El camino

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INTRODUCCIÓN

Comienza el viaje Cada cual tiene sus propias creencias filosóficas y religiosas. El Espíritu es otra cosa. Por Espíritu, entiendo que todo lo que conocemos y entendemos que es físicamente tangible y que existe en las cinco dimensiones es, de hecho, la manifestación de una energía más sutil e invisible que existe de forma simultánea. El Espíritu vibra a una frecuencia más alta que la dimensión física y es la realidad superior. El Espíritu se manifiesta como vida a través de la forma. Así fue como llegué a creer que la superficie de la Tierra es la materia y la forma a través de la cual fluye una energía espiritual electromagnética sutil y superior. Así como el ser humano es el vehículo físico que permite a su Yo espiritual y multidimensional expresarse, la Tierra geológica es el vehículo físico para que se manifiesten memorias antiguas y un Espíritu interior vivo. ¿Entonces, si el Espíritu fluye a través de la Tierra y a través de todos nosotros, por qué está el mundo en un estado tan lamentable? Yo no podía comprender la violencia o, usando una vieja frase, “la inhumanidad del hombre hacia el hombre”. El clima contribuía a mi confusión porque estaba obviamente desequilibrado, lo


que evidentemente me llevó una vez más a la conclusión a la que había llegado años atrás gracias a mis estudios espirituales y metafísicos: que la propia naturaleza es informada por la consciencia de la mente. Para mí era cada vez más difícil -y para casi todas las personas que conocía-, mantener la paz interior y no perder la esperanza sobre nuestro futuro como raza humana. Verdaderamente Hollywood y la industria del arte de la que yo había formado parte durante toda mi vida estaban reflejando valores que, es cierto, podían a su vez estar reflejando los de gran parte de nuestra sociedad; pero me parecía que estábamos atrapados en un ciclo interminable en el que asistíamos a la desintegración de la decencia, la sensibilidad y los valores espirituales con los que se suponía que habíamos crecido como norteamericanos. ¿Qué estábamos haciéndonos a nosotros mismos? ¿Cuáles eran nuestras prioridades humanas? ¿Qué deseábamos para nuestro futuro y el de nuestros hijos, y sobre todo, por qué parecíamos estar tan tremendamente carentes de autoestima? Como ciudadana en edad madura, me hallé a mí misma experimentando no sólo ira, soledad y preocupación ante lo que se nos avecinaba, sino también el temor de estar perdiendo de vista casi completamente aquello que estábamos destinados a ser en primer lugar. Tenía una hija, dos nietos, un hermano y cuatro sobrinos. Mis padres habían fallecido, y yo misma me planteaba la pregunta de durante cuánto tiempo más experimentaría la aventura de la existencia física en este mundo. Sin embargo, me sentía más creativa que nunca y disponía de suficiente dinero, de cinco o seis amigos de verdad con los que podía comunicarme en todos los niveles (una rareza), un cuerpo sano, una 6


mente equilibrada (aunque algunos cómicos televisivos no opinen igual), y una vida “libre de obligaciones”, envidiable para quienes estaban atados a existencias llenas de agobiantes responsabilidades. En ocasiones, debido a la propaganda y al condicionamiento de la sociedad, creía sentirme sola, pero cuando lo pensaba más detenidamente me daba cuenta, aliviada, de que estaba llevando exactamente el tipo de vida que quería: no sujeta a una relación hombre-mujer, sin los rigores y restricciones de cuidar de una familia (marido incluido), sin tener que cargar con un trabajo que no me inspirase, y libre de hacer lo que me apeteciera en el futuro. La pregunta era esa, sin embargo... ¿cuál era el futuro? ¿Tenía que reforzar el tejado de mi casa haciendo caso de las profecías de que habría huracanes? ¿Habría un crack mundial en las bolsas? ¿Estropearían las erupciones solares las comunicaciones? ¿Habría un único gobierno mundial y estaría el comercio a su merced? ¿Se volverían cada vez más letales los virus que parecían estar infectando a la humanidad porque estábamos acabando con los bosques en los que vivían? ¿Nos convertiríamos en una sociedad tan adicta a la tecnología que haría que las cualidades humanas se resintieran profundamente? ¿Estaba nuestro medio ambiente tan amenazado como para no poder ya nunca sustentar vida humana sana? ¿Estábamos solos en el universo? Y si no lo estábamos, ¿vendrían en nuestra ayuda... o a acabar con nosotros? ¿Y estaba Dios de vacaciones? Por supuesto, tenía más preguntas de las que yo misma era capaz de imaginar. Y, sí..., me encontraba en un momento de mi vida en el que me había ganado merecidamente tiempo para soñar. Quizá fuera precisamente por estar tan disponible y por tener la mente tan abierta, por lo que disponía 7


del tiempo y la energía necesarios para reflexionar en lo que no sólo yo, sino todos nosotros, nos estábamos haciendo a nosotros mismos en realidad. Mi imaginación avanzaba y retrocedía en el tiempo hasta que me encontré en un estado de mente-tiempo que me facilitó algunas respuestas. Pero me estoy adelantando a mi narración. En el norte de España existe una peregrinación famosa que lleva siglos haciéndose llamada el Camino de Santiago de Compostela. Se dice que el Camino se halla directamente bajo la Vía Láctea, y que sigue unas líneas Ley que reflejan la energía de los sistemas estelares ubicados sobre él. En las filosofías orientales, a la fuerza vital espiritual de la tierra se le llama prana. Este prana se encuentra indisolublemente unido a la fuerza vital del sol y surte de energía a toda la vida. La fuerza vital es especialmente intensa a lo largo de las líneas de energía llamadas líneas Ley1. Dichas líneas forman la estructura esencial del espíritu etérico de la tierra. Generalmente son bastante rectas, variando en anchura e intensidad. Una sección transversal de una línea Ley es semejante a un reloj de arena, en la que la parte central más estrecha cruza la línea de la superficie de la tierra. La energía ley existe tanto debajo como encima de la tierra. Esta energía emana a una frecuencia muy alta y, si es experimentada por una conciencia humana, le induce claridad en el pensamiento, memoria y revelación. 1

Las líneas Ley son alineaciones de energía localizadas en vórtices magnéticos de emplazamientos sagrados, que habrían sido construidas por antiguas civilizaciones con algún propósito desconocido. (N. del editor.) 8


La energía de las líneas Ley aumenta el ritmo de vibración de la materia etérica y de la materia densa que configuran el cerebro humano. El resultado de esta estimulación es una consciencia más lúcida y plena, y saca a la luz información previamente reprimida. Esto puede ser un tanto inquietante y dar miedo, porque implica que a través de esa energía uno se convierte en un ser más clarividente..., para bien o para mal. Las líneas Ley no sólo transportan la energía espiritual de la tierra en conjunción con el sol, sino también las energías producto de la conjunción con otras galaxias y sistemas estelares. El Camino, que sigue las líneas Ley de la Tierra, comienza en Francia, cruza los Pirineos y atraviesa el norte de España de Este a Oeste hasta llegar a la bellísima catedral de Santiago de Compostela, donde se dice que están enterrados los restos del apóstol Santiago. No he sido nunca una persona religiosa, sino que he optado por buscar la espiritualidad, así que lo que realmente me interesaba del Camino era la energía de las líneas Ley, al igual que el reto de recorrer por mí misma a pie 800 kilómetros e ir volviéndome esencialmente vulnerable e indefensa a lo largo de la travesía, como requieren la mayoría de las peregrinaciones. Para la mayoría de la gente, la experiencia de entregarse por completo a Dios y al yo es la verdadera motivación del intento de hacer el Camino de Santiago. La primera señal de que debía hacer el Camino de Santiago me llegó en 1991 en Brasil. Yo estaba representando mi espectáculo cuando el administrador de mi compañía, Michael Flowers, me hizo entrega de una carta anónima escrita a mano. Michael suele 9


inspeccionar mi correo y, con una intuición que siempre me pareció notable, selecciona lo que cree que es importante. Permítanme hacer un inciso y que les hable de su intuición. Michael lleva casi treinta años conmigo siendo el administrador de mi compañía. Confío en él, y cuando él cree que hay algo importante de lo que no estoy enterada, le escucho. Es crucial que les explique esto porque más adelante Michael tendrá un papel muy importante en mi narración. Recibo todo tipo de peticiones, y generalmente las más profundas y las más descabelladas tienen que ver con asuntos metafísicos, espirituales y extraterrestres. En una ocasión actuando yo en Sudáfrica, Michael recibió una carta de una madre y una hija que querían verme porque habían tenido un encuentro de la tercera fase con seres espaciales provenientes de las Pléyades. Me reuní con ellas. Parecían dos personas cuerdas y coherentes, y al acabar de contarme la historia de su encuentro, les pregunté cuándo volverían a ver a sus nuevos amigos espaciales. Me dijeron que los visitantes les habían dicho que volverían cuando la casa rosada se pintase de blanco. La madre y la hija no entendieron aquel comentario hasta que me lo contaron, por la siguiente razón: mi rancho de Nuevo México se encuentra en una región aislada donde abundan las historias sobre naves espaciales. Era rosa cuando lo compré. ¡Pero después de reformarlo y de mucho pensármelo, decidí pintarlo de blanco! Aún no he visto el regreso de los visitantes espaciales, pero es algo que me cautivó. En cualquier caso, la carta que recibió Michael cuando yo estaba actuando en Brasil afirmaba inequívocamente que debía hacer el Camino de Santiago de Compostela. Como ya he dicho, no estaba firmada. Estaba escrita 10


con tinta y me rogaba que hiciera el Camino si de verdad me tomaba en serio mis escritos, enseñanzas e investigaciones espirituales y metafísicas. Esa carta me intrigó, la consideré, hablé con algunos amigos míos de Brasil que ya habían hecho la travesía, y finalmente acabé olvidándome de ella. Tres años más tarde volví a actuar en Brasil y recibí otra carta con la misma letra, también sin firmar, diciéndome que si quería seguir escribiendo sobre el crecimiento espiritual, era imperativo que hiciese el Camino. Mi amiga brasileña Anna Strong estaba de acuerdo. Es una líder y consejera espiritual que ha dirigido varios seminarios sobre meditación y equilibrio interior. Yo la respetaba y sabía que había hecho el Camino, y también que había ayudado a otros a hacerlo. Después de que Anna me informase de qué me encontraría y de decirme que se reuniría conmigo en Madrid para ayudarme en el inicio, anulé el rodaje que tenía previsto para ese verano y le dije a mi agente que me iba a cruzar España a pie. Él ya estaba acostumbrado a mis “locuras” aventureras, me dijo que debería comprarme unos buenos zapatos, y aceptó mi decisión. “Además, a lo mejor puedes sacar otro buen libro de ello”, añadió. Pues estupendo.

El Camino de Santiago ha sido recorrido durante miles de años por santos, pecadores, generales, inadaptados, reyes y reinas. Se hace con la intención de encontrar el más profundo significado espiritual del propio ser y de tomar decisiones sobre conflictos 11


interiores. La energía del Camino era bien conocida por los pueblos de la antigüedad, quienes sabían que favorecía la introspección y el conocimiento de uno mismo. Los libros de historia remontan el origen del Camino a la época celta con sus correspondientes narraciones mitológicas de revelaciones cósmicas; presencias multidimensionales de gnomos, hadas y trolls, y el aspecto que más me interesaba: el hecho de que la ruta acabase en Finisterre, unos kilómetros al oeste de Compostela y justo delante del océano Atlántico, que en aquel entonces se consideraba el fin del mundo conocido. Me pregunté cuál habría sido el mundo desconocido anterior. ¿Habría habido una tierra que existió antes de nuestra historia registrada? ¿Estaría llamando a aquellos de nosotros que nos sentíamos impulsados a hacer el Camino hasta que, de alguna manera, lográramos volver a contactar con ella? ¿Por qué se suponía que recorrer la travesía del Camino permitía al peregrino conocerse a sí mismo y entender su destino? Yo tenía cierta premura en recorrerlo, para poder viajar por los secretos de mi propia historia —que se remontaban a unos tiempos muy anteriores a los que mi imaginación podía conjurar— pues tenía sospechas recurrentes de que mi realidad personal se volvería más evidente. Pero no estaba preparada para el impacto que tendría en mí. El Camino fue —y es— mi realidad, a la que aún me estoy adaptando. Mi espiritualidad y el viaje de mi alma a través del tiempo han supuesto el auténtico descubrimiento de mi capacidad para sentir mi alineamiento con lo Divino. Es un estado teopático de conciencia. Cuando se acepta el viaje del alma tiene lugar 12


una estabilización de las emociones. No cabía duda de que, al iniciar el Camino, mis emociones y las emociones del mundo estaban profundamente trastocadas. Durante el viaje empecé a entender el porqué. Muchos consideraban el Camino como un recorrido religioso. Podía entender que lo hicieran, por la cantidad de imágenes religiosas, de iglesias y de recordatorios que ha establecido la Iglesia respecto a la vida humana. Pero veía cómo la Iglesia había intentado moldear a sus fieles según su perspectiva de la sociedad, escindiendo el dominio de los sentimientos de la espiritualidad individual, mientras se atribuía la superioridad espiritual. Entonces comprendí que el mundo de la dominación religiosa del pasado ha sido sustituido actualmente por un mundo científico que intenta zafarse del dominio espiritual y emocional del pasado en favor de un mundo de “hechos” científicos y tecnológicos. Aquellos estudiosos del comportamiento humano que se negaban a observar a través de sus propias emociones no estaban comprendiendo la realidad. En su mundo los sentimientos individuales no recibían ninguna consideración. Habían deshumanizado los sentimientos y las emociones humanas, despreciándolos en favor de lo que ellos denominan observaciones colectivas, que luego eran impuestas al mundo. Ni siquiera se permitían a sí mismos ser humanos. Si no eran racionales y “científicos” en sus observaciones, eran sometidos al ostracismo. Incluso la mera expresión de emociones era considerada incorrecta en su mundo. A pesar de que decían estar buscando la verdad sobre los habitantes del mundo, en realidad estaban estableciendo un nuevo patrón mental que excluía la capacidad de sentir. De esa manera, la ciencia se había liberado de hecho 13


del dominio de la religión para convertirse a su vez en la moderna dominadora de la verdad hoy en día. Las cadenas sólo habían cambiado de dueños. La nueva esclavizadora de la verdad es la ciencia, y estamos viendo sus efectos sobre el comportamiento humano por todas partes. Sin el reconocimiento del viaje del alma en nuestro interior estamos perdidos y sólo somos una parte de lo que tendríamos que ser. Creo que el dolor experimentado a tan gran escala hoy en el mundo puede ser considerado como un ejercicio de vaciarnos a nosotros mismos del pasado, para así dejar espacio a la dicha que será nuestra merecidamente en el futuro. Como seres humanos tenemos la obligación moral de buscar la alegría. Entonces estaremos alineados con lo Divino. Pero tenemos que admitir lo que ha precedido a la comprensión de nuestras vidas, porque es ahí donde radica la historia de nuestro conflicto, nuestra soledad, nuestra confusión, nuestro odio y la escisión respecto a nosotros mismos y a Dios. Si podemos hacer las paces con nuestras emociones pasadas, creo que tendremos la capacidad para estar a la altura de nuestra obligación moral de buscar la alegría. Durante mi viaje hacia el oeste a lo largo del Camino tuve la sensación de retroceder en el tiempo hasta un lugar en el que empezaron las experiencias que hicieron de mí y de la raza humana aquello que somos ahora. Sí, puedo decir que fue una experiencia mitológica e imaginativa, pero entonces, ¿qué es mito y qué es imaginación? Todos los caprichos de la conciencia están basados en algún tipo de memoria… ¿o si no por qué iban a existir? 14


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