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Gabriel Lucio Argüelles: una experiencia en el sistema educativo mexicano
E INCERTIDUMBRES
Gabriel Lucio Argüelles:
UNA EXPERIENCIA EN EL SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO
Archivo familiar Lucio Decanini Gerardo de la Cruz*
De vez en cuando el azar nos coloca en situaciones privilegiadas. Tal ha sido mi caso ante la figura de Gabriel Lucio Argüelles, educador y diplomático originario de Veracruz, uno de esos personajes excepcionales que atraviesan la historia de México como el pitido de un viejo ferrocarril; uno de tantos de los que se conoce tan poco, pero que vale la pena detenerse a ver qué hicieron, preguntarse quiénes son y qué nos legaron. Yo suelo llamarlos “protagonistas a la sombra”, porque generalmente están al cobijo de un personaje mayor que termina por eclipsarlos.
Un camino azaroso
Leer la biografía del profesor Gabriel Lucio Argüelles, Una vida dedicada a México y el mundo, preparada y compilada por su nieto Federico Lucio Decanini, deja la sensación de “tienen que conocerlo”, de que este maestro es un personaje cuyos méritos deben ser divulgados. La lectura representa, además, una oportunidad de revisar una etapa fugaz y fallida en el largo camino que
* Escritor. Estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM. el sistema educativo mexicano ha seguido para consolidarse dentro de los cruces institucionales, la llamada “educación socialista”, impulsada por Narciso Bassols a su paso por la Secretaría de Educación Pública, y que, en la agonía del interinato de Abelardo L. Rodríguez, reclamaba una severa reforma al artículo 3º de la Constitución. Permite también ver parte del origen de los muchos problemas que aquejan a las asociaciones magisteriales: el enfrentamiento ideológico, formas de concebir la práctica pedagógica, que se arrastran desde hace quién sabe cuántas décadas.
No se puede asegurar que el profesor Lucio Argüelles, uno de los tantos protagonistas de la reforma educativa en la etapa cardenista, estuviera en el lugar indicado en el momento indicado; me inclino por pensar que fue su propio esfuerzo lo que lo llevó a formar parte de esta película. ¿Quién fue y por qué merece un espacio de reflexión? Gabriel Lucio es uno de los intérpretes de la pedagogía socialista, y uno de los pocos que logró materializar el discurso cardenista en un libro de texto, el primer libro de texto gratuito del que se tiene noticia: Simiente, publicado en 1935.
El cincel de una vocación
G a b r i e l M a r í a G re g o r i o d e l C a r m e n L u c i o A rg ü e l l e s e r a o r i g i n a r i o d e l e s t a d o d e Ve r a c r u z . Nació en el puerto de Nautla el 12 de marzo de 1899, en el seno de una familia numerosa, medianamente acomodada. Su padre, don Federico Lucio y Díaz, era inmigrante español, entregado por completo a la familia (tuvo diez hijos) y a los negocios, el de los textiles y el de la explotación de la miel. A su madre biológica, Concepción A rg ü e l l e s , n i l a c o n o c i ó , p u e s m u r i ó a c o n s e cuencia de la fiebre palúdica pocas semanas después de haber dado a luz, por lo que fue criado por la segunda esposa de don Federico, María Machuca González.
Federico Lucio era un comerciante en toda la extensión de la palabra, pero, como ya se dijo, también era un hombre de familia. Por ejemplo, no tenía empacho en cambiar la residencia familiar cada vez que sus negocios lo exigían: vivieron en Zacatecas, Puebla, Ciudad de México, Veracruz, Nautla, Orizaba, Cosamaloapan, Nogales (Río Blanco) y Xalapa, todo esto en un lapso de veinte años. No obstante la inestabilidad que representa para un niño este constante cambio de domicilio, Gabriel Lucio tuvo la suerte de vivir un largo periodo en Cosamaloapan, donde de hecho creció y cursó sus estudios básicos.
En aquellas décadas, cercanas al final del Porfiriato, Veracruz aún experimentaba el impulso renovador del sistema educativo que el gobernador Juan de la Luz Enríquez puso en práctica, b ajo la guía del educador suizo Enrique C. Rébsamen. De la Escuela Normal Veracruzana (hoy Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen”), instalada en Xalapa en 1886, salieron más que notables y comprometidos ped a g o g o s , v e rd a d e ro s f o r m a d o re s d e m a e s t ro s q u e c o m e n z a ro n a re v o l u c i o n a r e l s i s t e m a d e e n s e ñ a n z a e n l a R e p ú b l i c a M e x i c a n a , a d a p t a n d o l a s t é c n i c a s e u ro p e a s a l a s c i rc u n s t a n c i a s n a c i o n a l e s : l a f a m o s a e d u c a c i ó n c i e n t í f i c a i m p l a n t a d a p o r J u s t o S i e r r a c o n e l a p o y o d e E n r i q u e L a u b s c h e r y, d e s d e l u e g o , R é b s a m e n . E n
Primer libro de la serie Simiente, la portada está ilustrada en rojo y negro para 1º, y en verde y negro los de 2º, 3º y 4º
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e s t e sentido, podría decirse que Veracruz estaba a la vanguardia, por decirlo de una manera, en materia de formación escolar, gracias a la prof e s i o n a l i z a c i ó n d e s u s m a e s t ro s . E n t re l o s p ro f e s o re s e g re s a d o s e n l a s p r i m e r a s g e n e r a c i o n e s de la Escuela Normal Veracruzana, pueden contarse a Abel S. Rodríguez (gobernador interino de Veracruz de 1931 a 1932) y a Benito Fentanes Lavalle, maestro de quinto y sexto de primaria de Gabriel Lucio.
Uno al nacer no se propone, por ejemplo, ser a n t ro p ó l o g o o a d m i n i s t r a d o r d e e m p re s a s : l a v o c a c i ó n e s a l g o q u e e l t i e m p o v a c i n c e l a n d o con ayuda de varias manos. En el caso de Lucio, podemos pensar que su vocación fue modelada p o r u n a r i c a t r a d i c i ó n d e e d u c a d o re s v e r a c r u zan o s , q u e s u p o t r a n s m i t i r l e e s e a m o r p o r l a e n señanza de las primeras letras y los retos que implica.
Archivo familiar Lucio Decanini
Al concluir su educación básica, cuenta Rafael Arriola Molina (1992) –discípulo y colega de Lucio–, en vista de sus elevadas calificaciones y sus notables facultades como docente, el regidor de Instrucción Pública de Cosamaloapan, don Genaro Ángeles, le propone dar clases en la Escuela Cantonal “Manuel E. Carpio”, de la cual el mismo Lucio había egresado. Gabriel, con menos de dieciséis años, se convierte en maestro de primero y segundo de primaria. No se precisa cuánto tiempo dio clases en estas circunstancias, pero fue sin duda un lapso breve, pues en 1916 ingresó a la Escuela Normal Veracruzana. Ocupar un lugar en la prestigiosa institución creada por Enrique Rébsamen no era cuestión de trámites y burocracia, implicaba concursar por el puesto y, para alguien radicado en Cosamaloapan, gozar del apoyo del Estado para que costeara su estancia en Xalapa.
Gabriel Lucio en un festival escolar; caGb lL f l l . 1930 1930
La experiencia magisterial
Gabriel concluyó en 1919 su formación como maestro normalista. En esa época cultivó cierta afición por las letras, mas no en un sentido lírico, creativo; él veía la literatura como una herramienta educativa. De hecho, durante su estancia en la Normal, junto con otros amigos estudiantes conforma una efímera sociedad literaria que organiza concursos que, cándidamente, con sus maestros como jueces, ellos mismos ganan.
La vida en Veracruz entonces debió ser algo agitada. Además de representar un punto estratégico para cualquier fuerza revolucionaria, debido a que era el principal punto de desembarque de armas y a que contaba con una amplia red ferroviaria que lo comunicaba con cualquier región del país, en 1914 el puerto de Veracruz fue ocupado por el ejército estadounidense; en 1915 se convirtió en la sede del gobierno carrancista; y en 1920 se advertían nuevos enfrentamientos, aunque el asesinato de Venustiano Carranza, el triunfo del Plan de Agua Prieta y el ascenso al poder del general Álvaro Obregón dieron por concluida la etapa más convulsa de la guerra civil en México.
Gabriel Lucio no participó en esta etapa de la Revolución; de hecho, ante la amenaza del reparto de tierras, su propia familia abandonó algunas propiedades para trasladarse a la Ciudad de México. Por otra parte, las noticias del milagro de la Revolución rusa, la caída plena y absoluta de un imperio por y en beneficio del pueblo simple y llano, habían llegado a Xalapa. Lucio no permaneció impasible a los reclamos políticos y sociales, y poco a poco su pensamiento se fue enraizando en la izquierda.
Su primera experiencia como normalista, recién graduado, fue en una escuela primaria del puerto de Veracruz. En esa época, en 1921, en México se creó la Secretaría de Educación PúDespués de la siembra
El astro del día comienza a hundirse tras de los elevados picachos de los montes lejanos.
Los últimos rayos solares tiñen las nubes de hermoso color rojizo.
Muy pronto será de noche.
El silencio del campo es interrumpido por muchas voces varoniles que entonan cantos sentimentales.
Son los campesinos, que festejan así la terminación de la siembra.
Durante todo el día han estado inclinados sobre los surcos de la tierra, recientemente barbechada, esparciendo granos de trigo; semillas que la tierra recibe amorosamente y que habrán de convertirse en esbeltas plantitas, las cuales más tarde lucirán espléndidas espigas doradas. Por cada grano de trigo que se siembra, la tierra, pródiga, devuelve cientos.
Los cantos de los campesinos resuenan en la tranquilidad de la tarde, que muere, y sus ecos llegan hasta muy lejos; con sus canciones, los campesinos manifiestan gratitud a la madre tierra, que brinda generosamente el sustento a quienes cultivan con afán y cariño. Simiente, Libro 2º
blica con José Vasconcelos al frente, quien comenzó el “apostolado de la educación” y las “misiones culturales”. El ánimo reformador de Vasconcelos coincide con el del maestro y general Marcelino Murrieta, quien crea las Escuelas Móviles de Tropa dentro del ejército, a las cuales Gabriel y otros colegas normalistas se unen, con la finalidad de capacitar –léase alfabetizar– a la clase más baja en el escalafón militar, la tropa.
Archivo familiar Lucio Decanini
La estancia en el ejército le permitió a Gabriel Lucio conocer distintas regiones de México, especialmente las áreas rurales. Es decir, conocer carencias, debilidades y necesidades de cada zona, así como el estado de atraso e ignorancia general que reinaba en el campo, sin obviar sus diferencias y los puntos en común. Pero este aprendizaje no lo pondría en práctica sino años más adelante. Con las Escuelas Móviles conoció Yucatán, Campeche, Estado de México, Guanajuato, Oaxaca, San Luis Potosí y, desde luego, las entrañas de Veracruz. En el ejército enfrentó la última gran batalla entre caudillos revolucionarios, la revuelta delahuertista; su división, el 49º Batallón de Línea, permaneció del lado del gobierno, y Lucio, en lo personal, fiel a las instituciones.
Su lealtad fue premiada poco después, cuando en 1925, al darse de baja del ejército con el grado de mayor, fue nombrado profesor y prefecto de la Escuela Normal Veracruzana. La asignatura que tiene a su cargo es la de psicología, para la cual se prepara a fondo e incluso le solicita a su padre, con insistencia, diversos libros especializados que sólo en la capital del país podía adquirir. Su prefectura fue muy breve, pues una serie de movimientos burocráticos permitieron que el gobernador interino, aquel Abel Rodríguez discípulo de Rébsamen, lo designara director de la Normal en 1927, en reemplazo de Luis Hidalgo Monroy, quien había sido nombrado director general de Educación Popular del estado de Veracruz de Ignacio de la Llave.
La polémica educación socialista
El ingeniero y coronel Adalberto Tejeda Olivares fue electo gobernador de Veracruz para un segundo periodo (1928-1932). Su designación fue providencial para Lucio, pues no sólo continuó al frente de la Normal durante un tiempo, sino que en 1930, ante otro movimiento burocrático, fue designado titular de la Direcc i ó n G e n e r a l d e E d u c a c i ó n P o p u l a r, o t r a v e z p a r a l l e n a r el vacío que dejaba el maestro Luis Hidalgo Monroy, requerido en la Ciudad de México. Adalberto Tejeda, tal como lo hizo en su primer cuatrienio (1920-1924), llevó a cabo una intensa campaña educativa con un objetivo central: construir escuelas en las zonas rurales para alfabetizar a los campesinos, especialment e a l o s i n d í g e n a s . Y G a b r i e l Lucio se dedicó a levantar es- cuelas, cientos de escuelas ru- Gabriel Lucio Argüelles, director de la Escuela Normal Veracruzana, 1928 r a l e s , p r i m a r i a s n o c t u r n a s e institutos obreros; y para pro-
fesionalizar a los educadores que se sumaban a esta descomunal tarea, fundó el Instituto de Capacitación Pedagógica. Sus logros no se limitan a la creación de escuelas y la formación de maestros; fueron tan sólidos los resultados de su labor que, al finalizar la gestión de Tejeda e iniciar la gubernatura de Gonzalo Vázquez Vela (1932-1935), Lucio fue ratificado en su cargo. Vázquez Vela era de la muy saludable idea de que no es necesario cambiar lo que obviamente funciona bien, y si algo había destacado en el periodo de Tejeda, era su proyecto educativo.
No hay educación oficial (o no hay educación, a secas) despojada de un ideario político y una ideología. En el punto más crítico de la confrontación entre Iglesia y Estado, en consonancia con el fuerte anticlericalismo del Jefe Máximo de la Revolución, Plutarco Elías Calles (maestro también), Gonzalo Vázquez Vela se propuso dar un paso más allá del laicismo estipulado en el ar- tículo 3º de la Constitución, y antes que recoger el modelo “racionalista” que primaba en otros estados, como Tabasco y Yucatán (ver “José de la Luz Mena”, Correo del Maestro, núm. 239), se puso como meta una reforma radical a su Constitución local:
La enseñanza será antirreligiosa, tanto la que se dé en los establecimientos oficiales de educación primaria, secundaria o preparatoria y profesional, como la que se imparta en los establecimientos particulares destinadas al mismo objeto. Las escuelas particulares sólo podrán establecerse sujetándose a la vigilancia oficial.
Esta modificación, iniciativa del militante comunista Miguel Aguillón Guzmán, propuesta e n e l C o n g re s o P e d a g ó g i c o c e l e b r a d o e n X a l a - pa en 1932 tomaba como base el modelo soviético, el cual consistía básicamente en concederle al Estado el control total sobre la orientación ideológica de la educación, y se concentraba en la formación del proletariado para el trabajo, es decir, en brindarle a la clase trabajadora las herramientas de conocimiento necesarias para desarrollar sus labores. Que fuera “antirreligiosa”, supongo que fue una medida reactiva a las confrontaciones entre la Iglesia y el Estado (la Guerra Cristera); de otra manera no se entiende cómo la reforma veracruzana entraba en franca contradicción, desde mi punto de vista, con una de las garantías individuales, la libertad de culto. Ésta es la razón, de acuerdo con el texto constitucional, por la cual la escuela debe ser laica.
Si bien el Constituyente de Querétaro había recogido muchos de los reclamos de los obreros y campesinos que habían participado en la Revolución, aún faltaba poner en marcha las soluciones a sus problemas, transitar del ideario a la práctica. A principios de los años 1930, había fuertes debates respecto a temas que la Revolución había abierto y aún estaban lejos de resolverse: la propiedad privada, los recursos de la nación, las relaciones obrero-patronales, y el que nos ocupa, la educación del pueblo, por mencionar los principales.
El artículo 3º de la Constitución estableció el papel del Estado en cuanto a la formación de los ciudadanos, compromiso que asume al darle carácter obligatorio; pero también marca pautas sobre cómo debe brindar esta educación. Dar pautas, para ciertos grupos, resultaba insuficiente y ambiguo: debía reflejar el verdadero espíritu de la Revolución, una revolución, a fin de cuentas, hecha por y para las masas, una revolución socialista. Durante el interinato de Abelardo L. Rodríguez hubo magnas manifestaciones a favor de una reforma educativa, que en los primeros días del gobierno de Lázaro Cárdenas se vio reflejada en la Constitución:
La educación que imparte el Estado será socialista, y además de excluir toda doctrina religiosa combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo
, 31 de mayo de 1934 Jueves de Excelsior cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la juventud un concepto racional y exacto del universo y de la vida social.
Se les llama reformas no sólo por la enmienda al texto constitucional, sino porque implica cambiar y redactar leyes y reglamentos, crear instituciones y organismos que apliquen el ideario de la Constitución: es una maquinaria fina que, teóricamente, si se altera, altera todo el funcionamiento político del país. Le correspondía al presidente en turno echar a andar esta maquinaria, y a juicio del general Cárdenas, el modelo veracruzano representaba a la perfección el esquema educativo que requería el país en ese momento. Sin embargo, había un punto polémico en la reforma, el concepto “socialista”, que realmente significaba “función social”, pero el Congreso evitó definirlo y cada quien lo entendió conforme sus inclinaciones políticas e ideológicas.
Narciso Bassols –principal promotor de la reforma– argumentaba que la educación que el Estado tenía la obligación de impartir, debía estar al servicio de las clases trabajadoras, los obreros y los campesinos, es decir, de la fuerza de producción, conforme los preceptos socialistas, mas no por ello estaba de acuerdo en la inclusión de este concepto. Supeditar la educación a una preceptiva política antes que pedagógica, planteaba dudas y anticipaba deficiencias: ¿cómo, bajo qué m o d e l o s e p o n d r í a e n p r á c t i c a t a l p re c e p t i v a , t a n abierta a interpretaciones? Aquí es donde entrará en juego Gabriel Lucio Argüelles.
Siendo el esquema veracruzano, como ya lo mencioné, el modelo a seguir por Lázaro Cárdenas, éste designó secretario de Educación Pública a Gonzalo Vázquez Vela, quien d e s a r ro l l ó u n a g e s t i ó n s u m a m e n t e exitosa. Entre los principales aciertos de Vázquez Vela se cuentan la creación del Instituto Politécnico Nacional; el haber duplicado el número de escuelas rurales; y la creación de u n a C o m i s i ó n E d i t o r a P o p u l a r ( a n t e c e d e n t e d e l a C o n a l i t e g ) , q u e t e n dría por objeto editar y distribuir de m o d o m a s i v o m a t e r i a l e s d e l e c t u r a gratuitos más bien de carácter doctrinario, vistos a la luz del tiempo, sin obviar su enfoque pedagógico. Además, logró articular a las diferentes agrupaciones magisteriales que, más adelante, conformarían el Sindicato de Trabajadores de la Educación. Al principio, el profesor Lucio Ar- güelles encabezó el equipo de traba- jo de Vázquez Vela. A fin de cuentas, Gabriel Lucio había sido el motor de las reformas veracruzanas en los úl-
Magna manifestación pro reforma educativa, 27 de mayo de 1934
timos seis años. Fue nombrado subsecretario y su misión se concentró en hacer lo mismo que en su estado natal. Sólo había un ingrediente extra: dialogar con las múltiples asociaciones y agrupaciones de maestros que habían surgido en todo el país.
Como es evidente –mas no por ello hay que obviarlo– una reforma educativa requiere no só- lo de escuelas, sino de profesionales de la educación que formen niños, jóvenes y adultos. La n ó m i n a d e p ro f e s o re s s e m u l t i p l i c ó e n t o d o e l país, con lo cual comenzaron también a crearse
La liberación de la mujer campesina
¡Pobres mujeres campesinas! Inclinadas sobre el metate desde antes que despunte el alba, hasta la noche, gastan todas sus fuerzas en piezas que a la vez sirven de cocina, comedor y dormitorio; en las piezas donde el humo, desprendiéndose del primitivo hogar de tres piedras, entre las cuales chisporrotea el fuego, vicia el aire haciéndolo malsano para la respiración. En tarea tan fatigosa y en condiciones impropias para la salud, el tiempo apenas les alcanza para la preparación de los alimentos y el aseo y compostura de las prendas de vestir. ¡Ni un rato para dedicar al adorno y limpieza de la casa para hacerla más atractiva! ¡Ni unos momentos de solaz en los cuales recrear el entendimiento con una amena lectura! ¡Menos aún, tiempo para atender debidamente a la crianza y a la educación de los hijos!
Así como los hombres del campo han logrado ya sacudir las tiranías que antes pesaban sobre ellos, precisa que la mujer campesina se libere de un género de vida que la humilla.
Para alcanzar este fin, que es noble y justiciero, pues la mujer merece toda clase de miramientos por ser la fiel compañera del hombre, es menester modificar profundamente la vida campestre.
Las moradas, aún las de las familias más humildes, deben de tener una pieza destinada a la cocina, aparte del dormitorio y del comedor; este último puede usarse también como sala.
En la cocina hay que substituir el hogar primitivo, por un fogón bien hecho, provisto de hornillas, con una sencilla chimenea, para establecer el tiro de aire que facilita la combustión y elimina las molestias del humo. Día llegará que en los campos se empleen las estufas alimentadas por carbón de piedra o tractolina, para evitar el inmoderado gasto de leña, que está ocasionando la desaparición de nuestros bosques.
En lugar del metate, que obliga a un trabajo continuo y duro, han de emplearse molinos cuyo manejo requiere menor gasto de esfuerzos. Y aún es de recomendar que en toda comunidad agraria, por la cooperación de los vecinos, se establezca un buen molino para nixtamal, que bien puede moverse mediante un motor de gasolina; de esta manera se conseguirá ahorro de tiempo y de fuerza.
Estos cambios harán hogares campesinos risueños en que la mujer, ya liberada, pueda dedicarse contenta a las faenas caseras y a la importantísima tarea de criar y educar a los hijos. Simiente, Libro 4º
múltiples asociaciones magisteriales. Lucio, que para entonces era un convencido comunista, falló en la tarea política de conciliar los intereses de los principales representantes de los maestros; las diferencias ideológicas lo llevaron a tomar partido y, tras un paro nacional que realmente alteró la estabilidad del país, se vio obligado a presentar su renuncia en 1936, “para favorecer la solución del conflicto magisterial”.
No concluyó aquí su paso por la SEP. Fue invitado a formar parte del Consejo Nacional de la Educación Superior y la Investigación Científica, que creó el Instituto de Preparación para el Mejoramiento de Maestros de Escuelas Secundarias (la futura Escuela Normal Superior), el cual dirigió hasta el año 1937, en que ingresa al servicio diplomático, requerido por Adalberto Te j e d a O l i v a re s , e m b a j a d o r d e M é x i c o e n E s paña. Y en este punto, la vida de Gabriel Lucio protagoniza otra película, realmente admirable.
La historia es más larga, pero trataré de resumirla. Primero fue destinado a Barcelona, durante la Guerra Civil, con la misión de facilitar la emigración de republicanos españoles a México, en especial de técnicos. Tras la derrota de la República y la ruptura de relaciones diplomáticas con la España franquista, la cancillería lo asignó al Consulado de México en Marsella, para apoyar a don Ignacio Bosques Saldívar en su tarea de dar asilo en nuestro país a los republicanos refugiados en la Francia de Vichy y a cientos de perseguidos políticos por el régimen nazi. El con- sulado mexicano salvó la vida de miles de personas y Bosques es recordado como el “Schindler mexicano”, pero éste es otro cuento.
A partir de 1945 Gabriel Lucio ocupó diversos cargos en el servicio diplomático, hasta que el presidente Adolfo López Mateos lo nombró, en 1959, representante de México ante Suiza y, en los años más tensos de la Guerra Fría, fue nuestro interlocutor con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, hasta 1965, en que por ley se vio obligado a retirarse. Murió el 14 de noviembre de 1981, a la edad de 82 años.
Simiente y los libros de lecturas gratuitos
Al margen de lo estrictamente político como gestor de las reformas educativas, la mayor aportación de Lucio en el área pedagógica se remite a la serie de lecturas Simiente, destinadas a la población de zonas rurales, es decir, a los campesinos. Me parece claro que Lázaro Cárdenas entendía la “educación socialista” como una forma de atender primeramente las necesidades básicas de conocimiento de los obreros y los campesinos –las masas–, y, por lo que se aprecia en algunos materiales, perpetuar su condición obrera y campesina. Para ello no sólo requería de escuelas y maestros, sino que los contenidos educativos que recibieran los alumnos estuvieran en puntual consonancia con lo pautado por el Estado, es decir, que hubiese unidad entre el texto y el ideario revolucionario. Así se conformó la Comisión Editora Popular, “órgano creado para resolver los problemas de ideología, de técnica pedagógica y, sobre todo, de costo de los libros de texto de acuerdo con las nuevas políticas educativas del presidente Lázaro Cárdenas”, dice la investigadora Claudia Garay Molina (2010: 113). Su principal función fue producir este tipo de textos y distribuirlos masivamente. Sin embargo, no se trataba de hacer libros que estand a r i z a r a n e l s i s t e m a d e e n s e ñ a n z a e n M é x i c o , como lo es el actual libro de texto gratuito, sino de proveer a maestros y alumnos de lecturas de a p o y o c o n f o r m e a s u s c i rc u n s t a n c i a s p a r t i c u l a re s . U n a i d e a p ro p i a d e B a s s o l s , q u i e n c o n s i deraba que en México existían básicamente dos realidades, la obrera y la campesina, una dimensión urbana y otra rural. Por tanto, la enseñanza debía responder a dos realidades diferentes. En
ca Julio de la Fuente, commons.wikimedia.org
c o n s e c u e n c i a , s e g e s t ó p o r u n l a d o l a l l a m a d a Serie SEP, destinada al proletariado, y por otro, Gabriel Lucio Argüelles preparó la serie de títulos Simiente, ilustrados por Julio de la Fuente, destinados a los primeros cuatro grados de enseñanza primaria. El primer tiro constó de 655 mil ejemplares, un récord para cualquier autor.
De esta manera, Gabriel Lucio puso en práctica su experiencia como normalista, esa tradición veracruzana que heredó de Rébsamen, así como el profundo conocimiento de las zonas rurales adquirido en el ejército. Aunque acusa un fuerte carácter doctrinario (“la educación que imparte el Estado será socialista”), a diferencia SEP, el gran acierto de Simiente es que de la Serie se enfoca en atender problemáticas precisas del campesinado. Apoya la enseñanza de la lectoe s c r i t u r a y o f re c e n o c i o n e s b á s i c a s d e h i s t o r i a n a c i o n a l y d e c i v i s m o ; s e p re o c u p a p o r i n c u lcar valores como la amistad y la libertad, por propalar los preceptos de la Revolución; pero también advierte sobre los riesgos del alcohol, orienta en cuestiones de higiene (por ejemplo, cómo deben estar distribuidas las habitaciones de la casa, por qué los animales no deben convivir con la familia), aborda temas ecológicos… En suma, exalta el trabajo del campo de manera francamente idílica, y se entiende –aunque resulte chocante con nuestra realidad actual–, porque su objetivo era formar “mejores campesinos” al servicio de la patria, hacerle ver al campesino que, junto con el obrero, trabajadores solidarios, son el alma de México, la columna vertebral de nuestra sociedad. Para transmitir este mensaje, Gabriel Lucio recurre a contenidos de su propia autoría; estampas, pensamientos y poemas preparados por colegas suyos, y algunos textos de figuras eminentes de la literatura de su época, como Rabindranath Tagore, José Ingenieros y Gabriela Mistral.
Hay un punto de notable diferencia entre la SEP y Simiente: el público objetivo. En tanto Serie
Archivo familiar Lucio Decanini
que la primera estaba concebida para apoyar la enseñanza de los obreros adultos al terminar su jornada laboral, Simiente intenta dirigirse tanto a niños como adultos, lo cual crea cierto desequilibrio cuando se revisa la serie en su conjunto. Por otra parte, se les reprocha a ambas series, o mejor dicho, a la educación socialista, una formación orientada a la exaltación del trabajo –del campo y de la fábrica–, y no a la formación de seres humanos integrales.
Simiente circuló de 1935 a 1941, año en que el estrepitoso fracaso ideológico de la reforma eduSEP a afirmar, ya en cativa de Cárdenas llevó a la el sexenio de Manuel Ávila Camacho, que “ni un solo libro bolchevique sobreviviría”. En el fondo de esta afirmación es imposible dejar de advertir un coqueteo abierto de México con los Estados Unidos: menos socialismo, más individualismo.
Por lo general, los libros que publicó la Comisión Popular Editora se recuerdan por su gráfica, que realmente es bella, característica de esta etapa del México posrevolucionario, tan eficaz en la transmisión del mensaje, que pueden ser analizados exclusivamente bajo la lupa de la historia del arte. Yo prefiero recordarlos como una experiencia en el largo recorrido de nuestro sistema educativo. Una experiencia, por cierto, muy enriquecedora.
Referencias
ARRIOLA, R. (1992). Gabriel Lucio. En: Apuntes para la historia de la educación y cultura veracruzanas, vol. 2. Xalapa:
Universidad Veracruzana, pp. 247-253.
GARAY, C. (2010). En busca de un libro de texto: el caso de Simiente. En: Renato González y Déborah Dorotinsky (coords.), Encauzar la mirada. Arquitectura, pedagogía
e imágenes en México, 1920-1950. México: UNAM-IIE, pp. 109-141. GUEVARA, G. (coord.) (1998). La educación socialista en México (1934-1945). México: SEP / El Caballito. LUCIO, F. (2016). Profesor Gabriel Lucio Argüelles. Una vida dedicada a México y el mundo. México: Ediciones B.