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Salve, Estrella de los Mares
Queridos hermanos:
Nos conviene recordar como medio de avanzar en la propia conversión, que dura toda la vida, aquella madrugada del 16 de Julio de 1251, cuando San Simón Stok, Padre General de la Orden del Carmelo, recibió el santo escapulario - signo de predilección y de alianza eterna- de manos de la Santísima Virgen, ataviada con el hábito de los carmelitas, coronada de centelleantes estrellas y con el Niño Jesús en los brazos.
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Digamos con el salmista:” ¿Cómo pagaré al Señor el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación en honor de su nombre”.
¡Mi Señora del Carmelo, Carmelo de mi Señora! Mi corazón siempre implora a ti, fuente de consuelos.
Por eso me miro en ti, tú mi encanto, tú mi cielo, por eso quiero imitarte si es que imitarte yo puedo...
Tu pureza celestial y tu obediencia sin veto, la hondura de tu humildad, tu esperanza siempre en vuelo...
Tu fe, tu amor, tu alegría, tu fidelidad sin freno, tu oración siempre ferviente uniendo la tierra y Cielo.
¡Carmelo de mi Señora, mi Señora del Carmelo! que aunque pisemos la tierra los ojos miren al Cielo.
Y cuando llegue la hora de partir de este destierro, cobíjanos con tu manto y tu escapulario lleno
de promesas maternales para darnos gozo eterno iluminando tus ojos nuestro camino hacia el Cielo,
¡Carmelo de mi Señora,