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Cómo sobrevivir a un Andante con moto Guía práctica para asistir a un concierto de música… clásica
Y ARTESANOS
Cómo sobrevivir a un Andante con moto
GUÍA PRÁCTICA PARA ASISTIR A UN CONCIERTO DE MÚSICA… CLÁSICA
Oswaldo Martín del Campo*
Ante la oportunidad de asistir a una sala de conciertos para escuchar música clásica, ¿le asaltan algunos temores? ¿Cómo vestir adecuadamente? ¿En qué momento aplaudir? ¿Cerrar los ojos significa aburrimiento? ¿Cómo entender la música? O ¿cuándo sale a cantar la gorda? No se preocupe, le ayudaremos.
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todas las épocas tuvieron disciplinas artísticas que alcanzaron momentos de esplendor sobre otras, y, bueno, por supuesto que hablamos del arte desde una perspectiva occidental, la cual ha dominado más de medio siglo XVIII, por ejemplo, al mundo entero. En el siglo la literatura, la arquitectura y la música, dentro de la Ilustración, alcanzaron el favor del público grande y del selecto; la danza y la plástica (sin carecer de enormes representantes) no brillaron como las disciplinas ya mencionadas, aunque ello también depende de las regiones. Para el si-
XX, la popularidad de la música de concierto glo se fue a los suelos, y lo mismo ocurrió con las artes plásticas, ambas disciplinas en busca más del concepto que de la técnica. Esta situación prevalece hasta nuestros días y, sin embargo, a la gente le causa menos miedo visitar un museo que asistir a una sala de conciertos por un montón de temores. Veamos.
* Licenciado en Música por el Centro Cultural Ollin Yoliztli; maestro en Literatura por el Centro de Cultura Casa Lamm. Titiritero, conductor de radio y televisión y director de escena.
A formarse en la forma
Sí, primero a hacer fila. Mientras espera que las puertas de la sala de conciertos se abran, le comentaremos que uno de los conocimientos básicos que ayuda a perder el miedo a un concierto
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Dentro de la música que sólo “se toca” hay formas, la clave radica en que tienen pausas largas en las que se cree que la pieza ya se acabó
de una gran orquesta, de un cantante, etcétera, es el que se refiere a la forma, es decir, a la estructura o las características de las piezas que se van a interpretar. Es común escuchar frases, entre los intimidados por las salas de conciertos, como “Es que no sé cuándo se termina la canción”, “¿Por qué algunos no aplauden cuando se termina la canción?” o “Esa canción no me gustó”. Bueno, sí, en efecto, la canción o las canciones son una forma musical, mas, lo que frecuentemente se interpreta en un concierto de una orquesta no son canciones, salvo algunas excepciones. Una canción, como bien lo indica su nombre, se canta, y la mayoría de las piezas de un recital no se cantan, por lo tanto, no son canciones.
Dentro de la música que sólo “se toca” hay un sinfín de formas, aunque hay algunas que, por sus características, son muy comunes en los conciertos: la sinfonía, principalmente, y también el concierto para solista, la obertura, la suite y el poema sinfónico.
Si usted se familiariza con esas formas comunes, sobre todo con la sinfonía y el concierto para solista, tendrá la mitad de la batalla ganada para asistir como todo un conocedor al concierto de la orquesta de su estado o localidad. Además, debe tomar en cuenta que la comprensión de dichas formas le ayudará a intuir las particularidades de otras que llegará a conocer en su camino como melómano. La clave en estas formas primarias radica en que tienen pausas largas o momentos de reposo en los que muchas personas creen que la pieza ya se acabó, y no, la pieza sólo llegó a un momento de reposo, pero la obra no se ha terminado aunque vea usted que el director de la orquesta y los músicos se toman un respiro y el silencio reina en la sala de conciertos.
Seguramente usted se pregunta: “¿Cómo detecto si es una pausa de la obra o si, en efecto, la composición ya se terminó y debo aplaudir?”. Bueno, como puede darse cuenta, esta lectura desea provocar su curiosidad, acompáñeme e irá despejando poco a poco sus dudas. Hay una cosa que debe tener clara: la música clásica no funciona como una canción.
Entrada a la sala de conciertos de música clásica
Ya dejó usted la fila y finalmente ingresa a la sala de conciertos. Busca su asiento siguiendo las indicaciones de su boleto y se dispone, con cierto temor, porque todavía no le aclaro nada, a escuchar varias obras de música clásica. Bien, tenga paciencia y confíe en mí.
Piense en la siguiente idea: la música, desde su origen, es la más abstracta de todas las artes. Así es, hoy en día, la mayoría de nosotros cuando decimos “Voy a oír música” nos referimos a la audición de canciones, es decir, escuchamos textos literarios (de buena o mala calidad) musicalizados. Una canción con un texto literario, de entrada, pierde su cualidad de abstracta, porque las ideas expresadas mediante palabras le otorgan un carácter concreto. Una canción busca que la música embellezca y acompañe la idea de un texto. Pero la música, la música pura, la música que llamamos clásica, la música de las salas de conciertos, al menos en su mayor parte, es abstracta, es música que existe por el simple hecho de existir aunque no exponga ninguna idea concreta.
M u c h o s p u r i s t a s o d i a n q u e a l a m ú s i c a d e concierto se le llame clásica. Lo anterior responde a que en la historia de la música hay un periodo, durante el siglo XVIII, al que se conoce como clásico, en el que destacan compositores como Franz Joseph Haydn (1732-1809), Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y Ludwig van Beethoven (1770-1827) (al menos en las composiciones de la primera parte de su vida).
Para los puristas, llamar clásica a la música de concierto es dejar fuera a los compositores q u e n o p e r t e n e c i e ro n a e s a e s c u e l a d e c o m p o s i c i ó n
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Franz Joseph Haydn (1732-1809) Wolfgang Amadeus Mozart (17561791)
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Ludwig van Beethoven (1770-1827)
p o r c u e s t i o n e s d e é p o c a s , c o m o J o h a n n S e b a s t i a n B a c h ( 1 6 8 5 - 1 7 5 0 ) , R i c h a rd Wa g n e r (18131883) o José Pablo Moncayo (1912-1958).
Para serle sincero, alguna vez yo fui purista y también odiaba que le llamaran clásica a la música de las salas de conciertos. Sin embargo, hoy, más relajado, comprendo que algunos le llaman así por ser la que ha logrado sobrevivir al paso del tiempo y porque ha definido rutas para nuevos compositores como referentes que nunca pasarán de moda.
Otros términos adecuados para esta música serían académica, culta o de concierto. Académica porque es la que se enseña en las escuelas y conservatorios de música en todo el mundo; culta porque es la que ha cultivado un sistema de escritura musical para registrar en papel todas sus creaciones; y de concierto porque es la que se ha creado para escucharse en recitales en donde lo único importante son los instrumentos, alturas, volúmenes y toda una serie de aspectos musicales cuya combinación es interesante o trascendente.
Algunas personas enfurecen cuando a la música clásica se le llama culta, ya que consideran que esto es despectivo ante otros géneros como el popular y el tradicional. “¿Acaso las otras músicas no son cultas?” me han llegado a reclamar. Sí, todo aquello que forma parte del acervo intelectual del ser humano es culto, pero cabe recordar que la razón de llamarla culta no es por una cuestión de calidad frente a las otras músicas, sino por ser la que, en honor a la verdad, desarrolló (cultivó) el sistema de escritura más elaborado y al que casi toda la música que escuchamos hoy, de todos los géneros, le deben la vida.
Bueno, y para ligar con nuestra sección anterior, le diremos que la música clásica –a través de las ya mencionadas sinfonías, suites, conciertos para solistas, oberturas y poemas sinfónicos– busca la exploración y lucimiento de la música por sí misma. En un sinfonía, por ejemplo, escuchamos combinaciones instrumentales entre los violines y las trompetas y nos asombramos con la majestuosidad de los trombones o las percusiones sin que ello quiera provocar en nosotros ideas concretas como sí ocurre con las canciones. Sería un poco extraño que alguien generara ideas relacionadas con otra cosa que no fueran un mariachi, un tequila y un amor si escucha “El último trago”, de José Alfredo Jiménez. Bien, con la música pura, abstracta, clásica, culta, académica, de concierto o como quiera usted llamarle, es imposible determinar las ideas que se generarán en el escucha. En realidad no importa lo que usted piense o sienta cuando oye música clásica, no tiene que entender nada, nadie le va a hacer un examen en donde existan respuestas correctas o incorrectas, el compositor no deseaba que usted entendiera algo en concreto. No. La música clásica sólo desea… ¡sonar!, nada más.
Pero ¿y los aplausos, cuándo? Paciencia. Allá voy.
Y el concierto arranca
No se desespere. Es ya en este apartado donde se aclarará el misterio del aplauso. Formas como la sinfonía o el concierto son estructuras musicales sobre las cuales un compositor crea combinaciones sonoras. Dentro de la tradición de la música clásica, el oficio del compositor no está basado sólo en la inspiración. Cuando un creador musical se sienta al piano a componer una sinfonía no va a escribir sólo lo que las musas le dictan. No. Una sinfonía, al igual que las otras formas musicales, tiene reglas de construcción, lo mismo que un soneto o un redondilla, para el caso de la poesía. Lo cierto es que, a través de la forma, el compositor nos va a demostrar que sus
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El compositor recurrirá a distintas velocidades o caracteres en diferentes momentos de la obra
conocimientos musicales son vastos como para crear una pieza que nos asombre o conmueva. Para ello recurrirá, entre muchas otras cosas, a distintas velocidades o caracteres en diferentes momentos de la obra. A cada uno de esos momentos o secciones de la obra se les conoce como movimientos. El nombre lo dice todo. Un mov i m i e n t o d e l a o b r a p u e d e m o v e r s e r á p i d o y gracioso, mientras que otro puede ser lento y reflexivo. Casi siempre, un movimiento indica una velocidad y un carácter, como se ejemplificó en el enunciado anterior.
Las obras de concierto, principalmente la sinfonía, el concierto para solista, la suite y el poema sinfónico, se dividen en movimientos. Todos los movimientos son parte de la obra, y la obra no se termina hasta que todos los movimientos han sido ejecutados. Entre cada movimiento hay una pausa y, ¡cuidado!, ¡ojo!, esa es la pausa en la que regularmente nos da miedo el hecho de no saber si debemos o no debemos aplaudir. De acuerdo con la tradición, no se debe aplaudir entre movimientos; si usted osa hacerlo, conseguirá que muchos en la sala de conciertos lo callen con un shhh, por lo que usted se pondrá más rojo que un billete de cincuenta pesos y hará un papelón si es que se encuentra acompañado de alguna conquista o, peor, de su jefe o sus suegros, quienes, suponemos, gustan de la música clásica.
A continuación le describo cuántos y qué tipos de movimientos suelen tener (porque nada es verdad absoluta) las formas principales que se ejecutan en los conciertos de música académica.
• La sinfonía. Una sinfonía, que es la forma más popular en los conciertos (en la mayoría de los recitales a los que asista, seguro le va a to- car oír una), comúnmente tiene cuatro movimientos. A muy grandes rasgos, el primer movimiento será rápido y brillante; el segundo, lento y reflexivo; el tercero, rápido y div e r t i d o ; y e l ú l t i m o , n u e v a m e n t e , r á p i d o y brillante. Al término de cada movimiento habrá una pausa, y hasta entonces usted podrá aplaudir a rabiar y ponerse de pie con los ojos llenos de lágrimas.
• El concierto. El concierto para solista es una forma en la que un instrumentista (de cualquier tipo, aunque, regularmente, son un pia- nista o violinista) toca, para su lucimiento vir- tuosístico, acompañado de la gran orquesta.
Los conciertos para solistas suelen tener tres movimientos. ¿Ya vio? Hay que estar atentos porque no todas las obras tienen cuatro movimientos como la sinfonía. Los movimientos del concierto suelen ser: rápido/lento/ rápido y –sí, sé que ya lo sabe– entre cada uno de ellos hay una pausa en la que no se aplaude, sólo se tose, se chismea en voz baja o, con discreción, se limpia la nariz. • La suite. Una suite es un grupo de danzas o de piezas de ballet. También es común que las suites sean un extracto de temas destacados de una ópera o hasta de la música para una película, y pueden existir tantos movimientos como al compositor se le dé la gana. Lo mismo ocurre con el poema sinfónico.
Una pausa entre movimientos
¿Ya respiró? ¿Ya se siente más tranquilo? ¿Por qué no practicamos un poco esto de los movimientos? Hay que recordar que estamos en el siglo XXI y que podemos echar mano de la tecnología. Es muy sencillo, yo le propongo la escucha de algunas piezas modelo de varias formas, las describo un poco, y usted las busca en alguna aplicación de música o videos en su computadora o dispositivo móvil. ¡Ándele, anímese!
Sergei Prokofiev, Sinfonía No. 1 en re mayor, op. 25. Esta obra es muy corta, así que no hay pretexto de que “Ya me quiero dormir” o “Se me va a ir el pesero”. La obra, como ya lo mencionamos, por ser una sinfonía, tiene cuatro movimientos que describimos a continuación.
Allegro. Quiere decir que este segmento de la obra será rápido.
Larghetto. Es como “lentecito”; después de una pausa en la que no se aplaude, la obra se moverá lentamente.
Gavotta: Non troppo allegro. La Gavotta es una danza de origen francés que se volvió muy popular en el siglo XVIII como pieza instrumental. Non troppo allegro nos indica que el movimiento no será demasiado alegre.
Finale: Molto vivace. Afortunadamente, esta obra es amable y nos señala cuál será su movimiento final; y el molto vivace se refiere a que va a ser muy, muy rápido y lleno de vida. Será después de este segmento cuando usted podrá aplaudir.
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Ludwig van Beethoven, Concierto para piano no. 5, en mi bemol mayor, op. 73, conocido popularmente como “Emperador”. Se trata de un concierto para solista, en este caso un pianista, que seguro le va a encantar… pero ¡cuidado!, aquí Beethoven hace una trampita y no hay pausa entre el segundo y el tercer movimiento. Ya lo escuchará usted.
Allegro. Seguro ya lo dedujo, este movimiento irá rápido y al final de él no deberá aplaudir porque la obra no ha finalizado.
Adagio un poco mosso. Aquí la velocidad será muy lenta, y el carácter, emotivo (si usted no se emociona con este movimiento es que ya nada lo vincula con la vida). ¡Aguas! Este movimiento va a ir pegado, sin pausa, al siguiente.
Rondo - Allegro ma non troppo. Rápido, pero no demasiado. Y después aplauda.
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Piotr Ilich Tchaikovski, Suite del ballet El cascanueces. Como se mencionó en párrafos anteriores, la suite es una selección de los temas principales de una obra mayor o de mayor duración, en este caso, el ballet El cascanueces.
I. Obertura. Las oberturas son piezas únicas que no están divididas en movimientos o secciones y, como su nombre lo indica, están escritas para abrir, ya sea un concierto, una ópera o un ballet.
II. Danzas características. Esta suite cuenta con las danzas que se ejecutan en una sección del ballet, y entre cada una de ellas, aunque musicalmente tienen un final contundente, no se aplaude. a. Marcha b. Danza del hada de azúcar c. Danza rusa (Trepak) d. Danza árabe e. Danza china f. Danza de los Mirlitones
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III. Vals de las flores
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Consejillos finales después del concierto
Ojalá que las líneas anteriores le ayuden a presentarse en un concierto de forma más animada y con menos miedo a que lo regañen. Claro, en algunas orquestas, hay que decirlo, el personal sí es muy regañón y no debería serlo, por eso la gente no va. Un concierto debe ser una experiencia para que usted disfrute la música. No se aplaude en medio de cada movimiento no porque esté precisamente mal, sino porque la obra no ha terminado. ¿Quiere un consejo? Muy sencillo: revise el programa de mano que le entreguen al acudir al concierto. En el programa se informa de todos los movimientos de los que consta una obra, y eso le ayudará a contarlos y tenerlos presentes durante la audición. El programa de mano suele contener información útil precisamente para guiar al público. Desde luego, téngalo presente, aquí le hablamos de forma muy general, y en sus frecuentes visitas a las salas de concierto, que esperamos las tenga, se dará cuenta poco a poco de pequeños detalles acerca de la estructura de las piezas que pertenecen al género de la música clásica (aunque el término les choque a los puristas).
Finalmente, y porque seguro se quedó con la duda: ¿Qué es eso de mi menor y la mayor y el mayorcito y la pequeñita y el opus Dei y no sé qué? Es realmente fácil, son términos que forman parte de la nomenclatura de una obra y nos dan información sobre ella; por ejemplo, la tonalidad o la nota alrededor de la que la pieza se moverá con frecuencia desde el inicio hasta el final. Una obra en do mayor tendrá como nota principal el do, y desde ahí se hará un recorrido armónico por muchas tonalidades hasta volver a do. No se preocupe, confundir esto no es causa de regaño en un concierto. El caso del opus sí es realmente de risa loca de sencillo. Opus quiere decir ‘obra’ y sólo es un vocablo para especificar el número de creación, dentro del catálogo de un compositor, de una pieza. Opus 75 indica que escucharemos la obra número 75 dentro de todas las piezas que fueron creadas por determinado compositor. El opus es un número cronológico y fue Beethoven el primero en utilizarlo. En varios programas de mano verá que hay compositores K o unas que en lugar del opus tienen una letra siglas como BWV, y eso se refiere a las iniciales de aquellos que realizaron el catálogo de determinado compositor; por ejemplo, a las obras de K, de Köchel Mozart siempre las acompaña una (se pronuncia /kegel/), es decir, de Ludwig von Köchel, enumerador de las obras del compositor austriaco.
Y bueno, ahora que ha sobrevivido al concierto y no fue arrollado por un andante con moto, se habrá dado cuenta de que el andante sólo determina que un movimiento no va muy rápido ni muy lento, y que el moto no es un vehículo sino un carácter que determina que el andante tendrá brillo, es como decir mucho: el caminado con mucho brillo.
Bien, seguro ya es tarde y podrá ir a cenar a algún buen restaurante cerca de la sala de conciertos. Buen provecho… digestivo y auditivo.