LA ESCALERA DE MI VIDA
80 a単os de esfuerzos, sacrificios y triunfos
La Escalera de mi Vida
Autor: Óscar Panameño Najarro Redacción y corrección: Cecilia de Panameño y Félix Latzo ISBN: 978-99923-62-14-3 Diseño de portada: María Eugenia Panameño de Rico
www.editorialalejandria.com Primera edición electrónica, marzo 2015 Todos los derechos reservados
Óscar Panameño
LA ESCALERA DE MI VIDA 80 años de esfuerzos, sacrificios y triunfos
Copia del acr贸stico que me obsequi贸 Fausto G贸mez Reina para mis 75 a帽os
ÍNDICE Agradecimientos
1
Introducción
3
Capítulo I Parte I. Un vistazo a mis orígenes
7
Parte II. Semblanza de mi niñez
16
Parte III. Estadía en Sonsonate
25
Parte IV. Los años de mi adolescencia
36
Parte V. Cómo ingresé al Ferrocarril
49
Capítulo II Parte I. Aquella época en San Salvador como ferrocarrilero
61
Parte II. Del trabajo al estudio
84
Parte III. Mesón “Santa Isabel”
87
Capítulo III Parte I. “Todo lo que sucede en la vida es lo mejor” Parte II. Mi trabajo en el Circuito de Teatros Nacionales Parte III. El ingreso a la Corte de Cuentas de la República Capítulo IV Parte I. Regreso a la empresa privada “Freund, la puerta ancha de mi éxito” Parte II. Año de turbulencias y de mucha felicidad
95 103 105
113 135
Capítulo V Parte I. Muerte de mis antepasados más queridos
143
Parte II. El aporte a instituciones benéficas
149
Capítulo VI ¡Quería ser empresario!
163
Capítulo VII Parte I. Años de tenacidad, esfuerzo y sacrificio como
167
empresario Parte II. Fecha histórica 15 de octubre de 1979
183
Parte III. Año de duras pruebas y de oportunidades (1981)
185
Parte IV. ¡Mi cumpleaños de oro!
189
Parte V. ¡Una gran oportunidad!
193
Parte VI. Participando en obras sociales (1982)
195
Parte VII. ¡De trofeos a preseas! (1984)
202
Parte VIII. “Torogoz” atendió al gobierno aún en tiempos difíciles
210
Capítulo VIII ¡Un santo varón en mi camino!
213
Capítulo IX Se constituye “OPANAM”
217
Capítulo X Las gremiales empresariales fortalecen mi visión como empresario
223
Capítulo XI Parte I. Década de sentimientos encontrados
241
Parte II. Los tres alegres compadres
247
Capítulo XII 100 días del 2001
257
Capítulo XIII Nueva vida… Nuevos años… Nuevos retos
269
Capítulo XIV Parte I. El milagro
273
Parte II. Una decisión bien acertada
284
Parte III. De regreso a casa
290
Parte IV. Manifestación de agradecimiento a Dios
293
Parte V. Primer año de mi nueva vida
296
Parte VI. La construcción de la nueva casa
300
Capítulo XV Parte I. Sucesos trascendentales durante mi Nueva Vida.
305
Parte II. También Torogoz es Homenajeado
309
Capítulo XVI ¡Cinco años de mi nueva vida!
311
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Agradecimientos
Merecen especial mención las personas que de una u otra forma me inspiraron y participaron en la realización de este libro: mi abuelita Ramona y mis primas Blanqui y Olinda, quienes fueron más que mis hermanas, y que ya pasaron a mejor vida; porque ellas, además de su amor, hicieron tiempo para compartir conmigo muchas vivencias de mi vida, desde mis primeros orígenes, las que han quedado claramente grabadas en mi mente, por lo que ahora se me ha permitido dejarlas por escrito. Mi “tata”, como yo le decía a mi padre, tuvo el cuidado de conservar en su “caja de madera” muchos documentos y fotografías durante muchos años, que yo descubrí después que él partió de este mundo, los cuales describo en esta obra y forman parte de mi Sala del Recuerdo. Mi querida esposa Triny, protagonista también de mi historia, la cual queda plasmada en este libro. Mi hija María Eugenia, que además de haberme motivado a escribir este libro, diseñó su portada. Alejandro y Jorge Lemus, mis amigos y compadres, vecinos del famoso mesón “Santa Isabel”, a quienes los menciono mucho en este libro… Alejandro contribuyó a recordar muchos pasajes de mi vida en los cuales participó. Leonel Mejía, mi amigo y compadre, con quien siempre recordamos esos momentos de nuestra infancia y juventud vividas en Sonsonate. Cecy de Panameño, quien a pesar de no tener ningún vínculo familiar conmigo, participó con gran esfuerzo en la creación de esta obra y Félix Latzo, mi nuevo amigo, quien también dedicó su valioso tiempo. Sin los esfuerzos de cada uno de ellos, no hubiese sido posible que este libro estuviera en sus manos. ¡Gracias a todos! El autor 1
E
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Introducción
n el año 2001 publiqué mi primer libro autobiográfico el cual denominé: “La escalera de mi vida”. Justo cuando la casa editora finalizaba su impresión, un suceso cambió mi vida de manera dramática: un repentino y sobre todo inesperado infarto cardíaco me aconteció. Desde el año 2001 al 2006 (los cuales yo considero el inicio de mi nueva vida) se dieron una serie de sucesos cuyos finales agradezco profundamente a Dios. Para describir tales acontecimientos, decidí escribir un segundo libro el cual denominé: “La escalera de mi vida (cinco años de testimonios)”; y planifiqué entregarlo el 9 de noviembre de 2006, fecha de la celebración de los cinco años de mi nueva vida. Jamás se me vino a la mente escribir un tercer libro; éste lo he realizado por las apreciaciones que sobre el primero tuvo mi hija María Eugenia, quien me manifestó que le parecían muy escuetos algunos pasajes de mi historia, dejando al lector incógnitas de algunas cosas que yo relataba; ella, conocedora de mi vida, sintió que unas partes no estaban representadas completamente; además, el Lic. Félix Latzo, a quien yo no conocía, pero, por cosas del destino, había leído mi primer libro, tuvo la genialidad de hacerme un pliego de observaciones importantes de orden gramatical y de contenido; por ejemplo, un hecho significativo de orden cronológico que ni yo, como autor del mismo, lo había notado (este pliego de observaciones lo guardaré 3
La escalera de mi vida siempre). Ahora, Félix es mi nuevo amigo. Como decía mi abuela “todo lo que sucede en la vida es lo mejor, por algo sucede”; gracias a ellos acepté el reto para realizar esta nueva obra. He disfrutado mucho escribir este tercer libro porque recorrí de nuevo los senderos de mi vida y evoqué las vivencias tanto de alegrías como de tristezas; lo que me permitió la oportunidad de retomar cosas valiosas que he mencionado en los dos libros anteriores (que aparecen enriquecidas en éste y con nuevas fotografías) e incorporar sucesos acontecidos durante el desarrollo literario del mismo, los cuales son trascendentales en mi vida. De esta manera combino el pasado con el presente. He tenido el cuidado de ir agregando y relacionando acontecimientos que me han ocurrido durante mi presente en la primera década del siglo XXI con lo mencionado de mi pasado.
¿Por qué titulé al libro “La Escalera de mi Vida”?
Un jueves de la Semana Santa de 1974, nos encontrábamos con la familia disfrutando en nuestro Rancho de Playa “ROCA MARÍA’S”. Nuestras gemelas, Claudia María y María Eugenia, tenían cinco años de edad, muy valerosas hacían sus primeros clavados intrépidos a la piscina. Me entusiasmé al ver su valentía y corrí a buscar la cámara fotográfica para tener recuerdos de ese momento; sin pensar dos veces subí a una escalera rústica que se encontraba a poca distancia de allí, apoyada sobre un árbol de caoba que aún existe. No había yo llegado al último peldaño, cuando ¡de repente!, aquellos trozos de la rústica escalera giraron, se desprendieron, y junto con ellos, caí al suelo. Afortunadamente la cámara no se dañó y aún la conservo en la sala de los recuerdos; pero lamenté no haber logrado mi objetivo. Aquel momento alegre se convirtió en una tarde triste. ¡Todo, por no planificar bien las cosas! Si hubiera tomado tiempo para observar las condiciones de aquella rústica escalera y cerciorarme que sus puntos de apoyo como sus peldaños no estaban firmes, el resultado hubiera sido diferente 4
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos y tuviera aquella deseada fotografía. Esta experiencia me dio una importante lección en mi vida y comprendí una vez más que el éxito es el resultado de una buena planificación y organización de todo objetivo. Ese suceso me hizo meditar, escribir una reflexión y hasta pintar un cuadro que llamé: “LA ESCALERA DE LA VIDA”. Éste representa el camino de cómo llegar a donde uno quiere, siempre y cuando se sigue el camino correcto, y no obstante de ir caminando, debe la persona detenerse para ver si se avanza en el camino trazado. Es así como se llega al éxito. Sólo los “chupatintas” “come hormigas” buscan los atajos, que solo les llevan al fracaso. Considero que mi éxito se ha debido, en parte, a que supe planificar “la escalera de mi vida” (objetivos y metas), dispuesto al máximo sacrificio para llegar a su cúspide. También comprendí una vez más, que los triunfos que más cuestan son los que más se disfrutan al obtenerlos y son los que se comparten en familia y con los amigos. Estoy seguro que mi familia y mis amigos, principalmente aquellos que menciono en este libro, disfrutarán leerlo, llevándoles por senderos de antaño; y otros lectores podrán visualizar relato de imagen de esas épocas de mi vida. Gracias por abrir un espacio a este libro en su biblioteca.
5
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
E
CAPÍTULO I
Un vistazo a mis orígenes Parte I
n las páginas que leerán a partir de este momento, están plasmadas múltiples manifestaciones de las distintas etapas de mi vida. Rendí gracias a Dios por permitirme llegar al 9 de abril del año 2001. Los años siguientes fueron ganancia y supe afrontarlos con entereza y con la ayuda del Todopoderoso, los disfruté lo más posible, porque cuando dependemos de la voluntad divina las cosas nos resultan bien. Me aferré a lo escrito en uno de los Salmos muy conocidos, que se refiere a la transitoriedad del hombre: … “Setenta son los años que vivimos; los más fuertes llegan hasta ochenta; pero el orgullo de vivir tanto solo trae molestias y trabajo; los años pronto pasan lo mismo que nosotros”. A continuación menciono casos auténticos de principio a fin, que recuerdo perfectamente desde que tenía seis años de edad. ¡Cómo no estar agradecido con la Providencia por la capacidad de retenerlos como un libro abierto! Los logros en mi vida profesional se deben a mi virtud de ser detallista y extremadamente minucioso, porque me gusta la perfección. En mi “baúl de los recuerdos” que se convirtió en mi sala de recuerdos, conservo documentos y objetos de valor histórico para mí (incluso la tarjetita que mi madre le obsequió a mi padre para su cumpleaños en 1930, hace más de ocho décadas). 7
La escalera de mi vida
Mis antepasados
Mis antepasados fueron gente de buen corazón, dispuestos para el trabajo duro y para realizar los más grandes sacrificios. No descendían de familia que pudiera presumir de nobleza, pero eran de sangre verdaderamente salvadoreña. Mi querida abuela materna, Ramona Panameño, nació en 1876, en San Pedro Nonualco. Se casó a los 18 años con Nicolás Mejía, quien fue asesinado equivocadamente por malhechores de la época, quedándole un hijo de dos años de edad llamado Antonio; en 1898 conoció a Luis Rodríguez (EL FAMOSO LUIS CUYO) con quien procreó 4 hijas, entre ellas mi madre y mis tres tías: María Ofelia, María Luisa y Amalia. La disciplina y sabios consejos que recibí de mi abuela moldearon para siempre mi vida, sellándola con un cariño que sólo una madre puede dar a sus hijos. Recuerdo muy bien que mi abuela nunca usó lentes y leía muy bien la Biblia. En la bolsa de su gran delantal siempre cargaba un ejemplar del nuevo Testamento. Ese delantal lo enmarqué y es parte de mis valiosos recuerdos. Ella murió el 28 de agosto de 1958, cuando tenía 82 años. Mi abuelo materno, Luis Rodríguez, nació en 1875, en el mismo lugar que mi madre. La vida de mi abuelo es para escribir una historia, reconoció 48 hijos, por eso le llamaban Luis “Cuyo”. Se casó el 15 de abril de 1911 con una joven de 16 años de extraordinaria belleza llamada Rosa González Gallegos, con quien procreó 9 hijos. Tuve la oportunidad de conocer a la niña Rosita, me gustaba mucho platicar con ella y escuchar las 8
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos anécdotas sobre mi abuelo, admirándole yo siempre sus lindos ojos azules, cuya belleza mantuvo hasta el día en que murió (9 de diciembre de 1973, a los 98 años). Increíble, en el año 2003 la familia conoció a otra hija de mi abuelo Luis, de nombre Mercedes con un asombroso parecido físico al abuelo. El abuelo murió el 23 de septiembre de 1963. Mi querida madre, Lidia Panameño Rodríguez, nació en 1906, en San Pedro Nonualco, departamento de La Paz. Se casó con Isidoro Rodríguez, con quién procreó dos hijos: Berta y Carlos. Mi madre conoció a mi padre y lo aceptó como su cónyuge en enero de 1930 y procreó 2 hijos, yo que nací el 9 de abril de 1931 y Alfredo en octubre de l933. Quienes lo conocieron me lo describieron como un niño precioso, de cabello rubio y ojos color azul, que no parecía ser hijo de mis padres. Desgraciadamente, su vida fue corta, murió el 7 de julio de 1934, al cumplir nueve meses, a causa de una infección intestinal que no pudieron controlar. En ese mismo año murió mi madre. Mi inolvidable padre, Alfonso Najarro Valle, nació en 1892 en el caserío El Tablón, jurisdicción de Tenancingo, departamento de Cuscatlán. Hijo de Rosalía Najarro y de Cipriano Valle. Hombre muy humilde, con mucha entereza, valentía y de noble corazón. Tuve la dicha de vivir con él, pero lamento que por poco tiempo. A mi tata le debo mi temple y forma de ser, fue un hombre muy especial, ¡fuera de serie! Murió en 1968, cuando yo le empezaba a pagar lo mucho que le debía; pero Dios lo recompensó con una muerte tranquila. 9
La escalera de mi vida
¿Cómo se conocieron mis padres?
En 1930, mi madre y mi tía María vivían en el cantón Ateos, departamento de La Libertad. Se dedicaban al cultivo de la cebolla. Mi padre ingresó a trabajar al ferrocarril el 14 de diciembre de 1926, se desempeñaba como mozo de servicio en la Estación de Ateos, en donde conoció a mi madre y surgió el romance. Mi tía María y mi madre, quien tenía 24 años, se vinieron a vivir a San Salvador. Mi padre solicitó ser trasladado a la capital. Esto sucedió en octubre de 1930 y coincidió con el 38º cumpleaños de mi padre. Muy feliz mi madre, le obsequió una tarjetita decorada con un ramillete de flores, con un mensaje de felicitación, Ya mencioné que la conservo entre mis valiosos recuerdos. En esa época me encontraba en el vientre de mi madre. No tuve la dicha de conocer a mi madre, pero quienes la trataron la describen como una mujer muy humilde y sencilla. A esas circunstancias se debió el nacimiento de mi hermano Ricardo, el 9 de abril de 1929. Cosa curiosa, en la misma fecha, dos años después, nací yo. Mi padre sabía de la existencia de mis tres hermanos. Ricardo tenía dos años de edad y mi padre lo quiso como si era su hijo. Mencionar a mi padre es hablar de un hombre abnegado, profundamente amoroso, que hizo los mayores sacrificios para que no faltara el sustento en nuestro hogar. Me ocuparía mucho tiempo relatar los pormenores de su vida, que podría escribir una novela, digna de llevarse a la pantalla. Él era noble, de carácter fuerte y muy 10
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos íntegro. Cuando mi madre falleció el 25 de agosto de 1934, a la edad de 28 años, mi padre se apoyó en el ataúd y contemplando su rostro le prometió no comprometerse con otra mujer. ¡Cumplió a cabalidad su promesa! ¡Cómo no estar agradecido por haber gozado desde mi infancia de una magnífica abuela, de un padre ejemplar y digno; y de mis tías que me dieron a manos llenas su cariño incomparable; asimismo de Blanca a quien llamé Blanqui, y Olinda, mis dos excelentes primas con las que siempre nos tratamos como hermanos! En adelante así las llamo.
El despertar de mi vida Los pasajes que detallo a continuación, están estrechamente relacionados con mi niñez, mi trabajo y mis triunfos, pero también de algunos sucesos tristes. Muchos acontecimientos que no aparecen en este libro constan en las páginas del “Diario de mi Vida”, en donde están descritos detalladamente. El propósito de este libro es que los lectores atesoren y practiquen las enseñanzas, fruto de mis vivencias desde mi nacimiento, enriquecidas con el calor y el amor de la familia, matizadas con el afecto sincero de todos mis amigos y otras personas, fieles testigos de los eventos que describo. Siempre he considerado que todo ser humano nace con un destino predeterminado. El 9 de abril de 1931, en la 24ª Avenida Norte del Barrio Concepción de San Salvador, vine a este mundo. Mi nacimiento tuvo lugar en una pieza del mesón llamado “Modernista”. (Este mesón tuve la oportunidad de conocerle ya que en cierta ocasión, durante mi juventud viviendo en la 24ª Avenida Norte en el mesón Santa Isabel, un día caminando con mi padre, él me lo señaló y me dijo: “en este mesón fue donde tú naciste, hijo”). El parto lo 11
La escalera de mi vida asistió una señora de nombre Juana, que cobró a mi padre seis colones por su noble trabajo. La fecha que aparece en la partida de nacimiento está con un día de equivocación por un error que cometió mi madre al asentarme, imagino que fue por descuido. Ella dio solamente su nombre y no el de mi progenitor, por lo cual mis documentos decían “Óscar Panameño”. Fue hasta el 8 de abril del año 2008, que, mediante los trámites
legales otorgados en escritura pública y ante los oficios notariales de mi primo el Doctor Alejandro Orellana Najarro, y ante testigos, mis compadres y amigos, Leonel Mejía y Alejandro Lemus, llevo legalmente el apellido Najarro de mi padre, del cual me siento sumamente orgulloso. Mi memoria no logra traspasar los umbrales de 12
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos lo impreciso porque no recuerdo algunos detalles de mis primeros seis años de edad. Sin embargo, tengo bien clara la figura de mi abuelita Ramona y la de mi padre. Con mis hermanas Blanca y Olinda nos relacionamos estrechamente hasta el día de su deceso: Blanqui, el 1ro. de noviembre de 2006 y Olinda, un año después, el 23 de diciembre de 2007. Blanqui siempre fue mi punto de apoyo para lograr mis objetivos. Ella y Olinda me proporcionaron detalles de lo acontecido durante mi infancia y de la muerte de mi madre, ellas entonces tenían 17 años aproximadamente. Debido a mi inquietud natural por saber más sobre mi madre, mi abuela Ramona y mi tata, me contaron muchas cosas de mamá, que a continuación las describo. Por las rendijas de mi mente veo a mi madre y a mi abuela ganándose la vida a duras penas con el extenuante oficio de lavar y planchar ropa ajena en los lavaderos llamados “El Coro”. Mientras ellas lavaban, como yo era un bebé, me ponían a descansar en mi “cunita”, una caja de madera en donde venían al país las uvas y las manzanas. En aquella época, mi padre trabajaba barriendo los coches del ferrocarril inglés. Recuerdo muy bien lo que él hacía.
La mortal enfermedad de mi madre Como consecuencia de la fatigosa y sacrificada labor de lavar y planchar que hacía mi madre y mi abuelita Ramona, mi mamá enfermó de tuberculosis y fue internada en el Hospital Neumológico Nacional, ubicado en el mismo lugar que ahora se encuentra. En esa época, el viaje era largo y extenuante; para llegar a ese nosocomio había que ir en carreta o a pie. Me cuentan que ese año acosó fuertemente el invierno y mi madre que permanecía internada en ese hospital, soñó que mi hermano Alfredo había fallecido, sin sospechar que tal sueño era una triste y amarga realidad. Su estado de salud era delicado y en aquel encierro se desesperó mucho. Sin importarle la fuerte lluvia que azotaba en una noche, abandonó ese lugar y logró llegar con mucho esfuerzo al 13
La escalera de mi vida “Callejón del Diablo” situado en la Avenida Independencia donde mi tía Luisa atendía un comedor que le dejó tía María cuando se trasladó a Sonsonate. Ese lugar pertenece ahora a los propietarios de “La Constancia, S.A.”. Entiendo que mi madre deseaba ansiosamente ver a sus hijos. Dicen que llegó desesperada a casa de tía Luisa, quien no comprendió la angustiosa necesidad de mi madre de estar cerca de sus hijos y por temor a que sufriera complicaciones a causa del esfuerzo realizado, la llevó de nuevo al hospital, de donde fue trasladada a otro donde atendían casos más delicados, situado en donde se encuentra actualmente el Parque Cuscatlán. Creo que la sacrificada y esforzada vida de mi querida madrecita, plena de insatisfacciones y abundantes necesidades, estaba destinada a extinguirse en esas dolorosas circunstancias. No culpo ni guardo resentimientos para nadie, pero ¡qué inmensa tristeza debió sentir mi madre porque ya no pudo ver a sus hijos! Falleció muy joven, el 25 de agosto de 1934. Me cuentan que fue sepultada humildemente en el Cementerio La Bermeja, bajo una gran tormenta, que el agua cubría su sepultura y aún así bajaron el humilde ataúd que llevaba sus restos. No dudo que el lodo lo cubrió. Poseo, como valioso recuerdo, una tarjetita del novenario de la muerte de mi madre.Quedamos huérfanos de madre: Berta y Carlos, de su primer matrimonio; Ricardo, y yo que tenía tres años de edad, como aparezco en la fotografía con Ricardo. Pese a que ya no teníamos mamá, disfrutábamos de un padre excepcional por sus grandes dotes que referiré más adelante. Dos de mis tres tías afrontaron la responsabilidad de criarnos y educarnos. Berta y Carlos quedaron bajo el amparo de la tía María 14
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos que vivía en Sonsonate y se ganaba la vida en un pequeño comedor. Ricardo y yo quedamos con mi abuelita Ramona en casa de mi tía Luisa, que se ganaba la vida como costurera y vendía leña. Mi tía Amalia vivía en Santa Ana y tenía muchos hijos, no tenía ingresos propios y no podía ayudarnos. Vale la pena decir que mi tía Susana Alfaro, hija de mi tía María Rodríguez de Alfaro, hermana de mi abuelo materno (el famoso “Luis Cuyo”), no tenía hijos y cuando mi madre falleció, quiso adoptarme; dicen que yo le gustaba mucho porque era rubio, de ojos azules, muy chapudito, en fin, dicen que era un niño muy atractivo. Su anhelo no se realizó, no entiendo por qué, si mis tías sabían que mi tía Susana vivía en mejores condiciones que nosotros. Ella siempre me comentó su deseo de adoptarme como su hijo. Mi linda tía, de una gran personalidad, murió y no tuvo la dicha de tener un hijo. Ahora comprendo el por Ricardo y Yo qué la gran amistad y el cariño que tengo a la familia Alfaro-Belloso, sin embargo, como decía mi querida abuela Ramona —¡Todo lo que sucede en la vida, es lo mejor, por algo sucede!— Quizás yo no fuese un empresario. Gracias a la información que recopilé de las personas antes mencionadas, logré escribir esta parte, hasta cuando yo tenía seis años de edad. Dejo plasmadas en estas páginas, mis muestras de cariño a mi querida madre. Su única y valiosa herencia para mí fue el sobrenombre que cariñosamente me puso: “COCADA DE CENTAVO”.
15
L
La escalera de mi vida
Semblanza de mi niñez Parte II
os sucesos que narraré a continuación, algunos son tristes, otros de inmensa satisfacción personal. Naturalmente, después de mis seis años de edad, mi creatividad entró en juego. No tenía juguetes, me las ingeniaba para crearlos y jugar; recuerdo que me gustaba jugar en un pequeño jardín de la casa en donde vivíamos con mi abuela y mi tía Luisa en la Calle Concepción Nº 41. Ese pedacito de jardín (que así le llamaba yo a cuatro macetas y unas canastas) se convirtió en el escenario en donde le daba rienda suelta a mi imaginación. Pero no todo me resultó bien en ese pedacito de jardín. Una vez observé a un gusano de tamaño regular y de colores raros. Supe después que el nombre de ese animal es “Cuétano”. Muy impresionado llamé a mi abuela Ramona para enseñárselo y me causó sorpresa que me dijera: “Ves ese animalito que tiene dos cachos, es el diablo que se te ha aparecido por ser muy desobediente”. Le creí y me tomó un buen tiempo para que desapareciera el miedo y poder regresar a ese lugar. Las semillas de anona me traen gratos recuerdos. Cuando jugaba con ellas, pensaba que eran soldados y las ponía en fila. Con esas semillas aprendí a formar figuras geométricas y otros diseños. Desde entonces aparecieron las inclinaciones artísticas que traía. ¡Cómo iba a pensar que ese talento lo desarrollaría y me permitiría llegar a realizar una gran cantidad de diseños para mi empresa Torogoz. Así como también pintar y esculpir! En igual forma las semillas de marañón me traen recuerdos de otro juego en el que se les utilizaba y al cual se le llamaba “al toque y cuarta”. El único juguete que recuerdo que me obsequiaron durante 16
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos mi niñez fue una flauta de lata pintada con animalitos. A mis hijos les di lo que yo no tuve, pero con el cuidado de no exagerar para que ellos no creyeran de que tenían derecho a tener todo. El tiempo siguió su marcha inexorable. Crecí con mi hermano Ricardo al lado de la abuela, uno o dos años vivíamos en Sonsonate, otros en la capital. Frecuentemente permanecíamos dos o tres meses en Santa Ana o en Sonsonate, según las posibilidades de mis queridas tías.
¡Un chivo casi me mata! La vida continuó dejándome un cúmulo de recuerdos. En 1937, visitamos a la tía Amalia, casada con José Aguilar, mecánico de la Compañía de Ferrocarriles (IRCA). Ellos residían en Santa Ana y se acomodaron en un vagón del tren fuera de uso que estaba en un predio baldío de la Terminal del ferrocarril. El vagón lo transformaron en una casita que hasta tenía su corredor. Yo era feliz, como todo niño que se adapta a donde lo llevan. Cuando los visitábamos, a la hora de dormir nos acomodaban junto con sus hijos debajo de ese vagón. ¡Cómo olvidar una de esas visitas! Mi tía Amalia me ordenó que cambiara de lugar a un ternero para darle de comer. Yo tenía seis años de edad y tartamudeaba mucho. Inconscientemente amarré a mi pie el lazo que sujetaba al chivo y le pegué con un garrote. ¡Qué sorpresa más desagradable tuve! El animal corrió llevándome a rastras por todo el terreno baldío. Muy afligido grité a mi abuela Ramona, como solía llamarla: “¡AMONA!... ¡AMONA!...” ¡Qué susto más tremendo tuve...! Les juro que a mis cortos años nunca pensé que llegaría a ser un “torero improvisado”… Mi primo Manuel, aprendiz de carpintería, corrió a auxiliarme y con barniz me curó las heridas. Fue una experiencia aterradora que penetró hondamente en mi memoria. Pasó un buen tiempo para librarme de esa horrible pesadilla. 17
La escalera de mi vida
Mis padrinos y los buses de la época
Mi tía Luisa, una mujer muy elegante y dedicada a la costura, fue también mi madrina de bautizo y mi padrino don Francisco Orbeza Pardo Maruri, de origen español, trabajaba como motorista de un bus de la “Compañía Salvador Bus”. Es de aclarar que fueron los españoles quienes introdujeron el servicio de buses en el país. En ese entonces, lo moderno de los buses era su carrocería de lámina; el recorrido lo hacían desde la Avenida “Independencia” hasta “la Cruzadilla”, ahora llamado redondel El Salvador del Mundo, Colonia Escalón. También existía otra empresa de transporte llamada “La Nacional”, su carrocería y los asientos eran de madera, como se aprecia en esta fotografía. Lo recuerdo muy bien porque tenía ocho años. También recuerdo la conducta de los señores motoristas de esa época. Eran muy atentos y respetuosos con los pasajeros. Daba gusto observar siempre limpias las unidades de transporte. Me refiero a la época de los años treinta, cuando no había superpoblación y el tráfico era menos que ahora. Sin embargo, la situación actual no justifica el comportamiento de los motoristas “temerarios”, como ahora se les llama por su irresponsabilidad, al extremo de manejar drogados o ebrios y las esquelas que se les aplican suman cifras millonarias, pero les perdonan por “decreto legislativo”.
Mis primeros años de estudio En 1938 estaba por cumplir siete años. Vivíamos en el Barrio Concepción de la capital. Mi tía Luisa nos matriculó en una escuelita privada de 18
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos doña Julia de Ibarra, que además tenía un taller de costura. El centro escolar lo había instalado en el zaguán de la Funeraria Ibarra. Vienen a mi memoria dos compañeritas de clase: Marta Velásquez, hija de José Eladio Velásquez (el famoso payaso “Chocolate”) y Elena Urrutia, que me simpatizaba. A Elena la he visto en algunas ocasiones y con agrado recordamos aquellos momentos de niños felices. Como siempre he sido curioso, me gustaba visitar ese taller de costura para observar lo que hacían. Además de esa cualidad, también era “un metido” y le “ponía el dedo” a la gente. En una ocasión dije a doña Julia que una de las costureras tenía mangos tiernos en la gaveta de la máquina de coser. Doña Julia, mujer muy delicada, le llamó la atención. ¡Ah, pero eso no se quedó así! En la primera oportunidad la costurera me reprendió con un gran “coscorrón”. Este pasaje lo recordé con doña Julia una vez que me visitó en mi negocio “Torogoz”; así también platicamos de su hijo a quien yo admiraba mucho por sus dotes de deportista, conocido como “Pachín” Ibarra, un gran jugador de básquetbol. Por el año 1939, la tía Luisa nos matriculó en la Escuela “Padres Aguilares”, ubicada en el mismo barrio donde vivíamos en San Salvador. Lamentablemente, al poco tiempo de iniciadas las clases, ese centro escolar lo trasladaron al Barrio Candelaria. Con Ricardo teníamos que caminar hasta esa popular barriada. Recuerdo perfectamente los bolsones para guardar los útiles, que mi abuela Ramona nos hizo con retazos de tela cosidos a mano. Mi hermano Ricardo estudiaba un año superior al mío y estaba a cargo de mi cuidado. Recuerdo la tunda que me dio un día al regreso de clases. Pasábamos por el Cine Popular que se llamó después Cine Libertad. ¡De repente sentí el deseo de defecar y como no aguanté la necesidad me hice en mi pantalón! Afortunadamente todo se vino abajo sin complicaciones. ¡Solo me bastó sacudir el ruedo de mi pantalón, dejando en la acera la huella de mi necesidad fisiológica, lo cual terminó en una monumental trastada! A Ricardo no le bastó la tunda que me dio inmerecidamente, sino que corrió a contárselo a mi tía Luisa, quien 19
La escalera de mi vida además de regañarme me repitió la dosis de golpes. ¡Qué actitudes más severas las de antes! A raíz de que dejamos de ir a la escuela debido a la larga distancia que teníamos que recorrer, nos llevaron de nuevo a Sonsonate. A inicio de 1940 regresamos a San Salvador. A Ricardo y a mí nos matricularon en la Escuela “República de Chile” del Barrio Concepción, en el lugar donde actualmente se encuentra.
Mis certificados de primero y segundo grado Fue una emotiva experiencia recibir mis Certificados de Promoción de esos dos años con nota UNO (1), que significaba “EXCELENTE”. En sus observaciones aparece: “Inclinación al dibujo”. Ambos documentos los conservo entre otros valiosos papeles. Nunca olvidaré mi libro de lectura “Mantilla” que ahora anhelo tener, pero quedó en el recuerdo de mi humilde niñez, así como el cuidado que tenía mi tía Luisa, quien al final de la tarde se ponía conmigo a repasar las tablas de multiplicar.
Certificado de 1er. grado
20
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Cuando yo no le contestaba correctamente, me halaba las orejas y así las aprendí muy bien, lo cual le agradezco mucho. ¡Cómo han cambiado los tiempos con la nueva metodología de enseñanza y la tecnología avanzada! En el año 1941, mi prima Blanqui, a quien como digo anteriormente siempre consideré como mi hermana, estaba estudiando en la Escuela de Maestras “Normal España”. Durante su internado en esa institución, utilizaba de guardarropa el baúl que perteneció a mi madre y tiempo después me lo obsequió. Ahora es uno de los tesoros más grandes que conservo en la sala de los recuerdos. Blanqui tenía por compañera de estudio a Jesús Guerra, quien era una de sus mejores amigas y era hija del Capitán Guerra, él era pintor de cuadros y vivían enfrente de donde nosotros vivíamos. Mi hermana, conocedora de mi habilidad, aprovechó para que el Capitán Guerra me impartiera varias clases de dibujo y las aproveché muy bien. En una ocasión, mi hermana Blanqui me pidió que le dibujara unas hojas de tabaco y sus productos derivados. Ese dibujo lo llevó a la Policía Nacional donde se exhibían los trabajos de las alumnas. Parecerá increíble, pero recuerdo muy bien los trazos que me enseñó el Capitán Guerra.
La inocencia y la sencillez de un niño Recuerdo la tradicional celebración del Día de la Madre. En todas las escuelas se acostumbraba que el niño se presentara llevando sobre la camisa, a la altura del corazón, una flor roja, en señal que su madre vivía. Si la flor era blanca, es que la mamá había fallecido. Ese detalle me entristecía y me molestaba, al grado que al año siguiente no llevé flor blanca para que no me preguntaran por mi recordada madrecita. Consideré entonces que lucir flores de distintos colores para esa ocasión tan especial no era adecuado, pues lo único que se conseguía con esa 21
La escalera de mi vida desatinada costumbre, era que los niños cuya madre había fallecido, se sintieran muy tristes. Mejor como se celebra actualmente. ¡La inocencia y la sencillez de un niño en aquellos tiempos distantes! Ese año trasladaron a mi padre de la estación de San Salvador para que trabajara en el “Paso de la Garita”, ubicado a la entrada de lo que ahora se conoce como Ciudad Delgado. Aún hay señales de la champita, pero no de la “pluma” como se le llamaba a la barrera metálica que toma forma de pluma. Ésta se bajaba sobre la calle para detener la marcha de los vehículos cuando el tren estaba por pasar en ese lugar, como hasta ahora ocurre en algunos lugares. La función de mi padre era levantar esa pluma. Un día, mi tata me llevó a dormir a ese lugar donde crecían unos generosos arbustos de Icaco. Cada vez que veo un árbol de ese tipo o su fruto, me recuerdan a mi tata. Ese día me enteré de la “gran responsabilidad” que mi padre tenía de levantar esa “pluma” para evitar un accidente y me sentí embobado ante esa tarea, que para mí era de mucha magnitud. Ingenuamente pensé que mi tata ¡era el dueño del ferrocarril! ¡Qué bayuncada la mía...! En esa época vivíamos en la Calle Concepción Nº 41, donde mi tía Luisa vendía leña que se la llevaban en una carreta halada por bueyes y la descargaban en la acera. Mi abuelita, Ricardo y yo, la metíamos a la casa, estibándola en un espacio reservado.
Anécdotas de mi niñez Mi padre vivía en el mesón “Santa Isabel”, en la 24ª Avenida Norte, en la misma calle donde estaba el mesón “Modernista” en donde yo nací. El predio donde estaba ubicado el mesón Santa Isabel es donde ahora se encuentra el mercado de mayoreo “La Tiendona”. Mi tata ganaba al día diez reales (UN COLÓN CON VEINTICINCO CENTAVOS). Desde que mi madre faltó, mi tata entregaba mensualmente, para mi manutención, CUATRO COLONES a mi tía con quien vivíamos. Puedo asegurar que mi tata trabajaba para proporcionarnos lo que podía. Llegó al extremo de autorizar a una señora llamada María Flores, que en la Avenida Independencia vendía en un canasto: dulces, 22
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos galletas, gomas de mascar y otras golosinas, para que me diera dulces o me entregara dinero y mi padre le pagaba quincenalmente. Ella fue muy amiga de mis padres porque vivieron en el mismo lugar. Un día me platicó de ellos y de cuando yo era un chiquillo tartamudo. Me hizo recordar que para pedir frijoles salcochados, yo decía: “—Yo telo bolos chados—”. Recuerdo muy bien que yo decía: “— tengo melo metos—” y cuando no me entendía la gente preguntaban a mi hermano Ricardo, quien lo traducía. En este caso, mi intérprete decía que yo quería decir “tengo miedo a los muertos”. Otra de mis travesuras que María Flores me hizo recordar: yo tenía 4-5 años y cuando mi padre se agachaba, le orinaba los pies y a veces la espalda, esto le caía en gracia a mi papá. Dice María que ella me reprendía, pero mi tata le decía: —“deje que lo haga”—. ¡Hasta donde era su amor por mí! María Flores también me describió las cualidades y ciertos rasgos del aspecto físico de mi querida madrecita y de mi tata. Me contó que mi mamá llamaba a mi padre solo con su apellido y le decía: ¡Najarro, ya se tomó su “quincito”!, refiriéndose a la copita de aguardiente que vendían en “El Estanco 44” y su valor era de quince centavos, de donde derivaba su nombre y la cantina o estanco estaba ubicado en la Avenida Independencia. Cuando mi padre nos visitaba y quería tomarse su famoso “quincito” nos llevaba a Ricardo y a mí para darnos las “boquitas”, consistentes en pedazos de caña o mango; a veces era un jocote. Cada vez que mi padre llegaba yo le preguntaba: —¿no se va a ir a tomar su “quincito” tata?—. Todo por las famosas bocas. En esa época yo tenía 7 años de edad; sin embargo, por mi corta edad yo era muy celoso. En cierta oportunidad, él me mandó a obsequiarle unos dulces a una señora y me dijo que se los diera en mi nombre, lo cual yo entendí sus intenciones y se lo conté a mi tía Luisa en forma de reclamo. Yo no comprendía las necesidades de mi padre. Pobre mi tata. Recuerdo que cuando yo iba a primer grado, me llevó para comprarme unos zapatos al mercado Belloso, que aún existe. Yo quería tener unas zapatillas, pero 23
La escalera de mi vida me compró unos “burros”, que eran unas botas. A la vez me compró un juego de “chicles”, no eran dulces como ahora, sino que eran unas piezas de metal que las ponían en la punta del tacón de las botas y en la parte delantera de la suela de los zapatos. ¡Imagínense el ruido que hacía cuando yo caminaba con mis burros! También que me gustaba mucho ir con mi padre al comedor que estaba ubicado en el mercado “La Tiendona”, propiedad de Toña, amiga de la familia. Recuerdo que el plato de comida valía doce centavos. Así como mi tata le dijo a María Flores que me diera dulces y después él le pagaba, así le dijo a Toña, que me diera la comida cada vez que yo llegara y luego él le pagaba. ¡Cuánto más de esta etapa de mi niñez he dejado en el olvido! Ah, recuerdo otra travesura que quizá fue la causa del por qué a principios del año 1942 nos trasladamos a Sonsonate, no obstante mi abuela me había matriculado para el Tercer Grado en la Escuela República de Chile. Ese momento lo tengo bien grabado en mi mente por la tunda que recibí de mi tía Luisa, a quien yo llamaba “Chita”. Ella tenía un amigo incógnito que la visitaba el día lunes por la noche. Ese día era muy especial para ella y se arreglaba para recibirlo. Además, preparaba una sabrosa comida a su amigo. Mi tía mandaba a mi abuela, a mí y a Ricardo mi hermano, al Cine Popular. Los lunes había “tuzada”. Le decían así porque ese día exhibían doble película por un valor de ¢0.05. Mi abuela acostumbraba llegar temprano para escoger la parte del centro debajo de la cabina de donde se proyectaba la película, para quedar frente a la pantalla. Un lunes, la tía Luisa muy temprano se puso a prepararle a su amigo una gallina y la puso a asar dejándola bien doradita. Ella era muy detallista y la guardó en el aparador de color verde que tenía zaranda. (Mi esposa Triny conoció ese mueble.) Abrí el aparador y me comí el pellejo de una parte de la gallina dejándola “chele”. Ya me imagino a la tía cuando vio su obra despellejada; cuando regresamos del cine, mi tía Luisa muy enojada me dio una severa tunda y mi abuela me defendió, molestándose mucho con mi tía Luisa por su actitud ingrata. Creo que este incidente motivó a que la abuela nos llevara a Sonsonate donde la tía María. 24
E
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Estadía en Sonsonate Parte III
ra yo un niño de apenas once años de edad y ya realizaba acciones talentosas gracias a mis habilidades que otros niños de mi edad no las tenían, las cuales me llevaron a pensar que en la vida somos lo que pensamos y que uno puede hacer mucho más si se lo propone, agradeciendo de paso las bondades de los demás.
Ayudaba a los oficios de casa Mi tía María, mujer muy especial y trabajadora, vendía en el comedor comida servida y a domicilio. Con mis hermanos y mi primo Gilberto le ayudábamos a los oficios de casa y hacíamos las veces de un mesero. Nuestra función era servir los platos y los que se entregaban a domicilio, los transportábamos en bateas de madera para servir a los comensales que trabajaban en la Policía de Aduana. A unos clientes se les servía la comida en portaviandas. Recuerdo a don Chicho Molina, mecánico del Ferrocarril, dedicado a la rama automotriz; a don Rafael Molina, propietario de la “Relojería Novelty” y padre de Martita, Óscar y Rafael. El segundo, que descansa en paz, de sobrenombre “Ojos Divinos”, llegó a ser abogado y era un convencido admirador y cliente de “TOROGOZ”. A Martita siempre la veo y vive en San Salvador en la Colonia Miramonte. Tuvo la oportunidad de leer esta historia y recordamos esos tiempos. Por cierto, en ese tiempo, muchos niños y jóvenes se avergonzaban de hacer ese humilde oficio, pero nosotros afrontamos todo tipo de trabajo, siempre que fuese honesto. Después de cumplir mis obligaciones, hacía el tiempo para divertirme. Cuando llovía me gustaba hacer barquitos de papel. Me gustaba ponerlos en el agua que corría en las cunetas de la calle y disfrutaba ver cómo flotaban. Cuando llovía me quitaba el calzado porque me gustaba chapucear con mis pies en el agua. 25
La escalera de mi vida
Vendí refrescos en envases de gaseosas
Los domingos, en la cancha de fútbol propiedad del Ferrocarril, vendía refrescos en envases de gaseosa, que los daba a cinco centavos. Disfrutaba mucho ir a ese lugar, no por la venta, sino para presenciar el partido de fútbol.
Equipo del Ferrocarril, 1943.
Recuerdo claramente el nombre y las ocupaciones de los futbolistas que trabajaban en el Ferrocarril: Choco Pohl, trabajaba en el Taller de Mecánica y era el famoso guardameta del equipo. Antes del partido se ponía limón en sus ojos porque decía que le daba más claridad a su vista y veía muy bien el balón para evitar que le golearan; Conce Cuero, en Soldadura Eléctrica; Óscar Morales y Tico Zamora, motoristas de la Bala de Plata; Tapudo Paz, que trabajaba en el Departamento de Fundición; Chicho Romagoza, del Departamento de Pintura; Javier Herrera, del Departamento de Fundición; Toro Olivares, de Carpintería; Chino García y Jorge Choco Gil, de Hojalatería, y Arturo Rosales “El Migueleño”. Todos ellos me compraban refrescos. Éramos famosos por la forma que vendíamos los refrescos. Por eso nos llamaban “Botellitas” a mí, mi primo Gilberto y mis hermanos Carlos 26
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos y Ricardo quienes también vendían el mismo producto. Algunos amigos de esa época continúan llamándome así y me agrada escuchar ese sobrenombre porque de inmediato me transporta a ese pasado que jamás olvidaré. Mi tía María era fanática del equipo de fútbol del Ferrocarril. Era la encargada del refrigerio de los jugadores y siempre los acompañaba cuando iban a jugar a Santa Ana o venían a San Salvador en el carro “Lechero”, que así le llamaban. Yo era el ayudante de mi tía María y me gustaba esa labor porque miraba los juegos de fútbol. A lo largo de los años, he mantenido comunicación con algunos jugadores, especialmente con el “Choco Pohl”, el “Toro Olivares” y Javier Herrera, quienes recibieron un homenaje en la Cabalgata Artística de Sonsonate y fueron nominados “Hombre Fuerte”. Tuve la satisfacción de entregarles tan merecido reconocimiento. Gracias al “Toro Olivares” conservo algunos recuerdos del Ferrocarril. Me obsequió unos candados con sus respectivas llaves que los exhibo en la sala de los recuerdos. También conservo el “Reglamento General Gobernando Transportación” de “The Salvador Railway Company Ltd” (Ferrocarril de El Salvador), vigente en 1937, que me obsequió don José Alberto Platero Paz, un trabajador de mucho respeto en la época que trabajé en el Ferrocarril. Qué orgullo sentí que llegara a mi oficina para obsequiarme una copia del Reglamento del Ferrocarril. Hay que leerlo para enterarse ¡qué clase de reglamento es! De manera especial viene a mi memoria el “Migueleño”, a quien tuve la satisfacción de ayudarle en vida cuando yo trabajaba en “Freund” y después a través de “TOROGOZ”. Me mostró su agradecimiento obsequiándome una foto del equipo con los integrantes arriba mencionados. Poseo un cassette donde él en presencia de mis hijos grabó relatos de cuándo me conoció y detalla situaciones de esa época.
El Tercero y Cuarto Grado Escolar (1942-1943) Ya había comenzado el ciclo escolar cuando nosotros llegamos, no obstante me adapté con mucha facilidad. Durante esos años 27
La escalera de mi vida estudié el Tercero y el Cuarto Grado en la Escuela de Varones “Fray Patricio Ruiz”, tenía 12 y 13 años respectivamente. Mi profesor fue don Jorge F. Cea, a quien tuve mucho respeto y agradecimiento por impulsarme insistentemente a lo artístico. En una velada participé con un traje de chino, bailando y cantando la canción “Chinito, Chinito”.Los desfiles escolares de aquella lejana época eran impresionantes en Sonsonate. Me sentí orgulloso de haber participado en uno, cuando me seleccionaron como miembro del equipo de Cruz Roja. Recuerdo que llevaba una cajita simulando un botiquín, ¡cómo imaginar entonces que llegaría a ser tesorero general durante veintisiete años de Cruz Roja Salvadoreña!, en la actualidad sigo como miembro del Consejo Nacional. En esa época, Olinda vivía muy cerca de la casa de mi tía María y se ganaba la vida lavando y planchando ropa ajena y también vendía leña; mi abuela Ramona le llegaba a ayudar. Olinda estaba casada con Tomás Castillo, quien trabajaba en la imprenta del Ferrocarril, él siempre me llevaba las tiras de los sobrantes de papel que salían del tiraje de los boletos y que eran de distintos tamaños y colores, yo los aprovechaba para hacer figuras de animales o geométricas. Un día hice una réplica de un trono y se la enseñé a mi profesor don Jorge Cea, le gustó tanto que me la pidió y la puso en la mesa de trabajo, después se la llevó a su casa; don Jorge me tenía un especial cariño.
Crecía mi inclinación al dibujo y al arte El gusanito de la curiosidad siempre ha sido mi fiel compañía. De muy niño me atrajo con mucha fuerza el dibujo y el arte en general. Me gustaba visitar al Maestro Zelada, ebanista y escultor, diseñador de la urna del Santo Entierro de Sonsonate, una de las mejores de Centro América, tallada en madera muy dura llamada “melón”. 28
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos ¡Es una verdadera obra de arte! Viene a mi memoria cuando visité ese lugar ubicado en el Barrio El Ángel, esquina opuesta al puente Sensunapán donde me encontré con Leonel Mejía, quien tiene mi misma edad. Recuerdo que vestía pantaloncitos cortos de color blanco y se peinaba “de camino”. Siempre andaba bien vestido y presentable, como hasta ahora. Leonel es ahora mi gran amigo y compadre. La Escuela de Niñas República de Cuba sobresalía por su marimba y “banda de guerra” ahora llamada “banda de paz”. Gladis Breaucop, niña muy bonita a quien admiraba mucho, tocaba en la marimba y me fascinaba ver cómo se destacaba. A la fecha me relaciono con la familia Breaucop, a quien le tengo una especial estima. Me impresiona recordar cierto detalle de esos distantes años: me causaba mucha tristeza cada vez que los niños estrenaban ropa y lucían muy radiantes de felicidad, lo que yo no experimenté. Mi tía María nos mandaba a hacer pantalones con la tela de los sacos donde venía el azúcar del Ingenio “La Fincona” en Sonsonate, propiedad de don Jorge Emilio Zedán, padre de mi buen amigo Koky Zedán. Lo terrible era que en la parte trasera del pantalón resaltaba el sello de ese ingenio, afortunadamente desaparecía después de muchas lavadas.
Compañeros de estudio de esa época Fausto Gómez Reyna. Me llamó por teléfono a mi oficina el 27 de septiembre de 2005 y me contó que vio en el Canal 33 de Televisión, la entrevista que se me hizo en el programa “La Otra Cara”. Me dijo que en ese momento pensó que yo iba a mencionar la época de cuando estudiamos juntos en la Escuela “Fray Patricio Ruiz” de Fausto Gómez Reyna y Yo 29
La escalera de mi vida Sonsonate. Su llamada me colmó de alegría porque yo no lo recordaba en absoluto. En esa oportunidad me contó también que fuimos compañeros de estudio de Tercer Grado, en 1942 y me hizo recordar al Profesor don Jorge Cea, quien nos enseñó a hacer las máscaras, los cascos y a elaborar dulces de leche. Recordé nuevamente que en ese centro educativo aprendí a hacer tales artesanías, las que elaboraba cuando trabajaba en la Estación Calle Real del Ferrocarril y entonces las mandaba a vender. ¡Aprovechaba bien el tiempo! Con mucho entusiasmo invité a Fausto a mi oficina y al día siguiente envié por él. ¡Increíble! Yo hacía alarde de recordar toda mi infancia, pero reconozco que Fausto me gana. Triny gozó escuchando sus anécdotas, algunas yo no las recordaba como el himno de la Escuela Fray Patricio Ruiz que Fausto sabía muy bien la letra y la música. Había olvidado también cómo se elaboran los “dulces de leche” y cómo cuidar un huerto casero. Entre tan amena conversación, Fausto me dijo: —“No olvido que tú llegaste a esta Escuela dos meses después de iniciadas las clases, don Jorge Cea te presentó en el aula y todos nos pusimos de pie para darte la bienvenida”—. Además me dijo: —“tú eras un niño inquieto que a todos nos sorprendiste desde ese primer día, porque nos dejaron el deber de llevar al día siguiente la nomenclatura de la ciudad. Cuál fue mi sorpresa que entre otros dos o tres muchachos inteligentes, incluyéndote a ti, tú cumpliste mejor esa tarea”. Platicamos con Fausto un buen tiempo y recordamos los amigos de esa época. Me habló mucho de la familia Mejía, especialmente de Marco Tulio y Leonel, manifestándome que deseaba ver a Leonel de nuevo. Fausto ignoraba los lazos de amistad que mantengo con ellos. Cuando le dije a Leonel sobre él, de inmediato mi compadre nos invitó a tomar un café a su casa. Fue un encuentro muy ameno porque Leonel y Fausto, “taco a taco” recordaban todos los detalles de nuestra infancia y yo muy atento los observaba. Platicamos mucho de Marco Tulio y en esa ocasión le contamos que él se encontraba enfermo, sin saber que el 8 de septiembre de 2008 nos diría el último adiós. El 9 de 30
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos abril de 2006, como regalo de mi cumpleaños, Fausto me obsequió un acróstico de mi nombre escrito por él. Me gustó mucho y aparece en las principio del libro . Con Fausto tuvimos una bonita amistad, la familia siempre me tenía informado de su estado de salud y me siento muy satisfecho de haberle servido hasta los últimos día de su vida. El 29 de agosto de 2010 partió a la casa de nuestro Señor.
De pequeño me gustó ganar dinero Debido a que no pudimos viajar a San Salvador, el 1º de noviembre de 1942, “Día de los Difuntos”, para enflorar a mi madre y a mi hermano, aproveché visitar el cementerio de Sonsonate para pintar las cruces y las letras de las mismas. La gente quedaba muy satisfecha por la calidad de mi trabajo. Ese mismo año tuve otra enorme satisfacción: Don Napoleón Reyes Baños, miembro de la Logia Masónica de Sonsonate y administrador de la Casa “Daglio” situada frente a donde residíamos, me encomendó rotularle con pincel unos pensamientos masónicos. No recuerdo cuánto me pagó, pero lo comparo con el trabajo que realicé en el cementerio pintando las cruces. Tuve la oportunidad de ver el resultado de mi trabajo que se exhibió en la sede de esa organización y me sentí “muy importante”. ¡Qué gran satisfacción se siente ganar dinero honestamente! Recuerdo a las hijas de la familia Reyes Baños: Elsy, Vilma y Yolanda, unas niñas muy educadas y pertenecían a la clase media alta. Elsy se trasladó a San Salvador y fue una experta en pastelería. Cosas del destino, ella elaboró el pastel de boda cuando contraje matrimonio con Triny, el 20 de octubre de 1967. El trabajo y el dinero siempre me han simpatizado, pero el que gané con cierto trabajito, no me agradó mucho. Un día, Rafael Muñoz, novio de mi hermana Blanqui, agente viajero de la Compañía Araujo 31
La escalera de mi vida que distribuía la pasta dental “Gravi”, llegó a Sonsonate y se hospedó en el “Gran Hotel”. En lugar de contratar a muchachos que ofrecían sus servicios a los viajeros, me contrató para cargarle la maleta con las muestras de las pastas dentales. Ese día visitamos para distribuir muestras de esa pasta dental, la Escuela República de Cuba, donde estudiaba Gladis Breaucop (ya dije que esa niña me gustaba mucho), cuando ella me vio realizando esa labor, me causó una enorme pena y me sentí cohibido. Mi vergüenza tenía sentido, tenía la edad cuando los muchachos son exageradamente maliciosos. Quizás por ello, moriré y no lograré comprender la severa actitud de mi tía Luisa, quien se había trasladado a esa ciudad y por el hecho de que me asaltaban repentinamente los amoríos impetuosos que aquejan a cualquier cipote, casi a rastras me llevó a la barbería de Ricardo Martínez, a quien llamábamos “Guajira”; su taller estaba contiguo al comedor de mi tía, separados por una división de “acapetate”. No olvido cuando le dijo que me quitara el cabello a la raíz. Luego de la insoportable peloneada no me quedó más que hacerme un gorro de una media de mujer para cubrir mi cabeza monda y lironda. Una de las obligaciones que yo tenía era ir al molino a moler las especias para hacer el refresco de horchata. Me gustaba mucho esta tarea porque el molino era propiedad de la familia Breaucop. Las hermanas y primas de Gladis siempre me esperaban para quitarme parte de las semillas, pero no me importaba con tal de ver a la chica de mis sueños. Sin embargo, cuando quedé pelón, ya no visité ese molino y fui al molino de la familia Cea; de esta familia muy agradable viene a mi mente Doris Cea, quien fue mi compañera de estudio en la Escuela Normal y Haydee su hermana menor, una niña muy inquieta a quien me gustaba verla patinar en el Parque Infantil. Actualmente Haydee reside en los EE.UU. Qué sorpresa llevé un día de marzo del año 2008 cuando me visitó en Torogoz, y platicamos de aquella época de los años 40. Lo mismo hago con Doris, hoy de González, vecina y amiga de mi ex cuñada Arabella Valenzuela, quienes viven muy cerca de las instalaciones de Torogoz. 32
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Una película que trastornó mucho tiempo mi vida
Una noche dispuse asistir a un cine en el Barrio El Ángel, propiedad de Salvador Castillo Vega. Se encontraba a la intemperie porque era tipo circo con graderías de madera rústica; era muy sencillo y con muchas incomodidades. La película que se exhibía se llamaba “Mis hijos”. Hasta hoy me arrepiento de haberla visto, porque me causó un profundo malestar la escena donde la madre fallecida, se les aparece a sus dos hijos que dormían placidamente en un catre. Ella se acercó a ellos, los acarició, los abrazó y lloró a su lado. Esos niños los dejó al cuidado de una tía, pero como sucede en la realidad, en estos casos, las mayores atenciones de la tía eran para su propio hijo. A los otros dos niños, en lugar de brindarles cuidados y protección, los mandaba a vender periódicos para que llevaran ingresos al hogar. Los infelices huérfanos no gozaban del amor de madre que tanto necesitaban y esto los hacía sufrir muchísimo. El propósito de mencionar la película “Mis hijos” no es para pensar que mi caso fue igual, aunque tiene mucha similitud, sino por lo siguiente: mi hermano y yo dormíamos en una tijera de henequén y nos arropábamos con la misma colcha, yo siempre pensaba que mi madre se nos iba a aparecer en cualquier momento. Fue hasta que cumplí 23 años, once años después, que con la ayuda del doctor José Molina Martínez, psiquiatra, que tenía su clínica en la 2ª Avenida Norte de San Salvador, resolví ese problema emocional, producto de esa película. Después de cada visita, al abordar el bus, sentía el efecto del tratamiento que recibía. Estas terapias me ayudaron a quitar de mi mente ciertos recuerdos y resentimientos que tenía con algunos familiares. Como dice una canción: Ya lo pasado, pasado... La labor que realizan los psiquiatras es bien importante para quitar cualquier problema emocional, no importa la edad que uno tenga. Esa película también me recuerda a Gilberto, mi primo, hijo de mi tía María y don Guillermo, quien trabajó por mucho tiempo como conductor del ferrocarril. A él le decían “Garitón” por ser de estatura muy alta. 33
La escalera de mi vida Don Guillermo, por su cargo, recibía buenos ingresos que le permitía darle todos los gustos a su único hijo, Gilberto. Viene a mi memoria que en una Navidad le obsequiaron a Gilberto un triciclo, yo recibí una flautita de lata con animalitos pintados. Ahora comprendo la frase muy conocida: —“Cría a tu hijo como rico y lo empobrecerás—, —Cría a tu hijo como pobre y lo enriquecerás”—. A pesar de las atenciones que Gilberto recibió, que yo no las tuve, no aprovechó las oportunidades ni el tiempo. Recuerdo a don Guillermo cuando llegaba de trabajar con su elegante uniforme, un saco azul traslapado con botones dorados y su kepis negro con la insignia de conductor. Nunca me imaginé que yo llegaría a tener en la sala de mis recuerdos unas de esas insignias de esa época que tanto admiraba, como son los botones dorados y la insignia del kepis. La compañía proporcionaba a los conductores ese material fabricado en Londres, Inglaterra; los botones llevan grabado el escudo de El Salvador de 1865, cosa curiosa que yo desconocía. ¡Qué disciplina y organización la de los ingleses, todo bien reglamentado! Uno de dichos reglamentos también forma parte de la sala de mis recuerdos. Es oportuno hablar un poco de las incomodidades en que vivíamos y de las travesuras que hacíamos en la casa de mi tía María: primero, éramos muchos: Carlos, Ricardo, Gilberto, Beto y Lito, también Héctor Linares, un amigo mío compañero de estudio que lo llevamos a vivir con nosotros. Para colmo de males, todos dormíamos en un solo cuarto, en “cama de pita” llamadas entonces “Tijeras”. Mi tía María era muy bondadosa. La estatura de don Guillermo no le favorecía en algunos momentos: por ejemplo, por lo grande de sus pies, sus zapatos los mandaba a hacer de lona, especialmente a su medida. Como broma de muchachos traviesos solíamos poner uno de esos zapatos arriba de la mocheta de la puerta del cuarto en donde dormíamos. Nos divertíamos cuando alguien entraba y el gran zapato le caía encima. En una ocasión que entró don Guillermo, para su sorpresa le cayó 34
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos su propio zapatón. Menos mal que era de lona. Él no supo a quién echarle la culpa, pero se imaginan, el favorecido fui yo. Me culpó y me dio una gran tunda que me quedó en el recuerdo. Un “Día de los Difuntos” cuando se enfloran las tumbas de los seres queridos, precisamente en noviembre del año 1943 yo tenía 12 años; mi abuelita Ramona, mi hermano Ricardo y yo, venimos a San Salvador a poner flores a las tumbas de mi madre y de mi hermano Alfredo. Pletóricos de alegría arreglamos las coronas de ciprés. Cuando llegamos a la tumba de mi madre la encontramos vacía. Nuestra sorpresa fue muy grande al observar al fondo unos cuantos pedazos de madera y algunos huesos, posiblemente los de mi madrecita. Mi abuela nos abrazó fuertemente y dijo: “Pongamos todas las flores en la tumba de tu hermano” (refiriéndose a Alfredo), ésta estaba próxima a la de mi madre. ¡Qué fatalidad la que nos ocurrió en esa oportunidad!, encontramos la tumba en las mismas condiciones que la primera. La abuela se conmovió mucho por la pena que nos causó no encontrar los restos de mi madre y los de mi hermano; ella tomó el borde de su delantal y secó sus lágrimas, no sé si lo hizo porque sintió lo mismo que nosotros o porque le dimos mucha lástima. Mi abuela, mujer de mucha entereza y de generoso corazón, con inmenso dolor murmuró: “¡Enfloren esas tumbas!”, que se encontraban cerca a las de nuestros seres queridos. ¡Qué tristeza no tener los restos de mis seres queridos! A partir de entonces decidimos quedarnos en San Salvador junto a la tía Luisa, y nos matricularon nuevamente en la Escuela República de Chile. Este evento fue tan desgarrador en mi vida que, 18 años después cuando me graduaba del curso Dale Carnegie en 1961, lo narré como anécdota de mi vida y fue tal el sentimiento que le puse que obtuve el premio a la mejor charla improvisada con el tema “el recuerdo más triste de la infancia”. Varios de los presentes se emocionaron mucho hasta derramar lágrimas. 35
C
La escalera de mi vida
Los años de mi adolescencia Parte IV
omo dijo cierto filósofo: El ser humano está sujeto a cambios constantes. Durante los dos años que pasé en San Salvador, mi personalidad de chiquillo pueblerino pasó a ser la de un joven extrovertido e inquieto. Aquellas notas excelentes obtenidas en todas las áreas de mis primeros años de escuela y la disciplina observada hasta el Cuarto Grado, se esfumaron repentinamente pasando a convertirme en un muchacho rebelde. En 1945 tenía 14 años de edad, cuando ocurrieron varios acontecimientos políticos: fue una época de grandes convulsiones sociales como fue el caso del derrocamiento del General Maximiliano Hernández Martínez, después de 13 años de tiranía; la famosa Revolución del 2 de abril y la “Huelga de Brazos Caídos” en mayo de ese año. Ese año regresó al país el doctor Arturo Romero, líder de la Revolución. Se formó el partido “Romeristas” y se integraron comités juveniles e infantiles. La entrada del doctor Romero a la capital fue triunfal. Si consideramos la población de entonces creo que hubo una asistencia jamás superada. Yo pertenecía al primer comité del Barrio Concepción, mi padre y mi hermana Blanqui, eran romeriítas.En esa época conocí la injusticia social y la política. El Director de la Escuela República de Chile, profesor Carlos Lobato, fue destituido, quizás por ser romerista, nombrando al profesor Guillermo Castillo. Yo estudiaba 6º Grado, mi profesor era don Daniel Cristales, hermano del Teniente Óscar Cristales (que participó en la Revolución) y quien fue fusilado el 10 de abril de 1945. Yo era líder del grado y conduje una huelga en esa escuela. 36
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Tuvimos el apoyo de la prensa ante nuestra protesta por ese despido. Procedí igual cuando estudié en la Sección Normal de Sonsonate. Quiero referirme a algo que siempre identificamos como “coincidencias de la vida”, es el caso que dicho profesor Cristales se casó con la profesora Luz Mijango. Con los años, se vinieron a vivir justamente en el sector donde está instalada la sede central de “Torogoz”. Algunas tardes me visitaban para mantener muy amenas charlas en las que me recuerdan como “aquel cipote inquieto” de aquellos años, que a pesar de estudiar sexto grado, ya tenía inquietudes sobre las cosas políticas que atravesaba el país y poseía dones de liderazgo. Yo también correspondía a sus visitas. En una me obsequiaron la foto del grupo de maestros de esa época. Parecía que estaba destinado a que todos los que habían sido mis profesores llegarían a vivir cerca de las instalaciones de “Torogoz”. También doña Clotilde, mi profesora de primer y segundo grado hizo lo mismo y me daba mucha satisfacción cuando llegaba a “Torogoz” a platicar conmigo sobre esa maravillosa época, años un tanto difusos en mi mente. Sus memorias sobre mi persona resultaban más aleccionadoras, ya que me describía como un niño muy tranquilo, creativo y estudioso, ¡muy diferente del inquieto muchacho de sexto grado que recordaban los esposos Cristales! 37
La escalera de mi vida
Parados (izquierda a derecha): Daniel Cristales (Profesor de 6° grado), Clotilde Hernández (Maestra de 1° grado), Quijano, Rosa Menéndez, Pedro Fernández, Adela Gálvez. Sentados (izquierda a derecha): Sara Hidalgo, Guillermo Castillo (Director), Sara Quiñónez, Luz Mijango.
musical con la siguiente dedicatoria:
José Max Barahona, mi compañero de 6° Grado en la Escuela “República de Chile”, en el año 1945, un día de noviembre del año 2007 me visitó en Torogoz, para obsequiarme unos embutidos, muy famosos en la ciudad de Cojutepeque, lugar donde reside. Lamentablemente no me encontró y lo más simpático fue que para la Navidad de ese mismo año me envió por correo postal una tarjeta navideña
Exactamente me visitó el 9 de abril de 2008, fecha de mi cumpleaños y me entregó un regalo. Cuando le pregunté cómo se recordó de mí, Max me contó que leyó el reportaje en El Diario de Hoy 38
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos publicado el 20 de agosto del año 2007, en donde aparezco con mi hija María Eugenia y me reconoció. Hasta entonces me recordé de él, reuní a mi familia para presentarlo y pasamos un momento muy ameno recordando esa época.
Mis primeras amigas en la etapa de mi pubertad Mi liderazgo me permitió relacionarme con alumnas de otros centros educativos. No por mis ojos verdes, sino por mi carisma y astucia para llegarles; además, era romántico y tenía manera amable para pedir las cosas, todo esto aunado al despertar de mi Eros. En esa época tenía tres amigas muy bonitas y las tres se llamaban Yolanda: Yolanda López, quien estudiaba en la Escuela “República de Colombia” y vivía en el Barrio Las Victorias de Ciudad Delgado, donde residía mi familia; Yolanda Trejo, quien vivía en la Avenida Independencia y estudiaba en la Escuela “Santiago José Celis”, y Yolanda Urrutia, quien vivía en la 24ª Avenida Norte del Barrio Concepción y estudiaba en la Escuela “Gustavo Marroquín”. ¡Increíble!, tenían la misma edad y formaban mi triángulo amoroso de romances juveniles, llenos de incidencias agradables y de vagas promesas. A la fecha suelo encontrar a Yolanda López, de quien guardo una carta de fecha 26 de marzo de 1947; y a Yolanda Trejo, quien trabajó por mucho tiempo como enfermera del Hospital Rosales y su verdadero nombre es Alicia Blandón (¡nada que ver!). Carta de Yolanda López 39
La escalera de mi vida Otra memoria que guardo de esa época es que los alumnos de 6° grado manteníamos comunicación escrita con las alumnas de la Escuela “República de El Salvador” en el país suramericano de Chile y de esa experiencia recuerdo con especial afecto cartas que intercambié con una niña de 13 años que cursaba también el 6° grado y se llamaba Beatriz. Recuerdo que fueron dos cartas las que intercambiamos. Estos intercambios culturales entre estudiantes traen grandes beneficios para ellos puesto que les ayudan a ampliar su visión del mundo y entendimiento. Hoy disfruto al saber que mi nieto Diego Armando a sus 12 años de edad, en el mes de agosto del 2010 realizó un intercambio estudiantil con jóvenes de la República Federal de Alemania. Y que su medio de comunicación es el Internet. (Qué adelanto tecnológico de la comunicación en la actualidad). ¡Cómo cambian los tiempos! Yo me sentía molesto al tener que dejar la ciudad, pues ya estaba acostumbrado y como adolescente, ya había formado mi ambiente y un grupo de amistades, pero ni modo, teníamos que regresar nuevamente a Sonsonate.
Otros años en Sonsonate En el mes de diciembre de 1945, llegamos nuevamente a Sonsonate y mi primer amigo fue Francisco Mario del Río, que se tornó en uno de mis amigos inseparables, sus padres eran dueños del “Gran Hotel” y del Foto Estudio “Del Río”, que quedaban esquina opuesta a la estación del ferrocarril. “Paco”, como le llamábamos, hacía sus travesuras con las cámaras fotográficas y a él le debo las fotos de esa época. Jugábamos al básquetbol y él era muy bueno jugando; su mamá, la niña Chabelita me tenía un gran cariño, a ella le debo los primeros zapatos con los que jugué dicho deporte. Con el tiempo nos volvimos a encontrar con Paco y estudiamos en el Colegio Orantes en San Salvador, el apodo que le decíamos era “Cara Chipe”. Su vida entera la dedicó a la fotografía, falleciendo el 5 de julio de 2003. Después de su muerte, a través de la publicación de una de sus poesías que hizo su familia, me di cuenta 40
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
C
que Paco también era poeta, el último poema que escribió: “Hombre –Vida”, lo conservo en la Sala de los Recuerdos. Durante todo el tiempo que permanecí en Sonsonate, compartí habitación con mi primo Gilberto, con quien nos queríamos como hermanos. Tanto Gilberto, Mario del Río y yo éramos de la misma edad por lo que siempre jugábamos en el mismo equipo de básquetbol. La razón de poner estas fotografías es para mostrar cómo lucía con mis pantalones hechos de sacos Paco del Río y Yo de azúcar que eran de color blanco; naturalmente después de muchas lavadas ya no se notaba su origen. Relato un incidente que sufrió Gilberto cuando vendía refresco en los talleres del Ferrocarril: pasando por el departamento de Herrería, en el momento preciso que don Paulino Vanegaz, que así se llamaba el herrero, levantó la almádena le golpeó la mandíbula a Gilberto, quedándole desfigurada para siempre. En el año 1951 Gilberto se traslada a San Salvador, y trabajó en la Compañía Distribuidora en la época que yo trabajé en dicha compañía. Un año después renunció y lo perdí de vista. Qué sorpresa Gilberto y Yo desagradable llevé al verlo nuevamente enrolado en el alcoholismo, no siguió trabajando y bajó hasta los límites más extremos del vicio. 41
La escalera de mi vida Gracias a Dios en una etapa posterior de su vida, reaccionó, se casó, tuvo una linda familia y mediante su entrega a una religión, incluso logró trasladarse a Estados Unidos, en donde vive actualmente toda su familia. Guardo sus cartas porque me inspiran.
¡Querían que fuera maestro!
En enero de 1946, se apertura la “Sección Normal para Maestros”, anexa a la Escuela de Varones “Fray Patricio Ruiz”, mi tía María vio la oportunidad para que yo estudiara en ese centro y me matriculó. Mi familia deseaba que me convirtiera en profesor, pero mi destino estaba trazado y coincidía con el lineamiento de mi vida, demostrando definitivamente que el magisterio no estaba entre mis posibles vocaciones. Comentaré algunos pasajes de mi vida que todavía me llenan de legítimo orgullo y honda satisfacción, como recordar con detalle los nombres de mis profesores y de los compañeros de esa añorada época, con quienes nos visitamos para recordar tan bellos y emotivos instantes. Sonsonate es una ciudad cálida. El uniforme escolar de esa sección constaba de saco, pantalón y corbata, los dos primeros eran confeccionados con una tela llamada “nagüilla” (¡por lo menos era una tela fresca!). La camisa era blanca y la corbata azul. ¡Increíble y gracioso!, después de las dos lavadas, las mangas del saco quedaban de tres cuartas y los pantalones, como dicen: para “pasar el río”. ¡Qué ridiculez tan grande la que hacíamos! Lo que me gustó fue que por primera vez estudiaba en una escuela mixta y muchas de las señoritas eran muy atractivas. Destacaban por su belleza particularmente algunas como Gloria Campos González, una izalqueña muy guapa que la comparábamos con la fulgurante estrella mexicana María Félix, de moda en esa época; Laura Rivera, Doris Cea, las hermanas Emma y Rosi Velásquez (a Rosita, ya mayor, la asesinaron en su casa para robarle). Y Elba Luz Ochoa, a quien admiraba mucho por su personalidad (ella era hija de Toño Ochoa, motorista de la Bala de Plata), y tuvo un amorío con un sacerdote, habiendo engendrado un hijo de esa aventura, en un principio el cura negó a su propio hijo, pero 42
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos luego terminó por aceptarlo y se trasladaron a México con Elba Luz y su retoño. Viviendo en México nació una hija que se llama Guadalupe, quien a su vez tuvo una hija que se llama Imelda Ochoa quien hoy vive en El Salvador, a ella le conocí por cosas del destino en San Salvador, habiéndome contado que su abuela (Elba Luz Ochoa) con los años se había convertido en monja con permiso del Vaticano y ¡Sorpréndase querido lector: sus restos yacen en la Basílica de Guadalupe! Recuerdo también a otros compañeros como Juan Cantor, muchacho con liderazgo nato y temple revolucionario, originario de Izalco, con quien coincidimos en la forma de pensar; Marcial Magaña, nahuizalqueño muy humilde, sus padres trabajaban la vara de carrizo para elaborar tombillas (especie de cesta) y me enseñaron a trabajar con ese material; por cierto, guardo una de ellas entre mis valiosos recuerdos; Mario de León, muchacho alto, muy distinguido (lamentablemente tenía un ojo de vidrio pero creo que no le creaba ningún complejo, por lo cual era merecedor de mi admiración); Raúl Humberto Ramos, quien llegó a ser Vice Ministro de Economía. Fueron muy pocos los meses que estudié en la Sección Normal, pero en mi mente permanece con absoluta claridad su metodología de enseñanza: además de sistemática, era práctica e involucraba a los alumnos en el arte, apreciando las cosas Tombilla objetivamente y nos llevaban al campo a contemplar la naturaleza. ¡Era otra forma de educar, diferente a la de estos tiempos! Hablando del arte, fui protagonista en esa rama. Se preparó a un grupo de esa Sección para presentar una comedia en el teatro de Quezaltepeque. No recuerdo cómo la llamaron ni otros detalles, lo que no olvido es el papel que realicé en esa obra. Era el vendedor de periódicos y gritaba la noticia: “¡Una mujer mordió a un perro y el perro murió de 43
La escalera de mi vida rabia!”. Mi tía María dejó su negocio para verme actuar. Según ella yo era la estrella principal de la obra. Al finalizar el acto salí muy apenado por el papel tan sin gracia que realicé. ¡Ella se molestó mucho y tuvo razón! En esa época, con otros compañeros, tuvimos la oportunidad de presenciar el espectáculo maravilloso del Volcán de Izalco en plena erupción. El temor nos invadía, principalmente a las señoritas, al contemplar el ancho río de lava que brotaba. Juan Cantor y yo alardeábamos ser muy valientes y nos paseábamos por la orilla de la correntada de lava, colocando en ella un trozo de carne que de inmediato se chamuscó y despidió olor a azufre. También tengo presente que días antes de mi retiro de la Sección Normal, el clima era de armonía, de mucho compañerismo, inquietudes y actividades educativas que dirigía su Director don Carlos Hernández, maestro muy querido por todo el alumnado. Él se quebrantó de salud debido a un traslado forzoso a otra escuela local. El nuevo Director, profesor Napoleón Efraín González, era desconocido para nosotros y no gozaba de nuestra aceptación. Fue así que los integrantes del Primer Curso de esa Sección, bajo el liderazgo de Juan Cantor —ya mencionado— y de mi persona, declaramos una huelga que extendimos hasta el sexto grado de la Escuela “Fray Patricio Ruiz”. Para hacerla efectiva nos ubicamos en el portón del edificio para que no entrara ningún alumno. Las clases se interrumpieron por unas horas. Nos presentábamos al salón de clases pero no las recibíamos en señal de repudio al nuevo Director. Entonces fungía como policía escolar un empleado municipal llamado Jesús Chapetón “Chuz Panza”, un individuo exageradamente estricto en sus funciones, que intentó disolver el movimiento con muchas amenazas. Transcurridas las horas, la presión de las autoridades educativas nos hizo regresar a clases, porque de lo contrario perderíamos el año escolar. Me alegra confesar que era de mi total agrado sobresalir en cualquier actividad. A mi iniciativa y con ayuda de Juan Cantor, organizamos el periódico escolar llamado “El Despertar”. 44
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos ¡Hasta representábamos el papel de comunicadores sociales! En junio de 1946 abandonamos los cargos de redactor y editor del famoso órgano periodístico de esa Sección, el cual editábamos para mantener informados al alumnado y al personal docente de las actividades sociales, culturales y deportivas de ese centro educativo. En el periódico “Opinión Infantil”, editado por el Sexto Grado de la Escuela “Patricio Ruiz”, en donde funcionaba también la Sección Normal, apareció en Portada de periódico
la portada un artículo dirigido a los Redactores del Diario de dicha sección Normal, el cual conservo, asimismo la amistad con Luis Felipe González quien fue mi compañero de estudio y fue el que escribió el artículo en el periódico “OPINIÓN INFANTIL”. Me queda la satisfacción de todo lo que hice en esos recintos en los que tuvimos muchos afanes y abrigamos incontables ilusiones; días inolvidables de inquieta juventud que, como mis compañeros, son 45
Luis Felipe González y Yo. 10 de marzo de 2010
La escalera de mi vida de grata recordación a esta altura de mi vida. Nunca pensé que ese movimiento estudiantil, similar al de 1945, cuando estudié Sexto Grado en la Escuela República de Chile de San Salvador, fuese la causa de mi expulsión. Desde entonces, no me gusta la injusticia en cualquiera de sus manifestaciones. “Todo lo que sucede en la vida es lo mejor, por algo sucede”, jamás lo olvido; de lo contrario, yo sería un maestro jubilado con una modesta pensión. ¡Gracias Señor, por todo lo que sucedió en aquellos días! El hecho de que fuera expulsado de esa Sección, no justificaba que mi tía me pusiera a realizar labores de otro tipo, que hacía aún estudiando. Repito, y con mucho orgullo, que me gustaba ganar dinero y lo buscaba con absoluta honestidad.
Un ex compañero de la Sección Normal Me agradó mucho saber que mi amigo Raúl Humberto Ramos, compañero de estudio en el año 1946 de la Sección Normal de Sonsonate, escuchó mi nombre en la misa de Acción de Gracias por la recuperación de mi salud, oficiada en la Iglesia de la Colonia Centro América, en San Salvador, un domingo de diciembre de 2001. Raúl se recordó de mí y para confirmar si se trataba de mi persona, visitó Torogoz y comprobó que no se equivocó. Lamentablemente no me encontró, pero me dejó un mensaje. Con Raúl quien vive muy cerca de Torogoz nos vemos muy seguido y recordamos aquellos momentos de estudiante.
Otras actividades que me permitieron obtener más ingresos
En los días de Semana Santa como se celebra hasta ahora en Sonsonate, la bella ciudad del Occidente de nuestro país, en un ambiente colonial, yo aprovechaba para diseñar y elaborar alfombras que las vendía a otras personas para que las lucieran como propias. ¡Cómo disfruté esa labor!, pues era mi “campo” y me fascinaba crear arte. Para esa labor utilizaba materia prima que pocas personas 46
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos las usaban y me sentía orgulloso practicar mi ilimitada creatividad con excelente resultado. Antes que pasara la procesión que se efectuaba con profundo fervor religioso, la gente recorría las colonias admirando las alfombras. ¡Qué satisfacción sentía cuando se detenían por largo rato para admirar la mía!, la elaboraba de dos a siete de la noche del Viernes Santo y sacaba iluminación al centro de la calle para terminarla. Me atrevo a decir que ¡era una de las mejores alfombras, de las más admiradas y elogiadas!
Vendí panes con frijoles en una matata (bolsa de red de pita)
Ese año, además de los refrescos, vendía panes con frijoles a los trabajadores de los talleres del Ferrocarril y a los pasajeros de los trenes; tarea de todos los días, de una a las dos de la tarde. Ocupaba una matata similar a las que usó el famoso personaje cómico ya fallecido “Aniceto Porsisoca”. Este negocio de los panes con frijoles era mío, en cambio en los refrescos yo era solamente el vendedor de mi tía.
Fui habilidoso para preparar cócteles de conchas
Los días sábados y domingos atendía diligentemente mi negocio de venta de cócteles de conchas en una de las esquinas del Parque “Rafael Campo”. Eran abundantes y costaban quince centavos. Lo especial de las conchas era su preparación: molía unas conchas con su jugo, a las que le agregaba sal, cebolla, pimienta, orégano y jugo de limón y lograba algo así como un puré. En un recipiente aparte, con una hoja de afeitar “Gillette” picaba finamente cebolla y preparaba los cócteles en unos depósitos. Primero colocaba las conchas enteras y luego agregaba un poco del puré y encima le ponía unas cucharadas de cebolla y les agregaba una rodaja de limón. ¡Quedaban deliciosos...! Gracias a que muy
La escalera de mi vida pronto comencé a aprender acerca del dinero y sobre todo a valorarlo, me resultó más fácil obtenerlo; de manera que hoy en día no tengo preocupación alguna por él, y podré disfrutar con tranquilidad cuando sea mayor.
48
D
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Cómo ingresé al Ferrocarril Parte V
ebido a que dejé de estudiar a raíz de mi expulsión de la Escuela Normal, mi tía María se propuso a que yo trabajara. Y por medio de las buenas influencias que tenía con los principales jefes del ferrocarril me consiguió el ingreso. Una de las personas que me ayudó fue don Salvador Cañas, Jefe de estación y padre de Benjamín Cañas, ex compañero de trabajo en la Corte de Cuentas de la República y muchos años después Gerente de Cruz Roja Salvadoreña por largo tiempo. El martes 8 de julio de 2009, estando en reunión de Junta Directiva con mi familia, decidí recibir la visita de Benjamín, quien inesperadamente llegó a la empresa; y por la gran estimación que le tenía y porque quería que mi familia lo conociera, lo hice pasar. Mincho, como yo le llamaba, tuvo a bien confiarme su desdicha y el sufrimiento que le hacían pasar algunos miembros de su familia y llorando como un niño me solicitó que le ayudara a ingresar al asilo de ancianos de ÁGAPE, él sabía la amistad que tengo con el Padre Flavián Mucci. Yo cumplí su deseo y ya estaba por ingresar cuando un pariente de él se enteró y declinó ingresarse. Dios se apiadó de él y mi querido amigo nos dijo adiós el 12 de septiembre de 2010 para irse a vivir a la casa de nuestro Señor. Mincho, un hombre íntegro e inteligente, quien ocupó cargos importantes en la administración pública y fue académico de una reconocida universidad, murió tristemente. ¡Qué remordimientos tendrán aquellos familiares que no pudieron hacerlo feliz en sus últimos días! Pero ya es muy tarde, uno debe servir en vida. ¡En vida hermano, en vida! (Por cierto su padre, don Salvador, murió de un infarto en el comedor de mi tía María). Otra persona a quien mi tía recurrió para encontrarme trabajo fue don Pepe Moreno, Sub Jefe de los Talleres del ferrocarril y padre de Zoilita, esposa de Marco Tulio Mejía (a quien 49
La escalera de mi vida consideraba como un hermano). Don Salvador, don Pepe y otros más, se reunían en la casa para compartir momentos agradables y yo los atendía. Fue don Salvador quien me dio la oportunidad en las bodegas; ingresé meritoreando y mi primera tarea fue trasladar verduras, frutas, etc., desde las bodegas hasta los coches de carga, ello sin recibir ningún salario, pero con la esperanza de que se presentara la oportunidad de una plaza fija. Me sentía muy entusiasmado por esa dura y valiosa experiencia. Fue afortunado quedar en bodega, porque si hubiera sido en los talleres creo que las oportunidades para superarme no se hubieran presentado. En cierta ocasión, mientras trasportaba en una carreta una red de regular tamaño con vegetales, al tomar impulso sobre la rampa para introducirla al vagón se me desvió, cayendo entre el vagón y la bodega. Solicité ayuda a unos compañeros de trabajo. Pero de ese suceso quiero resaltar lo más significativo: las palabras del más viejo trabajador ferrocarrilero, don Octavio Alvarado, quien observó lo sucedido y me dijo: “Hijo, HAY QUE BARRER BIEN PARA NO QUEDARSE DE BARREDOR”. Palabras pintorescas y aleccionadoras que nunca olvidaré y las que siempre predico. Recuerdo también su palabra favorita: “CARNAPÁN”, que venía siendo como un ultraje. Le pregunté el significado de esa palabra y me contestó que quería decir “chupa tinta”, “come hormiga” y “caga hilacha”. Estas palabras me vienen a la memoria y en ocasiones las repito. Mi favorita sigue siendo “chupa tinta”. Aprovecho esta oportunidad para manifestar que, de acuerdo con cualquier diccionario, la palabra “chupatintas” es empleada de manera despectiva para referirse a un oficinista de poca categoría.
Me nombran Agente de Relevo
Meritorié poco tiempo. Me notificaron por escrito de mi primer interinato para cubrir las vacaciones de Víctor Golcher, pesador de mercadería, ¡qué felicidad al recibir mi primer sueldo! Conservo en mi memoria el nombre de algunos clientes de esa época, como Victoria Ágreda, muy 50
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos agradable y extraordinaria comerciante, pero con un vocabulario que daba miedo. Cada uno de estos nuevos nombramientos eran buenas noticias y grandes retos para mí, ya que sustituir esos puestos por quince días, significaba que mis jefes confiaban que yo podía desempeñarlos. Con mucho orgullo menciono los cargos que desempeñé: boletero, aforador, pesador, auxiliar de oficina, brequero, maestro de equipaje y otros más, devengando el salario correspondiente a las plazas que cubría. Los cargos que más disfruté fueron los de “boletero de tren” y “maestro de equipaje”… me gustaba andar en los trenes. Me sentí muy importante y orgulloso cuando cubrí las vacaciones de aforador a don Octavio Alvarado, un señor quien ingresó al Ferrocarril el 18 de febrero de 1924, a él le debo el haber introducido en mi pensamiento el constante deseo de superación personal a través de la famosa frase “Hay que barrer bien para no quedarse de barredor”. Y quien al regreso de sus vacaciones, gratamente impresionado exclamó: “Te felicito porque has barrido muy bien”. La otra fue la plaza de escribiente, desempeñada por don Miguel Aguilar, conocido cariñosamente como don Miguelito, quien ingresó a la empresa el 17 de agosto de 1919 y también era el encargado de recibir y distribuir los fardos postales y la correspondencia. Otra de las funciones de dicho puesto era revisar el Pluviómetro, instrumento para medir la cantidad de lluvia caída. En cada una de las estaciones había uno y sus resultados se reportaban al departamento de Tráfico, el que daba el informe a los maquinistas y conductores para que estuvieran informados del estado de la línea férrea, asimismo les indicaban las precauciones que debían tener. Las vacaciones que hice de boletero en la estación de bandera de Santa Emilia (ruta a Acajutla), no fueron nada de mi agrado, ya que me significaban, además de una soledad que me desesperaba, unas funciones que eran ínfimas, sin saber en ese entonces que llegaría a ser boletero con plaza fija de la estación de bandera de Calle Real en San Salvador. 51
La escalera de mi vida Tengo que aclarar que este lugar con las mismas características, fui yo quién lo hice ameno, como se podrá ver cuando me refiero a mi época inolvidablemente feliz en Calle Real.
Un pariente en mi camino En una época de Semana Santa me trasladaron a Acajutla con el cargo de chequeador de exportación. Mis funciones eran chequear los manifiestos de los sacos de café que se cargaban en los barcos. Algunas marcas: “Santa Lucía I” y “Manon 5”. Esa labor se realizaba en lanchones pues no existía el moderno puerto de Acajutla ¡Algo insólito ocurrió un Sábado de Gloria! Finalicé mi trabajo como a la una de la madrugada y luciendo mi kepis famoso color negro con visera tipo alemán y uniforme elaborado con tela MacArthur, me dispuse a regresar a la playa para visitar los famosos chalets llamados “APAGONES”, lugares donde se comía, bebía y se bailaba. Al llegar a uno de ellos, llamé a una empleada, la más sencilla y bonita de todas. Recuerdo que en el traganickel o rockola sonaba la conocida canción “Quizás, quizás, quizás”. Le pedí a esa señorita una cerveza y algo de comer, identificándome como ferrocarrilero. Ella me dijo que se llamaba Marta, que su padre también era ferrocarrilero y se llamaba Alfonso Najarro, ¡qué sorpresa llevé! Con palabras entrecortadas le exclamé: ¡El es mi tata... entonces usted es mi media hermana! Prometí ayudarle y lo cumplí llevándola a casa de mi tía María. Marta tenía una bonita familia y con ella me relacioné siempre. El 30 de julio del 2008 fue para mí un día triste al despedirme de ella por última vez pero al mismo tiempo alegre, porque esa noche durante el velorio me presentaron hasta el último miembro de la familia, lo que me llenó de mucha satisfacción. Esa noche me enteré que su verdadero nombre era María Margarita López Najarro, y que el nombre de Marta era porque así le llamaba mi padre por razones que desconozco. También hice el interinato de las vacaciones de Armando Díaz Parada, persona seria y especial, boletero del tren que hacía su recorrido de Sonsonate a Acajutla. ¡Lo que es la vida! Cuando estudié 52
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos en el Colegio Orantes, en San Salvador, Armando era secretario de ese plantel educativo, y nos hicimos buenos amigos. Otros recuerdos inolvidables de mi azarosa vida. Después de terminar mi labor de boletero, acostumbraba ir al pescante del coche a fumar tranquilamente. No me percaté que mi hermano Carlos me observaba y acercándose a mí me llamó fuertemente la atención, arrebatándome el cigarrillo, sin importarle que nos vieran los pasajeros. Lo que es el destino, él terminó siendo un fumador habitual. A los ferrocarrileros les gustaba desafiar a la muerte, especialmente a los brequeros, ya que su función era ayudar a detener los vagones cuando se trataba de pendientes y hacían bien esa operación. Ejemplo: “Sonsonate, kilómetro 20; Acajutla, kilómetro 0”, es decir, que de Sonsonate a Acajutla hay 20 kilómetros y todo era de bajada o subida, dependiendo del rumbo que llevaba el tren. Siendo boletero, me encontraba sobre un vagón y por una mala operación de don Lindor Escamilla, maquinista de edad muy avanzada, que frenó bruscamente, yo perdí el equilibrio y caí aparatosamente. Aún tengo las cicatrices que me quedaron en mi rodilla izquierda y en el brazo derecho. Nadie lo notó, sucedió cuatro kilómetros después de la estación de Sonsonate. Regresé a pie y le reporté lo ocurrido a Salvador Ramírez, “Tapudo Ramírez”, sub jefe de la estación; a pesar de que me vio sangrando, sonrió y me dijo en tono fuerte: “BRUTO”. Mi sobrenombre era “Mico Zarco”, porque me gustaba hacer piruetas en los trenes. Este apodo me lo puso Roberto Robert, hermano de Jorge Robert, mi gran amigo (que ya descansa en paz). A la altura del año 1947, devengaba un salario y me matriculé en la “Escuela de Comercio y Hacienda” en el turno de la noche. No olvido a mis profesores de Matemáticas y Contabilidad: don Jorge Hurtado Monzón y don Gilberto Cabrera. El último decía: “Contabilidad es el arte científico de llevar las cuentas de un negocio todo con orden y método, para saber en un momento dado cuánto ganamos, cuánto perdemos, etc.”. 53
La escalera de mi vida Nunca olvido esos principios contables. Igual que en la Sección Normal, esta escuela era mixta y conocí a dos señoritas: Queca Canales, de posición acomodada, y a Tere Juárez, hermana de mi amigo Héctor Juárez, mi ex jefe de bodega del Ferrocarril. Tere fue mi amiga y por su letra y estilo de redactar conservo en mi baúl su carta de diciembre 16 de 1947. El 9 de noviembre de ese año, finalicé mi primer año de Teneduría de Libros. Me agrada recordar esa época porque también ayudaba a mi familia en otras labores. Guillermo Mojica (a) “Garitón”, esposo de mi tía María, buen hombre pero de carácter muy fuerte, en una ocasión me ultrajó Carta de Teresa Juárez y me abofeteó. Yo no era desordenado y contribuía a vender los refrescos. No recuerdo que pasó, pero siempre me propuse ser diferente a los demás y BARRÍA BIEN PARA NO QUEDARME DE BARRENDERO. Era muy responsable porque estudiaba y trabajaba al mismo tiempo.
Cuando me independicé Decidí irme de casa y pedí a Salvador Díaz Renderos, compañero que trabajaba en la bodega, y a don Juan Díaz, telegrafista, que alquilaban 54
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos una pieza en el hospedaje de Lola Gamero, que me permitieran compartir su pieza. Pocos días estuve en dicho lugar. Don Juan, hombre de edad avanzada y amigo de mi tata, le comentó mi situación; además le dijo que el lugar no era adecuado para mí porque en la zona vivían mujeres de “mal vivir”. También le dijo que yo comenzaba a fumar, a tomar cerveza y consideraba que era un muchacho de futuro y podía desviarme del camino correcto si me quedaba allí. Dormí dos noches en esa pensión, en vista que mi gran amigo y compañero de trabajo Raúl Flores, el famoso “Negro Raúl”, me extendió su mano amiga permitiéndome compartir la pieza que alquilaba en el Barrio Veracruz. Naturalmente que me acomodaba en el piso. Mi tía María era de carácter fuerte, a pesar de haberme ido de la casa, seguía considerando su autoridad sobre mi persona. Cierto día que salía del cine con mi novia Margoth Chávez (hija de un chino), al pasar frente al comedor de la tía, donde viví anteriormente, al verme mi tía muy enojada me entró “del pelo”. ¡La pobre chinita se quedó caminando sola y no pude evitarlo! Cada vez que pienso en ello me entra un poco de nostalgia, pues no había derecho de hacerme semejante cosa. Mi padre, un hombre muy querido en el trabajo, pidió si era posible que me trasladaran a San Salvador. Fue así que fui trasladado con plaza permanente devengando un salario de ¢67.50 colones mensuales en la Estación de Bandera Calle Real. Por tratarse de una plaza fija me alegré, pero el traslado a San Salvador lo recibí con mucha tristeza, porque tenía que dejar a mis compañeros de estudio, a mis amigas; Carmen Brito, Tere Juárez y a mis compañeros de trabajo con quienes tenía una linda amistad, principalmente con Héctor Juárez mi jefe y amigo, tan es así que en el baúl de mi padre encontré una carta no enviada a Héctor contándole mi nueva vida en San Salvador. Esos años de ferrocarrilero vividos en Sonsonate jamás los olvidaré, principalmente todo aquello que tenía que ver con sus costumbres basadas en tradiciones antiquísimas que con mucho cuidado y cariño habían conservado sus habitantes. 55
La escalera de mi vida
Anécdotas de Sonsonate “El ferrocarril” Fue en Sonsonate el 2 de marzo de 1882 donde se estableció el primer ferrocarril. Sonsonate aprovechó la oportunidad de su existencia para su mejoramiento en el aspecto social y económico. Los obreros se sentían muy honrados y realizados al pertenecer a esa compañía. La mayoría de ellos se especializaban en sus cargos y consideraban un verdadero orgullo ser miembro del ferrocarril. Un digno caso de mencionar es el de don Alejandro Moncada, quien ingresó el 5 de marzo de 1901 y cuando yo trabajaba como boletero en el tren #4 trayecto a Santa Ana, él era Jefe de Estación de “La Joya”. Eran pocas las familias en Sonsonate que no tuvieron entre sus miembros a un ferrocarrilero. Es también digno de mencionar que entre el personal del ferrocarril no había ni un tan solo miembro del género femenino, con la notoria excepción de la asistente del Gerente General, Mr. Clayton, quien también era de nacionalidad británica, y sus oficinas se encontraban en San Salvador. Eran notorios los días de pago en el comercio local y se podía decir que la ciudad palpitaba por su corazón: “¡El Ferrocarril!”. El primero de diciembre se celebraba el Día del Ferrocarrilero, fecha que hasta hoy día lo celebran los ex ferrocarrileros residentes en Sonsonate, quienes tienen una asociación en dicha ciudad, a la que pertenezco en forma honoraria y soy directivo contribuyendo con la organización. La Semana Santa era época de extraordinario movimiento para el Ferrocarril. Acajutla era uno de los lugares más visitados en dicha época, aparte de ser una de las ciudadespuerto más importante del país en esa época. No había otro medio de transporte, los trenes salían con pasajeros a bordo hasta en los techos, quienes tenían que evadir las chispas de aquellas máquinas de vapor producidas por la leña. El 56
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos 31 de diciembre de cada año, los pobladores esperaban escuchar el famoso pitazo de las máquinas de los trenes que los maquinistas hacían sonar por tradición, avisando el advenimiento de un nuevo año. “El tranvía” Era un medio de transporte halado por cuatro caballos. La Estación del Tranvía estaba ubicada en el Barrio El Ángel y bajaba al centro de la ciudad hasta la esquina del Almacén Goldtree Liebes. El tranvía pasaba frente a nuestra casa y su otra Terminal estaba en la ciudad de Izalco. El cambio de machos, como llamaban a los caballos, lo hacían en Sonzacate. Lamentablemente desapareció en 1947. No quedando nada para recordar. “Parque Rafael Campo” Antes de finalizar esta etapa en Sonsonate, mencionaré la práctica acostumbrada de los domingos por la noche en el Parque Rafael Campo, en donde se apreciaban los rasgos de la vida social de los sonsonatecos. De siete a nueve de la noche, la Banda del Regimiento ofrecía conciertos. Las personas de clase alta se sentaban en un sitio privilegiado en las primeras bancas, alrededor del kiosco; la juventud de la clase media se paseaba por los contornos del parque, y el llamado “pueblo” lo hacía en las afueras, en la calle empedrada. Realizaban paseos en sentido opuesto para encontrarse los jóvenes con las señoritas. Esa tradición era objeto de mis críticas, pero la aceptaba. Sin embargo, muchos jóvenes que ahora, de una u otra forma, nos relacionamos: Leonel y Marco Tulio Mejía, José Luis Álvarez (Charrasquita), Edgardo y Arnoldo Cabrera, Héctor Armando Magaña y Luis Alonso Galindo. Estos tres últimos ya gozan de la paz del Señor .y también mi gran amigo y hermano Marco Tulio, quien falleció el 8 de septiembre de 2008. 57
La escalera de mi vida “La vela de la vara” La tradicional ceremonia de la “Vela de la vara” se celebraba el 31 de diciembre de cada año y era muy famosa. En ella participaban personajes de mucho respeto que se destacaban en Sonsonate. En esta fiesta se daba el título a ciertos personajes como: “El Alcalde”, “El Rey Feo”, “La Malinche”, “El Guachaque”, marido de la Malinche. En este evento ponían una “cárcel” con una calavera de un buey. A quien no daba la ofrenda, lo llevaban a ese lugar para que besara esa calavera y lo golpeaban con la “Sambumba” que era la bolsa del estómago del buey, a la cual le metían maicillo para que sonara y golpeara fuerte a los tacaños. Me gustaría que algún día, nuestros niños y sus progenitores revivieran esas hermosas tradiciones de la cultura sonsonateca para que recuperen y recuerden sus orígenes. “Los famosos tronos” Eran réplicas de monumentos históricos que fabricaban de madera y que a mí me gustaba observarlos desde el inicio del diseño. Entre más alto era el trono, tenía mayor significado. Competían el Barrio Veracruz, dirigido por don Ernesto Zamora, apodado “Guachape” y el Barrio El Ángel, comandado por don Pedro Breaucop. “Los viejos” Eran personas que se disfrazaban de viejo, de mujer o de cualquier personaje. Salían de los barrios Veracruz y El Ángel, a bailar para obtener “limosna” para la imagen del “Niño Dios”. Amenizaban ese momento con guitarras y otros instrumentos de percusión como la “Charrasca”, hecha de la quijada de una res. Un personaje famoso de nombre Adán, era conocido como el “Chele Adán” o “Cheridan”. Se pintaba y se vestía de 58
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos mujer. Era uno de los tres únicos homosexuales de esa época. Los otros dos eran “Alfredito” y “Chebo” muy reconocidos en Sonsonate; después salió “Atilio” y “Lito Guajira”. Lo que lamento es que si antes estos personajes eran contados con los dedos de la mano, en la actualidad son incontables y les llaman “Gays”, y hasta tienen sus organizaciones bien establecidas; y en algunos países del mundo existen leyes que les permiten casarse entre sí (igual que las lesbianas). Me gustaría relatar más anécdotas y referirme a otros personajes, asimismo mencionar muchos objetos que conservo porque están relacionados con esa inolvidable etapa de mi vida en Sonsonate. Es por ello que ¡amo, quiero mucho a Sonsonate y trabajo para Sonsonate!, donde pasé cuatro años de mi niñez y parte de mi pubertad; su aire me hizo respirar tranquilidad. Esa preciosa tierra me hizo ver la vida de otra manera, pues me dio la oportunidad de adquirir conocimientos e inspiración para enfrentarme a los más variados retos y así ganarme la vida a muy temprana edad. Por tal razón, a la fecha, muchas personas creen que nací en Sonsonate y que soy sonsonateco, pues saben del profundo agradecimiento y amor que le tengo a ese terruño. ¡Yo me siento sonsonateco! Lo digo con mucho orgullo, porque esos cuatro años fueron suficientes para sentirme sonsonateco. En ese entonces nunca me hubiera imaginado que me nombrarían hijo meritísimo de Sonsonate.
59
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
G
CAPÍTULO II
Aquella época en San Salvador como ferrocarrilero Parte I
racias a don Juan Díaz, de quien hice mención anteriormente, ya que tuvo la gentileza de permitirme compartir su pieza que alquilaba en el hospedaje de “Lola Gamero”. Él fue quien informó a mi tata de mi “manera de vivir” en dicho lugar. Mi tata muy preocupado posiblemente por lo que le contó, me consiguió una plaza fija de boletero en la Estación Bandera de Calle Real, ubicada entre Apopa y Milingo, a ocho y medio kilómetros de San Salvador, en donde empecé a trabajar el 10 de enero de 1948. ¿Cómo lo hizo?, no sé. Fue así como al inicio de 1948 me trasladé a San Salvador a vivir con mi tata en el Mesón Santa Isabel. Lo más bonito e interesante es que ya no andaba bajo las “naguas” de mi abuela; pero recordaba, como hasta ahora, sus enseñanzas que han sido parte del éxito en mi vida, como: ¡Todo lo que sucede en la vida es lo mejor, por algo sucede! No hay duda que mis amigas me extrañaban mucho. En septiembre de ese año, recibí una carta de Carmen Brito (Q.D.D.G.), amiga sonsonateca, la cual conservo. Con el transcurrir del tiempo nos encontramos y comentamos su escrito que dice:
61
La escalera de mi vida
Carta de Carmen Brito
La época más feliz de mi vida fue en Calle Real A pesar de innumerables dificultades, incomodidades y sacrificios, esta época ha sido la más maravillosa y de enorme significado en mi vida. Tuve el amor de un padre, la amistad de un amigo, la solidaridad de la familia y la humildad de las personas que me rodeaban. De no haber sido así, no sabría lo que es la ternura paternal, ignoraría el respeto por el tiempo y la posibilidad de hacer dinero. La combinación de esos elementos importantes y otros como: el amor, el 62
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos estudio, el trabajo y el hecho de identificarme con los pobladores de ese lugar, hicieron posible esta parte de este relato y me permitió ver esa corriente negativa que llaman injusticia social. Trabajé en Calle Real 605 días consecutivos sin descansar un tan solo día, del 10 de junio de 1948 al 15 de febrero de 1950, desayunando en San Salvador antes de abordar la Bala de Plata o Carro Motor, como le llamaban y salía a las cinco y cuarenta y cinco de la mañana en punto. Si yo no estaba a esa hora, me dejaba. Mi desayuno durante esos 605 días consistió en un huacal de atol de “shuco” y dos “panes franceses”; los panes costaban 2 por 5 ctvs. Y el costo del “shuco” era de cinco centavos. Sin embargo, esos fueron los días más felices para mí. Salía a temprana hora del mesón con mi tata, porque si bien era cierto que él no entraba a esa hora, llegaba para manifestar los fardos de periódicos de La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy, que se transportaban en el Ferrocarril a Santa Ana y Sonsonate. ¡Increíble, mi padre no ganaba por ese oficio, únicamente le obsequiaban los periódicos! Cuando a veces “trasnochaba” me dormía y mi tata que era mal hablado, cuando no estaba de muy buen humor, enojado me despertaba diciéndome: —¡Vaya cabrón, levántate! Pero cuando no, si acaso me dormía, muy suavemente me decía: —Levántate coyoles en una pita, que ya es tarde. ¡Qué lindo tata el mío! Me sentía muy halagado cuando recibía la visita de miembros de mi familia como: mi hermana Blanqui, la tía Luisa, mi tata y mis amigos Mauricio Hernández con Alejandro Lemus; juntos disfrutábamos mucho esos sábados por las tardes o los días domingos. Trabajaba las vacaciones para obtener una remuneración extra, excepto durante cinco días cuando dispuse ir a un paseo a Guatemala, que fue un permiso especial que pedí para tal actividad, vacación que fue la única que tuve y por cierto me sustituyó Fabián González, persona a quien yo le había enseñado las funciones del puesto, es así que hice mi primer viaje. Fue en autobús, a tierra guatemalteca en una 63
La escalera de mi vida excursión organizada por la Cooperativa de Ferrocarrileros para ir a presenciar el desarrollo del Campeonato Centroamericano de Fútbol; el pasaje costaba doce colones con todo el hospedaje. Me acompañaron Mauricio Hernández y Alejandro Lemus. Llevábamos unas botellas de aguardiente marca “Muñeco” para disfrutarlas durante nuestra estadía. Nos dijeron que nos las decomisarían en la frontera y las consumimos de una sola vez y llegamos bien atarantados a nuestro destino. La habitación que nos asignaron en el hospedaje chapín tenía más gallinas que un gallinero y pasamos muy incómodos la noche, por lo que decidimos dormir la siguiente noche en el interior del bus. En esa ocasión, en el Balneario “Las Hojas”, murió ahogado mi tío Óscar Rodríguez, maquinista de la IRCA, hermano de mi madre. Yo me parecía mucho a mi tío Óscar y al llegar la noticia de esa tragedia a oídos de mi familia, hubo mucha confusión, pues mi tía María y mi padre creyeron que se trataba de mi persona. Mi tía suspendió la sinfonola y cerró su negocio en Sonsonate. ¡Fue la primera vez que me consideraron muerto! No me pesaba la rutina del trabajo al estudio, pues mi anhelo de superarme era mayor cada día y disfrutaba mucho mi trabajo. Este pasaje que ilustro con lujo de detalles, lo cito con el propósito de dejar un mensaje a mis hijos e hijos de mis hijos, sobre mi orgullo y satisfacción de haber trabajado en ese lugar, el cual conoció mi esposa Triny y mis hijos Óscar Omar y Mario Enrique. Me siento agradecido con algunas personas que aún residen en ese lugar cuando lo visitamos años más tarde, porque guardaban recuerdos de mi persona y narraron a ellos mi estadía en Calle Real.
La rutina de trabajo, estudio y de vida social
Mi labor en el Ferrocarril era vender los boletos para abordar los trenes, subir y bajar las cargas tanto de la Bala de Plata como del coche de equipaje de los trenes que subían y bajaban a la Zona Occidental. Por esa razón, abordaba la primera Bala de Plata y regresaba en la 64
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos última que venía de Santa Ana. Muchas veces se atrasaba y llegaba tarde a mis clases (lo narro más adelante). La zona donde estaba esa estación ahora es completamente diferente. Por ello me limitaré a describir lugares y personas de entonces. La estación estaba situada a ocho y medio kilómetros en la actual Carretera Troncal del Norte. La calle era empolvada y solo transitaba la camioneta “Orellana Express”, mañana y tarde (ida y regreso). La estación de Calle Real estaba construida de madera forrada con lámina, sobre una rampa, a una altura adecuada para trasladar la carga a los vagones del tren. Medía cuatro metros cuadrados y tenía una pequeña ventanilla para vender los tickets. De tal estación conservo una pintura hecha por un profesional, quien con los bosquejos que le hice captó con mucho profesionalismo la imagen de cómo lucía esa estación en esa remota época. El calor en dicho lugar en horas del mediodía era insoportable. Había una mesa, un banco de madera y un porrón para agua con un guacal de morro con el que bebía el agua; y un petate que me servía para descansar. Frente a la estación estaba situada una finca propiedad de la familia Velásquez. Recuerdo a dos de los hijos: Catalino, quien trabajó en el Banco Hipotecario, y Margarito, quien fue vendedor en una casa comercial. En ese lugar no había servicios sanitarios y las gentes hacían sus necesidades en las llanuras. Yo, me tuve que adaptar a esas circunstancias. Atrás de la estación se encontraba el rancho de madera y Pintura “Estación de Calle Real” paja donde vivían don Marroquín, 1980 65
La escalera de mi vida Cástulo y doña María. Él era un viejo con mucha filosofía de la vida, originario de Quezaltepeque. Ellos me permitían descansar en una hamaca y preparar culinariamente los tacuazines y los conejos que el carro motor mataba al pasar, y que yo recogía en la línea férrea. Don Cástulo era barbero y yo que tenía muchos deseos de aprender más cada día, me atreví a quitarle el pelo a Tacho Argota. El final de ese loco ensayo fue desagradable. ¡Pocas veces vi a un campesino tan molesto al darse cuenta de cómo había dejado su cabellera! ¡Es un tremendo error pretender saber todo de una vez...! Don Cástulo también le hacía a la carpintería y elaboraba juguetes que su ahijado Andrés Aquino vendía en la capital. Me gustaba mucho esa labor. Llevado por el deseo de hacer dinero, me recordé de las enseñanzas de mi profesor de tercer grado, don Jorge Cea, para hacer máscaras y cascos de cartón. ¿Cómo los hacía? Elaboraba un molde de barro con el diseño deseado y cuando se secaba, para evitar que la primera capa de papel se pegara en el barro, lo revestía con papel periódico mojado y luego pegaba los trozos de papel con engrudo (pegamento hecho con almidón), hasta formar una capa fuerte que lijaba y después las pintaba. Aprovechaba que Andrés los vendía junto con los juguetes hechos por don Cástulo. En un predio contiguo a la finca de la familia Velásquez, hicimos una cancha para jugar fútbol. Con gente de Calle Real y de San Laureano formábamos dos equipos y nos divertíamos sanamente. La mayoría no usaba zapatos y jugaban descalzos. Empezamos jugando con una pelota de trapo, pero luego tuvimos una de cuero que se inflaba. Teníamos barra con las personas que llegaban a divertirse, viéndonos jugar. De esa manera me divertía sanamente. Como todo muchacho, llevado por las corrientes de la vida, también aprendí otro tipo de juegos. Los consejos de don Cástulo me ayudaron mucho. No me avergüenzo lo que voy a decir, porque a tiempo aprendí muy bien la lección y siempre la llevo conmigo. En esa época me hice amigo 66
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos de unos muchachos en Calle Real, entre ellos Juan y José, de no muy buena reputación. Ellos me enseñaron a jugar a los dados y a la baraja. Juan me buscaba porque sabía que siempre ganaba el juego. Seguramente tenían otras mañas. Me envicié con estos juegos de azar, afortunadamente no fue por mucho tiempo. Sin embargo, recuerdo que un día tomé de la remesa de la venta de boletos ¢7.00. Para reponer ese dinero, tuve que pedir prestado a don Beto Cienfuegos (quien ingresó al Ferrocarril el 6 de julio de 1914), quien paternalmente intuyó mi preocupación, vio el problema en que me encontraba y de buena gana me los prestó. Don Beto era el conductor de la Bala de Plata que yo abordaba para regresarme todos los días de Calle Real a San Salvador. La aflicción que pasé por tomar lo ajeno me hizo reflexionar del gran error que cometí que hasta pude perder mi trabajo. ¡Todo por un vicio! Esto puede suceder a quien sin meditar las consecuencias se enrola en cualquier tipo de vicio. A veces, el ser humano por orgullo o vanidad persiste en ese error y cuando quiere salir del fracaso es demasiado tarde. Esa lección me enseñó que ¡el dinero ajeno no debe tocarse y debe administrarse muy bien! Don Cástulo influyó para que yo dejara ese vicio. Me aconsejó que me alejara de esas amistades. Esa lección me dio otras enseñanzas: que debía escoger mis amigos y apartarme de cualquier vicio. Con mucho orgullo puedo decir que cuando visitamos Las Vegas en los Estados Unidos con Triny, me llaman la atención las máquinas de juego, sin embargo, para divertirme solo participo en juegos de monedas de menor denominación para pasar el rato, sin el deseo de ganar.
El cuento de la Siguanaba Daba gusto platicar con don Cástulo porque era un hombre amante de la lectura. En cierta ocasión me contó una historia un tanto ridícula: la de ¡La Siguanaba! Me dijo que se aparecía en el Puente La Vega, contiguo a la Administración de Rentas, con la imagen de una mujer 67
La escalera de mi vida bellísima, que a medida se acercaba a las personas le crecían las uñas de las manos y estallaba en fuertes carcajadas. ¡Casi me equivoco por culpa de esa historia de don Cástulo...! Un jueves de marzo de 1949, después de llegar el tren a la estación, cuando el reloj marcaba las 2:30 de la tarde, en el momento en que unos pasajeros lo abordaban mientras otros se bajaban para dirigirse a diferentes lugares, sucedió algo embarazoso. Cuando pasó el movimiento, una señorita se quedó de pie a la par de los rieles del ferrocarril; vestía de color rosado, zapatos blancos y una bufanda blanca colgada de su cuello. Creo que tenía un año menos que yo y era la más linda que había conocido entre mis amigas. Me sorprendió verla sola y en ese instante se dirigió a mí pidiéndome que le indicara cómo llegar a San Laureano. Le dije que ese lugar estaba retirado y era una lástima que no me lo hubiera preguntado antes que partiera el tren, para que viajara con otras personas que iban a ese sitio. No pude explicarle la dirección exacta, pero le dije que tenía que pasar el Río Acelhuate en unos troncos de madera y seguir el camino recto. ¡Creo que no me entendió porque vi. en su rostro un gesto de desconsuelo! Reconozco a esta altura de mi azarosa vida que he sido impulsivo con las mujeres. Sin medir las consecuencias acompañé a esa señorita para enseñarle el camino. Fue un viaje que duró como treinta minutos. Antes de cruzar el río me pidió que le permitiera descansar y para ello se sentó sobre la grama y se quitó los zapatos. Cada vez que la observaba me gustaba más. ¡De repente vino a mi mente la terrorífica imagen de la Siguanaba, dudé de esa linda muchachita y pronto me invadió un gran miedo por ella! (¡qué tonterías, todo por mi imaginación!). Le miré insistentemente sus manos para ver si las uñas le crecían. Ella notó mi semblante que reflejaba un súbito temor y sonriendo maliciosamente preguntó qué me sucedía. La malicia de su 68
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos sonrisa aumentó mis temores y yo esperaba que en un momento soltara la carcajada…, como me narró don Cástulo. Creo que he nacido con un sexto sentido para enfrentar todo problema y le dije: “¡LAURA, SI USTED ES LA SIGUANABA CONVIÉRTASE DE UNA VEZ...!” Afortunadamente ella lo tomó como un cumplido y me mostró una cruz que colgaba de su cuello y me dijo: La Siguanaba nunca lleva una cruz. Me tranquilicé y no le di oportunidad de que notara mi bochorno. Me explicó el motivo Laura Sequeria de su visita a su tía Chepita, profesora de la Escuela de San Laureano. Su problema era la ruptura de su noviazgo con Fernando Mazariego y me enseñó un pañuelo con el nombre del novio. Supe entonces que hablaba con Laura Sequeira Porras y no con la Siguanaba. Nos quedamos largo tiempo en ese lugar. ¡Vaya cosas que sucederían! Laura, con su mirada especial y coquetería, me permitió besarla e iniciamos un corto romance hasta llegar a casa de su tía. Como era tarde, me quedé a dormir en ese lugar. Su tía me conocía cuando abordaba los trenes, pero no la recordaba. Pasé la noche con Laura en una hamaca platicando cosas muy bonitas. Ella cantaba sus canciones favoritas, “Contigo” y “Amorcito Corazón”. ¡Ah!, me sentía tan bien que hasta olvidé que había abandonado mi trabajo, convirtiéndome en un irresponsable por poco tiempo. A las cinco de la mañana del día siguiente, salí a Calle Real y esperaba que me despidieran por el atraso en la entrega del reporte de venta de boletos. Creo que la sinceridad con que le expliqué el caso a mi jefe me valió, pues lo tomó en serio, considerando justificable mi involuntaria falta y no hubo represalia en mi contra. 69
La escalera de mi vida Mi padre se preocupó mucho porque no llegué a dormir esa noche al mesón, al día siguiente que le conté lo sucedido, solo me dijo: “hijo cuida tu trabajo, no te olvides que estás estudiando y necesitas de él”. Con el tiempo me enteré que en la Escuela República de Colombia, Laura fue compañera de estudio de Arabella Valenzuela, hermana de la “niña del mambo” y de Elvia Cardona hoy de Lemus, esposa de mi amigo y compadre Jorge Lemus, mencionado adelante. Con Ricardo Pozo, primo de Laura, somos muy buenos amigos a la fecha. Él comentó a Laurita, hija de Laura, sobre este libro. Le dijo que aparece escrita la “Historia de la Siguanaba” y que se refería a su madre. Laurita tuvo curiosidad por conocer de esa historia. Fue así que nos pusimos de acuerdo y Ricardo y Laurita visitaron mi oficina. Cuando la vi, me llevé la gran sorpresa que Laurita es muy parecida a Laura, su madre. Aproveché ese momento para hacerle una broma y le dije —¡Estoy hablando con la hija de la Siguanaba!— lo cual le causó mucha gracia a ella. Obsequié a Laurita un ejemplar de mi libro y, para su sorpresa, también le entregué una foto que conservaba de su madre cuando ella tenía 17 años de edad. Laurita muy emocionada me agradeció mucho y me dijo —¡siempre quise tener una foto de la juventud de mi madre! En esa oportunidad recordamos a Fernando Mazariego, el amor de su vida de Laura. Noté que su hija lo sabía. Este encuentro con Laurita fue muy ameno y me hizo recordar mucho de la época de Calle Real. Después le platiqué cómo murió Fernando, fue el 15 de agosto de 1955 cuando viajaba a la ciudad de Tegucigalpa a presenciar un partido de fútbol, tuvo un accidente de tránsito muriendo mi amigo Fernando. Guardo la estampa del recuerdo de su novenario que es la Recuerdo de Novenario que aparece contiguo a este texto. de Fernando Mazariego 70
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
La familia Guardado en San Laureano
La familia Guardado era gente de abundantes recursos económicos, acostumbraba dejar sus bestias (caballos) y sus armas al cuidado de don Cástulo cuando abordaban el tren y a su regreso las recogían. Don Hildo Guardado tenía autoridad y una avasalladora personalidad, además, vestía muy elegantemente. Recuerdo que me infundía respeto y siempre le admiré la pistola Mágnum 44 que llevaba al cincho. Los hijos que le conocí en esa época fueron: Leonor y Sergio. Sergio Pistola de Don Hildo era un muchacho de ojos azules y quien me demostró su amistad; lo que yo compraba él también lo quería. Recuerdo mi chumpa preferida de cuero que la compré en la cooperativa del Ferrocarril y le compré una a él. Cierto día que don Hildo estaba de vacaciones en México, Leonor me invitó a cenar a su casa. Esta vez pedí permiso para no reportarme a la estación de San Salvador. Ella mandó a traerme con un mozo y me envió su yegua preferida llamaba “Norma”. El mozo me entregó la yegua y desapareció. Yo nunca había montado una yegua y era de esperar que me tirara al suelo... ¡Me da pena confesarlo, pero la yegua llegó a la hacienda de los Guardado mucho antes que yo...! Leonor no supo de mi caída. Me preparó una suculenta cena, causándome sorpresa que sabía tocar guitarra y que cantaba muy bien. Sus canciones preferidas las cantó varias veces esa noche y yo le mostré indiferencia. Era muy robusta y me gustaba como amiga. Doña María, mujer de don Cástulo, me contó que Leonor le dijo que se enamoró de mí y que “a como diera lugar se casaría conmigo”. En marzo de 1981, y por recomendación del Capitán Ricardo Pozo (nieto de la niña Chepita), Sergio se acercó a mi oficina porque deseaba vender la pistola Mágnum 44 de su padre. El Capitán Ricardo Pozo, a quien yo había conocido en la Policía de Hacienda y quien conocía mi interés por adquirir un arma de tales características, me 71
La escalera de mi vida mencionó como posible comprador. ¡Vaya cosas del destino! Sergio me vendió la Mágnum 44 que yo tanto le admiraba a su padre don Hildo; ésta la conservo en mi sala de los recuerdos. Cuando nos vimos con Ricardo Pozo lamentamos la muerte de Sergio y el hecho de que muriera ciego. Sergio Guardado aun con las dificultades de que estaba perdiendo la vista, también tuvo la oportunidad de leer este libro y me dijo: “así como describes el porrón que utilizabas para tomar agua, ¿por qué no mencionaste el petate que usabas para descansar?”. Hasta ese instante lo recordé. Con Sergio nos hicimos muy buenos amigos y fui padrino de boda de su hijo Américo y sus otros hijos me llaman “tío”. Fui una de las primeras personas a quien dieron aviso de la muerte de Sergio y me preparé muy bien para ir con Triny a darle el “último adiós”. Sus restos fueron velados en Capillas Memoriales, un lugar tan elegante, que dan ganas de morirse… No olvidaré jamás ese momento. ¡Había tal cantidad de asistentes que tuvieron que unir dos capillas, los alimentos y bebidas que distribuían eran abundantes! Yo saboreé dos exquisitos tamales y comenté lo sabrosos que estaban. ¡De repente nos fue entregada una bolsa repleta de tamales! Primera vez en mi vida que después de dar un pésame y bien trajeado, salía con una bolsa de tamales en mano. En esa velación saludé a muchas personas procedentes de San Laureano, que me recordaban, principalmente Delmy, hermana de Sergio. También me encontré a Ricardo Pozo, mencionado anteriormente, quien se comunicó con Ana Delmy, Arreglo del Novenario 72
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos otra hermana de Sergio, residente en los Estados Unidos. Yo no la conocía y Ricardo le comentó de mi asistencia al velorio. Fue así que recibí un correo electrónico y desde entonces nos comunicamos. Le envié por encomienda (courier) mis dos libros y después me comentó que le fascinaron mucho mis historias, principalmente cuando me refiero a su padre (don Hildo). Quedó ella tan impresionada por el nombre de mi empresa que en el último correo electrónico que me envió dice lo siguiente: “Hola Óscar, ¿cómo está? Una notita para decirle que esta mañana pensé en Usted… escuchaba en la radio, mientras me dirigía a mis labores, unos trabajos de poesía presentados por narradores latinoamericanos y en uno de ellos mencionaron: el bello plumaje, la armoniosa voz y la presencia huraña de un torogoz… Y pensé cuánta razón tuvo usted en enamorarse de esa bella ave y sobre todo que se enamoró en esos parajes tan conocidos por usted y por mí; que si bien no han cambiado tanto, no son ni la sombra de lo que fueron en aquellos tiempos... ¡sí, eran muy bellos! Un abrazo de su amiga distante que espera pronto darle uno en persona. Ana Delmy”. Esto último lo presento como un testimonio de cómo la gente continuamente relaciona el TOROGOZ con Óscar Panameño y ello me hace sentir feliz e importante. La vida ha sido tan generosa conmigo que tuve la dicha de acompañar a su familia en la conmemoración del primer año de fallecimiento de Sergio, en febrero de 2008. Primero asistimos a la misa en la nueva Iglesia de San Laureano, la cual yo no conocía; entre otras cosas me sorprendieron los bonitos grabados en la puerta principal. A petición de doña Cleotilde, viuda de Sergio, me dirigí a la concurrencia. Mi esposa Triny me acompañó y luego acudimos a casa de la familia Guardado, que yo conozco desde aquella época. En esa tarde tuve también la agradable oportunidad de estar con mi nuevo amigo Félix Latzo, quien tiene una finca en ese Cantón San Laureano que él llama “mi paraíso” y quien es amigo de la familia Guardado; con él admiramos el arreglo del altar en conmemoración de cabo de año. 73
La escalera de mi vida Los hijos de Sergio ya son adultos y cariñosamente nos siguen llamando “tíos”. Si en el velorio me obsequiaron unos tamales, en esta ocasión fueron varias bolsas de tamales y pan, aparte de los que ya nos habían servido con un sabroso chocolate. Al igual que don Hildo, don Adrián su hermano y su familia dejaban sus bestias cuando abordaban el tren. Sus hijos: Toño, Carlos, Pilar y Tere. El primero fue militar y participó en el golpe frustrado contra el General Fidel Sánchez Hernández. Carlos trabajó conmigo en la Corte de Cuentas de la República; Pilar, madre de Rafael Bernal que se casó con Sandra Arrazola sobrina de mi esposa Triny; y Tere, madre de Sonia, quien fue mi secretaria. Tere era la dueña de la famosa yegua llamada “Presumida”, y ella me obsequió una foto de Laura de aquella época, que aparece anteriormente.
Otras amigas Hablando de amigas, conocí a Elena Espinoza, hija de doña Jesús, madre de Pedro y Víctor Arrazola, dueños de la Quinta San Narciso, situada cerca de la estación de Calle Real. Elena era mayor que yo y tenía dos hijos: Juan y Virginia. Ella visitaba dos veces por semana esa propiedad para estar a mi lado. ¡Qué momentos inolvidables! Una vez llegó con su prima Olga y visitamos a Tacho, marido de Micaela, que clandestinamente elaboraban aguardiente llamado “Chaparro” y “Chicha”. Olga bebió más de la cuenta y nos causó problemas cuando regresábamos a San Salvador. Cosa del destino, la familia Espinoza Arrazola son muy amigos de la familia de mi esposa Triny (Víctor es casado con Zoila Angélica prima de Triny). “Qué pequeño es el mundo”. Como dije anteriormente, fue en la época cuando trabajé en Calle Real que sucedieron los momentos más felices de mi vida, aconteciendo muchos pasajes románticos de los que ya hablé un poco. Ahora relataré la labor que hice en el campo social y deportivo. 74
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos En mis tiempos libres en Calle Real, organicé actividades típicas como atoladas. A estos momentos les denominábamos “tardes alegres”. Me enorgullece decir que compartía charlas de motivación con excelentes resultados: entre los asistentes estaban: Fabián González, Andrés Aquino, Linda López y otros más, quienes pasados varios años trabajaron en Freund y en “TOROGOZ”. Fabián, una persona sumamente honorable, llegó a ser mi amigo y fue la persona a quien le enseñé el trabajo que se realizaba en la estación. Cuando trabajé en Freund, Fabián era mi persona de confianza y de los señores Freund. Me identifiqué tanto con la gente en Calle Real y San Laureano que muchas de ellas me recuerdan y me visitan en Torogoz. A un kilómetro de la estación vivía doña Lidia, quien no era originaria de ese lugar. Era una mujer muy agradable que me tuvo mucha estima y admiración. Ella era propietaria de un pequeño comedor. Yo aprovechaba para viajar en la “Bala de Plata” a mediodía para ir a almorzar a ese lugar. El motorista me hacía una “mediana” (reducción de la velocidad) y durante ella yo me tiraba ágilmente al aproximarse la “Bala” a esa propiedad, mientras los pasajeros admiraban mi proeza.
Doña Marcela
Doña Lidia
A mediados del año 2000 visité a doña Lidia y doña Marcela, mujeres dinámicas y trabajadoras por las que guardo un afecto muy 75
La escalera de mi vida especial, ya que con ellas compartí muchos de esos momentos felices que siempre recordaré. Durante mi visita, doña Lidia nos dijo que había leído el suplemento alusivo a los 10 años de fundación de “Torogoz” en el que quedaron impresas esas vivencias de Calle Real, y que ella y su hija Tere siempre estaban pendientes de las noticias de “Torogoz” y de mi persona, lo cual me llenó de mucha satisfacción. También en esa oportunidad doña Lidia compartió muchas anécdotas, algunas de las cuales aparecen en este libro. Quienes me acompañaron en esa visita disfrutaron sus narraciones, principalmente Joaquín Gaspar Tadeo, persona de mi aprecio. Entre ellas, cuando le relató que para ganarme el almuerzo le ayudaba a pelar verduras y a echar tortillas. Recordando entre risas que yo comía abundantemente y hasta seis tortillas porque era el único tiempo de comida que hacía, ya que cuando llegaba a San Salvador salía corriendo al instituto a estudiar y después de las clases ya no se encontraba comida por ningún lado. El plato de comida en ese entonces valía quince centavos. En mis visitas a doña Lidia también aprovechaba para ponerme a tortear y recordar esa época; esa vez me recordó algo que se me había olvidado: me dijo que yo le llegué a deber seis colones y como no se los podía pagar, lo hice con una muñeca que obtuve al crédito en la Cooperativa de los Ferrocarrileros. Esa muñeca la conserva todavía; increíble, les rogué que me la dieran para mi sala del recuerdo y no quisieron. Doña Marcela quien siempre mantenía su cuarto tapizado con estampas de santos, lo primero que hizo cuando le visité, fue preguntarme, con lágrimas en sus ojos, que si aún conservaba la figura del santo “San Martín de Porres” que años atrás me había obsequiado. Cuando las visitaba, siempre me demostraron su cariño con sus risas y abrazos y nos regocijábamos recordando esos pasajes agradables que me transportaban a tiempos pasados inolvidables. A ellas dos tuve la ocasión de verles como a un par de viejecitas con sus lindas canas y de quienes tuve la oportunidad de despedirme 76
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos cuando abandonaron este valle de lágrimas. Doña Marcela murió en 2001 y doña Lidia en 2007.
Dos personajes no gratos
“El cura” El Padre Vega, sacerdote del Municipio de Villa Delgado era un pasajero frecuente del tren y se trasladaba a San Laureano para cumplir misiones religiosas. Siempre le veía regresar con sus manos cargadas de verduras o animales que le regalaban los feligreses. Un día me regalaron una pacha de guaro llamada “Los tres puentes”, fabricado en una destilería de Sonsonate. El Padre Vega, famoso por cierto, llegó a la Estación y al verme la pacha me pidió un traguito. En el huacal que ocupaba para tomar agua, se tomó el trago. Al despedirse, quiso darme un beso en la mejilla. Por un momento pensé que me daba “la bendición”, pero de repente ¡me quiso abrazar y besar! Hasta ese momento supe de su verdadera personalidad y me molestó mucho su actitud. Yo no sabía que mucha gente sabía lo que era el Padre Vega. El Padre Vega siempre abordaba conmigo el carro motor, trataba de venirse conmigo en el último carro. Mis amigos al vernos, me bautizaron con el apodo de: “El Fotógrafo”. ¿Imagínense por qué...? “El ganadero” Refiriéndome a este tipo de personas, en una ocasión un hombre muy bien presentable se bajó del carro motor (Bala de Plata). Se hizo pasar por comprador de ganado. Muy gentilmente lo atendí y me preguntó ¿quién vende ganado por aquí? Le respondí: —en San Laureano hay gente dedicada a ese oficio. Luego me cuestionó —¿por qué trabajas en este lugar si tienes una “buena imagen” y ojos azules? Agregó —¡Conmigo ganarías más de lo que ganas en este lugar! Me 77
La escalera de mi vida sentí muy molesto y de inmediato le dije que prefería mi trabajo porque tenía la oportunidad de estudiar. El contestó: —¡Siempre estudiarás! Me incomodó más la plática y él lo notó, pero sin importarle reflejó su no grata personalidad. Yo le dije: —¡Usted se equivoca, por favor espere en otro lugar que ya va a venir el tren!
Lo más grande que me dio Calle Real fue haber conocido el “Torogoz”
Una vez que los trenes partían, aprovechaba el tiempo libre para elaborar artesanías, caminar sobre los durmientes, que son las estructuras que sostienen los rieles, bañarme y lavar mi ropa en el Río Tomayate, cuyas riveras hoy en día son fuente de grandes Pintura “Línea en Calle Real”. Batres, 1984 hallazgos paleontológicos. Disfrutaba mucho la naturaleza en ese lugar y platicaba con los pobladores. También me gustaba contemplar las aves y la que más me fascinó fue el pájaro Torogoz. Poseo dos pinturas referentes a la estación de Calle Real y al pájaro Torogoz, las cuales describí a los pintores “Batres” y “Marroquín”. Ambos supieron interpretar mi descripción de ese lugar y del ave. Esas pinturas son de mis favoritas. Como parte de mi agradecimiento personal a esa especial población de Calle Real, siempre que tengo la oportunidad de extender mi mano amiga a alguno de sus pobladores, lo hago con muchísimo gusto. 78
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Otros sucesos como ferrocarrilero
En los días de Semana Santa de 1949, necesitaban boleteros debido a que en esa época aumentaba el número de pasajeros y me trasladaron de Calle Real a trabajar en trenes extras con coches destinados para la carga y el ganado. Me cabe la satisfacción que recomendé a Fabián para el puesto y él me sustituía. Muchos viajeros se retrasaban y abordaban el tren sin comprar su ticket en la estación y se subían a los techos de los vagones. Cerca de la estación “El Ángel” hay un puente con estructura de arco y cincuenta metros antes de llegar están colocados unos lazos con nudos colgantes, como señal de advertencia para evitar cualquier accidente. El maquinista pitaba anticipadamente como aviso de aproximación a ese puente. Yo venía arriba de un vagón cobrando a mucha gente que se había subido; en el preciso momento en que pitaban, observé a una persona que iba parada en el vagón y de inmediato le grité que se agachara, pero no me escuchó; corrí hacia él para conseguir que se agachara. Su nombre es Raúl y lo vi años después trabajando en “La Constancia” y me dijo: “¡Me salvaste la vida!”.
Cervezas difíciles de olvidar En ese mismo tren viajábamos: Alejandro Lemus, Mauricio Hernández y Mario Piche mi primo, a quienes invité a pasar el Sábado de Gloria en Acajutla. Después que terminé mi trabajo, nos fuimos a disfrutar unas cervecitas, pero jugando, jugando resultaron ser varias cervezas. Apostamos a que las pagaba quien ponía por último el envase. Mario Piche, mi primo, menor que nosotros, no tomaba y fue el árbitro. Fue tal esa borrachera que Mauricio amaneció en San Salvador, dormido en un carro motor (Bala de Plata). Todos perdimos lo que llevábamos. A pesar de todo, yo estuve a la hora de la salida del tren, como siempre, para cumplir mis obligaciones, desvelado y engomado. ¡Creo 79
La escalera de mi vida que fue el viaje más ingrato que he realizado! Como he dicho, el valor del boleto no pagado por el pasajero, era cobrado por el boletero. En época de vacaciones no había tiempo de entregar el ticket a los pasajeros, porque el tren iba repleto. Esto se elaboraba hasta llegar a Acajutla. En esa ocasión, el conductor me hizo contar el dinero y me ordenó elaborar un número de tickets que no coincidía con el dinero recaudado. Parte de ese dinero me lo entregó y el resto se lo quedó él. Yo no quería recibirlo y le conté la enseñanza de mi abuela: “NO ES DECENTE EL QUE ROBA NI DIGNO EL QUE DEJA ROBAR”. De inmediato, el conductor en forma irónica me contestó sonriente: “¡entonces te quedas sin trabajo h. de p.!”. Ni modo, lo acepté para conservar mi empleo. Después me enteré que la Contraloría de las Oficinas Generales llevaba estadísticas del movimiento de pasajeros y de las cargas. Era responsabilidad del conductor y del boletero mantener el equilibrio. Esta operación se estableció años atrás. Nuestra necesidad de trabajar era tan grande que lo hacíamos sin exigir viáticos y dormíamos en cualquier lugar, por incómodo que fuera el interior de los coches.
Formé parte de la UTF (Unión de Trabajadores Ferrocarrileros)
En 1949 tenía 18 años y formé parte de la U.T.F. Carecía de experiencia gremial, mi inquietud y deseo de sobresalir eran enormes, por ello mi participación fue activa. El 2 de noviembre de ese año me nombraron Miembro del Comité de Cultura, como consta en documento que conservo. Nuestras demandas salariales y de prestaciones sociales las hicimos a nivel nacional y en forma sincronizada, cada treinta minutos deteníamos los trenes y la tripulación concientizaba a los pasajeros de que hacíamos esa acción para obtener beneficios laborales. Creo importante dar a conocer las medidas que entonces tomaban las autoridades contra ese tipo de movimientos, cuando no se escuchaba 80
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos sobre “el comunismo”, ni había dirigentes gremiales con ideología política partidarista; mucho menos personas que se prestaran a maniobras de ese tipo. Los dirigentes sindicales de esa época, se preocupaban realmente por defender los derechos de los trabajadores, pues no existían prestaciones sociales ni se mencionaban insistentemente como ahora “los Derechos Humanos”. A inicios de 1950 los trabajadores de la IRCA suspendieron las labores y de inmediato los trabajadores de la Railway los apoyamos. En esa fecha la Iglesia Católica preparaba un Congreso Eucarístico en la capital. La UTF tenía comités y yo formaba parte del grupo que llamaban “rompe huelgas”. El papel de ellos consistía en evitar que las personas ingresaran a las instalaciones del Ferrocarril. Nuestra misión la cumplimos a cabalidad. Recuerdo que el gerente general, Mr. Clayton y su asistente, ambos de nacionalidad inglesa, querían ingresar a sus oficinas y tratamos de impedirlo. Aclaro que esas acciones las realizamos sin violencia y respetando a las personas. Ese día llegaron a las instalaciones del Ferrocarril camiones llenos de guardias nacionales al mando del Coronel Cristino Garay. No recuerdo si él era Ministro de Defensa o Director de la Guardia, pero nos golpearon obligándonos a salir del lugar. Más tarde, esas autoridades se dedicaron a perseguir a los ferrocarrileros exigiéndonos regresar a nuestro trabajo. 81
La escalera de mi vida Poco tiempo duró ese paro de labores y se normalizó mediante un arreglo conciliatorio entre la patronal y los directivos, quienes nos comunicaron que no habría represalias. Sin embargo, Julio Lemus, hermano de Alejandro, miembro de la directiva de la UTF tuvo que salir exiliado a la República de Argentina, así como los demás directivos. Yo buscaba la manera de sobresalir para hacer notoria mi capacidad y creatividad; “me daba color”, como se dice ahora. Reproducía comunicados que repartía entre los compañeros. Juan Prerle, Inspector General y súbdito alemán, imponía una disciplina tipo nazi y observaba cuidadosamente mi actuación. Después de lo ocurrido, normalicé mis labores en la Estación de Calle Real. Mi tata se comunicó con el Jefe de la Estación de Nejapa para que diera un recado a Alberto Cienfuegos, conductor de la Bala de Plata, de que me bajara en “Casa Mata”, lugar donde estaba la Policía de Hacienda. Recibí el recado y cuando llegamos al sitio indicado, disminuyeron la velocidad del carro motor y aproveché para tirarme con la habilidad que debía hacerlo. Como estaba previsto, mi tata me estaba esperando y sostenía en su mano una bolsa con una mudada de ropa. Él era querido por todos por su forma especial de ser. No olvido al Chele Cajal, detective de la Policía, destacado en esa estación. Lo recuerdo porque era usual que uno o dos detectives anotaran los nombres de los pasajeros que abordaban los trenes de San Salvador a Sonsonate o a Santa Ana. Ese celo extremado siempre me pareció ridículo. El detective Cajal apreciaba a mi padre y por ello le avisó de que había orden de captura para mí y que mi nombre aparecía en una lista de ferrocarrileros. Fue así como me libré. Esa noche dormí en la Escuela “Gustavo Marroquín”, donde vivía mi hermana Blanqui y a temprana hora del día siguiente me trasladé a Calle Real en busca de don Cástulo (ya mencionado), quien me llevó a Quezaltepeque. Pasaron dos días y el doctor Rafael Antonio Belloso (esposo de mi tía Carmela y padre de mi primo Lito, Secretario particular del Consejo de Gobierno, presidido por los coroneles Óscar Osorio y 82
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Óscar Bolaños), logró que la orden de mi captura quedara sin efecto, luego de comprobar que no pertenecía a la Directiva de la UTF y que no era comunista. Desde entonces he visto toda clase de injusticias sociales, las cuales no comparto. Me incorporé a mi trabajo en vista que la situación de emergencia había pasado. Diez días después, al entregar el reporte del día, recibí un telegrama donde me ordenaban entregar las llaves de esa estación, quedándome sin empleo. El salario mensual que devengaba por ese trabajo era de sesenta y siete colones. Pocas veces noté un gesto de tristeza en mi tata y recuerdo sus palabras: —¡Te jodieron hijo! Le respondí: —¡No te preocupes tata, ya encontraré otro empleo! No fue falta de respeto a él, pero nos tomamos unos tragos y recuerdo que le dije: “¡Tata, son babosadas, estoy estudiando y no soy ningún tonto. Así narro mi vida afanosa como ferrocarrilero, época que me hace recordar dos enseñanzas que practico actualmente: “BARRER BIEN, PARA NO QUEDARME DE BARREDOR” y “respetar el tiempo, porque el tren sale a las 6:00 a.m. en punto”. “Sólo los chupatintas que no llegan a tiempo se quedan”, y “el comehormiga que no barre bien, se queda de barredor”. ¡Pocos días pasé sin empleo! Catorce años después que me despidieron del trabajo, en enero del año 1964 le quitaron el trabajo a mi padre. En ese entonces no había leyes que protegieran al trabajador; quitaban a la gente sin ninguna indemnización, bastaba una simple carta para despedirlo. Varios empleados con muchos años de servicio y de avanzada edad ante esas circunstancias morían de infarto. Para proteger a mi tata, cuando lo despidieron, tuve que mentirle diciéndole que él estaba jubilado. Me puse de acuerdo con don German Maldonado, jefe de Despacho, quien apreciaba mucho a mi tata; a él yo le entregaba mensualmente noventa colones para que se los diera a mi tata como si fuera su pensión. Con el tiempo mi tata se dio cuenta de la realidad y la aceptó. En ese entonces yo ya trabajaba en Freund, mi situación económica y social había cambiado. 83
C
La escalera de mi vida
Del trabajo al estudio Parte II
reo oportuno relatar un poco de mis dos años de estudio en 1949 y 1950, cuando estudié Teneduría de Libros en el Instituto Orantes de San Salvador. Esa rutina de ir y venir fue igual en mis estudios y significó otros sacrificios. Entregaba mi reporte diario en el Ferrocarril y me dirigía a pie a ese instituto situado en las proximidades de la Iglesia Concepción. El problema que a diario tenía que afrontar era que salíamos de clases a las nueve de la noche y no tenía suficiente dinero ni dónde ir a comer. Don José Andrés Orantes, Director del Instituto Orantes, nos impartía la cátedra de Contabilidad; don Cándido Morales, gran guitarrista y alumno del recordado Mangoré, nos impartía la materia de Castellano y don Fidel Castro, del idioma Inglés, que por cierto trabajaba en los Ferrocarriles de oriente IRCA. Ellos comprendían mi retraso. Aquí es oportuno recordar que no me llamaban por mi nombre sino por el sobrenombre de “Mico Zarco”, apodo que me fue puesto en el Ferrocarril. En 1988 tuve la dicha que don Cándido visitó “TOROGOZ” y me dijo: ¡Te felicito, mico! Recordamos esos tiempos de trabajo y de estudio. A pesar del ir y venir del trabajo al estudio, terminé mi Tercer Año de Teneduría de Libros en ese instituto y me preparé para ir a los exámenes privados. Qué rigurosos eran los profesores y qué control ejercían cuando se reunían los alumnos de todo el país a realizar esos exámenes y quienes los pasaban optaban al título de Teneduría de Libros (lo que equivale hoy a noveno grado); antes no era como ahora, que llegan al colmo de robar las pruebas o comprar los títulos. Para esas pruebas había un vigilante para evitar que los alumnos copiaran o sacaran algunas anotaciones. 84
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Cuando yo desarrollaba la prueba de Castellano por un momento vi hacia un lado, sin ninguna mala intención, mucho menos de querer copiar, pues no era mi costumbre; fue en ese instante que el vigilante me dijo: “¡Si sigue copiando lo expulsaré del salón!”. Me molestó mucho su acusación y le respondí: “¡Si usted cree que estoy copiando, sáqueme del salón!”. Para qué dije eso, al instante me dijo fuertemente: “¡Entonces, sálgase de inmediato!”. Por esa imprudencia y mi orgullo, no me gradué, sin embargo, la universidad de la vida me ha enseñado mucho más. En ese período cambió mi rendimiento académico y mi comportamiento, como sucedió en época anterior. Mi personalidad se inclinó a cierta indisciplina, a las bromas y a ser juguetón, por supuesto sin pasarme del límite. Muchos de mis compañeros de estudio eran mucho mayores que yo y no les agradaba mi forma de ser. Sin embargo, varios de ellos ahora admiran mis triunfos, principalmente Raúl Montalvo, mi fiel amigo y compañero de trabajo en la empresa Freund. Su muerte me afectó mucho, era mi gran amigo. En esa época existió el famoso boxeador y luchador apodado “Tío Tigre”, del Club “Rean”, donde recibí clases de boxeo. Después, él trabajó conmigo en la Corte de Cuentas de la República en la década de los 50. Pude evitar errores del pasado que hasta ahora reconozco. En esa época creí que bastaba recibir unas clases de boxeo para ser un boxeador. Cierto día, frente al Instituto Orantes me exhibí peleando con alguien. Cuál fue el motivo no lo recuerdo, lo único que sé es que hice UN PAPEL RIDÍCULO, FUI UN “PAYASO”. Otra historia durante esa época de estudiante fue en el año de 1950, cuando yo apenas tenía ¡20 años de edad! El instituto fue el nido de dos amores, uno de día, uno de noche. Emma Martínez que estudiaba igual que yo por la noche, fue mi primer amor; pero Mema, como yo la llamaba, vivía en Santa Tecla y tuvo a bien presentarme a toda su familia como novio oficial. Y así platicábamos hasta de matrimonio. Increíble, sin tener absolutamente nada yo pensaba en casarme, quizás aquella falta de madre que no 85
La escalera de mi vida tuve, ya que quedé huérfano a los tres años, o esa infancia con poco cariño me hacía pensar en esa locura. Mema trabajaba en el Ministerio de Educación y era unos meses mayor que yo; ese romance duró poco tiempo. Con el tiempo supe que Mema se casó y se fue a vivir a los EE.UU. Su hermano, el ingeniero Jorge Martínez, llegó a ser socio mío en una compañía de construcción que tuve durante la década de los setenta. Mema, cuando viene al país, aprovecha visitarme en Torogoz ya que su madre doña Mercedes vive muy cerca de este negocio. En cierta ocasión se la presenté a Triny y gocé mucho oírla contarle la historia de mis “bayuncadas” de esa época, pero también sus halagos por ver a aquel muchacho inquieto que ella conoció convertido en un empresario exitoso. El noviazgo con Mema terminó porque se cruzó la niña del mambo. Los alumnos de la sección de día (diurna) organizaban bailes e invitaban a los que estudiábamos en el turno de la noche (nocturna). En uno de esos bailes, vi a una señorita que bailaba muy bonito el mambo #5 y era la figura del baile. Me apasioné, me casé y vinieron a este mundo mis hijos Óscar Omar y Mario Enrique. ¡Y me divorcié! Al final de su vida, la niña del mambo pasó siete años enferma y el 7 de mayo de 2005 fue llamada a la presencia del Señor. Lo bueno de todo esto es la experiencia que tuve y que hoy me permite aconsejar a los jóvenes enamorados que para casarse hay que prepararse muy bien, tanto en lo económico como en lo emocional, logrado esto a proceder y ser felices para siempre.
86
C
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Mesón “Santa Isabel” Parte III
uando me trasladaron de Sonsonate a San Salvador, viví con mi tata, quien alquilaba la pieza #6 del Mesón “Santa Isabel” (mencionado anteriormente). Esa habitación y la #7 eran las dos únicas que no contaban con energía eléctrica; por ello nos alumbrábamos con un candil y me llenaba de asombro cuando mi padre lo apagaba lentamente con sus dedos y no se quemaba. Conservo en mi museo un candil que lo encontré entre las cosas que mi padre guardaba en su caja. Cometí un gran error al no conservarlo con su acabado original tal como mi padre lo dejó; hoy ese candil brilla con luz propia ya que está revestido en oro de 24 kilates. Alumbrarme con candil de gas no me incomodaba, lo que si me incomodaba era la ubicación de la pieza que estaba contiguo a las letrinas, una para mujeres y otra para hombres (conocida como el 100 de mujeres y el 100 de hombres). Candil de gas En igual forma, una contiguo a la otra, se encontraban los baños que eran unas pilas y tenía la gente que bañarse con huacal; también habían 4 barriles con agua potable para el uso de los inquilinos; el total de piezas del mesón era aproximadamente 40. Afortunadamente yo hacia uso de los servicio sanitarios del ferrocarril ó me bañaba en el río Tomayate en Calle Real. El piso de las habitaciones era de tierra y las paredes de bahareque. Mi padre compartía esta habitación con Jesús, exferrocarrilero que perdió su pierna en un accidente de trabajo y se dedicó a lustrar zapatos. La renta mensual era de seis colones. Al llegar yo, acomodamos tres “tijeras” de lona y el pago de la mensualidad se dividió entre los tres. Recuerdo muy bien que cuando Jesús se disponía 87
La escalera de mi vida a dormir yo me acomodaba viendo hacia la pared para evitar ver su “muñón”. Poco tiempo estuvo con nosotros Jesús, pues regresó a Sonsonate y se dedicó a lustrar zapatos en el parque Rafael Campo. Di gracias a Dios porque solo quedamos en la pieza, mi padre y yo. Cuál fue mi sorpresa que mi papá llevó a otro compañero de pieza. Me refiero a Chente Garay, conductor del tren quien era muy gordo y roncaba mucho. Mi padre tomaba porciones de tierra de la pared para tirárselas a Chente para despertarlo. Chente llegó a ser mi compañero en el Ferrocarril, siendo Conductor fue mi jefe cuando yo era Boletero. Disfrutaba verlo con mi padre echándose unos “traguitos”. Triny y mis hijos Óscar Omar y Mario Enrique, también conocieron el famoso mesón “Santa Isabel” y les enseñé la pieza número seis en donde viví con mi tata; y platicaron con algunas personas de entonces que aún lo habitaban y me recordaban. Así mismo cuando visitábamos Sonsonate solíamos ir al parque Rafael Campo en busca de Jesús para que me lustrara los zapatos. El objetivo no era ese, sino dar a Jesús mi “mano amiga”. En mi diario personal describo detalladamente las instalaciones del Mesón “Santa Isabel” y de sus inquilinos. Algo curioso es que a sus servicios sanitarios les llamaban “El Cien”. Con el transcurrir del tiempo, en una reunión con distinguidos personajes se conversaba sobre esa curiosidad, llegándose a la conclusión que lo llamaban así porque siempre era el último número entre la numeración de las piezas de los mesones (es imposible que haya un mesón con más de cien piezas) y se decía el “cien de mujeres” y “el cien de hombres”. Recuerdo mi valija de cartón color morado con cinchos color café. Mi padre usaba una caja de madera (que metíamos bajo la “tijera” donde dormíamos) la cual conservo porque tiene mucho valor para mí. En otra pieza de ese mesón vivía Beto Morán, mozo de tren. Mirtala, su mujer, me tenía cariño y me guardaba tortillas con frijoles a mi regreso del Instituto Orantes (a pesar que ya me había dado un buen almuerzo). A esta familia le extendí mi “mano amiga” hasta su 88
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos muerte. Podría continuar hablando de otra gente que allí vivía cuyas imágenes vienen a mi memoria: La niña Julia (la “chuquera”), quien vivía en la pieza número doce y tenia su puesto de venta en la esquina opuesta a la estación del Ferrocarril donde vendía, en la madrugada y al anochecer; fue en ese lugar que durante 605 días que trabajé en el Ferrocarril, desayuné, con chuco y dos “pan francés”. En l963 en compañía de Triny, que en ese entonces era mi novia y de mis dos hijos, fuimos a tomar el famoso chuco y aproveché par dar una ayuda económica a doña Julia. Otro personaje es mi gran amigo Alejandro Lemus, que vivía en la habitación de enfrente en la que vivíamos mi padre y yo. Recuerdo Alejandro y Yo muy bien cuando Alejandro salía a la puerta de su habitación a cepillarse los dientes delante de la gente; Mi padre y yo nos lavábamos la dentadura con sal y agua; al ver el hábito de limpieza con pasta dental de Alejandro yo lo imité y lo mismo hizo mi padre posteriormente. La habitación de Alejandro era más grande y vivía solo. El tenía un radio y nos reuníamos para tomar tragos con Mauricio Hernández a quien le decíamos “Muecas”. Ese radio era muy grande y para buscar la estación se metía la mano atrás del mismo porque la perilla no funcionaba. Cómo desearía tener ese radio en mi Sala de Recuerdos. Con Alejandro y Mauricio fuimos amigos inseparables, salíamos a pasear y disfrutábamos de la vida; nos gustaba mucho ir al balneario “Los Chorros” y al mar, en una ocasiones fuimos a pie al Boquearon y bajamos al cráter. ¡QUE EPOCA MAS MARAVILLOSA! Con Jorge, hermano de Alejandro somos buenos amigos, el vivía en el mismo mesón y tenia una carpintería muy bien establecida, 89
La escalera de mi vida Jorge tenía tantos ingresos que inclusive llegó a poseer una moto marca Harley Davidson 1300,única en ese época en el país, salíamos a “fisiquear” en dicha moto. Yo inclusive me atrevía a hacer piruetas en ella, recordándome de mis tiempos de boletero en la bala de plata. Jorge fue bastante desordenado con el dinero, no supo aprovechar la época de sus vacas gordas y se vio en dificultades económicas; con el tiempo tuve la satisfacción de ayudarle a conseguir un empleo en el departamento de cobros de Freund. No me cabe la menor duda de que si no se sabe administrar un negocio, se termina en la quiebra. Jorge, quien es también mi compadre por ser yo el padrino de su hija mayor: Martita; vive hoy con el resto de su familia en los Estados Unidos, siendo todos ciudadanos americanos y gracias a Dios todos se encuentran muy bien, cuando Jorge Lemus y Yo ellos vienen siempre nos saludamos.. Conservo la añejada fotografía de Chente, Beto y Mirtala, junto con mi tata, compartiendo un momento de esparcimiento afuera de la pieza de ese mesón. Esa foto como otras y varios documentos que datan de entre los años de 1930 a 1950, los encontré en la famosa caja de madera de mi padre donde él guardaba sus pertenencias, después de que él falleció yo los considero como su herencia más preciosa y que han enriquecido este libro como fiel testimonio de muchos acontecimientos. Me sentiría más orgulloso, si mi padre hubiera tenido la dicha de disfrutar a mi lado el éxito alcanzado, producto también de sus enseñanzas, plasmadas en este libro. Quizás nos sentaríamos a leerlo y recordaríamos paso a paso cada instante, pero 90
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos me queda la satisfacción, que en cada línea del mismo, su presencia se hace sentir. Mis amigos que lo conocieron, saben del cariño y cuidado que tuve por mi padre. Vale la pena recordar ciertas anécdotas cuando vivíamos en ese mesón. Una vez me dolía una muela y fui a una clínica dental Sentados de izquierda a derecha: Beto Morán, del Barrio Concepción, Chente Garay y mi tata. Parados en el mismo cerca de donde vivíamos. Se llamaba Clínicas orden: Mirta de Morán. 1945 “Lardé”. La extracción de la muela costó ¢0.50 centavos. Lo malo es que me sacaron una muela buena dejándome la mala. Por eso el dolor persistía y era tan intenso que la cara se me inflamó. ¡Lo que es un padre!, Mi tata se preocupó mucho y no sé con quien consultó. Puso en un paño unos lienzos de hojas de tempate y lo sujetó desde mi garganta, amarrándolo sobre mi cabeza. ¡Cómo me gustaría tener una fotografía de mi triste condición porque pasé varios días en esa triste situación! Otra anécdota un poco cómica pero a la vez triste. ¡Lo que es un hijo responsable! En cierta ocasión adquirí al crédito un reloj en la Cooperativa del Ferrocarril. Mi padre tenía problema con su dentadura y necesitaba ponerse una placa dental. Se me ocurrió rifar ese reloj y obtuvimos un ingreso de ¢90.00. Con ese dinero pagué la placa. A mi tata le costó adaptarse a su nueva “dentadura”. No debería decirlo, pero me incomodaba ver cuando la movía. Un día como era usual, a las 5:00 de la mañana nos arreglábamos para ir a trabajar. ¡De repente!, vi. a mi padre muy angustiado buscando la famosa placa que la había perdido. Dejamos la búsqueda pues teníamos que estar en nuestro 91
La escalera de mi vida trabajo. Pasaron dos días y mi padre estaba muy triste por lo sucedido. Yo le dije: -“no se preocupe tata… ya veremos como compramos otra”-. Antes de acostarse, mi tata siempre sacudía su cama que era una tijera de lona (así la llamaban). Un día mi tata levantó el petate que ponía sobre la “tijera” y se llevó un gran susto. ¡Allí estaba su placa dental! Muy alegres nos preguntamos: -¿Cómo habría llegado allí? Mi padre me dijo que se tomó unos tragos la noche anterior y guardó su placa dental debajo de la almohada, pero no lo recordaba. Mi tata siempre tenía dinero guardado. ¡Increíble! qué hombre más organizado. Cuando teníamos necesidad de dinero, mi gran amigo en aquel entonces Mauricio Hernández el famoso “Muecas”, y yo, le pedíamos prestado dinero a mi tata para ir a tomar unas cervezas. “Muecas” se quedaba a dormir con nosotros y compartíamos la misma tijera. ¡Cómo es la vida! Hoy, Mauricio Hernández es una persona muy adinerada y ya no tenemos aquella linda amistad como cuando trabajábamos en el tren, que valía más que cualquier dinero. Y para cerrar este capítulo relativo al mesón Santa Isabel, deseo mencionar, como la vida en sus diferentes casualidades, puso como vecina muy cerca de nuestra pieza número 6, a doña María, quizás originaria de Ilobasco por su oficio de pintar figuras en miniatura. Yo tenía la curiosidad de verla en sus afanes de pintar y gustosamente le ayudaba, sin saber que en un futuro, la pintura y la escultura llegarían a ser parte de mis facetas favoritas. Recuerdo mucho ese lugar y aprecio tanto sus memorias, que contraté a Nora de Campos para que me hiciera una pintura del Mesón “Santa Isabel”. Ella trabajó conmigo en Freund y desconocía su talento pictórico. Su esposo, Atilio Campos, era un humilde trabajador y ahora es un distinguido profesional.Para hacer la pintura describí a Nora cada detalle del mesón y el resultado fue increíble, como si ella hubiera estado presente en ese lugar para realizar su obra. Ese mesón tiene un valor muy especial para mí, pues en él tuve la oportunidad de vislumbrar una mejor vida. Por ello decidí tener la pintura del mismo que aparece a continuación. 92
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Pintura “Mesón Santa Isabel” Nora Campos. 1979
He plasmado estas vivencias que durante los años que residí en el Mesón Santa Isabel tuve la dicha de vivir; a pesar de las incomodidades y dificultades económicas (principalmente habernos alumbrado con un candil de gas) jamás perdí el entusiasmo y la alegría, todo lo contrario, manifestaba abiertamente mi felicidad. Justamente en esa época leí el libro “El hombre feliz no tenía camisa”. Prácticamente puedo decir que la felicidad yo mismo me la creaba. Recordando todos estos buenos momentos, me convenzo aún más que la felicidad no estriba en la riqueza material.
93
¡
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
CAPÍTULO III
“Todo lo que sucede en la vida es lo mejor, por algo sucede” Parte I
Ah! sabias palabras de mi querida abuela Ramona que las repetí fielmente a mi tata cuando me quitaron mi empleo en el Ferrocarril.
Del campo a la ciudad El quedarme sin empleo no me preocupó mucho, pues había terminado mis estudios de Teneduría de Libros y era el momento de poner en práctica mis conocimientos y habilidades en los procesos contables y administrativos.
¡Un interinato fue mi éxito! ¿Cómo imaginar que abriría brecha en mi carrera profesional con un interinato en una empresa?. Mi hermano Carlos trabajaba en las oficinas de don Federico García Prieto. Debido a una enfermedad repentina lo incapacitaron por tres meses. Mi tío Paco, hermano de tía Susana, mencionada anteriormente, quienes me tienen un gran aprecio, era el Contador General de esa oficina. Sabedor que yo no tenía trabajo y de mis estudios, me concedió la oportunidad de cubrir esa plaza durante ese período.
A un gran problema una gran solución Le manifesté a mi tata que tenía que presentarme a la oficina con saco y corbata, lo que era un problema para mí, pero mi padre me dijo: “¡No te preocupes mi hijo, ya lo arreglaremos!” ¡El resolvió el problema!, 95
La escalera de mi vida fue al “Rastro” (así le llamaban al lugar en donde vendían ropa usada y otros objetos viejos). Adquirió un saco azul de rayas de color blancas y rojas, y una corbata que al frente tenía estampado el rostro de una mujer con anteojos sobrepuestos a la tela. El saco le costó seis colones y la corbata veinticinco centavos. Estas dos prendas para mí fueron como una joya y las conservé por mucho tiempo hasta los primeros meses del año 1962. No sé cómo yo hubiera resuelto el problema pero, una vez más me convencí de que mi tata era un hombre sumamente bondadoso y fuera de serie, no como esos padres de hoy en día que son irresponsables. Sin importarme el diseño de esa ropa, partí a la oficina un lunes a temprana hora, radiante de felicidad. Era tal mi ansiedad que llegué treinta minutos antes de la hora señalada, luciendo también una camisa y un pantalón de los que usaba en el ferrocarril (a la vestimenta que se usaba en el Ferrocarril se le denominaba tela “McArthur”). Esto me recuerda a un famoso profesional que le decían “caja fuerte” porque solo él sabía la combinación de su vestimenta. Después de haber trabajado en la Estación de Calle Real, descrita anteriormente, me sentí muy importante en esa oficina, ubicada en el tercer piso del Edificio Dueñas. Por un momento creí que soñaba y hasta me sentí en las nubes frente a aquel escritorio elegante, sentado en una silla giratoria. El ordenanza se llamaba Julio, y ese primer día casualizó que el color de su uniforme era similar al vestuario que yo llevaba puesto y que era el que yo utilizaba como uniforme cuando trabajé en el tren; además, Julito (como le llamaban) era muy atento para distribuir mañana y tarde el café a los empleados. El café era proporcionado por la Compañía de Café (esta compañía ocupaba dos pisos de dicho edificio Dueñas y eran quienes nos proporcionaban como cortesía dicha bebida). Era mi primer día de trabajo. Como a las diez de la mañana, Julio me preguntó: “Señor Panameño, ¿su café lo desea caliente o helado?” Me desconcertó esa fina atención, 96
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos porque nunca la tuve y no supe qué contestarle. El muy atentamente me sugirió que lo tomara helado (espumoso). ¡Siempre recordaré su amable gesto y tuve la maravillosa oportunidad de atenderlo cuando, pasados los años, el me visitó en Torogoz! En esa oficina se administraban los negocios de don Federico y se llevaba el control y la venta de la zafra de los ingenios de azúcar. Don Nicho López, de mucha confianza de don Federico, era el Cajero; mi tío Paco, el Contador; Chemita Méndez, Auxiliar (a quien agradezco mucho sus valiosas enseñanzas); Olga García Prieto, hija y secretaria de don Federico, era una mujer muy respetuosa con su padre y otros empleados (es digno mencionar su personalidad). Tengo gratos recuerdos de don Juan Wagner, un ciudadano alemán de extraordinaria sensibilidad humana. Al terminar el período de la incapacidad de mi hermano Carlos, la Gerencia dispuso darme el puesto, aumentándome el salario. ¡Que alegría!, pero tuve mucha pena por mi hermano. Afortunadamente, en poco tiempo, mi tío Paco, ¡como siempre! le consiguió trabajo a Carlos. Con mi nuevo empleo y un mejor salario, tuve la sensación de que debía vivir en un lugar diferente y me trasladé a un pupilaje, por supuesto lamentando dejar a mi tata en aquel mesón. Hubiera querido que continuáramos juntos pero sabía que pronto lo lograría. ¡Ah, cosas de la vida! Después de cincuenta años, Olguita, a quién admiré mucho, visitó la empresa “TOROGOZ”, para ordenar un trabajo especial y la acompañaba mi amigo, el doctor José Nicolás Astacio Soria, sonsonateco, quien conoce mi trayectoria y admira mucho nuestra empresa. Aprovechamos para recordar aquella lejana época cuanto trabajé en la oficina de su padre.
¡Un nuevo trabajo con las mismas funciones! Al iniciar el año 1951, la administración del azúcar pasó a las oficinas de la firma “H. De Sola”, situada en el pasaje Morazán y contrató a mi tío Paco como Contador y a mí como Auxiliar. El sistema 97
La escalera de mi vida administrativo era el mismo. A los pocos días, mi tío Paco fue intervenido quirúrgicamente y había que liquidar la zafra del azúcar para distribuirla a cada uno de los ingenios. Don Francisco De Sola me consultó si podía hacerlo. Sin vacilaciones, le respondí que asumiría esa responsabilidad (yo tenía 20 años de edad). El Auditor era don Enrique Cañas. ¡Qué gran auditor! Enrique su hijo heredó mucho de su padre. En la actualidad es mi gran amigo. Pocos meses trabajamos con mi tío en las oficinas de H. de Sola. ¡Cosas del destino! Que satisfacción más grande tuve cuando cuarenta y seis años después, recibí la grata visita de un empresario tan importante como don Francisco De Sola h. quien visitó “TOROGOZ” para ordenar unas preseas especiales de reconocimiento para el Club “Pingüino”. Le platiqué de la época en que trabajé con don Herbert, su abuelo y con su padre. Lo que más me satisfizo fué que días después se presentó de nuevo llevándome un libro titulado “LA EMPRESA DEBE CONTINUAR”, obra dirigida a las empresas familiares. Otra alegría que recibí fue cuando en cierta reunión empresarial, don Francisco manifestó: “La única empresa que ha llevado sus productos a la Antártica es “TOROGOZ” (por las preseas que elaboramos).
Otra grata experiencia con una nueva compañía En esa época se desintegró la firma “De Sola-Henríquez” y se fundó la Compañía Distribuidora, conocida por las siglas CODISA. Las oficinas y bodegas de esta empresa estaban ubicadas en el Pasaje Cabañas, frente a Freund y administraba los productos de “H de Sola” y la zafra de azúcar, operación de la que anteriormente se encargaba la oficina de don Federico García Prieto. Algunos de sus clientes mayoristas eran: Teresa A. Rubio, María Luisa de Valenzuela (dueña de “El Mundo de los Víveres”, madre de aquella niña que bailaba el “Mambo No. 5”). Esa empresa la dirigía don Frank Becerra, puertorriqueño, con mucha creatividad como administrador y mercadólogo, pero sin la menor muestra de sensibilidad humana. El señor Becerra, don Paco y yo fuimos trasladados de “H de Sola” a CODISA. 98
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Otros empleados procedentes de “De Sola Henríquez”, entre ellos una persona que estimé mucho: don Crispolo Martínez, a quien consideré una persona muy especial para mí, también fueron trasladados a esa misma distribuidora. Para la organización de la empresa se me encomendó reclutar y seleccionar nuevo personal. Pensé en mis dos amigos ferrocarrileros y de estudio: Alejandro, compañero del mesón Santa Isabel, Mauricio Hernández (a) “Muecas” y otros, formando un excelente equipo de trabajo, a pesar de mi corta edad (20 años). Cuando nos proponíamos un objetivo lo lográbamos, como la entrega de un balance sin importarnos el tiempo de entrada y de salida.
Cuando se incendió la hermosa Catedral Metropolitana Ese fatal siniestro se produjo el 8 de agosto de 1951, a las cinco de la tarde y consumió en pocos minutos ese santuario del catolicismo salvadoreño. Este hecho fue de gran magnitud ya que destruyó hasta las bodegas del Teatro Nacional, donde se originó el fuego. Debido al fuerte viento volaban las películas cinematográficas hasta el costado oriente de ese templo, arrasando las llamas esa joya arquitectónica con estructura de madera. Fue un suceso muy impresionante para los salvadoreños. Debido al voraz incendio, se quemaron otros negocios propagándose las llamas cerca de las instalaciones de la compañía donde trabajaba. Nos ubicamos en el techo del edificio, cargando extinguidores y mangueras para evitar otra calamidad; tomé la bolsa donde se guardaba el dinero del ingreso de ese día y se la llevé a Juan José Hernández tesorero y hombre de confianza de las oficinas de “H. de Sola hijos”, ubicadas en el pasaje Morazán, muy cerca de la compañía (y tío de la niña que bailaba el mambo # 5). De esto también platicamos con don Francisco de Sola hijo (conocido por sus amistades como “Chaco de Sola”) y me comentó que esa caja fuerte todavía existe y la conservan como una reliquia. Otra persona de esa época con quien hasta la fecha nos vemos y es un gran admirador y 99
La escalera de mi vida cliente de Torogoz es Ciro Rodríguez; a él y su familia les guardo un gran aprecio. En poco tiempo esa compañía alcanzó un notable crecimiento, diez veces mayor que cuando se inició, inclusive su personal. Era muy novedoso el equipo de distribución y la publicidad que se hacía en paneles con sonido y los vehículos salían en caravanas hacia el Occidente y Oriente del país, distribuyendo muestras de sus productos y el personal administrativo nos involucrábamos en esa actividad. Cada día mi autoridad e imagen aumentaba y mi satisfacción crecía paralelamente. Mis ingresos me permitieron tener una mejor calidad de vida al lado de mi tata. Fue así que dispuse rentar un apartamento donde mi padre tuviera suficientes comodidades en su habitación con muebles fabricados por Jorge Lemus tanto para mi como para él. Ya no era la tijera de lona ni el candil de gas. Lo interesante de esa experiencia es que vivíamos en el mismo sector que a él le encantaba que era la 24 Av. Nte. En la medida que la compañía progresaba aceleradamente, ingresaba nuevo personal, entre ellos Pío Miguel Díaz (hijo de ciudadanos chinos), amigo y jefe muy capaz, quienes tuvieron igual o mejor salario que los empleados antiguos, la diferencia era su bajo rendimiento, escaso entusiasmo y la falta de interés que mostraban en el trabajo. El equipo de trabajo me sugirió gestionarles una mejora salarial, porque notaron la diferencia de sueldo del nuevo personal. Yo estuve de acuerdo y trasladé su inquietud a don Frank Becerra, porque creía que me tenía mucho aprecio y que le gustaba mi forma de dirigir al estilo a go, go, cha, cha, cha (qué equivocación la mía). Como todo buen político me dio las gracias y me dijo que lo considerarían. Sin duda alguna no supe exponérselo, porque hábilmente preguntó a ciertos empleados si estaban satisfechos con sus prestaciones y salarios, sucediendo algo que nunca me lo hubiera imaginado: ¡le manifestaron que sí! ¡Que desagradable sorpresa llevé! El 30 de diciembre de 1952 me llamaron de la Gerencia General. Muy contento y tranquilo 100
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos me apresuré, suponiendo que recibiría la grata noticia de nuestro aumento salarial, a cambio recibí la inesperada y fatídica noticia de ¡que finalizaba mi contrato de trabajo! Pregunté el motivo y la respuesta fue: “Para eso lo estamos indemnizando”. ¡Jamás lo hubiera imaginado!, pues ingenuamente creía que yo era un pilar fundamental de esa empresa y de mucha confianza para don Frank y mi tío Paco. Mi tío nunca me dijo el motivo de mi despido pero estoy seguro que él no compartía la actitud del señor Becerra. Enseguida pensé en el famoso refrán de mi abuela: “TODO LO QUE SUCEDE EN LA VIDA ES LO MEJOR, POR ALGO SUCEDE”. Confieso que esta vez me sentí descontrolado, sin darle crédito a lo sucedido y negándome a aceptar lo ocurrido, pues me gustaba ese trabajo y hacía más de lo que debía hacer. Mi salario era de ¢600.00 y me permitía vestir bien, entre otras cosas. Además, a través de él, adquirí una amplia experiencia por haber sido parte de su organización que en la actualidad es una de las más grandes y principales del país. Me pasé cuatro meses buscando un nuevo empleo. Sabía que no encontraría otro igual y aunque deseaba encontrar otro similar, llegué a comprender que sería imposible y que tenía que comenzar de nuevo. El problema grave era que estaba en los preparativos de mi próxima boda (hasta ahora no comprendo cuál era la prisa por casarme, si apenas tenia 21 años). Mis problemas económicos fueron tan serios que me ví forzado a entregar el apartamento que habitaba con mi padre y a vender los muebles que había adquirido. Mi padre se tuvo que ir a vivir donde su hermana Jesús y yo donde mi amigo y compadre Alejandro Lemus, quien vivía en el segundo nivel de un departamento ubicado en la Plazuela Ayala del Barrio Concepción, muy cerca del mesón Santa Isabel, y al cual en son de broma le llamábamos “el palomar”. Compre una tijera de lona para acomodarla en el apartamento y Jorge Lemus hermano de Alejandro, tuvo la gentileza de patrocinarme mis alimentos en el comedor de la niña Chabe, su madre, quien tenía un comedor en el mercado La Tiendona. Eso me hizo recordar mi niñez cuando mi padre le pidió 101
La escalera de mi vida a la Señora Jesús que me diera de comer precisamente en ese famoso mercado La Tiendona. Todos aquellos amigos a quienes les dí ayuda para ingresar a la compañía y aún mis familiares, me dieron la espalda, excepto Alejandro Lemus y su hermano Jorge a quienes les estaré agradecido el resto de mi vida. Esto me confirman el famoso refrán: “TANTO TIENES TANTO VALES, NADA TIENES NADA VALES”.
Rescate de Algunos Muebles Con el tiempo recuperé parte de los muebles fabricado por mi amigo Jorge Lemus, un ropero muy fino de madera de caoba, fabricado en 1950 y los muebles de sala en 1953, época en que contraje matrimonio con la niña que bailaba el mambo número cinco. Hoy en día dichos muebles forman parte de la sala de mis recuerdos.
102
C
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Mi trabajo en el Circuito de Teatros Nacionales Parte II
omo siempre, mi tío Paco estaba pendiente de mí y logró conseguirme un trabajo con un salario de doscientos veinticinco colones, en las oficinas del Circuito de Teatros Nacionales, ubicadas en el local donde se encontraba el Cine Apolo. En aquellos años se estaba modernizando el Sistema de Contabilidad Patrimonial, similar al que llevaba la Compañía Distribuidora. El contador era Mauricio Alarcia, a quien conocí cuando trabajé donde don Federico García Prieto en el Edificio Dueñas y él trabajaba con la Compañía del Café. Aquella frase sabia de don Octavio: “Hay que barrer bien para no quedarse de barredor”, siempre la mantuve en mente desde aquellos lejanos años. Se me presentó la oportunidad de conversar sobre dicho sistema contable con los señores Jesús Portillo, Auditor Interno y Catalino Granados, Delegado de la Corte de Cuentas de la República, destacados en ese lugar, quienes pusieron cuidadosa atención a mis recomendaciones, no así el contador de la empresa. En una ocasión me sentí mal por un fuerte catarro y me tomé una aspirina acompañada de una gaseosa. Mauricio me llamó la atención diciéndome seriamente: –La oficina no es una cafetería.Él sabía que no era mi costumbre y al tratar de explicarle el motivo cometí el error de llamarlo por su nombre. Con tono arrogante me contestó: –Por favor, soy el señor Alarcia. ¡Cosas de la vida!, fue mí subalterno en la empresa “Freund” y cuando ingresó le dije: –Llámeme simplemente Óscar. El señor Granados, Delegado de la Corte, me preguntó si quería trabajar con él en la Corte de Cuentas. De inmediato le respondí que “si”. Lo triste fue que cuando propuso mi nombramiento no se lo aceptaron, argumentándole que no convenía porque había trabajado en el Circuito de Teatros. Él insistió para que me brindaran una oportunidad y así 103
La escalera de mi vida ocurrió. Lo cierto es que impresionó al Sr. Granados mi capacidad de trabajo y mi forma especial de ser. Él conoció nuestra industria y en una ocasión tuve la sorpresa que me obsequió una pintura hecha por él. A ese momento le desconocía esa habilidad. Actualmente vive en Colombia y con frecuencia le llamo y hablamos de esa época; siempre aprovecho para agradecerle ese gesto solidario que jamás olvidaré. Misión que deje de hacer en mayo del 2010, fecha en la que él falleció.
Pintura “Amanecer
104
M
M
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
El ingreso a la Corte de Cuentas de la República Parte III
e inicié en la Corte de Cuentas de la República el 4 de junio de 1953, como Oficial de Segunda Clase, devengando un salario mensual de ¢300.00. En esa época, era un privilegio y un anhelo trabajar en el Banco Central de Reserva o en la Corte de Cuentas de la República, por el prestigio que tenían ambas instituciones. La Corte tenía sus instalaciones en la Avenida España. Su Presidente era el doctor Ricardo Arbizú Bosque, de una gran personalidad, probada capacidad de trabajo y de inteligencia envidiable. Además, era muy honesto en su gestión. En el mensaje del Coronel Óscar Osorio, Presidente de la república, en la solemne ceremonia de inauguración del nuevo edificio de la Corte de Cuentas, donde se encuentra actualmente, el mandatario elogió la inversión hecha para ese proyecto que se hizo a un costo menor de lo presupuestado y en tiempo récord. El cual incluyó la edificación de un club social (no cabe duda que cuando no hay corrupción se obtienen excelentes resultados con transparencia y sin contratiempos). Cuando se nombró la primera Junta Directiva del Club Social de la Corte de Cuentas, como ya me había identificado por mis labores en esa institución contralora, me eligieron parte de ella. En ese centro de esparcimiento de cómodas instalaciones se efectuaban actividades sociales y llegó a tener un rápido prestigio gracias a su organización y rentabilidad. Participé, por cierto, en la organización de diversas ramas deportivas. Relataré a continuación ciertos pasajes de mi trabajo en ese organismo gubernamental, con el propósito de transmitir aquella 105
La escalera de mi vida acertada frase de don Octavio. “HAY QUE BARRER BIEN PARA NO QUEDARSE DE BARREDOR”. Mi primer cargo en dicha Corte fue como Encargado del Control de Trámites de Pensiones, Jubilaciones y Montepíos Militares. Mi jefe inmediato era don Joaquín Flores Solís; el Jefe de Departamento era Don Gustavo Pineda. Me incomodó sobremanera que los libros estuvieran sucios y que los llevaran desordenadamente (Parecían libros malolientes como las partidas de nacimiento de las alcaldías pueblerinas). Se me concedió permiso para mejorarlos. Fue una agotadora tarea que realicé por las noches. En esos remotos años la información se manejaba en forma manual.
Quisieron sobornarme
Referiré un caso de corrupción para que constaten que ese repudiable vicio está vigente en todo lugar desde hace años. Recuerdo que una señora pretendió sobornar proponiéndome que el cheque de la pensión de su hermana que estaba enfermita, única beneficiaria, saliera a su nombre y que el primer cheque sería para mí (los cheques y las planillas se elaboraban bajo el sistema IBM con tarjetas perforadas). Disimulé mi enojo y le respondí que se lo planteara a don Gustavo, mi jefe (con la intención de que él se diera cuenta de la anomalía). Así lo hizo y dos horas después me llamaron al despacho del Presidente de la Corte. Fue así que conocí al doctor Arbizú Bosque, encontrándome con mi jefe (Don Gustavo), quien le reportó el caso, mostrándose ofendido porque yo le había enviado a la susodicha señora. El doctor Arbizú me cuestionó y le manifesté: “No se si hay casos similares, pero no quiero involucrarme en ellos, sino actuar correctamente”. Continúo creyendo a estas alturas, que situaciones anómalas como la que viví, deben plantearse inmediatamente para que oportunamente se corrijan. En aquella época se creó el Departamento de Instituciones Autónomas, en el cual fungió como jefe don José Gil Majano. La segunda jefatura le correspondió a don Carlos A. Valle. Por mi actuación 106
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos anteriormente mencionada me promovieron a ese departamento con el cargo de Examinador de Cuentas. ¡La honestidad tiene su premio! Pronto me ascendieron como Relator (Jefe de los Examinadores). La mayoría de ellos eran antiguos trabajadores de edad muy avanzada, que a mi humilde opinión los hubieran jubilado o pasado a otras ocupaciones, pues algunos, hasta se dormían sobre los escritorios y no tenían ni la mínima idea de cómo auditar una cuenta, realizando actitudes ingratas como la que tuvieron con la Cruz Roja Salvadoreña, institución de noble misión, así mismo con “El Buen Pastor”, institución religiosa Católica que realizaba obras admirables, que narraré más adelante. Esa situación me motivó a elaborar el “MANUAL DEL EXAMINADOR DE CUENTAS DE INSTITUCIONES AUTÓNOMAS”, oficializado por un tiempo. Por mi iniciativa recopilé las leyes y los reglamentos de las instituciones autónomas, del gobierno central y municipal. Los jefes y amigos que recuerdo: Alfonso Valle y Joaquín Flores Solís, quien me alquiló un apartamento en la casa donde él vivía cuando contraje matrimonio. No obstante de estar recién casado, esa recopilación la hacíamos por las noches, obteniendo excelentes resultados, dejando una colección de esos documentos debidamente empastados. En la época de las elecciones a cargos públicos en el gobierno, es decir, para elegir Presidente, Alcaldes y Diputados, etc., éstos no eran inscritos por el Consejo Central de Elecciones si no presentaban el finiquito de la Corte de Cuentas de la República, requisito para asumir sus cargos. Si uno de los candidatos tenía cuentas pendientes de examen, lo auditábamos sin importarnos horario y día. En caso que no desvanecieran lo pendiente, por ningún motivo se les extendía el finiquito y no lo inscribían. ¿Se procede igual actualmente? Un caso insólito. Los inspectores de la Corte de Cuentas realizaron arqueo a la Tesorería de Cruz Roja Salvadoreña a mediado del mes. Equivocadamente enviaron al archivo de la Corte los documentos de respaldo. Cuando se hizo el cierre de caja, el tesorero de Cruz Roja anexó parte de los documentos y al auditarlos se notó 107
La escalera de mi vida la falta de los mismos haciendo la correspondiente observación. El tesorero se limitó a decir que recordaba que los había enviado a la Corte de Cuentas pero no tenía el recibo de entrega. Don José Guevara Leiva, hombre de mucha reputación, era el Tesorero “ad honorem” de Cruz Roja Salvadoreña y le fue notificado que si no desvanecía la observación en quince días, respondería ante las autoridades de la Fiscalía General de la República. Me encomendaron estudiar ese caso. Con mi lógica y experiencia obtenida en la empresa privada, resultó la cuenta auditada al centavo, faltando naturalmente aquellos documentos. El señor Guevara Leiva, muy molesto, ¡y con razón!, renunció a la Cruz Roja Salvadoreña, asumiendo el cargo Don Guillermo Echeverría, quien era el Gerente Administrativo de la Compañía General de Seguros y miembro del Club “ROTARIO”. Don Guillermo, muy hábilmente se relacionó conmigo para que le asesorara en su nuevo cargo y fungió en esa labor durante once años. Otro deplorable caso fue el de “El Buen Pastor”, institución de servicio social que gozaba de un pequeño subsidio del Estado, insignificante, si se medía con lo valioso de las obras que realizaban las religiosas que lo dirigían, quienes con mucho esfuerzo sostenían una escuela oficializada de niñas de nivel primario. Los anteriores examinadores de dicha cuenta habían hecho una observación ridícula en una compra fraccionada de ¢600.00 y el reparo se hizo de acuerdo a la ley de entonces. ¿Por qué menciono esos dos casos? Porque mientras hacían observaciones a cosas sin mayor importancia a esas instituciones de servicio social, pasaban por alto significativas anomalías de algunas instituciones del Gobierno Central, autónomas y municipales. Posteriormente se me nombró Delegado Auditor destacado en el Hospital Rosales. Carlos Orlando Clará era delegado de la Dirección General de Presupuesto y teníamos la misma mística de trabajo y tratamos de evitar malversaciones de fondos, él a priori y yo a posteriori. Yo recordaba la famosa frase de mi querida abuela: “NO ES DECENTE EL QUE ROBA, NI DIGNO EL QUE DEJA ROBAR”. 108
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Por mi forma de ser me gané la confianza de muchos empleados de ese hospital, con quienes simpatizamos y me reportaban las anomalías para que las observara, como sucedió con el caso del director de ese hospital. Su familia y hasta su secretaria, se daban el lujo de recibir alimentación todo el día, con el agregado de que las mejores carnes eran para ellos a costa de dicho hospital. Hice la observación pertinente y por su puesto les fue suspendida. La otra observación fue al Administrador de ese nosocomio, que con el suminístrante de las reses, les daban de beber agua antes de pesarlas para lograr mayor peso, pues se “compraban en pie”; es decir, según su peso. Se reglamentó que los semovientes debían pasar 24 horas en el recinto del Hospital antes de ser pesadas y entregadas. Esas observaciones originaron que mis compañeros y amigos hicieran unas anécdotas y me ridiculizaban cuando nos reuníamos socialmente. En 1957 se me concedió una beca para estudiar en la Escuela Nacional de Administración Pública fundada un año antes. Su objetivo era capacitar a empleados y funcionarios públicos y obtuve el Certificado de Promoción con Mención Honorífica. Entre los catedráticos recuerdo al doctor Álvaro Magaña quien nos impartió la materia “Derecho Administrativo”, el doctor Stajel, nos impartía Psicología y el doctor Adalberto Menjívar, apodado el “Galán de Apopa”, la materia de Introducción a la Administración Pública. Con el doctor Menjívar somos amigos y nos vemos constantemente. Mi trabajo final fue preparar el tema sobre “LIDERAZGO” y elaborar el “MANUAL DEL EXAMINADOR DE INSTITUCIONES AUTÓNOMAS”, ya mencionado. 109
La escalera de mi vida Me nombraron Interventor del Instituto de Colonización Rural, institución fundada por el Gobierno del Coronel Óscar Osorio. La idea era buena, ¿qué pasó? ¡Lo desconozco! En febrero de 1958 se me comunicó que era candidato a una beca en Puerto Rico para continuar estudios en Administración Pública Superior.
Una broma me identificó con el Presidente de la Corte de Cuentas de la República
Enrique Luis Méndez, apodado “Chapulín”, era una persona de sorprendente agilidad mental, pero dado a las bromas. Era hermano del famoso abogado penalista Chema Méndez. A Quique le gustaba mucho bromear por teléfono. En cierta ocasión sonó mi teléfono y escuché una voz que me dijo: “Dígale al señor Valle (sub.-jefe del Departamento) que se comunique con la presidencia, habla el doctor Arbizú”. Pensé que se trataba de una broma de “Chapulín” y muy molesto le contesté, “si no tienes nada que hacer, deja de molestar” y colgué el auricular. De nuevo sonó el teléfono y escuché lo siguiente: “¡Por segunda vez, habla el doctor Arbizú!” No dejé que terminara y le contesté: “¡Chapulín, deja de estar molestando, sos un cabrón y un huevón...! –y colgué. Luego el teléfono sonó por tercera vez, y escuché la misma voz que en tono más fuerte me dijo: “¡Habla el doctor Arbizú!” No contesté y colgué el auricular. Al momento, mi jefe, Don Arturo Ardón, me pidió que lo acompañara a la oficina de la presidencia, porque querían hablar conmigo, sin darme alguna explicación entramos al despacho del Presidente de esa Corte y el doctor Arbizú muy irritado dijo: –“Lo he llamado para demostrarle que no estoy de huevón y que no soy un cabrón”. Me puse sumamente nervioso y me senté. Sólo me vino a la mente que me despedirían, pero el doctor Arbizú, con una sonrisa maliciosa, me preguntó: “¿A quién le dicen Chapulín?” De inmediato le contesté muy apenado: –“A Enrique Luis Méndez”. Mi respuesta y mi estado de intranquilidad le causó risa y me dijo: “¡Bien puesto el apodo!”, devolviéndome la tranquilidad (Enrique fue mi gran amigo 110
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos y compadre lamenté mucho la trágica muerte de él y mi comadre Lucy). Cuando el doctor Arbizú se retiró de la Corte de Cuentas, lo despedimos alegremente y le llevamos mariachi a su casa. Nos hizo pasar, presentándonos a su esposa mientras decía: –“¡Este fue el que me dijo que era un huevón y un cabrón, pero en son de broma!” Al encontrarnos de nuevo me demuestra su aprecio y admiración por los productos de “TOROGOZ”. Otra satisfacción en ese trabajo fue el compañerismo que disfruté. Cuando me cambié de empleo y aún como empresario, mantengo comunicación con esa institución. Una vez más estoy convencido que “¡HAY QUE BARRER BIEN PARA NO QUEDARSE DE BARREDOR!” Fueron cinco años de aprendizaje en el Sector Público que complementaron los años trabajados en el Sector Privado, que paso a relatar.
111
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
D
CAPÍTULO IV
Regreso a la empresa privada “Freund, la puerta ancha de mi éxito” Parte I
escribiré las incidencias más importantes durante los diecinueve años que trabajé para esa gran empresa. No sentí ese tiempo de trabajo, esfuerzo, sacrificio y de muchas enseñanzas que atesoré y que hasta la fecha la pongo en práctica. Me adapté al carácter y personalidad de sus dirigentes, lo que me facilitó comprender muy bien su mística de trabajo. Tenía 27 años. El 13 de mayo de 1958, fecha histórica, mi primer día de trabajo nuevamente en la empresa privada ¡Increíble, ya pasaron 50 años! ¡Sabía que allí estaba mi “campo de diamantes”! No obstante, se mantenía el ofrecimiento de una beca para estudiar en Puerto Rico, no cabe duda que mi destino estuviera previamente trazado. El tío Paco surge de nuevo en este tramo de mi vida profesional. Él gozaba de mucha confianza con los señores Freund, quienes le solicitaron un candidato para la plaza de subcontador Nunca 113
La escalera de mi vida olvidaré el 5 de mayo de 1958, cuando don Roberto Freund me entrevistó. El salario de esa plaza era de ¢1,000.00. Cuando él me preguntó cuanto ganaba en la Corte de Cuentas, le dije que ¢630.00, porque estaba en segunda categoría, pero que según la Ley de Salarios, la plaza era de ¢700.00, y que para ganar esa cantidad tenía que conquistar el ascenso. Me dijo entonces: ¿Por cuánto se viene a trabajar con nosotros? De inmediato le contesté: “con el mismo salario (¢630.00)”. En esa forma me inicié en esa empresa. Don Roberto supo de la beca a Puerto Rico que se me ofreció en la Corte de Cuentas de la República. Me preguntó si no me daba lástima perderla: Le dije que no porque deseaba trabajar en la empresa privada y habría tiempo de conocer algún día ese país. El me dijo: ¡OK, preséntese el próximo lunes! (solo quedaban dos días para renunciar en la Corte de Cuentas). Le supliqué si me daba unos días más para entregar mi puesto debidamente para dejar una buena imagen, lo cual me concedió. Los señores Freund, como líderes de la empresa, formaban un solo “team” (Como ellos acostumbraban decirlo) de trabajo muy envidiable. ¿Quién de ellos era el mejor? No sabría decirlo con seguridad. Don Ernesto, por decirlo así, era un político. Me consta la increíble amistad que mantenía con los Presidentes de la República. Llegó a ocupar algunos cargos en instituciones autónomas, entre ellos Presidente del ISTU y directivo de CEPA. Don Roberto era un gran financiero y estadista. Llegó a ser Director del Banco Central de Reserva (BCR).
Una imprudencia puede ser causa de un fracaso El contador general de esa empresa era don Víctor Antonio Paz, hombre de mucha confianza de los señores Freund, con una capacidad de trabajo envidiable pero no muy ordenado en su vida y forma de proceder. Tomé lo positivo de él y llegó a ser una de las personas que mucho estimé. Cuando se jubiló trabajó para “TOROGOZ”. 114
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Él, en lugar de motivarme e indicarme mis obligaciones, desvió mi atención para que yo hiciera notar a los señores Freund algunos detalles que no eran de mi incumbencia, en cuanto al mobiliario (los escritorios eran unas mesas de madera sin gavetas) y el equipo de oficina era un poco obsoleto. En cierta ocasión, Don Roberto me llamó para saber cómo me sentía en mi nuevo empleo. Tontamente le hablé negativamente sobre los muebles y el equipo, lo cual le disgustó. Después comprendí a don Roberto. Su estilo era hablar de un tema y no permitía que uno se saliera del mismo, por eso decía: -¡CUANDO ESTEMOS HABLANDO DE CALCETINES, HABLAREMOS DE CALCETINES! En todo inicio de una actividad se presentan obstáculos, envidias y recelos de personas que quizás no quieren dañarnos pero lo hacen. Diecisiete días después de haberme iniciado en “Freund” don Roberto, quien se entusiasmó cuando me entrevistó y me felicitó por mi sinceridad, me llamó a su oficina para decirme que no era la persona para el puesto porque requerían de una con más experiencia y de más edad (yo tenía 27 años); que no me preocupara porque habían hablado con el doctor José Alberto Díaz, Presidente de la Corte de Cuentas y Asesor de ellos; y con don Arturo Avilés, Segundo Magistrado y exempleado de “Freund”, quienes le aseguraron que podía regresar a mi antiguo trabajo y que estaba vigente el ofrecimiento de la beca a Puerto Rico. Esa noticia me cayó como otra baldada de agua aunque en menor escala. Le agradecí a Don Roberto, diciéndole que no tuviera pena, pero difícilmente regresaba a la Corte de Cuentas, no obstante había dejado buenas amistades y un buen ambiente de trabajo, pero me parecía una situación humillante; yo siempre he sido orgulloso y nunca he retrocedido en mis decisiones. La firmeza de mi respuesta le causó mucha extrañeza y de inmediato Don Roberto me propuso trabajar en el Departamento de Personal. Recordé que tal departamento no existía, pues una persona era quien ponía y quitaba las tarjetas en el reloj marcador y elaboraba las planillas de sueldos. 115
La escalera de mi vida Sentí que ese ofrecimiento era por compromiso y me sentí degradado, ya que no tenía relación con las labores desempeñadas en mis trabajos anteriores. Sin embargo, Don Roberto me dijo: ¡Consúltelo con la almohada y mañana me responde! Efectivamente, así lo hice. Recordé las materias de: Organización y Métodos, Administración, Recursos Humanos y Relaciones Humanas que recibí en la Escuela de Administración Pública. Al día siguiente me reuní con los señores Freund y muy entusiasmado les manifesté que gustosamente aceptaba quedarme, pero que me dieran la oportunidad de aplicar mis conocimientos en el área de Recursos Humanos y me fue concedido. ¡Desde entonces fui cauteloso en mis sugerencias y, por qué no decirlo, bastante político! Como resultado de ello deduje que una de las más importantes características en el ser humano debería ser conocerse a si mismo; también, y sin soberbia puedo decir, que algo que practico día a día en la vida y de lo cual me enorgullezco es: transformar aquello que pudiera parecer un problema en una oportunidad.
Todo lo que sucede es lo mejor Poco tiempo me bastó para darme cuenta de la estructura y la situación en general de la empresa; la carga laboral dejada por el Sr. José Baum, quien a raíz de su retiro de la empresa se llevó una buena parte del personal más eficiente, fue notoria. También se me hicieron obvias, algunas deficiencias administrativas. Estas últimas me dieron la oportunidad de utilizar toda mi creatividad, esfuerzo ,entusiasmo y sacrificio y poner en acción una serie de ideas que, gracias a Dios, resultaron en verdaderos éxitos, tales como: Operación Sayonara, Operación del Centavo y Operación Culebra. Naturalmente que todas ellas demandaron de mi un enorme trabajo y entrega; pero lo mejor fue que me permitieron demostrarme a mí mismo y a los Sres. Freund de que yo era un hombre capaz. Sin saberlo llevé a cabo un proceso de reingeniería, se hizo un estudio y análisis de los puestos de trabajo y de las necesidades reales 116
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos de recurso humano, encontrando un verdadero “Parkinson” laboral. Fue así que propuse una nueva estructura organizacional. El resultado fue: la supresión de plazas, reubicando al personal que quedó de acuerdo a su capacidad y se contrató a personas más eficientes. Una sencilla entrevista con las personas me fue suficiente para reconocer su importancia ó no en las labores de la empresa; recuerdo que en cierta oportunidad le pregunté a alguien lo que hacía, y me dijo “casi nada”, y cuando llamé a su compañero me contestó: “solamente le ayudo”. Hoy en día existen empresas consultoras especializadas en esa labor y en esa época, para mi, todo era sencillamente por “sentido común”.
“Operación Sayonara”
Reconozco que no son agradables los despidos (sufrí en carne propia esa experiencia en dos ocasiones), pero cuando a uno se le encomienda una misión hay que cumplirla con el cerebro y no con el corazón. Fue así que se ejecutó esa operación “Sayonara”, una palabra japonesa que en español significa “adiós”. Esta acción provocó gran malestar y preocupación entre las jefaturas, incluyendo a los señores Meissner, primos de los señores Freund. A tal grado que todos los que ocupaban jefaturas o tenían tiempo de trabajar en la empresa anduvieron pidiendo firmas para una carta en la que solicitaban mi retiro de la empresa; esta acción en lugar de lograr el objetivo que perseguían me trajo más simpatía y reconocimiento de parte de la Junta Directiva. Recuerdo que entre los compañeros que no firmaron dicho escrito estaban Raúl Montalvo y Julio Fanti Basagoitia (que ya descansan en paz). Casi todos los firmantes de esa carta llegaron a ser mis principales aliados colaborando eficientemente en todos mis proyectos, convirtiéndose incluso posteriormente en mis amigos. El “Parkinson” era evidente y nos faltaba crear departamentos vitales como de Recursos Humanos, Mercadeo, Auditoria, así 117
La escalera de mi vida como el de Sistemas de Controles para obtener mejor rendimiento en las gestiones. Se crearon con excelentes resultados y el personal fue administrado más eficientemente, gozando los empleados de excelentes prestaciones sociales. Todo el personal estaba muy contento y su rendimiento era excelente y la mayoría hizo carrera en la empresa.
“Operación del centavo” Esta estrategia se puso en marcha, significaba: reducir al máximo los gastos. Ejemplo: se utilizaban carrizos de lámina para introducir el lápiz cuando estaba por terminar y para obtener uno nuevo el empleado presentaba el “cutuquito” del lápiz; del papel manchado se utilizaba la parte utilizable para hacer libretas. Al papel de los contómetros se le daba vuelta para aprovecharlo. Había economía en los gastos de energía eléctrica, del agua, etc. Además, se suprimieron prestaciones y privilegios a ciertas personas. Los señores Freund decían: -”Por un centavo no se llega al millón”, y otras cosas más. Al cierre del ejercicio de ese año se vieron los resultados. Parecería algo ridículo pero al final, esto de los centavos es crucial para toda empresa u hogar. (Los señores Freund, se rebajaron su salario, la Empresa no andaba bien y muy sabiamente consideraron que era en ese momento cuando se tenían que hacer los grandes sacrificios). Sólo tenía siete meses de haber ingresado a esa empresa y mi labor fue reconocida por la familia Freund. Durante una sesión de Junta Directiva, doña Herta de Freund, en nombre de los directores me felicitó y me brindó su agradecimiento premiándome con una camioneta FIAT (usada) e incrementaron mi salario. Lo mejor para mí fue cuando me dijo don Roberto “Panameño, no nos hemos equivocado con usted, siga adelante”. En ese momento recordé cuando quería que regresara a mi antiguo trabajo. ¡Qué capacidad de trabajo la de ellos! Daban el ejemplo llegando muy temprano y se retiraban tarde. Lo increíble: marcaban su tarjeta como cualquier empleado. Don Ernesto tenía un Volkswagen y Don 118
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Roberto un Packard. Además, usaban camisas marca “Miami” de las que compraban al por mayor para su personal y les costaba ¢5.50 cada una. Esas experiencias jamás las olvidaré y las aplico en todo los ámbitos de mi vida, principalmente en las empresas y asociaciones que me ha tocado dirigir, por que el éxito es resultado de todo esfuerzo.
“Operación culebra” Una iniciativa que les pareció a los señores Freund, fue mi propuesta de realizar otra operación que consistió en limpiar ciertas bodegas que no se sabía que contenían y parecían basureros en donde encontramos hasta culebras. Siempre he dicho que “EL ORO SE GUARDA Y LA BASURA SE BOTA” y que “EL ORDEN Y LA LIMPIEZA SON SINÓNIMOS DE EFICIENCIA”. Organizamos un equipo de trabajo y las limpiamos entre sábado y domingo. En una de esas bodegas encontramos un pedido de llantas y neumáticos para bicicletas que don Max Freund hizo antes de la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, ruedas de madera muy antiguas, que quizás utilizaron en el Ingenio “Talcualuya”. Le informamos a Don Roberto y le pareció interesante nuestro hallazgo, a él le gustaban las antigüedades y nos indicó que se las enviáramos a su casa. Al comunicar a Don Ernesto los resultados de esa limpieza, le comenté sobre las antiguas ruedas. No había terminado de decírselo cuando con tono fuerte me preguntó: – ¿A quién p... se las vendieron? Tranquilamente le contesté: ¡A su hermano! Él sonrió. ¡Increíble! Al final de esa operación obtuvimos alguna ganancia porque las cosas que servían se vendieron y la basura se desechó. Lo más importante fue la recuperación del espacio. La limpieza es eficiencia. La aplico hasta en cosas aparentemente sin importancia, tanto en la empresa como en el hogar. Los señores Freund me llegaron a tener mucho aprecio y confianza, estaban satisfechos con mi labor y eran sinceros conmigo. Un día me llamaron a su oficina para comunicarme lo que les había 119
La escalera de mi vida dicho don Frank Becerra, su vecino y amigo. Don Frank, ya mencionado anteriormente, era el Gerente de la Compañía Distribuidora, donde trabajé. En esa época estaba ubicada frente a las instalaciones de Freund y se enteró que yo trabajaba para ellos. Los señores Freund me dijeron que don Frank muy “preocupado” les manifestó que mi “ideología era comunista” y por eso me habían despedido. Lo expuesto me molestó y los señores Freund tranquilamente me aconsejaron que lo tomara como un calificativo, pues –si velar por el bienestar social de las personas y cuidar el Capital de una empresa era ser comunista, ¡cómo desearían tener otros Panameños en la organización! Hasta ese día confirmé mi sospecha de mi despido de aquella empresa. En diciembre de 1962, recibí una bonificación con la que compré un terreno en la calle a San Antonio Abad. Don Roberto pensando siempre en mi bienestar, me ofreció la casa que ocupaba la familia Biller, la cual dejarían por haber construido su residencia en San Benito al igual que doña Herta. Se trataba de una propiedad con abundante vegetación que requería los servicios de un jardinero y de un vigilante. No lo dudé y de inmediato acepté el ofrecimiento, pues se trataba de un cambio total en mi vida. Lo que es más, el pago fue simbólico. La casa estaba ubicada contiguo a las bodegas generales de Freund, en la Colonia La Rábida de esta ciudad, donde vivió toda la familia Freund por muchos años y que es en la que actualmente se encuentran instaladas sus oficinas generales y una sala de ventas al detalle. Ese lugar era tan amplio y atractivo que lo aproveché al máximo para celebrar reuniones como las de la Asociación “Amigos de Sonsonate”, las de la Federación de Softball (de la que yo era Secretario) y otras de carácter social. Durante tres años vivimos en esa residencia que me brindó la oportunidad de planificar y construir mi propia residencia. Don Roberto se interesó en los detalles de esa construcción y tomando en cuenta lo sucedido en el terremoto de 1965, ordenó al arquitecto Mario Piche, mi primo (quien llegó a ser muy apreciado por los 120
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos señores Freund gracias a su capacidad y honestidad), así como también al ingeniero Mauricio Callejas, para que cambiaran el diseño estructural de la residencia y convertirla en antisísmica. Gracias a ello esa construcción ha resistido los terremotos de 1986 y los dos del inicio de 2001. Terminamos la construcción de nuestra casa en diciembre de 1965 y como regalo navideño nos obsequiaron artículos electrodomésticos y de iluminación para equiparla. En ese lugar se encuentra actualmente la Casa Matriz de “TOROGOZ”. Conservo una tarjetita de esas atenciones.
El crecimiento de Freund fue para mí una Universidad
Tuve la gran oportunidad de trabajar muy de cerca con los señores Freund y participé en la organización de más de ocho empresas dedicadas a diferentes actividades, en donde aprendí mucho y lo capitalicé. Comprendí que ser empresario es fácil, lo difícil es sacrificarse para ello. Gracias a Dios, a esos dos formidables maestros y a mi tenacidad, soy empresario. La empresa Freund creció a pasos agigantados, sin embargo su administración familiar se complicaba con algunos problemas, desviándolos de su política de trabajo. Sabiamente contrataron los servicios de un señor de quien solo recuerdo su apellido, Mr. Lowe, consultor norteamericano, quien les recomendó contratar un Controlador Interno que dependiera de la Junta Directiva para que él cuidara los sistemas, políticas establecidas e hiciera las observaciones pertinentes y que nadie se molestara por ellas. Dado mi carácter me asignaron ese delicado cargo de mucha responsabilidad. Recuerdo que en Junta Directiva Don Roberto me dijo: -“¡Cuide su puesto!, ¡Si el Presidente de esta Junta se sale de la bacinica, haga la observación!”. Muy hábilmente, los señores Freund llevaron a la práctica las 121
La escalera de mi vida recomendaciones del consultor. Participé de una y otra forma en la organización de sus nuevas empresas, lo que enriqueció mis conocimientos y ahora lo practico. Haré una reseña de esas empresas porque de cada una de ellas obtuve una enseñanza diferente. SHERWIN-WILLIAMS DE CENTROAMÉRICA, ubicada en San Martín. Se dedica a la elaboración de pinturas. Visité SHERWINWILLIAMS en México para conocer sus sistemas, luego se fundaron sucursales en Guatemala, y a su inicio las supervisaba. INDUSTRIAS CONSOLIDADAS, S.A. (INCO), ubicada en la ciudad de Soyapango. En la estructura de “Freund” estaba la DIVISIÓN INDUSTRIAL, dirigida por Erick Meissner (primo de los señores Freund), dedicada a producir velas, dulces, clavos, espejos, etc. De allí nació la idea de levantar una fábrica dedicada a producir materiales para la construcción y muebles para el hogar. Su presidente era don Ernesto Freund. A la fecha, INCO es una empresa que sigue creciendo. COMPAÑÍA SALVADOREÑA DE FINANCIAMIENTO (COSAFI). Considero que fue la empresa más ingeniosa y atrevida que tuvieron, por su forma muy especial de creación, convirtiéndose en la financiera de los Almacenes Freund. La idea era acumular un capital para fundar su propio banco. Su presidente era don Roberto Freund (en esta empresa fui Director). ATLACATL, que nació como “AHORRO Y VIVIENDA, S.A. (AVISA)”. El capital social lo formaba el grupo familiar y otros socios como Alex Panamá, Héctor Salaverría y Jorge Zedán, quienes se involucraron en la organización. Esta llegó a ser la primera y más grande asociación de ahorro y préstamo de reconocido prestigio en nuestro país. Su presidente era don Roberto Freund. Sin temor a equivocarme era su consentida. AGROPEC, Freund tenía bien establecido el Departamento de Servicio Agrícola y constituyó esta sociedad dedicada a la avicultura. La idea era montar una fábrica de concentrados para animales su presidente era don Ernesto Freund. 122
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos COMPAÑÍA DE LOTIFICACIÓN, S.A. (COLOSAL), dedicada a la construcción y urbanización. Su presidente era don Ernesto Freund. PROMESA, dedicada al metal y a la mecánica, fabricando productos para la construcción (carretillas de mano, tela ciclón, clavos, etc.). La dirigía Armando Felipe y Luis, cubano, muy habilidoso e ingenioso, a quien comparo en su creatividad y capacidad con Roberto García Alfonso, el famoso cubano, creador de “Maderas y Metales”, origen de “TOROGOZ”. Su presidente era don Ernesto Freund. FREUND SONSONATE. Sociedad formada con Héctor Salaverría (de grata recordación) y Jorge Zedán, mencionados cuando relato mi vida de los cuatro años vividos en Sonsonate. Esta fue la primera sociedad mixta de ellos; su organización y control estuvo a mi cargo. FREUND SANTA ANA. Se formó con Alex Panamá, profesional de la música, quien estudió en Italia y terminó siendo comerciante número uno. Ese almacén, al igual que el de Sonsonate, se formó con capital simbólico. Con Alex, fuimos amigos y era un fiel admirador de Torogoz. Alex pasó a mejor vida el 12 de septiembre de 2010. MAX FREUND SUCESORES, S.A. (MAXSA), que es la “holding”. Esta empresa acababa de fundarse cuando ingresé, por lo tanto, no participé en ella. Me gustaría invitar al lector a hacer un ejercicio mental sobre cómo esas empresas industriales, financieras, comerciales, etc., rotaban un mismo colón por ellas, dejando utilidades a cada una. No necesité ir a ninguna universidad ya que me basé en la escuela de la vida y en mi universidad “Freund” para obtener mis triunfos, ya que en ellas visualicé y comprobé que el corazón del conocimiento estaba en la práctica.
¿Cómo dirigían sus juntas de trabajo? Recuerdo el salón de conferencias. En una pared colgaban ocho cascos que representaban las diferentes empresas. En las sesiones de Junta 123
La escalera de mi vida Directiva (formada por la misma familia) el que presidía se ponía el casco respectivo, en señal de que la reunión era alusiva a tal compañía. ¡Qué disciplina empresarial! No es fácil administrar empresas familiares. Recuerdo la frase de Don Roberto: –“LAS ÓRDENES SE DAN PARA QUE SE CUMPLAN Y NO PARA DISCUTIRLAS, YA QUE ESTÁN DEBIDAMENTE DISCUTIDAS”.
Una visión con grandes resultados no solo para la empresa Freund sino para nuestro país
En 1960 la economía del país se encontraba en graves dificultades y nadie se atrevía a invertir. El comercio y la industria estaban aletargados. Los señores Freund tuvieron la brillante idea, a pesar de que su situación no era bonancible, de promover una campaña que les significó invertir mucho dinero. Esa campaña fue denominada “CON FE EN EL FUTURO”, que daba un ejemplo de confianza e invitaba a invertir. Abrieron nuevas tiendas en San Salvador y en algunos departamentos. Al poco tiempo, se apreció el resultado positivo que hizo reaccionar favorablemente al sector productivo salvadoreño. Luego surgió la campaña “COMPRE Y USE LO QUE EL PAÍS PRODUCE”.
¡Nace el mes del empleado de Freund! En junio de ese año se lanzó la campaña “MES DEL EMPLEADO DE FREUND”, organizada con el propósito de reducir los inventarios y deshacerse de mercadería obsoleta o de poca rotación. Las utilidades de ese mes se distribuirían entre el personal, lo que motivó a los empleados a trabajar con mucho entusiasmo y no cobraban horas extras. Dos años después, esa original campaña tuvo una masiva aceptación y hubo que contratar personal supernumerario para cubrir la demanda. A los empleados también se les impartían charlas motivadoras. En esa época ya me dedicaba a predicar lo que muchas veces menciono en este libro: ¡QUE EN LA VIDA SOMOS LO QUE 124
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos PENSAMOS, QUERER ES PODER!, mensajes grabados en banderines entregados a todo el personal en el cierre de esa campaña. Conservo los dos primeros banderines en mi sala del recuerdo, como también la fotografía en donde aparezco entregando un reconocimiento a Toyita Ríos ahora de Castro. Ella y su esposo son personas que me extendieron su mano amiga cuando ya con Torogoz, abrimos una tienda en Coral Way, Miami (Estados Unidos). Su esposo Ángel Castro falleció en el año 2003. Los cierres del “MES DEL EMPLEADO DE FREUND” se celebraban con una fiesta a ritmo de a go, go y cha, cha, cha. Cada año los resultados eran mejores y en ese acto se les comunicaban nuevas prestaciones.
Toyita Ríos y Yo
125
La escalera de mi vida
Don Roberto y yo admirando el reconocimiento
El personal mostraba su agradecimiento entregando un reconocimiento a la familia Freund. Me cabe la profunda satisfacción de haber participado en los cuarenta diseños de los reconocimientos elaborados hasta la fecha. Conservo el recorte de un periódico alusivo a uno de los reconocimientos publicado en 1971, que presentaba gráficamente el crecimiento del mes del empleado durante la década (1961-1971). Asimismo poseo la carta de felicitación del 2 de julio de 1973, que me llena de legítimo orgullo por su contenido. 126
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Freund prepara a su personal
La capacitación al personal era necesaria y que debía ser constante. Recuerdo lo impartido por Juan de Dios Legorreta, un mexicano a quien se contrató para impartir charlas de Motivación y Superación. Él era una persona de avanzada edad. A la fecha no he visto a nadie con el mismo entusiasmo para motivar a los demás. Él nos dejó una valiosa enseñanza con la frase: “DÉJEMELO A MÍ”, que significa “Olvídese del problema, desde ya es mi responsabilidad hacerlo bien”. Ese mensaje lo transmito a los demás y siempre lo aplico. A don Roberto no le gustaba mi estilo de redactar, por lo que me mandó a recibir un curso de redacción. Recuerdo que me molestó la idea del curso, porque imaginaba que ese tipo de capacitación era sólo para mujeres y no es así. El curso era de “REDACCIÓN EMPRESARIAL PARA EJECUTIVOS” ¡y lo aproveché muy bien! Me extendería narrando la diversidad de cursos y becas que Freund ofreció a sus empleados, pero vale la pena mencionar el que recibí, titulado “LA DINÁMICA DE LA SUPERVISIÓN”, impartido por George Teague, ciudadano norteamericano residente en el país, a quien le pareció mi entusiasmo y dinamismo solicitándome que le colaborara en la promoción de ese curso a otras instituciones, lo cual hice con excelentes resultados. Este curso de “La Dinámica de la Supervisión” tuvo en mi desenvolvimiento empresarial, unos resultados a los que únicamente me puedo referir como extraordinarios; por ello siempre traté de compartirlos con todos mis compañeros de trabajo, a quienes yo sabía que sus enseñanzas serían útiles a título personal, pero sobre todo para el progreso de la empresa. Cuando se clausuró el seminario, los señores Freund le dieron mucha importancia, sabían el gran beneficio que había obtenido la empresa. Otra enseñanza también muy positiva para nosotros fue la del libro: “EL VENDEDOR MÁS GRANDE DEL MUNDO” del cual seguimos la metodología recomendada. Y cuyo contenido pude comprobar que había puesto en práctica, al valorar los triunfos obtenidos que vaticina el autor al seguir sus consejos. 127
La escalera de mi vida
De izquierda a derecha: Óscar Panameño, Roberto Freund, Armin Biller, George Teague, Ernesto Freund
Me cabe la satisfacción que tanto los que recibieron el curso de “LA DINÁMICA DE LA SUPERVISIÓN” como los de “EL VENDEDOR MÁS GRANDE DEL MUNDO”, son actualmente empresarios y altos ejecutivos. Otro libro motivacional que recomiendo mucho a la juventud en general y a adultos deprimidos, es: “El Rinoceronte”. Tal es la importancia que le doy, que Torogoz ha diseñado una figura de dicho animal que se vende en nuestras tiendas y lleva el mensaje: “Tú eres un rinoceronte”. Los estímulos que recibí no eran solo de carácter monetario, también mostraban mucho interés en mi preparación y todo curso que se impartía, accedían a que lo recibiera y muy gentilmente me lo patrocinaban. Además, me sentía muy orgulloso cuando ellos me enviaban a que los representara en los eventos a los que no podían asistir. Reconozco que fallé al no incluir en mi formación el aprendizaje del idioma inglés, a pesar de la insistencia de don Roberto que me decía: “Panameño, si no aprende el inglés, hará el papel de tonto”. Así sucede. 128
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
“Freund” se identifica con el deporte
Siempre he considerado que el deporte juega un papel muy importante en la vida de las personas, sin importar su edad. Fue por ello que tuve la iniciativa de sugerir a los señores Freund, motivar al personal a practicar deportes. Ellos vieron mi interés y el entusiasmo y dieron gran apoyo (moral y económico) a la idea. Me llenaba de mucha alegría y satisfacción ver a don Ernesto cuando asistía a los campos deportivos a vernos jugar y nos daba ánimo. El propósito era que la mayoría del personal practicara algún deporte. Se pusieron en acción muchas actividades y nuestra participación fue a nivel de federaciones como: Fútbol, Básquetbol, Voleibol, Tenis de Mesa, Levantamiento de Pesas, Ajedrez y otros. A quienes no jugaban, les motivábamos para que fueran espectadores del deporte de su predilección. Mi preferido era el de Softbol; obtuve dos triunfos: uno, llegar a ser campeón y el otro, hacer muchos amigos, como Jorge Bahaia, Jorge Tobar, Dr. Enrique Borgo Bustamante, Coronel Juan Martínez Varela, Sacha Mayer y Carlos Fuentes (mi compadre). Fueron muchos los amigos que hice; con varios de ellos aún me sigo relacionando.
129
La escalera de mi vida
En esta fotografía luzco una barba, no por imitar a Fidel Castro, sino porque al nacimiento de mis gemelas me la dejé crecer como una promesa de cortármela hasta que ellas tuvieran cinco años. Mascotas: Mario Enrique y Óscar Omar
Campeón liga burocrática y comercial 1972
Esas actividades me permitieron llegar a ocupar cargos de directivo en algunas federaciones, sin imaginarme que mi empresa “TOROGOZ” llegaría a ser la más grande y prestigiosa en la rama de “RECONOCIMIENTOS”. Me correspondía entregar los reconocimientos a través de galardones que adquiríamos en la pequeña tienda de mi amigo Jorge Bahaia, que entonces vendía trofeos e implementos deportivos (Jorge hasta la fecha sigue siendo el mismo Jorge). 130
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
En esta composición fotográfica, en la que estoy haciendo entrega de reconocimientos, aparecen entrañables amigos que ya no se encuentran entre nosotros, tales como Manuel Rivas Rodríguez, quien fuera Presidente del Comité Olímpico y Gerente de la Feria Internacional, Armando Dawson, compañero de trabajo en la Corte de Cuentas, quien llegó a ser Magistrado de dicha Corte y Jesús Sandoval, delegado de la Dirección General de Aduanas; estos tres, asesinados vilmente durante la ingrata confrontación de la década de los ochenta; y Ricardo Cacao llegó a ser un gran beisbolista a nivel internacional, quien falleció de muerte natural. Doy gracias a Dios que otro de los que aparecen en primer plano, mi gran amigo el Dr. Eduardo Tomasino, aún tengo la dicha de poder seguir tomándome uno que otro whisky con él. Siempre en el deporte, aparece en el baúl de mis recuerdos una foto de 1969 en la que me encuentro “Felicitando al MECENAS”, ni más ni menos que mi entrañable amigo, hoy en día como un hermano 131
La escalera de mi vida para mí: Jorge Bahaia, quien desde esas fechas ya apadrinaba a su equipo de softball que se llamaba Dodgers. Así también lo felicité por el histórico homenaje que le brindaron los DODGERS el pasado 9 de agosto de 2010 en la ciudad de Los Ángeles, California, homenaje más que merecido a él y a Elsy, su linda y distinguida esposa ¡Así se hace Patria y deporte!
Hombres visionarios Don Ernesto Freund era sumamente hábil para administrar su tiempo y su dinero. Cuando viajábamos a la tienda en San Miguel, llevaba para almorzar sándwiches y jugos. No era por economía, sino para aprovechar bien el tiempo. A mí nunca me faltaba la libreta de apuntes para anotar lo que consideraba que podíamos implementar. Le agradaba platicar conmigo y escuchar historias de mi vida. Cierto día, de común acuerdo con doña Lea, su distinguida esposa, me invitaron a su quinta de recreo “Pago-Pago”, ubicada a orillas del Lago de Ilopango. Le comentaba en esa ocasión mis cualidades en la empresa y mi vida como ferrocarrilero, y doña Lea exclamó: –“Ernesto, imagínese si Óscar hubiera asistido a la universidad, lo que fuera hoy en día”. Con tono fuerte, don Ernesto respondió: –“Fuera una m..., una m...”. En mis adentros pensé: “Don Ernesto tiene razón”. Los señores Freund eran mal hablados, pero caían en gracia. Yo, hasta eso aprendí de ellos, hoy por supuesto trato de cambiar, pero a esta altura y mi edad, es difícil. No se daban el lujo de descansar; organizaban su tiempo; eran cuidadosos para los gastos personales y sus salarios eran acordes a sus necesidades. Decían: “No se puede gastar más de lo que se tiene”, y “En los negocios no se comen los hijos, ni los nietos, ni los bisnietos. Se puede comenzar a comer los tataranietos”, querían decir: que las 132
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos ganancias tienen que invertirse para que produzcan más ganancias y éstas a su vez reinvertirse hasta tener la suficiente solvencia para gastar. Don Roberto acostumbraba decir otro dicho: “No se puede hacer pupú con el ano cerrado” que es la forma metafórica de decir que no se debe hacer lo que no se debe, especialmente en lo económico. Como empresarios siempre buscaban la rentabilidad en todo: en las operaciones de compra, venta, financiamiento y de economía de gasto. Don Roberto siempre decía: “Somos una institución de utilidad y no de venta”. Los señores Freund con mucho tino consideraron no conveniente mantener la razón social de las empresas. Fue así que “partieron la naranja” en dos partes para obtener mayor rentabilidad. Una fue “Almacenes F”, almacén de departamentos; la otra “Suministros Industriales”, dedicada actualmente a la ferretería. La primera la administraba don Roberto Freund, don Armin Biller y su servidor; la segunda don Ernesto, don Werner Meissner y don Arturo Avilés. La idea resultó fabulosa y en esa época ambas divisiones crecieron a pasos agigantados. Al trasladarme a mi nuevo cargo, consideré prudente devolverles la llave maestra de la organización que me habían confiado, pero don Roberto me dijo: “Nosotros se la pediremos cuando sea conveniente, el separarnos físicamente no significa que usted no continúa siendo persona de nuestra confianza; por esa razón lo hemos trasladado, para que cuide los sistemas sin importar quien sea. Además, debe reportarnos toda anomalía sea de quien sea”. Reconozco la creatividad y habilidad de don Armin Biller, cuñado de los señores Freund; un hombre con destacada personalidad y de muy buen gusto. Gracias a él, “Almacenes F” llegó a ser uno de los más importantes del país. Con buen sentido de mercadeo, don Armin contrató a María Elena Augspurg, María Lucía Quiros, Mery Amthor, Claude Dumont, Lorena Ávila (hoy de Schönenberg) quien llegaría a ser profesora de mis dos últimas nietas en el Kinder “Horizontes”; Roberto Godoy, Roberto Lacayo, Ricardo Morán Ferracuti, Eduardo 133
La escalera de mi vida Oñate, Juan José Domenech. Todos ellos responsables y amigables con el personal. Al principio me molestó la atención esmerada hacia ellos y no para el resto del personal, pero luego comprendí que las personas mencionadas eran una fuerza para impulsar la venta de los productos suntuarios. Ahora algunos de ellos son empresarios y otros, notables ejecutivos. Con todos me relaciono a la fecha.
Desconocía mi capacidad en las ventas En 1973, se estructuró la tienda principal y me solicitaron hacerme cargo de ella mientras encontraban a la persona idónea para ese puesto. En poco tiempo revolucioné ese lugar mejorando su infraestructura y el nivel de las ventas aumentó. Fue suficiente para que los Freund me manifestaran: – ¡Que habían descubierto a un gran vendedor! Fue así que me desligué de lo administrativo. Recuerdo que integré un formidable equipo de trabajo. A los jefes les llamaba “coroneles” y les transmitía mi entusiasmo para que procedieran de la misma manera con sus subalternos. Los objetivos y las metas las cumplíamos. Mi liderazgo fue “a go go, chachachá”; a todos los consideraba mis amigos y participábamos en las prácticas de Círculo de Calidad. Por las mañanas, una hora antes de abrir al público, les impartía charlas, las cuales recibían muy atentos, conscientes de su beneficio. Eso me permitió tener un convivio muy cercano con todos y una bonita experiencia en la motivación hacia los demás y por ello me atrevo a decir que me apreciaban mucho y lo demostraban en mi cumpleaños. Lo increíble, hasta el Día del Maestro y el Día del Padre me celebraban.
134
1
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Año de turbulencias y de mucha felicidad Parte II
962, año de retos, ambiciones y de mucha felicidad. La “niña del mambo número 5” quería verme fracasado. Para mí, eran momentos de confusión, desesperación y descontrol. Confieso que estaba en una situación en la que no sabía qué hacer. La tarde del domingo 7 de enero de ese año, protagonicé un grave accidente automovilístico, resultado de mi situación sentimental. La madre de mis hijos había decidido divorciarse sin importarle los niños. Eso no es lo relevante en esta parte (¡lo cierto es que son babosadas!), sino la intervención inmediata de don Roberto Freund ante esa tragedia automovilística; así como la atención que recibí en la Policía y lo pronto que salí de ella por la calidad de abogados que ellos pusieron. Debido a esa situación anómala mi rendimiento de trabajo cambió. Mi mente estaba concentrada en aquel problema. Don Roberto, de mente muy acuciosa, intervino para evitar el divorcio y mi debacle, pero le fue imposible, pues la niña Publicación de La Prensa Gráfica que bailaba el mambo estaba decidida. Un día don Roberto me preguntó si yo la quería. En forma estúpida le respondí que “sí”. Cuando me preguntó que si ella aún me quería, con cara de baboso le dije que “no”. Él, en tono muy fuerte y en tanto golpeaba su escritorio, me dijo: – ¡Por la gran p..., bájese de ese bus y espere otro! 135
La escalera de mi vida Afortunadamente, le hice caso y me “sacudí, como cuando los perros se sacuden después de bañarse” y ¡Fui otro! ¡Qué oportuno y qué bendición de Dios cuando uno tiene a alguien que le ayude y es guía en su camino! Tomé con tanto entusiasmo el consejo y actué de tal manera que pareciera una locura: me convertí en pretendiente de Beatriz Iglesias, cajera de la sucursal Freund en San Miguel, a quién yo le llevaba serenatas a dicha ciudad, saliendo de San Salvador a las 6:00 de la tarde y regresaba a las 3:00 de la mañana del siguiente día. Jamás olvidaré a mi amigo Carlos Valdivieso que me acompañaba en esas aventuras. Carlos, meses después, fue becado a Israel y de diversas maneras le extendí mi mano amiga. Conservo de él una misiva que me envió desde aquellas tierras.
El tesoro más grande que recibí en Freund Fue en septiembre de 1962, cuando don Roberto me llamó a su oficina para presentarme al señor Anthony Curley, de nacionalidad inglesa, acompañado de su cuñada, una señorita de 19 años, bonita, sencilla y muy agradable. El motivo de la visita era solicitarle empleo para su familiar. Don Roberto, como todo buen político, me la presentó y le dijo que en caso de haber una posibilidad la tomaría muy en cuenta. Atendí a la atractiva señorita y le entregué una solicitud de empleo. Hasta ese momento no conocía su nombre. Días después se presentó a dejar la solicitud, acompañada de su hermana, doña Dina de Flores, Contadora General de “Harrison y Cía.”, distribuidor de pinturas Sherwin Williams, empresa con la que Freund mantenía relaciones comerciales. Dina me pidió que le ayudara a colocar a su hermana que había regresado hacia un mes de los Estados Unidos, donde se graduó de Secretaria Bilingüe, deseaba regresar para continuar sus estudios, pero su familia no estaba de acuerdo y por eso se interesaba en buscarle empleo. 136
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Me agradó mucho aquella señorita. A pesar de que “Freund” no tenía plaza disponible, creé una plaza para ella, dándole la oportunidad de empleo con excelente resultado, lo que duró poco tiempo. ¡Lo que tiene que suceder, sucede! Don Roberto Freund me comunicó que “Sherwin-Williams” necesitaba una Secretaria Bilingüe y me manifestó que si yo no tenía inconveniente en enviar a entrevista a la mencionada señorita que hablaba bien el inglés. Pronto ella fue contratada. El 20 de octubre de 1962 (fecha memorable para mí) la llamé a “Sherwin-Williams” para preguntarle cómo se sentía y si le gustaba su nuevo empleo. La escuché muy triste a través del teléfono y consideré que su estado de ánimo se debía a las dificultades que le representaba la ubicación de la empresa en Ilopango, a más de 11 kilómetros de la ciudad, lo que le ocasionaba múltiples contratiempos, porque tenía que salir de su casa a las seis de la mañana para llegar a tiempo a su trabajo y el transporte por esa ruta era bastante incómodo. Ha sido de mucha satisfacción en mi vida ayudar a las personas en momentos difíciles. Sin otra intención en mi mente, consideré oportuno motivarla. Le dije que deseaba platicar con ella y si podía visitarla en su casa. Me dio la dirección y quedé en llegar a las siete de la noche. Fui muy puntual. ¡Qué sorpresa me llevé! Aquella jovencita, que pocos días antes había conocido en la oficina, me recibió amablemente. Su rostro estaba lindamente maquillado y su arreglo personal era cuidadoso y de mucha sencillez. Llevaba puesta una linda Triny, 19 años blusa y unos pantalones de lana con 137
La escalera de mi vida diseño de cuadros, que acentuaban su silueta. La saludé con un caluroso apretón de manos, me hizo pasar y me presentó a su madre, doña Lidia. Pocos instantes después me ofreció un sándwich y un jugo de naranja, aduciendo que a lo mejor yo no había cenado, porque estaba segura que yo venía de la oficina (¡Es el sándwich más rico que he comido en mi vida!). De lo que menos hablamos fue de su trabajo. Le dije que si hubiera visto las condiciones anímicas en que se encontraba, nunca la hubiera enviado a “Sherwin-Williams”. A partir de ese momento, esa preciosa muchacha me devolvió el entusiasmo perdido y el deseo de superación que antes me caracterizaban. “Todos resultamos ganadores”. Esa bella chica es nada menos que ¡Trinidad!, mi actual y querida esposa, la predestinada desde aquel momento para hacer feliz mi vida y quien me facilitó que por siempre dejara atrás mi pasado sentimental. Motivado por el sabio consejo de don Roberto, “abordé otro bus” que me transportó al éxito ¡Qué lindo bus! ¡Como agradezco a don Roberto! La familia Freund apreció mucho a Trinidad y lo demostraron en nuestra boda que celebramos el 20 de octubre de 1967. Un gesto similar tuvieron cuando nacieron nuestras gemelas el 15 de octubre de 1969.
En Freund no todo fue color de rosa Como se lee en buena parte de este libro, no hay forma de que yo pueda terminar de agradecer todo lo grande, generosos y especiales que fueron conmigo los hermanos Freund; también es claro que gran parte de lo que más me ha servido para el éxito de mi empresa lo aprendí con ellos; pero también sería inexacto de mi parte, para esta recopilación de mis experiencias, dejar de mencionar momentos que podría llamar de “sinsabores”, que me tocó vivir en esos años; pero que gracias a Dios, Él me ilumino para poderlos aceptar, sobrellevar y nunca perder de vista mi objetivo final, manteniendo siempre mi entusiasmo para seguir trabajando como si nada hubiera ocurrido y “navegar con bandera de pendejo…”. Es por ello que mencionaré estos tres casos que han quedado grabados en mi memoria: 138
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos En cierta ocasión ocupé el despacho de don Roberto por considerarlo un lugar más reservado y apropiado a los propósitos que en ese momento me ocupaban: Yo investigaba un robo de mercadería en el que estaban implicados varios empleados, caso difícil de descifrar, y tenía que interrogar a dichos empleados. Mientras hacía la investigación, cometí el error de utilizar el escritorio de Don Roberto y ocupar su silla; de repente entró don Ernesto y disculpándose por la interrupción, optó por retirarse. Minutos después me llamó por teléfono preguntándome: “¿Cómo va la investigación?”. Le manifesté que habían más implicados en el caso. Me felicitó y me dijo: – ¡Todo está bien, pero no me pareció verle sentado en la silla de mi hermano! –a lo que agregó: –“¡Mi hermano es un señor doctor y es el Presidente de la empresa!”. Esas palabras me causaron un profundo malestar en ese momento, pero al pasar el tiempo reflexioné que don Ernesto sentía una profunda admiración por su hermano menor. En otra ocasión, me encontraba en la oficina de don Roberto, con quien sostenía una reunión privada. La puerta por fuera tenía un botón con la palabra “ocupado” para que nadie interrumpiera. ¡De repente!, un empleado llegó a buscarme para que le autorizara un cheque con carácter de urgente. Tocó la puerta y don Roberto lo hizo pasar, no evidenciando la menor molestia, porque él sabía la emergencia, lo que le molestó fue que yo tomara su pluma fuente para firmarlo. Tan pronto el empleado se retiró, me dijo: “¡Las plumas son como las mujeres, se acostumbran a como uno las usa!” y agregó: “¡No vuelva a tomar una pluma ajena!” sacando en ese instante de la gaveta de su escritorio, un valioso bolígrafo grabado con su nombre para obsequiármelo. Bolígrafo que al igual que la pluma bañada en oro que me obsequiaron cuando viajé a Europa, conservo en mi sala de los recuerdos. Como lo he manifestado, don Ernesto me tenía una gran confianza y bromeaba mucho conmigo. En esa época él, proyectaba hacer una transacción comercial en San Pedro Sula, Honduras, con el señor Pedro Smith, quien lotificaba terrenos del antiguo aeropuerto de esa ciudad. Don Ernesto poseía un terreno en la Playa “La Perla” y decidió canjearlo 139
La escalera de mi vida por una parte de dicha lotificación. Me envió a negociarlo, y estando ya en el lugar de los hechos cometí la ingenuidad de llamarle por teléfono para explicarle las partes disponibles, lo cual fue un error porque él me había dado total libertad para la decisión; por ello en forma irónica, cuando le dije que estaban disponibles las partes de la pista y del engramado, me preguntó: – ¿Qué no hay una veleta también por allí que indique el viento? –y agregó: – ¡No joda!, yo creí que su llamada era para decirme que andaba con un buen cuero. Entonces vi mi error, me causó mucha gracia y recordé el famoso “Mensaje a García” y mi frase preferida “Déjemelo a mí”.
Cumpleaños inolvidable Nunca olvidaré el 9 de abril de 1975, día de mi cumpleaños; me extrañó no encontrar a los empleados en el parqueo, como era usual. Se habían escondido en las góndolas, al igual que un mariachi. Lo planificaron muy bien. ¡Qué susto y emoción sentí cuando recibí la sorpresa al verlos salir para felicitarme! ¡Qué ingratos!, a temprana hora de la mañana me hicieron beber un trago del conocido licor “Tick Tack”, con tónico y maní. Sabían que era mi bebida preferida. No les importó que pronto tuviéramos que trabajar. Don Armin notaba el afecto del personal hacia mí. No sólo el personal de ventas sino que también el administrativo, quienes a pesar de que sabían que ya no fungía como su jefe, siempre me consultaban y me informaban cualquier anomalía. Pero no sé qué sucedió, porque el gran aprecio y confianza que me tenía ya no era el mismo. Quizás a don Armin no le pareció mi intervención con su nueva política y estilo. Cuando se aperturó “Almacenes F” en Metrocentro, yo reparé un gasto innecesario que hizo don Armin, lo cual le disgustó. Desde entonces noté un cambio total de él hacia mi persona. Ni él ni yo estábamos a gusto. Sin duda alguna, los señores Freund sabían de esa situación por lo cual propusieron un cambio de funciones y que me incorporara a la nueva empresa “Freund Internacional”, dedicada a las exportaciones. Ellos me expresaron argumentos y elogios, 140
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos manifestándome que aceptara esa gran oportunidad porque se trataba de una empresa de futuro y creían que la exportación era una necesidad del país. La jefatura de esa organización estaba a cargo del licenciado Antonio Perla, persona inteligente y capaz, pero con quien no éramos compatibles. A pesar de que pensé que podría aprender mucho de él, mi respuesta fue un rotundo ¡No! Lo increíble: ante mi negativa, me pidieron que me pusiera en el lugar de ellos para tomar la decisión. Me dijeron en esa oportunidad: –La idea es que haga las veces del Presidente para analizar qué haría Óscar Panameño. De inmediato, muy molesto, les manifesté: –“Me inicié vendiendo refrescos, los supe vender y podría seguir vendiéndolos”. Muy hábilmente don Ernesto me dijo: “¿Con cuánto se establece una venta de refrescos, Panameño?”. Le contesté: “Un negocio se puede iniciar con cualquier cantidad, siempre y cuando haya un esfuerzo genuino”. Ellos dijeron: –“¡Le recomendamos que haga un viaje para que lo piense dos veces!”. Se repitió la situación como cuando iba a comenzar mis actividades en dicha empresa, que me sugirieron que “lo consultara con la almohada”. Siguiendo esa sugerencia, en agosto de 1976 viajé a San Francisco, California, regresando a mediados de septiembre. De inmediato partí a Acapulco para asistir a una convención de Cruz Roja Salvadoreña. Tiempo suficiente para reflexionar que lo mejor sería retirarme de la empresa. Por ello, a mi regreso les presenté la renuncia a partir del 1º de octubre de 1976, recibiendo de ellos muy gentilmente una bonificación especial de parte de la familia (no fue de la empresa) y un reconocimiento que me fue entregado en una reunión donde participaron los altos ejecutivos de sus organizaciones. A todo esto, mis compañeros y amigos de trabajo no sabían que iba a renunciar de “Freund”, hasta mi regreso se los comuniqué y fue así que me brindaron una despedida, la que disfruté mucho, difícil de olvidar. En esa reunión, uno de ellos ordenó a los mariachis tocar “El Rey” porque decían que yo seguía siendo EL REY; pero lo más simpático fue que mis amigos quienes sabían de mi “himno” (una especie de popurrí de conocidas canciones) lo entonaron como cuando 141
La escalera de mi vida nos reuníamos socialmente en aquellos días inolvidables. Ese “himno” lo componen las canciones “Y volveré”, “La gloria eres tú” y “Se acabó”. Con esa fortaleza de carácter me despedía de esa mi gran universidad, dándole un fuerte apretón de manos a esos dos grandes maestros que la vida me había proporcionado: Don Ernesto y don Roberto Freund. Y recordé las sabias palabras de mi abuela Ramona: “Todo lo que sucede en la vida es lo mejor, por algo sucede” Desde mi largo caminar como ferrocarrilero, hasta llegar a ser un exitoso ejecutivo, siempre medité la frase famosa de don Octavio Alvarado “Hay que barrer bien para no quedarse de barredor” y mirando lo que dejaba atrás, comprendí que estaba listo para emprender otra etapa de mi vida: ¡Ser empresario! y empecé la marcha. “LAS OPORTUNIDADES LAS APROVECHAN SOLAMENTE AQUELLOS QUE SABEN QUÉ ES TENER HAMBRE”.
142
T
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
T
CAPÍTULO V
Muerte de mis antepasados más queridos Parte I
rabajaba en “Freund” cuando mi abuela y mi tata partieron para reunirse con el Creador.
Mi abuela Ramona El 28 de agosto de 1958, yo tenía tres meses y medio de haber ingresado a la empresa Freund (trabajo al que nunca llegué tarde, siempre fui el primero en llegar y el último en retirarme); además, nunca solicité permiso, pero los nunca se llegan. Y fue ese día cuando tuve que hacerlo, sin exponer el motivo. Tenía que dar santa sepultura a mi abuelita Ramona. Mi abuela vivía con mi tía Luisa en la ciudad de Ayutuxtepeque. Yo la visitaba a menudo y le llevaba a Óscar Omar, mi primer hijo, a quien cargaba en sus brazos y yo disfrutaba viendo cuando lo acariciaba. Así también, me gustaba verla siempre leyendo la Biblia y con sus delantales hechos de retazos de tela; uno Mi abuela con Óscar Omar de ellos se encuentra enmarcado en mi sala de los recuerdos. Su salud desmejoró cada a la edad de 8 meses 143
La escalera de mi vida día y cuando dispusimos llevarla a un hospital, no alcanzamos a llegar porque murió en el trayecto, dejándonos como invaluable herencia sus sabias enseñanzas que yo practico a la fecha. Gracias al Señor no sufrió mucho. Su funeral fue sencillo y humilde en el cementerio de esa ciudad, pero después sus restos fueron trasladados al cementerio de la ciudad de San Salvador: “Jardines del Recuerdo”.
Mi tata Diez años después, el 2 de julio de 1968, mi padre falleció. Días antes, el médico que lo trataba me recomendó internarlo. Lo llevé nuevamente a la Policlínica Salvadoreña, pero en contra de su voluntad, porque no le parecía que gastara mucho dinero en él. Siempre bromeábamos. Ese día pregunté en broma a la enfermera que lo atendía ¿qué tipo de baño de esponja le hacían a mi tata? Mi padre de inmediato dijo: –“Este mi hijo es un cabrón, ¿verdad?”. Antes de retirarme de ese lugar le quité los zapatos y lo acomodé. Él me sonrió manifestándome: – ¡Te quiero mucho! Cuando llegué a casa, que es hoy TOROGOZ (que queda a cinco minutos de distancia del hospital), recibí una llamada telefónica comunicándome: –¡Don Óscar, no logramos alcanzarlo para decirle que su padre había fallecido! Él sufrió un paro cardíaco. Nunca olvidaré su última sonrisa y expresión de entrañable cariño hacia mí, así como mi comportamiento ante tal suceso: Tan pronto recibí la noticia, me comuniqué de inmediato con la funeraria “La Auxiliadora” dándoles las respectivas indicaciones para que lo fueran a recoger a la Policlínica y que yo les enviaría la ropa. Escogí para ello uno de mis mejores trajes oscuros y las demás prendas de vestir; pero la corbata fue algo especial era una de mis preferidas. Indicándoles a 144
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos los encargados que me avisaran tan pronto lo tuvieran en la sala de velación. Allí, al principio me rehusé a verle; pero ante la insistencia de mi hermana Blanqui, lo hice ¡Y qué sorpresa me llevé al ver a mi tata bien guapo y bien elegante! Siempre he sido capaz de contener mi dolor, por muy desgarrador que sea el sufrimiento que me abate y procuro no manifestarlo porque considero que son situaciones muy personales. Raúl Montalvo, (Q.E.P.D.), amigo y compañero de trabajo, se enteró y propagó esa noticia que llegó hasta los oídos de los señores Freund. Como de costumbre, al día siguiente me presenté a trabajar a la hora usual (como si no me hubiera pasado nada). Cuando me vio uno de los señores Freund, muy extrañado me dijo: “¿Qué hace usted aquí? ¡Debería estar en la funeraria!”. Le contesté “Mi padre ya no está, pero el mundo sigue adelante y yo también”. De inmediato fui objeto de muchas atenciones de ellos y una vez más me demostraron su sincero aprecio. Regresé del cementerio y sentí el deseo de asistir a un cine. Fue así que ingresé al Cine Darío y exhibían la película “Por unos dólares más”. Sentí mucho la pérdida de mi tata, pero experimenté la dicha que tuvo un “descanso final de lujo” (cómo desearía tener esa dicha). Lamento únicamente que Dios me haya separado de él cuando comenzaba a pagarle lo mucho que le debía. Atesoro en lo más íntimo de mí ser la satisfacción de haberle servido en vida. Mi tata vivía con Jesús, su hermana menor y sus sobrinas y sobrino, Rosa, Julia y Alejandro, en el Barrio San Esteban, cerca de la Plazuela Zurita de San Salvador. A ellos les avisé primero de la muerte de mi Tata. Ocurrió así: Cuando llegué a su casa los encontré viendo televisión, la apagué y dije a Jesús, a quien yo llamaba Chus: “¡Tu hermano murió tan tranquilo y feliz y de igual forma debemos despedirlo!” Aproveché para agradecer a mis primas Rosa y Julia por todo lo que habían hecho por mi padre. Mi tata siempre mantuvo su famosa caja de madera donde guardaba sus cosas y su ropa, ¡Para mi sorpresa al abrirla, encontramos 145
La escalera de mi vida una tela de casimir que yo le había regalado para que se hiciera un traje! y también una lección práctica de ahorro, al encontrar ochocientos colones en billetes de 10, que eran sus economías del ingreso modesto que le representaba su pensión (que realmente era lo que yo le entregaba a través de tercera persona). Pero lo que significó para mí mayor impacto fue encontrar el famoso candil con el que nos alumbrábamos en la pieza número 6 del mesón Santa Isabel. Muchos documentos personales míos y tarjetas y fotografías de mis padres. Todo ello me lo entregaron, juntamente con la caja, lo demás se lo dejé a su hermana Chus. Esas pertenencias son la herencia más grande que me dejó y que las conservo en mi Sala de Recuerdos. Mi padre era una persona tan humilde que a pesar que mi casa era grande y que había construido una habitación especial para él, prefirió vivir siempre con su hermana Jesús. Desde entonces, me propuse estar pendiente de esa linda familia que cuidó a mi padre y lo cumplí hasta que también partieron y ahora están junto con mi padre, quedando únicamente Alejandro quien es Doctor en Leyes, con quien tenemos una comunicación constante. Mi padre fue enterrado en el Cementerio General “Parcela Masferrer”, pero posteriormente el 28 de junio de 1986 procedimos a trasladar sus restos y los de mi hermana Berta a “Jardines del Recuerdo”. Por casualidades del destino, el 21 de junio de ese año recibí el premio “Superación 86”. En ese momento tan simbólico, quise dedicar la presea “Superación 86” a mi padre y a mi madre, a quienes en vida el destino nunca me permitió presentarles satisfacciones por las que pudieran sentirse orgullosos 146
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos de mí y en ese momento pensé compartir mi triunfo empresarial con ellos, “entregándoles” la presea, todo mi amor y mis esfuerzos, fruto de sus enseñanzas y consejos. Los restos fueron trasladados en un cofre diseñado y elaborado especialmente por Torogoz con una combinación de cobre y bronce. Como en toda ceremonia de esta índole, hice uso de la palabra y dirigiéndome al grupo familiar hablé de las virtudes de mi querido viejo y conté la historia de 1941 antes mencionada, cuando con mi abuela y mi hermano Ricardo fuimos a enflorar a mi madre, encontrando una fosa sola con algunos huesos y pedazos de madera. Desde ese momento, mi deseo más grande era tener a mi padre y mi madre juntos. Mi madre falleció cuando yo tenía tres años de edad. Mi memoria no la recuerda, pero su presencia siempre ha estado conmigo a través de su retrato. Es por ello que cuando los restos de mi padre fueron colocados en ese lindo cofre, mi anhelo era tener a ambos acompañándose en su última morada. Puse el retrato de mi madre que me acompañó en mi adolescencia y juventud. Lo mandé a elaborar en un medallón metalizado en bronce, que fue colocado dentro del cofre que contenía los restos de mi padre. El traslado de los restos de mi padre y mi hermana fue bien solemne. ¡Sueño cumplido!
La familia, después de la ceremonia
147
La escalera de mi vida Ante la pérdida de mi padre, quise conocer el caserío “El Tablón”, Municipio de Tenancingo, Departamento de Cuscatlán, en donde él nació, para investigar si existían más parientes. ¡Qué sorpresa tuve! En septiembre de 1971 en compañía de mi esposa y su madre doña Lidia, visitamos ese lugar, impresionándome las condiciones deplorables en que vivía la gente de ese caserío. Lo que más me impresionó fue encontrar a varios familiares cuya existencia desconocía. Eran personas que vivían humildemente. Lo más sorprendente fue descubrir en el rincón de una casa, mi fotografía a colores de cuando tenía ocho meses de edad, ¡qué inmensa alegría ante ese hallazgo! Durante esa visita también se tomó una fotografía panorámica del lugar. ¡Cómo lamento que yo nunca tuve la iniciativa de manifestarle a mi padre mi deseo de Doña Lidia y yo conocer sus orígenes! Meditando sobre el orgullo que debió sentir mi padre por mí, me asalta aún más la curiosidad porque él tampoco nunca tuvo esa iniciativa de llevarme a conocer su familia y lugar de origen. El día de ese viaje, yo también me sentí sumamente orgulloso de él. Triny compartió ese día mi felicidad. A esos familiares les extendí mi mano fraternal, principalmente a Edgardo hijo de Ángela sobrina de mi padre. En agosto del 2008 fuimos con mi primo Alejandro a visitar a Ángela, nuestra prima, quien es la única pariente que ha quedado viviendo en el Caserío “El Tablón”. 148
D
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
El aporte a instituciones benéficas Parte II
urante el tiempo que trabajé con la empresa “Freund” mis jefes, don Ernesto y don Roberto, hombres de gran sensibilidad social, siempre fueron solidarios conmigo cuando yo les pedía que me dieran permiso para incorporarme en alguna actividad benéfica, sin dudarlo un momento lo concedían; ello me dio la oportunidad de servir en distintas entidades de servicio social, lo cual me permitió relacionarme con personalidades importantes con muchos de los cuales aún me comunico. ¡Qué bello es servir! Mi abuela Ramona siempre decía: “La felicidad de uno estriba en ver felices a los demás”. Los señores Freund recibieron el curso “DALE CARNEGIE” y consideraron relevante enviarme a recibirlo, lo cual hice de agosto a diciembre de 1961, habiendo obtenido tres premios. Ha sido uno de los eventos más importantes en el que he participado; en él conocí a muchas personas pero con quien más me relacioné fue con el doctor Ulises Flores, Asesor de Freund. Cosas del destino, Ulises es hermano del doctor Jorge Humberto Flores, Publicación La Prensa Gráfica quien fue el esposo de Dina Acevedo, hermana de Triny mi esposa. Quedé tan impresionado por el contenido del curso y la calidad de los amigos que hacíamos que en 1962 pensé que sería una excelente idea formar la Asociación Carnegiana con miembros de ex participantes, con el propósito de prestar servicio social para ayudar a los demás. 149
La escalera de mi vida Uno de los compañeros más entusiastas y el más joven, que dicho sea de paso le llamábamos “El Niño”, Ernesto Sol, a la fecha es miembro de la Asociación de Industriales y la Cámara de Comercio del país. Ernesto pone en práctica las enseñanzas de cómo hablar en público en todas y cada una de sus asambleas, ya que toma la palabra en todas ellas; sin duda alguna, le caló el Curso Dale Carnegie. Otro compañero fue Efrén Molina, ejecutivo del Banco Agrícola Comercial, él fue gerente de crédito y me ayudo mucho con los créditos de Torogoz.
Patronato Pro Cultura de El Salvador Don Ernesto Freund me encomendó ayudar en sus labores a su madre, doña Herta, tesorera del Patronato Pro-Cultura de El Salvador. Recuerdo que a comienzos de la década de los años 70 se organizó el “Segundo Festival Internacional de Música”, celebrado del 13 al 27 de febrero de 1971. Viví las experiencias de esa singular actividad en la que participó la alta sociedad salvadoreña. Ese patronato estaba integrado por personas amantes del arte, como los señores Ernesto Regalado Dueñas, Roberto Murray Meza, Enrique Guttfreund, Ricardo Sagrera, doctores Rolando Déneke, Ernesto Álvarez Córdova y José Jorge Simán. Esa actividad mereció el reconocimiento de ilustres participantes, entre ellos: Van Cliburn y Minora Nojima, grandes pianistas del mundo; Alejandro Schneider y Ruggiero Ricci, connotados violinistas; Christina Walsvsika, maravillosa ejecutante del cello, el eminente Pablo Casals, quien nos visitó pese a su avanzada edad y otros más. Con ocasión de dicho festival, también participaron en actividades culturales paralelas grandes pintores internacionales como José Luis Cuevas y Alejandro Obregón. ¡Cómo me hubiera gustado adquirir una de sus obras! En esa época se iniciaron los atropellos que muchos contemporáneos recordamos. Don Ernesto Regalado, Presidente del Patronato fue secuestrado, produciendo enorme desconcierto entre 150
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos los miembros de esa entidad cultural. Dije anteriormente que mi participación consistió en ayudar a doña Herta en la Tesorería. Sin embargo, me solicitó intervenir en la organización y al final me tocó tomar decisiones. El Patronato no disponía de local propio y utilizaba las oficinas del Museo Nacional donde se ejercía el control de la venta de boletos, operación extremadamente delicada. La venta se llevaba a cabo a nivel centroamericano y algunos clientes los adquirían en forma de bonos, es decir, compraban la serie de tiquetes para la totalidad de los conciertos. Otros adquirían boletos para determinadas funciones. Las butacas estaban numeradas y la venta de los boletos se realizaba en los locales de los Almacenes “Kismet” y en el Cine “Libertad”. Los días en que se programaban los conciertos resultaban ser bastante complicados. El 12 de febrero de 1971, un día antes de inaugurarse el festival, los secuestradores recibieron lo exigido, pero no entregaron a don Ernesto Regalado, joven millonario y con un espíritu admirable por servir a los demás. Su cuerpo fue encontrado en la Calle a San Antonio Abad, quedando en el misterio la identidad de los autores de ese atropello, aunque posteriormente se conocieron diferentes versiones. Ese mismo día, con el fin de centralizar el control de la venta de las localidades para ese festival, ordené que trasladaran los tableros: el de “Kismet” y el de las oficinas del Patronato con el boletaje no vendido, hacia mi oficina particular. Las colaboradoras eran Inés Rosales, empleada de Freund, de mi confianza, quien ayudaba a Daysi Amaya (ahora licenciada de Rodríguez, ferviente admiradora de los productos “TOROGOZ”). Cada vez que nos vemos recordamos esa aventura. Las partes del boletaje no vendido de las diferentes funciones se depositaron en cajas de zapatos marca “ADOC”. Ellas debían llevarlas a mi oficina con el tablero. Recibí el de Kismet con su reporte y esperé por el de ellas. Transcurrían los minutos y viví angustiosos momentos por su tardanza. Fue hasta las siete y media de la noche que ellas llegaron 151
La escalera de mi vida muy nerviosas en un taxi. A Daysi la asaltaron al salir de la oficina causándole una pequeña herida. Los ladrones se llevaron las cajas creyendo que contenían zapatos. Auxiliados por la Policía las buscamos en los alrededores del Museo, suponiendo que los ladrones, al darse cuenta de que eran “papeles” las botarían. La búsqueda resultó inútil. Trabajé con ellas hasta las dos de la madrugada del día siguiente, tratando de resolver el problema. Al amanecer se lo comuniqué a don Ernesto Freund, solicitándole no decirlo a nadie. Ese día se llevó a cabo el funeral de don Ernesto Regalado y al mismo asistieron miembros del Patronato. Mi preocupación crecía por la pérdida de aquellas cajas. Solicité la colaboración a unos ejecutivos de Freund: Raúl Montalvo, Julio Basagoitia, Roberto Urquilla y Mauricio Rodríguez. El problema fue resuelto. ¿Cómo? ¡No importa! Lo que cabe destacar es que el festival fue un éxito clamoroso que dejó una utilidad de ¢30,000.00, lo que no ocurrió en el festival anterior. El siguiente festival estuvo a mi cargo y lo organicé con mucho profesionalismo. Ese mismo año, un día antes de partir a Europa con mi esposa Triny, los señores Freund me llamaron a su despacho y me dijeron: “Usted también es merecedor de un reconocimiento, pues lo ha demostrado”. Me entregaron un juego de plumas bañadas en oro con mi nombre grabado, el cual conservo. La tarjeta de ese obsequio dice: “Para que se dé el lujo de firmar sus travelers checks y pase felices vacaciones, que a su regreso le esperan nuevos retos”. Cuando llegamos a París, encontramos en el hotel una nota de don Roberto Freund que decía: – ¡Felicitaciones, disfruten unas vacaciones muy merecidas! ¡Qué detalles!, difíciles de olvidar.
Cruz Roja Salvadoreña Mi colaboración con Cruz Roja Salvadoreña y otras instituciones de carácter benéfico fue posible gracias a la anuencia de los señores Freund, quienes me autorizaron un buen porcentaje de mí tiempo diario para dedicarlo a las labores de ayuda para los necesitados. 152
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Ellos siempre se caracterizaron en velar por el bienestar social y por ello asumí el cargo de Tesorero de Cruz Roja Salvadoreña. El doctor Roberto Jiménez era el presidente y llegamos a tener una gran amistad que trascendió al plano familiar, lamenté mucho su muerte. Algunos de los directores eran Don Ernesto Freund, Don Filo Simán, Dr. Enrique Borgo Bustamante y el Ing. Enrique Altamirano. Con todos ellos conservo una bonita amistad. La Ley de Tesorería establecía que la persona que ocupara ese cargo tenía que rendir una fianza y se le asignaba por esa tarea un sueldo de ¢150.00 mensuales, que con mucha satisfacción recibía, pero de inmediato los reintegraba a esa institución como un donativo de mi parte; gesto que realicé durante los 27 años que desempeñé ese cargo. En esa época, Cruz Roja Salvadoreña era una organización pequeña pero representativa y muy respetada. Era la única de esa índole en el país y el gobierno Ernesto Rivas Gallont y yo había suscrito el 30 de diciembre mostrando convenio de 1874 de 1874 un Convenio con Cruz Roja Internacional, con sede en Ginebra, Suiza. El Salvador fue el primer país latinoamericano que firmó ese convenio y gracias a ello Cruz Roja Salvadoreña se fundó el 8 de mayo de 1885. En diciembre de 1974 celebramos los 100 años del convenio, el presidente era don Ernesto Rivas Gallont. Como miembro del Consejo Ejecutivo de Cruz Roja, aprecié el significado de la valiosa labor de los Voluntarios, personas esforzadas con mucho ánimo de contribuir a esa noble causa, quienes procedían de diferentes estratos sociales. Esa incondicional entrega me motivó a ser uno de ellos. 153
La escalera de mi vida En todo desastre en ese período, este organismo estuvo presente brindando su valiosa y oportuna ayuda. Nombraré algunos en los cuales participé: La calamidad causada por la ambición de los hombres cuando estalló la triste y recordada “Guerra de las 100 horas” o “Guerra del Fútbol” en julio de 1969. Nuestro país afrontó la repatriación de más de 94,000 ciudadanos procedentes de Honduras. Fueron varios meses de duro trabajo, de inmensa tristeza y de constantes preocupaciones personales. Las escenas eran muy impresionantes y estremecía la conciencia comprobar la condición en que venían esas personas, cargando lo poco que les quedaba de sus humildes pertenencias. Unas venían acompañadas sólo de su pequeño perro. Buscar un lugar adecuado para esos Acto de entrega oficial. Baeta York (centro), desplazados fue bastante Filo Simán (3º derecha) y yo (1º izquierda). difícil, pues era necesario desarrollar un efectivo plan de trabajo para cubrir sus necesidades primarias. Me impresionaba escuchar sus relatos acerca de lo que sufrieron en territorio hondureño. La actuación de Cruz Roja Salvadoreña se hizo más evidente el 10 de octubre de 1986 cuando el reloj marcaba las once horas con cincuenta minutos, y la gente se preparaba para ir a almorzar, la ciudad de San Salvador fue estremecida por un violento terremoto. El Comité Ejecutivo sesionaba a esa hora y lo presidía el ingeniero Gustavo Cartagena. Fue un sismo de alta intensidad que causó grandes estragos en nuestra capital. ¡Difícil de olvidar...! Mi responsabilidad era grande y aunque mi pensamiento se trasladó hacia mi familia y nuestra empresa, permanecí en las instalaciones de la institución para colaborar en lo posible. 154
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Con el valioso aporte de los países nórdicos, desarrollamos siete proyectos habitacionales para albergar a los damnificados. Las casas eran de tipo mixto, con material resistente. Cada comunidad disponía de su salón de usos múltiples. Esos proyectos los llevamos a cabo en apoyo al programa nacional de reconstrucción de viviendas. Cuando se hizo la entrega oficial de uno de ellos en la ciudad de Cuscatancingo y en otras comunidades, estuvieron presentes varios delegados del Comité Internacional de Cruz Roja. Puedo decir que los enormes daños del terremoto de 1986 tuvieron su más trágico símbolo en las ruinas de una escuela de niñas, donde 42 de ellas quedaron soterradas, lo que estremeció la conciencia nacional. A pesar del dolor que quedó latente en la Con el Embajador de Alemanía opinión pública, la nueva y don Filo Simán construcción de ese centro educativo fue como la firme respuesta de un pueblo al cruel castigo de la Madre Naturaleza. Me refiero a la construcción de la “Escuela de Niñas Santa Catalina” del Barrio San Jacinto de esta ciudad. Gracias a la sensibilidad humana de Filo Simán, la construcción se llevó a cabo en dos etapas. Cuando se inauguró el segundo edificio estuvo presente el Embajador de Alemania Federal y otros miembros de esa representación diplomática. Las nuevas instalaciones quedaron Diploma de la Escuela amplias, modernas e incluyeron una Sala de Música bien equipada. Santa Catalina 155
La escalera de mi vida Me emociona también el hecho de compartir en este libro la honda satisfacción que sentí cuando presencié la colocación de la primera piedra del edificio del Banco de Sangre de Cruz Roja Salvadoreña en 1986, cuando se celebró el Día Internacional de ese organismo y el V aniversario del Centro de Sangre. Otro evento trágico en que la Cruz Roja Salvadoreña tuvo relevante participación fue en el espantoso deslave en las faldas del Volcán de San Salvador, causado por los grandes temporales que dejó a su paso por el país el huracán “Fifí”. Un gigantesco alud de tierra se precipitó a temprana hora de la mañana, cubriendo muchas casas de la Colonia Montebello. Luego de los terremotos que asolaron Nicaragua, durante los cuales casi desapareció la ciudad de Managua, nos presentamos en ese país hermano. Constatamos que el control de la ayuda recibida estaba bajo la responsabilidad de uno de los hijos del gobernador Anastasio Somoza. ¡Qué desperdicio, por la forma cómo centralizaban los donativos! No había un efectivo control de la distribución, lo cual generó desconfianza a los donantes. Esa triste experiencia debe ser capitalizada por los gobernantes de todo país que sufra una catástrofe, a fin de obtener los objetivos y garantizar que las donaciones lleguen a su destino final. Con ocasión del terremoto en Guatemala ocurrido el 4 de febrero de 1976, Cruz Roja Salvadoreña también brindó su decidido apoyo 156
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos a los damnificados. Fuimos los primeros en llegar para apoyarles y lamentamos los daños considerables que ocasionó ese gran sismo, similares a los del siniestro ocurrido el 13 de enero de 2001 en nuestro país. En Guatemala desaparecieron poblaciones completas. Recuerdo la ayuda que proporcionamos a la comunidad “El Progreso” que quedó incomunicada con la capital y les construimos 100 casas a los damnificados, proyecto que me fue encomendado en vista que me agrada la tarea de la construcción. Esa labor la llevé a cabo con mi querido y recordado amigo Epifanio Quiñónez, el famoso “Cobra”, lanzador de pelota y maestro de obra reconocido en nuestro medio. Me cabe la satisfacción que para muchos proyectos de gran envergadura, los demás ejecutivos de ese organismo tomaban en cuenta mis opiniones en la parte financiera, por mi responsabilidad como tesorero y por la experiencia obtenida en la Corte de Cuentas de la República y gozaba de respeto y de estimación, principalmente por Filo Simán; y Baltasar Llort (Q.D.D.G.), persona a quien estimé mucho por ser un ciudadano ejemplar. Me complace haber contribuido por muchos años con ese prestigioso organismo. Lo único que lamento fue el resultado de la celebración del Centenario de Cruz Roja Salvadoreña, en 1985, al que se le dio mucha publicidad y fue muy bien planificado. Con Filo Simán visitamos a los Presidentes de los Tres Poderes Constitucionales de esa época: Ing. José Napoleón Duarte, del Ejecutivo; Dra. María Julia Castillo, del Legislativo; y el Presidente del Poder Judicial (cuyo nombre no recuerdo), para invitarlos personalmente. Se contrataron las instalaciones del entonces Hotel Presidente y los salones quedaron espléndidamente decorados. Había música para toda edad, juegos infantiles y fuegos artificiales; se organizó la rifa de dos vehículos y valiosos regalos, todos donados. Los detalles fueron planificados para realizar una celebración en grande, como la que se acostumbra para recibir un nuevo año. Las tarjetas se vendieron en su mayoría, pero la gente no asistió y sólo 157
La escalera de mi vida estuvimos los organizadores con nuestras familias. ¡De esta forma decepcionante “celebramos” ese importante evento!
Hicimos labor a nivel internacional En octubre de 1971 viajé a Bogotá, Colombia, para asistir al Primer Congreso Latinoamericano de Relaciones Públicas y Recaudaciones de Fondos, durante el cual se formó el Comité Asesor de Relaciones Públicas, Información, Recaudación de Fondos y Desarrollo. Fui electo para formar parte del mismo; además, estaba integrado por el doctor Hugo Merino, delegado del Ecuador; señora Consuelo de Gutiérrez, Carlos Betancur y Yo colombiana; el señor Carlos Betancourt, de Brasil; Ricardo Bermúdez, delegado de la Liga, y Tony Jordano, responsable de relaciones públicas de Cruz Roja Española, esposa del notable pintor John Jordano quien me obsequió una pintura con una dedicatoria y una foto en donde aparece pintando al lado del célebre Salvador Dalí. En cierta ocasión esta pareja visitó El Salvador y se hospedó en mi casa. Con ellos mantenemos una sólida amistad. Ese comité me pidió visitar las sedes de Cruz Roja en el Sur Derecha a izquierda: Hugo Merino (ecuatoriano), Consuelo de Gutiérrez (colombiana) y yo, de nuestro continente acompañados con asesores. 1973. para brindar asesoría 158
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos e implementar los programas españoles de recaudación de fondos. Me cabe la satisfacción de haber cubierto por mi cuenta los gastos de viaje y de estadía en aquella región. Cuando visité Venezuela, Perú, Ecuador, Paraguay, Argentina y Brasil, aprecié que nuestra Cruz Roja estaba mejor organizada. En la época del conflicto armado en el país, el coronel René Emilio Ponce, entonces Jefe del Estado Mayor, mandó a llamar a Filo Simán, Presidente de Cruz Roja Salvadoreña y a mi persona como Tesorero de la misma, para exponernos el malestar que sentía el Ejército por creer erróneamente que esa organización humanitaria estaba al lado de la guerrilla (de acuerdo con los Convenios Internacionales, Cruz Roja atiende al necesitado, sin importar credo, raza, etc.). Filo, con su manera de ser, dio las explicaciones del caso, las cuales fueron aceptadas. Fueron muchas las lecciones de entrega y de solidaridad que aprendí como miembro de ese importante organismo durante Reconocimiento por mis 25 años 27 años consecutivos. En 1994 me retiré de Cruz Roja Salvadoreña como tesorero y en una Asamblea General recibí un estímulo, en reconocimiento a mi labor desarrollada. Me gustaría hablar más de esta gran institución, pero no es el propósito de este libro.
Obra del “Buen Pastor” Conocí la valiosa proyección de esa obra a raíz de la ridícula observación que le hizo la Corte de Cuentas de la República (mencionada 159
La escalera de mi vida anteriormente). Desde entonces me hice cargo de formularles su reporte de tesorería y me encariñé con esa obra, principalmente con la Escuela de Niñas El Buen Pastor. Las religiosas estaban pendientes cuando llegaba a realizar esa labor y se preocupaban por rodearme de finas atenciones. Como ocupaba el tiempo de almorzar para trabajar en dicha escuela, ellas me preparaban un suculento almuerzo. Nuestras relaciones se extendieron y cuando iba a nacer mi primer hijo Óscar Omar, le bordaron mucha ropita. ¡Qué lindos bordados! Doce años después, cuando nacieron nuestras gemelas, nos visitaron para conocerlas. Conservo una fotografía de la Madre Marcela y a la fecha me comunico con esa anciana religiosa destacada en Costa Rica. ¡Qué satisfacción es servir a los demás!
Madre Marcela, 1970
Amigos de Sonsonate
Mi cariño por esa tierra es tan grande, que en esa época yo deseaba de una u otra forma servir a su comunidad. Fue así que con Ricardo Cruz Villalta (ya fallecido), persona muy apreciada por todos y quien extendió su mano amiga a muchos sonsonatecos en la capital; Luis Figueroa, Leonel Mejía, Luis Álvarez y Juan Sifontes (ya fallecido), tuvimos la brillante idea de construir la “Asociación Amigos de Sonsonate”, con la finalidad de contribuir con la sociedad de ese departamento; asimismo, promover el arte y ayudar a embellecer esa ciudad. 160
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Como ya mencioné, las reuniones con los asociados las celebrábamos en las instalaciones de la casa donde vivíamos, propiedad de los señores Freund. Posteriormente nos reuníamos en mi nueva residencia, donde ahora se encuentra “TOROGOZ”. Planificábamos y realizábamos muchas actividades para recaudar los fondos necesarios para ejecutar nuestros proyectos. Uno de los que más me agradó fue el reparto de juguetes a los niños de Sonsonate para las navidades. Esa asociación estaba bien establecida legalmente y tenía muchos fines que perseguir según sus Estatutos; sus miembros eran visionarios en la búsqueda del engrandecimiento de Sonsonate. Lástima que después no tuvo continuidad. Recuerdo que cuando íbamos a repartir los juguetes, formábamos una caravana de amistad haciendo una entrada triunfal y el pueblo nos recibía con alegría. 161
D
D
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
CAPÍTULO VI
¡Quería ser empresario!
esde los años de mi infancia, como lo menciono al inicio de este libro, me sentí atraído por ganar dinero, resultado talvez de las necesidades económicas que pasaba la familia en esa época. Fue así que a mis 40 años me tracé como meta impostergable realizar mi anhelo: llegar a ser empresario y hacer “un millón de colones”, desde luego, no ahorrando de mi salario porque no hubiera sido posible; tampoco recurriendo a malas jugadas pues no es mi estilo, sino sacrificándome para obtenerlo como empresario. Me inicié formando una compañía de construcción con el arquitecto Abelardo Alvarado, y mi gran amigo Pablo Revelo (Q.E.P.D.); posteriormente, con el arquitecto Leonel Avilés y el ingeniero Jorge Martínez. Como producto de esa iniciativa me quedaron tres propiedades, una la vendí y las otras se las di a mis hijos Óscar Omar y Mario Enrique. Lo importante a resaltar fue que nuestro cliente principal resultó ser “COLOSAL”, compañía de los señores Freund. Construimos parte del proyecto “Jardines de Mompegón” y no sólo de ese proyecto habitacional, sino de otros varios. Además, a título personal me las ingeniaba para vender las casas. Los señores Freund sabían de esa empresa pero estaban conscientes que no les restaba tiempo de mi trabajo porque esa tarea la realizaba por las noches y durante los fines de semana. 163
La escalera de mi vida Conservo una tarjeta de don Ernesto que me envió desde Israel, que dice: “¿Cómo va la construcción de Mompegón? Siga cuidando a Freund como lo ha hecho hasta la fecha”. Con mi amigo Jorge Molina Neira, conocedor de lotificaciones y con quien fuimos compañeros de trabajo en la Corte de Cuentas, formamos una sociedad denominada “MOLINA-PANAMEÑO” dedicada a la lotificación. El 7 abril de 1972 empezamos con la primera lotificación que se llamaba “TRINIDAD 1”, con el producto de ésta compramos una propiedad contigua y le denominamos “TRINIDAD 2” y en la misma forma nació “TRINIDAD 3” (no tienen nada que ver con el nombre de mi esposa, sino que la propiedad ya tenía dicho nombre). De allí salio toda la madera que se utilizo en la construcción de la casa del rancho llamado en aquel entonces “Roca María” hoy “Chacabum”. Increíble que calidad de madera de copinol, piezas de hasta ocho metros de largo. Yo en ese negocio sola firmaba los cheques, la administración total la tenía Jorge, quien nos dijo adiós en junio del 2005. El año de 1997, vencía el número de años para el que se había establecido, pero nunca se liquidó, y fue por ello que inclusive el 29 de agosto de 2010 tuve que cumplir el compromiso de firmar una escritura a nombre del señor Gonzalo Paulino Campos. Increíble cómo don Gonzalo guardaba las 72 letras que firmó por la compra del terreno en el año 1973 ¡Hacía casi 4 décadas! Ese acto me hizo recordar mi actitud de ser empresario. Tuve la curiosidad de ir a conocer esa lotificación que queda en San Bartolo, me quedé sorprendido al ver la cantidad de casas, calles pavimentadas, luz eléctrica, teléfono y todos los servicios necesarios y otros de lujo, como antenas parabólicas. En el año de 1972 también instalé una oficina de trámites aduanales, en el lugar dejado cuando liquidamos las oficinas de la compañía de construcciones, asociándome con mi amigo José Luis Díaz Chapetón, un experto en tramitaciones aduanales y con mi tío Paco Alfaro, ya jubilado, a quien tengo mucho que agradecerle; con ellos formamos dicha compañía. Los señores Freund estaban 164
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos conscientes de esta otra iniciativa empresarial, porque esa oficina le vendía sus servicios a las empresas de ellos. José Luis, quien a pesar de tener una prótesis en su pierna derecha gustaba de andar en moto y hacer deporte, cosa que yo admiraba mucho, lamentablemente falleció el 23 de enero de 1982. Por otro lado, mi tío Paco a sus noventa y cinco años sigue tan campante como antes; me causa tremenda admiración ya que a esa edad sigue siendo siempre el hombre Mi tio Paco y Yo, de un gran entusiasmo, y sirviéndome Diciembre de 2010. de inspiración en su fortaleza y deseo de vivir. Gracias a mi tío Paco ingresé a varios empleos, entre ellos Freund y siempre estuvo pendiente en varios aspectos de mi vida. Siempre busqué la forma de emprender nuevos negocios. Fue así que a finales de 1975 me enteré de que el chinito Rolo Tsien, también mi vecino y amigo, vendía su supermercado. Me entusiasmé y lo negocié. Se preparó el documento de compra y comencé a elaborar los sistemas de controles, etc. Todo estaba ya listo para la transacción, pero el chinito se arrepintió, argumentando que consideraba que la posesión del negocio representaba “mucho sacrificio” y él creía que yo no merecía ese sacrificio porque reconocía y admiraba la calidad de vida que yo llevaba. A pesar de que no hicimos negocio me reconoció los gastos efectuados. El negocio lo habíamos acordado en 200,000 colones “llave en mano”, que significa el valor de la propiedad más equipo y mercadería, lo que me parecía un buen precio. Cosas del destino, esa misma edificación la adquirí en agosto de 2009 a un precio de $260,000, para ampliar más la tienda de Torogoz. Rolo es casado con Martita Chang Peña, compañera de estudio en el Colegio Orantes de la niña del mambo #5. Rolo, una persona muy hábil, estableció una fábrica de bolígrafos y un restaurante de comida china “Hunan” y 165
La escalera de mi vida cuando nos encontramos, intercambiamos impresiones. Si la operación comercial hubiera prosperado en aquella época, posiblemente no existiría “TOROGOZ”. Nunca me hubiera imaginado que Martita llegara a ser nuestra Embajadora ante la República de China en Taiwán, cargo al que fue nombrada en el año de 2010.
166
A
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
A
CAPÍTULO VII
Años de tenacidad, esfuerzo y sacrificio como empresario (1976) Parte I
compañado siempre de mi filosofía de caminar por el estrecho sendero que conduce a la honradez, la sinceridad, la honestidad y el servicio a los demás, proseguí la meta que me tracé cuando cumplí 50 años de existencia: alcanzar la cúspide como empresario. Sin embargo, lamento que mi padre no compartiera conmigo la dicha de verme realizado después de que yo pasé tantas dificultades para lograr ascender “la escalera de mi vida”.
El amigo que hizo una gran diferencia He hablado de “los coroneles” en la “Organización Freund”. Uno de ellos, Efraín Rosales, persona a quien conocí desde el primer día que ingresé a esa empresa (13 de mayo de 1958), era el responsable del Departamento de Lámparas y Muebles, quien llegó a ser uno de mis colaboradores más fieles en la empresa “Freund”. Efraín compraba cunas de bronce que fabricaba un ciudadano cubano radicado en el país, de nombre Roberto García y con quien él había hecho una bonita amistad (pero la compra era contra pedido, es decir cuna vendida, cuna pedida). Cuando Efraín me presentó a Roberto, me expusieron de que Roberto andaba buscando un socio para su empresa; les puse mucha atención y manifesté que a mi regreso de un viaje por los Estados Unidos conversaríamos con más detalle sobre el tema. Según lo planeado, a mi regreso de los Estados Unidos conversé seriamente con Roberto acerca del proyecto de formar una sociedad. 167
La escalera de mi vida Platicamos de planes ambiciosos porque siempre he pensado en grande. Visualicé un gran futuro en esa empresa a pesar de que era sumamente pequeña. Roberto se mostró asustado, pues desconocía mis grandes aspiraciones y me manifestó que planeaba regresar a Miami, pero que no lo había hecho porque no logró convencer a su esposa. En ese entonces, yo solo contaba con cincuenta mil colones en efectivo. Hice el negocio, pero lo más interesante fue que Efraín Rosales al poco tiempo renuncia de Freund para incorporarse a la naciente empresa; tuvo mucha confianza en mi persona, se arriesgó, tuvo fe y se sacrificó por sacar adelante la empresa. Pero todo tiene su recompensa. Con el tiempo, Efraín se independizó y estableció su propio negocio de lámparas. Hoy en día su empresa está muy bien establecida, pero lo mejor de todo es que sus tres hijos trabajan con él y yo siempre rogándole a mi Dios que lo proteja y le provea de abundantes negocios en su empresa. He considerado mencionar pasajes importantes del caso de Roberto García Alfonso. Él y su hermano mellizo Alberto García Alfonso eran propietarios de una de las más grandes e importantes fábricas en la industria de anodizado en Cuba, pero la perdieron a raíz de las medidas tomadas por el gobierno de ese país. Como tantos otros, se trasladaron a Miami. Don Luis Poma (Q.D.D.G.), industrial visionario salvadoreño de grata recordación, al conocer la capacidad de Roberto en el área de metalización, lo contrató para instalar el proceso de anodizado en su empresa SOLAIRE (IMSA) en El Salvador. Roberto se casó con Leticia García, salvadoreña y procrearon tres hijos: Angelita, Frank y José. Tenían casa propia en la colonia Miramonte con sus comodidades y un bonito rancho en la playa El Tamarindo. Lo tenían todo. A Roberto no le entusiasmaba “hacer dinero” debido a lo ocurrido en su país. Se independizó de la firma Poma, estableciendo un negocio que llamó “Moldes Electrolíticos”, que fabricaba moldes, cunas revestidas de bronce, figuras decorativas metalizadas en cobre, además de realizar la metalización de zapatos de niño. 168
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Es sabido que en cualquier trabajo honrado, todo esfuerzo comienza desde abajo. Recuerdo que el taller era pequeño, dotado únicamente de lo básico (los aparatos para realizar el baño electrolítico que dan la cobertura de metal) y para mejorarlo requería capital de trabajo que podíamos obtener mediante un crédito. La idea no le pareció a Roberto por la dura experiencia que tuvo en su país (Cuba). Además, decía estar convencido de que “El Salvador caería en manos de los comunistas”. En esa época comenzaban los secuestros y las manifestaciones populares, principalmente de los universitarios y los sindicalistas. Roberto me propuso que le comprara el negocio en ¢125,000.00, que el primer pago fuese de ¢25,000.00 en efectivo y ¢25,000.00 en productos que él mismo fabricaría para llevárselos a los Estados Unidos. Los ¢75,000.00 restantes se los pagaría en 5 años mediante las cuotas mensuales respectivas y para mi asombro: ¡sin intereses!, responsabilizándome de la carga laboral de sus diez trabajadores, lo cual acepté. ¡Qué sorpresa agradable me llevé al constatar el excelente rendimiento de ese personal! (conservo una fotografía de ellos). El convenio también incluía su contratación durante los próximos 18 meses con un salario mensual de ¢1,500.00; ese tiempo lo dedicaría a entrenar en esa industria a mis hijos Óscar Omar y Mario Enrique, y a Víctor Manuel, mi sobrino. Por supuesto no lo pensé dos veces. A la fecha no he conocido persona tan creativa y habilidosa como Roberto y, por qué no decirlo, características Posando los diez empleados, Roberto García que también poseía su (tercero izquierda) y yo (séptimo derecha). hermano. Él había hecho su propia maquinaria y las herramientas de su empresa. 169
La escalera de mi vida
Maderas y Metales, S.A. de C.V.
El 22 de noviembre de 1976 escrituramos la sociedad “MADYMET” (Maderas y Metales). Nos distribuimos atribuciones y me dediqué a organizar la empresa. Mi primo, el doctor Rafael Belloso h., hizo la escritura social. El Licenciado Horacio Castellanos, mi gran amigo, Administrador de Empresas y Contador Público Certificado, se encargó de organizar la parte contable. A estas alturas ambos siguen siendo pilares fundamentales en mis empresas, lo que ha contribuido al éxito de las mismas y les estoy sumamente agradecido.
Razón de ser del nombre “Maderas y Metales” Roberto pensó en combinar la madera con los metales, sustituyendo la primera por el POLIURETANO, material semejante a la madera. Sus planteamientos me convencieron. Entrenó a mis hijos en las diferentes técnicas y procesos de la planta. A Óscar Omar le enseñó el proceso de elaborar piezas en poliuretano; a Mario Enrique, todo lo relacionado con electro-depositación, y a mi sobrino Víctor Manuel la elabora¬ción de moldes y plantillas, así como lo relacionado con las pruebas químicas de laboratorio. Los tres lo aprendieron muy bien. ¡Siempre recordaré al excelente Roberto! A su manera me solicitó $10,000.00 para viajar a Miami a comprar maquinaria y equipo usado, dinero que le entregué debido a la confianza que le tenía. Roberto envió un “container” con un inyector de poliuretano, maquinaria a la que le sacamos gran provecho. Asimismo envió varias prensas, unos soldadores de punto, unos tornos mecánicos, varios motores eléctricos (algunos en buenas condiciones y otros para ser reparados), gran cantidad de poleas y muchas cosas más... Roberto vio mi capacidad para administrar y controlar la empresa, y por ello me dijo: – ¡Tengo la seguridad de que triunfarás! porque piensas en grande, eres creativo y no eres conformista... ¡sabes a dónde quieres llegar!” Roberto era una persona excesivamente drástica y con frecuencia exigente en sus enseñanzas. Maltrató a mis hijos y a mi sobrino, sólo 170
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos faltaba que les aplicara castigos físicos. No me agradaba su proceder, pero era su personalidad y no podíamos cambiarla. Afortunadamente mi familia lo entendió y se adaptó a él. Su manera de ser facilitó el rápido aprendizaje de mis hijos y sobrino y les hizo responsables en sus respectivas labores. No tomaba en cuenta el día ni las horas de trabajo y mi familia debía estar presente cuando él lo requería. Era tal su sistema de enseñanza, que una vez lo encontré enseñán¬dole a uno de mis hijos cómo afilar los dientes de un serrucho. Tontamente le pregunté por qué lo hacía, y como buen cubano me respondió: “Coño, si uno no aprende a afilar sus propias herramientas, como p... puede exigir rendimiento a sus colaboradores”. Un 28 de julio, fecha del cumpleaños de mi hijo Mario Enrique, mi hijo notó que salía humo del Departamento de Plantillas, donde se derretía la parafina, e imaginándose que se trataba de un incendio corrió a sofocarlo, lamentablemente le cayó cera derretida en su mano derecha, sufriendo quemaduras de segundo grado que le llegaron hasta los huesos y fue hospitalizado. Como huella de ese incidente le quedó una cicatriz. Al verlo en esas lamentables condiciones, Roberto se limitó a decirle: ¡Te quemaste por tonto! Esto me recordó cuando yo me caí del tren rumbo a Acajutla, y al llegar de regreso a pie a la estación, el Tapudo Ramírez me dijo: “Te caíste por bruto”. Tan pronto abrimos las primeras operaciones, empezamos a reclutar personal y los primeros en llegar fueron: Efraín Rosales quien renunció de “Freund” para incorporarse a la empresa; Víctor Manuel se retiró de la Universidad Nacional, en cuyo laboratorio trabajaba; mi esposa Triny dejó la empresa “Sherwin-Williams”, en donde la apreciaban mucho. Cada uno de ellos tomó su responsabilidad y me enorgullece decir que aún lo hacen muy bien. Agradezco a Efraín Rosales por su magnífico desempeño en el Departamento de Lámparas; gracias a él llegamos a ser fuertes en esa línea. Me causa mucha satisfacción que Efraín sea hoy en día un exitoso empresario en la comercialización de luminarias. Dejo consignado en estas páginas mi especial reconocimiento a todos. 171
La escalera de mi vida
Primera fila: Víctor Manuel, Óscar Omar, yo, Triny y Mario Enrique, 1977.
Óscar Omar y Mario Enrique trabajaban incansablemente en la empresa. Por las noches estudiaban y obtuvieron sus títulos. El primero en Ingeniería Industrial; el segundo dejó la Ingeniería Química para estudiar Licenciatura en Mercadeo. Pasaron cierto tiempo sin devengar salario, pero lo tenían todo. Recuerdo que su primer salario fue el mínimo que era de ¢90.00 mensuales, el de mi esposa Triny y el mío eran acordes a nuestras necesidades. Estábamos conscientes que había que sacrificarse si realmente queríamos obtener los objetivos trazados inicialmente. ¡Salimos al mercado con la novedad del poliuretano! Pusimos a la venta las líneas de muebles, dormitorios, comedores, paneles decorativos para cielo, paredes, puertas y accesorios para ataúdes. Comercializamos la línea de lámparas decorativas para encielado, mesa, pared y sobre-piso, elaboradas con finos cristales, 172
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos difusores, etc. Otra línea fue la de muebles en metal para recámaras, comedores y accesorios de salas en diferentes acabados de metal. La línea de figuras decorativas creció con diseños propios, clásicos y modernos. Esto me recuerda que Roberto también a mí me llamó la atención, cuando puse en acción mi creatividad, me vio elaborando unas figuras tal como yo lo hacía en la Estación del Ferrocarril en Calle Real cuando elaboraba máscaras y cascos de cartón, y me dijo: “Oye coño, no hay que desperdiciar el tiempo, no te olvides que el tiempo es oro, llegará el día que te va a sobrar y entonces podrás hacer las babosadas que querrás”. Fue en esa ocasión que en poco tiempo diseñé tres figuras abstractas, diferentes a las que acostumbrábamos producir. Así surgieron las esculturas denominadas “La Madre”, “El Beso” y “La Familia” que están en el mercado desde 1977. Roberto tenía razón: había mucho que hacer en la organización principalmente en las ventas y dejé de jugar al escultor. Salimos a ofrecer nuestros productos a los posibles clientes, amigos como: Almacenes F (FREUND), Suministros Industriales, Bellaluz y Simán. A todos les parecieron nuestros productos, pero ¡qué desilusión!, uno de ellos dijo: “¡Usted mejor que nadie sabe cómo compramos: poca cantidad y a largo plazo!”. Otro manifestó: “¡Si me da la exclusividad podemos hablar, porque yo vendo sólo productos extranjeros!”; y otro: “Déjame platicarlo”. Únicamente “Suministros Industriales” nos hizo un pedido de 5,000 pies de cadena. Esto me llevó a comprender que: “En los negocios no hay amigos”. Afortunadamente ya vendíamos en el área centroamericana, “Todo lo que sucede en la vida es lo mejor, por algo sucede”. Esto nos permitió dar mayor atención a las ventas de exportación. Fue así que en julio de 1977 nuestros productos se encontraban en Centro América y Panamá. Las primeras transacciones las hizo Efraín Rosales, luego contratamos a un ejecutivo de ventas para esa área. Lo fabuloso era que más del 50% de nuestra producción estuvo destinada a ese ámbito. Costa Rica era nuestro mayor cliente en lámparas y figuras 173
La escalera de mi vida decorativas. Vale mencionar unas simpáticas anécdotas de esa época, las que aprovechamos muy bien. La primera: en cierta ocasión un cliente de Costa Rica solicitó a nuestro ejecutivo un envío grande de la figura de una pareja de faisanes pintados de negro. Nuestro ejecutivo me consultó en horas de la noche si hacía el negocio. Mi respuesta fue un rotundo ¡no!, y agregué: “Nosotros vendemos calidad, vendemos metal; que no le entusiasme sólo vender, sino mantener nuestro prestigio…”; esa filosofía la aplicamos a la fecha a pesar de las dificultades que hemos atravesado. La segunda: un pedido de figuras decorativas exportado a Nicaragua fue detenido durante tres días en la aduana de ese país objetando su origen, pues el papel con que las habíamos protegido era de un periódico de Inglaterra, no obstante se les presentó el certificado de origen debidamente autorizado por el Ministerio de Economía de nuestro país. Esto sucedió debido a que Tony Curley, a quien mencioné anteriormente, tenía la costumbre de solicitar ese periódico a la Embajada inglesa y mi cuñada Olga lo llevaba a nuestra empresa. Desde entonces somos muy cuidadosos con el embalaje de nuestros productos. La tercera: en esa época, para vender un producto a Panamá, éste debía pasar por la Cámara de Representantes Panameña para contactar posibles clientes. Se llevó a cabo un negocio con el almacén “El Machetazo” que nos hizo un pedido importante, aunque el único. No vendimos más a Panamá porque nuestra venta resultó ser para un almacén populachero y debido a ello los almacenes de prestigio no aceptaron nuestros productos. Este es un detalle que constaté al visitar ese lugar y me causó profundo desaliento comprobar que nuestras figuras se exhibían en lugares no adecuados. Esa dura experiencia la capitalizamos y desde entonces seleccionamos cuidadosamente a nuestros clientes. Dada la naturaleza y calidad de nuestros productos, preferimos tener pocos, pero de categoría comprobada. 174
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
¡Crecíamos rápidamente y con ello crecía la necesidad del capital de trabajo!
Los fondos propios se habían agotado, las necesidades de efectivo se me hacían dramáticas, por ello tenía urgencia de solicitar aquel primer préstamo. Fue entonces cuando me vi en la necesidad de obtener el primer crédito. A pesar de que tenía un amigo en el Banco Salvadoreño, fue difícil obtenerlo. La falta de récord crediticio influyó en la forma tardía en la que se nos respondió en la gestión de mi primer préstamo de ¢50,000.00; ya el segundo de ¢30,000.00 nos costó un poquito menos por la experiencia del anterior. Sin embargo ¡tuvimos que hipotecar todo lo que teníamos! Es por ello que los documentos que respaldan la cancelación de los mismos, los conservo como un testimonio. ¡Qué ingenuamente equivocado estaba! Pensé que porque a los Sres. Freund los préstamos se los daban casi de inmediato, conmigo sería lo mismo.
Nace “Torogoz” A raíz de que las ventas al mayoreo a nivel nacional se nos hicieron difíciles, nos vimos obligados a comercializar al detalle nuestros productos. Fue así que constituimos una nueva empresa y pensamos qué nombre debíamos ponerle. Recordé la época de grandes e inolvidables vivencias en 1948 cuando trabajé de boletero en la Estación de Calle Real y disfruté muchísimo admirando la belleza del hermoso y colorido pájaro Torogoz, que algunos salvadoreños no conocían. Su nombre indígena, sonoro y armonioso, me inspiró y decidimos llamar a nuestra industria “TOROGOZ”. ¡A estas alturas me Pintura Miguel siento plenamente satisfecho del nombre que Guardado escogimos! Ahora los salvadoreños sabemos 175
La escalera de mi vida que el Torogoz es “El pájaro nacional de El Salvador”, fue declarado Ave Nacional por Decreto Legislativo No 735 del 21 de octubre de 1999.
El primer nido de Torogoz fue nuestra casa El 23 de junio de 1977 escrituramos esta empresa con mis dos excelentes amigos, a quienes siempre consultaba mis inquietudes: el doctor Rafael Belloso hijo y el licenciado Horacio Castellanos. Nuestra casa de habitación estaba ubicada en Calle San Antonio Abad 2105, su decoración muy caprichosa, era el resultado de mi florida imaginación y la dirección arquitectónica de mi primo Mario Piche. Siempre su decoración me llenaba de entusiasmo porque estaba constituida por elementos Nuestra casa, 1965 y detalles muy modernos para la época. Aquí fue donde se habilitó la planta baja ocupando 240 m2 como sala de exhibición y conservamos ciertos elementos que resultaron adecuados para la exhibición misma. Nos acostumbramos a vivir en la segunda planta (resultó incómodo vivir en esas condiciones pero la operación del traslado la disfruté porque me gusta “botar y construir paredes”). Esta operación nos llevó seis meses de trabajo día y noche. Roberto García, con su proverbial habilidad, convirtió la tienda en una especie de “nacimiento”. Puso a girar lámparas de cristal con motores de lavadoras eléctricas usadas. Un famoso tronco de árbol de bálsamo abandonado en la Autopista Sur, frente a lo que ahora es el Estadio Cuscatlán, sirvió como un “display” o exhibidor caprichoso que incluso giraba, era todo un espectáculo y aún se conserva. 176
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos ¡Fue increíble la mano de obra que se utilizó para movilizarlo y qué aventura vivimos para trasladarlo! Aprovechamos que exhibíamos el producto de Poliuretano para decorar paredes, cielos y puertas con dicho material. No nos explicamos cómo en tan corto tiempo (seis meses) logramos cristalizar el sueño de su apertura. Y así fue que se inició la primera sala de ventas y es a la que en la actualidad llamamos “La Central”. Este es el resultado de “querer es poder”. Con 240 mts2 en su apertura, después de 33 años la tienda tiene hoy 3000 m2. Y se ve así:
“Torogoz” apertura al público (5 de diciembre de 1977)
Esa fecha es histórica en los anales de mi vida y para las empresas “MADYMET” y “TOROGOZ, S.A.” ¡Ese día aperturamos la tienda al público y aquel suceso inolvidable adquirió la brillante lucidez de todo un espectáculo! La nota elegante la puso la recepción que ofrecimos. A esa conclusión llegamos gracias a los comentarios y elogios que los asistentes tuvieron hacia los productos y a nuestra sala de ventas. Se mostraron maravillados admirando la exhibición en general. Asistió a este evento el licenciado Hipólito Murillo, Viceministro de la cartera de Economía, en representación del Ministro de entonces, licenciado 177
La escalera de mi vida Roberto Ortiz Ávalos (quien actualmente es mi gran amigo). El licenciado Murillo dio por inaugurada nuestra Sala de Ventas haciendo alusión a la época cuando yo trabajé en Freund y su padre tenía una pequeña ferretería en esa misma zona. Entre los invitados especiales se encontraba la familia Freund. ¡Increíble la venta al día siguiente! Vale aclarar que esa época era de gran bonanza en el país gracias a que el café había alcanzado un buen precio. Recuerdo a un cafetalero de apellido Magaña, ahuachapaneco que compró alrededor de ¢30,000.00 en diferentes productos para la decoración de su residencia.
“SABAS, S.A. de C.V.” El 8 de agosto de 1978 constituimos esa empresa, con la idea de que se dedicara a la venta de productos no metalizados, similares a los que el inquieto Roberto García fabricaba años atrás y los comercializaba de casa en casa; negocio que por no poderlo atender lo vendió a Balbino Aylagas, español, muy allegado a mi familia. Roberto entonces se dedicó más a su empresa “Moldes Electrolíticos”. Roberto también me sugirió elaborar ese producto y algunos muebles novedosos en material de poliuretano para aprovechar nuestra capacidad de producción. Fue así que en esa fecha escrituramos esa sociedad que lleva el segundo nombre de doña Lidia, mi suegra. Primero establecimos una tienda en la Calle Rubén Darío (San Salvador) y un centro de distribución en Santa Ana para vender de casa en casa, ambas por corto tiempo. La oficina y la sala de exhibiciones estaban contiguas a “TOROGOZ”. En ese entonces creí que no convenía tener un negocio de mercadería tipo “A” y a la vuelta otro con producto tipo “B” siendo afines. Afortunadamente comprendí a tiempo que “SABAS” podía opacar la imagen de “TOROGOZ”. Hoy en día, “SABAS” se dedica a vender servicios contables y a otras actividades. La idea era buena, lo malo fue pretender abarcar mucho en poco tiempo. Recuerdo que en cierta ocasión unos ciudadanos españoles llegaron a visitar nuestra Sala de Ventas, llamándoles la atención 178
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos la forma original en que exhibíamos nuestros productos (dije con anterioridad que su decoración parecía un nacimiento). Los atendí gentilmente y muy sorprendidos de lo que veían me preguntaron: ¿Cuál era el origen de esos productos? Refiriéndose particularmente al cielo de poliuretano y a unos muebles del mismo material, que les captó su atención. Les dije con mucho orgullo: “¡Nosotros los fabricamos!”. Continuaron contemplando a todo alrededor y no convencidos, me cuestionaron: “¿Y las lámparas, recámaras, figuras decorativas y muebles, de dónde los importan?” Sonriente y complacido les manifesté: “Todo lo que ven, ¡nosotros lo fabricamos!”. Uno de ellos me dijo: “Entonces, ¿ustedes tienen varias fábricas?”. Le contesté: “No, es pequeña y se llama “MADERAS Y METALES”. Lo sorprendente fue cuando me dijeron que buscaban esa fábrica para entrevistar a su propietario y venderle unas máquinas dobladoras de tubería de fabricación sofisticada. Su sorpresa fue mayor cuando les contesté: “¡Soy la persona que buscan!”. Conversamos y uno de ellos muy extrañado ante lo que les mostré, me aconsejó diciéndome: “Te has metido con muchos productos, es difícil hacerlos crecer, tienes que tener una gran estructura y un gran mercado”. ¡Aquel tipo no se equivocaba!
“Torogoz” en Metrocentro Nuestros productos eran objeto cada vez más de mayor admiración. La ubicación de nuestra Casa Matriz no es muy adecuada; sin embargo, sus salones internos muy espaciosos, son el resultado de la unión de varias edificaciones, en ellos se exhibió todas las líneas de nuestros productos. El 18 de septiembre de 1978 abrimos una sucursal en el centro comercial “Metrocentro” y resultó ser una ventana para la exportación; esta sala de ventas, compuesta de tres locales, ha resultado ser una magnífica sala de ventas con excelentes resultados, ya que los productos son piezas decorativas. Tanto es así que en esa época las compañías de turismo planificaban visitas de turistas a la compra de productos fabricados con manos salvadoreñas. Esto me 179
La escalera de mi vida trae a la memoria una empresa de turismo llamada “Marilú–tour” que organizaba giras llevando a los turistas a nuestra tienda en Metrocentro y a la casa matriz. Esto me entusiasmó y me hizo proyectarme más. Nuestra Sala de Ventas en Metrocentro se convirtió en una vitrina para los negocios. Considero oportuno dejar plasmado varios casos. En agosto de 1978 el señor Joseph King, jefe de compras de la firma “YAZUMI ELECTRÓNICA. INC.”, con sede en Miami, se presentó a la Sala de Ventas en Metrocentro, mostrando mucho interés por nuestros productos. Nos compró un muestrario de toda la línea de figuras. He aquí lo más interesante: me invitó a conocer su empresa en donde fui objeto de magníficas atenciones. ¡Qué lujo en las oficinas de esa organización! Mr. King me solicitó subir un 15% al producto, indicándome que por nada del mundo bajara el precio porque lo consideraba razonable y que ese porcentaje lo entregara a él. Desafortunadamente, las personas responsables de la negociación solicitaron un descuento, al que por supuesto no accedí siguiendo las recomendaciones del Sr. King, resultado… no se hizo negocio. Comprendí en ese entonces que no teníamos la suficiente experiencia para comercializar en esa área. En septiembre de 1979 nos visitó el Sr. John Deboer, canadiense. Nos ordenó un pedido de figuras decorativas y la fabricación de una mesa de metal con cubierta de vidrio de 2.40 x 1.20 m., con sus respectivas sillas para su oficina. Aprovechamos hacer otra mesa más que se encuentra en mi oficina. Lo mismo sucedió un mes después cuando nos visitó una propietaria de un negocio en Houston, quien mostró mucho interés en nuestros productos y hasta me invitó a que conociera su empresa familiar, hospedándome en su propia residencia; pero ella y su esposo no llegaron a un entendimiento en como comercializar nuestros productos y el resultado fue cero negociación; sin embargo, guardo de ellos un aparato de sonido en mi Sala de Recuerdos (que en esa fecha ya tenía un TV incorporado y era novedoso en esa época) que me obsequiaron y que aún funciona. 180
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
“Torogoz” vuela a diferentes ferias
Haré una breve reseña para relatar los esfuerzos realizados para exportar, y doy gracias a las instituciones de gobierno que nos dieron el impulso necesario. En julio de 1978 participamos en la Feria “SOCIOS PARA EL PROGRESO”, desarrollada en Berlín, República Federal de Alemania. Los productos tuvieron aceptación pero los encargados de los “stands” no supieron canalizarla. Asimismo tuvimos destacada participación en la “FERIA INTERNACIONAL DE DAVID”, en Panamá. En septiembre de ese año, se nos presentó la oportunidad de crear un trofeo para entregar en la “MARATÓN BRACOS INTERNACIONAL”. Metalizamos un zapato marca Bracos y con accesorios de piezas de lámparas de sobremesa elaboramos una presea muy aceptada por los medios de comunicación, que le dieron amplia cobertura. Uno de los organizadores era don Ernesto Rivas Gallont, amigo de mucho aprecio, quien se desempeñó como presidente de Cruz Roja Salvadoreña cuando yo era el tesorero. Ese mismo año elaboramos otra presea para la Farmacia San Nicolás, que a la fecha tiene continuidad. Lo más grande que sucedió en ese Trofeo Bracos, 1979 año fue el ingreso a nuestra empresa de mi cuñada Olga, quien dejó su trabajo de muchos años en la Farmacia Americana. Olga es una mujer muy dinámica, admirable por su capacidad de trabajo y con un innato don de mando. Además, fue muy creativa en diseños y ensamble de lámparas. Olga 181
La escalera de mi vida fue un pilar fundamental en el crecimiento de nuestra empresa. ¡Cómo desearía tener en la empresa a otra “Olga”!
“Torogoz” en Sonsonate
Abrimos una sucursal en Sonsonate llevados por mi entusiasmo pero sin estudio de mercado. Me quedó la duda si la idea de expandir el negocio obedecía al orgullo de estar presente como empresario en el bello y querido Sonsonate que me vio crecer, o para ayudar a la familia de mi hermano Carlos. La Sala de Ventas quedó muy atractiva, su apertura se revistió de elegancia, el alcalde de ese entonces era mi buen amigo Manuel Arce, de grata recordación. Recibimos incontables felicitaciones pero su duración fue por poco tiempo. Me sentía muy entusiasmado y anhelaba abrir tiendas por todos lados, pero reflexioné a tiempo de que no era el momento oportuno, por no tener capacidad para ello. Además, un empresario nunca debe confundir sus sentimientos con los negocios.
De izq. a der.: Yo, Manuel Arce (Alcalde) e invitados.
182
U
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Fecha histórica 15 de octubre de 1979 Parte II
n día antes de esa fecha todo parecía marchar bien en nuestro país, pero sobrevino el golpe de estado contra el gobierno del general Carlos Humberto Romero, seguido por la Proclama de la Fuerza Armada, constituyéndose una Junta de Gobierno integrada por los coroneles Jaime Abdul Gutiérrez y Adolfo Majano, los doctores Manuel Ungo y Ramón Ávalos; y el ingeniero Mario Andino, estableciéndose varias reformas: la Agraria, la Bancaria y la del Comercio Exterior. No soy la persona indicada para hablar de esa situación conocida por todos mis contemporáneos, solamente mencionaré de ello lo mucho que afectó la economía del país, por las consecuencias que incidieron en su desarrollo. Pese a ello, nuestra visión siguió adelante. Jaime Abdul Gutiérrez y Mario Andino forman parte de mi círculo de amigos a la fecha.
Nuestro país convulsionado En 1980 la guerrilla inició en el país la destrucción de fábricas, mientras realizaba secuestros, huelgas y manifestaciones de protesta. El gobierno estaba interesado en promover las exportaciones, pues necesitaba generar empleos y el ingreso de divisas. En marzo de ese año, con la ayuda de la Dirección de Comercio Exterior del Ministerio de Economía, participamos en la “I FERIA DE LAS AMÉRICAS”, realizada en Miami. Vale la pena mencionar lo sucedido: un día lo dedicaban a los grandes compradores y me hice acompañar de un intérprete (recordé la recomendación de don Roberto Freund, cuando me sugirió que debía aprender el idioma inglés para no hacer el papel de bobo). El inconveniente surgió al enterarme que esa persona no sabía lo que yo vendía porque no estaba preparada con 183
La escalera de mi vida la información requerida para negociar. Opté por retirarme antes del cierre de la feria, un poco desconcertado y apenado. Al regresar al país recibí una llamada en horas de la noche de mi amigo de la época cuando jugábamos softbol, Manuel de Jesús Rivas Rodríguez, era el Gerente de la Feria Internacional de El Salvador (asesinado por la guerrilla), quien todavía se encontraba en la ciudad de Miami y era el responsable del Stand de El Salvador. Meme, como le llamábamos cariñosamente, me informó que una firma estaba interesada en mis productos y quería comprar todo el muestrario, por lo que requería mi autorización para transar la venta, la cual se concretizó.
184
E
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Año de duras pruebas y de oportunidades (1981) Parte III
n marzo de 1981 participamos en la “II FERIA DE LAS AMÉRICAS” en Miami. Naturalmente después de la lamentable experiencia en la primera feria, en esta oportunidad me hice acompañar de mi hijo Mario Enrique y del señor Vinton Zwahlen, norteamericano casado con una salvadoreña. ¡Se trataba de un vendedor profesional! Tuvimos éxito en la decoración del “stand” (me atrevo a decir que fue uno de los mejores) y también en los contactos con futuros compradores. En la primera plana del periódico “Miami Herald” y en uno de los programas televisivos locales, apareció un reportaje sobre nuestros productos. Conservo una publicación con la foto donde aparezco con mi hijo. Durante esa época de De izquierda a derecha: Mario grandes convulsiones, hubo en el Enrique, Elmer Velasco y yo. 1981 país mucha violencia y fuga de capitales, que el gobierno trató de impedir. Cuando nos dirigíamos con mi hijo a esa feria, al pasar por la aduana del aeropuerto, los agentes me obligaron a abrir mi ataché, donde llevaba los catálogos, las tarjetas de presentación y los pedidos de la materia prima que debíamos adquirir. También llevaba $7,000.00 en “travelers checks”, billetes y “money orders” en sobres sellados. Lo extraño fue que el inspector abrió dichos sobres y otros en donde también llevaba otra correspondencia personal. Me decomisó 185
La escalera de mi vida los dólares, diciéndome que el BCR sólo autorizaba llevar $700.00. Le expuse el motivo de mi viaje, identificándome para que comprobara mi participación en esa feria, pero no le importó. Cuando escuché el último llamado para ingresar al avión, le dije a mi hijo que fuera solo. Sin embargo, Dios siempre me ha protegido. Toño López, exempleado de Freund (siempre me dijo que yo era como su padre) trabajaba de inspector en la Aduana, él intervino para que me dejaran viajar con mi hijo. Después me enteré que mi salida estaba vigilada porque creían que aún era ejecutivo de los Freund y que viajaba para depositar dinero en los Estados Unidos. Lo increíble fue cuando en migración de Miami me decomisaron el pasaporte. Lamentablemente mi fotografía estaba casi despegada y pasé dos horas en una oficina mientras lo investigaban. Les mostré mi visa múltiple, los documentos de los proveedores con los que había trabajado en ese país y los de mi participación en la feria, pero no les importó y verificaron mi pasaporte con la Embajada en El Salvador. Ese tiempo me preocupó mucho ¡todo por exportar! En esa feria contactamos a dos empresas: “FRANKLIN MINT”, la cual nos pidió que le reprodujéramos los bustos de los Presidentes de los Estados Unidos. La otra fue “TOLEDO”, que sus tiendas estaban instaladas en “Disney World” en Miami y Los Ángeles, California, ésta nos proporcionó muestras de animales para reproducírselos con nuestro sistema de metalización. Su presidente nos invitó a cenar en su residencia y nos sentimos muy importantes. Sabíamos que negociar con esas dos empresas constituía un problema para nuestra fábrica por lo antes dicho. Sin embargo, ambas mostraban un enorme interés por visitar nuestras instalaciones en el país para evaluar la posibilidad de incorporarse a nuestra industria, pues ya habían aceptado los precios y la calidad de nuestros productos. Los visitantes de esa feria, principalmente los cubanos, se entusiasmaron por comprar nuestros productos y dejaban un anticipo para reservarlos. Recuerdo a un matrimonio norteamericano que le gustaron unas esculturas que ya habían sido vendidas. Me facilitaron 186
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos su tarjeta de presentación y anticipadamente pagaron el valor de los productos para que se los enviáramos. En cuanto a él, era nada menos que uno de los integrantes de la Bolsa de Valores Norteamericana. Un año después recibí carta de ellos preguntándonos ¿qué era de nosotros? Creo que se debió a las noticias del país que se conocían en los Estados Unidos. El 24 de marzo de ese año, cuando aún nos encontrábamos en esa feria, nos enteramos del asesinato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, Arzobispo de nuestro país. Los titulares de los periódicos eran muy alarmantes. En ellos podía leerse, entre otros: ¡EL SALVADOR ESTA EN LLAMAS! Por eso aquellas dos empresas que menciono arriba sintieron temor de continuar trámites comerciales con nuestra empresa. A nuestro regreso de Miami, el avión aterrizó de emergencia en Belice. ¡Por poco se estrella! Mi familia nos esperaba en el Aeropuerto de Comalapa, donde llegamos casi a la una de la madrugada. Me llamó la atención la actitud muy misteriosa de la familia. A ese momento, desconocía que ellos habían reportado a la policía que se enteraron que se tramaba el secuestro a mi persona y las autoridades les dieron recomendaciones de seguridad. Fue hasta el día siguiente que me lo manifestaron y tomé las correspondientes medidas. Uno no deja de preocuparse, pero cuando estas cosas suceden, a nadie le avisan anticipadamente.
A veces hay que disfrazar las cosas La experiencia de nuestra participación en las Ferias, me motivó a que debía tener un capital de trabajo, principalmente para exportar. Fue así que platiqué con mi buen amigo sonsonateco, Jorge Alfredo Cea, Presidente del Banco de Comercio en esa época, quien conocía mi empresa y mi visión como empresario. Le hablé de mis proyecciones que requerían un préstamo de ¢200,000.00. Él se puso a mis órdenes y envió a un ejecutivo, señor Sigfrido Valle, para que me atendiera. Lo recibí y muy entusiasmado, me dijo que era hijo de Rosita Valle, quien conocía mi trayectoria y admiraba mis productos. 187
La escalera de mi vida Ese diálogo me permitió pensar que podía hablarle con franqueza, le expuse que a pesar de la difícil situación que pasaba el país y nuestra empresa, no se había despedido a ningún empleado y la planilla de salarios la pagaba puntualmente; que para ello, tuvimos que recurrir algunas veces a préstamos fuera del sistema bancario. El ejecutivo me felicitó y pocos días después recibí una carta del banco notificándome que: ¡Lamentablemente no podían concederme el préstamo, pero que en un futuro cercano estarían dispuestos a servirme! Sin duda alguna esa persona rindió un informe desfavorable de nuestra empresa. Días después Jorge me llamó, lamentando lo ocurrido y me dijo: “Tu humildad y sinceridad fue el motivo para que te negaran el préstamo”. Muchas veces hay que disfrazar las cosas para lograr el objetivo. A la fecha recordamos ese pasaje con mi amigo Jorge, quien dejó la banca y se dedicó a la agricultura y la ganadería. Hoy en día al meditar sobre ese tiempo de crisis económica, vienen a mi memoria los momentos dramáticamente difíciles que viví cuando en ocasiones no tenía ni para pagar la planilla, teniendo que recurrir a préstamos fuera del sistema bancario. Inclusive, había dos personas prestamistas de quienes yo ya me había convertido en cliente permanente. ¡Perdí la vergüenza! y cuando se trataba de cantidades pequeñas hasta busqué a mis amigos como Filo Simán, a quien yo le firmaba “letras de cambio” para que él las descontara en el banco y yo las cancelaba; otros buenos amigos de quienes guardo gratitud imperecedera porque me tendieron la mano en esos momentos muy difíciles son: Jorge Bahaia, Leonel Mejía, Alejandro Lemus, Alfredo y Martita Duarte; llegué hasta el extremo de recurrir a personas como Roberto Allen (Q.E.P.D.), con quien no tenía mucha confianza, pero la necesidad me hizo acudir a él y tuvo el entrañable gesto de ayudarme. Gracias a Dios, mi esposa y mis hijos conocedores de esta situación difícil que atravesábamos, tuvieron un comportamiento muy solidario y fueron totalmente comprensivos de la misma, sometiéndose inclusive a sacrificios que les agradezco enormemente. 188
E
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
¡Mi cumpleaños de oro! Parte IV
l día 9 de abril de 1981 me celebraron mis 50 años de vida, en nuestro Rancho “ROCA MARÍAS”. A esa reunión especial invité a mis amigos y a nuevas amistades. Aproveché esa feliz ocasión para darles a conocer mis dos nuevas metas para el próximo quinquenio: “hacer famoso a TOROGOZ a nivel nacional” y “convertirme en un exportador”, debiendo trabajar con gran esfuerzo, mucho entusiasmo y tenacidad, para lograrlo. En esa oportunidad recibí palabras halagadoras y alentadoras de mis amigos. Esa reunión me motivó más y no la consideré como un agasajo a mi cumpleaños, sino como una forma de festejar un triunfo más de los trazados en “LA ESCALERA DE MI VIDA”. Esa satisfacción se refleja en las fotografías y videos que conservo de esa ocasión, en donde anticipé a los presentes, la invitación a una reunión similar o mejor para 1986. El 8 de mayo de 1981, día conmemorativo para Cruz Roja Internacional, secuestraron a su vicepresidente Filo Simán. La noticia me impresionó grandemente por tratarse de una persona a quien estimo mucho por su sensibilidad humana. Fueron seis meses de sufrimiento. Creíamos que tendría el mismo trágico final de: Ernesto Regalado, Roberto Poma y Mauricio Borgonovo, personas consideradas como “estorbo” por el comunismo. Después se supo que no fue la guerrilla la responsable de esos hechos sino una “mafia organizada de uniformes verdes”. Durante su cautiverio, Filo estuvo encadenado pero con su sabio proceder, utilizó la cadena como un Rosario. Dos días después de su libertad, lo visité, y lo primero que me dijo fue: –Pechito, me enteré que te pusieron una bomba en tu negocio, no te puedes imaginar qué tristeza sentí pero, conociéndote, tuve la seguridad que saldrías adelante”. 189
La escalera de mi vida Relaciono lo anterior, porque el 8 de junio de ese año colocaron una bomba en las instalaciones de “TOROGOZ”. ¡Ya lo esperaba! La tienda, como ya manifesté, era como un “nacimiento” y sus fachadas de vidrio. A pesar que me Primer atentado a “Torogoz”, 1981 recomendaron protegerlas Publicación de La Prensa Grafica con concreto, no lo hice esperando el atentado. Un día antes de esa fecha, recibí dos llamadas telefónicas de un niño y una niña, me dijeron que sería objeto de ese atentado, pero no le di importancia. Ya habíamos cerrado el almacén y me encontraba con dos amigos comentando precisamente la situación convulsionada del país y nos retiramos a las 6:45 de la tarde. ¡Increíble!, habíamos avanzado unos cien metros de distancia del almacén cuando explotó la bomba. Dimos vuelta al redondel cerca del entonces Cine Viéytez y esperamos veinte minutos a que cayeran los techos y la mercadería. ¡Afortunadamente, días antes nos habíamos trasladado a una nueva residencia! No perdí la calma, contemplé en la oscuridad los destellos de los cristales de las lámparas. Lo extraño fue que en pocos minutos llegaron al lugar reporteros nacionales y extranjeros. Uno de los últimos me entrevistó preguntándome: –¿A qué obedecía el atentado y si había daños personales? Como dije antes, me sentí tranquilo y les hice una broma: en mis manos tenía el pájaro “TOROGOZ” disecado que era parte de la decoración del almacén, se los mostré y les dije que lo que más me dolía era la muerte de mi mascota, ellos dijeron: “¡Poor bird!” (Pobre pájaro). Este suceso fue transmitido por los canales de televisión al exterior y lo vio mi prima Olinda, quien residía en San Francisco, California. Para colmo, esa noche cayó una fuerte tormenta y la tienda se inundó. Los seguros no cubrían ese tipo de riesgo. 190
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Debido al atentado a nuestra industria, recibí numerosas demostraciones de solidaridad de mis amigos y clientes que me parecieron maravillosas, quienes me patentizaban su indeclinable aprecio por mi negocio. Ese suceso identificó más a “TOROGOZ” y la empresa obtuvo más amigos. Esos ingratos sucesos me inyectaron mayor fuerza para aplicar mi filosofía de siempre: “En la vida somos lo que pensamos, querer es poder y si actuamos con entusiasmo, siempre tendremos entusiasmo”. A pesar de muchas amenazas a mi persona y a la empresa, no le dimos importancia y seguimos adelante.
¡Por segunda vez me consideran muerto!
Ese año (1981) mataron a Óscar Panameño Serpas y a su esposa, alcaldesa de Jiquilisco. La noticia se difundió internacionalmente y en un ejemplar del periódico “La Estrella” de Panamá, aparecía un titular: “¡Matan a un Panameño no siendo Panameño!”. Además se mencionaba mi participación en las actividades del deporte en vista que el equipo de softball de las Vizcaínas de Panamá vino a jugar con el equipo Freund. Simón de la Rosa, periodista de ese país, acompañó a la delegación panameña y publicó la noticia. ¿Cómo lo supo? Aún lo desconozco, pero conservo ese matutino.
¡Ni los rinocerontes llegan a la cima sin resbalar!
A raíz de la entusiasta aceptación de nuestros productos en ambas “Feria de las Américas” y preocupado por la situación de la empresa y las condiciones del país, pretendía hacer de una pequeña una gran empresa exportadora, sin la capacidad necesaria para esa proyección, en ese momento. Motivado por Alfredo Massi, asilado en Miami, hombre muy hábil para las ventas y de excelente personalidad, que lo demostró cuando fue Gerente de la Sucursal “Caribe” de Freund, en noviembre de 1981 fundamos una compañía en los Estados Unidos que llamé “MYM CORPORATION” y abrimos una sala de ventas en la Coral Way. Quedó bien instalada y elegantemente decorada como “Show 191
La escalera de mi vida Room” (Sala de Exhibición). Abrimos al público el 31 de diciembre, pero lamentablemente dos meses después, una firma venezolana adquirió el edificio para demolerlo y construir un banco. En ese lugar se encontraba un restaurante de Toyita y Ángel Castro, su esposo, de origen cubano de grata recordación, a quienes apreciamos mucho. Ellos nos extendieron su mano amiga y con ella nos relacionamos a la fecha. Retiramos nuestra tienda. ¡Cosas del destino! En 1961, Toyita formó parte del personal de Freund y en este libro la menciono en dos ocasiones. Don Ernesto Freund tenía sus oficinas de negocios a cien metros de nuestro establecimiento, el cual conoció y me llamó la atención diciéndome: – ¡Esto no se lo enseñamos Panameño, todo comienzo se hace sin lujo! Él consideraba que yo había invertido demasiado sin saber si tendría éxito en el mercado. ¡Así sucedió! El problema no era cerrar el negocio, sino cómo vender la mercancía y justificar al Banco Central de Reserva el retorno de las divisas, en vista que las exportaciones estaban controladas por dicha institución. A esa altura me sentí muy desilusionado y al preguntarme la gente cómo me iba, contestaba con frustración: –“A mi me va mal”. Antes de cerrar la tienda, presencié cómo un norteamericano, muy entusiasmado, seleccionaba nuestras figuras de las que compró aproximadamente $387.00. Me sentí satisfecho por su admiración a nuestro producto; sin embargo, al ver que la etiqueta decía “Hecho en El Salvador”, reaccionó airadamente devolviendo la mercadería y argumentó: ¡Lástima que es hecho en ese país! ¡La imagen de los salvadoreños era mala! Casualmente en ese momento yo leía el libro sobre la vida de Aristóteles Onassis. En uno de sus relatos dice: “Nunca demostré estar mal, todo lo contrario, me las ingeniaba para afirmar que estaba bien, por eso la gente creyó en mí”. De inmediato puse en práctica la filosofía de ese personaje rico y famoso, proponiéndome no lamentarme más. Desde entonces, cuando me preguntan ¿cómo te va?, mi respuesta es: –“Yo estoy bien, son babosadas, sólo a los tontos les va mal”. Aquello que llamé un pequeño fracaso me benefició grandemente. 192
L
L
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
¡Una gran oportunidad! Parte V
os secuestros estaban de moda, siendo sus presas rentables los miembros del gran capital y los altos ejecutivos de las empresas transnacionales. Uno de ellos fue el Gerente General de PHILLIPS DE EL SALVADOR, de origen holandés. Por tal razón, decidieron vender esa compañía. Francisco Ábrego y José Muñoz (mi sobrino) trabajaban en esa empresa y conocían sus interioridades y bondades. Ellos me motivaron a buscar la forma para adquirirla. Mi experiencia me permitió encontrar la fórmula mágica para llevar a cabo tal negocio, y fue posible comprarlo con cero inversión. Tond Golden, holandés, fue el negociador de dicha venta. Visitó las instalaciones de “TOROGOZ” causándole buena impresión, pero nuestros estados financieros no llenaban los niveles requeridos según el análisis hecho por la oficina central en Holanda. ¡Cosas del destino! Resultó más útil una carta de referencia suscrita por don Ricardo J. López, Presidente de Cruz Roja Salvadoreña en esa época, en la que elogiaba mi labor de más de quince años de servicio como Tesorero de la misma. A ese documento le dieron mucha importancia los holandeses y así me lo manifestaron. De tal forma que el 14 de junio de 1981 constituimos la empresa que denominamos “IZETA, S.A.” correspondiendo un 25% de acciones a cada uno de los participantes, Francisco Ábrego, José Muñoz, y a nuestro buen amigo Horacio Castellanos, a quien lo habíamos invitado a participar en dicho negocio por sus bondades y experiencia contable. El señor Tond Golden fue el negociador juntamente con el Dr. Luis Ernesto Guandique, conocido como Pipo Guandique, de la firma del bufete “GUANDIQUE-SEGOVIA-QUINTANILLA”; el Dr. Guandique era también el apoderado de la empresa Phillips, esta 193
La escalera de mi vida oportunidad nos sirvió para hacernos amigos e ir a celebrar el cierre de dicha transacción en nuestro rancho que ahora se llama “Chacabum”. Fue una celebración inolvidable (el señor Golden gozó a las mil maravillas). En ese momento todos me llamaban “el tío”; tan es así que Pipo Guandique hasta la fecha sigue llamándome “tío Pana” y siempre que nos vemos recordamos esa inolvidable reunión. Como es el destino, hoy en día, los tres profesionales del bufete mencionado son mis amigos y en ocasiones nos reunimos para disfrutar en Chacabum (¡qué lindo es tener amigos!). Fue así que adquirimos esa empresa con unas condiciones extraordinarias (por no decir, casi un regalo). El negocio fue muy rentable y se canceló el compromiso con los holandeses en el tiempo convenido. Tenía un gran futuro, pero pocas veces he visto gente enloquecida con el dinero. Recuerdo un viaje que hicimos los cuatro con el objetivo de conocer las instalaciones de la Phillips en Holanda, el cual a mí me pareció innecesario y sobre todo que se dejaba la empresa sin ningún mando; siendo el colmo que en lugar de visitar solamente Holanda también nos dirigimos a otros destinos, gastando dinero a manos llenas como lo hacen los millonarios. Obviamente su mala administración y desorden financiero hizo que durara poco tiempo ese negocio. Al principio puse toda mi experiencia obtenida en Freund pero lamentablemente no pude hacer nada pues sólo era un socio más y no compartía su proceder, excepto el de Horacio, y los pactos acordados me obligaban a participar en esos derroches con los cuales yo no estaba de acuerdo, por lo que decidí retirarme.
194
E
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Participando en obras sociales (1982) Parte VI
n 1982 se nos presentó la gran oportunidad de participar con el Club 20-30 en la “I TELETON” a favor de los niños discapacitados. La meta fue de recaudar un millón de colones y se logró. Donamos los reconocimientos y participamos activamente. Dicho evento se transmitió durante veintisiete horas continuas por cadena nacional de radio y televisión. En cada entrega de una presea al artista o patrocinador, el animador mencionaba a nuestra empresa “TOROGOZ”. El año 1983 fue de muchas actividades sociales y deportivas. Algunos de los eventos que nos dieron mucha imagen fueron los de belleza como: Miss El Salvador, Miss Centroamérica, Miss Teenager. A las ganadoras les obsequiábamos como premio una recámara de bronce con todos sus accesorios. Siempre estuvimos presentes en el acto de proclamación de la Reina de los Bancos, Reina de la Asociación de Oficiales Bancarios (ASOB), Reinas de las fiestas patronales (celebradas en muchas ciudades y poblaciones del país). En todos esos actos, la imagen de “TOROGOZ” y la de mi persona eran reconocidas a nivel nacional; en la mayoría participamos como integrantes del jurado calificador y los medios publicitarios daban cobertura a todo ese acontecer. La presea “ROSA DORADA”. Este galardón es otorgado por la Asociación de Asistentes y Secretarias Ejecutivas Salvadoreñas a la secretaria que por sus méritos resulta electa como “SOCIA DEL AÑO DE ASES”. A la fecha contribuimos con esa presea para dicha premiación. ¡Increíble la cantidad de secretarias que asisten a ese gran evento! Todo ello abonaba a la imagen y crecimiento de la empresa. En esa época la prensa deportiva dio amplia cobertura a la reconocida atleta NORMA FRANCO, quien obtuvo el primer lugar en la “MARATÓN DE GUAYANILLA”, celebrada en Puerto Rico. 195
La escalera de mi vida “TOROGOZ” se incorporó a ese triunfo y le obsequió a Norma una recámara de bronce adornada con lindas lámparas y le alfombramos su dormitorio para darle un toque de clase con mayor distinción y belleza. También le metalizamos sus botines con los que participó en ese evento y fue publicado en los diferentes medios, resaltándose nuestro gesto. Después de ese renombrado triunfo, Norma se preparó para participar en la “MARATON DE BOSTON”, famosa a nivel internacional, pero la situación que pasaba el país, o por razones que desconozco, las autoridades no la apoyaron. Nuestra empresa realizó una campaña y recaudó fondos para costear su participación en ese importante evento. Lamentablemente, un ingrato irresponsable la atropelló, frustrando su sueño y el nuestro de verla triunfar. De inmediato, los hombres de la prensa me avisaron para ver qué hacíamos por ella. Colaboramos en su recuperación y la prensa le dio amplia cobertura en sus comunicados, relacionando a “TOROGOZ” y a Óscar Panameño con dicha ayuda. Norma dejó de correr como resultado de ese accidente y se dedicó a coronar su carrera de Medicina. A la fecha nos visita ya como médico. Siempre recordaré a mis buenos amigos que se incorporaron de una u otra manera a estas causas. Uno de ellos es mi querido y recordado Jorge Bahaia, gran impulsador del deporte en el país, principalmente el béisbol. Él y sus dos hijos Eli y Jorge Jr. son actualmente grandes empresarios de mucha sensibilidad humana y gran espíritu para servir a los demás, sin hacer alarde de ello. 196
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos El 24 de noviembre de ese año, secuestraron a Eli y fue liberado hasta el 27 de mayo del siguiente año, manteniéndolo cautivo en condiciones deplorables. Ese acto fue repudiado por la sociedad salvadoreña y los medios de comunicación deportivos que condenaron el hecho, fueron unánimes al mostrar su apoyo a su familia, dado el gran aprecio que tienen por Jorge. Un salvadoreño a quien aprecié por sus dotes artísticas y humorísticas; y lo admiraba por su famosa “matata” que siempre llevaba y lo identificaba, recordándome la época de mi juventud cuando yo vendía refrescos en botellas y panes con frijoles, fue el famoso personaje “Aniceto Porsisoca”. Siempre colaboramos con sus campañas de recolecta. En una que promovió en los Estados Unidos obtuvo sillas de ruedas para personas discapacitadas. Aniceto siempre contó con mi incondicional ayuda, esa vez le diseñamos una presea especial para entregársela al doctor Edwin Martín como benefactor. Los medios de comunicación siempre resaltaban esas acciones. La primera versión del “CARNAVAL DE LAS ESTRELLAS” se llevó a cabo en Noviembre de 1983, en la colonia “Ciudad Satélite” de San Salvador, en el cual tuve el agrado de participar para su realización. Eran este tipo de eventos los que nos ofrecían la oportunidad de crear las preseas con las que se galardonaban a los participantes, lo que a la vez incrementaba nuestra fama. En esa ocasión, como miembro del comité organizador, entregué el reconocimiento a Álvaro Torres, ahora reconocido internacionalmente. Lástima que este calificado cantautor abandonó el país en busca de mejores horizontes, afortunadamente en el extranjero reconocieron su valor artístico. A través de este evento me relacioné más con mis buenos amigos: Roberto Cárcamo, Eduardo Fuentes, Doris Elizabeth, Pablo Ríos (Q.E.P.D.), César Donald (Q.E.P.D.), y otros con quienes participé en la proyección de los valores artísticos salvadoreños. Ese mismo año participamos en la organización del Festival de Teatro Contemporáneo, siendo Director del comité organizador 197
La escalera de mi vida el profesor Ion Cubicec de grata recordación, fundador de la Coral Salvadoreña, a quien le tuve un gran aprecio y admiración, y la licenciada Leticia Castillo Rivas en su calidad de Directora Ejecutiva, este evento tuvo muy buena aceptación y también nos dio la oportunidad de lucir nuestra artística presea que simbolizaba la Diosa del Teatro Griego.
II TELETON
De nuevo participamos en ese gran evento en donde se invitó a Mario Moreno, el famoso “Cantinflas”. Todos esperábamos la participación de ese personaje pero se presentó como Mario Moreno y en condiciones desagradables, al grado que en su actuación fingió hacer una llamada telefónica al Presidente Álvaro Magaña, pretendiendo ridiculizarlo y hubo protestas por ello. Me correspondió acompañar a los niños especiales para entregarle a dicho personaje una presea que diseñamos especialmente para él. Lo hice únicamente por la responsabilidad que tenía con el Club 20-30, organizador del evento. Cuando Televisa de México y TCS de El Salvador se hicieron cargo de montar dicho evento, dejamos de participar en el. Lo interesante es que desde su inicio en 1982 la Teletón ha tenido continuidad y las metas trazadas han aumentado año con año y siempre se han alcanzado con gran éxito. El 17 de marzo de 1986 se constituyó la Fundación Teletón prorehabilitación “FUNTER” para la administración de los fondos que se manejan, y su primer presidente fue mi amigo el Dr. Enrique Borgo Bustamante. Me siento sumamente orgulloso de haber participado en 198
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos ese acto y sobre todo de ser socio fundador de tan noble institución. Los centros de rehabilitación que se han realizado a nivel nacional con el esfuerzo de esta Fundación son verdaderamente admirables, todos sumamente modernos; el último de ellos fue construido en el año de 2009 precisamente en mi querido Sonsonate.
Me identifiqué más con Sonsonate Me uní a la causa de Héctor Armando Magaña, fundador y organizador de “LA CABALGATA ARTÍSTICA DE SONSONATE”. Él no escatimaba esfuerzos para obtener los trofeos donados por diferentes medios y cada uno de ellos llevaba impreso el nombre del patrocinador. Con dichos trofeos galardonaba a los artistas y conjuntos musicales, quienes ad honorem, y para honrar a la Virgen de Candelaria, participaban en dicho evento.
En una ocasión, Héctor me solicitó un trofeo y conociendo las bondades de nuestra industria le ofrecimos diseñar una presea especial que denominamos “ZENZONTLATL de PLATA”, la que es 199
La escalera de mi vida entregada desde el año de 1983. Qué satisfacción nos dejó este evento porque vimos desfilar a muchos reconocidos artistas nacionales, entre ellos: los Hermanos Cárcamo, Paquito Palaviccinni, Eduardo Fuentes, Doris Elizabeth, Pablo Ríos, el Trío Escobar Ancalmo, César Donald y otros, quienes mostraron mucho aprecio y admiración a esa presea. En esa ocasión me comprometí públicamente a dar seguimiento a este evento y dije: –¡Héctor Armando Magaña puede morir, pero la Cabalgata Artística vivirá mientras yo viva! Cosas del destino porque él falleció dos años después y siempre estará presente en espíritu en esta actividad, que cada año se celebra mejor. Esa presea tiene mucho significado para mí, porque va dedicada a ese pueblo que me vio crecer y en donde aprendí mucho de la vida. Me siento muy orgulloso de ser Presidente Honorario del Comité Organizador, distinción que disfruto porque recuerdo mis vivencias en ese lugar. Conservo un reconocimiento que me entregaron el 25 de enero de 1993. “TOROGOZ” también se identificó con el evento “EL RINCÓN DEL ARTISTA DESCONOCIDO”, realizado para ayudar a pintores con talento, pero sin recursos económicos para darse a conocer por otros medios; y nuestra empresa montaba exposiciones con sus obras. Conservo varias pinturas de “Batres”, “Marroquín” y otros. También algunas esculturas de Rodolfo Estrada, hijo de Valentín Estrada, sobre todo la famosa escultura de su padre: “La Cosecha”; el original, tallado en madera, es propiedad del Museo Nacional. Él fundió en bronce su obra para mi persona, con una dedicatoria especial. Debo decir que entre otras que poseo, es la más valiosa, pues tiene mucho significado para mí. Me satisface haber ayudado a Valentín y a su esposa hasta en su último día. 200
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Para finalizar el año de 1983, el Dr. Álvaro Magaña (mi profesor cuando estudié Administración Pública) fue nombrado Presidente de la República por la Asamblea Legislativa. El Dr. Magaña nos solicitó que diseñáramos un producto especial que tuviera un significado con nuestro país para obsequiar a personas extranjeras. Le diseñamos una “pirámide” construida con arena de la playa “Los Cóbanos”, en uno de los lados tallamos el escudo de nuestro país y en el otro la leyenda “Un pedacito de tierra de El Salvador” (pieza que fue de su agrado).
201
N
La escalera de mi vida
¡De trofeos a preseas! (1984) Parte VII
o cabe la menor duda que nuestra empresa revolucionó el sistema de premiación en todas las actividades del país. La Constancia, S.A. y el Círculo de Informadores Deportivos (CID) estimulaban cada año a los atletas destacados en todas las disciplinas y les entregaban como reconocimiento un trofeo que adquirían en plaza. Ese año La Constancia, S.A. y el CID promovieron un concurso para el diseño y denominación del trofeo, el cual se declaró desierto. Anticipadamente se publicó el lanzamiento de la nueva premiación. Fue así que los señores del CID con representantes de La Constancia, S.A., me solicitaron diseñarlo. Había urgencia porque quedaba poco tiempo para el evento. Lo diseñamos y denominamos “LA ESPIGA DORADA”. El CID en agradecimiento le dio mucha publicidad ya que terminamos contribuyendo con la donación del modelo. A la fecha, el evento es uno de los más relevantes en el área deportiva y social. De aquí nació el slogan “¡TOROGOZ - EL SELLO DE LO BELLO!”. En esa ocasión conocí al licenciado Roberto Murray Meza, Presidente de esa importante empresa, a quien admiro, estimo y considero que el aprecio es recíproco. Ese evento también nos brindó la oportunidad de diseñar varias preseas para diferentes eventos, lo cual en la época, nos permitió un auge en nuestra capacidad de diseño y producción, sirviendo también para que los medios de comunicación le dieran amplia cobertura. “TOROGOZ” tiene un lugar especial en sus instalaciones en donde se exhiben todas las réplicas de las preseas elaboradas para clientes tanto locales como extranjeros. 202
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
“Torogoz” impulsa el deporte
Con la creatividad que caracteriza a “Torogoz” se elaboraron diferentes preseas como “EL BOTÍN DE ORO”, que se otorgaba en el fútbol nacional al campeón goleador del mes. Esa distinción llegó a ser tan importante que cuando la ganó un jugador argentino, en una crónica deportiva del periódico “Gráfico de Argentina” (en junio de 1983), apareció publicada la entrega de ese reconocimiento. Pertenecí al comité organizador de los Juegos Deportivos Universitarios. En diciembre de 1983 se le dio amplia cobertura a su clausura, es una lástima que no haya tenido continuidad. Podría mencionar muchos otros eventos a los cuales la prensa deportiva les dio mucha publicidad. También nos involucramos en los “Juegos Juveniles” y colaboramos con el profesor Armando Contreras Palma, entonces Director General de Educación Física y Deportes. En noviembre de 1986, con el profesor Alberto Colocho (Q.E.P.D.), Presidente del INDES y organizador de los Primeros Juegos Deportivos Nacionales, nos involucramos en el desarrollo de dichos juegos y elaboramos para esa actividad una presea especial denominada “VICTORIA NACIONAL”. Resultó un programa interesante que benefició al deporte local y que tuvo una organización a nivel nacional, ya que se invitó a que participaran en ellos a los que practicaban los diferentes deportes que se promovían en todos los rincones del país. A la fecha me satisface trabajar y colaborar con los dirigentes de ese organismo. Colaboramos con varias federaciones deportivas en la elaboración de preseas, especialmente la de Ciclismo, comandada por el ingeniero Enrique Rojas, de origen colombiano, persona muy entusiasta y con mucha visión. En la Primera Vuelta Ciclística a El Salvador, de carácter internacional, participaron ciclistas rusos, cubanos, franceses, norteamericanos, colombianos, centroamericanos en general, fue todo un acontecimiento internacional. A “TOROGOZ” se le concedió un espacio en el programa y me sentí honrado de dar el respectivo 203
La escalera de mi vida “banderillazo de salida” frente a nuestras instalaciones, en donde también aprovechamos para darles una serie de atenciones cuando algunos de ellos ingresaron a nuestra sala de ventas. Ese acto espectacular fue cubierto por los medios de comunicación. Podría mencionar más eventos deportivos nacionales e internacionales en las diferentes ramas, como el “CAPLA” cuyo presidente del comité organizador era el ingeniero José Guandique en Boliche y el ingeniero Rafael Castellanos en el Campeonato de Natación a nivel centroamericano, México y el Caribe. Estos dirigentes trabajaron muchísimo para que estas disciplinas tuvieran gran éxito. Todos los atletas internacionales mencionados recibían con gran respeto y agrado sus reconocimientos, los cuales no eran un trofeo tradicional, sino una presea especial para cada evento, que por su belleza, solidez y su fino acabado metálico, les causaba admiración. No puedo dejar de mencionar nuestra participación en las “OLIMPIADAS ESPECIALES” del año 1983 de la cual fui miembro del Comité Organizador. Su presidente era el señor Ricardo Díaz Bach. Este evento es el que más he disfrutado y me siento orgulloso de haber sido parte del mismo. Primero, porque admiro la valentía de los “deportistas especiales”, y segundo porque me enseñó a comprender que todo verdadero esfuerzo merece ser premiado. En el acto de premiación de las Olimpiadas Especiales, observé que sólo se entregaba medalla a los ganadores, los demás niños no entendían por qué a ellos no se les entregaba y se me ocurrió otorgarles medallas de participación a todos; así los participantes resultaban ganadores y se mostraban muy felices al igual que su familia, lo cual me produjo muchísima satisfacción. Hoy en día esos eventos se llevan a cabo a nivel mundial. En junio 2007 se realizaron en Shangai, China y nuestros atletas obtuvieron muchas medallas de oro y plata en diferentes disciplinas. ¡No deja de sorprenderme la vida! Cecilia, quien contribuyó a la elaboración de este libro, es madre de tres hijos, los dos mayores son “especiales”. Ella me comentó que conserva las medallas que 204
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos conquistaron sus hijos en una de esas olimpiadas especiales y manifiesta su legítimo orgullo por “sus campeones”. También por ella siento mucho aprecio y la admiro por su abnegación hacia esos niños, pero Dios la ha premiado con otra hija, una niña muy brillante que ya cursa estudios superiores en una de las mejores universidades del país. Todo ello me hace recordar la famosa enseñanza: Siempre hay que ser justos en nuestras apreciaciones de lo que nos presenta la vida. Viene a mi memoria el caso del hombre que protestaba porque no tenía zapatos ¡hasta que se encontró con alguien que no tenía pies! Como recuerdo de esas olimpiadas, conservo un diploma de reconocimiento suscrito por Edward Kennedy y Eunice Kennedy, fundadores del “Programa de Olimpiadas Especiales” en los Estados Unidos de Norte América.
Me tomaría mucho espacio en las páginas de este libro relatar otros detalles al respecto; sin embargo, me complace mencionar nuestra sólida contribución al deporte del país, porque tengo la convicción de lo importante que son las actividades deportivas en el desarrollo físico y mental de los jóvenes. Como dice el dicho: “Mente sana en cuerpo sano”, por ello puedo también decir, sin temor a equivocarme, que el deporte tiene un gran valor para el progreso del país. 205
La escalera de mi vida
¡Torogoz con la juventud!
Diseñamos la presea “EMPRESARIOS JUVENILES”. Me cabe la satisfacción de haber contribuido en este valioso programa en el que mis hijas participaron durante tres años, alcanzando los niveles más altos posible. Las dos fueron favorecidas en varias ocasiones con becas para asistir a congresos en diferentes países. Esa experiencia les ayudó mucho para aprender a cómo organizar y administrar una mini empresa, destacándose y contribuyendo durante dos años al programa como asesoras. Por varios años nuestra empresa patrocinó una de las mini empresas de ese programa en el cual participaron mis dos hijas como asesoras. Se estimulaba a esas mini empresas en muchas actividades: la que diseñaba el mejor producto, la que tenía mejor estructura organizativa, la que sobresalía en sus ventas, etc. En una ocasión, de diez premios entregados, ocho los obtuvo la mini compañía gerenciada por mis hijas. ¡El objetivo era ganar! Conservo el recorte de uno de los periódicos (octubre de 1988) del acto de clausura del Programa Regional “Líderes del mañana” que se efectuó en uno de los más elegantes hoteles de esta ciudad. Me gustaba impartir charlas de superación a esos jóvenes. ¡Cómo es la vida!, aquí reaparece la enseñanza de mi abuela: “Todo lo que sucede en la vida es lo mejor, por algo sucede”. De las experiencias en Empresarios Juveniles, mis hijas obtuvieron una valiosísima escuela que les ha servido mucho en la vida para sus logros en el desempeño de sus cargos en nuestra empresa. 206
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Parte del éxito de Torogoz fue su identificación con los medios de comunicación
La vida me deparó en su oportunidad conocer a tres destacados periodistas y mi amistad hacia ellos creció con el transcurrir de los años. Esa relación tiene un valor en mi vida y, por consiguiente en “TOROGOZ”. Me hizo descubrir que toda empresa lleva implícita una proyección hacia la sociedad, a través de obras y acciones, las cuales, por su importancia, merecen la atención de los medios de comunicación. Me refiero a Roberto Flores Pinto, Rosalío Hernández Colorado y a Guillermo Peñate Zambrano, cuya amistad con los tres ha trascendido al grupo familiar. Durante el “Primer torneo de tenis de periodistas”, celebrado en septiembre y clausurado el 7 de octubre de 1984, hubo bastante participación, destacándose el famoso tenista Edmond Jeanpierre, quien enseñó a jugar tenis a los comunicadores. La premiación se realizó en un hotel capitalino y fue un acto de mucha categoría, al que asistieron sus esposas, quienes les entregaron los reconocimientos. La idea era hacer la Asociación de Esposas de los Comunicadores. Ellos muy agradecidos, me entregaron un diploma en cuero quemado, ingeniándoselas para evitar que me enterara de su realización. Viene a mi memoria cuando nos unimos un grupo de personas para homenajear en vida a uno de los periodistas deportivos de mayor estima en esa época por su gran trayectoria: Fonchito Araujo. En dicha ocasión recuerdo que entre el grupo de personas estaban Roberto Murray Meza, Eduardo Cáder, mi recordado amigo Eduardo Palomo (Q.D.D.G.), y Roxana Tinoco. En casa de Roxana organizamos una cena para entregar a Fonchito una presea y un paquete vacacional a Cancún. A esta reunión también asistieron sus colegas periodistas. 207
La escalera de mi vida Posteriormente, se estimuló a otros periodistas. A título personal decidí continuar con esta tradición; para ello, he tratado de conservar la entrega de dichos estímulos “en vida” a personalidades del periodismo que han dado mucho al país. El homenaje puede ser sencillo pero lleno de cariño y con mucho amor y sinceridad, como el que le hicimos a mi amigo Héctor Mena, el cual se hizo en las instalaciones de Torogoz. También recuerdo que concebí que se le hiciera un homenaje, a don Rosalío Hernández Colorado, en cuya organización participé junto con personeros de La Prensa Gráfica, Radio Cadena YSKL, Club Rotario y Universidad Tecnológica, instituciones en las cuales “Don Chalío” dejó cátedra. Me sentí muy satisfecho de participar en un evento de tal magnitud que fue cubierto en vivo durante las dos horas que duró por el canal nacional de televisión y la prestigiosa Radio Cadena YSKL. Cabe también mencionar que el periódico “La Prensa Gráfica”, en donde él laboró por muchos años, dedicó amplios espacios al mismo. La empresa “La Constancia” dio su apoyo económico en vista de que “Don Chalío” fue un pilar principal para la creación de “La Espiga Dorada”. Don Rosalío Hernández Colorado ha hecho historia en este país. Este accionar nos exigía estar presentes en muchas conferencias de prensa, actos de inauguración y en clausura de eventos realizados en los diferentes departamentos de la República. Era una labor fatigosa pero la disfrutábamos. Siempre asistíamos, porque sabíamos que ello complacía a los organizadores. Increíblemente, en cierta ocasión estuvimos presentes en tres eventos en una misma noche. Luego vino la recompensa. Debo admitir que esa filosofía benefició a nuestra empresa, pero nunca imaginé que la identificaría tanto con los medios y los comunicadores, que llegaría a ser tan fuerte y sólida. Menciono los nombres de algunos de ellos como un reconocimiento: Roberto Flores Pinto, Víctor Martínez (El Ratoncito), Guillermo Peñate Zambrano (Q.E.P.D.), Héctor Mena, Roberto Aldana (Q.E.P.D.), Sergio Gallardo, Don Chalío Hernández Colorado (Q.E.P.D.), Salvador Merino (La 208
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Zorrita), JC Piedrasanta, Carlos “Escopeta” Osorio, Raúl Beltrán Bonilla, Flavio Villacorta, Raúl Alfredo “Araña” Magaña, “Chiqui“ Fernández y “Chamaco” Alfaro (estos tres últimos ya fallecidos) y Tony Saca, quien llegaría a ser Presidente de nuestro país; mantengo buenas relaciones con todos aquellos a quienes nuestro buen Dios aún nos mantiene en este lugar. Me enorgullecían los resultados obtenidos en esa época. Claro, detrás de todo ello había mucho trabajo. Cabe mencionar nuestra admiración y respeto por Ana Silvia Colorado, quien por muchos años fue nuestra encargada de Relaciones Públicas. Ella, con su experiencia y habilidad, supo ganarse la simpatía de los comunicadores, lo que contribuyó al engrandecimiento de nuestro Departamento de Reconocimientos. Mi relación con los medios de comunicación fue muy gratificante, dejándome la convicción de que puede haber una interacción profesional verdadera. Esa fue una época de mucha unión y de aparecimiento de ideas que fortalecían a “TOROGOZ” y demandaban que tuviéramos presencia en los medios de comunicación, lo que mereció la atención de una universidad capitalina que se interesó por conocer nuestra estrategia de mercado. En cierta ocasión, unos estudiantes de mercadeo de esa universidad me visitaron para saber cómo TOROGOZ se posicionó en el mercado de reconocimientos con cero costos de inversión monetaria. También a los señores de la prensa continuamente les manifestaba mi filosofía de impulsar las nobles causas con honestidad y sinceridad. Además, les dije lo que mi abuela Ramona decía: “Dan darán dicen las campanas”, que me ha funcionado tanto que he recibido más de lo que imaginé y por ello me considero en deuda con la vida, lo que me obliga a que siempre, con una sonrisa, haga el bien que pueda y a continuar “barriendo bien para no quedarme de barredor”.
209
C
La escalera de mi vida
“Torogoz” atendió al gobierno aun en tiempos difíciles Parte VIII
uando trabajé en Freund, tuve la oportunidad de conocer al ingeniero José Napoleón Duarte, quien llegó a ser Presidente de la República. Durante su administración, ordenó remodelar la Casa Presidencial y la obra estuvo a cargo del arquitecto Reynaldo Renderos, hijo de don Isaac Renderos, cliente de la Compañía Distribuidora en la década de los 50´. El arquitecto Renderos conocía nuestra empresa y le dio preferencia a nuestros productos, fue así que se utilizaron los paneles decorativos de poliuretano y lámparas decorativas diseñadas especialmente para dicha obra. El señor Ministro de Defensa de esa época nos solicitó que le sugiriéramos un producto para entregar a los visitantes o para llevarlo en misiones oficiales. Le diseñamos una escultura precolombina metalizada denominándola “El Dios de la Guerra” porque representaba la “fuerza”, la cual le pareció. También diseñamos y fabricamos dos monumentos alusivos al soldado. Uno era un soldado con uniforme de Agente de la Policía de Hacienda, y el otro con el uniforme del Departamento de “Ingeniería y Transmisiones”. Estos trabajos los hicimos mediante el proceso de electro-depocitación, metalizando todos los implementos que utilizaban los soldados. Resultó un trabajo muy interesante, pero en ese entonces, debido a la situación bélica del país, la labor se hizo con extrema reserva por la seguridad de nuestra familia y del personal. Elaboramos los escudos para las guarniciones militares, las brigadas y los batallones, los miembros del ejército llevaban como reconocimiento en misiones 210
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos oficiales e intercambiaban entre ellos y los exhibían en sus oficinas. También decoramos el despacho del señor Ministro de Defensa y las oficinas de las comandancias, etc. El Coronel Francisco Morán, Director de la Policía de Hacienda de esa época, le dio mucha importancia al comedor y dormitorio del soldado de esa unidad. Nos pidió que los amuebláramos y los decoráramos, aduciendo que ellos luchaban por la seguridad de los salvadoreños y merecían dormir y comer bien. El Coronel Morán reconoció nuestro trabajo y responsabilidad, así como mi honestidad. Allí conocí a muchos militares con quienes a la fecha me relaciono, principalmente con el Coronel Francisco Morán y el Capitán Ricardo Poso, quien luego fue ascendido a coronel. El Coronel Morán me llegó a tener mucha confianza y podría decir que también aprecio, él sabía que yo me arriesgaba al visitar la Policía de Hacienda para atenderle en sus ideas, muchas de ellas muy atrevidas, como cuando hicimos el monumento en memoria al soldado caído y la decoración del “Tunel 2000”, un lugar de esparcimiento. Recuerdo cuando el Mayor Roberto d’Aubuisson fue capturado y remitido a la Policía de Hacienda, la pasó tan bien que cuando le fue dada su libertad no quería irse. También el 7 de mayo de 1983, Día del soldado, me invitaron a celebrar con ellos. Yo esperaba un acto militar, pero fue una reunión social en el famoso Túnel 2000 (decorado por nuestra empresa) que finalizó en la madrugada ¡Qué celebración! Recuerdo la llegada del Mayor Roberto d’Aubuisson, entonces Presidente de la Asamblea Legislativa, entrando con ritmo de a go go chachachá. Todo esto me dio la oportunidad de conocer el pensamiento militar y político de la época relacionado a ese descabellado conflicto bélico que vivía el país, pero esa es otra historia. Mí único objetivo era atenderlos como clientes y de manera profesional. ¡Sorpresas que da la vida!: El Coronel Morán hombre de armas durante la guerra civil del país, que nos encomendó los monumentos al soldado, ahora se dedica a obras de profunda religiosidad y encargó 211
La escalera de mi vida a Torogoz la realización de una escultura dedicada a San Vicente, para ser colocada en la puerta principal de la Catedral de dicha ciudad. ¡Otra increíble sorpresa! Aquí en esta ciudad de San Vicente surgió otra de las agradables coincidencias a las que me refiero me ha presentado la vida: en esa época en que elaborábamos la escultura dedicada a San Vicente, estaba como auxiliar del Obispo de la Diócesis de dicha ciudad, Monseñor José Luis Escobar Alas, quien era el responsable del proyecto y desde esa fecha nos hicimos muy buenos amigos, siendo él un fiel admirador de nuestra línea religiosa y sacra. Ahora es el Obispo de San Salvador.
Un trofeo de guerra ¡Cosas del destino! Después de la firma de los Acuerdos de Paz, el FMLN se convirtió en cliente de nuestra empresa, comprándonos placas de reconocimiento, pines, gafetes y otros productos más. En los Acuerdos de Paz estaba un convenio sobre la destrucción de las armas de guerra, a unas de ellas únicamente se les obstruyó el funcionamiento para convertirlas en “trofeos de guerra”. Fue así que en Torogoz se hizo el montaje y la elaboración de las placas con la historia de cada fusil. Joaquín Villalobos, a quien considero muy inteligente y supongo que con una nueva visión de nuestra realidad, y su esposa Roxana tenían la responsabilidad de este trabajo. Me obsequiaron una de ellas. Este trofeo de guerra y una réplica en latón de los Acuerdos de Paz, se encuentran en mi “sala de los recuerdos”. 212
C
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
CAPÍTULO VIII
¡Un santo varón en mi camino!
onocí al Padre Flavián Mucci en el año de 1978, él era entonces un sacerdote que ya había iniciado exitosamente su peregrinar misionero por estas tierras. Siendo un franciscano y ciudadano americano fue trasladado, por gracia del Señor, de Guatemala a El Salvador el 9 de julio de 1967. Y también, por gracia del Señor, lo ubicaron en mi querido Sonsonate. El año en que le conocí, abría el comedor para los pobres, habiendo comenzado así su magna obra: ÁGAPE. Desde esa fecha en que vi su nobleza y entrega, comencé a colaborar con él de manera solidaria y me he prometido hacerlo hasta que Dios me lo permita. A inicios de 1985, nuestra amiga, doña Lidia de Arrieta, dueña del famoso Castillo Venturoso, ubicado en la Alameda Roosevelt de esta ciudad, vendió su propiedad al Banco Agrícola Comercial. Antes de que esa institución tomara posesión de esas bellas instalaciones, ella entregó a mi hijo Mario Enrique dos esculturas religiosas esculpidas en mármol, procedentes de Italia. Las figuras que se encontraban en ese lugar, además de ser grandes por sus dimensiones eran de enorme belleza. Doña Lidia deseaba donarlas a una institución donde las apreciaran. Fue así que mi hijo pensó en ÁGAPE. Sin escatimar esfuerzo alguno, mi hijo se las ingenió para trasladar las dos esculturas y las colocó en los recintos de ÁGAPE. Esta acción logró que nuestra amistad con el Padre Flavián Mucci se solidificara. Esas imágenes religiosas nos inspiraron también para que visualizáramos un recinto religioso en donde nuestro hijo Mario Enrique pudiera desposarse, ya que me había manifestado tal deseo. Nuestra amistad con el Padre Mucci nos dio la pauta para que en 1986 le solicitáramos que oficiara la boda de mi hijo Mario Enrique 213
La escalera de mi vida con Margareth, en ese lugar, el cual dicho sea de paso en ese entonces no tenía instalaciones como las que tiene hoy en día; la santa misa como la reunión social, gracias a la notable creatividad y capacidad organizativa del Padre Mucci, fueron eventos inolvidables. Hablar del Padre Mucci es escribir una historia aparte. ¡Increíble!, hasta ahora tiene a su cargo cincuenta y tres programas de gran beneficio a los necesitados. El presupuesto del año 2008 fue de ocho millones de dólares y la planilla es de 2,000 trabajadores. Ha sido tan visionario que Ágape está certificado con el ISO 2000. Dentro de esos programas están el Canal 8 ÁGAPE TV y la “Radio Luz” cubriendo todo el país. Cuenta con muchos televidentes y radioescuchas que día a día se alimentan espiritualmente con los bellos mensajes que él predica, para invitar a nuestra sociedad a transformar nuestro mundo en un mejor lugar para vivir. El Padre Mucci, ahora ciudadano salvadoreño, ha recibido del gobierno las máximas condecoraciones que un personaje puede recibir en su vida. Muchas instituciones han reconocido su gran obra. ¡En vida hermano, en vida! Doy gracias a Dios por permitirme tener tan bella amistad con él. Lo que yo pueda hacer para ayudar a su noble misión, lo haré de corazón. La forma como él sirve a los necesitados, ha sido para mí un gran ejemplo e inspiración para poner en práctica aquellos sabios consejos de mi querida abuelita. En los momentos que comparto con él me irradia paz, lo que disfruto mucho. Él es mi mejor amigo y consejero espiritual. Escribir las reconocidas obras benéficas del Padre Mucci me requeriría de otro libro, los resultados de su obra la apreciamos los salvadoreños. Homenaje “Hombres fuertes Me cabe la satisfacción que en 1991 de la Cabalgata Artística ambos fuimos homenajeados como Candelareña”. Sonsonate. “HOMBRES FUERTES DE LA 1991 214
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos CABALGATA ARTÍSTICA DE CANDELARIA” en Sonsonate, presea institucionalizada por la Fundación Emilio Zedán y diseñada y elaborada por nuestra empresa, la cual se otorga a las personas identificadas con las obras sociales en dicho departamento. En noviembre de 1985 se realizó la V Carrera de Relevos San Salvador-Sonsonate, organizada por ASA (Asociación Salvadoreña de Aeróbicos), su presidente en ese entonces era el Doctor Benjamín Ruiz Rodas, para ese evento diseñamos una presea especial con el slogan “ÁGAPE ES AMOR, ASA ES SALUD”, con el propósito de dar a conocer a ÁGAPE. Este evento lo disfruté porque la premiación estuvo a cargo de los ancianitos de dicha institución y los medios de comunicación le dieron una amplia cobertura.
Historia de un crucifijo, promesa no cumplida
En cierta ocasión, una señora y su esposo visitaron Torogoz porque se enteraron que fundíamos el bronce. Los recibí y me mostraron un lindo crucifijo y me solicitaron fundirlo. Me contaron que fue utilizado para “hacer mal” a algunas personas. Me dijeron que les prometiera que lo fundiría y les dije que sí, pero pensé que no era lo correcto. Noté el buen arte de ese crucifijo e incumplí mi promesa. De inmediato llamé al Padre Mucci comentándole lo sucedido y me dijo que se lo llevara. Así lo hice. Cuando conducía por la carretera a Sonsonate con rumbo a las instalaciones de ÁGAPE, vino a mi mente lo absurdo de las personas que utilizan “una imagen religiosa” para otros fines. ¡De repente sentí temor y recordé el pasaje de la “Siguanaba”! El temor pasó y cuando llegué a mi destino, el Padre Mucci me recibió muy 215
La escalera de mi vida contento. Al entregarle el crucifijo me dijo: “¡Qué lindo regalo me traes!”, y besó aquel crucifij. ¡Me volvió la calma! Mi amistad con el Padre Mucci ha sido tan solidaria que se da el caso que entre ambos nos comunicamos y pedimos consejos mutuamente, de manera que le siento como a un hermano más que a un amigo.
216
E
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
CAPÍTULO IX
Se constituye “OPANAM”
l 20 de noviembre de 1985 nació una nueva empresa que denominamos “OPANAM”. Como siempre, intervino mi amigo Horacio y mi primo Lito. Una sociedad con la figura de un “holding” que la hacíamos no porque fuéramos grandes, sino porque ello me evita dejar problemas en un futuro que pudieran separar al grupo familiar. Siempre he sido justo con mi esposa e hijos y con mucha satisfacción he dicho que puedo morir sin un centavo, pero en completa tranquilidad, sin dejar problemas.
Meta cumplida (1986)
Como lo mencioné, en 1986 (en la fecha de mi cumpleaños), nos reunimos para dar a conocer a mis amigos, los que estuvieron en 1981 y a mis nuevos amigos, mis metas logradas y por lograr. Esta vez dije a los presentes: –¿Están de acuerdo conmigo que “TOROGOZ” está identificado con los diferentes medios?– La respuesta se hizo sentir mediante un fuerte aplauso y en las palabras de elogio de mi querido amigo Filo Simán. Sobre mi segunda Don Filo Simán y yo meta: convertirme en exportador, con sinceridad y con prudencia les manifesté: –“¡No se ha cumplido pero insistiremos, tengan la plena seguridad que lo lograremos, no sé cuándo, pero lo 217
La escalera de mi vida lograremos!”. (Escuché entre los presentes una rechifla amistosa). Sin embargo, aproveché la ocasión para darles a conocer mi nueva meta para el siguiente quinquenio: “Mejorar la infraestructura de “TOROGOZ” y “Maderas y Metales”, así como llegar a ser los mejores en nuestra línea en el área de premiación y reconocimientos. En otras palabras, obtener el liderazgo en el mercado nacional”.
Premio “Superación 86”
En junio 21 de 1986 fui galardonado por la Sociedad de Comerciantes e Industriales Salvadoreños con lA “PRESEA SUPERACIÓN 86” en la rama de la Industria. Su diseño y realización se encomendó a “Torogoz”, sin imaginarme que dicho galardón sería para nuestra empresa. Conservo el recorte de un artículo de la revista de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador cuando fui entrevistado con motivo de ese estímulo. Los medios de comunicación le dieron amplia cobertura al acto de José Ayala y yo entrega. El presidente de la Sociedad de Comerciantes e Industriales en ese entonces era José Ayala, hijo de don José Ayala Pacheco, quien era dueño de un almacén en Sonsonate; Chepito, como le decíamos, era un niño muy tranquilo que tenía la característica de vestir siempre pantalones cortos. ¡Quién iba a pensar que llegaría a ser un líder empresarial!
El terremoto de 1986
En octubre de ese año ocurrió en el país una ¡hecatombe! que hizo estragos en muchos lugares. Me encontraba sesionando con la Junta Directiva de Cruz Roja Salvadoreña, presidida en ese entonces por 218
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos el Ing. Gustavo Cartagena. Dados los acontecimientos, solamente tuve la oportunidad de hacer una llamada telefónica a la familia, manifestándoles que me quedaría en Cruz Roja en unión de los demás Directivos para apoyar las actividades de socorro de la Institución. Por supuesto que pensé en mi familia y supliqué a Dios que estuvieran bien. Al presentarme con mis familiares los noté muy calmados, resultado de lo muy bien que se organizaron. Lo que más me produjo satisfacción fue que “no habían dependido de papá” para sobrellevar la tragedia. Lo hicieron todo muy bien en mi ausencia. Hasta entonces supe que el edificio de la empresa no sufrió daños. Ese momento me recordó la actitud de don Roberto Freund cuando sucedió el terremoto del 3 de mayo de 1965. En ese año yo construía las edificaciones de lo que ahora es “TOROGOZ” y don Roberto dio la orden a los ingenieros de cambiar el diseño de la estructura para hacerla a prueba de sismos. Después de ese siniestro, vimos los resultados.
“Torogoz” cumple diez años (1987) Celebramos en el local de “Torogoz” su primera década de haber sido fundado. Ofrecí una recepción a los invitados y me sentí muy orgulloso de su resultado. Para ese acontecimiento recibimos muchas muestras de felicitación y una enorme cantidad de arreglos florales, que me hicieron recordar el día en que nacieron mis gemelas. Lo más grato fue la presencia de reconocidos empresarios. Varios de ellos hicieron uso de la palabra: Hipólito Murillo, quien estuvo presente en el acto de apertura de nuestra industria el 5 de diciembre de 1977, cuando se desempeñaba como Viceministro de Economía, diez años después asistió como amigo invitado. Dirigió unas palabras recordando nuestros inicios y nos elogió por el éxito y la continuidad de la empresa. No podía faltar el Padre Mucci quien con una placa especialmente diseñada para “Torogoz” nos presentó su mensaje de aprecio, así como un reconocimiento para la empresa. Y como siempre la presencia de mis amigos don Filo 219
La escalera de mi vida Simán y Roberto Murray Meza, quien se refirió a la presea “Espiga Dorada” de lo cual me sentí muy orgulloso. En esa época a pesar de la inseguridad ciudadana en el país, y de la ubicación de nuestra sala de ventas, asistieron invitados a
quienes por su alta posición económica y empresarial, se les dificultaba asistir, pero me honraron con su presencia. Llamó mucho la atención de los invitados, la nueva y original escalera que denominamos: “LA ESCALERA DE LA VIDA”. Lo más interesante es su diseño y combinación de metales, con un mural diseñado por mis hijos que representa el nacimiento, el esfuerzo y triunfos de nuestra empresa. Tiene impreso mi rostro y ordené cubrirlo con una 220
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos máscara metálica hasta el día que yo falte. Mis hijos comprendieron mi actitud. También fue interesante el suplemento que publicamos en “La Prensa Gráfica” con motivo de los diez años, en él di a conocer por primera vez las circunstancias que originaron llamar a nuestra empresa “TOROGOZ”. En página especial, ese periódico publicó un reportaje con la fotografía de mi familia, algo que valoro por su significado. Mi amigo de infancia Luis Galindo, que llegó a ser destacado escritor y poeta, escribió un artículo sobre mi persona, el cual conservo. Dos años después de su muerte, su esposa me hizo llegar los manuscritos del libro donde él escribió sobre mi vida. Estos documentos los considero muy valiosos. ¡Qué lástima que Luis tuvo que emprender el viaje sin retorno y no pudo terminar ese libro! Así termino este capítulo de la primera década del nacimiento de TOROGOZ.
Padre Flavián Mucci entregándome un reconocimiento
221
Lic. Roberto Murray Meza y yo
I
I
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
CAPÍTULO X
Las gremiales empresariales fortalecen mi visión como empresario
ncursionar en la actividad empresarial a través de “TOROGOZ” significó que yo ingresara a un mundo de mucha responsabilidad, me refiero a las gremiales. Admito que esa experiencia transformó mi vida y abrió el telón para conocer otras perspectivas. Trabajé en ellas con mucho empeño y dedicación, restando tiempo a las diferentes actividades que nuestra empresa demandaba. Desde 1986 y por más de dos años, trabajé en el Comité de Industria de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador, involucrándome al Comité que organizaba la 2ª Jornada Olímpica Deportiva. Creo que el deporte lo llevaba por dentro porque estaba convencido que es un “producto” generador del desarrollo físico, mental y emocional, además contribuye al engrandecimiento de los pueblos. En esa época, don Víctor Steiner era el presidente de la Cámara de Comercio, persona que fue objeto de mi admiración por su personalidad, lamentablemente falleció dos años después. También me relacioné con el doctor Antonio Rodríguez Porth, hombre de mucha sabiduría. Era el Director Ejecutivo de dicha Cámara y fue asesinado cobardemente al poco tiempo de asumir una 223
La escalera de mi vida cartera de estado. Su muerte causó mucha indignación y representó una verdadera pérdida para el país. Que todos lamentamos. Tenía una forma muy objetiva de ver las cosas. Ese cruel suceso era parte de lo inconcebible de esa guerra estúpida que vivíamos. El licenciado Rene León se desempeñaba como Gerente Técnico y se destacaba por su visión. En esa época me mostró su lealtad y amistad, cuando se desempeñó como Embajador de El Salvador ante el gobierno de los Estados Unidos de Norte América en la ciudad de Washington D.C., cuando de manera personal nos ayudó en nuestros esfuerzos para introducir los productos a ese gran país. Todos ellos me demostraron su amistad y apreciaron mi deseo de contribuir en lo posible a la causa de esa gremial. Dos años me dediqué a colaborar con la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador, durante un período en el cual las gremiales aportaron una cuota de sacrifico frente a la construcción de la democracia en el país.
Mi participación en ASI
El ingeniero Roberto Vilanova era el Presidente de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI), y me conocía. Un día tuve la sorpresa que me llamó para proponerme integrar la Junta Directiva de dicha gremial para el período 1988-1989. Siempre tuve la impresión y la certeza que era una directiva conformada por hombres esforzados que trabajaban para el desarrollo del país. Mi dedicación y entusiasmo a esta gremial fue igual como 224
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos en otras a las que pertenecí, sin regatearles tiempo, organizándome para cumplir con mis demás responsabilidades y siempre “Barriendo bien para no quedarme de barredor”. Recién ingresado a la ASI, ganó las elecciones presidenciales el Licenciado Alfredo Cristiani. Cuando formó su equipo de trabajo, se llevó a muchos de los miembros de la Junta Directiva de dicha gremial: Arturo Tona, como su Secretario Particular; Romeo Alfredo Majano, Director del ISSS; a Ramón González Giner a la dirigencia del Banco Agrícola Comercial y a Juan Federico Salaverría, a la Presidencia del Banco Ahorromet. Durante mi primer año de funciones, nos propusimos solventar la situación financiera de la ASI. Para ello organizamos una jornada de trabajo en un hotel capitalino, a fin de analizar cómo recaudar dos millones de colones para pagar compromisos que se tenían. La meta se sobrepasó y obtuvimos más. Con ello pagamos la deuda del edificio y con el resto ampliamos sus instalaciones. Fui designado para dirigir la comisión de ese proyecto, lo que disfruté porque me fascina “botar y construir paredes”. Creo que la responsabilidad del desarrollo del país es de todos, y los empresarios debemos involucrarnos en los problemas sociales de la nación, esa es mi filosofía. Para ello se creó el Comité de Promoción y Desarrollo Social de esa entidad, el cual presidí y me siento muy satisfecho de los resultados. Llegué en el momento preciso para los preparativos de la celebración del XXX Aniversario de Fundación de esta entidad empresarial. Realizamos muchas actividades culturales y académicas, culminando la semana de celebraciones con el Seminario Modular “El 225
La escalera de mi vida Milagro Económico: ¿Mito o Realidad para El Salvador?”. También realizamos actividades deportivas, a las que puse mayor dedicación porque siempre me he identificado con el deporte. Con el Dr. Benjamín Rodas, pionero del aerobismo en nuestro país, organizamos una “media maratón”; invitamos a participar a todos los industriales y sus empleados. El día que se llevó a cabo, coincidió con un paro nacional de transporte ¡increíble, fue una de las mejores maratones realizadas! Así lo dijo el Dr. Benjamín Rodas. En ese entonces, la ASI contaba con una encargada de Relaciones Públicas, la licenciada Julia Mena, quien con su auxiliar, señorita Rina Cabezas, realizaron una titánica labor aun con las circunstancias especiales de esa época. ¡Increíble como con solo dos personas se manejaron tan eficientemente los programas sociales! A través de ese Comité trabajamos en varios proyectos: el “BOLSÓN ESCOLAR” dirigido a centros educativos aledaños a esa organización, proyecto que incluyó el mantenimiento, limpieza y ornato de los mismos. Los asociados contribuyeron con productos. Con el mismo propósito nos involucramos en el proyecto de “MEJORAS A LAS ZONAS MARGINALES BAMBÚ I y BAMBÚ II”, aledañas a la ASI. Otro proyecto con excelentes resultados fue el “PLAN DE BECAS” dirigido a sectores de escasos recursos económicos. Becamos a jóvenes para que se prepararan en áreas técnicas en el ITCA y al egresar los colocábamos en empresas privadas. ¡Cómo disfrutamos el fruto de ese proyecto! contemplando la satisfacción de los promovidos al entregarles sus diplomas y reconocimientos. 226
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos No todos apreciaron nuestro trabajo social y poco tiempo duraron estos programas de mucho beneficio a la comunidad, debido a opiniones diferentes de algunos nuevos directores argumentando que la situación que atravesaba el país demandaba más atención en otras áreas, según ellos. Mientras desempeñé mis labores con dedicación en ASI, el país vivía momentos de efervescencia política. En febrero de 1990, dos años antes de la firma de los Acuerdos de Paz, la ANEP se reunió con representantes de la guerrilla en México para establecer las “reglas del juego” en el escenario que se aproximaba, ya que la empresa privada estaba siendo severamente golpeada y resonaba con mayor fuerza a los que nos quedamos en el país manteniendo las fuentes de trabajo para que la nación no colapsara. Uno de los compromisos adquiridos por la guerrilla fue que ya no causaría daño a la empresa privada; es decir, que cesaría los atentados a los centros productivos. Se les pidió también no afectar el servicio de la energía eléctrica, sin embargo no aceptaron, argumentando que era uno de sus puntos fuertes. La noche del jueves 8 de marzo de 1990 se amplió la segunda cuota de sacrificio para nuestra empresa. En los momentos en que la Junta Directiva de la ASI sesionaba y era presidida por Roberto Vilanova, quien participó en la reunión de México e informaba lo acordado y la importancia del compromiso adquirido por la guerrilla de ya no atentar contra la industria, recibí la llamada telefónica de mi esposa informándome que habían colocado otra bomba en “TOROGOZ”, esta vez de menor potencia que la primera. Ella trató de tranquilizarme y me dijo: “Todo está controlado”. Este hecho pasó a la historia, pues fue el último atentado que ellos cometieron contra la empresa privada del país. Después de ese suceso pensé: ¿Cómo es posible que la guerrilla violara esos compromisos? Era como una “espinita” en mi interior. Al poco tiempo se firmaron los Acuerdos de Paz. Después hubo una reunión en un hotel capitalino, a la que asistimos un buen número de empresarios y miembros de la guerrilla. Por coincidencias de la 227
La escalera de mi vida vida, en la mesa que ocupamos, a mi izquierda estaba Ana Guadalupe Martínez, quien llegó a ser vicepresidenta de la Asamblea Legislativa, y a mi derecha, se encontraba Francisco Jovel. Considero importante esa reunión, porque externamos nuestros puntos de vista y analicé de cerca su forma de pensar. La participación de Joaquín Villalobos me pareció interesante, diferente a la de Schafick Handal (Q.D.D.G.). Firmados los Acuerdos de Paz iniciamos una nueva etapa. Había que recuperar la confianza y el tiempo perdido. Las gremiales cambiaron sus prioridades y yo continué trabajando en diferentes actividades, según lo requerían y me sentía a gusto. Una de ellas fue el trabajo en diferentes comisiones tripartitas que integré, como la de “Modernización del Estado”, presidida por el licenciado Francisco Flores, Viceministro de Planificación de esa época, quien llegaría a ser presidente de la Republica. En ésta, me di cuenta de la actitud contradictoria del representante del Sector Laboral. Fue lamentable pues las diferencias continuaron y no existía interés alguno en unificar criterios. Yo no mezclé en nada la política con la objetividad y siempre busqué la forma de construir mejoras para todos. La actitud, la participación y la visión del licenciado Flores fueron dignas de elogio. En 1991 en representación de la ANEP, formé parte de la “Comisión de Fomento y Desarrollo de la Micro y Pequeña Empresa” para fortalecer esa área, la cual estaba integrada tripartitamente y la presidía el ingeniero Francisco Merino, entonces Vicepresidente de la República. Ocurrió lo mismo que en la anterior comisión: miembros del Sector Laboral obstaculizaron la realización de ciertos ideales. Mi propósito era ayudar a los microempresarios con prontitud y eficacia a través de esa organización, enseñándoles cómo superarse. Me gusta poner ejemplos y contar historias relacionadas con el tema que se discute. A esa Comisión expuse tres experiencias que parecían insignificantes, pero con gran resultado. Lo importante era encontrar la forma de cómo ayudar a los microempresarios utilizando poco dinero y una adecuada orientación. Cité el caso de una señora 228
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos tortillera que molía 35 libras de maíz y compraba cada libra a ¢1.10. Si hubiera tenido para comprar el saco, la libra le hubiera costado ¢0.90 centavos, ahorrándose ¢0.20 centavos por cada libra. Se le prestó para que lo comprara e hizo su economía. El resultado fue que rápido quiso pagar los ¢190.00 del saco, y no se le recibió para que comprara otro saco más, hasta que lograra reunir tres sacos. Cuando quiso pagarme lo adeudado, se lo obsequié para que se comprara un bonito vestido. Luego llegó a moler mayor cantidad de maíz y empleó a dos personas para que le ayudaran en esa labor. El segundo caso: un señor vino a mi oficina a solicitarme un préstamo para comprar 75 cocos para instalar una venta de la famosa “horchata de coco” en el mercado San Miguelito. Se le facilitó comprarlos y puso el negocio. Él muy responsable y agradecido, dos días después regresó para regalarme un pichel de ese rico refresco. El tercer caso: un señor elaboraba sorbetes en cubeta de madera montada en un carretón. Vivía en la zona marginal de la Tutunichapa. ¡Sus sorbetes eran sabrosos...! Se le facilitó dinero para comprar otro carretón. El resultado fue que generó trabajo a otra persona. Igualmente ocurrió con una costurera que adquirió otra máquina de coser. Lo acontecido fue gracias a mi filosofía y visión de generar empleo a esas personas, sin importar si pagaban los préstamos. Mi propósito fue darles la oportunidad que todos necesitamos en la vida para salir adelante. Es una lástima que muchos proyectos se promueven y quedan engavetados. Las sesiones de esa comisión se realizaban al mediodía en Casa Presidencial. Además de interesantes, siempre aprendía algo, tenía la oportunidad de saludar a mi amigo Arturo Tona, Secretario Particular de la Presidencia y al Presidente Cristiani, además hice nuevos amigos. Mientras recorría aquellos amplios salones aprecié que su decoración en los cielos y en las lámparas eran productos de nuestra industria. Pertenecí al Comité de “Crisis de la Energía Eléctrica”, en el que se tomaban decisiones precisas cuando el país atravesaba por el 229
La escalera de mi vida conflicto armado en 1992. El racionamiento de la energía eléctrica fue sumamente costoso y generó dificultades a todos, principalmente a los empresarios que invertimos en la compra de plantas eléctricas para sacar adelante nuestros negocios. Aprendí mucho de esa experiencia (las compras de aquellas famosas turbinas). Roberto Vilanova consideró que le había dado mucho a la ASI como presidente y decidió no continuar otro período. Hubo llamadas y oportunidades para aceptar ese honroso cargo, pero ninguno de los que fuimos llamados aceptamos la candidatura y hubo momentos de incertidumbre. Afortunadamente coincidimos que Leonel Mejía sería un buen presidente. No era de la Junta Directiva, pero tiempo atrás Leonel fue presidente de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador, donde realizó una magnífica labor y era miembro de la Junta Directiva de FUSADES desde su fundación. En lo personal sabía que se destacaría en ese cargo, pues siempre ha trabajado con mucho empeño, capacidad y dedicación. A Leonel siempre lo he considerado como un “gran político” sin ser político. Lo único malo que hizo fue cambiar la hora de las sesiones, estableciéndolas a las siete de la mañana, acompañadas de una taza de café y galletas; antes se celebraban los jueves de cinco a ocho de la noche y al final disfrutábamos encuentros sociales, por nuestra cuenta. Tuve la satisfacción de integrar la Comisión para seleccionar al ganador del “Premio ASI”, máximo galardón que entrega esa Asociación. Esa comisión la conforman dos ex-presidentes de ASI, dos ganadores anteriores de ese estímulo y dos miembros activos de su Junta Directiva (uno de ellos era yo). En esa comisión participé por muchos años. Mi amigo Jorge Elías Bahaia fue favorecido en 1990. Jorge es un hombre a quien le sobran los méritos y la comisión en pleno así lo consideró en aquella oportunidad. En lo particular me alegró, pues le tengo un cariño sincero y mucho respeto, porque fue una de las personas que me dio su mano amiga en momentos difíciles. Otras de las personas que premiamos por sus méritos fueron: Roberto Ortiz Ávalos en 1993, a quien le tengo mucho aprecio y admiración, 230
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos pues aprendí mucho de él. En 1998 le correspondió a Fredy Frech, otro gran empresario y mi buen amigo. Conservo gratos recuerdos y anécdotas simpáticas de esa época. Una fue la entrega del PREMIO ASI a la Institución Salesiana por sus 100 años de fundación en 1997. Me correspondió leer el pergamino que fue elaborado con letra gótica y a pesar que llevaba mis anteojos, como tenían tantos “colochos” esas letras, me fue difícil entenderlas y se me ocurrió decir: –¡Señores, esta letra gótica no la puedo leer, pero quiero hacer entrega de este merecido galardón!, lo que cayó en gracia a los presentes. En la mesa de honor se encontraban los presidentes de los tres Poderes. Por ello, cuando nos encontramos con el ex Presidente Armando Calderón Sol, me hace la broma preguntándome si ya aprendí a leer letra gótica. En noviembre de 1992, el doctor Hernán Contreras, presidente de la Corte de Cuentas de la República en esa época, organizó una jornada sobre “Modernización en Contraloría” y el ponente fue el ingeniero Antonio Sánchez de Lozada, Contralor de Bolivia, que disertó sobre las reformas de esa área en su país. En la reunión había representantes del Gobierno y del sector privado. Por éste, asistimos los representantes de la ASI: Leonel Mejía, Roberto Ortiz Ávalos, Director Ejecutivo, y yo. En esa reunión intervine y manifesté que lo expresado por el ingeniero de Lozada es lo que debía ser una verdadera Contraloría y recordé la década de 1950, cuando a los presidentes de la Corte de Cuentas de la República los nombraba la Asamblea Legislativa y eran personas de intachable trayectoria y no eran políticos, como el doctor Ricardo Arbizú Bosque y Arturo Castrillo Zeledón. Mi estilo ha sido ser sincero y no medir las consecuencias. En esa ocasión también hice la observación al sistema de elección del presidente y los magistrados de esa Corte, negociados entre los diferentes partidos políticos, además de otras sobre el rendimiento del personal. El doctor Contreras compartió mi punto de vista y me felicitó. A partir de esa fecha mantenemos comunicación y me siento 231
La escalera de mi vida orgulloso, porque en febrero de 1995, cuando se reinauguraron las nuevas instalaciones de esa Corte de Cuentas (el edificio sufrió daños por el terremoto de 1986), fui invitado a integrar la mesa de honor con los contralores de Centroamérica y otras personalidades. Me causó extrañeza que el doctor Contreras elogiara mi trayectoria como empleado que fui en esa Corte, así como la de empresario, concediéndome el honor de entregar ciertos reconocimientos, incluyendo el de Ricardo Torres, un amigo y compañero de trabajo en la Corte en 1953. A inicios de 1994, a raíz del problema surgido en el ISSS, el Presidente Alfredo Cristiani nombró de Director a mi amigo Roberto Ortiz Ávalos, que era el Director Ejecutivo de la ASI. El presidente Cristiani le “retorció el brazo” para que aceptara dicho cargo. Esa decisión impactó a la Junta Directiva de la ASI y causó mucha sorpresa. Roberto, como empresario visionario, solicitó que los representantes del sector gubernamental ante el Consejo Directivo de ese Instituto, fueran miembros de la ANEP. Fue así como formé parte del mismo, representando al Ministerio de Economía. Roberto, como Director del ISSS, con una mentalidad de Economista y Administrador de Empresas, promovió la realización de un FODA con la participación del Consejo Directivo y otros funcionarios de esa institución. Se contrató los servicios profesionales de un consultor mexicano. Ese seminario se llevó a cabo por tres días continuos y a puerta cerrada fuera de las instalaciones del Instituto. El trabajo y el resultado de ese esfuerzo fueron muy interesantes y productivos, surgiendo líneas estratégicas que darían otro rumbo e imagen al ISSS. La más importante, el anteproyecto de reforma a la Ley del Seguro Social, que costó mucho dinero a la institución, pero como “no convenía reformarla”, los borradores continúan engavetados. Con el nuevo gobierno, Roberto regresó a la empresa privada, sustituyéndolo la doctora María Julia Castillo Rodas. ANEP me nombró miembro propietario del sector patronal ante dicho Consejo. Con la Dra. Castillo Rodas, una profesional muy capaz y 232
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos política, se logró poner en orden muchas situaciones anómalas que se daban en la institución, particularmente en lo que se refería a los balances patrimoniales de la institución. Esa capacidad para ubicar el orden financiero, se la debo a mi paso por la corte de Cuentas y mis experiencias en la empresa privada. Mi vivencia en el Seguro Social me llevó a conocer aspectos que no tenían cabida en mi mente empresarial, como la carga laboral que tiene ese Instituto con más de once mil quinientos trabajadores que absorben el 68% del Presupuesto General en salarios y prestaciones; asimismo, su Contrato Colectivo de Trabajo con cláusulas inadecuadas, viajes innecesarios, con una tabla de viáticos exagerados. En una ocasión se acordó que el Consejo Directivo en pleno realizara una misión oficial a las repúblicas de Chile, Uruguay y Argentina para conocer el resultado de la privatización del Sistema Previsional. No compartía tal decisión, pero mi amigo el doctor Eduardo Tomasino, Ministro de Trabajo y Previsión Social, y Presidente Nato de ese Consejo, me aconsejó que participara en dicha misión. ¡Lo inaudito!, ese Instituto reconocía por muchos años, el pago de horas extras y otras prestaciones a los empleados de la Delegación de la Corte de Cuentas de la República destacada en el ISSS. Ellos tenían la responsabilidad de actualizar la glosa que se llevaba con atraso de muchos años. Hice la observación a mi amigo Hernán Contreras, presidente de esa Corte y atendió mi inquietud. Solicitó eliminar esas prestaciones. Pude hacer esa observación gracias a la experiencia que obtuve después de tantos años de trabajo en la Corte de Cuentas de la República. Me satisfizo respaldar que la licitación para contratar los servicios de confección de ropa para recién nacidos se adjudicara a dos instituciones benéficas para niños especiales. En cierta ocasión, con el concejal Aníbal Somoza (de grata recordación), de probada capacidad y mi amigo desde mi época en Sonsonate, visitamos esos lugares y quedé impresionado por la forma cómo esos niños realizan esfuerzos para salir adelante. Observé a una de las niñas, 233
La escalera de mi vida privada de sus extremidades superiores, que tejía con sus pies; otra en condiciones iguales, tejía utilizando su boca. Anteriormente este servicio se adjudicaba a otras empresas, pero insistí que lo asignaran a esas instituciones, no obstante su precio era un poco más elevado que otras. Solicité que nos sujetáramos a cualquier observación de tipo legal, obteniendo como mejor premio el haber ayudado a esos niños y niñas esforzadas a pesar de sus impedimentos físicos. Me causó enorme satisfacción ayudar a esos niños también en esa forma. Admiré mucho la inteligencia y sensibilidad humana de Aníbal Somoza y le agradezco que durante el infarto que sufrí, cuando él aún era concejal, estuviera pendiente de mi condición de salud. La asistencia a las reuniones de trabajo del Consejo Directivo se remuneraba a través de un pago de dietas (entonces de ¢200.00 por cada sesión), cantidad que siempre destiné para los necesitados. Ahora la dieta es de US $100.00 cada una.
Federación de Cámaras de Industria de Centroamérica, FECAICA
Con mucho entusiasmo trabajamos con Leonel Mejía en FECAICA, federación que encontramos sin visión ni misión y la consideramos una “organización de humo”, dejándola bien establecida y además con donantes de instituciones internacionales para el engrandecimiento y modernización de la industria centroamericana. En cierta ocasión, recibimos la invitación del organismo internacional AID (Agencia Internacional para el Desarrollo) para que yo asistiera a una exposición en Canadá, en la búsqueda de obtener relaciones comerciales entre ambos países, así como para la firma de un convenio entre FECAICA y su similar canadiense. Lo más importante fue que nos hicimos de muchos amigos industriales, especialmente con Guillermo Argueta Arbizú, salvadoreño, que se nacionalizó como guatemalteco, hombre de gran calidad humana y digno empresario de ese país, quien se convirtió en un amigo muy querido de la familia. Guillermo era un hombre tan organizado que 234
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos hasta planificó los detalles de su velorio y entierro en una forma como nunca lo había visto. Triny y yo asistimos el 30 de marzo de 2007 al cementerio “Las Flores” de Guatemala para cumplir el deseo de Guillermo de despedirle con un brindis. Fue tan grande la amistad con Guillermo y su familia que sus nietos Isabella, Guillermo y Pablo (hijos de su hijo Guillermo), me llaman abuelo Óscar lo que me hace sentir el hombre más afortunado y feliz. Cada dos meses sesionábamos en diferente país de Centro América entrevistándonos con el Presidente de la Republica y los Ministros de Economía de los mismos. Una de las reuniones más importantes fue la que se llevó a cabo en “ILTRA”, en Retalhuleu, Guatemala, un lugar de esparcimiento muy interesante, sostenido por el sector productivo de ese país y edificado para los trabajadores de dicho sector, el cual podríamos decir es una especie en pequeño de “Disneylandia”. Nos entusiasmamos mucho y convencimos al señor Presidente de entonces, Doctor Armando Calderón Sol, a que visitáramos ese bello lugar. Nos complació y se hizo acompañar de sus Ministros de Economía, de Relaciones Exteriores y de Trabajo y Previsión Social, así como de su Secretario Particular. Le fascinó la idea y aceptó que los centros obreros del país como Conchalío, Coatepeque, Metalío, La Palma y otros, que se encontraban abandonados, se convirtieran en lugares como el visitado para fortalecer la unión sectorial. El presidente Calderón Sol ordenó al Ministro de Trabajo y Previsión Social: ¡Hágase un proyecto de ley! Y dirigiéndose a nosotros dijo: –“Organícense para hacer realidad este lindo proyecto”. Como siempre, todo quedó en entusiasmo. Ojala un día se realice ese objetivo. En 1996 participé en una misión oficial al Asia, patrocinada por el Banco Mundial, que representaba a diferentes sectores del país. Muchos de los participantes llegaron a ocupar importantes cargos en gobiernos pasados. Por ANEP viajaron Leonel Mejía, Heriberto 235
La escalera de mi vida Reyes, Juan Héctor Vidal, Francisco Castro Funes (Q.D.D.G.) y yo; por el sector político: Walter Araujo, quien llegó a ser presidente de la Asamblea Legislativa y presidente del Tribunal Electoral; Orlando Arévalo, Dagoberto Marroquín, Francisco Jovel y Francisco Mena Sandoval; y por el sector laboral: Vilma Saraí de Huezo y Jesús Amado Pérez Marroquín. Los medios de comunicación también se hicieron presentes a través de Lafitte Fernández y Mauricio Funes, quien llegó a ser presidente de nuestro país (2009-2014); en representación de los profesionales: Carlos Quintanilla Schmidt, quien llegó a ser Vicepresidente de la República; (l999-2004) y por el sector público: los Licenciados René León, quien llegaría a ser el Embajador de nuestro país en Washington y Yolanda de Gavidia quien llego a ser Ministra de Economía y llegó a ser la máxima autoridad de la Secretaria de Integración Centroamericana (SICA). Visitamos Hong Kong, Singapur y Malasia, compartiendo con ellos en un ámbito de trabajo y de carácter social, donde abiertamente cada quien comentó sus ideas. A todos nos pareció el sistema de los países visitados. A nuestro regreso con mucho entusiasmo se le quiso dar seguimiento, pero no hubo resultado. Por cierto, en ese viaje me quité la “espinita” que llevaba “clavada” en relación con el último atentado que sufrió “TOROGOZ” por parte de la guerrilla. Conversando con Francisco Jovel y Mena Sandoval ex miembros de la guerrilla, aproveché para preguntarles el por qué de las bombas a “TOROGOZ”, principalmente la última, si en 1990 se acordó que no habría más sabotajes contra la empresa privada. Su respuesta fue simple:” ¡Porque estaba planificada!”. En lo personal ese viaje fue de mucha experiencia porque constaté que cuando se tiene la misma visión se puede alcanzar la meta si todos trabajan juntos para obtenerla. En esos países, la unión de los sectores privado, laboral y político hace que se alcancen las metas trazadas. De esa misión nació el “Plan de Nación” que se espera algún día llegue a feliz término. 236
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Mi última intervención con las gremiales
En 1999 surgió la idea de integrar una comisión para impulsar una campaña de limpieza para educar a niños y adultos. Me nombraron coordinador de esa comitiva que trabajó durante seis meses con mucho entusiasmo, mística profesional e idealismo, el propósito era el de forjar una ciudad limpia y erradicar la mala imagen de los promontorios de basura en la capital y crear mejores condiciones ambientales e higiénicas para los habitantes. Los que trabajamos en esa comisión estábamos conscientes de la importancia de ese proyecto. Como siempre me ha caracterizado, imprimí en esa labor mi estilo de trabajo: a go go, chachachá, con la finalidad que con este proyecto se diera un giro a la cultura actual de los salvadoreños y habituarlos a depositar la basura en su lugar. En esa misión se involucró a la empresa privada, ASDER, los medios de comunicación, la Alcaldía capitalina, COMURES, los Ministerios de Educación, Salud y Medio Ambiente, asimismo, el Vice Ministerio de Transporte. La campaña fue denominada “Pito contra la basura”. La idea era extenderla a nivel nacional a través de sus 262 municipios, considerando el excelente resultado que había tenido en otros países como Puerto Rico y en un lugar de España. Como todo proyecto, se trabajó en su planificación, organización y se diseñó un manual de operaciones. Entre las acciones a seguir, se montó un plan piloto involucrando a más de 1,400 alumnos de varios centros educativos de la capital, el cuál se llevó a cabo con todo éxito en el Barrio San Jacinto y en el Municipio de Mejicanos, lugares 237
La escalera de mi vida seleccionados previamente. No se escatimó en su publicidad y se mandaron a hacer afiches, se creó el símbolo de la campaña que era un “pito”. Al final de ese plan piloto se elaboró un documento en el que constataban sus óptimos resultados. Esos documentos se encuentran en poder de las instituciones participantes. ¿Qué pasó? Debido a que se aproximaban las elecciones para Alcaldes y Diputados en marzo de 2000, la politiquería echó abajo este valioso proyecto que tanto esfuerzo demandó y tenía un noble propósito. Como siempre, un proyecto más quedó engavetado. Ojalá que un día cercano estos proyectos salgan a luz. Fueron once años de mi vida que formé parte de la Directiva de la Asociación Salvadoreña de, Industriales (ASI), obteniendo muchas alegrías y alguna frustración, ¡nada es perfecto! Tengo la satisfacción de haber contribuido tesoneramente a la superación del gremio empresarial. Quizás quedaron algunas cosas pendientes, quizá sobrestimé algunos aspectos, quizás actué con demasiado ímpetu en otros; o quizá no fui la persona indicada, pero afronté todo reto y no hice mala cara a nada. He capitalizado muchas experiencias y sólo algunas las he compartido en esta fase de mi libro. Al final me queda la satisfacción del deber cumplido. Con mucha humildad puedo decir: que pude ocupar el cargo de presidente de esa institución, pero mi carácter y mi estilo me lo impidieron. Llegué a ser rrimer vicepresidente y me sentí muy honrado y complacido con ello. Es oportuno mencionar a otros compañeros de Junta Directiva: Don Pablo Tesak, (QDDG) Koki Zablah, Óscar Enrique Portillo, Werner Jokisch (quien tuvo una muerte con mucha paz), Napoleón Guerrero, Víctor Saca, y mi buen amigo Mario Andino, de quienes aprendí mucho y guardo especial gratitud. También tengo recuerdos y admiración por los doctores: Francisco Beltrán Galindo, Carlos Pineda Navas, Eduardo Tomasino, René Fuentes Castellanos, y los licenciados. Ricardo Paredes y Jorge 238
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Arriaza, Director Ejecutivo. Los aprecio a todos y creo haber sido correspondido. Todos ellos me han mostrado su estimación de una u otra forma y viceversa.
Meta cumplida en ASI
Leonel Mejía, Mauricio Cohen, Mario Andino y mi persona, miembros de la Junta y del Comité Ejecutivo, nos propusimos que en marzo del año 2000 nos retiraríamos como dirigentes de estas organizaciones para dar oportunidad a que las nuevas generaciones dieran seguimiento a sus ideales. Así finalizo narrando mi labor en las diferentes gremiales e instituciones del país, retirándome de las mismas con mi frente en alto y el orgullo de haber impulsado muchas obras en beneficio de la población salvadoreña. “Barrí bien y no me quedé a barredor”. ¡MISION CUMPLIDA!
FUSADES
En enero del año 2001 fui invitado a pertenecer a la Comisión de PROPEMI (Programa de Promoción de la Pequeña y Micro Empresa), un programa de FUSADES (Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social) de la cual me honro en ser socio fundador. Yo ya había tomado la decisión de retirarme de las actividades gremiales; sin embargo, al conocer el programa de PROPEMI, me sentí profundamente identificado con los micro y pequeños empresarios que están en esa etapa de lucha que me recuerda los inicios difíciles de mi empresa y decidí involucrarme. En PROPEMI colaboré hasta que ésta dejó de ser parte de FUSADES en el año 2007. Durante el tiempo que estuve en PROPEMI, disfruté mucho mi trabajo principalmente cuando asistía a “los viernes de consulta”, que consistían en brindar asesoría al micro o pequeño empresario sobre los problemas o dudas que pudiera tener en cuanto al manejo de su empresa. De esta última participación aún guardo buenas amistades de los compañeros de la Comisión, en especial de José Castelá, Pilo Ávila Qüehl y Carlos Cromeyer. 239
La escalera de mi vida
Fundación para la Educación Integral Salvadoreña, FEDISAL
Ya he mencionado que mi propósito era retirarme de pertenecer a instituciones de servicio, principalmente en cargos de junta directiva, pero mi amigo Jorge Elías Bahaia solicitó mi colaboración para integrar la Junta Directiva de FEDISAL, concediéndome el privilegio de ser socio fundador. Fue el 24 de junio de 2009 que me eligieron para integrar la Junta Directiva para el periodo 2009 - 2010. Mi más grande satisfacción es volver a trabajar con mis amigos: Leonel Mejía, Jorge E. Bahaia, Koki Zablah, Bobby Murray Meza, Félix Simán, y Pbro. Pierre Muyshondt, y dar mi asistencia en gremiales de servicio, así como tener la oportunidad de conocer a nuevos amigos.
240
H
H
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
CAPÍTULO XI
Década de sentimientos encontrados Parte I
aré una reseña de los acontecimientos más importantes ocurridos para mí en la década 1991-2000, unos de alegría, otros de tristeza y de mucha preocupación: El 9 de abril de 1991, nos reunimos nuevamente con la familia y mis amigos. Como siempre, no era para celebrar mi cumpleaños sino para dar a conocer el resultado de mi meta relacionada con la mejora a la infraestructura y organización de nuestra industria, la cual se realizó obteniendo el objetivo que representó un crecimiento en el mercado local. En esa ocasión manifesté que habíamos hecho un compás de espera para exportar y les di a conocer la meta para 1996: retirarme de las empresas para quedarme como asesor. Recuerdo cuando en 1981 se me denegó un préstamo por ¢200,000.00 por ¡el precio de la sinceridad! Diez años después, la empresa requirió un capital de ¢2,000,000.00 para adquirir dos propiedades contiguas a donde se encuentra “Torogoz” y un terreno de cuatro manzanas en Lourdes para montar la fábrica. ¡Era nuestro anhelo más grande...! Expuse el caso a mi buen amigo Roberto Ortiz Ávalos, Director de SISA. Gracias a su valiosa gestión, el cheque por esa cantidad lo obtuvimos en 48 horas. A la fecha, nuestra empresa goza de excelente credibilidad en el sistema financiero, la cual conservamos y cuidamos como un cristal precioso. En esas dos propiedades se construyó un edificio que por afuera se ve pequeño, pero su interior es amplio y sus instalaciones son modernas. Cuenta con una sala de exhibición (“show-room”) para los productos de exportación. 241
La escalera de mi vida
Asesores
En 1993 tuvimos la asesoría de los señores John Miller y Manuel Ben, ambos ejecutivos norteamericanos retirados, el primero asesor en mercadeo y el segundo asesor en “electro-depositación” y “electroformado de decorativos. Cuando ellos vieron el arduo trabajo en equipo de nuestro grupo familiar, así como la calidad y originalidad de nuestros productos, coincidieron en afirmarnos: –“Ustedes tienen una creatividad innata, véndanla y no se compliquen la vida queriendo competir con los asiáticos”. Sus atinadas recomendaciones las aceptamos y fue así que el negocio tuvo otro giro. Le dimos mucha atención a la metal-mecánica, revolucionando la industria de la rotulación, siendo los pioneros en la fabricación de los mismos, en murales de vidrio labrado, pasamanos, barandales y afines elaborados con tubo de bronce. Decoramos con dichos productos en hoteles, bancos y residencias en el país y tenemos presencia en el mercado centroamericano. La venida de estos señores me recordó mi época en Freund, cuando la presencia de asesores que llegaban a dicha empresa siempre significaba para mí grandes enseñanzas; entre ellos conservo en mi memoria a los señores Lowe y Thomas consultores de nacionalidad norte americana. Cuando tengo la oportunidad aconsejo a mis amigos que se dejen asesorar por personas o instituciones conocedoras de los problemas que tengan en cualquier campo.
El ingreso de mis hijas a “Torogoz”
En enero de 1994 me sentí completo, seguro y más complacido con la incorporación a la empresa de nuestras queridas hijas María Eugenia y Claudia María. Ambas son licenciadas. La primera en Artes Aplicadas y la segunda en Administración de Empresas. Su aporte dio más auge y mucho mayor éxito a la empresa. Me hizo recordar el cúmulo de experiencias prácticas que obtuvieron desde la época en que pertenecieron a “Empresarios Juveniles”. 242
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Me parece que los padres tenemos la obligación de encarrilar a nuestros hijos en aquellas vocaciones y aptitudes que les hayamos observado durante todo el tiempo de sus estudios. Por supuesto, sin pretender en ningún momento obligarlos dictatorialmente. A la fecha me alegra muchísimo que mi hija María Eugenia aceptara mis sugerencias concluyendo su carrera en Artes Aplicadas. Ninguno de los dos nos equivocamos. Mi hija nació con el don de la creatividad artística y, gracias a ella, la empresa ha crecido en esa área. Respecto a Claudia María, ella siempre tuvo definido su interés y se graduó en la carrera de Administración de Empresas. Su tesis versó sobre lo que somos: “LA EMPRESA FAMILIAR”, lo cual me permitió providencialmente, cubrir con mis dos hijas la parte administrativa y creativa de la empresa. Quizás mis hijas hubieran obtenido una maestría o adquirido experiencia en otra empresa, sin embargo, he hecho lo posible por transmitirles mis conocimientos en el campo, tarea que no ha sido fácil. Me atrevo a decir que no es lo recomendable, porque recién iniciados en el desempeño de sus labores necesitan la disciplina de otra fuente; afortunadamente, creo que mi caso fue la excepción de la regla, de no haber sido así, la empresa no tuviera el éxito alcanzado. Mi propósito de hacía cinco años, que cuando yo cumpliera 65 años en 1996 me retiraría de la empresa para quedarme como asesor, no pudo cumplirse y consideré que debía quedarme todavía. Además, no me sentía satisfecho por no haber logrado la exportación de nuestros productos, no obstante los esfuerzos realizados para ello. Sin embargo, el acariciado anhelo de exportar comenzó a vislumbrarse hasta en 1995. Incursionamos en San Juan, Puerto Rico, lugar no previsto, en donde tenemos un cliente y amigo, el señor Juan Gómez Marín, propietario de la firma “Julissa Casting, Inc.” Ese año, el señor Gómez nos invitó a visitar Puerto Rico y la República Dominicana para compartir su visión de mercado en esos países y conocer sus instalaciones en el primero. Cuando visité San Juan, Puerto Rico, recordé la época de trabajo en la Corte de Cuentas de 243
La escalera de mi vida la República, cuando resulté favorecido con una beca para continuar estudios de Administración Pública Superior en ese país y no acepté para trabajar con la firma “Freund, S.A.”. Nunca me imaginé que mi estadía en ese bellísimo lugar serviría para abrir la puerta a nuestras exportaciones con figuras de gran tamaño y monumentos fundidos en bronce. Ese año, fabricamos un monumento de 4.50 metros de altura por 3 metros de diámetro que pesaba dos y media toneladas. Mi hijo Óscar Omar se encargó de montarlo en San Juan, Puerto Rico, y recibimos muchos elogios de nuestros clientes por ese trabajo, quienes quedaron muy complacidos por la calidad del producto y por la puntualidad en su entrega.
Reprogramando la meta
Una de las metas que resultó difícil es la de mi retiro de la empresa. No es fácil, muchas veces hay inseguridad y uno cree que las cosas no marcharán igual si uno no está al frente. Consideré delegar poco a poco mis funciones hasta llegar al año 2001, distribuyendo entre mis hijos los controles administrativos, financieros, de producción y mercadeo para fortalecer el trabajo en equipo y dar continuidad a las empresas.
Trazando una meta en equipo
El resultado de delegar mis funciones originó en la empresa una nueva meta: SER LÍDER EN LA LINEA DE PREMIACIÓN. Creamos una estrategia de mercado y nos convertimos en los más grandes vendedores al detalle y al mayoreo en esa línea a nivel nacional. Para ello tuvimos que incursionar en el mercado extranjero. Fue así que participamos en varias ferias (como compradores). En febrero de 1998 viajamos a la “FERIA DE TROFEOS” en Las Vegas, Nevada (Estados Unidos), donde apreciamos un mundo maravilloso en productos de premiación y conocimos nuevas tecnologías que ya aplicamos en nuestra industria. 244
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Otra meta no cumplida ¡Por algo suceden las cosas…!
Según la tradición de celebrar las metas de mi quinquenio, la próxima era para el 9 de abril de 2001, pero no fue posible. La llegada de un nuevo siglo tenía un significado simbólico muy especial. La humanidad entera estaba pendiente de ello y como en todo cambio de siglo hicieron su aparecimiento las profecías de la llegada de una nueva era. Por ello mis hijos se sumaron a esa algarabía y sugirieron celebrarlo con el inicio del año 2000, aunque no estuviera el quinquenio cumplido, siempre en unión de mi familia y amigos. El 9 de abril de 2000, mis hijos organizaron una reunión para festejar ese objetivo que debió haber sido en el año 2001. Disfruté en grande el festejo. En esa oportunidad, ellas y ellos me dieron como es su costumbre, una gran sorpresa: invitaron a mis amigos de siempre y a mis nuevos amigos y desde luego a “Los Hermanos Cárcamo” y al “Grupo Tesoro”, que se instalaron en una tarima y presentaron un lindo show. También estuvo presente nuestro amigo y cliente Juan Gómez, procedente de Puerto Rico. Él se subió a la tarima a bailar merengue con las bailarinas del grupo artístico, el show fue muy bonito. Yo tenía previsto que en el quinquenio del 2001 además de dar a conocer mis metas, daría un reconocimiento a mi familia. Previo a esta reunión, sin que mi familia se enterara, mandé hacer unas placas, que no diseñó “Torogoz”, y en esa oportunidad las entregué a cada uno de mis hijos, mi esposa y mis sobrinos. Mi propósito era hacer pública mi admiración y agradecimiento a ellos, como también resaltar sus atributos y talentos, que son mi mayor riqueza y la de “Torogoz”. Me causa mucho orgullo apreciar estas placas en las oficinas de mis hijos. En esa ocasión, mi familia me obsequió una pintura de 1.30 x 1.10 metros, creación pictórica del famoso pintor Rafael Varela basándose en una fotografía donde aparezco con mi padre sobre la máquina 14 (llamada “La Catorzona”). Esta pintura está en la parte central de la decoración de mi oficina y tiene un hondo significado en mi vida por los recuerdos de los años que pasé con mi tata en el ferrocarril. 245
La escalera de mi vida
Esta pintura luce actualmente en mi oficina junto a otros cuadros relacionados al ferrocarril. Obras del pintor, mi amigo Rafael Varela
246
A
A
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Los tres alegres compadres Parte II
Ricardo Planas, Leonel Mejía y a mí nos llamaban “los tres alegres compadres”. Con nuestras esposas, acostumbrábamos viajar a diferentes países. Es curioso que siempre durante mi juventud, yo añoraba visitar dos países que para mí eran casi una obsesión: Rusia y Cuba. Por ello, unos de mis viajes más recordados son los realizados a esos países. En Moscú me sucedió una aventura que nunca la olvidaré: Leonel Mejía, Ricardo Planas y yo Esperaba abordar el metro con el grupo de turistas con el que viajaba. Por asistir a un niño que se había caído, el metro cerró sus puertas con el grupo, incluida mi esposa Triny y me quedé afuera. Qué descuido más grande no llevar ni siquiera la tarjeta de identificación del hotel donde nos hospedábamos. Yo recordaba sólo como se pronunciaba el nombre del hotel. Subí la escalera más inmediata que recorre una distancia como de trescientos metros, al salir de la estación caía una fuerte tormenta, pregunté por el hotel ¡y nadie me entendía! ni siquiera para poder pedir un taxi, hasta que un policía tuvo la gentileza de ponerme atención y me atendió; a partir de entonces se arreglo mi situación; detuvo un carro policial y pidió al conductor que me llevara al hotel. Hice el papel de tonto por no hablar inglés y recordé a don Roberto Freund, quien me insistió en la importancia de aprender dicho idioma. 247
La escalera de mi vida En mayo de 1996 cumplí mi otro sueño, visité Cuba. En este viaje observamos que nuestro amigo Ricardo ya no tenía el mismo entusiasmo de siempre. Tres meses después del viaje a este país en septiembre de 1996, nuestro querido compadre Ricardo, por razones naturales, se nos adelantó en el inevitable viaje hacia la “tierra prometida”, dejándonos sus valiosas enseñanzas como empresario ya que él venía de ser muy pobre y se había convertido en un empresario de éxito. Él es ejemplo de cómo salir adelante con incontables sacrificios. La familia de Ricardo es “mi familia”. En 1992, con Ricardo Planas formamos una sociedad que llamamos “Torogoz-Tropicentro” en Santa Ana, combinábamos los productos de su empresa con nuestras líneas. El negocio fue rentable, pero se cerró dos años después de su muerte.
Una Brillante Idea
Fue al inicio del año l992 que tuve la brillante idea de regalarme un día a la semana; pero que fuera un día para mí, sólo para mí, y hacer lo que quisiera. Fue así que escogí el día miércoles de cada semana para irme al rancho a descansar y hacer realidad mi creatividad en el campo de la construcción en dicho rancho. Mi familia y amigos sabían que ese día miércoles era mío y no lo compartía con nadie; pasaron 18 años durante los cuales le di rienda suelta a mi imaginación. Pero fue en el año 2010 donde puse los toques finales a la obra, que han resultado tan creativos y caprichosos que yo mismo estoy impresionado de ellos, puesto que no soy ingeniero ni mucho menos arquitecto. En un principio, el rancho se llamaba ROCA MARIA´S, después le pusimos CHACABUM, nombre de un personaje importante de mi imaginación del que he escrito su historia. Parte de esa historia esta reflejada en el rancho; CHACABUM es mi refugio, mi fortaleza espiritual, física y mental; alienta mi vida y me inspira mucha creatividad. El poder de su ambiente me irradia fuerza, entusiasmo y más optimismo, sus edificaciones son sólidas y cuenta con monumentos que relaciono con mi vida, como la “Escalera de 248
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos la Vida”, una torre de cinco pisos en cuya cúspide puede apreciarse una pirámide con proporciones a escala de las egipcias sacadas de un libro especializado. Cuando subo a ella, recibo energía del cosmos y la paz infinita del Creador. También disfruto de sus cascadas y jardines. Gracias a esa brillante realización, me siento, a mis 80 años, un hombre adulto con mucha energía, entusiasmo y el deseo de vivir. Tengo dos cicatrices. Una en mi brazo derecho, resultado de caida del tren en el año l948 y la otra en el dedo anular de mi mano derecha cuando me lo fracturé en noviembre de 2000, al caerme la última piedra que iba a colocar en la parte que representa a mi esposa, en el monumento dedicado a “La Familia”. ¡Nunca olvidaré esa piedra, al igual que a Monumento a “La Familia” en mi linda Triny! Ahora son Chacabúm” muchas las cicatrices que tengo en mi cuerpo a raíz de la operación de corazón abierto hecha en 2001. Me siento sumamente satisfecho y a la vez orgulloso de haber construido, sin la ayuda de ningún profesional, este pequeño lugar de esparcimiento para mi familia, principalmente para las futuras generaciones: mis nietos. Deseo hacer mención especial de Santiago Escobar quien por más de 30 años ha cuidado del lugar y fue la persona que me colaboro físicamente a realizarlo. Santiago, una persona sin ningún estudio ni oficio, me demostró que existen seres humanos que nacen con potenciales grandísimos para aprender, ya que él, a fuerza únicamente de observación y atención a mis indicaciones, fue capaz de ayudarme a convertir ese lugar rústico en un paraíso. Hoy Santiago es todo un artista y fue él quien elaboró las cascadas y los jardines de nuestra nueva residencia, las cuales disfrutamos. 249
La escalera de mi vida
Hazaña no recomendada
Era usual reunirnos con la familia todos los 25 de diciembre en nuestro rancho de recreo. En 1994 no fue posible, pero con mi esposa dispusimos ir para llevar los tradicionales regalos a los niños que allí habitan. Como a las once y cuarenta y cinco minutos de la mañana, transitábamos a la altura del kilómetro 38 de la carretera a La Libertad cuando nos encontramos con una señal que indicaba que adelante había hombres trabajando. ¡De repente, vimos salir a dos hombres con pistolas! Uno de ellos se colocó a cincuenta metros frente al vehículo con la intención de detener su marcha. Sin pensarlo dos veces, grité a mi esposa que se agachara ¡y aceleré...! Ellos abrieron fuego contra el parabrisas y una de las balas rozó el timón y mi mano izquierda. Con el guardafango rocé a uno de ellos y el otro continuó disparando. Afortunadamente salimos de ese peligroso e inesperado percance. Triny me brindó los primeros auxilios y no obstante mi condición, insistí que antes de ir a un centro asistencial, fuéramos al rancho a entregar los regalos como era nuestra costumbre para llevar alegría a los niños, que siempre los esperaban. La hazaña que protagonizamos con el auto no se la recomiendo a nadie por nada del mundo. Yo siempre he dicho que Dios me ama y yo también a Él.
Los secuestros estaban en auge
El 2 de julio de 2000, camino al aeropuerto para realizar un viaje a Europa para disfrutar unas vacaciones con Triny, Juan Farela esposo de Ana Lidia, mi sobrina y su hija Andrea, recibí una llamada por mi celular de mi buen amigo Ricardo Simán, que al escuchar mi voz me dijo: “¡Gracias a Dios que te encuentro, me acaban de informar que te habían secuestrado!”. Con esa inquietud hicimos el viaje y cuando regresamos, mi familia me informó haber recibido muchas llamadas de otros amigos, que al no contactarme debido a mi viaje, mostraron mucha preocupación por la noticia que se generó en el ambiente. Esas 250
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos muestras de atención me indicaron una vez más el aprecio de Ricardo y el de otras personas que me conocen. No supe cómo se difundió tal información a todo nivel; sin embargo, en ese año tuve la sorpresa de que el 8 de julio, mi buen amigo Jorge Emilio Zedán, de quien he hablado anteriormente y reconozco que es una persona muy inteligente, había sido secuestrado. Él negoció con sus captores y en poco tiempo fue liberado. El 18 de agosto de ese mismo año, como a las siete de la mañana, recibí una llamada de la familia de mi entrañable y estimado amigo Alejandro Lemus, compadre y compañero del Mesón “Santa Isabel”, informándome que había sido secuestrado cuando hacía sus ejercicios matinales en el parque de la colonia Miramonte. Desde ese momento me incorporé al problema, adquiriendo cierta experiencia. Como he dicho: ¡Alejandro es como un hermano!, le respeto y guardo mucho agradecimiento porque me extendió su mano amiga en momentos difíciles. Él como yo, pasamos muchos sacrificios para ser empresarios. Alejandro es hombre muy honesto con el don de servir a los demás. Lo más indignante y asqueroso de esos ¡chupatintas! fue su insólita exigencia, que pedían nada menos que la cantidad de DIEZ MILLONES DE COLONES por su rescate. ¡Qué ridículo! Su injusto cautiverio duró ocho días que para mí fueron muy angustiosos porque temía lo peor. Afortunadamente, se negoció con esos criminales que han provocado el más tremendo caos a nuestro país, generando una enorme zozobra en nuestra sociedad.
Convivíos con ex-ferrocarrileros
¡Nunca deja uno de sorprenderse de los extraños giros que da la vida! Cuando se cumplían 52 años de haber ingresado a laborar en el ferrocarril (1948), el 16 de enero del año 2000 se celebró el primer convivió de los ex ferrocarrileros, que debió haber sido el 1 de diciembre de 1999 (Día del Ex Ferrocarrilero) y que por razones de espacio para la celebración se trasladó su fecha. Tuvo lugar en el Centro Cultural de Sonsonate. 251
La escalera de mi vida En esa ocasión, sus directivos nos llevaron a mostrar el terreno en donde se llevaría a cabo la construcción del museo del ferrocarril; allí tuve la oportunidad de ver a muchos ex compañeros de trabajo. A dicho evento me acompañó mi esposa Triny y mi hijo Mario Enrique. El 1 de diciembre de ese mismo año, se celebró nuevamente dicha efemérides. Como siempre, fui invitado a celebrar en dicho centro. La mayoría de los asistentes conocían mi trayectoria como empresario. Fue un acto bien organizado. Alfredo Mina, presidente del Comité, resaltó virtudes de mi persona y me hizo pasar al estrado concediéndome la palabra. Dos cosas dije: la enseñanza de don Octavio Alvarado: –“HAY QUE BARRER BIEN PARA NO QUEDARSE DE BARREDOR”, la otra que es de mi creación: “HAY QUE RESPETAR EL TIEMPO”.
Varios compañeros de trabajo de 1948
Uno de los momentos más agradables fue cuando yo conté la siguiente anécdota: Viajaba de Sonsonate a Acajutla como boletero y pasando por “El Jobo”, un maquinista de edad avanzada de nombre Lindor Escobar, realizó una maniobra un poco brusca que hizo que yo perdiera el equilibrio y cayera repentinamente, causándome cicatrices que aún tengo. Regresé a pie a la estación de Sonsonate y cuando le comuniqué lo sucedido a mi ex jefe, Salvador Ramírez el famoso “Tapudo Ramírez”, me dijo: “Te caíste por bruto” y dio la 252
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos vuelta. Justo al momento de relatar dicha anécdota, escuché entre el bullicio que él estaba presente y no lo reconocí. De inmediato me disculpé e hicieron que pasara al frente y nos dimos un fuerte abrazo. También mencioné a Víctor Golcher, a quien sustituí en sus vacaciones cuando era pesador y se encontraba entre los presentes; al vernos, nos abrazamos. Otra anécdota fue cuando fui boletero en un tren extra de Sonsonate a Acajutla en los días de Semana Santa. Dije: Ustedes saben que muchas personas suben al tren sin pagar boleto y al llegar a la Terminal, en este caso Acajutla, uno elabora los boletos. Continué diciéndoles: Al llegar al destino, Salvador Urrutia, conductor del tren, me pidió que entregara el dinero recolectado, ordenándome hacer pocos boletos y repartir la diferencia, ofreciéndome una parte. Yo no quería aceptar y le dije que mi abuelita me decía que “No es decente el que roba ni digno el que deja robar”. Recuerdo que Salvador me dijo: –De acuerdo, pues te quedas sin trabajo hijo de p... Esa lección nunca la olvido, porque para no perder el trabajo hice caso omiso a ese sabio consejo. En esa ocasión regalé a los asistentes un botón con la fotografía de la máquina “Catorzona”, tomada de la pintura mencionada. Disfruté ambos convivios portando el tradicional uniforme de ferrocarrilero, lamentando no haber llevado mi famoso kepis. Estos eventos los disfruto mucho, pero al término de ellos, regreso triste porque cada año guardamos un minuto de silencio por los fallecidos; y naturalmente la ausencia de los amigos que han partido para el más allá nos causa tristeza. Ello no debe hacernos olvidar que es un camino el cual todos recorreremos. Me he hecho la firme promesa de no faltar a ninguna de estas celebraciones 253
La escalera de mi vida mientras Dios me dé vida; primero, por mi profundo amor al ferrocarril y mis ex compañeros; y segundo, porque además, en el año 2007 fui nombrado Presidente Honorario del gremio. He encomendado a mis hijos que en caso que yo faltara, ellos le den continuidad al apoyo de esta celebración. El 5 de diciembre de 2009 fue una reunión muy triste porque durante la lectura de la memoria, informaron que ese año habían fallecido 10 de nuestros compañeros, entre ellos Chepe Cajal que ocupaba la presidencia de la Junta Directiva y era un buen amigo mío. En esa ocasión también tuve la oportunidad de platicar con Francisco Avelar, alias “Chaleco”, que era brequero del ferrocarril y uno de los compañeros más viejos y a quien le faltaba poco tiempo para cumplir 100 años de vida; aproveché para tomarme una foto con él, sin imaginarme que el 25 de octubre de 2010 fallecería. El 4 de diciembre de 2010 acudí nuevamente a nuestra reunión anual de exferrocarrileros; en esa oportunidad invité a mi nuevo amigo Félix Latzo a que me acompañara. En esta ocasión solo guardamos un minuto de silencio por la muerte del compañero Avelar. ¿Quién será el último que se queda? Una anécdota: En la década de los ochenta, Torogoz patrocinó un equipo de boliche compuesto por empleados de la institución, En ese entonces existía el Bolerama Jardín. En una ocasión, mientras se desarrollaba dicho torneo, me llevé una tremenda sorpresa cuando un competidor de otro equipo me gritó “¡Botellita!”. Hasta la fecha me parece extraño que yo haya prestado atención a dicho llamado después de tantos años. Fue entonces que apareció saludándome Paco 254
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Alvarado, una persona que se identificó y me manifestó que él era cliente mío de la época en que yo vendía refrescos en botellas en los años cuarenta. Se acercó a platicar conmigo para recordar viejos tiempos. En esa época él se desempeñaba como tornero en el departamento de Mecánica del ferrocarril y su apodo era “Motorcito”. Él reside en los Estados Unidos desde hace mucho tiempo, y es su costumbre que cuando viene al país me visita en las oficinas de Torogoz, siempre llamándome “Botellita”. En una de sus visitas me enseñó su Paco Alvarado y Yo portafolio de todas sus pinturas que son muy interesantes. Así finalizo de narrar mi historia en el Ferrocarril
Primera navidad fuera de casa Por primera vez me separé del grupo familiar para celebrar una Navidad. En esa ocasión, la pasé con mi esposa y mis sobrinos Ana Lidia, Juan y Marcelo Farela en Orlando (Florida). Lo más importante de ese viaje fue la visita en Tampa a Roberto García y su linda familia. Reconozco que gracias a Roberto nació “TOROGOZ”; durante mi visita lo encontré siempre inquieto en ideas a pesar de su avanzada edad, quedándome la satisfacción que realicé ese viaje para ver con vida por última vez a mí querido Roberto. A mi regreso de ese viaje me propuse dedicar un tiempo para finalizar mi primer libro y presentarlo el 9 de abril de 2001, al cumplir mis 70 años, con el propósito mencionado al principio: dejar a las generaciones venideras un legado de enseñanza y que sepan “QUE EN LA VIDA SOMOS LO QUE PENSAMOS” y “QUERER ES PODER”. 255
La escalera de mi vida Qué suerte habernos tomado esta fotografía con Roberto y su familia, y ver aquel niño que conocí de cinco años, con un problema del corazón, hecho un hombre muy exitoso.
De izq. a der.: Yo, Josecito, Lety, Triny y Roberto
256
E
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
CAPÍTULO XII
100 días del 2001
l ser humano dice: “El hombre propone y Dios dispone”. Dios dice: “Tus pensamientos no son mis pensamientos” y “tus caminos no son mis caminos...” ¡Claro que sus designios son insondables...! Debo siempre dar gracias a Él, por permitirme dejar impresas muchas de sus bendiciones a mi persona, mi familia, además de la “prueba de fuego”. En los primeros cien días del año 2001 los secuestros seguían de moda en el país. El 29 de enero de 2001, continuó la racha y fue privada de libertad la esposa de mi gran amigo Ing. René Toruño. La dejaron en libertad después de 16 días. Referiré acontecimientos ocurridos en los primeros cien días de ese año, en los cuales se mezclan grandes satisfacciones y profunda angustia. Enero de 2001 no sólo fue el inicio de un nuevo siglo (XXI) y del tercer milenio de la civilización, sino también el mes cuando los salvadoreños fuimos sometidos a una de las pruebas más duras de nuestra historia: el destructor terremoto del sábado 13 de enero, que se repitió el 13 de febrero, exactamente un mes después, seguido de múltiples sismos de menor escala que atemorizaron grandemente a la población en general. No es mi propósito hablar de las desastrosas consecuencias de esos movimientos sísmicos, pero los refiero para que queden plasmados en este libro. Por primera vez en 27 años, no participé activamente en las labores de Cruz Roja Salvadoreña ni de otras instituciones de servicio. Mi aporte a ellas fue de otra índole. Creo que esas dos grandes catástrofes nacionales se vieron influenciadas también por enfoques de tipo político, lo que me hizo temer que el 257
La escalera de mi vida país no obtuviera las donaciones suficientes, principalmente de países amigos. Sin embargo, Dios nunca ha desamparado a sus hijos, mucho menos a los del país que lleva su nombre, El Salvador.
40º Cabalgata Artística Candelaria en Sonsonate
Como en otras ocasiones, el Comité Organizador celebró una reunión en mi oficina para definir el nombre de la Cabalgata y designar a las personalidades que recibirían los estímulos en Sonsonate. Se llevó a cabo el 28 de enero de 2001 y fue denominada “Exferrocarrileros de Sonsonate”. En esa ocasión dieron a conocer el nombre de mi buen amigo Leonel Mejía Mural “40° Cabalgata artística” como “Hijo Meritísimo”, ¡honor muy merecido! La escenografía fue impresionante y me llevé la agradable sorpresa que como fondo había un mural de grandes dimensiones. Era una réplica de aquella pintura que mis hijos me obsequiaron, en la que aparezco con mi tata sobre la locomotora “Catorzona”. Ese detalle de profundo significado para mí, me hizo sentirme bien y comprendí al presidente del Comité, que días antes me solicitó una fotografía de dicha pintura. Conservo las fotos tomadas en esa ocasión y en una se aprecia ese mural. En otra aparezco acompañado de mis compañeros ferrocarrileros en 1948. No quisiera terminar este breve relato de Sonsonate sin presentar mis felicitaciones por su muy buena organización, al Comité Organizador, presidido por el señor Douglas Galicia, Alcalde de ese entonces de esa localidad. Durante esa Cabalgata también hubo otro acto y lo más emocionante fue un detalle que nunca me imaginé: me entregaron un reconocimiento consistente en una “presea” muy especial, diseñada 258
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos de un ladrillo montado sobre una base de madera, con una dedicatoria a mi persona. Ese valioso ladrillo fue tomado de los escombros de lo que fue la hermosa Catedral de Sonsonate por el Padre Flavián Mucci y mi amigo Manuel Arce (Q.D.D.G.), a quien estimé de manera Manuel Arce, Padre Mucci y Yo especial. ¡Sólo a ellos pudo ocurrírseles! Me entregaron ese valioso obsequio de mucho significado para mí, en presencia del señor Alcalde, del párroco de esa localidad y de una gran multitud de espectadores que abarrotaban las instalaciones del famoso parque “Rafael Campo”, lugar preferido en mis tiempos de juventud. Agradecí tan noble gesto y manifesté a la concurrencia que nos uniéramos para la reconstrucción de esa preciosa casa de Dios.
De nuevo visitamos la “Feria de Trofeos”
El primero de febrero acompañé a mis hijos Mario Enrique y María Eugenia a esa feria que se celebró en Las Vegas, Nevada (Estados Unidos). El objetivo era adquirir maquinaria y tecnología de punta para fortalecer más nuestro Departamento de Premiación y destacarnos en esa rama. Aprovechamos visitar la ciudad de Washington D.C. y exploramos el mercado para nuestros productos. Tres días fueron suficientes para detectar debilidades y nuestras fortalezas, gracias al apoyo del licenciado René León, entonces Embajador de nuestro país en esa ciudad, quien con su equipo de trabajo, prepararon una agenda comercial que hizo provechosa la estadía. ¡Eso es una verdadera representación diplomática! Patentizo mis agradecimientos al licenciado León y a su equipo de profesionales. 259
La escalera de mi vida El resultado de ese viaje nos hizo reflexionar cómo exportar, qué exportar, a quién exportar y hacia dónde dirigirnos. Misión a perfeccionar por nuestros hijos.
Mi hijo Juan Carlos ingresa a “Torogoz”
Como estaba planificado que Juan Carlos fuera parte de nuestra organización, el primero de marzo de ese año él ingresó al equipo de trabajo. La experiencia de diez años en una empresa extranjera, sería de mucho beneficio y con su participación se integraría completamente el equipo que haría de “TOROGOZ” una empresa más dinámica y progresista. Por esas cosas del destino, a los seis meses de trabajar con nosotros, mi hijo recibió de su empleador anterior una oferta laboral que no podía rechazar. Como padre lamenté su retiro de nuestro lado, pero me sentí orgulloso por la estima que le tenían y porque reconocían su alto valor.
El “Premio ASI-2000”
Como empresario me esfuerzo y sacrifico sin esperar ser merecedor de algún reconocimiento. Siempre he creído que lo más gratificante es la satisfacción personal al contribuir según nuestras posibilidades al desarrollo de nuestro país, compromiso social de todos. Sin embargo, he comprobado que la perseverancia y el afán de superación tienen su propio mérito y otros lo reconocen. La Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI) otorga anualmente su máximo galardón: “Premio ASI”. El jueves 22 de marzo del 2001, en horas de la noche, recibí el “Premio ASI 2000” de manos del licenciado Carlos Quintanilla Schmidt, entonces Vicepresidente de la República y mi buen amigo. El comité para seleccionar al ganador lo integran seis personas: 2 ganadores anteriores, dos ex presidentes de la Asociación y dos miembros de la Junta Directiva en funciones. El candidato elegido por el Comité debe ser ratificado por la Junta Directiva en pleno. Recordé cuando yo integré dicho Comité, que me parecía sumamente difícil hacer tal selección, que requería a veces 260
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos hacer hasta tres reuniones para ponerse de acuerdo, dado que la votación debía ser unánime. Me produjo una inmensa satisfacción y orgullo al enterarme que mi selección fue unánime en la primera reunión. Cuando asistí a recibir dicho galardón, no me sorprendió la mucha concurrencia en el evento, porque siempre ha sido así; sin embargo, me impresionó mucho la asistencia de mis entrañables amigos y la insuperable categoría de los asistentes, entre ellos don Ernesto Freund y su señora, don Filo Simán y Jorge Elías Bahaia, con sus respectivas esposas. Por supuesto que no podía Lic. Carlos Quintanilla Smith faltar el Padre Mucci y otros, que (Vicepresidente de la República), me resultaría largo enumerar. En Entrega “Premio ASI-2000” ese inolvidable instante comprobé nuevamente el gran aprecio que me tienen. Interrumpí mi discurso para agradecer públicamente a don Ernesto Freund lo que aprendí cuando trabajé en su empresa. Claro que primero agradecí al Señor lo mucho que me ha dado y le expresé mi confianza, pidiéndole su protección para nuestro país y comprometiéndome a que junto con los míos, nos esforzaríamos siempre para ser gratos a sus ojos. Como está escrito. “Yo y mi casa serviremos al Señor”.
¡Prueba de fuego! Creo que mis plegarias dichas en la parte anterior, hicieron eco en el Creador. Antes de proseguir me pregunto: ¿Vale algo la honradez en nuestro país?, ¿se aprecia realmente una vida de auténticos sacrificios?; ¿el éxito a base de esfuerzos, acaso es un delito? ¡Sólo Dios puede responderme! 261
La escalera de mi vida Nuestro país, mi querido pulgarcito, atravesaba el peor clima de inseguridad en los últimos años, que provocó no solo el éxodo de miles y miles de compatriotas, sino que atemorizó la inversión extranjera en momentos difíciles cuando más se necesitaba. La vulgar delincuencia, se llame “cuello blanco” o como se le llame, lo estaba llevando irremediablemente a un despeñadero y hasta ahora, no hay una pronta solución a ese mal y otros que carcomen como un cáncer maligno al país. El lunes 26 de marzo (¡cuatro días después del premio ASI!), como era usual en horas de la mañana, dispuse ir con mi querida esposa a realizar nuestros acostumbrados ejercicios aeróbicos. ¡De repente!, fuimos sorprendidos por un grupo de delincuentes fuertemente armados que bruscamente sometieron y obligaron a Triny a subirse al vehículo que ellos conducían. Es terrible la impotencia que uno siente ante tan terrible tragedia, sin poder hacer nada para evitarla, porque además de privar la libertad a un ser querido, se vuelve desde ese momento en una amenaza latente contra su vida. ¡Difícil de imaginar la angustia en la familia, hundida en la desesperación, deseando que fuera una horrible pesadilla y pronto terminara esa acción delictiva! Resurgió la fe y confiamos plenamente en la misericordia divina para que mi esposa fuera tratada humanamente y que nosotros pudiéramos hacer lo correcto. ¡Dios me iluminó! Primero llamé a Leonel Mejía y a Ricardo Simán, que a los pocos minutos se reunieron conmigo. Desde ese momento se movilizaron para hacer lo que se debía hacer. Por mi parte, la experiencia obtenida con el caso de Alejandro Lemus me permitió hacer lo correcto. Quedamos sumergidos en la zozobra, la angustia y la desesperación. El menos indicado para comunicarse con estos malhechores era yo. Siguiendo recomendaciones pertinentes, sabiamente la familia decidió asignar tan delicada misión a mi hijo Juan Carlos y nos sentimos muy orgullosos que lo hizo como debió ser. 262
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos No obstante la familia y los amigos oraban por la liberación de Triny, yo me apartaba para tener comunicación directa a mi manera con el Creador, seguro que escucharía también mis oraciones. Le supliqué que “ablandara el corazón de esos salvajes, que no maltrataran a mi esposa y que él la regresara cuando decidiera”, lo cual me lo concedió. El jueves 29, por la noche, cenaba con mi hija María Eugenia y su esposo, comentando que las circunstancias estaban casi bajo control. Luego regresé a mi casa y minutos más tarde, como a las once, sonó el timbre del teléfono; una voz de mujer preguntó por mí. La empleada de casa, previamente aleccionada, contestó que no me encontraba. El teléfono sonó por segunda vez y era una voz masculina. La empleada hizo lo mismo; la tercera vez ¡era la voz de Triny! quería hablar conmigo, pero la empleada me negó nuevamente; al escuchar esto, mi esposa, le insiste: “Mary, soy Triny”. Como se nos instaló un sistema para que todos pudiéramos escuchar la conversación, Mary me veía con ojos de angustia pero seguía al pie de la letra la orden de negarme. Tuve el impulso grande de contestarle, pero recordé lo que debía hacer y contra mi voluntad me contuve. Entonces mi esposa intentó llamarme a mi teléfono celular, pero lo tenía apagado, siguiendo yo también las indicaciones recibidas. Casualmente ese día, en horas de la noche, regresó de Miami mi hija Claudia María, quien a ese momento desconocía la tragedia ocurrida a su querida madre. Se lo ocultamos porque esperaba un bebé y nos preocupaba grandemente darle tan dolorosa noticia, pero con mucha cautela se la comunicamos. Triny habló a casa de Claudia y le contestó Armando, su esposo. Le dijo ¡Voy en camino...! Mi esposa fue rescatada en una forma muy profesional aunque con mucho riesgo, situación que desconocía hasta tener conocimiento del desenlace final. La condujeron a nuestro hogar el Director de la Policía Nacional Civil y su esposa. En ese momento comprendí que las voces que escuchábamos cuando Triny habló a casa eran las del Lic. Mauricio Sandoval, Director de ese centro y la de su esposa Lorena de Sandoval y del sub-comisionado José Luis Tobar 263
La escalera de mi vida Prieto, quien participo en el operativo, y con quien desarrollamos una bonita amistad, puesto que le he admirado por sus méritos, los cuales incluso le llevaron a convertirse en el Director de la Policía Nacional Civil. ¡Qué inmensa alegría, profunda satisfacción e incontenible emoción sintió la familia y nuestras amistades!, pues ellos también estuvieron pendientes de las noticias. En pocos minutos nos reunimos en casa con mis hijos para brindar un emotivo recibimiento a mi querida esposa y adorada madre que, gracias a Dios, retornó al hogar sana y salva. Sin lugar a dudas, han sido los momentos de más angustia, pero también al final de mucha felicidad que he tenido en mi vida. ¡En toda adversidad se presenta una oportunidad que debe tomarse en cuenta! Ese lamentable y repudiable hecho, me permitió darme cuenta una vez más del sincero y gran aprecio de mis amistades, así como de su franca preocupación, gesto que les agradezco y por lo cual doy infinitas gracias a mi Dios. Una vez más recordé las sabias palabras de mi querida abuelita Ramona: “Todo lo que sucede en la vida es lo mejor, por algo sucede”, aunque en el momento preciso no me fue fácil “digerirlas”. Dios tarda pero no olvida, el 21 de agosto de 2002 los tres chupatintas, comehormigas, fueron condenados a 30 años de prisión. Aprovecho para agradecer profundamente esas muestras de aprecio, especialmente a Leonel Mejía, Ricardo Simán, Eli Bahaia y Tony Saca que estuvieron presentes de inmediato, incorporándose luego Filo Simán, Jorge Bahaia y su hijo Jorge asimismo Jorge Zedán, sin tomar en cuenta que los medios de comunicación estaban tras la noticia en mi casa. Esto me hace recordar que Filo Simán, Eli Bahaia y “Koki” Zedán también pasaron por esta infernal prueba. Gracias a su intervención y múltiples oraciones, el caso se resolvió pronto y favorablemente. Recibí muchas cartas de personas en donde además de felicitarme por haber recibido el “PREMIO ASI 2000”, en la misma me mostraban su satisfacción por el resultado de aquel repudiable hecho. Menciono de manera especial el gesto solidario del Padre Flavián 264
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Mucci quien nos visitó durante nuestros momentos de angustia, ya que acudió a nuestra casa tan pronto supo la noticia. Él muy generosamente se ofreció acompañarnos en casa el tiempo necesario y no faltaron sus plegarias. El apoyo moral recibido de todos nos alentaba y sentíamos la seguridad de que Triny pronto regresaría a casa. Nuevamente: ¡Gracias Dios mío porque siempre estás con nosotros!
Después de la prueba
Esa dura prueba fue cubierta ampliamente en su totalidad por los medios de comunicación que resaltaron la prontitud y el profesionalismo de las autoridades en el rescate y muchos la relacionaban con el estímulo que recibí del Premio ASI, que nada tuvo que ver. Dejo en este libro el bello texto titulado “Mensaje a Jesús” porque tiene una profunda enseñanza y refleja mi sentir en aquellos momentos angustiosos, y dice: El 28 de marzo de 2001, un día antes de la liberación de Triny, secuestraron a Marisela, esposa de mi buen amigo Jorge Díaz Salazar. De inmediato lo contacté para explicarle el procedimiento que seguimos en el caso de mi esposa. Lo más interesante fue cuando le comenté del “Mensaje a Jesús”, así como el texto “Déjemelo a mí”, que fueron mi apoyo en aquellos angustiosos días que Triny estuvo fuera de casa, y yo sólo pedí a Dios que no la maltrataran. Le dije a Jorge: -¡Reza ese mensaje y el Señor te acompañará! De inmediato envió a su hijo por esos mensajes. Su esposa fue liberada sana y salva después de 10 días de negociación.
¡Cumplí 70 años!
Dios me tenía algo preparado. Como dije antes: nuestros designios no son los de Él. Mis hijos estaban entusiasmados ante la proximidad de la celebración de mi 70° cumpleaños, el 9 de abril de este año. Ellos planificaron celebrármelo en grande pero no fue posible por la situación antes mencionada. Sin embargo, recibimos una invitación 265
La escalera de mi vida de nuestros amigos Smokler, para que les visitáramos y disfrutáramos de unas merecidas vacaciones. Mi hija María Eugenia que nos acompañó en aquellos momentos difíciles para la familia, se unió en este viaje para celebrar mi onomástico. Ella fue una digna representante de sus cuatro hermanos en ese especial festejo que los Smokler me habían De izquierda a derecha: Dave, Laura, Yo, preparado. Triny y María Eugenia Este viaje fue para mí y mi esposa tan oportuno, que lo recordaremos siempre. Nuestro regreso fue muy agradable ya que nuestros hijos nos esperaban como si nada había pasado, deseosos de vernos nuevamente para sugerirnos que debíamos cambiar de residencia, con la alternativa de comprar una casa o un terreno para construirla. Decidimos comprar un terreno. Así termino de narrar esta primera parte de mi vida.
Filosofia práctica de la vida
Todos sabemos que la imperfección es de humanos. En lo personal, reconozco haber cometido errores, si causé daño a través de alguno de ellos, de mi corazón nace pedir las más sinceras disculpas ya que no lo hice intencionalmente. Los consejos y ejemplos que recibí desde muy pequeño de mi abuela Ramona, fueron la base sólida del desarrollo de mi vida, consciente que: “la verdadera felicidad acrecienta cuando vemos felices a los demás”. Mi abuela, a pesar de profesar la religión evangélica, en una ocasión 266
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos me llevó a la Iglesia Concepción, situada cerca de donde vivíamos. Me mostró un mural con dos manos cruzadas: una estaba cubierta y la otra no. Pacientemente me explicó su significado: -LO QUE HACE LA MANO DERECHA, NO LO SEPA LA MANO IZQUIERDA-. Cuando sonaban las campanas de esa iglesia, me decía: -DAN DARÁN, DICEN LAS CAMPANAS-, que significa -DANDO ES COMO SE RECIBE-. Esas enseñanzas muy conocidas las he practicado a lo largo de mi vida, porque me satisface hacer el bien y ver felices a los demás.
¡Mí último deseo!
Para todos es inevitable hacer el último viaje y dejar este mundo. Cuando me llegue ese día, mi último deseo es que mis restos sean incinerados; que mis cenizas las distribuyan así: el 60% en partes iguales, las depositen en 6 pequeñas réplicas de la escultura de mi busto que ya dejo listas, y deben ser repartidas entre mis 5 hijos y mi querida sobrina Kitty, a quien reconozco como mi hija. El resto de las cenizas colocarlas en un cofre especial que deberá depositarse al lado de donde se encuentran los restos de mi tata. Ese acto será como un símbolo de la unión, respeto y amor entre la familia, sentimientos que siempre infundo a mis hijos. Si conservan y cultivan dichos valores, se mantendrán siempre unidos. Ese es mi más ferviente deseo. Además, si fuese posible, quiero que mi funeral se realice en “Capillas Memoriales” mediante un acto muy alegre, amenizado con la música de mi predilección, conocida por mis hijos, quienes cumplirán al pie de la letra el “programa” que he preparado con todos los detalles de cómo deseo que sean mis honras fúnebres. Además, desearía entrañablemente que la liturgia respectiva sea dirigida por el Padre Flavián Mucci. Finalizo esta parte de mis memorias con los versos finales del poema “EN PAZ” del famoso poeta Amado Nervo: “Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz! 267
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
S
CAPÍTULO XIII
Nueva vida… Nuevos años… Nuevos retos Parte I
i en mi vieja vida aproveché cada instante y las oportunidades que se me presentaron, cuánto más en mi nueva vida. Me propuse no cometer los errores del pasado. El 9 de noviembre del año 2001, se recibieron las copias impresas de la primera edición del libro “La Escalera de mi Vida” de parte de la Editorial; dicho sea de paso, llegaron con un mes de retraso ya que mi deseo era entregarlos el 20 de octubre, fecha de aniversario de mi matrimonio. ¡Cómo son las cosas del destino! Precisamente ese día ingresé al hospital debido a una complicación cardiaca. ¿Qué hubiera pasado si Dios no me hubiese dado la bendición de una nueva vida? ¿Hubiera dado la familia el libro como un recuerdo en mi velorio o novenario? ¿O se habría regalado en alguna otra simbólica ocasión?, o tal vez guardado. Probablemente no hubieran llevado a cabo mis indicaciones sobre mi deseo de que se me incinere. En fin no sé qué hubiese pasado, pero Dios me dio su infinita generosidad brindándome más días de vida y me propuse que en esta mi “nueva vida” iba a entregar mi libro autografiado de manera personal. A continuación la descripción de los sucesos que me ocurrieron a partir de ese momento: Después de disfrutar de unas fabulosas vacaciones en casa de los esposos Smokler (Laura y David), en la ciudad de Indian Wells, California, el 25 de abril de 2001 regresamos al país con mi esposa 269
La escalera de mi vida y mi hija María Eugenia, quien nos acompañó en el viaje. Pasamos unos días realmente maravillosos. Durante los primeros días de mayo nos incorporamos a nuestras respectivas labores y a la vida cotidiana. Pero por razones de las circunstancias que nos acontecieron, durante nuestras actividades siempre nos acompañaron dos personas de seguridad. Desde hace años me identifico con las obras de ÁGAPE. El miércoles 7 de noviembre de ese año, asistí a la exposición de pintura denominada “IV Muestra Cultural de ÁGAPE” a favor del Programa “El Anzuelo de Dios” a beneficio de los niños de la calle. Como siempre, se ofreció un cóctel a los invitados y departí con el Padre Flavián Mucci, mi gran amigo y consejero espiritual, el compadre Leonel Mejía, Salvador Simán (Q.E.P.D.) y la simpática Karla Rodríguez, quien fue excelente comunicadora de ÁGAPE TV, con quienes disfruté momentos agradables. Esa noche, al llegar a casa tuve una sensación rara en mi pecho que me impidió tragar bien. Lo comenté a mi esposa, quien me dijo que llamaría a su primo “Tocho”, que es el doctor José Ildefonso González Espinoza, médico de la familia y reconocido gastroenterólogo, pero no le fue posible localizarlo. Al día siguiente, 8 de noviembre, consulté con el doctor Salvador Caceros, cardiólogo de mi confianza, quien el 20 de septiembre de ese mismo año me había hecho un chequeo rutinario practicándome un electrocardiograma que resultó normal, igual que mi perfil clínico, excepto el examen de los triglicéridos y el colesterol, cuyos niveles resultaron altos a causa de mi forma de vida. Este problema de salud creía combatirlo solamente con medicamentos, pero todo era una excusa para continuar alimentándome equivocadamente. Ese mismo día, el doctor Caceros me hizo un electrocardiograma que resultó diferente al que me había hecho 58 días antes. Por esa razón, recomendó hacerme cuanto antes una prueba de esfuerzo en el Hospital de Especialidades del Seguro Social. Sugerí al doctor que me la hiciera en un centro privado, sin embargo me convenció y la programó para las siete de la mañana del día siguiente. 270
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos El 9 de noviembre, como todo ex ferrocarrilero, llegué puntual a la cita pero el doctor Caceros atendía a un paciente. Transcurrieron unos veinte minutos y comencé a impacientarme. Dije a Joaquín, empleado de mi confianza que me acompaña siempre, que me llevara a la oficina. Él me aconsejó que tuviera un poco más de paciencia. Su consejo me hizo reflexionar en uno de mis dichos: “hay que ver atrás”. Así lo hice. Hasta en ese momento me percaté que muchos pacientes de edad avanzada esperaban su turno tranquilamente. De inmediato pensé que sus citas médicas las obtuvieron mucho antes que yo. Ese cuadro me volvió la calma y esperé tranquilamente a que llegara mi turno. Esperé poco tiempo y agradecí la atención que recibí del personal de ese servicio. El doctor Caseros me puso a hacer la prueba de esfuerzo, pero de repente la suspendió. Con mucho asombro me dijo: ¡Hay un infarto y debo ingresarlo! Rehusé a internarme en ese hospital del Seguro Social y le pedí que me trasladaran al “Hospital de Diagnóstico”. El doctor con mucha firmeza me contestó: “¡No es posible!, ¡no queda tiempo para un traslado a otro hospital!”. Ahora digo: ¡Gracias a Dios que no me hizo caso! y dio la orden que me hospitalizaran a pesar de mi insistencia negativa. De inmediato me comuniqué con mi esposa para manifestarle la situación y que no se preocuparan porque ya todo estaba bajo control del Dr. Caceros. Antes de ser trasladado al Hospital Medico Quirúrgico entregué a Joaquín mis objetos personales. Una auxiliar de servicio del hospital, me condujo en una silla de ruedas hasta la ambulancia del ISSS y me acomodó en una camilla en donde me trasladarían al Hospital (MQ). Ella y Joaquín me acompañaron en mi traslado. Esta experiencia me hizo recordar a mis ex compañeros socorristas de Cruz Roja Salvadoreña. No recuerdo más…
271
V
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
CAPÍTULO XIV
El milagro Parte I
iernes 9 de noviembre de 2001, fecha inolvidable que cambió mi vida a raíz de un “nuevo nacimiento”. Los acontecimientos que relataré a continuación, algunos están en mi memoria y otros me fueron relatados por miembros de mi familia. Lo relacionado con los asuntos médicos sobre mi delicado estado de salud, es expuesto por mi sobrina la doctora Ana Lidia de Farela, y lo que fue para todos un milagro, lo resume mi amigo el Padre Flavián Mucci. Ambos testimonios aparecen al final de este libro.
Mi estadía en el ISSS
Por el infarto que sufrí me llevaron al Laboratorio de Cateterismo Cardíaco del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), para hacerme un procedimiento. Todo parecía estar bien. Triny me comentó que mientras me recuperaba de la anestesia, me acomodaron en un carro de hospital que ubicaron en uno de los pasillos llamado popularmente en el ISSS como “la Avenida Juan Pablo”—siempre está congestionada de pacientes. Triny se quedó a mi lado y cuando me encontraba aún bajo el efecto de los sedantes le dije: “¡Ustedes todo lo exageran!”. Ana Lidia me contó que pese a la condición en que yo estaba, contaba chistes colorados y ella muy exaltada decía “¡Mi tío es único, contando sus chistes en este preciso momento!”. Posteriormente me pasaron a la “Unidad de Cuidados Intermedios” donde los médicos dijeron que todo había resultado 273
La escalera de mi vida bien y que me darían de alta el domingo 13 de noviembre. Tranquilos por esos resultados, mi familia se marchó a casa como a las ocho de la noche. Dos horas después Triny tuvo la gran sorpresa al recibir una llamada telefónica del ISSS, informándole que necesitaban urgentemente una medicina para mí y el hospital no la tenía. Llamó a mi hijo Mario Enrique para constatar qué pasaba conmigo, mientras diligentemente ella con ayuda de nuestro auxiliar Joaquín, buscaron el medicamento en varias farmacias de la ciudad. Al no encontrarlo, avisó al Seguro Social y le recomendaron buscarlo en un hospital privado, donde luego lo encontraron. Deseo reiterar mi admiración por la labor tan eficiente que desarrolló Triny al proponerse encontrar dicho medicamento y que seguramente es lo que me permitió seguir con vida.
Doce días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)
Algo sucedió, pienso que vale la pena mencionarlo porque he escrito este libro convencido de que adquirí una nueva vida como resultado de un milagro. Mi familia fue informada que me trasladaron a la Unidad de Cuidados Intensivos del ISSS, en donde permanecí inconsciente mucho tiempo y fui sometido a duras pruebas. Los médicos dijeron que no había posibilidad de salvar mi vida. Mi familia muy preocupada llamó al Padre Mucci quien de inmediato se presentó al hospital para darme los “Santos Óleos” en presencia de mis seres queridos. Triny con su personalidad que le caracteriza, me imagino que estaba preparada para mi partida, como lo está de la suya, por estar consciente de que todos tenemos que pasar a una nueva vida. Mis hijos, sobrinos, yernos y mi consuegro don Armando López Vargas, organizaron turnos durante las 24 horas del día para no dejarme solo ni un instante, ya que se esperaba en cualquier momento mi partida; mi hijo Mario Enrique dirigió el grupo. Pasaron unos días y comencé a reaccionar poco a poco. Luego me enteré que estuve entubado con catéteres en el brazo y el cuello. 274
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Mi cama estaba frente a la entrada de esa sala y me enteraba de las personas que entraban y salían. ¡Cómo disfrutaba cuando Triny con su porte elegante ingresaba a ese lugar! (El acceso es bastante restringido para los familiares de los pacientes, pero en mi caso no fue así). Está normado que las visitas deben ponerse una bata para no contaminar el ambiente. En una ocasión observé a Triny que antes de entrar a la sala, se puso una bata pero lo más seguro es que no le quedó a su gusto y se la cambió. Aún en mi precaria condición me pareció una gracia porque ella sabía que la observaba.
Detalles de mi familia
Considero importante mencionar algunos detalles relacionados con mi familia en esos días difíciles para todos. Admiro el carácter de mi esposa que se mantuvo tranquila y con optimismo. En ningún momento vi en ella tristeza ni que corriera una lágrima en su linda mejilla. Con mucha convicción me decía: -“¡Óscar, ¿te sientes bien?, encomiéndate a Dios y todo saldrá bien!”.- Siempre estuvo a mi lado desde que ingresé al hospital hasta que fui dado de alta. No pudo faltar otro visitante que me impresionó desde que lo conocí y ha sido mi inspiración en muchas etapas de mi vida. Me refiero al pájaro Torogoz. Un día, Triny, muy emocionada, se me acercó y me dijo: “¡Panam (como ella suele decirme cuando está romántica), no te imaginas quién ha venido a verte, nada menos que el Torogoz!”.- Me contó que por la ventana de la sala de espera de la UCI apareció aquel bello pájaro sobre los alambres del tendido eléctrico. Qué curioso, desde que lo vi por primera vez siempre ha estado conmigo. Óscar Omar, con su manera de ser que le caracteriza, me observaba, nunca dijo una palabra mientras estuve delicado, su mirada lo decía todo y me tranquilizaba su presencia. Un día me visitó a la hora de la comida y tomó los cubiertos para darme de comer con su forma peculiar y con mucha delicadeza. Nunca olvidaré ese gesto. Ya dije que Mario Enrique se convirtió en el líder de la Sala. Cuando me trasladaron de la Sala de Cuidados Intermedios a la UCI, 275
La escalera de mi vida se enteró que me asignarían la cama de un paciente que había fallecido y no permitió que me dejaran en ella. Él también fue muy cuidadoso y estuvo pendiente de todo. Se identificó con el equipo de médicos y registró nombres y números de teléfonos por cualquier emergencia. Se excedió con sus indicaciones al personal médico como si estaba dirigiendo su empresa. A veces fue agresivo con el personal de esa unidad. ¡Quería hacer todo lo posible por salvar a su padre! Cuando el Padre Mucci me visitó para darme los Santos Óleos, dijo a mi hijo: -“ ¡Mario, tu papá no se va a morir!”.- Mi hijo, hombre sensible por naturaleza y de mucha fe, se emocionó y pasó el mensaje a la familia de forma que volvió la confianza en ellos. Juan Carlos, como todo predicador, oraba por mí transmitiéndome mucha fe. Cuando llegaba, me decía: “¡Estamos orando por usted padre!”, refiriéndose a su grupo religioso. Sus sabias palabras me confortaban y tenía la certeza de que todo saldría bien. María Eugenia. Yo sabía que esperaba gemelos y estaba muy emocionado porque serían mis primeros nietecitos mellizos y añoraba verlos con mucha ilusión. Cuando me visitaba, le daba un masajito a su estómago y le preguntaba: -¿Cómo están mis nietecitos lindos?Ella sonreía y bajaba su rostro. Mi linda Claudia María, ocho días antes de mi ingreso al hospital dio a luz a su hija Camila. Cuando me visitaba, lo primero que me decía era “¡Camila lo quiere conocer pronto!”. En una de sus visitas aproveché para pedirle que se acercara a la cama de un paciente que iba a ser operado para que le leyera el “Mensaje de Jesús”. Así lo hizo mi hija. Mi querida Kitty, a quien reconozco como mi hija, se las ingeniaba para cumplir el turno que con el resto de mis hijos habían acordado para no descuidar sus funciones dentro de la empresa. Todos los días reunía al personal y oraban por mi salud. Un día, platicando con el jefe de la Unidad, el doctor Gerardo Antonio Campos, conocido cariñosamente como doctor Campitos, le llamaron a comer y le pregunté “¿Qué come usted?”, “la comida que da 276
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos el ISSS al personal”; yo le dije: “¡Ah, no! Mientras yo esté aquí comerán algo mejor”; entonces, fue a Kitty a quien le ordené que se encargara de la compra de alimentos para todo el personal de esa unidad, lo cual se hizo así durante los dos últimos días que permanecí allí. Yo disfrutaba viéndoles comer y sintiendo la felicidad de mis hijos al poder corresponder sus atenciones mientras distribuían los alimentos. El Dr. Campos estuvo interesado en mi caso y fue muy especial conmigo durante mi estadía en la UCI del ISSS. Cómo pasa el tiempo, el 30 de octubre de 2010 visitó la sala de ventas de Torogoz Central para ordenar un trabajo, y aprovechando la ocasión preguntó por mí para saludarme, lo recibí con mucho agrado y se extrañó de verme tan Dr. Campos y Yo saludable. Platicamos extensamente y uno de los temas fue mi estadía en la UCI, haciéndome el comentario que en la historia de cuidados intensivos del ISSS sólo había dos casos de infarto agudo del miocardio tipo 4 que han sobrevivido, y uno de ellos soy yo. Por la situación crítica que yo me encontraba él llegó a creer que no lo superaría. Un ángel me visita: Enrique Alfonso, mi primer nieto que en ese entonces tenía 16 años, llegó varias veces. Me cuentan que rezó mucho por mí cuando me encontraba inconsciente. En una de sus visitas lo contemplé y me pareció como un ángel enviado por Dios para acompañarme percibiendo una sensación espiritual maravillosa y el deseo ardiente de aceptar más al Señor. Los únicos que no me visitaron por restricción hospitalaria fueron mis queridos y pequeños nietecitos. Sin embargo se hicieron presentes con sus saludos y sus trabajos infantiles que elaboraron con sus propias manos, para que me los llevaran y con ellos tapizaran la pared junto a mi cama. 277
La escalera de mi vida
La pintura de Gaby, que tenía apenas 7 años, decía: “Te quiero mucho, que siga mejor papá Óscar”; también Isabella de 6 años, con su paisaje lo decía todo; Óscar Alfonso de casi 6 años y Fernandito de 2 y medio, en sus mensajes, decían: “Abuelo te queremos mucho, pronto estarás muy bien, tus nietos”. Diego de 3 años y 9 meses, me mandó su gran obra abstracta estampando sus garabatos que comparo con el trabajo de un gran artista. Él dice que es su firma. Son interesantes e impresionantes todas esas “obras” que aprecio mucho y las conservo porque tienen de fondo un arco iris y el sol, símbolos de esperanza y de un nuevo amanecer que me dieron fuerza cada día. En la pared al lado de mi cama también se apreciaban varias estampas religiosas enviadas por algunas amistades. Cuando mejoró mi salud noté la más conocida: “Mensaje de Jesús”. Todo esto me inspiró y dio aliento para seguir adelante, pues por todos es sabido que los pacientes que ingresan a la UCI, la mayoría pasa a mejor vida. 278
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Alguien muy especial fue mi sobrina Ana Lidia, “la Nana”, que como siempre, actuó muy profesionalmente. Con el amor que me tiene no escatimó tiempo ni esfuerzo para estar cerca de mí en los momentos más cruciales de mi tratamiento, así como su esposo Juan, a quien le quiero mucho y él me llama tío Óscar. Ana Lidia, que irradia mucha espiritualidad, como médico perdió la esperanza al conocer mi estado de salud en ese momento, pues yo vertía sangre hasta de mis ojos. Recibió la noticia más triste para ella, por el pronóstico de sus colegas que no daban esperanza que yo viviera por ser un caso de difícil manejo y sólo se esperaba un milagro. Mi estadía por un tiempo en el hospital me permitió estar más cerca de Dios y de mi familia, confirmando una vez más su entereza y sensibilidad humana. A pesar de todo, me sentí feliz porque conocí y palpé en vida el amor de mi familia y mis amigos.
Mis amigos
Comenzaba a recuperarme y ya podía conversar. A pesar de lo restringido para las visitas en la UCI, mis amigos muy queridos no tuvieron problema para acompañarme. Sin temor a equivocarme, noté que mi amigo y compadre Leonel Mejía estaba intensamente preocupado por mi salud. El se convirtió en el vocero oficial para mis demás amigos y conocidos. César Valladares fue el primero en enterarse de mi estado de salud por medio de su yerno Billy Karrá, médico anestesiólogo del ISSS quien formó parte del equipo médico que me atendió.
Recibí la Santa Comunión
Una de las visitas que me sorprendió fue la de Madre Socorro Ticas, aquella monjita que hacía 20 años me obsequió un tapete que aún conservo, además del bordado hecho a mano por niñas de una escuelita que dice “Óscar Panameño, Dios te ama”. En una ocasión, la Madre Socorro oró por mí. Yo me concentré en su plegaria y noté que sacó un estuche de su bolso. Pensé que 279
La escalera de mi vida me daría un crucifijo o una medalla, pero ante mi asombro sacó una Hostia y me dio la Santa Comunión. ¡Nunca la había recibido! En ese momento sentí una paz espiritual como pocas veces la he sentido. Cuando ella se marchó, quedé muy pensativo. En ese momento no sabía que el Padre Mucci ya me había dado los Santos Óleos.
Mi más grande confesión
Supe que estuve a punto de irme de este mundo para siempre. Por eso, primero di gracias a Dios y le dije: “¡Señor, reconozco que soy un pecador, perdóname, que sin merecerlo me has dado tanta felicidad y estoy en tus manos! Si es tu voluntad que yo me quede más tiempo, gracias, así lo haré. Tú, mejor que nadie, conoces mi interior, mi corazón y el amor que tengo para Ti y mi prójimo, pues he tratado de cumplir el más grande mandamiento que nos heredaste”. Además, le dije: “¡Señor, reconozco mis errores que me llevaron hasta aquí!”. Abrí mis ojos y sentí una gran paz espiritual. ¡Qué hermoso es platicar con el Señor! Lo hago en varias ocasiones y de diferente manera, seguro que escucha mis plegarias, como cuando oré por Triny, que le supliqué que ella recibiera buen trato de las personas que la privaron de su libertad. Una vez más confié que lo haría y así fue. Él dice: -Hay que saber pedir para recibir.Agradezco de manera especial la visita de algunos compañeros que formaron parte del Consejo Directivo del ISSS en mi época de Concejal de esa institución. Cómo imaginar que Aníbal Somoza, que menciono en mi primer libro, amigo de antaño originario de mi querido Sonsonate y que estuvo pendiente de mi salud, esté ahora en la Casa del Señor. Aníbal murió en Ginebra, en cumplimiento de su trabajo. Era un gran líder organizacional. Para cerrar este capítulo relacionado con mi estadía en el ISSS, quiero resaltar primero todo lo bueno que recibí: las finas atenciones del personal médico y paramédico. Aprecié su calidad humana y profesional; pude contemplar la modernización de esa sala, fruto 280
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos de aquellas decisiones que tomó el Consejo Directivo cuando fui Concejal. ¿Cómo imaginar que yo disfrutaría de los beneficios de esa modernización hospitalaria, cuando formé parte de esa Directiva del Seguro Social y de la Comisión que trabajó para mejorar el Programa de Cirugía Cardiovascular? Muchos médicos me identificaron como ex concejal y que fui parte de las decisiones para que fueran becados al exterior a especializarse. En ese momento desconocía los detalles del tratamiento de mi enfermedad. Después me enteré que era necesario complementar el tratamiento con otro cateterismo cardíaco para el cual debía esperar cuatro semanas.
Contemplé el sol de un nuevo día
Me sentí muy feliz al salir del hospital y pude contemplar el camino a casa y la belleza de un sol radiante. Entonces pensé: más vale prevenir que curar. Reflexioné que afanado por todos los quehaceres diarios de mi vida, nunca tomé tiempo suficiente para cuidar mi salud. Mi cuerpo parecía gozar una “perfecta salud”, sin darme cuenta que mi organismo era como un árbol de ceiba que poco a poco se deteriora por la edad avanzada y por el ímpetu de los vaivenes a lo largo de su existir. Aunque por fuera se aprecia su hermosura, por dentro puede estar deteriorándose. ¡No me daba cuenta que esa ceiba era yo! A pesar de chequeos médicos, exámenes periódicos, ejercicio diario y medicamentos, mi corazón se debilitaba cada día. Mi familia y mis amigos son testigos que yo siempre “estaba bien” y mostraba “sentirme bien”, pero reconozco que antes de lo sucedido llevaba un régimen alimenticio a mi manera y comía desordenadamente. A pesar de los chequeos médicos con el cardiólogo y el gastroenterólogo y consciente que algunos alimentos altos en grasa y colesterol perjudican la salud, como la yuca con fritada, las pupusas revueltas, la sopa de mondongo, las tripas, los menudos de pollo en salsa, la costilla de cerdo, el corazón asado, etc., siempre los consumía. 281
La escalera de mi vida Creía que con cumplir una media dieta y seguir un medio tratamiento, volvería todo a la normalidad y seguiría saboreando la Coca Cola con pan dulce, las cervezas y los camarones, ¡Qué equivocado estaba! Había dejado de fumar hacía diez años, pero volví a hacerlo, no con un cigarro sino con varios. Me las ingeniaba para conseguirlos engañándome a mí mismo y dañando mis pulmones. El humo y la nicotina también le pasaron la factura a mi salud. A pesar de todo eso, mi espíritu y mi carácter jamás dieron muestra que estaba en peligro. ¡Qué error cometí y qué necedad la mía, maltratándome de esa manera! Por eso insisto en la conveniencia de cumplir con un buen régimen alimenticio. A veces cuando prevengo a mis amigos, se molestan conmigo y no comprenden que lo hago por su bien. Pienso que Dios tiene un propósito conmigo. Él tomó mi vida y me hizo pasar por duras pruebas. Fue así que comprendí mi gran error. Él acabó con mi vieja vida dándome nuevo aliento, concediéndome la gracia de seguir adelante, permitiéndome dejar atrás esos malos hábitos y dándome la sabiduría para dejar a un lado todo lo que perjudica mi salud.
De nuevo en casa
Cuando volví a mi casa me ubicaron en un dormitorio que parecía una sala de hospital. Los doctores Farela ordenaron trasladar el equipo necesario de su hospital a mi casa para mi comodidad. A partir de ese día, por indicación médica me prohibieron las visitas y el uso del teléfono celular. ¡Fue increíble! Mario Enrique, como en el hospital, se ocupó que en casa no faltara ni el más mínimo detalle. Desde antes que yo saliera del hospital, ordenó que me cuidaran enfermeras especializadas. Se contrató a cuatro de las que me atendieron en la UCI para que continuaran cuidándome. Ellas fueron Magdalena, Julita, Marina y Cony, todas muy atentas y simpáticas. 282
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
A pesar de todo, días felices
Las cuatro enfermeras se turnaron para trabajar en mi casa y no descuidar sus compromisos en el ISSS. Me bañaban y talqueaban como a un bebé y toleraban mis “bayuncadas”. Tony y Antonio, dos agentes de la PNC, tuvieron a su cargo por mucho tiempo la responsabilidad de velar por nuestra seguridad a raíz del secuestro de mi esposa, los considerábamos parte de la familia. Ellos estaban pendientes de mi salud. Lo más agradable era verlos cómo enlazaban sus brazos haciendo una “silla de mano” para trasladarme del segundo piso al jardín. Tony, un joven muy educado y servicial, con muchos deseos de superación, me contó pasajes de su vida. Me dijo que cuando tenía doce años ingresó a las filas de la guerrilla del país. Cuántas anécdotas me contó de esa época. Cuando terminó el conflicto armado ingresó a la PNC. Tuve la oportunidad de motivar a este joven y creo que mis palabras hicieron eco en su mente. A la fecha se comunica conmigo y me cuenta de su familia. Hasta después supe que Tony reside en los Estados Unidos y sin escatimar esfuerzos se comunica conmigo desde allá, lo cual me agrada porque admiro mucho su forma de escribir a través de sus mensajes en los correos electrónicos. Mi estadía en casa fue placentera por los cuidados especiales de las cuatro enfermeras que me acompañaban a escuchar mi música y a ver mis programas favoritos de televisión. Con ellas compartía los alimentos y también la lectura espiritual.
283
N
La escalera de mi vida
Una decisión bien acertada Parte II
o obstante que los médicos del ISSS insistieron que debía terminar mi tratamiento en ese lugar en donde fui bien atendido, mi familia y amigos cercanos decidieron que debería completarse en los Estados Unidos. La “Nana” y Mario Enrique enviaron un video con mi historial clínico para que lo analizara el doctor Ramón Quesada, de amplia trayectoria como cardiólogo en ese país, pero él prefirió hacer su propia evaluación. Llegado el día, partimos a Miami, mi esposa, mi hijo Mario Enrique, la “Nana”, y el doctor Caceros, que conocía muy bien mi caso. Al llegar a Miami el 5 de diciembre, nos trasladamos directamente al “Baptist Hospital” donde está la clínica del doctor Quesada. Él nos recibió amablemente y al saludarnos dijo: “¡Jamás en mi vida he recibido tantas llamadas recomendándome a una persona como ha ocurrido con Óscar Panameño, a quien solamente me faltaba conocerlo personalmente!”. (Uno de ellos fue mi gran amigo Koky Zedán). El doctor dijo que debía hacerme un cateterismo cardíaco y pensamos que eso bastaría. Al día siguiente ingresé al hospital para que me hicieran el procedimiento indicado. Me acompañó el doctor Caceros, quien estuvo presente en el tratamiento, ya que no permitieron el ingreso de la “Nana” por ser de mi familia. La anestesia comenzó a hacer su efecto. Recuerdo que me asombré al ver las instalaciones del hospital que parecían las de un hotel. La sala de operaciones tenía un ambiente agradable. ¡Increíble!, la música de fondo era de las canciones que tanto me gustan: “Contigo” y “Amorcito Corazón”. Ese momento siempre lo recordamos con el doctor Caceros. Me mostré un poco inquieto y pregunté al doctor Caceros: “¿Cuándo me van a dormir?”. El contestó: “¡Don Óscar, un minuto 284
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos más y todo habrá terminado!”. Lamentablemente, el resultado no fue el esperado. El doctor Quesada reunió a la familia para notificarle que debía operarme de corazón abierto y que el doctor Moreno, de origen dominicano, era el indicado para efectuar dicha operación. Nos lo presentó posteriormente. Los doctores Quesada y Moreno manifestaron con seguridad que el 98% de las posibilidades era que todo saldría bien sin ningún riesgo, dada su experiencia. Señalaron el día siguiente, 7 de diciembre, para llevar a cabo la cirugía. Ingresé de nuevo a ese hospital que cuenta con 21 salas de operaciones y una moderna sala preparatoria. Parecerá increíble lo que voy a decir acerca de los nombres de las personas que me asistieron antes de ingresar a sala de operaciones: Jesús, José y María. María, puertorriqueña, me controlaba la presión arterial; José, cubano, los tiempos de coagulación; y Jesús, también cubano, era el encargado de rasurar las zonas indicadas. Por cierto, a Jesús, un joven muy hábil, le hice algunas bromas. La operación se pospuso en varias ocasiones de manera que tuve que hacer tres visitas a ese hospital. En la primera oportunidad, equivocadamente me prepararon y hasta después chequearon el tiempo de coagulación de la sangre, lo cual, por elemental lógica tenía que ser al revés. ¡Hasta en los grandes y connotados hospitales internacionales cometen errores! Ellos también pensaban que en El Salvador se administran demasiados medicamentos a los pacientes y que por ello estaba teniendo problemas con el tiempo de coagulación de la sangre. Ese tiempo de compás de espera hasta el día en que me operarían, dio pauta para que sucedieran una serie de acontecimientos y anécdotas agradables, ya que esos días, por qué no decirlo, los pasamos muy felices. Pienso también que es muy importante meditar el encontrarse frente a frente con la posibilidad que al doblar la esquina, se encuentre uno con el más allá. Como he dicho, ¡admiro la espiritualidad de Ana Lidia!, digna de imitar. El domingo 9 de diciembre, asistimos a 285
La escalera de mi vida la Iglesia Inmaculada de la ciudad de Miami, para escuchar la Santa Misa. El mensaje fue “Cómo recibir la muerte”. Al momento de la comunión tenía mis ojos cerrados manteniendo una estrecha relación con Dios. Mi petición fue: “Señor, haz tu voluntad”. Como respuesta sentí una emoción tan grande que mi esposa secó mis lágrimas y no pude contenerme. Al abrir mis ojos observé a los comulgantes y dije al Señor: -“¡Señor, si tú deseas que yo también lo haga, dame una señal!”- Cual fue mi sorpresa que de inmediato la recibí a través de Triny cuando me dijo: “¡Óscar, ve a comulgar! “. Así lo hice. Triny se mantuvo en el mismo lugar, sus razones tenía. Al finalizar este acto, sentí una paz espiritual. Una anécdota de esa ocasión es que inmediatamente después de la misa, un grupo de personas (hombres y mujeres) muy bien vestidos de negro se acercaban a las personas ofreciendo algo; de repente, uno de ellos nos abordó y entonces supimos para qué era: andaban vendiendo servicios funerarios, lo cual nos extrañó que coincidiera con el sermón de la misa referente a la muerte. Pero no le dimos importancia, limitándonos a decirle que éramos turistas. Cosa del destino, quién hubiera pensado que ese cuerpo de vendedores pertenecía a una empresa dirigida por una persona con la que llegaríamos a tener relaciones comerciales. Sucedió que a inicios del 2009, nuestra empresa Madera y Metales se conectó, a través de una feria en Miami, con la empresa “Tribute Concepts” dedicada precisamente a la construcción de mausoleos y cuyo presidente es el señor Robert Debeltrand. El 9 de marzo de ese mismo año, el Sr. Debeltrand con su señora esposa y el gerente general de los cementerios, el señor Fernando Pimentel de origen cubano, nos visitaron para conocer nuestra fábrica y cerrar el primer negocio que consistió en fabricarles los adornos que llevan las criptas de los nichos de los mausoleos, siendo Fernando el que tomaba las decisiones sobre los diseños y acabados. Hemos visitado uno de esos cementerios y son sumamente impresionantes. Estos cementerios son también de dimensiones enormes, tan es así que Robert o Bobby (como le llamamos) nos ha contado que 286
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos está construyendo uno con capacidad para más de 10,000 nichos. Desafortunadamente, el 3 de octubre del 2010 nos comunicaron que Fernando había pasado a mejor vida y posiblemente sus cenizas descansarán en unos de esos cementerios y tengan el toque decorativo de nuestra empresa.
Por poco me da otro infarto en la playa, culpa de una conchita
Mi operación se postergó y mi deseo de comer unas deliciosas patas de cangrejo acompañadas de una cerveza bien helada, aumentaba. Un día, Leonel Guevara, amigo de mi hijo Mario, nos llevó a buscar las tan ansiadas patitas de cangrejo a Fort Lauderdale. Mi esposa tiene la costumbre de recoger conchitas en todas las playas que visitamos y cuando nos paseábamos a la orilla del mar, disfrutando la suave brisa y la belleza de aquel inmenso y apacible lugar, muy emocionado di un beso a mi esposa; pero, de repente vi como si un maremoto venía sobre mí y por poco me derrumba, todo mi cuerpo se estremeció. No era para menos, vi a una bella chica que se paseaba cerca de nosotros también en busca de conchitas. Ella lucía un “hilo dental” cuyos extremos no logré localizar, pues para colmo era color carne. De inmediato dije a Triny que fuéramos al restaurante donde se encontraba la “Nana”, Mario y Leo, y les dije: “¡Miren lo que está en la playa, por poco me da otro infarto!”. Mi broma les cayó en gracia y todos disfrutamos de unas patas de cangrejo acompañadas de unas cervezas. Prácticamente parecía que yo estaba en vacaciones gozando de los placeres de la 287
La escalera de mi vida vida, olvidando que inclusive a veces me movilizaba en silla de ruedas y que estaba a un paso del quirófano. Leo nos invitó a su casa donde nos tomamos una fotografía que la llamo la foto oficial. La operación se pospuso por tercera vez, programándose para el 12 de diciembre. Creímos que sería la fecha definitiva. Mi hija Claudia María dijo: “¡Qué Mario Enrique, Ana Lidia, Triny y Yo bueno que lo van a operar ese día!. Mi suegro dice, que ese día es el de la Virgen de Guadalupe y ella lo protegerá”-. Llegó ese día y lo mismo ocurrió. El médico dijo que no me operaba por la misma causa, el tiempo de coagulación de la sangre no llegaba a los 8 minutos esperados. Mientras tanto, mis otros hijos y amigos en El Salvador estaban pendientes del resultado.
¡Al fin me operan!
Muy temprano en la mañana del 13 de diciembre, ingresé otra vez al hospital. Esta vez había seguridad de mi operación porque confirmaron que la prueba resultó como se esperaba. De nuevo admiré el “movimiento industrial” en la sala preoperatoria. No vi a José ni a María, sólo a Jesús, quien me preparó para ir a sala; eran más o menos las nueve de la mañana. Mi recuperación fue perfecta ¡Increíble! Luego de la intervención quirúrgica, a eso de las tres y media de la tarde, me trasladaron sin tubos a la sala de recuperación. Cuando pasó el efecto de la anestesia me enteré que otros pacientes aún se encontraban entubados y con oxígeno, yo no. Sin embargo, creía que no me habían operado y me dirigí a una enfermera, por cierto muy bonita. Le pregunté: “Señorita, por favor, dígame, ¿hasta 288
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos cuándo me van a llevar a operar?”. Ella, muy sorprendida, preguntó mi nombre, y si sabía en dónde me encontraba y qué hacía en ese lugar. Un poco molesto, le respondí: -“¡Por supuesto que sí, por eso le estoy preguntando!” Ella, muy atenta, tomó una de mis manos y la hizo llegar a mi pecho y dijo: “Don Óscar, Usted ya fue operado y todo resultó bien, lo voy a sentar un poquito”. Más tarde llegó mi linda esposa, la “Nana” y mi hijo Mario. Yo quería que ellos disfrutaran el viaje y no que se quedaran viéndome en esas condiciones. Admiré la satisfacción que irradiaba “la Nana”, que horas antes había presenciado mi operación. Quería estar solo y les dije, “Por favor, váyanse de compras y regresen por la noche porque quiero descansar”. Ellos comprendieron y así lo hicieron. Horas después regresó de compras mi familia y yo había sido trasladado a mi habitación. Ellos mostraron mucha alegría al verme recuperado y hasta me dijeron algunas bromas.
Las primeras llamadas después de mi operación
El mismo día de mi operación, como a las ocho de la noche, hora de San Salvador, tomé mi celular y llamé a mi hijo Óscar Omar, luego a mi querido amigo y compadre Leonel Mejía, el “vocero oficial”, a quien le dije muy emocionado: -“¡Todo fue un completo éxito, ya me operaron de corazón abierto y pronto estaré con ustedes para celebrar la Navidad, saludos a todos y que Dios me los bendiga, hasta pronto!-“. Permanecí cinco días en ese hospital y el 18 de diciembre nos trasladamos al apartamento para preparar nuestro regreso. Me produjo mucha satisfacción poder ver que mi estado de salud ya no era motivo de preocupación para mi familia.
289
L
La escalera de mi vida
De regreso a casa Parte III
legamos al país el 21 de diciembre. ¡Qué momento! ¡Qué inmensa alegría volver a casa, poder abrazar a mis otros hijos, la familia y ver a mis amigos nuevamente que esperaban nuestro regreso! ¡Regresé con vida! El 24 de diciembre por la mañana, me presenté a TOROGOZ para desear al personal una feliz Navidad, asimismo les agradecí por sus oraciones.
Celebré otra Navidad con mi familia y mis amigos cercanos
Cada día me sentía mejor. Compartimos la cena navideña en casa de Mario Enrique en donde encontré a muchos amigos cercanos y a la demás familia. Algunos nos acompañaron a la cena, otros llegaron a saludarnos y se retiraron. A la hora del brindis, recordé las palabras emotivas de los doctores Quesada y Moreno, cuando me dieron el alta: “el primer whisky tómeselo a nuestra salud”. Como me sentía con mucha energía brindé con los presentes haciendo memoria a esas palabras y agradecí a todos sus atenciones. Me parece insólito que el de esas fotografías sea yo, con apenas una semana de habérseme realizado una de las operaciones quirúrgicas más complicadas de la ciencia médica: una cirugía de corazón abierto.
290
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Recuerdos inolvidables
Enrique Alfonso, mi primer nieto, me obsequió un sobre cerrado y me dijo que lo abriera hasta el siguiente día. No dejó de sorprenderme esa condición, pero respeté su deseo. Fue hasta la mañana siguiente que abrí el sobre y ¡qué sorpresa tan grande me llevé! Era una carta con un lindo mensaje y de mucho valor espiritual. Conforme di lectura, admiré su composición y estilo de redacción y al terminar de leerlo todo mi ser se estremeció. A ese mensaje lo he denominado “Siempre adelante”. Enrique Alfonso, a esa edad de dieciséis años, con un don especial y gracia que Dios ha puesto en él, es un muchacho ejemplar con una espiritualidad innata y de inspiración divina. Estoy seguro que Dios escucha sus oraciones. Como comenté antes, una de las veces que él llegó a verme cuando estuve hospitalizado me pareció ver en él a un ángel, lo observé y lloré sin que él se diera cuenta. El 31 de diciembre por la tarde fui a la fábrica para desear al personal un feliz año nuevo y manifestarles nuevamente mis agradecimientos por sus oraciones. Presidí el acto de despedida de una empleada muy estimada: Ana Hernández, cofundadora de MADYMET, quien se retiraba voluntariamente a sus veinticinco años de trabajo. Ella se inició como encargada de la limpieza, al poco tiempo ascendió porque “barría muy bien” y terminó su tiempo laboral como encargada de control de calidad. Con estos relatos finalizo ese año 2001 que tuvo para mí muchas satisfacciones personales, como recibir el Premio ASI 2000, las 291
La escalera de mi vida bendiciones del Creador en el final feliz ante el trágico acontecimiento ocurrido a Triny, apreciar en gran medida las bondades de mi esposa durante mi enfermedad que conmovió mi vida, y que DIOS resolvió en pocos días, dejándome con todo ello grandes enseñanzas, aunque la más grande fue mi comprensión y el agradecimiento a Él por haberme dado una nueva vida.
292
E
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Manifestación de agradecimiento a Dios Parte IV
l día 13 de enero de 2002 (un mes después de la operación) sentí mucha necesidad de visitar el santuario “San José de la Montaña” y pedí a mi empleado de confianza, Joaquín, que me acompañara. Por primera vez asistía a ese lugar y entré a una pequeña capilla en donde está expuesto el Santísimo las 24 horas del día, para orar sin ninguna interrupción. Me uní a los que allí estaban y oré “El Padre Nuestro”. Lo sorprendente fue que después me di cuenta que mi cuñada Olga había prometido a Dios llevarme a esa iglesia en gratitud por mi recuperación. Así lo hizo y cuando llegamos le dije “ya estuve aquí antes”. Ella no me creyó, sonrió y me abrazó.
¡Manifestaciones de agradecimiento en público!
Mis hijos planificaron llevar a cabo el 3 de febrero, dos eventos en las instalaciones de ÁGAPE: una Misa de Acción de Gracias por mi recuperación y una recepción para entregar a cada uno de los invitados mi primer libro “La Escalera de mi Vida”.
La Santa Misa
Mis hijos prepararon el evento ocupándose de todos los detalles. Esta era una excelente oportunidad para agradecer nuevamente a Dios sus bondades. Cuando ingresamos a la iglesia de ÁGAPE en Sonsonate, tuve la grata sorpresa de ser recibido con un fuerte aplauso de mis amigos y la familia. La mayoría de ellos no me habían visto después de la operación y mostraron mucha alegría. Me emocionó mucho este acontecimiento y aprecié que los invitados eran alrededor de 200 personas. En el desarrollo de la misa, el Padre Flavián Mucci me pidió dar el testimonio de mi nueva vida, permitiéndome hacer realidad mi 293
La escalera de mi vida ferviente deseo de compartir con los demás lo que Dios hizo por mí. Así lo hice. Me emocioné mucho al ver la iglesia muy concurrida y la misa muy solemne. Al momento de la Eucaristía, el Padre Mucci dijo a los presentes: “¡Hermanos, después de esta misa, Óscar compartirá con ustedes una comida que sustentará su organismo!”. Luego dirigiéndose a mí, dijo: “Pido a Óscar y a su esposa pasar al frente para compartir también con ustedes el Pan que sustentará vuestros espíritus”. Al escucharlo me sorprendí mucho, pues ¿cómo imaginar que yo daría a los demás la Santa Comunión? Dije al Padre Mucci; “¿Por qué yo?”. Él no me respondió, sólo me indicó lo que debía decir y hacer. En ese momento actué con mucha seriedad y me sentí muy nervioso al ver a las personas que formaban la fila, entre ellos familiares y amigos. Pasé al frente y a un lado de mí se ubicó mi esposa sosteniendo el cáliz sagrado en sus manos y a su lado permaneció el Padre Mucci observando este especial momento. Di la Hostia a los comulgantes, entre ellos un sacerdote y la Madre Socorro. Mis manos temblaban de la emoción cuando decía a cada uno: “El Cuerpo de Cristo”. Ellos respondían: “Amén”. Fue conmovedor para mí dar la comunión a mis hijos, resto de la familia y a mis amigos, principalmente a mi hermana Blanqui que no escatimó 294
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos esfuerzos y apoyada de una andadera llegó hasta mí. Difícil de olvidar el gesto de mi primo, el doctor Edgardo Cierra Posada, que después que le di la Comunión, tomó mi mano, la besó y me dijo: “¡Dios te bendiga!”. Cuando finalizó la Misa me sentí gratificado por todo lo acontecido. Triny y yo entregamos los ornamentos sagrados al Padre Mucci y cuando me dispuse regresar a mi asiento, reflexioné que yo también debía recibir la Comunión y el Padre Mucci procedió a dármela.
La Recepción
De acuerdo con lo planeado por mis hijos, después de la misa se ofreció un agasajo a los invitados en el salón, de recepciones ÁGAPE. Fue una sorpresa para todos contar con el Trío de los Hermanos Cárcamo, acompañado de su conjunto “Tesoro”. Según estaba previsto, mis hijos habían organizado muy bien el reparto del libro, cada uno tenía un mensaje personalizado.
Mis terapias fueron a go go, chachachá
El 19 de febrero de 2002, con una mente muy positiva y con mucho entusiasmo, llegué puntual a las 11:00 de la mañana a mi primera cita en el Hospital de Especialidades del ISSS. Allí conocí a Gloria y a Sarita, terapistas del servicio. Desde entonces mis sesiones de terapia Sarita, Gloria y yo fueron a go go, chachachá. Todos los días llevaba un CD de música, el cual dejaba a las terapistas para que lo pusieran a los demás pacientes. Al día siguiente, les dejaba otro con música distinta. Al terminar mis ejercicios, en broma bailaba con Gloria. Estas sesiones se realizaron en un clima muy agradable y tanto Joaquín como yo las disfrutamos. No sentía que el tiempo pasaba rápidamente y al concluirlas extrañaba esos momentos, falté solamente a una sesión, terminando dicho ciclo el 14 de agosto de ese año. 295
E
La escalera de mi vida
Primer año de mi nueva vida Parte V
l 9 de noviembre de 2002 fue un día muy especial para mí. Me levanté muy temprano esa mañana y a mi manera platique, con Dios, dándole infinitas gracias por permitirme llegar a ese día. Como lo acostumbran siempre mis hijos, planificaron para ese día hacerme una celebración de cumpleaños en grande. Poniendo de relieve toda su creatividad, giraron invitaciones a las mismas personas que estuvieron en la misa y recepción del pasado 3 de febrero en donde entregaron mi primer libro. Sin embargo, esta vez fue diferente. Dios me concedió la dicha que miembros de la familia y amigos residentes en el exterior que por pura “casualidad” se encontraban en el país formaran parte en este regocijo. Me refiero a mi primo Mario Piche que reside en Nairobi, Kenya. Hacía doce años que no lo veía. Difícil olvidar cuando él saludó a mi gran amigo y compadre Alejandro Lemus, a quien también no había visto desde hacía muchísimos años. Posiblemente aprovecharon para recordar muchos momentos de su juventud que también yo disfruté con ellos en la época de 1949. Algo de lo más emocionante en esta reunión fue tener la dicha de compartir con mi prima Olinda (a quien considero como mi hermana). La acompañaron sus hijos Guillermo y Rolando, residentes en San Francisco, California. También asistió mi primo Francis y su esposa Encarnita, residentes en Miami. Mis grandes amigos Alfredo y Martita Duarte que también residen en San Francisco. Para sorpresa de mi vida, Martita pasó a la presencia del Señor el 20 de agosto del año 2008. Ella era una mujer a quien le tuve mucho aprecio, admiración por su nobleza y sobre todo gratitud por haberme extendido su mano generosa en momentos difíciles en los que la necesite. Martita tenía la filosofía de que uno 296
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos vive cuando quiere vivir y muere cuando quiere morir, naturalmente que llega el momento cuando nuestro Señor le lleva a su presencia. La vida me dio la oportunidad de servirle inclusive fuera de este mundo material ya que fui yo la persona a quien encomendó Alfredo su esposo, de que depositara las cenizas de sus restos mortales en una urna diseñada y fabricada especialmente por nuestra empresa. En dicha reunión, me causó mucha alegría cuando empezaron a llegar los demás invitados. Como siempre, mis hijos se ocuparon de todos los detalles para que gozáramos en grande. La fiesta la amenizaron nuevamente los Hermanos Cárcamo y el Conjunto “Tesoro” con sus cuatro bailarinas. Ellas hicieron muy agradable este momento con su gran show. Roberto Cárcamo, como es usual, me elogió, me dedicó y cantó mis canciones favoritas. En un evento como éste no podían faltar mis grandes amigos: Doris Elizabeth y Eduardo Fuentes, que con sus angelicales voces dieron realce a este bello evento.
Doris Elizabeth
Blanqui y Eduardo Fuentes
Me dirigí a los presentes para agradecerles su presencia y me emocioné mucho al recordar la experiencia trascendental que ahora me permite vivir la paz del Señor. También el Padre Flavián Mucci se dirigió a los presentes, relató lo que me aconteció y dijo: “¡Hubo un milagro!”. De igual forma, mi sobrina la “Nana” se dirigió a los invitados para explicarles cuál fue mi condición crítica de hacía un año. Como doctora expresó: “ ¡Digo 297
La escalera de mi vida
Padre Mucci
Ana Lidia
con toda sinceridad, que mi tío ya era un cadáver, pero Dios hizo el milagro y le permitió estar de nuevo con la familia y amigos para disfrutar este momento!”. Hice pasar al frente a mi nieto Enrique Alfonso para agradecerle públicamente los momentos tan especiales que pasó a mi lado y que mencioné anteriormente. Él también presenció este milagro. Aproveché el momento para elevar mi gratitud al Creador y a todas las personas que de una u otra manera se unieron a las plegarias de mi familia pidiendo por mi recuperación, y ahora Enrique Alfonso y yo se unían a la alegría de verme feliz y de estar de pie una vez más. Mi reflexión en esa ocasión fue sobre esa dura experiencia y dije: “¡casi muero, pero ahora tengo nueva vida!”. Tuve la satisfacción de contar un poco sobre esos duros momentos que pasé y que ahora otras personas expresan su testimonio de lo que vieron. 298
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Como ese día me celebraron “el primer año de mi nueva vida”, mis hijos me sorprendieron con un “señor pastel” que al frente tenía el dibujo de la famosa máquina Catorzona del ferrocarril y resaltaba la dedicatoria: “Para un gran padre”. Fue un lindo día.
Dos pilares de mi vida que desaparecen
La celebración del “primer año de mi nueva vida” fue también la ocasión en que por última vez estuvieron reunidas mis hermanas Blanqui y Olinda. Blanqui fue para mí y mis hijos Óscar Omar y Mario Enrique como una segunda madre. Cómo olvidar la forma en que ella me llamaba “cocadita de a centavo, cachito de mi vida, pedacito de cielo azul”, hasta en su último día que estuvo con nosotros. Dios me dio la oportunidad de servirle en vida como le hubiera servido a mi propia madrecita. Ella nos dijo adiós el 1° de noviembre de 2006. Olinda había emigrado a los Estados Unidos hacía muchos años; sin embargo nuestra comunicación telefónica fue constante. Quiero dejar plasmado que jamás imaginé Blanqui y Olinda que ella fuese tan meticulosa con los detalles de su despedida al más allá; su deseo fue que sus cenizas se esparcieran en la Bahía de San Francisco lo que se constituyó en una ceremonia muy solemne e inolvidable. Ella murió el 18 de diciembre de 2007. 299
E
La escalera de mi vida
La construcción de la nueva casa Parte VI
l desagradable recuerdo de lo sucedido a Triny hizo que mis hijos insistieran que para borrarlo de nuestra mente, deberíamos cambiar de residencia. Por ello, cuando regresamos de los Estados Unidos nuestras hijas habían comenzado la búsqueda del posible inmueble. Fue durante junio de 2001, cuando a Triny, también afanosa en la búsqueda de una nueva casa, le llamó la atención en los clasificados de un periódico un terreno de dos mil varas cuadradas ubicado en Antiguo Cuscatlán, Departamento de La Libertad. Mi idea no era construir, a pesar de que me fascina “botar y construir paredes”, porque consideraba que sería muy compendioso. Fue una verdadera casualidad que decidiéramos ir a ver el terreno; ¡increíble!, a los dos nos gustó el lugar y de inmediato decidimos comprarlo. La construcción la comenzamos en septiembre, pero su desarrollo se interrumpió por mi infarto cardíaco en noviembre, ya que los médicos dijeron que yo no tenía posibilidad de vida; por ello mi familia tuvo la idea inclusive de suspender el proyecto y efectivamente así se hizo. Mientras yo estaba convaleciente, preguntaba sobre el estado de la construcción y todos me “mentían” diciéndome que todo marchaba bien. ¡Hasta mi fiel empleado Joaquín tenía instrucciones de “mentirme” al respecto! Fue a pocos días de mi regreso que insistí en ver la construcción, llevándome la sorpresa que nada había cambiado y por ello, imprudentemente, el 4 de febrero de 2002 reinicié la dirección de la construcción, dando la primera orden que fue: no botar los árboles crecidos que se encontraban en el lugar obstaculizando la construcción, y que se transplantaran a los lugares que yo indicaría, sin importar lo que costara en esfuerzo y dinero porque para mí, esos árboles (un aguacate, un mango, un maquilishuat y un Ficus) eran sagrados. Ese 300
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos mismo sentimiento de conservación lo tuve con unas grandes piedras que aparecieron mientras se hacían los trabajos de terracería, las cuales ordené se utilizaran en la decoración de la casa.
Triny cortando aguacates
Maquilishuat
Ficus
Quiero compartir con ustedes mi vivencia particular con uno de estos árboles: El mango. Este pequeño árbol lo movían de acuerdo con los trabajos de terracería y lo sembraron en un poco de tierra en espera de mi decisión. De repente floreció y ordené se cuidara como a un niño. Después lo trasladé a una maceta grande y ahora ocupa un lugar privilegiado. Disfruto mucho cuando veo a mis nietas Camila y Luciana cortando mangos.
Camila
Árbol de mango
301
Luciana
La escalera de mi vida El propósito de hablar de estos árboles es mencionar de nuevo mi enseñanza: “Querer es poder”, basta saber lo que uno quiere y amar la naturaleza para conseguir sus propósitos. Me parece que en esta época botar un árbol ya crecido, pudiéndose salvar, es un crimen en contra de la naturaleza. Como consecuencia de esa acción conservadora, hoy disfruto mucho ver las aves que posan sobre ellos y más que todo, mi bello TOROGOZ; aunque parezca increíble he tenido la oportunidad de tenerlo en mis manos. Por naturaleza muchos árboles nacen, crecen, se reproducen y mueren. Algunos no soportan las inclemencias del ambiente y se dejan En el jardín morir antes del tiempo, pero hay muchos que pese a las vicisitudes de su entorno son firmes y se conservan; la gente los disfruta porque lograron su objetivo para el cual fueron sembrados y son de beneficio a otras plantitas que crecen a su alrededor y se sienten protegidas por su sombra y frescura. Cuando apreciamos un árbol, le damos un cuidado especial, lo abonamos y regamos, además lo colocamos en un lugar adecuado, crece sano, no se contamina con ninguna plaga y da su fruto a tiempo. Así el hombre, por ley divina, nace, crece, se reproduce y muere; sin embargo, algunos mueren prematuramente sin disfrutar a plenitud la vida y nadie los recuerda porque no dejaron huella de su existencia, fueron como el árbol que no supo luchar por subsistir y la llama de la vida se les apagó lentamente y no brillaron. Seamos como ese árbol, que aunque no tuvo quién lo cuidara, se cuidó a sí mismo, creció, prosperó y se desarrolló muy bien, sus ramas fueron frondosas y de sus flores resultó un fruto muy exquisito para todos y por ello lo recuerdan con cariño. 302
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos Estas historias me hacen recordar otra enseñanza que llamo “La plantita que no quería morir” y la predico siempre como mi frase famosa “Hay que barrer bien para no quedarse de barredor”. No me cabe la menor duda que mi involucramiento en la construcción me sirvió como una terapia positiva. Le di tantas vueltas a los planos que terminé haciendo una casa totalmente diferente a la del diseño original, lo que me permitió, entre otras cosas, incluir la construcción de un área, que hoy en día es de mi mayor satisfacción, la cual denomino “La sala del recuerdo”. Durante el desarrollo de la construcción, mi objetivo era que al final de la misma pudiera llegar mi esposa Triny para sólo admirar los jardines y disfrutar de una suculenta comida y a dormir, y fue así como el primero de mayo del año 2003 que nos trasladamos, llegamos solamente a disfrutar de los jardines, comer y dormir, como originalmente lo planifiqué.
303
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
D
CAPÍTULO XV
Sucesos Trascendentales Durante Mi Nueva Vida. “La Otra Cara” Parte I
urante los últimos años de mi vida me realizaron varias entrevistas en diversos canales del país, así como en algunos medios impresos. La entrevista del Canal 33 en el programa “La Otra Cara”, tuvo una hora de duración y fue la que produjo una verdadera difusión de mis principios y valores por la gran cantidad de gente que lo vio. Dicho programa transmitido el 25 de septiembre de 2005 y fue conducido por su director el licenciado Narciso Castillo, excelente periodista muy conocido en los medios como “Nacho Castillo”. El entrevistador inició su labor presentándome como un “ejemplo de superación”; luego comentó los orígenes de mi vida y la entrevista la combinaron con el video que el productor del programa, señor Francisco Bonilla, grabó en la empresa Torogoz. Cuando vi la grabación del reportaje que se hizo a los miembros de mi familia y algunos de los más antiguos empleados de 305
La escalera de mi vida la empresa, disfruté aún más la entrevista. Todos dijeron cosas muy bonitas del pasado relacionadas con mi persona y “Torogoz”. Aprecié lo interesante de la intervención de Triny, principalmente cuando se refirió a la llegada del “torogoz” al hospital cuando estuve enfermo, y las de mis hijos, mis sobrinos y mis empleados, que me emocionaron hasta las lágrimas. El entrevistador finalizó su intervención y me dijo: “Don Óscar, usted es fabuloso, no olvida su pasado ni a sus buenos amigos, ¡siga siendo la misma persona, el hombre de sueños!” Desconocía la gran audiencia que tiene este programa, hasta que recibí una fuerte cantidad de llamadas tanto de personas no conocidas como amigas y de instituciones diversas, lo que me permitió tener un claro panorama de su cobertura. Debo mencionar mi profunda sorpresa y satisfacción que la primera llamada fue la de mi muy estimado don Ernesto Freund, quien a su vez me agradecía la forma en que me expresé de ellos y de su empresa. Otra llamada para mí sorpresiva fue la que recibí de Fausto Gómez Reina, compañero de tercer grado en 1942 en la “Escuela” Fray Patricio Ruiz de la ciudad de Sonsonate.
Huellas imborrables en Sonsonate ¡Hijo meritísimo de esa ciudad en 2006!
El 5 de enero de 2006 recibí la visita de algunos integrantes del Comité de Festejos de Sonsonate. El motivo era notificarme oficialmente uno de los acuerdos de la reunión del Concejo Municipal, que dicho sea de paso fue la última que presidió mi amigo Manuel Roberto Arce Suárez (de grata recordación). La resolución tenía que ver con la designación de “Hijo meritísimo 306
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos de Sonsonate 2006”, recayendo ese honor en mi persona. Esta noticia me causó mucha alegría, pero a la vez nostalgia ante la ausencia de mi gran amigo Manuelito. Con humildad acepté recibirlo; meditando durante el evento que yo jamás hubiera podido imaginar que en la esquina opuesta del parque “Rafael Campo” donde recibía tal distinción, vendí durante mi niñez, refrescos y cocteles de concha.
Galería de notables Otro hecho memorable que guardo siempre en mi memoria es cuando el 27 de marzo de 2010 se inauguró la remodelación del ex cine Arce, hoy Palacio Cultural Sonsonateco, habiéndose instalado en el hall una “Galería de Notables”. La inauguración fue un evento verdaderamente impresionante tanto por la cantidad como la calidad de invitados, habiéndose contado con una asistencia aproximada de más de setecientas personas y la considerada como la mejor orquesta del país en esa época: Orquesta Platinum. El Gobierno Municipal tuvo a bien incluirme dentro de dichos personajes notables por considerar que, modestamente, siempre estoy dispuesto a dar mi granito de arena para cualquier actividad que pudiera ser en beneficio de mi querido Sonsonate, cuna de tantas memorias de mi infancia y juventud. Qué orgullo para mí estar a la par de personajes como Rafael Campo, Óscar Osorio ex Presidentes de El Salvador; Jaime Abdul Gutiérrez, miembro de la Junta de Gobierno en 1980 y los distinguidos ex Cancilleres de la República: Reynaldo Galindo Pohl, Guillermo Paz Larín y Miguel Ángel Salaverría. Y los connotados poetas Salarrué, Claudia Lars, Ciriaco de Jesús Alas, músico y compositor; el siempre bien recordado escritor Héctor Armando Magaña fundador de la Cabalgata Artística; y la famosa atleta Ana Mercedes Campos. También están grandes empresarios como los señores: Tomás Regalado Dueñas, benefactor de Sonsonate; Luis Escalante Arce, Ernesto Freund, Jorge Emilio Zedán, doña Alicia de Poma y Manuel Arce Suárez, por su extraordinaria labor como Alcalde Municipal de 307
La escalera de mi vida la ciudad de Sonsonate en diversos períodos; no podía faltar mi amigo el Padre Flavián Mucci. Talentos y méritos de todos ellos que me hicieron en un principio declinar dicho honor, pero el señor Alcalde Roberto Aquino insistió inclusive solicitando mi fotografía a mi esposa, quienes terminaron por convencerme de aceptar. El proyecto de la construcción del Palacio Cultural fue patrocinado por la Familia Freund, quienes estuvieron presentes en el evento de inauguración. El señor Alcalde, me concedió el honor de pasar al escenario para presentarme como un ejemplo de superación, quien habiéndose iniciado como boletero del ferrocarril, había logrado llegar a ser un exitoso empresario, y que jamás se ha olvidado de Sonsonate.
Socio honorario Club Rotario
El 14 de septiembre de 2006 se me otorgó el título de socio honorario del Club Rotario, junto a dos empresarios muy reconocidos, don Boris Eserski y don Alfredo Schildknecht, en un acto muy significativo en donde estuvo presente mi familia; los medios de comunicación le dieron amplia cobertura.
308
E
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
También Torogoz es homenajeado Parte II
l año 2007 nos deparó una serie de grandes satisfacciones. En marzo recibimos el premio “Centro Nacional de Registro”, por fomentar la creatividad a través del uso del sistema de propiedad intelectual; en julio recibimos de COEXPORT el premio a la “Innovación Exportadora”, el cual se entregaba por primera vez. Este evento tuvo muy buena cobertura de los medios de comunicación; diversos medios impresos publicaron reportajes de página entera sobre los méritos de la empresa. El acto fue presidido por el señor Presidente de la República, don Elías Antonio Saca; la señora Vice Presidenta Lic. Ana Vilma de Escobar y la señora Ministra de Economía Lic. Yolanda de Gavidia. Con todos ellos me une una muy bonita amistad.
Torogoz cumple 30 Años
¡Quién lo diría! Aquella pequeña empresa que me vendiera un buen amigo cubano, ha traspasado su mayoría de edad y es ya toda una “persona adulta”, cumplió 30 años de existir; representa miles de esfuerzos, incontables anécdotas, el mejor escenario en donde puse en práctica 309
Entrega de reconocimiento a Julio Torres por sus 30 años de servicio.
todas aquellas enseñanzas de los señores Freund. Todo ello ha dado sus frutos positivos y tuve la infinita alegría de celebrarle ese aniversario el 5 de diciembre de 2007, el cual fue muy distinto de cuando cumplimos diez años, cuando lo celebré con mis amigos; en esta ocasión fue con mis 225 colaboradores contando únicamente como invitados especiales a mi compadre Leonel Mejía y al ingeniero Mario Andino. No podían faltar el Dr. Rafael Belloso hijo y el Lic. Horacio Castellanos, nuestros asesores, muchas veces mencionados en este libro porque han estado siempre presentes durante estos treinta años. Mi hijo Mario Enrique tuvo la brillante idea de celebrarlo en las instalaciones de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI). El acto comprendió dos partes: en el auditorio se hizo una presentación audiovisual de la historia de Torogoz y su evolución, como es la ampliación de las salas de ventas existentes y la apertura de nuevas sucursales en “Plaza Mundo” y “Centro Comercial Galerías”, así como también de los aliados comerciales alrededor del territorio nacional. Lo más simpático fue un video del personal muy ameno con muchas fotos que tenían más de 25 años, un creativo trabajo elaborado en el departamento de arte de la empresa; ¡que satisfacción y orgullo sentí al entregar 7 reconocimientos a empleados fundadores y 18 a empleados con más de 25 años! Aproveché la oportunidad para agradecerles por haber hecho carrera en nuestra empresa y para manifestar que esperaba que la familia dé continuidad y que con la nueva generación de sus colaboradores se apresten a celebrar el medio siglo de existencia. Después pasamos a disfrutar el almuerzo y luego todos nos pusimos a bailar y a gozar. ¡Que alegre me sentí al ver felices a todos los asistentes!
¡
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
CAPÍTULO XVI
¡Cinco años de mi nueva vida!
La creatividad de mis hijos no tiene límites! Lo demostraron una vez más el 9 de noviembre de 2006, cuando me celebraron “Cinco años de mi nueva vida”. En esa oportunidad cambiaron el escenario de celebración de mis metas quinquenales que realizaban en CHACABUM. Esta vez lo realizaron en un hotel capitalino. Las tarjetas de invitación tenían la portada de la pintura al óleo sobre tela, titulada: “Mi vida: viví, trabajé y triunfé”, creación del pintor Aleph. Aprecio mucho esta obra porque tiene enmarcados muchos objetos que simbolizan pasajes de mi vida, y mis hijos los conocen. Fue un evento muy especial. Mis hijos invitaron a mis amigos que siempre han estado presentes en las celebraciones de mis quinquenios, así como a mis nuevos amigos. Los detalles de la decoración del salón de recepción son inolvidables para mí. Los centros de mesa eran unos candiles de gran tamaño, parecidos a los que utilizamos cuando viví con mi tata en el Mesón Santa Isabel. El diseño del pastel de cumpleaños 311
La escalera de mi vida era la famosa máquina Catorzona en la Estación de Calle Real. Lo más emocionante e importante fue la participación de la familia, que con sus palabras me expresaron todo su cariño. El maestro de ceremonia fue mi hijo Juan Carlos; el primero en hacer uso de la palabra fue Enrique Alfonso, mi nieto; luego mis hijos y para cerrar esta parte del programa, Kitty mi sobrina, quien se identificó como mi nueva hija, y en verdad, así lo es para mí. Mi sorpresa fue mayor cuando en pantalla aprecié capítulos de mi vida mediante fotografías que fueron proyectadas para los invitados. No podía faltar el Padre Flavián Mucci que bendijo ese momento y su mensaje lo tituló: “El milagro de una nueva vida”. Mis hijos por respeto a la memoria de su tía Blanqui, que ocho días atrás había sido su funeral, evitaron la música. Sin embargo, como siempre, estaban presentes mis amigos: Los Hermanos Cárcamo juntamente con Doris Elizabeth y Eduardo Fuentes, quienes nos hicieron pasar un momento agradable. Pero la sorpresa fue la intervención de mi amigo el Dr. Carlos Pineda Navas, quien interpreto una melodía que nos dejó a todos asombrados. En esta ocasión aproveché para entregar a los presentes una copia de la segunda edición de mi libro “La Escalera de mi Vida: Cinco años de testimonios” en el cual he detallado minuciosamente todo lo que me aconteció durante ese lapso. Mi compadre Leonel Mejía, quien escribió el prólogo que tituló “La mejor forma de escribir una vida”, tuvo a su cargo la presentación de mi obra. En este evento di a conocer mis nuevas metas del siguiente quinquenio, entre ellas, cumplir ochenta años, siempre y cuando Dios lo permita. Por otro lado, había tenido el deseo de tener una pintura que reflejara diferentes aspectos relevantes, simbólicamente representados, de mi vida como son: el tren, el mesón Santa Isabel y el misterioso Torogoz. Fue así como un día, realicé el bosquejo de una pintura con esos elementos, y el famoso pintor salvadoreño Aleph interpretando mi idea, la plasmó en un lienzo de 60 x 75 cm., y que representa donde viví, donde trabajé y mi éxito. Los elementos de esa extraordinaria 312
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos pintura, que yo denomino “Mi Vida”, sirvieron como motivos para la decoración en la celebración de mis cinco años de mi nueva vida.
Muere mi maestro
También ese 9 de noviembre de 2006, durante la celebración de los “cinco años de mi nueva vida“ don Ernesto, con su natural y característica sonrisa observó detenidamente el mural que representa mi época en Freund. En esta reunión, durante la cual compartimos la misma mesa, tuve la oportunidad de platicar largamente con él y recuerdo una de las cosas que me dijo “Panameño ¿Cómo ha logrado esta gran cantidad y calidad de amistades que los observo a todos muy contentos?”. Yo le contesté: “Se lo debo a sus enseñanzas”. Tristemente, casi dos años después, el 8 de julio de 2008, le dije adiós por última vez a mi maestro: don Ernesto Freund, a quien difícilmente olvidaré y siempre estaré profundamente agradecido por sus sabios consejos, los cuales han sido parte de mi éxito. Me ha sido difícil aceptar su desaparición física. Un día después, el 9 de julio, asistí a su funeral. Primera vez que asistía a un entierro judío, habiéndome unido a todos sus ritos; tengo en mi sala de los recuerdos la “quipá” que se me entregó al ingresar al cementerio de dicha comunidad y guardo la satisfacción de haber participado en la tradición de tirar un poco de tierra en su sepultura.
Otro cumpleaños con sorpresas
Siempre he acostumbrado celebrar mis quinquenios en donde doy a conocer mis metas y aprovecho para celebrar mi cumpleaños, es por ello que estoy bastante ansioso por la llegada del 2011 que es cuando 313
La escalera de mi vida se cumple mi próximo quinquenio, siendo mi meta central: cumplir los ochenta años. Sin embargo, aprovecho para dejar plasmados detalles significativos en estas fechas mientras esto escribo, y que me han producido mucha alegría, como la fecha del nueve de abril de 2009 cuya noche para mí fue inolvidable.
En esa ocasión mis hijos, juntamente con sus hijos, organizaron en “Chacabum” una barbacoa rodeada de muchas sorpresas; una de ellas fue la entrega de un mural metalizado en bronce que representa mi vida, pero lo más simpático de todo fue que mis nietos, faltando únicamente Kike que se encuentra en Taiwán, tuvieron una destacada actuación preparando la comida, declamando poemas, etc.; pero a falta de uno de mis nietos, en esta ocasión estaban “tres nuevos”: Isabela, Memo y Pablo de apellido Argueta, quienes son los nietos biológicos de mi gran amigo Guillermo Argueta Arbizú y que porque ya goza en la presencia de nuestro Señor, estos niños me han “adoptado” como su nuevo abuelo. Los tres vinieron a darnos más alegría participando juntamente con mis demás nietos en todas esas actividades que nos llenaron de mucha felicidad; esa noche vi más grande a mi familia. 314
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Meta cumplida
Creo, sin temor a equivocarme, que mi objetivo debe ser ver a la empresa “Torogoz” sólida, que pueda aguantar tempestades como las que enfrentamos durante la década de los ochenta, y la que estamos pasando en estos años 2009 y 2010, una crisis mundial que ha afectado grandemente a nuestro país. He aplicado la filosofía de Albert Einstein que se resume así “los tiempos de crisis son tiempos de oportunidades”, y ello me ha recordado la década de los sesenta cuando el país estaba en crisis y Freund en ese entonces la cambió por época de oportunidades, estableciendo más tiendas y una campaña: “CON FE EN EL FUTURO”, la cual motivó al empresario a pensar con entusiasmo y a trabajar con la mente positiva; el resultado fue todo un éxito. Naturalmente, los tiempos cambian y es así como en esta última década (la primera del siglo veintiuno), una de las formas de la delincuencia (conocida como MARAS) se convierte en una mafia bien organizada a nivel nacional a tal grado que además de la extorsión, establecen la llamada “renta”, como un ingreso para ellos; pero lo mas preocupante es tener un número considerable de asesinatos por día. Es claro que todo lo anterior no permite la inversión nacional, mucho menos la extranjera; además es una preocupación constante de la sociedad en general, pero sobre todo del sector productivo por la inseguridad y lo peor, la impredecible política que vive el país. Sin embargo a pesar de todo ello, en noviembre de 2009 nos atrevimos a invertir en la compra de un inmueble para la ampliación de la sala de venta de Torogoz Central, así como también en la inversión que significó el montaje de una planta con su respectivo equipo para la fabricación de nuevos productos. También participamos en la realización de uno de los más bellos monumentos a nuestra naturaleza, donando la escultura de dos Torogoces descansando sobre un árbol en el redondel ubicado a 150 metros de nuestra sala de ventas central, el cual fue inaugurado por el señor Alcalde de la ciudad de San Salvador Dr. Norman Quijano 315
La escalera de mi vida el 14 de diciembre de 2009. En esa oportunidad, mi amigo Félix Latzo declamo el poema “Al Pájaro Torogoz” que tuvo a bien dedicar a mi persona precisamente como él manifiesta “por mi entrañable amor al pájaro Torogoz”. A esta fecha, la empresa goza de un sólido respaldo crediticio, una buena imagen, un excelente prestigio y lo más importante: de una marca reconocida nacional e internacionalmente por su creatividad, calidad y servicio, lo cual les he pedido a mis hijos e hijas que cuiden, porque estos valores que han costado tanto tiempo y dinero, son como el cristal que una vez se rompe muy difícilmente se recupera. Hoy puedo decir: ¡misión cumplida! pidiéndole a Dios que detenga esta situación difícil que vive el país para que todos salgamos adelante y que siempre derrame sus bendiciones sobre todos mis hijos y mantengan la unión familiar como hasta hoy lo han hecho y que con su entusiasmo y tenacidad den continuidad a “TOROGOZ”, que podría inclusive llegar a ser administrada por la tercera generación de manera exitosa. Y así finalizo de escribir acerca de la historia de las empresas, que con sacrificio y entusiasmo, juntamente con mi familia, hemos logrado formar, no importando su tamaño (pequeñas o medianas); lo importante es que son empresas íntegras.
316
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Inicio Segunda Década Siglo XXI
Enero de 2011. Un mes lleno de agradables sorpresas tan sorpresas, que quiero ser redundante: Inesperadas.
De izquierda a derecha: Reina de la Cabalgata, Óscar Panameño, doña Elvira Vda. de Magaña y el asambleista estatal de Nueva York Phillip Ramos
Bodas de Oro de la Cabalgata Artística
Como todos los años, en el mes de diciembre nos reunimos en mi oficina el comité organizador de la Cabalgata Artística para la organización de dicho evento y seleccionar a los candidatos para los premios y definir el nombre de la Cabalgata. En esta oportunidad sugerí que por tratarse del Aniversario de Oro de la misma, fuera dedicado a su fundador Héctor Armando Magaña; creí que mi sugerencia había sido aceptada pero cual fue mi sorpresa que el día 5 de Enero me comunicaron que los Miembros del Concejo y Comité Organizador ya habían acordado de que llevara mi nombre; insistiéndome en que la decisión ya había 317
La escalera de mi vida sido tomada y que basaban la misma en que consideraban de que éste servidor siempre había tenido una participación en su realización y sobretodo después de la muerte del Lic. Magaña. Tengo que ser honesto, siempre que he prestado mi colaboración a los diferentes concejos municipales, independientemente de su bandera política, pensando en mi querido Sonsonate. Ellos mencionaron que preferían dar un reconocimiento a la persona “en vida”; y naturalmente lo que me terminó de convencer es que también aceptaron mi consideración de que a la viuda de Héctor Magaña se le diera en calidad de Homenaje Póstumo el máximo galardón: “Zenzontlat de Oro”, reconocimiento que solamente se ha otorgado a cinco personas: Alfredo Cristiani, Padre Flavian Mucci, mi persona y a los hermanos Manuel y Rene Arce, a éstos dos últimos como Homenaje Póstumo. Creo que ha sido lo mejor ya que el zenzontlatl de Oro, viene a acompañar al Zenzontlatl de Plata que se le dio en vida en 1986 y que con mucho orgullo me tocó a mí entregárselo. Tengo la satisfacción de haber sido testigo del enorme crecimiento de la Cabalgata ya que comenzó modestamente en 1961 en el kiosko del parque Rafael Campo y hoy, a sus Cincuenta años de existencia, el 28 de enero de 2011 se celebro con mucha elegancia y una organización perfecta; el ultimo punto del programa fue la entrega de un pergamino donde se me dedica la cabalgata, y el cierre fue lo mas maravilloso: ver y oír a mis dos buenos amigos Doris Elizabeth y Eduardo Fuentes cantando a dúo la famosa canción “Sonsonate”, acto seguido quema de pólvora y un gigantesco carnaval de tal magnitud que ha quedado imperecedero en el recuerdo del pueblo Sonsonateco. 318
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
Enero 14: Una visita con un mensaje sorpresivo
Esta ha sido para mí una fecha imborrable. El día 11 de Enero recibí una llamada telefónica de parte del Presidente de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador, solicitándome audiencia para el día viernes 14, a las 10 a.m. la cual estaría presidida por él. Llegado el día y la hora señalados, el Ing. Jorge Daboub, acompañado por 4 ex presidentes y el Director Ejecutivo de la institución, me notifican que el premio “LA PALMA DE ORO 2010,” había sido otorgada a “Óscar PANAMEÑO – TOROGOZ”. Evento que se llevaría a cabo el 10 de Febrero a partir de las 6.30 p.m. en el Hotel Sheraton-Presidente. A partir de ese momento empecé a preparar lo que consideraba que podría ser el mayor aporte de mi parte para esa ocasión: El discurso de aceptación del premio; discurso que empecé a redactar con las siguientes consideraciones: “Recuerdo el día cuando representantes de la Cámara de Comercio me lo dieron a conocer. Inmediatamente me traslade a ese espacio íntimo en el que se refugian los pensamientos cuando reciben una emoción como ésta. Y en ese espacio me surgió la pregunta ¿Y esto? ¿Por qué? Y no porque en mi persona existe una mínima autoestima ¡ No ! Sino que, buscando ese porqué, me encontré con una mezcla de componentes que tienen que ver con los valores: las alegrías, las tristezas, los éxitos, los fracasos, los sueños, las ilusiones, la perseverancia, en fin, con todo eso que le dio forma a mi persona, a éste que como empresario, los miembros de la Cámara de Comercio consideraron tiene algún mérito 319
La escalera de mi vida para este premio”. Me satisface mencionar que todas las felicitaciones que recibí posterior al acto de premiación, incluyeron el reconocer la importancia del mensaje que para el país y las nuevas generaciones contenía mi discurso. Jamás había estado frente a una concurrencia tan numerosa y selecta quien me interrumpió en varias ocasiones con sus aplausos. Nunca me imaginé la amplia cobertura que le dieron los medios de comunicación antes y después del evento. Esa fue una ocasión muy especial que vivirá por siempre en mis recuerdos y en los de mi familia. Cosas del destino, hace 10 años recibí el premio de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI), el que fue un homenaje similar a éste. Asimismo el jueves 17 de febrero por la noche, una semana después de haber recibido la Palma de Oro, el Club Rotario San Salvador Noroeste, donde tengo el privilegio de ser “Socio Honorario”, me homenajeó en el Círculo Deportivo Internacional entregándome un diploma de reconocimiento por haber sido galardonado con la Palma de Oro. Hoy solo me queda pedirte a ti Señor que me des la oportunidad de llegar al 9 de Abril (faltan pocos días) para celebrar mis 80 años de vida; hacerlo tal como lo han planificado mis hijos y estar en esa oportunidad con mis doce nietos ya que Enrique Alfonso viene especialmente para esa ocasión procedente de Bélgica. En esta oportunidad aprovecharé para entregar a mi familia y amigos este libro, tal como lo manifesté cinco años atrás cuando di a conocer mi meta quinquenal que era llegar a los ochenta años y que nos íbamos a reunir nuevamente para festejarlos. ¡Meta cumplida! Así finalizo mi historia compuesta de alegrías, tristezas, éxitos, fracasos, sueños, ilusiones, perseverancia, en fin todo lo que viví durante estas ocho décadas de mi vida.
320
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos
¡La familia, mi mayor bendición!
No puedo finalizar este libro sin dedicar unas palabras a quienes más quiero en mi vida: mi familia. Complementa mi felicidad ver crecer a la familia, cómo se fortalece la unión, prevaleciendo el amor ante toda circunstancia. Antes eran cinco hijos, pero después el número se duplicó con sus cónyuges, y ahora, son diez: Margaret, Silvia, Billie, Armando y Bosco; y con mis nietos, son 22. Luego con Kitty, mi sobrina, a quien considero como mi hija, y con Víctor Manuel mi sobrino son 24.
Mi esposa
Triny, ha sido, es y seguirá siendo mi brazo derecho. Sin su amor, apoyo y comprensión, yo no hubiese logrado mi realización personal y mi éxito empresarial. Como cabeza de la familia, he tratado de mantener la armonía, la unión familiar lo mismo que la unidad empresarial. Mi amor por Triny es tan grande como fuerte es mi carácter y pido a Dios tener siempre su compañía.
Mis hijos
Al igual que mi mano tiene cinco dedos, así el Señor me dio la dicha de mis cinco hijos (tres varones y dos hembras) teniendo cada uno su importancia y su función, que se manifiestan tanto en el campo familiar como empresarial. Como mis dedos, que me son tan imprescindibles, de 321
La escalera de mi vida igual manera, necesito y quiero a cada uno de mis hijos. Ellos han sido, son y seguirán siendo mi apoyo tanto en el grupo familiar como empresarial. A veces he pensado: -“¿Qué haría si me faltase un dedo, y cuánto tiempo pasaría para acostumbrarme sin él?”. ¡Creo que nunca! De igual forma pienso de cada uno de mis hijos. Cada uno de ellos tiene muchos talentos y han sabido aprovecharlos. Sin embargo, aprecio el respeto que mi hija Claudia María (quien es la menor), se ha ganado entre sus hermanos, en el ejercicio de sus funciones en la empresa; afortunadamente sus hermanos reconocen sus virtudes como administradora. Pido a Dios que cuando yo falte, ellos la apoyen en la delicada función de dirigirlas, porque la considero una buena administradora. Asimismo espero que lo haga mi sobrina Kitty, a quien yo considero como mi propia hija. ¡Adelante hijos míos, los amaré por siempre! Cuando parta de este mundo, rogaré a Dios por cada uno de ustedes, como lo hago hasta ahora. Los esperaré con los brazos abiertos y les felicitaré por haber cumplido muy bien la misión encomendada.
Mis nietos
Tengo la dicha de compartir con cada uno de ellos, especialmente en los cinco años de mi nueva vida. A todos los he visto crecer y aprecio mucho sus fortalezas, así como comprendo sus debilidades. Parte de mi 322
80 años de esfuerzo, sacrificios y triunfos nueva meta es llegar a los 80 años para verlos y disfrutar su crecimiento. Enrique Alfonso, mi primer nieto, mencionado mucho en este libro, a sus 22 años partió a Taiwán a estudiar Negocios internacionales, con la fortuna de aprender el tan difícil idioma mandarín. Después de tres años regresa al país a pasar unas merecidas vacaciones y antes de su retorno a Taiwán con todos sus primos y hermanos cenamos el 24 de febrero del 2010; fue una noche para mí inolvidable, faltando únicamente Gabriel, quien vive en San Miguel. En la foto aparecen: Enrique Alfonso, Andrés, Gabriela, Isabella, Óscar Alfonso, Rebeca, Diego Armando, Fernando, Camila, Luciana y Ana Lucía, quien es mi última nieta y una bendición del Señor. Su nacimiento se esperaba para el 10 de junio de 2006, pero se adelantó al 17 de marzo del mismo año; la llamo la “Viajera” porque recién nacida hizo sus primeros viajes a los Estados Unidos para ser operada. Y como dije en mi segundo libro “La Escalera de mi Vida” CINCO AÑOS DE TESTIMONIOS (que lo dediqué a ella): pedí a nuestro Señor que me diera la oportunidad que la niña me conociera y me permitiera la dicha de jugar con ella; así sucede, lo único que nunca me imaginé que fuera tan terremoto, que a sus 4 años yo la llamo !Mi consentida¡ y me gusta verla con su uniforme de la Británica en donde ella estudia. Cada uno de mis nietos tiene sus cualidades y son motivo de orgullo y felicidad para la familia. Disfruto mucho cuando estoy a su lado. Pido a Dios me conceda la oportunidad de vivir unos años más para tener la dicha de seguir disfrutándolos. 323
La escalera de mi vida
Mi gratitud y reconocimiento a todos
Agradezco a Dios por mi familia que me ayudó a subir cada peldaño en la “Escalera de mi vida”, Cada vez que tropecé por momentos difíciles, ellos me sostuvieron para que yo no cayera. Asimismo, por cada uno de mis amigos, que me entregaron lo más valioso que puede recibir un hombre: su genuina y sincera amistad. Agradezco también a todas las personas con quienes me relaciono por trabajo y amistad, por sus muestras de simpatía y la confianza depositada en mí. Tengan la seguridad que nunca los defraudaré. También agradezco a los lectores de mis libros por su interés en la vida y enseñanzas de este humilde servidor.
Por gracia recibí y de la misma serviré
En la primera edición de mi libro “La Escalera de mi Vida”, digo: … Si Dios me concede la dicha de cumplir 70 años de edad, los demás serán ganancia. ¡Qué bendición obtuve! El 9 de abril de 2006, cumplí 75 años y el Señor hizo de mí, como del águila que a cierto tiempo cambia su plumaje y su pico adquiriendo nuevas fuerzas para volar y no cansarse, un nuevo ser con renovadas energías, entusiasmo y ganas de vivir. Así el Señor me hizo pasar por una crisis en mi salud, pero luego me dio nuevo aliento de vida y nuevas fuerzas; y con ello, nuevos bríos y muchos deseos de continuar mi misión en esta tierra y llegar a la cúspide de “La escalera de mi vida”. Reconozco que el Señor tiene un propósito en mi vida, por eso le pido que me ayude a cumplirlo. Si él me concede mi petición de vivir cinco años más, además de agradecerle, me comprometo a escribir el libro que denominaré: “Torogoz, Misterio no Revelado”. El autor
324
La presente obra se termin贸 de imprimir en abril de 2011. Tiraje: 500 ejemplares Editorial Alejandr铆a San Salvador, El Salvador.