UN DRAGON EN LA OFICINA

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Un dragón en la oficina

Jorge Eduardo Vélez Arango NOVELA


Título:

Un dragón en la Oficina

Autor:

Jorge Eduadro Vélez Arango

Correción:

Juan Carlos Urrea

Editor:

Ediciones El Hontanar

Manizales - Colombia

Ilustración, Foto, Portada y Diagramación:

juancarlosurreabotero@hotmail.com

Impresión y diseño:

Ediciones JCU

Calle 69B 27A-56. Teléfono 8876252

Manizales - Colombia


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ire usted: ahí está el patio. Ayer vi al dragón junto a aquel arbolito de guayabas. Hace pocos días que yo trabajo aquí en la Casona del Instituto de Cultura. Soy promotor de artistas. Y yo, también, soy artista. Escritor. Otros dicen que estoy loco: están equivocados, tal como lo comprobará usted leyendo ésta novela de la auténtica vida real. Y dicen que estoy loco porque vi ayer al dragón ese. Claro que si usted lo dice, y lo comprueba, que verdaderamente sí -en la realidad-, que sí existen (los locos), pues, vaya y venga……tendrá su persona razones propias y respetables. -Vea…: lo importante para mí es que usted aprenda a leer, que dialoguemos, que hablemos, en fin… 3


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-..¿No es cierto? Que este mundo se desenloquesca. Creo que en este momento he inventado ésta última palabra “desenloquesca…” Es que uno puede inventar palabras, ficciones, etc., sin tener nada de esquizofrénico. Soy escritor, amigo mío. Quiero que, con su ayuda, dejemos esa maldita maldad… la de las brujas y brujos, por ejemplo. Es que, como dice un adagio popular… “que las brujas existen, existen…., aunque no haya que creer en ellas”. Tal como existe el dragón que se pasea por esas oficinas del Instituto donde trabajo ahora. -Óigame bien: la diferencia entre el equivocadamente llamado “loco” y el artista es muy sutil: es simple cuestión de genialidad . Que ellos, los siquiatras, crean en eso de la supuesta demencia mía, no me afecta personalmente: yo simplemente soy artista, como usted aquí lo ve. -Pero…., perdón le hago una pregunta: ¿cree usted sinceramente en la existencia de los dragones, en lo que yo le estoy contando? -Si no lo cree, abandone la lectura aquí, por favor. Si lo cree, y sabe que me calumnian, que la locura no existe, sígame. Le será útil a su persona. Se lo aseguro. 4


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- Vea: quiero que sea su persona misma quien juzgue, al fin y al cabo, estas páginas, que interprete sobre mi supuesta “locura” -cruelmente imaginada por ellos, por los que se las dan de siquiatras- como el forense que me “vio” hace unos cuatro días y quien me remitió, dolorosamente para mí, a un Hospital psiquiátrico. Para mí es usted tan importante que solamente su persona, leyéndome así, puede salvarme de semejante exabrupto de la demencia, de este calumnioso estigma. Ello es un pecado. Quiero que comprenda que el loco es quien quiere ganarse un dinero al declararme, según sus términos, dizque “interdicto”... malas influencias. ¿Y que es eso de “interdicto”? Ya lo verá….... Soy, simplemente, escritor. Para prueba de ello, he publicado más de 30 libros, con la ayuda permanente de mi esposa. Y voy a meterlo a usted desde ahora en ésta historia.

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e cuento confidencialmente el asunto de fondo: es que aquí mataron a un novelis-

Pero, y, ¿quién lo asesinó? -¿Me ayuda, por favor, a descifrarlo? -¿Será el tema…de esta historia…. una investigación sobre el asesinato del escritor, amigo lector? -Y, ¿quién es el protagonista principal de esta historia? -¿Usted? -¿Yo? -¿El dragón? -¿Mi imaginación? -¿Es real esta historia? -Si, lo es realmente, porque es eso: una historia… Todo es verdad.

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ermítame ahora describirle cuáles fueron los personajes que pudieron ser los victimarios del escritor. Me cuenta el anciano vecino de ésta casa, quien tiene una pequeña tienda de abarrotes y quien es mi fuente primaria para tener veracidad absoluta sobre los acontecimientos que, la noche del crimen, había seis personas jugando cartas en la habitación, en ésta habitación que es mi lugar de trabajo hoy. Es labor de los detectives de la ciudad. Quizás un viajante de comercio, vendedor de libros electrónicos, mató al escritor… Pues bien, alrededor de una mesa redonda de caoba estilo Luis XVI, estaban sentados: Anatolia, la ama de casa, quien tiene unos setenta años y es poseedora de una cuantiosa fortuna, un amigo suyo, excombatiente del ejército colombiano contra los narco/guerrilleros, hombre de unos treinta años, un “dandy”, poeta e importador de artículos de lujo. A su lado jugaban al Póker esa noche otro amigo de Anatolia, un torero retirado quien había inaugurado la plaza de toros de la ciudad, una beata también multimillonaria, solterona, un viejo escritor humorista que hacía las delicias de aquel grupo con 7


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sus chascarrillos y salidas de tono que bien le celebraban sus amigos... y el vendedor de programas de libros electrĂłnicos.

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e pregunto: ¿Es que los psiquiatras no leen novelas? ¿Quién creen ellos que fue un tal Cervantes? ¿Un loco, o un genio? Y su ética, de algunos de ellos, ¿dónde está? ¿Dónde su buena fe de psiquiatras? ¿Cuáles son las relaciones entre la literatura, la imaginación y la realidad? El trabajo del escritor: ¿quién lo paga en esta época internética? -Tal vez usted, amigo: ¿Cierto que usted no es un asesino?

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ero, hablemos del asunto del dragón. Y del caso que nos ocupa. Es que aquí en la mansión, precisamente en la habitación que hoy sirve de oficina para mi, hace unos años, como bien le cuento, hubo un asesinato. Aquí mataron a un novelista, le repito. Parece que ello ocurrió por el asunto de una novela suya, que guardaban celosamente los inquilinos de ésta casa . Es una novela sobre un tesoro escondido en esta casona. Habla el relato de un mapa del sitio donde está escondido el tesoro. Se cree que hubo una agria disputa mientras jugaban a las cartas esas personas, disputa por poseer el importante documento novelesco. Fue por un “As de corazones”, que alguien tenía tramposamente guardado entre la manga de su camisa. Hay inspectores quienes dicen que el asesino fue el mismísimo dragón. Eso creo yo también. Lo cierto es que yo, como empleado de éste Instituto, padezco las consecuencias de ese crimen pues, con mucha frecuencia, mientras estoy concentrado en mis labores oficinescas, escucho extraños ruidos aquí en el pasillo, en el corredor de tablas que rodea ésta mansión. 10


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Es como si un fantasma, el fantasma mismo del escritor, se pasease en sombras al caer la tarde por los rincones de éste sitio, lamentándose musicalmente, mientras acompañan, de fondo, a sus lamentos, las notas de una desconocida sinfonía de Beethoven, la que se oye claramente entre las paredes de la casona. La verdad es que estoy a punto de renunciar a mi cargo, aun cuando espero pacientemente mi jubilación. Y lo cierto es que debo estar aquí hasta ese anhelado día cuando pueda dar rienda suelta a mi imaginación de artista sin las ataduras del Estado. Entre el ESTADO y los escritores hay diferencias. Ayer me dijo el jefe: -Poeta, usted está delirante... El saurio mitológico es sólo producto de su imaginación. Concéntrese mejor en sus funciones burocráticas. Pero yo estoy tan seguro de que el dragón existe como de que estoy vivo. -Eso puedo asegurárselo a usted. No hay derecho de juzgar a nadie de loco. Ello de la imaginación desbordada, de escribir ficción, novelas, no es pecado. 11


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Yo, por equivocación, por no comprenderse bien por otros lectores mi talento, en tres oportunidades he estado dolorosamente recluído en la clínica siquiátrica. Claro que dicen de nosotros los escritores que vivimos fuera de la realidad, qué se yo. Pero, al fin de cuentas: ¿qué es la realidad?, ¡¡Vaya usted a saber quien puede decirlo con certeza!! Decía Shakespeare: “Todo es verdad”. Alguien decía también, sabiamente, que lo imaginado es tan real como el palo de un árbol o como una piedra. Uno a veces tiene pesadillas y despierta llorando. Las vive en el alma. Por ejemplo mi verdad en este instante, es que yo estoy mirando el árbol de guayabas que esta en este patio y que mi destino es ineluctable vivencia en este momento: ahí está el arbolito y un pajarillo se posa ahora en una de sus ramas. Eso es real, eso es verdad, eso existe. Traiga usted una cámara de fotografía y lo comprobará. El pajarillo canta con su voz casi inaudible. Yo lo escucho. Quizás mis compañeros de oficina no lo estén escuchando, pero no por ello deja de ser real. 12


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Igual cosa ocurre con el dragón: si el jefe no lo ha visto, ello no implica que sea una ficción, que sea una mentira su presencia en esta casa. Y si no se han enterado de lo del asesinato, tampoco es culpa mía, ni quiere ello decir que el hecho no haya sucedido. Lo cierto es que aquí mataron a un escritor. Concretamente a un novelista quien escribió una obra sobre un tesoro escondido en esta casona de trabajo cultural .

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mí personalmente me ha contado un vecino de esta mansión que todo ocurrió una tarde en que jugaban a las cartas, exactamente al póker, Anatolia, la casera, y los invitados suyos. Y que él, el vecino, escuchó una discusión acerca de una novela cuyo tema es sobre un tesoro -oro quimbaya- y una pintura, la pintura de un pintor de un pueblo quien, con una lanza en ristre, ha vencido a un dragón, precisamente. El cuadro está colgado en la oficina del contabilista de este instituto. El oro no ha sido aun desenterrado. En cuanto a la muerte del escritor, el vecino no cree que haya sido el dragón quien con un zarpazo de sus temibles garras le haya dado muerte... -Quiero contarle que aquí laboramos actualmente catorce personas. Creamos Cultura en la región. Y quiero decirle, también, que ayer vino el inspector comarcano que tiene asignado el caso. Ha estado tomando pruebas por todos los rincones. 14


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-A propósito del fantasma, quiero contarle a usted que yo soy un apasionado de la música de Ludwig van Beethoven. Sobre mi escritorio-como Secretario general- tengo un pequeño aparato de sonido y escucho con alguna frecuencia las obras del genio, especialmente una llamada “Las arpas”. Le decía que espero mi jubilación para dedicarme por entero a crear ficciones. -Lea una cosa muy importante: Creo en la terapia psicológica que contienen las ficciones para curar las bien o mal llamadas enfermedades mentales, las del escritor y de los lectores. -Póngase un antifaz, léase un libro, actúe, escuche música. Es que tanto usted, como yo, tenemos modos psicológicos distintos, patologías mentales. Nadie es perfecto. Yo tengo mis problemas, mis patologías, pero no existe la locura. Los siquiatras las tienen, sus patologías, también, y se sicoanalizan entre ellos... Somos “mundos”, “universos” mentales, en comunicación. Estoy seguro de que usted terminará curado, sanado, al leer ésta novela. 15


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Le aseguro que no tengo nada de loco: soy artista y he escrito varias novelas. Esta es una de ellas. Además, ¿Qué es eso de la “locura”? No existe.

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sta mañana, poco más allá de las ocho, hora en que ingresé a mi trabajo, vi al dragón: tiene unos tres metros de largo, su piel es escamosa, tiene largas uñas afiladas, sus ojos brillan y posee fauces inmensas que contienen unos colmillos aterradores. -No vaya a creer usted que es uno de esos monstruos míticos con alas y que vuelan como lo cuentan las idealizaciones de los cuentos de hadas. No. El de aquí es verídico, tan auténtico como el gato que por los tejados de ésta edificación caza ratones diariamente. Se arrastró el reptil junto al árbol de guayabas y entró al corredor de piedra. Por ese corredor, hace cien años, cuando se construyó esta casa, entraban las mulas cargadas con objetos traídos de Europa y desembarcados en el puerto de Buenaventura, en el Océano Pacífico de Colombia. Así trajeron este piano que está aquí en el corredor de tablas. Los primeros moradores de ésta casona eran importadores de artículos de lujo.

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-Le parecerá increíble a usted, pero ésta mañana noté algo muy desagradable en uno de los cajones de mi escritorio: hallé el legajo de papeles que contiene el borrador de un trabajo mío, completamente destruido a dentelladas. No hay otra explicación posible a la de que el dragón se tragó literalmente las páginas del preciado documento. ¡¡En qué apuros me vi para explicarle al Jefe que fue el dragón y no yo quien hizo el daño!! Nuevamente me ha tildado el médico de estar enfermo, con la consecuente amenaza de pedirle al director mi renuncia. ¿Qué culpa tengo yo por los destrozos del animal? -Pero, observe usted con atención: Hay una prueba fehaciente de la existencia del saurio gigante: las huellas de sus larguísimas uñas que son como unos afilados garfios y que él deja como si quisiera patentar su presencia en todos los lugares que visita. -¿Cómo es?

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ablando de estas cosas diarias, cuotidianas, Gloria, una compañera de trabajo a quien cariñosamente llamo “Glorita” me ha traído un tinto mañanero. Son las ocho y treinta y ella lo hizo con mucha comprensión y percepción psicológica como para que yo me calmase por lo sucedido. Lo grave es que hay que repetir el borrador del programa de la Institución y eso llevará tiempo. Pero lo más serio de éste asunto y lo que ha ido paulatinamente tomando profundidad es lo relativo a mi posible enfermedad psicológica. Digo, en mi defensa que, si no soy un genio, si soy lo bastante sabio, eso sí, para tratar de ser un buen hombre. Estoy triste por la enfermedad de mi hijita. Yo le repito a usted, casi le suplico, que me entienda, que analice mi caso por el lado verdadero y único: el de diagnosticar que yo simplemente soy un literato, un creador de ficciones, un hombre que imagina argumentos sacados de la realidad más prosaica y rampante, y no un desadaptado de la sociedad. Claro que sufrí de serias confusiones durante unos años por la muerte de varios seres queridos. 19


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Pero la tristeza no es locura ni es pecado. Quiero contarle que en una de las tres ocasiones en que estuve recluido en la Clínica siquiátrica, y mientras estaban reunidos en torno a mi tres siquiatras, uno de ellos, diagnosticó con aire un poco soberbio, alzando su cabeza como para darse las ínfulas necesarias: -Este paciente “elabora”-dijo sentenciosamente a sus colegas-. Pero yo, para mi magín, pensé, ¡Cómo confunden los siquiatras entre el delirio patológico de un enfermo y la lucidez creativa de un artista de la palabra! Parece que no conocieran la célebre distinción que hace nada menos que el genio de Sigmund Freud, descubridor del psicoanálisis, entre un neurótico y un artista. Ignoran esos siquiatras que el Dr. Freud escribió en su libro “Más allá del principio del placer” que el enfermo mental, el neurótico, da vueltas a un asunto sin encontrar la salida nuevamente a la realidad, en contraposición al talento del artista que regresa a la realidad pero trayendo una obra artística ya plasmada. Y de los talentos bien utilizados habla el EVANGELIO. Los artistas novelistas evidentemente elaboramos, laboramos. Seguramente ellos no han leído ninguno de mis treinta libros publicados. Ojala lean éste, 20


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para que se convenzan de mi verdad. Especialmente uno sobre la creatividad. Y es que mi alegato con el Jefe sobre mi lucidez, sobre mi absoluta cordura lo sustenté en mi propia casa donde le invité en días pasados a ver National Geographic, una revista donde hay unas fotos de los dragones actuales en Irlanda. Ninguna duda queda de que esos animales viven, habitan el planeta. Yo creo definitivamente que los locos son los otros, aquellos que no creen en los dragones... En estos días hallaron en Neira unos huesos de dinosaurio, antepasado de lo mismísimos dragones.

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uál fue el criminal que mató al novelista?

¡¡Ah!!, pero falta mencionar al principal protagonista del crimen -a mas de la pobre víctima- protagonista que, si bien no sabía jugar a las cartas, sí estaba interesado en participar, aun cuando fuese de una manera violenta en la reunión de esa nefasta noche: el dragón. Cabe decir aquí que el Jefe me ha preguntado, con hálito de dejar rodar mi creatividad libremente y dándole una interesante muestra de confianza a mi imaginación, sobre cuál línea cultural deberíamos darle al Instituto. Yo, sin darle muchas vueltas a la cosa le respondí, entusiasmado: -Démosle al Instituto la línea cultural colombiana, por ejemplo… -Sí. Escribe sobre eso -me había contestado, animado y como encontrando una respuesta satisfactoria para definir el rumbo de las políticas culturales que debería seguir el gobierno-. Durante las jornadas oficinescas cotidianas de nosotros los trabajadores del Instituto, también el público en general puede apreciar exposiciones de pintura de cuadros colgados en 22


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las paredes de cal, así que permanentemente hay espectadores en la casona. De manera igual, el Director ha estimulado la creación de una Orquesta que interpreta generalmente música clásica y que está compuesta por varios violines, y varios contrabajos y violonchelos esencialmente. Ellos tienen sus ensayos en un pequeño teatro que da al patio de atrás donde -según se dice- Anatolia esconde su tesoro. Allí se representa un obrita mía llamada “Las transformaciones”-kármicas- …budistas… es un hombre en una jaula, con solo un espejo… Es un obra de teatro/ballet… yo creo en varias vidas. En la evolución de cada ser.

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ncluso, dicho sea de paso, ese tesoro de Anatolia no ha sido hallado aún. Ese es uno de los misterios que contiene esta mansión. El violinista mayor y director de la orquesta ha preguntado en estos días sobre la extraviada novela que dio origen a todo este caso, con el ánimo de reservarse su interpretación. La verdad es que yo también ando buscándola con verdadero afán de seguidor apasionado de esa misteriosa obra... El director me ha ofrecido promoverme si yo la logro encontrar. Y a fe que ello me ha motivado para llevar por mi cuenta las indagaciones sobre el crimen y sobre el lugar recóndito donde puede estar el famosísimo documento, esa novela guardada en un cofre con joyas indígenas. He escarbado, he levantado tablas, he hecho rotos en las paredes de bahareque…

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e ha convertido este caso en un verdadero acontecimiento mundial, precisamente por ser justamente el escrito del genio. Tan encumbrado ha llegado a ser el caso que nos ocupa, internacionalmente, que hace varios meses han venido llegando agentes del FBI de los Estados Unidos, de la Scotland Yard de Inglaterra -por lo del dragón- y de la NKGB rusa para hacer sus respectivas investigaciones sobre el paradero de la novela y con ello necesariamente sobre la existencia del dragón, mi propia supuesta enfermedad psicológica y la muerte del escritor. Me han estado interrogando unos y otros pero yo me he limitado a decirles que simplemente yo soy un narrador que cuenta sucesos a veces reales, a veces imaginados -eso sí, muy trabajados realmente- según lo que mi capacidad creativa produzca.. En lo único en que les he cedido la razón de mi posible alienación mental es con respecto a una obsesión que guardo desde tiempo atrás: el hecho de querer ser Premio de Literatura. Es normal tener aspiraciones. Incluso hay un Concurso de novela para averiguar donde duerme el dragón. Pero, de lo que si estoy seguro es de ir ganándome el Cielo. 25


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Esa si es una ambición de mi cerebro, de mi alma. ¡¡Ah ingenuos sueños de grandeza acariciados desde la infancia con esperanzada y amorosa paciencia!! Como aquel, propio de casi todo autor que se respete, de ser galardonado con un Premio de Literatura (que en el caso personal debería serme otorgado junto con el de Economía). ¿Patología personal mía? Pero va pasando la vida y va viniendo la muerte “tan callando” sin que se concrete ese sueño. La vida es implacable y no perdona que nuestras aptitudes sean inferiores a nuestros esfuerzos. Pero, a fuer de obligatoria adaptabilidad, va uno adecuándose a la realidad monda y lironda de ser un parroquiano del montón al que le pasan los meses sin pena ni gloria. Es que mirando yo aquí, en esta “Cafetería la Cumbre”, observando el pequeño calendario en cartulina que me ha obsequiado el dueño del establecimiento y que reza pomposamente “Felicidad y suerte” titulando a una herradura de plata y unas rosas bien dibujadas en el anverso donde se marcan los meses y los días del año 2002, no tengo más remedio que entregar26


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me a la resignación de no haber escalado ese altísimo puesto en el mundo universal de las letras. Entre tanto pienso en ello, el vecino de mesa toma despaciosa, saboreadamente su café matinal mientras habla con su contertulio de los más nimios problemas de su diaria existencia. El jamás, seguramente, se preocupó por esto de ganarse el Premio de Literatura. Nunca debió a él pasarle por la mente tal suceso, ni movió un dedo de su mano para escribir una sola palabra que condujera a tan vanidoso cuan ilusorio fin. Pasan los años y va viniendo silenciosa la hermana muerte. Y uno se va quedando con sus sueños, atravesados entre pecho y espalda. El insalvable paso del tiempo no exime ilusiones sino que las atropella despiadadamente. Las frustraciones van llegando ineluctablemente; y contra ello no puede ni el más megalomaníaco querer. Pero bueno, en la mediocre vida de los hombres comunes y corrientes también se respira. Incluso algunos de ellos viven más felizmente la existencia, cumpliendo apenas la satisfacción de las necesidades elementales. Depende, eso sí, de la dosis de resignación que se le sepa poner al asunto. Que no falte un pedazo de pan sobre la mesa, que el vestido -sin ser el de última moda- no 27


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esté roto, que la energía eléctrica aun alumbre la escueta habitación familiar aun cuando el teléfono ya no timbre y el automóvil que se poseyó ande ya en manos de un oportuno comprador y que las fiestas ya solamente pertenezcan al dulce recuerdo. Empezar a andar las calles de la ciudad que siempre me cobijó, andarlas con los inicios de la vejez en busca de los amigos que fueron compañeros de farra de la ardiente juventud para hacer tertulia con ellos y hablar mal siempre de los gobiernos y bien de las novias que fueron comunes y que hoy están casadas con tipos tan afortunados como uno, en fin. Pero desde esta “Cafetería la Cumbre” también se puede ser feliz tomando lentamente el cafecito mañanero y riéndose un poco de la vida, para los adentros, serenamente, mirando pasar la niebla dentro del anonimato y la falta de protagonismo, pretendiendo simplemente tener el alma del color de la niebla y queriendo dejar una huella sobre el mundo, huella de carencia de la codicia que generalmente afecta a tantos hombres más famosos que uno. Sí. ¡¡Eso!! Dejar la huella de haber amado a nuestro prójimo, simplemente. Y que el Premio literario, añadido al de Economía se lo ganen quienes sí lo merecieron. 28


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Lo que sí me preocupa es que la Junta Directiva me crea desquiciado por lo del dragón. Y me despidan del empleo.

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ueno, pues ya pronto viene mi pensión y podré escribir libremente sobre lo que quiera, sin sentirme amordazado por el ESTADO como promotor cultural de esta dependencia. Claro que ellos jamás me han insinuado sobre cuál tema deba o no escribir, pero en mi inconsciente sí guardo represiones que me impiden dar rienda suelta a mis palabras contra el Estado. Incluso realicé un cortometraje “El parricida”, cuento mío, en cine. -Hablando de política, le confieso a usted que yo soy, digamos, socialista pues, como me gradué en Administración de Empresas y soy cristiano, pues necesariamente he de ser defensor de los más débiles habitantes de mi patria. Pero por ahora prefiero callar contra los extremos conservadurismos y neoliberalismos pues mi instinto de supervivencia prima para no perder el empleo. Político si no lo he sido, pues soy empleado... Con frecuencia camino por el corredor y vengo hasta esta puerta que da al patio, en este segundo piso, junto a la cafetería donde “Gloria” nos reparte los tintos. Hay allí un par de pajaritos “azulejos” que tienen un nido entre 30


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una teja de barro de la casa de enseguida. De allí vuelan al arbolito de guayabitas, al que he dado en llamar el “árbol del bien y del mal” porque, en mis tiempos libres suelo hacer filosofía sobre la ética del ser humano y escribir para algunas revistas literarias unos pequeños ensayos sobre el tema. Pero, no nos pongamos tan trascendentales, tan profundos, sino más bien tomemos la vida de una manera más descomplicada, más como la comedia que a veces es, menos dramática, aunque en el drama también hay belleza y felicidad. Le cuento que he escrito también alguna novela humorística pero le advierto que soy más bien un escritor dramático, que no poseo la vena humorística de mi abuelo, quien era escritor del género costumbrista y, él sí, con gran sentido para elaborar literatura de aquella que mueve a la risa descomplicada, expansiva y alegre. Desde luego que yo sí le heredé ésta vocación, que ella me viene por genes suyos.

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speremos a ver cómo andan las investigaciones de los detectives, especialmente de los de la NKVD rusa, y las de los propios que son como los más preocupados por saber el desenlace de la historia. Para mí, el autor material del asesinato del novelista fue el dragón. Sin embargo, no piensan lo mismo los detectives quienes también implican en el hecho a otro personaje que habitaba la casa esa horrible noche: un filósofo quien también era pintor y que habitaba como arrendatario una pieza amplia que daba a la calle. El no jugaba al póker pero sí era inquilino permanente de la casa y no es de descartar por parte de los fiscales su directa participación en la muerte. Lo que hace pensar a los detectives en su presunta culpabilidad era su extrema pobreza, de la cual salía de cuando en vez mediante la venta de uno de sus cuadros, que son pinturas especialmente de transfondo religioso: imágenes del corazón de Jesús, o en sí religiosas en todo caso. Y, otro indicio que podría señalarle a él como el victimario, es la nada recomendable adicción al cigarrillo, que consumía con frecuencia dado su temperamento hiperestésico, sumamente sensible, enfermizo y 32


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genial por lo artista, diríase. Era un místico, paradójicamente de tendencia socialista, seguidor de la corriente política del socialismo católico. En el momento de la muerte, él debía más de seis meses de pensión a la vieja Anatolia... E incluso, tuve la ocasión de jugar algunas muy interesantes partidas de ajedrez con el pintor, las que matizábamos con sustanciales conversaciones sobre temas filosóficos. Su hijo, un hombre también de naturaleza genial, le heredó las dotes para la pintura. Pero además de ese talento, el hijo del pintor era músico: guitarrista exactamente. Su familia y la mía siempre fueron muy cercanas en sus gustos por el arte como que mi madre, que fue pianista, tocaba a cuatro manos con la del abuelo del guitarrista, hijo del personaje de marras que vivía en ésta casona de la Cultura donde yo laboro actualmente. Pues, y note usted cómo es de pequeño el mundo -del tamaño de un puño dicen por ahí-, que el hijo de aquel filósofo y pintor es hoy mi propio profesor de guitarra. Y más aun, me es necesario hacerle a usted, a quien ya estoy teniendo confianza como para dejarle a su oído mis más hondas confesiones, entrega silenciosa de una de ellas, quizás la más importante de toda ésta historia: 33


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-¡¡ Yo robé la novela!! ¡Yo! -¿Podría usted creerlo? No había sido capaz de confesarle a usted la verdad. Y, quiero añadirle en tono absolutamente confidencial: la he traspasado a mi profesor de guitarra para que la hunda en el fondo mismo de los cimientos de su casa. Allá estará segura de las pesquisas de tantos buscadores de la región y del exterior. Nadie podrá imaginarse que mi maestro de guitarra la tenga en su poder.

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, para recalcarle a usted cómo es de pequeño este mundo que habitamos, es preciso que le cuente que, quien trajo a Manizales el piano que me dejó de herencia mi madre fue nada más ni nada menos que mi abuelo quien viajaba a Europa para traer sus importaciones y venderlas. De ello hace unos ochenta años. Esa es la historia verídica del manuscrito que ocasionó toda ésta intrincada situación policíaca de cuyo desarrollo son testigos mudos y perdurables esas centenas de piedras que forman el patio interior de esta mansión. Y son testigos también de este tráfago los periodistas, sabuesos, artistas, ejecutivos, colegiales, espectadores de arte, en fin, los geranios que en grandes materas de barro embellecen el patio y el pasillo de madera que chirrea en los atardeceres con los pasos nítidos de las huellas del fantasma del escritor, quien no quiere irse aún de esta casa y a quien quizás solamente escuche yo desde mi cordura y mi sensible percepción de los fenómenos del más allá. Ello me ha llevado a preguntarme si, como dice un adagio popular, uno “deshace sus pasos”, cuando muere. 35


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En la clínica psiquiátrica San Juan de Dios he fundado un taller como voluntario del Instituto.

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ale decir aquí que el contabilista del Instituto tiene adherido a la pared un cuadro que representa a San Jorge venciendo al dragón. Es decir que el comparte conmigo la existencia de esos animales y, por qué no, la verdad de haberlo visto andar por estas oficinas en cuerpo y alma. Lo que no he podido averiguar con certeza es si los dragones tienen alma, o por lo menos, cual clase de ánima tienen. Ya habrá tiempo para resolver estos interrogantes de índole teológica, o de preguntárselos al Señor Arzobispo de la ciudad, quien debe ser muy versado en estas cosas del alma de los animales. Y, dicho sea de paso, ha estado visitándonos por estos días un antiguo sacerdote especializado en realizar exorcismos, enviado por el Jefe del Instituto con el propósito de sacarme de mi sana razón la imagen del saurio. El cree que yo estoy como embrujado, como afectado por entes extraños pues él dice que el dragón es un animal luciferino. Claro que un filósofo compañero mío del colegio me advirtió sobre mónadas, brujas, entes, etc. Y, en estos días, vi en televisión a unos investigadores con linterna cazando fantasmas… 37


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He conversado con el sacerdote durante largas horas pero él no ha logrado nada con sus ceremonias. Incluso el cura se ha puesto de parte mía diciendo que yo no padezco de ningún embrujo, que estoy en mis perfectos cabales y que siga escribiendo mis novelas como si yo fuera nada menos un Cervantes moderno, quijotesco, tratando de desenmascarar lo del asesinato. Me dio su absolución, sugiriéndole al doctor que él, el mismísimo doctor psiquiatra, debería hacerse ver de otro psiquiatra, perteneciente a otra escuela...

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ientras unos obreros pasaban al frente de mi Oficina para hacer ciertas refacciones a la vetusta edificación, precisamente en el patio de atrás, en el sitio de la pared contigua a la nuestra y justamente a pocos metros de donde se encuentra enterrado el tesoro de Anatolia, entró a mi Despacho el Inspector Jefe destacado por Alemania y miembro de la SS para investigar el caso. Es un hombre alto, muy rubio, de transparentes ojos azules y manos grandes. Me lanzó a la cara, en un pésimo castellano, esta inquietante pregunta: -¿Quién cree usted que es el asesino? -El dragón, -le respondí con aire de seguridad absoluta-. Dio una vulgar risotada e hizo un mohín de burla mientras daba un portazo y salía de mi Oficina, no sin antes añadir bruscamente: -Usted es un escritor de ficciones locas. -Sí, señor inspector, la imaginación es afortunadamente la loca de la casa, dicen… -¡Imaginación!… ¿y que es eso? Yo le miré con cierto dejo de rabia y me dije para mis adentros que a los detectives extranjeros sólo les interesaba dominar a la humanidad y que se creían los más cuerdos del mundo… sin embargo, él, como todos los detectives de los 39


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otros países, estaba en todo su derecho de hacer las averiguaciones que considerase pertinentes así que, luego de nuestro breve diálogo el alemán bajó las escalerillas que comunicaban las oficinas con el pequeño teatro del Instituto, avanzó por un estrecho pequeño corredor y entró a la pieza de los reblujos donde se conservaban la mesa original donde jugaban a las cartas los posibles asesinos y otros muebles y objetos de esa época. Con su lupa detectivesca buscó huellas e hizo otra clase de pruebas para establecer su hipótesis sobre el crimen. Cuando salió de allí, regresó a mi Oficina y me sentenció, con aire de soberbia: -El asesino fue el viejo pintor que era inquilino de la casa, pues hay rastros de colores al óleo sobre un puñal que hallé en uno de sus cajones donde él habita… Había en la casona un noble empleado. Dicen, flaco, salvador de la literatura.. Me dijo el inspector: -Hasta donde yo entiendo, los dragones no saben pintar al óleo, mi querido empleadillo. En verdad tuve deseos de tirarle toda la tinta de mi estilógrafo de trabajador oficial cuando se refirió a mí en esos despectivos términos. 40


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-El pintor místico, el padre de su profesor de guitarra, fue el victimario -repuso, ignorando totalmente que mi maestro de guitarra tenía escondida la novela que yo había encontrado-… -Haga usted sus especulaciones Herr -le contesté-.

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l detective halló algunos objetos en la Casona, en un cuarto de reblujos en la parte de abajo, enseguida del pequeño teatro y lindando con el patio del árbol de guayabas: un cuadro (una pintura) con marco de madera roto, una carta de naipes (as de corazones), el diario de un ruso venido desde Moscú a Manizales en l.9l7 y donde contaba los amores de Lenin con la zarina, un reloj cu-cu parado desde entonces en las diez de la noche desde la noche del crimen seguramente). Comenzó él a reconstruir el crimen. -Unas brujas vecinas lo mataron desde la sombra… son las... verdaderas asesinas. No respetaron su dolor. Son culpables, dijo.

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stas historias de dragones son muy nórdicas…, muy de Inglaterra, Irlanda... etc..., me dijo el hombre policía de la NKVD rusa. -La vida es así: contabilidades e ilusiones, dragones, dolores, trabajos, goces y facturas: ¿no? –le dije-. -Pues, entonces, ¡¡soñemos, alma soñemos!!..., -me dijo-.

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ire, pues, usted: hace unos días ubicaron un computador en las oficinas de este Instituto. Es un cambio transcendental en la cultura mundial, esto del Internet. Yo, huyendo de la tecnolatría -culto al buey Apis- yo me iba para el “Club Manizales” a leer a Balzac en media hora de descanso. Y venía a hablar de socialismo…estresado…..escribía sobre Kafka. Creo que ello -Internet- ha enloquecido a varios empleados clásicos. -Es que la mente humana ya no es la misma. ¿Ve usted? Ese es el gran problema actual de la Humanidad. Aquí, a mi habitación -oficina del jefe de personal, de secretario-, entra mucha gente a cada instante y me interrumpe el pensamiento como jefe de personal y en mis funciones secretariales. El mundo virtual ha deshumanizado al hombre humano. Los sentimientos… ¿dónde han quedado las obras de misericordia hacia los que nada tienen? Se ha acumulado el saber y el dinero. 44


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Por ello ha tomado reacción, fama mundial, el crimen del escritor aquí. Una hipótesis muy lógica es que lo mató el vendedor de libros porque no llegaron a un acuerdo sobre sus derechos de autor de la novela. Dicen que, cuando estaban jugando al póker, el escritor se levantó indignado de la mesa de juego… Otros afirman que el torero llevaba a las sesiones de cartas un antigua espada que colgaba de las paredes. Tampoco se sabe si murió envenenado. Son especulaciones. Todo cabe entre la realidad y la ficción. Lo cierto es que el cadáver del escritor fue encontrado en el teatrino. Allí se representaba una prima obra personal mía titulada “Las transformaciones”, sobre un hombre en un proceso de la vida a la del más allá… Otra hipótesis que circulaba entre los inspectores estatales es que había sido la casera la asesina y que sus móviles habían sido pasionales pues dicen que se había enamorado del escritor: tenía celos de él, pues además el había 45


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descubierto el tesoro que ella había escondido en el patio de atrás de la casona, más allá del teatrino y que contenía piezas en oro quimbayas. Dicen que él en su novela la había denunciado por pertenecer esas joyas al patrimonio del banco de la república, museo de la región. -La obra de teatro mía, le confieso a usted, es sobre las transformaciones kármicas de un alma que fue al cielo y volvió... Se trata de un hombre en una habitación con sólo un espejo y una hoja con un lápiz. Una bailarina está en sus brazos, danzando con su guitarra al lado.

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n aquellos días dicté una conferencia sobre las proyecciones -en personajes- de los novelistas y la influencia de la Internet en las mentes. -¿Nos enferma la mente como a Cervantes el exceso de libros de caballerías alucinantes? Sociedad de consumo masivo, publicidades locas, mujeres mercancías, etc., siglo XX cambalache, molinos de viento, armamentismo… Y el diálogo entre usted y yo, ¿dónde está? to.

Dicto un taller de novela aquí en el Institu-

-Vea: digo del personaje de novela como “proyección” siquiátrica del novelista, para aportar a una teoría de la comunicación humana, mediante la autocrítica, la caracterización de personajes, los conflictos, el punto de vista, el discurso narrativo, el manejo de los tiempos, la restructuración, la fenomenología, la figura de los personajes, imaginación y creación, génesis, vocación, teoría del personaje, las imágenes mentales en época de Internet. La elaboración del perfil histórico de un personaje que haya existido en la vida real, por parte del historiador, es igual en intensidad de trabajo y en importancia que la elaboración de 47


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un personaje de ficción por parte del novelista. Difieren ambos tipos de escritores solamente en su intención. -Ficcionalizan, sí, los artistas, y, en nuestro caso, los novelistas. La realidad de los cuerpos visibles de los hombres y mujeres que laboran económicamente en el escenario violento de las calles, es simplemente, realidad. Realidad de las calles, y por lo tanto realidad no gratificante generalmente, es decir no es realidad. Realidad debe confundirse, en el mejor de los sentidos, con felicidad. Teológicamente, antropogenesicamente. Ese es el destino del ser humano sobre la tierra, si hemos de consultar la intención de Dios. Simplemente el ser humano ha desviado su destino por perderse entre el lodazal de las pasiones y los intereses mezquinos. Y eso es lo que la ficción literaria debe borrar. Ese es uno de los destinos de los novelistas. Obviamente que el periodismo también es catarsis, también es válido como profesión, pues obliga a la humanidad a corregir rumbos. Pero el placer espiritual mayor se halla en el Arte, luego de la Religión vivida, sentida, que conduce a la cercanía de DIOS. El arte es prueba de la existencia de Dios, porque el artista es una especie de 48


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traductor del símbolo por el cual se manifiesta la Divinidad. Freud habla del símbolo que está significado en los sueños.

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ire como el experto novelista, verdadero artesano del oficio, orfebre de la construcción de tramas, intuye fácilmente, olfatea la solución de los nudos de pasiones, le da a su historia la resolución lógica como lo hace el músico avezado con el final de sus composiciones. Generalmente triunfa el “héroe”, el personaje que porta las virtudes más sobresalientes en pugna entre el bien y el mal que es como el campo general del alma. El escritor, dentro de su natural perspicacia y astucia intelectual, debe saber resolver de una manera realista estos conflictos interiores de sus seres de ficción, sin caer en soluciones ilógicas. Y debe estar ese nudo o enredo de conflictos acorde, en armonía con el desarrollo lexicográfico y argumental, guardando una unidad de fondo y forma sin perderse jamás el hilo de la acción. -Somos los artistas los chivos expiatorios. -Le cuento, porque le aprecio a usted, que el autor de narrativa debe aprender a delinear la figura, el perfil intelectual de sus personajes. Es decir, debe plasmar su cosmovisión, su entendimiento del mundo, lo que piensa de lo que le rodea, sus reflexiones, en fin. Ello es necesario 50


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para configurarlos dentro de la trama y para establecer sus relaciones con los otros protagonistas de la ficción. Ello va conduciendo a una especie de dialéctica, de diálogos internos que crean la atmósfera, la trama, el sentido de la narración.

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bserve, piense usted quien mató al escritor. Analice las interrelaciones: se producen al través del entrecruzamiento -no siempre sereno- de las figuras novelescas, de los seres del mundo de mi novela, de esta… Ese entrecruzamiento de pasiones negativas y positivas, en lucha por el desarrollo feliz del conflicto, crea mensajes éticos y morales. El juego de los valores profundos entra aquí a ser decisivo en el mensaje culturizador... lea… -Ya que he hecho confianza con usted, le cuento que soy el Secretario y que aquí vienen muchos artistas y grandes políticos, incluso presidentes de la república. Retomemos el hilo de las pesquisas entre usted y yo. -Visité la cueva subterránea buscando el tesoro… Ahí se conserva el cadáver momificado del escritor…. Se dice que el escritor llevaba al burdel un libro suyo de poesía. Me viene una reflexión: ¿los cadáveres, sienten sexualmente?

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abía, donde está el cadáver, una colección de saurios de madera en miniatu-

ra… Me recuerda al Museo del Hombre en París. -Observe… me gustan las novelas policíacas. Una tía mía leía Agatha Cristhie. Estoy inclinado por decir que el criminal fue el agente electrónico internético… -Si, porque como todo hoy es un negocio por Internet, uno nunca sabe que se hacen las utilidades. El cadáver estaba vestido de blanco. -¿La culpa es del dragón? ¿De la imaginación, la loca de la casa? ¿La Internet es el superyó de estas catacumbas de libros fósiles como los dinosaurios? El cadáver, ¿sueña con mujeres? Se fugaba al burdel…, el cadáver, a hacer el amor. La verdad es que creo que no he muerto: lo supe en el burdel tocando la piel de un muchacha, bailando… ¿Soy justo con mi esposa? 53


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...tengo sueños de mujeres... Los escapes del cadáver no eran notados por el jefe.. El burdel: ¿era un sueño del novelista? Las pieles de las mujeres si existían, las sentía en las emociones de su alma, al tocarlas en la casa de citas. Sublimaban su dolor. Les recitaba poemas ...el alma de la palabra... Iba invisiblemente al burdel con un libro de poesía bajo el brazo. Ellas, las pobres mujeres caídas, no lo leían pero sí lo sentían... Se soñó que era un cadáver. Veía en la computadora su libro para comprarlo. Veía la portada con un dragón. No estaba muerto. Vivía, escribía. Llovía en la catacumba. ¿Había emociones en el más allá...? La verdad es que aquí no mataron a ningún escritor. Aquí estoy. Y ahí esta usted. 54


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El dragón sacó sus alas y voló... ...se fue perdiendo entre las nieblas de Irlanda… Se llevó sus locuras, lector... -Como ve usted, yo no soy loco, la loca de la casa es mi imaginación. -Soy escritor, no se le olvide...

FIN

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Este libro digital se imprimiĂł el dĂ­a 15 de junio de 2011 en Ediciones JCU Manizales - Colombia.


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