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Emigrantes e inmigrantes, el viaje de ida y vuelta

DOMINGA ALIJA

Comenzaré refi riéndome a los años 20 del siglo pasado, por tanto ya cien años atrás. Mis datos son solo de oírlo a mis antepasados.

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España era pobre de solemnidad, había pasado la primera guerra mundial y Valcabado, como otros pueblos, buscó salida emigrando principalmente a Hispanoamérica, sobre todo hacia Argentina, Cuba o República Dominicana. Solo en Valcabado unas 30 personas cruzaron el Atlántico. Normalmente las familias que se habían ido antes reclamaban a otros que les acompañaban en la aventura posteriormente. De todas estas personas solamente 4 ó 5 familias han conseguido volver de visita en alguna ocasión a lo largo de la vida y aunque siempre han vivido con la añoranza de volver, al cabo de 50 ó 60 años viviendo tan lejos, la gente echa raíces en sus nuevos países, se casan, constituyen nuevas familias…o incluso por falta de medios económicos, ya no les es posible VOLVER. Al fi nal prácticamente todos se ha quedado “por allá” come dicen ellos.

El viaje de ida nunca se olvida, se alargaba hasta un mes en barco, mal comiendo, mal viviendo, sin dinero y sin ropa apropiada. Se decía que se iban para “hacer las américas”, pero en realidad pocos lo consiguieron. De la mayoría nunca más se supo, porque hasta mandar una carta o recibirla, era toda una hazaña. La situación tuvo que ser muy difícil, tanto que, incluso a día de hoy, cuesta imaginar.

Desde entonces hasta los años 50-60 del siglo pasado la gente se quedó en España pasando muchas necesidades. En Valcabado había dos o tres familias que daban algo de trabajo por cuatro perras y la comida. En esos años arrancaron el monte de Mestajas y roturaron el soto para poder sembrar remolacha y maíz. Allí trabajábamos, en la primavera entresacando remolacha a destajo para sacar un jornal y desde noviembre a febrero quitando mazorcas de maíz (por supuesto sin guantes ¡Que lujo!). Ida y vuelta andando, comiendo de fi ambrera, al sereno, con una hoguera para calentar las manos y la comida, el terreno helado, un mal calzado. ¡Que frío pasábamos! Todavía creo que tengo secuelas; al menos en la mente. Fue muy duro. A partir de los 60 comenzó una nueva emigración, esta vez a las grandes ciudades de España (principalmente a Madrid, Barcelona y el País Vasco), a Europa (Alemania, Holanda, Suiza…) e incluso al Canadá. Todas estas personas se iban al extranjero

sin saber el idioma. Me imagino lo mal que lo pasarían; eso sí, la gente joven tiene ilusión y supera todas las dificultades. Trabajaban mucho, por supuesto, pero ganaban un buen sueldo, cosa que no ocurría en España.

Así, poco a poco fuimos mejorando y en los 90 en España había mejor nivel de vida y comenzamos a recibir trabajadores inmigrantes de Argentina, Ecuador, México… (toda Hispanoamérica), también de Marruecos, China.. En fin, de casi todo el mundo. Eso sí, como nosotros ya éramos “ricos”, hacían trabajos que a nosotros ya no nos interesaban. Trabajaban sobre todo en la construcción y atención de personas mayores. En muchos casos sin seguros y en condiciones deplorables, luchando por conseguir traer a sus familias para España. Pero a finales de la primera decena de este siglo… ¡todo se fue al garete! Muchos de estos inmigrantes, que ya llevaban entre nosotros 20 años y más, se

en los 90 en España había mejor nivel de vida y comenzamos a recibir trabajadores inmigrantes de Argentina, Ecuador, México…

tuvieron que volver a sus países. Otros se han quedado en España pasando penalidades como el resto de los españoles.

Y como la vida da muchas vueltas, resulta que ahora de nuevo, nuestros hijos (con mucha más formación) se tienen que ir a Inglaterra, Alemania y cualquier país del mundo para poder trabajar en algo acorde a su formación.

Con todo esto quiero poner en valor a toda esta gente que está entre nosotros ayudándonos a mantener nuestro nivel de vida. También a todos los que nos visitan haciendo turismo. Nosotros y nuestros hijos también vamos al extranjero y agradecemos que nos respeten. Por lo tanto, respetemos nosotros también a los que vienen a España: nadie emigra si puede vivir dignamente en su país.

Moraleja: Nadie es malo por ser extranjero aquí o los nuestros allí, es malo o bueno por su condición de persona, no por su nacionalidad.

La gente de Valcabado tenemos buen corazón y debemos aprender de los niños que no desprecian a nadie, sea blanco o negro, guapo o feo, rico o pobre.

Un abrazo para toda la gente de Valcabado y a todos sus descendientes, y si alguien se siente ofendido, PERDÓN.

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