Corriente Nacional de la Militancia

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DEMOCRATIZAR Y PROFUNDIZAR Varias fechas significativas sirven de contexto de este primer Congreso Federal de la “Corriente Nacional de la Militancia”.

Por un lado, hemos recientemente recordado el 29° aniversario de la recuperación de la democracia. La fecha coincidió con el cumplimiento del primer año del segundo mandato de nuestra Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner. Y, tal cuál prescribe Naciones Unidas, ese mismo día recordamos el Día Internacional por los Derechos Humanos. En este marco, el domingo 9 de diciembre cientos de miles de argentinos se volcaron a las calles para celebrar la democracia. El epicentro fue la Plaza de Mayo, pero los festejos se extendieron en decenas de plazas de todo el país.

Por otra parte, estos recordatorios se dieron en un especial contexto judicial. En primer término, el jueves 6 de diciembre conocimos un fallo de la Sala I de la Cámara Civil y Comercial por el cuál, más allá de lo estipulado por la Corte Suprema, se extendió la cautelar interpuesta por el Grupo Clarín contra la vigencia de los artículos antimonopólicos previstos por la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Además, en otro vergonzoso fallo judicial, el lunes 10 de diciembre la Sala II de la Cámara Penal de Tucumán absolvió a los 13 acusados por el caso Marita Verón.

Como vemos, la democracia es una construcción permanente. Pensemos en todas las cosas que vivimos los argentinos desde el 10 de diciembre de 1983. La consolidación democrática parece siempre una tarea inacabada. Parafraseando a Eduardo Galeano, la democracia na de esas utopías que, como el horizonte, parecen cada vez más le-

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janas a medida que avanzamos: pero sirven para caminar, para orientarnos, para que no perdamos el rumbo.

Queda claro, una vez más, que uno de los principales desafíos que tiene la democracia argentina es que los intereses mezquinos de las corporaciones queden definitivamente subordinados al interés general. En este sentido, la política puede ser la herramienta de transformación al servicio de los intereses y necesidades de las mayorías o la expresión lisa y llana de los lobbies corporativos.

Con Néstor y Cristina a la cabeza, nuestro espacio político asumió la tarea de reconstruir el país pensando en los 40 millones de argentinos. Eso significó muchas veces entrar en tensión con sectores corporativos que estaban acostumbrados a que los distintos resortes del Estado sirvan de paraguas protectores de sus intereses. Sectores de las fuerzas armadas, del poder judicial, de las corporaciones agroexportadoras, de la patria financiera y de renombradas multinacionales opusieron fuerte resistencia a este cambio de rumbo. Pero fueron los intereses de los grupos de comunicación hegemónicos los que galvanizaron estas demandas parciales. Lejos de posicionarse autónomamente respecto al poder corporativo, los partidos opositores terminaron siendo su expresión política.

Nosotros tenemos otra idea de la utilización del poder político que emerge de la voluntad popular. No llegamos al poder para administrar el status quo: la política está para transformar las realidades, aún las más complejas. Hemos demostrado cabalmente que cada una de las decisiones tomadas desde el 25 de mayo de 2003 ayudó a la construcción de un país para todos. Sin lugar a dudas, esto molestó y molesta a muchos que quieren seguir siendo los únicos privilegiados.

Néstor Kirchner profundizó la democracia cuando impulsó la renovación de una Corte Suprema de Justicia que era una verdadera vergüenza nacional. Gracias a un proyecto de nuestra actual Presidenta Página 3


cuando era Senadora Nacional, modificamos el Consejo de la Magistratura e incrementamos el peso de los representantes con legitimidad popular en detrimento de aquellos integrantes con representación corporativa.

Fue un acto de democratización terminar con las leyes de impunidad que protegían a los genocidas responsables del terrorismo de estado, permitiendo que a la fecha tengamos 349 condenados, 971 procesados y 742 detenidos por delitos de lesa humanidad. Descolgar los cuadros de los genocidas del comedor del Colegio Militar de la Nación fue el gesto más audaz para disciplinar definitivamente a la corporación castrense al mandato democrático. Néstor y Cristina impulsaron una fuerte democratización de las relaciones exteriores del país, saliendo del paradigma de las “relaciones carnales” y asumiendo la multipolaridad que caracteriza hoy al sistema internacional. Los destinos de Argentina y de América Latina empezaron a decidirse en nuestros países. El recordado “NO al ALCA” de Mar del Plata, la consolidación del bloque regional, el impulso a la UNASUR y la mediación en situaciones de conflicto entre países hermanos fueron algunos de los ejemplos que demuestran que tenemos una América del Sur más democrática y unida.

Con Néstor y Cristina avanzamos en la democratización de nuestra economía a partir de la creación de decenas de miles de pequeñas y medianas empresas, diversificando nuestras exportaciones, ampliando los destinos internacionales de nuestros productos. La base productiva se democratiza cuando se sustituyen importaciones, se fortalece el mercado interno, se industrializa la producción primaria y nacen procesos industriales en regiones históricamente desfavorecidas. Terminamos con el tutelaje que el FMI y los organismos internacionales de crédito realizaban sobre la democracia argentina. Restruc-

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turamos la deuda en default con una quita histórica; cancelamos definitivamente la deuda con el FMI; nos alejamos de los postulados del “club de los endeudadores” que condenaban a todos los argentinos a la debacle mientras ellos se llevaban jugosas comisiones.

Democratizamos el mundo del trabajo a partir de la creación de millones de puestos de trabajo, reduciendo el empleo informal, aumentando el poder adquisitivo del salario y recuperando las paritarias como instancias democráticas de articulación entre el capital y el trabajo. Fortalecimos las asociaciones sindicales y recuperamos derechos arrebatados por el neoliberalismo.

Promovimos una verdadera democratización y modernización de la educación argentina con la sanción de la ley de financiamiento educativo, de educación nacional y de educación técnica. Construimos 1.700 escuelas, entregamos 2,5 millones de netbooks, favorecimos la culminación de estudios secundarios de miles de jóvenes y disminuimos el analfabetismo a menos del 2 % de la población.

Después de décadas retomamos las ideas de Perón y Evita: la inclusión social y la movilidad social ascendente fortalecen la democracia. Por eso avanzamos con la inclusión jubilatoria de millones de argentinos y creamos el sistema de protección social de niños y adolescentes más potente de América Latina con la Asignación Universal por Hijo. Estamos próximos a terminar definitivamente con la indigencia, achicamos significativamente la pobreza y facilitamos la expansión de los sectores medios, reduciendo la brecha de desigualdad que llegó a su máxima expresión con la crisis de 2001.

Fortalecimos la democracia a partir de la recuperación del Estado como institución fundamental al servicio de las mayorías. El “estado mínimo” sólo favorece a los poderes concentrados y a los que pueden acceder por sus propios medios a los servicios fundamentales. Pusimos al Estado en el centro del dispositivo económico cada vez que las Página 5


turbulencias de la economía internacional lo requirieron. Recuperamos al Estado como actor fundamental para la expansión de la frontera de derechos. Sin un claro compromiso del Estado, la democracia se reduce a formalidades institucionales sin sustento en la vida cotidiana de los argentinos.

Democratizamos el manejo de los fondos previsionales que eran manejados por una aristocracia de empresas a través de las AFJP. Democratizamos la sociedad a través del matrimonio igualitario. Y avanzamos hacia un país distinto con la democratización de la palabra que impulsa la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, apuntalada por el impulso a la Televisión Digital Abierta, el fomento de la producción de nuevos contenidos, la transformación que significó Fútbol para Todos y la promoción de planes de interconectividad.

En este primer año de su segundo mandato, Cristina fue absolutamente fiel con el mandato popular sellado en octubre del 2011 en las elecciones presidenciales. El 55 % de los argentinos le pidió con su voto que siga construyendo un país para los 40 millones de argentinos, con una especial mirada en los que menos tienen. Y eso es exactamente lo que hizo.

Para terminar con la idea de que un recurso no renovable de los argentinos sea una mercancía de corporaciones multinacionales, la Presidenta impulsó la ley que establece límites a la adquisición de tierras rurales por parte de extranjeros.

No es casual tampoco que la Presidenta haya impulsado un nuevo marco legal para que los trabajadores rurales tengan los mismos derechos que el resto de los trabajadores.

La modificación de la Carta Orgánica del Banco Central va en el mismo sentido, ayudando a democratizar una institución regida por décadas por los dogmas del neoliberalismo y las finanzas internacio-

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nales. Hoy estamos en pleno proceso de democratización de los servicios financieros y del acceso al crédito productivo, especialmente de las pymes. El plan PRO.CRE.AR. no sólo es una respuesta de calidad a una demanda social resultante de 9 años de movilidad social ascendente: significa también una real democratización del acceso a la primera vivienda para decenas de miles de familias argentinas ayudando al mismo tiempo a regular un mercado inmobiliario dominado en muchos aspectos por la especulación financiera. El voto desde los 16 años amplía la frontera de derechos y ensancha la base de legitimidad de la democracia argentina sumando ciudadanos a la definición del rumbo del país que quieren. Resultó extraño observar a dirigentes opositores cuestionar esta iniciativa impulsada por la Presidenta de la Nación con los mismos argumentos utilizados por los que se opusieron a la Ley Sáenz Peña y al voto femenino.

Cuando en todo el mundo la crisis económica se traduce en reducción de los beneficios del famoso Estado de Bienestar, nosotros sostuvimos los dos incrementos de haberes de jubilados y pensionados pautados por la ley de movilidad, aumentos que rondaron el 31 % anual. Sostuvimos las paritarias y los trabajadores obtuvieron mejores salarios en la negociación colectiva. Además, incrementamos en un 29,5 % la Asignación Universal por Hijo. Podemos decir con orgullo que, en un año complejo internacionalmente, no hemos retrocedido un centímetro en los derechos conquistados.

Un párrafo aparte merece la recuperación de YPF. La fuerte decisión política de la Presidenta de la Nación terminó con un proceso de vaciamiento de la compañía administrada por Repsol quien se valía del petróleo argentino para la especulación financiera internacional sobre los hidrocarburos. La nacionalización de la compañía y la declaración de interés público de la producción, transporte y comercializaPágina 7


ción de los hidrocarburos abren una nueva etapa para el desarrollo nacional.

Todos los avances logrados en este año demuestran que nuestra Presidenta avanzó en la profundización del rumbo de la gestión iniciada el 25 de mayo de 2003. Cristina tiene claro que cuando democratiza la sociedad argentina, se profundiza el modelo. Y cuando profundiza el rumbo, la democracia se fortalece.

Por eso, nos duele que haya sectores de la justicia que sigan respondiendo linealmente a los intereses de los grandes grupos concentrados. Es poco comprensible que, por tomar el caso de la Ley de Medios, la defensa de una corporación mediática pese más que una ley sancionada por amplias mayorías en el Congreso luego de 26 años de trabajo de una vasta red de organizaciones que impulsaban una radiodifusión democrática. Para ciertos sectores de la justicia, los intereses corporativos pesan más que las leyes surgidas de los ámbitos donde la voluntad popular se expresa. Por eso, apoyamos fuertemente lo dicho esta semana por la Presidenta: necesitamos una verdadera democratización del poder judicial en Argentina, facilitando la participación ciudadana, echando luz sobre un poder acostumbrado a las sombras, interpelando socialmente a los funcionarios judiciales y terminando con los nichos de impunidad que siguen existiendo.

Desde la Corriente Nacional de la Militancia vamos a seguir trabajando para profundizar el rumbo elegido por el pueblo argentino. Somos conscientes de que lo que falta hacer en la Argentina requiere análisis pormenorizados, debates profundos y propuestas viables. Queremos contribuir a este proceso, por eso este Congreso Federal. Este año llevamos las ideas de nuestra Presidenta a cada rincón de la patria. Ayudamos a que la militancia se organice, se nutra de ideas, se forme políticamente y actúe mancomunadamente. Por eso, nos sumamos con fuerza a la construcción de “Unidos y Organizados” Página 8


tras el acto de fines de abril en Vélez Sarsfield. Lo hicimos y hacemos convencidos de que este tiempo histórico requiere construir poder junto a Cristina y alejarnos de cualquier disputa de poder interna. Hay que militar más hacia afuera de nuestro espacio político y dejar de hacer política entre nosotros.

Nadie como Cristina interpreta lo que la Argentina necesita para seguir fortaleciendo su democracia, creciendo económicamente y generando mayores niveles de igualdad de oportunidades para todos los argentinos. Su capacidad de liderazgo fue fundamental para transformar el país, sobrellevando innumerables obstáculos políticos y durísimas pruebas personales. Por eso, para nosotros, la discusión sobre el 2015 está resuelta. El movimiento nacional y popular se moverá hacia donde Cristina lo indique. Y la Corriente Nacional de la Militancia estará allí, como siempre, acompañando y apoyando a nuestra Presidenta. Ciudad de Buenos Aires, sábado 15 de diciembre de 2012

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