REVISTA DE ARTE Y CULTURA PATAGÓNICA
Distribución Gratuita
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NÚMERO 10 - REGIÓN DE AYSÉN - 2018
ESPECIAL
R3LATOS LOCAL3S
ENTREVISTA PATAGONIA DIVERSA. JORGE CISTERNA
LITERATURA TODA LA VIDA HACER UN FUTURO
MÚSICA “SUEÑOS DEL CHELENKO”
CRÍTICA LITERARIA COYHAIQUEER. APUNTES PARA ENTRAR EN LA OBRA
EVENTOS FERIA DEL LIBRO COYHAIQUE Y PATAGONIA
Editorial Desde 1991 y hasta el 2007, Coyhaique contó con muchas ferias del libro que organizaba la Biblioteca Regional de Aysén y un grupo de colaboradores reunidos en la Agrupación Cultural de la Patagonia. Era un hito cultural esperado por la comunidad, en que se ofrecía el contacto directo con escritores y editoriales nacionales e internacionales, además de una amplia diversidad de libros a los que no se tenía acceso regularmente en esta región. Ferias llenas de color, música y vitalidad, producidas a base de autogestión y más adelante con apoyo estatal, se presentaban año a año bridando nuevos espacios de participación ciudadana y desarrollo social. Eventos de gran envergadura en producción y difusión, especialmente forjadas y coordinadas por mujeres que vivían en la región de Aysén. Innovadoras cuando la innovación en la historia nacional resurgía, después de la dictadura militar. Mujeres adelantadas a los procesos de ejecución de las políticas públicas vinculadas con la democratización de la cultura y las artes, el fomento del libro y la lectura. Nombres como Victoria Peni, Magdalena Rosas, Myriam Mansilla, Silvia Martínez, Iris Herrera, Genoveva Guzmán, Ximena Figueroa, entre otras más, forjaron espacios de transmisión del conocimiento y el pensamiento crítico. A juicio de esta editorial, mujeres que deberán ser parte del patrimonio histórico del arte y la cultura regional, y merecedoras del reconocimiento público. El año 2011 se volvió a realizar con éxito otra versión de la Feria, donde se reunieron otros voluntarios, instituciones y empresas privadas con el mismo compromiso. Lamentablemente, la idea de continuidad no se prolongó en el tiempo, y la comunidad coyhaiquina debió esperar siete años para que resurgiera este importante evento. Este 2018, la Agrupación Cultural de la Biblioteca Regional retomó la tarea de organizar la Feria y con el financiamiento del Fondo del Libro, el aporte de Ñire Negro Ediciones como organismo asociado y el apoyo de diversas empresas, entidades y personas, dio vida a la décimoséptima versión de este evento. Con una nueva infraestructura para la instalación como lo fue el Centro Cultural de Coyhaique; una propuesta de diseño y montaje de los stands valorada por expositores y asistentes; un público activo, interesado e informado que nos confirmó antecedentes ya conocidos de la cadena y el desarrollo del libro en Aysén, y aportó nuevos intereses y datos que serán abordados como desafíos para la próxima feria programada para abril de 2019. Para el próximo año, se avanza en consolidar una alianza más robusta con agrupaciones, instituciones y actores locales, nacionales e internacionales. Se busca ampliar la participación y entregar un mayor protagonismo a creadores y gestores regionales; Propender al desarrollo cultural y comercial de la feria transformándola en un evento internacional en el sur de América; Queremos integrar a editoriales y escritores del sur de Argentina y Chile, convocándolos a participar y a desarrollar acciones de la cadena del libro en nuestra región; Y finalmente, involucrar –retomando el espíritu de los orígenes de la feria– al mundo de las artes y la cultura, con acciones complementarias, vinculantes y de alta calidad, regionales, nacionales e internacionales. Para la versión 2019 se ha definido como eje central de las actividades la obra de mujeres ligadas a la escritura, a la edición, la comunicación, investigación, producción y difusión en torno al libro y la lectura. Bajo el título “Feria del libro de Coyhaique 2019: Mujeres en la Palabra”, la décimoctava versión ya ha arrancado, la invitación a hacerse parte de ella está hecha.
Esta publicación se distribuye gratuitamente en la ciudad de Coyhaique y toda la Región de Aysén.
CO - PRODUCEN
DIRECTOR: Miguel Muñoz Pérez EDITOR: Mauricio Osorio Pefaur DIRECTOR DE ARTE: David Mansilla Gallardo OFICINA: 21 de Mayo Nº1197, Coyhaique EQUIPO: Ivonne Coñuecar, David Mansilla Gallardo, Alejandra Muñoz Sandoval, Miguel Muñoz Pérez, Mauricio Osorio Pefaur, Julián Vásquez Villarroel, Juan Carlos Zúñiga Andrades. COLABORAN EN ESTA EDICIÓN: Fundación para la Superación de la Pobreza, región de Aysén, Iván Triviño, Estefanía Peña, Fecunda Patagonia. IMAGEN DE PORTADA: Imagen oficial Feria del Libro de Coyhaique 2018 (Autor: Juan Carlos Zúñiga) Tiraje: 1000 Huellas.
Patagonia diversa, nuevas miradas del territorio.
ENTREVISTA
Una conversación con Jorge Cisterna No podemos desatender al hecho de que nuestro territorio es diverso y complejo como cualquier sociedad en crecimiento y desarrollo, y dentro de los espacios que se visibilizan, la diversidad sexual también se vuelve una temática para abordar desde la producción literaria de Aysén. En la pasada Feria del Libro Coyhaique y Patagonia 2018, se realizó el lanzamiento de la novela CoyhaiQueer, de Ivonne Coñuecar, de temática LGBTI ambientada en los años ochenta y noventa, como una primera inscripción de la literatura que da cuenta de la diversidad sexual patagona. No es una mirada descontextualizada, los personajes no se encuentran disociados del acontecer histórico y de las relaciones sociales, sino que dan cuenta de un panorama transversal, a través de la ficción. Ya en otras obras que se han producido en la región, o por autores de la región, ha habido guiños a personajes que experimentan un amor o erotismo homosexual, como en la novela Cerdos Voladores de Sebastián Cisneros y lo que se deja entrever en la novela Trapananda de Enrique Valdés. Amores imposibles, heroicos, pero aún sin abrirse a la creación de novelas que den cuenta de realidades invisibilizadas desde la diversidad sexual. Sabemos que dentro de los “work in progress” se encuentra una novela que por estos días está escribiendo Jorge Cisterna, autor de Patagonia Lado B, ganador del Concurso Literario de Escritores Emergentes Enrique Valdés 2016. ¿Cómo ha sido tu experiencia como autor en la región? ¿Sientes que te has desarrollado, que has podido llevar a cabo tus proyectos? Siento que en términos literarios en la región se me abrieron las puertas de par en par y siento que he logrado mucho más de lo que pude haber hecho en mi ciudad natal, Viña del Mar. Aunque a veces te encuentras con una serie de dificultades, he visto también la cara amable de esta Patagonia, he disfrutado de personas que me han brindado su apoyo, paciencia y comprensión, en todo orden de cosas: en la vida, en lo literario, en lo laboral. Los cuatro años que llevo en Aysén han sido una experiencia enriquecedora. Considero que hay un antes y un después de haber llegado a la Patagonia. Nunca es fácil dejar la tierra que uno ama para emprender nuevos rumbos, pero hay que atreverse y enfrentar los miedos. Fue aquí donde descubrí uno de mis mayores miedos: la soledad. Se combate con la soledad, luego uno se da tiempo para comprender al adversario y se transforma en un aliado.
Jamás pensé que esto me llevaría a escribir mi primera publicación “Patagonia, Lado B”. Sobre la literatura de temática homosexual, LGBTI, o desde la Diversidad Sexual, como quiera llamársele ¿Cómo te parece que se ha dado el panorama?, ¿sientes que la región de Aysén está dispuesta a otras voces que se alejan de un discurso más tradicional? Estamos viviendo en tiempos donde hay movimientos que se están visibilizando, que se instalan discursos, algo que me parece fabuloso y no podemos hacernos los ciegos frente a eso, pasa en el mundo entero y en el país, y también se vislumbra, con menor fuerza, pero no por ello ausente, en la región. Hoy es fácil hablar de diversidad, está presente en todo. Hace unos años era complejo, era molesto. Con el tiempo se han ido rasgando las vendas que existieron sobre la Comunidad LGTBI y que se consolidaron como fuertes estereotipos que marcaron a generaciones, ubicándolas en las trincheras de la marginalidad desde donde poco se podía hacer. El hecho de que nuestro país haya vivido una dictadura por 17 años no es menor. El miedo no solo recaía en los opositores políticos, sino también en los que no se adherían a la norma y al estilo de vida que promocionaba el sistema. No está demás recordar que la sodomia dejó de ser condenada penalmente hace no más quince años. El miedo de las familias a que un hijo fuera homosexual, y con ello, la discriminación, el rechazo o el estigma del contagio de VIH-SIDA, era recurrente. Por estas y otras razones, la literatura homosexual no era abiertamente visible como en la actualidad, la historia lo avala. Desde los clásicos y contemporáneos de la Literatura Universal, muy pocos fueron los que se declararon homosexuales, teniendo claridad sobre las consecuencias que esto pudiese acarrear; otros, en cambio, ahondaban en metáforas y simbolismo para no ser descubiertos, dejando ventanas abiertas para la interpretación. En Chile surge esta voz disidente en la figura de Pedro Lemebel. Hace arte y literatura desde la marginalidad y sin miedo, declarando abiertamente su preferencia sexual y política, estando aún en dictadura. Estremece. Sirvió de ejemplo para muchos, desde el lenguaje y estilo, hasta la adhesión de las mismas luchas. La región está deseosa de escuchar otras voces. He participado en varias tertulias y encuentros literarios donde emerge este deseo, puesto que aún es muy fuerte el rescate cultural, los antepasados, los pioneros, las tradiciones. Creo que es
Por HuellaSur pertinente investigar sobre la cultura de la región, hay muchas actividades que se están dejando de hacer, costumbres olvidadas que es bueno recordarlas, pero los ojos no pueden estar puestos solo en ello, a pesar de que la región en sí tiene una desventaja con el resto del territorio. Me parece relevante dar espacios a una literatura que se mueva entre las urbes de la Patagonia, donde no habiten solo el campo y las estancias, sino que también se desplacen y reconozcan en la ciudad los submundos que emergen, los crímenes, la bohemia clandestina, las incógnitas que persisten en aparecer y luego desvanecerse, la diversidad en todas sus formas. Cuéntanos ¿Qué estás escribiendo ahora? ¿Y qué relación tiene con nuestro territorio Patagonia? Estoy escribiendo una novela que no solo me ha provocado una tendinitis (ríe) y varias desveladas, sino que me ha propinado una serie de emociones que a simple vista se pueden desprender de su lectura. La escritura se transforma en una terapia. Al abrir puertas aparecen situaciones que se daban por perdidas. Sucesos que no tuvieron explicación, hoy toman significación gracias a los años, a la madurez y a la distancia. Una parte de la novela se desarrolla en Coyhaique, después de tomar decisiones y varios excesos que destruyen su vida, el protagonista decide emprender un viaje a la Patagonia para descubrir realmente quién es y entender cómo cada acción tiene una consecuencia. Es un personaje que lucha contra la pobreza y una religión que lo castiga por ser diferente. Se enfrenta a un mundo frívolo, violento, pero cree que en la sensibilidad y en el amor de las personas encontrará un refugio. ¿Piensas publicar? Sí. Quiero postular a algún Fondo de Cultura. Si no se da esa opción, veré con alguna editorial que apueste por este proyecto literario. ¿Qué autores regionales has leído o te parecen relevantes? He disfrutado de obras como “Ventana al Sur” de Enrique Valdés, “Aysén Patagonia Chilena Cuentos y Recuerdos” de Claudio Max Rosso Heyde; “Cerdos Voladores” de Sebastián Cisneros; “Almas en el Río” de Eleodoro Sanhueza; “Trasandina” y “Coyhaiqueer” de Ivonne Coñuecar.
HuellaSur 3
“SUEÑOS DEL CHELENKO” TERMINA LA ITINERANCIA REGIONAL, 2018
Foto: Iván Triviño
MÚSICA
Comienza el primer tema de “Sueños del Chelenko” y una suerte de retorno a la calidez de un público ávido de encantarse, vuelve a mí. Luz amarilla, escenario modesto, entrecruce de personas tomándose un asiento. Infantes, gente alta, gente baja, espacios vacíos en el fondo, que poco a poco son llenados por seres abrigados del frío de esta tarde. Por Miguel Muñoz El 11 de mayo de 2018, en el Auditorio de la Biblioteca Regional de Coyhaique, con un gran marco de público culminó la Itinerancia “Sueños del Chelenko”. Fueron casi tres meses de presentaciones del disco instrumental creado el año 2017 por los músicos Mario Burgos Troncoso y Patricio Ramos Rojas. Instrumentos escudriñados por manos expertas. Atmósfera desnuda del peculiar oropel y lentejuelas. Un ambiente de nostalgia, de sigiloso retiro, con antiguos espíritus circundantes que desdeñan de las sillas rojas, y aquel piso eternamente radiante. La cuarta pared invertida en este salón de las artes. Un ánimo extraviado por los ojos de la memoria vuelve a algunas caras que reconozco, prestas a dejarse llevar… a retirarse de la concentración vital –sin retroceso– por las rutas de las melodías que acompañarán esta jornada. “Sueños del Chelenko” recopila temas que evocan la vida natural y cultural en el lago General Carrera. Este año 2018, se integró al equipo 4 HuellaSur
artístico el cantautor y músico Savir Quintana, conformando así un trío que interpretó la producciòn musical en las localidades de Puerto Ibáñez, Cerro Castillo, Puerto Cisnes, Villa Amengual, Puerto Aysén y Coyhaique. Silencio, nadie interrumpe la atmósfera, no hay movimientos sorpresivos, excepto los sonidos que producen aquellos tres artistas con su entrada dulce e imprudente al escenario. Nos suspendieron el día para enfrentarnos al dominio del tiempo y del alma. Suspiros. Alguien apretó el botón de letargo. Una corchea deserta de una guitarra, se zambulle en el público, y las incesantes notas que proliferan, apaciguan y esconden una flauta de sonidos tibios alcanzando tonos inesperados. ¡Ha comenzado el viaje final, la despedida de la primera ruta de los intérpretes de “Sueños del Chelenko”! ¡El disco de los sueños! ¡La cuenca del gran lago adherida a la partitura! La gira estuvo orientada principalmente a jóvenes estudiantes que participaron en
Charlas-Clínicas sobre el proceso creativo, la experiencia de sus intérpretes y el contacto con los instrumentos musicales utilizados en la producción del Disco. Somos setenta y tantos los invitados a ser, por un instante, los ensueños del habitante ancestral, parte de lo extraviado en estas tierras pobladas por el viento, lo recogido a pedazos, lo compilado en silencio. El hablar silente de un Chelenko que arde sobre sus costas presas. La Itinerancia “Sueños del Chelenko” es un proyecto ejecutado por la ONG AUMEN, en colaboración con la Coordinación de Bibliotecas Públicas región de Aysén y financiado por el FNDR 2017, 2% de Cultura.
R3LATOS LOCAL3S
Adultos mayores de Villa Ñirehuao Fuente: RELATOS, DICHOS Y SABERES DE NUESTROS PUEBLOS de Villa Ortega y Villa Ñirehuao, Coyhaique, Región de Aysén. La presente recolección de relatos surge y se desarrolla en terreno a partir de la intervención Servicio País 2015–2016, mediante la Fundación para la Superación de la Pobreza, el Consejo Regional de la Cultura y las Artes de Aysén, y la relación directa con familias de localidades rurales. El resultado, una energía potente de las personas que no podía quedar invisibilizado, en esta lógica de
crecimiento mutuo y aproximación a lo que posteriormente sería transmitido en este proyecto cultural y transversal de la localidad de Villa Ñirehuao. Se pensó a través de este proyecto, reactivar nuevos espacios donde lo primordial de este trabajo es valorar los relatos e historias orales locales para ser transmitidos a nuevas generaciones y así fortalecer el gran
EL VIAJE A COYHAIQUE (…) Acá la gente se iba de a caballo hasta Coyhaique, a buscar las cosas con pilcheros. A veces nos pillaba la noche, teníamos que alojar por el camino, con las monturas del caballo, sacábamos las monturas y con eso hacíamos cama, y con los ponchos que andábamos trayendo nos tapábamos y pasábamos la noche ahí, hacíamos fueguito, y así, hasta el otro día. Al otro día ensillábamos los caballos y cargábamos los pilcheros, y volvíamos a salir, con nieve y todo. Elvira Andrade
LOS PILCHEROS (…) Uno para ir a comprar cosas, tenía que llevar pilchero, tres, cuatro o cinco pilcheros. Tenían que ir a Coyhaique a comprar sus cosas. Uno a veces tenía que estar por una semana en Coyhaique para reunir las cosas (…); dos veces al año se iba y se compraba todo lo que se necesitaba en una casa. José Barrientos
capital humano que actualmente reside aquí. La reproducción de estos relatos en el presente número de HuellaSur se ha logrado gracias a la colaboración de la Dirección Regional de la Fundación para la Superación de la Pobreza y los profesionales cultura de Servicio País 2015–2016.
INVIERNO A LA ANTIGUA (…) Los tiempos malos no más, los inviernos eran malos, pero hoy día no hay inviernos malos acá, ya no se ve invierno. Antes en Abril usted andaba a media canilla de nieve acá, en partes más. Hoy día ya no se ve eso, hoy día se asusta la gente con escarchilla, esta escarchillando en Aysén (…). Antes, de Abril ya teníamos miedo acá. Los inviernos fueron crudos acá, había que andar con los animales abriendo el paso, con los caballos, con tractores para abrirle paso, para que desparramen los animales. Porque el animal sabe cuándo va a nevar, se juntan en el rodeo, dormían en el rodeo, ahí se juntaban, así que pasaba la nevazón, había que mover los animales pa´ que se distiendan. Raúl Levicán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . UN BAILE PARTICULAR Antes se bailaba con relaciones, por decir, con las rancheras. Mire, uno sale (invita) a bailar una pareja una ranchera y para decirse las relaciones nos despedimos. La dama se para ahí, yo me paro acá, entonces el que pronuncia soy yo, el que va a pronunciar una relación. Después la dama tiene que contestármela, siempre que sepa de relaciones también. Por lo menos, yo sé muchas, porque antes se bailaba así de esa forma. … Las estrellitas del cielo forman un cuadro imperial, mi corazón por el suyo y el suyo no sé por cual… Ahí usted me tiene que dar la respuesta y después seguimos bailando… y después para la terminación tenemos otra relación más. Entonces yo todo eso lo sabía. HuellaSur 5
… Cuando pasé por tu calle me tiraste tres piedritas no me tires con piedritas que me vas a lastimar, tírame con tus ojitos que me vas a enamorar… Heriberto Rivera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . MENSAJES POR RADIO (…) Después, cuando ya empezó a funcionar la radio Patagonia, igual se escuchaban los mensajes, la gente se comunicaba por puros mensajes, y eran escasas las radios en el campo. Nosotros teníamos una radio que compró mi papá, y era a batería que había que cargarla, y todos los vecinos iban a la casa a la hora de once a escuchar los mensajes (…). Por si acaso, le ponían mensajes a los otros vecinos para avisarle, por lo menos eso a mí me tocó vivirlo, y eso era cuando estábamos en el campo. José Barrientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . LA CONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA Cuando yo llegué acá habían como cuatro o cinco casas, mi papá fue uno de los fundadores, y de ahí se comenzó a construir la villa (Ñirehuao). Por ejemplo, la iglesia que estaba ahí, yo con otros chicos de acá de Ñirehuao y el Padre Pablo, nosotros, pusimos los cimientos, los palos, nosotros empezamos a ayudar al Padre y al maestro a construir la iglesia, claro, yo tenía 20 años, y así se empezó a formar la Villa (…). Después ya hicieron la Posta de Salud, la Escuela estaba hecha, porque esa estaba hecha de antes que se fundara la Villa (…). José Barrientos
LUCES QUE SE VEN EN EL CIELO Yo una vez venía en la tarde, igual andaba recolectando liebres y venía de San Salvavidas se llama un sector, y venía en la noche en un Land Rover que tenía y antes de llegar a la Estancia de Baño Nuevo ví una luz que iba en el camino 6 HuellaSur
hacia arriba, y yo pensé que era un vehículo y aparecí en la parte alta (…) y esa luz no se vió más (…) y yo pensé que esa luz había llegado a la Estancia, y después, cuando crucé la Estancia, de repente llegué y miré, y en la Estancia tienen una turbina con que dan la luz eléctrica, que tiene una luz, y de nuevo estaba la luz arriba que alumbraba todo el sector así como una lámpara y se veía el pasto clarito, y después yo dije será alguien que anda ahí controlando. Así que seguí mi camino, cuando de repente vi otra luz que venía de arriba… igual pensé que era un vehículo, pero yo venía de allá y no venía ni un vehículo, era extraño que haya otro vehículo de atrás, y eso ha sido lo único extraño que he visto (…). José Barrientos .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ASÍ SE HACÍA EL CARBÓN (…) La gente fue así, cortaba madera verde, hacían perchas pa´ hacer carbón, partían, cortaban los chocos, así más o menos, como de un metro y tanto, y los partían, y hacían una cosa grandota, así con todos los palos paraos y después se tapaba con tierra y se les prendía fuego, y eso se cuidaba toda la noche para que no se rompa, y cuando se rompían, había que echarle champa y tierra pa´ que se consuma la leña y de ahí se sacaba el carbón, y ese carbón mi papá lo cargaba en pilcheros y lo iba a vender a Aysén. Elvira Andrade .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . EL PARTERO DE LA FAMILIA Yo nunca tuve problemas, porque a mi señora la mejoraba yo nomás, nunca fue a un hospital, la mejoraba yo nomás. Mi mamá me aconsejaba, cuando yo me casé, cuando yo me casé y tuve un hijo mi mamá me dijo como se hacía, porque en ese tiempo en el campo no había doctor, ni en Coyhaique había doctores, pero yo lo aprendí y todos los años había un hijo (…). Éramos cabros jóvenes, pero yo la atendía y mi señora nunca quedó mal. Julián Gallardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . HIERBAS MEDICINALES (…) El éter (hierba) sirve para el corazón y para la sangre, purifica la sangre. Acá la gente se atiende con puros yuyos naturales no más (…), los adultos mayores que conocen hace tantos años (…), nosotros aquí con puro mate y yuyo, y es una tremenda ayuda, porque así no nos compramos los remedios. La ortiga que es tan buena, la raíz de ortiga con sanguinaria es muy buena para los calambres, antes yo tenía muchos calambres y se tomaba esa agüita y ahora hace tiempo que no me dan; el llantén también sirve para el hígado; la salvia y el llantén es muy bueno para las cicatrices. Aída Ramírez
LITERATURA
“Toda la vida hacer un futuro. Relatos de mujeres pobladoras de Aysén” Por Ivonne Coñuecar
La presentación de este libro se sumó desde Aysén, a las actividades que conmemoraron el Día del Patrimonio en todo el país. Se trata de un trabajo realizado y recogido sobre las huellas, desde la oralidad, en esa relación urbano rural que ha creado puentes y ha ido espesando un pasado común que enriquece nuestra identidad, un imaginario donde las generaciones acuden a la urgencia de la memoria y las voces para narrarnos y reconocernos. Esas fueron algunas señales que consideró Alejandra Muñoz Sandoval, licenciada en historia y compiladora de “Toda la vida hacer un futuro. Relatos de mujeres pobladoras de Aysén”, obra que fue presentada, con la presencia de sus protagonistas, en un ambiente cálido con familiares, amigos y público general, el sábado 26 de mayo de 2018, en el auditorio de la Biblioteca Regional de Aysén, Coyhaique. Este trabajo recoge los testimonios de mujeres que nacieron en Aysén o llegaron desde Chiloé o Argentina siendo niñas o, que ya casadas y con hijos, apostaron por la vida en Patagonia. Se recorren sus biografías, que abren otras ventanas de la historia, a través de diez mujeres campesinas y pioneras, como Clorinda González Oyarzún, la primera pobladora del patrimonial pueblo de pasarelas, Caleta Tortel; Elicia Cadagán Cadagán, campesina dedicada a la fabricación de quesos de Lago Atravesado; la voz de la dirigente social de la mano de Victoria Barría Bello de Balmaceda; la agricultora Ana Aguilante Miranda de Los Torreones; la esencial y necesaria labor de la partera y agricultora Morelia Contreras Valenzuela; desde Arroyo el Gato se registra la vida de Rosa Vargas Cofré y de la artesana Elisa España Antiñanco; y el trabajo como modista campesina de Josefa Pérez Pinilla en Lago Atravesado; los conocimientos medicinales más ancestrales vienen en la voz de Lucila Chacano González, yuyera y artesana de Cerro Castillo; y Emérita Guajardo Parada, dedicada a la cocina en Río Ibáñez.
Sin duda un mosaico de experiencias que se registran rindiendo también homenaje a tantas mujeres que ya no están y que fueron invisibilizadas por los discursos dominantes. Cada una de ellas inscribe la impronta que las hizo habitar Aysén, esa Patagonia profunda, y fueron conquistando un espacio propio donde la resistencia era percibida de otro modo, pues también la naturaleza cobra un protagonismo. Esta ampliación de la mirada del registro histórico actual, se nutre y complejiza con esta memoria femenina, desde relatos necesarios y de primera fuente que dan sustrato a los sueños y luchas, en este tejido sobre que el vamos construyendo nuestro territorio. “Escucharlas fue una experiencia conmovedora, porque no es una conversación, es un mundo que se entrega, fueron horas para entrar en espacios que incluso ellas ya no se permitían. Es asombroso el coraje y grandeza de espíritu, la profundidad de su entendimiento, la fuerza interior de convicciones elementales: sobrevivir, dar vida, ayudar. Y, aunque se sienten orgullosas del conocimiento de la tierra, y la resistencia, ellas no dimensionan lo épico de sus vidas en zonas tan aisladas, sino que simplemente era lo que había que hacer, quizás ese sea el valor fundamental”, afirma Alejandra Muñoz Sandoval. El registro fonográfico y documental se realizó entre 2009 y 2017 por un equipo conformado por Claudio Betancour Morales, Alfredo Fica Andrade, Alejandro Lezama Orellana, Luis Aguilar Pino, Jorge Peña Velásquez. Los retratos fotográficos son labor de Ingrid Santamaría Cañas. La imagen de portada del libro corresponde al óleo sobre tela “Primavera”, de la artista Marcela Stormesan Bravo. Esta obra ha sido publicada a través de la editorial Ñire Negro, gracias al patrocinio de la Agrupación Amigos del bibliobús, el libro, la cultura y la ecología, el apoyo de la Coordinación Regional de Bibliotecas y al financiamiento del Fondo Cultural Regional 2016, FNDR 2% Cultura, Gobierno Regional de Aysén. HuellaSur 7
EVENTOS
Por HuellaSur
Con un gran marco de público culminó una nueva versión de la Feria de Libro de Coyhaique que durante cuatro jornadas entre el 25 al 28 de Abril de 2018, convocó a más de 6000 personas en el Centro Cultural de Coyhaique, quienes tuvieron la posibilidad de disfrutar de 20 stand de editoriales y librerías, junto a un programa de actividades asociadas a la feria entre lanzamientos de libros, presentaciones, charlas, talleres y funciones de cuenta cuentos. Gracias al financiamiento del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, convocatoria 2018 pudo llevarse a cabo esta nueva versión de la Feria bajo el lema “Coyhaique y la Patagonia”, reanudando después de siete años esta importante actividad que reúne a la comunidad de Coyhaique en torno al libro. Sus organizadores,
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la Agrupación Cultural Biblioteca Regional de Aysén, con el apoyo de Ñire Negro Ediciones, retoman de este modo uno de los eventos más relevantes para la difusión del libro y la lectura en la región de Aysén. Con la participación de las editoriales Ofqui Ediciones, LOM Ediciones, Ñire Negro Ediciones, Ocho Libros editores, Ediciones del Mal, Ediciones Mataquito, Editorial Zigzag, Editorial Forja, Ediciones Trapananda; la Asociación gremial Editores de Chile que reúne a editoriales independientes y universitarias del país; las distribuidoras y librerías Genechen, Hojas de Parra, Caligrafix, FLACH Fotografía Latinoamericana y chilena, Qué Leo Patagonia, La Librería; y las instituciones regionales Universidades de Aysén y Austral de Chile, Sociedad de Historia y Geografía de Aysén,
Anicoyh/Mundo Comic, se cumplió con la expectativa de los organizadores de poder llevar un evento de esta envergadura en el marco de las celebraciones del Día Internacional del Libro y el derecho de autor y coordinar esfuerzos con instituciones como ProChile, Senama, Corporación Cultural de Coyhaique y establecimientos educacionales de la ciudad. Este evento convocó además a un importante número de escritores y animadores culturales que desarrollaron diversas actividades durante los días de Feria: Sue Martin, Julián Vásquez, Jorge Contreras, Rocío Miranda, Juan Pablo Varela, Laura Sánchez, Dinelly Soto, Fabián España, Antonietta Inostroza, Carina Decker, Rodolfo Aedo, Lía Gálvez, Luisa Ludwig, José Mansilla, Mario Müller, Juan Carlos Zúñiga,
Mauricio Tapia, Miguel Muñoz, Raúl Valenzuela, Jorge Cisterna, Corina Ainol, Felipe Quiroz, Rolando del Río, María Isabel Quintana, Carolina Rojas, Juan Pablo Varela, Manuel Riesco, Rodrigo Elgueta, Luis Contreras, Savir Quintana, Manuel Pérez, Javier Godoy, Jonaz Gómez, Wolfgang Staub, Ana María Larraín, Hilda Rozas, Ignacio Aránguiz, Cecilia Barril, Daniela San Juan y los escritores de Comodoro Rivadavia Luciana
Mellado, Mónica Baeza, Miguel Becerra, Natalia Salvador y Jorge Maldonado. Además de nuestros invitados Ivonne Coñuecar, Juan Mihovilovich, Carlos Acevedo y Gonzalo Ordoñez (Genzoman) quienes al igual que el resto de los participantes hicieron un alto en sus agendas personales para ser parte de esta actividad. Este importasnte evento contó nuevamente con el auspicio y apoyo de diversas instituciones,
empresas, organizaciones y artistas: Museo Regional de Aysén, Cabañas Dussen, Vidriería Chilly Willy, Cabañas Pampa Viento, I.P. Los Lagos con su carrera de Tec. Educación de Párvulos, Grupo Folklórico Huellas Sureñas, ASCOY, Rüpun, Radio y Canal de TV Santa María, Radio Ventisqueros, Radio Genial, Colegio Unión Fraterna, revista cultural Huella Sur, Savir Quintana. Imágenes: Registro oficial Feria del Libro 2018
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LITERATURA
COYHAIQUEER
apuntes para entrar en la obra
Foto: Mauricio Osorio
Por Estefanía Peña Steel, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Austral de Chile.
En un acercamiento preliminar a la obra, tal vez lo primero, sería preguntarnos por esta radical toponimia que nos propone Ivonne y que da nombre a su novela, Coyhaiqueer. Una palabra; dos palabras. Cado una un espacio, un territorio, si se quiere, un lugar de difícil acceso, una frontera. Coyhaique: «lugar de agua», «lugar de coigües», «lugar habitable»; Queer, por su parte, un anglicismo que funciona como verbo: «desestabilizar», «perturbar» y como un adjetivo: «raro», «torcido»; queer es un insulto; una Teoría, la Teoría Queer y, también, Queer es una canción que la autora incorpora en el tejido narrativo. Múltiples significados, pero con un fondo común: la exclusión, el descarte, el confinamiento. Sobre este horizonte de significados, la autora construye un territorio social y cultural complejo y serán los propios personajes quienes le darán sentido y nombre: «La llamamos la capital, Macondo, Ítaca, Twin Peaks, Coyhaiqueer. Nos quedamos con este último nombre, nos enorgullecíamos de nuestras diferencias. No sería nunca más un lugar silencioso donde ocurriera la vida a escondidas, armando y desarmando como un rubik, hasta dar con el color que encajara...» [...] «Había días en que el tiempo se detenía, íbamos a la Piedra del Indio, y si no hubiera sido porque el río seguía su curso, hubiéramos pensado que nos habíamos muerto o que estábamos congelados. Era tan fácil estar muerto o congelado 10 HuellaSur
en el fin del mundo. Intentábamos decir asuntos que solo con los ojos se podían decir, aprendimos a sostener el silencio, sobre todo cuando estábamos en la Piedra del Indio, tan cerca de resbalar y despedirnos. El viento llegaba con tal intensidad que apenas nos escuchábamos. Seríamos infinitos y jóvenes, bailando borrachos recorriendo las madrugadas, preguntando dónde seguimos; mirando amaneceres en los miradores con los ojos adoloridos y riendo por cualquier cosa. Ese lugar que llamábamos ciudad porque queríamos que fuera una ciudad, y deseábamos crecer sin crecer, y sentir que habría alguien para atajarnos, y alguien en casa cuando decidiéramos regresar. Y hubo tantos ojos que aprendimos a mirarnos hacia adentro, entonces yo supe y me atreví a desear a una chica. Marqué mi posición. Marcamos nuestras posiciones [...]» (136) Este es Coyhaiqueer en la voz de Elena, personaje central de esta novela que nos presenta la historia de un grupo de jóvenes de la ciudad de Coyhaique en los años ochenta y noventa. La novela también está ambientada en las ciudades de Valdivia y Santiago, de manera que en una suerte de tránsito vital entre estos lugares, los personajes van configurando sus identidades, van «marcando posiciones» –como nos cuenta Elena– siempre acompañados de la música icónica de los 80 y 90: David Bowie, Boy George, Laura Branigan, Pat Benatar, se incorporan en la trama con
algunos fragmentos de sus canciones emblemáticas. Sobre este horizonte geográficotemporal, la escritura de Ivonne navega con un lenguaje directo, cáustico y profundamente humano por espacios que, todavía, son difíciles de pronunciar en nuestra hipócrita morfología social: las sexualidades disidentes, la violencia y sus múltiples vías de expresión: política, simbólica, física: la dictadura; el VIH/SIDA y sus abismos morales, existenciales; la pobreza, la soledad, la pérdida de sentido y exceso de sentidos, el suicidio, la muerte. Cada uno de estos aspectos de la existencia humana se instalan en el relato sobre un paisaje extraordinario y feroz en el que «Suicidarse era un ejercicio que a nadie extrañaba, con los años se había convertido en una de las formas más probables de morir en la Patagonia. Para escapar rápidamente de esos cerros, de esa mirada perdida, del trance del viento, de la ausencia y del aislamiento, como si ya no fuera suficiente vivir en el fin del mundo, éramos el orgulloso fin del mundo».(23). Desde este confinamiento que es, por momentos, Coyhaique, los personajes van desmontando, como diría Judith Butler «el tabú degradante de la heterosexualidad» que «convierte en raros» a todos aquellos que se resisten o que se oponen al orden social hegemónico y a sus racionalidades heteronormadas. Pensar en la homosexualidad –como indica la narradora– «era simplemente
solo un canal de televisión. No había semáforos, y cuando los instalaron la gente no sabía usarlos [...] Las carretas circulaban junto a los autos por las calles, la leche llegaba en garrafas a casa, las verduras las llevaba algún campesino en carretilla; se visitaba al zapatero, al talabartero, al sastre o a la modista. Un panorama que se disociaba de la realidad de la capital del país. Estábamos solos y sobrevivíamos. Los ecos de las radios am y sus mensajes a la comunidad se escuchaban por las calles, mientras nadie quería perderse Chile por la televisión.» (50). Con aguda mirada, Ivonne actualiza en su escritura los viejos, escalofriantes y tan actuales discursos de la oligarquía cívico-militar chilena y del progreso. La mítica Carretera Austral, aparece como la otra cara de una conectividad perversa porque, finalmente, nos dice la autora «Tanta explosión, demolición de cerros y muerte de pelaos no unió a nadie, los pelaos eran el material prescindible y [...] aunque el juramento a la bandera intentara darles dignidad, no había dignidad mientras la pobreza, obligada, le armaba la Carretera Austral a Pinochet [...]» (51). Cada tragedia personal lleva en Coyhaiqueer la marca de una historia social mayor: la de un Chile amoratado, encapsulado, en el que se desmonta la «maravilla» turística de este prístino fin del mundo. Con la crudeza de una verdad escupida a la cara, leemos: «A nadie le importaba que no estuvieran acostumbrados al frío –dice el relato refiriéndose a los soldados-obreros de la Carretera Austral– sin familia o conocidos en Coyhaique. Tenían que pasar su día de franco deambulando con ese uniforme que les prestaba la patria y los hacía ver iguales, y a nadie le importaban porque se veían iguales,
porque la pobreza en todas partes se ve igual. Tampoco están sus nombres, valientes soldados, esos nombres de guía telefónica que deberían estar en los monolitos recordando los derrumbes y las explosiones para abrir paso en la maravillosa naturaleza. Solo están los nombres de oficiales en carteles que homenajean el valor y entrega de los que daban órdenes. Porque los pelaos eran tantos, y eran pobres, y todos se parecían, con sus mechas tiesas y su carita de mal alimentados, a quién le iba a importar que estuvieran o no si siempre habían sido invisibles». (51) Coyhaiqueer es un nudo semántico, pero no es una metáfora; es el lugar de lo invisible, desmesuradamente, presente y real: «Éramos lo oculto –nos dice Elena–, lo que nadie quería descubrir ni mencionar, y eso nos gustaba. Éramos el subterráneo, donde los dealers eran nuestros amigos, conocíamos a las putas, bailábamos con amantes de viejos rancios. Sabíamos que estábamos al margen, que jugábamos en el borde, y que estábamos.» (27). CoyhaiQueer: una fractura en el mapa, un abismo, la Piedra del indio en donde se conjugan todas las historias personales, todas las lógicas del dolor, todas las violencias que el cuerpo es capaz de memorizar. Coyhaiqueer, lo propio, lo ajeno, el reverso; un lugar siempre inédito, una amistad, el amor, la ingenuidad y las solidaridades humanas. Cada tema en Coyhaiqueer es eco de profundas interrogantes que nos llevan a una conciencia más allá de lo textual, como una resonancia autobiográfica, crítica, que se interroga en silencio y que reclama lectores dispuestos a pararse en la encrucijada irresuelta y dinámica, entre la escritura y la vida.
Foto: Mauricio Osorio
descabellado», «Ser homosexual en Coyhaique era agotador, había que tener una coartada siempre y buena memoria para mentir, y ni pensar en decir (jamás decir) [...] «A los únicos que se les permitían tales perversiones, pero en su lugar de perversiones, con abierto y declarado desprecio, era a los peluqueros [...] Y si alguien confesaba, la vergüenza era insostenible, llamaban al psiquiatra, al cura o los enviaban a vivir afuera, una beca moralista, cualquier cosa para esconder el proyecto fallido, porque se volvería contagioso y mortal, y que había una operación decía alguien, y otro, que la fe mueve montañas.» (23). Este territorio de exclusiones, «pequeña y frágil Patagonia, dimensión paralela –dice la narradora– es, sin embargo, un espacio colmado de intensidades y de proezas humanas, un territorio de heroísmos. Me refiero al heroísmo no institucionalizado, al de las disidencias, de las resistencias de género, pero también me refiero, a los heroísmos cotidianos que también impugnan el proyecto neoliberal y sus desigualdades, porque los personajes en esta novela cargan una voz colectiva: «Éramos el pueblo, adentro, éramos del pueblo, con, contra, de, desde, hasta, para, por, según, pero nunca, sin [...]» (29). Como una imagen fantasmática Coyhaique parece ser un enclave del que nadie –es decir, Santiago, la capital–, se ocupa. Solo sueños de la modernidad en las cabezas de Elena, Jota, Mateo y Óscar. Una modernidad «intuida» en los cuerpos, en la música yanki y sus modelos de rebeldía. Sí, modernidad, pero a cientos de kilómetros: «[...] había negocios de barrio y un par de supermercados locales en los que no abundaban los productos, había quioscos con revistas y diarios que nunca llegaban a tiempo. Había
LOS RESIDUOS QUE CREAMOS EN NUESTRA COMUNIDAD Para una adecuada gestión de los residuos, requieres poner en operación acciones simples en tu día a día. Puedes elegir para ello, usar diversas metodologías, como las: 3R, 4R, 5R o 10R, por ejemplo, pero recuerda que el norte es avanzar a lograr “Cero Basura”
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