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Prueba ASTON MARTIN DB11

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ASTON MARTIN DB11

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El Aston Martin DB11 ha sido catalogado como “el modelo más importante de la historia de la marca”. No es algo casual, pues el sustituto natural del DB9 (el DB10 no cuenta porque se creo solamente para la película Spectre) es un ejemplar hecho prácticamente desde cero. Se asienta sobre una plataforma totalmente nueva que ahorra peso respecto a la anterior y que a su vez es un 20% más rígida.

Y cuando decimos que el DB11 es novedoso también nos referimos a su mecánica que se rinde a un sistema de doble turbo por primera vez en la historia de la marca. El V12 Twin Turbo de 5.2 litros ha sido colocado en una posición más retrasada para mejorar el reparto de pesos. Sus cifras son de escándalo: desarrolla 608 CV (600 bhp) y 700 Nm de par, lo que le sirven para pasar de 0 a 100 km/h en 3,9 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 322 km/h (200 mph). El más rápido de los DB. La tecnología también es clave en el nuevo motor, pues consigue reducir el consumo y las emisiones gracias al sistema Start & Stop y al Intelligent Bank Activation, capaz de desconectar una bancada de cilindros cuando su uso no sea necesario. Como es tradición en estos modelos, el DB11 lleva un cambio automático ZF de convertidor de par que entrega toda la potencia a las ruedas traseras y que se acciona mediante dos grandes levas fijas a ambos lados del volante.

La primera vez que te acercas a un Aston Martin DB11 sientes como te embriaga su nuevo diseño. Transmite tan dinamismo que da la sensación de que se mueve a gran velocidad incluso cuando está parado. En su carrocería no hay nada al azar y se ha hecho un trabajo aerodinámico muy cuidado. Aunque no vemos grandes splitters ni alerones, aquí hay elementos más discretos y elegantes. ‘Curlicue vents’ son las branquias tras las ruedas delanteras que generan agarre para el tren delantero. ‘Aeroblade’ es el sistema situado en los pilares C y que redirige el aire hacia la zona posterior.

Y cuando nos sentamos en el habitáculo del DB11 la sensación de calidad nos invade. Miremos donde mi-

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remos todos los materiales son de primerísima calidad: cuero, aluminio, Alcántara… Las plazas delanteras son comodísimas y los asientos te abrazan gentilmente. Aunque tiene una configuración 2+2, las plazas traseras son bastante justas y solo podrán ser utilizadas ocasionalmente.

También en el habitáculo encontramos las primeras evidencias de que Daimler (propietaria del 5% de Aston Martin) ha contribuido a hacer este modelo. Algunos mandos y los sistemas multimedia y eléctrico provienen de Mercedes. Lo más destacado es la instrumentación digital formada por una pantalla de 12 pulgadas, aunque se ha buscado que tenga un diseño algo tradicional. La otra pantalla de 8 pulgadas se controla desde el mando situado en la parte baja de la consola central.

Para arrancar sigue siendo necesario pulsar el botón de cristal característico. El V12 nos regala un ronroneo acogedor. A los lados los botones del cambio ZF, pulsamos D y comenzamos a rodar. Los primeros metros sirven para familiarizarnos con el DB11 y para comprobar como en el modo de conducción GT es un coche utilizable en el día a día. Un ‘gran turismo’ como los de antes, cómodo y aprovechable en cualquier situación.

Aunque si queremos sacarle mayor partido basta con jugar con los distintos modos, en total tres de conducción y otros tres para la suspensión. En ‘Sport’ ya va teniendo un comportamiento más directo y preciso, pero para ver de lo que es capaz ponemos el ‘Sport+’, el escape nos regala un sonido más audible y el coche sale disparado a la mínima insinuación del acelerador. Pesa 1.770 kg pero no lo aparenta a juzgar por su agilidad.

El motor parece no tener fin, estira las marchas y empuja de forma contundente. Aunque el cambio ZF no tenga la rapidez de un doble embrague, lo cierto es que es muy preciso y su uso es más que satisfactorio incluso en conducción deportiva. La dirección es eléctrica, aunque esto no significa que no tenga un aplomo muy bueno. Con la suspensión será fácil encontrar el equilibrio gracias a los distintos modos que hacen sea un vehículo que se adapta a todos los medios.

Terminamos la prueba comprobando la importancia que tiene este modelo para la marca. Abrimos el capó, una enorme pieza de aluminio (la más ancha que haya sido instalada en un automóvil) que apenas pesa nada. Ahí nos encontramos el bloque de doce cilindros y una placa identificativa. Dice que esta unidad ha sido revisada por un tal Andy Palmer que no es otro que el CEO de la compañía.

Él mismo se comprometió a inspeccionar personalmente las 1.000 primeras unidades del modelo para comprobar que todo estuviera perfecto y gracias a este detalle nos hacemos a la idea de la importancia que tiene. La verdad es que ponerse al volante de un Aston Martin DB11 es una experiencia adictiva. Nada más bajar solo puedes pensar cuando será la próxima vez que volveréis a encontraros.

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