a plantear es convertir el avance en una auténtica herramienta de gestión de estrategias, con planes operativos anuales, con sus propios objetivos, tareas e indicadores, a modo de planes derivados, más al corto plazo, cuantitativos y dirigidos al cumplimiento de acciones específicas. El carácter del documento exige el planteamiento de indicadores de medición de acciones en el marco de los objetivos estratégicos propuestos, que permitan, al final de cada período de referencia comprobar el cumplimiento o incumplimiento de objetivos. Implica, por tanto, el seguimiento y la valoración de los avances logrados en cada una de las líneas de acción. Este seguimiento podría adoptar, además, la forma de informes de evaluación parciales que servirán de instrumento de análisis del propio Plan. Este planteamiento con indicadores y cifras-objetivo es coherente con el ejercicio de responsabilidad pública y la difusión transparente que caracteriza la propia filosofía del CADA. Por otra parte, esta evaluación continua estará en la base de posibles reorientaciones o fortalecimientos de líneas y proyectos concretos; o bien se plantea con vistas a extraer recomendaciones o elementos futuros de aprendizaje, institucionales o de gestión. El sistema de indicadores establecidos deberá permitir el análisis de manera particular, ‘descendiendo’ a un nivel

de gestión de resultados, considerando los principios rectores del centro y sus prioridades horizontales -a modo de ejemplo, la calidad o funcionalidad de los servicios públicos, la sostenibilidad de las instalaciones, los grados de accesibilidad, entre otros-. Se habrán de perfilar, por tanto, magnitudes asociadas a los distintos procesos puestos en marcha –en materia institucional, de infraestructuras, patrimonial, de difusión, entre otras- para evaluar periódicamente las distintas líneas de programación. En materia de patrimonio cultural, en el que se enmarcan los bienes y conjuntos arqueológicos, la programación de actuaciones parte de una profunda reflexión interdisciplinar como medio imprescindible para elegir caminos y formular metas, recuperando el innegable valor de la especialización técnica. Es aquí donde esta publicación sobre un conjunto milenario único ofrece una significativa aportación. La misión de este paisaje cultural, formulada en el Plan Director, tiene que ver con su identidad y deriva de su historia. También se relaciona con la función del centro en su marco administrativo y en el conjunto de otras instituciones afines, culturales, científicas y educativas. Remite al valor simbólico del centro en su contexto social. A vueltas con la planificación, este documento, a partir de un sólido legado y en un ejercicio de exigencia, responsabilidad y coherencia, permite orientar las estrategias futuras de un conjunto arqueológico excepcional, de herencia milenaria, en el cambiante escenario actual. Todo un reto por delante, en el que las políticas culturales y patrimoniales se han de conjugar necesariamente con planes, acciones y medi-

das urbanísticas, medioambientales, turísticas, económicas y sociales

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Sánchez-Cuenca, Juan: Menga en el siglo XIX. “El más bello y perfecto de los dólmenes conocidos”. Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía. Monográfico 02. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, 2012, 143 páginas, ISBN: 978-84-9959-100-1, ISSN: 2174-9299 José Beltrán Fortes Catedrático de Arqueología en la Universidad de Sevilla [jbeltran@us.es]

Presenta el segundo monográfico de

Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía un excelente trabajo recopilatorio sobre los estudios y referencias que durante todo el siglo XIX tuvieron como tema a la “Cueva de Menga”, según era conocida en la bibliografía tradicional. En primer lugar, debo felicitar a los responsables de esta publicación por la elección de un tema de historiografía, en un proceso de consolidación de ésta como línea de investigación en la disciplina arqueológica que, aunque incorporada tardíamente en nuestro país con respecto a otros de nuestro entorno, ha tenido un extraordinario impulso (cfr., por ejemplo, el atinado análisis en el reciente trabajo de Ruiz Zapatero, 2011). En el caso del dolmen de Menga ello se hacía más necesario por la riqueza documental que arrastra. En concreto, en este estudio circunscrito sólo al siglo XIX Juan Sánchez-Cuenca ha sumado 200 referencias bibliográficas (ordenadas cronológicamente sus citas exactas entre las pp. 79-87 de la monografía), de las que 102 se encuentran en publicaciones españolas y 98 de otros países, identificándose 65 autores españoles y 70 de otras nacionalidades. Ello da idea de la amplia repercusión que tuvo el dolmen de Menga en aquella centuria, si bien no todas esas citas tienen idéntico valor, ya que corresponden a diversos tipos de publicaciones, tanto científicas, cuanto de divulgación, y desde simples referencias a trabajos más extensos. El autor ha destacado de ese elenco una serie de trabajos que, ordenados asimismo cronológicamente, constituyen el principal capítulo en su presentación y

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análisis del valor que se da al dolmen de Menga en el siglo XIX en Europa y España (pp. 17-63). Debemos resaltar especialmente el interés que ha prestado a las representaciones gráficas del dolmen elaboradas en esa centuria, basadas casi totalmente en grabados y dibujos, ya que la fotografía se encuentra presente sólo de manera excepcional a fines del siglo. La obra recién editada presenta ese valor añadido, muy rica en la reproducción de ilustraciones que constituyen la memoria visual de un monumento tan emblemático. Los hilos que conforman la urdimbre de la obra en su presentación y análisis son: la cronología a lo largo del siglo, las imágenes del dolmen y las descripciones y comentarios escritos que destacan su excepcionalidad. Es por ello que, como se decía, no se ha discriminado su análisis según el diferente carácter de las referencias bibliográficas en aras a una presentación continuada sobre su conocimiento y difusión. Como destaca el autor el antequerano dolmen de Menga presenta un puesto excepcional entre los monumentos prehistóricos de la Península Ibérica, siendo “el conjunto arqueológico español sobre el que existe una bibliografía más extensa, tanto en número de trabajos publicados como en número de autores que le han dedicado su atención”, a la vez que un referente “para establecer el carácter de colosalismo, gigantismo, belleza o perfección de dólmenes de cualquier otro país o continente” (p. 11). Ello explica el subtítulo dado al estudio, al reproducir la valoración concreta de Jean d’Estienne (1878): “…le plus beau et le plus parfait des dolmens connus”.


El siglo XIX asistió en Europa a la conformación de la Prehistoria como disciplina, en un proceso que, aunque de forma retardada y menos intensa, afecta también a España, siendo el megalitismo uno de los temas trascendentales para su desarrollo científico (en general, cfr. el clásico estudio de Ayarzagüena Sanz, 1992; más recientemente, entre otros, Ayarza-güena Sanz y Mora Rodríguez, 2004; Cabrera Valdés y Ayarzagüena Sanz, 2005, así como las entradas correspondientes en Díaz-Andreu et al., 2009). Según la visión tradicional de la Edad Moderna, aquellas magníficas construcciones entendidas claramente como prerromanas habrían sido obras de los celtas y eran explicadas en relación con la religión druídica, como, por ejemplo, ocurre con Stonehenge en la Britannia de William Camden (en la edición de 1600 recoge un grabado de 1575 en que se aprecia en la esquina inferior izquierda la excavación del lugar) (lo reproduce en su magnífica obra Schnapp, 1993: fig. 122). Es ésa la interpretación que le da a Menga todavía hacia mediados del XIX el fundamental trabajo de Rafael Mitjana y Ardison (1847), que, aunque de no muy grande extensión, supone la primera de las monografías dedicadas al dolmen de Menga, así como de evidente repercusión en la bibliografía posterior. Así lo considera Juan Sánchez-Cuenca inaugurando el capítulo con la obra de Mitjana, mientras que da breve referencia a las citas anteriores, desde el siglo XVI hasta las contenidas en obras editadas en ese siglo XIX con anterioridad al año 1847, en que destaca especialmente la obra de Cristóbal Fernández (1842), con una visión anticuaria bastante alejada de la de Mitjana a pesar de que la distancia cronológica es poca (“Antecedentes”, pp. 15-18). No obstante, es de obligada consulta para estas cuestiones las páginas dedicadas a estos temas en el Documento de Avance del Plan Director del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, que se extiende además tanto en los antecedentes de la Edad Moderna cuanto, especialmente, en el desarrollo de los trabajos de investigación y estudios del siglo XX e

inicios del XXI (Ruiz González, 2011: I, 66-144, y III, 7-123) (cfr. la reseña anterior en este mismo volumen). Mérito del autor de esta obra que reseñamos es haber destacado –en ese especial interés por las reproducciones gráficas- que la mayor parte de las láminas que ilustran ese pionero estudio de Mitjana, que habían sido consideradas las primeras imágenes editadas del dolmen, no son más que copias de los dibujos que sobre el dolmen de Grotte aux Fées había publicado pocos años antes el francés Jules Gailhabaud (1843). Es éste un sistema de trabajo habitual en la época, como demuestra J. Sánchez-Cuenca, ya que en ocasiones posteriores se copian los dibujos del dolmen de Menga sin decir la fuente o equivocándola –a veces incluso con mínimos cambios inexplicados del original correspondiente-, creando a veces una cierta confusión. Es lástima que el autor no haya dedicado un capítulo específico para analizar de forma concreta cómo y mediante qué canales fueron transmitidas las imágenes gráficas del dolmen de Menga a lo largo de esta centuria, diferenciando, por ejemplo, los trabajos científicos de los de divulgación y aclarando la fiabilidad de cada fuente, algo que queda por hacer. A propósito de las imágenes de obras concretas lo indica J. Sánchez-Cuenca en su análisis, pero habría sido conveniente un apartado propio, dado su intenso conocimiento de esa documentación gráfica que pone de manifiesto. También se testimonian en torno a Menga en esta primera fase las referencias de viajeros extranjeros, más o menos amplias y con diversos enfoques, entre los que sobresalen en este momento inicial Louisa Tenison (1853), con la primera vista hecha desde el interior del dolmen, con una escala humana (reproducida en la fig. 8), que será seguida posteriormente de manera frecuente. En otro nivel de difusión, el trabajo de Manuel de Assas sobre los monumentos célticos en España que se edita en el Semanario Pintoresco Español (Assas Ereño, 1857), muestra la repercusión del interés de los monumentos dolménicos –entre lo cuáles

el destacado del dolmen de Mengaen un medio de divulgación que supone esta importante revista ilustrada, con la incorporación asimismo del grabado como uno de sus atractivos, a la vez que el mantenimiento de la interpretación tradicional, druídica; esa misma consideración sigue el erudito local Trinidad de Rojas en varios trabajos de las décadas de 1860 y 1870, si bien en su Historia de Antequera (Rojas, 1879) ya recoge las diversas interpretaciones, entre las cuáles la de obra megalítica prehistórica (pp. 29-31). Ello era el reflejo en la erudición local de los cambios producidos a nivel europeo durante la década de 1869 en la consideración del megalitismo como fenómeno prehistórico y no céltico –incluyendo a Menga, como hace G. de Bonstetten en 1865 (pp. 31-33)- y la asunción de esa postura por los primeros prehistoriadores españoles, entre los que sobresalen los andaluces Manuel de Góngora, con su trascendental Antigüedades Prehistóricas de Andalucía (Madrid, 1868) (cfr. Beltrán Fortes y Belén Deamos, 2007, para la relación con Manuel Machado y Núñez), y Francisco María Tubino, con sus diversos trabajos de excavación y divulgación de los nuevos estudios prehistóricos (cfr. Belén Deamos, 1991, para su investigación en el dolmen de La Pastora; Belén Deamos, 2002). Quizás poca importancia se da a los dibujos “arqueológicos” que del dolmen de Menga hizo en 1868 el artista granadino Manuel Gómez-Moreno González, que, aunque inéditos (figs. 1316), dejan a las claras un novedoso enfoque a caballo entre la anticuaria tradicional y una arqueología científica (cfr. Gómez-Moreno González 2004); es posible que ese conocimiento previo del padre influyera en el interés de su hijo, el ilustre arqueólogo Manuel Gómez-Moreno Martínez, para llevar a cabo su estudio de los dólmenes de Antequera en 1905 -por tanto, no tratado en esta obra-, en que conforma un nuevo paradigma de interpretación en relación con la cultura tartésica (cfr. Bellón Ruiz, 2010). A partir de la década de 1860 fueron más frecuentes las referencias a Menga en la bibliografía decimonónica, desde posturas más científicas como suponen la de

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James Talbot, en 1870, con una renovada vista del interior del dolmen (fig. 21), o la de James Fergusson, en 1872, que son seguidas por otros autores, hasta la repercusión a otros niveles en escritos que relatan la visita de Alfonso XII a Antequera, en 1885, o en diversos volúmenes entre los años 1882 a 1886 de una nueva revista ilustrada como La Correspondencia de España. Destaca J. Sánchez-Cuenca el valor que tuvo la inclusión y estudio del dolmen de Menga en la obra de Émile Cartailhac sobre la prehistoria de la Península Ibérica, editada en Paris (Cartailhac, 1886), que inaugura una nueva fase, sobre todo, porque “presenta una nueva y bella imaginería del dolmen, mucho más ajustada a la realidad que cualquiera de sus antecedentes” (p. 55), junto a la extrañeza por la ausencia de su estudio en los trabajos de Luis Siret, básicos para la Prehistoria Reciente peninsular (cfr., ahora, AA.VV., 2011). Pero no debe olvidarse que 1886 es también el año en que el dolmen de Menga es declarado Monumento Nacional por Real Orden de 1 de junio (cfr., Ruiz González, 2011: I, 38) – a lo que no sería ajeno la visita regia antes citada-, inaugurando asimismo una nueva etapa en el proceso de tutela, en paralelo a los de investigación y de divulgación. En estos campos se destaca ya la referencia obligada del dolmen de Menga en importantes trabajos de la Prehistoria europea durante las dos últimas décadas del siglo, como los del Marqués de Nadaillac, Oscar Montelius o William C. Borlase (pp. 56-63), lo que demuestra la asunción por parte de la disciplina prehistórica consolidada de la excepcionalidad del monumento dolménico de Antequera. Completa este básico estudio de la monografía un nuevo capítulo, titulado “En torno a Menga” (pp. 65-77), donde se ofrecen interesantes aproximaciones en relación al estudio de conjunto de toda esta ingente documentación. Así, una referencia al surgimiento de Menga en la fotografía a fines del siglo (pp. 65s.), o asimismo su presencia en las Historias de España, interpretada como recurso para posiciones antibíblicas de grupos progresistas (pp. 66-68).

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No obstante, no siempre es así, sobre todo en momentos más avanzados de la centuria, ya que una obra como el Manual de Arqueología Prehistórica de Manuel de la Peña (1890) busca precisamente lo contrario, la adecuación de la nueva disciplina prehistórica a la tradición católica, atacando la interpretación evolucionista darwinista en relación al origen del hombre en la Tierra. Asimismo, el intento de adecuar ciencia y fe se observa en el volumen de Geología y Protohistoria Ibéricas, escrito por Juan Vilanova y Juan de Dios de la Rada (1890), dentro de la Historia de España que la Real Academia de la Historia publicaba bajo la dirección de Antonio Cánovas del Castillo, en una línea claramente conservadora y católica. En efecto, fue la opción de compromiso asumida por la Iglesia católica española en el Congreso Católico de Sevilla de 1892, bajo los auspicios del cardenal Ceferino González (cfr., Maier Allende, 2003). En este apartado debe tenerse en cuenta, además, que cuando Manuel Sales y Ferré escribe las obras de introducción y divulgación prehistóricas en 1883 y 1884 (p. 67), no es catedrático de Sociología -lo será en la Universidad Central sólo desde 1898-, sino que era catedrático de Historia en la Universidad de Sevilla, formando parte del importante núcleo de pioneros de la Prehistoria en esa institución durante la segunda mitad del siglo XIX (cfr. Beltrán Fortes y Belén Deamos, 2007). Completan este capítulo dos interesantes apartados de una breve aproximación a un análisis sociológico de los autores que refirieron el dolmen de Menga en el XIX, incidiendo especialmente en el caso de los zoólogos (pp. 69s.), y de quiénes lo visitaron, españoles y extranjeros (pp. 70s.), así como otro apartado de los principales comentarios sobre su carácter excepcional (pp. 71s.), que se completa con el elenco de referencias bibliográficas (pp. 73-77). A continuación se dispone un importante capítulo referido a las obras publicadas en todo el XIX con citas de Menga, desde 1808 a 1899 (pp. 79-89), así como un índice general onomástico (pp. 91-93). Siguiendo la

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tónica de estas publicaciones editadas por el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera el texto completo se traduce al inglés (pp. 97-135). En resumen, se trata de una magnífica aportación al bagaje de conocimiento generado históricamente por el dolmen de Menga por su singularidad en el panorama megalítico peninsular, que incide –como se decía al principio- en una línea de trabajo poco tratada en la Arqueología española hasta hace algunos decenios, por lo que ha sido muy conveniente su edición, que abre nuevos caminos a la investigación sobre el dolmen de Menga. Por último, debe destacarse asimismo la atractiva maquetación y presentación editorial, que se agradece en este caso de tan rica documentación gráfica de valor histórico y artístico

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Gonzalo Aranda Jiménez, María Dolores Cámalich Massieu, Dimas Martín Socas, Antonio Morgado, Francisco Martínez- Sevilla, José Antonio Lozano Rodríguez, María Isabel Mancilla Cabello y Julio Román Punzón: La Loma (Íllora, Granada). Un yacimiento de fosas del VI-IV milenios cal BC. Monografías/Arqueología. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, 2012, 129 páginas (libro/CD) ISBN: 978-84-9959-105-6 Manuel A. Rojo Guerra Profesor Titular de Prehistoria en la Universidad de Valladolid [marojo@fyl.uva.es]

No es posible enfrentarse a la recensión de un volumen colectivo como el que nos ocupa sin realizar una serie de reflexiones sobre dos aspectos fundamentales del mismo: el continente y el contenido, pues ambos están íntimamente relacionados. Comencemos por el continente, en el que a su vez advertimos que consta de dos tipos de soportes; uno impreso y un CD digital. El trabajo propiamente dicho, en plenitud, se recoge en el formato digital y abarca 129 páginas en las que se desgrana todo el contenido del que después hablaremos. La parte impresa, que ocupa 42 páginas, es simple y llanamente un resumen amplio del trabajo de investigación. Permítaseme realizar, con toda la humildad posible y, teniendo en cuenta que “para gustos están los colores”, una crítica seria de esta forma de presentación del trabajo. Las razones son diversas: 1. El investigador que pretenda conocer y/o utilizar los datos de este libro/CD debe, en todo momento, disponer de la posibilidad de acceder a los dos formatos, es decir, que debe tener siempre delante un ordenador. 2. El resumen, o sea la parte impresa, es lo suficientemente densa para que no sea accesible a un público general y lo suficientemente imprecisa e incompleta para que pueda ser una referencia sin más; falta documentación planimétrica, no hay bibliografía, no se sigue el proceso de investiga-

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ción a partir del cual se obtienen las conclusiones…etc. 3. Se puede aducir, y más en estos tiempos, razones económicas por cuanto resultaría más barato editar 42 páginas y un CD que 129 páginas. En este aspecto tampoco comparto la filosofía de la edición, pues creo firmemente que la edición que nos ocupa hubiera sido igualmente digna sin encuadernación de lujo, sin cuatricromía total y sin la calidad exquisita del papel. Mi experiencia me dice que una edición de 129 páginas en formato rústico, con un pliego en cuatricromía estratégicamente colocado en el centro de la publicación o al final, resultaría bastante más económico que el lujo en el que se presentan las 42 páginas de este volumen. En lo que respecta al contenido, por otra parte lo verdaderamente importante, permítaseme una vez más utilizar una expresión coloquial que, a mi entender, resume la impresión general que me ha dejado la lectura del trabajo: “nunca de tan poco se sacó tanto”. Porque La Loma no es un yacimiento con estructuras espectaculares, ni ha deparado materiales interesantísimos o valiosos, ni su trayectoria cronológica modifica planteamientos tradicionales ni arraigados en la bibliografía científica, no, La Loma es un yacimiento “humilde” de un grupo de agricultores primitivos al que el equipo de investigación pluridisciplinar le ha sacado todo el jugo posible de una forma admirable.


Este estudio del yacimiento de La Loma es el claro ejemplo de cómo se puede interactuar entre la “Arqueología de Gestión” y la “Arqueología de investigación” sin que por ello se resienta ninguna de las dos. Antes al contrario, se valorizan para la comunidad científica los informes de intervención y unos materiales que, de otro modo, hubieran rellenado algún estante más en los fondos inagotables de los museos que reciben toneladas de vestigios de las muchas intervenciones de urgencia que llevan varios años minando el solar peninsular. Un yacimiento, descubierto y excavado por mor de una obra pública es investigado en profundidad por un equipo en el que colaboran especialistas de reconocido prestigio en su campo. El resultado, a mi entender, es magnífico y pese a algunas ausencias (hubiera sido un buen complemento disponer de análisis de polen y de semillas que hubieran completado la visión que se ofrece de las relaciones del grupo humano con el entorno) justificadas, sin duda, por las limitaciones presupuestarias y la premura de una intervención de urgencia, se saca un enorme partido de los datos gracias a la colaboración de un amplio equipo. Entre las aportaciones más interesantes destacaría: Caracterización de un tipo específico de yacimiento al aire libre en el que se documentan únicamente estructuras negativas y que, aunque en la publicación no se señala, no deja de ser un “campo de hoyos”. Este tipo de yacimiento, muy característico de zonas más septentrionales desde los primeros momentos de la neolitización hasta el Bronce Final, se está convirtiendo en una auténtica alternativa a los tradicionales asentamientos en cueva del neolítico andaluz, ya que se están convirtiendo en habituales tanto en las serranías subbéticas de Córdoba y Jaén (los Horneros, Polideportivo de Martos, Las Eras), en la vega granadina (La Molaina y ahora La Loma), en las tierras bajas almerienses (Cabecicos Negros), o en Andalucía Occidental (El Retamar, Papa Uvas, Pago de Cantarranas). Suelen ser yacimientos (campos de hoyos, silos o fosas) muy extensos superficialmente

(mucho más de los 2.160 m2 atestiguados en La Loma) y aunque los restos materiales de superficie sean muy escasos, una prospección electromagnética aquilataría su extensión a la vez que descubriría estructuras cada vez más habituales en asentamientos de estas épocas como zanjas perimetrales o fosos. Como también se atestigua en la publicación, son yacimientos sin estratigrafía horizontal, de uso recurrente a lo largo de milenios incluso, y su enorme extensión deriva de la adicción de estructuras en el espacio. En el caso que nos ocupa y según las dataciones absolutas, a las que luego me referiré con más detenimiento, parece que el uso recurrente del lugar se llevó a cabo a lo largo de dos milenios como mínimo. Un aspecto esencial de estos yacimientos y al que se da una importancia especial en el libro es el relativo a la vigencia, funcionalidad y proceso de colmatación de las estructuras negativas. En este sentido comparto muchas de las observaciones que se realizan en cuanto a la “conducta altamente regulada” de estas poblaciones debido a la homogeneidad de la evidencia (tipo de estructuras, carácter cerrado, dinámica de formación y colmatación etc.). Para explicar estas cuestiones se alude a que los conceptos actuales de desecho y basura no son adecuados para el análisis de modelos de forma transcultural y se citan magníficos trabajos de Márquez Romero o algunos nuestros, pero echo en falta ciertas referencias a autores anglosajones, siempre bastante certeros en interpretaciones culturales, como Whittle, Thomas o Pollard, que hubieran ayudado a redondear más el discurso interpretativo. Así, por ejemplo Whittle (2003: 7), alude a que algunos hoyos excavados en yacimientos húngaros en época neolítica habían sido rellenados de forma deliberada para marcar diferentes lugares de un territorio en el que esos grupos trazaron un complejo ciclo de idas y venidas. Thomas (1999: 87), por su parte, señala que los artefactos que aparecen en los rellenos podrían haberse realizado para ser depositados allí o haber sido objetos precia-

dos que habrían circulado un tiempo antes de ser enterrados y quizás habrían sido seleccionados entre montones de desechos producidos en fiestas comunales. Por su parte, Pollard (2001: 323) alude a la posibilidad de que los materiales de los rellenos de las fosas podrían haber estado directamente implicados en la vida social cotidiana como reliquias en las relaciones entre los parientes y los demás o entre lugares y agentes en el paisaje. De esta forma constituirían un lenguaje material a través de la deposición mediante series estructuradas de asociaciones, separaciones y vínculos entre ellos. Muchas de estas reflexiones se hallan implícitas en la interpretación que se hace del relleno de las estructuras en este libro, pero, sin duda, una ampliación de la reflexión con estas y otras ideas en las que no puedo extenderme por razones obvias, habría completado y enriquecido, sin duda, el discurso. Me parece magníficamente tratado en el libro el asunto de la cronología absoluta. Se muestra perfectamente el tipo de muestra que se analiza, el factor de corrección correspondiente al tratarse, en todos los casos de malacofauna en ausencia de otras evidencias orgánicas, las calibraciones a 1 y 2 sigma…etc. Las discusiones en torno a la lectura secuencial de las dataciones y su contextualización son impecables. Hay un aspecto que aunque se señala en la publicación y se valora suficientemente, me gustaría recalcar. Se trata de las dataciones de la estructura E03, la única, curiosamente, que tiene dos dataciones y que, además, corresponden a momentos muy dispares; segunda mitad del VI milenio y segunda mitad del IV milenio cal BC. Quiero hacer hincapié en este asunto por cuanto plantea un problema que no es nuevo ni fácil de resolver. En efecto, especialmente en la estructura 8 de la Revilla del campo y también en la 2 y la 4 (Rojo Guerra et al. 2008: 213-218) se obtuvieron dataciones muy dispares para una misma fosa. En este caso, al igual que ocurre con las dataciones de la estructura E03 de La Loma parece advertirse una cierta contra-

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dicción entre las afirmaciones que se manifiestan de …”la rapidez en la deposición de las unidades que colmatan las diferentes fosas”… y el largo lapso temporal de uso que las dataciones C14 parecen representar. La solución a este problema no es fácil y, aunque en ambos casos hayamos optado por considerar que la realización de la fosa se corresponde con la fecha más moderna y en su relleno se han usado materiales de épocas más antiguas, creo que es un argumento “ad hoc” que no acaba de convencerme. En el caso de La Loma no existe un registro preciso del material arqueológico que pudiera segregar tipos de materiales por UUEE dentro de la fosa E03 (al menos no lo veo en la publicación) y así comprobar diferentes fases de relleno en relación con los paquetes (UUEE) sedimentarios. Esta segregación se realiza mediante la adscripción coherente de los materiales a distintos momentos en virtud de su tipología en unos más arcaicos que irían bien con la fecha más antigua (asas pitorro, almagras) y otros (lisos fundamentalmente) que no serían raros en contextos de mediados del IV milenio cal BC. En definitiva, me resulta curioso comprobar cómo una vez más asumimos que las fosas, silos, hoyos son realizados y colmatados (por tanto utilizados) en un lapso temporal corto, lo que se corresponde con un tipo de relación peculiar entre el grupo humano y esta materialidad concreta, y en el único caso en que tenemos más de una datación del relleno nos sugiere justo lo contrario. Creo firmemente que algo se nos escapa a la hora de interpretar estas estructuras negativas. En lo que este trabajo de La Loma de Íllora me parece verdaderamente ejemplar y ejemplarizante es en el estudio que se realiza y en el partido que se extrae de la cerámica, el sílex y el material de molturación. Sin lugar a dudas es uno de los trabajos más completos y mejores que he visto, muy bien complementados por

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los anexos de Marta Portillo y Rosa M. Albert sobre la funcionalidad del material lítico de molturación y de José Afonso Vargas sobre los microfósiles vegetales de la cerámica. Se nota que entre los firmantes del trabajo se encuentran consumados especialistas en el estudio cerámico y en tecnología, tipología y traceología líticas. En la mayoría de los casos, las conclusiones que se derivan de los análisis nos orientan hacia un grupo humano que practica la agricultura y tiene como complmento subsistencial la ganadería. La práctica agrícola se desprende tanto de la presencia de fitolitos de gramíneas del tipo pooideae (cereales panificables) en los molinos y molenderas; en la presencia de fitolitos de dicotiledóneas y apéndices epidérmicos de gramíneas como de las improntas de cereal (raquis, espiguilla y gluma) en algunas cerámicas. Por su parte, el complemento ganadero se deriva de la presencia en los componentes de las cerámicas, de esferulitas de fauna herbívora. Esta complementariedad agrícola/ ganadera me parece fundamental y lógica en estos “primeros momentos de neolitización” por cuanto las dos actividades propenden al éxito subsistencial y definen, desde mi punto de vista, unos grupos humanos de escasa movilidad. En este sentido no puedo compartir la afirmación que se expresa en la página 41 del libro donde se señala que los grupos que ocuparon La Loma desarrollarían unas estrategias de explotación del territorio basadas en la movilidad. Desde mi punto de vista, la existencia de evidencias de una actividad agrícola consolidada (no sólo fitolitos, sino huellas del procesado del cereal hasta casi las últimas cadenas del consumo), junto a la necesaria complementariedad de una incipiente cabaña ganadera (que ayudaría al éxito del cultivo evitando, al menos, el tumbado del cereal), sería propio de un grupo humano de

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escasa movilidad que debe cuidar el fruto de su trabajo si quiere verse recompensado por el éxito. En estas condiciones sólo se pueden admitir estrategias de movilidad transterminantes de escaso radio, o de amplio, siempre y cuando una parte del grupo permanezca cuidando los cultivos. Ante las abrumadoras evidencias en este sentido que presentan los análisis de fitolitos y componentes de la materia prima e improntas de la cerámica, sorprende cómo la traceología de los útiles líticos les relacionan con múltiples aprovechamientos, en ningún caso en torno al trabajo del cereal; esto es, hay evidencias de uso en materiales blandos como la madera o la piel o en materiales duros como el serrado de algún tipo de mineral. Todo ello es evidencia de un conjunto de actividades de amplio espectro, lógicos, por otra parte, entre grupos humanos del VI y IV milenios. En definitiva, como conclusión quiero reiterar la sensación que al comienzo de estas líneas expresé. La Loma de Íllora es un yacimiento modesto al que un completo y profesional equipo de investigadores ha sacado el mayor rendimiento científico que cabía esperar. Mi enhorabuena por ello

%,%/,2*5$) $ ROJO, M. A., KUNST, M., GARRIDO, R., GARCÍA, I., MORÁN, G. (2008):

Paisajes de la Memoria: asentamientos del Neolítico antiguo en el Valle de Ambrona (Soria, España), Serie: Arte y Arqueología Nº 23, Universidad de Valladolid. POLLARD, J. (2001): “The aesthetics of depositional practice”, World Archaeology 33(2), pp. 315-333. THOMAS, J. (1999): Understanding the Neolithic, Routledge, London. WHITTLE, A. (2003): The Archaeology

of People: Dimensions of Neolithic Life. Routledge, London.


Hurtado Pérez, Víctor M., García Sanjuán, Leonardo y Hunt Ortiz, Mark A. (coords.): El asentamiento de El Trastejón (Huelva). Investigaciones en el marco de los procesos sociales y culturales de la Edad del Bronce en el Suroeste de la Península Ibérica. Monografías/Arqueología. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, 2011, 404 páginas (libro/CD) ISBN: 978-84-9959-074-5 José Antonio Rodríguez Marcos Profesor de Prehistoria en la Universidad de Burgos [jrmarcos@ubu.es]

En una época como la presente en la que "los recortes" han contribuido a asfixiar la publicación científica en algunas comunidades de nuestro país, constituye una auténtica bendición poder comprobar cómo algunas administraciones, en este caso de la Junta de Andalucía, siguen sacando a la luz publicaciones relacionadas con el Patrimonio Arqueológico. Con un título un tanto engañoso: El

asentamiento de El Trastejón (Huelva), un lector poco avisado puede creer encontrarse, simple y llanamente, ante una memoria de excavaciones convencional. Aunque las observaciones realizadas en El Trastejón son fundamentales para el contenido de esta monografía, hay que esperar a leer el subtítulo "Investigaciones en el marco..." para advertir cual es la verdadera pretensión de los editores. No en vano, este libro, elaborado en el seno del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, entiendo constituye una parte fundamental de los trabajos desarrollados en el Proyecto General de Investigación Sierra

de Huelva: análisis y definición de los procesos culturales del II milenio a.C. en el Sureste peninsular, del que es Director Víctor M. Hurtado Pérez. Se trata de una publicación que se refleja sobre dos tipos de soportes: uno en papel impreso y otro en un CD digital. El trabajo in extenso se recoge en el formato digital y se desarrolla a lo largo de 404 páginas. La parte impresa es, simple y llanamente, un resumen amplio y bien documentado del trabajo de investigación. El libro, aparte de lo que aporta desde el punto de vista científico muestra un esmerado

diseño editorial, donde destaca la gran calidad del aparato gráfico, con multitud de láminas (muchas de ellas en color), sumamente expresivas, que acompañan e ilustran perfectamente todos los textos que incluye la publicación. El libro se estructura en diez capítulos y un anexo, a cuya elaboración contribuyen diversos especialistas, siendo especialmente prolija la participación de los coordinadores de la obra y muy especialmente la de Víctor Hurtado Pérez y Leonardo García Sanjuán. El primero refiere la historia de las investigaciones, desarrolladas entre 1988 y 1993, a partir del momento en que la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía aprueba el Proyecto que constituye el fundamento de este libro. Dicho proyecto, llevado a cabo por un equipo científico interdisciplinar y de divulgación, pretendía inicialmente analizar un territorio tan amplio como toda Andalucía Occidental. Se nos explica cómo una serie de imponderables pusieron cortapisas a tan ambicioso proyecto, que quedó circunscrito al estudio de la Edad del Bronce en la sierra de Huelva. Se nos presentan cuáles son los planteamientos, los objetivos que guiaron el desarrollo del Proyecto de Investigación, así como la metodología empleada en la elaboración del mismo. En pocas palabras se explica cómo se pretendía superar el estado de cosas en el que, desde una serie de intervenciones puntuales e inconexas, llevadas a cabo por diversos autores (Del Amo y de la Hera, 1975; Blanco y Rothenberg, 1981; Pérez Macías, 1987, etc.), se encontraba sumida la investigación de la zona, for

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mulando una alternativa basada en tres pilares: I) sistematizar el registro arqueológico de la Edad del Bronce, haciéndolo comprensible y de fácil utilización; II) completar el programa de prospecciones existentes en la zona; III) realizar excavaciones arqueológicas sistemáticas, por primera vez en el territorio, fundamentales para conocer mejor la estructura de los poblados y el poblamiento de la Edad del Bronce en la sierra de Aracena. Superadas las dificultades de todo tipo que conlleva completar el proceso de documentación arqueológica el equipo ha generado un enorme cúmulo de información que habrá de impulsar de modo notable el conocimiento de la Edad del Bronce en el suroeste de la Península Ibérica, donde la sierra de Huelva se erige en conjunto singular, en un referente fundamental para contrastar con cualquiera de las grandes áreas culturales de esta época. El impulso que ha dado la dirección del proyecto, y todo el equipo formado en torno a él, al conocimiento de la Edad del Bronce de Andalucía se inserta en una estrategia planificada. Entendiendo que solo con información de calidad, la divulgación de calidad será posible. En los capítulos 2, 3 y 4 se presentan las intervenciones arqueológicas realizadas, respectivamente, en los yacimientos de El Trastejón (Hurtado Pérez y García Sanjuán, 1994), La Atalaya de El Trastejón y La Papúa II (Hurtado Pérez et al., 1999), lugares elegidos, por sus especiales condiciones, por los gestores del proyecto para caracterizar la economía y el modelo de asentamiento de este periodo en la zona. El primero de dichos lugares, según se pudo determinar, fue ocupado en dos periodos culturales durante la Edad del Bronce. El primero correspondiente al Bronce Antiguo (de fines del III milenio a primera mitad del II milenio cal ANE). El segundo se adscribe al Bronce Final (1/2 del II milenio cal ANE). La Atalaya, yacimiento que se considera claramente vinculado a El Trastejón, se ocupa a lo largo de los periodos antes citados. No sucede lo mismo en el caso de La Papúa. Este yacimiento,

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de problemática interpretación debido a que cuenta con "un recinto amurallado que ocupa una extensión de más de 20 Ha y 3 km de línea de muralla que contrasta con el vacío de información sobre la organización interna del asentamiento", parece que sólo fue ocupado durante el Bronce Antiguo. Las observaciones realizadas en estos lugares, del todo complementarias, revelan que en la sierra de Huelva, donde antes de iniciarse los trabajos que se recogen en esta monografía sólo se conocían poco más que yacimientos con agrupaciones de cistas, se desarrolló durante la Edad del Bronce un tipo de asentamiento ciertamente numeroso y complejo, instalado preferentemente en sitios elevados y que realiza importantes construcciones murarias, defensivas (murallas, bastiones...) y/o de acondicionamiento del lugar (plataformas aterrazadas) que implican la realización de trabajos de carácter cooperativo por parte de los grupos humanos que visitaron estos lugares. El capítulo 5, aparte de "presentar las dataciones radiocarbónicas obtenidas a partir de muestras recogidas en el asentamiento prehistórico de El Trastejón", se sintetizan aquellas del sur de la Península Ibérica que los autores consideran esenciales para contextualizar la Edad del Bronce de dicho sector. Se enfatiza la idea de que El Trastejón se ocupa durante una Fase Antigua (c. 2200-1600/1550 cal ANE) que se solapa en su inicio con hábitats propios de la Edad del Cobre, fundados siglos atrás. La cronología absoluta ratifica lo observado durante las excavaciones de El Trastejón, al datar el declive de la actividad ocupacional que se detecta al final de este lugar. Esta discontinuidad antecede al segundo momento de ocupación que se corresponde con la Fase Final de la Edad del Bronce (c. 1550-850 cal ANE). Las fechas más recientes del poblado se sitúan en los siglos XIII y X cal ANE, momento en que el sureste de la Península Ibérica empieza a recibir influencias de los colonizadores llegados del oriente del mediterráneo. El abandono de El Trastejón,

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por último, tiene lugar entre 1000 y 800 cal ANE, coincidiendo con la colonización fenicia, momento crucial en que se produce la reorganización de las producciones metalúrgicas de la denominada "faja pirítica onubense". Los capítulos 6, 7, 8 y 9 recogen una serie de investigaciones sobre, respectivamente, la minería y metalurgia (Hunt Ortiz, 2003), la arqueometría de las cerámicas, la edafología y los análisis palinológicos, obtenidos, fundamentalmente, en El Trastejón y en yacimientos, caso de La Papúa, de su entorno. Todos estos datos son integrados con las observaciones realizadas en toda Sierra Morena Occidental. Tales aportaciones son fundamentales para reconstruir la economía, la tecnología y la reconstrucción del medio ambiente del sector analizado. En el capítulo 10, "El marco territorial de El Trastejón..." se desarrollan los aspectos más interpretativos de la monografía. Los autores entienden que con su aportación contribuyen al proceso de "maduración epistemológica que tiene lugar en la Arqueología Prehistórica" de nuestro país desde los años 70 del pasado siglo (García Sanjuán, 1999, 2011). Para ello han procedido a aplicar modernas técnicas y métodos de análisis espacial que permitan la comprensión de las estrategias de ocupación y uso del territorio de las sociedades prehistóricas. A ello se aplican, con notorio éxito, en el ámbito de las comunidades que ocupan Sierra Morena entre finales del IV y comienzos del I milenio cal ANE. Respecto a la evolución del poblamiento advierten que mientras los grupos calcolíticos del III milenio ocupan preferentemente tierras de gran potencial agrario, las de la Edad del Bronce reproducen una dinámica bien distinta, con estrategias de ocupación del territorio en las que se prioriza la ocupación de aquellos lugares que ofrezcan ventajosas condiciones defensivas, en detrimento de la capacidad agraria de sus entornos. El desarrollo de la actividad metalúrgica también se convertirá ahora en un elemento vertebrador del poblamiento de la


zona. Entre c. 3300 y 850 cal ANE el territorio investigado conoce una dinámica de crecimiento poblacional que parece derivar en un lógico incremento de la tensión intergrupal; apreciable en el mayor énfasis en la estrategia del asentamiento, en una creciente "articulación funcional/ jerárquica del territorio y en la expansión de la economía metalúrgica”.

cial hincapié en señalar que para la provincia de Huelva existe un único estudio (Odiel. Proyecto...), desarrollado en la Universidad de Huelva por Nocete (2004). Se realiza una crítica manifiesta al trabajo de este autor, por entender que llega a una interpretación, de corte finalista, sin aportar los datos suficientes, de carácter cuantitativo y cualitativo, que permitan contrastar sus hipótesis.

Respecto a la jerarquización del poblamiento proponen la existencia de yacimientos con distintos rangos jerárquicos, apuntando la convivencia de lugares que, caso de La Papúa II, ocupan la cúspide de la pirámide (en base a factores como su gran extensión, extraordinarias construcciones murarias y de fortificación, etc.) junto a otros como El Trastejón, y varios más, que ocupan un segundo plano jerárquico, significados por su menor dimensión, por un menos eficiente aprovechamiento del potencial defensivo del entorno y, lo que no es menos importante, por su asociación a un menor número de agrupaciones de cistas, con un menor número de contenedores funerarios. Las localizaciones funerarias actúan en este contexto como "marcadores" o "demarcadores" territoriales; reproduciendo un modelo semejante, añadimos nosotros, al que se viene otorgando tradicionalmente a contenedores funerarios de épocas remotas, caso de los megalitos. De hecho este tipo de estructuras parecen seguir cumpliendo en el sector un papel relevante (tradición y/o "memoria cultural"), durante la Edad del Bronce.

Los autores de esta importante monografía entienden que aportan un notable cúmulo de datos sobre, entre otras muchas cosas, el patrón de "ocupación del territorio" en que se enmarca El Trastejón. En este último apartado manifiestan un cierto lamento al no disponer en el sur peninsular de estudios parangonables a los suyos, con los que establecer si los procesos que aquí se constatan, para el análisis de las sociedades del II milenio (especialización económica, consolidación economía metalúrgica, aumento de las desigualdades sociales...), encuentran reflejo en ámbitos más o menos cercanos. Confiemos en que las "quejas" expresadas por quienes han elaborado este trabajo se conviertan en un aliciente para quienes desarrollan su trabajo en ámbitos de investigación cercanos y sean capaces de proporcionar argumentos sólidos para la realización del debate de fondo que reclaman los autores de esta, sin duda alguna, espléndida monografía

Existe el interés por comparar las estrategias de asentamiento observadas en el marco territorial de El Trastejón, con las de otros contextos de la Edad del Bronce del sur de la Península Ibérica. Los autores expresan la dificultad que encuentran en esta labor, dada la escasez de trabajos equiparables en el marco de Andalucía Occidental. Se hace espe-

%,%/,2*5$) $ AMO, M. del (1975): “Nuevas aportaciones para el estudio de la Edad del Bronce en el Suroeste peninsular”, Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología, Zaragoza, pp. 433-454. BLANCO, A. y ROTHEMBERG, B. (1981): Exploración Arqueo-metalúrgica de Huelva, Labor, Barcelona. GARCÍA SANJUÁN, L. (1999): Los

Orígenes de la Estratificación So-

cial. Patrones de Desigualdad en la Edad del Bronce del Suroeste de la Península Ibérica (Sierra Morena Occidental c. 1700-1100 a.n.e./2100-1300 A.N.E.), British Archaeological Reports International Series S823, Archaeopress, Oxford. GARCÍA SANJUÁN, L. (2011): “El estatuto epistemológico del análisis territorial en la investigación de la Prehistoria Reciente andaluza: trayectoria y perspectivas”, Actas

del Primer Congreso de Prehistoria de Andalucía: La tutela del patrimonio prehistórico. Memorial Luís Siret (Antequera, 22-25 de Septiembre de 2010), Consejería de Cultura. Junta de Andalucía, Sevilla, pp. 207-218. HUNT ORTIZ, M. (2003): Prehistoric

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Anuario Arqueológico de Andalucía 1994, Consejería de Cultura. Junta de Andalucía, Sevilla, pp.105-112. NOCETE CALVO, F. (ed.) (2004):

Odiel. Proyecto de Investigación Arqueológica para el Análisis del Origen de la Desigualdad Social en el Suroeste de la Península Ibérica, Consejería de Cultura. Junta de Andalucía, Sevilla. PÉREZ MACIAS, J. A. (1987): Carta

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Manuel Álvarez Martí-Aguilar (editor). Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas. British Archaeological Reports, International Series 2245, Archaeopress, Oxford, 2011, 248 páginas, ISBN 978 1 4073 0809 8

Eduardo García Alfonso Junta de Andalucía Delegación Provincial de Cultura y Deporte – Málaga [eduardom.garcia@juntadeandalucia.es]

Este libro es una recopilación de las ponencias que se expusieron en la Universidad de Málaga en diciembre de 2008 en el marco de un encuentro con el mismo título que la obra. El corpus de trabajos va precedido de una breve introducción que firma el editor de la obra, Manuel Álvarez Martí-Aguilar. En ella efectúa un rápido repaso a los cambios que se están produciendo en la interpretación del tema de Tartessos por parte de un sector de la investigación. El eje de esta corriente de pensamiento parte de minimizar el papel jugado por las comunidades autóctonas en el desarrollo del Hierro Antiguo y atribuir todo el protagonismo de este proceso histórico a las gentes orientales establecidas en las costas andaluzas. Es lícito pensar que este planteamiento tiene rasgos de una cierta reacción contra los excesos del “autoctonismo” imperante entre los años 50 y 90 del pasado siglo. Sin embargo, entendemos que esta primacía fenicia encuentra su justificación fundamental en los textos literarios, al tiempo que esta propuesta ha visto reforzadas sus tesis por la subida generalizada de las cronologías de los inicios de la presencia fenicia las costas del sur peninsular. Dos hechos han tenido una especial relevancia para configurar este marco. Por un lado, los hallazgos del solar de la calle Méndez Núñez 7-13 / plaza de las Monjas 12 de Huelva, que han apuntado a una datación que pudiera llegar a fines del siglo X a.C. para la presencia fenicia en este enclave (González de Canales, Serrano y Llompart, 2004). Por otro, las nuevas excavaciones en El Carambolo entre 2002 y 2005 (Fernández Flores y Rodríguez Azogue, 2007: 87-178; 2010) han entendido este

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complejo como un lugar de culto -en palabras del profesor Álvarez MartíAguilar- “erigido por y para orientales”. Ciertamente, estos trabajos plantean nuevas perspectivas sobre el periodo fenicio arcaico, pero quizás desde un sector de la investigación han sido hipervalorados en el intento de hacer desaparecer el Bronce Final y plantear un territorio bajoandaluz “desierto” de población autóctona. El primer artículo que reúne el libro es de José María Blázquez “Chipre y la Península Ibérica” donde efectúa un repaso a temas diversos ya conocidos, dentro de su característico estilo literario, donde intercala diversos repertoria de material arqueológico con sus interpretaciones. Para el autor, estos contactos con Chipre se inician avanzada la segunda mitad del segundo milenio a.C. Blázquez es partidario de una conexión chipriota para las cerámicas a torno del Llanete de los Moros (Montoro) y de Cuesta del Negro (Purullena). Bastante relieve le da el autor al tema de los santuarios, aunque nos hubiera gustado un tratamiento más extenso del recinto sacro de Golgoi, con su escultura de Gerión de la segunda mitad del siglo VI, que nos hubiera llevado al tema de Herakles-Melqart, esencial para el sur peninsular. El artículo de Massimo Botto “Interscambi e interazioni culturali fra Sardegna e Penisola Iberica durante i secoli iniziali del I millennio a.C.” se centra en el papel del mundo nurágico de los siglos IX y VIII a.C. en las relaciones entre el Mediterráneo Central y la Península Ibérica. Plan


teando inicialmente las cuestiones náuticas, el autor resalta el papel clave deCerdeña en la circulación de objetos metálicos en el mar Tirreno. Un aspecto que me parece fundamental de este artículo es la contextualización de los hallazgos sardos que hay en la Península Ibérica, con el estudio de sus paralelos, dispersión y dataciones en el lugar de origen, así como la reproducción gráfica de los más señeros. El tipo estrella es, evidentemente, la brocca askoide. Se facilitan los contextos originales de estos recipientes, de relieve a la hora de establecer puntos de partida de estos materiales en sectores concretos de la isla. Karin Mansel nos presenta un trabajo titulado “Cartago y la Península Ibérica en los siglos VIII-VI a.C.” que recoge los resultados de las excavaciones alemanas efectuadas en el sector del Decumanus Maximus / Kardo X. El artículo, concebido desde un punto de vista arqueográfico, tiene el interés de reunir los materiales de procedencia sur peninsular hallados en Cartago con referencias a su contexto. Aunque no se trata de unos elementos demasiado abundantes en el repertorio global, sí que proporcionan información de interés para la elaboración de propuesta interpretativas sobre estas relaciones, así como su evolución temporal. Destaca la presencia de ánforas fenicias fabricadas en el Círculo del Estrecho y de cerámicas a mano decoradas que corresponden a la vajilla indígena del sur peninsular, además de fíbulas de doble resorte, todo ello con buena documentación gráfica. Por su parte, los profesores Alfredo Mederos Martín y Luis A. Ruiz Cabrero firman el artículo “Sidón en Occidente. El Castillo de Doña Blanca, Asido y Gadir”. Defienden que la absoluta hegemonía de Tiro en las navegaciones fenicias a Occidente es producto de una elaboración literaria muy posterior a los hechos, premisa con la que estamos de acuerdo. Para los autores, este protagonismo tirio fue compartido con Sidón, especialmente en los primeros momentos de la expansión fenicia. Producto de esta acción sidonia sería la fundación de una

colonia en la bahía de Cádiz, que los autores sitúan en el Castillo de Doña Blanca. La Segunda Guerra Púnica motivó el traslado de este asentamiento al interior, emplazándose esta nueva Asido en el solar de la actual Medina Sidonia. Para sostener su hipótesis, los profesores Mederos y Ruiz Cabrero se basan en la existencia del topónimo medieval castellano Sidueña, ubicado en las proximidades de Doña Blanca, que identifican con la Saudo citada por Plinio (III, 15). Igualmente, señalan las emisiones monetales asidonenses, que presentan motivos vinculados con el mar –pese a estar Medina Sidonia ubicada tierra adentro– y una cabeza juvenil asimilable a Apolo/Ešmun, divinidad principal de Sidón. Igualmente, proponen la existencia de este culto en el Castillo de Doña Blanca en el siglo VIII o principios del VII a.C., basándose en un grafito fenicio aparecido en dicho enclave. Las conclusiones del artículo las entendemos como mera hipótesis, aunque dado el carácter cosmopolita de la diáspora fenicia y la unificación de los reinos de Tiro y Sidón a partir de principios del siglo IX (Belmonte, 2003: 89 y 106) pueden generar debate. El trabajo del profesor C. G. Wagner entra de lleno en la discusión que quiere plantear el libro que reseñamos. Con el título “Fenicios en Tartessos: ¿interacción o colonialismo?” realiza un discurso que lleva defendiendo desde hace bastante tiempo (Wagner y Alvar, 1989). El paradigma se basa en atribuir a los fenicios todo el papel protagonista en la protohistoria del sur peninsular y dejar a la población autóctona un papel absolutamente secundario, como meros suministradores de mano de obra. Al tiempo, las élites autóctonas se convierten en instrumentos del aparato oriental, al servicio del proyecto colonial. Ciertamente, entendemos que la instalación fenicia en la Península tuvo numerosos elementos similares a un sistema colonial, pero no compartimos las conclusiones del artículo. En el inicio del trabajo, el autor señala que en las explicaciones para la implantación fenicia se ha prescindido de la violencia y de la explotación, sustituyéndolas por términos como acultu-

ración e interacción, ambos beneficiosos para las comunidades autóctonas en la mentalidad de los autores que utilizan estos conceptos. Sólo si nos remontamos a un momento historiográfico muy alejado de nosotros podemos sostener que la investigación tildada de “autoctonista” ha elaborado un discurso tan ingenuo, cuando un sector importante de la investigación aboga actualmente por planteamientos postcoloniales (Delgado Hervás, 2011). La interacción, término que yo mismo he usado en muchas ocasiones, no presupone una dinámica exenta de conflicto, sino que implica una transformación de todas las sociedades que están inmersas en el proceso, donde el factor local jugará un papel clave. Estoy de acuerdo con el profesor Wagner en el asunto de la “negociación permanente” de las relaciones entre las élites para garantizar el funcionamiento del sistema, pero no comparto la posición subordinada de los grupos dirigentes autóctonos y tampoco la falta de transferencia de tecnología, a la que se opone radicalmente el registro arqueológico del Hierro Antiguo, a no ser que el planteamiento de partida sea una ocupación masiva del territorio del sur peninsular por poblaciones orientales. Precisamente esta “negociación permanente” y la competencia entre los diversos sectores dirigentes es lo que llevará a la dinámica que pondrá fin al periodo fenicio arcaico y a la formación de la nueva aristocracia ibérica (García Alfonso, 2007: 404-415). A este respecto, como sí que comparto con el autor que el fenómeno “tartésico” es inseparable de la presencia fenicia, para referirme a los momentos anteriores prefiero hablar de Bronce Final, sin calificativo de ningún tipo. Por su parte, A. Arancibia, L. Galindo, M. Jurado, M. Dumas y V. M. Sánchez nos presentan reunidas varias excavaciones en el entorno de la ciudad de Málaga, vinculadas a las obras del aeropuerto y al desarrollo urbano del casco histórico de la capital. “Aportaciones de las últimas intervenciones a la arqueología fenicia de la Bahía de Málaga” se centra en los resultados en cuatro enclaves: La Rebanadilla, Cortijo de San Isidro, San Pablo y la propia Málaka. Los

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dos primeros son una importante novedad, debido al gran interés que tienen de cara a los momentos iniciales de implantación fenicia en la bahía malagueña, que pueden retrotraerse al siglo IX cal a.C., de acuerdo con las fechas de que se publican en el trabajo. No obstante, el amplio intervalo mostrado para la fase IV de La Rebanadilla -la más antigua- rebaja su utilidad, aunque apunta a un momento anterior a finales del siglo IX1. Con ello, queda claro que se trata de una fase previa a la primera instalación fenicia en el inmediato cerro del Villar, no solo por las cronologías radiométricas, sino también por los materiales documentados. La profesora Ana Margarida Arruda nos brinda un artículo que, bajo el título “Indígenas, fenicios y tartésicos en el Occidente peninsular: mucha gente, poca tierra”, es un trabajo eminentemente arqueográfico, centrado en la discusión de determinadas formas cerámicas y su presencia en enclaves del territorio portugués. En consonancia con lo dicho por la autora, coincidimos con ella en que no hay ningún argumento material firme para sostener una colonización tartésica -indígena- de los valles bajos de los ríos Tajo y Sado, a través de la Extremadura española. Con la autora, consideramos que muchos de los elementos “orientalizantes” que encontramos en este ámbito regional han circulado de oeste a este y no de sur a norte, como se ha sostenido en muchas ocasiones. Aquí los fenicios jugarán un papel esencial, para lo que utiliza la profesora Arruda sus argumentos empíricos en el artículo. Estando plenamente de acuerdo con su metodología, nos hubiera gustado que la autora hubiera desarrollado más ampliamente la implicación de las comunidades indígenas, en nuestra opinión, claves en este proceso. En su línea habitual de los últimos años, José Luis Escacena nos presenta un trabajo con el sorprendente título de “Variación identitaria entre

los orientales de Tartessos. Reflexiones desde el antiesencialismo darwinista”. El autor efectúa una reflexión que adopta la forma de un torbellino de ideas sobre la identidad étnica de los fenicios en el sur peninsular, especialmente centrado en el suroeste, desarrollando un planteamiento epistémico. En síntesis, el profesor Escacena está en la misma línea de C. G. Wagner, al atribuir el papel protagonista en el desarrollo del complejo cultural tartésico a los fenicios, frente a una población local que él denomina Turta, siguiendo a F. Villar (1995). Defiende que existió una migración masiva de gentes del Levante mediterráneo hacia la Península desde el siglo IX a consecuencia de la presión asiria. Estamos de acuerdo con el autor en el elemento multiétnico que formó la diáspora fenicia, donde bajo “pabellón” tirio navegaron hacia Occidente gentes de muy diversos orígenes, como hemos defendido en alguna ocasión (García Alfonso, 2005: 1332). Ahora bien, discrepamos del gran volumen que se atribuye a este traslado humano, hasta el punto de que pudiera modificar sustancialmente la composición demográfica global del sur peninsular; a no ser, claro está, que se postule un vacío humano en el Bronce Final. El propio concepto de “occidentalización”, empleado por el autor, indica el proceso de adaptación de los contingentes orientales al nuevo medio en que se van a desenvolver, por lo que entendemos que no estaban solos en el territorio y no se pudo reproducir miméticamente la sociedad metropolitana. El profesor Eduardo Ferrer Albelda se centra en el tema de la variedad étnica del sur peninsular en época prerromana en su artículo “Unidad y diversidad de los fenicios en el periodo postcolonial (I). La visión exoétnica”. El profesor Ferrer es consciente de la problemática que tienen las fuentes clásicas, especialmente porque transmiten la visión del “otro”, es decir, la individualización que los pueblos meridionales tienen a los ojos de los autores

1 Los intervalos a 2˰ para esta fase IV son respectivamente 1040-840 cal a.C. y 1010-830 cal a.C.

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griegos y latinos, generalmente de segunda mano. Nos parece de mucho interés el apartado que se dedica a la toponimia, donde sigue fundamentalmente a J. Sanmartín (1994), pero ofreciendo una visión más interpretativa que dicho autor. Repasa una serie de topónimos como Spal o la serie de Qart que encontramos en Iberia, como Carteia y Cartima. Nos parece aceptable la idea del autor de una instalación de poblaciones fenicias -o identificables con esa etiqueta étnica- en algunos núcleos donde no fueran el componente mayoritario, pero siempre en determinados contextos y situaciones, por lo que no nos parece que se deba generalizar demasiado en el caso de los epígrafes monetales de las cecas llamadas libio fenicias. Finalmente, el autor cierra el artículo con una serie de cuadros, que resultan de bastante utilidad a la hora de sintetizar el complejo mundo de los textos clásicos y sus citas respecto al tema que le ocupa. Como especialista en los temas de religión, la profesora M. Cruz Marín Ceballos nos presenta el artículo “La singularidad religiosa de Gadir en el mundo fenicio-púnico”, tema que se ha tratado en en otras ocasiones. La autora efectúa un repaso al panteón fenicio, con una síntesis de los cultos en diversos lugares, pero centrándose en Tiro, Cartago y Gadir. Resaltando las particularidades gaditanas, la profesora Marín Ceballos destaca la importancia del culto de Melqart y la aparentemente escasa relevancia que tiene Astarte en esta ciudad, donde ambos compiten en la protección de la navegación y en su carácter oracular. A este respecto plantea la autora la posibilidad de que el templo de Melqart en Sancti Petri sea un culto común de todas las fundaciones coloniales fenicias del Extremo Occidente, mientras que Astarte sea la verdadera divinidad poliada de Gadir. Nos parece una propuesta interesante, aunque ello implica una cierta hegemonía política gaditana, que pensamos sería más propia de un momento tardío.


No obstante, este aserto supone un cierto “destierro” de Melqart de la propia Gadir. Un tema que no podía faltar en una publicación de amplio espectro sobre los fenicios en Occidente es la Ora Maritima, que siempre da bastante juego, al margen del valor que cada investigador quiera otorgarle a este interesante –y controvertido– texto. En esta ocasión es el profesor Luca Antonelli quien nos presenta el artículo “I fenici (e i punici) di estremo occidente nell’Ora Maritima di Avieno”. La propuesta de partida, ya bastante conocida y que comparto, es que, bajo las adiciones y corrupciones del poema bajoimperial, existe un periplo antiguo que debe remontarse al siglo VI a.C., transmitido inicialmente de forma oral. Muchos son los comentarios que se pueden efectuar al trabajo del profesor Antonelli, pero nos limitaremos a dar unas breves pinceladas sobre algunas de las localizaciones que se ofrecen en el artículo. Una vez más se quieren ubicar en enclaves arqueológicos concretos algunos de los topónimos que aparecen en el poema, cuando sabemos la enorme dificultad de esta labor. Nos llama la atención la identificación del Arx Gerontis con el Castillo de Doña Blanca y la interpretación de este nombre como “Roca del Viejo” (ȖȑȡȠȞ ȖȑȡȠȞIJȠȢ), en alusión a Argantonio. Igualmente, no podemos dejar pasar la ocasión de referirnos a otro de los “iconos” de la Ora Maritima que aborda el profesor Antonelli, Mainake. Como en otro trabajo suyo anterior (Antonelli, 2000), niega que este enclave citado como colonia griega se ubique en Málaga o en Toscanos, sino que defiende una localización aun no concretada, pero muy próxima a Gibraltar. Discrepamos de esta propuesta, por diversos motivos, pero principalmente por la falta de registro arqueológico para sostener la existencia de una colonia puramente griega en el litoral andaluz y mucho menos masaliota. Finalmente, el último trabajo de la publicación está firmado por Pierre

Moret y lleva por título “¿Dónde estaban los Turdetani? Recovecos y metamorfosis de un nombre, de Catón a Estrabón”. Se trata de un artículo eminentemente historiográfico, que indaga sobre el etnónimo “turdetanos”. El profesor Moret pasa revista a las diversas fuentes que citan a este pueblo con variabilidad de su ubicación geográfica y episodios en que se ven envueltos. Las referencias de Tito Livio, que proceden de Catón, ubican a los turdetanos como muy próximos al ámbito celtibérico. Por ello, P. Moret señala que el territorio original de estas gentes es el sector suroriental de la Meseta, limítrofe con la cuenca del Guadalimar –Saltus Castulonensis-. Por ello, señala que fue Estrabón, seguramente inducido por sus fuentes primarias procedentes de la geografía tardohelenística –Artemidoro y Posidonio-, quien ubicó a los turdetanos en el bajo Guadalquivir. Moret señala que, aparte del texto estraboniano, no hay ninguna otra fuente ni testimonio epigráfico que indique que los turdetanos habitasen en Andalucía occidental ni se puede presumir un traslado masivo de estas gentes hacia el oeste, del que no tenemos ninguna noticia. Por ello, señala el profesor Moret, una consecuencia que ha tenido la obra de Estrabón ha sido el calificativo de “turdetana” que se utiliza para la arqueología de la Segunda Edad del Hierro en el bajo Guadalquivir. Si estamos de acuerdo con los planteamientos del autor, esta última no deja de ser una denominación inexacta

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Fernando Villada Paredes, Joan Ramón Torres y José Suárez Padilla. El asentamiento protohistórico de Ceuta: Indígenas y fenicios en la orilla norteafricana del Estrecho de Gibraltar. Archivo General de Ceuta, Ceuta, 2010, 546 páginas, ISBN 978-84-15243-04-5

Ana Delgado Hervás Profesora agregada de Arqueología en la Universitat Pompeu Fabra [ana.delgado@upf.edu]

Esta monografía presenta los resultados de las excavaciones arqueológicas que se realizaron entre los años 2004 y 2005 en la plaza de la Catedral de Ceuta. Esta excavación puso al descubierto una larga secuencia de la ocupación de la ciudad, que se inicia en el siglo VII a.C. y se prolonga hasta momentos contemporáneos. La publicación se centra de forma exclusiva en describir, analizar e interpretar los niveles más antiguos exhumados en esta área, datados a lo largo de todo el siglo VII a.C. La selección temporal que realizan los autores queda plenamente justificada debido a la novedad que supone para la investigación arqueológica la documentación de un asentamiento permanente en el istmo ceutí, fundado, según sugieren los datos obtenidos en estas excavaciones, entre finales del siglo VIII y los inicios del siglo VII a.C., es decir, en un periodo que coincide con la consolidación de una red de colonias, enclaves portuarios y núcleos de población fenicia en el extremo occidente y con la expansión de sus negocios y relaciones en estos territorios. Algunos estudios previos realizados en el área ceutí apuntaban que durante el periodo “fenicio-púnico” habría habido un asentamiento o al menos un enclave portuario en este punto estratégico para la navegación por el Estrecho (Bernal Casasola, 2000). La información que la investigación arqueológica manejaba hasta entonces se reducía a ciertos hallazgos arqueológicos descontextualizados, principalmente de carácter submarino, que, todo lo más, permitían marcar con un puntero el istmo de Ceuta en un mapa de distribución de las poblaciones costeras del Mediterráneo occidental en el

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primer milenio a.C., un gesto acompañado, por supuesto, de la controversia identitaria y cronológica de rigor. La metódica excavación y el excelente estudio del registro arqueológico que se presentan en esta monografía transforman radicalmente este precario panorama científico. Los autores ofrecen en este trabajo un sólido cuerpo de datos estratigráficos, arquitectónicos, artefactuales, bioarqueológicos, geológicos y cronológicos que les permiten construir interpretaciones y controversias empíricamente bien sostenidas sobre el origen y las identidades de las poblaciones que ocuparon este enclave mediterráneo a lo largo del siglo VII a.C, sobre sus redes de contacto y de comercio, sobre las características de su paisaje y sobre algunas de las actividades económicas que se desarrollaron en este asentamiento. Tras una somera introducción en la que se informa al lector de las características geográficas del entorno ceutí y de los estudios arqueológicos e históricos realizados con anterioridad a este trabajo, la monografía describe de forma exhaustiva la secuencia estratigráfica y los contextos arqueológicos excavados. Se definen los espacios exteriores y las estructuras arquitectónicas identificadas, así como también otros elementos asociados tales como fosas, estructuras de combustión o posibles estructuras de trabajo. Se analizan las características de este espacio de hábitat, de las técnicas constructivas y los materiales empleados, de los usos y configuraciones de los espacios domésticos identificados en cada una de las fases excavadas y se examinan las transformaciones que todos ellos experimentan a lo largo de la secuencia. Este aná-


lisis desvela al lector desde un inicio la que será una de las problemáticas interpretativas principales del asentamiento excavado en el istmo ceutí: la procedencia de sus habitantes, sus identificaciones culturales y sus relaciones con otras poblaciones norteafricanas, así como con grupos fenicios y/o indígenas asentados en la costa septentrional del área del Estrecho de Gibraltar. El cuerpo central del trabajo lo constituye el análisis artefactual, dedicado principalmente a los vasos cerámicos. Los autores presentan un estudio minucioso y sistemático, metodológicamente bien diseñado, que elude viejos tics todavía en boga como la publicación selectiva de piezas, una práctica arqueológica que condiciona absolutamente no sólo la interpretación propia, sino cualquier lectura alternativa ulterior. En la monografía se presenta un detallado análisis artefactual de cada uno de los contextos excavados y se exploran las características de estos conjuntos a nivel cuantitativo y cualitativo. Se analizan porcentualmente los vasos cerámicos presentes en cada una de las unidades excavadas según tipos y funciones y según las técnicas de modelaje empleadas en su elaboración, atendiendo principalmente al uso o no del torno alfarero en la manufactura de las piezas. La minuciosa descripción que ofrecen del repertorio artefactual permite dibujar con claridad las culturas materiales que usaron los habitantes de este enclave costero y cómo éstas se transformaron a lo largo de la vida de este hábitat. En su análisis los autores demuestran un profundo conocimiento y un absoluto dominio de las culturas materiales fenicias e indígenas del sur y el sudeste peninsular, así como también de los escasos conjuntos artefactuales de los asentamientos de las costas norteafricanas hoy conocidos. En este estudio, sin embargo, los autores abusan de su enorme erudición y lo hacen, a mi modo de ver, de una forma en ocasiones gratuita, generando largos y tediosos listados de paralelos, absolutamente reiterativos que, debido al limitado conocimiento que hoy tenemos de las culturas mate-

riales de ambas orillas del Estrecho, no llegan a ser interminables. Esta comparación de las culturas materiales documentadas en el enclave ceutí y en otros asentamientos peninsulares y norteafricanos tiene un triple objetivo: en primer lugar, establecer la cronología de la ocupación del istmo de Ceuta, en segundo lugar, definir las redes de comercio, principalmente marítimo, en las que estaban implicados los grupos humanos aquí asentados y, por último, explorar el origen y las identidades culturales de las poblaciones asentadas en el istmo de Ceuta durante el periodo protohistórico. Respecto al primero de los objetivos señalados, la datación de la secuencia del asentamiento, los autores combinan los estudios morfo-tipológicos tradicionales con el uso de otras técnicas analíticas, como el arqueomagnetismo (estudio realizado por Cantanzariti) y el radiocarbono. Las fechas ofrecidas por unos y otros métodos redundan de nuevo en el desfase existente entre las cronologías convencionales y radiométricas, que se reproduce en distintos contextos mediterráneos datados en el I milenio a.C., y que ha sido discutido ampliamente en la bibliografía arqueológica (entre otros, Bartoloni y Delpino, 2004). Los autores pasan de puntillas por este debate, decantándose por las cronologías convencionales, mucho más aceptadas entre los investigadores dedicados al mundo del I milenio a.C. Ofrecen, eso sí, dos nuevas fechas radiométricas de calidad a esta limitada serie mediterránea, que cuentan con información sobre el contexto estratigráfico al que se asocian. Desconocemos, sin embargo, el material orgánico fechado, un dato relevante que parece haber sido olvidado en un cajón. La combinación de técnicas analíticas con el enfoque morfo-tipológico también está presente en la discusión sobre las relaciones de contacto y las redes de comercio en las que participó este enclave costero. La comparación del registro artefactual exhumado en Ceuta con el de asentamientos coetáneos del área del Estrecho y el de otros ámbitos mediterráneos occidentales, se comple-

menta con un análisis petrográfico realizado por M. A. Cau, I. Iliopoulos y G. Montana. Ambos estudios permiten a los autores dibujar la red de relaciones en las que participó este enclave ceutí a lo largo del siglo VII a.C. Los autores destacan la importancia numérica de las cerámicas tornedas a lo largo de toda la secuencia estudiada, con un importante crecimiento en las últimas fases, que demostraría la participación de este centro en los circuitos fenicios occidentales ya desde los inicios de la secuencia aquí estudiada. Las características tipológicas de estos vasos y los análisis petrográficos realizados permiten concluir que los socios preferentes de esas relaciones fueron núcleos fenicios ubicados en la costa mediterránea del sur y el sudeste peninsular. Uno de los aspectos más destacables de este estudio es la atención que presta a los aspectos cualitativos del registro, una perspectiva especialmente interesante cuando se debaten cuestiones identitarias (entre otros Lightfoot et al., 1998; Voss, 2005; Delgado Hervás y Ferrer Martín, 2007; Silliman, 2010). El trabajo publicado analiza contextualmente las asociaciones de repertorios cerámicos registrados, lo que permite a estos investigadores establecer diferencias materiales entre el enclave ceutí y los asentamientos coloniales fenicios occidentales. La primera diferencia que subrayan es la importancia numérica que tienen las cerámicas modeladas a mano, dominantes en toda la secuencia. Además, este estudio pone en evidencia que las cerámicas torneadas de manufactura fenicia son mayoritariamente contenedores relacionados con el transporte y el comercio de mercancías como el vino o los aceites aromáticos. Las vajillas cerámicas fenicias están escasamente representadas, aunque se detecta un aumento en las fases más tardías, donde siguen conviviendo con repertorios de elaboración local modelados a mano. Los recipientes culinarios de tradición fenicia están prácticamente ausentes a lo largo de toda la secuencia. Estas pautas llevan a estos autores a definir el enclave ceutí como un

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puerto autóctono de carácter abierto, estratégicamente ubicado en rutas marítimas comerciales, habitado mayoritariamente por poblaciones de origen occidental, pero que contaría con la presencia, permanente o habitual, de agentes comerciales fenicios. Esta co-presencia o co-residencia habría sido la que habría estimulado la transformación de las prácticas y las culturas materiales autóctonas que se detectan a lo largo de la secuencia, no sólo en el registro cerámico, sino también en las características urbanísticas y arquitectónicas del asentamiento. La hipótesis que defienden los autores es perfectamente coherente con los datos sobre las pautas alimenticias, las prácticas económicas, la explotación de los recursos del territorio inmediato o el análisis del instrumental lítico, que se estudian en los detenidos informes que se recogen en los anexos finales que cierran la publicación. La co-residencia de agentes comerciales fenicios, como la que se detecta en el estudio realizado en el enclave ceutí, es una estrategia comercial bien conocida en ámbitos orientales. Gentes levantinas desplazadas a tierras occidentales la utilizaron también en estos nuevos escenarios principalmente para la expansión y la consolidación de nuevas rutas y mercados. Las evidencias de co-presencia o co-residencia de gentes fenicias en enclaves indígenas occidentales son frecuentes en ámbitos como el área atlántica portuguesa, el sudoeste peninsular o Cerdeña (entre otros, Belén Deamos, 1994; Arruda, 1999-2000; Delgado Hervás, 2008; Roppa, 2012). Se trata de un modo de asentamiento y de relación entre grupos de origen levantino y poblaciones nativas occidentales que ha quedado tradicionalmente oculto por la prevalencia de modelos que uniformizaban la diáspora fenicia occidental bajo la fórmula única del asentamiento costero colonial. En Occidente la residencia estable o incluso permanente de fenicios en asentamientos locales convivió con las fundaciones coloniales, donde también fueron frecuentes los fenómenos de co-presencia y co-residencia, pero donde múltiples expresiones de prácticas y culturas

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materiales permiten dibujar, a diferencia de los casos como el que nos ocupa, la hegemonía de grupos de origen oriental (Delgado Hervás 2008).

de ascendencia local asentadas en ambas orillas del Estrecho

El estudio del enclave ceutí que se presenta en esta monografía pone sobre la mesa pautas de movilidad y de contacto de personas, de prácticas y de culturas materiales, que se alejan de las lecturas simplistas tradicionales y que reclaman la atención hacia movimientos y agencias antes no tenidas en cuenta. De hecho uno de los aspectos más interesantes del análisis, ya observado antes en otros enclaves norteafricanos (entre otros, López Pardo y Suárez Padilla, 2002), son las profundas convergencias que existen en ese mundo del I milenio a.C. entre las culturas materiales indígenas de la costa septentrional y las del litoral meridional del área del Estrecho. Los autores dejan totalmente abierta la interpretación de estas similitudes, respaldándose en el limitado conocimiento que todavía hoy tenemos de los grupos norteafricanos en las centurias iniciales del I milenio a.C. Sin embargo, aunque esas limitaciones nos impidan dibujar de un modo definitivo los movimientos que las provocaron y los tiempos en los que se produjeron, prácticas y culturas materiales compartidas ponen de manifiesto que el espacio marítimo que separaba a las dos orillas no representaba en esos tiempos una frontera, sino todo lo contrario, un potente medio de conexión entre las diferentes gentes indígenas que habitaban en ellas.

ARRUDA, A. (1999-2000): Los feni-

De la edición de esta cuidada monografía tan sólo cabe lamentar la caótica presentación de una excelente información gráfica. Confunde y sorprende negativamente al lector la ausencia reiterada de llamadas a figuras en el texto y la inexistencia de un índice de láminas, figuras y gráficos. Para concluir, no nos queda sino aplaudir el excelente trabajo realizado, imprescindible no sólo para el conocimiento de las comunidades protohistóricas de las costas noroccidentales de África, sino también para repensar las relaciones entre las poblaciones de origen fenicio y

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NOTICIAS (175(*$ '( /$6 0('$//$6 '( 0(1*$ En el año 2009 la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía instituyó la Medalla de Menga. Este galardón se otorga a personas y/o entidades que hayan destacado en la investigación, conservación, difusión, protección o defensa del Patrimonio Prehistórico de Andalucía. El premio es, ante todo, un reconocimiento institucional a una trayectoria de compromiso con la ciencia y con la salvaguarda de una herencia colectiva, para aumentarla y mejorarla. La Medalla reproduce en su anverso el túmulo del dolmen de Menga, sobre él la luna y la leyenda MENGA, mientras que en el reverso, en primer plano, Hércules portando la piel del león de Nemea, abre con sus brazos una quebradura en la sierra. Al fondo, la salida del sol y la Peña. A la izquierda la leyenda HERCULES, ANTIKARIAE FUNDATOR. De este modo queda materializada la vinculación mitológica de la creación de Menga y la fundación de

la propia Antequera. El galardón ha sido diseñado por Francisco Javier Galán Domingo (Madrid, 1968) y fundido en bronce en los talleres de Mester Artis. La primera entrega de la Medalla de Menga correspondió a la Mesa Ciudadana en defensa del Paisaje Protegido y Yacimiento de Valencina-Guzmán, formada por varios colectivos de la comarca sevillana del Aljarafe. La concesión de la Medalla tuvo lugar en 2010, en el marco del I Congreso de Prehistoria de Andalucía-Memorial Siret, celebrado en Antequera; el fallo para la determinación de los premiados corresponde al Comité Científico que se constituya en cada edición de los Congresos de Prehistoria de Andalucía. En su edición de 2012 el Comité Científico del II Congreso de Prehistoria de Andalucía decidió otorgar tres Medallas de Menga, proponiendo una vertiente dedicada a la comunidad arqueológica y otra de carácter cívico, dedicada a premiar a personas o entidades que hubieran destacado en

Imagen de los galardonados con el Comité Científico del II Congreso de Prehistoria y las autoridades de la Consejería de Cultura. De izquierda a derecha, detrás: Gonzalo Aranda Jiménez, Antonio Morgado Rodríguez, Ana Delgado Hervás, Leonardo García Sanjuán, Ana Navarro Ortega y Francisco Contreras Cortés; delante: Carmen Rueda Galán, Margarita Sánchez Romero (Directora General de BBCC), Hermanfrid Schubart, Paulino Plata Cánovas (Consejero de Cultura), Pilar Palazón, Antonio Gilman, Bartolomé Ruiz González (Secretario General de Políticas Culturales) y Eduardo García Alfonso.

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labores de promoción y defensa del Patrimonio Arqueológico. Siendo así, el Comité Científico decidió distinguir con la Medalla de Menga en su edición 2012 al Dr. Antonio Gilman Guillén, al Dr. Hermanfrid Schubart y a la Asociación de Amigos de los Íberos de Jaén. El galardón fue entregado en Antequera por el Consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Paulino Plata Cánovas, el día 15 de febrero de 2012, en el acto inaugural del II Congreso de Prehistoria de Andalucía, un momento muy emotivo. Los dos primeros premiados recibieron personalmente el premio, mientras que en nombre de la Asociación de Amigos de los Iberos de Jaén acudió su Presidenta, Pilar Palazón. El Dr. Antonio Gilman Guillén, profesor de la Universidad Estatal de California en Northridge, ha destacado por sus aportaciones a la Prehistoria Reciente del sur peninsular, especialmente centradas en Los Millares y El Argar. Gracias a su vinculación

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con el mundo académico anglosajón ha sido uno de los mayores divulgadores del patrimonio prehistórico de Andalucía en el ámbito internacional. El Dr. Hermanfrid Schubart, director durante muchos años de la sección española del Instituto Arqueológico Alemán, inició las investigaciones sobre el periodo fenicio arcaico en el litoral malagueño, con sus trabajos en Toscanos, Morro de Mezquilla, Chorreras y Trayamar. También ha prestado atención al mundo argárico, con sus completas excavaciones en Fuente Álamo. La Asociación de Amigos de los Iberos de Jaén lleva más de un década trabajando en pro del Museo de Arte Ibérico de Jaén, así como difundiendo el patrimonio de este periodo que alberga dicha provincia. Sus originales actividades combinan el carácter festivo con la divulgación de la investigación científica, en un contexto de responsabilidad cívica y de colaboración con la Administración Cultural.

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 03. 2012. PP. 273-274. ISSN 2172-6175 // NOTICIAS


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El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía en su reunión del día 17 de julio de 2012 acordó la creación del Instituto Universitario de Arqueología Ibérica en la Universidad de Jaén (BOJA nº 142 de 20 de julio de 2012). La nueva institución investigadora sustituye al Centro Andaluz de Arqueología Ibérica (CAAI) creado en 1998 en el marco del II Plan Andaluz de Investigación, que había nacido acogido a los principios que desarrollaba el I Plan, es decir un centro de excelencia entendido como mecanismo de planificación con capacidad ejecutiva en la gestión de los fondos que se le asignaran. Específicamente su creación se articuló a la definición de la cultura ibérica como proyecto estratégico, tal y como proponía el Plan Estratégico de la Provincia de Jaén en su proyecto nº 87. El Centro se creó por convenio entre la Universidad de Jaén y la Consejería de Educación y Ciencia y su ubicación se estableció en la Universidad de Jaén aun cuando se integrasen posterior-

mente nuevos grupos de investigación procedentes de otras instituciones. En 2004 se aprobó la Unidad Asociada Arqueología del paisaje: lecturas territoriales y simbólicas, formada con el CSIC (Instituto de Historia del Centro de Ciencias Humanas y Sociales de Madrid y la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma, EEHAR) y la Universidad de Jaén (Instituto Universitario de Arqueología Ibérica), que fue renovada en 2011 (Lám. 1). El Instituto recién creado por su vinculación temática con el estudio de la cultura ibérica se ha estructurado en un doble nivel de investigación: de una parte, las líneas que tienen que ver con la cultura de los iberos: Líneas de temática Ibera (LTI) y, de otra parte, una red de laboratorios con temáticas transversales (LTT). El primer campo (LTI) se ha desarrollado a partir de proyectos de investigación obtenidos en concurso público o con contratos con administraciones públicas o privadas. Este campo se delimita en un marco

Lám. 1. Sede del Instituto Universitario de Arqueología Ibérica.

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el estudio de la necrópolis de Piquia del s. I ANE, Arjona (Jaén). La prospección en el entorno del oppidum de Giribaile, Vilches (Jaén), a partir de un proyecto I+D+i del Plan Nacional. También sostenido en un proyecto I+D+i del Plan Nacional y en un proyecto general de investigación de la Consejería de Innovación de la Junta de Andalucía se estudia con metodología arqueológica el escenario de la batalla de Baecula (Santo Tomé, Jaén). Por último, se está ejecutando un proyecto de investigación en colaboración con el Conjunto Arqueológico de Cástulo.

Lám. 2. Vista aérea de la necrópolis de La Noria (Fuente de Piedra, Málaga).

espacio temporal ajustado al desarrollo de la arqueología ibérica y se desarrolla en un ámbito espacial, ligado prioritariamente al contexto andaluz, abarcando por ello las provincias de Jaén, Málaga, Córdoba, Granada y Almería, si bien no se excluyen estudios sobre otras zonas propias de la cultura ibérica fuera de Andalucía. Los trabajos remiten también a una amplia cronología que va desde el siglo IX al siglo I a.C., es decir, prácticamente al primer milenio ANE. En este campo se trabaja en las siguientes líneas: 1. ARQUEOLOGÍA ÍBERA: para avanzar en el conocimiento de una de las etapas más brillantes de la Historia de Andalucía y de una de sus manifestaciones culturales más singulares. Se profundiza en el conocimiento de las expresiones materiales de las primeras formas de poder aristocráticas y de sus estrategias de apropiación del territorio. En la actualidad, dentro de esta línea, están vigentes los trabajos de excavación de la necrópolis tumular de La Noria en Fuente de Piedra (Málaga) (Lám. 2), el Proyecto Tútugi, en Galera (Granada) en el que se realiza, la excavación arqueológica, la restauración y la valorización de esta necrópolis. La excavación en apoyo a la restauración y puesta en valor de varias zonas del oppidum de Puente Tablas (Jaén) en el marco del plan turístico “Viaje al Tiempo de los Iberos”,

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2. HISTORIOGRAFÍA DE LA CULTURA IBÉRICA: para avanzar en la construcción de la identidad andaluza. Se analizará el uso que se ha hecho en el pasado más reciente de la Cultura Ibérica en materia de legitimización política y construcción de las identidades nacionales. Esta línea se ha desarrollado fundamentalmente en el marco del proyecto europeo AREA del programa Cultura 2000 y continúa en la actualidad en una colaboración sobre el archivo Gómez-Moreno, con la Fundación Rodríguez-Acosta. 3. GESTIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO IBERO: para establecer estrategias de protección, investigación, conservación y difusión que aseguren la transferencia de los conocimientos sobre la cultura ibérica y sus restos materiales a la sociedad andaluza. Para ello se trabaja sobre la catalogación del patrimonio ibérico sobre nuevos soportes, nuevas metodologías interdisciplinares para la conservación de este y la transferencia de las nuevas tecnologías para su presentación y puesta en valor. En la actualidad se realiza el asesoramiento científico del proyecto creado por el CAAI: “Viaje al Tiempo de los Iberos” que lidera en su ejecución la Diputación de Jaén, la Consejería de Turismo y la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía. Del mismo modo se realiza asesoramiento científico para el Museo Ibero de la Consejería de Cultura y Deporte. Se trabaja también en los planes directores del santuario ibérico de la cueva de La Lobera de Castellar y del oppidum de Puente Tablas en Jaén.

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En el campo de la difusión on-line se está finalizando el proyecto europeo CARARE, (Connecting Archaeology and Architecture in Europeana) que transfiere a Europa los contenidos del proyecto de excelencia CATA (Corpus Virtual de Cerámica Arqueológica de la Consejeria de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo) y se está iniciando el proyecto 3D-ICON, del mismo programa europeo, que digitaliza los principales identificadores del patrimonio ibero de Andalucía. El CAAI, dentro de esta línea, ha organizado exposiciones como: “Baecula, arqueología de una batalla” en el Museo de Jaén y “Tras los pasos perdidos” en la Ventana de la Ciencia en el Parque de las Ciencias de Granada. En el segundo campo, las temáticas transversales, el CAAI se estructura en laboratorios y Seminarios, que en la actualidad son los siguientes:

1. LABORATORIO DE TIC. El Instituto Universitario de Arqueología Ibérica ha desarrollado en los últimos años una metodología de estudio de la cerámica arqueológica destinada a cambiar la tecnología del dibujo cerámico con la utilización del escáner tridimensional para la captura de las formas de los recipientes completos. En este marco se han introducido métodos matemáticos informatizados para la comparación de formas cerámicas similares en un trabajo que se desarrolla con los Departamentos de Informática y de Ingeniería Gráfica, Diseños y Proyectos de la Universidad de Jaén. En este laboratorio se realizan ambién los trabajos de los proyectos europeos CARARE y 3D-ICON. 2. LABORATORIO DE ANÁLISIS FÍSICO-QUÍMICOS APLICADOS A LA ARQUEOLOGÍA. El laboratorio se creó al mismo tiempo que se fundó el CAAI en 1998. Desde entonces ha desarrollado, a partir de proyectos específicos o por medios de contratos o encargos específicos, diversos trabajos. Su objetivo fundamental es doble, de una parte el análisis de indicadores físico-químicos cuya presencia o ausencia pueden ser correlacionada con acciones, procesos y actividades de carácter concreto que conduzcan a la reconstrucción histórica

y de otra análisis de indicadores físico-químicos que contribuyan a los procesos de restauración y puesta en valor de materiales y asentamientos arqueológicos. Estos objetivos hacen necesaria la cooperación estrecha entre arqueólogos y químicos, y de ahí que se hayan integrado en el nuevo Instituto investigadores de dos grupos de investigación de la Universidad de Jaén: Grupo de Química Analítica de la Universidad de Jaén (FQM 323) y el Grupo de Investigación Química Física teórica y Experimental (FQM 173). 3. LABORATORIO DE PALEOAMBIENTE. Este laboratorio en activo desde 1998 trabaja actualmente en dos disciplinas arqueobotánicas: la antracología y la carpología. La Antracología desarrolla varias líneas de investigación sobre los usos de la madera por las distintas comunidades y la historia de la vegetación, principalmente centrada en Andalucía. La Carpología se centra en el estudio de los sistemas agrícolas, el origen de las plantas cultivadas y la determinación del uso de las plantas. El laboratorio trabaja externamente con Departamentos y grupos de investigación que contratan analíticas paleo-ambientales para sus investigaciones, al igual que el Laboratorio de análisis físico-químicos. 4. LABORATORIO DE ARQUEOLOGÍA DE LA ARQUITECTURA. De nueva creación, sus componentes proceden del área de Historia Medieval de la Universidad de Jaén y se han integrado recientemente en el Instituto, con la creación de este laboratorio en el que se realizan estudios de estratigrafía de los edificios. Los trabajos se realizan a partir de proyectos y contrato con entidades públicas o privadas. En los últimos años con la Diputación Provincial de Jaén se ha trabajado en los estudios de arqueología de la arquitectura de los inmuebles de la ruta turístico-cultural de los Castillos y las Batallas. 5. LABORATORIO DE RESTAURACIÓN. Es un laboratorio que no realiza labores externas sino trabajos vinculados a la conservación de los materiales obtenidos en los proyectos del propio Instituto (Lám. 3).

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Lám. 3. Laboratorio del Instituto Universitario de Arqueología Ibérica.

6. SEMINARIO DE LA MUJER. Es un seminario transversal en el que el CAAI realiza la parte correspondiente a la etapa ibera y también colabora en otras etapas. Se ha trabajado entre otros temas en el marco del proyecto I+D+i: “Los trabajos de las mujeres y el lenguaje de los objetos: renovación de las reconstrucciones históricas y recuperación de la cultura material femenina como herramienta de transformación de valores” coordinado por la Universidad Autónoma de Barcelona. El Instituto cuenta con 9 investigadores a tiempo completo que trabajan en las líneas temáticas y en los laboratorios y 13 investigadores a tiempo parcial que preferentemente trabajan en los laboratorios o en algunos de los proyectos desarrollados desde las líneas temáticas; se trata de especialistas en química, cartografía, estadística, arqueología de la arquitectura o filología clásica. Además el Instituto cuenta con becarios predoctorales y contratados de proyectos en un número en torno a diez, que oscila temporalmente, en función de los proyectos activos. Se suman a este grupo dos miembros del PAS.

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Al margen de la estructura de Líneas temáticas iberas (LTI) y transversales (LTT), el Instituto Universitario de Arqueología Ibérica (CAAI) realiza labores de formación a partir de la organización de cursos y congresos y la participación, y desde ahora la coordinación, de enseñanzas de postgrado. En lo que hace referencia a la transferencia social, la divulgación se hace en distintos niveles que van desde los cursos impartidos en la Universidad de Mayores, a las escalas de la enseñanza secundaria con las recepciones anuales en los laboratorios de alumnos de institutos de secundaria y, de la mano de la asociación “Amigos de los Iberos”, con la organización de las “Jornadas Iberas” que cada año se desarrollan en un pueblo diferente de la provincia de Jaén. En un marco mas especializado, en Segura de la Sierra se han realizado los cursos de Arte y Arqueología Ibérica que han llegado a su duodécima edición. Esta acción se ha llevado a cabo en colaboración con la sección de “Arqueología Ibérica” del Instituto de Estudios Giennenses que continua en la actualidad con la organización de ciclos de conferencias y la edición de la colección de libros “Exvotos Ibéricos” que trata de reunir en una obra la ingente cantidad de exvotos procedentes de los santuarios de Sierra Morena, distribuidos en las colecciones de muchos museos nacionales e internacionales. El Instituto edita además una colección de monografías: Textos CAAI. En la actualidad, tras su constitución como Instituto se ha comenzado a trabajar en la estrategia formativa de Posgrado. En este marco se está preparando un programa de doctorado interuniversitario “Arqueología Espacial”, para impartir desde el curso 2013-2014 con los Institutos del CSIC de Historia del Centro de Ciencias Humanas y Sociales de Madrid, la Escuela española de Historia y Arqueología de Roma (EEHAR) y el Instituto de Ciencias del Patrimonio de Santiago y las Universidades de Zaragoza, Rovira y Virgili, Alcalá de Henares, Granada y Extremadura.

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Arturo Ruiz y Alberto Sánchez


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ADQUISICIÓN//ACQUIRE

MENGA

es una publicación del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía)

MENGA is a journal published by the Dolmens of Antequera Archaeological Site (Ministry of Culture and Sport of the Andalusian Regional Government) Precio de la revista/Journal price: 20 ೼ Los modos de pago y solicitud pueden ser consultados en la página Web/Subscription orders can be found on the following web site: www.juntadeandalucia.es/culturaydeporte/libreriavirtual/ INTERCAMBIO/EXCHANGE

Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía se intercambia con cualquier revista de Prehistoria, Arqueología, Etnografía o áreas de conocimiento afines. Cualquier solicitud de intercambio deberá dirigirse a la siguiente dirección de correo electrónico: dolmenesdeantequera.ccd@juntadeandalucia.es

Menga. Journal of Andalusian Prehistory will be exchanged with any journal of prehistory, archaeology, ethnography or related areas of knowledge. Requests for exchange should be sent by e-mail to: dolmenesdeantequera.ccd@juntadeandalucia.es INFORMACIÓN/GENERAL INQUIRIES Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera Carretera de Málaga, 5 29200 Antequera (Málaga) Tel.: + 34 952712215 Fax: + 34 952739926 Correo-e: dolmenesdeantequera.ccd@juntadeandalucia.es

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NORMAS//GUIDELINES PARA LA PRESENTACIÓN DE TRABAJOS//FOR TRABAJOS// FOR SUBMITTING ARTICLES

Menga da la bienvenida a trabajos inéditos en inglés o español que traten de la Prehistoria de Andalucía y regiones vecinas del sur de la Península Ibérica, o a trabajos que aborden síntesis generales de ámbito supraregional conectando la Prehistoria Andaluza con el resto de Iberia, el Mediterráneo occidental y la Europa Atlántica. Igualmente, Menga se interesa de forma expresa por publicar trabajos que contribuyan a la formalización teórica y metodológica de la investigación prehistórica y al avance de los procedimientos y sistemas de gestión y difusión del patrimonio prehistórico. La revista Menga solo publicará trabajos originales que no hayan sido publicados o estén siendo considerados por otras revistas para su publicación. Excepcionalmente, el Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o por la dificultad de acceso a sus contenidos.

Menga welcomes original manuscripts written in Spanish and English, dealing with the Prehistory of Andalusia and neighbouring southern Iberian regions as well as syntheses of a broader geographical scope that connect Andalusian Prehistory with that of the rest of Iberia, the western Mediterranean and Atlantic Europe. Menga is also open to manuscripts contributing to the theoretical and methodological formalization of prehistoric research as well as the advancement of systems and procedures of prehistoric heritage management. Menga only will publish original works and will not accept papers which are being considered for publication in other journals or have already been published. In exceptional cases, the editorial board will consider the publication of Spanish and English translations of already published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of access to their content.

Desde un punto de vista formal, las normas a seguir para la presentación de trabajos son las siguientes:

From a formal stand, the guidelines for submitting articles are the following:

Texto Los artículos no deberán exceder los 36.000 caracteres (15-16 páginas) más bibliografía e ilustraciones. En la primera página aparecerá el título en mayúsculas y su traducción al ingles o español, seguido del nombre/s del autor/es con un asterisco que remitirá a una nota a pié de página en donde se indicará la institución donde trabaja así como la dirección electrónica. A continuación se incluirá un resumen en español e inglés con una longitud entre 100150 palabras junto a unas palabras clave (máximo 8).

Text Articles should not exceed 36,000 characters (15-16 pages), plus bibliography and illustrations. The first page should contain the title in capital letters with its translation in English or Spanish, followed by the name(s) of the author(s) with an asterisk referring to a footnote containing the institution where the author works and their e-mail address. This will be followed by an abstract in English and Spanish of between 100 and 150 words, together with keywords (maximum 8).

Deberán evitarse numerosas y largas notas a pié de página. en el caso de que se incluyan y para facilitar el trabajo de maquetación se incluirán en una hoja independiente al final del texto. En el caso de que sea necesario un apartado de agradecimientos este se situará al final del texto con anterioridad a la bibliografía. Estilo Se tendrán en cuenta las siguientes consideraciones:

The use of numerous and long footnotes should be avoided. If any are included, to facilitate the page layout process they should be listed on a separate page at the end of the text. If an acknowledgement section is to be included, this should be placed at the end of the text, before the bibliography. Style The following aspects should be taken into account:

1. Numerales. Los recuentos se citarán mediante palabras cuando sean menores a diez, y con números a partir de 10. Por ejemplo “se identificaron dos cuentas de collar de piera” pero “se identificaron 184 cuentas de collar de piedra.”

1. Numbers. Counts should be expressed in words when they are under ten, and in numbers from 10 onwards: for example, “two beads from a stone necklace were identified” but “184 beads from a stone necklace were identified”.

2. Cronología. Los periodos y sub-periodos históricos serán siempre citados con la primera letra en mayúscula.

2. Chronology. The historical periods and sub-periods should always be quoted with the first letter in capitals: for

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ejemplo

“Neolítico

Medio”

y

no

“Neolítico

medio”.

3. Cronología. Los años se designarán de forma numérica y sin puntuación. Por ejemplo “Estimamos que la ocupación del poblado tuvo lugar entre 1980 y 1630 ANE” y no “Estimamos que la ocupación del poblado tuvo lugar entre 1.980 y 1.630 ANE”. 4. Cronología. Cita de fechas radiocarbónicas. Cuando se mencionen dataciones radiocarbónicas se deberán citar los siguientes datos: la fecha BP con su desviación estándar, la sigla de laboratorio, la materia analizada (donde fuera posible) y la fecha calendárica calibrada, especificando si se trata de la versión a 1 ó 2 sigmas. La fecha calendárica calibrada se citará incluyendo el límite mayor y el límite menor de la distribución de la datación dentro del intervalo de confianza elegido (1 ó 2 sigmas). Ejemplo: “La fecha más antigua de este tipo de construcciones actualmente registrada en el sur de la Península Ibérica corresponde al sitio de Castro Marim, en el Algarve (OxA-5441, 4525 ± 60 BP, 3490-3020 cal ANE 2ı)”. Se evitará el uso de las fechas “intercept” por ser metodológicamente incorrectas. Igualmente se indicará el programa informático y la curva de calibración utilizados. Menga no aceptará referencias a dataciones radiocarbónicas sin calibrar. 5. Género. La revista Menga promueve una visión no sexista de la Prehistoria y consecuentemente favorece un uso no sexista del lenguaje. Por tanto, se espera de los/as autores/as el empleo de un lenguaje neutro en términos de género. Por ejemplo, se favorecerá “la evolución del ser humano” frente a “la evolución del hombre” o “la comunidad de profesionales de la arqueología” frente a “la comunidad de arqueólogos”. 6. Denominaciones. Los yacimientos arqueológicos que incluyan artículos determinados en sus denominaciones deberán ser citados por su nombre completo, apareciendo la primera letra de los artículos en mayúscula. Por ejemplo “la necrópolis de Los Millares” y no “la necrópolis de Millares” ni “la necrópolis de los Millares.” 7. Denominaciones. Los yacimientos arqueológicos que incluyan en su denominación términos geográficos genéricos como “cueva” o “dolmen” serán citados poniendo en mayúscula la primera letra de su denominación, pero manteniendo en minúscula la del término geográfico genérico. Por ejemplo “el esparto de la cueva de Los Murciélagos” y no “el esparto de la Cueva de Los Murciélagos” o “la arquitectura del dolmen de El Gigante” y no “la arquitectura del Dolmen de El Gigante”. 8. Denominaciones. Los nombres de las figuras, láminas y tablas, aparecerán siempre abreviados con la primera letra en mayúscula, Fig. Lám. ó Tab., tanto en las llamadas en el texto como en los pies correspondientes. 9. Citas de autores/as. Cuando se cite de forma expresa en el texto nombres de personas (autores/as, excavadores/as, etc.) se les/as citará por su nombre completo, o bien por la inicial del nombre y su apellido (o apellidos, cuando sean autores/as de nombre hispano), pero nunca sólo por su apellido. Por ejemplo “las excavaciones de Manuel Pellicer Catalán en la cueva de Nerja” o “las excavaciones de M.

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for example, the “Middle Neolithic” and not the “middle Neolithic”. 3. Chronology. Years should be designated numerically and with no punctuation. For example, “We estimate that the occupation of the village took place between 1980 and 1630 BC” and not “We believe that the occupation of the village took place between 1,980 and 1,630 BC”. 4. Chronology. Quoting radiocarbon dates. When mentioning radiocarbon dates the following data should be included: the BP date with its standard deviation, the laboratory signature, the material analysed (where possible), and the calibrated calendar date, specifying whether it is at 1 or 2 sigmas. The calibrated calendar date should be quoted with the higher limit and lower limit of the dates within the confidence interval chosen (1 or 2 sigmas). For example: “The oldest date for such kinds of constructions so far registered in the South of the Iberian Peninsula corresponds to the site of Castro Marim, in the Algarve (OxA-5441, 4525 ± 60 BP, 3490-3020 cal BC 2ı)”. The use of “intercept” dates should be avoided as they are methodologically incorrect. The software and the calibration curve used will be also specified. Menga will not accept references to uncalibrated radiocarbon dates. 5. Gender. The Menga journal promotes a non-sexist vision of Prehistory and therefore favours a non-sexist use of language. The use of a neutral language for gender is therefore expected from authors. For example, the “evolution of humankind” is to be preferred to the “evolution of mankind”. 6. Designations. Archaeological sites including definite articles in their designation should be cited by their full name, with the first letter of the article in capital letters. For example “the necropolis of Los Millares” is to be preferred to “the necropolis of Millares” or “the necropolis of los Millares”. 7. Designations. Archaeological sites that include generic geographical terms such as “cave” or “dolmen” in their designation should be cited with the first letter of the designation in capital letters, but keeping the lower case letter in the generic geographical term. For example “the esparto grass of the cave of Los Murciélagos” is to be preferred to “the esparto grass of the Cave of Los Murciélagos” and “the architecture of the dolmen of El Gigante” to “the architecture of the Dolmen of El Gigante”. 8. Designations. The names of figures, plates and tables should always be abbreviated with the first letter capitalised, hence Fig., Pl., or Tab., both in references in the text and in the corresponding footnotes. 9. Naming people. When explicitly citing names of people (authors, excavators, etc.) in the text, they should be cited by their complete name or by the first initial and their surname (or surnames, when they are Spanish names), but never just by their surname. We should write, for example, “Manuel Pellicer Catalán’s excavations in the cave of Nerja” or “M. Pellicer Catalán’s excavations in the cave of Nerja” but not “Pellicer’s excavations in the cave of Nerja”.


Pellicer Catalán en la cueva de Nerja” y no “las excavaciones de Pellicer en la cueva de Nerja”.

10. Expressions. Words in Latin should always be in italics (et al., in situ ...)

10. Designación de métodos analíticos. Los métodos analíticos serán designados en su denominación castellana, tanto en su forma completa como en sus acrónimos, poniendo en mayúscula la primera letra de cada palabra, excepción hecha de los artículos. Por ejemplo “se realizó una datación absoluta por luminiscencia por estimulación óptica (LEO)” y no “se realizó una datación absoluta por optically stimulated luminescence” o “se realizó una datación absoluta por OSL”.

11. Expressions. Acronyms should always be given with no punctuation marks and in capital letters (UNESCO, UNO ...)

11. Expresiones. Los latinismos irán siempre en cursiva (et al., in situ…). 12. Expresiones. Los acrónimos aparecerán siempre sin puntuación y en mayúscula (UNESCO, ONU…) 13. Citas literales. Los fragmentos transcritos literalmente deberán aparecer entrecomillados y con la indicación junto a la cita bibliográfica de la/as página/as. Tales citas literales deberán ir siempre en castellano y opcionalmente podrán aparecer en su lengua original en nota a pie de página. 14. Citas de autores. Las partículas d', de, le, von, van, etc. de los apellidos, irán en minúscula cuando estén precedidos por el nombre: Angela von den Driesch; Francisco de la Torre, pero irán mayúscula cuando se cite el apellido solo (Von Den Driesch; De la Torre). Siguiendo la norma de la RAE, para la ordenación alfabética de tales nombres en la bibliografía no se emplearán las partículas, es decir, “Balbín Behrmann, R. de” y no “De Balbín Behrmann, R.”.

12. Quotations. Word-for-word quotes should appear between quotation marks and the page(s) should be indicated in the bibliographical reference. Such textual quotations should always be in English and may optionally be given in the original language in a footnote. 13. Naming authors. The particles d', de, le, von, van, etc. in surnames, should be in lower case letters when preceded by the name: Angela von den Driesch, Francisco de la Torre, but should start with a capital letter when the surname alone is mentioned (Von Den Driesch, De la Torre). The alphabetic ordering of such names in the references should not include such particles, i.e. “Balbín Behrmann, R. de” and not “De Balbín Behrmann, R.” 14. Expressions. Physical measurements and dimensions should be expressed without a full stop: centimetre(s): cm; gram(s): g; kilometre(s): km; metre(s): m. Amounts under the Metric System and the International System of Units should be expressed with a number (15 m). 15. Names of geographical areas. Common names accompanying geographical names (city, river, sea, ocean, mountains, mountain, cape, gulf, strait, etc.) should be written in lower case: the city of Jaen, the river Guadalquivir. If the generic name is part of the proper name, it is written with an initial capital: Ciudad Real, Sierra Nevada.

15. Expresiones. Las medidas y dimensiones físicas se expresarán sin punto: centímetro(s): cm; gramo(s): g; kilómetro(s): km; metro(s): m. Las cantidades del Sistema Métrico Decimal y del Sistema Internacional de Pesos y Medidas irán con cifra (15 m).

16. Expressions. The symbol % should always be used for percentages (25% with no space between the number and the symbol), never 25 percent or 25 per 100.

16. Nombres de zonas geográficas. Los nombres comunes que acompañan a los nombres propios geográficos (ciudad, río, mar, océano, sierra, cordillera, cabo, golfo, estrecho, etc.) deben escribirse con minúscula: la ciudad de Jaén, el río Guadalquivir. Sólo si el nombre genérico forma parte del nombre propio, se escribe con mayúscula inicial: Ciudad Real, Sierra Nevada.

References will be given in the text using the following criteria: the surname(s) of the author(s) will be included in brackets. If there are more than two authors this will be shown as et al. This will be followed by the year separated by a comma and, if applicable, the page number(s) separated by a colon. If more than one work is referred to, they should appear in order of publication and be separated by a semicolon. For example: (Schiffer, 1987:45) (Arribas Palau and Sánchez del Corral, 1970) (Contreras Cortés et al., 2004).

17. Expresiones. Se utilizará siempre para los porcentajes el símbolo % (25% sin espacio de separación) y nunca 25 por cien o 25 por 100. 18. Expresiones. En la denominación de los puntos cardinales se utilizará sureste, noroeste, suroeste.. y no sudeste, nordeste, sudoeste… Bibliografía Las citas se realizarán en el texto teniendo en cuenta los siguientes criterios: se incluirá entre paréntesis y en minúsculas los apellidos de los autores. En el caso de más de dos autores se incluirá et al. A continuación y separado por coma se indicará el año, y en su caso la/s página/s separada por doble punto. Cuando se cite más de una obra

Bibliography

References should be listed at the end of the text using a hanging indent and be in alphabetical order according to the following standards: surname(s) of the author(s) capitalised and separated by a comma from the initial of the first name and with the year of publication in brackets, followed by the letters a, b, c, etc. if applicable. Following this and separated by a colon will come the title in inverted commas. The titles of books, monographs, proceedings or journals will be typed unabbreviated in italics. The scientific editors of publications, if applicable, will be typed in lower case in brackets after the title. This will be followed by the following information: for books, the publisher and place of publication; for journals, the volume

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deberán aparecer en orden de publicación y separadas por punto y coma. Ejemplos: (Schiffer, 1987: 45) (Arribas Palau y Sánchez del Corral, 1970) (Contreras Cortés et al., 2004). Las referencias deberán aparecer listadas al final del texto con sangría francesa y por orden alfabético siguiendo las siguientes normas: apellido/s del autor/es en mayúscula separado por una coma de la inicial del nombre y año de publicación entre paréntesis, en su caso seguido de letras a, b, c, etc. Separado por doble punto aparecerá el título entrecomillado. Los títulos de libro, monografía, actas o revistas irán en cursiva y sin abreviar. En publicaciones con editores científicos estos aparecerán en minúscula y entre paréntesis tras el título. A continuación se indicará para libros la editorial y lugar de edición, para revistas el volumen y páginas, y para las actas de congresos, el lugar y fecha de celebración, lugar de edición y páginas. En el caso de ediciones electrónicas se indicará la dirección web. Ejemplos: SCHIFFER, M. B. (1987): Formation Processes of the Archaeological Record, University of New Mexico Press, Albuquerque. PARKER, M. (2000): "Eating money. A study in the Ethnoarchaeology of food", Archaeological Dialogues 7(2), pp. 217-232. DIETLER, M. (1996): "Feast and Commensal Politics in the Political Economic: Food, Power and Status in Prehistory Europe", Food and the Status Quest, (Wiessener, P. y Schiefenhövel, W. eds.), Berghahn Books, Oxford, pp. 87-125. ARRIBAS PALAU, A. y SÁNCHEZ DEL CORRAL, J. M. (1970): “La necrópolis megalítica del pantano de los Bermejales (Arenas del Rey, Granada)”, XI Congreso Nacional de Arqueología (Mérida, 1969), Zaragoza, pp. 284-291. Ilustraciones Las ilustraciones que acompañen el texto se enviarán preferentemente en ficheros electrónicos, aunque también se admiten otros formatos (papel fotográfico o diapositiva). Deberán distinguirse entre figuras (dibujos, mapas o planos a línea), tablas y láminas (fotografías) numeradas en arábigo. Ninguna ilustración se compondrá dentro del texto. Los pies de figuras, tablas y láminas se incluirán en una hoja independiente con los datos completos de identificación. En el caso de las fotografías de autor, deberán enviarse con el consiguiente permiso de publicación. En ningún caso será posible la publicación de imágenes de escasa calidad técnica y estética. Para evitar errores en la reproducción de archivos digitales, se aconseja adjuntar presentación cartografiada o impresa del material gráfico. Las imágenes digitalizadas (.tif o .jpg) se aportarán con una resolución mínima de 300 dpi, para el tamaño definitivo de reproducción (mínimo: 15 cm ancho X 11 cm alto; recomendado: 20 cm ancho x 13 cm alto). Éstas deben presentarse en ficheros electrónicos independientes. Los gráficos se acompañarán de su correspondiente tabla de valores (deberá aportarse simultáneamente la imagen compuesta y los ficheros independientes), necesaria para

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and page number(s); for conference proceedings, the date and place they were held, the place of publication and the page number(s). In the case of e-publications, the website will be given. Examples: SCHIFFER, M. B. (1987): Formation Processes of the Archaeological Record, University of New Mexico Press, Albuquerque. PARKER, M. (2000): "Eating money. A study in the Ethnoarchaeology of food", Archaeological Dialogues 7(2), pp. 217-232. DIETLER, M. (1996): "Feast and Commensal Politics in the Political Economic: Food, Power and Status in Prehistory Europe", Food and the Status Quest, (Wiessener, P. and Schiefenhövel, W. eds.), Berghahn Books, Oxford, pp. 87-125. ARRIBAS PALAU, A. and SÁNCHEZ DEL CORRAL, J. M. (1970): “La necrópolis megalítica del pantano de los Bermejales (Arenas del Rey, Granada)”, XI Congreso Nacional de Arqueología (Mérida, 1969), Zaragoza, pp. 284-291. Illustrations Artwork should preferably be supplied in electronic format, although other formats (photographic paper or slides) will be accepted. A distinction should be made between figures (drawings, maps or line plans), tables and plates (photographs) for which Arabic numerals should be used. Illustrations should not be included in the text. Figure, table and plates captions will be included on a separate sheet with full identification details. Photographs taken by the author should be accompanied by the applicable permission for publication. No pictures of a poor technical or aesthetic quality will be accepted for publication. To avoid errors in the reproduction of digital files, we recommend attaching a cartographic or printed copy. Digitalised pictures (.tif or .jpg) must have a minimum resolution of 300 dpi for the definitive reproduction size (minimum: 15 cm wide x 11 cm high; recommended: 20 cm wide x 13 cm high). They should be submitted in separate electronic files. Graphs should be accompanied by their corresponding table of values (the composed image and the files should be sent independently but simultaneously); this is necessary to be able to reformat their design in accordance with that of the journal. Colours, tones and types may be altered as long as they do not change the content of the graph. Plans, maps and compositions. The size and scale will be in accordance with the format of the publication and will take into account that (1) texts, legends and shading will be in independent layers; (2) drawings will be simplified to 3 widths and the use of the colour will be specified; (3) linked pictures or external references should be copied in the same file as the .dwg file (the preferred format). Alternatives would be .pdf or .tif files. In those cases the drawing cannot include textual information, which should be sent in a separate file.


rehacer su diseño acorde con el de la revista. Colores, tramas y tipo podrán modificarse siempre que no se altere el contenido del gráfico. Planos, mapas y composiciones. Tamaño y escala serán acordes con el formato de la publicación y tendrán en cuenta que (1) los textos, leyendas y sombreados irán en capas independientes; (2) el dibujo se simplificará a 3 grosores y se especificará la necesidad de uso del color; (3) imágenes enlazadas o referencias externas deberán ir copiadas en la misma carpeta en la que esté el archivo .dwg (formato preferente). Como opción alternativa podrá acudirse al formato .pdf o .tif. En estos casos el dibujo no podrá incluir información textual, que se aportará en otro archivo. Entrega de originales Para la entrega de originales deberán enviarse dos copias impresas con las figuras, tablas y láminas separadas del texto. Se incluirá así mismo un CD-Rom con todos los archivos informáticos. Todo ello deberá enviarse a la siguiente dirección:

Submission of originals For the submission of originals two printed copies with the figures, tables and plates separate from the text should be sent. This should be accompanied by a CD-Rom containing all the computer files. All this should be sent to: Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera Carretera de Málaga, nº 5 29200 Antequera (Málaga) Proofs Once all the documentation has been submitted, a general revision of the text and page layout will be carried out. A pdf file will then be e-mailed to each author for proofreading. Only spelling and style changes that do not affect the content or design should be made. In any event, the editorial board will be responsible for the general revision of the publication.

Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera Carretera de Málaga, nº 5 29200 Antequera (Málaga) Revisiones Una vez entregada toda la documentación se procederá a la revisión general del texto y maquetación. Posteriormente se enviará un archivo en formato pdf de cada artículo, mediante correo electrónico, a cada uno de los autores para su consiguiente revisión. Se tratará de correcciones ortográficas, o de estilo, no de modificaciones de los contenidos o diseño. En cualquier caso, el consejo editorial se responsabiliza de la revisión general de la publicación.

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AVANCE04 AVANCE 04

Herramienta y producto. Cueva de El Toro (Antequera, Málaga)

Entre Dos Aguas. Tradición e Innovación en las Sociedades Neolíticas de Andalucía

Between a Sea and an Ocean. Tradition and Innovation in the Neolithic Societies of Andalusia

La investigación sobre las sociedades neolíticas en Andalucía tiene una larga tradición, que se remonta a casi mediados del siglo XIX. Esto ha permitido un contingente de información extenso, pero donde no se ha presentado una visión de conjunto, a escala regional, que explique los cambios sociales y tecnológicos que marcarían su desarrollo entre el VI y finales del IV milenios cal AC. Con este objetivo, el dossier de Menga 04 se centrará en algunos de los problemas más candentes en la interpretación de estas sociedades. Para ello, se evaluará el punto donde se encuentra la investigación actual, cuáles son los problemas a debatir y cuáles los retos a resolver de inmediato. En definitiva, el inicio y dinámica de estas sociedades, que son fundamentales en el desarrollo de la Prehistoria Reciente de Andalucía, así como la interpretación y sus conexiones con el resto del territorio peninsular, la Europa Atlántica y del Mediterráneo.

The investigation of the neolithic societies of Andalusia has a long and sustained tradition that can be traced back to the mid of the 19th century. In all this time, an extense amount of information has been collected although we still lack of a global perspective, at the regional level, explaining the social and technological changes that would set the development of these societies between the 6th and 4th millennia B.C. With this goal, the Dossier section of Menga 04 will focus on the most prominent issues in the interpretation of these societies. Thus, we will consider the state-of-the-art of the Andalusian Neolithic and which are the issues to discuss and the most pressing questions to answer. Eventually, we tackle the beginning and dynamics of these societies, which are fundamental in the development of Andalusian Late Prehistory, as well as for the interpretation of its connections with the rest of the Iberian Peninsula, Atlantic Europe and the Mediterranean area.




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