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En la balanza
Rogier van der Weyden La Magdalena leyendo
Antes de 1438
Óleo sobre tabla de caoba, transferido de otro panel, 62,2 x 54,4 cm.
Una mujer joven, ataviada con un suntuoso vestido verde, está sentada en el suelo con la espalda apoyada en un mueble de madera tallada. Sostiene una edición especial de la Biblia, cuya sobrecubierta blanca recuerda el tono de su velo, recogido detrás de las orejas. Unos rizos pelirrojos sueltos le asoman por debajo de la tela ondulada, igual que la falda dorada asoma por el borde de su vestido. El vestido, ceñido a la cintura con un cinturón azul, recuerda a la vestimenta del siglo xv; sin embargo, la habitación es como la que se podría ver en la casa de un mercader de la Edad Media. Pero su tocado indica que no se trata de una figura contemporánea, sino de María Magdalena, una pecadora que se convirtió en santa.
Esta poética escena, un fragmento de una pintura más grande que se ha perdido, originalmente formaba parte de un retablo de la Virgen y el Niño con santos. A la izquierda se pueden ver partes de otras figuras: san Juan Evangelista arrodillado, cuyos dedos de los pies le asoman por debajo de la túnica roja; detrás de él, san José con un manto azul y con un rosario de ámbar y un palo en las manos. A través de la ventana, un río atraviesa un campo y algunas figuras pasean por sus orillas cubiertas de hierba. En el mueble hay objetos dorados, y al lado de María Magdalena hay un pequeño tarro de aceite con el que se dice que ungió los pies de Cristo.
Al igual que su compatriota el maestro flamenco Van Eyck (véase pág. 38), Van der Weyden tenía un don para la precisión, prestaba mucha atención a los pequeños detalles, como las letras de la Biblia y los labios de María Magdalena. El ribete de piel gris del vestido —en sí mismo una verde mezcla de verdigris, génuli y blanco de plomo— está pintado con negro, blanco y gris mojado sobre mojado. Hay un precioso equilibrio del color en todo el panel, con el cierre dorado de la Biblia, que refleja el color de la falda, y el cojín rojo (una combinación de bermellón y carmín) que hace juego con las túnicas de las otras dos figuras. Y cuando hay color, hay significado: el blanco del velo y de la sobrecubierta del libro simboliza la pureza de la santa, mientras que la conexión visual entre su vestido y el paisaje sugiere su viaje emocional.
Paleta Obras complementarias
Verde, blanco, azul, rojo y ocre son los que más brillan.
• Santa Catalina con un lirio, Plautilla Nelli, 1465.
• La Virgen y el Niño, Barbara Longhi, 1580-1585.
• María Magdalena penitente, Michelangelo Merisi da Caravaggio, h. 1594-1595.