

océano
una introducción al budismo jōdo shinshū
KENNETH K. TANAKA
Ediciones Dharma
Título original: Ocean: An Introduction to Jodo-Shinshu Buddhism in America.
1ª edición: Diciembre 2024
© Ediciones Dharma 2024
Elías Abad, 3 bajos
Apdo 218
03660 Novelda (Alicante) 96 560 32 00 pedidos@edicionesdharma.com www.edicionesdharma.com
© Diseño de la portada: Haruka Tanabe
Traducción: Enrique Galván-Álvarez
Revisión de estilo: José Alias
ISBN: 978-84-126036-9-9
Depósito legal: A 499-2024
Impreso en España
Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total ni parcial de este libro, ni la recopilación en un sistema informático, ni la transmisión por medios electrónicos, mecánicos, por fotocopias, por registro o por otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor o el propietario del Copyright.
ÍNDICE
y convenciones
Introducción: la historia del océano y el náufrago 13
Capítulo 1: El corazón del budismo, el tronco del árbol 17
Capítulo 2: El budismo hoy en día: una visión personal 35
Capítulo 3: El desarrollo del budismo: las ramas del árbol 45
Capítulo 4: Shinran Shonin y su humilde desafío 51
Capítulo 5: Legado histórico: diez momentos clave desde la India a América del Norte 63
Capítulo 6: El camino jodo shinshu, simple pero no fácil 87
Capítulo 7: Espiritualidad, la consciencia shinjin 103
Capítulo 8: El océano y el náufrago, una visión personal 117
Capítulo 9: El Buda Amida: ¿Un «Dios» budista? 127
Capítulo 10: La Tierra Pura: Su significado espiritual hoy en día 139
Capítulo 11: El karma: ¿por qué le pasan cosas malas a la gente buena? 151
Capítulo 12: Conducta: Las actividades cotidianas y la participación en el mundo 165
Epílogo: Vivir con naturalidad. Otro modelo budista 187
Anexo II: Cronología de la vida de Shinran Shonin
Anexo III: Kyosho. Preámbulo del jodo shinshu
Anexo IV: Las diez ramas de la escuela jodo shinshu
PREFACIO
Llevo soñando con publicar un libro introductorio sobre jodo shinshu (también llamado shin, shinshu o escuela de la tierra pura), una de las tradiciones budistas más extendidas y con una historia de más de un siglo en América del Norte, y de muchas décadas en América del Sur y Europa. En un principio comencé a escribir este libro para otros budistas jodo shinshu, pero a medida que el proyecto creció, sentí que debía ir dirigido a una audiencia más amplia.
He intentado que mis explicaciones sean simples, concisas, directas y accesibles para todo el mundo, incluyendo alumnos de secundaria. El formato de preguntas y respuestas surge de mi intención inicial, que era ofrecer una serie de orientaciones a los practicantes del budismo jodo shinshu. Este formato me permite usar un lenguaje informal y coloquial. Las dudas pretenden hacerse eco de muchas de las preguntas frecuentemente formuladas acerca del budismo jodo shinshu. El interlocutor puede ser cualquier persona que los lectores quieran imaginar.
Desde un primer momento, quiero manifestar que profeso un gran respeto por las religiones occidentales. No es mi intención criticar ni caracterizar negativamente a ninguna confesión religiosa. No pretendo que mis lectores interpreten mis comentarios sobre el budismo como una crítica automática a otras religiones. Esto no es un balancín, donde el elevar a una tradición religiosa implique que otra tenga que rebajarse.
El diálogo con gente de otras confesiones siempre me ha reafirmado en mi respeto por sus tradiciones. Creo firmemente en
el diálogo interreligioso, en el que he participado a lo largo de mi carrera profesional, impartiendo, por ejemplo, un curso universitario con un profesor cristiano y un profesor judío sobre sobre el diálogo entre confesiones. Nuestras sociedades, cada vez más diversas, necesitan de entendimiento mutuo y de transformación para sobrevivir. Como budista norteamericano espero que tanto mis compatriotas, como también la gente de Europa y América del Sur, estén abiertos a aprender más sobre una tradición que, a pesar de tener una historia breve en este continente, es parte del tejido religioso de este país, y, hoy en día, de muchos otros países del mundo.
Los contenidos de este libro expresan mi comprensión y apreciación personal de la tradición budista jodo shinshu, y no pretenden representar a ninguna institución concreta ni a su doctrina oficial. He intentado poner en práctica y equilibrio los dos antiguos principios de ser fiel a la tradición (en japonés, dento) y de expresar mi propia apreciación (en japonés, kosho). Este proyecto me ha ayudado enormemente a aclarar mi propia comprensión, y espero que los lectores lo encuentren fructífero.
Le debo mucho a numerosos individuos que me han animado y apoyado a lo largo del camino. Estoy profundamente agradecido a las siguientes personas por haber leído mis borradores iniciales y haber ofrecido valiosas sugerencias: Diane Ames, Barry Barankin, Stephen Browning, Anne Carlson, Kelsi Cell, Pastor Hajime Fujii, Karen Fujii, Steven Gasner, Walter Hashimoto, Ann Ishikawa, Ken Kaji, Andrew Kobayashi, Anastasia McGhee, Debbie Malone, Mary Ann Miyao, Brian Nagata, Paul Nagy, Kiyo Inada, Margie Oishi, Dale Schellenger, Catherine Shaw, Calvin Steimetz, Edward Thompson, Clifford Tokumaru, John Wardell y Margaret Yam. Es siempre reconfortante recibir el apoyo y la opinión profesional de otros sacerdotes de la escuela jodo shinshu. Aprecio enormemente los esfuerzos de los Reverendos Don Castro, Russel Hamada, Ron Kobata, Harold Oda, Kanya Okamoto y Dennis Shinseki.
Tengo una especial deuda de gratitud con Sharon Winters por sus minuciosas sugerencias editoriales y con Barbara Harrison por la ardua labor de digitalizar el manuscrito original. No alcanzan las palabras para expresar mi agradecimiento al Doctor Roy Mayhugh, por su entusiasmo y asistencia profesional en la edición del texto. También deseo expresar mi agradecimiento al Reverendo Bob Oshita y a los aproximadamente ochenta miembros del grupo de estudio del Templo Budista de Sacramento que se involucraron en mi proyecto editorial con entusiasmo, críticas constructivas y verdadero interés.
El apoyo económico a la publicación de este libro ha sido enorme. El libro ha recibido el apoyo de las siguientes organizaciones afiliadas con Buddhist Churches of America (BCA): Bay District Ministers Association, Bay District Buddhist Education Committee, y el Buddhist Education Committee of the Southern Alameda County Buddhist Church. Además me complace que este libro fue incluido entre los proyectos financiados por el Propagation and Research Committee of the B.C.A Ministers Association. Además, este proyecto no habría visto la luz sin la generosa financiación de la bolsa de estudios Sunao Kikunaga, el Sudhana Memorial Fund, la Federation of Dharma School Teachers League y el Rev. G. Kono Memorial Scholarship Fund. Estoy en deuda con los donantes de la Rev. Yoshitaka Tamai Professorial Chair, los miembros del Templo Budista de Southern Alameda, y el Institute of Buddhist Studies, por los puestos de trabajo y oportunidades profesionales que me permitieron finalizar este libro.
Por último, me gustaría agradecer al Rev. G. Kono Memorial Scholarship Fund por su generoso apoyo, que nos ha permitido ofrecer esta traducción al mundo de habla hispana.
INTRODUCCIÓN:
LA HISTORIA DEL OCÉANO Y EL NÁUFRAGO
Recuerdo una charla de Dharma (o sermón budista) que contaba la historia de un náufrago que andaba perdido en el océano. No logro recordar el nombre del monje o sacerdote que dio la charla. Me gustaría poder mencionar su nombre, pero se me escapa. Quizás el hecho de que nos nutren y enriquecen más las impresiones inconscientes que los recuerdos claros y destacados, sea parte natural de todo proceso de desarrollo religioso.1 He elaborado la historia un poco con el fin de expresar a través de ella la esencia del budismo jodo shinshu: su doctrina y espiritualidad. Ésta es la historia, una metáfora oceánica.
Un barco parte de noche del puerto de una isla tropical. Después de varias horas en altamar un marinero cae por la borda. Nadie en el barco se da cuenta de que falta un tripulante. El agua está fría, el mar está bravo y el cielo está tan oscuro que da miedo. El náufrago chapotea nervioso intentando mantenerse a flote.
Entonces comienza a nadar hacia una isla que había visto antes de caer por la borda. Ha perdido todo sentido de la orientación, así que no sabe si va en la dirección correcta. Aunque es buen nadador, sus brazos y sus piernas empiezan a cansarse. Sus pulmones también están agotados y empieza a jadear por faltarle el aire. El náufrago se siente perdido y completamente sólo en mitad del océano. Este podría ser su fin. A medida que la desesperación se apodera de él, sus fuerzas se le escapan al igual que la arena se desliza por un reloj de arena. Empieza a ahogarse en el agua que
le abofetea la cara y siente cómo su cuerpo se hunde cada vez más.
En ese instante escucha una voz que proviene de las profundidades del océano, y que le dice: «Relájate. Abandona tu esfuerzo. Estás bien, tal y como eres. Namo Amida Butsu».
El náufrago escucha la voz y pone fin a su esfuerzo inútil de intentar nadar con sus propias fuerzas. Entonces se pone boca arriba con sus extremidades estiradas como si estuviera en una hamaca en su jardín, descansando en una perezosa tarde de verano. Lo llena de alegría el haberse dado cuenta de que el océano lo mantiene a flote sin que él tenga que hacer esfuerzo alguno.
Ahora, el agua le parece cálida y el mar en calma. El océano que parecía dispuesto a tragárselo ahora lo acaricia. Se siente feliz y agradecido de saber que está bien. Se da cuenta también de que nunca ha dejado de estar bien. Simplemente no era consciente de ello. El océano no ha cambiado en absoluto. Al cambiar su mentalidad, la relación del náufrago con el océano se transformó. El océano pasó de ser un enemigo peligroso que lo atemorizaba, a convertirse en un amigo que lo abraza y sostiene. El náufrago sabe también que no puede seguir flotando para siempre en medio del océano. Si no tuviera obligaciones, quizás podría permitirse el lujo de quedarse donde está y reposar en esta calma dichosa. Pero el recuerdo de su esposa y sus hijos pequeños, esperando nerviosos su retorno, le hacen querer volver a la orilla. Entonces comienza a nadar de nuevo, pero con una diferencia clave. Ahora se fía del océano como si fuera un ser querido que lo cuida y protege. Sabe que cuando se canse, puede relajarse y el océano lo mantendrá a flote. Más importante si cabe, el náufrago sabe ahora que cuando nada no lo hace con sus propias fuerzas, sino que es la fuerza del océano la que lo hace flotar. Sí, es él el que mueve brazos y piernas al nadar, pero ha aprendido que puede flotar sin necesidad de esforzarse.
Ahora que se siente seguro en los brazos del mar, el náufrago puede concentrarse en encontrar la isla. Estudia la posición de las
estrellas y la luna y la dirección del viento. Usando sus destrezas de marinero se puede imaginar dónde está la isla y se dirige hacia ella. Este nadador no tiene garantías de que va por buen camino, pero ahora tiene la certeza de que el océano no lo dejará ahogarse y de que al final logrará llegar a la isla. Agradecido por esta nueva seguridad y alegría, el náufrago se oye a sí mismo diciendo «Namo Amida Butsu».
Esta historia sintetiza la esencia de la espiritualidad jodo shinshu. El náufrago simboliza la condición humana que el Buda lúcidamente describió como «el hecho de que todos experimentamos sufrimiento». Nuestra respuesta instintiva es intentar nadar lo más lejos posible de nuestros problemas, pero aunque seamos fuertes y estemos bien entrenados, nos es imposible nadar hasta la lejana isla. Por más que lo intentemos, nuestro esfuerzo es inútil. Es en ese momento, sentimos la llamada que nos invita a abandonar nuestra lucha y a confiar en el océano. El resultado es un cambio dramático, en el que experimentamos alivio, alegría y lucidez. En el seno de esta transformación espiritual, que el budismo jodo shinshu llama «consciencia shinjin», nos invade una sensación duradera de bienestar y un espontáneo deseo de ayudar a los demás a ser felices.
A Shinran Shonin (1173-1263), el fundador de la tradición jodo shinshu, le gustaba mucho la imagen del océano. Por ejemplo, se refiere al océano para describir su situación desesperada y lamentarse por su falta de lucidez:
Yo, Gutoku Shinran, soy consciente de cómo de doloroso es vivir hundiéndome constantemente en el inmenso océano de las ansias y los apegos, y de andar siempre perdido en las profundas montañas de la fama y el lucro (CWS, I, p. 125).
La misma imagen del océano expresa, por otro lado, los aspectos de alegría y liberación de la vida espiritual de Shinran, cuando habla, por ejemplo, de la «promesa original que es amplia como el océano» o del «mar de los méritos inconcebibles». En otro pasaje, Shinran exclama:
Qué feliz soy, mi corazón y mi mente se hallan enraizados en la tierra de Buda que es la promesa universal, y mis pensamientos y emociones fluyen en el seno del inconcebible océano del dharma (CWS, I, p. 291).
Este es el trasfondo. El significado de algunos de los términos usados hasta ahora puede no quedar del todo claro, pero los iré explicando poco a poco. Ahora comencemos por responder algunas de las preguntas que a menudo formulan tanto estudiantes como practicantes.
