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Palabras, libros, historias

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José Pedro Varela

José Pedro Varela

DEL AULA

Gringo Rebel , Florida, University of Miami Press, 1960. Thord-Gray, I.,

IVOR THORD-GRAY: ¿MERCENARIO, ESPÍA O SOLDADO DE FORTUNA?

Andrés Ortiz Garay

Ya fuera como oficial en las fuerzas coloniales británicas en África,

como miembro de la inteligencia militar ligada a los servicios de contrainsurgencia de ingleses y norteamericanos en Asia o como soldado de fortuna –que jugó alternativamente el papel de revolucionario o el de contrarrevolucionario– Thord-Gray combatió bajo varias banderas. Fue también antropólogo y etnógrafo, además de empresario, banquero, inversionista, escritor y hasta académico universitario. Fue así, no sólo un soldado de fortuna, sino un hombre con fortuna.

no es muy seguro lo que públicamente se conoce de Thord-Gray. Lo que aquí apunto se basa en tres fuentes que, si bien contradictorias en sus detalles, terminan por complementarse. La primera es una presentación de Jorge Aguilar Mora al libro1 de Thord-Gray en la que dibuja un punto de vista más bien desfavorable a nuestro personaje: mitómano, ingenuo, ambicioso, mentiroso y hasta traidor a México, son parte de los calificativos con los que Aguilar evalúa la personalidad y la actuación de Thord-Gray (aunque ello no le impida decir que “…aún así su percepción de nuestro país es inolvidable” ni que, a pesar de sus fallas, la narración sea “…un complejo libro de historia, de etnografía y de interpretación del espíritu de un país y de su revolución.”). La segunda fuente es un libro de Adolfo Arrioja Vizcaíno2 quien, con el apoyo de la embajada de Suecia en México, realizó consultas en archivos gubernamentales de ese país y en el archivo personal de Thord-Gray. Arrioja es más empático con nuestro personaje, aunque no duda en calificarlo

1 Gringo rebelde. Publicado por Ediciones Era. Más adelante se comenta este libro. 2 Arrioja Vizcaíno, Adolfo, El sueco que se fue con Pancho Villa. Aventuras de un mercenario en la Revolución Mexicana, México, Editorial Oceáno, 2000.

como un agente secreto al servicio de la inteligencia militar británica y al de sus aliados norteamericanos. La tercera fuente son sitios de internet (que en su mayoría se basan en el libro del sueco Stellan Bojerud –enunciado en alguno de esos sitios como director del Departamento de Historia Militar del Colegio Sueco de Defensa Nacional–, publicado en 2008 con el título Soldat Under 13 Fanor, que en español se podría traducir como “Soldado bajo 13 banderas”); varios de estos sitios son poco críticos y abordan muy tangencialmente la actuación en México de Thord-Gray.3 Pero entonces, de acuerdo con esos materiales, tracemos pues un perfil del autor de Gringo Rebelde, el libro que abordamos aquí.

Aunque su nombre se ha escrito en español como Ivord, Ivor o Ivar eso no importa gran cosa, quizás de mayor relevancia sea que, según Arrioja, su apellido original era Hallström,4 que no se sabe por qué lo cambió y que nació en 1878 en la isla de Björkö, en el Mar Báltico; en cambio, Wikipedia y otras fuentes de internet afirman que nació en Estocolmo el 17 de abril de ese mismo año. Es casi seguro que su padre era de nacionalidad sueca

3 En general, he contrapunteado la información que proporcionan estas fuentes y consigno aquí los datos en los que coinciden; sólo citaré las divergencias cuando sean decisivas para el enfoque de este artículo. Uso más los escritos de Aguilar Mora y Arrioja

Vizcaíno porque se centran en la experiencia mexicana de nuestro personaje; alguna información de internet me ha proporcionado datos interesantes, aunque difíciles de comprobar, pero en general su contenido es difuso, repetitivo y con poca atención al periodo mexicano de Thord-Gray. 4 Según dice nordicway.com en shop.mnhs.org/moreinfo.cfm?Product_ID=868 el nombre sería Thord

Ivar Hallström.

MERCENARIO / ESPÍA

El Diccionario de uso del español, de María Moliner, en su segunda edición, publicada por Gredos, Madrid, 2001, define así estas palabras:

mercenario, -a (del lat. «mercenarîus») 1 adj. y n. Se aplica al *soldado que sirve por un salario en un ejército extranjero: ‘Tropas mercenarias’. Condotiero, estradiote. Se aplica a la persona que realiza cualquier clase de trabajo por una *retribución. adj. Se dice también «manos mercenarias».

Con respecto a espía, la definición en esa misma obra es la siguiente:

espía (del sup. gót. «spaíha») n. Persona que espía al servicio de alguien. *Espiar. ESPÍA DOBLE. Persona que espía a la vez para dos partes contrarias.

Sobre la acción que acomete el espía, es decir, espiar, el diccionario que citamos nos dice que es “observar algo o a alguien con atención, con continuidad y con disimulo, con algún interés” y agrega que “Particularmente, observar al servicio de un país lo que pasa en otro, u observar por cuenta del enemigo lo que pasa en un ejército.” Además la misma obra presenta espionaje, contraespionaje, agente secreto e infiltrado como términos relacionados con espiar y espía.

En cambio la expresión soldado de fortuna no aparece en los varios diccionarios y enciclopedias que consulté (probablemente porque se trata de una combinación de palabras; aunque sí encontré soldado desconocido o soldado de la fe, por ejemplo). Sin embargo, sabemos que tal expresión refiere >>

a los militares que ponen sus habilidades profesionales –antiguamente se diría “su espada”– al servicio de quien les pague más o les ofrezca mejores condiciones de trabajo y quizás de vida. Prácticamente, decir soldado de fortuna es una manera más amable de llamar a un mercenario.

Ivord Thord-Gray ha sido calificado como soldado de fortuna, mercenario y/o espía, por aquellos que lo consideran como un hombre de pocos escrúpulos al momento de decidir bajo qué bandera y qué ideales debía combatir. Por otro lado, en Suecia, Estados Unidos y en Gran Bretaña hay quienes lo han considerado como un valeroso militar que, llevado por su fascinación por la aventura y el peligro, se enlistó en diversos ejércitos y combatió en varias guerras (es decir, una redición simplista del soldado de fortuna). En mi opinión, Thord-Gray fue sobre todo un militar especialista en los servicios de contrainteligencia y contrainsurgencia incorporado a los ejércitos inglés y estadounidense que participó activamente en acciones de combate. A ello se había acostumbrado desde sus inicios como soldado de las tropas coloniales inglesas y asimismo, desde ese comienzo, su lealtad estuvo dedicada en primer lugar a sí mismo y después a apoyar el avance y la consolidación del sistema capitalista en el mundo, cosa de la cual aprendió muy pronto a beneficiarse. (aunque unos digan que fue maestro de educación primaria y otros que aristócrata) y quizás por eso Ivor no borró nunca del todo sus ligas con el país paterno: su primer libro sobre México lo escribió en sueco; su colección de piezas prehispánicas de México la cedió a un museo sueco; y fue miembro de la Real Academia de Artes y Ciencias de Suecia. En cambio, si enfocamos el lado materno de su ascendencia, el trazado biográfico es menos firme; las fuentes, sin ser concluyentes, apuntan que su madre era de origen británico, pero no hay nada seguro. Quizás lo que debamos retener es nada más que Thord-Gray tenía alguna conexión afectiva con la Gran Bretaña y que justificaba su acento extranjero al hablar inglés argumentando que había aprendido la pronunciación “escocesa” de su madre.

En 1896, cuando tenía 18 años, ThordGray se lanzó a la aventura. Navegó cerca de dos años en buques mercantes y entonces desembarcó en Capetown, la capital del dominio británico en el sur de África. Se dice que allí intentó echar adelante una granja y que fue guardia en una prisión, pero lo que es seguro es que finalmente se incorporó a la caballería del ejército colonial británico y pronto ascendió en los rangos de esa arma. En internet se repite mucho que peleó contra los zulúes, pero en 1897 el poder de esa gran tribu africana ya había sido roto y los regimientos británicos coloniales más bien llevaban a cabo la llamada Segunda Guerra Matabele (esto es, otra guerra colonial librada conta las tribus reunidas bajo este nombre). Un poco después en 1899-1902, los británicos combatían en la misma región contra gente que, como ellos, era de origen europeo durante la Segunda Gue-

rra Bóer,5 y en ella Ivor peleó al lado británico. Se dice también que luego fungió como capitán de la policía montada en Kenya (o tal vez Uganda), territorio que estaba bajo el dominio inglés pero en el que había muchos colonos alemanes. No es claro por qué casi todas las otras fuentes omiten lo que señala Aguilar Mora, a saber, que de África, Thord-Gray pasó a la India con el ejército de su Majestad Británica.6 En 1907-1908, Thord-Gray se unió a las fuerzas norteamericanas que combatían contra las guerrillas independentistas en las islas Filipinas, que tras haber Arrioja Vizcaíno A., El sueco que se fue con Pancho Villa , México, Océano, 2000. sido una posesión de la Corona española habían quedado bajo el protectorado de los Estados Unidos. Allí, realizando labores de lo que actualmente se denomina “contrainsurgencia”, el hasta entonces oficial británico comenzó la carrera que le haría célebre al desempeñarse como soldado de fortuna o mercenario, un oficio que le llevaría a varias partes del mundo. A pesar de que combatió en ejércitos de muchas A pesar dequecom mba b ti t ó en ejérc citos de muchas naciones, Thord-Gray siempre mantuvo lazos con Pero no está del todo claro si su involucramiento con Suecia, su país de origen.fuerzas militares de otros países diferentes a la Gran Bretaña se debió simplemente a un incontrolable deseo de aventuras y fama, o si, más bien, fue la consecuencia lógica de su enrolamiento como oficial de los servicios militares de inteligencia (espionaje y operaciones encubiertas) en un mismo bando que durante esa época –y quizás hasta la actualidad– servía en conjunto a los intereses imperialistas de la Gran Bretaña y los Estados Unidos. Probablemente se trató de una combinación de ambos factores. En cualquier caso, en Filipinas, Thord-Gray conoció a oficiales de la inteligencia militar norteamericana que años después serían elementos clave para que él pudiera salir tranquilamente de México en 1914 cuando las tropas de Estados Unidos ocupaban el puerto de Veracruz.

5 Ambos conflictos formaron parte de la expansión imperialista en el sur de África; en el primero los colonialistas británicos conquistaron a las tribus matabele y shona de Rhodesia (la actual Zimbabwe) y en el segundo la Corona Británica subyugó a las repúblicas independientes (Orange Free State y

Transvaal Republic) que los bóers habían fundado en el sur africano. Los bóers (palabra que significa granjero en neerlandés, la lengua holandesa) eran descendientes de holandeses calvinistas, hugonotes franceses y algunos otros protestantes europeos –básicamente alemanes y británicos– que habían llegado a colonizar el sur de África en la segunda mitad del siglo XVII y fundaron esos estados a mediados del siglo XIX. En el siglo XX, fueron los llamados afrikaaners que impusieron el famoso sistema del apartheid racial en Sudáfrica. 6 Aguilar Mora dice que: “Éstos fueron los mejores años de su carrera militar y los que recordaría con mayor nostalgia. De haberse quedado en la India, tal vez hubiera llegado a ser un general destacado del ejército inglés. Pero en ese entonces un ansia, nunca satisfecha, de aventuras siempre renovadas dominaba su carácter.”

En 1909, Thord-Gray estuvo con la Legión Extranjera francesa en la región del Golfo de Tonkín combatiendo contra los independentistas indochinos.7 En 1911, peleó en Trípoli (en la actual Libia) bajo la bandera del ejército colonial italiano que luchaba contra la resistencia de los libios y sus aliados del Imperio turco. De ahí se fue a China, donde en 1912-1913 colaboró con las fuerzas republicanas del Kuomitang en contra de los partidarios de la restauración imperial en la llamada Revolución de Xinhai. De la China revolucionaria pasó al México revolucionario donde estuvo en 1913-1914.

De fines de 1914 a 1917, la actuación de Thord-Gray en la Primera Guerra Mundial es un tanto confusa. Por un lado, las entradas en internet destacan que fue comandante de dos famosos batallones que combatieron en el frente occidental en Francia –el 15° y el 11° de los fusileros de Northumberland con grados de capitán y de teniente coronel respectivamente–, por ello ThordGray recibió varias condecoraciones. Sin embargo, Aguilar Mora nos dice otra cosa:

…sus servicios [en el ejército inglés de la Gran Guerra] duraron escasamente un año o año y medio. Misteriosamente, fue dado de baja sin honores antes del final de la guerra. La razón de su despido no es difícil de imaginar: la Gran Guerra no se podía comparar a las campañas de Argelia, Trípoli, Sudáfrica, Filipinas, Indochina o México, sino en la medida en que militarmente se aprovechaban en ella los recursos técnicos y estratégicos probados en aquellos conflictos menores. Pero no había lugar en ella para el espíritu de independencia y aventura al que tercamente se aferraban hombres como Thord-Gray. El ejército inglés no podía permitir que éste quisiera hacer la guerra como si estuviera en otra de sus empresas caballerescas y decimonónicas … El misterio podría consistir en que no fue asignado a otro cuerpo de ejército o simplemente disciplinado. Pero quizás precisamente eso sea la prueba de que en realidad Thord-Gray no tenía, ni tuvo nunca, la nacionalidad inglesa.

Tuviera o no esa nacionalidad, lo siguiente que hizo Thord-Gray fue ir a Estados Unidos. Según Aguilar Mora, desde junio de 1916 negociaba con el gobierno norteamericano –por entonces todavía neutral– la creación de un cuerpo de voluntarios de ascendencia británica que entraría en la guerra al lado de los ingleses. La falta de comunicación entre los servicios de inteligencia estadounidenses hizo que algunos lo consideraran espía al servicio del Kaiser alemán, por lo que fue estrechamente vigilado. Para congraciarse con

7 Por Indochina se conoce a la gran península del sudeste asiático en la que se situaban Camboya, Vietnam, Laos, Birmania y Tailandia. Hacia fines del siglo XIX, Francia estableció un dominio colonial en esa península que duró hasta 1954, cuando los nacionalistas comunistas bajo la dirección de Ho Chi

Minh derrotaron a los franceses en la batalla de Dien Bien Phu.

el ejército gringo, realizó un corto viaje a México8 supuestamente con el objeto de obtener información, ya que en ese tiempo la Expedición Punitiva al mando del general John Pershing perseguía a Pancho Villa en Chihuahua. Así, Thord-Gray logró reunirse con su amigo el coronel Miguel Acosta, quien había sido su compañero de armas en el ejército carrancista. Aguilar Mora es enfático al enjuiciar este episodio:

A principios de octubre estaba de regreso en Estados Unidos, donde ahora ofreció información de inteligencia militar sobre el ejército mexicano y también solicitó empleo como guía en caso de que Estados Unidos invadiera México. No se podía ser más traidor.

En ese mismo periodo, Thord-Gray desempeñó otra de sus facetas profesionales trabajando como etnógrafo para el Museo de Historia Natural de Nueva York. Luego, en 1918, se enlistó, con el rango de teniente coronel, en el cuerpo expedicionario canadiense que fue enviado a Siberia para apoyar al ejército blanco del almirante Aleksandr Kolchack, que trataba de aplastar la Revolución bolchevique en Rusia. Para noviembre de 1919, Thord-Gray se había comprometido tanto con la contrarrevolución antisoviética que lo ascendieron a general mayor y lo nombraron enlace entre el gobierno de Siberia y las tropas expedicionarias aliadas (con soldados de Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Japón y Checoslovaquia); también obtuvo un título nobiliario de la aristocracia zarista. En ese tiempo se le encomendó la misión de transportar por tren un tesoro que los rusos blancos se llevaban en su retirada hacia el puerto siberiano de Vladivostock. Se ha dicho que, sabiendo que los blancos ya perdían la guerra, Thord-Gray echó mano a una parte del oro que custodiaba. Fue herido y cayó prisionero del Ejército Rojo. Años más tarde, al recordar este episodio en el final de su libro Gringo rebelde, lo relata así:

Ante mí estaba otra guerra que todo el mundo creía que acabaría antes de que yo pudiera llegar a Inglaterra. Esa guerra que después se conoció como la Primera Guerra Mundial, a la que el presidente Wilson llamó ‘la guerra para acabar con todas las guerras’, no concluyó para mí hasta 1920, cuando, como prisionero herido de los bolcheviques, salí de Siberia gracias a Dios y merced a un comandante rojo muy decente, amén de considerado.9

En 1920 participó en un golpe militar que derrocó al presidente Gómez en Venezuela y acabó su vida como militar activo –a los 45 años de edad– cuando intervino en un fracasado intento de restaurar el régimen monárquico en Portugal. En 1926 publicó un segundo libro de tema militar, Strategy and

8 Este fue su segundo viaje al país, no confundirlo con el primero que se narra en Gringo rebelde. 9 Las citas de Thord-Gray provienen de la edición de Gringo rebelde en Ediciones Era y las he cotejado con la edición original en inglés.

Tactics For the 9th Coast Defense Command, que se usó como libro de texto en algunas academias militares norteamericanas. A partir de 1927 se dedicó a otra multifacética serie de actividades: inspector de minas en Sudáfrica, agricultor de caucho en Malasia;10 fundó un banco en Nueva York en 1925 que vendió unos años después con grandes ganancias, aprovechando las especulaciones financieras previas a la Gran Depresión de los años treinta. En 1934 obtuvo la ciudadanía estadounidense y poco después se fue a vivir a Florida, donde lo nombraron general y jefe de Estado Mayor de la milicia estatal. A partir de 1939, Thord-Gray fue uno de los principales impulsores de los desarrollos urbano-turísticos de Key Largo, que hoy representan valores inmobiliarios de millones de dólares. Allí, en Florida, escribió Gringo rebelde unos años antes de morir el 19 de agosto de 1964, cuando contaba con 86 años de edad.

Sus libros

Al contrario de Aguilar Mora, que llama traidor a México, Arrioja Vizcaíno afirma que Thord-Gray se interesó y quiso profundamente a nuestro país:

www.fondoshistoricos.udg.mx

Tarahumara-English, English-Tarahumara Dictionary, de Ivor Thord-Gray, 1955. … a pesar de haber vivido, sufrido y gozado en tantos países, México siempre estará en su mente, en su recuerdo y en su imaginación. No sólo retornará al país un buen número de veces, sino que los tres libros que escribió a lo largo de su vida sobre temas no militares, están íntegramente consagrados a México … Sólo México, con su conflictiva historia, sus graves desigualdades sociales y su rico pasado antropológico, inspiró a este contumaz peregrino a vaciar en el papel el arcón de sus múltiples recuerdos.

Y en efecto, varios de sus libros tratarían sobre nuestro país. Dejando de lado sus manuales militares,11 tenemos que ThordGray publicó en 1923 Fran Mexicos Forntid, 12 una historia del México prehispánico. Después, en 1955, publicó la obra que le valdría el reconocimiento académico en Suecia, un diccionario tarahumara-inglés13 que es también una obra etnográfica, ya que contiene información sobre las costumbres, la religión,

10 Donde se dice que también entrenaba a cuerpos paramilitares para luchar contra los aborígenes que se resistían a entregar sus tierras a las plantaciones comerciales. 11 En 1917 se publicó en Nueva York su primer libro con tema militar, un manual de combate titulado

Attack and Defense in Trench Warfare, que estaba inspirado en su experiencia en el frente de Verdún. 12 Este libro –que hasta donde sé no ha sido traducido al español– se publicó originalmente en sueco en la ciudad de Estocolmo. 13 Thord-Gray, Ivor, Tarahumara-English, English-Tarahumara Dictionary, Florida, University of Miami Press,

Coral Glabes, 1955. Con este trabajo obtuvo el doctorado que le otorgó la Universidad de Uppsala.

la herbolaria (especialmente el uso del híkuri o peyote en ceremonias chamanísticas y en curas), las leyendas, las carreras de bola (rarajípari) y otros aspectos de la cultura de este famoso grupo étnico del norte de México.14

Sin embargo, la obra de Ivor Thord-Gray que nos ocupa aquí es otra, su narración sobre el tiempo –cerca de un año– que pasó en México enlistado en las fuerzas revolucionarias que combatían contra la usurpación de Victoriano Huerta. La primera edición de esta obra fue publicada por la University of Miami Press en 1960. También existe la traducción al español que publicó Ediciones Era en 1985 con el título Gringo rebelde. Historias de un aventurero en la Revolución Mexicana 1913-1914 (con la citada presentación de Jorge Aguilar Mora).

Thord-Gray, I., Gringo Rebel , Florida, University of Miami Press, 1960.

El gringo rebelde

Thord-Gray escribió Gringo rebelde en Florida, pocos años antes de morir.

En el prefacio de su libro, Ivor Thord-Gray relata con demasiada simpleza los motivos que le animaron a conocer México y a escribir un libro sobre sus experiencias en la Revolución; pero quizás calla otros, más complejos, que también intervinieron en su decisión:

Anhelé visitar México desde que, siendo niño, leí sobre Moctezuma y sus guerreros aztecas, pero no realicé este deseo hasta 1913, cuando el país se hallaba enfrascado en una guerra civil. Unos cuarentaicinco años han transcurrido desde que dejé México, en 1914, a fin de sumarme al ejército británico y la primera guerra mundial. Durante ese periodo me he negado firmemente a escribir sobre la Revolución, si bien me lo solicitaron amigos míos tanto en México como en los Estados Unidos … El objeto que me anima a escribir en este momento es procurar satisfacer el aparentemente creciente entusiasmo que las generaciones jóvenes sienten por México, y alentar un mayor conocimiento de este país. El lector debe tener en mente, sin embargo, que mis notas reflejan lo que vi, no ayer, sino hace medio siglo.

14 Erróneamente, Arrioja dice que este diccionario es único en su género, pues ya desde los tiempos coloniales, los jesuitas habían compilado vocabularios y preparado gramáticas. Durante la vida misma de Thord-Gray se publicaron tres trabajos de esta índole (de George Griggs en 1910 y de los jesuitas José Ferrero en 1920 y David Brambila en 1953). Quizás porque estos trabajos fueron hechos en español y no en inglés, se les haya restado fama fuera de México; pero en todo caso es inexacto calificar la obra lingüística de Thord-Gray como “única en su género”. Además, tampoco se puede decir que el libro de Thord-Gray sea único atendiendo a su valor como etnografía, ya que en la primera parte del siglo XX se publicaron los magníficos trabajos de Carl Lumholtz (El México Desconocido) y de Wendell C. Bennet y Robert M. Zingg (Los tarahumaras. Una tribu india del norte de México). Desde luego, esto no le resta méritos al diccionario de Thord-Gray, pero sí ayuda a situarlo en una perspectiva más justa.

Thord-Gray, I., Gringo Rebel , Florida, University of Miami Press, 1960.

Rebeldes en el norte de Chihuahua, 1913-1914. Thord-Gray combatió con las tropas de Francisco Villa en la batalla de Tierra Blanca.

Sobre los motivos no confesados que lo llevaron a México hablaremos más adelante; ahora veamos cómo fue que Thord-Gray se convirtió en un gringo rebelde. En octubre de 1913, se hallaba en China, donde una caterva de extranjeros accionaba para sacar provecho del derrumbe de la milenaria China imperial. Thord-Gray nos cuenta que, aburrido con la lentitud del ritmo chino para hacer la revolución, estaba un día tomando unos tragos de ginebra en el Club Alemán de Shangai junto con un agente norteamericano, otro alemán y con un exiliado venezolano que no sabemos por qué estaba metido a redentor de los chinos. Los cuatro discutían sobre la existencia del gran movimiento revolucionario en México, sobre el audaz general-bandido Pancho Villa y –muy probablemente– sobre las consecuencias que para Estados Unidos acarreaba la convulsión en el país vecino con el que compartía una frontera de cerca de tres mil kilómetros.

Como las noticias provenientes de México parecían unilaterales, y yo no tenía nada mejor que hacer, decidí ir a echar un vistazo. Bradstock [el agente norteamericano] apostó que la revolución habría sido derrotada para cuando yo llegara al país. Acepté el desafío y reservé de inmediato un pasaje para Estados Unidos. Enseguida visité al cónsul mexicano, quien amablemente me concedió un permiso especial de seis meses por México como arqueólogo y antropólogo. Apercibido así, desembarqué en la hermosa ciudad de San Francisco a principios de noviembre de 1913.

Ya fuera porque no estaba dispuesto a perder la apuesta (según Aguilar Mora) o porque en aquella reunión en Shangai se reavivaron sus anhelos de visitar el país de Moctezuma (según Arrioja Vizcaíno), el caso es que ThordGray se involucró con México y su revolución. A todas luces, resulta muy extraño que un ex militar británico pretendiera llevar a cabo investigaciones antropológicas en un país convulsionado por la guerra civil. Y más bien no resultaría descabellado pensar que Thord-Gray pasó a México cumpliendo labores de inteligencia ya fuese para los británicos o para los norteamericanos; aunque omite decirnos algo a este respecto, su referencia a los “estadounidenses conocedores” revela que, por lo menos, tuvo contacto con expertos en el espionaje y analistas políticos:

En El Paso todo el mundo consideraba que Villa era el líder rebelde indiscutido del norte de México. A todos les sorprendió que Villa reconociera como Primer Jefe a Carranza, cuyo cuartel general se encontraba lejos, en el estado de Sonora. Los estadounidenses conocedores opinaban que este arreglo no duraría, pues era difícil subordinar a Villa. Además, su temperamento nervioso lo hacía impredecible, caprichoso y casi extravagante, y cometía cosas terribles intencionadamente … A pesar de esta información yo estaba impaciente por conocer a Pancho Villa, pues había logrado maravillas –casi lo imposible– como líder de caballería, lo cual era de interés para mí, que me había formado en la caballería.

Cuando Thord-Gray llegó a México, Francisco Villa era el jefe de la División del Norte, el más poderoso ejército de la revolución antihuertista. La captura de Ciudad Juárez, en la que empleó una famosa estratagema que se ha comparado con el legendario truco griego del Caballo de Troya, lo colocó en el escenario mediático mundial de aquel entonces –la prensa de Estados Unidos y Europa– como el más astuto y hábil de los generales revolucionarios. A esa fama mediática contribuyó en mucho el que una empresa cinematográfica –Mutual Film Corporation– le ofreciera pagarle por el permiso de filmar los movimientos de sus tropas (presentados al público en noticieros) y por autorizar una película basada en su vida. Desde luego, Villa aceptó este negocio no sólo por el dinero que obtenía (y que usó para financiar su ejército), sino también porque entendía que se trataba de un formato publicitario que indudablemente ejercería una influencia importante en las preferencias de los ciudadanos y el gobierno norteamericanos acerca de las facciones revolucionarias.

Diez días después de la toma de Ciudad Juárez, cuando Villa preparaba a sus tropas para combatir, pues sabía que un fuerte ejército federal se dirigía a atacarlo, se presentó en su cuartel general un tipo que ostentaba un permiso del cónsul mexicano en China para entrar en México. Ocurrió así el encuentro entre Villa y Thord-Gray, quien pintó un retrato inicial poco favorable al ex forajido convertido en intrépido comandante revolucionario:

Thord-Gray, I., Gringo Rebel , Florida, University of Miami Press, 1960.

Artillería rebelde, de derecha a izquierda: mayor Mérigo, capitán Thord-Gray y artilleros de la tropa. Hermosillo, Sonora, diciembre de 1913.

Tras de anunciarme, y de esperar media hora, se me hizo comparecer frente a Villa en una habitación espaciosa. Mi primera impresión de Pancho Villa, forajido, bandido, asesino de cientos y singular general, no fue muy mala pese a su desagradable reputación y su aspecto hirsuto y descuidado. Era corpulento, de aspecto violento, vigoroso; su cabeza era grande y un poco redonda, su cara lucía un poco hinchada. Los labios eran grandes y fuertes, pero sensibles. El labio superior se cubría con un sólido pedazo de bigote. Los ojos los tenía inyectados de sangre, como si le faltara sueño. Un sombrero echado hacia atrás ocultaba el cabello. Vestía unas polainas de cuero suave que llegaban arriba de la rodilla. Su rostro tenía un aspecto sucio, pero una sonrisa simiesca, no desprovista de benevolencia, le iluminaba el semblante, que por lo demás parecía duro y rústico.

En esa primera entrevista, Villa despidió coléricamente a Thord-Gray, rechazando sin miramientos su ofrecimiento de unirse a los revolucionarios y acusándolo de ser un espía gringo y agente de los huertistas. Sin embargo, el asunto cambió cuando Villa supo que el tal gringo se ofrecía a reparar un par de cañones averiados que habían sido arrebatados a los federales. En un episodio que se antoja de novela y del que no sabemos si nos cuenta toda la verdad, Thord-Gray contrabandeó las piezas descompuestas llevándolas a El Paso para que allí las arreglaran (él relata que las llevó con el dueño de un taller que simpatizaba con “la revuelta de los peones”, pero uno no deja de preguntarse si no habrá sido más bien que gracias a sus contactos con el ejército

norteamericano fue que pudo componer el desperfecto y llevar las piezas de regreso al lado mexicano). Thord-Gray logró hacer disparar los cañones ante Villa, quien le sugirió usar de blanco una choza en las afueras de la ciudad:

Gracias a Dios, el cañón disparó, pero la bala quedó corta … Para sorpresa de todos, cuatro hombres salieron corriendo de la casa y desaparecieron tras la loma … Villa caminó hacia mí y, para mi asombro, me dio un abrazo mexicano. Las palabras salían de sus labios como balas de una ametralladora Gatling; súbitamente me había convertido en su amigo y compañero … Unos cuantos minutos después me proclamaba su “Jefe de Artillería”, con rango de capitán primero. Mi cargo consistía en dos piezas de campaña de 75 milímetros, sin oficiales ni suboficiales a mis órdenes. Había unos cuantos artilleros apaches medio salvajes que no sabían nada de cañones; algunos de ellos no hablaban más que su idioma, aparte de un poco de español rudimentario … Ahora sí me encontraba yo en un atolladero. Incorporarme a la caballería revolucionaria era una cosa, y otra incorporarme a la artillería.

El flamante jefe artillero marchó de cualquier modo hacia el sur con las fuerzas villistas, al encuentro de los federales que se acercaban. Dice ThordGray que antes de marchar tuvo oportunidad de sostener una larga conversación con Villa en la que hablaron de asuntos castrenses; el soldado de carrera insistiendo en la necesidad de observar las reglas fundamentales de la estrategia militar y el líder revolucionario apelando a su conocimiento natural del arte de guerrear. No hubo pues un entendimiento completo, pero ambos alcanzaron cierto nivel de simpatía respecto al otro. Esa misma noche, al famélico grupo de artilleros dizque “apaches” se unieron otros dos indios de una tribu diferente.15 Uno de ellos se convertiría no sólo en un fiel subordinado y compañero de armas de Thord-Gray, sino además en su puerta de entrada a una fabulosa cultura indígena y su misterioso mundo:

… dos indios orgullosos y de hermoso aspecto se reportaron a mis órdenes como exploradores y mensajeros entre el general Villa y los cañones. Eran indios puros del numeroso grupo tarahumara, el cual vive en las tierras altas de la Sierra Madre en la parte occidental del estado de Chihuahua, y tienen una gran reputación

15 Seguramente, Thord-Gray se confundía mucho con la identidad étnica de los combatientes; sólo una pequeña parte de la población indígena del norte se alistó en las fuerzas villistas y básicamente se trató de tarahumaras; es difícil creer que hubiera realmente apaches en las filas rebeldes y que se cortaran cabelleras del enemigo vencido como lo asegura él en su libro (“… dígase lo que se diga, algunas cabelleras se tomaban y se tenían en gran estima, especialmente por parte de los bravos apaches …”). Cortar cabelleras no era una costumbre extendida entre los apaches, ni se tiene noticia de que hubiera muchos de ellos entre las tropas villistas; lo más probable es que Thord-Gray haya contado esto como recurso retórico para impresionar a sus lectores.

como corredores de larga distancia … me enteré que uno de ellos, llamado Pedro, era chamán curandero. Luego de charlar durante una hora, me interesé tanto que saqué mi libreta y tomé mis primeras notas sobre los tarahumaras ... Pedro y yo nos hicimos amigos cercanos, es decir amigos en el sentido indio de hermanos de sangre. Ellos desconfían de todos los extraños. Están estrechamente unidos entre sí, son por regla general reticentes y tienen una disposición taciturna poco sociable que al citadino le cuesta trabajo entender. Esta desconfianza puede tornarse menos tensa con el tiempo, remplazándola un entendimiento silencioso y afectuoso, como fue el caso con Pedro, quien muchas veces arriesgó su vida por mí … Pedro tenía un conocimiento pasmoso de historia tribal, leyendas, plantas, animales, yerbas medicinales y curas. Provenía de cerca del pueblo de Urique, pero había recorrido toda la Sierra Madre como explorador de Villa y sus guerrilleros. También había trabajado para unos mineros estadounidenses cerca de Zapuri, hablaba un español bastante correcto y también un poco de inglés que había de resultarme invaluable en la campaña que teníamos por delante.

En Tierra Blanca, estación ferroviaria situada a unos 40 kilómetros de Ciudad Juárez, en una zona llana surcada por médanos de arena salitrosa y vegetación dominada por matas de gobernadora, tuvo lugar la batalla que enfrentó a villistas y federales del 24 al 26 de noviembre de 1913. El capitán Thord-Gray quedó azorado ante lo que a sus ojos fue un encuentro librado, por parte de ambos bandos, con una absoluta ausencia de seguimiento a los cánones de estrategia, táctica y disciplina militares. Los villistas eran más –se dice que 6200– que los federales –se dice que 5500– pero éstos traían más artillería, más ametralladoras y más trenes.16 Sin embargo, contra los cálculos del capitán sueco que temía la victoria de los federales porque superaban a sus compañeros en armamento y efectivos, ocurrió un milagro:

De la nada apareció un cuerpo de hombres montados, como una cohorte de caballería romana, unos trescientos jinetes que embestían contra el flanco izquierdo federal, el cual tenía en grandes apuros a nuestra derecha. El comandante de este regimiento era un joven notablemente lúcido y lleno de recursos. Observó el orden extendido del enemigo y su infantería montada cargó sin sables pero sin titubear … Este joven teniente coronel, un mestizo apache, analfabeta, era un líder de caballería digno de admiración. Su carga inesperada tuvo un efecto sobrecogedor sobre el enemigo. En lugar de apuntar las ametralladoras en su dirección, los federales rompieron filas y corrieron de regreso a la loma …

16 Friedrich Katz, uno de los más destacados historiadores del villismo, hace un equilibrado relato de la batalla de Tierra Blanca en su libro Pancho Villa (México, Ediciones Era, 1998); aunque tangencialmente, este autor aborda la actuación de Thord-Gray con el ejército de Villa y al presentarlo lo llama

“mercenario sueco”.

No queda claro quién fue ese joven mestizo apache que salvó el día y cambió el rumbo de la batalla ni cómo fue que Thord-Gray supo que era analfabeta, pero menos claro todavía resulta por qué Thord-Gray se enlistó primero en las fuerzas de Villa y después de la batalla de Tierra Blanca se pasó al bando encabezado por Venustiano Carranza. En vista de las tensas relaciones entre villistas y carrancistas ¿qué le llevó a dar ese giro?

Según cuenta el propio Thord-Gray, Villa lo mandó con Carranza, dizque engatusado por Rodolfo Fierro –el famoso subalterno de Villa– quien le odiaba por el simple hecho de considerarlo gringo y quería apartarlo de la estima del Centauro del Norte; pero esa explicación parece demasiado simplista. ¿No se trataría más bien de un traslado ordenado por otros intereses, que pretendían ubicar a un especialista en cuestiones militares dentro de un bando revolucionario que, pese a su importancia estratégica, aún no había alcanzado triunfos tan relumbrantes como los de Villa y sus seguidores? ¿Estaría el sueco al servicio de grupos de poder norteamericanos que veían en Carranza y su gente a revolucionarios menos radicales y por lo tanto más controlables que Villa y sus seguidores?

El caso es que unos días después de la batalla, el general Villa encargó a Thord-Gray que fuera a Tucson, Arizona, por un importante cargamento de armas y municiones. Nos dice Thord-Gray que, ante la burlona sonrisa de Rodolfo Fierro, Villa le dio dinero y le dijo que, tras entregar el cargamento en Nogales, Sonora, se reportara al cuartel general de Carranza en Hermosillo; según el militar sueco, Fierro adoptó esa actitud de burla porque pensaba que había muchas posibilidades de que el “gringo” no lograra cumplir la misión y fuera apresado por las autoridades norteamericanas. Para Arrioja, la elección de Thord-Gray para encabezar la misión de contrabando de armas de Tucson a Nogales y su traslado de la División del Norte a la de Occidente fueron cosas que se decidieron en las altas esferas del ejército norteamericano; al respecto este biógrafo del sueco que se fue con Pancho Villa dice:

Pero cualesquiera que hayan sido los sentimientos que mutuamente se inspiraron Fierro e Ivar, lo cierto es que de este incidente se deriva una pregunta obligada: ¿cómo es posible que Villa, receloso por naturaleza y acostumbrado a toda suerte de engaños y traiciones, haya confiado ciegamente, y en una cuestión de vida o muerte para su futuro militar, en un extranjero que apenas acababa de conocer y que fácilmente podía huir con esa elevada suma de dinero … a Estados Unidos, o bien, para congraciarse con Carranza, podía entregar las codiciadas armas y municiones estadounidenses al Ejército Constitucionalista? … La única respuesta posible a esta pregunta es que el desconfiado Pancho Villa había recibido seguridades de sus agentes en El Paso, Texas, de que Thord-Gray tenía una larga asociación con la inteligencia militar estadounidense, que estaba en México para apoyar a las

fuerzas revolucionarias y que, por consiguiente, era de plena confianza. También debe haber recibido indicaciones de reasignarlo al ejército carrancista.

La Revolución Mexicana de Thord-Gray

commons.wikimedia.org La hipótesis manejada por algunos, entre ellos Arrioja, es que Woodrow Wilson decidió desconocer y derribar al régimen de Victoriano Huerta porque lo consideraba, en principio, un deber moral y una acción consecuente con los postulados de que Estados Unidos debía diseminar sus principios político-morales en todo el mundo (instauración de la democracia, juzgar a los Estados bajo los mismos principios éticos con los que se juzga a los individuos, implantación de un sistema universal de derecho, entre otros). Aunque los gobiernos europeos acreditados en México (con Gran Bretaña a la cabeza y con Suecia incluida) habían reconocido a Huerta, Wilson no se arredró en su intento de derrocarlo y fomentó una nueva revolución en su contra, además de que en todo momento mantuvo viva la opción de una intervención militar directa. Así, el movimiento revolucionario constitucionalista encabezado por Venustiano Carranza y

Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos de 1913 a 1921. otros caudillos, entre ellos Pancho Villa, obtuvo viabilidad al contar con recursos provenientes del país vecino (algunos sólo de tipo moral, como las reprobaciones diplomáticas para el gobierno de Huerta y otros más decisivos, como el levantamiento del embargo de armamento en beneficio de los revolucionarios). Es indudable que la Revolución Mexicana se originó en causas internas relacionadas, por ejemplo, con el desigual sistema de distribución y tenencia de la tierra que concentraba en muy pocas manos la propiedad de este recurso fundamental; con el estado de servidumbre en el que se hallaban millones de campesinos mestizos e indígenas; o con las pocas posibilidades de movilidad social que afectaban a las clases medias. Sin embargo, también se pueden considerar causas externas que influyeron decisivamente en el rumbo que siguió; entre éstas, una muy importante sería la intervención norteamericana cuya finalidad era minar ciertos logros alcanzados en México durante el régimen porfirista: consolidación económica con una moneda fuerte apoyada con reservas de oro; un ejército profesional al mando de oficiales entrenados en academias militares francesas y prusianas; prestigio internacional y buenas rela-

ciones con Japón, Gran Bretaña y Alemania. Para dar al traste con esto, Estados Unidos apoyó la oposición con- www.loc.gov tra Díaz primero y contra Victoriano Huerta después.

A fines de 1913, el gobierno de Woodrow Wilson ya estaba decidido a desconocer al gobierno de Huerta y Pancho Villa pasaba por ser el líder natural de los antihuertistas. Por eso, Thord-Gray se unió a las fuerzas del Centauro del Norte y participó a su lado en la batalla de Tierrra Blanca. Pero la que al principio era una opinión favorable acerca de Villa entre los norteamericanos (alentada por las imágenes románticas y redentoras que difundía la cinematográfica Mutual) cambió a raíz del llamado “caso Benton”, que condujo al descrédito de Villa ante la opinión pública internacional.17 Ante el supuestamente violento e inmanejable carácter del Centauro del Norte, el gobierno norteamericano decidió involucrarse más con Venustiano Carranza y su movimiento. Por eso es posible que Thord-Gray haya sido enviado a apoyar a los constitucionalistas con la El general Lucio Blanco fue comandante y amigo de Thord-Gray. Murió asesinado en una embos-misión específica de capacitar y entrenar al ejército que cada en 1922. reconocía el mando supremo del Primer Jefe. El sueco que primero se había ido con Pancho Villa terminó así por marchar, desde Hermosillo hasta la capital mexicana, con otros jefes muy diferentes a los villistas.

Tras entrevistarse con Carranza en Hermosillo, Thord-Gray fue dado de alta en el Cuerpo de Ejército del Noroeste el 9 de diciembre de 1913 con el grado de capitán primero y fue asignado al Primer Regimiento de Artillería a las órdenes del mayor Juan Mérigo con quien pronto se enemistó. Entonces se le asignó a la división de caballería al mando del general Lucio Blanco. La misión que oficialmente se le encomendó fue impartir cursos de instrucción militar para oficiales de caballería y de artillería; uno de sus supuestos alumnos –que según Thord-Gray pidió clases particulares para que no se supiera públicamente que recibía ese tipo de instrucción– era el general Álvaro Obregón, comandante en jefe de la División y del cual el oficial sueco nos dejó este retrato:

17 William Benton era un inglés que en México se casó con una mujer de familia de hacendados y que, aprovechando esta posición, se dedicó a contrabandear ganado y probablemente otras cosas.

Parece que había realizado negocios con Villa y por algún motivo tuvo desavenencias con el caudillo. En febrero de 1914 fue muerto a balazos en el cuartel general villista y después su inhumación clandestina, la posterior exhumación de su cadáver y su fusilamiento postmortem condujeron a un grotesco caso de protesta diplomática por parte de Gran Bretaña que terminó afectando la imagen internacional de Villa.

commons.wikimedia.org El general Álvaro Obregón fue el comandante más competente de la revolución. Se unió a Madero en contra de Díaz, aun cuando en un principio no parecía tener ningún interés o ambición de ser soldado … Era un hombre visionario que poseía una gran determinación de aprender todo lo relacionado con estrategia militar y problemas tácticos … Era valiente, precavido y tenaz, dotado de un genio natural para el liderazgo; su talento se combinaba con la firmeza necesaria. Además era calmado y frío … el fue quien logró que Carranza expidiera leyes sociales a favor de los peones e indígenas. Los General Álvaro Obregón. Según Thord-Gray, Obregón Gen nera al Álvaro Obregón ó Según Thord-Gr G ay Obregón yaquis y los mayos le guardaban una lealtad a toda aprendió de él las tácticas que le permitieron vencer a huertistas y villistas. prueba. Su buena naturaleza y sentido de la justicia eran, con frecuencia, dominados por su indómita voluntad, por lo que su ambición de poder lo obligaba a aplastar a todos los que se negaban a subordinársele y a acatar sus órdenes sin replicar.

Thord-Gray nos cuenta que en enero de 1914, al hacer un reconocimiento del frente subido en un armón ferroviario, fue atacado por indios yaquis sublevados; tras derrotarlos, uno de los prisioneros, “un indio de aspecto muy apuesto”, le pidió ser incorporado en las fuerzas revolucionarias. Este yaqui fue nombrado Tekwe (palabra que significa águila en la lengua cahita, hablada por yaquis y mayos). Él y Pedro funcionarán como una especie de alter ego de Thord-Gray en el resto de la narración de sus aventuras. El yaqui actuando como el guerrero indomable y fiero y el tarahumara como el chamán sabio y lleno de recursos. No es posible saber cuánto de verdad y cuánto de ficción entrañan los roles y acciones que Thord-Gray atribuye a estos personajes. Muchas veces parece inverosímil su omnipresente e inequívoca actuación, pero invariablemente constituyen un esfuerzo del autor para incluir al México indígena en la historia de la gesta revolucionaria. A veces ese esfuerzo está viciado por juicios injustificados –sobre todo en un antropólogo–, como cuando habla de los huicholes, a quienes califica de pusilánimes, superticiosos y poco dignos de confianza. En general, a pesar de su aprecio por tarahumaras, yaquis y mayos, sus juicios se basan en un sistema clasificatorio demasiado imbuido de prejuicios raciales y de un evolucionismo poco decantado. Así, sobre las habilidades de su amigo Pedro como guía, nos comenta:

No podía dejar de maravillarme la forma en que Pedro encontraba siempre el camino correcto en la más negra de las oscuridades, lo que me hacía llegar a la conclusión de que él, como los nativos de las tribus de África o Malasia, tenía desarrollados los más agudos sentidos de un animal salvaje.

Después Thord-Gray relata una increíble pero emocionante aventura que según él, lo llevó a internarse en la Sierra Tarahumara y conocer al pueblo rarámuri.18 Allí sufrió un severo ataque de malaria (enfermedad crónica que había adquirido en África); él sabía curarse con reposo absoluto, quinina y aspirinas, pero había perdido su botiquín y no podían parar más que escasos momentos para descansar. Pedro le ofrecío entonces el remedio: mascar continuamente los gajos del híkuri. El paciente obtuvo no sólo alivio a sus dolores, sino además una inesperada energía que posibilitó seguir adelante por el empinado recorrido y hasta ser capaz de dar un salto de casi tres metros para salvar un profundo precipicio, el cual sus dos compañeros indios cruzaron brincándolo varias veces para pasar armas y provisiones. Después, durante la noche, los efectos del híkuri se volvieron más alucinógenos que excitantes y provocaron visiones placenteras, como la de encontrarse rodeado por bellas y complacientes mujeres. Tras acabar con los federales que le perseguían guiados por indios tepehuanes, Thord-Gray pasó unos días conviviendo con los rarámuri (dice que asistió a una de las famosas carreras de bola, bebió tesgüino y presenció la ceremonia del yúmari).

Poco después, el ejército de Obregón pasó por las cercanías del puerto de Guaymas, que estaba ocupado por los federales, impidiendo así que los revolucionarios obtuvieran suministros por mar. Al realizar una patrulla de avanzada, Thord-Gray detectó la presencia de dos buques de guerra japoneses que apoyaban a los defensores del puerto. Dice que Tim Turner, un periodista gringo, le comunicó que el embajador del Imperio del Sol Naciente se encontraba entonces en Guaymas pactando con el comandante de la guarnición federal. Si esto fue verdad, Thord-Gray cuenta aquí uno de los muy escasos testimonios del involucramiento de Japón en la Revolución Mexicana (quizás sólo Friedrich Katz sea quien haya tocado este poco conocido asunto de la ingerencia japonesa en su libro La guerra secreta en México).

Después, Thord-Gray relata los episodios que le sucedieron desde Culiacán (fines de enero) hasta la Ciudad de México (mediados de agosto), combatiendo en Tepic (campaña en la que asesoró a Rafael Buelna, el general más joven de la revolución), la sierra del Nayar, Acaponeta, Jalisco, Querétaro e Hidalgo. En todos esos episodios destaca la amistad que poco a poco va uniendo a Thord-Gray con el flamante general Lucio Blanco y con el coronel Miguel Acosta; desde luego siempre en compañía de sus fieles Pedro, Tekwe y López (este último un mestizo).

Durante su estancia en la capital del país, tomada por los constitucionalistas mientras Villa y la División del Norte quebraban la resistencia huertista en Torreón y Zacatecas, Thord-Gray destaca dos episodios que igual que varios

18 Rarámuri (“los de pies corredores”) es el nombre que se dan a sí mismos los tarahumaras.

Gringo Rebel , Florida, University of Miami Press, 1960. Thord-Gray, I., otros del libro resultan, si no del todo increíbles, por lo menos un tanto exagerados. En el primero, un tanto inocuo aunque bastante simbólico, nuestro autor relata que al inspeccionar el Palacio Nacional, él, Blanco y Acosta encuentran el sillón presidencial usado para las ceremonias diplomáticas. Thord-Gray lo compara con el trono que Napoleón debió usar en sus días de gloria y dice:

Antes de que me diera cuenta de lo que pasaba, Blanco y Acosta me empujaron, me obligaron a sentarme en la silla y me hicieron una caravana ceremoniosa. Cuando les dije que la silla era bastante incómoda para sentarse, Blanco me contestó: ‘Huerta tampoco encontró muy fácil sentarse ahí’, y los tres nos reímos divertidos.

El segundo se centra en el papel –según él General Miguel M. Acosta (1891-1947). Fue quizás el re- decisivo– que Thord-Gray jugó en la deposición volucionario más cercano a Thord-Gray y gran amigo suyo. del embajador británico en México. Resulta que Inglaterra –así como los otros países europeos– había reconocido al gobierno de Huerta y su embajador, sir Lionel Carden (un agente al servicio del magnate petrolero Weetman Pearson, lord Cowdray), había conseguido varios empréstitos y armas para el dictador; sin embargo, ante la proximidad de la guerra contra Alemania, los aliados británicos y franceses se vieron obligados a subordinar sus intereses en México a los de Estados Unidos para no entorpecer el apoyo que éstos les brindarían en la inevitable guerra europea. Según Thord-Gray, los generales revolucionarios querían apresar y juzgar al embajador que había apoyado tan flagrantemente a la dictadura de Huerta y amenazaron con quemar la legación si éste se resistía. Thord-Gray relata haber jugado un papel decisivo en esta acción obligando al embajador a que renunciara; pero es francamente inverosímil que él haya tomado la serie de decisiones que se adjudica en su libro (sobre todo respecto al lado mexicano, pues es bien conocido que Venustiano Carranza ejercía un estricto control personal sobre los asuntos diplomáticos). Sea como haya sido, antes de renunciar, sir Lionel entregó a Thord-Gray un cable urgente llegado desde Londres en el que se conminaba al “gringo rebelde” a sumarse al ejército de su Majestad británica en la guerra contra Alemania y el Imperio Austrohúngaro. Pero antes, en septiembre de 1914, Thord-Gray, por encargo del general Blanco, había partido de la Ciudad de México con destino al estado de More-

los para cumplir la última de sus extraordinarias aventuras en la Revolución Mexicana: entregar un regalo (un revólver Colt 44 con cacha repujada en oro) y una nota de Lucio Blanco para el caudillo de la revolución agrarista del sur, el general Emiliano Zapata. En este otro episodio, también sobreadornado, Thord-Gray dice que conoció a un furtivo Zapata que se mantuvo de incógnito durante una entrevista entre el sueco y oficiales zapatistas; además, ThordGray cuenta que subió al cerro del Tepozteco y visitó las ruinas del templo azteca que se hallaba en su cumbre; allí trabó contacto con un chamán náhuatl que custodiaba el sitio sagrado (al regresar a México, él y su escolta de yaquis y mayos se batieron a balazos con los zapatistas que les perseguían).

De manera oficial, Thord-Gray recibió su baja del ejército constitucionalista el 3 de septiembre de 1914. El documento dice:

De acuerdo con su petición, este Cuartel General concede a usted licencia ilimitada para separarse del Ejército Constitucionalista y marchar a Europa al arreglo de sus asuntos particulares … Es la oportunidad de darle las gracias por sus magníficos servicios que prestó a nuestra causa, estando al frente del regimiento que confié a su digno mando … Hágole presente mi atenta consideración y aprecio … General, jefe de la División de Caballería, Lucio Blanco.

Según Thord-Gray, su retiro del ejército era necesario para que no avanzaran las maquinaciones de Obregón y del entonces coronel Francisco Serrano contra el general Lucio Blanco; ambos pretendían aprovechar la anterior estancia de Thord-Gray con la División del Norte para acusarlo de ser espía de Villa y de esa forma desacreditar a Blanco como pro-villista, impidiendo con ello su posible candidatura a la presidencia de la República. Al respecto nuestro autor escribe:

El significado de la acusación de Serrano era obvio. Me encontraba bajo la sospecha de ser un americano amigo de Villa; además la dirección de la que venía el ataque [Obregón] lo hacía mucho más serio para Blanco y para mí. Serrano, más poderoso que nunca, estaba tratando de implicar a Blanco con Villa a través de mí, como pretexto para deshacerse de Blanco. Ser acusado por

Thord-Gray, I., Gringo Rebel , Florida, University of Miami Press, 1960.

Licencia para separarse del Ejército Constitucionalista y regresar a Europa, concedida al coronel Ivor Thord-Gray por el general Lucio Blanco.

, México, Océano, 2000. Arrioja Vizcaíno A., El sueco que se fue con Pancho Villa este hombre, en este momento, equivalía a una condena y al pelotón de fusilamiento.

Así, Thord-Gray partió en el Ferrocarril Mexicano hacia Veracruz el 7 de septiembre de 1914. En el puerto, entonces ocupado por el ejército norteamericano y bloqueado por una escuadra gringa, convivió un par de días con oficiales norteamericanos entre los que estaban algunos de su viejos camaradas de armas en el servicio de inteligencia y otros de alto rango, como el jefe del ejército, Frederick Furnston, y el de la marina, el almirante Nettey. Es indudable que a todos ellos les proporcionó información sobre el estado de cosas en el ejército constitucionalista. Ivor Thord-Gray en los últimos años de su vida, en su Acabó así la actuación de Thord-Gray en la residencia de Coral Gables, Florida. Revolución Mexicana. Quizás más que un simple mercenario o un vil espía, se le deba considerar como un soldado de fortuna contratado por el servicio de inteligencia norteamericano, que como tal realizó una misión de apoyo a los revolucionarios que las autoridades de Washington pretendían hacer triunfar en la guerra civil de 1913-1914. Una vez cumplida esta misión, Thord-Gray se fue a pelear otras guerras. Sin embargo, su interés personal en México continuó durante mucho tiempo más; volvió luego al país, primero para recuperar los cientos de reliquias arqueológicas que había dejado en resguardo en Tula y luego para desarrollar los estudios sobre los tarahumaras que había iniciado con Pedro el chamán. Una interesante reflexión en el prefacio de Gringo rebelde da cuenta de que sus andanzas por la Sierra Tarahumara le habían calado profundamente:

Jamás los turistas –y rara vez unos cuantos mexicanos educados– contemplan el maravilloso panorama de las grandes sierras de México. Se trata de paisajes pintorescos y casi aterradores de insólita belleza. En algunos sitios, las escarpadas barrancas caen perpendicularmente, a través de roca sólida, miles de pies. Cuando se mira hacia abajo, se experimenta pasmo ante esos tremendos abismos, y uno se siente muy pequeño y sin importancia. Se tiene la impresión de estar en otro mundo y en el crepúsculo, con esa oscuridad debajo, un estremecimiento puede recorrer la espalda, pues le recuerda a uno el infierno de Dante.

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