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Glosa del Cartel 2020
A tus pies Señor, como María, tu madre.
María, madre amadísima, ella fue la primera que se acercó a tus pies para acariciarlos, besarlos. Dulces pies de bebé, el Verbo hecho carne en ese pequeño niño, pescadorcito que continúas correteando por las arenas de mi playa, entre barquichuelas recostadas.
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Pequeños pies que jugueteaban entre la barba de San José, con diversiones infantiles de caricias y cosquillas.
A tus pies Señor, tan deseado, tan amado.
En tus pies Señor pierdo mi seguridad para buscar la tuya.
Tus pies Señor han trazado en nuestra tierra caminos de salvación, estelas de esperanzas sobre aguas marineras.
¿Como nos acercamos Señor a tus pies?
¿Como los Reyes Magos? Ellos buscaron y encontraron
¿Como el rey Herodes? Déspota, soberbio, seguro de mi posición, de mi poder, de mi saber, de mi influencia.
¿Como Nicodemo? Aún en la noche, en la oscuridad, sin querer reconocer tu grandeza.
¿Con la sencillez de Marta y María, las hermanas de Lázaro? Deseando escuchar tus enseñanzas, de servirte. De formas distintas pero con amor. Marta ajetreada, preocupada por el acto, por tenerlo todo bien organizado. Y María eligiendo primero la oración, el amor a Dios.
¿O nos arrimamos a tus pies por necesidad como la mujer Cananea? Sabiendo que no somos los elegidos, pero notando tu presencia. Esperando que caigan algunas migajas de tu mesa. ¿O acaso nos acercamos a tus pies con miedo? Como la mujer que sangraba, sin atrevernos a tocarte, conformándonos con rozar tu manto con las yemas de nuestros dedos.
¿O Cómo Simeón? Teniendo ya vacía la vida, sin esperar nada de ella y deseando que tú la invadas.
O acaso no nos acercamos, sino que como Zaqueo estamos sobre un árbol, creyendo que tenemos todos los problemas resueltos, viéndote pasar, pero deseando que nos llames.
¿Con la prepotencia de los sacerdotes, de Caifás? Conociendo la liturgia, los textos pero realizando lectura propia, como un supremacista de la fe.
¿O Como el Cirineo? Que aunque no tenga fuerza tengo que levantar mis brazos para ayudarte con la cruz.
¿O acaso cómo María Magdalena? Que de conocida pecadora, tras pasar por los pies de la cruz, es testigo de tu resurrección. Pero repito, tras pasar por la cruz.
O entre actos y actividades cofrades andamos a tu lado sin notar tu presencia ¿cómo los caminantes de Emaús?
Y ¿Qué llevamos a tus pies Señor? ¿El servicio de Susana, Juana y de las otras mujeres piadosas? ¿Nuestras lágrimas? ¿Nuestras penas? ¿Perfumes de Nardos? ¿Mirra y aloe como José de Arimatea? ¿Promesas como tentadores diablos?
¿O llevamos afilados clavos para impedirte que andes, que camines, por nuestras vidas?
Esta noche nos encontramos aquí para descubrir el cartel que anuncia nuestra Semana Mayor. Semana mayor no solo para nosotros los cofrades, sino también para gran parte de nuestros
conciudadanos. En nuestra localidad pequeña, que apenas tiene término municipal, y aproximadamente con unos 63.000 habitantes, tenemos una espléndida semana santa.
Esta noche estamos adelantándonos, estamos dándole la bienvenida a la primavera, a su primera noche de luna llena.
La gente está deseando salir a la calle y vivir la Pasión según la Línea de la Concepción.
Es una semana donde los conciertos envuelven con sus dulces melodías nuestras calles.
El aroma, no de los pocos naranjos que tenemos, sino el de nuestros pasos recrean nuestros sentidos.
Nuestras calles se convierten en magnificas salas culturales con artísticas imágenes de Castillo Lastrucci, Ortega Bru, Pineda Calderón, José María Geronés, Navarro Arteaga, Dubé, Hernández León, Rabaza, Ventura, Berlanga, Eslava Rubio y Luis Enrique González Rey.
Algunas de ellas son esculturas de un gran valor, como el Santísimo Cristo de las Almas que presidiría una gran sala en el Louvre. Pero este año no le dará vida al cartel ninguna de esas tallas. Este año en el cartel contemplamos al Santísimo Cristo del Mar.
El fondo iluminado por la luna, astro que no tiene luz propia. Un pequeño monte de lirios del que nace la cruz del Cristo del Mar. Y sus pies, los que tienen el menor tamaño de nuestra semana de pasión, los que no han tocado gubia, los que apenas han sido tallados. Con clavo falso que no rozan el madero. Predominan los colores negro y morado, los de mi hermandad del Carmen, y sobre ellos su color, color canela, color de vida aunque sea un Cristo muerto. Nada más. Y nada menos.
Para este año, que celebramos el 150 aniversario de La Línea de la Concepción, la imagen que tiene menos valor artístico, histórico y monetario, es la que preside el cartel. Pero las casualidades no existen, porque para mí “Él más chico es el más grande”. Nada más. Y nada menos.
Claro que en la semana santa se mezcla lo pagano con lo divino, lo humano con lo celestial.
En Semana Santa saltamos del letargo del invierno a la primavera con un nuevo nacimiento de la naturaleza.
En Semana Santa la luna llena mueve las mareas con su falsa luz que todo lo ilumina. Sobre el mar el agua se convierte en brillante sudario de plata.
En Semana Santa sabores, sonidos y aromas nos llenan de energía.
La música nos motiva en el caminar y no solo para nuestras estaciones de penitencia.
Sociedad, cultura y economía se dan la mano para animar la semana santa. Menudo jaleo se montó cuando se comentó que no salíamos por falta de policías.
Pero eso es semana santa con minúscula. Porque si no hay fe, no hay nada.
Las culturas pasan, las expresiones sociales se transforman, la música se apaga, los claveles se marchitan, pero la fe transciende a todas estas expresiones, a todas estas experiencias.
Las Hermandades, las Cofradías hemos nacido como expresión de fe popular, para evangelizar, y eso es lo que tenemos que hacer, evangelizar, por supuesto, con nuestros Sagrados Titulares, pero evangelizar.
Las puertas de nuestras hermandades, de nuestras capillas, de nuestras parroquias deben estar abiertas, de par en par. No son nuestras, somos de ellas. Cuidado con la endogamia, con nuestra suficiencia, que se puede comer a nuestras corporaciones.
Y tenemos que salir de ellas no solo para procesionar nuestras imágenes, sino para buscar a nuestros hermanos. Tenemos que estar en continua misión, creciendo, sumando.
Servimos o nos servimos.
Gracias Asencio por esta foto, por este momento que has creado.
Asencio eres un enamorado de la fotografía y en especial de la fotografía cofrade, pues ya no es tuya esta foto, ni tan siquiera es del Consejo o del jurado que pensó que era la más apropiada de las presentadas, ya debe ser nuestra. Ya es imagen oficial, aunque seguramente pasará desapercibido entre la veintena de carteles que tendremos en nuestra localidad.
Pero para mí es especial: “Son los pies pequeños del más Grande”
Señor no hay nadie como tú. Purifícame, renuévame Señor.
Tú eres mi salvador, mi rey eterno, mi guía, mi pastor.
Señor, solo ante ti me inclino.