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COLUMNA

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ARQUITECTURA

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CARTA A UN VIEJO AMIGO Y PROFESOR

Por Cristián Warnken L.

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“Me acordé mucho de usted y de Voltaire cuando vi caer la ciudad de Kabul”, dice Cristián Warnken. “Qué paradoja: talibanes chilenos celebrando la recuperación de los talibanes afganos del poder en Kabul”, señala en esta carta publicada en PAUTA, y que incluimos en esta sección estable de revista Socios.

Querido profesor:

Escribo esta carta con la ilusión que alguien se la lea en voz alta, y pueda escuchar sus sonidos, aunque no logre entender su contenido. Usted nos enseñó hace muchos años a leer a los clásicos del pensamiento en voz alta: con usted aprendimos muchas cosas, pero sobre todo lo que es el valor inalienable de la tolerancia. Nos hizo leer –allá, por los años 80– el famoso Tratado de la tolerancia, de Voltaire, publicado en 1793; ese famoso “panfeto” en el que su autor invita a la tolerancia entre las religiones, ataca con fuerza el fanatismo religioso, defende la libertad de cultos, critica las guerras religiosas (“caldos de cabezas contra caldos de cabezas”, dijo de ellas Nicanor Parra) y sostiene que nadie debe morir por sus ideas. Para él, el fanatismo es una enfermedad de la que las comunidades, países y sistemas políticos deben sanarse.

Usted, profesor, nos citaba con fervor frases del flósofo del Siglo de las Luces como esta: "La tolerancia no ha provocado nunca ninguna guerra; la intolerancia ha cubierto la tierra de matanza". Y esta otra que le fue atribuida, aunque usted mismo nos advirtió que no la había escrito Voltaire sino que transmite –como ninguna otra– la esencia de su pensamiento: "Estoy en completo desacuerdo con tus ideas, pero daría mi vida para que tuvieras el derecho a defenderlas". Una frase así yo colocaría en el frontis del Parlamento, la Convención, los medios de comunicación y, para qué decir, en las cloacas de las redes sociales.

Cuando nos hablaba, profesor, con tanto fervor de la tolerancia lo mirábamos entonces con incredulidad: éramos jóvenes, idealistas, y creíamos que el mundo se dividía entre “buenos" y "malos". Por supuesto, los buenos éramos nosotros. La tolerancia nos parecía una virtud apolillada, una viejecita encantadora pero inútil, como la "prudencia" aristotélica y otras que usted nos transmitió con mucha paciencia. ¡Qué paciencia tuvo usted con nosotros! Para nosotros, ser tolerante era abdicar de las grandes utopías, y la democracia no estaba entre esas utopías. Pero, quisiéramoslo o no, sus frases lanzadas al aire, con entusiasmo e inteligencia, se nos clavaron igual en el alma. Nunca olvidamos a Voltaire y ahora lo recordamos con nostalgia y sus libros nos parecen más actuales que muchos de los manuales de ortodoxia revolucionaria que envenenaron nuestro joven espíritu con ideas viejas, trasnochadas, agotadas, y algunas defnitivamente muertas.

Me acordé mucho de usted y de Voltaire cuando vi caer la ciudad de Kabul en manos de los talibanes. Y me acordé más de usted, profesor, cuando leí un tuit de un destacado intelectual de nuestro Partido Comunista local, celebrando la llegada de los talibanes como una derrota del "imperialismo" capitalista occidental. Lo imaginé comentando ese desatinado mensaje, con calma, sin enojarse, deteniéndose en cada frase, desmontando sus falacias como un cirujano de las ideas: así lo hacía con nuestras propias y altisonantes falacias. Sí, los talibanes llegaron a Kabul: los fanáticos siguen conquistando almas jóvenes y "bellas" en pleno Siglo XXI en todas partes del mundo.

Pero aquí también están desembarcando, de manera más sutil pero no menos efcaz: sí, profesor, en Chile tenemos nuestros propios talibanes, intentando imponernos sus burkas, sus certezas sin espacio para la duda y sus convicciones que, más que políticas, parecen, a veces, religiosas. Un constituyente miembro del mismo partido (PC)

del autor del tuit, fue el que propuso y logró aprobar hace unos días la sanción del así llamado "negacionismo", en la Convención Constitucional. Qué paradoja: el miembro del partido más negacionista de todos –en materia de Derechos Humanos– logró imponer sanciones a sus "pares" que nieguen violaciones a los derechos humanos en nuestro país. ¡Los negacionistas censurando el negacionismo! ¿O no es negacionismo negar las violaciones de los derechos humanos en Cuba y Venezuela y en otras latitudes donde todavía famea la bandera de una ideología totalitaria? ¿O acaso solo hay "negacionismo" para un lado y no para el otro? ¿No es la Declaración de los Derechos Humanos "universal"? ¿O también algún día reescribirán esa declaración "a su pinta"? No me extrañaría que algún convencional en alguna reunión sobre reglamento lo propusiera. ¡Es muy complicado para un "talibán" de alma que la Declaración de los Derechos Humanos sean universales! Qué paradoja: talibanes chilenos celebrando la recuperación de los talibanes afganos del poder en Kabul, cuyas víctimas principales son mujeres; mientras ellos mismos están preocupados aquí de imponer "les niñes" y enarbolar un feminismo a veces, hay que decirlo, un tanto radicalizado. Pero perdonémosles esa esquizofrenia, hagamos vista gorda a ese escandaloso doble estándar moral y aceptemos que este combate al negacionismo no está viciado en su origen.

De todas maneras, ¿no sigue siendo igualmente peligroso que el llamado castigo por "negacionismo" pueda transformarse –si prospera en otras instancias– en una velada censura a la libertad de expresión y termine instalando de facto la así llamada "cultura de la cancelación"? ¿Qué hay detrás de esta iniciativa: un genuino interés por los derechos humanos o una pulsión totalitaria? No faltarán los que se sobregiren con el concepto de "negacionismo" y lo apliquen no solo a las condenables y siniestras violencias a los derechos humanos durante la dictadura militar sino a otras supuestas violaciones ocurridas en otros momentos de nuestra historia, incluso la más reciente; entusiastas, fanáticos e ignorantes no faltan. Bien sabemos que existen hoy –en muchas partes del mundo– colectivos de "minorías" e identidades varias que se han dedicado a administrar el discurso de la victimización, que les ha dado buenos réditos. No solo morales, sino también económicos y políticos. Un discurso que podría llevarnos a todos a convertirnos en "víctimas de algo" y hacer de nuestras sociedades, a la larga, sociedades victimizadas. El flósofo alemán Peter Sloterdijk estudió este fenómeno –con la ironía que lo caracteriza– en su libro Ira y tiempo, donde afrma, refriéndose a esta nueva "victimología" de moda hoy en el mundo: "A las víctimas de las injusticias y las derrotas no pocas veces les parece inalcanzable el consuelo en el olvido; y por el hecho de ser inalcanzable, también indeseable y, por tanto, inaceptable. De ahí resulta que el furor del resentimiento se agite a partir del instante que el humillado decide dejarse caer en la humillación como si estuviera predestinado a ella. Exagerar el dolor para hacerlo más soportable; levantarse de la depresión del sufrimiento al orgullo de la miseria, acumular, hasta convertirlo en una montaña, el sentimiento de las injusticias padecidas para colocarse sobre su cumbre con gesto de triunfo amargo".

Sí, de eso se trata –y creo, conociéndolo, profesor– que usted estaría de acuerdo en afrmar que aquí no estamos ante un genuino intento de ayudar a los que de verdad padecieron en dictadura indecibles sufrimientos: la mayoría de ellos han sido estoicos y no han administrado ese sufrimiento para sacar ventajas personales o conseguir cuotas de poder. Pareciera que aquí, más que "reparar" abusos –que por supuesto el Estado debe reparar–, hay más bien una intención de acallar toda disidencia o matiz a los discursos de la "victimología" desde una superioridad moral e imponer a la larga una peligrosidad "unanimidad". Usted siempre nos dijo: "Nada más peligroso y asfxiante que la unanimidad". Son tiempos para que los espíritus volterianos como usted y como Fernando Savater (autor de esa hermosa novela sobre Voltaire El jardín de las dudas) alcen la voz y no se dejen silenciar por estas mareas "talibanas", unas en versión más "hard" (como en Afganistán), otras más "sof" (como acá). Savater tuvo el coraje de enfrentar en España a sus talibanes locales. Ese es el modelo a seguir. No podemos permitir que nadie nos imponga ningún tipo de "velos" para mirar la realidad, como sus visiones maniqueas quieren: ni velos, ni funas, ni cancelaciones del debate, ni censuras ni sanciones, por muy "nobles" y "buenas" que aparezcan. Muchas veces detrás del "buenismo" se esconde una pulsión totalitaria. Y aquí recuerdo ese fulgurante fragmento de Así habló Zaratustra, de Federico Nietzsche, que usted nos hizo leer en profundidad, sin que nos diéramos cuenta de que esos "buenos" a los que se refere el flósofo alemán éramos nosotros, sus alumnos presuntuosos que se creían dueños de la verdad, una Verdad con "v" mayúscula que el pensador alemán había sepultado hace tiempo: "¡Oh, hermanos míos! ¿En quién reside el mayor peligro para todo el futuro de los hombres? ¿No es en los buenos y justos?, que dicen y sienten en su corazón: 'Nosotros sabemos ya lo que es bueno y justo, y ¡hasta lo tenemos!'. (…) Y sea cual fuera el daño que los malvados ocasionen, ¡el daño de los buenos es el daño más dañino de todos! (…) Pero esta es la verdad: los buenos tienen que ser fariseos: ¡No tienen opción! (…) Los buenos han sido siempre el comienzo del fnal".

Al ver la caída estrepitosa de Kabul en manos de los talibanes, ¡cómo resuenan esas palabras!: "Los buenos han sido siempre el comienzo del fnal". ¿No quieren imponer a la fuerza a su pueblo el "bien" y la "verdad" que ellos dicen poseer? ¿No son los moralistas más extremos, los fanáticos de una verdad impoluta y perfecta, tan perfecta que solo puede destruir la vida? "Lo perfecto es enemigo de lo bueno", reza el dicho popular. ¿Y nuestros "buenistas" locales no se sienten también poseedores de un saber sobre lo bueno y lo justo y no están intentando apoderarse del lenguaje, la verdad, la Constitución y, fnalmente, si es que la sensatez de la mayoría no les pone límite, ¿de la Bastilla y el Capitolio? No lo dicen expresamente, ¡pero lo desean profundamente! Qué falta nos hacen profesores e intelectuales como usted, enamorados de la duda y la tolerancia. ¿Pero podría alguien tan libre como usted tener una cátedra en nuestras actuales "universidades canceladas" o , al menos, aterrorizadas? Sé que no podrá contestarme esta carta, porque está aquí en este mundo y a la vez no está. Usted tal vez nos ha olvidado (por esa enfermedad maldita que se apoderó de usted por sorpresa); pero debe saber que nosotros, sus alumnos, "almas bellas" y fanáticas de entonces, le recordamos siempre, y que gracias a sus maravillosas lecciones de tolerancia y espíritu crítico nos hemos convertido en jardineros del "jardín de las dudas", donde usted cultivó las mejores fores. Es el jardín que los talibanes de cualquier signo están empeñados en arrasar. Un abrazo fraterno, Cristián Warnken.

Cristián Warnken conduce Desde el Jardín, en Radio PAUTA, de lunes a viernes desde las 20 a las 20:30 horas. Sintonícelo en la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, 96.7 en Viña del Mar/Valparaíso y 96.7 en Temuco. También puede verlo en directo y on demand vía streaming en pauta.cl

Más descubrimientos durante el encierro OFICIOS DE PANDEMIA II

Al igual que en el reportaje de la edición anterior, entrevistamos dos socias que debieron enfocar la energía que antes dedicaban a sus deportes en el Club a realizar otras actividades. Aquí nos cuentan los detalles.

Por: Montserrat Molina C. / Fotos: Alejandro Araya I.

MARÍA IGNACIA LECAROS VERGARA Entretención sin pantalla

Durante las cuarentenas del año pasado, a María Ignacia Lecaros se le ocurrió la genial idea de formar grupos de niños de distintas edades y hacer actividades al aire libre. Hoy, más de 90 niños la han acompañado a subir cerros y han experimentado los benefcios que entrega el contacto con la naturaleza. Sin duda, su experiencia en administración en ecoturismo unido a su espíritu deportivo, la ayudaron a tomar la decisión de crear estos talleres, los cuales defne como “entretención sin pantalla”, para niños entre tres y 12 años. “Todo comenzó a fnes del año pasado, cuando mi hermana y algunas amigas me pidieron hacer talleres deportivos y entretenidos para niños en vacaciones. Luego, en marzo se armó otro grupo con el que nos reunimos en una plaza. En abril hicimos la primera salida al Manquehuito junto a seis niños y más adelante los llevé a mi lugar favorito, que es la quebrada Alto Polo, donde alucinaron. En mayo comenzó a correr la voz entre los compañeros y hoy son 90 niños los que han subido el cerro. Por otro lado, realizo clases de bicicleta y entrenamiento funcional, y hasta hemos celebrado cumpleaños en el cerro, ya que al estar al aire libre podían juntarse 20 niños sin ningún problema”, cuenta esta gran tenista del Club. Agrega que con los niños realizan educación ambiental, reconocimiento de fora y

fauna (sobre todo aves), actividades grupales como búsqueda del tesoro, fogatas, dinámicas y leyendas; construcción de un club con materiales de la naturaleza y, “entre las más importantes están aquellas donde los dejamos actuar y tomar sus propias decisiones, siempre manteniendo la seguridad y salud del niño y del grupo”, cuenta. –Dentro de las actividades deportivas, ¿cuál es las más concurrida? –La más importante es la que hacemos en el cerro, todos los martes, con niños entre tres y cinco años, y los jueves con niños de seis hacia arriba. Vamos a la quebrada Alto Polo, al Manquehuito, Morros Las Papas y hacemos cicletadas en el Cerro San Cristóbal y en el Parque Aguas de Ramón. También hacemos skate, y scooter con tres mujeres y vamos al bikepark de Los Trapenses o Raúl Labbé. Y el entrenamiento funcional para niños lo organizamos con grupos de máximo cuatro niños en las casas o en plazas cercanas. VIRGINIA FIGUEROA PRIETO “La mujer me inspira para trabajar”

Esta socia y gran deportista recuerda el confnamiento como una época de pura creatividad donde, al contrario de lo que le sucedió a muchas personas, ella disfrutó enormemente cada momento dedicado a sus esculturas. Igual que a todos, a Virginia Figueroa la pandemia la tomó por sorpresa. En aquella época se encontraba trabajando en su tienda Valterra y disfrutando de su rutina deportiva en el Club. Pero debió dejar sus prácticas de tenis, golf, natación y gimnasia, y se fue a vivir el confnamiento a su casa en el Lago Rapel, donde se dedicó un año entero a hacer esculturas en su taller. “Me conseguí pasta y empecé a hacer numerosas esculturas. Al mismo tiempo, comencé a recoger del jardín todo tipo de materiales, como piedras, ramas y troncos, que me pudieran servir. Nunca había tenido tanto tiempo para pulir y raspar. Aproveché de hacer un taller y compré un horno a gas. Antes de la pandemia hacía mis esculturas, pero no realizaba el proceso completo; recurría a un taller externo donde me cocían la cerámica, pero con la cuarentena pude hacer el proceso completo. Fue un tremendo desafío y produje más que nunca. Pasaba casi todo el día en esto… estaba muy inspirada”, cuenta la artista. –¿El aislamiento ayudó a que te reencontraras con tu creatividad? –¡Claro! El hecho de estar sola y con tiempo fue increíble. Además, todo lo que implique trabajar con las manos es una sanación, entonces todo el nerviosismo e incertidumbre producto de la pandemia, lo sanaba a través de la escultura. Lo disfruté, hacía mucho tiempo que no tenía tiempo para pintar y pinté más que nunca. Hice retratos, caricaturas, cuadros grandes, chicos, y en la cerámica y en la escultura estaba horas creando. –¿Qué caracteriza tu escultura? –En general están presente las mujeres; mujeres pensativas, remando, descansando. Sin duda, lo que más caracteriza mi escultura en cerámica y en madera, es la fgura humana representada por la mujer, que es lo que más me inspira para trabajar.

LA LISTA DEL PUEBLO NO ERA

TAN LISTA

Por John Müller G.

“La gran duda es hasta cuándo los pueblos originarios y la izquierda, que están ante la ocasión histórica de condicionar un texto constitucional, tolerarán sus inconsistencias”, escribió en PAUTA este reconocido periodista que incluimos de manera estable en revista Socios.

Me sorprende la paciencia infnita que la opinión pública tiene con La Lista del Pueblo (LLDP). Hay muestras de degeneración populista en casi todos los partidos políticos chilenos, pero solo uno de ellos es hijo de un extraordinario momento que cristalizó en la votación de octubre de 2020. Y sus representantes se están conduciendo de la peor manera que se podía esperar: la lista amenaza con tener casi tantas facciones como el Partido Socialista tras el golpe de Estado de 1973, al menos siete de sus convencionales han decidido “congelar” su militancia y centrarse en la Convención Constitucional, y asoma por ahí un “cuadriunvirato” cuyas intenciones no son conocidas, pero que ha conseguido humillar a varias fguras de la izquierda, no solo a Gabriel Boric.

La entrevista que dio hace algunos días Cristián Cuevas en La Tercera es reveladora. Cuevas es una persona que mostró coherencia con sus principios cuando abandonó la bien remunerada agregaduría laboral en la embajada de Chile en España y se volvió al país. Pero en la entrevista se le veía dolido con la LLDP: “Lo que han hecho conmigo no es aceptable, porque yo estaba en mi casa tranquilo y fueron ellos los que me invitaron”.

Pero había un punto de arrepentimiento e ingenuidad de Cuevas por haber caído en el halago fácil que suponía que lo llamaran y de eso no quería hablar: “La verdad es que desconozco, porque me reuní con ellos. No quiero ahondar en lo que pasó ahí”. La clave del populismo es querer ser popular a toda costa. Cualquiera se da cuenta de que obtener 43 votos y 30 abstenciones es una cifra perfecta para ser presidente del centro de alumnos, pero no para aspirar a ser Presidente de la República.

La Lista del Pueblo es una picadora de carne política en este momento. Cualquiera que acerque sus dedos se los puede pillar. Los que hayan leído Rebelión en la Granja, de George Orwell, ya sabrán de qué va esto. Se empieza diciendo que los que caminan en dos patas no son el pueblo porque son malos y perversos hasta que los cerdos se vuelven bípedos.

La gran cuestión es cuánto tiempo más aguantarán los demás grupos presentes en la Convención Constitucional las frivolidades e inconsistencias políticas de este grupo. Si se le permite a La Lista que se convierta en el actor protagónico de la Convención, se corre el riesgo cierto de que esta descarrile antes incluso del plebiscito de salida.

Esto no le debe hacer ninguna gracia a los grupos que están descubriendo que nunca antes se habían encontrado en una posición similar para condicionar la redacción de una nueva Constitución para Chile, como ocurre con los pueblos aborígenes o la izquierda comunista y frenteamplista. No pueden seguir arriesgándose a que las performances de Pikachu les arruinen la ocasión, aunque Grandón sea precisamente una de las que ha prometido que se aleja del desorden electoral que se ha apoderado de La Lista.

John Müller conduce Primera Pauta, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 07:00 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en www.PAUTA.cl.

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