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Areíto

Zona de la Cultura y de las ideas

Las raíces de nuestros males

www.hoy.com.do Editor: Bavegado Diseño: Carla González SÁBADO 13.07.2013

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PRIMERAS IMPRESIONES Sobre la encíclica Lumen Fidei G. BATISTA DEL VILLAR Tránsito y memoria de la poesía

EL VIOLÍN DE LA ADÚLTERA

¿De cuál memoria surge la poesía de Guarocuya Batista del Villar? ¿Cuáles ejes expresivos dan cuenta de su lenguaje poético y su vida intimada como ser-en-el mundo?

Andrés L. Mateo plantea la transformación del hombre por encima de las ideologías machistas; por esa razón y frente a todas las peripecias de los sujetos, en El violín de la adúltera triunfa el amor. Página3

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problemas de la novela dominicana

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SANTOS CHECO la fuerza y dominio del color Santos Checo es un pintor contemporáneo que dispone todo su oficio aplicado en la Escuela de Bellas Artes, para que sus cuadros sacados de la realidad natural y medio ambiental de RD puedan reflejar su sensibilidad visual. Página 7


HOY

AREÍTO

Sábado 13 de julio de 2013

Zona Areíto Areito

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Antonio Skármeta (Novelista y cineasta chileno) Al terminar la escuela secundaria no hacía sino leer y escribir y mi única duda sobre mi vocación era si quería ser escritor o actor. Opté por la primera y eso explica que hoy vean en las pantallas a Brad Pitt y no mi calva.

Leonardo Boff

Primeras impresiones sobre la encíclica Lumen Fidei

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a Encíclica Lumen Fidei viene con la autoría del Papa Francisco, pero es sabido que fue escrita por el Papa anterior, ahora emérito, Benedicto XVI. Confiesa claramente el Papa Francisco: «Asumo tu precioso trabajo, limitándome a añadir al texto alguna contribución». Y así debe ser, de lo contrario, no tendría la nota del magisterio papal. Sería simplemente un texto teológico de alguien que un día fue el Papa. Benedicto XVI quería escribir una trilogía sobre las virtudes cardinales. Escribió sobre la esperanza y el amor. Pero le faltaba la fe, lo que hace ahora con los pequeños complementos del Papa Francisco. La Encíclica no trae ninguna novedad sensacional que llame la atención de la comunidad teológica, del conjunto de los fieles o del público en general. Es un texto de alta teología, con un estilo recargado y lleno de citas bíblicas y de los Santos Padres. Curiosamente cita autores de la cultura occidental como Dante, Buber, Dostoievski, Nietzsche, Wittgenstein, Romano Guardini y al poeta Thomas Elliot. Se puede ver claramente la mano del Papa Benedicto XVI, sobre todo en discusiones refinadas de difícil compresión hasta para los teólogos, manejando expresiones griegas y hebreas, como suele hacer un doctor y maestro. El texto va dirigido a la Iglesia. Habla de la luz de la fe a quienes ya están dentro del mundo iluminado por la fe. En este sentido es una reflexión intrasistémica. Tiene una dicción típicamente occidental y europea. En el texto solo hablan autoridades europeas. No se toma en consideración el magisterio de las iglesias continentales, con sus tradiciones, teologías, santos y testigos de la fe. Cabe señalar este solipsismo, pues en Europa sólo vive el 24% de los católicos, el resto está fuera, el 62% de ellos en el llamado Tercer Mundo y Cuarto Mundo. Puedo imaginar a un católico surcoreano, indio, angoleño, mozambiqueño o incluso andino leyendo esta encíclica. Posiblemente todos ellos entenderán muy poco de lo que está escrito allí, ni se encontrarán reflejados en ese tipo de argumentación. El hilo conductor de la argumentación teológica es típico del pensamiento de Joseph Ratzinger como teólogo: la preponderancia del tema de la verdad, diría, casi obsesiva. En nombre de esa verdad se contrapone frontalmente a la modernidad. Tiene dificultad para aceptar uno de los temas más caros al pensamiento moderno: la autonomía del sujeto y su uso a la luz de la razón. J. Ratzinger la ve como una forma de sustituir la luz de la fe. No muestra esa actitud tan recomendado por el Concilio Vaticano II que sería: en en-

frentamientos con las tendencias culturales, filosófica e ideológicas contemporáneas, cabe principalmente identificar las pepitas de verdad que hay en ellas, y desde ahí organizar el diálogo, la crítica y la complementariedad. Es blasfemar contra el Espíritu Santo imaginar que los modernos sólo han pensado mentiras y falsedades. Para Ratzinger el propio amor debe someterse a la verdad, sin la cual no se superaría el aislamiento de «yo» (nº 27). Sin embargo, sabemos que el amor tiene sus propias razones y obedece a una lógica distinta, diferente, sin ser contraria a la verdad. El amor puede no ver con claridad, pero ve con más profundidad la realidad. Ya San Agustín siguiendo a Platón decía que sólo comprendemos verdaderamente lo que amamos. Para Ratzinger, «el amor es la experiencia de la verdad» (n.27) y «sin la verdad, la fe no salva» (nº 24). Esta declaración es problemática en términos teológicos, pues toda la Tradición, especialmente los Concilios han afirmado que sólo salva «aquella verdad informada por la caridad» (fides caritate informata). Sin el amor, la verdad es insuficiente para alcanzar la salvación. En un lenguaje pedestre diría: lo que salva no son las prédicas verdaderas sino las prácticas efectivas. ?Todo documento del Magisterio está hecho por muchas manos, tratando de contemplar las distintas tendencias teológicas aceptables. Al final, el Papa le da su forma y lo avala. Esto también se aplica a este documento. En su parte final, probablemente de mano del Papa Francisco, hay una apertura notable que se compagina mal con las partes anteriores, fuertemente doctrinales. En ellas se afirma enfáticamente que la luz de la fe ilumina todas las dimensiones de la vida humana. En la par-

te final la actitud es más modesta: «La fe no es una luz que disipa todas nuestras tinieblas, sino una lámpara que guía nuestros pasos en la noche y eso basta para el camino» (nº 57). Con precisión teológica afirma que «la profesión de fe no es asentimiento a un conjunto de verdades abstractas, sino hacer que la vida entre en plena comunión con el Dios vivo» (45). La parte más rica, en mi opinión, es el nº 45 cuando se explica el Credo. Ahí se convierte en una afirmación que desborda la teología y roza la filosofía: «el fiel afirma que el centro del ser, el corazón más profundo de todas las cosas es la comunión divina» (nº 45). Y completa: «El Dios-comunión es capaz de abrazar la historia del hombre e introducirlo en su dinamismo de comunión» (nº 45). Pero se constata en la Encíclica una dolorosa laguna que le quita gran parte de su relevancia: no aborda la crisis de fe del ser humano hoy, sus dudas, sus preguntas que ni la fe puede responder: ¿Dónde estaba Dios en el tsunami que diezmó miles de vidas o en Fukushima? ¿Cómo creer después de las masacres de miles de indios a manos de los cristianos a lo largo de nuestra historia, de los miles de torturados y asesinados por las dictaduras militares de los años 70 a 80? ¿Cómo tener todavía fe después de los millones de muertos en los campos de exterminio nazis? La encíclica no ofrece ningún elemento para responder a estas preguntas. Creer es siempre creer a pesar de... La fe no elimina las dudas y angustias de un Jesús que grita en la cruz: "Padre, ¿por qué me has abandonado?". La fe tiene que pasar por este infierno y transformarse en esperanza de que para todo hay un sentido, pero escondido en Dios. ¿Cuándo se revelará?

LA HISTORIA/Fuente: Portal del Bibliófilo Enmascarado

1954

FALLECIÓ EL 14 DE JULIO. Jacinto Benavente y Martínez fue un reconocido dramaturgo y director, guionista y productor de cine español. Miembro de la Real Academia Española fue un autor muy premiado, entre otros con el Nobel de Literatura en 1922. Entre sus obras se encuentran “La malquerida”, “Los intereses creados” y “Vidas cruzadas”.

1815

NACIÓ EL 15 DE JULIO. Enrique Gil y Carrasco, poeta y novelista español recordado fundamentalmente por la novela romántica historicista “El Señor de Bembibre”, obra maestra de la prosa romántica de ficción española. _

1911

NACIÓ EL 15 DE JULIO. Emilio Adolfo Westphalen Milano, poeta y ensayista peruano. ”Las ínsulas extrañas” y “Abolición de la muerte”, son sus libros de poemas más prestigiosos.

1904

FALLECIÓ EL 15 DE JULIO. Antón Pávlovich Chéjov, dramaturgo ruso, uno de los más importantes escritores de cuentos de la historia de la literatura. “Tio Vania”, es su obra más popular. _

1985

MURIÓ EL 16 DE JULIO. Heinrich Böll, escritor alemán, figura emblemática de la literatura alemana de posguerra, premio Nobel en 1972. Algunas de sus obras más importantes son “Retrato de grupo con señora”, “Y no dijo una sola palabra”, “Billar a las nueve y media” y “El honor perdido de Katharina Blum”.


Aporte

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Sábado 13 de julio de 2013

HOY

El violín de la adúltera y los problemas de la novela

dominicana

MIGUEL ÁNGEL FORNERÍN

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os criterios que aplicamos a la evaluación de la novela caracterizan al de un narrador, como autor, que puede atravesar fronteras culturales. En el caso de Andrés L. Mateo, su narrativa ha tenido varios reconocimientos de otros colegas de la crítica, tanto nacional como internacional. Mateo es un narrador singular, su obra está ahí y se sostiene por sí misma. Aunque el tema sigue siendo el elemento que abre el horizonte de expectativa del lector, parece hoy asunto ineludible. Para la valoración de una obra narrativa, tomamos otros criterios como el estético, la lengua, la relación del texto con la cultura y la sociedad. Entendemos que el tema es el ser duro de la obra en la medida en que plantea la relación que guarda el otro con la realidad y con los deseos de los lectores. En el caso particular, El violín de la adúltera es, a primera vista, el adulterio lo que desencadena el sistema significante. Digamos que ya ha sido un tema muy trabajado en la literatura, sobre todo en la universal: aparece en obras como Madame Bovary (1854) de Flaubert, en La Regenta (1884), de Leopoldo Alas, Clarín, en el siglo XIX y en el Ulises de James Joyce en el XX. Si damos una somera vuelta por la forma que está planteado el tema en estas obras veremos, además de la falta de identidad del personaje en la de Flaubert, de su bovarismo, de ese no adaptarse a sus condiciones sociales, y materiales, de romper las normas de un pueblo, que esa mujer tiene una lucha con su ser; se representa, por tanto, un desajuste entre la sociedad y el personaje; existe en ella una búsqueda de la libertad individual. Además, se plantea una crítica a la forma en que el dinero ha transformado la vida. En el caso de La Regenta, por otro lado, el asunto es patético; entra dentro de las creencias religiosas, de la tradicional ciudad de Vetusta; Clarín desarticula la falsedad humana del catolicismo español. El Ministral como el reprimido y la libertad individual de La Regenta, afloran como la enfermedad o la locura femenina y transgresión religiosa. En suma, pienso que en la primera obra, la sociedad francesa es vista dentro de su virtud civil y en la española en su tradicionalismo ancestral; en la francesa, el tema de la libertad individual es fundamental, en la española, en cambio, es una ruptura del honor, del marido cornudo, de la sociedad como corro, del chisme, de la religión como poder… De ahí que estas obras hayan buscado transformar la vida, representarla; crear un ruido dentro del sistema de la tradición, tanto que no fue del agrado La Regenta de la Iglesia que tanto critica y provoca reacción y censura. Es decir, la obra causa un problema de lectura y una reacción del poder que quiere mantener la mirada de un catolicismo hipócrita. Si en Madame Bovary la protagonista es el centro de la seducción, en la novela de Clarín el seductor es don Álvaro, un pequeño Don Juan que permite que el autor rescriba a Zorrilla. La obra de Andrés L. Mateo no va por ese lado. Porque lo que le interesa al autor no es tanto la mujer, que actúa como un ser misterioso, sino la situación psicológica y existencial del protagonista, Néstor Luciano Moreira. El tema se desplaza a un interés de la posdictadura dominicana, el poder como inutilización de la razón machista. Y este aspecto es visto desde un sesgo psicológico y existencial. Aspecto que va unido al contexto de la dictadura, como fuerza de las prácticas sociales del poder que somete al hombre y le muestra la máscara que el machismo le ha impuesto. Frente al poder de Petán Trujillo, el macho es una inutilidad, de ahí viene la humillación que utilizan los Trujillos como táctica de dominación. Vale que el personaje escribe y se autoanaliza dentro de la forma de diario de la narración; el personaje es intradiegético se encuentra dentro de la narración, y plantea los problemas de su propio relato. Por eso puede ser considerado un personaje de la interioridad. A partir de una poética vanguardista, Mateo construye un texto donde el contexto es un espacio del ecosistema político y social; lo que importa, en fin, es la condicionante que impone la sociedad a un individuo que tiene que luchar desde su propia consciencia.

Esa visión psicológica-existencial del personaje traspasa lo anecdótico y es este el punto clave de la obra, mucho más cuando el personaje parece contrastarse con Elso, cuyas condiciones son ser homosexual, pobre y negro; tres condiciones de la otredad que son sometidas social y culturalmente por el poder. De ahí que la obra de Mateo, bien que nos plantea el tema de la dictadura, del dictador, de los pequeños caciques y sus prácticas hegemónicas, sea también una indagación en la individualidad. Como protagonista, Néstor Luciano Morera es un ser escindido, que no encuentra sosiego entre el machismo de su educación, el desvelamiento de su falsa hombría y sus sentimientos amorosos hacia Maribel Cicilio. De esta manera, la novela es, además de una expresión de la sociedad, de sus ideas y rupturas, tal como era el novelar del siglo XIX, una simbolización del tema del hombre, como sujeto que piensa, actúa, reflexiona dentro de las prácticas que el poder le impone. Lo antes expresado ayuda a que el texto logre la virtualidad como obra artística. El Violín de la Adúltera es, en suma, un artefacto literario que contiene: la corrección del código lingüístico; la creación de un ritmo-sentido del trabajo que realiza el autor como construcción de la diégesis, de espacios virtuales, de escenarios posibles, de nuevos modelos de vida. Si bien esta obra puede ser leída como una crítica del poder y una búsqueda de la identidad individual frente a la dictadura y a las ideas de la masculinidad, participa de la poética vanguardista y existencial que se muestra en la que el personaje no encuentra salida en lo social y

ve la vida como un factum, como un destino incomprensible. Este extremo no es algo nuevo, pues la narrativa del siglo XX lo ha planteado. Lo que hace Andrés L. Mateo es darle un giro a ese final preconcebido, que la misma característica del héroe, cuyo destino está marcado por el contexto social y cultural, la República Dominicana en la Era de los Trujillo, le impone. Plantea la transformación del hombre por encima de las ideologías machistas; por esa razón y frente a todas las peripecias de los sujetos, en El violín de la adúltera, triunfa el amor. Al final, Néstor Luciano Morera logró quitarse la máscara, logra verse en el espejo de Elso y encuentra en el amor la salida de un mundo absurdo. Por estas razones creo que Mateo ha ido más allá de representar una historia como denuncia, como crítica social, ha realizado un texto que plantea los problemas humanos: el sujeto frente al poder, pero también frente al destino. Y eso no es común en nuestra novelística, que más bien se queda en la anécdota. Sin trascender el ser duro de las cosas hacia un horizonte epistémico.

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CÁPSULAS GENEALÓGICAS www.idg.org.do/ Por Julio González

LOS NIÑOS DE HINCHA (6 de 7)

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el matrimonio de Marcelo Mejía y Andrea López nacieron: Nicolás (1785), María Matheo (1787), Martha (1789), Joseph María (1791) y Ramona Mejía López (1793). Del matrimonio de Antonino Melfi y Juana Gomera nacieron: Cathalina (1782), María Ramona (1784) y Joaquina Melfi Gomera (1786). Del matrimonio de Nicolás Milano y Beatriz De Peña nacieron: Gabriela (1783) y Juan Pedro Milano De Peña (1785). Del matrimonio de Nicolás Milano y Simona De Medina nacieron: Juan (1790) y Pedro Nolasco Milano De Medina (1793). Del matrimonio de Cristóbal Montes de Oca y Francisca García nacieron: Joseph Mariano (1785) y Marcelino Montes de Oca García (1794). Del matrimonio de Fulgencio (o Florencio) Montiel y Manuela De Trejo nacieron: Phelipe (1782), Francisco de Paula (1788) y Dominga Montiel De Trejo (1794). Del matrimonio de Pedro Moreno y María De la Cruz nacieron: Lorenzo (1783), María (1785) y Bárbara Moreno De la Cruz (1788). Del matrimonio de Pablo Moreno y Rosalía De la Rosa nacieron: Manuel (1785), Francisco (1788) y Joseph Moreno De la Rosa (1790). Del matrimonio de Juan Moreno y Juana Familias nacieron: Ramón (1786), Manuela (1786), María Altagracia (1790) y Antonio Moreno Familias (1794). Pasaron a El Seibo. Del matrimonio de Melchor Moreno y Luisa Muñoz nacieron: María (1785), Pedro (1787) y Eusebio Moreno Muñoz (1789). Del matrimonio de Domingo Perdomo y Thomasa Bejarano nacieron: Ana Sabina (1788) y Joaquín Antonio Perdomo Bejarano (1791). Del matrimonio de Antonio Perdomo y María de San Pedro nacieron: Francisco (1782) y Paulina (1786), Josefa (1786) y María de las Nieves Perdomo San Pedro (1789). Del matrimonio de Martín Pérez y Gervasia Del Castillo nacieron: Norberta (1785) y Francisca Pérez Del Castillo (1796). Del matrimonio de Sebastián Piñeira (o Piñera) y Juana Falcón nacieron: Agustín (1783), Manuel (1786), Ana (1788) y Gerónima Piñeira Falcón (1793). Del matrimonio de Juan Bautista Reyes y Gabriela De los Santos Pinto nacieron: María (1783), Domingo (1788) y Manuel Reyes De los Santos (1790). Emigraron a Baní. Del matrimonio de Julián Rodríguez y María Delgadillo nacieron: Cirilo (1783), Gregorio (1785) y María Rodríguez Delgadillo (1789). Del matrimonio de Juan Romero y Sebastiana De los Santos nacieron: Juan (1786) y Gerarda Romero De los Santos (1788). Del matrimonio de Joseph Romero Arguiñano e Isabel Díaz Betancourt nacieron: Juliana (1787), Joaquín (1790), Jacinto (1790) y Jacobina Romero Díaz (1792). Del matrimonio de Alonso Romero y Felipa Muñoz nacieron: Felipa (1790) y María Romero Muñoz (1790). Del matrimonio de Nicolás Saldaña y Vicenta Cabral nacieron: Bárbara (1786) y Águeda Saldaña Cabral (1791). Del matrimonio de Salvador Saldaña y Dominga De Guzmán nacieron: Cathalina (1784) y Romualdo Antonio Saldaña De Guzmán (1787). Del matrimonio de Pedro Sánchez y María De Luna nacieron: Felipa (1783), Vicenta (1786), Matilde (1790) y Juana Sánchez De Luna (1794). Del matrimonio de Manuel Sánchez Valverde y Viviana Muñoz nacieron: María (1782) y Miguel (1784) y Cathalina Sánchez Valverde Muñoz (1785). Se establecieron en Baní donde ambos padres fallecieron. Del matrimonio de Juan Sánchez Valverde y María Tirado nacieron Rodolfo (1785), Rosalía (1787) y Josefa Sánchez Valverde Tirado (1794). Pasaron a Santo Domingo, donde dejaron descendencia.

Instituto Dominicano de Genealogía

Encuentros

HOY

MU-KIEN ADRIANA SANG

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It i n e ra ri o. Mis inicios por el accidentado camino de la historia (…) Decir que el historiador no es un individuo abstracto, sino concreto, producto de unas circunstancias históricas y sociales, equivale también a sostener que la historia no está hecha por individuos, sino por la sociedad entera (…) Del mismo modo que no hay una verdad, tampoco hay en la historia “leyes” –aduce Carr-. Pero leyes entendidas a la manera de la ciencia decimonónica, es decir, como un cuerpo de hipótesis verificadas de una vez por todas después de un proceso inductivo. EH Carr “El nacimiento de un valor o ideal determinado, en un momento o en un lugar determinado, queda explicado por las condiciones históricas del momento y del lugar. El contenido práctico de absolutos hipotéticos como la igualdad, la libertad, la justicia o el derecho natural varía de un período para otro, de un continente para el otro… la norma de comparación o el valor abstractos, divorciados de la sociedad y dirimidos de la historia, son una entelequia, lo mismo que el individuo abstracto. El historiador serio es aquel que reconoce el carácter históricamente condicionado de todos los valores, y no quien reclama para sus propios valores una objetividad más allá del alcance de la historia.” (…) primero averiguad los hechos, decían los positivistas; luego deducid de ellos las conclusiones. EH Carr

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artí a Francia hace más de un cuarto de siglo. Era un tiempo en que la humanidad vivía grandes transformaciones ideológicas: La pesada cortina de hierro se hacía añicos: el movimiento Solidaridad, con su líder Lech Walesa a la cabeza, gritaba al mundo la urgente necesidad de libertad en el llamado mundo socialista. Se iniciaba el período de la nueva esperanza en Francia, con el ascenso al poder de Francois Mitterrand, pero en el que también la extrema derecha ganaba espacio con Jean Marie Le Pen aterrorizando a los más liberales. Eran los tiempos en que América Latina todavía vivía las secuelas del pesado fardo de las dictaduras nacidas en los años 70. Y como ocurre siempre en los pueblos, hubo gente valiente que levantó sus brazos y sus voces para corear juntos libertad y democracia. Por eso vienen a mi memoria las valientes abuelas y madres de la Plaza de Mayo, quienes en caminata silenciosa enarbolaban los nombres de sus seres queridos desaparecidos por los gorilas. Fui a París, la ciudad del saber y del arte, cargando varias maletas llenas de muchas ilusiones. Era muy joven, 26 años, y quería beber la savia del mundo, allí en el lugar donde habían nacido las grandes ideas que motorizaron los movimientos más importantes en la humanidad: el enciclopedismo que alimentó a los revolucionarios de la Revolución Francesa. Fue allí donde la revolución industrial se sintió con furor, y la torre Eiffel simboliza el triunfo del acero como elemento de la productividad capitalista. París fue también la ciudad donde nació la comuna de París que buscaba frenar el rápido avance del capitalismo. Ansiaba a toda costa observar hasta que me agotara de tanto ver, los monumentos, símbolos del arte universal, el Louvre y las obras de Leonardo Da Vinci, o los grandes del impresionismo francés. Al llegar a la tierra de mis ilusiones, comprendí que era una extraña, una desconocida, una extranjera, una más en el inmenso mar de los jóvenes de todo el mundo que habían acudido a beber de la cultura francesa. Encontré latinos que venían de todo el continente, así como portugueses, haitianos, africanos, españoles, suecos, magrebinos, japoneses, israelitas…. Y así, luego de haber disfrutado y satisfecho mi fascinación por la histórica ciudad, decidí aprehender de su cultura, sin olvidar lo que era, lo que había sido y de dónde venía. Esos cinco años de vida parisina abrieron mi mundo y cambiaron mis perspectivas de ver las cosas. El gran aprendizaje lo obtuve durante mis encuentros desiguales con el maestro Ruggiero Romano. Su personalidad arrolladora y su imponente figura, todavía me persiguen. Me obligó a cuestionar lo que sabía y había aprendido. Me obligó a nacer de nuevo a los 26 años, porque tuve que desaprender todo lo aprendido para reaprender nuevas cosas y sobre todo nuevas formas de analizar la realidad. Me obligó a leer y a cuestionar lo que leía. Entusiasmada por el impulso intelectual de Romano, y los historiadores de la Escuela de los Anales, quise llevarme todo el conocimiento posible. Fui a todas las conferencias que pude. Logré colar-

me en la multitud para escuchar a los grandes intelectuales de la época. Visité con avidez los museos de la ciudad y de sus entornos. Fui una y otra vez porque quería retratar en mi mente todas y cada una de sus muestras. Leí todo lo que pude, aunque no tuviese dinero para comprar los libros que quería, por eso me hice asidua de las bibliotecas y librerías, especialmente de la maravilla arquitectónica del Centro George Pompidou y de la famosa librería FNAC. Tanto me marcó París, que cuando he tenido la oportunidad de volver a visitarla, repito los trayectos y vuelvo a los lugares habituales, y me doy cuenta que a pesar de que el mundo ha cambiado, que aquello que defendíamos hace más de tres décadas, hoy tiene otros matices, que ya no somos los jóvenes de ayer y que muchas de nuestras ilusiones fueron derrotadas; sin embargo, París sigue siendo la ciudad imponente que conserva su misma belleza, como si el tiempo no transcurriera por sus calles, avenidas y monumentos. Romano me hizo ir a los archivos y trabajar las fuentes. Trabajé cada tarde, durante dos años en los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores. Me hizo leer teoría y hasta literatura. Como había decidido trabajar la dictadura de Ulises Heureaux, me obligó a buscar otras referencias teóricas sobre las dictaduras. El libro Dictature et Légitimité [i], y De la Tyrannie, de Leo Strauss [ii], marcaron para siempre mi existencia. El primero a través de los trabajos de diferentes especialistas, me hizo ver cómo nacieron las dictaduras en el transcurso de la historia, y cómo algunas lograron convertirse en legítimas, y a veces, legales. La diferenciación de ambos conceptos fue revelador para comprender las dictaduras latinoamericanas del siglo XIX, llamadas también positivistas por su defensa del binomio “orden y progreso”. El segundo libro, aunque era una nueva edición de un libro de los 50, fue una verdadera revelación porque me hizo comprender la siquis de los tiranos y dictadores, sus dramas existenciales y sus miedos. Luego leí las novelas latinoamericanas sobre las dictaduras como Yo el supremo de Roa Bastos y El señor Presidente de Miguel Ángel Asturias. Una época hermosa donde aprendía el oficio de historiar bajo la guía de Romano. Unos años cuya única preocupación, además del escaso dinero para vivir en una ciudad tan cara, era aprender, leer y ver todo cuanto podía. Llegué al país en diciembre de 1985. Creía que tenía a Dios bajo el brazo. La vida me enseñó que aquí habían otras personas que estudiaban, que tenían también el gusanillo del conocimiento, que, como yo, buscaban respuestas y que escribían. Entendí que no estaba sola y que habían otros que estaban en el mismo camino que yo. Me inserté como pude en el mundo de los historiadores. No olvido mi primer encuentro con Frank Moya. Estaba recién llegada y le había enviado mi tesis. Me recibió días después. Luego de una conversación interesante, me dijo que había analizado la investigación, yo lo observaba en silencio, luego sonrió y me dijo: “Está muy bien”. Me sentí feliz. El otro día rememoraba con él este encuentro y nos reímos de buena gana. José Chez Checo y Juan Daniel Balcácer fueron los primeros en abrirme sus brazos y sus corazones, e hicieron mi camino más llevadero para insertarme en el mundo de los historiadores dominicanos. mu-kiensang@pucmm.edu.do sangbemukien@gmail.com @MuKienAdriana


ÁNGELA PEÑA / A.PENA@.COM.DO

Viaje por la historia

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HOY

TERCERA DIMENSIÓN Primera obra cinematográfica

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omo tres nuevos descubridores recorrieron la isla y construyeron una historia que no aparece, con tan especial metodología, en los textos tradicionales. Comprende casi todos los momentos trascendentes de la dominicanidad con la singularidad de permitir que el espectador prácticamente sienta que convive con sus protagonistas y actores. Es una película, la primera obra cinematográfica en tercera dimensión que se realiza en América Latina. Sus autores son tres jóvenes osados, creativos, estudiosos de gran imaginación y probada responsabilidad que compartieron sus carreras y profesiones con este experimento que ya ha puesto los anteojos de la emoción a profesionales y alumnos de colegios y escuelas deseosos de vivir esta aventura estereoscópica que han titulado “República Dominicana en 3 D”. Ricardo Ruiz Stepanenko, Joan Jiménez y Osvaldo Ruiz Portes produjeron el documental con dos cámaras, una para cada ojo que observa con asombro al abuelo que inicia el relato contestando a un nieto inquieto cuál es el mejor tesoro. La respuesta es un desfile impresionante de imágenes que reflejan el país en sus monumentos, ruinas, playas, saltos, especies animales y vegetales, hombres, mujeres, valles, riquezas minerales, arrozales, playas, museos, catedrales, parques, casas, avenidas, calles… Ricardo investigó, escribió el libreto. Los tres, amigos de infancia veganos, abordaron durante un año un pequeño automóvil de 1997 que además de transporte fue refugio al que “los camiones de huevos y pollos les quedaron cortos” para tan insólitas cargas. Porque lo único novedoso no es el filme sino el inmenso aparato que los tres acuciosos muchachos inventaron y cuya ejecución estuvo a cargo de Osvaldo Ruiz Valdez, famoso mecánico industrial de La Vega reconocido como “el genio de la mecánica”. Juntos desde la enseñanza maternal, emparentados, siempre hicieron teatro, escribían y producían. A la hora de escoger sus profesiones Ricardo entró a estudiar cine en la UASD y aunque Joan se inclinó por el derecho en la Madre y Maestra y Osvaldo cursó arquitectura en Ucateci, los cortometrajes de Ruiz Stepanenko, como “Lienzos absurdos” y otros, los mantuvieron interesados en el séptimo arte. “Decidimos construir un aparato para grabar 3D, sin presupuesto, sin conocimiento, sin dinero, sin saber de nada”, cuentan los jóvenes de 29 años. Joan es el mayor, de 32. El mago Osvaldo “entendió que el proyecto era viable, lo ensambló con las ideas que le aportamos y cuando tuvimos el aparato vimos que era bueno”. Lo llamaron “Cocuyo 3DTwin I” y según ellos es pionero en Latinoamérica y gran parte del mundo. “Resultó ser funcional y relativamente muy económico en comparación con sus homólogos extranjeros. Incluimos algunas características que no vimos en otros similares, como el movimiento del cuerpo de las cámaras hacia atrás cuando se utilizan focales variables”, explicaron. El documental se estrenó en la biblioteca “La Progresista”, de La Vega, como un acontecimiento local. Llegar hasta esa premier fue casi trágico. Vendieron todas sus posesiones de valor, se embarcaron en préstamos, contrajeron deudas, durmieron a la intemperie, taparon gomas pinchadas en regiones apartadas, sacaron del “enchivamiento” al viejo “Honda”, desenterraron componentes que se les perdieron en las Dunas de Baní, amanecieron en moteles provincianos de 100 pesos por persona y se asearon con agua en cubitos esforzándose hasta casi ganar una hernia con las cargas del enorme invento. Están vivos “por un milagro de la Providencia” y deben “hasta los rotos de los pantaloncillos”, manifiestan, aunque con la satisfacción de este producto final único, educativo, patriótico, que asusta, como cuando las iguanas del Parque Nacional Enriquillo o las palomas del parque Colón parece que vienen hacia el espectador; o encanta, distrae, entretiene, educa, da paz en momentos en que las olas juegan con la playa o la cálida brisa en una glorieta pueblerina acaricia cabellos y rostros. EL DOCUMENTAL. Gerardo Mercedes, actor,

Salto Baiguate, en Jarabacoa.

Ricardo y Joan en sesión de trabajo.

Arquitani García, Joan Jiménez, Ricardo Ruiz, Félix Lantigua y Osvaldo Ruiz, parte del equipo de “Cocuyo itinerante.

Público infantil en una presentación

poeta, dramaturgo, es la voz que hace el recuento social, político, económico, cultural de Santo Domingo desde la colonia hasta el presente. Ricardo Castillo, actor, es el abuelo. Joan, Ricardo y Osvaldo andan siempre armados de gafas, computadoras, monitores, teclados, compactos, integrantes de su fiel “Cocuyo itinerante” que ha cautivado ya un público variado que se aprecia en las fotos de sus exhibiciones. Niños y jóvenes con las expresiones que las representaciones producen en su ánimo. Hasta los honorables miembros del Congreso, que lo han visto, han elogiado el material felicitando entusiastas a sus productores, como Manuel Jiménez, Hugo Núñez, Abel Martínez. Taínos y colonizadores, héroes y mártires, gobernantes, defensores de los derechos humanos, opresores, sacerdotes, seglares, patriotas, tiranos, intrusos, ilustran el original argumento de Ricardo como si entraran y salieran de pantalla.

Lugares emblemáticos del pasado remoto y reciente, de la capital, Santiago, Puerto Plata, La Vega, Moca, Villa Jaragua, Azua, San Pedro de Macorís, La Isabela, Neyba, Constanza, Maimón, Estero Hondo, Salcedo, Bonao y otros pueblos reconociendo a los aborígenes, fray Antón de Montesinos, Fernando de Oviedo, Salomé Ureña, los expedicionarios del 14 de Junio, las hermanas Mirabal, Luperón y otros héroes de batallas, restauradores e independentistas. Pero también se muestran lugares de atractivo turístico como la casa de Mon Cáceres, las playas de diferentes polos, plazas, museos, fortalezas, puertos y todo cuanto consideraron propio para apoyar su historia nacional tan bien narrada. Voz, letras en relieve, música, trinar de aves, murmullo de olas, sonidos ensordecedores de guerra, vida, movimientos, interiores y fachadas y la dimensión que hace posible sentir que todo está ahí, en vivo, capturando atardeceres, sintiendo el chorro de agua fresca fluyendo a borbotones desde alturas increíbles o presintiendo el escape de un tiro de fusil en algún fuerte. Y toda esa belleza, tal majestuosidad, fue necesario grabarla dentro de un baño porque, ya llegado a este punto “no había dinero para pagar un estudio”. Este novedoso sistema de proyección se ha presentado en el Congreso, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, liceos, colegios, escuelas y andará de gira gracias al auspicio del Ayuntamiento de La Vega. Verlo es aprender, deleitarse, asombrarse y apoyar a quienes son, hasta ahora, las únicas personas en este país, en América Latina y el Caribe “con capacidad técnica para realizar producciones cinematográficas en tecnología 3 D”.

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HOY

AREÍTO

Sábado 13 de julio de 2013

Aporte

(Para la memoria histórico-política dominicana: el caso UNACHOSIN)

Las raíces de nuestros males ¿

DIÓGENES CÉSPEDES / DCESPEDES@CLARO.NET.DO

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Quién le hubiese dicho al Dr. J. R. Hernández que a 49 años de su advertencia a los choferes agrupados en el sindicato Unión Nacional de Choferes Independientes (UNACHOSIN) de que si abandonaban su misión de defender las conquistas de sus miembros y se convertían en fuerza de choque de los partidos políticos que intentaban derrocar al Triunvirato corrían el riesgo de desaparecer víctima de los mismos políticos? Esta advertencia profética fue la cuarta que su oído atento a las luchas sociales del país formuló en el artículo que publicó en el “Listín Diario” del 5 de mayo de 1964, once meses antes de que el Triunvirato fuese derrocado por una poderosa coalición de fuerzas partidarias. La integraban los partidos Revolucionario Dominicano y Revolucionario Social Cristiano unidos por el Pacto de Río Piedras. Los sindicatos (el principal de ellos, UNACHOSIN); fuerzas militares (las que asumirán el mando de la insurrección el 24 de abril de 1965); opositores socialistas y comunistas (los que participarán activamente en la guerra, convertida en guerra patria luego de la intervención militar norteamericana). También participaron diversas organizaciones profesionales, estudiantiles, elementos de la juventud del partido balaguerista que se sintieron afectados por la prohibición del Triunvirato a que Joaquín Balaguer regresara al país para participar en las elecciones que Donald Reid Cabral había programado para septiembre de 1965, pero visualizándose él mismo como único candidato; un conjunto de ciudadanos de las diferentes provincias que se sintieron amenazados por la represión policial y militar que llevaba a cabo el Triunvirato en el país y que luego, en su mayoría, vinieron a integrarse en los llamados comandos provinciales instalados en el sector que luchó por la vuelta a la constitucionalidad sin elecciones. Lo que ocurrió luego de la derrota política de los constitucionalistas, forzados por su escaso poderío militar a firmar un acuerdo el 3 de septiembre de 1965 para poner fin al conflicto, está en los principales libros escritos acerca del tema y que, para sintetizar, reduzco a dos autores, sin menosprecio a los demás, en razón de que estos brindan la estrategia política de los norteamericanos, con Lyndon Johnson, la CIA, el FBI y el Pentágono a la cabeza, para acabar el embrollo en el que se metieron y colocar en el poder a Balaguer: Tres de Bernardo Vega: “Cómo los americanos ayudaron a colocar a Balaguer en el poder en 1966”.(SD: Fundación Cultural Dominicana, 2004),“El peligro comunista en la revolución de abril, ¿mito o realidad?”(SD: Fundación Cultural Dominicana, 2006) y “Negociaciones políticas durante la intervención militar de 1965” (SD: Fundación Cultural Dominicana, 2012) y de Piero Gleijeses, “La esperanza desgarrada. La rebelión dominicana de 1965 y la invasión norteamericana” (SD: Búho, 2011). Derrocado el Triunvirato, Balaguer llegó al poder en 1966 con la encomienda de reducir a cero las actividades de los partidos políticos, eliminar a los líderes altos, medios y básicos que participaron en la insurrección de abril, exterminar los sindicatos, corromper a los líderes estudiantiles y profesores de la Universidad Estatal, pero acantonándoles siempre al reducto del campus, pues traspasar esos linderos significaba arriesgar la vida, como en efecto ocurrió muchas veces a varios estudiantes. Deportar, perseguir o matar a los dirigentes de izquierdas que se significaran como opositores irreductibles y partidarios de la vuelta a la guerra para implantar el socialismo o el comunismo en el país, exterminio de los dirigentes constitucionalistas que tuvieron participación sobresaliente en la guerra patria y una política de exilio político voluntario hacia los Estados Unidos aprobado por los Estados Unidos a fin de descomprimir la presión demo-

gráfica y económica con que Balaguer llegó al poder, a fin de permitirle la gobernabilidad. En el contexto-situación de este apoyo total de los Estados Unidos y con la estrategia política de exterminar todo vestigio de oposición política, sindical, estudiantil o de lo que fuere, adquiere lógica y sentido la permanencia de Balaguer durante doce años, reeligiéndose continuamente con los métodos diseñados por los asesores políticos y militares norteamericanos que provocaron la abstención del PRD y aliados en las elecciones de 1970 y 1974. Cuando ya el desgaste de Balaguer era evidente y la geopolítica norteamericana en el Caribe había cambiado con Carter en la presidencia de los Estados Unidos, y convencidos los políticos de aquel país de que el PRD sin Juan Bosch como su máximo dirigente no ponía en peligro los intereses de los inversionistas estadounidenses, entonces le abrieron el grifo del poder a un candidato del PRD, Antonio Guzmán, en 1978, y toleraron otro candidato en 1982, Salvador Jorge Blanco, quien gobernó hasta 1986 cuando Balaguer, ante el desastre económico y la corrupción, volvió al poder para establecer a partir de ahí un bipartidismo que dura hasta hoy, pues en 1996, ante la crisis profunda del Partido Reformista, este, para sobrevivir, se vio obligado, hasta hoy, a ser bisagra del Partido de la Liberación Dominicana para entonces políticamente más aséptico y más corrupto que el PRD, pero que el dominio de los medios de comunicación le permite vivir de la apariencia que cultivó, con Don Juan, de partido serio, honesto, capaz e incorruptible. Con este panorama que va de 1966 al presente asistimos a la caída del bloque soviético y a una crisis sin precedentes del capitalismo y la instauración del neoliberalismo a escala planetaria ha permitido, para su rentabilidad, la eliminación de los sindicatos y de cualquier fuerza de tipo reivindicativo

que trate de apropiarse, aunque sea exigua, de parte de la plusvalía absoluta que el capitalismo salvaje extrae a los explotados del mundo. Este trabajo de destrucción de los sindicatos, más patente y dramático en países subdesarrollados, lo comenzó Balaguer sin saber hacia dónde se encaminaba, ya que lo único que le importaba era permanecer indefinidamente en el poder. La tarea la continuaron el PRD y el PLD, pero el golpe mortal a toda idea de la existencia de sindicatos lo asestó el PLD cuando destruyó el emporio de empresas estatales y lo vendió, en ese rápido y violento proceso de acumulación originaria, a sus propios funcionarios y aliados, aunque ya la aplicación de políticas neoliberales exigía la inexistencia de sindicatos como condición previa al modelo de inversión de capitales extranjeros en nuestro país y en cualquier otro, subdesarrollado o no. ¿Desaparecieron nuestros sindicatos y sus dirigentes? No, se reciclaron gracias a la connivencia con los sucesivos gobiernos reformistas, perredeístas y peledeístas y lograron acumular inmensas fortunas, se convirtieron en empresarios del transporte público y dejaron en la estacada, como lo profetizó el Dr. Hernández, a los pobres afiliados a esos sindicatos cuyos líderes se convirtieron en políticos clientelistas y patrimonialistas exitosos. Una parte de estos sindicalistas se ha convertido en burócratas que medran, con sueldos lujosos, a la sombra de instituciones cuya ley exige la participación tripartita obrero-patronos-gobierno, verbigracia, la Superintendencia de Pensiones (SIPEN), DIDA, INFOTEP y ARL, donde estos antiguos sindicalistas “representan” a los obreros que cotizan en la Seguridad Social. Hoy algunos de estos sindicalistas son verdaderos nababs y poseen intereses tan complejos que van desde la propiedad de universidades hasta curules, institutos y empresas de importación y venta de productos diversos.


De Señal a Señal

AREÍTO

Sábado 13 de julio de 2013

HOY

SANTOS CHECO Y LA FUERZA Y DOMINIO DEL COLOR

DELIA BLANCO

L

a zona oriental de la capital está acogiendo desde hace varios años talleres de artistas que trabajan su obra desde espacios que les permiten llevar una carrera donde se hace arte y oficio, sin presiones de tiempo. Sabemos que los maestros Ramón Oviedo y Domingo Liz optaron desde hace varias décadas por instalarse del otro lado del río, abriendo así una tradición artística y pictórica por la parte oriental de la ciudad de Santo Domingo, específicamente, el ensanche Ozama en el perímetro de la avenida Venezuela. Los artistas escogen casas de los años 60-80, con patios para trabajar y buscar al ritmo de la vida: la obra. Así fue como nos encontramos con Santos Checo, abriéndonos las puertas de su residencia-taller, donde hemos podido observar sus investigaciones, búsquedas y logros con el paisaje. La obra define rápidamente una ejecución del dibujo, con mucha definición en la figuración de espacios de profundos horizontes donde la línea de la tierra y el cielo convergen con gran profundidad y se destacan por las convivencias de los colores, separados en los fondos de las distancias de los campos abiertos. El tratamiento del color se expresa con una disposición muy acertada entre pinceladas largas y cortas que llevan el color con el espesor y el relieve de quien sabe llevar el óleo a su mayor plasticidad. En sus marinas de la costa capitaleña donde los buques de mercancía se detienen antes de tomar alta mar, este artista compone sus telas con la extensión lineal de la pintura, de estilo casi “puntillista”. El óleo ha marcado los maestros del impresionismo evocando siempre en el color la presión secular del dibujo y de la pintura. El realismo figurativo de Santos Checo no se detiene en una fidelidad a la realidad, sino, más bien al efecto, a la sensación o a la esencia que se desprende de una visión, de una imagen, para aterrizarla en una tela dándonos esa vibración de los encuentros del azul celeste con el azul marítimo, del blanco de la espuma de las olas con la voluptuosidad de las nubes y de los velos de luces y sombras que cubren el azul y el verde cuando se quiere levantar el mar o caer la lluvia. Santos Checo es un pintor contemporáneo que dispone todo su oficio aplicado en la Escuela Nacional de Bellas Artes, para que sus cuadros sacados de la realidad natural y medio ambiental de República Dominicana puedan reflejar su sensibilidad visual. Tenemos en él un tal dominio del color y de la textura que sentimos la evocación estética de la pintura impresionista y a la vez naturalista-realista. Un arrozal es en sus telas una extensión llana de verdes y ocres hasta tocar en el fondo las laderas de una cordillera vestida de gris con relieves azules y verdes. Los árboles aparecen en primeros y segundos planos surgidos de pinceladas espesas que transmiten efectos impresionistas y a veces, fauvistas. La pintura dominicana tiene desde los grandes maestros estos encuentros de estilos, escuelas y géneros al servicio del entorno natural criollo. Siempre hemos dicho que Yoryi Morel, el maestro santiagués, dejó una escuela que es imborrable en la trayectoria de la pintura dominicana contemporánea,

Acerca de Santos Checo Nace en Santo Domingo, República Dominicana, en 1970. Egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes con separación de campo en Pintura. Licenciado en Psicología Clínica y posgrado en Psicoterapia Dinámica por la Universidad de Santo Domingo. Su acabadísima técnica clásica, expresada con notable acierto en el retrato y otros géneros, lo convierten en uno de los más exquisitos cultivadores de la tradición de mayor depuración y exigencia. Se ha mantenido al margen de la publicidad, aun habiendo participado en numerosas exposiciones y bienales.

desde los años 50. Ahora bien, la personalidad pictórica de Santos Checo es una búsqueda permanente de poner en evidencia la herencia de la gran pintura con sus encuentros visuales. Parece ser, que dependiendo del ánimo y de las circunstancias este artista navega entre la tentación impresionista, esencialista, pero también, naturalista, sin poderse desprender de la presencia constante del uso y costumbre de la dominicanidad. Sus paisajes son encuentros visuales que pueden tomar sellos abiertamente figurativos y realistas, y en otros casos, alcanzar una suerte de impresionismo lindando la tentación hacia el abstraccionismo que señalamos en los toques de líneas entrecortadas y paralelas de sus primeros planos. Cabe destacar la ejecución artística de Checo en sus bodegones, indica un ejercicio de la forma muy contemporánea donde los espacios de las telas se comparten en geometrías. La serie de “Los platos de arenques” conjuga un realismo formal en el que la crudeza y el simbolismo del arenque, debido al tratamiento del marrón confunde un resultado visual que linda casi con el hiperrealismo. Es obvio, que este artista es, ante todo, un pintor que experimenta la figuración buscando sacar de ella la mayor esencia de su belleza.

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AREÍTO

Sábado 13 de julio de 2013

Aporte

HOY

ODALÍS G. PÉREZ

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G. BATISTA DEL VILLAR: TRÁNSITO TERRESTRE Y MEMORIA DE LA POESÍA

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De cuál memoria surge la poesía de Guarocuya Batista del Villar? ¿Cuáles ejes expresivos dan cuenta de su lenguaje poético y su vida intimada como ser-en-el mundo? Toda la poesía reunida en “Tránsito terrestre. Una luna encendida y otros poemas -1954-2002” (Editora Universitaria, Santo Domingo, 2010) constituye un camino marcado cronológicamente en una travesía lírica y, sobre todo, asumido como constelación y mando, vivir y forma en tanto que definición de un existente cargado de memoria y voces que son las que justifican esta obra que ahora da a la estampa su autor. El movimiento intencional de una lírica propia de aquel “viviente” de la palabra poética se extiende en sus cardinales poético-verbales que, en el orden interno o especular del poema, permite observar el mundo como testigo, como sujeto comprometido con el sentido de una existencia y un existente que habla su propio ahogo, su propia angustia de elementos y memoria en fijación de forma y diferencia. La visión del poema y la poesía en una obra que ha esperado para mostrarse a la lectura, a los lectores y a los espacios de la interpretación pública, revela hoy los momentos de una conjunción sentiente y legible en sus contingencias y arquetipos, pero además en sus imágenes y símbolos, movilizados en la página-deseo, en la mirada-cuerpo del poema constituido por bordes y centros de definición poético-textual. Pero lo que habla, lo que dice y se dice en “Tránsito terrestre” es un conjunto-sustancia y símbolo-memoria, la heredad para cualificar el lenguaje definido en sus fluencias de superficie y profundidad. Sentido y espacio, tiempo y presentificación, van motivando todo un proceso de cohesión temático-formal donde el poeta concentra la forma y el sentido de su intimidad como suelo y mundo del poema. Guarocuya Batista del Villar no ha llegado tarde a la poesía. La génesis de su poética está ligada a aquellos fondos líricos de creación verbal donde lo mítico, lo místico y lo creacional asimilan punto y movimiento en el espacio de una lírica reconocida como fundacional en el ámbito hispanoamericano (Jorge Guillén, Gerardo Diego, Emilio Prados, Luis Rosales, Luis Cernuda, Pablo Neruda, Federico García Lorca) y en el ámbito francés (Valery, Claudel, Verlaine, Mallarmé, Ducasse). Toda una órbita de creación se ve revelada a través de una poética de la intimación y la dicción lírica, reveladoras de una materia-forma que define, estima, cualifica el arquetipo como fondo y punto base, cuerpo de aceptación o rechazo de un mundo cargado de voces y contradicciones. La modernidad de este lirismo propio de lo que el filósofo rumano Mihail Sora define –en la línea de Gabriel Marcel y George Bataille- como la aventura interior se justifica en la sed de mirar y nombrar las cosas, en ser testigo de una herida y una vida originaria pronunciada en el poema. Guarocuya Batista del Villar empieza a escribir en el momento en que un grupo de poetas dominicanos autodenominados Generación del 48 muestra en el ámbito de la posguerra y la Guerra Fría sus mundos líricos y existenciales, pero además se impone unir lo dominicano y lo universal en una fluencia de registros que hace visible una especie de lenguaje poético diferenciado. Verdad y poesía, en este grupo que a partir del 48 ofrece una línea de definición en el paisaje literario dominicano, hacen que se afirmen algunos modos de poetizar el mundo y sus contradicciones en una dimensión épico-lírica representativa. Es en este contexto donde surge Guarocuya Batista del Villar, cuyo estío se extiende en cada etapa de creación lírica. Su silencio también resignifica esta tensión lírica sentiente en los poemas que hoy constituyen este libro. Las voces que hablan aquí son las voces de una memoria que ha luchado, se ha sostenido, ha esperado para mostrarse, definirse y colocarse en el mundo de la vida y la sinrazón del nombrar. El poeta y el cientista no se niegan. Más bien se afirman en el vivir y en las diversas formas de lo presente y lo viviente. El pronunciamiento que surge de esta visión-tensión se funda en ese logos agónico marcado por su cardinal de sobreviviente en el poema. La voz que dice y se dice como presen-

tificación y apertura resignifica la difícil travesía del existente: “Lo que te acerca a los luceros: la palabra. Nuestra huida es un crimen. Crimen de tu milagro… Me cuestas mi canción, me cuestas mi sudor. Un temblor moribundo de gaviotas Desde una mano fría que estrujaba sus alas. Mientras tú me hundías, alguien en otro cuerpo Desenterraba alegre el ecuador del beso” (op. cit., p. 23) La continuidad lírica del pronunciamiento, esto es, de la dicción poética y poetizante, se expresa en “La evasión” como norte simbólico y filosófico: “Crimen de tu milagro. Himnarios inmolados. Alguien en mi agonía, sumido en la penumbra Que hacia tus ojos viene. Nadie nos dijo el rumbo por donde el sol llegaba Como un blanco evangelio Amamos. Nada más. Nadie nos dijo nada” (ibídem) La persistencia y la insistencia líricas motivan cada vez más aquello que se reconoce en la forma-sentido de un lenguaje poético diluvial, legible en sus marcos de creación y significación. Así, el elemento selenario transmite las entidades del cosmos poético: “Como un buque la noche recoge nuestros nombres. Semejante a mi sangre. Todo lo que despierta carga tus iniciales: Iglesias, fuego, yunques” (“Semejante a mi Sangre”, ibíd., p. 25)) En efecto, aquello que vocaliza el poeta en el verso no es sólo sonido-sentido, sino voz aural, fluencia mítica: “De ti arranca la angustia del nido y de la ola. Semejante a mi sangre, llamas Yo te respondo desde la noche tibia Que estremece los ángeles y amotina la hortensia

… Yo que te vi brotar De las lunas henchidas de mis hondos velámenes, Pregúntame la sal y el viento de tu sombra. Yo te veo morir…” (ibíd) El estado posible del poema se inscribe en “El beso y la vendimia” (p. 28), donde los elementos y objetos ideales aseguran el espesor significativo del poema: “Tiempo dulce del sueño. Reventazón de lunas. Plenitud del estambre Que no encontró salida Por la sed del aroma. Tiempo, amor de la vendimia. Tu presencia es labriego Que desgaja en la aurora Palabras y palabras” Al final, ¿qué es el hombre? ¿De qué manera se define, explica y vive en su existencia? “Tiempo, amor de la alondra Que invade el corazón. Nombre y vida teñidos Por la voz prisionera De pumados de labios” (ibíd..) La necesidad de nacer en la poesía y de extenderse en el poema hace que este libro presentifique tránsito y memoria de la tierra, pero también estigma, huella y floración de una visión lírica ceñida a las profundidades del ser-en-el-mundo. La poética del existente se pronuncia en esta obra como voz y sentido, sujeto y crítica donde la palabra y el silencio aspiran a revelarse en eternidad y lenguaje. ¿Palabra de mundo? Mundo de la palabra.


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