Areíto
Zona de la Cultura y de las ideas
www.hoy.com.do Editor: Bavegado Diseño: Carla González SÁBADO 16.02.2013
Caamaño: Cuarenta años después de su muerte página 7
ALINA MIESES.
VEREDICTO DEL JURADO
Premio Nacional de Literatura 2013 páginas 4 y 5
Los abajo suscritos, miembros del Jurado del Premio Nacional de Literatura, correspondiente al año 2013, después de evaluar las hojas de vida y literaria de los candidatos propuestos y ponderar cada una de las motivaciones expresadas, han decidido otorgar el galardón, a unanimidad, a:
José Mármol Por sus valiosos aportes a la poesía, como primera figura de la llamada Generación del Ochenta, sus decisivas contribuciones a la Poética del Pensar, sus profundos ensayos sobre la literatura dominicana y la elevada calidad de su prosa contenida en sus libros de crítica literaria y aforismos, además del reconocimiento nacional e internacional de su obra conjunta. Dado en la ciudad de Santo Domingo, D. N., el 26 de enero de 2013, día del Bicentenario del Natalicio de Juan Pablo Duarte, Padre de la Patria.
Firmado: Mateo Aquino Febrillet( Rector UASD ) Carmen Pérez Valerio( Representante PUCMM) Miguel Fiallo Calderón(Rector UNPHU) Jesús Castro Marte ( Rector UCSD) Rolando M. Guzmán(Rector INTEC) Miguel Phipps(Representante UCE) José Antonio Rodríguez(Ministro de Cultura) Jacinto Gimbernard(Director Ejecutivo de la Fundación Corripio) Dr. Tulio Salvador Castaños Vélez(Notario Público)
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Zona Areíto Areito
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Laura Esquivel (novelista mexicana) Todos los espacios íntimos son los que se relacionan con la sensualidad, con la vida, con un orden mucho más cósmico LA GUÍA
Diómedes Núñez Polanco
LIBROS
IMPRENTA E INTERNET: LAS GRANDES ERAS DE LA HISTORIA
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unque abundan los acontecimientos que califican para constituirse en límites de la periodización histórica, no siempre tienen en su naturaleza las especificidades, complejidades y proyecciones para figurar como eras convertidas en plataformas generadoras de transformaciones de gran impacto en los siglos y decenios siguientes. Hablamos de “siglos y decenios siguientes”, dada la lentitud con que se avanzaba durante los periodos pasados en contraposición a lo vertiginoso, diríamos que saltos gigantescos, en que se producen los cambios, especialmente desde la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días. Acontecimientos tan singulares como las grandes revoluciones estadounidense y francesa, además de sus proyecciones internacionales, los nuevos estadios de sus procesos se produjeron décadas después. La guerra de independencia norteamericana se inició en 1775, en Lexington, y fue proclamada el 4 de julio del año siguiente. Aunque Carlos Marx la calificó como “el ejemplo más acabado de Estado moderno”, la segunda etapa de ese acontecimiento, llevado a cabo setenta y ocho años después (1783 y 1861-65), se constituyó en una impresionante jornada de casi consolidación de los ideales enarbolados en la Declaración de Filadelfia. Se trató de la Guerra Civil estadounidense. El presidente Abraham Lincoln no solo aportó su visión, inteligencia y coraje, sino que lo hizo al costo de su propia sangre, de su vida. En el caso de Francia, cuya revolución fue influida por la estadounidense y superándola por su Declaración de los Derechos del Hombre y proyección universal, los sucesos de 1848 en ese país y en buena parte de Europa, se produjeron cincuenta y nueve años después de la Gran Revolución, cuyas demandas se centraron en una ampliación de los derechos y libertades conseguidos durante la Convención Nacional de 1793. Después de estos ejemplos, cuyos escenarios fueron marcados por el ritmo propio de los siglos XVIII, XIX y parte de la primera mitad del siglo XX, se destaca la rapidez con que se expresaron los avances científico-técnicos y los cambios socio-políticos en los años siguientes y en los que van del siglo XXI. Los viajes espaciales iniciados
EL TRATADO DE RYSWICK Y OTROS TEMAS El incansable editor Andrés Blanco Díaz pone en nuestras manos, con los auspicios del Archivo General de la Nación, una necesaria recopilación de ensayos y artículos del gran abogado y periodista que fue don Andrés Julio Montolío. Estos libros tienen la virtud de que son insumos indispensables para analizar y escribir la historia de las ideas en la República Dominicana. Don Andrés Julio Montolío era, como lo muestran estos ensayos y artículos, un hombre versado, erudito y un protagonista destacado en el debate de las ideas a través de los medios de comunicación de entonces.
EL “ANIVERSARIO” DE PEDRO JOSÉ GRIS
en la década de 1960, la magia de la revolución científico-tecnológica, los resultados de los genomas humano, animal y vegetal; en el plano político, la desintegración de la Unión Soviética, la caída del Muro de Berlín, el final de la Guerra Fría, los sucesos del 11 de septiembre de 2001 y las Torres Gemelas, las guerras de Iraq, Afganistán y otros conflictos mundiales. Asimismo, desde finales del siglo XX y principios del XXI empezó a cambiar el rostro de América Latina. Gobiernos de corte izquierdista y progresista se han extendido por el mapa del continente. La elección y la reelección de Barack Obama han sido asumidos como propios por la mayoría de los pueblos de la Tierra. En menos de un cuarto de siglo, el mundo ha pasado, en su entramado geo-político, de bipolar a unipolar, y se ha convertido en multipolar. Las transformaciones que siguieron a la invención moderna de la imprenta, en el siglo XV, y a la aparición del Internet y las redes sociales, en la segunda mitad del siglo XX, marcaron y siguen sellando el curso del tiempo presente y habrán de incidir en el porvenir. Como protagonista principal de ese proceso figura la información per se y todo el tinglado de la informática y la comunicación. Aunque no se cuenta con medidor para comprobarlo, es vox populi que en los últimos 50 años se ha producido mayor información nueva que en miles de años de la humanidad. Y uno de los grandes retos de los bibliotecólogos, los especialistas en información y los Estados del mundo, es garantizar su calidad.
(Continúa).
Pedro José Gris se mueve de manera competente en varios campos, pero sobre todo es un poeta y un gestor cultural. Es un poeta que trabaja sus textos con detenimiento, hasta el punto que este es su cuarto libro desde 1982. Porque Pedro escribe con reposo y también dedica tiempo a otra de sus pasiones, la pintura. Este texto, por ejemplo, está ilustrado por él. Los editores de este poemario, “Aniversario”, dicen que el mismo “asume desde la ciencia y el pensamiento una gnoseología de la circunstancia”. Tiene 56 páginas. Impreso en Editora Búho.
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ENSAYOS Y APUNTES PEDAGÓGICOS
RECOPILACIÓN NECESARIA La Fundación Pellerano & Herrera acaba de publicar la tercera edición del libro “Recopilación Normativa del Sistema Dominicano de Seguridad Social: Ley 87-01 y sus normas complementarias”. Huelga decir que se trata de un libro muy útil para todos los interesados en conocer a fondo el ámbito normativo de la seguridad social en la República Dominicana. Es de particular interés para las empresas y sus departamentos de recursos humanos y también para los abogados y para los gremialistas. Esta tercera edición está prologada por el doctor Francisco Domínguez Brito, Procurador General de la República. El libro tiene 449 páginas. Fue impreso en la Editora Amigo del Hogar. _ ____________________________________________________________________________
Esta compilación de artículos y pequeños ensayos del profesor español Gregorio B. Palacín Iglesias ratifica lo que siempre se ha escrito y se ha sostenido en el país de la inmigración española posterior a la Guerra de 1936, que es la principal y más sobresaliente migración intelectual que ha recibido la República Dominicana. Este libro, recopilado por el editor Andrés Blanco Díaz y publicado por el Archivo General de la Nación, es una muestra de la calidad intelectual de esos españoles, calidad que fue puesta generosamente a disposición de los dominicanos. El profesor Palacín Iglesias llegó al país, desde Francia, en 1940. Casi seguido se incorporó a trabajar en la Secretaría de Estado de Educación y Bellas Artes. Sus escritos los publicó en la prensa de entonces, en la Revista de Educación y en La Nación. El libro tiene 393 páginas. Fue impreso por Editora Búho.
LA HISTORIA/Fuente: Portal Bibliófilo Enmascarado
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NACIÓ EL 16 DE FEBRERO. Octave Mirbeau, periodista y literato francés, crítico de arte, autor de novelas, obras teatrales y cuentos. Sus obras más exitosas son “Los malos pastores” y “Los negocios son los negocios”.
_1850 Octave Mirbeau, periodista y literato francés, crítico de arte, autor de novelas, obras teatrales y cuentos. Sus obras más exitosas son “Los malos pastores” y “Los negocios son los negocios”.
1977
FALLECIÓ EL 16 DE FEBRERO. Carlos Pellicer, el poeta mexicano de más amplio registro y mayor intensidad de la primera mitad del siglo XX. Premio Nacional de Literatura, destaca su obra “Colores en el mar y otros poemas”.
1836
1967
NACIÓ EL 17 DE FEBRERO. Gustavo Adolfo Bécquer, escritor y poeta español perteneciente al periodo conocido como romántico tardío. Sus “Rimas y leyendas” son muy populares y conocidas.
FALLECIÓ EL 17 DE FEBRERO. Ciro Alegría Bazán, escritor peruano cuya obra más renombrada, “El mundo es ancho y ajeno”, está considerada novela capital de la literatura hispanoamericana.
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1914
NACIÓ EL 17 DE FEBRERO. Julia de Burgos, poetisa y dramaturga puertorriqueña, considerada por muchos como la mejor poetisa de toda Latinoamérica. Entre sus obras cabe destacar “Poema para mi muerte” y “Yo misma fui mi ruta”.
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1939
NACIÓ EL 19 DE FEBRERO. Alfredo Bryce Echenique, escritor peruano, uno de los escritores vivos más leídos del Perú. Las más conocidas son sus novelas “Un mundo para Julius”, “La vida exagerada de Martín Romaña” y “No me esperen en abril”.
Aporte
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Mario Vargas Llosa y el Islam
DIÓGENES CÉSPEDES
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econozco las opiniones de Vargas Llosa al debate que se ha suscitado en Occidente, sobre todo en Francia, con respecto a la relación con el Islam y al mismo tiempo su pensamiento contradictorio acerca de lo que entiende por laicidad y necesidad de la religión para los que sufren injusticias y abusos. El ensayo de Vargas Llosa titulado “El opio del pueblo” (“La civilización del espectáculo”. Madrid: Alfaguara, 2012, pp. 157-187) es copia de la célebre frase de Marx y, como era de esperarse, si se conoce bien la ideología del escritor hispano-peruano, es una reivindicación de la religión: “en la era posmoderna la religión no está muerta y enterrada ni ha pasado al desván de las cosas inservibles: vive y colea, en el centro de la actualidad.” (p. 157) El autor admite, sin crítica, la existencia de lo posmoderno. Esto implica que crea también en lo premoderno. Historicista sin saberlo. Del ensayo me interesa subrayar la parte sobre el Islam que Vargas Llosa examina y la considero interesante, pues la mundialización y la lucha descarnada que libra el neoliberalismo por destruir las relaciones culturales y religiosas de los países capitalistas musulmanes a fin de inundarles los mercados internos con la producción sobrante ha contribuido a que el hombre común, y a veces el docto, confunda el verdadero papel de toda religión como mantenimiento del orden. Para Vargas Llosa, “la justicia total no es de este mundo. Todos creen que, no importa cuán equitativa sea la ley ni cuán respetable sea el cuerpo de magistrados encargados de administrar justicia, o cuán honrados y dignos los gobiernos, la justicia no llega a ser nunca una realidad tangible y al alcance de todos, que defienda al individuo común y corriente, al ciudadano anónimo, de ser abusado, atropellado y discriminado por los poderosos. No es por eso raro que la religión y las prácticas religiosas estén más arraigadas en las clases y sectores más desfavorecidos de la sociedad.” (p. 166). Como la mayoría de los abusos y vejámenes de los poderosos en contra de los pobres quedan impunes, Vargas Llosa cree ingenuamente que la religión tiene por misión resolver esta injusticia. Implícitamente llama a los pobres y a los que sufren injusticias a que se resignen pacientemente y esperen el Juicio Final, que ese día Dios les hará justicia a todos los humillados de la tierra. Esa es la política de la religión católica, pues solo Dios tiene el poder de juzgarnos. El autor concluye: “Otra de las razones por las que los seres humanos se aferran a la idea de un dios todopoderoso y una vida ultraterrena es que, unos más y otros menos, casi todos sospechan que si aquella idea desapareciera y se instalara como una verdad científica inequívoca que Dios no existe y la religión no es más que un embeleco desprovisto de sustancia y realidad, sobrevendría, a la corta o a la larga, una barbarización generalizada de la vida social, una regresión selvática a la ley del más fuerte y la conquista del espacio social por las tendencias más destructivas y crueles que anidan en el hombre y a las que, en última instancia, frenan y atenúan no las leyes humanas ni la moral entronizada por la racionalidad de los gobernantes, sino la religión.” (pp. 166-7) Esto es una apología del miedo sagrado. Ya la humanidad vivió este apocalipsis y no sucumbió ni el mundo se acabó. Más abajo el autor dice axiomáticamente: “Los hombres se empeñan en creer en Dios porque no confían en sí mismos.” (p. 167) Este aserto es el perfecto discurso del intelectual partidario del mantenimiento del orden natural y divino, creador de la ideología inmovilizadora según la cual lo peor está por llegar en el futuro: la barbarización. Como si esta no conviviera con todos los sujetos cotidianamente. Unas veces disfrazada de democracia representativa y otras, cuando estallan las contradicciones insolubles debido a las crisis periódicas de acumulación de riquezas, la solución que los poderosos encuentran a mano son las monarquías, absolutas o no, las dictaduras, las tiranías grie-
gas y persas, el cristianismo como reino temporal y espiritual con su Inquisición asesina al igual que el Islam actual, el fascismo, el nazismo y el neoliberalismo mundializado de hoy. Vargas Llosa utiliza estos argumentos para criticar el Islam, pero él desearía que se neoliberalice, que se mundialice como el Vaticano, que asuma el laicismo de los derechos humanos, que no actúe como la Inquisición en la Edad Media, que no imponga a las niñas y mujeres su burka, su velo y su hiyab, que no castigue a las mujeres que en Arabia Saudí osan salir a la calle y conducir su propio auto, que termine la práctica de los matrimonios arreglados por intereses económicos de los padres, quienes condenan a niñas a casarse con hombres que nunca han visto y que si les son infieles las condenan a muerte. Pero esos mismos justicieros y los príncipes y gobernantes corruptos de esas monarquías y repúblicas islámicas de Asia y África van a Montecarlo o a Beirut a desfogarse con prostitutas, a jugar en los casinos, a beber vino y wiski, a correr carros lujosos cuyos precios oscilan en millones de dólares, guardados en garajes exclusivos del Mediterráneo, a dormir en las grandes mansiones compradas con el dinero amasado a los pobres o si no en los lujosos yates anclados en los puertos de lujosas marinas y tienen sus cuentas en bancos suizos o en las Bahamas. De ahí que la definición de secularización y laicismo sea un pensamiento ilusorio en Vargas Llosa porque separa idea-creencia y práctica: “La secularización no puede significar persecución, discriminación ni prohibición a las creencias y cultos, sino libertad
irrestricta para que los ciudadanos ejerciten y vivan su fe sin el menor tropiezo siempre y cuando respeten las leyes que dictan los parlamentos y los gobiernos democráticos.” (p. 175) Y más adelante: “El laicismo no está contra la religión; está en contra de que la religión se convierta en obstáculo para el ejercicio de la libertad y en una amenaza contra el pluralismo y la diversidad que caracterizan a una sociedad abierta. En esta la religión pertenece al dominio de lo privado y no debe usurpar las funciones del Estado, el que debe mantenerse laico precisamente para evitar en el ámbito religioso el monopolio, siempre fuente de abuso y corrupción.” (p.177) El autor desconoce que la práctica política de toda religión es la conversión a su ideología de todos los sujetos del mundo y donde no puede lograrlo, se alía al poder del Estado para alcanzar ese objetivo. Por eso es inútil separar la religión y lo político. Ningún creyente descansa voluntariamente hasta no ver realizada su idea. En nuestro país, y en cada país católico, la estrategia y las tácticas de la Iglesia es ver constitucionalizada su doctrina. Así obran todas las religiones. El Islam no es una excepción, nacida también con la idea de Imperio.
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Sábado 16 de febrero de 2013
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Sábado 16 de febrero de 2013
Premio Nacional de Literatura 2013 Palabras del Ministro de Cultura, José Antonio Rodríguez
Muchas gracias
Palabras de bienvenida de Jorge Tena R. Señor José Luis Corripio Estrada, Presidente de la Fundación Corripio, Inc. Señor José Antonio Rodríguez, Ministro de Cultura; Lic. José Mármol Peña, ganador del Premio Nacional de Literatura 2013; Lic. Plinio Chaín, quien tendrá a su cargo la semblanza del galardonado; Señor Jacinto Gimbernard, Director Ejecutivo de la Fundación Corripio, Inc.; Lic. José Alcántara Almánzar, Asesor de la Fundación Corripio, Inc.; Señor Erasmo Cáffaro, Director General y Artístico del Teatro Nacional; Señores miembros del jurado; Señoras y señores invitados;
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oy se premia a José Mármol, principalmente poeta, pero también ensayista y crítico literario. Para no pocos entendidos el mayor exponente de los poetas de su generación. Hoy se premia a José Mármol y con él, al oficio de escritor, percibido de alto riesgo porque en el país los lectores son escasos, sobre todo de poesía, género que paradójicamente sigue siendo el más cultivado. Hoy se premia a José Mármol, que tomó la poesía por asalto y a fuerza de acción y reflexión pudo protagonizar la ruptura necesaria en el momento adecuado. Pienso que además del valor intrínseco, su obra ha trascendido la frontera nacional, como lo testimonian sus premios tanto en América como en Europa; evidenciando la existencia de vasos comunicantes con la tradición literaria iberoamericana y caribeña, que como semillas de luz, brotan en otros suelos, compensando la aridez de ciertas áreas del alma nacional. Sirva la entrega de este premio para reiterar el compromiso del Ministerio de Cultura de avanzar en la dirección en que lo pensó Pedro Henríquez Ureña cuando refiriéndose a la profesión literaria, entendía que con ella llegarían la disciplina y el reposo que posibilitaban los grandes empeños, pero que no bastaba, pues se necesitaba también la colaboración viva y clara del público. En el Ministerio de Cultura tenemos el propósito de trabajar con y para la población, y eso, aunque parezca simple no lo es, porque precisamos de romper una determinada tradición no exenta de ribetes instrumentalistas en la relación con los involucrados en el trabajo cultural. De manera tal que la tarea que emprendemos tiende a crear significados que nos ayudan a construir nuevos sentidos en el universo cultural dominicano. Todo en una lógica de actuación en el que el actor se transforma en sujeto porque lo popular es el punto de partida y de llegada del trabajo que desde este Ministerio estamos realizando. Pero mucho más alejado de las cosas terrenales les sonará a los que por ignorancia o mala fe entiendan desacertada la idea clave, el tema eje de nuestro trabajo: la identidad, la dominicanidad. No sería extraño, históricamente ese proceso de creación de sentidos se nos vendió una idea deformada y deformante de lo que somos, la noción de la dominicanidad socialmente construida fue obra de las élites y sus intelectuales cuyo principio de alteridad implicaba la exclusión del “otro” que tiene nombre y varios apellidos: pobre, negro, mulato, criollo, mujer, homosexual, discapacitado, etnias, etc. Es que nos leyeron con espejuelos europeos y nos colonizaron también el sentido de pertenencia porque olvidaron que éramos mucho más que blancos, católicos y propietarios. En fin, una nación imaginada que difería y difiere de lo que somos en realidad. Pero esa mirada hacia el interior que desdibujaba, castraba la dominicanidad como sentido desde el estadio fundacional, no sólo tuvo un punto culminante en la “Era de Trujillo” sino que hoy día se mantiene como conjunto articulado de ideas dominantes anclada en el ser nacional, independientemente de que también es mayor la resistencia. Y eso adquiere una José Antonio Rodríguez dimensión trágica en estos tiempos donde en nombre de un proyecto económico global, de liberalización de los mercados, se pretende una uniformidad cultural que convierta a ciudadanos en consumidores. Y como tales, clientes que engullen bienes culturales y espirituales, enlatados y con preservativos, en este gran supermercado de las ideas que quieren convertir al planeta. De ese modo, se desprecia la tradición, se banaliza y desfigura lo contestatario, se estigmatiza lo popular, el folclor se transforma en espectáculo para turistas y lo trascendente se aniquila en sus posibilidades de desarrollo, ahogándolo en un mar de informaciones que la sociedad red dispone creando confusión ante la imposibilidad de procesar y discriminar críticamente la paja del grano. El individualismo narcisista, la pérdida de fe en proyectos colectivos, el hedonismo como un fin en sí mismo, las relaciones humanas equiparadas a las que establecemos con los objetos, efímeras y utilitarias etc., son los síntomas de una sociedad enferma…que como gritaba un grafiti en una pared de la ciudad, que puede ser cualquier ciudad…tiene un dolor en la cultura. Pero en medio de esa vorágine de la intrascendencia existe un pueblo que se resiste y se niega a morir, que reclama su derecho a la visibilidad, a que se le devuelva la voz, que lucha por ser el protagonista de su propia historia. Ese es el escenario negativo en que nos toca intervenir, volando alto y mirando lejos como el guaraguao pero también con un cierto pragmatismo que nos permita reconocer los límites que imponen un entorno internacional y nacional acicateado por la crisis. Pensar y actuar en el terreno de la plausible, vale decir, el interregno entre lo deseable y lo posible, pero sin despejar la mirada en ese horizonte que al principio llamamos utopía. Lo dominicano como telón de fondo de todas las iniciativas del Ministerio. Iniciativas que son la concreción de un programa de gobierno con políticas culturales definidas por el equipo de trabajo del hoy presidente Danilo Medina… lo dominicano en su valor, como materia prima del orgullo nacional, como el norte hacia donde se dirige nuestra necesidad de contribuir a ese proceso de construcción permanente en el lar nativo y los espacios de la diáspora, existe, a veces como realidad explícita, otras, como sustrato, pero que no siempre se revela o descodifica, sea por la deformación que aludimos como fallas de origen, sea porque tal vez nos falte un marco teórico y conceptual nuevo que nos permita leer la realidad siempre cambiante. Hoy nos premia José Mármol “voy a dibujar un pájaro que es su mismo vuelo. y un vuelo que aún no tiene pájaro […] no voy a dibujar un pájaro volando sino al mismo vuelo dibujándose…”
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Distinguido público:
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Discurso de agradecimiento del poeta premiado, José Mármol Escribir como acto de libertad (*)
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uisiera, en primer lugar, agradecer a la Fundación Corripio, Inc, al Ministerio de Cultura y a los honorables rectores de las prestigiosas altas casas de estudio, a saber, Universidad Central del Este (UCE), Universidad Católica de Santo Domingo (UCSD), Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), que convertidas en jurado han hecho posible que esta noche pueda dirigirme a ustedes en este escenario, al conferirme el inmenso honor de pasar a formar parte del conjunto de señeras figuras de las letras de nuestro país, que integran el prestigioso palmarés del Premio Nacional de Literatura. Gracias al doctor Jorge Tena Reyes por sus generosas palabras. Mi agradecimiento al cantautor y amigo José Antonio Rodríguez, Ministro de Cultura, por las palabras que acaba de pronunciar. Gracias a mi amigo, a mi hermano de la vida, Plinio Chahín, por sus enjundiosos juicios críticos y por su siempre solidaria e invaluable compañía. Mi gratitud también a todas las personas e instituciones que manifestaron su regocijo con esta premiación en mi favor a través de llamadas telefónicas o cartas, y, por supuesto, a través de las redes sociales como Facebook y Twitter, además de incontables correos electrónicos. Esta es una distinción trascendente, que recibo con gratitud y humildad, en mi nombre y de mi modesta trayectoria literaria, en el de toda mi familia, especialmente, mi esposa Soraya y nuestros hijos Yasser y Alberto, y en nombre, si me lo permiten, de destacados representantes de la literatura dominicana contemporánea agrupados, de manera soberana, individual, como tiene que ser, en las generaciones literarias, intelectuales y artísticas con las que he cohabitado, cuyas inquietudes estéticas y conceptuales acompañaron a las ideas literarias y humanísticas que cerraron el siglo XX y vieron nacer el presente siglo XXI. Con la exaltación de mis escritos, que considero todavía en ciernes, pues, soy de la poesía y el ensayo un incurable aprendiz, el Premio Nacional de Literatura ha dado una todavía más clara señal de pluralidad y de una marcada vocación de apertura hacia la valoración de la literatura producida por generaciones relativamente recientes en el ámbito de nuestra cultura y nuestra lengua. Se ha producido el hecho de anunciar el premio otorgado a unanimidad, justo el día de la conmemoración del bicentenario del natalicio de Juan Pablo Duarte, padre de nuestra libertad, inspirador y activista de los más puros y avanzados sentimientos e ideales patrióticos que fundaron la esencia de la auténtica dominicanidad. Ese es un privilegio aún mayor. No será esta, precisamente, una ocasión para la argumentación teórica ni para la reflexión estética, retórica o preceptiva acerca de la génesis del poema, del aforismo, del ensayo, y la imbricación de estos con el pensamiento y el lenguaje, su auténtico ADN. Sin embargo, quisiera compartir con ustedes, brevemente, unas simples ideas. A través de los años he reflexionado acerca de por qué escribir y
por qué pensar en tiempos tan aciagos y en el crisol de una sociedad que, tirado su carruaje por las fieras y demonios del individualismo, la insolidaridad, el consumismo rapaz y la desesperanza, se regodea en su progreso y modernidad fatuos, en sus solitarias muchedumbres, en su desgarrador vacío existencial y en una ingenua concepción de la historia como curva evolutiva hacia un estadio superior, aunque la cotidianidad esté tejida de desastres. ¿Para qué la poesía en tiempos de penurias?, se preguntaba el gran poeta alemán Hölderlin. El filósofo Martin Heidegger intentó desentrañar ese misterio esencial a la poesía de aquel poeta coterráneo suyo. También yo, desde mi humilde trinchera de ideas, me lo he preguntado siempre, sin que halle José Mármol todavía, y para mi dicha, alguna respuesta. Hemos perdido el frágil hálito de esperanza en un mundo mejor, instinto al que Ortega y Gasset llamó, en su momento, sentido de futurición. Porque el aquí y el ahora han sido reducidos a cosas, y por demás, cosas superfluas, banales, perentorias, estúpidas. Porque la racionalidad tecnológica radical nos somete al brillo de un instante, a la vertiginosidad de lo virtual, a la reificación del artefacto y su versatilidad digital, la plasticidad de su imagen tridimensional, el imperio del dato en detrimento de la imaginación y del ser humano que, a pesar de ello y del progreso de la ciencia, se maravilla como un niño con el simple, hermoso y natural acontecimiento de una luna llena sobre el horizonte del mar. Porque ser o no ser se reduce, en estos tiempos de terror, a tener o no tener, a llegar o no llegar a una meta cuyo impulso radica en la posesión de enseres ilusorios antes que en la plenitud del pensamiento y de la vida misma, como maravillas de la existencia humana. Fue, y lo comparto, Zygmunt Bauman quien, al definir, con profundo conocimiento y belleza expresiva, la sociedad que llama líquida y consumista de la posmodernidad, y el individuo fluido, light, sin contornos y efímero que la habita, resaltó la incertidumbre y la precariedad como sus rasgos esenciales. La incertidumbre es al ser humano de hoy, lo que la página en blanco es al poeta; es decir, un desafío al pensamiento y la imaginación; un desafío existencial. Pero, la precariedad es una lacra del egocentrismo, de la falta de solidaridad entre los seres humanos. No hay razón para tanta pobreza en un planeta dichosamente rico, aunque, por desgracia, miserablemente explotado. Por estas y otras tantas razones escribo. Escribo para, a través del misterio de la palabra y el pensamiento, subvertir en el lenguaje y la imaginación el régimen opresor de la realidad establecida, la orgía de sangre y oro de los poderes fácticos, la aberración humana de las guerras; para combatir el hecho bochornoso de la inversión de la escala y jerarquía de valores en quienes habrían de tener el deber de dirigir las naciones para beneficio de sus conciudadanos, haciéndolo, en cambio, para su particular y rastrero beneficio. Escribo, para que la poesía, en cuanto que profunda virtud del espíritu poseso de una lengua y una cultura, sea, como lo soñó el poeta y libertador José Martí, parte esencial del progreso verdadero de la humanidad y de la educación de los pueblos.
Escribo para, tal vez sin lograrlo siquiera momentáneamente, encontrar en el poema la definición de la poesía que, algún día esplendoroso, quizás, me haga ver en ella, a través de la plasticidad y sonido de las palabras, una definición de mi propia vida. Escribo para encontrarme en el otro y construir juntos, del yo a tú, en perpetua actitud de diálogo, la senda de la justicia en la sociedad. Escribo para mantener en mí y en mis hipotéticos lectores, esos alteregos cómplices de la recreación de lo que pienso y siento, la magia de lo lúdico apostado allí, precisamente, en contra de la desesperación, la insatisfacción, la envidia y la tragedia que signan, dolorosamente, la vida de los hombres y mujeres contemporáneos. Escribo para anteponer la vida a la muerte, la luz a la sombra, la alegría al dolor, el amor al desamor. Escribo porque es mi mayor acto de libertad. Escribo, pues, porque de no poder hacerlo, preferiría morir. Para finalizar, quisiera que me permitieran un par de minutos más y compartir con ustedes, mis lectores, mis amigos, un sentimiento muy íntimo, tal vez, pero, indispensable para mí en esta ocasión tan especial. Se trata de rendir un entrañable tributo y ofrendar con este reconocimiento de que hoy soy objeto, a tres personas que no están esta noche con nosotros en presencia física, en esta bella sala del Teatro Nacional, aunque sí resplandecen sus rostros ante mí, por la fuerza de su espíritu y por todo el amor de que me hicieron dueño y, por fortuna, dador. Son ellos, mi padre José Dolores (don Lolo) quien falleció hace ya 27 años, a consecuencia de un accidente, justo cuando ya no era solo mi padre, que era ya más que bastante, sino, también mi más significativo amigo; también, nuestro tercer hijo, Rubens José, quien apenas hizo un asomo al mundo que duró cuatro días, suficientes, tal vez, para quedar espantado, horrorizado del mundo que le recibía, dejando, sin embargo, la más fértil huella de ternura y esperanza sobre nuestra familia y sobre mí y mi búsqueda incansable del sentido de la vida; por último, mi adorada y respetada madre Antonia, quien está en casa, en paz consigo misma, con Dios y con el mundo, porque su fe, fuerte, inamovible, fértil, y su capacidad de amar y proteger ha hecho felices a tantos seres humanos, entregándoles todo, sin haber sido nunca dueña de nada. Hoy, mi madre no es consciente de lo que le rodea o acontece, excepto de nuestra presencia y nuestro cariño, que le desprenden, al recibirlos, la sonrisa más hermosa que puedan alguna vez mostrar la vida y el mundo. Ellos me trazaron la senda de lo que debía, como me enseñó Píndaro, llegar a ser, el que simplemente soy, el agradecido, en su nombre, de todos ustedes.
Muchas gracias. (*) Palabras del escritor pronunciadas durante el acto de entrega formal del Premio Nacional de Literatura 2013, en la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, el 12 de febrero de 2013, en Santo Domingo, D. N., República Dominicana
l acto de entrega del Premio Nacional de Literatura 2013 al poeta y ensayista José Mármol Peña, coincide este año con la conmemoración del bicentenario del natalicio del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte y Díez, también poeta de tendencia romántica. Las instituciones que comparten la responsabilidad de conferir este galardón saludan con beneplácito esta coincidencia. Desde que en 1990 se efectuó la primera entrega del Premio Nacional de Literatura, el género poético aparece como el más demandado, por el número de participantes y de galardonados, tal vez, por ser uno de los géneros literarios más cultivados en el país desde los albores de la colonización, si damos como cierto lo dicho por Juan de Castellanos en sus Elegías de varones ilustres de las Indias. Para este poeta sevillano, que vivió entre los años 1522 y 1607, cuando se produjo la sublevación de Enriquillo dijo que aquí ya “se hacían sonetos y canciones, por lo que el Enrique se hizo tan valiente y se salió con Jorge Tena Reyes sus intenciones”. Dicho esto todo parece indicar que para 1532 teníamos ya en Santo Domingo más bohemios que soldados para combatir al cacique rebelde de la Sierra de Bahoruco. Por su parte, José Vasconcelos afirmó en 1925 que Santo Domingo era un “verdadero nido de poetas”. Con estas consideraciones, no es de extrañar la persistente presencia de los poetas que aspiran a ser merecedores del codiciado premio nacional, por considerarse dignos exponentes de nuestra mejor literatura. La presencia de todos nosotros en esta sala Carlos Piantini del Teatro Nacional, para compartir la entrega del Premio Nacional de Literatura al Lic. José Mármol, es una prueba de la estimación que se le dispensa a los cultivadores de la poesía. Creemos que el ejemplo de José Mármol debe ser emulado por la juventud de nuestro país para sepultar las motivaciones perversas que inquietan a nuestra sociedad y que afectan sus expresiones más significativas: civilización, educación y cultura; civilización y educación para aprender a respetar la convivencia armónica y cultura para mantener nuestra identidad como verdaderos dominicanos. Desde la Fundación Corripio, Inc. que sustenta el lema “Comprometida con la cultura”, nos hacemos eco de la expresión del humanista universal Pedro Henríquez Ureña cuando dijo: “La cultura salva a los pueblos”. El premio anual de literatura se ha colocado como el más alto galardón que se le confiere anualmente en nuestro país a los cultivadores del buen decir; reconocimiento que se ha consolidado por la rectitud ética de quienes han asumido el compromiso de sustentarlo, tales como los miembros de la familia Corripio Alonso, el Ministerio de Cultura y la reputación de las instituciones que asumen la responsabilidad de evaluar y de seleccionar a los candidatos propuestos. La pulcritud manifiesta en la selección del ganador fortalece el anhelo de contribuir con la construcción de una patria más justa, próspera y feliz como la soñó Juan Pablo Duarte. La Fundación Corripio, Inc. y el Ministerio de Cultura agradecen la ardua labor realizada por las instituciones de Educación Superior que integran el jurado de premiación: la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), la Universidad Central del Este (UCE), la Universidad Católica de Santo Domingo (UCSD) y el Instituto Tecnológico de Santo Domingo,(INTEC), representadas por sus respectivos rectores.
Señoras y señores: ¡Qué Dios bendiga esta noche de reconocimiento y de premiación al poeta galardonado en el bicentenario del natalicio de Juan Pablo Duarte y Díez. Muchas gracias.
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AREÍTO
Sábado 16 de febrero de 2013
CÁPSULAS GENEALÓGICAS www.idg.org.do/ Julio González
Origen de la genealogía dominicana (6 de 7)
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esulta interesante que el historiador Emilio Rodríguez Demorizi en su obra “Familias Hispanoamericanas”, publicada en 1959, propusiese que se formara un instituto para el estudio de la genealogía en nuestro país. No fue sino hasta 1983, o sea 24 años después, que se fundó el Instituto Dominicano de Genealogía: “Es de esperarse que en nuestro país se funde y prospere, como en Brasil, Cuba, Costa Rica y otras partes de la América, algún Instituto de Estudios de Genealogía y Heráldica. La labor será bien importante y sugestiva, ya que incluirá –como hemos apuntado– la genealogía de los primeros pobladores del Nuevo Mundo. Es que los estudios genealógicos en Santo Domingo tienen un comienzo ilustre: Cristóbal Colón. Su hijo Fernando no dejó descendencia al morir en España. El continuador de la estirpe fue Diego, en su Palacio de Santo Domingo, y fuera de él, ya que tuvo descendencia natural. Pero el linaje del Descubridor no se reproduciría sólo en la isla en el hogar Colón-Toledo. En la ciudad vivían otros parientes del Primer Almirante, nacidos en Italia. Por Real Cédula del 13 de mayo de 1513 se permitió a Juan Antonio y Andrea Colón “estar en Indias, no obstante ser genoveses”. Una investigación rigurosa nos llevaría, quizás, a la determinación precisa, en el país, de descendientes del Descubridor: esa empresa la tendrán ante sí los futuros genealogistas dominicanos. Para mayor utilidad de los investigadores se incluyen algunos testamentos e instituciones de mayorazgos y relaciones de méritos y servicios, de tanta importancia para la ciencia genealógica. No se trata de enaltecer ni de abultar abolengos ilustres, ya víctimas de la ironía de Cervantes en El retablo de las maravillas, ni de revelar la triste trayectoria de algunas familias dominicanas de verdadera importancia en el pasado, venidas a menos a causa de la pobreza pretérita, poco menos que general, consecuencia de las vicisitudes de la isla. Ni se pretende estimular la vanidad común, sino de esclarecer el origen de la familia quisqueyana con fines de utilidad histórica y aún moral. Podrá decirse que la hidalguía y la proceridad se heredan, pero también se quebrantan y anulan cuando el heredero se aparta de la conducta de sus antepasados. El hijo de un prócer de la República pierde su derecho a invocar su prosapia desde el instante en que es infiel a su patria; el hijo de un filántropo o de una gran figura civil, también pierde la gloria de su abolengo desde que actúa en forma contraria a sus predecesores. Porque es mayor el delito de quien, por la sangre y la tradición, no debe cometerlo, sino ser fiel a su linaje “que los nobles que fueren distraídos y viciosos –decía Aldana– pierden la nobleza de los mayores”.
Instituto Dominicano de Genealogía
Encuentros
HOY
MU-KIEN ADRIANA SANG
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Duarte y Haití
“Yo admiro al pueblo haitiano, veo cómo vence y sale de la triste condición de esclavo para constituirse en nación libre e independiente. Le reconozco poseedor de dos virtudes eminentes: el amor a la libertad y el valor, pero los dominicanos que en tantas ocasiones han vertido su sangre, ¿lo habrán hecho solo para sellar la afrenta de que en premio de sus sacrificios le otorguen susdominadores lagracia debesarlesla mano? ¡No más humillación ! ¡No más vergüenza ! Si los españoles tienen su monarquía española y Francia la suya francesa; si hasta los haitianos han constituido la República Haitiana, ¿por qué han de estar los dominicanos sometidos ya a la Francia, ya a España, ya a los haitianos, sin pensar en constituirse como los demás ? ¡No, mil veces no ! ¡No más dominación ! ¡Viva la República Dominicana !”
Juan Pablo Duarte
D
ecía don Mario Góngora, el gran historiador chileno ido a destiempo, que la identidad en los diferentes países que componen hoy América Latina se formó sobre la base de la negación del otro, porque, a su juicio, las luchas fronterizas entre las naciones que emergían en el siglo XIX acentuó el ser colectivo negando con saña al vecino. Partiendo de la experiencia chilena, desarrolla esta idea en su famosa pequeña obra titulada “Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX”. Una tesis interesante que ha sido objeto de múltiples interpretaciones. Aunque el proceso independentista dominicano comenzó muchos años después que en el sur de América Latina, no menos cierto es que pueden evidenciarse algunos paralelismos: las luchas por la frontera, los enfrentamientos intercaudillistas y la presencia de las potencias europeas enemigas de España. Pero había una gran diferencia: el nacionalismo dominicano se inició contra un país recién independizado y gran víctima del poder imperial francés; mientras que en el resto de la América hispana el sentimiento nacional y sus luchas posteriores nació en contra de la metrópoli española. Como dije en otro artículo, el planteamiento de Góngora podría aplicarse a la realidad histórica de nuestro país. La dominicanidad se ratificó con la negación de lo haitiano, hecho este que ha sido muy utilizado por la derecha dominicana, que a través del tiempo ha utilizado el sentimiento antihaitiano como un discurso de unificación nacional. Sin embargo, Juan Pablo Duarte, el padre de la patria, estaba claro con relación a Haití. Como bien señala en la cita que encabeza este artículo, no animaba el sentimiento antihaitiano, aunque sí abogaba por la soberanía y la libre elección del camino a elegir. Decía, si el pueblo haitiano pudo elegir su destino, los dominicanos también tenían el mismo derecho. Francisco Henríquez Vásquez, nuestro historiador dominicano culto y polémico, ofreció una interesante conferencia en febrero de 1992 [i] y abordó el tema del carácter revolucionario del patricio y su posición con respecto a Haití. Destaca Henríquez Vásquez que Duarte estaba convencido de que no era posible la fusión entre los dominicanos y haitianos. Y, continúa señalando, que el Juramento de los Trinitarios evidencia un pensamiento político claro que
revela tres cosas fundamentales:
1) Que para Duarte lo principal era la independencia de su pueblo, su constitución en una entidad con gobierno propio, como solución de la contradicción básica de opresión Vs. libertad;
2) Que Duarte era un conocedor de la historia haitiana, tanto como de la dominicana... y finalmente, que 3) Duarte no odia, sino que admira al pueblo haitiano, actitud que explica la alianza que hicieron los trinitarios con los haitianos del Movimiento de la Reforma en 1843. El pensamiento revolucionario de Duarte, asegura el historiador Henríquez Vásquez, fue producto de su periplo por el mundo. En Estados Unidos, principalmente en Nueva York, allí perfeccionó el idioma inglés y recibió clases de Geografía Universal con Mr. W. Davis. Luego visitó Europa en los inicios de los años 30, cuando el llamado Viejo Mundo, dominado desde 1814 por los ejércitos de la Santa Alianza formada por Austria. Prusia, Rusia e Inglaterra, al derrumbarse el Imperio Napoleónico, era el escenario de múltiples protestas e insurrecciones armadas dirigidas por el Movimiento Romántico, organizado en sociedades secretas que enarbolaban la bandera del nacionalismo y del derecho [ii] Asegura que esa Europa de las sociedades secretas y de las barricadas constituyó la escuela política de Duarte. Entre esas organizaciones secretas, junto a la masonería, surgió la de los carbonarios, que se proponía dar a Italia una constitución moderna. Todos sus miembros estaban abrazando al ideal romántico de la igualdad, la fraternidad, la libertad y la filantropía, como prendas del auténtico patriota. Uno de ellos, que inauguró una cátedra en la Universidad de Turín sobre el Principio de las Nacionalidades, asistió luego a las reuniones en que quedó fundada la Primera Internacional. Se llamaba Guiseppe Mazzini, fundador de la joven Italia. Cito su nombre porque es el romántico con el que tiene mayor parecido Juan Pablo Duarte. El programa de su organización apelaba al pueblo y lo incitaba, mediante el martirio de unos pocos, a sacudirse de encima el yugo de la opresión extranjera. [iii] Así pues, en este corto espacio, hemos intentado expresar que el sentimiento de Duarte de crear una República Dominicana libre, independiente y soberana de toda dominación extranjera, se sustentaba en un sentimiento netamente liberal, que abogaba por la libertad absoluta como principio y se inspiraba en los movimientos nacionalistas del siglo XIX, y no en sentimientos en contra de Haití. Defendía el derecho que tenía cada nación que forma la isla de construir sus destinos. El derecho a la autodeterminación era sagrado en el pensamiento duartiano. Entonces creo, que hoy, en el siglo XXI, el entendimiento entre Haití y la República Dominicana debe convertirse en una tarea urgente, inmediata y seria.
mu-kiensang@hotmail.com mu-kiensang@pucmm.edu.do @MuKienAdriana
HAMLET HERMANN
Aporte
AREÍTO
Sábado 16 de febrero de 2013
HOY
40 años después H oy, 16 de febrero de 2013, se cumplen 40 años del asesinato del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó por militares al servicio del presidente de la República Joaquín Balaguer Ricardo. Más de 5 millones y medio de dominicanos han nacido desde entonces y muy pocos de estos conocen a cabalidad el rol histórico de este personaje patriótico. Caamaño fue un ser humano sujeto a errores, a equivocaciones, y que en su vida tomó decisiones que no fueron las mejores. Ahí reside su grandeza, en que fue como todos nosotros, imitable, con sus errores y sus virtudes, que recorrió el camino liberador que recomendaba, los cuales sus críticos no se atrevieron a seguir. Muchas veces, nuestro imaginario persiste en considerar a los héroes como infalibles. Insistimos en confundir al héroe de la vida real con la imagen que cada uno ha inventado del héroe ideal. Hijo de uno de los más prominentes generales de la tiranía de Rafael Trujillo Molina, Francis Caamaño renegó oportunamente del rol represivo para el cual había sido entrenado e indoctrinado. Por encima de esos valores perversos que le habían sido transmitidos, se impuso el sentido humanista de respeto a sus semejantes. Y se rebeló ante el poder reinante del cual formaba parte. Su valentía personal lo colocó a la cabeza de un pueblo en pie de guerra que, sorprendido por la masiva invasión militar de Estados Unidos al territorio dominicano en 1965, carecía de liderazgo militar y político. Fue Caamaño la figura que encarnó los mejores sentimientos patrióticos de los dominicanos, lo cual lo llevó a ocupar la Presidencia de la República en armas durante esa crisis internacional. El comandante Fidel Castro Ruz expresó en torno a Caamaño: “Su tenaz resistencia a los invasores al frente de un puñado de militares y civiles, que duró meses, constituye uno de los episodios revolucionarios más gloriosos que se ha escrito en este hemisferio.” Una frase así surgida del símbolo revolucionario por excelencia en el siglo XX coloca a Caamaño en una dimensión histórica universal. Con su titánica actitud, Caamaño logró encarnar el sueño de los pueblos reprimidos del mundo. Ni siquiera las fuerzas armadas estadounidenses, las más poderosas de la historia, fueron capaces de hacerlo retroceder en su lucha. Sin vencer al imperio, aunque sin ser vencido, Caamaño transigió en nombre de la paz para su pueblo como forma de ponerle fin a un conflicto que se había estancado sin salida aparente. Desde el ostracismo londinense, al cual fue forzado políticamente por las circunstancias, el poder nacional impuesto por la violencia estadounidense obstaculizó sus vínculos con el pueblo dominicano que lo tenía como su gran esperanza. Ante la ausencia de una organización política coincidente con sus planes y dispuesta a respaldarlo, su relación con el pueblo empezó a declinar indetenible. Eso llevó a convertirlo en una nostalgia, más que en un instrumento de lucha. Más que las deserciones y las traiciones de aquellos que juraron con él fidelidad a la causa patriótica, fue el aislamiento de la patria lo que restó su capacidad para formar un frente unido de liberación e independencia. Optó entonces por prepararse militarmente para cumplir con la promesa, hecha cuando renunció a la Presidencia de la República en armas el 3 de septiembre de 1965, de volver para defender la democracia y los derechos humanos. Ningún otro lugar podía superar a Cuba revolución como fuente donde encontraría la solidaridad necesaria y suficiente para acometer sus proyectos de liberación. Desoyendo consejos bien intencionados que lo hubieran desviado de sus compromisos patrióticos, regresó a la tierra natal en 1973 con un reducido grupo de valientes. Se convertiría entonces en ejemplo de la lucha contra la dictadura y a favor de la liberación definitiva. Los resultados no fueron los esperados y Caamaño fue asesinado un 16 de febrero, como hoy. Vencieron al hombre, no así a su fuerza histórica que servirá por siempre de ejemplo para resistirse a la dominación imperial y combatir a los gobiernos corruptos que llaman democracia al enriquecimiento ilícito y a la mentira. A 40 años de la partida del héroe, algunos farsantes se ocupan de convertir a Caamaño en piezas de mármol o de metal, más que en promover los principios que
lo llevaron a ser símbolo de la lucha contra el invasor estadounidense. Promueven el traslado de restos ajenos a un panteón de la patria que alberga al peor traidor que ha tenido la soberanía nacional. Fingen desconocer que, al realizarse ese traslado, liberan de responsabilidad penal a los asesinos del héroe de abril y sus compañeros. Los que desertaron entonces del compromiso de luchar por la liberación nacional hasta las últimas consecuencias, utilizan como coartada que Caamaño era impositivo e irascible. Banal excusa que refleja el temor a arriesgar la supuesta tranquilidad de aquellos que prefieren no hacer nada. Esos que nunca arriesgaron lo mínimo para contribuir a la lucha contra el opresor nacional y extranjero los tildan de autoritario. Y sería bueno preguntarse: ¿cómo debía organizarse un movimiento cuyos enemigos principales eran el imperialismo de Estados Unidos y su tiranuelo de turno, Joaquín Balaguer, implacables y criminales por naturaleza? ¿Era degustando vino, oliendo rosas o leyendo libros triviales mientras el pueblo moría en las calles? Alegan los blandengues que Caamaño estaba equivocado porque murió en su intento de rescatar la democracia. Alegan que, gracias a su inmovilismo, ellos tenían la razón de su parte porque sobrevivieron. ¿Qué ganaron al aliarse por omisión a Balaguer en su hacer nada? Permitieron que esta sociedad degenerara para que hoy, a 40 años de distancia, seamos el país con peor comportamiento en salud, lo cual ha provocado la muerte de miles de niños, mayores y ancianos que pudieron ser evitadas en un régimen social justo. Somos los últimos en el mundo en educación, colocando a los do-
minicanos en las peores condiciones de ignorancia para sobrevivir miserablemente. Somos el país más corrupto gracias a que los seguidores de aquellos que dieron la espalda a Caamaño, por temor y por conveniencia, se han convertido en vulgares rateros de los bienes del Estado. Somos el mejor trampolín para el tráfico de estupefacientes con el apoyo de la estructura gubernamental. ¿Para eso se negaron a luchar? ¿Para llevar al país a la putrefacción? La férrea voluntad de Caamaño debe ser ejemplo de todo buen patriota dominicano. Murió con gallardía, asesinado por los causantes de los peores males de nuestra sociedad. Murió como soldado de la revolución que él mismo había convocado. Muere cuando los principales dirigentes políticos, de derecha y de izquierda, quienes lo habrían preferido fuera del país para siempre, niegan su presencia como combatiente decidido en territorio nacional. Esos que prefirieron la paz de los cementerios de Balaguer a arriesgarse en una lucha liberadora contra aquel gobierno fraudulento. La grandeza de Caamaño reside en que fue un ser humano sensible que los jóvenes de ahora pueden emular en su intransigencia patriótica. Sufrió la lejanía de la patria mientras el pueblo era masacrado y, ante esto, rechazó una vida apacible disfrutando vanamente sus glorias patrióticas para dedicarse entonces, en cuerpo y alma, a la lucha por la liberación definitiva del pueblo dominicano.
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AREÍTO
Sábado 16 de febrero de 2013
Arte Contemporáneo
HOY
AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
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En la Ciudad Colonial
¡ABRE EL CENTRO CULTURAL
BANRESERVAS! Con el propósito de promover el arte en general y resaltar los valores más genuinos de la dominicanidad, el CCB cuenta con dos salas de exposiciones, cine-teatro, café cultural, auditórium, salón de conferencias y una biblioteca especializada en temas económicos y financieros
S
i apreciamos la consistencia y variedad programática con que ha iniciado el Centro Cultural BanReservas (CCB), inaugurado formalmente la noche del pasado jueves 31 de enero, todo parece indicar que esta nueva instancia cultural no ha sido concebida, únicamente -tal como han declarado los principales ejecutivos de la solvente institución financiera oficial-, “para respaldar las labores que, en pro de contribuir con los valores culturales y sociales del país, realiza el Banco de Reservas”, sino también para la renovación de expectativas entre investigadores, artistas e intelectuales, además de vislumbrar, aunque sea “más adelante que tarde”, la posibilidad de una gestión cultural comprometida, democrática y éticamente distintiva en Santo Domingo. El nuevo espacio cultural opera en un edificio de dos niveles, localizado en la calle Isabel la Católica #202, Ciudad Colonial, frente a la antigua oficina principal del Banco de Reservas. Se trata de un inmueble construido a principios del siglo XVI y cuya superficie, anteriormente, estaba ocupada por dos viviendas. Una inteligente combinación de materiales tradicionales y contemporáneos se observa en el cuidadoso proceso de restauración, a cargo del reconocido arquitecto Gamal Michelén, quien estima esta edificación como una de las más antiguas de la ciudad de Santo Domingo y de América al mismo tiempo que resalta la respetuosa conservación que hizo de su diseño y estructura originales. Estará abierto al público de lunes a sábado, de 10:00 de la mañana a 10:00 de la noche. Sin dudas, la apertura del Centro Cultural BanReservas implica una apuesta sin precedentes en la historia reciente del mecenazgo cultural en la República Dominicana. El CCB cuenta con dos salas de exposiciones, un cine-teatro, un café cultural, el auditórium, una sala de conferencias y una biblioteca especializada en temas económicos y financieros. En el primer nivel están la recepción, las oficinas administrativas, el Café Cultural, la sala de cine-teatro y la sala de exposiciones del museo, con piezas relacionadas al origen y desarrollo de la banca en nuestro país. En el nivel superior funciona otra sala de exposiciones, el auditórium, el salón de conferencias, la biblioteca y el área de lectura. Exposiciones, conferencias, talleres, seminarios y coloquios, a cargo de especialistas en diversos temas científicos y culturales; conciertos de música clásica, popular, jazz y folclórica; presentaciones artísticas multidisciplinarias (teatro, cine, danza y performance), así como visitas guiadas para estudiantes y el público en general, forman parte del programa de actividades con que ha despegado el Centro Cultural BanReservas, con el apoyo y entusiasmo de importantes sectores de nuestra sociedad y en medio de la marea de necesidades e inquietudes que tocan a los actores y a la situación cultural dominicana de la actualidad. “Este Centro Cultural ha de ser un lugar de conocimiento, de estímulo para el arte y la cultura, que motivará a jóvenes y adultos para su formación integral, y se suma a otras entidades de la misma naturaleza educativa que funcionan en su entorno”, sostiene el administrador general del Banco de Reservas, Vicente Bengoa Albizu, agregando que: “Las grandes creaciones humanas, pictóricas, arquitectónicas, científicas y literarias, producidas a través de la historia, llenan de orgullo y gloria a los pueblos a los cuales pertenecen sus autores. Este hecho se hace más
Fachada del Centro Cultural Banreservas.
Pinturas de Radhamés Mejía en el CCB.
evidente por el celo y esmero con que se conserva en los países más desarrollados ese valioso patrimonio cultural. Muy conscientes de la importancia y trascendencia de estas realizaciones del intelecto humano, en Banreservas hemos asumido el compromiso de difundir en este local, ubicado en el mismo corazón de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, las obras de los más importantes artistas del país, en todas sus vertientes”. En el programa del Centro Cultural BanReservas destaca la exposición colectiva inaugural, titulada “6 Evoluciones”, la cual incluye pinturas y esculturas de los reconocidos artistas Fernando Varela, Iris Pérez, Inés Tolentino, Radhamés Mejía y Juan Trinidad, así como del emergente David Arzeno Rodríguez (Gavingo). El excelente conjunto expositivo ha sido cedido gentilmente para la ocasión por el empresario y coleccionista de arte Giuseppe Bonarelli. La selección de obras y la instalación museográfica han estado a cargo de Verónica Varela. También se impone registrar la conferencia magistral titulada “Vida y pensamiento de Juan Pablo Duarte”, presentada la noche del pasado jueves 7 de febrero por el historiador Juan Daniel Balcácer, además de un ciclo de películas del genial cineasta inglés Charles Chaplin. El CCB estará abierto al público todos los días de 10:00 de la mañana a 10:00 de la noche. Dos aspectos alentadores se tornan la disposición de recursos humanos y la competencia del equipo de profesionales que tiene la responsabilidad de diseñar la agenda de trabajo y proyectar la programación e imagen del CCB. En este equipo, destacan personalidades de extensa y productiva trayectoria en los campos del periodismo, la educación, la publicidad y la creación literaria, tales como Juan Freddy Armando, quien,
Iris Pérez. En mi isla estoy. Oleo sobre tela.
además de gerente de Cultura del Banco de Reservas, ha asumido con entusiasmo la dirección del nuevo proyecto. Otros ejecutivos del Banreservas como Orión Mejía, director general de Comunicación y Mercadeo; Oscar Peña, encargado de Prensa, y Salvador Tavárez, gerente de Relaciones Públicas, integran una experimentada “maquinaria” de gestores culturales cuya dignidad de convicciones sociales y humanísticas no prospera a cada rato en Santo Domingo. Y es seguro que en esta ocasión se volverán a lucir siempre proactivos al frente del CCB. Entonces: ¡manos a la obra y muchos éxitos!