1 En selvas de plantas venenosas se pavonean los pavos reales aunque bellos jardines medicinales se encuentren cerca. Los pavos reales no encuentran agradables los jardines y crecen con la esencia de plantas venenosas.
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2 De la misma forma, los bravos bodisatvas2 permanecen en la selva de los intereses mundanos. No importa cuĂĄn alegres sean los jardines de placer en este mundo, estos bravos nunca se sienten atraĂdos por los placeres, sino que prosperan en la jungla del sufrimiento y del dolor.
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3 Gastamos nuestra vida entera buscando diversiones, temblamos de miedo ante el mero pensamiento de dolor; asĂ, puesto que somos cobardes, todavĂa somos miserables. Pero los bravos bodisatvas aceptan alegremente el sufrimiento y ganan con su coraje una verdadera y permanente alegrĂa.
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4 El deseo3 es aquĂ la selva de plantas venenosas4, sĂłlo los bravos, como los pavos reales, pueden crecer con tal alimento. Si seres cobardes, como los cuervos, lo probaran, por su codicia podrĂan perder sus vidas5.
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5 ¿Cómo puede alguien que se estima a sí mismo más que a los demás codiciar y tomar como comida estos peligrosos venenos? Si tratara, como el cuervo, de emplear otros engaños6, perdería probablemente su oportunidad de liberación.
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6 De esta forma, los bodisatvas son como los pavos reales; viven sobre los engaĂąos: esas plantas venenosas. Las transforman en la esencia de la prĂĄctica, prosperan en la jungla de la vida diaria. Cualquier cosa que se presente siempre la aceptan, mientras destruyen el veneno del pegajoso deseo.
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7 Vagar incontroladamente en los ciclos de existencia está causado por nuestro apego al ego como algo real. Esta actitud ignorante es la precursora del demonio de la preocupación egoísta que mira sólo por nuestro bienestar. Buscamos seguridad para nuestros propios egos; queremos sólo el placer y evitar cualquier dolor. Pero ahora debemos desterrar todas las obligaciones egoístas y tomar alegremente las penalidades para el bien de todos los demás.
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8 Todos nuestros sufrimiento vienen de nuestros hábitos de engaños egoístas, a los que prestamos atención y por quienes actuamos. Como todo compartimos esta trágica desventura, que se origina en nuestras costumbres estrechas y egocéntricas, debemos tomar todos nuestros sufrimientos y las miserias de los demás y sofocar nuestros deseos de interés egoísta.
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