LUIS BENVENUTY
TE VAN A COGER las moscas siempre sobrevuelan la caca
Primera edición: febrero de 2019 © Luis Benvenuty Alcalde, 2019 © Ediciones Carena, 2019 Ediciones Carena c/ Alpens, 31-33 08014 Barcelona T. 934 310 283 www.edicionescarena.com info@edicionescarena.com diseño de la colección: Silvio García-Aguirre www.cartonviejo.net diseño de la cubierta: Rocío Morilla www.rociomo.com imagen de portada y de solapa: Llibert Teixidó maquetación: Raül Bellés corrección: Jesús Martínez www.reporterojesus.com depósito legal: B 28920-2018 isbn 978-84-17258-72-6 Impreso en España - Printed in Spain Bajo las sanciones establecidas por las leyes, quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización por escrito de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento mecánico o electrónico, actual o futuro —incluyendo las fotocopias y la difusión a través de Internet—, y la distribución de ejemplares de esta edición mediante alquiler o préstamo público.
A mi superhéroe favorito, Superguzmán.
La obra de Guzmán es conocida hoy en el mundo entero. Pero este gran artista siempre se mostró reacio a explicar los detalles de sus orígenes. Este libro trata de indagar en los traumas, los problemas y las desgracias que determinaron los primeros años de su vida. Las siguientes páginas se basan en los testimonios de las personas que lo acompañaron durante aquellos momentos tan difíciles ocurridos hace ahora dos décadas y media. La obra, además, trata de ser fiel reflejo del devenir de aquellos tiempos tan turbulentos que marcaron la transformación de esta sociedad. Los colores de los ojos de algunos de sus personajes fueron alterados, y algunos escenarios, conversaciones y acontecimientos, dramatizados a fin de proteger la intimidad de los otros protagonistas de la historia. Cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia.
chereleches: interjección, denota sorpresa, dícese cuando ocurre algo que 1 sabía que iba a ocurrir pero no cuándo.
PRÓLOGO Hoy ahora. Entonces de repente todo asaltado exclamé ¡chereleches! Ocurrió hace un momento después de muchos años. ¡chereleches! chereleches: interjección, denota sorpresa, dícese cuando ocurre algo que 1 sabía que iba a ocurrir pero no cuándo. Algo así recogería el diccionario si la Real Academia de la Lengua aceptara el término. La palabra oportuna no era ni recórcholis ni caramba ni mecachis. Sino chereleches. Hoy ahora hace un momento. La palabra que se inventó hace muchos años muchos años atrás. 1 tiene muy pocas oportunidades de usar la exclamación chereleches de modo correcto en su vida cotidiana. Yo estaba estoy como todas las noches de la mano de mis obsesiones paciencia rutinas fe... ¿cuál era el orden oportuno de estos elementos? El orden de los elementos es muy importante sí que altera el resultado. Las obsesiones paciencia rutinas fe son fundamentales sin obsesiones paciencia rutinas fe no puedes no... En mi almacén semisubterráneo con un ventanuco con vistas a la acera a los pies anónimos que vienen y van unos más lentos otros más deprisa todos enfundados en pares de zapatos diferentes. Yo acostumbro a dejar que mi televisión de tubo catódico me haga compañía durante la madrugada. La programación
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accesible mediante los televisores de tubo catódico es mucho más pobre que la de las televisiones conectadas a internet calificadas como inteligentes. Pero puedes ver lo que quieras sin activar ninguna alarma. A esta hora de la noche pasan a emitir vídeos de porno blando sin penetraciones explícitas acompañados de mensajes por palabras de personas que buscan desconocidos para mantener algún tipo de relación sexual, ya sea a través de sus dispositivos móviles con la aplicación We all are here! o en menos casos de una manera presencial. Qué clase de personas responden a otra que confunde la preposición a del complemento indirecto con el verbo haber. «Busco ha mujer de 35 años ke...» Y luego añaden «haber si nos gustamos». La cosificación de los seres humanos me relaja, ¿saben? La pornografía incluso la blanda prescinde de los sentimientos propios de las personas deja claro que no somos más que pedazos de carne en estado de putrefacción continua inexorable putrefacción. Las televisiones conectadas a internet calificadas como inteligentes son rastreables pero las de tubo catódico no dejan ninguna pista. Puedes sentirte a salvo. Las televisiones de tubo catódico no dejan rastro. Yo solía burlarme de la televisión con mi mujer. Únicamente uso mi dispositivo móvil para enviar mensajes cotidianos lo justo para no despertar las sospechas de los vigilantes. Una inacción exagerada en el uso de la app We all are here! podría interpretarse como un intento de esconderse tratar de ocultar el propio rastro. A cada rato actualizo la información de mi perfil público trato de hacer ver que mi vida merece la pena. Y por supuesto jamás empleo 2 veces un mismo ordenador prefiero acudir en cada ocasión a un locutorio diferente no
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me molesta hacer largos recorridos en metro todo lo contrario yo adoro los largos recorridos en metro pese a las molestias en mis esfínteres. Los largos recorridos en metro dibujan en el mapa una secuencia tan caótica que nadie trata de interpretarla. Además me hice con una identificación oficial de viajante de comercio cuanto más caóticos sean mis itinerarios más lógicos parecerán desde cualquier centro de control. Yo no soy de esos que va todas las mañanas al mismo lugar a la misma hora. Tampoco empleo 2 veces la misma cuenta de correo tampoco repito mis contraseñas. Tengo un sistema basado en la sucesión de Fibonacci. Yo estaba estoy en mi sofá rescatado de la calle en mi almacén subterráneo de madrugada memorizando mis notas con los preparativos de mis cometidos del día siguiente. Es una norma de seguridad memorizar todas tus notas y luego destruirlas no dejar pistas ninguna pista. Yo siempre me doy cuenta de todo. Mientras mis manos trataban de encontrar el dichoso mando a distancia el realizador de Metrópolis volvió a alternar una imagen de las manos del artista más misterioso de la actualidad. Me sorprende que aún transmitan Metrópolis. Un plano fijo que ocupaba toda mi pantalla sus pulgares tratando de acariciar las yemas del resto de sus dedos manchados de pintura incrustada dentro de sus uñas una y otra vez a toda velocidad una yema tras otra, como si su pulgar tuviera que asegurarse una y otra vez de que ningún dedo desapareció de manera inesperada mientras palpaba las otras yemas, para luego volver a empezar una y otra vez. ¡chereleches!, exclamé de repente me salió de dentro de repente de un modo reflejo automático.
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Hasta este momento jamás tuve la oportunidad de emplear la palabra chereleches al menos de emplearla de un modo apropiado oportuno y conveniente de emplearla de un modo ajustado a los parámetros que estableció mi hijo Guzmán en el momento de crearla. Sí que tuve la oportunidad en más de una ocasión de escuchar a Guzmán emplear la palabra chereleches de un modo adecuado ajustado a su significado. Pero yo nunca había podido hacerlo. Sus manos me lo dijeron todo, sus manos siempre me lo dijeron todo siempre trató de hablar a través de sus... Trastorno obsesivo compulsivo Toc, me dijeron un montón de veces como si la culpa fuera mía. Entonces se me cayeron mis notas sobre las rodillas, me puse a 4 patas a gatear hacia la pantalla de mi televisor de tubo catódico hasta acariciar la pantalla sentir cómo la electricidad estática atraía el vello de mi brazo... ¿Qué está diciendo? ¿de qué diantres habla?... ¿Dónde está el mando a distancia, recórcholis? Qué bueno volverte a ver después de tanto tiempo. Solté una carcajada de mentira muy falsa muy histriónica como si estuviera en compañía de alguien yo solía burlarme de la televisión con mi mujer. ¡Mira cómo se balancea el niño! adelante y atrás y todo el rato mientras insiste en contar cada una de las yemas de sus manos en asegurarse de que no le falta ninguna. Al menos ya no levanta la mano la pone a la altura de su cara mueve los dedos de un modo rítmico al son de sus palabras como si fluyeran de entre sus dedos. ¿Dónde está el dichoso mando a distancia? Una sombra oculta su rostro una capucha cae sobre su cabeza pero la posición de sus hombros la inclinación de su cue-
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llo me indica que no está mirando a su interlocutor a la cara a los ojos. ¡Por Dios estate quieto!, grito nervioso. Sonrío muy satisfecho. Qué bueno volver a verte después de tanto tiempo, hijo mío. No me extraña que quieras conservar el anonimato. Ja ja ja...