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Gobernantes Vestidos, Ciudadanos Desnudos

“Lo que llamamos crisis de la democracia no tiene lugar cuando la gente deja de creer en su propio poder, sino, por el contrario, cuando dejan de confiar en las élites, aquellos que supuestamente lo saben por ellos y proporcionan las líneas maestras, cuando experimentan la ansiedad que indica que el auténtico trono está vacío, que ahora la decisión es realmente suya”

Aciudadanía forja su armonía real, en el entramado de lo cotidiano, mediante la paz simbólica de la representación. El gobernante y el legislador, son quiénes se encargaran de lo público para que todos y cada uno puedan desandar la experiencia del vivir en las parcelas de lo privado y en los centímetros que les correspondan de los espacios comunes. En caso de que existan diferendos o inconvenientes entre ciudadanos, los representantes constituidos deben garantizar mediante un poder especial el contrapeso, a su vez, para una equidistancia, a los efectos que el espacio judicial, garantice la no existencia de uno sólo que tome todas y cada una de las medidas públicas, por simple capricho discrecional. En un primer momento el poder del soberano es tan contundente y determinante que lleva adelante la estrategia de ocultar tal potencia poniéndolo a la vista como nos advirtiera Poe en su cuento “La carta robada”, y lo deposita en el voto o elección de sus gobernantes y legisladores. Cuando estos gobiernan o representan mal, es decir una determinada mayoría (constituida parcialmente y que se auto identifica como tal, potenciada por redes y medios de vinculación) asume su real poder concedido simbólicamente mediante el acto electoral, creando lo democrático, y hace manifiesto como organizado el descontento, el poder entonces pasa de un campo a otro, se transfiere. Desde el uso de la fuerza pública, la oficialidad de la comunicación y la razón misma, el poder en tránsito, define incluso mediante la violencia como instrumento, en el campo en donde se ocultará para, agazapada actuar de forma más eficaz y contundente. Podría parecer complejo o enredado lo que exponemos, buscaremos mediante el siguiente ejemplo clarificarlo. Antes de enunciarlo, poner en contexto que desentrañar la trama no es una acción lineal o que demande una sucesión de palabras que se asocien en forma inmediata. Muchas veces, los que de esto tratamos, somos injustamente caracterizados como plumas exigentes o solemnes que pretendemos bajo subterfugios no ir al punto concreto o específico, como sí pensar se tratase de un movimiento involuntario. Más aún somos tratados con indiferencia y desprecio, cuando no perseguidos, sí es que hemos decidido escapar de los presidios

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académicos en donde se le pone nota al pensamiento y se lo evalúa por pares, siempre ciegos, de acuerdo así las oraciones están divididas entre sí por doble espacio o espacio intermedio. Cuando alguien perteneciente a la ciudadanía o a la horda, de acuerdo a los que creemos que este término es más ajustado a la realidad que vivimos, logra conllevar consigo, el tránsito del poder, es decir de la nada política convertirse en gobernante o legislador, terminará como testigo privilegiado de lo que estamos expresando. Se le diluirá entre las manos, esa posibilidad que antes de poseerla, habría creído posible de llevarla a cabo. Independientemente de los errores propios o personales que pueda cometer, que seguramente cometerá, lo cierto es que la dinámica desbordará la estructura. El cuerpo del hombre o la mujer en cuestión, no podrá conducir el destello de luz del choque de dos espadas que alumbra como centella, a decir de Nietzsche, el saber transformado en poder. Al hacerse presente en forma física, en un campo determinado, es decir del ciudadano al gobernante o representante (cuando Marta o José pasan a ser la diputada o el Gobernador), lo hace también en un tiempo específico, aún más difícil de determinar. Los “muones” son subpartículas elementales que no se pueden dividir. Están presentes en los rayos cósmicos y otra de sus características es que son muy efímeras dado que sólo se encuentran presentes de tal forma en una instancia muy breve (desde ya imperceptible para nuestra observancia común). El poder viaja a una velocidad semejante o parecida. Va de un destino a otro, construyendo un entramado micro físico tal como lo narrara Foucault. La cuestión es que al sentir o saber intuitivamente (esta es la razón por la que no se precisa estudiar ninguna carrera formal para acceder a espacios políticos) que el poder, circunstancialmente, nos puede acompañar, inmediatamente, debemos hacer lo posible para que se note lo menos posible, de forma tal de que actué con más fuerza y con mayor contundencia. Sí algún grado de complejidad falta, debemos agregar el último eslabón. Para no pocos, tal como expresamos, el método más eficaz de esconder es mostrar o evidenciar lo que se pretende ocultar. Es la lógica de la pornografía, que tiene una pésima prensa y peor consideración moral, pero que como industria, ha sido y sigue siendo (modificando sus formatos) de las más exitosas de acuerdo a que opera sobre la sencillez de mostrar lo obvio (Adanes y Evas copulando, Sodomas varias y demás). Ocurre sin ir más lejos en el campo de la naturaleza. La sexualidad vegetal, a diferencia de la animal, es superlativamente más bella y llamativa para la consideración humana.

Al punto que culturalmente las flores se han convertido en un significante que refiere al altruismo del amor, al encanto de la sensualidad, a la antesala de la pasión y a lo imposible de lo imperecedero en la despedida. Damos o recibimos flores tanto para una cópula fugaz o para la que marida promesa eterna de amor, pero también se las obsequiamos a nuestros difuntos. Arriesgaremos que la flor, qué es ni más ni menos que el órgano sexual vegetal, es el talismán simbólico que hace soportable la tensión permanente entre pulsión de vida y pulsión de muerte. En los tiempos electorales, quiénes deben mostrar que no poseen el poder que se les

ha sido concedido, entregan dádivas, prebendas, favores y promesas, por esta misma razón (además de que puedan ser individualmente más o menos afectos a las mentiras), a los que en verdad poseen el poder, sin las condiciones de posibilidad para hace algo más que padecer de tal fortuna que es en verdad un infortunio para ellos. Sí el pobre, marginal o el olvidado por la política, que posee la fuerza de su voto, en vez de aceptar el bien material, el contrato laboral, o la plaza que le dicen que le construirán en el barrio o el hospital en la ciudad, demanda que su voto, dada su condición de pobre, en vez de valer lo mismo que vale para el ciudadano al que el estado le dio la posibilidad de desarrollarse, valga cinco, en una suerte de voto calificado, pero subvertido o al revés, para que el poder se note, se muestre e impacte en el circuito establecido, la historia política sería totalmente otra. Esto que dimos en llamar “voto compensatorio” en los términos actuales, podría ser de imposible implementación, si es que sólo dependiera de que lo comprendan a quiénes va dirigido. Es decir, alguien pobre al punto de no poder comer o luchar para ello, difícilmente tenga las ganas y las condiciones de posibilidad para analizar palabras, para pensar y finalmente para emitir un pensamiento o una reflexión. De esta desgracia humana, de esta ausencia de poder o vacancia, es de la que no nos queremos hacer cargo. En los términos de la justicia platónica, ideal o una justicia en sí, kantiana (universal y establecida como imperativo categórico) o en los términos morales de cualquier religión, un pobre o un marginal no debiera poder votar, dado que no se encuentre en condiciones de poder hacerlo. Pedirle que vote, que haga el esfuerzo para que se sienta, hipócritamente parte de la sociedad, del circuito político entre ciudadanos y representantes, es en verdad una perversa demanda que les arrancamos u obligamos a cumplir quiénes no padecemos la barbarie de la pobreza. Dado que tenemos el poder de no hacer evidente lo que ocurre (en muchas aldeas que se consideran democráticas, la pobreza llega a la mitad de la población) lo exaltamos en grado sumo. Actuamos pornográficamente, comprando los votos a los pobres, mediante dádivas o promesas, o siendo cómplices de la escenografía. Lo mismo sucede, cuando protestamos por derechos que creemos que están siendo afectados, cuando utilizamos a la violencia como instrumento, o incluso cuando escribimos o leemos. Usted puede dejar de hacerlo en cualquier momento y por más palabras que aquí, como en cualquier lugar se pongan, ninguno de los que escribimos podemos determinar qué sucede cuando los conceptos ingresan en las mentes lectoras. Es el mismo poder operando en su dinámica infinita. El principal distrito de la política es decir el que puede ser modificado, tensado, no es el ámbito de la territorialidad, del cuerpo o de la acción, sino de la palabra, del concepto y de lo que pueda determinarse a partir de lo que se defina previamente como curso a seguir. No casualmente estos ámbitos de la política, de lo político, son los menos conocidos, los menos divulgados, socializados y trabajados. El poder no puede manifestarse al mismo tiempo, en simultáneo entre muchos, bajo criterios de equidad. Nunca dejará de ser ese instante que determina que uno nazca y luego muera, en el mientras tanto el sentido político trata de ver sí podemos pasar de ciudadanos a gobernantes o representantes, más allá del sistema que se establezca e incluso sí lo deseamos o no para nuestras vidas, el poder no pregunta, actúa y lo mejor que podemos hacer es prepararnos para cuando nos toque, nos roce o estemos próximos a poder observarlo en plenitud.

A diferencia del cuento de Andersen “El nuevo traje del emperador” conocido como el “rey desnudo”, los ciudadanos somos los que estamos sin ropa (en la doble significancia de estar empobrecidos y sin vergüenza) y no queremos ser conscientes de nuestra desnudez, en esta naturalización de lo pornográfico, el o los gobernantes, son los únicos que están vestidos y no desean hacer evidente el poder que poseen para no hacerse cargo de la desnudez ciudadana que les brinda el privilegio de ser los selectos que a diferencia de las masas, están vestidos.

Lost In Translation

Nada nuevo bajo el cielo solo distancias que se acomodan a nuestras rutinas y una tristeza que da vueltas en tu interior una versión ajena de tu rostro emerge desde adentro y los días corren dudosos y errantes sin clamor ni esperanza alguna todo es fugaz, frágil, trasparente contigo y contra el resto contra el mundo atrapado en un instante por vagar en espacios breves agotando la poca fe de las pobres cosas solitarias porque aquí estuviste y no fue un sueño fue la fragilidad de un hombre y una mujer que se borra y se pierde siempre a través de calles llenas de anuncios y luces donde te conviertes en una sombra mientras la vida se desvanece en el vértigo de una ciudad enorme.

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