
2 minute read
Bienal ba le
ENRIQUE BOTELLO*
La primera vez que supe de una bienal fue en 1989, estaba en el Taller de fotografía de Extensión Universitaria de la Universidad Autónoma de Baja
Advertisement
California (UABC), acompañé a Alfonso “Poncho” Cardona a Mexicali al acto de premiación. No recuerdo bien quiénes íbamos, el evento fue en el Café Literario del Teatro del Estado, en mi memoria está como un lugar en penumbras, en el estrado se encontraba, entre otros personajes, Raquel Tibol.
Entonces la disciplina de la fotografía estaba integrada a la Bienal de Artes Plásticas de Baja California, igual que la gráfica, y los premios eran menores a los de la pintura, el dibujo o la escultura.
Recién empezaba a conocer y reconocer a los artistas a nivel estatal. Alfonso ganó con dos fotografías de los basureros en Ensenada, recuerdo una, “La cosecha”, que mostraba un contraluz de un personaje cargando unos baldes en medio de la basura, una imagen poderosa.
En Extensión Universitaria se fraguaba un movimiento importante en la comunidad de Ensenada, con Natalia Badán al frente; la apertura de talleres dio un impulso muy fuerte a todos los interesados en desarrollar sus habilidades artísticas; el maestro y connotado pintor Pedro Peralta lideraba la pintura, Josefina Pedrín la cerámica, Virginia Hernández y Fernando Rodríguez las artes escénicas y Poncho, la fotografía.
Junto con los talleres estaban los cursos de idiomas, yo anteriormente había terminado inglés y por esa época cursaba francés con Rosy Licón. De manera regular se hacían festivales y celebraciones en el patio de abajo en el que las artes y los idiomas se mezclaban de una manera muy orgánica, pues también los y las maestras de lenguas destacaban en el área de las artes.
En 1991, al salir la convocatoria de la Bienal de Artes Plásticas decidí participar, con un currículo pobre alcancé a cubrir los requisitos para inscribirme, ya había decidido dejar mi carrera de veterinario y tenía un año instalado como fotógrafo en el Estudio EFE junto con Hugo Vidaña. Los costos de participación para un principiante entonces eran altos en relación con mis propuestas surrealistas, pero ahora con una discreta carga de erotismo, me aventuré sin más plan a hacer las fotos que me gustaban, que para la “fina sensibilidad” de mi maestro, eran “joterías”. Recuerdo que antes de hacer la entrega, fui al taller, Tomás Castelazo y la “Jose”, se sorprendieron con mis fotos, eso me dio alientos.
A la fecha de los resultados, estos no aparecían por ningún lado y nervioso llamé desde un teléfono público, afuera de la Galería Loaiza, a la representación del Instituto de Cultura de Baja California (ICBC), pregunté por los ganadores de la disciplina de fotografía y me respondió la chica al otro lado: “El primer lugar fue para un Enrique Botello”
“Si la Bienal de Artes Plásticas nunca tuvo prestigio a nivel nacional, la de fotografía menos y se vino convirtiendo en un esquema en desuso para los artistas serios”
En Extensión Universitaria planeamos ir a Mexicali, pues varios habíamos obtenido premios y menciones; fuimos en una van que yo manejé, en su mayoría eran mujeres y no se arriesgaban a manejar un vehículo tan grande, el ambiente en el viaje era jubiloso y la celebración posterior más.
Después vino un auge de la fotografía y se or- desuso para los artistas serios, la participación fue nutrida por artistas visuales meramente entusiastas en su mayoría, con algunas muy buenas excepciones.
Los artistas deben entender que, para la difusión de las artes ya no pueden recurrir a los viejos esquemas institucionales, pues son obsoletos. Si bien, es una obligación del Estado proveer canales para la difusión y visibilización de las propuestas, hay una crisis aguda de compromiso con los artistas. Éstos por su parte, junto con el Estado deben, en conjunto, establecer estrategias para que sucedan de manera coordinada.
Este año cumplo 60 años y también cumplo 30 de hacerme acreedor al premio de adquisición por el primer lugar de la disciplina en fotografía en la Bienal Plástica de Baja California de 1993, con un monto de 6 mil pesos, un equivalente a unos 60 mil pesos en la actualidad; las cosas no se ven mejores en estas convocatorias. ¡Para muestra, la más reciente! chocorrol_@hotmail.com