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Total, ese mes fue de conciencia social a la muy “4T”. Debatí el tema con familia y amigos, modifiqué cabezas sentenciosas de Reforma para darle un tono menos condenatorio al tópico del mes y seguí existiendo despreocupadamente. Entre tanto, esa figura cilíndrica conectada misteriosamente a la estufa se vaciaba más y más. Un domingo en la noche me dispuse a preparar café, abrí la llavecita con mi confiada mano de princesa, y nada. Ninguna flama surgió del quemador, no hubo soplo azul mágico. Salí a pesar el tanque de gas: ¡oh sorpresa!, lo cargué con facilidad. La cosa aparentemente se resolvería de forma sencilla. Telefoneé la primera opción que arrojó el buscador de Google y media hora después llegó el repartidor de gas. Por primera vez tuve curiosidad de contemplar cómo es que ocurría el enigma y me asomé para mirar al hombre que hacía lo que siempre hizo mi padre. No parecía complejo. Unas vueltas en la rosca, poquita fuerza y listo. Incluso yo podría hacerlo. Después abrió la llave y un soplido salió a presión de algún punto del objeto cilíndrico. El sujeto me preguntó si tenía teflón y negué con la cabeza.
Martes 16 de noviembre a miércoles 15 de diciembre de 2021
ayuda de algún tutorial de YouTube Tomé la cinta blanca para dirigirme cigarrillo después de comerme un al rato que vaya al mercado y compre al pasillo. Así fue como enfrenté el sándwich. Llegó jueves. teflón. El hombre se marchó. primer obstáculo: el repartidor había apretado con saña la llave del Por suerte ese día mis padres arriEl resto de la mañana me entretu- tanque y encima la rosca. Cuando baron de sorpresa. Oculté los ceniceve con cualquier cosa doméstica y no al fin logré con fuerzas sobrehuma- ros improvisados regados por toda fui a la tienda a adquirir la mencio- nas desarmar el asunto, me vi en el la casa y los recibí sonriente. Me nada cinta blanca. Comí cereal. Para segundo problema: cómo envolver comí la dignidad que me quedaba y cuando finalicé la jornada laboral era esa cosa llamada teflón. Tuve, por le planteé el predicamento a papá. medianoche, por lo que decidí solu- primera vez, sentido común y de- Rápido fue a comprar otro rollo de cionar el asunto al día siguiente. Me rroché la cinta, revestí todo lo gris teflón y se lanzó al pasillo. Resolvió bebí una cerveza mientras leía una de blanco para que jalara bien. Al el asunto con unas cuantas vueltas compilación de cuentos de Chéjov, abrir la válvula, ¡oh sorpresa!, gol- y una miseria de fuerza. Me enseñó pero la lectura se puso interesante y peó mis dedos el hidroa regañadientes lo que destapé la última botella de vino que carburo. Intenté apretar nunca me interesé en quedaba en algún cajón de la cocina. más pero no tenía llave averiguar durante mis 24 “Maldije al Terminé la botella y el libro. Me dor- así que desistí de hacerlo de vida. Mis padres sistema capitalista. años mí ebria. con las manos. se fueron. A las once de la mañana me despertó una llamada telefónica. Era una compañera de trabajo con quien había acordado ir a desayunar a su casa. Me vestí aprisa, y cruda, como todos los lunes, enfrenté el día caluroso.
Ese desgraciado
Fui con dos vecinos a Cuando corrí a la coera el culpable quienes nunca frecuento cina dispuesta a hacer de que todos a pedirles con una sonrimilagros con la comida, fuéramos unos sa apretada la necesaria abrí el refrigerador y, ¡oh inútiles confiados sorpresa!, estaba vacío. herramienta. Ninguno en el servicio de No había nada para cocitenía. Maldije al sistema capitalista. Ese deslos minoristas de nar. Hice café. Esa tarde graciado era el culpable puse una nota principal gas…” de que todos fuéramos con la siguiente cabeza: unos inútiles confiados avala Conamer tope a en el servicio de los miprecio de gas LP. noristas de gas, lo hice mientras buscaba entre mis contactos telefónicos giselle.felix@uabc.edu.mx alguien que posiblemente tuviera el artefacto. Resultó no ser común que *Nació en Ensenada, Baja California. mis amigos guardasen una llave en- Estudió Ciencias de la Comunicación tre sus pertenencias. en la UABC. Trabajó como reportera
Comimos hot cakes con nutella, de postre un porrito de mariguana que compartimos concienzudamente. Les conté entre risas el conflicto con el gas, después la anfitriona –proveedora de la droga y el desayuno– me regaló el famoso teflón y el tema se olvidó. Llegué volando a casa, empecé a trabajar y fin. En un tris terminó la tarde. Me quedé dormida bajo suCuando el repartidor me dijo que él tiles efectos psicodélicos. tampoco, nos miramos unos segunAmaneció miércoles y seguía sin el dos detenidamente para ver quién Desperté en martes con hambre importante gas en mi vida. La úniasumía la responsabilidad. Dije bue- atroz, me asomé a la cocina y recordé ca llama que tuve esa tarde fue la de no, no pasa nada, yo lo resuelvo con el conflicto. Maldije cientos de veces. mi Zippo encendiendo cigarrillo tras
de investigación y ahora es editora en el periódico El Vigía. Ha colaborado en revistas digitales con cuentos y crónicas periodísticas. Actualmente escribe una novela