CAPÍTULO PRIMERO
Fertilización: De los Rituales a la Ciencia Hace más de 10,000 años, con el nacimiento de la agricultura, el hombre dejó de ser nómada y además de cazar, pescar y recolectar, comenzó a transformar el medio que lo rodeaba.
Aprender a cultivar y a domesticar marcó un punto decisivo en la evolución de la humanidad. La fundación de los primeros asentamientos hizo necesaria la organización social y la creación de las bases de la división del trabajo y del intercambio.
Con la llegada de las cosechas, el hombre cayó en la cuenta de que la tierra no era siempre igual. A veces más, a veces menos y a veces nada. Más allá de la lluvia, entre ritos, intentó comprender la obra milagrosa que ocurría bajo la tierra y descubrió secretos: estiércoles, hojarasca, cenizas.
De manera tan crucial la actividad agrícola cambió el rumbo de la historia, que Daniel Webster, prominente senador norteamericano del siglo XIX, llegó a afirmar que los agricultores son los creadores de la civilización.
El surgimiento de las grandes civilizaciones generó una creciente demanda de alimentos en los núcleos de población, que produjo la necesidad de desarrollar tecnologías agrícolas. Incluso en los fértiles valles del Tigris y el Éufrates, el Nilo y el
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