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¿q u i é n h ay d e n u e vo? Despliegue de talentos

Les une la pasión, las ganas y el haber hecho del arte una forma de vida. ¿Ellos? Cintia Lund, Raúl Rodríguez y Estefanía de Oliveira y Leire Urzaiz. Despertando su parte más intimista, nos hablan de sus talentos. Por Lauren Izquierdo

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Cualquiera que quiera hacer algo tiene que esforzarse por conseguirlo

Cintia Lund La música, sin etiquetas

La música es su verdadera pasión y su historia comenzó en Nueva York. Allí y con tan solo 18 años, vivió sola y aprendió inglés. También música, de forma autodidacta y teniendo sus primeros conciertos. Si le preguntas qué es lo que destacaría de la ciudad donde todo es posible, Cintia Lund lo tiene claro: “En los tres años que viví en la ciudad, me enamoré de su historia y de la gente. La experiencia inspiró mi álbum debut New York Anthem con sonidos indie pop”. Desde entonces, no ha parado de componer y de crear. Ahora se encuentra terminando su segundo álbum (con la mayoría de canciones en español). Canarias, Estocolmo, Manhattan, Madrid, China… Si hay algo que está claro es que el alma de Cintia es viajera. Manhattan le recuerda a Madrid, porque son dos ciudades llenas de vida – y de oportunidades. Pero si tuviera que escoger, se decantaría por… “Madrid, sin duda. Es la ciudad donde he podido crecer como artista y establecer amistad con la gente es algo muy fácil. Nueva York es una ciudad más dura y agresiva, además de cara. Casi todos los músicos que conozco viviendo allí tienen trabajos secundarios para poder pagarse el alquiler”. Es una chica joven, dinámica y que tiene muy claro lo que quiere. Su edad (23 años) deja en evidencia que nunca es demasiado pronto. “Me considero una workaholica, porque me fascina crear y tengo la suerte de poder dedicarme de lleno a lo que me gusta. Siempre hay algo que hacer, ya sea componer, pensar en hacer un video musical y ponerlo en marcha, editarlo, practicar con los instrumentos a diario, ensayar para los conciertos…”. No obstante, a la hora de hablar sobre las oportunidades y el presente de las nuevas generaciones insiste en dejar claro que los jóvenes no son los únicos que sufren, ya que “cualquiera que quiera hacer algo tiene que esforzarse por conseguirlo”.

Define el arte como una carrera de fondo, donde no hay una guía que les indi- que el camino correcto. Para Cintia, ser artista no es como estudiar medicina y tener garantizado cierto estilo de vida y poder adquisitivo. “Los artistas tenemos que tener la audacia de comunicarnos y proyectar nuestras ideas a los demás para hacer que esas cosas pasen”.

Su audiencia engloba su música como pop moderno y elegante, con toques de folk y dream pop. ¿Las claves? Una canción que esté bien cantada, “sonidos estimulan- tes”, una puesta en escena y un vestuario que haga justicia. ¿Y el autotune? “Nada de autotune. Eso no es nada elegante. Es más, hace que la canción suene barata”.

Siempre tiene música puesta, para sen- tir que su vida tiene banda sonora. Le ins- pira los días de lluvia en casa, el café por la mañana, el sonido la guitarra o pensar en una situación que haya vivido. Así, com- bina y entremezcla sus canciones con otra de sus aficiones: los videoclips.

Aunque si algo debemos destacar de la artista, es su sello fashionista. Con un look masculino, Cintia Lund sorprende en cada actuación. ¿Su clásico? Los trajes. Le encan- tan, cosa que descubrió gracias a su buena relación con algunos de los diseñadores del momento – entre los que destaca García Madrid. “Creo que cualquier persona a día de hoy puede ponerse lo que quiera. Yo me pongo ropa sin pensar a quién pertenece. ¿Qué más da? Que cada cual use lo que quiera sin tener que ponerse etiquetas”.

Raúl Rodríguez El arte del flash

Puede que no te suene su cara, pero sí sus fotos, porque Raúl Rodríguez, también conocido como “el fotógrafo de los triun- fitos”, es una persona que, si le das a escoger entre blanco y negro, te responde amarillo. Y si le preguntas cómo se definiría a sí mismo, te dirá que es un chico alegre, mie-

Una de las cosas que más me gusta es imaginar en mi cabeza cada sesión, cómo será el entorno, buscar ideas y poder plasmarlas

doso, con gustos sencillos, un poco curioso y un apasionado de la fotografía y de la vida en general. Nació en Melilla, pero decidió mudarse a la capital para aumentar sus posibilidades como profesional y conseguir sus propias metas.

Formado en fotografía artística y de moda, iluminación y edición de imagen, Raúl nos confiesa la razón de su pasión. “Una de las cosas que más me gusta es imaginar en mi cabeza cada sesión, cómo será el entorno, buscar ideas y poder plasmarlas. Me pueden las ganas de ponerme delante del ordenador para ver el resultado”.

Él tiene claro que cada sesión es un mundo distinto y lo primordial para enfrentarse a la persona a la que apuntará con sus ideas es relajarla y romper el hielo. ¿Y lo demás? Lo demás viene rodado. “Aunque se trate de captar con una cámara, trato de informarme sobre la persona a la que voy a fotografiar, para crear un ambiente de trabajo cómodo y dinámico y poder sacar lo mejor de cada persona”. Sin embargo, sabe que la fotografía no es un ámbito bien reconocido socialmente. “Cuesta mucho que valoren y reconozcan tu trabajo. Hay muchas personas que creen que la fotografía no es una forma de vida, sino más bien un hobby”. Aunque, de hecho, existen muchas cosas que los que no nos dedicamos a este arte no sabemos (o no entendemos), como por ejemplo, todo lo que hay detrás de una foto.

No obstante, eso nunca lo ha desmotivado y eso lo ha llevado a poder presumir de haber trabajado con multitud de artistas, desde Edurne hasta Adara, pasando por numerosos “triunfitos” como Famous, Aitana, Miriam o Raoul, entre muchos

otros; creando las portadas de sus singles, discos o campañas. Pero, ¿cómo se convirtió en “el fotógrafo de los triunfitos”? Os preguntaréis. Pues bien, desde pequeño, Raúl siempre se ha considerado un fiel seguidor del formato Operación Triunfo y gracias a Natalia Rodríguez (su favorita) y la cual le dio una oportunidad para poder fotografiarla, entró en el mundo OT.

Aunque no es lo único que podemos decir de él, porque si tuviéramos que destacar algo, además de que su perfume es Sauvage, de Dior, sería su capacidad y sus ganas de emprender. “Estoy empezando con un proyecto muy guay, Vieral, una pequeña empresa que se encarga de producciones fotográficas, representación artística y organización de eventos”.

La emoción, la familiaridad y la confianza son vínculos que, si no los tiene, los provoca. Porque a él nada se le resiste. ¿Y si no tuviera la cámara? “También sería artista, aunque tuviese que inventarme la forma”. Sabe que las redes sociales son el arma de cualquier fotógrafo, a pesar de que muchas veces se ha encontrado trabajos suyos sin autoría, pero es un riesgo que está dispuesto a asumir.

papiroga Más que un accesorio

Se conocieron hace más de diez años trabajando en una empresa de retail como equipo de complementos y se lo pasaban genial. Pero Leire y Estefanía sentían que había otra forma de hacer las cosas. “Y no solo eso, sino otra forma de crear y de vestir, apelando a mejorar el estado de ánimo de las personas”.

Fue ahí cuando conocieron a Daniel y cuando su empresa, papiroga (siempre en minúsculas), nació. Son muy distintos, pero complementarios a la vez. “Daniel es un perfil más de comunicación y marketing; Leire, es ingeniera de formación, es

experta en compras en distintas empresas y tiene un ojo para las piezas brutal; y Estefanía viene del mundo del diseño”.

Aunque su historia no es como las de las demás, ya que tuvieron que vender un coche para poder cumplir un sueño. “Tenemos muchas anécdotas. Nosotros despegamos en el 2011, en plena crisis; el principio fue muy duro”. Pero nunca desistieron. Trabajaron muchas (muchísimas) horas. ¿Lo bueno? Que reinvertían todo lo que entraba. “Veíamos cómo todo lo que hacíamos tenía sentido y a día de hoy, los tres repetiríamos cada uno de los pasos que dimos sin pensarlo”.

Además, cuentan con un flagship muy especial. Pero lo tienen claro: no es una tienda, es un espacio lúdico en el que suceden cosas. Producen, crean y venden. ¡Incluso tienen una piscina de bolas para adultos! ¿El objetivo? “Nos costó muchísimo encontrar el local perfecto: buscábamos un espacio en el que poder expresar todo nuestro mundo, donde la gente pudiera venir a probarse nuestras piezas y en el que se pudiera vivir nuestra experiencia, la experiencia papiroga”.

Y entre todas las posibilidades que ofrece el diseño de accesorios, ellos apuestan por el color, porque aseguran que puede

cambiarle el mood (y el look) a una persona. Por eso el mimo, la atención y el cuidado en cada una de sus piezas es algo primordial. “Lo que nuestras clientas buscan son piezas especiales, que cambien su look y alegren su día. Quieren poder vestir de forma más sobria y que a través de unos pendientes o un collar puedan cambiar por completo. Todas hemos empezado a buscar piezas atemporales, piezas que tengan alma, que duren en nuestro armario y que nos sirvan hoy y en 30 años”.

Pero lo más importante y a destacar de esta marca, es su compromiso con la organización “Contigo Contra el Cáncer de la

Nos costó muchísimo encontrar el local perfecto: buscábamos un espacio en el que poder expresar todo nuestro mundo

Mujer”, donde gracias al diseño de la campaña Lolos, unos pendientes con forma de pecho irregular (como lo son todos), pudieron donar más de 56.000 € a la asociación. “No esperábamos esa acogida. Se agotaron las 1.000 piezas que teníamos previstas en un par de horas tras el lanzamiento. Fue tan brutal que decidimos ampliar la producción y finalmente cortamos en 3.700 piezas. Es emocionante ver cómo la gente se ha volcado”.

En definitiva, un sueño a todo color donde la emoción, la pasión y el detalle se han convertido en una forma de vida que acaba con un propósito futuro: papirogui-

u ngaro Emanuel, el último gran sastre

Conocido como “el cirujano de la moda” por su meticulosa manera de trabajar y la costumbre de llevar una bata blanca al hacerlo, Emanuel Ungaro fallecía en diciembre a los 86 años. Deja tras él un sinfín de creaciones para una de las mejores firmas del sector. Por Lucía Garrido Vázquez

Parece imposible que la rapidez con la que fluye la moda y el cambio constante de sus directores creativos, (a los que, en ocasiones, la propia industria convierte en efímeros) nos permita recordar a aquellos que siempre serán eternos.

Emanuel Ungaro (Aix-en-Provence, Francia, 1933 - 2019) es un ejemplo de ello y con su fallecimiento el pasado 21 de diciembre, el mundo fashion volvía a sumar, para su desagracia, otro genio más a su lista de pérdidas. El couturier francés, que con tan solo 22 años se trasladó a París y comenzó a trabajar con el maestro Cristóbal Balenciaga, aprendió la base de una rigurosa técnica de corte con la que inventar combinaciones estrictamente modernas y con la que poder desarrollar su talento creativo. De estas enseñanzas y de su “sueño por hacer ropa con los mismos ritmos y armonías que los cuartetos de cuerda de Beethoven”, fundó en 1965 su propia casa de moda.

Ubicada en la avenida Montaigne, en el corazón del distrito de la moda de alta costura de la capital francesa, Ungaro fue adquiriendo un gran reconocimiento internacional debido a la feminidad incuestionable de sus prendas, la pureza de sus siluetas, los estampados extravagantes y la exquisita atención al detalle y al color.

Esta notoriedad le sirvió para vestir a muchas de las mujeres más importantes del siglo XX como Jacqueline Kennedy, Catherine Deneuve, Marisa Berenson o Carolina de Mónaco. Aquí, fue quien diseñó el traje de novia de su amiga y duquesa de Montoro, Eugenia Martínez de Irujo, en su boda con Francisco Rivera. Su gran trayectoria junto con sus buenas relaciones con España, le sirvieron para ser galardonado en 1999 con la Aguja de Oro, uno de los premios de moda más

prestigiosos de nuestro país.

Ungaro, que siempre demostró un gran carácter y una fuerte personalidad, opinaba que “la moda no es arte, solo un pretencioso puede pensar tal cosa. El arte tiene vocación de eternidad, y la moda es algo efímero”. Y aún así, temporada tras temporada, conseguía ser diferente al combinar colores brillantes y estampados inesperados con hermosos drapeados.

Dentro de esta fuerte personalidad, las emociones jugaban un papel importantísimo. Sus diseños debían expresar estados de ánimo o sentimientos, pero eso sí, siempre bajo un halo de feminidad seductora, otra de las señas de identidad del francés. Él, que amaba los tejidos de colores, siempre trabajó con una bata blanca, al igual que hacía los sastres de su generación. “Es uno de los hábitos que mantengo de la época en la que trabajaba para Balenciaga. Él siempre llevaba la chaqueta blanca”, admitía. Este hábito le permitía concentrarse: “al trabajar los colores, necesito vestirme de un tono neutro. Así, cuando los espejos me devuelven mi imagen reflejada, no me distrae porque sólo se ven unas manos trabajando sobre la modelo”.

Demasiados cambios en poco tiempo “El refinamiento es una cuestión de educación, el lujo es cuestión de dinero”. Con esta premisa, la casa Ungaro ha ido transformándose (con dudoso acierto) desde la salida de su fundador. Porque, a pesar de que la maison francesa es hoy una de las más prestigiosas y valoradas del sector, no siempre fue así.

Sin un claro porqué, la marca fue vendida en 1996 al conglomerado de Salvatore Ferragamo y Bulgari para centrarse en la creación de fragancias y en la idea de rejuve

El refinamiento es una cuestión de educación, el lujo es cuestión de dinero

necer su esencia. Sin embargo, esta mala decisión solo ocasionó pérdidas millonarias. Dos años después, en 1998, un joven y casi desconocido Giambattista Valli entró a trabajar con Emanuel Ungaro, hasta que por diferentes desavenencias, se terminó marchando en 2004 para, primero fichar por Valentino, y luego crear su propia firma.

A los pocos meses, Ungaro decidió abandonar su propia casa de moda, la cual fue adquirida por Aimz Acquisition. Desde entonces y hasta que en 2012 Fausto Puglisi es nombrado director creativo, la firma del couturier francés se convirtió en un ir y venir de diseñadores (y alguna que otra celebritie como Lindsay Lohan) que intentaban seguir con el legado pero que se quedaban a medio camino. “Fue muy difícil rescatar a esta casa del desastre; estaba olvidada a pesar de la gran historia y herencia que legó monsieur Ungaro”, admitió Puglisi.

A pesar de los buenos resultados, Fausto Puglisi se marchó en 2017 para dejar en el cargo a Marco Colagrossi, ex consultor de Armani y Dolce & Gabbana, que, de momento, respeta el ADN de la firma y la mantiene con éxito.

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