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Un paseo por la escritura de Julio Cortázar (con algunas paradas para platicar, leer y escribir
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Un paseo por la escritura de Julio Cortázar
Gerardo Daniel Cirianni*
Hay escrituras que ayudan más que otras a mirar las palabras y
sus efectos sobre lo que pensamos y sentimos. Hay escritores cuyo tono cercano nos da confianza para buscar en la lectura señales, caminos, preguntas, respuestas. Julio Cortázar es uno de ellos. Con sus historias rompecabezas, sus historias plastilina, perfume o carcajada, nos abre muchas puertas para observar la lectura y para percibirnos en ella.
Lo que van a leer a continuación es una selección de fragmentos de distintas obras de este escritor, con algunas sugerencias para conversar, leer o escribir.
Sin duda esto no es más que un ejercicio inicial que puede ser el punto de partida de nuevos paseos. Ojalá éste les resulte motivador para promover otros viajes, los que podrían darse en el futuro.
“El diario a diario”
Un señor toma el tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de plaza.
Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que un muchacho lo ve, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas impresas.
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* Maestro y, desde hace más de 25 años, formador de maestros en varios países de América Latina.
Actualmente reside en Argentina, donde dicta seminarios y conferencias. Pasa algunos meses del año en México dando charlas y talleres a maestros, profesores de educación media y educadoras de nivel preescolar.
Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Luego se lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de estas excitantes metamorfosis.
Tomado de Historias de cronopios y de famas (1962).
¿De qué está hablando este hombre? Se trata de pensar un poco acerca de lo que se ha leído. Por supuesto que es válido leerlo cuantas veces lo deseen, e ir apuntando las cosas que se les van ocurriendo. Esos apuntes nos servirán para charlar entre todos. Con nuestras opiniones y las que registremos de otros, podríamos intentar escribir algo que permita saber cuál fue la lectura de cada uno del escrito de Julio Cortázar.
Los motivos y las formas
Cuenta Cortázar en su libro Último round una historia que titula “Cortísimo metraje”. Y la cuenta así:
Automovilista en vacaciones recorre las montañas del centro de Francia, se aburre lejos de la ciudad y de la vida nocturna. Muchacha le hace el gesto usual del auto-stop, tímidamente pregunta si dirección Beaune o Tournus. En pensarmuchoydecirpoco.blogspot.mx/ la carretera unas palabras, hermoso perfil moreno que pocas veces pleno rostro, lacónicamente a las preguntas del que ahora, mirando los muslos desnudos contra el asiento rojo. Al término de un viraje el auto sale de la carretera y se pierde en lo más espeso. De reojo sintiendo cómo cruza las manos sobre la minifalda mientras el terror poco a poco.
Bajo los árboles una profunda ruta vegetal donde se podrá, salta del auto, la otra portezuela y brutalmente por los hombros.
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La muchacha lo mira como si no, se deja bajar del auto sabiendo que en la soledad del bosque. Cuando la mano por la cintura para arrastrarla entre los árboles, pistola del bolso y a la sien. Después billetera, verifica bien llena, de paso roba el auto que abandonará algunos kilómetros más lejos sin dejar la menor impresión digital porque en ese oficio no hay que descuidarse.
Podemos tratar de volver a escribir el texto completando todo lo que suponemos que falta. Podemos leer las nuevas versiones y charlar sobre varias
(podríamos tomar tres con diferencias notables y charlar respecto a ellas).
Esto sólo es el principio. El punto de partida para animar a que un grupo de lectores proponga nuevos caminos para poder platicar, leer o escribir en un tono y en relación con fenómenos cuya consideración no es usual.
Colores y cristales
En Rayuela, la obra probablemente más famosa de Julio Cortázar, hay un capí
Pienso en los gestos olvidados, en los múltiples ademanes y palabras de los abuelos, poco a poco perdidos, no heredados, caídos uno tras otro del árbol del tiempo. Esta noche encontré una vela sobre una mesa, y por jugar la encendí y anduve con ella por el corredor. El aire del movimiento iba a apagarla, entonces vi levantarse sola mi mano izquierda, ahuecarse, proteger la llama con una pantalla viva que alejaba el aire. Mientras el fuego se enderezaba otra vez alerta, pensé que ese gesto había sido el de todos nosotros (pensé nosotros y pensé bien, o sentí bien) du-
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rante miles de años, durante la Edad del Fuego, hasta que nos la cambiaron por la luz eléctrica. Imaginé otros gestos, el de las mujeres alzando el borde de las faldas, el de los hombres buscando el puño de la espada. Como las palabras perdidas de la infancia, escuchadas por última vez a los viejos que se iban muriendo. En mi casa ya nadie dice “la cómoda de alcanfor”, ya nadie habla de “las trebes” –las trébedes–. Como las músicas del momento, los valses del año veinte, las polkas que enternecían a los abuelos.
Pienso en esos objetos, esas cajas, esos utensilios que aparecen a veces en graneros, cocinas y escondrijos, y cuyo uso ya nadie es capaz de explicar. Vanidad de creer que comprendemos las obras del tiempo: él entierra sus muertos y guarda las llaves. Sólo en sueños, en la poesía, en el juego –encender una vela, andar con ella por el corredor– nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser esto que vaya a saber si somos.
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Los derechos del lector
Si tuvieran que leer esto en voz alta y se sintieran con la libertad de editar este texto, probablemente suprimirían algunas palabras o incluso alguna frase, con objeto de sentirse más cómodos, para que nada les altere el ritmo o la conexión emocional con lo que están leyendo. Si es así, vuelvan a leerlo, escúchenlo y supriman lo que deban suprimir para que todo fluya con naturalidad. Si quieren registrar por escrito los cambios y las razones de éstos, puede resultar un material sumamente valioso para el intercambio de opiniones.1 Sobre gestos y palabras Cada uno de nosotros vive con un baúl de recuerdos en cuanto a gestos y palabras. Algunos gratos, otros no tanto. Ambos pueden ser un buen pretexto para charlar y escribir. Pueden incluso ser una excelente ocasión para recordar otras lecturas donde se hable de ellos, aunque seguramente de otra manera.2
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Podemos darnos tiempo para tomar una decisión: contar, escribir o incluso traer al grupo otros escritos cuya materia sean palabras o gestos. Sólo algunas sugerencias: si la decisión es contar, se deberán registrar algunas ideas que ayuden a ordenar lo que se va a decir. Si la decisión es escribir, lo ideal será un borrador que aliente a seguir escribiendo. Si se trata de buscar otras lecturas, no se trata de que los gestos o las palabras sean el único tema del texto, sino que la relación entre gestos y palabras tenga en esos materiales una presencia importante.
Volver al texto
A todo el mundo le pasa, lo que ocurre es que sólo algunos lo saben. Cuando uno lee una vez un texto como éste, o como muchos otros, entiende, esto es, se da cuenta, percibe, asocia, siente, recuerda un montón de cosas, pero se le escapan muchísimas otras. Y esto no sucede porque uno lea mal, sino porque hay detalles, evocaciones a partir de determinadas imágenes, sensaciones a partir del reconocimiento no sólo de lo que se dice sino de cómo se dice (a propósito del ritmo y el tono en el que se lee el texto), lo que despierta nuevas ideas, nuevas emociones, que a veces descartan las anteriores o se suman a las que nacieron con el primer golpe de vista. Les proponemos entonces que lean dos, tres, cuatro veces este capítulo de Rayuela y después de cada lectura vayan anotando las cosas que habían pasado inadvertidas, nuevas perspectivas de anteriores descubrimientos, nuevas emociones, en fin, lo que vayan leyendo-descubriendo en cada vuelta al texto.3
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Poesía, ¿por qué no?
mos con ellas nuestro poema. Podría ser algo así:
Los gestos olvidados
Poco a poco perdidos
Caídos
Uno
Tras
Otro
Del árbol del tiempo
Sería muy bonito leer los poemas que se le ocurran a cada uno, y un gran desafío intentar un poema colectivo recuperando versos de cada uno de nuestros poemas.
Teatro leído
Les queremos plantear un ejercicio de lectura en voz alta en grupo a partir ponemos que se organicen en equipos de tres personas para que, asumiendo cada una un personaje, lean el fragmento del n el fragmento del cuento que va desde “Qué joven es, clavado joven es, clavado que no tiene ni…” (localizado después del ado después del segundo párrafo del relato) hasta “pero to) hasta “pero con los chicos de esa edad siempre pasa d siempre pasa lo mismo, les cuesta acostumbrarse a esas cosas” (que encontrarán al final del párrafo trece).
No se trata de imitar vooces sino de reconocer emomociones, personalidad, forma de a de ver las cosas.
Escucharnos en nuestros inros intentos de hacer lecturas grupales grupales en voz alta de calidad puede ser muy e ser muy interesante desde diferentes puntos de tes puntos de vista. El primero sin duda es reconocer y charlar acerca del trabajo del lector. Otro es ayudar a los demás a construir imágenes de los personajes. Pero esto no es más que el principio. Discutir en grupo y luego en plenaria los problemas y los aportes de esta propuesta puede ser el inicio de un debate sumamente enriquecedor.
Sorpresas
debe ser intervenido quirúrgicamente. A su alrededor, diversos personajes, que afectan de diferente manera la vida del muchacho. Con objeto de crear una atmósfera específica, Cortázar recurre a una forma de escritura que puede sorprender a lectores novatos. Por ejemplo, una sintaxis y una puntuación inusual.
Casi sobre el final del relato, hay un fragmento particularmente dramático donde este juego con la sintaxis a la que hacíamos referencia se da en todo su
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Maldita fiebre que no quiere bajar, me van a tener aquí hasta quién sabe cuándo, se lo voy a preguntar al doctor Suárez esta misma mañana, al fin y al cabo podría estar lo más bien en casa. Mire, señor Morán, quiero ser franco con usted, el cuadro no es nada sencillo. No, señorita Cora, prefiero que usted siga atendiendo a ese enfermo, y le voy a decir por qué. Pero entonces, Marcial... Vení, te voy a hacer un café bien fuerte, mirá que sos potrilla todavía, parece mentira. Escuchá, vieja, he estado hablando con el doctor Suárez, y parece que el pibe…
Muchas personas piensan que el principal problema para comprender lo que se lee es el vocabulario. Si entendemos todas las palabras, dicen, entonces entenderemos el texto. Probablemente esta idea venga de la manera en la que el vocabulario el problema?, ¿estamos ante un escritor inexperto?
Charlar sobre todo esto puede ser muy interesante para relacionar puntuación y creación de atmósferas, sintaxis y generación de sentidos.
El famoso punto de vista
Con estas lecturas, nos aventuraremos en la descripción física y emocional de estos personajes. Intentar ponerlo por escrito no será tarea fácil pero tampoco imposible; depende del tiempo, del interés y de la voluntad de cada uno.