El río Moldava se abre paso a través de las calles de Praga, dando la oportunidad de admirar algunos de los monumentos más importantes de la ciudad, como el Castillo de Praga y Rudolfinum, mientras paseas en barco.
Cualquier momento del día es bueno para disfrutar de uno de estos paseos, pero sin duda, la ciudad cobra su máximo esplendor durante la noche, cuando las luces de los palacios y edificios se reflejan en el agua.