JEAN-PHILIPPE TROTTIER
LA PROFUNDIDAD DIVINA DE LA EXISTENCIA Traducción de Agustí Nicolau
PRÓLOGO
Jean-Philippe Trottier lleva razón. Para muchos de nuestros contemporáneos, la indagación espiritual en nuestro mundo –a pesar de ser intensa– permanece en la invisibilidad. Si para ciertos católicos la deserción de la Iglesia en Occidente es obra de las fuerzas malignas de la modernidad, para la mayoría de periodistas y analistas de la actualidad solo se trata del fruto normal del progreso, que ha relegado las creencias obsoletas a la trastienda. Pareciera que los dos grupos comparten una concepción del catolicismo que, si bien fue habitual en la primera mitad del siglo XX, quedó amputada de su aspiración espiritual. De hecho, lo considerado como «habitual» es una vieja armadura de la que debemos despojarnos. Ello implica ir más allá de un cierto cristianismo artificial y moralizante y reencontrar y encarnar la fuerza del mensaje evangélico en nuestra época. Para ello, es preciso profundizar en la propia experiencia personal, que es lo que ha hecho Trottier. En esta obra estamos lejos de una apologética tradicional, pues el autor no intenta probar nada en base a proposiciones, sino que más bien intenta mostrar el sentido del Evangelio para un hombre o una mujer de nuestro siglo. Su método consiste en explorar ciertos aspectos de la condición humana por paradojas fundamentales, como por ejemplo el lenguaje, que es algo esencial pero que en sí mismo resulta incapaz de expresar nuestras experiencias más profundas; o la libertad,
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que a primera vista puede parecer una posibilidad de elección entre distintas opciones, pero que en realidad consiste en la capacidad de decir sí a una llamada en su nivel más profundo. Que esta llamada nos parezca que proviene de nosotros mismos o del exterior, o que uno sea ateo o creyente, no cambia nada de lo que es fundamental. El autor nos habla también del deseo de lo absoluto, de las turbias relaciones entre cuerpo y espíritu en el Occidente moderno y de muchas otras cosas. Jean-Philippe Trottier, pues, nos ofrece una lectura en paralelo de la condición humana y de la fe cristiana, considerando que se iluminan mutuamente. Para el autor, los enigmas de nuestra vida se comprenden mejor en los términos ofrecidos por el Evangelio, y las paradojas de la fe encuentran su pleno sentido en las estructuras de la vida. De esta manera, tenemos aquí una obra con una concepción de fe distinta a la dominante en nuestra sociedad y en sus medios de comunicación. No obstante, el autor no nos ofrece ningún sistema, prefiere indicar caminos donde las paradojas del hombre encuentren una resolución que ilumine nuestra ruta, aunque nos sea difícil de concebir. Jean-Philippe Trottier nos propone como puntos de partida: un aprendizaje de lo desconocido y un desaprender lo demasiado conocido. En esto se sitúa en la misma longitud de onda que el papa actual. Francisco, que es el papa de la misericordia y plantea que, para superar la escisión entre cuerpo y espíritu, es preciso invertir la relación entre fe y moral, subordinando la segunda a la primera, en vez de instrumentalizar la fe para «merecer» a Dios. Y en una serie de capítulos extremadamente ricos, nuestro autor intenta liberarnos de nuestros estereotipos sobre fe y no fe, y lo que las separa.
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A partir de aquí, se nos ofrece nuevas pistas de reflexión, no tan solo sobre el cristianismo, sino también sobre nuestra vida en pleno periodo de secularización. CHARLES TAYLOR