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Gabriela Oseguera Altamirano
Reto educativo:
CULTIVAR LA SENSIBILIDAD
Gabriela Oseguera Altamirano*
Sh utterst ock En el ámbito educativo, existe el reto de formar seres humanos no sólo con conocimientos, sino sensibles para hacer del aprendizaje una experiencia de escucha, conexión, reflexión y apertura. Los cambios actuales en dicho ámbito exigen el desarrollo de nuevas competencias emocionales tanto en maestros como en alumnos. Por ello, a continuación se propone hacer conciencia sobre la sensibilidad que requiere desarrollar el docente para poder mostrar disposición ante la vida, las personas y los acontecimientos a los que se enfrenta, para facilitar la conexión consigo mismo y con sus alumnos, así como para poder acompañarlos en su crecimiento.
Ser, para ser docente
Aludir a los retos que debe enfrentar el sector educativo nos lleva, ineludiblemente, a analizar los desafíos que afronta el personal docente, ya que su formación inicial, desarrollo profesional e inteligencia emocional están relacionados con sus formas de intervención en la práctica educativa. En algunas investigaciones, entre ellas la de Verónica Hernández Barraza (2017), maestra en Formación Docente, se concluye que “[u]n porcentaje elevado de docentes no tiene conocimiento preciso de cuáles son las competencias emocionales […] [y admiten] haber tenido dificultades en su práctica educativa debido a la falta de su buen manejo de emociones, falta de empatía, motivación, estrés y baja autoestima”.
* Licenciada en Psicología con maestría en Terapia Familiar y especialidad en Psicología Clínica.
Por otro lado, Salvador Lavado Tejón, conocido como Quino, señala en una de sus creaciones: “Educar es más difícil que enseñar, porque para enseñar usted precisa saber, pero para educar se precisa ser” (citado en Hernández, 2019, p. 82). En palabras de Jordi Planella: “Educar no es someter, pero sí permitir. No es ser el modelo, pero sí el referente. No es una lección, pero sí un encuentro” (citado por Jiménez-Jiménez et al., 2019, p. 62).
La concepción que tenga el docente sobre quién es y cómo es influye en su relación con sus estudiantes, tanto como facilitador en la construcción del conocimiento, como en el proceso de acompañamiento y transformación ante las experiencias de la vida. En ese sentido, es necesario que conecte consigo mismo, porque sólo así logrará empatizar y acompañar a sus alumnos con sensibilidad; que se reconozca, porque sólo así logrará valorar la esencia y las enseñanzas de sus alumnos. Para Paulo Freire (1995): “La tarea del docente –que al mismo tiempo es aprendiz–, es comprensión y al mismo tiempo exigencia personal. Exige seriedad, preparación científica, preparación física, emocional y afectiva” (citado por Latorre, 2017, p. 4).
www.bitacorabcs.mx Es necesario que el docente conecte consigo mismo, porque sólo así logrará empatizar y acompañar a sus alumnos con sensibilidad
Sensibilidad y acompañamiento: pilares de la educación
Vivir conlleva sentir, y, para sentir, se requiere ser sensible. En el Diccionario de la lengua española (RAE, 2001), el término sensibilidad era definido como “facultad de sentir” y como “Propensión natural del hombre a dejarse llevar de los afectos de compasión, humanidad y ternura”; y en el aspecto biológico, como “la facultad de los seres vivos de percibir estímulos, tanto internos como externos, a través de los sentidos”.
La sensibilidad del profesorado se va construyendo y reconstruyendo durante toda la vida, tanto a través de las vivencias fuera del ámbito escolar, como de la interacción y acompañamiento con sus alumnos. En este artículo, el acompañamiento no se refiere tanto a brindar asesoría y asistencia personalizada a un alumno, sino a estar accesible y disponible a su lado y así construir el camino del autoconocimiento y del conocimiento en general, para lo cual es preciso que el docente desarrolle la sensibilidad.
¿Cómo desarrollar la sensibilidad y el acompañamiento?
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Establecer contacto visual. Como parte del acompañamiento, se sugiere que el docente haga contacto visual con cada uno de sus alumnos, lo cual detwitter.com/ CONAFE termina en muchos casos la calidad de la comunicación y tolerancia ante la adversidad. El hecho de que el docente mire, observe, sea sensible y responda a las ne_mx/status/ 1026925458149916673 cesidades e inquietudes de sus alumnos, que éstos lo perciban como una fuente de conocimiento y una oportunidad para crecer, puede hacer la diferencia entre un estudiante seguro de sí mismo y otro que duda en dar un paso. Propiciar experiencias que produzcan asombro. “…el asombro es el primer paso para reconectar con aquello por lo que vale la pena vivir” (Cetina, 2021). El asombro hace que nos detengamos por un momento y sintamos nuestra pequeñez y humildad al sabernos parte de algo grandioso, maravilloso y admirable; puede tratarse de algo grande o pequeño, como un atardecer, la cara de un recién nacido o una piedra volcánica, pero que nos sensibiliza de una u otra manera y nos recuerda que la vida está llena de oportunidades, a veces inimaginables.
Dado que la naturaleza y el arte ofrecen diversidad de estímulos que conectan con los órganos de los sentidos y en consecuencia generan sensaciones y emociones, se sugiere que a través del contacto con aquéllos, tanto profesores como alumnos logren tomar conciencia de la existencia de algo mucho más grande que ellos, de su capacidad de sorpresa y curiosidad; y dado que la magnitud y maravilla de lo percibido excede sus estructuras mentales, se vean en la necesidad de ampliarlas o cambiarlas, es decir,
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de modificar paradigmas y llegar así a una nueva comprensión sobre su persona y su mundo en general. En la medida en que esto se logra, se favorecen sentimientos de humildad, bienestar y generosidad, que a su vez les permiten actuar con mayor sensibilidad, en formas más empáticas y colaborativas.
Los docentes también pueden favorecer las siguientes acciones en los estudiantes:
• La escucha activa • El evitar juicios • El uso de la imaginación • La estimulación sensorial • La creatividad con pasión • La conformación de un espacio seguro y confiable para la libre expresión • La creación de situaciones auténticas, activas y participativas • La conexión entre conocimiento académico y aprendizaje vivencial significativo • La reflexión en vez de la memorización de contenidos • La valoración de aspectos de la realidad cotidiana, por difícil que parezca • La regulación personal, tanto motora como emocional • El automonitoreo (desde respuestas fisiológicas hasta cambios emocionales) • La concientización sobre las potencialidades propias y de los demás • El respeto a uno mismo y a los otros
Los momentos dedicados a la apreciación de la belleza, a la reflexión, a la creatividad, a la autorregulación e imaginación recargan la energía y la sensibilidad, a la vez que pueden generar una sensación de aprecio que facilita el contacto con uno mismo y con los demás.
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Conclusiones
La educación actual necesita de un profesorado que se interese por el desarrollo de su ser, para el desempeño responsable de su profesión. Se requieren docentes sensibles, conscientes y deseosos por mejorar sus competencias emocionales, que estimulen la reflexión permanente, que provoquen emociones y sensaciones, que despierten la atención y motiven la participación de sus estudiantes, que los hagan imaginarse situaciones diferentes para reflexionar sobre las realidades que viven diariamente, que los acompañen en el fascinante proceso de descubrirse a sí mismos y en lo que les rodea.
El acompañamiento se considera como una acción humanizante que reconoce la unicidad del alumno, es decir, sus necesidades e inquietudes, para que todos sus deseos y proyecciones, que se mueven en la incertidumbre propia de la vida, se potencien.
La sensibilidad y el asombro, como capacidades para experimentar emociones, atraen, involucran, motivan, aspiran, comprometen, inspiran y facilitan un aprendizaje dinámico y voluntario.
Congruente con la idea de que no hay aprendizaje sin emoción, el doctor en Neurociencia Francisco Mora Teruel (2013) sostiene: “Sólo se aprende aquello que se ama […] es esencial conocer [y ser sensible ante] el mundo de las emociones para [asombrarse y] captar la esencia de la enseñanza” (citado por Latorre, 2017).
Referencias
CETINA, Lucero (2021). La capacidad de asombro disminuye el estrés y aumenta la felicidad. La
Verdad, 4 de abril. https://laverdadnoticias.com/estiloyvida/La-capacidad-de-asombro-disminuye-el-estres-y-aumenta-la-felicidad-20210404-0084.html
HERNÁNDEZ, Verónica (2017). Las competencias emocionales del docente y su desempeño profesional. Revista Alternativas en Psicología, XXI(37), pp. 79-92. https://www.alternativas.me/attachments/article/147/06%20-%20Las%20competencias%20emocionales%20del%20docente.pdf
JIMÉNEZ-JIMÉNEZ, Joxe; Huegun, Asier; Planella, Jordi (2019). El espacio como elemento didáctico en los procesos de acompañamiento socioeducativo con adolescentes. Publicaciones, Facultad de Educación y Humanidades del Campus de Melilla [Universidad de Granada], 49(2), pp. 59-75. https://revistaseug.ugr.es/index.php/publicaciones/article/view/8291/9633
LATORRE, Marino (2017). Sin emoción no hay aprendizaje. http://umch.edu.pe/arch/hnomarino/51_SIN%20EMOCIO%CC%81N%20NO%20HAY%20APRENDIZAJE%20-3.pdf
RAE, Real Academia Española (2001). Sensibilidad. Diccionario de la lengua española. https://www. rae.es/drae2001/sensibilidad