¿Cómo estudiaba Engels?

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Editorial Aurora

Caracas, 2023

Edición y diseño

Francisco Guacarán V.

Revisión

Cristina Vargas B.

Diagramación

Alejandro Díaz M.

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Mucho se ha exaltado, en justicia, la genialidad de los coautores de la doctrina del comunismo científico, Carlos Marxi y Federico Engelsii, pero a veces al punto de que pareciera que dicho talento fue dado por una conjunción estelar única, irrepetible, cuasimágica; sin embargo, el análisis de la vida y del método de trabajo de estos hombres demuestra cuán alejada de la realidad es esa valoración idólatra.

La dedicación de Engels al estudio sistemático de la realidad histórica y de su época, el interés por saciar su curiosidad sobre amplias y diversas ramas de la ciencia, la política y la cultura a través de metódicas, planificadas y profundas investigaciones, dan cuenta del camino recorrido para poder alcanzar la elevada talla de cientificidad que logró en su praxis revolucionaria.

Así es como Engels nos legó una inmensa obra científica –tanto en sus colaboraciones con Marx como en solitario–, puesta al servicio de armar intelectualmente al proletariado, en aras de fortalecer su combate contra la explotación asalariada capitalista.

El texto que ofrecemos a los lectores es del referencial libro Cómo estudiaban Marx, Engels y sus discípulos, traducción al español publicada en 1945 por la Editorial Calomino (La Plata, Argeni Tréveris, 5 de mayo de 1818 - Londres, 14 de marzo de 1883. ii Barmen, 28 de noviembre de 1820 - Londres, 5 de agosto de 1895.

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tina), al que adicionamos un apéndice con selección de escritos de Engels y puntuales comentarios acerca de su obra.

Finalmente, llamamos la atención sobre algunos detalles formales que se verán a lo largo de los textos. En primer lugar, las cursivas y los paréntesis pertenecen al original, mientras que los corchetes denotan adiciones y supresiones hechas por esta Editorial. En segundo lugar, se conservaron las notas del autor al pie de página –indicando con un asterisco (*) a las que se les actualizaron la fuente y la cita respectiva–, y las incorporadas especialmente para esta publicación se marcaron como notas de la Editorial (N. de la Edit.). En tercer lugar, agregamos intertítulos para facilitar la lectura y estudio del material.

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Federico Engels, el gran revolucionario proletario y amigo de [Carlos] Marx, supo como éste acumular conocimientos, enriquecer su memoria con el “conocimiento de todos los valores creados por la humanidad”1. Marx no se cansaba de admirar los vastos conocimientos de Engels llamándolo verdadera enciclopedia. Pero es sabido que Engels, lo mismo que Marx, a pesar de poseer una magnífica memoria, nunca se confiaba en ella; poseía un enorme archivo con sus manuscritos, extractos de periódicos y toda clase de notas y resúmenes, y lo tenía todo dispuesto en un orden ejemplar, repasándolo de tiempo en tiempo como hacía Marx, y sistematizando sus materiales.

Todos los amigos de Engels recalcan en sus memorias su extraordinaria meticulosidad en todos los procesos de su trabajo. “En sus dos grandes y claras habitaciones de trabajo –escribe P. Lafargue2 –, cuyas paredes estaban cubiertas por armarios de libros, no se veía en el suelo ni un trozo de papel, y los libros, con excepción de alguna decena

1 Lenin, Obras completas, t. 25, pág. 407.

2 Paul Lafargue (Santiago de Cuba, Cuba, 1842 - Draveil, Francia, 1911). Médico y revolucionario socialista. Dirigente de la Asociación Internacional de los Trabajadores, conocida como la Primera Internacional, donde conoció a Carlos Marx y a su hija Laura, con quien se casó en 1868. Participó en la revolución de la Comuna de París (1871). Fue uno de los fundadores del Partido Obrero Francés (1879). Algunas de sus obras son El derecho a la pereza (1880), Idealismo y materialismo en la concepción de la historia (1895), El socialismo y la conquista de los poderes públicos (1899) (N. de la Edit.)

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de ellos puestos sobre la mesa de trabajo, se hallaban en sus correspondientes lugares. El aspecto del local se asemejaba más a una sala de espera que al cuarto de trabajo de un sabio”3 .

Engels cultivó desde su juventud la costumbre de planificar rigurosamente todas sus actividades, siendo severo consigo mismo en el comienzo y terminación puntuales de cada uno de sus trabajos, no permitiéndose salirse ni un ápice de los plazos fijados.

En los primeros trabajos de Engels podemos aprender cómo se debe proceder con cada trabajo teórico. Desde este punto de vista presenta un gran interés la obra de Engels La situación de la clase obrera en Inglaterra, publicada en el año 1845. Lenin consideraba este libro del joven Engels como “una de las mejores obras de la literatura socialista internacional.”4

En El Capital5, Marx se refiere repetidas veces a este trabajo de investigación de Engels. En una de las notas del primer tomo de El Capital, Marx dice que, comparando este trabajo de Engels con los informes oficiales aparecidos 18 o 20 años después, se ve lo admirablemente que Engels describió hasta en sus más mínimos detalles la situación de la clase obrera: el cuadro está hecho con tal maestría que los datos posteriores no han podido añadir nada sustancial.

3 P. Lafargue, Carlos Marx y Federico Engels, pág. 46.

4 Lenin, Obras completas, t. 17, pág. 31.

5 La obra más referencial de Marx, cuyo primer tomo vio la luz en septiembre de 1867, aunque continuó modificándolo para nuevas ediciones en alemán y en traducciones. Después de la muerte de Marx, Engels preparó para la imprenta y publicó el segundo y el tercer tomo, en 1885 y 1894, respectivamente (N. de la Edit.)

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El trabajo preliminar para su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra, Engels lo comenzó a los 22 años, en 1842, cuando vivía en Manchester. Desde entonces y a lo largo de veintiún meses Engels estudió escrupulosamente la situación de los obreros en Inglaterra. En el llamamiento a la clase obrera de Gran Bretaña, insertado a guisa6 de prólogo en su libro7, Engels cuenta cómo trabajó en la preparación del mismo. Estudió absolutamente toda la literatura precedente sobre la materia, analizando detallada y críticamente los diversos documentos oficiales y extraoficiales que pudo hallar. Pero los datos extraídos de los libros y documentos no le satisficieron: los consideraba tan sólo como un conocimiento abstracto de la materia. Engels quería ver a los obreros en sus propias casas, en su vida cotidiana, observar personalmente su lucha contra los opresores. Y así lo hizo.

La experiencia personal, y el contacto directo con los obreros fue la base de su estudio. Engels estudió la realidad viva, conoció a muchos obreros, conversó con ellos sobre su situación y sus necesidades. En una serie de grandes y pequeñas ciudades estudió el estado de las viviendas, de las casas y de los barrios en los cuales vivían los obreros, inspeccionó y describió detalladamente las condiciones de existencia de muchas familias obreras, su salario, su alimentación y vestido. Engels enumera en su libro una serie de ciudades

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6 «Modo, manera o semejanza de algo.», Real Academia Española, Diccionario de la
española, 23ª edición, 2014 (N. de la Edit.) 7 Véase en el apéndice, página 24 (N. de la Edit.)
lengua

que visitó repetidas veces, describiendo del modo más detallado todo lo que en ellas vio y escuchó. De un modo particularmente minucioso estudió y describió la ciudad de Manchester, donde él vivió, considerando la situación de la clase obrera de allí como más o menos típica de los grandes centros. En sus visitas a los barrios obreros, Engels hizo incluso unos dibujos de la disposición de las casas obreras y de algunas calles, dibujos que fueron después incluidos en el libro.

Sus observaciones personales, descritas con todo género de detalles, las completó con los hechos y datos extraídos de los libros y documentos. Esta forma concreta de estudiar y trasladar al papel todo lo que vio, escuchó y leyó le dio la posibilidad de descubrir el cuadro horrible de la miseria de los obreros ingleses, que llenó de asombro al mundo.

Engels veía todo lo estudiado por él con los ojos del revolucionario consagrado sin reservas a la causa de los obreros. En el proletariado vio a la clase cuyas condiciones de vida y de lucha por sí misma despiertan en él la conciencia de sus intereses y de su opresión. Vio en la clase obrera la poderosa fuerza llamada a realizar el socialismo, y ya entonces sabía firmemente que el único camino que puede llevar a la clase obrera a la victoria es la fusión del movimiento obrero con el socialismo. En esto, precisamente, vio Lenin el principal mérito de Engels como autor de La situación de la clase obrera en Inglaterra.

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Engels, como Marx, sentía un profundo desprecio por la gente que aborda la teoría de una manera superficial, diletante8, y no se aplica a enriquecer sus conocimientos, obligación de todo verdadero revolucionario proletario. En el prólogo a La guerra campesina en Alemania9, en 187410, Engels escribe que “el socialismo, desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como tal, es decir, que se le estudie”, y reclama de los socialistas “instruirse cada vez más en todas las cuestiones teóricas”11 .

Lo mismo que Marx, Engels se distinguía por la severidad con que ante todo planteaba sus exigencias para consigo mismo. El conocimiento de su magnífica vida nos enseña el verdadero camino que conduce a la conquista de la ciencia. Para comprender el método de trabajo de Engels es muy importante conocer cómo estudió el arte militar. Esta materia fue para Engels, durante toda su vida, una de las que más fuerte atracción ejerciera sobre él. Pero Engels no se ocupó de la ciencia militar guiado por un interés puramente científico. Subrayaba de continuo la gran importancia práctica que para el movimiento revolucionario del proletariado internacional tiene el arte militar, y, habiéndolo estu-

8 «Que cultiva una actividad de manera superficial o esporádica.», Real Academia Española, idem (N. de la Edit.)

9 Obra escrita por Engels en Londres en 1850, publicada ese mismo año en los números 5 y 6 de la Nueva Gaceta Renana. Revista de política y economía, dirigida por Marx (N. de la Edit.)

10 Para la tercera edición, publicada en 1875 (N. de la Edit.)

11 *C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en tres tomos, t. 2, p. 180, Editorial Progreso, 1976.

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diado a la perfección, fue el primero en ponerlo al servicio del proletariado.

Engels comenzó a estudiar el arte militar en 1851, en Manchester, donde, por el estado de las bibliotecas en aquel tiempo, le costaba un trabajo ímprobo12 obtener los libros que precisaba para esta clase de estudios.

En la carta dirigida a Weydemeyer13 el 19 de junio de 1851, Engels pide le indique las fuentes en las cuales podría encontrar las informaciones necesarias, y enumera aquellas que precisa en primer término:

Lo que necesito ante todo son libros por los cuales, de una parte, pueda formarme una idea de la situación general actual de ciertas ramas del arte militar, y de otra, conocer las diferencias entre los diversos ejércitos modernos; por ejemplo, yo desearía conocer las diferentes construcciones de cañones de campaña y otras cosas semejantes; la organización y las diferentes unidades que forman una división, un cuerpo de ejército, etc. Desearía obtener, especialmente, toda la información posible sobre la organización de los ejércitos, el abastecimiento, la sanidad y todo lo necesario para el equipamiento de cualquier ejército.14

Todos estos detalles los necesitaba Engels, según dice en esta carta, “para comprender y apreciar exactamente los hechos militares-históricos”,

12 «Dicho del trabajo o de un esfuerzo: Intenso, realizado con enorme aplicación.», Real Academia Española, idem (N. de la Edit.)

13 Joseph Weydemeyer (1818-1866). Oficial prusiano de artillería y escritor. Fue miembro de la Liga de los Comunistas, combatió en la revolución de 1848-1849 en Alemania y colaboró en varios periódicos socialistas. Amigo personal y compañero de luchas de Marx y Engels. Emigró a EEUU en 1851, donde ejerció el periodismo y participó en la guerra civil (1861-1865) como coronel de un regimiento del ejército del Norte (N. de la Edit.)

14 Marx y Engels, Obras completas, t. 25, pág. 98.

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subrayando que para él era importante “el conocimiento de las cosas prácticas existentes en la realidad y no los sistemas o las invenciones de genios ignorados”.

Engels determinó, como vemos, ante todo, obtener los conocimientos elementales necesarios en las diferentes ramas del arte militar. Estudió la táctica elemental, la fortificación, comenzando con el sistema Vauban15 y terminando con los sistemas modernos de fortines aislados y la historia general de la ciencia militar. “…Después –escribe Engels– necesito conocer profundamente la artillería…”

Por lo que antecede se ve el método que Engels siguió en el estudio del arte militar, método fundado ante todo en el conocimiento hasta en sus más mínimos detalles técnicos de los hechos concretos que se relacionan con el objeto del estudio. Engels tiene, además, un concepto claro sobre el fin que persigue con esta acumulación de conocimientos, sabe seleccionar los detalles, separar lo esencial de lo menos importante, y, finalmente, como siempre, aplica al estudio de la ciencia militar la rigurosa sistematización y planificación del trabajo. “La autoinstrucción, practicada de un modo general, es un absurdo”, escribe Engels, refiriéndose, naturalmente, al estudio sin orden y sin sistema. Para conseguir resultados positivos es preciso estudiar de una manera sistemática,

15 El método de Vauban, para el ejército sitiador, giraba en torno al sistema de tres trincheras paralelas, conectadas por zapas en zig-zag para evitar que el defensor hiciera fuego de enfilada sobre estas líneas de comunicación. Toma su nombre del Marqués de Vauban, Sébastien Le Prestre (1633-1707), destacado estratega e ingeniero militar francés, quien también diseñó fortificaciones y sus sistemas de defensa (N. de la Edit.)

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Como Marx, Engels consideró absolutamente necesario estudiar la literatura que le era útil en los idiomas originales y no en las traducciones. El estudio de las lenguas extranjeras lo estimó siempre como una exigencia de la lucha revolucionaria. En este sentido es significativa la carta de Engels a Marx del 18 de marzo de 1852, en la cual explica por qué se dedicó al estudio de las lenguas eslavas y especialmente del ruso. “En la próxima revolución –escribe Engels–, por lo menos uno de los dos conoceremos el idioma, la historia, la literatura y las peculiaridades de las instituciones sociales de aquellos pueblos, con los cuales, precisamente, habrá que entrar pronto en conflicto. Propiamente hablando, Bakunin16 consiguió algo únicamente gracias a que nadie conocía la lengua rusa.”17

Conocer el enemigo en todos sus aspectos, esta exigencia se la imponían a sí mismo Marx y Engels, imponiéndosela al mismo tiempo a cada revolucionario proletario. En aquel entonces, cuando Engels escribía esta carta, ese enemigo era el gendarme de Europa, la Rusia zarista.

Engels conocía a la perfección todos los idiomas europeos, incluso los antiguos, (el latín y el

16 Mijaíl A. Bakunin (1814-1876). Teórico y revolucionario ruso, participante de la revolución de 1848-1849 en Alemania. Uno de los ideólogos del anarquismo. En la Primera Internacional actuó como enemigo rabioso del marxismo; expulsado de ésta en el Congreso de La Haya de 1872 por su actividad escisionista (N. de la Edit.)

17 Marx y Engels, Obras completas, t. 21, pág. 342.

13 profunda, y con una finalidad concreta.

griego). Estudió además algunos dialectos e idiomas orientales. “Un emigrado de la Comuna –escribe Paul Lafargue–, bromeando con motivo de la propiedad de Engels de tartamudear en los momentos de emoción, dijo en cierta ocasión: ‘Engels tartamudea en veinte idiomas”18 .

Es sumamente importante para nosotros conocer cómo Engels estudiaba los idiomas. En ello se ve ante todo el método profundamente dialéctico en el estudio de las cuestiones que le interesaban, método que se aprecia invariablemente en cada trabajo de los fundadores del marxismoleninismo. Cualquiera que fuese la cuestión que Engels se proponía estudiar, tanto si se trataba de escribir un artículo como de orientarse en los acontecimientos en curso y tener una idea absolutamente clara de los mismos, no se limitaba a leer simplemente sino que la estudiaba a fondo, y en el idioma original, completando los conocimientos adquiridos en los libros con su experiencia personal, con el estudio de la realidad concreta, penetrando profundamente en las raíces históricas de los fenómenos estudiados.

Así, al ocuparse en 1853, en relación con la guerra de Crimea19, de la cuestión del Oriente, Engels estudió en detalle la historia de todas las nacionalidades del Oriente, su economía, su cultura, sus condiciones de existencia, y a este fin se

18 P. Lafargue, Carlos Marx y Federico Engels

19 Conflicto armado ocurrido entre 1853 y 1856. Las fuerzas beligerantes fueron: el Imperio ruso junto al Reino de Grecia contra una coalición formada por el Imperio otomano, Francia, Reino Unido y el Reino de Cerdeña. El Imperio ruso se había adueñado de la península de Crimea, ante la debilidad del Imperio otomano por conservarla; esta situación alertó al Reino Unido y Francia quienes querían evitar que el zar Nicolás I expandiera las fronteras rusas hacia el oeste (N. de la Edit.)

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dedicó como a una tarea especial al aprendizaje de los idiomas orientales. En 1864, cuando estalló la guerra entre Dinamarca y Prusia, Engels se trasladó a Schleswig y Holstein (provincias entonces en litigio entre Dinamarca y Prusia), observando atentamente en los diferentes puntos de estas provincias en qué idiomas hablaba la población. En la carta del 2 de noviembre de 1864, dirigida a Marx, Engels describe sus observaciones, diciendo:

La relación entre los idiomas y las nacionalidades es muy original. En Flensburgo, donde, según datos daneses, especialmente la parte del litoral es danesa, todos los chicos que en masa juegan en el puerto hablan en un dialecto de Alemania del sur. En cambio, hacia el norte de Flensburgo el idioma que habla el pueblo es el danés, es decir, un dialecto del sur de Dinamarca, del cual no entiendo ni una palabra casi. En Sundeved, los campesinos en las tabernas hablaban distintos idiomas, el danés, el alemán y el alemán del sur, mientras que en Sonderburg, donde yo me dirigía a la gente en danés, siempre recibía la respuesta en alemán.20

“Últimamente me ocupé algo de la filología21 y arqueología22 frisio-jutlandesa y escandinava”, comunicaba Engels a Marx en esta misma carta.

Al estudiar cualquier idioma, Engels estudiaba al mismo tiempo el pueblo cuyo idioma

aprendía: su economía, la historia de su cultura, su literatura, su origen y su historia concreta.

20 Marx y Engels, Obras completas, t. 22, págs. 204-205.

21 «Ciencia que estudia las culturas tal como se manifiestan en su lengua y en su literatura, principalmente a través de los textos escritos.», Real Academia Española, idem (N. de la Edit.)

22 «Ciencia que estudia las artes, los monumentos y los objetos de la antigüedad, especialmente a través de sus restos.», Real Academia Española, idem (N. de la Edit.)

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Marx el 15 de julio de 1865–, las epopeyas heroicas alemanas, el derecho frisio antiguo, etc. En cuanto domine esto un poco, me dedicaré seriamente al idioma noruego antiguo. Su poesía es extraordinariamente difícil en virtud de su intencionada nebulosidad y de la abundancia de nombres mitológicos y estoy viendo que es inútil estudiarla a la ligera; en el momento oportuno tendré que dedicar exclusivamente a esto cuatro semanas, pero cuando esté menos ocupado”24 .

En el estudio de las lenguas extranjeras, Engels tendía siempre a no olvidar ninguna de las aprendidas anteriormente y a conocer el idioma a la perfección. Es sabido lo fácilmente que se olvidan los idiomas extranjeros, si se deja de practicarlos de una manera regular. A pesar de su intensa actividad revolucionaria y su múltiple trabajo científico, no teniendo, se sobreentiende, ninguna posibilidad de dedicarse a todos los idiomas al mismo tiempo, Engels siempre encontraba un modo para refrescar en su memoria uno u otro idioma volviendo a estudiarlo de nuevo. Insistía una y otra vez en el mismo idioma, restando para este fin tres o cuatro semanas de su tiempo extremadamente limitado, hasta llegar a dominarlo como su idioma materno, el alemán.

Este excelente conocimiento de los idiomas extranjeros que poseían tanto Marx como Engels

23 Hermanos Grimm: Jacob (1785-1863) y Wilhelm (1786-1859). Filólogos, investigadores y folcloristas alemanes, autores de más de 200 cuentos producto de un arduo trabajo de transcripción, sistematización y compilación de relatos orales populares. Entre sus obras se encuentran La cenicienta, El príncipe rana, Hansel y Gretel, Rapunzel, Rumpelstiltskin (N. de la Edit.)

24 Marx y Engels, Obras completas, t. 23, pág. 292.

16 “Estudio ahora los cuentos de
23 –escribía a
Grimm

tuvo una importancia enorme en la creación de la Primera Internacional y en la organización del trabajo de sus secciones en diferentes países, prestando al movimiento revolucionario internacional un inapreciable servicio.

La íntima amistad de Marx y Engels, su ininterrumpida comunidad espiritual, la recíproca influencia que el uno ejercía sobre el otro, la constante ayuda y apoyo mutuos tuvieron una importancia excepcional en la vida y en el trabajo de ambos.

Al respecto, escribe Lenin:

Las leyendas de la antigüedad nos ofrecen conmovedores ejemplos de amistad. El proletariado europeo puede decir que su ciencia fue creada por dos sabios y luchadores cuyas relaciones mutuas superan a todas las leyendas antiguas más emocionantes sobre la amistad humana. Engels siempre, y en general con toda justicia, se posponía a Marx. “Al lado de Marx –escribió en una ocasión a un viejo amigo suyo– me correspondió el papel de segundo violín”25. Su cariño a Marx, mientras éste vivió, y su veneración a la memoria del amigo muerto fueron infinitos. Engels, luchador riguroso y pensador severo, era hombre de una gran ternura.26

En los comienzos de su amistad, viviendo juntos en París y en Bruselas, elaboraron ambos la teoría revolucionaria creada por ellos y escribie-

25 Carta de Engels a Johann F. Becker, del 15 de octubre de 1884. Becker (18091886) fue militante del movimiento obrero alemán, participante activo en la revolución de 1848-1849, uno de los organizadores de la Primera Internacional, amigo y compañero de luchas de Marx y Engels (N. de la Edit.)

26 *Lenin, Obras completas, t. 2, pp. 12-13, Editorial Progreso, Moscú, 1981.

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La ideología alemana28, en los cuales sentaron ya los fundamentos de su doctrina. Más tarde, viviendo y trabajando en diferentes ciudades, seguían manteniendo por medio de correspondencia o de entrevistas personales una estrecha relación entre sí.

La correspondencia de Marx y Engels nos demuestra cuán fecundo fue para ambos este mutuo intercambio. Se consultaban sus opiniones respecto a los trabajos y nuevos descubrimientos, decidían y fundamentaban en sus cartas las cuestiones surgidas a ambos en el proceso del trabajo, compartiendo sus pensamientos. Marx y Engels se prestaban mutuamente una gran ayuda, compartiendo sus conocimientos, resumiendo a veces en las cartas artículos enteros para conocer sobre ellos sus respectivas opiniones.

En la época en que Engels trabajaba activamente en Manchester, estudiando principalmente la ciencia militar, Marx pasaba en Londres los días y las noches en la elaboración de su teoría económica. Engels tenía plena conciencia de la extraordinaria importancia de esta obra de Marx. Se avino a tener que aceptar un trabajo terriblemente desagradable de oficinista en la firma de

27 Obra filosófica escrita en 1844 por Marx y Engels, en la que someten a una crítica implacable el idealismo de Hegel y las concepciones de los «jóvenes hegelianos», al mismo tiempo que desarrollan las bases del materialismo dialéctico e histórico (N. de la Edit.)

28 Obra filosófica de Marx y Engels, escrita entre 1845 y 1846, en la que desarrollan las ideas plasmadas en La Sagrada Familia y exponen las claves de la concepción materialista de la historia: las formaciones socioeconómicas, las fuerzas productivas, la relación entre el ser social y conciencia social, entre otras (N. de la Edit.)

18
La sagrada familia27
ron en común dos trabajos,
y

la que era accionista su padre. Engels odiaba este trabajo del comercio, al que llamaba maldito y de perros, a pesar de lo cual lo aceptó con el único fin de ayudar económicamente a Marx que atravesaba una situación material increíblemente difícil. Engels no sólo ayudaba a Marx con dinero; frecuentemente le escribía los artículos, hacía por él las traducciones o cualquier otro trabajo, facilitando así el trabajo de Marx. Después de la muerte de Marx, Engels, en el año 1887, refiriéndose a esto escribió:

A consecuencia de la división del trabajo que existía entre Marx y yo, me tocó defender nuestras opiniones en la prensa periódica, lo que, en particular, significaba luchar contra las ideas opuestas, a fin de que Marx tuviera tiempo de acabar su gran obra principal.29

Engels prestó también a Marx una enorme ayuda en la elaboración de su teoría económica. Marx estaba muy interesado en que cada uno de sus descubrimientos científicos fuera atentamente estudiado por Engels y discutido por ambos. “Tu reciente descubrimiento económico –escribió Engels a Marx el 12 de febrero de 1851– es actualmente para mí materia de las más serias investigaciones. Hoy no tengo tiempo de detenerme en ello detalladamente, pero a mí me parece completamente acertado. Sin embargo, con las cifras no se puede bromear; por eso estudio cuidadosamente esta historia”30 .

29

*C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en tres tomos, t. 2, p. 317, Editorial Progreso, Moscú, 1976.

30 Marx y Engels, Obras completas, t. 21, pág. 149-150.

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Me alegra mucho que tú estés satisfecho de ello”, escribe Marx a Engels con motivo de uno de sus juicios.

A su vez, Engels se dirigía frecuentemente a Marx para aconsejarse, compartiendo con él sus opiniones sobre la literatura y sobre los acontecimientos políticos. El trabajo teórico de Engels en Manchester es extraordinariamente dificultado por la pobreza de las bibliotecas. A veces se veía obligado durante semanas enteras a “correr en vano” en busca del libro necesario, perdiendo mucho tiempo para hallar la información sobre una u otra cuestión especial. Marx ayudaba constantemente a Engels en su trabajo, recogiendo para él en la biblioteca del Museo Británico las notas necesarias. Conseguía libros para Engels y, hurgando a veces durante días enteros, buscaba con el afán propio de él las informaciones que le hacían falta a su amigo.

Marx prestó también una gran ayuda a Engels en la preparación de una de sus mejores obras, el Anti-Dühring31 . Engels leyó a Marx todo el manuscrito antes de ser enviado a la imprenta. El décimo capítulo, referente a la Economía Política (“De la Historia crítica”), fue íntegramente escrito por Marx, según refirió Engels mismo a los lectores en el prólogo a la segunda edición de este libro. “La colaboración de Marx se explica porque

31 Obra de Engels escrita durante 1876-1878, difundida inicialmente por entregas y publicada en forma de libro, en agosto de 1878, con el título La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring, en la que critica los postulados oportunistas y pequeñoburgueses del filósofo alemán. Engels analiza los asuntos claves de la filosofía y las ciencias naturales, y sistematiza las tesis fundamentales del marxismo: el materialismo dialéctico e histórico, la crítica a la economía política capitalista y la teoría del comunismo científico. Esta obra ha sido clave para el desarrollo del movimiento comunista internacional (N. de la Edit.)

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camente en cuestiones científicas especiales.

En el año 1870, cuando Engels consiguió al fin liberarse del maldito comercio, se instaló en Londres, a diez minutos de camino de la casa donde habitaba Marx.

Cuenta Paul Lafargue:

Cada día, alrededor de la una de la tarde, Engels se dirigía a casa de Marx, y si hacía buen tiempo y Marx estaba dispuesto, iban a pasear juntos al campo de Hampstead. Cuando no era posible pasear por las razones que fuese, conversaban durante una o dos horas en el gabinete de trabajo de Marx, paseándose por la habitación cada uno en diferente diagonal. Recuerdo vivamente ahora una de las discusiones sobre la cuestión de los albigenses33, la cual se prolongó por espacio de varios días. Marx estudiaba entonces el papel de los mercaderes judíos y cristianos en la Edad Media. En los intervalos de la discusión cada uno meditaba separadamente las cuestiones discutidas para llegar a una conclusión común. Valoraban tan altamente el uno al otro que ninguna crítica de sus ideas y trabajos tenía para ellos tanta importancia como este intercambio de opiniones. Marx no cesaba de admirar la universalidad de conocimientos de Engels, su sorprendente agilidad mental, gracias a lo cual con extraordinaria facilidad pasaba de una materia a otra, mientras que Engels, por su parte, se maravillaba de la potencia de análisis y síntesis de Marx.34

33 Integrantes de una comunidad religiosa que floreció en los siglos XII y XIII en la ciudad de Albi, en el sur de Francia, y se propagó en varias ciudades europeas. Su concepción dualista y combinación con elementos doctrinales distintos al cristianismo les hacía críticos a la jerarquía católica (N. de la Edit.)

21 siempre fue costumbre nuestra ayudarnos recípro-
”32
32 *F. Engels, prólogo (1885) a la segunda edición de Anti-Dühring. La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring, p. XXXIII, Editorial Grijalbo, México DF, 1968. 34 P. Lafargue, Carlos Marx y F. Engels, pág. 42.

Muchas veces, antes y después de la muerte de Marx, se refirió Engels a la superioridad de Marx, a su genio. “Marx supera tanto a todos nosotros con su genio –escribe en una de sus cartas, en 188135 –, con su casi excesiva escrupulosidad científica, con su portentoso saber, que si cualquiera se atreviese a criticar sus descubrimientos saldría malparado”36 .

En sus cartas y prólogos a las obras hechas conjuntamente con Marx y en sus intervenciones después de la muerte de Marx, Engels subraya constantemente que el mérito principal en la creación de la teoría revolucionaria del socialismo científico le pertenece a Marx. En su folleto Ludwig Feuerbach37, publicado en 1888, Engels escribió:

Permítaseme aquí un pequeño comentario personal. Últimamente, se ha aludido con insistencia a mi participación en esta teoría; no puedo, pues, por menos de decir aquí algunas palabras para poner en claro este punto. Que antes y durante los cuarenta años de mi colaboración con Marx tuve una cierta parte independiente en la fundamentación, y sobre todo en la elaboración de la teoría, es cosa que ni yo mismo puedo negar. Pero la parte más considerable de las principales ideas directrices, particularmente en el terreno económico e histórico, y en especial su formulación nítida y definitiva, corresponden a Marx. Lo que yo aporté –si se

35 Carta de Engels a Eduard Bernstein, 25 de octubre de 1881. Bernstein (18501932) fue un activista político socialdemócrata alemán, inicialmente colaborador de Marx y Engels, más tarde se dedicó a desarrollar sus ideas revisionistas sobre el marxismo. Se conoce como padre de la socialdemocracia reformista (N. de la Edit.)

36 Marx y Engels, Obras completas, t. 27, pág. 158.

37 Escrito a inicios de 1886 y publicado con el título: Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (N. de la Edit.)

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exceptúa, todo lo más, dos o tres ramas especiales–pudo haberlo aportado también Marx aun sin mí. En cambio, yo no hubiera conseguido jamás lo que Marx alcanzó. Marx tenía más talla, veía más lejos, atalayaba más y con mayor rapidez que todos nosotros juntos. Marx era un genio; nosotros, los demás, a lo sumo, hombres de talento. Sin él la teoría no sería hoy, ni con mucho, lo que es. Por eso ostenta legítimamente su nombre.

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* * *
38 *C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en tres tomos, t. 3, p. 380, Editorial Progreso, Moscú, 1974.

AA las clases obreras de Gran Bretaña1 ¡Trabajadores! vosotros dedico una obra en la que he intentado describir a mis compatriotas alemanes un cuadro fiel de vuestras condiciones de vida, de vuestras penas y de vuestras luchas, de vuestras esperanzas y de vuestras perspectivas. He vivido bastante tiempo entre vosotros, de modo que estoy bien informado de vuestras condiciones de vida; he prestado la mayor atención a fin de conocerlas bien; he estudiado los diferentes documentos, oficiales y no oficiales, que me ha sido posible obtener; este procedimiento no me ha satisfecho enteramente; no es solamente un conocimiento abstracto de mi asunto lo que me importaba, yo quería veros en vuestros hogares, observaros en vuestra existencia cotidiana, hablaros de vuestras condiciones de vida y de vuestros sufrimientos, ser testigo de vuestras luchas contra el poder social y político de vuestros opresores. He aquí cómo he procedido: he renunciado a la sociedad y a los banquetes, al vino y al champán de la clase media, he consagrado mis horas de ocio casi exclusivamente al trato con simples obreros; me siento a la vez contento y orgulloso de haber obrado de esa manera. Contento, porque de ese modo he vivido muchas horas alegres, mientras al mismo tiempo conocía vuestra verdadera existencia –muchas horas que de otra

1 Dedicatoria escrita en inglés, que encabeza su obra La situación de la clase obrera en Inglaterra. En una carta a Marx del 19 de noviembre de 1844, Engels explica que desea “publicarla aparte y dirigirla a los jefes de los partidos políticos, a los literatos y a los miembros del Parlamento”. Esta dedicatoria figura, en inglés, en las ediciones alemanas de 1845 y 1892, pero no aparece en las ediciones norteamericana e inglesa de 1887 y 1892.

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manera hubieran sido derrochadas en charlas convencionales y en ceremonias reguladas por una fastidiosa etiqueta–; orgulloso, porque así he tenido la ocasión de hacer justicia a una clase oprimida y calumniada a la cual, pese a todas sus faltas y todas las desventajas de su situación, sólo alguien que tuviera el alma de un mercachifle inglés podría rehusar su estima; orgulloso asimismo porque de ese modo he estado en el caso de ahorrar al pueblo inglés el desprecio creciente que ha sido, en el continente, la consecuencia ineluctable de la política brutalmente egoísta de vuestra clase media actualmente en el poder, y, muy simplemente, de la entrada en escena de esta clase.

Gracias a las amplias oportunidades que he tenido de observar al mismo tiempo a la clase media, vuestra adversaria, he llegado muy pronto a la conclusión de que tenéis razón, toda la razón, de no esperar de ella ninguna ayuda. Sus intereses y los vuestros son diametralmente opuestos, aunque trate sin cesar de afirmar lo contrario y quiera haceros creer que siente por vuestra suerte la mayor simpatía. Sus actos desmienten sus palabras. Yo espero haber aportado suficientes pruebas de que la clase media –pese a todo lo que se complace en afirmar– no persigue otro fin en realidad que el de enriquecerse por vuestro trabajo, mientras pueda vender el producto del mismo, y de dejaros morir de hambre, desde el momento en que ya no pueda sacar más provecho de este comercio indirecto de carne humana. ¿Qué han hecho ellos para demostrar que os desean el bien, como ellos dicen? ¿Han prestado jamás la menor atención a vuestros sufrimientos? ¿Jamás han hecho otra cosa que consentir en los gastos que implican media docena de comisiones de investigación cuyos

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voluminosos informes son condenados a dormir eternamente debajo de montones de expedientes olvidados en los anaqueles del Home Office2? ¿Jamás han revelado sus modernos Libros Azules las verdaderas condiciones de vida de los “libres ciudadanos británicos”? En absoluto. Estas son cosas de las cuales prefieren no hablar. Ellos han dejado a un extranjero la tarea de informar al mundo civilizado sobre la situación deshonrosa en que sois obligados a vivir. Extranjero para ellos, pero yo espero que no para vosotros. Puede ser que mi inglés no sea puro; pero abrigo la esperanza de que, a pesar de todo, resulte un inglés claro.

Ningún obrero en Inglaterra –ni tampoco en Francia, dicho sea de paso– jamás me ha considerado extranjero. Siento la mayor satisfacción al ver que estáis exentos de esa funesta maldición que es la estrechez nacional y la suficiencia nacional y que no es otra cosa a fin de cuentas que un egoísmo en gran escala; he notado vuestra simpatía por cualquiera que consagre honradamente sus fuerzas al progreso humano, ya se trate de un inglés o no –vuestra admiración por todo lo que es noble y bueno, ya sea producto de vuestro suelo natal o no–; he hallado que sois mucho más que miembros de una nación aislada, que sólo desearían ser ingleses; he comprobado que sois hombres, miembros de la gran familia internacional de la humanidad, que habéis reconocido que vuestros intereses y aquellos de todo el género humano son idénticos; y es a este título de miembros de la familia “una e indivisible” que constituye la humanidad, a este título “de seres humanos” en el sentido más pleno del término, que yo saludo –yo y muchos

26
2 Ministerio del Interior.

otros en el continente– vuestro progreso en todos los campos y os deseamos un éxito rápido. ¡Y ante todo por el camino que habéis elegido! Muchas pruebas os esperan aún; manteneos firme, no os desalentéis, vuestro éxito es seguro y cada paso adelante, por la vía que tenéis que recorrer, servirá nuestra causa común, ¡la causa de la humanidad!

Federico Engels Barmen (Prusia renana), 15 de marzo de 1845.3

Marx y Engels siempre consideraron de gran importancia los asuntos relacionados con la guerra; por eso, a menudo se ocuparon de problemas militares. Prueba de ello lo constituye también el siguiente pasaje de la carta de Engels a Marx del 7 de enero de 1858:

Entre otras cosas, estoy leyendo lo que escribió [Karl von] Clausewitz [1780-1831] sobre la guerra.

Extraña manera de filosofar, pero muy buena en su especialidad. A la pregunta de si la guerra debe llamarse arte o ciencia, responde que la guerra se parece más al comercio. El combate es a la guerra lo que el pago al contado es al comercio, pues por raro que sea el caso en que pueda necesitarse que ocurra, todo está dirigido hacia él y eventualmente debe tener lugar de todas maneras y ser decisivo.4

Engels publicó en el periódico burgués Pall Mall

3 F. Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra, Publicaciones MIA, 2019, pp. 2-4 (N. de la Edit.)

4 C. Marx y F. Engels, Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973, p. 89 (N. de la Edit.)

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militar, sesenta artículos so-

bre la guerra franco-prusiana que despertaron gran interés. En su artículo del 8 de agosto de 1870 escribía:

El ejército francés ha perdido toda capacidad de iniciativa. Sus movimientos son dictados más por necesidades políticas que por consideraciones militares. Aquí tenemos 300.000 hombres prácticamente a la vista del enemigo. Si para dirigir sus movimientos, en lugar de analizar lo que sucede en el campo enemigo hay que tener en cuenta lo que ocurre o puede ocurrir en París, ya están casi derrotados. Por supuesto que nadie puede predecir con certidumbre el resultado de la batalla general que se está preparando, si es que no ha empezado ya; pero lo que sí podemos decir es que con otra semana de estrategia como la que Napoleón III viene desplegando desde el martes, el mejor y mayor ejército del mundo quedará destruido.5

Londres, 23 de abril de 1885.6

Me pide usted mi opinión sobre el libro de Plejánov, Nuestras diferencias 7. Para dársela tendría que

5 C. Marx y F. Engels, Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973, p. 243 (N. de la Edit.)

6 Carta de Engels a Zasúlich (N. de la Edit.)

Esta carta fue escrita en francés (Ed.)

Vera Zasúlich (1851-1919). Socialista rusa, cuando era una joven estudiante se unió a los populistas. En 1880 emigró, y a partir de entonces trabajó junto con Plejánov, con quien fundó el primer grupo marxista del movimiento obrero ruso (el grupo “Emancipación del Trabajo”, de 1885), que comenzó la lucha contra los populistas y por la creación de un partido revolucionario proletario. El grupo “Emancipación del Trabajo” encomendó a Zasúlich traducir al ruso algunas de las obras de Marx. Junto con Lenin y Plejánov integró el comité de redacción de Iskra. Después de la escisión que se produjo en 1903 en el Partido Socialdemócrata Ruso, se pasó a los mencheviques. Durante la guerra imperialista fue socialpatriota. Asumió una actitud hostil hacia la Revolución de Octubre.

7 J.V. Plejánov (1856-1918). El principal dirigente marxista del movimiento obrero ruso anterior a Lenin. Al producirse la escisión en el movimiento, pronto se puso de parte de los mencheviques. Aun cuando a veces se alejó de ellos, acercándose nuevamente a los bolcheviques, siempre estuvo más cerca de los primeros. Con la guerra imperialista se convirtió en “defensor de la patria”. →

28 Gazette
como
,
experto

haber leído el libro, y puedo leer en ruso con bastante facilidad después de una semana de práctica. Pero hay semestres enteros en que no puedo hacerlo; luego pierdo la práctica y me veo obligado a volver a estudiarlo, por así decirlo. Así me ha ocurrido con Nuestras diferencias. Los manuscritos de Marx, que estoy dictando a una secretaria, me tienen ocupado todo el día; por la noche tengo visitas a quienes, después de todo, no puedo dejar de atender; hay que leer pruebas y contestar mucha correspondencia, y finalmente están las traducciones de mi Origen8, etc. (al italiano, al danés, etc.), que se me pide revise, y cuya revisión no es a veces ni superficial ni fácil. Pues bien, todas estas tareas me han impedido leer más de 60 páginas de Nuestras diferencias. Si pudiera disponer de tres días terminaría con el libro y al mismo tiempo refrescaría mis conocimientos del ruso. […]9

Acerca de la primera parte de la Contribución a la crítica de la economía política10, que Marx había enviado a Engels para su lectura, escribía este último el 9 de abril de 1858:

El estudio de tu resumen de la primera mitad me ha tenido ocupado. It is a very abstract indeed11 ,

→Adoptó una actitud hostil a la Revolución de Octubre. Plejánov escribió una serie de obras marxistas fundamentales, especialmente sobre problemas filosóficos. En su libro Nuestras diferencias emprendió la lucha contra el socialismo pequeñoburgués de los populistas y en favor de la función dirigente de la clase obrera en el movimiento revolucionario ruso. […]

8 El origen de la familia (Ed.)

9 C. Marx y F. Engels, Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973, pp. 350-351 (N. de la Edit.)

10 En agosto-septiembre de 1857 Marx comenzó a sistematizar los datos reunidos por más de una década e hizo el primer borrador de plan de la obra, luego pasó unos meses empezando la redacción y decidió publicarla por partes. El primer fascículo vio la luz en junio de 1859. En la preparación del segundo, las investigaciones le llevaron a modificar el plan y a dedicarse a lo que sería El Capital (N. de la Edit.)

11 «Es muy abstracto de hecho» (N. de la Edit.)

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lo que no podía evitarse en esa forma abreviada, y a menudo me da trabajo encontrar las transiciones dialécticas, ya que todo razonamiento abstracto se me ha vuelto muy extraño. Esta disposición del conjunto en seis libros, posiblemente no podría ser mejor y me gusta extraordinariamente, si bien todavía no veo con claridad la transición dialéctica de la propiedad del suelo al trabajo asalariado. El desarrollo de la exposición del dinero es también muy bueno. También aquí hay puntos particulares que todavía no veo muy claros, ya que a menudo tengo que buscar primero la base histórica por mi cuenta. Sin embargo, creo que tan pronto como tenga la conclusión del capítulo en general, veré mejor la línea, y entonces te escribiré con mayor detalle acerca de ello. El abstracto tono dialéctico de este epítome12 desaparecerá, naturalmente, en su elaboración.13

Manchester, 14 de julio de 1858.14 …Envíame la Filosofía de la naturaleza de Hegel, como me lo prometiste. Estoy estudiando algo de fisiología15, y la combinaré con anatomía comparada. Estas ciencias tienen un contenido altamente filosófico, todas las cuales han sido descubiertas recientemente; estoy muy ansioso por ver si el viejo Hegel no previo algunas de ellas. Al menos esto es seguro: si escribiese hoy una filosofía de la naturaleza, las cosas afluirían a sus manos de todas partes. Además, es

12 «Resumen o compendio de una obra extensa, que expone lo fundamental o más preciso de la materia tratada en ella.», Real Academia Española, idem (N. de la Edit.)

13 C. Marx y F. Engels, Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973, p. 97 (N. de la Edit.)

14 Carta de Engels a Marx (N. de la Edit.)

15 «Ciencia que tiene por objeto el estudio de las funciones de los seres orgánicos.», Real Academia Española, idem (N. de la Edit.)

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inimaginable el progreso que han hecho las ciencias naturales en los últimos treinta años. Para la fisiología, los hechos decisivos han sido, en primer lugar, el tremendo desarrollo de la química orgánica, y en segundo término, el microscopio, que sólo en los últimos veinte años ha sido usado con propiedad. El microscopio ha conducido a resultados aún más importantes que la química; la principal cosa que ha revolucionado toda la fisiología, y que hizo posible por primera vez la fisiología comparada, es el descubrimiento de la célula (en las plantas por Schleiden y en los animales por Schwann, alrededor de 1836). Todo es célula. La célula es el “ser-en sí-mismo” de Hegel, y su desarrollo sigue exactamente el proceso hegeliano, acabando por terminar en la “idea”, esto es, en cada organismo completo.

Otro resultado que habría agradado al viejo Hegel es, en física, la correlación de las fuerzas, la ley de que, en condiciones dadas, la fuerza mecánica (producida, por ejemplo, por la fricción) se trasforma en calor, el calor en luz, la luz en afinidad química, la afinidad química (por ejemplo, en la pila voltaica) en electricidad, la electricidad en magnetismo. Estas transiciones también pueden tener lugar en forma diferente, hacia adelante o hacia atrás. Ahora ha sido demostrado, por un inglés cuyo nombre no puedo recordar en este momento, que la trasformación de esas fuerzas, las unas en las otras, tiene lugar en condiciones cuantitativas bien determinadas, de modo que, por ejemplo, una cierta cantidad de una de ellas, digamos de electricidad, corresponde a cierta cantidad de cada una de las otras, por ejemplo, magnetismo, luz, calor, afinidad química (positiva o negativa, combinación o disociación) y movimiento. La absurda teoría del calor latente queda así superada.

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Pero, ¿no es esta una espléndida prueba material de la manera en que se resuelven las Reflexionsbestimmungen16 las unas en las otras?

Lo cierto es que la fisiología comparada le inspira a uno un desprecio enorme por la exaltación idealista del hombre sobre los demás animales. A cada paso uno se topa con la más completa uniformidad estructural con el resto de los mamíferos y, en sus aspectos principales, esta uniformidad se extiende a todos los vertebrados, e incluso –menos claramente–a los insectos, crustáceos, lombrices, etc. El asunto hegeliano del salto cualitativo en la serie cuantitativa se presenta aquí también con mucha belleza. […]17

Marx y especialmente Engels siempre mostraron que la dialéctica es la ley universal del movimiento en la naturaleza y en la historia. Al mismo tiempo que combatían resueltamente el materialismo estrecho, ahistórico, derivado únicamente de la ciencia de la naturaleza, estudiaban constantemente, con igual minuciosidad, los resultados de la investigación en las ciencias naturales, lo que les proveía del más rico material para la confirmación de su concepción del mundo.

En la naturaleza nada ocurre en forma aislada.

Cada fenómeno afecta a otro y es, a su vez, influenciado por éste; y es generalmente el olvido de este movimiento y esta interacción universal lo que impide a nuestros naturalistas percibir con claridad 16 Determinaciones del pensamiento (Ed.)

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17 C. Marx y F. Engels, Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973, pp. 99-100 (N. de la Edit.)

las cosas más simples.18

Engels nos ha dejado extensos estudios sobre las ciencias naturales y sus resultados (el Anti Dühring19 y el gran manuscrito sobre La dialéctica de la naturaleza20). La lucha para demostrar “que las leyes de la dialéctica son leyes reales del desarrollo natural, y que, en consecuencia, también se aplican al estudio teórico de la ciencia natural” (Engels) fue continuada por Lenin, quien atacó sobre todo la falsificación idealista del materialismo dialéctico en las ciencias naturales. […]21

Ramsgate, 28 de mayo de 1876.22

Es muy lindo hablar. Tú puedes quedarte calentito en la cama y estudiar la renta del suelo en general y las condiciones agrícolas rusas en particular sin que nada te moleste, pero yo tengo que estar sentado en el duro banco, achisparme con vino frío, interrumpirlo todo súbitamente una vez más y seguirle los rastros al aburrido Dühring23. Pero sin duda no hay otro remedio, aun cuando me meta en una polémica cuyo final es imposible divisar; después de todo, si no es así no tendré paz, y el panegírico24 del

18 F. Engels, El papel del trabajo en la trasformación del mono en hombre [escrito en 1876 y publicado por primera vez en la revista Die Neue Zeit en 1895-1896].

19 Véase la nota 31 del texto principal (N. de la Edit.)

20 «Obra inacabada de Engels, publicada por primera vez en 1925 en la URSS. Consta de una serie de anotaciones (1873-1886) dedicadas al estudio de los problemas más importantes de la dialéctica de las ciencias naturales. […]». Diccionario de Filosofía, Editorial Progreso, Moscú, 1984 (N. de la Edit.)

21 C. Marx y F. Engels, Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973, p. 101 (N. de la Edit.)

22 Carta de Engels a Marx (N. de la Edit.)

23 Esta carta fue escrita por Engels cuando estaba elaborando sus artículos contra [Eugen] Dühring […].

Véase la nota 31 del texto principal (N. de la Edit.)

24 «Elogio enfático de algo o de alguien.», Real Academia Española, idem (N. de la Edit.)

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amigo Most25 sobre el Curso de filosofía de Dühring me ha mostrado exactamente hacia dónde y cómo dirigir el ataque. Habrá que incluir este libro, porque en muchos puntos decisivos expone mejor los lados débiles y los débiles fundamentos de los argumentos presentados en la Economía. Lo encargaré en seguida. No contiene en absoluto verdadera filosofía –lógica formal, dialéctica, metafísica, etc.– y es de suponer más bien que constituye una teoría general de la ciencia en donde la naturaleza, la historia, la sociedad, el Estado, el derecho, etc., son tratados pretendidamente en su interconexión interna. Hay, pues, todo un capítulo dedicado a describir la sociedad del futuro, la llamada sociedad “libre” en sus aspectos menos económicos, y entre otras cosas da ya el esquema educacional para las escuelas primarias y secundarias. En consecuencia, contiene trivialidades en una forma aún más simple que en el libro sobre economía, y con las dos obras podré hacer la crítica del autor en ambos aspectos a la vez. Para la concepción de la historia de este noble caballero –hasta la aparición de Dühring no había otra cosa que basura–este libro tiene también la ventaja de que se pueden citar sus propias torpes palabras. De cualquier modo, ahora lo tengo calado. Mi plan está listo –J’ai mon plan–. Primero trataré a esta basura en una forma puramente objetiva y aparentemente seria, y luego mi crítica se irá haciendo más severa, a medida que se vayan acumulando las pruebas de la tontería por

25 Johann Most (1846-1909). Anarquista alemán; tipógrafo; socialdemócrata en los comienzos de su actividad política. Desde 1867 participó en el movimiento obrero vienés y fue uno de los líderes de su ala “izquierda” semianarquista; director de periódicos en el Partido Socialdemócrata Alemán y miembro del Reichstag. Después de la promulgación de la Ley de excepción contra los socialistas (1878) emigró a Londres, donde a partir de enero de 1879 publicó el periódico Freiheit (Libertad), que tomó gradualmente un carácter anarquista. En el Congreso de Wyden (1880) fue expulsado del Partido Socialdemócrata. Desterrado de Inglaterra en 1882, emigró a Estados Unidos, donde siguió publicando Freiheit.

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una parte, y de los lugares comunes, por la otra, hasta llegar finalmente a un buen vapuleo. De esta manera Most y Cía., no podrán usar más su excusa de la “dureza” y Dühring tendrá también su merecido. Hay que hacerles ver a estos señores que hay más de una manera en que se puede ajustar cuentas a la gente de esta clase.

Espero que Wilhelm [Liebknecht] publicará el artículo de Most en Neue Welt26 para la que evidentemente fue escrita. Como de costumbre, Most no sabe copiar, y así lo hace responsable a Dühring de las imbecilidades más cómicas referidas a las ciencias naturales; por ejemplo, el desprendimiento de los anillos (de acuerdo con la teoría de Kant) ¡de las estrellas fijas!

Con Wilhelm no se trata sólo de falta de originales; esto podría obviarse con otros artículos sobre temas del día, etc., como se hacía en tiempos de Hepner y Blos. Se trata de su pasión por complementar las deficiencias de nuestra teoría, por encontrar respuestas a todas las objeciones de los filisteos y una imagen de la sociedad del futuro, ya que, después de todo, el filisteo hace preguntas sobre ella; y además su pasión por ser tan independiente de nosotros como sea posible (cosa que, debido a su absoluta carencia de toda teoría, ha conseguido siempre mucho más de lo que él mismo se da cuenta). Y como consecuencia de todo esto me hace pensar que, pese a todo, Dühring es una persona educada, comparado con los chapuceros teóricos del Volksstaat, y que sus obras son con todo mejores que las de esos señores subjetiva y objetivamente oscuros…

El hecho de haber releído la historia antigua, y

35
26 “Nuevo Mundo” (Ed.)

mis estudios de ciencias naturales, me prestaron gran utilidad para el asunto Dühring y me facilitan las cosas en muchos aspectos. Especialmente en las ciencias naturales encuentro que el terreno me resulta considerablemente más familiar y que, aunque debo tener gran cautela, puedo moverme con cierta libertad y seguridad. También estoy empezando a ver el final de este trabajo. La cosa está empezando a tomar forma en mi cerebro y el hecho de poder vagar por la playa, donde puedo dejar que los detalles me den vueltas en la cabeza, me facilitó mucho esta tarea. En este enorme campo es absolutamente necesario interrumpir de tanto en tanto la molienda y digerir lo que se ha deglutido.

Londres, 5 de agosto de 1890.28

También en Volkstribune ha habido una discusión sobre la repartición de los productos en la sociedad futura, sobre si tendrá lugar según la cantidad de trabajo realizado, o de otra manera. El problema ha sido enfocado de manera muy “materialista”, en contraposición a ciertas formas idealistas de la fraseología sobre la justicia. Pero es bastante extraño que a nadie se le haya ocurrido nunca que, después de todo, el método de división depende esencialmente de cuánto hay para dividir, y que esto debe

27 C. Marx y F. Engels, Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973, pp. 281-283 (N. de la Edit.)

28 Carta de Engels a Konrad Schmidt (N. de la Edit.) Konrad Schmidt [1863-1932]. Economista alemán, socialdemócrata, revisionista. Durante su permanencia en Londres, en 1887, conoció a Engels. Schmidt conocía mucho la teoría y casi había llegado a resolver independientemente el problema de la tasa media de beneficio y algunos de los otros problemas resueltos por Marx en el tercer volumen de El Capital. […] Schmidt no justificó las esperanzas que al principio se pusieron en él y más tarde adhirió al revisionismo.

36
[…]27
[…]

cambiar seguramente con el progreso de la producción y de la organización social, de manera que también el método de división puede cambiar. Pero ninguno de los que tomaron parte en la discusión consideraron a la “sociedad socialista” en continuo cambio y progreso, sino como algo estable fijado definitivamente y que, en consecuencia, debe tener fijado su método de división de una vez para siempre. Pero todo lo que puede hacerse razonablemente es: 1) tratar de descubrir el método de división a emplear, desde el principio y 2) tratar de hallar la tendencia general en que habrá de marchar el desarrollo posterior. Pero sobre esto no encuentro una sola palabra en todo el debate.

En general, la palabra materialista sirve a muchos de los jóvenes escritores alemanes de simple frase mediante la cual se rotula sin más estudio toda clase de cosas; pegan esta etiqueta y creen que la cuestión está resuelta. Pero nuestra concepción de la historia es, sobre todo, una guía para el estudio, y no una palanca para construir como los hegelianos. Es necesario volver a estudiar toda la historia, deben examinarse en todos sus detalles las condiciones de existencia de las diversas formaciones sociales antes de tratar de deducir de ellas los conceptos políticos, jurídicos, estéticos, filosóficos, religiosos, etc., que les corresponden. Al respecto hasta ahora sólo muy poco se ha hecho, porque pocas personas se han dedicado a ello seriamente. En este dominio podemos utilizar cantidad de documentación auxiliar; es inmensamente vasto, y quien quiera trabajar seriamente puede hacer mucho y distinguirse. Pero en lugar de esto, demasiados jóvenes alemanes se limitan a emplear la frase materialismo histórico (pues todo

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puede convertirse en frase), para reunir en un sistema definido y tan rápidamente como sea posible sus relativamente escasos conocimientos históricos (¡pues la historia económica está todavía en pañales!) para después mirar orgullosos su proeza y considerarse grandiosos. Y es así como un Barth puede atacar a aquello que en su círculo ha sido realmente reducido a una simple frase.

Pero todo esto se corregirá. Ahora somos en Alemania lo suficientemente fuertes como para aguantar muchas cosas. Uno de los mayores servicios que nos hizo la Ley de excepción contra los socialistas fue el de librarnos de la oficiosidad del estudiante universitario alemán, teñido de socialismo. Somos ahora lo bastante fuertes como para digerir al estudiante universitario alemán, que vuelve a darse grandes aires. Usted, que ya ha hecho realmente algo, debe haber observado cuán reducido es el número de los jóvenes escritores afiliados al partido que se toman el trabajo de estudiar la economía, la historia de la economía, la historia del comercio, de la industria, de la agricultura, de las formaciones sociales. ¿Cuántos no conocen de Maurer otra cosa que su nombre? El descaro del periodista ha de suplirlo todo, y el resultado es proporcional. Parecería a menudo que esos señores piensan que cualquier cosa es suficientemente buena para los obreros. ¡Si esos caballeros supieran tan sólo que Marx consideraba que sus mejores cosas no eran todavía bastante buenas para los obreros, y que consideraba criminal ofrecer a los obreros algo inferior a lo mejor de lo mejor!

Después de la prueba por la que tan brillantemente han pasado desde 1848, tengo ilimitada confianza en nuestros obreros, y únicamente en ellos. Como todo gran partido, cometerá errores en puntos

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particulares de su desarrollo, y tal vez grandes errores. Por cierto que las masas sólo aprenden de sus propios errores, experimentando en carne propia. […]29

Londres, 12 de marzo de 1895.30 […]

En cuanto a los filósofos clásicos, fue precisamente Kant31 al que usted había estudiado principalmente; y Kant, debido al estado de la filosofía alemana en su época y a su oposición al leibnizianismo pedante de Wolf, fue más o menos obligado a hacer algunas concesiones aparentes y formales a esta argumentación de Wolf. Así es como me explico la tendencia de ustedes que también se trasluce en la digresión sobre la ley del valor de su carta, a sumergirse en grado tal en los detalles sin poner nunca atención, me parece, a las interconexiones de conjunto, degradando la ley del valor a una ficción, ficción necesaria, así como Kant hace de la existencia de Dios un postulado de la razón práctica.

Las objeciones que usted formula a la ley del valor alcanzan todos los conceptos cuando se los considera desde el punto de vista de la realidad. La identidad del ser y del pensar, para utilizar la terminología hegeliana, coincide totalmente con su ejemplo del círculo y el polígono. Ambos, el concepto de una cosa y su realidad, son paralelos como dos asíntotas32 ,

29 C. Marx y F. Engels, Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973, pp. 377-379 (N. de la Edit.)

30 Carta de Engels a Schmidt (N. de la Edit.)

31 Immanuel Kant (1724-1804). Filósofo alemán idealista, profesor en Königsberg. […]

32 «Geom. Línea recta que se acerca indefinidamente a una curva, sin llegar nunca a encontrarla.», Real Academia Española, idem (N. de la Edit.)

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aproximándose constantemente sin encontrarse nunca. Esta diferencia que las separa es la misma diferencia que impide que el concepto del ser sea realidad directa e inmediatamente, y que la realidad no sea inmediatamente su propio concepto. Pero aun cuando un concepto posee la naturaleza esencial de los conceptos, y por lo tanto no puede coincidir prima facie33 directamente con la realidad, de la cual debe ser primero abstraída, es sin embargo algo más que una ficción, a menos que usted llame ficciones todos los resultados del pensamiento porque la realidad no corresponde a esos resultados que por muchas vueltas y aun así sólo se aproximan de manera asintótica.

¿No ocurre acaso lo mismo con la tasa general de beneficio34? En cada instante sólo existe aproximadamente. Si se verificara una vez en dos empresas hasta el más mínimo detalle, si en ambas se produjera exactamente la misma tasa de beneficio en un año dado, se trataría de pura casualidad; en la realidad, la tasa de beneficio varía de negocio en negocio y de año en año según las diversas circunstancias, y la tasa general únicamente existe como promedio de muchos negocios y de una serie de años. Pero si fuésemos a exigir que la tasa de beneficio –14,876934…–fuese exactamente igual en todos los negocios y en todos los años hasta la centésima cifra decimal con peligro de verla reducida a ficción, entenderíamos pésimamente la naturaleza de la tasa de beneficio y de las leyes económicas en general, pues ninguna de ellas tiene realidad si no es como aproximación, tendencia, promedio, y no como realidad inmediata. Esto se debe en parte a que su acción es contrarres-

33 «a primera vista» (N. de la Edit.)

34 En todos los casos de esta carta, el término «beneficio» debe entenderse como «ganancia» (N. de la Edit.)

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tada por la acción simultánea de otras leyes, pero por otra parte por su naturaleza como concepto.

O tome usted la ley de los salarios, la manera en que se realiza el valor de la fuerza de trabajo, que sólo se produce como promedio y esto no siempre, y que varía en una misma localidad y aun en una misma rama, según el nivel de vida corriente. O la renta del suelo, que representa un superbeneficio por encima de la tasa general, derivado del monopolio ejercido sobre una fuerza natural. Tampoco aquí hay ninguna coincidencia entre el superbeneficio real y la renta real, sino tan sólo una aproximación en promedio.

Exactamente lo mismo ocurre con la ley del valor y con la distribución de la plusvalía por medio de la tasa de beneficio:

1) Ambas no se realizan completamente, de manera aproximada, sino en la hipótesis de una producción capitalista enteramente realizada en todas partes, es decir, en la hipótesis de una sociedad de clases modernas: de los terratenientes, capitalistas (industriales y comerciantes) y obreros, omitiendo todas las capas intermedias. Esto no existe siquiera en Inglaterra y nunca existirá; no dejaremos que llegue tan lejos.

2) El beneficio, comprendida la renta, se compone de diferentes elementos;

a

) Beneficio proveniente del engaño en la mercancía, que se anula en la suma algebraica de esos beneficios.

) Beneficio que proviene del aumento del valor de las existencias de mercancías (por ejemplo, el excedente de la última cosecha cuando fracasa la siguiente). Teóricamente también éste debiera com-

b

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pensarse (en la medida en que no haya sido ya compensado por la disminución del valor de otras mercancías) ya sea porque los compradores capitalistas deben contribuir a la ganancia de los vendedores capitalistas, o en el caso de los medios de subsistencia de los obreros, porque eventualmente también los salarios tendrán que aumentar. Pero los más esenciales de estos aumentos del valor no son permanentes y por lo tanto la compensación sólo se produce en el promedio sobre varios años, en forma extremadamente incompleta y, lo que es notorio, a expensas de los obreros; éstos producen más plusvalía porque su fuerza de trabajo no es retribuida totalmente.

c) La suma total de la plusvalía, de la cual se deduce nuevamente sin embargo, esa porción que se obsequia al comprador, especialmente en épocas de crisis, cuando la superproducción es reducida a la cantidad de trabajo socialmente necesario que realmente contiene.

Surge por sí mismo que la ganancia total y la plusvalía total pueden coincidir sólo aproximadamente. Tenga en cuenta, además, que tanto la plusvalía total como el capital total no son magnitudes constantes, sino variables, que cambian día tras día, y entonces resultará evidente que es absolutamente imposible expresar la norma de beneficio con la fórmula Σp Σ(c+v), a menos que se recurra a la serie aproximativa, y que es imposible otra coincidencia del precio total con el valor total, excepto aquella que tiende constantemente a la unidad, y, no obstante, se aparta constantemente de ella. En otras palabras, la unidad de concepto y fenómeno se presenta como un proceso infinito por esencia y esto es lo que es, tanto en este caso como en los demás.

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[…] los conceptos admitidos en las ciencias naturales, ¿son ficciones porque no coinciden siempre con la realidad? Desde el momento en que aceptamos la teoría evolucionista, todos nuestros conceptos sobre la vida orgánica corresponden sólo aproximadamente a la realidad. De lo contrario, no habría cambio: el día que los conceptos coincidan por completo con la realidad en el mundo orgánico, termina el desarrollo. El concepto de pez implica la existencia de vida en el agua y respiración por agallas; ¿cómo haría usted para pasar del pez al anfibio sin quebrar este concepto? Y éste ha sido quebrado y conocemos toda una serie de peces cuya vejiga natatoria se ha trasformado en pulmones, pudiendo respirar en el aire. ¿Cómo, si no es poniendo en conflicto con la realidad uno o ambos conceptos, podrá usted pasar del reptil ovíparo35 al mamífero que pare seres vivientes? Y en realidad, en los monotremas36 tenemos toda una subespecie de mamíferos ovíparos –en 1843 yo vi en Manchester los huevos del ornitorrinco y con presuntuosa ignorancia me burlé de tal estupidez: como si un mamífero pudiese poner huevos–. ¡Y ahora ha sido comprobado! De modo que ¡no haga con los conceptos de valor lo que hice yo y por lo cual después tuve que pedir perdón al ornitorrinco! […]37

35 «Zool. Dicho de un animal: Que pone huevos en los que se desarrollan los embriones; p. ej., las aves, los moluscos, los insectos, etc.», Real Academia Española, idem (N. de la Edit.)

36 «Zool. Dicho de un mamífero: Que tiene pico y cloaca como las aves y pone huevos, si bien las crías que nacen de ellos chupan la leche que se derrama de las mamas maternas, que carecen de pezón; p. ej., el ornitorrinco », Real Academia Española, idem (N. de la Edit.)

37 C. Marx y F. Engels, Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973, pp. 419-422 (N. de la Edit.)

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Según la concepción materialista de la historia, el elemento determinante de la historia es en última instancia la producción y la reproducción en la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca otra cosa que esto; por consiguiente, si alguien lo tergiversa transformándolo en la afirmación de que el elemento económico es el único determinante, lo trasforma en una frase sin sentido, abstracta y absurda. La situación económica es la base, pero en el curso del desarrollo histórico de la lucha, ejercen influencia también, y en muchos casos prevalecen en la determinación de su forma, diversos elementos de la superestructura: formas políticas de la lucha de clase y sus resultados, es decir, las Constituciones impuestas por la clase triunfante después de su victoria, etc., las formas jurídicas, e incluso el reflejo de todas estas batallas reales en el cerebro de quienes participaron en ellas, las teorías políticas, jurídicas y filosóficas, las convicciones religiosas y su evolución posterior, hasta convertirse en un sistema de dogmas. Hay una interacción de todos esos elementos, dentro de la interminable multitud de accidentes (es decir, de cosas y hechos cuyo vínculo interno es tan lejano o tan imposible de demostrar que los consideramos como inexistentes y que podemos despreciarlos), el movimiento económico termina por hacerse valer como necesario. Si no fuese así, la aplicación de la teoría a cualquier período de la historia

44 Londres, 21 de setiembre de 1890.38
que se elija sería más fácil que la solución de una simple ecuación de primer grado.
38 Carta de Engels a Joseph Bloch (1871-1936), quien fue periodista y socialista alemán, y dirigió varias décadas la revista Sozialistische Monatshefte («Boletines Mensuales
Socialistas»),
de tendencia revisionista (N. de
la
Edit.)

[…] Hay pues innumerables fuerzas que se entrecruzan, una serie infinita de paralelogramos de fuerza que dan origen a una resultante: el hecho histórico. A su vez, éste puede considerarse como producto de una fuerza que, tomada en su conjunto, trabaja inconsciente e involuntariamente. Pues el deseo de cada individuo es obstaculizado por el de otro, de lo que resulta algo que nadie quería. Así es que la historia se realiza a la manera de un proceso natural, sujeta también ella esencialmente a las mismas leyes del movimiento. Pero del hecho de que las voluntades individuales –cada una de las cuales desea aquello a que la impelen su constitución física y las circunstancias externas (ya sean personales o las de la sociedad en general), que en última instancia son económicas– no logren lo que quieren, sino que se funden en una media colectiva, en una resultante general, no debe concluirse que su valor sea = 0. Por el contrario, cada una contribuye a la resultante, y en esa medida está incluida en ella.

Yo le pediría a usted que estudiase más a fondo esta teoría en sus fuentes originales y no en fuentes de segunda mano; es verdaderamente mucho más fácil. Marx apenas escribió cosa alguna en que esta teoría no desempeñase un papel. Pero en especial El 18 Brumario de Luis Bonaparte39 es un excelentísimo ejemplo de su aplicación. También hay muchas alusiones en El Capital40. Además, me permito indicarle mis escritos: La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring41 y Ludwig Feuerbach y el fin de la filo-

39 Una de las obras más importantes del marxismo, escrita de diciembre de 1851 a marzo de 1852, en la que se analizan los sucesos revolucionarios de Francia entre 1848 y 1851. En ella, Marx expone magistralmente las tesis fundamentales del materialismo histórico: la teoría de la lucha de clases y de la revolución proletaria, y la doctrina del Estado y de la dictadura del proletariado (N. de la Edit.)

40 Véase la nota 5 del texto principal (N. de la Edit.)

41 Véase la nota 31 del texto principal (N. de la Edit.)

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sofía clásica alemana42, donde he hecho la exposición más detallada del materialismo histórico que, por lo que yo sepa, existe.

Marx y yo tenemos en parte la culpa de que los jóvenes escritores atribuyan a veces al aspecto económico mayor importancia que la debida. Tuvimos que subrayar este principio fundamental frente a nuestros adversarios, quienes lo negaban, y no siempre tuvimos tiempo, lugar ni oportunidad de hacer justicia a los demás elementos que participan en la interacción. Pero cuando se trata de presentar un trozo de la historia, esto es, de una aplicación práctica, el problema es diferente y no hay error posible. Sin embargo, desgraciadamente sucede demasiado a menudo que la gente cree haber comprendido perfectamente una teoría y cree poder aplicarla sin más desde el momento en que ha asimilado sus principios fundamentales, y aun éstos no siempre correctamente. Y no puedo librar de este reproche a muchos de los más recientes “marxistas”, porque también de este lado han salido las basuras más asombrosas.43

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42 Véase la nota 37 del texto principal (N. de la Edit.) 43 C. Marx y F. Engels, Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973, pp. 379-381 (N. de la Edit.)
47 La Editorial Aurora valora altamente su opinión acerca del contenido, diseño y diagramación de la presente publicación. Igualmente, agradece cualquier otra sugerencia. editorialaurora1917@gmail.com

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