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RECOGIDA DE ROSQUILLAS

La tradición más arraigada de las fiestas de San Juan es sin duda la recogida de rosquillas.

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Se desconoce el inicio de esta tradición, aunque es posible que sea tan antigua como sus fiestas. La recogida de rosquillas empezaba la mañana del 7 de mayo en la que el soltero mayor del pueblo (el mozo viejo) se dedicaba a ir casa por casa de las solteras del pueblo.

Ellas adornaban sus ventanas y balcones y preparaban rosquillas de anís que debían llevar la inicial de la soltera y estar adornadas con lazos de seda.

Tras guardar la rosquilla en un barreño, el mozo viejo y la soltera bailaban un pasodoble al ritmo de la dulzaina. Y así lo hacía por todas las casas donde había alguna vecina soltera. Todo ello acompañado con anís y con orujo, que ayudaba a tragar la famosa rosquilla de palo.

Esta tradición ha seguido hasta nuestros días, pero con algún cambio. El mozo viejo ya no es el soltero mayor del pueblo, si no aquel que va a perder la soltería ese año, o el que se ofre-

ce a pasar una mañana de pasodoble en pasodoble.

Gracias a la Asociación “San Juanillo” se ha retomado de nuevo el concurso de decoración de rosquillas de cada 6 de mayo, y desde hace unos años es el Ayuntamiento quien se encarga de organizarlo.

No sucedió lo mismo con la tradición de adornar las casas de las solteras, que se perdió en el pasar de los años. Otro cambio significa-

tivo es la transformación de aquellos tradicionales dulzaineros, que se han trasformado en una gran charanga que anima las calles cada 7 de mayo.

Tras los juegos, esa misma tarde se procedía a la degustación de las rosquillas de las solteras, que antaño se realizaba en la era, lo que hoy es el edificio de la Junta de Castilla y León.

Hoy en día la degustación de las rosquillas de solteras se hace el día 8, junto con las mujeres casadas, y se celebra en la explanada de las peñas o en el merendero.

Con el paso del tiempo las solteras se convertían en casadas y como no se resignaban a dejar de hacer la rosquilla, crearon el día de la casada, dejándola para el 8 de mayo. Se repetía la misma tradición pero con algunos cambios, esta vez el mozo viejo era uno de los casados del pueblo, y si no había soltero correspondía al que primero madrugase.

Más adelante se hizo una relación con los casados del pueblo, cada año uno de ellos recogía las rosquillas y el otro recogía dinero de las casadas para comprar bebida con la que acompañar las pastas. La tradición dice que las casadas no dan rosquillas de palo, sino pastas variadas.

Como anécdota contaremos que Pilar “La Grandona” (que es así como se la conoce) siempre sale a dar la rosquilla disfrazada, lo que genera gran expectación por ver su atuendo.

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