7 minute read

Barcas y Tablas en el Órbigo (Juan López

LAS BARCAS DE PASO:

HERRAMIENTA DE COMUNICACIÓN EN EL ÓRBIGO

Advertisement

JUAN LÓPEZ | FOTOS: JOSÉ IGNACIO MARTÍN BENITO

Jinete embarcando para cruzar el Órbigo en La Ventosa

Centenares de barqueros se dedicaban en el antiguo Reino de León a facilitar el tránsito de los vecinos entre vegas, una labor que en Valcabado explotó el mesonero y pescador Julián Garavito

“Asimismo, hay una tabla de río en el de Órbigo, que pasa por este término cuyo aprovechamiento es común con la villa de Roperuelos; y por lo que a éste toca produce al año por arrendamiento sesenta reales”. De esta forma se refi ere el Catastro del Marqués de la Ensenada, del que ya se ha hablado en números anteriores de esta revista, a uno de los recursos más importantes e imprescindibles para la comarca, las barcas de paso, una herramienta de comunicación que facilitaba el tránsito de los vecinos entre vegas para comercializar sus productos y asistir a los mercados, más cuando los puentes fi rmes más cercanos se encontraba en Cebrones, de piedra, y La Bañeza, de madera, pero que todos los años era necesario reponerlo y restaurarlo por los daños producidos por las avenidas. caban en el antiguo Reino de León a facilitar el tránsito de los vecinos entre vegas, una labor que en Valcabado explotó el mesonero y pescador Julián Garavito, si bien parece interpretarse que en este caso tenía más relevancia pesquera que de transporte público. No obstante, y dada la existencia de barcas y tablas en localidades cercanas, como La Nora y Navianos de la Vega, se puede deducir que la de Valcabado también hacía las veces de paso.

De ello ha dejado constancia el profesor de Historia en el IES León Fe-

La barca de Pobladura navegando el Órbigo en la década de 1960

lipe de Benavente y procurador en Cortes por el PSOE, José Ignacio Martín Benito, en su libro ‘Barcas de paso en el Reino de León. De la Edad Media al siglo XX’, de Publicaciones ‘Ledo del Pozo’ (2015). “Su importancia era vital para comunicar las dos orillas ante la ausencia de puentes fijos. Lo más asequible y barato era un paso flotante. Era imprescindible para la comunicación y economía de los territorios. Para el paso de cosecha, ganado, economía en general...”, subraya el historiador.

Pues Garavito era pescador y mesonero y también tenía arrendada la tabla, cuyos derechos estaban repartidos entre Roperuelos y Valcabado por un precio de arriendo anual a cada pueblo 60 reales. De ello, el historiador Martín Turrado descifra en su libro sobre el pueblo, publicado el pasado año, que la pesca en ese instrumento de madera debía ser muy abundante. Se sabe que tenía mercado debido al precepto eclesiástico de guardar abstinencia los viernes.

El experto José Ignacio Martín Benito señala que la de Valcabado “parece una barca de concejo o de particulares”, abundantes tras el proceso de desamortización del siglo XIX, como ocurrió en la Villafer, en el Esla, provincia de León pero ya cerca de Benavente. Hasta la destrucción del Antiguo régimen, entre 1830 y 1850, la mayor parte de estas barcas estaban en manos de concejos, monasterios o señores laicos. A partir de ahí, con la entrada del liberalismo, muchas de ellas, sobre todo las dos primeras, fueron nacionalizadas por el Estado, que las sacó a pública subasta, y se quedaba con el derecho el mejor postor.

Martín Benito también señala que durante sus investigaciones ha encontrado que a finales del XIX y primeros del XX “si se quería fletar una barca se debía solicitar al Gobierno Civil, pero se tenía que ajustar a la Ley de Aguas, con condiciones de seguridad. “Había veces que había inspecciones por intereses contrapuestos y se analizaba la capacidad de resistencia de la barca para autorizarla”, sostiene. La tabla de Valcabado, considera el historiador, “sería una especie de barca, unida por un cable o cuerda que iba fija de un extremo de otro”. De este tipo, sin embargo, no era frecuente verlas en el Órbigo y sí en el Duero, en las Arribes, en poblaciones como Fermoselle (Zamora).

¿Qué se transportaba?

El servicio de las barcas, principalmente, era el transporte de personas y de ganado. “Lo más común

Barca de la Nora en 1985, conducida por el barquero

era el uso diario de los naturales del país, en un trajín de personas, carros, caballerías y otros ganados. Especial actividad tenían las barcas los días de mercado o feria. A ellas se subían las gentes con sus equinos, vacas, ovejas, cabras, cerdos y frutos de la tierra”, rememora Martín Benito, quien ofrece un dato: durante los meses de recolección del cereal en 1909 pasaron por la barca del Esla en Manzanal del Barco, en Zamora, unos 23.000 segadores que procedían de Orense y se dirigían a la Meseta. Junto a la de Castrogonzalo se consideran las más importantes de todo el Noroeste peninsular.

Las barcas también se utilizaban para el correo, el paso de tropas en época de guerras y el contrabando, medio de supervivencia de muchas familias, si bien esta actividad era más típica de zonas de frontera, como Arribes. El fin de estos medios fue consecuencia lógica, explica Martín Benito a la revista Hacendera, del impulso de los puentes a partir de la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX, aunque se dio algún caso curioso. Por ejemplo, en Secos del Porma estuvo en funcionamiento hasta la década de los 80, pues el puente no entró en servicio hasta 1986.

Más cerca, en el Órbigo, las barcas se encontraban en Carrizo de la Ribera, Veguellina, San Pelayo, Huerga de Frailes, Villazala, Valdesandinas, Navianos, La Nora, La Vizana, Maire de Castroponce, Pobladura del Valle, Vecilla de la Polvorosa, Villabrázaro, Manganeses y Santa Cristina.

Navianos y La Nora

Mención especial merecen las de Navianos de la Vega y La Nora. La primera se ubicaba en el paraje conocido como ‘El gallo’. Era propiedad de los vecinos y se arrendaba anualmente en una subasta pública que se celebraba el 31 de diciembre. Era una barca de maroma, de forma rectangular y fondo plano. Estuvo activa hasta 1960, cuando se inauguró el puente sobre el Órbigo. El embarcadero estaba próximo a la ermita de San Tirso, en la Dehesa de Mestajas. Solo pasaban gratis la Guardia Civil, el servicio de Correos y los trabajadores de la propia dehesa.

Sergio Monje fue el barquero hasta 1958, pues su padre se había quedado con el arriendo anteriormente. “La barca navegaba todo el año menos los meses de verano, pues al descender el nivel del río, la gente y las caballerías lo vadeaban por la rasera. El trabajo del barquero era de sol a sol, pero si por la noche alguien lo requería se le avisaba de diferente manera”, explicó el propio Sergio a Martín Be-

nito en una entrevista. Así, la Benemérita disparaba dos o tres tiros al aire y un dulzainero de Navianos hacía sonar el instrumento cuando regresaba de tocar por los pueblos vecinos, como Altobar y Valcabado. También pasaban pellejeros de Roperuelos y Moscas, cazadores de San Adrián del Valle. Pero la mayor parte del tráfico humano era de la gente de la margen derecha que utilizaba la barca para alcanzar subirse al tren en la cercana y bucólica estación de Valcabado. Como testigo mudo del tiempo, aún permanece en pie a la orilla del río el poste o ‘maste’ al que iba fijado el cable.

En El Cascajal, en La Nora, los vecinos siempre decían que su barca era más grande que la de Navianos, mientras que aquellos decían lo contrario. No se ponían de acuerdo. Era muy utilizada por los habitantes de Altobar, que cruzaban el río para moler el grano. Prosigue Martín Benito, dentro del ámbito socio-festivo, que el de La Nora también era utilizado, y sirve como despedida, para acudir a la famosa romería de Santo Tirso, en la que participaban todos los pueblos de la comarca, por supuesto, por su relevancia, también los de Valcabado. Los vecinos de La Nora recuerdan “barcadas llenas de gente” que, cuando se sumaban al jolgorio, cantaban coplas ese día, entre las que una de ellas destacaba: “Me voy a Santo Tirso de romería, con el fardel al hombro pa’ todo el día.”

Alrededor de la iglesia de Santo Tirso, de rodillas te imploro tu compromiso”.

“Oiga, señor barquero, vuelva a este lado, para ver si me lleva junto a mi amado.”

“Y al pasar en la barca dije al barquero, si el santo me concede ¡ay! Mis desvelos”.

Barca de Navianos en Mestajas

This article is from: