Maximiliano Salinas aborda el tema de la risa durante la dictadura militar como una forma de protesta y de fortaleza de la cultura popular, resistiendo al dominio obcecado de la seriedad y de la muerte. La risa asalta el reino de los muertos, la crísis cósmica impuesta por la dictadura, recuperando la estética popular de la resurrección. Jorge Rueda analiza las narrativas orales de los pobladores, destacando cómo la risa nutrió las experiencias de vida y libertad propias de la pertenencia comunitaria, el nosotros del pueblo. La risa colectiva desafió la pasividad y el individualismo alentados por el terrorismo de Estado. Ambos estudios se fundamentan en el diálogo vivo con los pobladores y pobladoras de Santiago. Para ellos y ellas el esfuerzo de los investigadores alentó la recuperación de una memoria cómica popular, muchas veces sumergida por el dolor y el desgarro de la época.