SAN BARTOLOMÉ APÓSTOL – ALMAGRO –
Secuencias Lances de miel y de acíbar, grafías en pasta seca. Asomos de aire del Bronce, de Roma las faltriqueras, ojivas de caños de agua en don Galiano y Ortega. Dan a luz, en columnillas, trazas con trazos en piedra, descendientes de Alarico en la minúscula aldea. Entre Córdoba y Toledo, la tierra y sangre indefensas; en el ocaso, los rezos, con el cristal en la Meca. Fértil en óxido hierro, roja la arcillosa greda, calla si la mira Oretum o Calatrava la Vieja. Huyendo llega el maestre del cerro de las miserias. Del clan del abad Raimundo la sustancia y la cabeza. Gonzalo Yáñez papeles que el rey Fernando encuaderna. Juntas don Alfonso el Sabio. Al maestre el Cruel apresa. Enrique, el de las Mercedes, el prendido de las ferias. Sínodos de calatravos entre los Cristos y velas. Don Carlos al alemán tizas da de suma y resta, de los cofres de Almadén el rey las llaves le presta. Con la casa de los Austrias un manojo de lindezas: portadas, forjas, escudos, tapiales de rezo y reja, campanarios, ocho altares, el trajín de las comedias. En las tablas del Rosario teología con letras.
Lidiadores en la plaza, las zapatas por montera, torsos desnudos al sol, hercúleos hombres de piedra, ochenta y cinco sostienen en sus sienes las maderas; madera y cristal al cielo, cielo verde primavera. Conserva y cuida esta plaza –dijo el amante de Eugenia, Alfonso XIII de España, antes de dejar su tierra. Cuando el brillo de las Luces cerebelos en tinieblas, traficantes de retablos y escombros en las iglesias. En las vidrieras añicos si a Lisboa traquetean. Los encajes y las blondas al vadeo de fronteras. El rey Borbón Carlos IV de villa a ciudad perpetua y en tiempos de don Felipe de las ciudades más bellas: la joya –la bautizaron– de la llanura manchega. Saturnales endiablados de los del carro a una legua, días de ajetreo y lío, noches de tramas y tretas. Almagro, de paso en paso, con las historias a cuestas. Dionisio Roldán (Del poemario Almagro en mí) Pregonero 2018
17