22
Ilustración: Cortesía
Martes 16 de noviembre a miércoles 15 de diciembre de 2021
Por Eduardo Urías*
E
sta mañana, refrescando mi piel con la brisa al lado de las cercas que impiden el paso a la playa sucia, me negocio a mí mismo recorrer a pie el tramo largo que va del malecón de Ensenada hasta el centro del puerto, a cambio de fumarme un cigarro que pronto se consume entre mis dedos. El color grisáceo del paisaje a temprana hora parece no atraer a los paseantes y las banquetas por donde camino se encuentran semivacías. De vez en vez, veo pasar en sentido contrario a mi andar a personas que vienen solas o en parejas, mientras los graznidos de unas aves que alzan vuelo y planean sobre el mar me acompaña constantemente sin interrupción. Mi primer pensamiento es que hay más pájaros que gente. El segundo, es la idea de que mis cavilaciones alzan vuelo y graznan igual, una tras otra hasta caer en picada y enterrar su pico en el ánimo más íntimo, como si yo mismo fuese un mar y ellas sus propias criaturas aladas a las que intento sólo mirar sin emitir juicio alguno; dejarlas pasar, elevarse y dejarse caer. Me viene a la mente la palabra «juicio». Entiendo el término como un dictamen que le abre la puerta a una condena y me estremece.
Se manifiesta ante mí la frase dicha me acompañaron y las culpas que su por Albert Camus en el contexto de efecto pudo paliar tantas veces. Volasu novela El extranjero: «En nues- rían por mi mente las imágenes de mi tra sociedad, si un hombre no llora hija de un año llorando en brazos de en el funeral de su madre, puede ser su madre en aquel momento de versentenciado a muerte». En la trama me salir de casa con maletas para no de esta obra publicada en 1942, se volver más. Llegaría con otro aleteo presenta a un hombre llamado Mer- un carrusel con fotografías de las sault quien choca con las convencio- mujeres a quienes no supe retener nes sociales de aquella época, comete junto a mí. Aquella a la que amé y un crimen y por ello se lo dejé, buscando evitar condena a morir. En las que me tragara un camiacusaciones, el personaje no arenoso; aquella otra “¿Y si Camus es señalado por el desdén a quien amé por su virhubiese vivido y la indiferencia mostrada tud de mirarse al espenuestros días y en ciertos hechos, hacienjo como nadie; la mujer do hincapié en detalles que me sacó de un incenambientado la como el hecho de fumar, historia aquí, en dio y me llevó consigo ledormir y beber café con jos; una más que me dio esta época?” leche en el funeral de su bebida y me alimentó en madre; prueba contunel extravío; o esa otra que dente de una sensibilidad se fue al pensar que esinsultante para todos aquellos que lo taba muerto; ésta que bailó conmigo miran. una noche entera y se esfumó entre mis brazos con el alba; la que quiso Me pregunto: ¿Y si Camus hubiese convertirse en marea y quedarse en el vivido nuestros días y ambientado la océano para siempre… ¿Sería acusado historia aquí, en esta época? Pensa- de buscar el consuelo en la vida «con ría que el protagonista no se habría corazón de criminal»? encontrado inmerso en acusaciones de apatía y falta de sufrimiento. No sentir culpa ni ternura por la Yo, por ejemplo, estaría ahora vien- imagen de Cristo ensangrentado y clado a los mencionados pájaros volar vado sobre un leño aterrador. Sentirse en dos parvadas y el más grande de ajeno a la desventura de un ser que fue ellos me traería el café negro y amar- martirizado para pagar nuestros pecago que acostumbro tomar desde hace dos, no sería tema de descrédito. No años. El efecto placentero de la bebi- podría ser agravante para pronunciar da y el sabor intenso me recordarían el fallo sobre el cometimiento de acto tantos momentos dolorosos en que criminal alguno. En nuestros días,
gozamos de libertad para concebir al Creador con parámetros más universales y prescindir de la necesidad de sacrificios rituales o morales. Me cuestiono a mí mismo mis principales culpas y delitos, sin haber llegado al extremo de privar de la vida a otro ser humano. Las deudas reunidas que no se lograron saldar, las penas derivadas de las rupturas amorosas, los rencores surgidos al competir por las escasas posibilidades de ganar alguna jerarquía. No pensaría que por asumir distinto a los demás una creencia, juzgarían a mi alma dura y propensa a la maldad. La maldad que en el término más general de cualquier diccionario es la cualidad de malo, en la cual caben la injusticia y la falta de esa disposición de encontrarse en el otro. Tal vez, pienso, la sociedad juzga precisamente debido a la injusticia que late dentro de ella, que provoca la intolerancia, la furia, el odio. Tal vez, pienso, sean cosas que un hombre solo no puede resolver, y debo detenerme pues ha salido el sol y el calor es fuerte y agobia.
Uriase330@gmail.com *Nace en Tijuana. Narrador y ensayista. Tiene estudios de Literatura y Gestión Cultural. Ha publicado en diarios y revistas de Baja California y antologado en la selección de poesía y relato breve latinoamericano “Nocturnal”. Reside en el puerto de Ensenada