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1421-1423

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Solas y en pareja

Solas y en pareja

libros

María Esther Aguirre Lora*

En los albores del siglo XV, los chinos le dieron la vuelta al mundo, décadas antes de que lo hicieran portugueses y españoles, a quienes, finalmente, la historia europea da el lugar, sin más cuestionamientos, de pioneros en la exploración de lejanos territorios, y autores de los primeros viajes de circunnavegación. Esta es la idea que articula 1421. El año en que China descubrió el mundo. Se trata de un planteamiento que, por supuesto, ha generado grandes controversias, críticas y descalificaciones, entre algunos sectores de estudiosos. No es fácil reposicionar conocimientos e imaginarios que nos han acompañado desde siempre… Frente a los chinos, ¿dónde ubicar a Cristóbal Colón, a Magallanes, a Vasco da Gama, a Elcano, a Enrique el Navegante y a toda una pléyade de osados hombres de mar?

Aquellos extraordinarios almirantes chinos doblaron el cabo de Buena Esperanza sesenta y seis años antes que Días, atravesaron el estrecho de Magallanes noventa y ocho años antes que el propio Magallanes, y exploraron Australia tres siglos antes que el capitán Cook, la Antártida y el Ártico cuatro siglos antes que los primeros europeos, y América setenta años antes que Colón (Menzies, 2006: 467).

De acuerdo o no, es importante reconocer que “el descubrimiento del mundo” se puede narrar desde otras perspectivas. A partir de ellas, estudiosos e investigadores pueden replantearse

* Doctora en Pedagogía. Investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, IISUE-UNAM. verdades históricas y acceder a nuevas dimensiones en torno a los viajes de exploración del siglo XV (como es el caso, por ejemplo, del Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México, y largo sería enumerar a personas, grupos e instituciones que hace ya algunos años abonan en este campo).

El libro fue escrito por un explorador subacuático de los mares, quizá de ahí el horizonte inesperado que nos ofrece. Gavin Menzies (Londres, 1937) vivió sus primeros años en China. Realizó su vida profesional en la Royal Navy como teniente comandante de submarinos hasta su jubilación. Interesado en la historia medieval, los mapas y las cartas náuticas de los primeros exploradores, y en el armado con las herramientas propias de su profesión, como es el conoci-

miento de las corrientes marinas, de la Náutica, de la astronomía aplicada a la navegación, de los cálculos para medir la longitud y latitud, nos ofrece una lectura profunda, en sentido literal, de las cartas de navegación de la época.

El almirante Menzies nos presenta el resultado de unos quince años de investigación y treinta de su experiencia como capitán de submarinos, en los que estuvo en contacto, personal y epistolar, con innumerables repositorios, mapotecas, bibliotecarios, archivistas y estudiosos de distintas latitudes, que le proporcionaron variada información y documentos de primer orden, cuya vasta e insólita relación se comunica puntualmente en el aparato de referencias. Asimismo, Menzies llegó a descubrimientos casuales en apariencia:

Resultó que un puñado de documentos y noticias marítimas chinas habían escapado a la destrucción generalizada de los archivos, y además existían varios relatos de primera mano: dos de historiadores chinos, un tercero de un mercader europeo, y otros de los primeros exploradores europeos que siguieron la estela china, y que descubrieron evidencias y artefactos que sus predecesores habían dejado (Menzies, 2006: 38).

El libro está escrito en un estilo ágil y ameno, se acompaña con ilustraciones, integra anexos que ahondan sobre los distintos temas y cuenta con una extensa bibliografía sobre los propios recorridos de navegación, donde, junto con el hombre de mar, sondeamos el cabo de Buena Esperanza, el Nuevo Mundo, la Antártida, Australia, Groenlandia, las islas de las Especias. A los grandes descubrimientos y exploraciones nos conducen pequeñas pistas y evidencias dejadas por los antiguos marineros:

…porcelana china, seda, ofrendas votivas, objetos diversos, estelas que los almirantes chinos habían erigido para conmemorar sus gestas, restos de juncos chinos en las costas de África, Améri-

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Gavin Menzies

ca, Australia y Nueva Zelanda, y la flora y fauna trasplantada lejos de sus lugares de origen y floreciente ya cuando aparecieron los primeros europeos… (Menzies, 2006: 38).

Gavin domina un panorama amplio y versátil, pero cuando es necesario reconoce sus limitaciones o desconocimiento sobre el asunto en cuestión. Por ello, ante las controversias que ha suscitado su trabajo, parece injusta la apreciación de que está mal documentado.

Escenarios

El texto abre con un escenario fascinante que da cuenta de las prácticas, del lujo oriental propiamente dicho, vigentes en el Imperio chino a XIV y XV. El 2 de febrero horcajadas de los siglos de 1421, para la inauguración de la ciudad amurallada, Pekín, las experimentadas flotas chinas fueron a distintos puntos de Arabia, África, Asia y el océano Índico, a recoger a los soberanos y

enviados que habrían de presenciar el evento y rendirle homenaje a Zhu Di, el Hijo del Cielo, tercer emperador (1402-1424) de la dinastía Ming (1368-1644). Todo parece indicar que ni el emperador del Sacro Imperio Romano, ni el emperador de Bizancio, ni el dux de Venecia, ni los reyes de Inglaterra, Francia, España y Portugal se contaron entre los invitados, “ya que s u s a t r a s a d o s E s t a d o s c a re c í a n d e p ro d u c t o s comerciales o de cualquier conocimiento científico que mereciera la pena” de acuerdo con las prioridades del emperador (Menzies, 2006: 45). El banquete se sirvió para veintiséis mil invitados, a quienes se les ofrecieron diez suculentos platillos presentados en una vajilla de fina porcelana china.

Zhu Di había desarrollado una política naviera conforme a la cual, además de duplicar el tamaño de los astilleros, había fortalecido la flota china con los gigantescos “barcos del tesoro” de nueve mástiles y alrededor de ciento veinte metros de longitud, cuya función sería, además de surcar y cartografiar los océanos, apoyar el desp l i e g u e d e l s i s t e m a t r i b u t a r i o c h i n o , h e c h o d e privilegios comerciales y de protección hacia los gobernantes con quienes había ese tipo de acuerdos. Se trataba de un periodo en el que se gozaba de una paz estable, una vez controlados y expulsados del territorio chino los mongoles, muchos de cuyos jóvenes, en calidad de eunucos, fueron los más fieles servidores del emperador.

Los proyectos de Zhu Di, ambiciosos, implicaron un alto costo en recursos humanos y naturales, pero las naves que se construyeron fueron espectaculares, y la alimentación de los millones de chinos que estuvieron a cargo de esa encomienda fue muy cuidada: frutas, legumbres, cereales y germinados de la mejor calidad, que a menudo se cultivaban en las propias naves. Las reparaciones asimismo se llevaban a cabo en el curso de las travesías. No por casualidad los chinos traían a sus espaldas más de ocho siglos de navegación.

Y no sólo esto, además del avance en la náutica y la navegación, en el ámbito cultural también hubo proezas: se construyó una biblioteca, con el sumun de la sabiduría china, que con creces rebasó las instituciones similares que existían en Europa y era uno de los atractivos de los visitantes. También, hacia 1407 se había creado una escuela de lenguas que formaba intérpretes en árabe, persa, swahili, hindi, tamil, entre otras, para poder estar en contacto con el mundo.

Volviendo al banquete, los invitados regresaron, después de un mes de visita, con la flota china, a sus respectivos lugares de origen. Las flotas chinas estuvieron a cargo del almirante Zheng He, quien, después de dejar a los invitados en su lugar de origen, continuó sus viajes de exploración por dos años más.

Por diversas circunstancias, que no es el caso t r a e r a c o l a c i ó n a q u í , e l c u a r t o e m p e r a d o r d e la dinastía Ming, hijo de Zhu Di, Zhu Gaozhi, prácticamente destruyó la obra de su padre: se deshizo de las riquezas acumuladas, entre ellas, la pimienta resguardada en los almacenes imperiales; canceló los viajes de los barcos del tesoro, así como el mantenimiento y reparación de naves y juncos; suprimió las compras en el extranjero y ordenó el regreso de los funcionarios que estaban fuera de su país en misiones diplomáticas y comerciales.

E l h i j o d e Z h u G a o z h i , Z h u Z h a n j i , h a c i a 1 4 2 5 re c r u d e c i ó l a s p o l í t i c a s e s t a b l e c i d a s p o r s u p a d re , a r a í z d e l o c u a l s e e m i t i e ro n e d i c t o s y decretos que vetaban el comercio y los viajes al exterior, se prohibió la enseñanza del chino a los extranjeros y el aprendizaje de las lenguas extranjeras a los chinos, según el caso, e incluso se devastó y quemó una ancha franja de la costa meridional, de modo que la población china quedara volcada al interior única y exclusivamente, bloqueo que se mantuvo a lo largo de la

dinastía Ming, hasta el último de sus emperadores, en torno a 1644.

Y lo más grave, en relación con los avances de las exploraciones y los logros de la náutica china de aquellos tiempos, es que no sólo la flot a q u e d ó l i b r a d a a s u s u e r t e , c a re n t e d e m a n tenimiento y reparaciones, sino que los planos de construcción de las gigantescas naves del tesoro, los registros de circunnavegación de Zhen H e , l o s d i a r i o s , b i t á c o r a s y m a p a s q u e d a b a n cuenta de las expediciones chinas, de los desc u b r i m i e n t o s e i n t e rc a m b i o s , d e l a s c o l o n i a s fundadas, se destruyeron con la complicidad de algún mandarín del Ministerio de Guerra.

La flota que había partido de China, de dimensiones inimaginables, con más de seiscientos juncos y una tripulación aproximada de treinta mil miembros, a cargo del almirante Zheng He y 1cuatro capitanes más, aquella madrugada del 5 de marzo de 1421, regresaría al puerto entre octubre y noviembre de 1423. Acostumbrados a los honores y al reconocimiento con que solían recibirlos después de sus travesías, no comprendían la manera en que habían cambiado los ambientes chinos: no fueron felicitados por sus logros y descubrimientos, sino que experimentaron el rechazo de los grupos del gobierno. China había dado un giro de 180 grados.

China quiso borrar de un plumazo su legado y se encerró en un prolongado aislamiento con respecto al mundo exterior, con lo que dejó abierta la puerta para quienes quisieran retomar la estafeta. Su legado habría de reconstruirse siguiendo nuevas señales y leyendo, desde nuevos lugares, los antiguos mapas chinos del

Dominio público: commons.wikimedia.org

mundo. Parecería que, de alguna manera, exploradores, descubridores y navegantes europeos pudieron seguir algunas pistas de las travesías d e l a s f l o t a s d e Z h u D i , d e l o s v i a j e s i m p e r i a les por distintos puntos del mundo.

Hay, no obstante, datos que escapan de los archivos y que nos permiten entender con mayor profundidad las posteriores pesquisas: la circulación de mapas chinos de los siglos XV y XVI e incluso anteriores, por los ambientes europeos, ya fuera a través de las expediciones europeas hacia China, o bien como objetos valiosos adquiridos en distintos lugares. Cabe sugerir que ni la escuela portuguesa de Enrique el Navegante ni la Casa de Contratación de Sevilla desconocieron la experiencia de circunnavegación de los chinos que antecedió a sus propias pesquisas: al partir de los puertos ya tenían alguna idea de hacia dónde ir (Dussel, 2004).

1 Las cuatro flotas capitaneadas por Zhu Di estuvieron a cargo de los almirantes Zhou Wen, Zhou Man y Hong Bao, que cartografiaron distintos lugares de lo que sería el continente americano, además de Yang King, dirigido a cartografiar el océano Índico (Menzies, 2006: 417 y ss.). Zhu Di

A modo de cierre

La lectura de 1421… es apasionante e ilustradora en varios sentidos: desde la referencia a plantas,

frutas y una gran variedad de cultivos que se intercambiaron entre China y otras regiones del mundo, a las especies que sirven de pista para seguir las otrora chinas (por ejemplo, el caso de las gallinas asiáticas negras ponedoras de huevos azules, sólo empleadas con fines de adivinación y cura, lo que aún es usual en algunos poblados latinoamericanos, y habría mucho más que decir). Azora pensar que los chinos hayan andado por tierras americanas y otras más, setenta años antes, por lo menos, de que españoles y portugueses pisaran estos territorios.

L o s s u p u e s t o s d e M e n z i e s n o s i e m p re h a n s i d o a c e p t a d o s c o n b e n e p l á c i t o e n m e d i o s a c a démicos, pero, más allá de algunos datos que p u d i e r a n s e r re b a t i b l e s o q u e re q u i r i e r a n p ro fundizarse y fundamentarse con otras fuentes, nos deja una importante interrogante: ¿Por qué se ha desconocido el admirable desarrollo del imperio chino? Esto nos remite al fuerte arraigo que experimentamos con respecto al eurocentrismo, como óptica privilegiada (y única) desde la cual hemos leído la historia de América y su relación con Europa, como lo ha señalado Enrique Dussel: habría que transitar hacia una “historia no eurocéntrica de la historia del Sistema-Mundo, sólo hegemonizada por Europa por algo más de 200 años” (2004: 29).

Por lo demás, no debemos perder de vista el lugar desde el cual escribe el autor, a partir de su rica experiencia en la navegación de submarinos (no cualquiera se ha paseado por el fondo del mar), y tampoco pedirle que sea historiador o geógrafo consumado, sino enriquecernos con esas dimensiones de estudio, que, por lo general, nos resultan ajenas.

En este contexto, sin lugar a dudas el libro nos abre nuevos horizontes para repensar nuestra historia, nuestra cultura, nuestra cartografía, nuestra relación con Europa.

E s u n l i b ro p ro v o c a d o r, i m a g i n a t i v o , c u y a l e c t u r a , á g i l y p l a c e n t e r a , n o s s o r p re n d e y n o s d e s c u b re m u n d o s , l o c u a l n o s o b l i g a a d e j a r atrás estereotipos y conocimientos, en los que ya estamos muy acomodados para atrevernos a imaginar que, quizá, las cosas no han sido como nos las contaron, que actualmente están en curso revisiones históricas y nuevas lecturas. Y este es uno de sus principales méritos: abrir el espectro de la imaginación y de la comprensión de eventos fundamentales de una historia que ya teníamos muy asimilada, para explorar otras vetas.

Reseña del libro

Gavin Menzies (2006). 1421. El año en que China descubrió el mundo. Traducción de Francisco J. Ramos Mena. México: De Bolsillo, núm. 599, 603 pp.

Publicado en Londres en 2002, en Barcelona en 2003 y en México en 2006, es un libro que ha circulado mucho entre quienes, por una razón u otra, se aproximan a su contenido. Traducido a poco más de veintitrés lenguas, ha recorrido variados escenarios para su difusión: incluso ha dado lugar a una página electrónica y ha logrado aglutinar a gente interesada en abonar a sus planteamientos. Así, con el tiempo, se han constituido grupos abocados a reunir datos e investigaciones para continuar en esta línea.

Referencias

DUSSEL, E. (2004). La China (1421-1800) (Razones para cuestionar el eurocentrismo) [en línea]: <web.archive.org/ w e b / 2 0 1 3 11 2 6 1 0 0 0 2 7 / h t t p : / / e n r i q u e d u s s e l . c o m / t x t / china-dussel.pdf> [consultado: 2 de mayo de 2020].

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