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Alma Inmortal. Pedro Borrego Ferrer

“Alma Inmortal”

Desde la frontera del apartamento de os Charranes, mi psiquis contempla el susurrante San Bruno, y el desmayo del sol en el crepúsculo. En este éxtasis, me pasa, obcecado, el camino sin descanso que he tenido. ¡Qué corta es la vida para el anciano, que paciente la espera!

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Ahora prefiero ver el disco del astro que va rodando sus brasas escarlatas, como se van hundiendo. Debe de estar sediento y baja a beber al mar.

En la orilla, sombras e inmensa calma, frenada por la suave brisa que se lleva el polen que hará florecer las marismas de retamas. Florecillas nimias encendidas de primavera que suspiran.

Salgo a la playa con pasos cortos y voy dejando las huellas de mis pies descalzos en la arena plata. Baile de espumas en la ribera que me empuja una caracola yerta.

La nostalgia cae sobre mis años. Juegos de niño, adolescencia, ajedrez, quietud, viaje a las pirámides y, ocaso.

Aquí me siento observado por furtivas miradas que mi espíritu juzga con énfasis. ¿Desde las estrellas, cuantos ojos estarán mirando las tristezas de mi alma?

Mayo acorta las mareas, y las gaviotas, con sus algaidos peinan el tiempo en el oro de luz. Después silencio mágico, que me reencarna el corazón.

Una siembra de estrellas aparece en el confín del mar, dejando el cielo rojo como el capote de un torero. La procesión de luceros empieza a vivir, y yo creo contemplar a los dioses que discuten quien fue el creador de aquella inmensidad sideral. Me esfuerzo en comprender la eternidad, que se puede extinguir en un suspiro.

Ya el cielo está más fulgido. Solo el batir de las alas de los charranes, como si estuvieran perdidos en otro mundo, cantando sus mensajes sinceros de amor.

De nuevo me abandono en otros pensamientos de libre pensador, que me turban en un alud de preguntas del mar Pedro Borrego Ferrer Imágenes César Ignacio Carnacea Garcés

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