Gabriela Mistral. La revolución mestiza de la Tierra

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GABRIELA MISTRAL

La revoluciรณn mestiza de la Tierra


© Editorial Universidad de Santiago de Chile Av. Libertador Bernardo O’Higgins 3349 Santiago de Chile Tel.: +56 2 2718 0080 www.editorial.usach.cl Instagram: @editorialusach Twitter: @Editorial_Usach Mail: editor@usach.cl © Maximiliano Salinas Campos Inscripción Nº: 299.449 I.S.B.N. edición impresa: 978-956-303-406-6 I.S.B.N. edición digital: 978-956-303-407-3 Diagramación y diseño: Andrea Meza Vergara Imagen de portada: Gabriela Mistral. Álbum personal, Santiago: DIBAM, Pehuén Ediciones, 2008. Primera edición, julio 2019 Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico o mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo de la editorial. Editado en Chile.


Maximiliano Salinas Campos

GABRIELA MISTRAL

La revoluciรณn mestiza de la Tierra



Sobre el autor

Maximiliano Salinas Campos es escritor y académico de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago de Chile. Premio de Ensayo Histórico Martín Cerda de la Sociedad de Escritores de Chile (2000), con su obra El reino de la decencia. El cuerpo intocable del orden burgués y católico de 1833 (Santiago, 2001). Especialista en historia social y cultural de Chile y América. Autor de los siguientes libros: Versos por fusilamiento. El descontento popular ante la pena de muerte en Chile en el siglo XIX (Fundación Pablo Neruda, 1993); En el chileno el humor vive con uno. El lenguaje festivo y el sentido del humor en la cultura oral popular de Chile (LOM, 1998); Gracias a Dios que comí. El cristianismo en Iberoamérica y el Caribe, siglos XV-XX (México: Dabar, 2000); El que ríe último. Caricaturas y poesías en la prensa humorística chilena del siglo XIX (Universitaria, 2001); ¡Ya no hablan de Jesucristo! Las sátiras al alto clero y las mentalidades religiosas en Chile a fines del siglo XIX (LOM, 2002); Canto a lo divino y religión popular en Chile hacia 1900 (LOM, 2005); La risa de Gabriela Mistral. Una historia cultural del humor en Chile e Iberoamérica (LOM, 2010); Soy zurdo de nacimiento. Cuecas de Roberto Parra (LOM, 2011); Para amar a quien yo quiero. Canciones 7


femeninas de la tradición oral chilena recogidas por Rodolfo Lenz (Dibam, 2012); Lo que puede el sentimiento. El amor en las culturas indígenas y mestizas en Chile y América del Sur, siglos XIX y XX (Ocho Libros, 2015). Sus investigaciones han sido difundidas en el extranjero: The voice of those who spoke up for the victims (Leonardo Boff, Virgil Elizondo eds., 1492-1992. The voice of the victims, London, 1991); Love and rural popular culture (Kenneth Aman, Cristian Parker eds., Popular culture in Chile. Resistance and survival, Boulder-San Francisco-Oxford, 1991); The Church in the Southern Cone: Chile, Argentina, Paraguay and Uruguay (Enrique Dussel ed., The Church in Latin America 14921992, Kent, 1992); Der Mann des Friedens. Salvador Allende und der friedliche Weg zum Sozialismus in Chile (Salvador Allende und die Unidad Popular. Hamburg, 2013). En la Editorial USACH ha publicado: En el cielo están trillando. Para una historia de las creencias populares en Chile e Iberoamérica (2000); El Chile de Juan Verdejo. El humor político de Topaze 1931-1970 (2011); Clotario Blest. La causa de un Chile popular (2012); Salvador Allende. Una vía pacífica al socialismo (2013); ¡El que se ríe se va al cuartel! Risa y resistencia en las poblaciones de Santiago de Chile 1973-1990 (2015).

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Índice

Introducción................................................ 11 La luz de la tierra ....................................... 43 El alumbramiento mestizo ......................... 85 La llama de la paz ..................................... 119 Bibliografía ............................................... 195

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INTRODUCCIÓN

“Parece que te cruza, el Memorioso, la vieja red de todas nuestras rutas y que te acuden nombres sumergidos para envolverte en su malla de fuego: Tierra, Deméter, y Gea y Prakriti”. Lagar: Recado terrestre, 1954.

“–Gabriela, ¿no se queda usted en Santiago? –Jamás. Esta es una ciudad pretenciosa. Me voy a Elqui, mi tierra natal, a criar cabras. La Serena no me gusta. Allí la gente se pone toda tonta. En las aldeas es otra cosa”. María Monvel, Gabriela Mistral, Franciscana de la Orden Tercera, Zig-Zag, 9 de mayo de 1925.

“Para ella no existía ya el tiempo. […]. [La] suya era la voz de la tierra hecha con la sustancia misma del tiempo”. Fernando Alegría, Genio y figura de Gabriela Mistral, Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1966, 90.

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Gabriela Mistral, ¿maestra, cónsul, premio Nobel de Literatura? Los lugares oficiales de enunciación de esta artista y pensadora nacida en el valle de Elqui son inconfundibles. ¿Cómo traspasar los lugares comunes y establecidos? ¿Cómo conocer sus mayores desafíos, sus emociones y conmociones características, que la llevaron a ser figura fulgurante de nivel mundial y a ser considerada hoy una de las cien mujeres que cambiaron la historia de la humanidad, junto a María de Nazaret, a Catalina de Siena, a Yeshe Tsogyal, la madre del budismo tibetano?1. Es oportuno escuchar lo que expresó de ella otro chileno de alcances universales, el artista Roberto Matta. El entonces joven pintor vivió tres meses en casa de Gabriela en Lisboa en 1935 y dejó este testimonio apasionado: “Ella era de un enorme espíritu revolucionario, en el sentido más humano del término. Ella era una profesora del pueblo y había participado en las brigadas culturales de Vasconcelos, en la revolución mexicana, a principios de los años veinte, cuando todavía se vivía toda la euforia revolucionaria. Ella era una mujer extraordinaria y observándola yo empecé a despertarme […]. Lo que le interesaba era la cuestión de la escuela y de la enseñanza y la constante preocupación anticolonialista y antiimperialista. En ese sentido era verdaderamente una revolucionaria: siempre estaba pensando cómo reconstruir, cómo saber vivir 1 100 Women Who Changed the World: BBC History Magazine, 9 de agosto de 2018.

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juntos, el arte de vivir juntos”. Nos inspira particularmente este testimonio de Matta2. Este carácter revolucionario de enseñar a vivir juntos lo hace Gabriela desde una condición humana muy particular y peculiar: su vivir y su convivir mestizo. Ser mestizo es algo muy propio y singular de la historia de América Latina y de Chile. Es el hecho de no pertenecer a una etnia en particular, de albergar en uno mismo un conjunto de etnias, una multitud de miradas, de enfoques, de vivencias y convivencias. Apreciándolas, conjugándolas. En América Latina el mestizaje es la experiencia más fabulosa de la cultura. Nadie es puro. Se puede aspirar a ello, se puede engañar con ello, pero todos, de principio a fin, son un incuestionable arcoíris cultural. Con los aventureros y proletarios que llegaron del fértil Mediterráneo, con los pueblos indígenas que habitaron desde miles de años en América, con las civilizaciones que arribaron desde África. Gabriela reúne, alberga todos estos pueblos. Luis Vargas Saavedra, estudioso de Gabriela, ha dicho: “Lo judío le provendría de ancestros portugueses, a partir de Domingo Ramos de Torre, cuya descendencia llega hasta la madre de Gabriela, Peta Alcayaga Rojas, hija natural de Lucía Rojas y Juan Francisco Alcayaga Fabrega. La madre le aporta lo vasco de los Alcayaga. En tanto que por el lado paterno recibe ascendencia india y negra. En suma, Lucila GoEduardo Carrasco. Matta conversaciones, Santiago: Cesoc, 1987, 74-75.

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doy Alcayaga […] era un crisol étnico: española, india, negra, judía y portuguesa”3. ¿Adivinaba Gabriela este arcoíris étnico que la constituía? Ciertamente se reconoció india, vasca y judía, como lo veremos. En ningún caso española en el sentido nacionalista de la hispanidad franquista. Sí mestiza, con mucho de indígena. Fernando Santiván en 1930 celebró la obra de Gabriela como “la poesía de la raza nueva mestiza”4. Esta revolución mestiza tiene como principio y fin el horizonte de la Tierra. El arte de vivir juntos desde la conjunción étnica tiene los pies, el cuerpo y el alma en el corazón de la Tierra, en la ancha Tierra de todos y de cada uno. Difícil hallar una mujer más apasionadamente terrestre, telúrica como Gabriela. Lo dice su amigo el escritor peruano Ciro Alegría: “Todo el panteísmo indio que había en el alma de Gabriela Mistral asomaba de pronto en la conversación y de manera neta cuando se ponía en contacto con la naturaleza. Su casa en Santa Bárbara tenía una extensión de tierra, buena tierra negra, donde crecían pequeñas plantas y algunos árboles. Gabriela solía regar las plantas al atardecer. […]. Palpaba las hojas húmedas con placer sumo. Yo solía acecharla cordialmente. […]. Algunas veces, por las tardes también, solía sentarse ante los Vuestra Gabriela. Cartas inéditas de Gabriela Mistral a los Errázuriz Echenique y Tomic Errázuriz. Prólogo, selección y notas por Luis Vargas Saavedra, Santiago: Zig-Zag, 1995, 226. 4 Virgilio Figueroa. La divina Gabriela, Santiago: Imprenta El Esfuerzo, 1933, 15-16. 3

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árboles. Había uno de tronco añoso al que llamaba ‘mi árbol’. Frente a ese, estuvo en cierta ocasión como una hora. Acuclillada sobre la tierra, miraba el árbol tal si se tratase de algo fraternal, con lo que tuviese alguna forma de entendimiento”5. Gabriela Mistral encarna la revolución mestiza de la Tierra. Ella vino a enseñar y proclamar el arte de saber vivir juntos, desde la condición multiétnica, en medio de la tierra, con toda la tierra, del extremo sur al extremo norte, de Punta Arenas a Estocolmo, de Montegrande a Santa Bárbara y Roslyn Harbor, en Estados Unidos, junto a su amada Doris Dana. Hoy Gabriela se nos manifiesta con toda su rica humanidad. Revela la condición originaria de la humanidad liberada cuanto es posible de la cultura del patriarcado. Ésta renegó del origen femenino de la Vida, arrogándose la utopía de crearla artificialmente, reemplazándola, finalmente mediante el capitalismo, por la afirmación abstracta del dinero. Gabriela, al aventurar la crítica del orden patriarcal, inauguró un vasto horizonte. No sólo hace recobrar nuestros sentidos y nuestra sensibilidad, sino expandirlos al punto de disolver nuestro egocentrismo, incluso nuestro antropocentrismo, para convertirnos en canales fluidos de y para la Tierra Madre. Su figura alcanza una luz que el siglo pasado no logró percibir por completo. Ciro Alegría. Gabriela Mistral íntima, Bogotá: La Oveja Negra, 1980, 19.

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Hoy se vuelve difícil entender que figuras del pensamiento y la cultura latinoamericanos no la valoraran debidamente. “Cuando [Jorge Luis] Borges la denomina ‘esa maestra’, el dejo menospreciativo demuestra que no se está refiriendo precisamente a una ‘maestra’ en poesía”6. Prominentes intelectuales mexicanos del siglo pasado, como Carlos Fuentes y Leopoldo Zea, la ignoraron con un criterio machista incuestionable7. Estos afamados hombres de letras no captaron –o lo captaron demasiado bien– el potencial revolucionario de Gabriela. Otros intelectuales, más perspicaces, supieron afirmar la importancia de Gabriela en la constitución del sentido poético iberoamericano. Así lo hizo el historiador antifascista español Américo Castro8, quien en 1935 apoyó la demanda de un grupo de intelectuales europeos –entre otros el filólogo antifascista Ernst Curtius y el escritor, premio Nobel de Literatura 1952, Francois Mauriac– a favor de Gabriela ante el gobierno de Chile9. ¿Cómo imaginar a Gabriela? Todavía está en ciernes la imaginería mistraliana. La que disponemos le ha hecho escasa justicia. Ha obedecido sobre todo a los lugares comunes mencioVolodia Teitelboim. Gabriela Mistral pública y secreta, Santiago: Sudamericana, 1991, 279. 7 Carlos Fuentes. El espejo enterrado, México: FCE, 1994; Leopoldo Zea, Fuentes de la cultura latinoamericana, México: FCE, 1995. 8 Américo Castro. Ibero América: su historia y su cultura, New York: Holt, Rinehart and Winston, 1962, 220-221. 9 Las Últimas Noticias, Santiago, 28 de junio de 1935. 6

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nados, a su ubicación canónica en el imaginario justo y necesario del orden establecido. Su imagen mediática se divulga de modo muy superficial. Su cuerpo hierático, arropado, intangible, destaca en el mural junto al cerro Santa Lucía en Santiago de Chile, inaugurado a fines del gobierno de Eduardo Frei Montalva en 1970. La imagen de Gabriela sigue desfigurada. Roque Esteban Scarpa afirma que Gabriela “estaba tan guardada por perros hortelanos desde la muerte”10. “Se acalla a la mujer trasgresora del sistema: en una palabra, a la revolucionaria, a la descontenta, a la subversiva. Con este rapto o escamoteo de lo más recio y decidor de su personalidad y de su obra, ciertamente se empobrece el caudal de su herencia, se desvitaliza la potencia de su pensamiento, reduciéndola a la figura aceptable de una señora más o menos dolorida […]. [Nadie] debía ver en su poesía nada sensual, no obstante que lo amoroso comprende buena parte de su obra […]”11. “Toda una crítica apuntó a asentar este perfil de perfección conservadora y mesura de señora bien educada”12. Hay que rescatarla con la emoción viva de sus conocidos, de sus parientes, sus amigos, sus contemporáneos. Petronila Alcayaga, su madre, recuerda los primeros años de Gabriela: “¡Cuántas veces Lucila no abandonó mis brazos para correr al huerto y ahí quedarse V. Teitelboim. Gabriela Mistral, 1991, 311. V. Teitelboim. Gabriela Mistral, 1991, 312, 314. 12 Ana Pizarro. Gabriela Mistral. El proyecto de Lucila, Santiago: Lom, 2005, 13. 10 11

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en muda contemplación entre los almendros en flor! ¡Cuántas veces no la sorprendí en íntimos coloquios con los pájaros y las flores!”13. Su hermana Emelina Molina Alcayaga recuerda la infancia de Gabriela en Vicuña: “[Una vecina] le hacía mil cariños a Lucila y a cada rato me decía: ¿Qué irá a ser de esta niñita, Emelina, con esos ojos color de cielo? Es cierto que los ojos de Lucila llamaban la atención por su belleza y la gente se llegaba a detener para mirar de cerca a la niñita”14. Teresa Prats Bello, inspectora general de educación primaria, la reconoce con alegría: “Una jovencita de porte majestuoso, de bellos ojos verdes de limpio mirar, con manos de princesa”15. La escritora y activista feminista chilena Isaura Dinator –Gabriela le dedicó el poema ‘Piececitos’ de Ternura– dice de modo semejante: “Se me apareció como una joven hermosa radiante de juventud y poseedora de ojos verdes bellísimos. Su tez era blanca y sus facciones graciosas”16. La escritora Inés Echeverría Bello, Iris, encuentra a Gabriela al llegar a Valparaíso en 1925: “Llegó Mistral. Descendió del barco majestuosa, austera, altiva y grande. Traía la cabeza atada por un pañuelo azul, cuyas puntas flotaban al aire como insignias de paz. 13 Marie-Lise Gazarian. Gabriela Mistral. La maestra de Elqui. Antología mayor. Vida y obra, 1992, 5. 14 Marta Elena Samatán. Gabriela Mistral, campesina del valle del Elqui, 2012, 92. 15 Marie-Lise Gazarian. La maestra de Elqui. Antología mayor. Vida y obra, 1992, 15. 16 Marie-Lise Gazarian. 1992, 25.

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[…]. Mistral es la cordillera andina hecha carne de mujer. Tiene su enhiesta soberanía. […]. En la noche se ofrece a Gabriela Mistral una cena en el Ateneo. Nuestros músicos tocan trozos escogidos. Samuel Lillo declama una bella composición en su honor. Se le pide que hable, que refiera impresiones. […]. –¿Cómo se produjo la revolución de México? –preguntamos. He conocido los efectos de la catástrofe en los mexicanos residentes en París. […]. Recibían rentas enormes, gastaban un lujo bárbaro y un día… ¡crac!, pasaron a la miseria. –Explica usted misma su pregunta –dijo Gabriela–. No eran patriotas; México no representaba para ellos más que la sangre que le sacaban a la tierra, y si a eso añade usted el peso de las cifras tendrá explicada la revolución de México: de dieciséis millones de habitantes, doce millones son indígenas y cuatro millones blancos. Alguien preguntó por el feminismo. –Es tan viejo –responde Mistral–. Ya no inquieta a nadie. Ha dejado de ser problema. Es el imperativo categórico del mundo que abarca. Yo lo vi nacer en mi tierra de Coquimbo, cuando era pequeña. En la vecindad de mi casa, tres solteronas cultivaban la tierra, araban, sembraban, para darle de comer y dejar en reposo al único varón gandul y borracho. Así vio Gabriela Mistral nacer el feminismo: por disminución del hombre crecerá la mujer. La Mistral me riñe en público por la debilidad, que según ella, he tenido con Mussolini: –Admirar a un tirano –dice. […]. La sobriedad dulce de la poetisa, su palabra parca, firme, sabrosa e ilumi19


nada trae calma. Su actitud sencilla y noble serena el ambiente. Su máscara indígena en fuerza, afinada en bondad y en delicadeza, su sonrisa pura y tierna, completa un ser extraordinario que se mueve, se expresa y derrama efluvios armoniosos”17. Pablo Neruda queda sorprendido al conocerla en persona en Temuco: “Por ese tiempo llegó a Temuco una señora alta, con vestidos muy largos y zapatos de taco bajo. Era la nueva directora del liceo de niñas. Venía de nuestra ciudad austral, de las nieves de Magallanes. Se llamaba Gabriela Mistral. Yo la miraba pasar por las calles de mi pueblo con sus ropones talares, y le tenía miedo. Pero, cuando me llevaron a visitarla, la encontré buenamoza. En su rostro tostado en que la sangre india predominaba como en un bello cántaro araucano, sus dientes blanquísimos se mostraban en una sonrisa plena y generosa que iluminaba la habitación”18. Su amigo escritor Pedro Prado la asocia al agua, la lluvia, que fertiliza: “La dulzura de su voz a nadie le es desconocida, en alguna parte créese haberla escuchado, pues, como a una amiga, al oírla se le sonríe. […]. De todo su ser fluye una dulce y grata unción, ¡oh! suave lluvia invisible, por donde pasas ablandas los duros terrones y haces germinar las semillas ocultas que aguardan” (Prólogo: Desolación).

Inés Echeverría Bello. Memorias de Iris 1899-1925, Santiago: Aguilar, 2005, 511-534. 18 Pablo Neruda. Confieso que he vivido. Memorias, Santiago: Editorial Planeta Chilena, 2017, 33. 17

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Roberto Matta, el célebre artista plástico chileno, la encuentra personalmente en Portugal. Su entusiasmo alcanza al punto de enamorarse de ella: “Me quedaba absorto escuchando estos ‘dictados’ de la Gabriela. […]. Es cierto que me enamoré de ella y le pedí su mano. Ella me dijo que podía ser mi abuela y que me callara […]. Esto me pasó en un rapto de amor probablemente, porque me acuerdo de que caí de rodillas y le tomé la mano y le empecé a decir estas cosas… Porque era muy buena moza, ¿sabes? Tenía unos ojos enormes, unos ojos formidables y hablaba con una gran dulzura”19. El canciller chileno Gabriel Valdés queda asombrado ante su singularidad: “Hablaba reposadamente, con voz sonora. Su ser irradiaba una gran dignidad […]. Conmigo fue extremadamente cariñosa, cariño que me manifestó en forma muy expresiva en las numerosas veces que la encontré en Europa. Me decía ‘mi arcángel’. Era una mujer de gran sabiduría, que hablaba de los pueblos, de la vida y del espíritu con una profundidad que no he escuchado a ninguna otra persona”20. El presidente de la república de Chile Eduardo Frei Montalva evoca el momento de conocerla en Madrid cuando era un estudiante de veintitrés años: “Al pedirle que me recibiera, me dijo que fuera a las 3 de la tarde, y eran las 8 de la noche y aun seguía allí, Eduardo Carrasco. Matta conversaciones, Santiago: Cesoc, 1987, 74-75. 20 Gabriel Valdés. Sueños y memorias, Santiago: Taurus, 2009, 35. 19

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extasiado, oyéndola. Varias veces intenté irme, pero no era protocolar su ruego: –Quédese, Frei. […]. Siempre me he preguntado si su prosa no es superior a sus versos, pero al menos a mí me pareció su conversación superior a su prosa y a sus versos. Era muy alta. Vestía con extrema sencillez unos trajes largos, con algo de túnica antigua, que le daban a su figura un aspecto imponente y severo. Tenía un rostro como tallado en piedra. Le agradaba conversar, y de su boca salían las palabras en un flujo natural y tranquilo, como agua emanada de una fuente inextinguible. […]. Al formular sus juicios o abordar cualquier tema, lo hacía desde ámbitos insospechados, con algo de nuevo y recóndito, como brotado sin pretensiones ni rebuscamientos. Muchas veces la imaginé como una especie de sacerdotisa antigua. Habría sido una mujer para sentarse en Delfos, no para adivinar sino para vislumbrar el futuro con una especie de visión intuitiva. Había en ella algo de personaje bíblico por los temas que la preocupaban, y porque de su persona, aunque parezca paradójico, tan sencilla, como recién salida de la tierra y de la montaña, fluía una especie de solemnidad que se transmitía a todos sus gestos. […]. Del Evangelio le nacía la pasión por los pobres y los humildes que se volcaba en esta América Latina hacia el indio y el campesino, que concentraban todo su amor. Siempre hablaba de ‘mis indios’. No he conocido a otra persona que se refiriera y conociera mejor el significado y el alma de las viejas civilizaciones, la dulzura del carácter de estos pueblos, […]. Para mí, he de decirlo, que 22


no conocía la América India, esto me sonaba a una gran novedad. A través de sus frecuentes referencias, descubrí el sentido de esa América que yo ignoraba. Gabriela Mistral tenía sobre el tema una curiosidad inagotable y una gran variedad de antecedentes que la llevaban a discurrir respecto al origen de la vida y a las migraciones asiáticas hacia este continente. Todo esto no era para ella un simple ejercicio intelectual: causaba la impresión de referirse a algo que le llegaba muy hondamente. […]. Siempre volvía, sin embargo, a sus temas centrales: los niños, el hombre del campo chileno. Esto no fueron sólo el tema de sus versos sino su inquietud y su ansia, reflejo de una visión social del país y del mundo. […]. Más, este amor por los pobres no estaba envenenado por el odio ni el resentimiento de clases, tan frecuente en el medio en que se formó. Al revés siempre condenó esa postura. […]. Su amor por la libertad, el respeto al hombre, su oposición a todo régimen de fuerza era expresado en forma terca y violenta. […]. Al recorrer estas líneas causa asombro que esta mujer, desde lejos, por esa penetración que viene de la tierra y del aire, pueda entender y escuchar mejor que nadie lo que ocurría y que más tarde hemos visto trágicamente comprobado. Ella lo vio con muchos años de anticipación”21. El historiador peruano Luis Alberto Sánchez se detiene en la fuerza expresiva de sus rasgos femeninos: Eduardo Frei Montalva. Memorias 1911-1934 y correspondencias con Gabriela Mistral y Jacques Maritain, Santiago: Planeta, 1989, 60-65. 21

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“Gabriela era una mujer sólida, alta, erguida. Se la veía membruda como una Santa Teresa en sus días de misiones. Su cara atraía, pese a que no era bella. Algo la iluminaba por dentro. De color levemente cobrizo, los ojos verdes parecían dos lámparas, tenía los pómulos altos, la boca triste y larga. Usaba el pelo peinado en bandos, muy estirado, ligeramente canoso. La nariz lucía una leve curvatura, más araucana que hebrea. Labios gruesos, caídos en comisuras como quien ha rezado y gemido mucho. Bajo el traje sencillo, los senos rotundos, sin abundancia, denunciaban una feminidad en desvelo. Se advertían fuertes muslos; los pies eran grandes, como para sostener aquella catedral”22. Su compatriota Joaquín Edwards Bello la describe en 1954: “Lucila Godoy tenía una cabeza admirable. Unos ojos divinos y una risa de diosa. En el hotel me dijo cierta tarde la patrona: ‘Estuvo aquí su parienta, la de los ojos magnifiques. […]. Ensimismada, soñaba con la democracia, con el reparto agrario, con la suerte de Puerto Rico y de Nicaragua. ¡Cuánto partido hubiera sacado una intrigante europea con su talle, sus ojos, su boca! ¡Cabeza que he conocido! Había que verla. Ninguna fotografía guarda el fulgor de esos ojos iluminados por dentro. Imperiosa. Llevaba un velo morado en los hombros. Sacerdotisa oriental”23.

22 Luis Alberto Sánchez. Visto y vivido en Chile, Santiago: Tajamar Editores, 2004, 159-162. 23 Zig-Zag, 11 de septiembre de 1954, F. Alegría. Genio y figura de Gabriela Mistral, 58.

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Con palabras particularmente cálidas la evoca el escritor peruano Ciro Alegría, a quien Gabriela le dedicó el poema “Herramientas” de Lagar: “Su rostro, pese a los ojos verdes, me hizo recordar el de las indias que acunaron mi infancia. La misma nariz aguileña, la misma boca pulposa, la misma sonrisa entre suavemente irónica y decididamente tierna. […]. Una tarde la sorprendí sentada, sobre la tierra, en medio huerto. Ya no regaba ni tocaba las plantas. Sus manos finas palpaban la tierra, como acariciándola con amor, mientras sus ojos brillaban y tenía la sonrisa ancha, a toda boca. […]. En cierta ocasión me acarició el dorso de la mano, diciéndome: ‘Hermano andino’. […]. El espíritu de Gabriela era puramente femenino. Tenía una sensibilidad finísima y reaccionaba como mujer y como madre frente a todas las cosas. […]. Muchas anécdotas ilustran el placer por la naturaleza y el carácter inédito de Gabriela. Cierta vez estaba en compañía de algunos peruanos conspicuos en una de las lomas de arena que rodean la laguna de Huacachina, famoso balneario. Súbitamente sintió el deseo de retozar y se fue rodando ladera abajo como una muchacha traviesa. Las cosas que vengo narrando parecían ‘locas’ a la gente desprevenida. Eran completamente cuerdas. Las hace cualquier india, joven o vieja, allá en los Andes. Tal aspecto de la personalidad de Gabriela Mistral me impresionó mucho, si acaso alguno me impresionó poco. ¡Qué vigoroso rebrote había experimentado en su persona la raza india! Algunas veces parecióme que un pasado milenario resucitaba para hacerse pre25


sente en la vida y cantar versos. […]. Nunca olvidaré las jubilosas risas en que estalló por cualquier nadería de humor; cómo en su trato hubo siempre un afecto cordial y una llaneza de buen gusto; la manera amistosamente conminatoria con que me llamaba cada atardecer: ‘Venga, venga, mi peruano a conversar’. […]. Mis propios hábitos de escritor le hacían decir: –Son malos hábitos. Se trabaja mejor de mañanita. La mente está fresca y el cuerpo descansado. Note usted que se escribe también con el cuerpo. […]. Trabajo me costó soltarme de ella, al lado del tren. Más que su abrazo, me sujetaba la expresión fervorosa de sus ojos amigos. […]. ¡Qué gusto de verlo de nuevo!, dijo. Luego se quedó silenciosa, estrechando mis manos siempre y mirándome de pies a cabeza con los ojos verdes a todo júbilo. ¡Qué clase de silencio aquel! Hacía que su afecto por mí fuera a la vez sereno y cálido. […]. Con Gabriela me pasaba algo especial. […]. Me tonificaba. Había en ella dolor, pero también gran fortaleza y estallidos de júbilo profundo”24. Su gran amiga argentina Victoria Ocampo –Gabriela le dedicó el poema Nocturno del descendimiento de Tala– expresa con palabras encantadas: “Oírla hablar, por ejemplo, es un milagro. A través de ella, oímos a América. Las palabras tienen como un sabor nuevo cuando ella las escoge y las pronuncia”25. El poeta y escritor ecuatoriano Jorge Carrera Andrade, a Ciro Alegría. Gabriela Mistral íntima, Bogotá: La Oveja Negra, 1980. 25 Marie-Lise Gazarian. 1992, 53. 24

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quien Gabriela calificó de ‘indofuturista’, la describió pleno de felicidad: “En el cuadro humilde de la huerta, Gabriela Mistral con su ampulosa figura, el cabello recogido y el andar lento y solemne, se hallaba dentro de su atmósfera apropiada… Santa hortelana que movía una cristalina guerra contra el desorden, la sequedad y la muerte, en defensa del verdor, la esperanza y la vida”26. Marta Elena Samatán, otra amiga a quien Gabriela le dedicó el poema La margarita de Ternura –recuerda los gestos de la poeta en una visita a la Argentina: “Contestaba a todos con los labios o con los ojos, iba entregando sus manos al pasar a todas esas manos desconocidas que se le ofrecían, prodigaba caricias a cuanto niño le presentaban. Porque no hubo madre que no acudiera con sus criaturas. Todas estaban convencidas de que ese breve contacto con la autora de las Canciones de cuna iba a ser para sus hijos como una bendición que los preservara de los males de esta vida. […]. Es que la potencialidad humana de la escritora era enorme. De ella emanaba una fuerza vital contagiosa y benéfica. Era la americana auténtica, amasada con barro de cordillera”27. En 1940 la describió el célebre escritor brasileño Mário de Andrade: “Difícilmente se podrá tener la impresión de una mujer tan completa, como sucede delante de Gabriela Mistral. Nunca nos envuelve tan Marie-Lise Gazarian. 1992, 43. Marta Elena Samatán. Gabriela Mistral, campesina del valle de Elqui, La Herradura: 2012, 156. 26 27

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perfectamente como cuando oímos a la gran poetisa, esa esencia de feminidad que se entrega amorosamente, y maternalmente se apropia, y todos aquellos a quienes ella entreabrió la intimidad de su simpatía podrán guardar de ella sólo la memoria del encantamiento. Conocí a Gabriela Mistral en plena madurez ya, dulce y lenta. Fue en 1927, cuando en sus inquietos caminos, ella pasó por Sao Paulo en busca de… ¡en busca de qué, Dios mío!... Tal vez como siempre en esa búsqueda errante de los héroes, de los seres intensamente humanos que pudieran hermanarse con ella. […]. Sabía olvidarse de sí misma y enmascarar sus tumultos con una complacencia suave que ella lograba sobre todo con el empleo de la lentitud. Emanaba de ella, de sus gestos, de sus asuntos, una experiencia misteriosa, más vieja que ella, que parecía trascender su propia existencia. Parecía venir de ella un sonido antiguo. […]. Pero rápidamente la gran poetisa disipaba los relámpagos en nuestro espacio, hablaba. Simple, como luz de luna sobre un campo. En poco tiempo nos dominaba con su maravillosa perfección de mujer. […]. Dos amores, dos entusiasmos doloridos eran su preocupación principal en aquellos tiempos, México y Cataluña. Al escucharla hablar, yo me percibía mexicano y catalán. […]. Ella me daba la impresión de una fuerza de las antiguas civilizaciones asiáticas o americanas, que ya hubiese abandonado nuestros terrenos áridos de cultura, por los de la sabiduría. Pero envuelta siempre en una gracia delicada, que sabía disfrazar su placer en los aires cómodos de la hermana. Esa es la 28


impresión, casi escandalizada de sentirse tan feliz, que Gabriela Mistral me dejó en aquellos días en que estuve en sus manos. Amplia y nutricia como el maíz que ella cantó en los versos tal vez más clásicos de nuestra actualidad americana”28. El escritor chileno y gran amigo suyo, Luis Enrique Délano la describe con especial cariño: “Como persona es mujer de gran sencillez y bondad. Posee una tranquila dulzura que no se prodiga, pero que tampoco se niega. Lee mucho y conversa mucho. Gusta de contar historias, de tratar temas religiosos o poéticos. La poesía y la religión son sus grandes pasiones congénitas, a las que se ha agregado luego otra, no menos tirante y profunda: su amor por América, por su tierra, por sus viejas razas… Es alta, con un porte que inspira respeto… sus cabellos son grises y sus ojos verdes y penetrantes. Es verdad que en su boca hay claramente marcada una señal amarga, pero ésta se disuelve rápidamente cuando Gabriela ríe con su ancha y luminosa risa de campesina chilena”29. Otro compatriota escritor, Fernando Alegría, también amigo de ella, la recuerda con particulares detalles chilenos: “Pero en el fondo, en otro fondo que conozco mejor, Gabriela Mistral se me aparece como una buena señora del Norte Chico chileno. De la tie28 O Estado de Sao Paulo, 17 de marzo de 1940: Ana Pizarro. Gabriela Mistral. El proyecto de Lucila, Santiago: Lom, 2005, 103106. 29 Marta Elena Samatán. Los días y los años de Gabriela Mistral, Puebla: Cajica, 1973, 184-185.

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rra bíblica de las pasas y los mangos. La tierra de los viñedos más dulces, de los cielos más transparentes. De Vicuña. ‘Porque habís de saber pus niño que en la noche cuando estai dormío se te empiezan a soltar los miembros y, brazo por brazo, pierna por pierna, nariz por un lado, oreja por el otro, ojos, boca y cuanto hay salen volando a recorrer el mundo’. Esto se lo contaba ella al hijo menor de Juan Guzmán Cruchaga ¡para dormirlo! […]. Durante la comida, una noche, Gabriela se quejó del trato que los hombres chilenos dan a las mujeres. No voseó en este caso, pero la palabra era de amargura chilena al describir el conventillo y la artesa, el brasero y la mujer cargada de niños y el hombre que siempre la abandona”30. Su amiga y compañera Laura Rodig la conoció en Los Andes: “[La] sentí venir rodeando una larga galería, desde el fondo de la nave criolla del parrón, bajo el que acostumbraba dictar sus clases. Se aproximaba con sus pasos rotundos, como todo en ella; con un aire de quietud y de majestad, entre campesina montañesa, hermosa india boroa de ojos verdes o cariátide en movimiento. […]. Gustaba salir a contar los astros en las profundas noches y en las lunadas vagar frente a su casa por el camino entre el cerro y el río… Junto a su alzada prestancia tenía, sin embargo, una entrañable femineidad y una hacer cosas de niña… Allí en Los Andes aprendí de ella a escuchar en silencio el creFernando Alegría. Genio y figura de Gabriela Mistral, Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1966, 15. 30

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cimiento del cáñamo y la espiga, o bien la fragorosa correntada del Aconcagua”31. Su secretaria y amiga mexicana Palma Guillén –Gabriela le dedicó entero su libro Tala– resalta “su manera campesina de reír, su delicioso don para hacer chistes, gracejadas, imitaciones y caricaturas”32. Otra amiga, abogada feminista y política republicana española, Victoria Kent –Gabriela le dedicó el poema Mujer de prisionero de Lagar–, dice que emanaba de Gabriela “una luminosidad creadora y tangible que jamás podrá revivirse”33. Entusiasta admirador chileno, Luis Oyarzún, su amigo, la evoca a propósito de la publicación de Poema de Chile: “Ella es la Madre Gea que inventaría –o inventa– un país imaginario –su país– […]. Es la huerta, el jardín humilde de las viejas aldeanas como ella; pero es más huerta que jardín, pues éste ya le parece demasiado lujo. No oculta su poca simpatía por las rosas, […] que son flores altaneras de rico. En cambio, sus preferencias están con la salvia silvestre, con la albahaca, la menta […] penetrantes de olor, salutíferas. Es el suyo un mundillo de vieja campesina, un poco solterona, un poco viuda, que vive de recuerdos”34. La escultora boliviana Marina Núñez del Prado la conoció personalmente en Estados Unidos: “Gabriela Fernando Alegría. Genio y figura de Gabriela Mistral, 35-37. Prólogo de Palma Guillén. Gabriela Mistral, Lecturas para mujeres, México: Porrúa, 2005, VIII. 33 Marie-Lise Gazarian. La maestra de Elqui. Antología mayor. Vida y obra, 1992, 52. 34 Luis Oyarzún. Diario íntimo, Santiago: 1995, 547. 31 32

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era una mujer maravillosa. Tenía el don de la palabra y cuando callaba también era maravillosa. Su voz velada y un poco grave, penetraba hasta el corazón y sus silencios subrayaban la intención en forma elocuente. […]. Generosa y desprendida, nunca tuvo el sentido de la propiedad. Siempre me dio la impresión de una viajera sin equipaje material. Recuerdo que le ofrecieron un gran homenaje en las Naciones Unidas en Nueva York y para asistir compró un hermoso y costoso abrigo; en esas circunstancias vino a visitarla una mujer cuya vestimenta estaba en malas condiciones, y al momento de la despedida, Gabriela tomó el abrigo sin estrenar y se lo dio a la mujer. […] Gabriela, sin que ella se lo hubiera propuesto, maravillaba y desconcertaba con su manera de ser. Ignoraba las posturas convencionales. Era franca, noble, humana, solidaria, fraternal”35. Su amiguísimo mexicano Alfonso Reyes confiesa en un arrebatado Himno a Gabriela: “Gabriela es un índice sumo del pensamiento y del sentimiento americanos. En ella se da la ira profética contra los errores amontonados por la historia; se da la fe, la esperanza y la caridad; la promesa de una tierra mejor para el logro de la raza humana; la mano traza en el aire los pases mágicos, a cuyo prestigio relampaguea ya la visión de un mundo más justo. Montañosa y profunda como los barrancos y las arrugas graníticas de los Andes; severa y solitaria en sus alturas de nieve, mansa y Marina Núñez del Prado. Eternidad en los Andes, Santiago: Lord Cochrane, 1973. 35

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juguetona en los deshielos que bañan con su caricia las risueñas laderas: y por encima de las miserias naturales, depositaria y emisaria de la salud y el aliento –Ceres transmutada al orden del espíritu–, yo le ofrecería el sacrificio de la ‘pankarpia’, amasada con todas las pulpas frutales que el griego silvestre brindaba, en las primeras cosechas y vendimias, a sus divinidades agrarias y benéficas. […]. La serenidad de Gabriela está hecha de terremotos interiores, y de aquí que sea más madura. Su bondad rebasa los límites de la filantropía personal –presa que se desborda–, y se vuelve cosa telúrica. Ya no es Gabriela quien nos aquieta, nos consuela o bendice: es un vasto soplo tonificante que anda entre los suelos y los cielos de América, cargado de esencias boscosas, rumores de pájaros y abejas, de talleres a campanarios. […]. ¿Qué sufrimiento, qué alegría la encontraron nunca indiferente? ¿Qué latido de nuestra América no ha pasado por su corazón? […]. Yo no suelo hablar con tanto arrebato. Yo reservo mis entusiasmos para quienes creo que lo merecen”36. Otro amigo entrañable, el colombiano Germán Arciniegas, la rememora en detalle: “Era muy mal hablada. No. Hablaba mal de muchas cosas, y sobre todo de los países. […]. Es decir: de las tierras que más quería. De las gentes que estaban más cerca de su corazón. […]. Era quejarse del amado. […]. Debajo de la capa pavorosa estaba caliente la tierra buena, dormidas las gentes humildes y sanas. […]. ¡Cómo era de mal haAlfonso Reyes. Himno a Gabriela, Excelsior, México D.F., 20 de enero de 1957.

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blada! Como afilaba sus palabritas, cómo sabía cortar con su cuchillo el punto en donde se criaba el mal para sacar los malos humores, para hacer anatomía inexorablemente en un desorbitado afán de justicia. […]. Solía referir Gabriela su entrevista con el papa Pío XII. La noble dignidad de Gabriela, tan campesina, su desgano, su mirada de cansancio, cierto descuido en la sencillez de su vestido, debieron quedar superados ante los ojos de Pío XII por la dulzura y aun la rebeldía franciscana que eran en Gabriela su cristianismo […]. El papa le hizo una pregunta que le desconcertó: que le pidiera una gracia, que pidiera por el bien de alguien… Sí: tengo un ser humano por quien quiero pedir. Y comenzó a hablar de los pueblos indios de América olvidados en las sabanas heladas de Bolivia, del Perú. Transportó al papa a esas tierras perdidas… Los indios que pintaba con su palabra eran la pobreza y la humildad del mundo… El papa, decía ella, no había oído hablar de que existieran esos seres humanos perdidos en las soledades del Nuevo Mundo. Poco le informaban los que venían, y él sólo había visto el brillo europeo de Buenos Aires… Según Gabriela, entre el papa y ella quedó pactada una amistad que como dejó en ella una memoria imborrable, la debió dejar en el pontífice. La verdad es que quien una vez veía a Gabriela, siempre la recordaba. Embrujaba”37. 37 Germán Arciniegas. Gabriela Mistral. América mágica. II. Las mujeres y las horas, Buenos Aires: 1961, 224-254; Germán Arciniegas. Gabriela Mistral. Las mujeres y las horas, Santiago: Editorial Andrés Bello, 1986, 217-220.

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Tras haberla conocido personalmente en sus últimos años, su biógrafa francesa-norteamericana Marie-Lise Gazarian-Gautier quiso dejar este testimonio: “Yo, que conocí a Gabriela Mistral, la veo todavía tan palpitante y real como en vida. Alta, majestuosa, humilde con el pobre y altiva con el rico, vestida con la austera sencillez de un profeta, embellecía todo lo que tocaba. Mujer extraordinaria, había logrado sobreponerse a sus propios sufrimientos, a sus necesidades, para amparar en su regazo acogedor a todas las criaturas de Dios –hombres y mujeres, niños, animales– y los elementos mismos de la naturaleza. Sin hijos propios, llegó a ser madre de todos los niños abandonados, hermana de todas las mujeres maltratadas y de todos los trabajadores explotados, defensora de la paz y de la justicia”38. Su inspiración y su habla fue sobre todo rural y oral. Según el estudioso de la literatura latinoamericana Juan Loveluck: “Cuando uno le oye en discos y grabaciones, el dejo rural y los tonillos y sonsonetes elquinos y ahuasados que nunca dejó de la lengua, es posible que todo esto le vino a la autora más de lo que oyó contar por las viejas junto al fuego, de charlas de brasero, mate y tortilla, que de lo que sorbió de página y libro”39. El lenguaje de Gabriela, cuajado de vida campesina, no nace pues directamente de la tradición escrituraria. Ella misma dijo de las letras femeninas de 38 39

Marie-Lise Gazarian. Antología mayor. Vida y obra, 1992, 114. Antología mayor. Prosa, 1992, I-II.

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Chile: “Sin exceptuar ni a doña M. Marín del Solar, la mujer en Chile se ha extendido como las feas enredaderas en guías inacabables de poemas tontos, melosos y lagrimosos, galega pura, insipidez lamentable, insufrible gimoteo histérico”40. “He conocido al pueblo, al indio, sentidor y fino. Los literatos no han sido mi círculo: como en todas partes tienen bandos feroces y no son gratos de tratar para las gentes como yo, poco literatas”41. ¿Con qué intuición precisa el pueblo común y corriente supo amarla y reconocerla? Cuando arriba a Chile en 1954: “Al llegar a Santiago, los habitantes de las poblaciones callampas ribereñas del Mapocho corrían, vitoreándola, detrás del tren”42. Sin conocerla en detalle, adivinándola como una mujer popular, valiente y honesta, sin adornos ni arribismos innecesarios, defensora de la paz y la justicia, quinientas mil personas concurrieron a sus funerales en Santiago en 1957. “La sugestión de la magia continuó al día siguiente, cuando quinientas mil personas asistieron a los funerales de alguien que ni siquiera conocían. Depositaron la urna en una cureña del ejército y el cortejo endilgó por la calle Miraflores, con Carta de Gabriela a Eugenio Labarca, Antología mayor. Cartas, 1992, 28. 41 Carta de Gabriela a Pedro Prado, México, 3 de abril de 1924, En batalla de sencillez, 1993, 112. 42 Luis Oyarzún, Diario íntimo, Santiago: 1995, 221. 40

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guardia montada, seguido de una inmensa multitud que repletaba hasta las aceras y que reflejaba una severa pesadumbre que venía desde el fondo de la tierra. […]. ¿Cómo explicar en forma racional este fenómeno de intuición popular, esta adhesión espontánea a un símbolo espiritual de la nacionalidad? ¿Cómo no conmoverse ante semejante demostración de gratitud, de simpatía, de candoroso pesar colectivo? Porque la mayoría de esa gente no conocía su poesía y aún no la conoce, pero la sabían miembro de la tribu, hermana entrañable de sus dolores y esperanzas, defensora inclaudicable de su dignidad y de su derecho a la vida”43. Clotario Blest, presidente de la Central Única de Trabajadores de Chile, habló en ese momento de Gabriela: “Gabriela Mistral pertenece al pueblo, a nuestro maravilloso pueblo, es su extracción más típica, por eso es amada y reverenciada por todos. Ella supo interpretarlo. Ella encontró esa veta maravillosa, ese filón de oro y diamantes que, oculto en la masa anónima, es la única, la auténtica riqueza de esta patria nuestra: nuestra alma proletaria, humillada y escarnecida por los déspotas de esta tierra; pero, siempre pura y grande para erguirse en el momento del sacrificio y la dura jornada heroica. Este pueblo, con palabra sencilla, tributa este homenaje a Gabriela Mistral y sabrá reencontrar su camino, reivindicando, para sí, su verdad y su justicia”44. Mario Ferrero. “Tres instancias de Gabriela Mistral”, Memorias de medio siglo, Santiago: Pluma y Pincel, 1994, 41-46. 44 Clotario Blest. Las enseñanzas de Gabriela Mistral, El Siglo, 22 de enero de 1957. 43

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Violeta Parra, conmovida con su muerte, hizo esta composición de maravillosa sensibilidad popular: “En medio del Paraíso hay un sillón de oro fino y un manto de blanco lino que la misma Virgen le hizo, un ángel de bellos rizos está esperando a la entrada a la mejor invitada que ocupará aquel sillón hasta la consumición: Santa Mistral coronada. Hay una fiesta en la Gloria y un llorar aquí en la tierra, como si una grande guerra haya manchado la historia; jamás de nuestra memoria has de borrarte, Gabriela; los niños de las escuelas ya no tienen su madrina: la Providencia Divina se llevó la flor más bella”45. Gabriela Mistral nació y murió en la misma fase lunar de cuarto creciente, el 7 de abril de 1889 y el Violeta Parra. Décimas. Autobiografía en verso, Santiago: Sudamericana, 2011, 208.

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10 de enero de 195746. La acompañó en este mundo la común energía del eterno retorno de la fecundidad creciente de la luna. Esta peculiaridad nos invita a entender su historia, más que de un modo lineal, en una perspectiva centrada en las fuerzas cósmicas que irrumpen en la Tierra y en las culturas amantes de la Tierra que la nutrieron. Desde allí estalla o florece su espíritu revolucionario presto a descolocar las aspiraciones antropocéntricas de una civilización agónica, el tiempo contemporáneo de Occidente47. Este libro aborda la perspectiva general de la vida y la obra de Gabriela Mistral en tres dimensiones. En primer término, la experiencia central y omnipresente de la naturaleza con su fulgor de vida: la Tierra, luz del universo. Este es el sustrato material de su existencia y creemos no equivocarnos al decir que es el fundamento imperecedero de su ser y su sentir. Esto brota de su condición de mujer campesina, expresión de una cultura que era aplastante cuando ella nació a fines de la década de 1880. Algo más del setenta por ciento de los chilenos eran campesinos en 188548. En segundo lugar, la peculiaridad y singularidad social y cultural de su condición mestiza: el indiscutible sentido de los cruces étnicos en la enunciación de su palabra y de Agradezco la información a mi amiga astróloga Catalina Melnick. 47 Miguel Delibes. Un mundo que agoniza, Barcelona: Plaza & Janés, 1979; Zygmunt Bauman. Modernidad y holocausto, Madrid: Sequitur, 2010. 48 Nicolás Cruz y Pablo Whipple. Nueva historia de Chile, Santiago: Zig-Zag, 1996, 376. 46

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su corporalidad, con un habla que se distancia de los purismos y lineamientos propios de la condición colonial del ser y del saber. Finalmente, su carácter político y estético revolucionario: la hermosa capacidad de invitar a una forma de convivencia pública y mística diametralmente opuesta al patriarcado para toda la humanidad. Gabriela abandona los criterios triunfalistas de la civilización-barbarie característica del sistema moderno, para proclamar en el presente de su tiempo, y en nuestro propio presente, una vocación universal por el respeto a todos los seres vivos, entre ellos los seres humanos, y así alcanzar la paz para el conjunto maravilloso de toda la Creación. Las tres dimensiones responden a preguntas básicas que se hubiera hecho Gabriela y que invitamos a hacerse el lector. La primera es ¿dónde estamos?, ¿qué terreno pisamos? La segunda es ¿quiénes somos?, ¿cuál es nuestro rostro? La tercera, ¿qué hacemos?, ¿qué pasos buscamos dar? La respuesta a la primera es: estamos en la luz de la Tierra, somos hijos iluminados de la Tierra. A la segunda, la respuesta es: somos el alumbramiento mestizo. No nos obscurece ni opaca la cultura y la mentalidad europea de los blancos. Somos el resultado increíble y maravillado, también, de una pluralidad de identidades, hijos de variados pueblos de la tierra, especialmente de la tierra indígena de América. La respuesta a la tercera es: hacemos, tenemos, tomamos una decisión revolucionaria. No nos conformamos con la reproducción del orden oficial, establecido, con su oscuridad, su pesadez, su 40


insoportable desgracia. Salimos volando, del tiempo y del espacio impuestos por el norte, con sus mapas imperiales, ordenados y ajenos: “Hay dos puntos en la Tierra Montegrande y el Mayab. Como sus brocales arden se les tiene que encontrar. Hay dos puntos cardinales: Montegrande y el Mayab. Aunque los ciegue la noche ¿quién los puede aniquilar? Y los dos alciones vuelan vuelo de flecha real. […]. Ya podéis secar el llanto y salirnos a encontrar, quemar las cañas del Tiempo y seguir la Eternidad” (Lagar: Patrias).

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LA LUZ DE LA TIERRA

“¡En el mundo está la luz, y en la luz está la ceiba, y en la ceiba está la verde llamarada de la Tierra!”

Ternura: Ronda de la ceiba ecuatoriana.

“Gea siempre tiene más palmas, alerces y cedros; nosotros disminuimos con cada soplo y aliento; ella muda, crea, alumbra, nosotros anochecemos. Ella se queda; nosotros ‘pasamos como los sueños’”. Poema de Chile: Mariposas.

“No había visto antes la verdadera imagen de la Tierra. La Tierra tiene la actitud de una mujer con un hijo en los brazos (con sus criaturas en los anchos brazos). Voy conociendo el sentido maternal de las cosas”. Poemas de las madres.

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“A veces creo, padre –otra vez la paganía–, que el hombre no tiene más cura que esta agua remansada y verde que es la Gea: tierra, hierba, pájaros y bestias…”. Carta a Gabriel Méndez Plancarte, 1949. Antología mayor. Cartas, 477.

“Este amor era, en el fondo, amor al Valle de Elqui, donde Gabriela nació, tierra que de la Biblia pasó a Chile, valle de cielos amplios y puros, de cálidas esencias, región que produce las pasas más dulces y la gente más loca de Chile”. Fernando Alegría, Genio y figura de Gabriela Mistral, Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1966, 96.

Desde su nacimiento hasta la culminación de su vida Gabriela Mistral está envuelta en una presencia sagrada: el esplendor y resplandor de la Tierra. Particularmente de la tierra americana: “Toda la tierra americana se ha hecho también espíritu de ella”49. Esta es una experiencia tan determinante que nos es imposible iniciar el recorrido de su figura sin este penetrante alojamiento. Juega aquí un papel irrenunciable el valle de Elqui, con su naturaleza semi tropical y sus antepasados indígenas. Esta mujer nacida el domingo 7 de abril de 1889, con la luna en cuarto creciente, Jorge Mañach. Gabriela: alma y tierra, Revista Hispánica Moderna, III, 2, 1937, 110. 49

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quedó atada de por vida a la magia y al calor terrestres. “Yo no puedo llevar otros ojos que los que me rasgó la luz del valle de Elqui; yo tengo un olfato sacado de esas viñas y esos higuerales y hasta mi tacto salió de aquellos cerros con pastos dulces o pastos bravos” (Gabriela Mistral, Un valle de Chile: Elqui, 1933). “Mi infancia aquí mana leche de cada rama que quiebro y de mi cara se acuerdan salvia con el romero y vuelven sus ojos dulces como con entendimiento y yo me duermo embriagada en sus nudos y entreveros” (Poema de Chile: Valle de Elqui). “Qué linda vida emocional tuvimos en medio de nuestras montañas salvajes, qué ojo bebedor de luces y de formas y qué oído recogedor de vientos y aguas sacamos de esas aldeas que trabajan el suelo amándolo cerradamente y se descansan en el paisaje con una beatitud corporal y espiritual que no conocen las ciudades letradas y endurecidas por el tráfago” (Breve descripción de Chile. Conferencia en Málaga, 1934). Esa fue la experiencia de su gente, de su familia, de su comunidad. La vida se vivió en su infancia al ritmo de la tierra, de los ciclos anuales y reposados de los frutos sabrosos de la naturaleza, de los higos como los de Palestina, y las chirimoyas como las de Michoacán, 45


como ella misma diría. Su madre, Petronila Alcayaga Rojas, nacida también en el valle de Elqui, en 1845, la introduce en la magia de la tierra, junto a una desafección soberana por los ritmos del tiempo urbano y moderno: “Los embelecos del siglo XX no calaron en el tuétano de nuestra vida montañesa. Mi madre y mi hermana continuaron sin diarios porque ninguna de las noticias –las llamadas ‘noticias’– les atañían o involucraban. ¿Qué más daba que se instalase electricidad en Vicuña, si no la teníamos en Montegrande, y de qué servía saber los precios de halagos que no podríamos comprar ni aunque los pregonasen ante nuestras puertas? Muy envalentonados llegaban los afuerinos, vanagloriándose como quien hubiese crecido de golpe varios jemes más y fanfarroneando que ellos sí que eran siglo XX, pleno siglo XX, total siglo XX. Mi madre los tasaba de un parpadeo y resumía el alarde con estas palabras certeras: ‘Titiriteros de circo ajeno’” (Gabriela Mistral, Hija del cruce, 1943)50. ‘Petita’ Alcayaga, rubia, de ojos verdes y sonriente, forma parte de la vegetación cordillerana: “Mi madre era pequeñita como la menta o la hierba; apenas echaba sombra sobre las cosas, apenas, y la Tierra la quería Jaime Quezada comp. Gabriela Mistral. Pensando a Chile. Una tentativa contra lo imposible, Santiago: Publicaciones del Bicentenario, 2004, 355. 50

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por sentírsela ligera y porque le sonreía en la dicha y en la pena” (Lagar: Madre mía). Gabriela celebra a su madre: “Madre: en el fondo de tu vientre se hicieron en silencio mis ojos, mi boca, mis manos. Con tu sangre más rica regabas como el agua a las papillas del jacinto, escondidas bajo tierra. Mis sentidos son tuyos, y con éste como préstamo de tu carne ando por el mundo. Alabada seas por todo el esplendor de la tierra que entra en mí y se enreda en mi corazón” (Lecturas para mujeres, México, 1923). Esplendor terrestre que constituye una alegre bendición: “Mi madre está delante de mí todavía, con su mínimo cuerpo, y me dice donaires para mudarme la cara seria y soltarme la risa, porque ella fue reidora, y feliz, sin razón de felicidad, por eso que llaman ‘gracia de Dios’”51. Su madre viene a ser la expresión encantada de la Tierra Madre: “¡Oh madre mía! Tu alma es un girasol a quien los rayos de luz y calor llevan la vida y la alegría” (La Voz de Elqui, 1905). “[El] más lindo [juguete] era para mí tu propio cuerpo… Tu rostro inclinado era para tu hija todo el espectáculo del mundo. […]. Sí, todito mi mundo era tu semblante; tus mejillas, como la loma color de miel, y los surcos que la pena cavaba hacia los extremos de la boca, dos pequeños vallecitos tiernos. Diario íntimo de Gabriela Mistral. Jaime Quezada, Bendita mi lengua sea, Santiago: 2002. 51

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Aprendí las formas mirando tu cabeza; el temblor de las hierbecitas en tus pestañas y el tallo de las plantas en tu cuello, que, al doblegarse hacia mí, hacía un pliegue lleno de intimidad” (Lecturas para mujeres). Petronila era tan generosa como la tierra en que vivía: “Gabriela Mistral solía contarme cómo, de pie en la puerta de su casa, su madre invitaba alegremente a cualquier transeúnte a tomar mate con ella. Era ocurrente y le gustaba estar acompañada”52. Su padre, Jerónimo Godoy, nacido en el valle vecino de Huasco en 1857, celebra también a Gabriela desde su nacimiento con la exuberancia terrenal del Elqui: “Dedicó todos sus afanes al jardín y al huerto. Los limpió, los remozó, hizo de ellos el marco adecuado para los primeros juegos de la criatura. Sus primeros juguetes iban a ser flores y mariposas. Quería que las bellezas naturales rodearan a la niñita desde la cuna. Con sus propias manos, […], construyó un pequeño estanque para que la niña se bañara. Lo circundó de madreselvas”53. Gabriela reconoce en su padre la herencia poética de la tierra: “[La] poesía, […] por la sangre paterna, no era jugo ajeno a mi cuerpo” (El oficio lateral. Páginas en prosa). “Mi padre se fue cuando yo todavía era pequeñita […]. Revolviendo papeles, siguiendo huellas que me condujeron a este rincón misterioso, encontré unos versos suyos, muy Marie-Lise Gazarian. Gabriela Mistral, la maestra de Elqui. Antología mayor, 1992, 6. 53 Marta Elena Samatán. Gabriela Mistral, campesina del valle de Elqui, La Herradura: Ediciones Otro Puerto, 2012, 69. 52

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bonitos, que impresionaron de manera muy viva mi alma infantil. Esos versos de mi padre, los primeros que leí, despertaron mi pasión poética”54. De origen indígena y costumbres rurales, “buen plantador de higueras y paltos”55, el padre permanece en el corazón de Gabriela: “Tengo hecho un poema en el cual digo la nostalgia de tener padre, de verlo y estar juntos. No hay día en que no lo piense. A veces lo conjuro en un encuentro muy sereno que nos damos en zona que no conozco y que parece una meseta depurada donde hasta el silencio es esplendoroso. Él me mira y, a pesar de mi cara gastada y de mis cabellos cenicientos, me tiende los brazos reconociéndome suya. Nos tenemos, sien contra sien, hasta sentirnos los pulsos acordados, y eso es una dicha igual que un llanto, quedarse y no decir más” (Hija del cruce, 1942). Para Gabriela el valle de Elqui transmite el calor permanente de la Madre Tierra. La Tierra es al mismo tiempo el fuego, “en cuanto surgido ‘desde abajo’, desde ‘el centro generador o creador’”56. ¡Cómo amó y buscó siempre Gabriela el calor de su valle de Elqui! Los llamados climas templados eran para ella lisa y llanamente fríos. “Prefiero otras maneras de desgracia a la de una noche frígida en Santiago V. Teitelboim. Gabriela Mistral pública y secreta, Santiago: Sudamericana, 1991, 17. 55 Ibíd. 56 Gastón von dem Bussche. De las tinieblas al ‘llamado del mundo’. Gabriela Mistral. Estudios Filológicos, Valdivia: 1989, 79. 54

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o de un mes de lluvia empantanada de Cautín. […]. Muchas brutalidades sajonas, callosidades de esas almas como de las rusas, arrancan de las temperaturas bajo cero” (Gabriela Mistral, Un valle de Chile: Elqui, 1933). La vida europea fue para ella un alejamiento del calor ancestral de la madre Tierra: “Es que 16 años de Europa me dieron cierta aridez y casi secaron en mí la frescura de los sentidos que sostiene toda alegría”57. En el valle de Elqui el ser humano acaba confundido con la Tierra: “¡En el cerco del valle de Elqui, en la luna llena de fantasmas, no sabemos si somos hombres o somos peñas arrobadas!” (Tala: Cordillera). Isolina Estay de Barraza fue una de las mujeres del valle de Elqui con las que Gabriela mantuvo una bella y nutrida correspondencia. A ella le dedicó el “Arrorró elquino” de Ternura. Ella le sostuvo en el tiempo el fervor por el valle de la infancia: “Aquí ya tenemos uvas: unas uvas gordas, morenas y tostadas como las campesinas de este su vallecito” (enero de 1945). “La capital no tiene derecho a tenerla a Ud., nosotros sí, que la queremos, como amor de perro por su amo, con ternura de campesinos, por sus duraznales o por su piñito de ovejas” (5 de enero de 1946). “Ud. sabe nuestro modo de comer, excesivamente, todo el día 57 Carta a Pedro Zuloaga y Sanz, 2 de enero de 1947, Antología mayor. Cartas, 413.

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la cocina encendida, siempre cocinando dos platos de carnes y verduras, no como el norteamericano que, según dicen, no cocina, porque hasta la sopa viene hecha en platos impermeables […]. En cambio, nosotros, qué delicia comer un plato de porotos bien cocidos o una cazuela de cordero y una ensalada de tomates con asado. Esta comida no creo que la saboree un norteamericano, ni con todos sus insolentes dólares” (20 de febrero de 1947). “Nuestro rico valle con su río milagroso que nunca se seca, con este sol que es el mejor insecticida, con sus variadas frutas que nos nutren y hacen fuertes. Milagrosa tierra esta, señorita Gabriela, esta que es suya y mía y de mis hijos” (24 de agosto de 1950)58. Gabriela le escribe a Isolina con entusiasmo de elquina, interesadísima en la celebración de la fiesta de Navidad en Montegrande y La Unión, hoy Pisco Elqui. “Estoy procurando que quede asegurada para el futuro la Pascua de los niños en Montegrande y La Unión. En esta aldea me hicieron y en la otra me crié. Esta es la realidad. Y a Vicuña apenas la conozco. […]. Un abrazo de su elquina que la piensa siempre”59. En el valle de Elqui Gabriela se libera de la cultura letrada. Le escribe a Pedro Prado desde La Unión, hoy Pisco Elqui: “Estoy asqueada de andar entre literatos; […]. Le escribo desde la cordillera elquina, mi verdadera Isolina Barraza de Estay. Epistolario de Gabriela Mistral e Isolina Barraza, La Serena: [s.n.], 1995, 82, 116, 130, 171. 59 Carta de Gabriela a Isolina Barraza de Estay, 1946. Antología mayor. Cartas, 1992, 410. 58

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tierra. Lo recuerdo desde un cerco inmenso de cerros rojos como desollados, y nobilísimos”60. “[Yo] era una muchachita elquina que no se cansaba de trepar los peladeros buscando flores y piedras! Y cómo echo de menos los ojos de gavilán con que deletreaba las briznas más lejanas y hasta el temblor del pelaje de un conejo al otro lado del Valle. Tuve ese surco de surcos, mi Elqui patrio, más conocido para mí que mis versos o el mapa de mis manos, y me lo tuve por rebose de unos sentidos certeros y alertísimos”61. Gabriela sueña con encontrar lugares similares de tierra hermosa. Su estadía en Los Andes, entre 1912 y 1918, se vuelve muy agraciada. Vive en una casa rústica cuyo huerto da al río Aconcagua: “Soy la ladera y soy la viña y las salvias, y el agua niña: ¡todo el azul, todo el candor! Porque en sus hierbas me apaciento mi Dios me guarda de sus vientos como a los linos en la flor” (Desolación). “Recibía a sus visitantes con toda sencillez en su modesta casita cordillerana, brindando la hospitalidad propia del elquino. Les hacía admirar las frondosidades del huerto insistiendo en su ‘campesinería’ y con 60 Carta de Gabriela a Pedro Prado, La Unión [Pisco Elqui], 18 de septiembre de 1925. En batalla de sencillez, 1993, 142. 61 Carta de Gabriela a Alfonso Reyes, 1956. Antología mayor. Cartas, 1992, 588.

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orgullo de propietaria les señalaba ‘su’ río y ‘sus’ montañas. Casi nunca dejaba de obsequiarles esas hierbas olorosas que ella tanto amaba”62. En su correspondencia desde Los Andes, Gabriela exalta su intimidad con el ritmo de la Tierra: “Soy coquimbana; […]. Quiero a mi olorosa tierra […]”63. “Pero soy tan huraña, tan fierecita de la montaña”64. “Yo no me explico cómo hay en Santiago profesores-máquinas que hacen cuarenta horas de clase semanales y tan frescos… Yo, como buena gorda, soy perezosa y fácil de fatigarme […]65. “Cuando usted viva en el campo, se reconquistará a sí mismo, y vivirá vida altísima, la vida que se vive cuando se está a solas con su corazón”66. En 1925, en su breve estadía en Chile, vuelve a compartir el gozo de la Tierra. Le confiesa a Juana de Ibarbourou: “Luego de los trabajos manuales, yo no coso, porque me rindo los ojos; azadoneo la tierra, desmalezo, barreteo, podo e injerto como un buen hortelano. Me da un verdadero gozo el olor de la tierra, Juanita; ‘regar’ está entre mis Marta E. Samatán. Los días y los años de Gabriela Mistral, 1973, 81-82. 63 Carta de Lucila a Eugenio Labarca, Los Andes, 1915. Antología mayor. Cartas, 1992, 19. 64 Carta de Gabriela a Eugenio Labarca, 1915, Antología mayor. Cartas, 1992, 33. 65 Carta de Gabriela a Eduardo Barrios, 1916, Antología mayor. Cartas, 1992, 47. 66 Carta de Gabriela a Isauro Santelices, Los Andes, 1916, Antología mayor. Cartas, 1992, 50. 62

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placeres grandes. […]. A media hora de aquí tengo un ‘pañuelito de tierra’; yo lo he plantado y sólo cuando me enfermo pago la poda y lo demás. En la casa, chica hasta desesperarme, sólo he podido hacer un jardín”67. A su amigo Isauro Santelices le cuenta: “Ahora, Isauro, tengo el descubrimiento de un tesoro: el de la tierra de Dios, que me da una paz casi sobrenatural, un sosiego que tiene algo de infinito. Trabajo en un huerto menudo, chiquito, haciendo hortaliza y jardín. No sé decirle el encantamiento que me da este ejercicio nuevo, […]. Me desagrada la proximidad a Santiago, donde la vida se me va en tonterías de recibir visitas y pagarlas, cuando las pago…”68. En carta a Manuel Magallanes Moure le expresa: “Procuraré tener aquí a cuatro años un pedazo de tierra con árboles y me iré a vivir lejos de toda ciudad, con mi madre, si aun vive; si no, con mi hermana o con un niño que deseo criar. Tengo un ansia muy grande de descanso. Quiero leer mucho, estar sin la gente y sembrar y regar árboles”69. Su estadía en México profundizó su experiencia gozosa de la tierra, liberada de las rutinas pedagógicas del país natal. “Llegué a la casa que me han instalado en el campo. Subí a la azotea. El horizonte es inmenso, y sentí un abrazo de la luz del cielo y un abrazo del silencio de todos los campos que me rodean. Por primeCarta de Gabriela a Juana de Ibarbourou, Santiago, marzo de 1925. Antología mayor. Cartas, 1992, 130. 68 Carta de Gabriela a Isauro Santelices, La Serena, 30.6.1925. Antología mayor. Cartas, 1992, 133-134. 69 V. Teitelboim, Gabriela Mistral, 1991, 65. 67

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ra vez en dieciocho años yo sé que puedo trabajar en paz, sin el toque de la campanilla de cada hora […]”70. En 1939 marcha hacia Brasil, abandonando la guerra de Europa, en busca de la vida campesina. “Pensó en Brasil para volver a la campesinería, alentada por el ejemplo de otros intelectuales como Bernanos, que huían de ese modo de los centros poblados”71. Gabriela vive en una comunión mística, humana, interpersonal con la Tierra: “Desde entonces la naturaleza me ha acompañado valiéndome por el convivio humano; tanto me da su persona maravillosa que hasta pretendo mantener con ella algo parecido al coloquio” (El oficio lateral. Páginas en prosa). El conjunto de los seres vivos de la Tierra, las aguas, los vientos, las nubes, los árboles, arrobaron a Gabriela como una presencia amante, regalona. Esto se aprecia perfectamente en su obra Ternura: “Oyendo a los mares amantes, mezo a mi niño. […]. Oyendo a los vientos amantes, mezo a mi niño” (Ternura: Meciendo). “Duérmete, mi niño, duérmete sonriendo, que es la Tierra amante quien te va meciendo” (Ternura: Me tuviste). Carta de Gabriela a Alone, en Marta Samatán. Los días y los años de Gabriela Mistral, 1973, 111. 71 Marta Elena Samatán, en Ana Pizarro, Gabriela Mistral: el proyecto de Lucila, Santiago: Lom, 2005, 20. 70

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“¡Beben del Agua dos orillas, bebe la Sed de sorbos grandes, beben ganados y yuntadas, y no se acaba, el Agua Amante!” (Ternura: El agua). “Guiños le hace la alameda con sus dedos amarillos, y tras de ella vienen nubes en piruetas de cabritos… […] Al venir la noche hace guiño socarrón el grillo, y en saliendo las estrellas, me le harán sus santos guiños…” (Ternura: La tierra y la mujer). El jolgorio de los seres vivos de la Tierra altera hasta la supuesta beatitud del nacimiento del hijo de Dios en Belén. Los animales revuelven el establo nocturno con su algazara: “Al llegar la medianoche y al romper en llanto el Niño, las cien bestias despertaron y el establo se hizo vivo. […]. Las paredes del establo se cubrieron sin sentirlo de faisanes y de ocas y de gallos y de mirlos. […].

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Y la Virgen, entre cuernos y resuellos blanquecinos, trastocada iba y venía sin poder tomar al Niño” (Ternura: El establo). Los seres humanos, como el mismo Niño Dios, se revelan en medio de la tierra fecunda como si fuese su lugar natural de origen y de destino: “Me encontré a este niño cuando al campo iba: dormido lo he hallado en unas espigas… O tal vez ha sido cruzando la viña: buscando los pámpanos topé su mejilla… Y por esto temo, al quedar dormida, se evapore como la helada de las viñas…” (Ternura: Hallazgo). Gabriela entiende la cultura como un florecer feliz de la Tierra. Así comprende la cueca como una danza popular que brota del suelo raso, como una vendimia, sin un ápice de baile de salón: “Limos del Valle Central, costras de la pampa o playa nuestras, todo eso ha saltado y ha gemido como un tambor loco de los 57


talones bailadores, toda tierra chilena ha clamoreado de un taconeo febril, que se parece al de los pisadores del lagar […]. La raza sin muerte, caldo de una sangre subtropical, cuerpos que están vivos de mar o de luz de altura, baila su orgullo vital, bate su entraña que no quiere ensordecer, danza de la vieja gesta del amor cerca del mar, que se la enseñó frenética, y de la montaña, que se la contó ritual” (Elogios de la tierra de Chile, 1934). La tierra proporciona el gozo de vivir que no ofrecen las ciudades: “Sólo en el campo chileno yo viví contenta. Que Dios le dé a Ud. la misma dicha”72. “Me alegra sentir el tono feliz de tu carta. Nadie escribe así desde Santiago. Todos están un poco ahogados por el vaho calenturiento de esa ciudad dividida y politiquera”73. En el campo se puede comprobar la delicia del tiempo que circula en la cadena infinita de nacimientos y renacimientos: “¿Cuál es mejor, la alameda del verde primerizo, que ríe como el niño con dientes de leche, o la de su otoño, el otoño de ella, que es un morir llevando la resurrección ya encima, en el cuerpo glorioso?” (Recado sobre la alameda chilena, 1945). El carácter desapacible de las ciudades constituye un tema proverbial en Gabriela. Pareciera que para ella la ciudad representó la posibilidad de la concentración 72 Carta de Gabriela a Carmen Rita Echeverría, ¿1952? Antología mayor. Cartas, 541. 73 Carta de Gabriela a Eulalia Puga, 1947. Antología mayor. Cartas, 428.

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y la aglomeración malsanas, del poder, del abuso, de la dominación: “No saludé las ciudades; no dije elogio a su vuelo de torres, no abrí los brazos en la gran Pirámide ni fundé casa con corro de hijos” (Tala: Gestos. La copa). “[Y] en las ciudades te azoran los rostros y las campanas” (Poema de Chile: A dónde es que tú me llevas). En 1919 le dice a Eduardo Barrios: “Hace nueve meses me ofreció la directora del Liceo 1 la inspección general de su liceo, con la promesa de transformarla en subdirección. No acepté, porque yo no podría vivir en paz en Santiago. Me he criado en el campo, y lo tengo en el corazón. Viviría mal allí o en otra ciudad como esa”74. En 1925 le confiesa a Pedro Aguirre Cerda: “No me interesa el trabajo en las ciudades, sino en el campo de Chile. Y esto, don Pedro, no es nacionalismo, es una especie de amor universal de lo rural, que hay en mí y que es lo único que me siento vivo y en pie…”75. A Doris Dana le dice en 1952: “[Yo] siempre comienzo a morir dentro de las ciudades, a decaer, a 74 Carta de Gabriela a Eduardo Barrios, 1919, Antología mayor. Cartas, 1992, 70. 75 Carta de Gabriela a Pedro Aguirre Cerda, La Serena, 7 de diciembre de 1925. Antología mayor. Cartas, 1992, 136.

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enrabiarme. Ayer fui feliz sólo de ver campo, huertas lindas, preciosas”76. La atracción terrestre es tan considerable que invariablemente se siente ajena a la vida de todas las ciudades de su tiempo, sean La Serena, Santiago o Nueva York. “Detestaba la vida de la ciudad porque sólo se sentía feliz como parte de la naturaleza. Necesitaba paz y quietud, árboles y flores. Durante toda su vida, dondequiera que fuera, vivía en el campo y solía elegir una casa no por los méritos de ésta sino porque le gustaba el jardín: ‘Para vivir dichosamente, yo necesito cielo y árboles, mucho cielo y muchos árboles”77. Su primer distanciamiento es con La Serena, la ciudad fundada por los conquistadores españoles del siglo XVI. “La Serena era el primer centro importante de población que Lucila había conocido. Nunca le había inspirado mayor afecto. Su espíritu campesino la rechazaba, añorando los fundos soleados de Montegrande. Los dos sucesos tan ingratos […], en el liceo de niñas y en la escuela normal, no hicieron más que aumentar la falta de simpatía por la vieja ciudad señorial”. En 1925 le escribe a Carlos Sotomayor: “No, mi amigo, yo no odio La Serena. Tampoco la quiero especialmente: es tierra vanidosa donde estamos mal los que creemos en la igualdad humana, y tierra de falso catolicismo, que suda mala voluntad para el prójimo cuando es diferente. Me quedo con el pobre Valle Carta de Gabriela a Doris Dana, 5 de agosto de 1952, Gabriela Mistral, Niña errante. Cartas a Doris Dana, 2009, 273. 77 Marie-Lise Gazarian. 1992, 26. 76

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de Elqui, donde la tierra está dividida y los apellidos significan poco y se trabaja el terrón del suelo”78. En 1952 le expresó a Juan Uribe Echevarría: “En La Serena se reían de los elquinos, y me molestaban”79. “Aunque alinden La Serena y se la aúpen a Corte con Czar y torres doradas, lo mejor siempre serán sus huertas embalsamadas, […]” (Poema de Chile: Flores). Santiago fue para Gabriela una ciudad particularmente ingrata. “Gabriela Mistral considera a Santiago alevoso y maledicente, una ciénaga, no tanto por los barriales y avenidas de agua que la lluvia forma en muchas calles, sino por la sobreproducción de chismosos que llueven noche y día cuentos malignos sobre el prójimo. Crecen como callampas venenosas en el bosque asfaltado de la capital. Si el pueblo chico es infierno grande, la urbe criolla tendrá que multiplicar los infiernos. En círculos literarios y sociales se da rienda suelta a las lenguas vitriólicas”80. En 1915 dice: “Hay dos únicos puntos que me hacen desear una estadía definitiva en Santiago, la Biblioteca NaMarta Elena Samatán. Los días y los años de Gabriela Mistral, Puebla: Cajica, 1973, 64-65. 79 Juan Uribe Echevarría. Poesía chilena en el golfo de Nápoles. Boletín del Instituto Nacional, 42, mayo 1952, 30. 80 V. Teitelboim, Gabriela Mistral, 1991, 194. 78

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cional, es decir, la facilidad para leer libros que necesito, y los teatros, algunos, es decir, la comunión más continua con otras formas de belleza: la música y el drama. Dos grandes bienes, en verdad; pero vea Ud. el reverso, lo que jamás me daría Santiago. Para vivir dichosamente, yo necesito cielo y árboles, mucho cielo y muchos árboles. ¡Sólo los ricos tienen en ésa [ciudad] estas cosas! Algo más me robaría Santiago: la paz; sería imposible aislarse del todo allí y… cómo envenena la vida la mala gente, léase literatos”81. En 1921 recibe la crítica de ciertos grupos docentes de la capital que le reprochan por ser directora del Liceo de Niñas N° 6 sin tener títulos académicos. Acerca de un posible viaje a Chile le dice a su compadre Radomiro Tomic en 1953: “Si me llaman de Chile, yo me iré pero a Arica, para no tiritar, y también por rehuir esa capital nuestra, politiquera, chismosa y mundana”82. Prefirió vivir en los alrededores rurales de Santiago. “Busca un pedacito de suelo cerca de Santiago. Se ha comprado dos pequeños sitios en La Cisterna y Lo Ovalle. […]. Le gusta San Alfonso. […]. Se escapa cuando puede de la mugre, de la infamia citadina, hacia el paraje cordillerano de San Alfonso, no sólo porque le hace bien sino porque en Santiago siente que se ahoga”83. En carta a Eduardo Frei Montalva en 1943 o 81 Carta de Gabriela a Eugenio Labarca, 1915. Antología mayor. Cartas, 1992, 31. 82 Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, 1953. Vuestra Gabriela 1995, 209. 83 V. Teitelboim, Gabriela Mistral, 1991, 131-132.

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1944 le dice: “[Yo] no tengo nada grato y aquiescente que decir a los santiaguinos. Ir allá a decirles mi verdad 100 % sería sólo hacer un escándalo”84. En el viaje mágico de Poema de Chile no se detendrá en Santiago. Pasará de largo y de noche: “–A unos enseñé a leer otros son mis ahijados y todos por estos pastos vivimos como hermanados, y las santiaguinas sólo me ven escandalizadas y gritan –‘¡Válgame Dios!’ o me echan perros de caza. Pero pasaré de noche para no verlas ni turbarlas. ¡Qué buenos que son los pobres para ofrecer sopa y casa!” (Poema de Chile: Jardines). En Europa tampoco se afincó en las ciudades: “En febrero de 1927 vivió en una pequeña casa de campo de Fontainebleau, porque siempre escapaba de las grandes ciudades”85. Recordó en 1946: “Amo la tierra. Cuando vivía en Avignon, tenía una casita con un pequeño jardín que yo misma cuidaba con mucho gusto”86. Lo que sí le preocupó fue naturalizar las Carta de Gabriela a Eduardo Frei, ¿1943? ¿1944?, Antología mayor. Cartas, 1992, 378. 85 Gazarian, 1992, 39. 86 Cecilia García Huidobro. Moneda dura. Gabriela Mistral por ella misma, 2007, 46. 84

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ciudades, ¡que no crecieran ajenas al sustento telúrico! “Árboles plantados por ella en la Avenida Colón y en la Plaza de Punta Arenas se alzan allí, todavía, altos y fuertes como una marca de su corta pero inolvidable residencia en el lugar”87. Su desafección por Nueva York es permanente. En 1950 le confiesa a Radomiro Tomic: “¿Qué da Nueva York? El espantajo de los rascacielos, la debauche [indecencia] de ciertos sitios, los almacenes y algo a la vez despampanante y banal”88. Le vuelve a decir en 1954: “Los nuestros adoran Nueva York. A mí sólo me da fatiga y una especie de miedo que nunca me dio París ni Berlín: siento mi extranjería en esos lugares; no la siento nunca a orillas del mar”89. A Doris Dana le escribe en 1950: “Espero que no te acabes de deshacer corriendo por las calles tremendas de tu Nueva York, ciudad apocalíptica”90. Para Gabriela la tierra pertenece a todos. Es la herencia común de toda la humanidad. Con el despojo colonial ha sido privatizada, comprada, controlada por la minoría de los ricos. Señala Gabriela en 1933: “Si hay gentes que merecen en Chile un reparto agrario del cual corrija la ignominia de cuatro siglos Gazarian. 1992, 27. Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, septiembre de 1950. Vuestra Gabriela 1995, 102. 89 Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, 1954, Vuestra Gabriela, 1995, 224. 90 Carta de Gabriela a Doris Dana, 1950, Gabriela Mistral, Niña errante. Cartas a Doris Dana, 2009, 210. 87 88

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de despojo del campo al peón, esas son las primeras a las que habría que desagraviar por la vieja ofensa y que recompensar por las largas lealtades. El latifundismo chileno forma parte del bloque de la crueldad conquistadora y colonial […]” (Ruralidad chilena, 1933). Para Gabriela el capitalismo enajena la tierra americana y la víctima es la humanidad de un continente que resulta ultrajado: “Pero sucede que entre los intereses de los capitalistas criollos y los intereses de los capitalistas extraños, desarrolla su vida entera la masa de un pueblo que no verifica esos arreglos y que sólo los padece, masa que constituye el cuerpo del país, es decir, la carne de la patria, y que, no habiendo comprado ni vendido, debe sufrir las consecuencias enteras de la terrible operación. En cierta manera yo hablo por esa masa a la que pertenezco en cuanto persona sin tierra pero que toma parte de una tierra, en nombre de esa masa a la cual le ocurre la desgracia de que despierta un día sabiendo que su provincia dejó de ser cubana, chilena o venezolana, sin que ella supiese el cómo ni el cuándo de su desgracia” (Conversando sobre la tierra. Repertorio Americano, 19 de septiembre de 1931). “La tierra es el sostén de todas las cosas y no hemos creado todavía otra mesa que soporte nuestros bienes. Las cosas visibles y las invisibles descansan sobre ella, desde la más pesada, como el metal vulgar que es el hierro, hasta la fina como la canción regional […]. Los hombres tenemos que decir al revés de San Juan el Evangelista: ‘En el comienzo era la tierra’ y no ‘En el comienzo era el Verbo’ […]. Mientras la tierra es 65


nuestra, existen todas las posibilidades, porque la creación tiene donde asentar los pies” (Conversando sobre la tierra). El orden capitalista sobre la tierra conlleva la implantación de la irracionalidad, la locura y la muerte, como lo testimonia la moderna industria forestal de pinos: “El extraño, ya lo sé, no va a aniquilar el cultivo sino a cambiarlo solamente y tal vez con más ganancia para la comunidad. Digamos que va a crear otro orden. Yo he visto hacer estas rectificaciones con la vegetación de pino y la encina en la tierra de Francia y he asistido al enloquecimiento que la pura hazaña material traía a la vida moral. Y es el que el buen orden del extraño puede ser el desorden y la muerte nuestra, y es que es la cosa más natural del mundo que al extraño le importe menos que al semejante el que nos enloquezcamos. […]. La que escribe estas líneas necesita ser campesina de origen, campesina de costumbres y campesina voluntaria o deliberada, para que el problema golpee el corazón después de quemarle los ojos con los que ha mirado la venta paulatina de la América nuestra” (Conversando sobre la tierra). Gabriela afirma que la tierra tiene una histórica identidad femenina: “Cuando los pueblos primitivos asignaban al hombre el fuego y el aire como elementos suyos y señalaban a la mujer la tierra como su lote, tenían razón redonda, y acertaban en pleno, y más acertaron dando a la costra cultivada nombres femeninos, como Ceres o Pomona o Diosa del Maíz” (Conver66


sando sobre la tierra). Una identidad, por ello, ciertamente pagana. Como apunta Roque Esteban Scarpa, el elogio mistraliano de la tierra bien puede terminar “con un juicio sobre el ‘hombre bautizado’ y el mal que puede hacer con su olvido”91. Gabriela busca imaginar la tierra como el sueño de una herencia compartida, especialmente para los pobres: “Este verde campo es tuyo. ¿De quién más podría ser? Las oleadas de la alfalfa para ti se han de mecer. Este valle es todo tuyo. ¿De quién más podría ser? Para que los disfrutemos los pomares se hacen miel. […]. El cordero está espesando el vellón que he de tejer, y son tuyas las majadas. ¿De quién más podrían ser? Y la leche del establo que en la ubre ha de correr y el manojo de las mieses ¿de quién más podrían ser?” (Ternura: Canción amarga). Roque Esteban Scarpa. La paganía congenital de Gabriela, prólogo a Elogio a las cosas de la tierra, Santiago: Andrés Bello, 1979, 18. 91

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En Poema de Chile una sobrecogedora expresión de alegría es el reparto de tierras entre los campesinos: “Yo te escribo estas estrofas llevada por su alegría. Mientras te hablo mira, mira, reparten tierras y huertas. ¡Oye los gritos, los ‘vivas’ el alboroto, la fiesta! ¿Te das cuenta? ¡Entiende, mira! Es que reparten la tierra a los Juanes, a los Pedros. ¡Ve correr a las mujeres! (Poema de Chile: Reparto de Tierra). Cuando Gabriela visita Chile en 1954 ocurre una situación insospechada. Junto al presidente Carlos Ibáñez, le agradece la realización de la reforma agraria, cosa impensada por el exdictador. Expresa Gabriela: “Yo estoy agradecida, yo represento a todos los que están agradecidos de que se haya finalmente implantado en Chile la reforma agraria, de que finalmente la tierra sea para quien la trabaje, de que de una vez por todas en Chile el pueblo anónimo pueda tener una tierra de la cual sacar palabras”92. El escritor Mario Ferrero recuerda la ocasión: “[Gabriela] es alta, muy delgada, Armando Uribe Arce. Recuerdo de Gabriela Mistral, Araucaria de Chile, Madrid, 32, 1985, 115-116, Volodia Teitelboim. Gabriela Mistral, 1991, 288.

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con cierta fina majestad en la sonrisa y en el gesto de las manos. […]. No lleva joyas y toda su elegancia reside en la cabeza despejada: una hermosa melena gris plateada peinada hacia atrás, que espejea el sol reverberante. […]. De pronto titubea y deja al público perplejo: pregunta por la condición habitacional de los mineros y agradece al presidente Ibáñez la realización de la Reforma Agraria. El general [Ibáñez] baja la cabeza y se hunde hasta el cuello en su negligencia administrativa. ¿Olvido de la Mistral o una nueva expresión de su socarronería campesina?”93. “Gabriela divaga y cuando divaga es, una vez más, la dulce bruja de Elqui: tierna, equívoca, apasionada, misteriosa”94. “Yo soy una persona que no baila nunca. No bailé de chica ni de grande tampoco. Un día hallé en los diarios de Chile lo de la reforma agraria y entonces bailé por todo lo que me había privado. No sabéis cuán importante es para mí esta reforma. El concepto que tengo del campesino es que debe tener tierra. Debe saber que trabaja para algo suyo. En Elqui todo era ajeno. Siempre me ha dado mucha rabia el latifundio”95. El amor por la tierra se traduce y prolonga en el amor incondicional por los campesinos, los hijos más próximos de la Tierra. Gabriela se perturba cuando los intelectuales chilenos, con sus prejuicios urbanos, no Mario Ferrero. “Tres instancias de Gabriela Mistral”, Memorias de medio siglo, Santiago: Pluma y Pincel, 1994, 41-46. 94 Fernando Alegría. Genio y figura de Gabriela Mistral, 1966, 113. 95 Ercilla, 14 de septiembre de 1954, Marta Elena Samatán, Los días y los años de Gabriela Mistral, Puebla: Cajica, 1973, 192-193. 93

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aprecian el valor cultural de los campesinos: “Donde mi entendimiento se subleva leyéndolo, Benjamín Subercaseaux, es en el juicio moral del campesinado. Aquella masa que usted sólo ve lenta, perezosa y de una blandura hipócrita, constituye para mí la raza chilena efectiva, la mayor y la mejor de nuestras clases sociales. […]. Tengo todo mi amor, y también mi pasión, puestos en el campesinado de Chile, al que me siento ligada como la miga y la miga dentro del pan, o más bien, como la pulpa a la piel en su fruto. […]. En el campesinado chileno que usted no se puso a convivir y se ha contentado con mirar, distinguí siempre cualidades esenciales, como las siguientes: unas partículas de señorío conservadas aun en la miseria más rasa; una generosidad que no se entiende cómo puede perdurar en medio de la hambruna; una ternura que es el rebose del amor al prójimo y, en general, un sentido cristiano de la vida, idéntico al que subsiste en toda la América indoespañola y que forma la honra efectiva de nuestros pueblos” (Contadores de patria: Chile o una loca geografía, 1941). La gente campesina se resguarda hasta de la envidia. “Tengo la honra de no haber conocido la envidia, y no por virtud buscada y jadeada, sino por natural, por la índole campesina que ha durado en mí. El rural goza con lo hermoso y no se le ocurre envidiarlo”96. Carta de Gabriela a Winett y Pablo de Rokha, 20 de febrero de 1943, Gustavo Barrera et al, editores, Epistolario americano, 2012, 54. 96

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Gabriela resalta su vínculo con el campo desde su infancia hasta su madurez: “Yo soy una vieja agrarista porque fui niña del campo y vi el egoísmo y la estupidez de dos aldeas: ni un solo campesino con tierra… Tres haciendas dueñas del suelo y hasta … del mujerío que los patrones se adjudicaban. […]. La suerte del aldeano y la de las mujeres rurales no sólo me toca, me sacude”97. Su bella amistad con Pedro Aguirre Cerda se entiende porque a ambos los unió cierto sentido de la tierra. Inspirado por Gabriela, Aguirre Cerda escribió su libro El problema agrario (París, 1929): “Al hablar en Chile sobre la forma de levantarnos espiritual y económicamente, estuvimos conformes en que había que empezar la tarea por la clase agrícola, que tan abnegadamente desempeña la función matriz en el desenvolvimiento colectivo”98. Por ese amor a la tierra Gabriela dice que Aguirre Cerda es “mi único amigo profesor, entre el gremio enemigo mío por excelencia”99. Gabriela celebra que sus amigas se identifiquen con la Tierra: “Tú decidiste ser ‘la terrestre’, y te sirve la Tierra de la mano a la mano, con espiga y horno, cepa y lagar” (Tala: Recado a Victoria Ocampo, en la Argentina). Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, 1953. Vuestra Gabriela 1995, 208. 98 V. Teiltelboim. Gabriela Mistral. 1991, 54, 57. 99 Carta de Gabriela a Pedro Aguirre Cerda, 1 de enero de 1923. Antología mayor. Cartas, 1992, 101. 97

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Esta alusión a su amiga Victoria Ocampo es especialmente llamativa y hermosa. En el primer encuentro entre ambas, “Gabriela le había reprochado que hubiera nacido en Buenos Aires, la menos latinoamericana de las ciudades del continente, que fuera ‘afrancesada’ y que no hubiera tratado a la gran Alfonsina Storni”100. A Octavio Paz, célebre escritor mexicano, le recomienda estar más identificado con la Tierra: “Poco tiempo después de recibir el Premio Nobel [Octavio Paz] la conoció en París. Leyó ella sus versos y lo puso en guardia contra rasgos cosmopolitas. Le recomendó ser ‘telúrico’. […]. [Octavio] Paz descubre en su poesía la ley de la gravedad. Tal vez se deba a que es una heredera de la Biblia, no en el sentido religioso sino terrestre”101. Todos están llamados a ser telúricos. A Eduardo Frei le dice en 1942: “La tierra podría curar al chileno […], curarlo de la fiebre pútrida de la politiquería, de la siesta mujeril sobre el presupuesto, de la roña de nuestras ciudades, de su materialismo arrastrado”102. ¿Cómo imaginarse incluso a Dios sino en el sabor de los huertos de la Tierra? “¡Tú eres el vaso donde se esponjan de dulzura los nectarios de todos los huertos de la Tierra!” (Desolación: Interrogaciones). Marie-Lise Gazarian. Antología mayor. Vida y obra, 1992, 53. Volodia Teitelboim. Gabriela Mistral, 1991, 280. 102 Carta de Gabriela a Eduardo Frei, ¿5 de julio de 1942? Eduardo Frei. Memorias y correspondencias, 1989, 146-147. 100

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La expresión trascendental de la omnipresencia de la Tierra en Gabriela se percibe muy bien en Tala de 1938. “Tala es en gran parte un himno de alabanza a la naturaleza, a sus elementos, que Gabriela toca con amor maternal y franciscano: el pan, la sal, el agua, el fuego, el aire. Su amor por la naturaleza, por la tierra, es tan hondo que parece acariciar cada flor y cada piedra que ve”103. La propia Gabriela sintió una predilección por este libro. Así le dice a Sibila Arredondo: –“Créame, Sibila, que Tala es mi verdadera obra. Mucho más interesante que Desolación, aunque a usted le parezca extraño. Más tarde la leerá y se acordará de mí. Es la raíz de lo indoamericano”104. La misma expresión de plenitud de la Tierra alcanza en su extenso Poema de Chile, que dejó inédito. ¡Cuánto tiempo estuvo componiendo este libro! Su amiga y secretaria Palma Guillén lo confirma: “Para escribirlo, la poetisa se documentó, buscó datos reales y verdaderos sobre muchas cosas: los pájaros de su país, las costumbres de los animales, los nombres de los peces, hasta el sabor de los metales. Estuvo escribiendo a muchos amigos, durante meses, recabando los datos que no hallaba en los libros”105.

Marie-Lise Gazarian. Gabriela Mistral, Antología mayor. Vida y obra, 1992, 64. 104 Fernando Alegría. Genio y figura de Gabriela Mistral, 1966, 88. 105 Jaime Quezada. Prólogo. Gabriela Mistral, Poema de Chile, Santiago: Seix Barral, 1985. 103

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Ahí todo Chile vibra como una tierra exultante: “Arden eras chillanejas. Todo Chillán es fermento. Toda su tierra parece ofrenda, fervor, sustento, y salta una llamarada que nos da a mitad del pecho” (Poema de Chile: Chillán). La Tierra es el origen de la vida, y desde esa fecundidad está llena de buen humor, de risa. El maizal es risa: “El maizal canta en el viento verde, verde de esperanza. Ha crecido en treinta días su rumor es alabanza. Llega, llega al horizonte, sobre la mesa afable, y en el viento ríe entero con su risa innumerable. […]. Las mazorcas del maíz a niñitas se parecen: diez semanas en los tallos bien prendidas que se mecen. […].

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Y debajo de la vaina, como niños escondidos, con sus dos mil dientes de oro ríen, ríen sin sentido…” (Lagar: Canción del maizal). El mar es risa: “Y cuando de soledades o de Pasión enloquezco, él ríe de risa loca salpicando mis cabellos […]” (Poema de Chile: El mar). La alameda es risa: “Las alamedas nos siguen y nos llevan sin saberlo por su abierta vaina verde que canta de su aleteo y ríe y ríe feliz con risa que es regodeo, con sus troncos extasiados y sus brazos en voleo…” (Poema de Chile: Alamedas). Mistral, el apellido de su seudónimo, está asociado a la identidad de la Tierra. “Virgilio Figueroa, que escribió la primera biografía de la poetisa, dice de ella: Gabriela representa la presencia del espíritu; Mistral, la brisa de la tierra. Se cree en general que ‘Gabriela’ significaba para ella como acaba de decirse, la presen75


cia del espíritu; ‘Mistral’, el amor que profesaba a la naturaleza en la evocación del viento del Mediterráneo, vivo y poderoso […]”106. ¿Por qué esta intimidad sobrecogedora de Gabriela con la Tierra? Por su apreciación de la tierra como principio elemental y palpable de la vida. Como mujer campesina ella supo intuirlo de un modo entrañable e inconfundible. ¡Qué distinto de la lógica extractivista del Chile de las élites de su tiempo, capaz de abandonar la relación armoniosa con la naturaleza, para entregarla sin cariño ni respeto alguno a la voracidad del extranjero! En 1909 se denunciaba: “Todo se nos va. Para el norte, entregamos el salitre de las pampas que hemos regado con nuestra sangre; al sur regalamos los tupidos follajes de nuestras selvas vírgenes; al oriente cedemos las entrañas de nuestra nevada cordillera, y al poniente abandonamos las olas bulliciosas que bañan nuestras playas y que sólo surcan barcos extranjeros”107. Para los intelectuales y empresarios admiradores excéntricos de la modernidad la explotación de la naturaleza no era sino un destino fatal. La fecundidad de la Tierra Madre mapuche debía someterse a prácticas abortivas. Así se justificó la roza a fuego de sus bosques: “[En] Arauco y Malleco acaso no queda ni la tercera parte de la selva primitiva. En Cautín y Valdivia tal vez se ha destruido casi la mitad. ¡Como la raza araucana, de la cual Marie-Lise Gazarian. La maestra de Elqui, 21. Tancredo Pinochet. La conquista de Chile en el siglo XX, Santiago: La Ilustración, 1909, 140. 106 107

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apenas quedan cien mil vástagos! Es la obra inexorable de la civilización, que avanza sin piedad destruyendo todo aquello que le cierra el paso. […]. La roza a fuego es el revulsivo para curar a la madre tierra de su mal de fecundidad”108. Gabriela enseña que la principal experiencia colectiva, política, del siglo XX es el acceso común, comunitario a la Tierra. Esa es la tarea del siglo. La Independencia decimonónica resulta menos significativa. “Nuestros países ideólogos viven de ilusiones infantiles o de especulación pedante; parecemos niños en la mitad de nuestros actos y gente senil en la otra mitad. Mucha consideración rodea entre nosotros un acta de independencia que en verdad independizó a un décimo de la población […]” (Conversando sobre la tierra. Repertorio americano, 19 de septiembre de 1931). Contra las presumidas aspiraciones letradas, de espaldas a la tierra, comentó Gabriela en 1925: “Toda cultura empieza por la tierra; entre nosotros, la cultura ha querido empezar por el bachillerato”109. Su distancia con los instrumentos propios de la cultura letrada se expresó hasta en su desazón con las máquinas de escribir: “¿Qué extraño, pues, que le escriba con un temblor incontenible en las manos, y para espantar un poco esta ternura angustiosa busque esta cosa helada y antipática que es una máquina de escribir y le envíe Agustín Edwards. Mi tierra, Valparaíso: Universo, 1928, 146148. 109 Gabriela Mistral. Escritos políticos, Santiago, 1994, 55. 108

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en filas correctas lo que habría ido en tipo irregular y sacudido?”110. Es muy factible que, desde su intimidad con la Tierra, y su aprendizaje junto a ella, Gabriela se haya distanciado de la escuela de su época, que apartaba de la vida y de la naturaleza. La escuela estableció un abismo libresco y racionalista ante la vida. Fomentó un afán abstracto y arribista, incapaz de formar palpablemente a la humanidad en medio de la Tierra. En la década de 1920 Gabriela no se priva de criticar a la escuela, a los pedagogos, a la pedagogía. Comenta en 1922: “Siempre he creído que la raíz de la educación moral es la sensibilidad, […]. Un pueblo sensible es más humano; sus luchas sociales son más suaves y de índole más elevada; […]. El pueblo debe buscar fuera de la escuela lo que la escuela ha descuidado en Chile: la formación de esa sensibilidad, […] hasta hoy se ha cuidado sólo de la cultura intelectual, con desmedro enorme del alma y del cuerpo”111. A Pedro Aguirre Cerda le dirá en 1926 y 1927: “Vi una mafia pedagógica de gente inepta, sin una luz de creación, queriendo dominarlo todo”112. “Qué malas, qué impotentes y qué vanidosas son nuestras escuelas secundarias y normales […]. La mediocridad más completa y la superficialidad más perfecta en los estudios caracterizan Carta de Gabriela a Amado Nervo, reproducida en carta a Eugenio Labarca. Antología mayor. Cartas, 1992, 25. 111 Gabriela Mistral. Opinión sobre el Ateneo obrero, El Mercurio, 23 de abril de 1922. 112 Carta de Gabriela a Pedro Aguirre Cerda, 28 de diciembre de 1926. Antología mayor. Cartas, 145. 110

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a las universitarias y a las maestras nuestras”113. En un artículo de 1928 critica a la Escuela Normal: “La República ha creado una burocracia vil de maestros normales que detesta la escuela rural y se acomoda en las urbanas creando casta” (Gabriela Mistral, Pasión agraria, 1928). Insiste en 1933: “[Me] gustaría ver si aquí se lleva a cabo alguna reforma, si se trata de remediar el enorme perjuicio que acarrea el llevar a los pueblos a señoritos de las [Escuelas] Normales que tienen una formación más apropiada para quedarse en la ciudad que para ir a sitios donde tal vez tengan que conformarse con ir a casa de un vecino, con un cacharro en la mano, a buscar un poco de leche”114. En 1935 opinó: “Temo a la pedagogía, a la larga, porque dogmatiza y cesariza”115. En 1938 señaló convencida: “De la educación siempre creí que hasta la buena era pésima”116. Por supuesto, no tuvo ninguna consideración por el título de pedagoga: “Ni título de maestra tuve durante años, y así me negaron la sal aquellos colegas que solo consideran válida a la criatura que ostenta cartón –el odioso diploma, que a veces se me ocurre gemelo a la marca quemada sobre una grupa”117. Carta de Gabriela a Pedro Aguirre Cerda, París, 12 de octubre de 1927. Antología mayor. Cartas, 158. 114 Entrevista a Gabriela en Diario El Sol. Madrid, 1933: Cecilia García Huidobro. Moneda dura, 77. 115 Entrevista en Diario El Sur de Concepción, 1935: Moneda dura, 80. 116 Carta de Gabriela a Victoria Ocampo, mayo de 1938, Gabriela Mistral, Victoria Ocampo, 2007, 82. 117 Carta de Gabriela a Pedro Prado, Arles, 1939: En batalla de sencillez, 1993, 155. 113

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Después de obtenido el Premio Nobel de Literatura su cuestionamiento de la escuela y de la pedagogía en Chile fue aún más categórico. En 1947: “El progreso de Chile yo no lo veo en las almas; estará en la industria y la agricultura; en la educación no está, tampoco en la religión que profesamos”118. En 1952: “No creo en los métodos escolares de Chile respecto de la formación de la mente en el estudiante. Ellos son enteramente superficiales; las materias que dan –y en abundancia– corren como el agua por los tejados. Toda transformación verdadera que he conocido en las gentes era en el fondo un autodidactismo”119. Haciendo un recuerdo de su infancia, en 1953: “Doña Adelaida Olivares me expulsó de la escuela, estampando en el libro de alumnas la única anotación que existe sobre mi vida escolar: ‘débil mental’. Debe ser por estos recuerdos que no tengo respeto alguno por la Pedagogía”120. Y en 1954: “[Dentro] de mí se había engendrado un horror insuperable hacia los colegios. Nunca más asistí a uno de ellos”121. Gabriela fue experimentando un desasimiento de la cultura como saber en la década de 1950: “No creo ya en la cultura. Hace a los hombres más engreídos, 118 Carta de Gabriela a Isolina Barraza, 24 de enero de 1947, 4647. 119 Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, 30 de junio de 1952. Vuestra Gabriela, 1995, 184. 120 Santiago del Campo, Conversaciones con Gabriela Mistral, 1953. Cecilia García Huidobro, Moneda dura, 259-260. 121 Jorge Inostroza, Entrevista a Gabriela Mistral, 1943. Cecilia García Huidobro, Moneda dura, 70-71.

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los hunde en la xenofobia. […]. [Lo] que puede salvar al mundo es el plano espiritual. Porque no es sabiendo más como el hombre asciende, sino sintiendo –como dice Merton– que la vida de cada uno es parte de un misterio que todavía no comprendemos”122. Para Gabriela la cultura debía desembocar finalmente en la tierra. Ella misma se imaginó con su cuerpo disuelto ser una tierra amante acogedora de los niños, con sus juegos y sus cantos: “Después de muchos años, cuando yo sea un montoncito de polvo callado, jugad conmigo, con la tierra de mi corazón y de mis huesos. Si me recoge un albañil me pondrá en un ladrillo, y quedaré para siempre clavada en un muro, y yo odio los nichos quietos. Si me hacen ladrillo de cárcel, enrojeceré de vergüenza oyendo sollozar a un hombre, y si soy ladrillo de una escuela, padeceré también de no poder cantar con vosotros a los amaneceres. Mejor quiero ser el polvo con que jugáis en los caminos del campo. Oprimidme: he sido vuestra; deshacedme, porque os hice; […]. O simplemente cantad y corred sobre mí, para besaros las plantas amadas” (Desolación: A los niños). Gabriela imaginó integrarse al compás de la Tierra, un país suave, blando de aguas: “Quiero volver a tierras niñas; llévenme a un blando país de aguas. 122 Entrevista a Gabriela en 1953, Cecilia García Huidobro, Moneda dura, 82.

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En grandes pastos envejezca y haga el río fábula y fábula. Tenga una fuente por mi madre y en la siesta salga a buscarla, y en jarras baje de una peña un agua dulce, aguda y áspera” (Tala: Agua). Su cálida identificación con la luminosidad de la Tierra se reconoce en el bello himno Sol del Trópico de Tala. En esta composición Gabriela se descubre ante el ardor solar como tierra desnuda y feliz: “Desnuda mírame y reconóceme, si no me viste en cuarenta años, con Pirámide de tu nombre, con pitahayas y con mangos, con flamencos de la aurora y los lagartos tornasolados. ¡Como el maguey, como la yuca, como el cántaro del peruano, como la jícara del Uruapán, como la quena de mil años, a ti me vuelvo, a ti me entrego, en ti me abro, en ti me baño! Tómame como los tomaste, el poro al poro, el gajo al gajo, y ponme entre ellos a vivir, pasmada dentro de tu pasmo. […].

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Hazme las sangres y las leches, y los tuétanos, y los llantos. Mis sudores y mis heridas sécame en lomos y en costados. Y otra vez íntegra incorpórame a los coros que te danzaron: los coros mágicos, mecidos sobre Palenque y Tihuanaco” (Tala: Sol del Trópico)123.

123 En 1949 Gabriela relata una experiencia reveladora a Doris Dana: “Hace una hora salí, con mantilla negra en la cabeza, rumbo a la Iglesia. Apenas pude quedar adentro siete minutos. El aura era pesada y fatal. Salí y me puse a trotar por las calles (¡Asústate!). Porque sopla un aire fresco de sierra y me acordé del Valle de Elqui. […]. Volví [al hotel] y la camisa de dormir me dio calor: es franela. Entonces –cosa nunca hecha– me la saqué. Te escribo, pues, en Madre Eva. No abriré la puerta ni al Rey David –que es el único Rey– que reconozco”. Carta de Gabriela a Doris Dana, 10 de abril de 1949, Gabriela Mistral. Niña errante. Cartas a Doris Dana, 2009, 48-49.

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EL ALUMBRAMIENTO MESTIZO

“Al que te ha cantado digo bendición: ¡por Netzahualcoyotl y por Salomón!”. Desolación: Envío.

“Heredero de adoraciones, que al hombre queman y al copal, y figura de Jesucristo cuando repartas Pez y Pan”. Ternura: Semilla.

“En el valle de mis infancias en los Anáhuac y en las Provenzas […]”. Lagar: Oficios. Herramientas.

“Yo soy india rencorosa y vasca testaruda, las dos cosas, ¡Dios mío!, juntas”.

Gabriela Mistral a Victoria Ocampo, 31 de agosto de 1937, Mistral, Ocampo, 2007: 66.

“Suelen las naciones por mantener la pureza de la raza hacer la decadencia de ella misma. La naturaleza en este como en todo, única maestra, nos demuestra que mezclarse no es 85


perderse, que es sólo transformarse en un sentido de belleza y de valores”. Gabriela Mistral, El patriotismo de nuestra hora, 1919. Roque Esteban Scarpa, La desterrada en su patria, Santiago: Nascimento, 1977, I, 161.

Gabriela Mistral es parte de la fabulosa condición mestiza de América Latina, esa mutación cultural que inauguró la irrupción de nuevos sujetos históricos y un nuevo discurso geo-histórico, muchas veces difícil de comprender124. El mestizaje implicó el encuentro de culturas diversas en un laberinto tantas veces inexplicable. En palabras de Gabriela: “[Soy] de los que llevan entrañas, rostro y expresión conturbados e irregulares, a causa del injerto. […]. [Nacimos] monstruosamente, […] dando, desde el indio al europeo, el salto que descalabra y rompe los huesos” (Colofón con cara de excusa: Ternura). Desde ahí vio la historia de América. En 1931 se queja de la celebración del centenario de la muerte de Simón Bolívar en Estados Unidos: “Pasa que Bolívar, en los actos españoles del centenario en Nueva York, resultó ser un vasco puro, sin ninguna característica de mestizo, propiedad de España […]”125. En 1952 dice de Santa Rosa de Lima: 124 Magnus Mörner. La mezcla de razas en la historia de América Latina, Buenos Aires: Paidós, 1969; Consuelo Navarro. El mestizaje en la literatura latinoamericana del siglo XX, Madrid: Pliegos, 2003. 125 Carta de Gabriela a Alfonso Reyes, 7 de abril de 1931, Luis Vargas, Tan de usted. Epistolario de Gabriela Mistral con Alfonso Reyes, 1990, 79.

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“Santa Rosa era una española del Perú, super blanca, sin gota de mestizaje”126. Los ancestros maternos de Gabriela son del Mediterráneo. Peta Alcayaga es rubia y tiene los ojos verdes. “Era una criatura donosa, llena de simpatía, de españolidad y de gracia. Su cristianismo era de los felices, de los sin sangre, y una fiesta su manera de creer”127. Su ascendencia paterna es de la América indígena, Jerónimo Godoy Villanueva, alto y moreno. Gabriela decía: “Soy india por mi padre”. Ella es hija de esta unión, reunión de culturas, de miradas, de expresiones desiguales. Incluso en términos etarios. En 1887, cuando se unen en matrimonio, Petita tiene cuarenta y dos años, y Jerónimo sólo veintiocho. Se van a vivir al pueblo de La Unión, hoy Pisco Elqui, donde Gabriela fue concebida. Gabriela siente vivo y propio el mundo indígena: “Allá en Monte Grande, aldea del valle de Elqui, vivió un hombre al que Gabriela Mistral llamaba ‘mi abuelo indio’. Quería llamarle así. En realidad, era mestizo. Ella aseguraba que tal antepasado tenía la mancha mongoloide, que es entre azulenca y violácea, según la oscuridad de la piel, y llevan en alguna parte del cuerpo, las personas de sangre india o mestiza. Gabriela experimentaba cierto placer al hablar de tal marca, de

126 Carta de Gabriela a Carmela Echenique, Nápoles, 1952, Gabriela Mistral, Vuestra Gabriela, 1995, 114. 127 Recados contando a Chile. Cuando murió su madre, F. Alegría, Genio y figura de Gabriela Mistral, 1966, 179.

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tal prueba de autoctonía”128. “–Ciro: yo soy india –tratando, por afecto y tendencia, de identificarse del todo con la raza nativa. Y agrega sonriendo con una sonrisa que a veces es flor de piadosa ironía: –Pero a mucha gente no le gusta que lo diga…”129. En Veracruz, Gabriela le expresa al embajador chileno en México: “Me han contado esta cosa cómica: el señor Latcham habría dicho en una conferencia de prensa que yo ‘me he inventado la sangre india’. El chileno tonto recorre estos países indios o mestizos declarando su blanquismo. Yo sé algo, espero, de mí misma. Por ejemplo, que mi padre mestizo tenía en su cuerpo la mancha mongólica, cosa que me contó mi madre; segundo, que mi abuelo Godoy era indio puro. Es frescura corregir la plana a los dueños de sí mismos”130. En otra carta de 1943 señala: “Aunque Latcham lo desmiente, yo sé que bajo mi pulso pasan latidos de indio”131.

128 Ciro Alegría. Gabriela Mistral íntima, Bogotá: La Oveja Negra, 1980, 42. 129 Ciro Alegría. Gabriela Mistral íntima, 1980, 69. 130 Enrique Gajardo. La Gabriela que yo conocí, El Mercurio, Santiago, 18 de junio de 1989, V. Teitelboim, Gabriela Mistral, 1991, 242. 131 Carta de Gabriela a Carmen Carrasco, noviembre de 1943, Antología mayor. Cartas, 1992, 375.

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“Donde fue Tihuantisuyo, nacían los indios. Llegábamos a la puna con danzas, con himnos. Silbaban quenas, ardían dos mil fuegos vivos. Cantaban Coyas de oro y Amautas benditos” (Ternura: Canción quechua). Especialmente íntima y significativa se le reveló a Gabriela la ascendencia indígena en México. Allí manifiesta su cercanía y su ternura con el pueblo maya: “Yo juego con sus cabellos y los abro y los repaso, y en sus cabellos recobro a los mayas dispersados. Hace doce años dejé a mi niño mexicano; pero despierta o dormida yo lo peino con mis manos…” (Ternura: Niño mexicano). “En el campo de Mitla, un día de cigarras, de sol, de marcha, me doblé a un pozo y vino un indio a sostenerme sobre el agua, y mi cabeza, como un fruto, 89


estaba dentro de sus palmas. Bebía yo lo que bebía, que era su cara con mi cara, y en un relámpago yo supe carne de Mitla ser mi casta” (Tala: Beber). En los años treinta comienza un reconocimiento maravillado de la cultura indígena de América. “Del indio comenzamos apenas a hablar los indo-españoles, y del indio deberemos ocuparnos muchas veces porque, siendo nosotros operación de mezcla, mestizaje en bloque, el alegato de la sangre que se nos reputa como nociva resulta indispensable”132. “Somos una curiosa raza que se ignora en la mitad de sus orígenes si no en más, al ignorarse en su parte indígena… Excepción hecha de nuestro conocimiento de la raza conquistadora, difundido por España, desconocemos terriblemente nada menos que el tronco de nuestro injerto, al saberlo tan poco del indígena fundamental, del que pesa en dos tercios en la masa de nuestra sangre”133. “En mis conferencias he hablado con verdadero encendimiento de los indios. Me he sentido inspirada, iluminada. Tengo por ellos un cariño de sangre. Recuerdo algunos de los rasgos faciales de mi padre, rasgos que me obligan a pensar

132 Gabriela Mistral. Información de la América española en Estados Unidos, El Mercurio, 30 de noviembre de 1930. 133 Gabriela Mistral. En Patria, El Salvador, 29 de septiembre de 1931.

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en la posibilidad de una línea ancestral de contacto con el tronco indígena”134. A Miguel de Unamuno le escribe por entonces: “Perdone usted a esta india que tiene el hábito andino de mascar lento las hierbas medicinales”135. Con los años Gabriela se fue acercando más y más a la raíz indígena: “Yo soy por dentro más una india que una mestiza; yo soy, envejeciendo, una asiática”136. ¡Qué alumbramiento cuando el mestizo encuentra en sí mismo el espíritu indígena! En 1936 Gabriela caracterizó la fuerza cultural del mestizaje a propósito de la vida y la obra de Pablo Neruda: “Las facultades opuestas y los rumbos contrastados de la criatura americana se explican siempre por el mestizaje: aquí anda como en cualquier cosa un hecho de sangre. Neruda se estima blanco puro, al igual del mestizo común que, por su cultura europea, olvida fabulosamente su doble manadero. Los amigos españoles de Neruda sonríen cariñosamente a su convicción ingenua. Aunque su cuerpo no dijese lo suficiente el mestizaje, en ojo y mirada, en la languidez de la manera y especialmente del habla, la poesía suya llena de dejos orientales confesaría el conflicto, esta vez bienaventurado, de las sangres. […]. La arcilla Diario del Pueblo, El Salvador, 1931, Cecilia García Huidobro, Moneda dura, 2007, 72. 135 Carta a Miguel de Unamuno, Luis Vargas Saavedra, Castilla, tajeada de sed como mi lengua, Santiago: Universidad Católica de Chile, 2002, 103. 136 Carta a Doris Dana, abril de 1949, Niña errante. Cartas a Doris Dana, Santiago: Lumen, 2009, 81. 134

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indígena de Neruda se puso a hervir el primer contacto con el Asia. ‘Residencia en la tierra’ cuenta tácitamente este profundo encuentro. Y revela también el secreto de que, cuando el mestizo abre sin miedo su presa de agua se produce un torrente de originalidad liberada. Nuestra imaginación americana es dolorosa; nuestra devolución a nosotros mismos es operación feliz” (Recado sobre Pablo Neruda, 1936). En su conferencia sobre el folklore de Chile en 1938 Gabriela expresó: “Si el que está leyendo le dice al indio que lleva adentro: no, se entontece, se embrutece; pero en cuanto comienza a decir: sí, a aceptar que él anda por su sangre, entonces lo empieza a ver, y desde que lo empieza a ver toda la fábula a él se le vivifica, toda la historia de la América entra a chorros en su cuerpo y la América comienza a existir en él” (Algunos elementos del folklore chileno, 1938). En su vida cotidiana Gabriela hace suyo el mundo indígena. Las curas o sanaciones milagrosas las atribuye no a la medicina científica moderna sino a ‘meicas’ y hechiceros indios. “Un día visita en Florencia a su amigo Giovanni Papini, llevándole la droga mágica que le devolverá la vista. Le habla de la ciencia precolombina, de la sabiduría de la medicina azteca”137. Para Gabriela el mundo indígena, tachado de ignorante o inconsciente por la historiografía positivista, es un mundo divino, sí, divino, que se prolonga en un mestizaje prodigioso. En 1924 se refiere al ‘período 137

V. Teiltelboim. Gabriela Mistral, 1991, 297.

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indio’ de Chile: “En el período indio, no alcanza el rango de reino; vagan por sus sierras tribus salvajes, ciegas de su destino, que así, en la ceguera divina de lo inconsciente, hacen los cimientos de un pueblo que había de nacer extraña, estupendamente vigoroso”138. Gabriela también reconoce en sí misma un ascendiente judío indudable, sea por sus características étnicas, sea por la influencia del pensamiento bíblico, especialmente del Antiguo Testamento. En carta a Zenobia Camprubí, esposa de Juan Ramón Jiménez, dice: “[Mi] abuela Villanueva sí era una hebrea nata. Mi abuela materna era una Rojas. Este apellido lo da un libro español por hebreo también. No me gusta negar a mi gente”139. En otra misiva, dirigida a Eduardo Labarca, admite: “Hubiera querido vivir entre el pueblo hebreo y ser la Mujer Fuerte de la Biblia”140. Gabriela publica su artículo “El pueblo hebreo” en la revista judía de Santiago, Renacimiento, en 1919. La crítica literaria de Raúl Silva Castro la acusó de transmitir “la turbulenta sensualidad y el materialismo del pueblo judío en todo lo que tienen de inadaptable al espíritu occidental”141. A su vez, el crítico literario Omer Emeth dice en 1922 de los apellidos Alcayaga 138 Gabriela Mistral. Chile. Lecturas para mujeres, 1924, Antología mayor. Prosa, 1992, 8. 139 Cartas de Gabriela Mistral a Juan Ramón Jiménez, Puerto Rico: Ediciones de la Torre, 1961 140 Carta de Gabriela a Eugenio Labarca, Antología mayor. Cartas, 1992, 45. 141 Raúl Silva Castro. Estudios sobre Gabriela Mistral, Santiago: Zig-Zag, 1935, 25-26.

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y Villanueva: “Se puede hallar su etimología en árabe y en hebreo. Es alusión a baile circular o a peregrinación. El padre de Gabriela, Gerónimo Godoy Villanueva, revela sangre semítica hispana en el segundo apellido. Los Villanuevas de España fueron hebreos. La madre de Montaigne, judía de Zaragoza, se llamó Ana López Villanueva”142. Acerca de la herencia judía de la poeta aclara el escritor Ciro Alegría: “Gabriela nunca fue religiosamente judía, más alentaba una gran simpatía por los judíos y le placían muchas expresiones de tal raza. Entre sus discos, había uno que contenía la lamentosa canción hebrea llamada Kolnidre (ignoro si la ortografía es exacta) y varios más de música igualmente judía. Hablaba de la persecución de los judíos con dolor que parecía propio. A lo largo de sus libros, surge a menudo la erudición bíblica que obtuvo de sus lecturas de los Salmos. No las practicó sólo en la infancia. Releyó los Salmos después, muchas veces. La arrebataban la antigüedad, la magia, el clamor de los Salmos. En ciertos momentos, habríasela tomado por judía”143. Germán Arciniegas añade: “Sus quejas tienen ese sabor de lágrimas que trasciende a historia hebrea. Comenzó a escribir con su poema al pueblo judío, y lo último que leyó fueron los psalmos. La última música que se hizo tocar, unos cantos judíos españoles”144. “[En] Fernando Alegría. Genio y figura de Gabriela Mistral, 1966, 99. Ciro Alegría. 1980, 45. 144 Germán Arciniegas. Las mujeres y las horas, Santiago: Andrés Bello, 1986, 215. 142

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un último instante de lucidez ella exclamó ‘¡Triunfo!, ¡Triunfo!, después de oír un disco de música hebraico-española –y con esa palabra cerró su comunicación con los vivos”145. Alone dijo de ella a su muerte: “Hebrea de corazón, tal vez de raza –dejamos el problema a los etnólogos e investigadores– el genio bíblico traza su círculo en torno a Gabriela Mistral y la define”146. “Yo nací de una carne tajada en el seco riñón de Israel, Macabea que da Macabeos, miel de avispa que pasa a hidromiel, […]” (Tala: Nocturno de la derrota). Gabriela relacionó la querida estirpe hebrea con el pueblo mapuche. En carta a su amigo escritor judío Waldo Frank, probablemente en 1942, le dice: “Sólo en la Araucanía tuvimos indiada digna de Israel, huestes de pecho ancho sin temor del acero toledano”147. ¿Percibió Gabriela sus orígenes africanos? Los rasgos genealógicos lo atestiguan. Un documento de época señala que “su bisabuelo paterno Pedro Pablo (Joseph) Godoy era ‘mulato libre’, de donde se infiere que […] la poeta Gabriela tenía una dosis de Gabriela Mistral y Cecília Meireles. Santiago de Chile: Academia Chilena de la Lengua y Academia Brasileira de Letras, 2003, 9. 146 Alone. Gabriela Mistral, Excelsior, México D.F., 20 de enero de 1957. 147 Carta de Gabriela a Waldo Frank, ¿1942?, Antología mayor. Cartas, 1992, 348. 145

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sangre negra”148. En una carta a su amiga Lydia Cabrera, Gabriela manifiesta el reconocimiento gozoso de la convivialidad africana: “[Creo] de más en más que un campo con negros brujos, bananos y piñas son la solución tuya como la mía. Ojalá pueda yo ofrecerte, en tiempo más, una cosa así, sin frío europeo, sin blanco decadente […]. Connie se allana a cargar con los papeles consulares, a dejarme dormir y a entregar mi felicidad a los negros, a las negras y a la hierba. No tomes esto a desvaríos y a la neurosis de la guerra: me lo tengo muy pensado […]. El español es un suicida de oficio, pero yo espero aun que tengas tres gotas de indio y que éstas te salven”149. En 1930 siente unos deseos enormes de irse a vivir a África: “Tengo ganas de irme de una vez a un clima caliente. Túnez o Argelia. El sol es mi cura y sobre todo mi gozo, toda mi alegría”150. Gabriela se sabe mestiza y por ser mestiza, incluso con improntas africanas, reivindica lo que los puristas del lenguaje y de la cultura denominaron despectivamente ‘tropicalismo’. En 1922 se pregunta: “¿Qué es lo que llaman, pues, tropicalismo? […]. Es tropical todo ensayista, de prosa o verso; todo escritor de cultura no cuajada todavía, y lo es, por fin, el hombre que tiene desorden mental, que no define ni ordena, y que escribe precipitadamente, sin honradez”. Gabriela V. Teitelboim. Gabriela Mistral, 1991, 284. Rosario Hiriart. Cartas a Lydia Cabrera. Correspondencia inédita de Gabriela Mistral y Teresa de la Parra, Madrid: 1988, 74. 150 Carta de Gabriela a Joaquín García Monge, 6 de febrero de 1930, Magda Arce, Gabriela Mistral y Joaquín García Monge: una correspondencia inédita, Santiago: Andrés Bello, 1989, 104. 148 149

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asocia lo tropical a la influencia africana de España: “Y este tropicalismo que nos engarzan como exclusividad sudamericana, es español y muy español, y no es sólo de los pies africanos que tiene España”. El tropicalismo es para ella un estado del alma de los pueblos ardientes, en oposición a las expresiones yertas, frías, de las culturas envejecidas, puras, sin vitalidad: “Y si el tropicalismo fuese el estado del ardor del alma, ¡bendito sea él! Porque la frialdad en el arte es una intrusa que llega a profanar. ¿Qué vienen hacer con la carne del verso esos viejos de manos heladas que son los retóricos? ¿Qué temblor le comunicarán sus pulsos muertos? Literatura o música, son reinos para ardientes, trópico donde los viejos se ahogan de asfixia” (Palabras que hemos manchado: tropicalismo, 1922). En oposición a la frialdad de los ‘ingleses de Sudamérica’, Gabriela se libera con su identidad tropical: “Yo no sé, mi Alfonso, si a Ud., hombre preciso y clásico, la repugna como a mis chilenos (a ellos no por clásicos sino por fríos) la llamada exageración mía, mi mentado tropicalismo. No es verbal, es de adentro y lo tuve siempre, sólo que no lo soltaba y que un buen día, en una especie de reacción lo he largado desenfadadamente”151. Gabriela disfruta de la condición mestiza, en la que siente latir el espíritu de Indoamérica, con su riqueza cultural. Esto lo comparte con su amigo mexicano José Vasconcelos, gran admirador del mestizaje en su obra La raza cósmica de 1925. “José Vasconcelos 151 Carta de Gabriela a Alfonso Reyes, Lisboa, mayo de 1937, Tan de usted, 1990, 110.

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era el representante de la filosofía anti-occidental”152. Cuando se desempeñó en el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual, en Europa, entre 1927 y 1938, Gabriela se interesó en dar a conocer la historia y la cultura profundas de Latinoamérica. Con su iniciativa se publicaron dos títulos sobre Chile en París: Historiens chiliens de 1930, y Folklore chilien de 1938. El primero aborda la formación de la sociedad chilena a partir de una narración tan favorable a los Mapuche como la del jesuita desterrado Juan Ignacio Molina, crítico de las teorías eurocéntricas de Cornelio Pauw. La introducción de la antología, a cargo del historiador marxista mexicano Carlos Pereyra, destaca, entre otros aspectos, el humanismo de Pineda y Bascuñán, otro apasionado defensor de los indígenas (Historiens chiliens. Pages choisies, Paris, Les Belles Lettres, 1930). La obra Folklore chilien de 1938, prologada por la misma Gabriela, otorga una importancia singular a la literatura oral indígena, especialmente mapuche, y a la poesía campesina de versos octosilábicos de raíz ibérica. En su introducción, la poeta destaca los valores de la cultura mapuche. Para ella la lengua indígena de Chile “ha templado la dureza del habla castellana y ha puesto en el habla mestiza una cierta gracia hecha de dulzura que llamamos criolla para no llamarla indígena”. También resalta la identidad indígena con la naturaleza: “Pero el sentimiento de la naturaleza fluye a través de todos los relatos. El civilizado reprocha al 152 Justino Fernández, Arte moderno y contemporáneo de México. Tomo II. El Arte del siglo XX, México: UNAM, 1994, 3.

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indio su inmersión total en la tierra; sería más justo ver en esa lealtad obstinada la nobleza fundamental del indio araucano”. La obra es una recopilación estupenda de literatura oral, a cargo de Jacques Soustelle, etnólogo antifascista francés, director del Musée de l’Homme de Paris en 1938, y su esposa, nacida en Túnez, especialista en lenguas indígenas de México (Folklore chilien, Paris: Institut International de Cooperation Intelectuelle, 1938). En toda América y el Caribe, pensaba Gabriela, era de gran importancia alentar el interés por las culturas populares. “Después de una entrevista con el presidente de Panamá expresó el deseo de que incluyera en la Colección un volumen sobre el folklore de ese país. El folklore era muy importante para Gabriela, pues había sido parte de su vida desde la niñez. Con Alfonso Reyes quería coleccionar obras folklóricas de toda la América Latina. Dijo en una carta: ‘…Pienso que será necesario, hacer mucho más grande los tomos del folklore americano, y que sería muy interesante destinar un volumen a cada país. Es la única literatura original que tenemos’”153. Sus contactos fueron numerosos con todos los países indoamericanos para lograr el reconocimiento del arte indígena. En 1926 le solicitó a Alcides Arguedas referencias de personas que hubiesen estudiado las “artes indias” en Bolivia, a propósito de un congreso de artes populares en París154. Marie-Lise Gazarian. 49-50. Carta de Gabriela Mistral a Alcides Arguedas, París, 19 de noviembre de 1926, Mariano Baptista Gumucio, Pensando en Boli153 154

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Particularmente cómico le resultaba a Gabriela advertir que los sudamericanos o chilenos, en especial, se creyeran exclusivamente europeos, o “españoles godos”. “[Están] dementes los literatos y literatoides sudamericanos que mandan articulitos o gritan a todo pecho pidiendo que nos españolicemos”155. “Hoy es el llamado ‘Día de la Raza’. Usted tal vez sonríe. Somos muchos los que no creemos en esta ‘solemnidad’. No sobra que le diga el por qué de mi frío hacia esta devoción que ya tiene bastantes ‘devotos’. Casi todas son personas…, poco blancas, pero que desean a pie juntillo serlo. Es pena que la conquista dejó poca gente leal a la verdad y capaces de contarla. Yo no puedo olvidarla ni… amarla y nunca me sentí eso que llaman las gentes ‘La Madre Patria’. Parece que hay en nuestra América un furor español de última hora. Pero por qué eso de no decirle ‘sí’ al espejo. Repito esto porque es aquí, precisamente aquí, a donde nuestros godos fabricados me llueven. Me cuesta bastante no soltarme a reír”156. Sabemos que Gabriela tampoco se sentía en absoluto ‘latina’. En 1927 tiene expresiones muy netas: “Dejémonos de vanidades latinas; nosotros no somos latinoamericanos aunque el rubro honroso tiente nuestra vanidad: nosotros no somos sino indo-espavia. Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Pablo de Rokha, La Paz: Anthropos, 2000, 79. 155 Carta de Gabriela a María Monvel y Armando Donoso, Madrid, 15 de mayo de 1935, Antología mayor. Cartas, 215. 156 Carta de Gabriela a Hernán Díaz Arrieta, Alone, ¿octubre de 1951?, Antología mayor. Cartas, 532-533.

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ñoles”157. “Me he hecho el voto interior de no volver a decir América Latina, porque nuestra latinidad es casi enteramente una fábula”158. En 1949 le dice a Doris Dana: “[La] máquina humana que llamamos latinidad –aunque yo no tenga ninguna sangre latina […]”159. En 1942 defiende la herencia indígena que la constituye: “‘Mi defensa del indígena americano durará lo que mi vida’, señala enfáticamente Gabriela Mistral en una carta-respuesta enviada a la Cancillería chilena en 1942 desde Petrópolis, Brasil. En ésta, el Ministerio de Relaciones Exteriores chileno protestaba por la aparición en un periódico brasileño de una imagen de un araucano ilustrando un artículo suyo. El comunicado ministerial le recomendaba que en el futuro sus artículos fueran ilustrados con desfiles militares o de cuerpos de bomberos antes que con figuras de indios”160. Mistral se instala a contracorriente de las ideologías nacionalistas, conservadoras o liberales, del siglo pasado que formaron al conjunto de intelectuales, académicos, empresarios y políticos que, particularmente en Chile, minusvaloraron o, a veces, francamente despreciaron la ascendencia indígena del pueblo mestizo. Una literatura racista se propagó por todo el continenLuis Vargas Saavedra. Prosa religiosa de Gabriela Mistral, Santiago 1978, 147. 158 Carta de Gabriela a García Monge, 8 de diciembre de 1927, Magda Arce, Correspondencia, 1989, 93. 159 Carta a Doris Dana, 4 y 5 de mayo de 1949, Niña errante. Cartas a Doris Dana, Santiago, 2009, 101. 160 Myriam Duchens. Gabriela Mistral. Chilenos del bicentenario, Santiago: Santo Tomás, 2007, 45-46. 157

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te: “En América Latina se hizo inicialmente una historia nacionalista que no daba ningún protagonismo a los nativos, atribuía todos los males a la colonia y fijaba el momento fundacional en la independencia, que habría dado lugar a una ruptura total, gracias a la dirección ejercida por los ‘próceres’ fundadores del estado”161. En 1903 aseguraba el político y abogado radical Enrique Mac-Iver, célebre opositor del presidente Balmaceda: “[La] población de origen europeo es la casi totalidad de la de Chile”162. La escritora Sara Hübner se refirió con estos términos a los Mapuche en 1919: “Considerando a los araucanos, yo siento sobre todo que no se hayan extinguido antes, y que las malditas cualidades de su raza hayan llegado a impregnarse tanto entre nosotros”163. En 1925 declaró el poeta Vicente Huidobro: “Para hacer de Chile un país, el grito de guerra de todo verdadero patriota debe ser: ahogar, confundir al criollo en sangre rubia del norte de Europa”164. El escritor Benjamín Subercaseaux estampó en su Chile o una loca geografía de 1940: “En cuanto al tipo mestizo-español, está compuesto por esos hombres exageradamente feos e innobles que forman 161 Josep Fontana. La historia de los hombres: el siglo XX, Barcelona: Crítica, 2002, 178. 162 Raimundo Silva et al, La instrucción primaria obligatoria, Santiago: 1903, 65. 163 Sucesos, 4 de diciembre de 1919. 164 ‘Con Vicente Huidobro’, La Nación, 29 de abril de 1925. Jean Emar, Escritos de arte (1923-1925), Santiago: DIBAM, 1992, 139.

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una gran parte de nuestra población”. Su mirada era “estúpida y sin vida”165. En 1950, con tal de amortiguar la presencia indígena, el historiador Eugenio Pereira Salas afirmó que la población chilena era un 66% mestiza, “con predominancia blanca”: “Desde el punto de vista sociológico en el pueblo mestizo parecen haber predominado en los primeros siglos los factores atávicos aborígenes; pero después se produjo un desmestizaje que permitió el predominio de los elementos culturales y sociales de origen hispánico. […]. Culturalmente, la raza podría clasificarse como de neolatina”166. En 1954 Francisco Antonio Encina, miembro destacado de la Academia Chilena de la Historia, exaltó al “ibero godo” como indiscutible origen paterno de la sociedad chilena, ante el cual se habría rendido por completo la mujer indígena. Su narrativa fue la fantasía perfecta del patriarcado: “La hembra aborigen, empujada cada vez con más violencia, por el obscuro instinto de la especie, a buscar al macho de la raza superior, acabó por rehuir al indio hasta dentro del matrimonio. […]. Sin la influencia de sangre española durante doscientos cincuenta años, la civilización chilena no habría nacido”167. Joaquín Edwards Bello mostraba su absoluta 165 Benjamín Subercaseaux, Chile o una loca geografía, Santiago: Ercilla, 1940, 205. 166 Eugenio Pereira Salas. El desenvolvimiento histórico-étnico de la población de Chile, CORFO, Geografía económica de Chile, Santiago: 1950, II, 106. 167 Francisco Antonio Encina. Historia de Chile. Desde la prehistoria hasta 1891, Santiago: Nascimento, 1954, III, 38, 72.

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reserva ante los indígenas de Chile: “El indio araucano es una materia prima considerable, siempre que se someta a la disciplina que le indiquen las razas más familiarizadas con el mando y la cultura […]. Fuera del control europeo el indio vale bien poca cosa, por no decir no vale nada. Hay que mezclarlo, sumirlo, hacerlo naufragar en sucesivas inundaciones de inmigrantes”168. Las elites de formación universitaria y citadina, de derecha, centro o izquierda, trasmitieron el mismo componente racista. El profesor de la Universidad de Chile y exministro socialista de Carlos Ibáñez, Clodomiro Almeyda, enseñaba en 1957: “[Se] gestaba al calor del mestizaje la mentalidad huasa, que añadía a la psicología del hidalgo español un ingrediente de pasividad y resignación indígenas, complejo anímico que sigue siendo todavía el sustrato de fondo del espíritu chileno”169. Gabriela afirma, en cambio, la condición mestiza de las civilizaciones del Sur. ¡Esas son las personalidades características de América! Increpa en su cara a Benjamín Subercaseaux, escritor chileno asaz afrancesado: “Vos eres chileno a medias. Lo que deseo es estar satisfecha de un chileno completo, por vientre y lomo. Tu finura es producto de ‘tus franceses’”170. Destaca Joaquín Edwards Bello. La deschilenización de Chile, Santiago: Ediciones Aconcagua, 1977, 44. 169 Clodomiro Almeyda. Visión sociológica de Chile, 1957, Obras escogidas, Santiago: 1992, 21. 170 Benjamín Subercaseaux. Gabriela en Petrópolis. Retorno de USA, Santiago: 1943, 293-302. 168

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hasta la condición mestiza de Bernardo O’Higgins. Este guiño mestizo no fue improvisado. En la literatura historiográfica chilena, y hasta quizás en la propia conciencia del héroe, O’Higgins obedece al arquetipo del ideal británico del siglo XIX: “Encumbraría el Bernardo cometas pintarrajeados, mestizo de ojos de lino, hombros altos, cejas bravas” (Poema de Chile: Chillán). Gabriela se reconoce y se quiere tan mestiza que le resulta ridículo que su obra, con tal de ser postulada al Premio Nobel, sea presentada por intelectuales europeos incapaces de captar el espíritu de la poesía del sur hispanoamericano. Categórico fue el rechazo a que su obra poética fuera prologada por el poeta, filósofo y ensayista francés Paul Valéry. El texto de Valéry veía a Gabriela desde Europa. Dice el intelectual francés: “Es evidente que ella debe muy poco a la tradición literaria europea. Es autóctona, pero está escrita en una de las lenguas de nuestro continente, que grande y magníficamente ha participado en la constitución capital de las obras maestras de Europa”171. La aludida reaccionó con virulencia ante los responsables del prólogo: “Usted conoce mi carácter; no tengo cortesía viciosa y digo mi pensamiento con una derechura un poco brutal. No entiendo que se haya pedido ese prólogo a Paul Valéry. El no sabe es171

Antología mayor. Prosa, 1992, VI-VII.

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pañol. […]. Menos puede saber americanismos. […]. Es que él no penetra en los libros hispanoamericanos, y no hay manera de que pueda ocurrir eso. […]. Perdone el atrevimiento de esta afirmación. Las razas existen y, además de eso, hay los temperamentos opuestos. No puede darse un sentido de la poesía más diverso del mío que el de este hombre. […]. Yo soy una primitiva, una hija de país de ayer, una mestiza y cien cosas más que están al margen de Valéry. Pero eso no es todo: en cuatro ocasiones, dos recientes, me he burlado en artículos de prensa de la gente nuestra que se hace dar prólogos o críticos en Europa, a base de paga, y por gente que ignora sus libros y no sabe pizca de esta América. Un prólogo de Valéry me dejaría en un ridículo soberano”172. El mismo año 1945 ella pensó que no le otorgarían el Premio Nobel de Literatura. La Academia Sueca se caracterizaba, a su juicio, por un completo europeísmo: “[Yo] no he creído ni creo que me sea adjudicado ese premio, hasta hoy demasiado europeo para que alcance a nuestras literaturas nuevas, realmente ‘de ayer’. Vi hace años una lista confidencial de candidatos que me envió un funcionario del Instituto Nobel. Contenía la flor de la literatura europea y era un buen preservativo de ilusiones criollas… [El Premio Nobel ha sido] dado sólo una vez al Asia a pesar de sus ocho-

Carta de Gabriela a Mathilde Pomes, ¿1944?, Antología mayor. Cartas, 1992, 389.

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cientos millones de habitantes –lo cual dice mucho sobre su europeísmo”173. La afirmación mestiza de Gabriela alcanzó a su relación sentimental con Doris Dana. La poeta descubre en Doris una cultura blanca, urbana, metropolitana. ¿La vería en parte como a esa América rubia que criticó en El grito en la década de 1920? Esta vez, en franca y cordial diferencia, Mistral se identifica como mujer de color, mestiza, de rasgos indígenas, dispuesta a enseñar la sabiduría de la cohabitación cultural y espiritual. Las cartas de Gabriela a Doris son enfáticas: “Hasta hoy yo no veo más razón para tu ruptura conmigo que el no ser yo una americana y el no ser una caucásica de raza y el tener una ideología de mestiza, de color people”174. “Nuestras psicologías, Doris, son espantosamente opuestas. Siempre es el norte y el sur, la rubia y la tostada por el sol andino”175. “Siempre me fallaron, Doris, mis relaciones americanas. Y siempre eso ha ocurrido tal vez por el choque racial. El sentido del afecto es en nuestras sangres cosa absolutamente diversa, al igual que nuestros paralelos y meridianos geográficos. Nosotros consideramos los vínculos de la amistad grande como una especie de amarra férrea; ustedes nunca se creen comprometidos ni ligados per Oficio consular de Gabriela Mistral sobre eventual Premio Nobel, Petrópolis, 30 de abril de 1945, Antología mayor. Cartas, 1992, 390-391. 174 Carta de Gabriela a Doris Dana, 20 de mayo de 1950, Gabriela Mistral, Niña errante. Cartas a Doris Dana, Santiago: 2009, 215. 175 Carta de Gabriela a Doris Dana, 1950, ibíd., 235. 173

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vita. Tal vez sean Uds. los sabios de vista clara, y nosotros unas gentes o ciegas o alucinadas”176. Desde su condición mestiza, Gabriela interpretó el fascismo como la ideología racista de los blancos, que ella advirtió específicamente en la cultura colonial y neocolonial de una España intolerante y pretenciosa. A unos amigos de Costa Rica, Jaime Muñoz e Inés María, les dice en 1948: “En verdad, Inés María y Jaime, yo no debería sorprenderme tanto de que el nacionalismo de allí parase en un fascismo; la semilla de este engendro ha salido –perdónenme ustedes– de ese extraño, y para mí irritante, colonialismo español”177. En 1936 dijo de Miguel de Unamuno: “[Tenía] un desprecio olímpico, caucásico, es decir, nazi, respecto del indio americano”178. Por sus conductas racistas Gabriela se enfrentó a Federico de Onís, editor de su libro Desolación: “Hace muchos años, Onís se trenzó conmigo en dos discusiones, […]. En la primera me declaró que nuestros pueblos, pero sobre todo México y los países tropicales, han podrido la noble sangre de Castilla, me aconsejó descansar sobre mi madre blanca y olvidar a mi padre oscuro […]. Le contesté como se merecía; de fuego a fuego, y el espectáculo era casi colonial. En el banquete se declaró carlista, injurió a 176 Carta de Gabriela a Doris Dana, 20 de junio de 1952, ibíd., 251. 177 Carta de Gabriela a Inés María de Muñoz y Jaime Muñoz, 30 de abril de 1948, Antología mayor. Cartas, 1992, 459. 178 Carta de Gabriela a Palma Guillén, 1936, Elizabeth Horan, Una mixtura de Calvario y Arcadia, Anales de Literatura Chilena, 10, 11, 2009, 22.

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todos los escritores republicanos de España, a todos, y declaró que yo y los demás escritores criollos estábamos, como los peninsulares, dañando de muerte a nuestros pueblos. […]. [Yo] prefería no verlo nunca, aunque le debiese servicios”179. La expresión de sus sentimientos adversos a la cultura racista y clasista española quedó de manifiesto en una carta a María Monvel y Armando Donoso en 1935. Ahí dio cuenta de una “derecha hedionda, de evidente índole monárquica”, de una política “cerrada a toda democracia, laxa, mortecina, madre del privilegio, productora de soldado y cura hasta lo infinitesimal”, y de una intelectualidad xenófoba, “la generación del 39 odia a la América con la excepción única de Valle Inclán que es quien la ha entendido. Baroja la insulta cada vez que puede y el propio D. Miguel [Unamuno] me ha dicho hace días que el indio americano debe desaparecer”. De ahí al fascismo habría un paso: “Fascismo: sería español, si llegase, y esto lo dice todo”180. En 1937 la poeta expresó intensamente: “El fascismo caerá sobre la América verticalmente, si gana en España […]. Y es cosa de comenzar desde ahora mismo algún trabajo para atajar la peste blanca inventada por los blancos […]”181. 179 Carta de Gabriela a Hernán Díaz Arrieta, Alone, 21 de agosto de ¿1946?, Antología mayor. Cartas, 1992, 400-401. 180 Carta de Gabriela a María Monvel y Armando Donoso, Madrid, 15 de mayo de 1935, Antología mayor. Cartas, 1992, 214217. 181 Carta de Gabriela a Victoria Ocampo, Lisboa, julio o agosto de 1937: Mistral, Ocampo 2007: 59.

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¡La peste blanca inventada por los blancos! El espíritu franquista e hispanista no soportaba la reivindicación mestiza de Gabriela. En una larga carta, probablemente de 1946, le explica a Hernán Díaz Arrieta: “Ayer vino también una carta de Díaz Casanueva, que trabaja en nuestra Embajada en Washington, diciéndome su adhesión ‘en este momento en que se desarrolla una campaña tan seria en contra mía que tal vez viene de los franquistas de Chile’. […]. Pero el odio español en contra mía no es sólo franquista: es el de cada escritor español que me oye o me lee en mi pobre defensa de los indios. Porque mis zonzos indo-americanos han vivido haciendo esa literatura azucarada de la ‘Madre España’ y de la santa y sanguinosa Doña Isabel, que Dios haya perdonado. […]. Yo sé, Alone, […], yo sé que es usted de los blanquistas; pero sé también que es un hombre sin frenesí y lleno de decoro intelectual. Un día ha de ver el problema, cuando viaje y sepa que hay, no tres, sino a lo menos 30 millones de indios que tienen derecho a vivir. Los franquistas deben saber que dije al Papa su situación y esto los debe traer locos, porque el programa español de la Madre [patria, castellana], respecto de nosotros, comprende la negación de esas millonadas [de muertes], como si fuesen puñado. La clase, el tipo de catolicismo que dieron, es el más bajo del mundo católico, y eso, la catolicización, se pagó con las matanzas fantásticas que usted conoce, aunque no las crea. […]. El fascismo rebrota en el mundo entero. […]. Yo deseo saber qué publicaciones, qué españoles y qué chilenos 110


hacen esta faena de injurias contra una mujer sola, y una ausente, cuya sangre no es suya, de ser vasca e india, y según mis aborrecedores de Chile, judía”182. En otra carta señala Gabriela: “[El] odio español se despeñó ya hace años sobre mí por la defensa del indio. La ‘insultada’ fue muy del agrado de la mayoría lectora del país. Son tan ingenuos muchos de nuestros mestizos que se creen químicamente puros”183. A los españoles Gabriela les decía que no les debía nada: “Siempre me dicen estos felipitos –porque todos los españoles se creen Felipes Segundos– que yo les debo la lengua y la sangre; yo no les debo nada. Soy india y vasca”184. Aludiendo a los ‘felipitos’ le escribe a Pablo Neruda y a Delia del Carril: “No conozco más a esa gente; me extraña el que no parecen hispanoamericanos, a pesar de la adoración a la Madre España a la que nunca he entendido ni amado como ella nos manda hacerlo. Es esto hasta un poco misterioso. Puede venir de que la poca sangre mía española –la materna– es vasca y la del padre –Godoy Villanueva– me cuentan que es hebrea”185. Probablemente no hubo un lenguaje más racista en tiempos de Gabriela Mistral que el empleado 182 Carta de Gabriela a Hernán Díaz Arrieta, Alone, 21 de agosto de ¿1946?, Antología mayor. Cartas, 1992, 400-403. 183 V. Teitelboim. Gabriela Mistral, 1991, 284. 184 Juan Uribe Echevarría. Poesía chilena en el golfo de Nápoles. Boletín del Instituto Nacional, 42, mayo de 1952, 30. 185 Carta de Gabriela a Delia del Carril y Pablo Neruda, Roslyn Harbor, sin fecha, Gustavo Barrera et al eds., Epistolario americano. Gabriela Mistral y su continente, 2012, 64.

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por el escritor católico Jaime Eyzaguirre. El ensayista y académico difundió el ideal de la España imperial, pretendiendo encontrar en Chile el resultado puro de la españolización colonial. Fisonomía histórica de Chile, publicada en 1948, su obra más difundida –con una advertencia preliminar fechada el 12 de octubre de 1946– compendió la visión de la historia patria, la cual sólo podía entenderse desde el imperio español. Los indígenas eran apenas el caos necesario para que arribara el orden trascendental de los colonizadores: “Entonces les llegó a las mil razas autóctonas, dispares e inconexas, el telar donde una y otra pudieron unir al fin sus hilos solitarios en una trama armónica y común. […]. Pero la idea de patria no podía brotar en la mente primaria de los labradores del valle central, de los guerreros de la Araucanía, de los pehuenches, puelches y poyas de las cordilleras, ni de los cazadores y pescadores de la Tierra del Fuego. Clavados en una imagen circunscrita del mundo, su instinto gregario los llevaba sólo a concebir como máxima organización común la familia monógama, la célula matriarcal o el clan totémico. […]. Si historia es la sucesión consciente y colectiva de los hechos humanos, la de Chile sería inútil arrancarla de una vaga y fragmentaria antecedencia aborigen, carente de movilidad creadora y vacía de sentido y horizontes. Chile se revela como cuerpo total y se introduce en el dinamismo de las naciones al través del verbo imperial de España”186. 186 Jaime Eyzaguirre. Fisonomía histórica de Chile, Santiago: Universitaria, 1975, 13-14.

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Según Eyzaguirre los indígenas eran seres inferiores diezmados por “el trabajo duro de las minas y el desorden de su propia vida, dada a la borrachera y al desenfreno sexual sin límites”. Los africanos eran “la compañía repugnante de los negros esclavos”. Los mestizos eran lo contrario de la civilizada elite propietaria: “Su falta de espíritu constructivo y lo imprevisor de su naturaleza impiden que se haga propietaria”187. Para Eyzaguirre, la figura histórica de la madre común de los chilenos e hispanoamericanos era la corona de Castilla. No fue ni la tierra, ni una mujer. ¡Fue el poder estatal castellano!188. Invariable en su religiosidad militante, elitista, aristocratizante, interpretó a la reina Isabel la Católica, ahora sí una mujer, pero qué mujer, como la “madre generosa del Nuevo Mundo”, la “madre de América”189. El intelectual conservador santiaguino fue criticado en punzantes cartas por Gabriela Mistral, dirigidas a él y a su suegra Sara Izquierdo de Philippi, probablemente más próxima a la poeta que el joven católico. En una carta Gabriela le dice a Sara: “Ojalá, señora, hubiese en todos los espíritus una actitud como la suya, de comprensión hacia los credos ajenos, […]. Rece Ud., señora, por la suerte del cristianismo”190. La Ibíd., 53-54, 74. Jaime Eyzaguirre. “La separación de la madre”, Chile en el tiempo, Santiago: Universidad Católica, s.a., 34-36. 189 Jaime Eyzaguirre. Hispanoamérica del dolor y otros estudios, Madrid: 1979, 21, 26. 190 Carta de Gabriela a Sara Izquierdo de Philippi, sin fecha, Antología mayor. Cartas, 1992, 85. 187 188

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sensibilidad mistraliana era decididamente anti-castellana. En 1925 decía Gabriela: “Castilla casi no es una tierra, es una norma: no se la olfatea como el platanar del trópico ni se la palpa con los ojos como a la pradera norteamericana: se la piensa; nacen conceptos de ella, en vez de olores; en lugar de la fertilidad del humus, los huesos de sus muertos hacen su fertilidad de fiebre. […]. [En El Escorial] la Iglesia abruma con sus frescos ostentosos, […]; la sepultura de los reyes, en la entraña más fría del palacio, me dio el espanto de la corrupción en la sombra. […]. [Felipe II] odiaba su lujuria y se hundía en el remordimiento; quemaba herejes, por libertar el alma del cerebro en que estaba hincado el error: de su lectura cotidiana, un mal genio apartó el cristianismo jovial de las parábolas, y el millón de horas sin alegría pudrió su sangre”191. Con sus debilidades castellanas, imperiales, franquistas, Jaime Eyzaguirre fue abiertamente sospechoso para Gabriela. En 1942 le confesó su temor a Victoria Ocampo: “Me viene el miedo de que la corriente católica de Jaime [Eyzaguirre] corresponda a una gran línea de católicos nazis”192. En una carta probablemente de 1940 Gabriela le había dicho a Eyzaguirre: “Lo que a mí me pasma más en Franco es el que su conciencia militar-católica haya aceptado lisa y llanamente tener en el destierro 191 Roque Esteban Scarpa. Gabriela anda por el mundo, Santiago, 1978, 203-204. 192 Carta de Gabriela a Victoria Ocampo, Petrópolis, 30 de mayo de 1942, Gabriela Mistral y Victoria Ocampo, 2007, 135.

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a unos 400.000 españoles… Quitarle a un hombre la tierra de sus pies es algo que cuesta decir: que cuesta precisar. […]. Hay un misterio, que como tal sobrepasa mi entendimiento, en la crueldad española. ¡Ay, esa España de lejía no es maestra para nosotros, no, amigo mío, no!”193. En 1942 le dirá a Eyzaguirre en una suerte de magnífico reproche: “Búsquese Ud. un joven franquista de esos que son tan allegados y festejados por ciertos católicos santiaguinos, y hallará pobres diablos envalentonados con el uniforme, tipos del peor filipismo y una sub-Edad Media”194. En 1947 Gabriela le confiesa a Eyzaguirre y a su amiga Sara su horror ante el catolicismo de la España imperial y genocida: “Los hindúes me enseñaron, con más fuerza que nuestro pobre catolicismo criollo español, que la sangre daña, en gotas, un suelo cualquiera, por leguas. Pero su España, querida y venerada mía, se puso hace siglos a matar y morir. Y aquí paro. Porque no acabaría nunca”195. Otra manera de atacar a Gabriela por su identidad mestiza fue considerarla ‘extranjera’. Para la poeta estos ataques desde Chile provinieron precisamente de una conciencia colonizada, entregada a la mentalidad anglosajona o estrictamente sajona. En 1935 193 Carta de Gabriela a Jaime Eyzaguirre, ¿1940?, Luis Vargas Saavedra, Cartas de Gabriela Mistral, Mapocho, 23, 1970, 21-23. 194 Carta de Gabriela a Jaime Eyzaguirre, 20 de julio de 1942, Antología mayor. Cartas, 1992, 345. 195 Carta de Gabriela a Sara Izquierdo de Philippi y a Jaime Eyzaguirre, 14 de noviembre de 1947, Antología mayor, Cartas, 1992, 440.

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escribe a propósito de la crítica del académico chileno Raúl Silva Castro: “Sabía yo que esa gente me llama extranjera por ser una de las pocas criaturas criollas que van quedando en un país ya bastante sajonizado”196. Reitera estos sentimientos a Alfonso Reyes en 1936: “Chile dejó de ser criollo hace unos años y yo me he quedado siéndolo; mi extranjerismo es sólo su descastamiento…”197. ¿De dónde provino el ideal mestizo de Gabriela? En 1925 José Vasconcelos le cuenta a Gabriela sus sueños de la ‘raza cósmica’: “[La] fusión de todas [las razas] en una humanidad nueva […] tendrá su centro en el Trópico con una capital a orillas del Amazonas que se llamará Universópolis: ser la civilización del amor porque lejos de fundarse en la conquista, resultará de la unión libre de todos los pueblos”198. Las convicciones de Gabriela están relacionadas con el ideal ecuménico de coexistencia pluralista de las culturas y las religiones de la Tierra. Este fue el pensamiento del poeta y filósofo bengalí, Premio Nobel de Literatura 1913, Rabindranath Tagore. Tagore combatió con fuerza el ideal nacionalista, sobre todo de Occidente, 196 Carta de Gabriela a Joaquín García Monge, Lisboa, 1935, Antología mayor. Cartas, 1992, 225. 197 Luis Vargas. Tan de usted. Epistolario de Gabriela Mistral con Alfonso Reyes, Santiago: UC, 1990, 104. 198 Carta de José Ingenieros a Gabriela Mistral, México D.F., 9 de enero de 1925, Gustavo Barrera et al, editores, Epistolario americano. Gabriela Mistral y su continente, 2012, 178.

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durante la Primera Guerra Mundial199. El místico de la India, que tuvo influencia explícita en la sensibilidad de Gabriela, dice en su poema La tierra: “Mi corazón quisiera vivir con todas las razas humanas, en tierras diferentes, cual si fuera de la familia o su cercano amigo. Quisiera ser un árabe criado en el desierto con leche de camello, indómito y sin leyes. Y quisiera mi alma vivir en las laderas de los picos del Tibet, aislado y solitario en la ciudad de piedra, errando libremente entre los santos sitios budistas, misteriosos y bellos”200. Creemos que el espíritu ecuménico y mestizo de Gabriela provendría, asimismo, como un río profundo y no lejano, del pensamiento místico medieval del Mediterráneo. El alumbramiento mestizo de Gabriela despertó un impulso oculto del Mediterráneo alucinante transportado a América. Los inmigrantes trajeron a América no sólo características físicas sino convicciones milenarias de los místicos de la España semita. Haciendo el elogio del artista chileno Juan Francisco González, señaló Gabriela: “El color morocho subido le vendría de los muchos soles y resolanas recibidos o de la vieja curtidura andaluza-árabe de sus 199 Rabindranath Tagore, Pablo Neruda, Aimé Césaire. Por lo universal reconciliado, París: UNESCO, 2011, 132. 200 Citado por Martin Taylor, Sensibilidad religiosa de Gabriela Mistral, Madrid: 1975, 157.

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sangres. […]. Pecho adentro él era un mediterráneo completo, montado sobre sus dos orillas: andaluz + marroquí + provenzal + siciliano + argelino: ascuas de todo esto le trajinaban cuerpo y alma. Su patria lateral, la que todos tenemos, confesada o tácitamente, [… estaba hincada] en las dos santas rayas del Mediterráneo, conformador de nuestras entrañas espirituales”201. Nacido en Murcia en el siglo XII un sabio islámico, Ibn Arabi, ofreció la envidiable convivencia de las identidades religiosas y culturales de su tiempo mediante una espiritualidad extensiva a hombres y animales, al conjunto vivo de la Tierra: “Mi corazón se ha hecho capaz de todas las formas: Una pradera para las gacelas, un convento para los monjes, Un templo para los ídolos, la Ka’ba de los peregrinos Las tablas de la Tora, el Libro del Corán. Profeso la religión del Amor, y sea cual fuere el rumbo Tomado por mi montura, el Amor es mi Religión y mi Fe”202.

201 Gabriela Mistral. Recado sobre el maestro Juan Francisco González, Antología mayor. Prosa, 1992, 354. 202 Ibn Arabi, El intérprete de los deseos ardientes; Abdelwahab Meddeb. La religión del otro: Ibn Arabi / Ramón Llull, Tzvetan Todorov et al, Cruce de culturas y mestizaje cultural, Madrid: Júcar Universidad, 1988, 131-144; Rodrigo de Zayas. Ibn Arabi de Murcia. Maestro de amor, santo humanista y hereje, Córdoba: Almuzara, 2007.

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LA LLAMA DE LA PAZ

“[Yo] me pongo a rezar el mundo, como quien punza y lo apresura, ¡para que el mundo, como madre, sea loco de mi locura y tome en brazos y levante al niñito en mi cintura!” Ternura: Encargos.

“Ahora, EE.UU. Me acerqué: no los quise, pero me dejaron hasta hoy llena de asombro y pesimismo. Nos absorberán sin remedio. Mañana, pasado, después, pero no tenemos salvación, a menos que Dios ponga sus manos. No creo, sino en lo sobrenatural para salvarnos”. Carta a Joaquín García Monge, 1924, Antología mayor. Cartas, 1992, 122.

“La situación del mundo me da poca paz. No se ve salida excepto la sorpresa que da lo sobrenatural, dueño verdadero del mundo”. Carta a Gabriel Méndez Plancarte, 1949, Antología mayor. Cartas, 1992, 475.

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“En el nombre de Dios Padre que hizo el mundo y no la Guerra, y en el mundo de su Hijo nos trajo la vida eterna, y del Espíritu Santo que en paloma planea la Tierra”.

“Arrorró”: Baila y sueña. Rondas y canciones de cuna inéditas de Gabriela Mistral. Recopilación de Luis Vargas, Santiago: Ediciones UC, 2011, 43.

El ordenamiento público que reemplazó el sistema monárquico establecido en Iberoamérica no alteró las convicciones de la cultura patriarcal que identificó la vida civilizada con el empleo autorizado y permanente de la guerra, hábito inexcusable del Estado moderno colonial. La guerra y la violencia fueron principios fundamentales de una política imitada de los modelos de la Europa imperial, considerada la verdadera y única formadora de los hombres. Refiriéndose al punzante tema de la ocupación de la Araucanía, supuesta extensión del modo de vida civilizado más allá de la barbarie, afirmó Andrés Bello, rector de la Universidad de Chile, en 1846: “La historia del género humano da lecciones bien tristes. La guerra ha ido siempre a la vanguardia de la civilización y le ha preparado el terreno; y cuando se ha principiado por el comercio, no se ha hecho más que preludiar a la guerra; esparcir semillas de discordias, que brotan al fin en hostilida-

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des sangrientas. Todos los gérmenes de la civilización europea se han regado con sangre”203. La política y la ética pública de la época de Gabriela Mistral fueron herederas de estas convicciones del orden civilizatorio imaginado por las elites decimonónicas. La guerra fue una experiencia suprema y fundamental de la vida social. Más aún, fue comprendida como una realidad sagrada, manifestación del orden creado por Dios. A fines del siglo XIX este militarismo se inspiró en Chile en el pensamiento del general prusiano Hellmuth von Moltke. “[La] guerra es una parte integral del orden universal de Dios. […]. Sin la guerra, el mundo se hundiría en el materialismo”204. Von Moltke estimaba inevitable una guerra en Europa: “Más tarde o más temprano, es inexorable el estallido de una guerra europea, […]. Todos los Estados que sostienen la bandera de la cultura espiritual alemana tienen el deber de prepararse para ese conflicto”205. En 1892 se advirtió la admiración de los militares por el ideal prusiano en Chile206. La ley de servicio 203 Andrés Bello. Comentarios a Araucanía y sus habitantes de Ignacio Domeyko. Obras completas, Caracas: 1982, XVIII, 842-843. Acerca del espíritu conservador de Bello, Iván Jaksic, Andrés Bello: la pasión por el orden, Santiago: Universitaria, 2010. 204 Arnold J. Toynbee. Guerra y civilización, Buenos Aires: Emecé, 1952, 31. 205 Jonathan Glover. Humanidad e inhumanidad. Una historia moral del siglo XX, Madrid: Cátedra, 2001, 260. 206 “Alemania invade el globo con su comercio y manufacturas, precisamente desde que se constituye la unidad germánica bajo la energía de las armas de Prusia y su régimen militar”. Roberto Silva Renard, “El Ejército”, Revista Militar de Chile, XI, 8, 1892, 522.

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militar obligatorio de 1900 en Chile se inspiró en el concepto germano de la ‘nación en armas’. En 1916 las elites militares afirmaban que la cesación absoluta de la guerra conducía al estancamiento de la civilización. En 1934, respondiendo probablemente a los movimientos pacifistas del momento, los oficiales del Ejército chileno argumentaron que la guerra no era ni un crimen ni un pecado207. Las virtudes y las raíces bélicas de la civilización fueron explicadas e inculcadas por los intelectuales del orden oligárquico. La guerra había construido a Chile. El ejército era el forjador neto de la nacionalidad. Las virtudes patriarcales varoniles construyeron la identidad nacional de Chile, primando del todo sobre las mujeres y sus costumbres escasamente virtuosas. Este fue el pensamiento nacionalista de Nicolás Palacios en 1904. Para él, godos y araucanos, coincidieron en una “sicología varonil o patriarcal, en la que el criterio del hombre prima absolutamente sobre el de la mujer en todas las esferas de la actividad mental”208. En 1949 Francisco Encina explicó el carácter de la dominación política, militar y sexual española en Chile: “Como Enrique Brahm. Del soldado romántico al soldado profesional. Revolución en el pensamiento militar chileno 1885-1940, Historia, 25, 1990, 5-37; Ferenc Fischer. El modelo militar prusiano y las Fuerzas Armadas de Chile 1885-1945, Hungría: University Press, 1999. El patriarcado entiende la guerra como la fundamental actividad humana, Humberto Maturana, Amor y juego. Fundamentos olvidados de lo humano, Santiago: J. C. Sáez Editor, 2007, 38. 208 Nicolás Palacios. Raza chilena: libro escrito por un chileno y para los chilenos, Valparaíso: Imprenta Alemana, 1904. 207

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todos los pueblos que han hecho la historia, el español se aproximó a la raza inferior, no para cederle altruistamente su poder y su cultura sino para acrecentar su propio poderío, para quitarle su suelo y sus hembras y perpetuarse en ellos, para convertirla en instrumento al servicio de su expansión”209. En 1953, refiriéndose a los pueblos indígenas ajenos a la nación, aconsejó el escritor Benjamín Subercaseaux: “El ejército les servirá como etapa civilizadora, chilenizadora, robustecedora”210. Jaime Eyzaguirre, a su vez, enseñó el prestigio de Chile, país hecho a golpes: “[Podemos] decir que Chile es un país ‘más duro’ que otros países hispanoamericanos, porque se forjó en lucha con una naturaleza más difícil de conquistar. Podemos decir también que en la guerra larguísima con el Arauco indomable el pueblo chileno encontró en su contorno humano el ‘estímulo de los golpes’, que le permitió superarse militar y políticamente para ganar la Guerra del Pacífico, conquistando el desierto norteño, y realizar después la notable expansión hacia el Sur con una estupenda obra de agricultura y colonización”211. En la segunda mitad del siglo XIX, la ética en el horizonte de las elites de Occidente se encaminó hacia una especialmente agresiva lógica patriarcal. Se trató de una transmutación de valores que alcanzó una Francisco Encina, Historia de Chile. Desde la prehistoria hasta 1891, Santiago: Nascimento, 1949, I, 379. 210 Benjamín Subercaseaux. 300.000 chilenos que no son chilenos, Zig-Zag, 10 de diciembre de 1953. 211 Jaime Eyzaguirre. Chile en el tiempo, Santiago: Universidad Católica de Chile, 1961, 34-35. 209

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de sus expresiones arquetípicas en el pensamiento de Friedrich Nietzsche. Su ideal de humanidad se fundó en el racismo, la creencia en la lucha despiadada por el poder, el desprecio por las mujeres. El pensador prusiano impugnó la moral fundada en el judeocristianismo. Para él dicha tradición era catastrófica ya que la compasión y el amor al prójimo alejaban de la nobleza aristocrática. Rechazó la simpatía por los débiles. La moral judía era un modo de envenenamiento. En 1887 afirmó en Genealogía de la moral: “¡Todo se vuelve visiblemente judaizado, cristianizado, aplebeyado (¡qué importan las palabras!). El avance de este veneno por el cuerpo entero de la humanidad parece irresistible”. En La voluntad de poder precisó que las mujeres no eran aptas para su nuevo ideal ético: “[La] mujer necesita una religión de debilidad que glorifique la divinidad del ser débil, amante y humilde […]. La mujer siempre ha conspirado con el prototipo de la decadencia, los sacerdotes, contra los ‘poderosos’, los ‘fuertes’, los hombres”. El ideal de Nietzsche fue la guerra. “Debes amar la paz como medio para nuevas guerras. […]. La guerra buena santifica todas las causas”. “El más duro es el más noble. ¡Oh, hermanos míos! Yo suspendo sobre vuestras cabezas esta nueva tabla: ¡sed duros!” (Así habla Zaratustra, 1883-1885). Había nacido el ideal del superhombre, el Übermensch212. Jonathan Glover. “El desafío de Nietzsche”, Humanidad e inhumanidad. Una historia moral del siglo XX, Madrid: Cátedra, 2001, 29-38. 212

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La influencia de Nietszche traspasó el ambiente germano con la expansión imperial de la cultura alemana hacia fines del siglo XIX. En Los fundamentos del siglo XIX, obra de 1899, el escritor británico Houston Stewart Chamberlain defendió la autoafirmación de la raza alemana una vez liberada de sus elementos judíos213. En Chile el filósofo y educador Valentín Letelier propuso esta nueva forma de pensar en 1892: “[La] moral evangélica dictó preceptos que, observados fielmente, disolverían las instituciones fundamentales de toda sociedad culta […]. [Jesús propalaba] en alta voz ser cosa más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre al reino de los cielos. […]. Pero una sociedad que tenga conciencia de sus destinos inmortales no consentirá jamás en la disolución de la propiedad y la familia; aprobará que cada cual conserve para sí, para los suyos y para sus semejantes el fruto de su trabajo y de sus ahorros […]”214. En 1900 Letelier fue más categórico en su crítica a los ideales bíblicos: “[La] Biblia envuelve una filosofía reaccionaria, casuística, enemiga de la libertad y más bien judaica que humana [sic]. Su odio a los ricos lleva involucrado el odio al comercio, a la industria y al progreso. […]. Inspirada por el odio a la civilización, considera cada paso que se da hacia adelante como un crimen […]. El amor al progreso, Jonathan Glover. Humanidad e inhumanidad, 2001, 273. Valentín Letelier. “La moral evangélica no abraza la moral del derecho y adolece de algunos defectos”, Filosofía de la educación, Santiago: Cervantes, 1892, 260-261. 213 214

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simbolizado en la ambiciosa empresa de Babel, aparece duramente reprimido”215. Letelier fue representante diplomático de Chile en Berlín en 1882. Allí observó el sistema educacional implantado por el Imperio Alemán y lo difundió ampliamente en Chile. También fue un importante adversario del presidente Balmaceda en la guerra civil de 1891216. El superhombre del hemisferio norte estaba inspirando la cultura del elitismo, la competencia abierta, la guerra con o sin cuartel. Sus consecuencias en el siglo XX fueron el fascismo, el estalinismo y, en general, el belicismo ampliamente difundido. Las acciones militares de todas las ideologías en juego en Europa rompieron las normas del respeto elemental a la convivencia humana. Este espíritu belicista no se detuvo con el término de la Segunda Guerra Mundial. En 1943 Thomas Mann, premio Nobel de Literatura de 1929, anticipó: “Yo creo que después de la guerra no se llegará a una paz democrática, sino que habrá una paz católico-fascista”217. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial con la explosión de las dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, escribió Alberto Camus: “La civilización mecánica acaba de llegar a su último grado de salvaValentín Letelier. La evolución de la historia, Santiago: Cervantes, 1900, 301-302. 216 Valentín Letelier. Génesis del derecho y de las instituciones civiles fundamentales, Santiago: Jurídica de Chile, 1967. 217 Thomas Mann. Relato de mi vida, Madrid: Alianza, 1980, 206. 215

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jismo”218. En 1952 preguntó Bertrand Russel: “¿Qué gana el mundo con la derrota de las potencias fascistas, si, entretanto, la forma de gobierno fascista triunfa en todas partes?”219. Este fue el mundo que Gabriela no quiso ni pudo aceptar. Mistral buscó sustituir la imagen militarizada de Chile como un sable para convertirla en un remo vuelto hacia el Océano Pacífico: “Han dado a Chile los comentaristas la forma de un sable, por remarcar el carácter militar de la raza. […]. Mejor sería darle la forma de un remo, ancho hacia Antofagasta, aguzado hacia el Sur. Buenos navegantes somos en país dotado de inmensa costa” (Breve descripción de Chile, 1934). “[He] contribuido mucho a que en América no se siga creyendo que somos un país exclusiva y lamentablemente militar y minero, sino un país con sensibilidad, en el que existe el arte”220. En 1939 advirtió a su amiga Carmela Echenique sobre un posible golpe de estado en Chile: “Tanto hemos formado en los niños la veneración del soldado, que ahora creemos que una sargentada es la mejor presidencia para nosotros… ¡Yo vengo harta de gobiernos de generales por el Pacífico, la pobre, la infeliz América Pacífica, llena de hambre, de pestes, de desorden y toda ella, desde el Perú, goMarc Nouschi. Historia del siglo XX. Todos los mundos, el mundo, Madrid: Cátedra, 1999, 274. 219 Bertrand Russel. Diccionario del hombre contemporáneo, Buenos Aires: Rueda, 1955, 114. 220 Carta de Gabriela a Josefina Ley Castillo, Volodia Teitelboim, Gabriela Mistral, 1991, 131. 218

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bernada por ellos hasta Cuba!”221. A nivel internacional la presencia bélica de las mujeres en la guerra civil de España le hizo exclamar en 1936: “Por Dios, estos batallones de mujeres me traen con la cabeza vuelta de revés”222. Al escritor y diplomático ecuatoriano Benjamín Carrión le dirigió una frase definitiva: “Sabe Ud. que no creo en la mano militar para cosa alguna”223. Gabriela comprobó a lo largo de su vida que el conjunto de las instituciones establecidas, desde sus fundamentos culturales patriarcales, conducían a una deshumanización generalizada. Su amigo filósofo Jacques Maritain advertía algo similar cuando hablaba del crepúsculo de la civilización de Occidente en 1941. Se hacía necesaria una “transformación profunda en el orden temporal que tienda a sustituir una civilización mercantil y una economía fundada sobre la fecundidad del dinero, no por una economía colectivista, sino por una civilización y una economía personalista donde brille el resplandor temporal de las verdades evangélicas”224.

Carta de Gabriela a Carmela Echenique, 6 de enero de 1939, Gabriela Mistral, Vuestra Gabriela, 1995, 53. 222 Carta a Victoria Ocampo, Lisboa, 21 de agosto de 1936, Gabriela Mistral y Victoria Ocampo, Esta América nuestra. Correspondencia 1926-1956, Buenos Aires: 56. 223 Cartas de Gabriela Mistral a Benjamín Carrión, 1927-1955, Benjamín Carrión, Santa Gabriela Mistral, Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1956, 150. 224 Jacques Maritain. El crepúsculo de la civilización [1941], Santiago: Editorial del Pacífico, 1975, 78. 221

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Para Gabriela la historia necesitaba transformarse con una decisión revolucionaria que traspasara las dimensiones políticas. Necesitaba alcanzar la profundidad de una transformación cultural. En 1939 refiriéndose sobre todo a América Latina, escribe a Eduardo Frei Montalva: “[He] visto fealdades, corrupciones políticas y matonerías de hacer llorar por esa América del Pacífico que yo quiero tanto! Esta experiencia más –y llueve sobre mojado– me ha hecho abandonar la idea de que hay la política tal y cual: hay la podredumbre del hombre por la falta del cristianismo, por la envidia y por la estupidez. Hay la enseñanza sin Cristo y sin griegos. Hay nuestra falta de historia, de tradición, de ‘miel (madurez) de años’, como dice Reyes. Y hay una avidez de fiera en cada hombre criollo, vicioso de licor, de hembra, de lujo y de mando. […]. Pero su amiga no tiene ninguna esperanza de convencer al enemigo ni al amigo de que el conflicto está allí y no en los grupos políticos. Para darse cuenta de que sin humanidades no hay HOMBRE es necesario o tenerlas o no odiarlas por complejo de inferioridad, como lo hacen los bachilleritos y profesorcitos de Chile. ¡Algo hay que comenzar a hacer, Dios Santo!”225. En 1945 insiste al respecto: “No hay revolución que valga la pena si se sostiene sobre la pierna de la mera reforma política, y renguea, manca de la reforma espiritual”226. ¿De qué servirían las ex225 Carta de Gabriela a Eduardo Frei, 15 de junio de 1939, E. Frei, Memorias y correspondencias, 1989, 131. 226 Gabriela Mistral habla a Francia, diciembre de 1945, Antología mayor. Prosa, 254.

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presiones de una derecha, un centro, o una izquierda extrema instaladas en un compartido plano político y cultural patriarcal? A veces Gabriela se confunde: “La prensa de derecha es pura mentira, y la de izquierda es sesgada y fanática. Con lo cual estoy en noche sin estrellas”227. Pero más hondamente existe otro horizonte. Gabriela le confiesa a Ciro Alegría y a su esposa en 1947: “El tiempo –los tiempos– se hielan y endurecen. La derecha tonta hace boberías; la extrema izquierda tiene algo de las máquinas yertas y brutas. Y el centro maromea, hace posturas. Uds. y yo nos ponemos en otra zona, queridos míos. La hay, sí la hay”228. ¿Cuál es esa zona otra en donde palpita otra historia profunda? La historia superficial fue la cultura de la guerra, la intolerancia y el desprecio generalizado por los derechos de la humanidad en Chile y en el mundo. América Latina inauguró el desprecio colonial por el débil, el inferior. La conquista moderna de América, según el historiador y filósofo búlgaro Tzvetan Todorov, establece la ‘civilización de la matanza’229. Esta violencia colonial, agazapada o manifiesta, no logró extinguirla el régimen republicano. El escritor Mariano Latorre podía caracterizar al pueblo bajo, al ‘roto’ de Chile, en 1941: “Aparentemente, el aspecto negativo de la Carta de Gabriela a Victoria Ocampo, Nápoles, 5 de noviembre de 1951, en Mistral y Ocampo 2007, 187. 228 Carta de Gabriela a Ciro Alegría y señora, 1947, Antología mayor. Cartas, 443. 229 Tzvetan Todorov. La conquista de América. El problema del otro, Madrid: FCE, 2010. 227

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raza. […]. El roto es punga o ratero. El corvo y las derivaciones modernas del corvo, su arma predilecta. […]. Su gesto es torvo y su actitud agresiva, casi impertinente”230. En el siglo XIX los artistas más visionarios de Europa tomaron conciencia que la cultura de la modernidad europea y norteamericana no estaba basada en el respeto a la vida y a la dignidad humana sino en su desprecio. Charles Baudelaire comprobó la funesta oposición entre la vida y la técnica: “La técnica nos habrá americanizado hasta tal punto, el progreso atrofiará nuestra parte espiritual hasta tal punto que nada de los sueños sanguinarios, nefandos y contrarios a la naturaleza de los utopistas podrá compararse con estos hechos positivos. Exijo a todo hombre pensante que me muestre qué queda de la vida”231. En 1880, ante la decadencia de Europa y de su cristianismo, Fiódor Dostoievski apunta: “El hormiguero construido hace tiempo en Europa, sin Iglesia ni cristianismo (pues allí la Iglesia ha perdido en todas partes su ideal y se ha convertido en Estado), el hormiguero, digo, cuyo fundamento está trastornado y que ha perdido todo lo que es general y absoluto, se encuentra totalmente socavado”232.

230 Mariano Latorre. La literatura de Chile, Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, 1941, 35-36, 88. 231 Karl Löwith. El hombre en el centro de la historia. Balance filosófico del siglo XX, Barcelona: Herder, 1998, 79. 232 Ibíd., 80.

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La primera mitad del siglo XX convirtió estas advertencias en lamentaciones con los resultados de la civilización patriarcal europea y norteamericana: las guerras mundiales desde 1914 hasta 1945. Las elites europeas imaginaron como una causa santa sus intereses nacionalistas en la Primera Guerra Mundial233. En 1917 Hermann Hesse, premio Nobel de Literatura 1946, tuvo que reconocer: “‘Europa’ ha dejado de ser para mí un ideal: mientras los hombres se matan los unos a los otros por la dirección de Europa, toda división entre los hombres se me hace sospechosa. No creo en Europa, sino en la Humanidad; sólo en el reinado del alma sobre la Tierra, en el cual todos los pueblos tienen su parte y especialmente los de Asia, a quienes debemos las encarnaciones más nobles”234. Una reivindicación más intensa a favor de la paz se requirió tras el término de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría. La militarización global precipitó la carrera armamentista entre las superpotencias del hemisferio norte. En su obra Guerra y civilización de 1950, el historiador Arnold Toynbee reveló las consecuencias funestas de “la deliberada y consciente perversidad del militarismo arcaizante de von Moltke y Mussolini”235. Jonathan Glover. Humanidad e inhumanidad, Madrid: 2001, 231-247. 234 Carta de Hermann Hesse a Romain Rolland, Berna, 1917, Hermann Hesse, Romain Rolland y Rabindranath Tagore, Correspondencia entre dos guerras, Barcelona: Nuevo Arte Thor, 1985, 26. 235 Arnold Toynbee. Guerra y civilización, Buenos Aires: Emecé, 1952, 39. 233

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Gabriela Mistral reaccionó cada vez más enérgica y lúcidamente ante la cultura patriarcal que se imponía en Chile y en el mundo. En su infancia y juventud se enfrentó a los arbitrarios protagonistas del orden establecido, fuesen los ambientes de la burguesía, o de la pequeña burguesía, los sectores medios. Siendo niña, en la pequeña ciudad de Vicuña, experimentó el disciplinamiento hostil de la escuela. La directora del establecimiento, mujer sin amor por la infancia, desechó a Gabriela ante su madre: “Esa niña se destaca por su falta de entendimiento, su poca o ninguna comprensión y su desamor al estudio. Nunca podrá sacar nada bueno de ella y acaso sirva tan sólo para los quehaceres domésticos”236. En 1953 recordó el suceso: “Doña Adelaida Olivares me expulsó de la escuela, estampando en el libro de alumnas la única anotación que existe sobre mi vida escolar: ‘débil mental’. Debe ser por estos recuerdos que no tengo respeto alguno por la Pedagogía”237. Cuando comenzó a escribir en los periódicos de La Serena o Coquimbo recibió ataques furibundos, como el que le hizo llegar un seudónimo masculino en diciembre de 1905238. Ese año renunció al cargo de secretaria e inspectora del Liceo de La Serena por caer en desgracia ante la directora alemana de la institución, Ana Krusche, “profesora con muchos 236 Marta Elena Samatán. Gabriela Mistral, campesina del valle de Elqui, 2012, 131. 237 Cecilia García Huidobro. Moneda dura. Gabriela Mistral por ella misma, 2007, 45. 238 Marta Elena Samatán, 2012, 134-135.

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títulos, llena de prejuicios de clase, imbuida en rancios y rígidos principios, amante de la disciplina cuartelera”239. A ese liceo asistían especialmente los niños de la alta burguesía. Gabriela se sublevó ante la separación de clases y “como aceptó a algunas niñas de condición humilde y defendió sus derechos, fue obligada a renunciar”240. Pedro Aguirre Cerda escuchó el relato de Gabriela: “[La directora] me hizo una observación dura respecto de mi ateísmo y a ésta siguió otra sobre mis tendencias socialistas. Me acusaba de lo último por haber procurado yo la incorporación de niñas de la clase humilde, cuyo talento conocía y para las que el liceo estaba cerrado. Con estos cargos, buscó ella un discreto modo de eliminarme: no me dio trabajo. Por delicadeza renuncié”241. En 1906 Gabriela expuso abiertamente su pensamiento rebelde. En La Voz de Elqui de Vicuña publicó un artículo a favor de la mujer, contrario a la institución matrimonial y a la prostitución: “Es preciso que la mujer deje de ser la mendiga de protección y pueda vivir sin que tenga que sacrificar su felicidad con uno de los repugnantes matrimonios modernos; o su virtud con la venta indigna de su honra” (La instrucción de la mujer, La Voz de Elqui, Vicuña, 8 de marzo de 1906). Marta Elena Samatán. Los días y los años de Gabriela Mistral, Puebla: Cajica, 1973, 60. 240 Marie-Lise Gazarian. La maestra de Elqui. Antología mayor. Vida y obras, 1992, 12. 241 Carta de Gabriela a Pedro Aguirre Cerda, Punta Arenas, 1 de febrero de 1920, Antología mayor. Cartas, 1992, 71. 239

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Se le negó el ingreso a la Escuela Normal de La Serena en 1908. Se opuso el capellán y profesor del establecimiento, canónigo Manuel Ignacio Munizaga: “La escuela normal no podía incorporar a su alumnado a una joven que sentía admiración pagana por la naturaleza”242. Según palabras de la propia Gabriela: “En el Consejo de Profesores de la Normal de La Serena, el capellán y profesor don Ignacio Munizaga, había exigido que por solidaridad con él se me eliminase, porque yo escribía unas composiciones paganas y podía volverme un caudillo de las alumnas. El ilustre sacerdote (que más tarde sería un hombre bastante desgraciado) fue bien lúcido cuando dijo que yo era una pagana. Todo poeta, cualquier poeta, es eso o no es cosa alguna”243. Su espíritu revolucionario y americanista necesitaba más amplios horizontes. Antes de partir a México, Gabriela publicó en abril de 1922, en Repertorio Americano de San José de Costa Rica su breve y explosivo El grito. Fue una crítica rotunda a los Estados Unidos, potencia intervencionista y militarizada que uniría a todo el continente sureño en el ‘dolor’. Sorprendió, sin embargo, que no invitara al odio al opresor, sino a la autosuperación de la América mestiza. “¿Odio al yankee? ¡No! Nos está venciendo, nos está arrollando por culpa nuestra, por nuestra languidez tórrida, por nuestro fatalismo indio. Marta Elena Samatán, 139. Luis Vargas Saavedra. Prólogo, Antología mayor. Cartas, Santiago: Cochrane 1992, VIII. 242 243

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Nos está disgregando por obra de algunas de sus virtudes y de todos nuestros vicios raciales. ¿Por qué le odiaríamos? Que odiemos lo que en nosotros nos hace vulnerables a su clavo de acero y de oro: a su voluntad y a su opulencia. […]. Nosotros ensoberbecimos a ese Norte con nuestra inercia; nosotros estamos creando, con nuestra pereza, su opulencia; nosotros le estamos haciendo aparecer, con nuestros odios mezquinos, sereno y hasta justo”. La arrolladora monumentalidad de Estados Unidos requiere que la América ibera e indígena, mestiza, “el azteca-español, el quechua-español, el araucano-español”, se reconozca a sí misma en su riqueza, en su belleza, en su vitalidad. ¡En su propio esplendor! ¡En su propia creatividad! ¡Qué se obtiene con lloriquear en la victimización! A los educadores les dice: “No seas un ebrio de Europa, un embriagado de lo lejano, por lejano extraño, y además caduco, de hermosa caduquez fatal”. A los periodistas: “Ten la justicia para tu América total. […]. Piensa en que llegará la hora en que seamos uno, y entonces tu siembra de desprecio o de sarcasmo te morderá en carne propia”. A los artistas: “Muestra en tu obra la capacidad de finura, la capacidad de sutileza, de exquisitez y hondura a la par, que tenemos. […]. Cree en nuestra sensibilidad que puede vibrar como la otra, manar como la gota cristalina y breve de la obra perfecta”. A los industriales: “Ayúdanos tú a vencer, o siquiera a detener la invasión que llaman inofensiva y que es fatal, de la América rubia que quiere vendérnoslo todo, poblarnos los campos y las ciudades 136


de sus maquinarias, sus telas, hasta de lo que tenemos y no sabemos explotar”. Mistral revela su notable sensibilidad revolucionaria, no fundada en el resentimiento victimista, característico del binarismo del amo y del esclavo, sino en la autopercepción cultural, en la propia invención de una historia propia, hermosa, liberada: “¡América y sólo América! ¡Qué embriaguez semejante futuro, qué hermosura, qué reinado vasto para la libertad y las excelencias mayores!” (El grito, Santiago de Chile, 1922). Para Gabriela Mistral el odio fue siempre una energía opuesta a la fuerza de la paz244. Según Gabriela, América del Sur conseguiría una identidad común como respuesta a la política odiosa y criminal de Estados Unidos. Tres años antes del asesinato de Augusto Sandino, héroe revolucionario de Nicaragua, dijo refiriéndose al presidente norteamericano Herbert Hoover: “Nos hará vivir Mr. Hoover, eso sí, una sensación de unidad continental no probada ni en 1810 por la guerra de la Independencia, […]. Mr. Hoover va a conseguir, sin buscarlo, algo que nosotros mismos no habíamos logrado; sentirnos uno de punta a cabo del Continente en la muerte de Augusto Sandino” (La cacería de Sandino, 1931). En México Gabriela participó en la reforma social y educacional invitada por el filósofo José Vasconcelos, autor de La raza cósmica, en un momento en que el país experimentaba un renacimiento artístico y es244 Entrevista de Jaime Eyzaguirre a Gabriela en 1941, Cecilia García Huidobro, Moneda dura, 2007, 68.

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piritual. En 1925, el artista mexicano Diego Rivera pintaba su histórico mural “La tierra oprimida por el capitalismo, el clericalismo y el militarismo”. El entusiasmo de Gabriela fue evidente: “México me ganó el corazón con sus reformas sociales. Con sangre –con algún barro también– con tragedia cotidiana, allí se hace algo por el indio, lo que jamás se ha hecho en nuestra raza. No lo hacen los intelectuales, fuera de Vasconcelos uno o dos más […]. Lo hacen hombres sin cultura, mirando unos a Rusia, otros al Evangelio. Lo hacen. No lo hacen los maestros, ellos siguen discutiendo sobre pedagogías. […]. La cuestión agraria mexicana es, a mi parecer, la cosa más seria y grande que se verifica hoy en la raza”245. Gabriela distinguió perfectamente su trabajo en las escuelas indígenas, del ambiente de la clase media intelectual, ajena al igual que la elite, a los deseos de transformación social: “Los intelectuales mexicanos no son de su tipo [el de José Vasconcelos]; son del de casi todas partes: hombres de cultura y de refinamiento, sin ideales sociales efectivos. No me fundo con ellos. No me ‘llenan’ las conversaciones literarias […]. Admiro de México sobre todo el indio: una raza dulce, laboriosa, frugal, pasta espléndida que han olvidado y desdeñado criminalmente los hombres de don Porfirio Díaz. La clase media me parece egoísta y aristocratizante. La aristocracia vive a puertas cerradas o está en 245 Carta de Gabriela a Joaquín García Monge, 1924, Antología mayor. Cartas, 1992, 121-122.

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Europa”246. Este fue su estilo de vida: “[Prefería] estar en el campo, viendo y oyendo a los campesinos, a viejos y jóvenes, mujeres y niños, procurando comprender en su verdadera esencia esa callada y tesonera lucha por descubrirle al trabajo de la tierra el significado de una bendición, después de siglos de esclavitud, de miseria y de ignorancia”247. La reacción de los medios conservadores chilenos hacia esta Gabriela mexicana fue virulenta. “Se ha murmurado de mí en el sentido de que, por conveniencia de dinero, yo me alquilo a un gobierno bolchevique. […]. En cuanto al bolcheviquismo del país, se trata sencillamente de una maldad. El gobierno es de un tipo parecido al socialista francés, en algunos estados solamente”248. “Con lo del viaje de Vasconcelos a Chile, mi país, ultra-conservador, se alarmó de mi estada en México, junto a él, por las ideas contra el militarismo y en favor de la cuestión agraria que dio”249. La poeta decidió dejar México. Su entrega vital estaba con los pobres, no con el poder. “El Presidente [Obregón] me ha llenado de atenciones. Me invita a su casa, me manda su retrato, con dedicatoria cariñosísima, sus libros, […]. Se retrató conmigo; me ofreció un auto durante mi estada… Yo acepto de lo que me 246 Carta de Gabriela a Joaquín García Monge, ¿1922?, Antología mayor. Cartas, 1992, 103. 247 Fernando Alegría. Genio y figura de Gabriela Mistral, 1966, 49. 248 Carta a Pedro Aguirre Cerda, México, 1 de enero de 1923, Antología mayor. Cartas, 1992, 100-101. 249 Carta a Joaquín García Monge, ¿1922?, Antología mayor. Cartas, 1992, 104.

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dan aquellas cosas que no significan arribismo. […]. Obregón me propuso que me quedara por cinco años. No me da esto sensación de paz para trabajar. Además, chocaría con el ambiente oficial, ateo a lo revolucionario del tiempo de Saint Just”250. La política atea oficial con su persecución al catolicismo no le pareció razonable. Gabriela reconocía la importancia del fenómeno religioso en la vida del continente. La escritora Inés Echeverría quiso conocer la opinión de Gabriela al respecto: “Le manifesté mi desazón al saber que se había hecho católica. Me dijo: –Para saber si se es católica es menester ver a la Iglesia perseguida como yo la he visto en México. […]. –Además –dijo Mistral–, cuando no se ha tenido hogar religioso, se ha sentido el frío del desierto humano, se aprecia en lo que vale el calor de la lumbre”251. Sectores nacionalistas mexicanos promovieron una imagen crítica de la chilena como intrusa. Y algo no menor: José Vasconcelos fue girando políticamente hacia la derecha. La chilena terminará diciendo: “[José Vasconcelos] por desgracia no es rural como yo”252. Como fuese, Vasconcelos conservó una imagen muy hermosa de Gabriela: “A medida que el tiempo pasa, su amistad se me vuelve profunda y conmovedora. Usted es mi refugio espiritual. […]. Sólo en usted he hallado la firmeza de la roca en el Carta a Eduardo Barrios, México, 11 de septiembre de 1923, Antología mayor. Cartas, 118-120. 251 Inés Echeverría Bello. Memorias de Iris 1899-1925, Santiago: Aguilar, 2005, 534. 252 Magda Arce. Gabriela Mistral y Joaquín García Monge. Cartas, Santiago: 1989, 113. 250

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afecto”253. En La raza cósmica expresó Vasconcelos: “No se puede opinar sobre Chile sin pensar en la figura majestuosa de Gabriela Mistral. […]. Chile se ha ennoblecido desde que produjo a la Mistral”254. En su permanencia mexicana Gabriela buscó la transformación de los métodos pedagógicos de la “escuela-madrastra”, como explicaba en 1923: “[Creo] que hay ya demasiado hastío en la pedagogía seca, fría y muerta, que es la nuestra. Tal vez esta falta de alegría que todos advierten en nuestra raza venga en parte de la escuela-madrastra que hemos tenido muchos años. El niño llega con gozo a nuestras manos, pero las lecciones sin espíritu y sin frescura que casi siempre recibe, van empañándole ese gozo y volviéndole el joven o la muchacha fatigados, llenos de un desamor hacia el estudio que viene a ser lógico”255. A Gabriela le impactó el papel de la mujer popular durante la Revolución Mexicana. Esto lo plasmó en el poema “Recado a Lolita Arriaga, en México”. A Lolita, maestra rural de Zacapoaxtla, la compara con la famosa revolucionaria anarquista y feminista de la Comuna de París Luisa Michel, pero “sin humo y barricada”. Lolita Arriaga es el principio femenino de la Vida, distinto al “pasmo militar a lo Pancho Villa, congestiona253 Carta de José Vasconcelos a Gabriela Mistral, México D.F., 9 de enero de 1925, Gustavo Barrera et al, editores, Epistolario americano. Gabriela Mistral y su continente, 2012: 181. 254 José Vasconcelos. La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana, Barcelona, 1925, 143. 255 Gabriela Mistral. “Introducción”, Lecturas para mujeres. México, 31 de julio de 1923, México: Porrúa, 2005, XIX.

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do de ganas de matar, borracho de fechoría afortunada y cortador de cabeza a lo cuento de Salgari”256: “Lolita Arriaga, de vejez divina, Luisa Michel, sin humo y barricada, maestra parecida a pan y aceite, que no saben su nombre y su hermosura, pero que son ‘los gozos de la tierra’. […]. Panadera en aldea sin pan, que tomó Villa para que no llorasen los chiquitos, y en otra aldea del azoro, partera a medianoche, lavando al desnudito entre los silabarios; […]. Comadre de las cuatro preñadas estaciones, que sabes mes de mangos, de mamey y de yucas, mañas de raros árboles, trucos de injertos vírgenes; floreal y frutal con la Cibeles madre. […]. Bondad abrahámica de Lola Arriaga, maestra del Dios del cielo enseñando en Anáhuac, sustento de milagro que me dura en los huesos y que afirma mis piernas en las siete caídas. Encuentro tuyo en la tierra de México, conversación feliz en el patio con hierbas, casa desahogada como tu corazón, y escuela tuya y mía que es nuestro largo abrazo. […].” (Tala: Recuerdo a Lolita Arriaga, en México). Esta descripción de Pancho Villa en Gabriela Mistral, La cacería de Sandino, 1931. 256

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Esta poesía fue estimada por Alfonso Reyes como la mejor interpretación de la Revolución Mexicana257. Los medios conservadores de Chile no quisieron a Gabriela Mistral en la década de 1920. Cuando la juventud católica y nacionalista asaltó la Federación de Estudiantes de Chile (FECH), con el incendio de su biblioteca en 1920, destruyó, entre otras, obras de Gabriela Mistral258. En 1922, Luis Emilio Recabarren propuso una ayuda económica para el viaje a México en el Parlamento chileno. Apenas le respondieron con sonrisas e ironías259. Un diputado conservador, Emilio Tizzoni, criticó en 1923 el Libro de Lectura de Manuel Guzmán para burlarse de una poesía de Gabriela incluida en el texto escolar260. En 1924 y 1927, el crítico literario Pedro Nolasco Cruz, profesor de literatura del colegio de los Sagrados Corazones de Santiago, combatió con su autoridad de intelectual católico a la poeta: “No se humilla y acepta mansamente la voluntad de Dios, sino que pide y exige a Dios que haga lo que ella quiere”. Condenó el poema Al oído de Cristo: 257 Marta Elena Samatán. Los días y los años de Gabriela Mistral, Puebla: Cajica, 1973, 126. 258 Mario Góngora. “La rebeldía juvenil universitaria y la generación del año 20”, Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX, Santiago: Universitaria, 1986, 108-126; Fabio Moraga. ‘Muchachos casi silvestres’. La Federación de Estudiantes y el movimiento estudiantil chileno, 1906-1936, Santiago: Ediciones Universidad de Chile, 2007. 259 Luis Vargas et al. En batalla de sencillez. Epistolario de Gabriela Mistral a Pedro Prado, Santiago: Universitaria, 1993, 107. 260 Carta de Gabriela a Eduardo Barrios, México, 5 de abril de 1923, Antología mayor. Cartas, 105.

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“Más cristiano y más poético habría sido rogar a Dios que tocara el corazón de los pobres pecadores”. “En cuanto al idioma, Gabriela Mistral lo maneja con dificultad, como a instrumento que no conoce bien. La frase no corre, el giro es enrevesado, el vocabulario es muy reducido y no escogido, el término propio falta a menudo”. “[Carece] de gusto, de arte, no sabe expresarse y es reacia al idioma […]. Tiene otro defecto: exagera sus sentimientos en exceso […]. ¿Quién puede imaginar que los pies de un chicuelo descalzo van dejando flores de luz viva y haciendo brotar nardos? […]. [Sus artículos de prensa] son de raciocinio débil, dislocado, incorrecto, […]. Dan mal ejemplo literario y ejercen influencia dañosa en el gusto del público”. Por último, el enfadado académico comenta las referencias de Gabriela sobre la mujer embarazada: “[La mujer embarazada] ocasiona una deformación física que todas encubren y hacia la cual es de mal gusto llamar la atención”261. Otro belicoso crítico literario, Raúl Silva Castro, en 1935 reunió el conjunto de acusaciones de los sectores nacionalistas conservadores contra Gabriela Mistral: “Agrada infinitamente a los jóvenes y a las mujeres y a cuantos tienen, en edad indebida, pueril el espíritu, o a aquellas personas –cualquiera que sea su sexo– cuyo temperamento es femenino […].” Silva Castro añade que Gabriela desconocía el canon civilizador y masculino de Occidente: “La autora no cono261 Pedro Nolasco Cruz. Estudios sobre la literatura chilena, Santiago: Nascimento, 1940, tomo III, 191-193, 324-326.

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ce la cultura greco-latina en todo lo que ella tiene de profundo y de preciso; de joven seguramente no leyó a Platón ni a Plutarco, a Hesíodo ni a Horacio, a Píndaro ni a Ovidio […]. [En] ella el sentimiento señorea a la razón”. La sensibilidad de Gabriela fue tachada de grosera: “Denominamos grosería las menciones reiteradas a la carne, a las heridas, a las llagas, a la sangre, a las funciones corporales”. Su obra carecía de “pudores femeninos”. Definitivamente abandonaba el mundo clásico: “Abandona Grecia para hundirse en Israel y en la India”. Además, se criticaba que Gabriela exaltaba en demasía el cuerpo de la mujer: “En Gabriela Mistral no actúan estos frenos del buen gusto […]. Ella no, ella es realista, y como tal no sólo desnuda en abstracto a la mujer sino que no teme desnudarse ella misma para decir por ejemplo: ‘se entreabrían con suavidad de hojas mis entrañas’ (Poemas de las madres) y también: ‘y mis entrañas como perfume derramado’ (Poema del hijo). […]. Afortunadamente –salvo manifestaciones aisladas– la poesía americana no ha seguido esta ruta realista que le señalara Gabriela Mistral en poemas que llegan a parecer impúdicos”. Silva Castro, tan diametralmente opuesto a Gabriela, llegó a censurar que, refiriéndose al amado de los Sonetos de la Muerte, pretenda “encerrarle en la húmeda oquedad de un sepulcro de tierra”. El crítico acabó diciendo que la literatura de Gabriela no era chilena. Según él, su exaltación inmoderada del tono, su realismo, eran

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“los rasgos en los cuales se ve más profundamente cuán poco chilena es la poesía de Gabriela Mistral”262. Estas descalificaciones nacionalistas fueron compartidas por el crítico literario de El Mercurio, Alone –antiguo amigo de Gabriela– quien dijo a su muerte: “Gabriela Mistral no amaba a Chile. Amaba su Monte Grande natal y, por extensión, el valle de Elqui, el campo y la montaña, la gente montañesa y campesina, sus días infantiles. Mas allá, divisaba un pueblo extraño, hostil, bastante sospechoso, que no le inspiraba afecto y con el cual sentíase en oposición”263. El escritor judío norteamericano y gran amigo de Gabriela, Waldo Frank, calificaría a Raúl Silva Castro de “fascista peligroso” en 1944264. La opinión de Gabriela sobre Alone, alojado en su casa en Italia, se revela en una carta a Doris Dana en 1952: “[Le] vi al final unos ojos de odio chileno. Tendré en él un nuevo y tremendo enemigo […]. (Lo que va a decir allá es que soy una comunista. Porque le defendí a los obreros varias veces –a los dos mil obreros matados por un amigo de él en la Patagonia–, cuando yo vivía allá)”265. Raúl Silva Castro. Estudios sobre Gabriela Mistral, Santiago: Zig-Zag, 1935. 263 Alone. Interpretación de Gabriela Mistral, Anales de la Universidad de Chile, CXV, 106, 1957, 15. 264 Waldo Frank. Viaje por Suramérica, México: Ediciones Cuadernos Americanos, 1944, 271. 265 Carta de Gabriela a Doris Dana, 6 de agosto de 1952, Gabriela Mistral, Niña errante, 2009, 279-280. La discusión política de Gabriela y Alone en Nápoles, Alone, Diario íntimo 1917-1947, Santiago: Zig-Zag, 2001, 11. 262

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Gabriela desarticula el patriarcado de las elites culturales urbanas de América Latina. Se aprecia su escaso afecto por Andrés Bello. En cambio, admiraba con entusiasmo, por la expresión disruptiva, democrática y revolucionaria, a Francisco Bilbao: “Al hablar de Andrés Bello, dije que yo le respetaba pero no le quería, por no haber defendido o escudado con su alta autoridad moral a Francisco Bilbao –figura ésta de la democracia de mi país, que yo admiro calurosamente. Don Andrés, desde su alta situación intelectual y social, no podía envidiar a Francisco Bilbao, muchacho, desconocido, pobre”266. “Don Andrés, que era senador, le tenía envidia a aquel hombre que era el más atrevido intelectual nuestro, pero como aquel era amigo de los capitalistas, no quiso salvar a Bilbao a la hora del destierro, él, que era el único que podía”267. ¡Gabriela quiere hablar desde un horizonte nuevo! Se distancia del espíritu cautivo de la burguesía como también de la pequeña burguesía, la consentida clase media del siglo XX. Sus sentimientos están con la clase obrera: “[La] clase dentro de la cual me siento, aquella de la que espero más y a la que amo de corazón es la clase obrera”268, afirma convencida. 266 Carta de Gabriela a Rafael Heliodoro Valle. ¿1923?, Rafael Heliodoro Valle, Alabanza de Gabriela Mistral, Gabriela Mistral 1889-1957, Washington, 1958, 33. 267 Rafael Heliodoro Valle, conversación con Gabriela Mistral, 1924, Cecilia García Huidobro, Moneda dura, 2007, 142. 268 Carta de Gabriela a Heliodoro Valle, Fernando Alegría, Genio y figura de Gabriela Mistral, 1966, 44.

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Con la burguesía o la oligarquía no le interesan lazos de intimidad. En 1915 se refiere a la escritora Inés Echeverría Bello, Iris: “[Escribí] a Iris, escritora espiritualista, de mis mismos pensares religiosos, no a doña Inés Echeverría, gran dama, que no me interesa en absoluto”269. Ese mismo año opina de los círculos intelectuales de la clase alta: “Me gusta la obra que realiza el Centro [de Lectura] y miro con gusto el interés de las damas por las cosas del espíritu. Pero nunca me deslizaré entre ellas para nada. Mi democracia es muy humilde y muy altiva. Tengo correspondencia con algunas señoras, pero no voy a verlas. Me es antipático hacer de trepadora…”270. En 1925 aclara: “[Se ha dicho] que me he metido en la aristocracia. Hay en ella algunas personas a quien estimo; las frecuento lo menos posible. Soy, antes que todo, obrerista y amiga de los campesinos; jamás he renegado de mi adhesión al pueblo y mi conciencia social es cada día más viva”271. En 1929 hace una estupenda confesión de su condición ajena a la vida y a la cultura burguesa: “Sería cosa de un año contarles yo lo que llamo burguesa. Vaya no más este anticipo. Demasiado bien criada, incapaz de hacer un disparate, demasiado ‘sagaz’ para este mundo […]. Dicen que yo tengo el aire más cabal de una burgueCarta de Gabriela a Eugenio Labarca, Los Andes, 1915, Antología mayor. Cartas, 1992, 17. 270 Carta de Gabriela a Eugenio Labarca, 1915, Antología mayor. Cartas, 1992, 20. 271 Carta de Gabriela a Isauro Santelices, La Serena, 30 de junio de 1925. Antología mayor. Cartas, 1992, 133. 269

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sa; pero yo no lo soy, y no es virtud sino incapacidad de varias cualidades: tino, regularidad, consideración a las tradiciones, aceptación de la jerarquía de este mundo”272. ¿Cuál fue su actitud ante la pequeña burguesía? La clase media latinoamericana fue especialmente conservadora en la década de 1930: “Son las clases medias, de formación reciente, a veces demasiado mestizas, las que ahora se imponen en el Estado […]. Estos recién venidos son impulsados por el éxito material […] y se consolidan socialmente por la autoridad que les da el dinero […]. Por ello, como en todos los países, esta clase media triunfante se vuelve conservadora; y, aun cuando es de sangre india, trabaja instintivamente contra el indio, por el triunfo y la supremacía de la raza blanca, cuyo destino comparte”273. Desde la década de 1920, el apartamiento de Gabriela de la clase media es meridiano. “No cree Mistral en la clase media. Viven para afuera, no tienen cámara secreta, les preocupan las apariencias y las cuidan con exceso y en desmedro de las realidades internas”274. Le dice sin rodeos a Pedro Aguirre Cerda en 1926: “Vi una clase media enloquecida de lujo y de ansia de goce, que será la perdición de Chile, un mediopelo que quiere automóvil y té en los restaurantes de Carta de Gabriela a Alfonso Reyes, Cavi di Lavagna, Génova, Italia, 8.4.1929, Antología mayor. Cartas, 1992, 166-167. 273 André Siegfried. América Latina, Santiago de Chile: Ercilla, 1934, 74. 274 Inés Echeverría. Memorias de Iris 1899-1925, Santiago: Aguilar, 2005, 534. 272

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lujo […]”275. En 1940 Gabriela le dice a Eduardo Frei Montalva: “No tengo ningún interés en la promoción hacia una clase cuyos menesteres no son los míos, en cuya manera de placer yo no tengo ningún agrado y cuyo poder no le ambiciono ni en mínima parte” (Recado para Eduardo Frei, 1940). Ya le había dicho a Frei en 1939: “¡Ay, el mal mayor, mi amigo, es la pobre madera infeliz que da nuestra clase media […]!”276. Eduardo Frei compartía con Gabriela esta mirada sobre la clase media chilena. Le dice en 1942: “Nuestra clase media ha sido una pobre cosa que ha dado ‘arribistas’ que lo único que quieren es subir ellos, hartarse de todo, ‘rodearse’ con la clase alta a quien en último término envidian y que nunca les ha importado nada la miseria de la gran masa”277. Para Mistral el ejemplo más rotundo del arribismo de la clase media chilena fue el político radical Gabriel González Videla: “[Gabriel González Videla] Representa para mí el arquetipo del arribismo serenense de la clase media”278. En 1951 Gabriela comparte con Victoria Ocampo su opinión 275 Jaime Quezada comp. Gabriela Mistral. Escritos políticos, Santiago: FCE, 1994, 96. 276 Carta de Gabriela a Eduardo Frei, 15 de junio de 1939, E. Frei, Memorias 1911-1934 y correspondencias con Gabriela Mistral y Jacques Maritain, Santiago: Planeta, 1989, 130. 277 Carta de Eduardo Frei a Gabriela, Santiago, 21 de octubre de 1942, E. Frei, obra citada, 112. Le reitera en 1949: “Por desgracia, nuestro país cada vez se gobierna más para los ricos o bien para la clase media, gorda, satisfecha y cobarde”. Carta de Eduardo Frei a Gabriela, 2 de abril de 1949, en E. Frei, obra citada, 124. 278 Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, Petrópolis, diciembre de 1941, Vuestra Gabriela, 1995, 69.

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de la clase media santiaguina: “La clase media se porta muy mal. Su cursilería le sale cara y la agitación de ella se llama abrigo de piel, casa en las calles Huérfanos y Moneda, y joyas. ¡Qué horror! Hasta el comunismo chileno ha comenzado a aburguesarse. Se aburguesa todo. La única gente chilena con la cual me ‘carteo’ es el grupo de Maritain. También comienza en ella el fermento alcohólico del lujo y el balotaje de los altos cargos”279. En 1952 dirá muy chilenamente: “Vivimos una futrería insaciable de la clase media oficial”280. Los conservadores de la Falange podrían haber hecho una renovación en la clase media. Sin embargo, le disgustó a Gabriela la denominación que los identificó con una posición precisamente reaccionaria, fascista. Le dice a Frei Montalva en 1939: “Le repito, sin idea de halagarlo, que ustedes, los de J.C. [Juventud Conservadora], son lo mejor que ha dado de sí, crecida y lavada, la clase media. Cuando será que se les vea en claro, para ahuyentar del tabú que les crea esta doble equivocación bautismal: la de llamarse conservadores y la de llamarse falangistas. Los nombres, en cualquier pedazo del planeta, tienen una importancia enorme, y ustedes no cuidaron el rótulo, siendo Chile un país donde el rótulo puede tanto”281. Carta de Gabriela a Victoria Ocampo, Nápoles, 10 de noviembre de 1951, Mistral y Ocampo 2007: 188. 280 Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, Vuestra Gabriela, 1995, 109. 281 Carta de Gabriela Mistral a Eduardo Frei, 15 de junio de 1939, E. Frei, obra citada, 130-131. 279

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Gabriela opta por identificarse con el socialismo ligado al cristianismo y a las culturas indígenas de América. En 1930 comenta el ensayista franco-argentino Max Daireaux, en su Panorama de la littérature hispano-américaine, acerca de Gabriela: “[Ella] es socialista y es cristiana […]. Su socialismo es más una manera de sentir que una manera de pensar […]. Es cristiana, pero no según la Iglesia sino según Cristo. […]. Ella representa la mayor fuerza espiritual de América Latina”282. En 1932 declaró desde Nápoles: “El pueblo chileno en conjunto se siente naturalmente inclinado hacia el socialismo; pero mientras ese socialismo signifique libertad, igualdad, y justicia social y cooperación”283. En 1939 vinculó el socialismo a las experiencias indígenas andinas o a singulares experimentos cristianos. Así le dice a Eduardo Frei Montalva: “Suelo darme cuenta de que soy una socialista, pero ay, no de Blum ni del sanguinoso Stalin sino… del imperio de los Incas o de su plagio, las misiones del Paraguay, o de cualquier buen convento italiano…”284. Si había que hacer una revolución, ésta tenía que inspirarse en el paganismo indígena: “Una revolución social debe inspirarse entre nosotros en ideales indoamericanis282 Adolfo Castañón. Semejanzas de Gabriela en voces de Mistral, Gabriela Mistral en verso y prosa. Antología, 2010, XLV. 283 Gabriela Mistral, declaraciones a la agencia de noticias Havas, Nápoles, 28 de noviembre de 1932, Virgilio Figueroa, La divina Gabriela, Santiago: El Esfuerzo, 1933, 254. 284 Carta de Gabriela a Eduardo Frei, 15 de junio de 1939, E. Frei, obra citada, 131.

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tas. ¿Qué quiere usted? Tengo ese misticismo pagano, mitad quichua y mitad maya, y no olvido mi sangre india”, dice Gabriela en 1938285. Gabriela Mistral busca desligarse por completo de la cultura patriarcal, autoritaria y militarista, presente en todo el espectro social y político de su tiempo, de derecha, centro o izquierda. La poeta se rebela contra la derecha antidemocrática. En Chile, en la década de 1930, esta derecha se percibe en el pensamiento de la juventud universitaria católica de Santiago, como se comprueba en las ideas del futuro historiador Mario Góngora en 1935 y 1936. Al joven católico le interesa la “historia colonial” como verdadera historia, “que no es la de los textos oficiales imbuidos de democratismo, sino la de nuestra realidad, esencialmente aristocrática”. “El democratismo es algo con lo cual ya no cabe transacción alguna”. “Quisiera luchar, y quisiera ver en Chile, como por todas partes, el triunfo de la verdadera contrarrevolución conservadora”. Góngora celebró la victoria de Franco en España, pues ello significaba “una dictadura militar que servirá, por lo menos, para aniquilar la izquierda política”. La lectura de Mi lucha de Hitler le parece interesantísima286. En 1936 Góngora defiende la hispanidad católica en El Diario Ilustrado287. Durante la Segunda Guerra Mundial fue Cecilia García Huidobro. Moneda dura, 2007, 51. Mario Góngora. Diario, Santiago: Universitaria, Ediciones UC, 2013, 229, 312-313, 327, 459, 483. 287 Mario Góngora. Sentido espiritual de la Hispanidad, El Diario Ilustrado, 6 de septiembre de 1936. 285 286

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partidario entusiasta del nazi-fascismo. Además, tuvo en alta consideración el pensamiento de Nietszche288. En 1944 Gabriela lamenta los avances electorales de la derecha católica y conservadora en carta a Eduardo Frei Montalva: “Vi con pena, el renglonazo de jóvenes conservadores ultra blancos que salieron electos. […]. Es imposible remediar nada con prensa católica tan floja como El Diario Ilustrado. No hay nervio allí, ni fuego ni intención recta”289. En 1948, al comenzar la Guerra Fría, la derecha católica chilena avanzó en su definición antidemocrática, especialmente contra las ideas de Jacques Maritain290. El apoyo de los conservadores a la conocida ‘Ley Maldita’ del presidente González Videla dejó confundida a Gabriela. Se lo dice a Radomiro Tomic: “Me quedo perpleja de la entrega casi total que el Partido Conservador ha hecho, a trueque del aniquilamiento del enemigo, de todos los principios republicanos. ¡Me pasma!”291. Mistral también se manifiesta contra una izquierda antidemocrática, que busca alianzas con políticos y militares de carácter fascista. Coincide con su amigo 288 Patricia Arancibia. Mario Góngora en busca de sí mismo 19151946, Santiago: Fundación Mario Góngora, 1995, 253-255. 289 Carta de Gabriela a Eduardo Frei, 1 de abril de ¿1944? Antología mayor. Cartas, 1992, 377. 290 Sergio Fernández Larraín, Discurso, El Diario Ilustrado, 22 de marzo de 1948; Osvaldo Lira. Visión política de Quevedo, Madrid: Seminario de Problemas Iberoamericanos, 1948. 291 Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, 17 de junio de 1948, Vuestra Gabriela. Cartas inéditas, Santiago, 1995, 136. Tomic rechazó el proyecto de la ‘Ley Maldita’ o ‘Ley de Defensa Permanente de la Democracia’, Política y Espíritu, 32, 1948, 94-119.

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Ciro Alegría en su análisis de la política peruana. Alegría le comenta sobre el APRA a Gabriela en 1948: “[Se] la quiere llamar izquierda, pero para mí no es otra cosa que una versión criolla del fascismo”292. En Chile, sectores de izquierda se encandilaron con la figura del militar Carlos Ibáñez. En 1938 el escritor marxista Pablo de Rokha se opuso a la candidatura de Pedro Aguirre Cerda y elogió al exdictador: “La hombría, la generosidad, la grandeza de espíritu, son la expresión perentoria de Ibáñez, y la voluntad acerada y decidida de hombre de acción y de pelea”293. Gabriela sostuvo opiniones definitivas acerca de Ibáñez y el ibañismo. El militar fue siempre para ella el ‘Caballo’: “[Tengo] un verdadero horror de que llegue el Caballo”294. En 1938 y 1939 añadió: “Y el feo y bruto Ibáñez llena el horizonte… ¡de la extrema izquierda a la vez que el de los nazis!”295. “Ibáñez es la torta de nazismo y socialismo amasados en un bloque absurdo y sombrío”296. “El ibañismo es lo más feo y burdo de la historia nuestra 292 Carta de Ciro Alegría a Gabriela Mistral, Yonkers, 7 de julio de 1948, Gustavo Barrera et al, editores, Epistolario americano. Gabriela Mistral y su continente, 2012, 122. 293 Pablo de Rokha. Carlos Ibáñez, el General de la Victoria, La Opinión, Santiago, 3 de septiembre de 1938. 294 Carta de Gabriela a Doris Dana, 15 de agosto de 1952, Gabriela Mistral, Niña errante, 2009, 282. 295 Carta de Gabriela a Victoria Ocampo, 25 de mayo de 1938, Mistral y Ocampo, 2007, 85. 296 Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, 1939, Vuestra Gabriela, 1995, 57.

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y repetirlo no tendría perdón de Dios”297. “Ibáñez es el eterno sargento de los golpecitos de Estado americanos”298. Aun en 1951 expresó: “Mastica este dato: la candidatura suya [de Carlos Ibáñez] ha sido lanzada por un grupo político de mujeres. Me importa mucho menos que mi pan futuro ya intervenido esta mugre del mujerío fascista y chileno. Hay más: son católicas en su mayoría esas dirigentes… Y son naturalmente santiaguinas: nuestros pueblos se pudren por la cabeza”299. “Ahora se oye y se lee a gentes sesudas que dicen preferir el Caballo a cualquier candidato de la democracia de izquierda. Chile no tiene sesos aún, no tiene madurez, amigo mío”300. Gabriela observó que el ibañismo expresaba una inclinación inconsciente de los chilenos hacia la dictadura: “Tengo no poco temor de que salga el milico. Porque en lo subterráneo del chileno común yo veo un extraño amor a la dictadura”301. Para Mistral era indispensable imaginar un socialismo sin asociaciones ni aspiraciones autoritarias o militaristas. Aconsejaba a sus amigos cercanos de la izquierda, en especial a César Godoy Urrutia, diCarta de Gabriela a Eduardo Frei, 15 de junio de 1939, E. Frei, Memorias y correspondencias, 1989, 130. 298 Carta de Gabriela Eduardo Frei, 5 de enero de 1939, Antología mayor. Cartas, 1992, 287. 299 Carta de Gabriela a Victoria Ocampo, Nápoles, 26 de septiembre de 1951, Mistral, Ocampo 2007: 183. 300 Carta de Gabriela a Zacarías Gómez, Nápoles, 6 de octubre de 1951, Antología mayor. Cartas, 534. 301 Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, ¿1952? Vuestra Gabriela, 1995, 116. 297

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rigente del partido Comunista, no apoyar a Ibáñez. Atendiendo a esta opinión, sin duda entre otras, los comunistas consideraron apoyar la figura de Salvador Allende en 1952302. Gabriela estimaba la humanidad y el espíritu pacifista de Salvador Allende. En carta al dirigente socialista le expresó en 1949: “Hallo entre [mis cartas] la circular suya sobre la paz. Podrían Uds. haber puesto mi firma allí. Yo publiqué 2 o 3 artículos sobre este gran asunto […]. Espero que el mundo guarde sus sesos intactos y que el mero sentido común acalle los gritos histéricos […]. Guardo viva simpatía hacia su noble, valeroso y valioso espíritu de paz”303. Para la elección presidencial chilena de 1952, Gabriela Mistral estimó que Salvador Allende era un “excelente nombre”, “la mejor persona entre los tres” candidatos, el radical Pedro Enrique Alfonso, el liberal Arturo Matte, y el socialista Salvador Allende304. A su amiga la escritora uruguaya Esther Correch de Cáceres le comenta certeramente la importancia y las limitaciones de la candidatura de Allende: “[Es] un socialista-comunizante, con prestigio moral pero sin 302 Carta de César Godoy Urrutia a Gabriela Mistral, Moscú, 11 de enero de 1952, Gustavo Barrera et al, editores, Epistolario americano. Gabriela Mistral y su continente, 2012, 102-103. Sobre Godoy y su reconocimiento a Gabriela Mistral, César Godoy Urrutia, Vida de un agitador, Culiacán: Universidad Autónoma de Sinaloa, 1982. 303 Carta de Gabriela a Salvador Allende, 1949, Gustavo Barrera et al, editores, Epistolario americano. Gabriela Mistral y su continente, Santiago: Das Kapital Ediciones 2012, 62. 304 Cartas de Gabriela a Doris Dana, 1952, Niña errante, 2009, 290, 299.

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la clase media que es allá la fabricante de elecciones. Tiene al pueblo”305. Gabriela hizo propia la promesa de una tierra sanadora de cuerpos y de espíritus inspirada en la Biblia. Según el libro del Éxodo: “Dijo Yahvéh: Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, […]. He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel […]” (Éxodo 3, 7-8). El lenguaje mistraliano sueña con esa tierra: “Caen de su lenguaje las espinas y las lágrimas, bórrase toda dureza, alísanse las grietas y las palabras se llenan de dulce y sensual preñez. Se cree ver, entonces, la raíz del Viejo Testamento en estos cantos hechos de leche y miel”306. “Ha sesenta años que en el Valle ‘de leche y mieles’ se nacía y una montaña me miraba y una madre me sonreía” (Hace sesenta años). La promesa de Israel es la reconciliación de la humanidad con la Tierra, el ideal histórico y liberador Carta de Gabriela a Esther Correch de Cáceres, sin fecha, Silvia Guerra, Verónica Zondek editoras, El ojo atravesado. Correspondencia entre Gabriela Mistral y los escritores uruguayos, Santiago: Lom, 2005, 64. Pablo Neruda le escribió a Gabriela en 1952: “Nuestra candidatura Allende significa la derrota de Ibáñez, segura.” Carta de Pablo Neruda a Gabriela, Capri, 7 de abril de 1952, Pablo Neruda, Cartas a Gabriela, Santiago, RIL, 2009, 107. 306 Fernando Alegría. Genio y figura de Gabriela Mistral, 1966, 9596. 305

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de la paz. “El concepto profético de paz trasciende el reino de las relaciones humanas; la nueva armonía se da también entre el hombre y la naturaleza. La paz entre hombre y naturaleza es armonía entre armonía y naturaleza. Así hombre y naturaleza dejan de estar escindidos: el hombre no está amenazado por la naturaleza ni determinado a dominarla. El hombre se hace natural, y la naturaleza se hace humana. Dejan de ser oponentes y se convierten en uno solo. El hombre está a su gusto en el mundo natural, y la naturaleza entra a formar parte del mundo humano. Tal es la paz en el sentido profético (La palabra hebrea para decir paz, shalom, que podría ser traducida como ‘plenitud’ o ‘bienestar’, apunta en la misma dirección). […]. La idea de la nueva armonía del hombre con la naturaleza en la era mesiánica significa no sólo el fin de la lucha del hombre contra la naturaleza sino también que la naturaleza no se apartará del hombre, convirtiéndose en cambio en la madre que es todo amor y alimento. Dentro del hombre la naturaleza dejará de ser lisiada, y fuera de él dejará de ser estéril”307. Gabriela alimentó a lo largo de su vida la ferviente y creciente opción por la paz. Al término de la Primera Guerra Mundial dice en Punta Arenas en 1919: “[Hemos de] aventar la acusación gravemente odiosa de nación militarista que nos Erich Fromm. “El concepto profético de paz”, La condición humana actual y otros temas de la vida contemporánea, Buenos Aires: Paidós, 1970, 112-122. 307

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han formado […]. [El] horror de una contienda armada sólo se excusa y se enaltece cuando parte como un imperativo de fuego, de los labios mismos de la justicia”. Gabriela busca limitar la exaltación guerrera: “La tercera virtud del patriotismo de la paz ha de ser la simpatía por el mundo, precisamente lo opuesto de lo que suelen predicarnos los hombres del odio […]. [Tenemos] demasiado próximo el horror de la guerra europea para que, mirando en el Viejo Mundo la obra del odio, no nos hagamos los hombres del amor en América, si debemos ser mejores. Nada de prolongar en nuestra carne pura la gangrena de una lucha de razas que ha sido en Europa un doble y terrible pecado contra el alma y contra la vida […]”308. El pacifismo de Gabriela se torna más vigoroso tras su experiencia de la Revolución Mexicana. En 1925 le escribe a Pedro Aguirre Cerda: “Yo me he dejado tres cosas que bastan para un trabajo fuerte: literatura infantil de todas partes, literatura femenina, formación del sentido pacifista en los niños”309. Ese mismo año respalda las ‘Declaraciones de la Universidad Popular Lastarria al proletariado de Chile’ del filósofo pacifista Pedro León Loyola: “El ideal del proletariado no puede ser el imperio de la fuerza; debe ser el imperio de la justicia. […]. Repudiad siempre la violencia, porque Gabriela Mistral. El patriotismo de nuestra hora, 1919, Roque Esteban Scarpa, La desterrada en su patria. Gabriela Mistral en Magallanes: 1918-1920, Santiago: Nascimento, 1977, I, 157, 160162. 309 Carta de Gabriela a Pedro Aguirre Cerda, La Serena, 7 de diciembre de 1925, Antología mayor. Cartas, 1992, 136. 308

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la violencia engendra el odio y porque sobre el odio nada de duradero y grande puede construir el alma humana”. Loyola fue dirigente de la FECH contra el chauvinismo militarista en 1920310. En Chile el ideal pacifista fue notorio en las décadas de 1910 y 1920. La FECH organizó jornadas contra “el holocausto y la carnicería humana” de la Primera Guerra Mundial. Y un Congreso Constituyente de Asalariados e Intelectuales propuso la supresión del Ejército permanente en 1925311. En 1932 la posición pacifista y antifascista de Gabriela le impide desempeñarse como cónsul de Chile en la Italia de Mussolini. “La echó Mussolini porque goza –y ríe al decirlo– de una fama inexplicable y absurda de peligrosa conspiradora internacional”312. En 1934 declaró abierta y desafiantemente: “Los pacifistas respiramos hoy a pleno pulmón y con un bienestar que se parece a una euforia” (Breve descripción de Chile, 1934). En 1942 lamenta que los chilenos no se involucren resueltamente con una decisión antifascista con respecto a la Segunda Guerra Mundial. Gabriela no puede entender que sus compatriotas permanezcan Pedro León Loyola. Hechos e ideas de un profesor, Santiago: Universidad de Chile, 1966, 45-46. El apoyo de Gabriela, El Mercurio, Santiago, 29 de octubre de 1925. 311 Mario Góngora. Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX, Santiago: Universitaria, 1986, 125; Rodrigo Bugueño. Libertarios, artistas y estudiantes: la influencia de Tolstoi en la historia de Chile 1900-1920, Santiago: Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Católica de Chile, 1999. 312 Cecilia García Huidobro, Moneda dura, Santiago: 2007, 46-47. 310

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indiferentes ante lo que se juega en el conflicto bélico mundial313. La Guerra Fría fue la ocasión histórica para que Mistral, en posesión del Premio Nobel de Literatura, proclamara su más ardiente pacifismo. La Guerra Fría fue un ideal de las elites norteamericanas. En 1948 expuso R. Slichter, economista de la universidad de Harvard: “La Guerra Fría es algo bueno. Aumenta por muchos miles de millones la demanda de bienes por el gobierno, ayuda a mantener un alto nivel de empleo, acelera el progreso tecnológico y, así, ayuda a que el país eleve su nivel de vida. Por lo tanto, podemos dar las gracias a los rusos por ayudar a que el capitalismo funcione mejor que nunca en Estados Unidos”314. El clima bélico encendió hasta las Iglesias. En 1949 el papa Pío XII excomulgó a todos los comunistas y sus simpatizantes. Lo curioso fue que tanto Estados Unidos como la Unión Soviética compitieron dentro de los ideales comunes del moderno crecimiento económico: “[Ambas] visiones del consumo de masas y del bienestar partían de una suposición todavía muy “Días y noches he reflexionado en la formación materialista que han recibido allí las dos generaciones que siguen a la mía y rastreo las turbias fuentes de esta mentalidad de ‘toma y daca’ que no fue la de los dos Chile mejores del pasado: la de 1810 y la de Balmaceda”. Carta de Gabriela a Alberto Romero, presidente de la Alianza de Intelectuales de Chile, ¿1942?: http://www.bncatalogo. cl/escritor/AE0021150.pdf 314 Francisco Veiga, Enrique U. Da Cal y Ángel Duarte. La paz simulada. Una historia de la Guerra Fría 1941-1991, Madrid: Alianza, 2006, 137. 313

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válida al acabar la Segunda Guerra Mundial y que se pudo mantener como creíble hasta el final de los años sesenta: el crecimiento económico era exponencial y, por ello mismo, en algún momento del futuro todo el mundo –literalmente, toda la población del globo– accedería a los bienes de consumo”315. En 1947 Gabriela desenmascara la civilización de la guerra: “No podemos, no, seguir vanagloriándonos de una civilización que tiene a la guerra sentada en sus entrañas mismas. Las mejores conciencias del mundo, sean cristianas, sean laicas, rechazaban con rubor la vieja declaración zoológica de que la guerra es el estado natural del hombre”316. “[El] Gran Primario y el Gran Primate, nos han hundido en un infierno colectivo total, y los que hemos sobrevivido en las afueras del holocausto, hemos estado muriendo día a día, de vergüenza, de pena, de lucidez”317. Había que encontrar la humanidad. Ciro Alegría escribe a Gabriela en 1948: “Ya sean los Estados Unidos, con su democracia maquinista y predominantemente técnica, ya sea la Unión Soviética, con su justicia igualitaria que mucho tiene de ajusticiamiento, se hagan la guerra o no, tendrán que encontrar alguna vez que más allá de su respectiva fórmula social, está el hombre”318. En el Ibíd., 142, 171. Gabriela Mistral. Suecia y la paz, El Mercurio, 13 de diciembre de 1947, Antología mayor. Prosa, 1992, 282. 317 Carta a Pedro Zuloaga y Sanz, 2 de enero de 1947, Antología mayor. Cartas, 413. 318 Carta de Ciro Alegría a Gabriela Mistral, Yonkers, 12 de mayo de 1948, Gustavo Barrera et al, editores, Epistolario americano, 2012, 121. 315 316

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Congreso Internacional de Mujeres Pro Paz y Libertad en Guatemala en 1948, Mistral expresó: “Vivimos una pobre paz que se parece a los préstamos a corto plazo y a los matrimonios provisorios… Caminamos con temblorcillo de zozobra como por las tierras tropicales minadas por hormigueros invisibles, que se desmoronan al paso de los caucheros. Y éste es un mal vivir o un vivir a medias, porque el primer tesoro del mundo, y el de cada hombre, parece que se llame sencillamente confianza, descanso del alma en la buena fe de la comunidad que nos rodea […]. [En] el hemiciclo de la ONU las manos aún no se cogen todas, o bien se toman escurridizas de recelo”319. La escritora se confiesa con su amigo chileno Zacarías Gómez: “Espero que no haya guerra, amigo mío. Confiemos que la humanidad no está, entera, loca. Pidamos a Nuestro Señor que la paz crezca y nos salve a todos”320. En un diálogo con un militar chileno acerca de las transformaciones de la historia mundial post-bomba atómica, Gabriela se revela más al tanto de la situación internacional que el oficial: “El chileno se ha vuelto un ‘quique’. No se le puede tocar, rozar sin que ardan. Algo le dije a ese Sr. militar CB cuando vino a verme: que la bomba atómica trastornaba –o mudaba mucho– la situación militar en el mundo. Le Recado para un congreso de mujeres en Guatemala, La Nación, Buenos Aires, 15 de abril de 1948, Antología mayor. Prosa, 1992, 264. 320 Carta de Gabriela a Zacarías Gómez, 8 de mayo de 1948, Antología mayor. Cartas, 1992, 461. 319

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escoció eso. Pero así es”321. Fue en este clima devastador de Guerra Fría que Gabriela se comunicó con especial afecto y confianza con Salvador Allende en 1949. Y en septiembre de ese año Gabriela integró el comité de honor del Congreso Continental Americano por la Paz, celebrado en México322. ¿Qué opina Gabriela del militarismo norteamericano? En carta a Doris Dana de 1950 comenta sobre el general Douglas MacArthur, héroe militar desde la Primera Guerra Mundial hasta la Guerra de Corea: “Uds. creen demasiado en el viejo Mac-Arthur. Este ha tratado a los japoneses como a bichos. Es aquello de no entender en absoluto al mongol de allá y al mongol de la América Latina. […]. El americano no comprende ni al europeo”323. MacArthur fue un militar inescrupuloso. Recordó sus planes en Corea: “Hubiese lanzado entre treinta y cuarenta bombas atómicas […] a lo largo del cuello de Manchuria […] dejando tras nosotros un cinturón de cobalto radiactivo, del Mar de Japón al Mar Amarillo”324. En 1952 el clima militarizado continúa exasperante. Gabriela le escribe a Radomiro Tomic: “La guerra la harán los americanos y con regueros de bombas. 321 Carta de Gabriela a Carmen Echenique, ¿diciembre? de 1948, Vuestra Gabriela. Cartas inéditas, Santiago: Zig-Zag, 1995, 98. 322 Carta de Ramón Rocha Garfias a Gabriela Mistral, 9 de julio de 1949, Biblioteca Nacional de Chile, Archivo del Escritor. 323 Carta de Gabriela a Doris Dana, 9 de julio de 1950, Gabriela Mistral, Niña errante, 2009, 242. 324 Francisco Veiga et al. La paz simulada, Madrid: Alianza 2006, 85.

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Oírlos hablar me da calofrío. Y no es por mí el calofrío; es por ellos mismos”325. A Doris Dana le expresa: “Yo no creo que nos quedemos dentro de esta guerra fría; mientras te escribo –y son las 10 a.m. todo el cielo es ruido y agitación en el aire– y… en este salón. Yo no escribiré nada hoy, por esta inquietud que me dan esas máquinas volantes […]”326. La Guerra Fría determinó las políticas del gobierno de Chile. Gabriela comenta la persecución a Pablo Neruda: “A Neruda le han negado la entrada a su patria. Y me llega la carta ingenua de un hombre del pueblo pidiéndome que yo lo lleve conmigo y que los dos entremos en Chile. Es muy grave eso de cerrar las fronteras a un ciudadano, Doris, sin dar ninguna razón válida, legal”327. En 1953 la poeta hace una incisiva reflexión sobre la condición odiosa de Occidente: “Miren ustedes la paz de los rostros de los orientales. Mírenles la cara. Es una lástima que el Occidente no haya aprendido ni siquiera eso. Todo es impaciencia en nuestro mundo. El Occidente está malherido, roído por la monotonía del odio. Porque el odio es monótono, todo lo contrario del amor. El odio repite y repite siempre el mismo dicterio, hasta hacerse fatigante e inaguantable”328. 325 Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, Nápoles, 1952, Vuestra Gabriela, 1995, 207. 326 Carta de Gabriela a Doris Dana, Venecia, 16 de junio de 1952, Niña errante, 247. 327 Carta de Gabriela a Doris Dana, 26 de julio de 1952, Niña errante, 271. 328 Entrevista a Gabriela en El Mercurio, 1953, Cecilia García Huidobro, Moneda dura, 2007, 76.

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Dos manifiestos pacifistas redactados en Veracruz, México, son claves en la decisión revolucionaria de Gabriela durante la Guerra Fría: el Recado de Navidad de 1948 y La palabra maldita de 1951. En la Pascua de 1948 da a conocer en el Fortín de las Flores de Veracruz un mensaje navideño de cara a la paz mundial, denunciando las pretensiones norteamericanas de representar la civilización cristiana. Afirma que la paz del mundo sólo puede nacer lejos del poder. Jesús no nace en la civilización urbana sino en la naturaleza, en la proximidad de la tierra: “El Nacimiento de Nuestro Señor ocurre en una ciudad pequeña, pero no en una casa –que todas se le negaron–, sino en establo arrabalero. Así Cristo echa el primer respiro cerca de majadas y entre los animales […]. (A las gentes de la Razón con mayúscula, el cuadro les revuelve el seso. Pero todo en el Evangelio resulta una reversión del ‘Orden’ y de la vieja Ley que va a caer a pedazos) […]. [El] Niño suelta el llanto con más asombro que cualquier otro, de estar sobre el suelo, de haber rodado y caído de veras y de sentir esta costra dura y fea que mentamos Tierra […]. El suceso, disparatado a lo divino, no lo entienden mucho las ciudades; los rurales, sí, y los vagabundos, en cuanto a gente habituada al milagro, que brota del planeta o baja de los cielos ¡a lo más natural y a lo más sorprendente! […]: todo el campo sabe, menos la ciudad dormida a pierna suelta, sorda como Jerusalén y las demás del mundo”. El nacimiento de Jesús lo festejan los pueblos morenos de la Tierra apartados de la historia oficial: “To167


dos los que están allí, vistos a la luz de las estrellas, son gente morena como nosotros, y debió serlo hasta el recién nacido, a pesar de los cromos del cristianismo a la inglesa, y tostado sería después, de vivir al sol de los campos y caminar en pespunteo, de aldea en aldea. (Un poco más allá de Palestina, vive el romano blanco, y ‘sabido’, y dueño del mundo. Pero el recién llegado asomaría en la Judea colonial, y mínima, y paupérrima). […]. El buen lector de Historia –el no torcido– entiende que Esto tenía que llegar. Había habido reyes de más, capitanes de sobra, letrados greco-romanos y hasta hechiceros egipcios. Faltaba Uno que reinase sin reino, mandase sin espada y hablase recto, sin vicio ni culebreo de palabras”. El amor al Niño pobre y divino se actualiza en el sur del mundo: “No es mera estampa de yeso ni tarjeta de Noel lo del niño que duerme a la escarcha y a la ventisca. A lo largo del Pacífico, del Atlántico y del Caribe, yo me he visto entredormir de ese modo al chiquito indio, al mulato, al negro y al mestizo. Y pese a la Geografía, aquellos pesebres criollos se me juntan todos en torno de la cuna judía y de aquella Madre de los albergues negados. […]. El llegarnos al Dios-Niño sería buscar los pesebres nuestros de Cordillera y selva adentro, por los caminos rurales y las playas no sospechadas, por todas partes de donde se escape un llanto chiquito que es el mismo de aquella Medianoche y se oiga además el rezo de la María indígena o mulata. Ella reza ahora mismo una oración heroica a lo divino, que está partida en el gajo de la Aleluya y el gajo de la pesadumbre, 168


en el gozo de su alumbramiento y la humillación del ámbito desnudo”329. Gabriela reivindica el pacifismo desde el lenguaje de la madre, habla histórica que después de su muerte expresaría la resistencia al orden militarizado durante la extensión de la Guerra Fría en América Latina330. El 1 de enero de 1951, en el tormentoso espíritu de la Guerra Fría, Gabriela Mistral da a conocer en el Repertorio Americano de Costa Rica su llamado mundial La palabra maldita (Repertorio Americano, tomo XLVII, N° 1). La palabra maldita es la paz, vocablo desterrado por el clima militarizado universal que no habría desaparecido, dice Gabriela, desde la Primera Guerra Mundial: “Después de la carnicería del año 14, la palabra ‘paz’ saltaba de las bocas con un gozo casi eufórico: se había ido del aire el olor más nauseabundo que se conozca: el de la sangre, sea ella de vacunos, sea de insecto pisoteado o sea la llamada ‘noble sangre del hombre’. La humanidad es una gran amnésica y ya olvidó eso, aunque los muertos cubran hectáreas en el sobrehaz de la desgraciada Europa, […]. No se trabaja y crea sino en la paz; es una verdad de Perogrullo, pero que se desvanece apenas la tierra pardea de uniformes e hiede a químicas infernales”. “¡Basta de carnicería!”, dice proponiendo una “militancia de la paz la cual lleLuis Vargas, Prosa religiosa de Gabriela Mistral, Santiago, 1978, 77-80. 330 Laia Herrera i Pujol, Marc Lecha Adán, Las madres de la resistencia. El discurs maternalista de las Madres de la Plaza de Mayo, una expressió de pacifisme, Mary Nash, Susanna Tavera eds., Las mujeres y las guerras, Barcelona: Icaria, 2003, 301-305. 329

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ne el aire denso y sucio y vaya purificándolo”. El texto recoge la palabra de amigos perseguidos por haber firmado el Manifiesto de la Paz de Estocolmo. Ellos le han expresado que ni la Organización de Naciones Unidas puede detener “esta quiebra del hombre”. Gabriela confiesa que en este ambiente de beligerancia fue ‘echada’ de El Mercurio de Santiago de Chile. “Yo me conozco ya, amigo mío, eso de la ‘echada’. Yo también la he sufrido después de veinte años de escribir en un diario, y de haber escrito allí por mantener la ‘cuerdecilla de la voz’ que nos une con la tierra en que nacimos y que es el segundo cordón umbilical que nos ata a la Madre. Lo que hacen es crear mudos y por allí desesperados”. A Victoria Ocampo se lo dirá luego: “El Mercurio me canceló después de diez y seis años o veinte, sin palabras”331. Mistral sostiene que la paz tiene un trasfondo espiritual, de confesión cristiana. “Porque, al fin y al cabo, los cristianos extraviados de todas las ramas, desde la católica hasta la cuáquera, tienen que acordarse de pronto, como los desvariados, de que la palabra más insistente en los Evangelios es ella precisamente, este vocablo tachado en los periódicos, este vocablo metido en un rincón, este monosílabo que nos está vedado como si fuera una palabrota obscena. Es la palabra por excelencia y la que, repetida hace presencia en las Escrituras sacras como una obsesión. […]. Tengan usCarta de Gabriela a Victoria Ocampo, 6 de abril de 1951, G. Mistral y V. Ocampo, Esta América nuestra. Correspondencia 19261956, Buenos Aires: 2007, 197.

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tedes coraje, amigos míos. El pacifismo no es la jalea dulzona que algunos creen; el coraje lo pone en nosotros una convicción impetuosa que no puede quedársenos estática. Digámosla cada día en donde estemos, por donde vayamos, hasta que tome cuerpo y cree una ‘militancia de paz’ la cual llene el aire denso y sucio y vaya purificándolo. Sigan ustedes nombrándola contra viento y marea, aunque se queden unos tres años sin amigos” (La palabra maldita. Veracruz, México, noviembre de 1950). La palabra maldita alcanzó revuelo internacional. Los comunistas perseguidos de Chile agradecieron a Gabriela. Su amigo Luis Enrique Délano le dice desde México: “Es un artículo muy ejemplar, que le enseñará a los ‘tímidos’ a sacar la voz cuando es necesario hacerlo. Anda por ahí tanto escritor, tanto intelectual que no se atreve hablar en voz alta de la paz por temor de perder… la visa de entrada a Estados Unidos, que realmente el suyo es un noble ejemplo. En Chile el pueblo está feliz con su mensaje y por supuesto que al decir el pueblo no digo sólo a los comunistas, sino todos los que no quieren ver envuelto al pequeño país en una guerra imbécil que provocaría más hambre aun que el que existe. […]. Para mí su artículo ha sido muy emocionante, pero de ninguna manera una sorpresa, puesto que conozco desde hace tiempo sus convicciones y su valor”332. Delia del Carril le escribe desde Pra332 Carta de Luis Enrique Délano a Gabriela Mistral, México, 28 de abril de 1951, Gustavo Barrera et al, editores, Epistolario americano. Gabriela Mistral y su continente, Santiago: Das Kapital, 2012, 200-201.

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ga: “Queridísima Gabriela: ¡Qué hermosa tu palabra maldita!... Tengo una alegría íntima y profunda que seas tú la persona que haga el gesto de rebeldía y diga la palabra que se esperaba con tanta angustia […]. Queremos saber si tu valentía no te ha traído desagrados y queremos asegurarte nuestro cariño y nuestro cuidado”333. Por estas decisiones pacifistas, en numerosas oportunidades Pablo Neruda intentó proponer a Gabriela al Premio Lenin de la Paz334. En 1947 ella integró un grupo de intelectuales de todo el mundo a favor de un manifiesto contra el crimen de genocidio, que fue una solicitud a Naciones Unidas para aprobar una convención sobre el particular. El principal impulsor fue el jurista polaco Raphael Lemkin, quien definió el delito de genocidio a propósito de los crímenes nazis. Proponía el reconocimiento de este crimen como punto de partida de un nuevo derecho internacional. Entre los intelectuales que apoyaron la iniciativa estuvieron Aldous Huxley de Gran Bretaña, Francois Mauriac de Francia, premio Nobel de Literatura 1952, Lin Yutang de China, y Alfonso Reyes de México. Pearl Buck, premio Nobel de Literatura 1938 y activista por los derechos civiles y de 333 Carta de Delia del Carril a Gabriela, Praga, 6 de julio de 1951, Pablo Neruda, Cartas a Gabriela. Correspondencia escogida de Pablo Neruda y Delia del Carril a Gabriela Mistral, Santiago: RIL, 2009, 91-92. 334 Carta de Delia del Carril a Gabriela, sin fecha, Gustavo Barrera et al, editores, obra citada, 140-141. Ver “Gabriela Mistral fue invitada al Congreso de los Pueblos por la Paz”. El Siglo, Santiago de Chile, 2 de noviembre de 1952.

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la mujer, solicitó a Gabriela el apoyo de los escritores y artistas de América Latina. La chilena le envió un listado que incluía, entre otros, a Ciro Alegría de Perú, Germán Arciniegas de Colombia, Jorge Mañach de Cuba, Victoria Ocampo de Argentina, Daniel Cossío Villegas y Jaime Torres Bodet de México, este último director general de la UNESCO entre 1948 y 1952335. Naciones Unidas adoptó la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio el 9 de diciembre de 1948. Para Gabriela Mistral, la actitud pacifista era algo natural de la condición humana. Dijo en 1947: “[La] concordancia humana no es un mero desvarío de las religiones y los poetas”336. Y en 1951 agregó: “Mi posición moral de pacifista es la reacción normal que la guerra levanta en una mujer”337. ¡Cómo era necesario cambiar la historia heredada del tiempo europeo colonial! “Ay, Doris Dana, ve, mira, lo que el odio ha hecho del mundo. Hoy me temblaban las manos leyendo las cosas de Alemania. […]. Ningún alma, por baja que sea merece el desprecio. Todos somos almas y con vía evolutiva. Todos acabaremos en la Gracia y en la gloria de Dios”338. Carta de Gabriela a Pearl Buck, Santa Bárbara, California, 20 de diciembre de 1947, Biblioteca Nacional de Chile, Archivo del Escritor. 336 Gabriela Mistral. Suecia y la paz, 1947, Antología mayor. Prosa, 1992, 281. 337 Jaime Quezada comp., Gabriela Mistral. Escritos políticos, 1994, 162. 338 Carta de Gabriela a Doris Dana, 20 de junio de 1950, Gabriela Mistral, Niña errante, 2009, 216-217. 335

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Su profunda aspiración fue imaginar una forma de pensar y de sentir desde la perspectiva histórica y cultural de las mujeres. Y especialmente de las mujeres de la Tierra. Recogiendo la expresión de la historiadora Gerda Lerner se diría que Gabriela procuró trascender “la falacia androcéntrica, elaborada en todas las construcciones mentales de la civilización occidental”339. “Los hombres se sienten más hombres cuando van de caza. Yo, chiquito, soy mujer: un absurdo que ama y ama, algo que alaba y no mata, tampoco hace cosas grandes de esas que llaman ‘hazañas’” (Poema de Chile: Perdiz). Gabriela invita a un mundo ignorado o despreciado por el patriarcado, con sus aspiraciones clasistas, jerárquicas, urbanas, conceptuales. Mistral ha visto que el dios masculino se ha vuelto ‘sin ardor y sin canto’: “un Dios de otoño, un Dios sin ardor y sin canto ¡y lo conozco triste, lleno de desaliento!” (Desolación: El Dios triste). ¿Fue comprendido, asimilado, este horizonte revolucionario? 339 Gerda Lerner. La creación del patriarcado, Barcelona: Crítica, 1990, 320.

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El filósofo José Vasconcelos nunca dejó de asombrarse del habla de Gabriela, nacida de un mundo distinto al pensamiento conceptual. En ella palpita la tierra y el cuerpo. Es un lenguaje ininteligible a la lógica discursiva del patriarcado. Proviene de sociedades ajenas al patriarcado. Al homenajear el premio Nobel de su amiga, Vasconcelos ofrece estas palabras: “Poetisa de la tierra, su expresión es siempre concreta, su visión a veces nos desconcierta, por cierta insistencia en la carnalidad, como cuando compara las desgarraduras de la serranía con vértebras y músculos al descubierto. ¿Hay un tipo de pensar que al mismo espíritu quisiera hacer carne, y lo exprese en imágenes y símiles que lo vuelven cosa de palpación más que comprensión? […]. El mensaje de Gabriela es maternal. Quizás por eso mismo ella representa, mejor que otro cualquiera, la primaria necesidad que tienen los pueblos hispánicos de mantenerse unidos, como miembros de una misma familia, frente a los riesgos del presente y los sombríos presentimientos de nuestro futuro. El matriarcado corresponde a las épocas de formación, de incubación y el primer afán de las madres es cuidar de que no se prenda la discordia entre los vástagos”340. Otro tanto expresó Luis Oyarzún, su gran amigo chileno: “El conocimiento emocional que tiene Gabriela de esta América, desciende acaso de una raíz de profunda femineidad que en sus extremos superiores colinda con el misticismo y con la visión extática, pero José Vasconcelos. Homenaje a Gabriela Mistral, Revista Iberoamericana, X, 20, 1946, 221-227.

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que en sus honduras surge de un sentimiento maternal del cosmos”341. Mistral hace de este imaginario maternal el fundamento sagrado del convivir. Con ella o en ella renace una diosa madre, una divinidad madre que sustituye los ideales patriarcales de Occidente. Esto exige una cultura redescubierta desde la perspectiva de las mujeres: “Reorientar la lengua hacia la realidad americana encubierta y reprimida, refundarla desde la perspectiva de la mujer y, lo que es decisivo, desde la posición degradada e impuesta a la mujer de nuestra América, fue su arduo deseo y proyecto”342. En Tala se deshace la tradición patriarcal, asegura Adriana Valdés en 2010: “Además de la voz indoamericana, cuyo énfasis está en el ‘nosotros’ de los incas y los mayas, en Tala hay otras voces. Contra la tradición patriarcal y cristiana, que implica la sumisión femenina, el poema Confesión estructura y enfatiza una voz claramente de mujer, pero poderosamente sacerdotal”343. La inspiración de Gabriela busca sostener la vida originaria del mundo. En un sentido cosmogónico recupera el arquetipo de la Terra Mater que vela y se desvela por la íntegra totalidad de los seres vivos, bur341 Luis Oyarzún. El sentimiento americano en Gabriela Mistral, Temas de la cultura chilena, Santiago: Universitaria, 1967, 54. 342 Federico Schopf. Mistral, Gabriela, Diccionario Enciclopédico de las Letras de América Latina, Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho, 1995, 3157-3168. 343 Adriana Valdés. Tala: digo, es un decir. Gabriela Mistral en verso y prosa. Antología, Real Academia Española. Asociación de Academias de la Lengua Española, Lima: 2010, 669.

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lando el poder destructor de la Muerte que descompone la totalidad de lo viviente. Es la negación del ‘nombre del Padre’ de la razón patriarcal, que distingue entre el heredero y el desheredado, lo legítimo y lo bastardo344. “¡Es una maternidad que no me cansa el regazo y es un éxtasis que tengo de la gran muerte librado!” (Ternura: Niño mexicano). “La vieja Empadronadora, la mañosa Muerte, cuando vaya de camino, mi niño no encuentre. La que huele a los nacidos y husmea su leche, encuentre sales y harinas, mi leche no encuentre. La Contra-Madre del Mundo, la Convida-gentes, por las playas y las rutas no halle al inocente” (Ternura: La canción de la muerte).

Celia Amorós. “¿Herederas o desheredadas? Notas para una crítica de la razón patriarcal”. Hacia una crítica de la razón patriarcal, Barcelona: Anthropos, 1991, 72-104. 344

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Gabriela entiende la humanidad desde la faz de la Tierra. ¿Cómo restaurar la humanidad desde las congestiones urbanas, las civilizaciones y los estados que deshacen el igualitarismo primordial de la vida?: “¿En dónde tejemos la ronda? ¿La haremos a orilla del mar? […] ¿La haremos al pie de los montes? […] ¿La haremos, mejor, en el bosque? […] ¡Haremos la ronda infinita! ¡La iremos al bosque a trenzar, la haremos al pie de los montes y en todas las playas del mar!” (Ternura: ¿En dónde tejemos la ronda?) Las relaciones de jerarquía entre los seres humanos descomponen la humilde naturaleza de la Tierra: “Yo no quiero que a mi niña la vayan a hacer princesa. Con zapatitos de oro ¿cómo juega en las praderas? […] Y menos quiero que un día me la vayan a hacer reina. La subirían al trono a donde mis pies no llegan” (Ternura: Miedo).

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La confusión de los cuerpos y los espíritus en la convivencia de la Tierra deshace el principio de individuación: “Te llamas Rosa y yo Esperanza; pero tu nombre olvidarás, porque seremos una danza en la colina, y nada más…” (Ternura: Dame la mano). Gabriela Mistral conduce al espíritu originario e íntegro de la Tierra. Trasciende la violencia del tiempo colonial. Es la ‘anti-Malinche’, la superación de la mujer indígena entregada en cuerpo y espíritu al invasor europeo345. Mistral no transa con los iconos patriarcales de Occidente, sea la imagen doliente de Cristo en la cruz, de la antigua tradición cristiana europea, sea la Estatua de la Libertad de Nueva York, representación laica y estadounidense del tiempo burgués. La imagen de Cristo crucificado se opone a su sensibilidad: “Yo no soy partidaria de que en la sala de clases se coloquen imágenes dolorosas de Jesús. Cuando tuve una escuela mía puse siempre delante de las niñas láminas en que la figura de Cristo era serena o el Jesús rodeado de los niños, que dijo la frase eterna, o el Jesús glorioso que ha vencido a la muerte” (La imagen de Cristo en la escuela, 1926). “Y en la tarde, yo recé, y me vino a la mente una manera de oración que nunca hice; la 345 Mario Rodríguez. Gabriela Mistral: la Antimalinche, Atenea, 459, 1989, 131-139.

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de Cristo crucificado y sufriendo. Y la de Su Sangre. Es algo absolutamente ajeno y contrario a mi modo de rezar”346. En 1951 le confiesa a su amiga Victoria Ocampo: “No soy de las que creen en la ayuda del dolor: teoría ésta absolutamente española, es decir, morbosa, de tipo inquisitorial. Defiende tu alegría”347. Con ironía relata su visita a la Estatua de la Libertad, inaugurada en 1886 para conmemorar el centenario de la Independencia de Estados Unidos. Este monumento no representa la libertad de la humanidad sino apenas la de Estados Unidos: “Yo la veo en el año 1930 convertida en una diosa local, vuelta hacia los Estados Unidos, en vez de estarlo hacia el este como lo quisieron sus donadores […]. Ella es la Libertad fuerte y segura de los cuarenta y ocho Estados, la proveedora de la dignidad de su propio territorio […]. Ella se llama la Libertad de los Estados Unidos y no ya la libertad a secas, que era una palabra-espada, rotunda y definitiva […]. Si no supiéramos que la estatua vino de Francia y que la dejó caer mano francesa, diríamos que ella es perfectamente yanqui […]. Es una Libertad sajona que recuerda a las bellezas encontradas por Broadway […]. “Va a alumbrar algo que no es trágico y que no la arrebata: una ciudad de negocios seguros y prósperos […]. [La] tabla mosaica le va muy mal. Pesada, casi cuadrada, a ratos se me ocurre que es una 346 Carta de Gabriela a Doris Dana, 16 de abril de 1949, Gabriela Mistral, Niña errante, 2009, 66. 347 Carta de Gabriela a Victoria Ocampo, Nápoles, 6 de octubre de 1951, Mistral y Ocampo 2007: 185.

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carpeta grávida y comercial la que le rinde el brazo”. “Las madonas de todas partes, las muy extasiadas, las muy arrebatadas, no tienen por dónde emparentarse con la Libertad tampoco. Una décima musa podría bien ser: la Musa de las instituciones, especie de amante de los Jefferson de ayer y de los Borah de hoy, que soplase artículos de constituciones”. ¡Al fin de cuentas esta estatua no representa ni a una mujer de verdad, próxima! “[En] ningún pedazo aparecen insinuaciones ni de sensualidad ni de ternura, ni de melancolía ni de sonrisa blanda […]. Sigo buscándole parientes posibles, y a cada nombre que rechazo me doy cuenta de que la desnudo de femineidad, de que ella no es mujer sino por el manto y me pongo a mirárselo fijamente”348. La decisión revolucionaria de Gabriela apela a la descomposición del mundo lineal eurocéntrico, la “falacia del progreso lineal”349. Este tiempo fue la consecuencia de un pensamiento patriarcal con su impune irresponsabilidad: “El pensamiento patriarcal es esencialmente lineal y tiene lugar en un trasfondo de apropiación y control, y fluye primariamente orientado hacia la obtención de algún resultado particular porque no atiende primariamente a las interacciones La estatua de la Libertad [1931], Roque Esteban Scarpa, Gabriela anda por el mundo, Santiago: Andrés Bello, 1978, 113-120. Gabriela alude a políticos históricos de Estados Unidos: Thomas Jefferson, y William Borah. 349 Josep Fontana. La historia de los hombres: el siglo XX, Barcelona: Crítica, 2002, 205. 348

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de la existencia. Por esto, el pensamiento patriarcal es sistemáticamente irresponsable”350. Gabriela aspira a la epifanía de lo Eterno. Así se esfuma la opacidad del tiempo insustancial del patriarcado, el acontecer sucesivo y acumulativo que devasta el conjunto de la tierra y de la humanidad. En 1917 ya ha dispuesto su itinerario espiritual: “El problema religioso me ha atraído de un modo terrible, a veces. Desde luego, yo he ensayado más modo de rezar que modos de hacer versos. Considero que el descreimiento actual va a traer una regresión a la barbarie. Miro con desesperación el ateísmo que se enseñorea de la educación masculina fiscal. No he de ayudar a los conservadores a corear en contra de la enseñanza oficial; pero sé que hay algo de justicia en sus iras; cuando se hace dudar a un niño, no se sabe qué delito se comete. Matarlo, mutilarlo sería mejor. Mutilación es. Estoy absolutamente convencida de que el hombre a-religioso es un hombre incompleto y que el vino del alma es una fe ardiente […]. Quienes hacen obra demoledora contra la religión es una clase numerosa y detestable de maestros que Ud. debe conocer mucho […]. Ayer leí este pensamiento de Walt Whitman, que cristaliza el mío maravillosamente: ‘La ciencia es solamente una parte de mi morada; un departamento; no es mi morada entera’. Y yo tengo una doble antipatía a la ciencia: la de los místicos y la de los poetas […]. Quiero insistir en lo que el hombre 350 Humberto Maturana. Amor y juego. Fundamentos olvidados de lo humano, Santiago: 2007, 47.

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a-religioso es incompleto. La embriaguez de ciertos éxtasis no los hallará un ateo en todos los vinos del mundo; los ojos de ninguna mujer de la Tierra se la dará; la visión gloriosa de ningún paisaje”351. Es clave su crítica al racionalismo materialista: “Me parece, además, que la lucha contra el racionalismo ha de ser hecha por los elementos todos que creen en el espíritu como director de la vida de los hombres, y que si así se luchase, no veríamos la ola materialista cubrir el mundo”352. ¿Qué manifestaciones religiosas acompañaron el itinerario espiritual de Gabriela? Tiene inmensas dificultades en llamarse católica. Señala en 1920: “Yo no soy antirreligiosa, ni siquiera arreligiosa. Creo casi con el fervor de los místicos, pero creo en el cristianismo primitivo, no enturbiado por la teología, no grotesco por la liturgia y no materializado y empequeñecido por un culto que ha hecho de él un paganismo sin belleza. En suma, soy cristiana, pero no soy católica”353. Lo mismo dirá en 1949: “Su amiga no es una católica cabal; es sólo una especie de cristiana libre”354. El malestar con la prensa católica de su tiempo Carta de Gabriela a Eduardo Barrios, Los Andes, 1917. Antología mayor. Cartas, 1992, 53-54. 352 Carta de Gabriela a Ida Corbat, Roma, 3 de junio de 1924, Virgilio Figueroa, La divina Gabriela, Santiago, El Esfuerzo, 1933, 178. 353 Carta de Gabriela a Pedro Aguirre Cerda, Punta Arenas, 1 de febrero de 1920. Antología mayor. Cartas, 1992, 72. 354 Carta de Gabriela a Gabriel Méndez Plancarte, 20 de septiembre de 1949, Luis Vargas Saavedra, Prosa religiosa de Gabriela Mistral, Santiago, 1978, 21. 351

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es permanente. En 1935 ésta albergaba la virulencia de sus críticos: “[Los] buenos criollos literatos […] se lanzaron en el diario de la Iglesia, y en otros ídems, a una campaña de injurias”355. Clama en 1950: “¡Nada es más feo y pobre que las Revistitas Católicas de nuestros pueblos!”356. Los católicos han validado el mundo de la guerra, comenta a su compadre Radomiro Tomic en 1952: “Es curioso –y penoso– observar que los católicos son bastante partidarios de las medidas bélicas”357. A su amigo Germán Arciniegas le confiesa la desazón que le produjo la visita del papa Pío XII a América Latina: “[Sólo] había conocido el brillo de Buenos Aires, gigantesco y europeo”358. El resultado de la búsqueda religiosa se revela en sus Motivos de San Francisco. Están escritos en México y Francia, en el Nuevo y el Viejo Mundo, entre 1922 y 1929. Fueron comenzados a orillas del lago Chapala, Jalisco, México359. Francisco le permite dialogar con los ideales de la tierra y los ideales cristianos. Gabriela entiende al santo del Mediterráneo como un hijo luminoso de la Carta de Gabriela a Joaquín García Monge, Lisboa, 1935, Antología mayor. Cartas, 1992, 225. 356 Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, 1950, Vuestra Gabriela 1995: 144. 357 Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, 23 de octubre de 1952, Vuestra Gabriela, 1995, 187-188. 358 Germán Arciniegas. Gabriela Mistral y Pío XII, El Tiempo, Bogotá, 13 de octubre de 1958. 359 Marta Elena Samatán. Los días y los años de Gabriela Mistral, 1973, 130. 355

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tierra y de la mujer. La santidad de Francisco se aclara desde su madre: “Tu leche de mujer bebedora de soles debió ser magnífica. Lo sustentaste con exceso, y así tuvo él esa rica juventud, intensa como una púrpura […]; tú le enseñaste a hablar, y de ti, y no del Bernardone, le vino ese dejo de dulzura que le reunía a los pájaros en torno […]. Te damos gracias por esa fuentecita de alimentos que a escondidas del terrible Bernardone mandabas a tu loquillo a la cueva […]”. (Motivos de San Francisco. La madre). Francisco de Asís es la maravilla de la humanidad devenida naturaleza. Su cuerpo crepita como “crepitan de ardor los cactos áridos”. Sus cabellos, de “aquel dorado imperceptible del césped”. Sus manos las teje la tierra. “Después de las de Jesús [la naturaleza] se demoró mil trescientos años en tejerlas”. Las plantas de sus pies, “si atravesaba el campo, iban desnudas, besando esta tierra, que es también el rostro de Dios”. Su voz “apresuraba de amor la savia en los árboles y hacía aflojar de dulzura su abullonado a la rosa”. Sus canciones, “semejantes al latido vivo de polvo dorado que hay en un rayo de sol”. Sus ojos “se prendían en un remanso o en una rama florida, como el hijo al pecho materno”. Y la muerte fue “un agua de piscina que asciende, lenta”, como una “ola fresca”. Su vida es como una alondra, que “flotase entre la tierra y el cielo”. Francisco coincide con el tiempo de la tierra: “Yo creería de buena gana que tú existes desde el comienzo de la tierra, Francisco, y que has hecho los cristales, los dientecitos del granizo y las pintaduras del lirio atigra185


do”. Sus ojos se vuelven piedras preciosas: “[Descubrieron] un día, jugando, dos piedras preciosas en la arcilla de Asís. Eran los ojos del Pobrecillo. […]. Pero los ojos de San Francisco se endurecieron, para volverse dos piedras de luces, redonditas y vivas”. Francisco deshace la oposición entre cultura y naturaleza. Su santidad es su intimidad con la naturaleza. Es ser parte de ella, hacerse hermana de ella, sin aire de superioridad. “Tú, Francisco, por humildad también, no quisiste nunca pensar como los hermanos de tu fe que Dios hizo a las criaturas: corderos, vacas, venados, para el servicio y la gloria del hombre. Las criaturas nacieron para sí mismas, y por eso tú las llamabas hermanas”. San Francisco es la transfiguración de la historia. No hay conflicto ni oposición entre lo humano y lo natural, tampoco entre lo divino y lo humano: “–¿Cuál es la mayor dulzura que has alcanzado allá abajo? –solían preguntar los ángeles al Señor. Y el Señor les respondía: –No son los panales que se vencen: son los labios siempre muy henchidos de mi siervo Francisco cantador” (Motivos de San Francisco. La voz). “Con la fuerza se nos ha ido la crueldad, Francisco. No somos bruscos; reímos y lloramos con una finura muy exquisita en el extremo de los labios. Somos un poco angélicos, menos hombres y por eso muy dulces” (Motivos de San Francisco. La convalecencia). El carácter pacífico de la santidad de Francisco fue la negación de la violencia, la crueldad, emblemas de la cultura desgarrada en separatismos y antagonismos. “Yo quiero, Francisco, pasar así por las cosas, sin 186


doblarles un pétalo. Que quede sólo un rumor dentro de ellas, y las suavísimas remembranzas de que me tuvieron” (Motivos de San Francisco. La delicadeza). El burgués Bernardone, padre de Francisco, encarna las solicitudes del mercado, la posesión, la acumulación. “Francisco no aparecerá a través de su vida sino hijo de su madre; al Bernardone se le ha de citar sólo para alguna vergüenza”. “Bernardone no entendía la cosa profunda que es un nombre, el nombre que preside la vida”. Su padre lo quiere “entendido en contadurías con ojo de zorro para negocios escurridizos”. “Él es el padre de todos los tiempos, engendrador de comerciante o magistrado. El choque del hombre fatalmente místico que había en el mozo con la fealdad del comercio, avivó, por exasperación, lo espiritual de su naturaleza” (Infancia de San Francisco. Capítulo de una vida). La composición de Motivos de San Francisco da cuenta del pacifismo de Gabriela en un momento histórico en que el ideal fascista se propagaba por el Viejo Mundo. En 1925 fue la primera edición de Mi lucha de Adolf Hitler. El ideal franciscano de la Tierra le posibilitó a Gabriela quedar a resguardo de las instituciones eclesiásticas establecidas. Su lejanía del catolicismo romano fue evidente, especialmente el practicado por las elites. En 1941 le dice a Jaime Eyzaguirre: “Me han dicho tres católicos dirigentes que en trance tan apretado como el que vivimos, y tratándose de una hora desesperada, ellos están ciertos de que una dictadura nos salvaría. A ellos tal vez, a mí no, a usted tampoco. 187


Entiendo que ellos piensan en salvar cuando más los templos y la vida del clero y abandonar la esencia de una vida social cristiana”360. El mismo año le comenta a Radomiro Tomic: “La prensa de este último tiempo, la brasilera, ha dado las más tristes informaciones sobre el movimiento nazistoide en Chile […]. Me refrescó como un rocío leer el juicio de Tomic sobre esa clase de prensa sin calificativo que a todo trapo se dice ‘católica y nazi’ […], me pasma ese matrimonio de chilenos de nota conservadora y de aventureros nazistoides”361. En 1943 o 1944 le escribe con preocupación desde Brasil a Eduardo Frei Montalva: “Se sabe aquí en los medios universitarios que habría en la Universidad Católica nuestra, muchas filtraciones de ideología nazi, expresadas en varias formas […]: el catolicismo español, el italiano y el francés están inficionados de nazismo y tardarán mucho en desintoxicarse”362. En 1952 le dice a Radomiro Tomic: “[El] catolicismo de la América del Sur casi entera está infestado de ‘totalitarismo salvador’ y de otras necedades trágicas y sucias”363. En 1953 le expresa al sacerdote jesuita Francisco Dussuel: “Repito que me parecen peligrosas y dañinas las poléJaime Eyzaguirre. Cristianismo, libertad y cultura clásica, Estudios, Santiago, 10 de octubre de 1941. 361 Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, Petrópolis, 1941, Vuestra Gabriela 1995, 67. 362 Carta de Gabriela a Eduardo Frei Montalva, ¿1943, 1944?, Antología mayor. Cartas, 1992, 379. 363 Carta de Gabriela a Radomiro Tomic, 1952, Vuestra Gabriela: cartas inéditas de Gabriela Mistral a los Errázuriz Echenique, 1995, 171. 360

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micas sobre religión en países como los nuestros, en los cuales la sensibilidad católica es demasiado gruesa y sorda y estropea cualquier discusión […]. [El] catolicismo criollo sabe tan poco de esto de la vida interna […]. Perdóneme usted, pero debo decirle que tengo como una desventura el catolicismo español, tan alejado de sus místicos, alejamiento que, en lo hispanoamericano, me parece pavoroso”364. En el momento final de la vida de Gabriela, Doris Dana increpa al jesuita chileno Renato Poblete por su insistencia en ofrecerle asistencia religiosa: “Doris Dana no quería traerle ni curas ni cosa católica alguna, pues según ella (que es atea) a Gabriela no le interesaba nada de aquello […]. A Doris todo ese allegamiento litúrgico le parecía un desacato a Gabriela”365. Mistral comprobó también las limitaciones del cristianismo protestante, especialmente de Estados Unidos. No compartió su teología política ni su estética. Después de recorrer el templo de San Juan el Divino, la catedral anglicana más grande del mundo, sede arzobispal de la Iglesia Episcopal de Nueva York, escribe en 1931: “Una lápida de bronce hacia un lado de la nave me hace leer, en vez de los Salmos o los Proverbios que yo me esperé, unos artículos de la Declaración de la Independencia… ¿Por qué aquí? ¿Qué 364 Carta de Gabriela a Francisco Dussuel, 1953, Mensaje 86, 1960, Luis Vargas, Prosa religiosa de Gabriela Mistral, Santiago, 1978, 183-185. 365 Entrevista a Luis Vargas, 1 de junio de 1972, Martin Taylor, Sensibilidad religiosa de Gabriela Mistral, 1975, 126.

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tienen que hacer ellos aquí? En el congreso bien se están y también en las escuelas públicas, pero en la Catedral de San Juan el Divino… El folleto explicativo me contesta la interjección: ‘Este es un recinto tanto cívico como religioso; ésta es una catedral de los Estados Unidos’. ¡El olvido redondo del Evangelio! Jesucristo dice con un desdén absolutamente divino lo del ‘Dad al César lo que es del César’. Él no tiene ningún puente, ni aun de cuerda, entre el Estado y su misión […]. La confusión de los órdenes material y místico, el acoplamiento monstruoso de las hablas secretas de la religión con los textos oficiales me irritará durante un año, y día por día y me reventará los ojos sin remedio”366. Desde un ecumenismo mestizo Gabriela procura que católicos y protestantes encuentren sus semejanzas cristianas. Señala en 1925: “Trabajaremos, protestantes y católicos, en torno a la columna vertebral cristiana; tengamos más ardiente la búsqueda de las semejanzas, que la búsqueda de las diferencias. La desgracia mayor que ha caído sobre la doctrina de Jesús ha sido su bifurcación primera, que después fue multiplicación fabulosa. Este se halla entre los pecados mortales, es decir, los pecados contra el Espíritu”367. Gabriela Mistral. “Cómo edifican”, El Mercurio, 22 de marzo de 1931, Luis Vargas, 1978, 71-75; también Roque E. Scarpa. Gabriela anda por el mundo, Santiago 1978, 121-127. 367 Gabriela Mistral. Discurso enviado a la apertura de la sección escolar del Congreso Pedagógico Cristiano de Montevideo, El Mercurio, Santiago, 12 de marzo de 1925. Luis Vargas, Prosa religiosa de Gabriela Mistral, 1978, 61-63. 366

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Con más insistencia procuró el ecumenismo durante la Segunda Guerra Mundial. Apunta en 1944: “La Iglesia no puede renunciar ni creo que haya renunciado nunca a la reconciliación de los pueblos cristianos, y menos hoy, después de esta guerra apocalíptica. Ella siempre fue enemiga del caos y es muy probable que el Caos, patrón del mundo actual, arranque del siglo infeliz en que se consumó el gran cisma, el peor de todos los divorcios vistos en la triste historia humana […]. Y cuando veo que algún hombre o alguna mujer dan el divorcio de la Cristiandad por acontecimiento sellado y archivado, siento una extrañeza y una repulsa grandes. Porque me espanta la eternidad del mal, que es el infierno mismo. Prefiero soportar en mis potencias la idea de este largo Purgatorio en la Secesión que vivimos. Purgatorio me parece el vivir una comunidad cristiana tajada por cuchillada tremenda; y creo que deberíamos padecerlo como una humillación infinita y darlo como el mayor de nuestras demencias, pero no como una especie de fatalidad geológica que ha de durar por una eternidad […]. El escándalo mayúsculo de la Cristiandad es el de que vivamos, comamos y durmamos encima de la guerrilla religiosa sin sentir vergüenza de ello, sin tristeza del odio contra-natura y hasta con una vaga alegría de él… El escándalo, nombrado así, como en un texto bíblico, es el de que no veamos con los anchos ojos del alma; y con los de la carne también, esta segunda crucifixión de Nuestro Señor que no es obra ni de centuriones roma-

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nos ni de la plebe judía, sino de nosotros mismos, los cristianos”368. Buscando un cristianismo menos institucional y patriarcalizado Mistral simpatizó con el pensamiento de la activista feminista y socialista irlandesa Annie Besant, autora de El Cristo místico de 1913. En 1873 Besant abandonó el protestantismo dogmático y machista de su esposo, un sacerdote anglicano. “Si eres cristiano continúa siéndolo, pero siguiendo el cristianismo espiritual y místico”369. En 1921 Gabriela comenta de la feminista irlandesa: “La señora Besant […] tiene la dulzura de las colinas; no siente el odio del cristianismo, y la luz del Evangelio la conserva”370. Gabriela explicó su ideal religioso ecuménico de la Tierra en 1933: “Es otra la norma que me guía: reconocer las virtudes de Jesús, su nombre y su gloria, sin las exterioridades que rodean su culto. Y esto no es una claudicación: es seguir viviendo en la tierra y contemplando las grandezas de otras regiones”371. La búsqueda y el hallazgo místico fue una espiritualidad de la Tierra tan suave y misteriosa como el Jesús de sus rondas: Unidad cristiana, entrevista a Gabriela Mistral, La Nueva Democracia, XXV, 3, marzo de 1944, 8-9; Luis Vargas, Prosa religiosa de Gabriela Mistral, 1978, 56-57. 369 Annie Besant. Autobiografía, Barcelona: El Loto Blanco, 1925, 362. 370 Carta de Gabriela a José Vasconcelos, Santiago, agosto de 1921. Antología mayor. Cartas, 1992, 83. 371 Virgilio Figueroa. La divina Gabriela, Santiago, 1933, 161. 368

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“Danzando, danzando, la viviente fronda no lo oyó venir y entrar en la ronda. Ha abierto el corro, sin rumor, y al centro está hecho resplandor […]. ¡Y mirando Su rostro arder, nos va a hallar el amanecer!” (Ternura: Jesús)372.

372 Sobre la religión de Gabriela, Gabriela Mistral, “Yo conozco a Cristo”, La Nueva Democracia, XXIX, 4, 1949, 25; Martin Taylor, “A Quest for Religious Harmony”, Gabriela Mistral’s struggle with God and man: a biographical and critical study of the Chilean poet, Jefferson, N.C.: MacFarland, 2012, 146-182.

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Este libro fue posible gracias al apoyo de la Universidad de Santiago de Chile a través de la Vicerrectoría de Vinculación con el Medio. En la presente edición trabajó el equipo completo de Editorial Usach: Director Galo Ghigliotto Equipo editorial Andrea Meza (diagramación y diseño) Daniela Escobar (diseño de portada) Consuelo Olguín (prensa y RRSS) Equipo administrativo Martín Angulo (jefe administrativo) Claudia Gamboa (secretaria) Javier Solís (ventas) Aldo Opazo (asistente de ventas) Mauricio Valenzuela (asistente administrativo)



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