4 minute read

Capítulo 2O

Next Article
El autor

El autor

Amador Moya

SEMANA DEL 20 DE AGOSTO

Advertisement

Capítulo 20

Tras el fin de semana, Mari estaba intrigada por conocer el resultado de la investigación vecinal. El chico le caía bien, pero estaba casi segura que la había engañado. —¿Pasaste por donde Rodri? —preguntó Mari a Luis. —Sí, fui a primera hora. Estabas en lo cierto. Tiene un perro. Un cachorro de Husky. Debe ser una «pasada» de perro, de ésos que llaman la atención. Todos sus vecinos lo conocen. Bueno todos…, yo hablé con tres y los tres me dieron pelos y señales. —¡Qué «cabrón»! Lo sabía. Sabía que me la estaba jugando. Lo sigue teniendo, ¿no?

El Administrador de Fincas —Sobre eso no supieron darme muchas explicaciones, pero uno de ellos dice que lo vio la semana pasada con el perro en la calle. Lo estaba metiendo en el coche y se fueron los dos. Dice que es normal porque lo lleva al monte, pero la semana pasada estaba ahí —terminó Luis. —Lo voy a coger del pescuezo y se lo voy a retorcer hasta que no respire. Cuando le eche la vista encima se va a enterar el Rodri. —Mari dio rienda suelta a su decepción.

Aquel día, Mariana no pudo esperar al paseo nocturno par comentar con Francisco las novedades referentes al Rodri. Estaban los dos solos sentados a la mesa comiendo. A esa hora era lo habitual porque los horarios de los chicos no coincidían con los de sus padres y solían comer antes. —No te vas a creer lo del Rodri. Menuda joya ha resultado —dijo Mariana a modo de introducción. —¿Ya le tomaste declaración? —preguntó Francisco. —Sí, se la tomé el viernes. —Mariana le contó lo ocurrido con el chico y cómo había tratado de engañarla. —Y eso, ¿en qué cambia las cosas? —Cambiar, cambiar, no mucho. Pero me ha mentido y si miente es que trata de ocultar algo. —Le has cogido cariño al chico, ¿eh? —Me cae bien. Es divertido e inteligente. —Ves como tenía yo razón el otro día. —¿Razón? ¿A qué te refieres? —A que os hacéis una idea de la gente guiados por las apariencias. —Todos lo hacemos, ¿tú no? —No sé. Al menos intento evitarlo.

Amador Moya —Él me ha mentido. —Puede que lo haga solamente por divertirse o por despistarte. —Puede pero, en todo caso, debo averiguar por qué están mintiendo, tanto él como su tía. —A ver si al final va a tener razón el señor Alonso y ha sido la administradora la que ha matado al perro. Ya te dije el otro día que, en la comunidad, hay mucha gente que lo cree. —Tiene sentido. Él intrigando contra ella para echarla y ella vengándose de él donde más le duele. Creo que es la teoría de Basilio desde el principio. —¿Basilio piensa eso? —No me lo ha dicho; es solo una sospecha mía. —Por cierto, me ha dicho Gaspar que nuestro vecino anda por la comunidad recogiendo firmas para pedirte una reunión. Debió de ir a su casa. —No sé ni cómo le abren la puerta los vecinos. —Pues se la abren, ya lo ves; y hasta le firman el papel. —¡Increíble!

—Mamá, un vecino pregunta por ti —fue la escueta afirmación de Paco asomando la cabeza por la puerta de la cocina. Mari miró su reloj: las 3:45. El chico añadió—: yo me voy, he quedado con Álvaro para ir a la piscina, vendré para la cena.

Y, con las mismas, se fue dejando al uno en la puerta y a la otra en la cocina. —Hola, José Luis, ¿qué te trae por aquí? Pasa, pasa, no te quedes ahí—dijo Mari invitándolo a pasar mientras se secaba las manos con el paño de cocina. —No, no, Mari, no quiero molestar. Solo te traía esta carta solicitándote una reunión. En la parte de atrás 191

El Administrador de Fincas adjunto las firmas y los nombres de los vecinos que te lo pedimos. Todo está en orden. Quiero que la convoques esta semana si es posible. —¿Esta semana? Tienes mucha prisa, ¿no? —Las cosas, cuanto antes se hagan, mejor —fue su lacónica respuesta—. Fírmame aquí como que has recibido la carta —remató.

Mari revisó concienzudamente el papel que el señor Alonso le daba a firmar y, tras ver que todo estaba correcto, lo firmó.

Solicitaba la reunión para el viernes y el único punto del orden del día era, cómo no, el cese de la administradora.

Aquello debía tratarlo con Piedad porque ella, en cuestiones legales, se perdía mucho.

Le sorprendió que Piedad abordara el tema con tanta profesionalidad. Le dijo que todo era correcto y que debía convocar la reunión, pero que la presidenta decidía el día, la hora y el lugar. —Las cartas y todo eso lo preparas tú, ¿no? — preguntó Mari. —Sí, claro, una vez que la firmes, me encargo de todo como si fuera una convocatoria normal. Si no quieres que yo acuda a la reunión, me lo dices. —¡Ah!, ¿es posible celebrarla sin que tú estés presente? —Sí, no es lo normal porque soy la secretaria, pero es correcto. —¿Con cuánto tiempo de antelación hay que convocar? —Es extraordinaria, no tiene tiempo. Puedes convocar para el día que quieras.

Amador Moya —Yo no quiero convocar esta reunión en estos momentos. Si no lo hago, ¿qué pasa? —La pueden convocar ellos y sería válida igual. —Vaya lío en el que me ha metido otra vez ese «gili…» —La reunión se va a celebrar. Mejor que la convoques tú. Si no quieres que se tome ningún acuerdo, lo dices al inicio y si están conformes, todos para casa. —Bien, celebrémosla el lunes día 27. Ya te diré si quiero que vengas. —De acuerdo, déjame la documentación de solicitud que te ha entregado ése.

El Administrador de Fincas

This article is from: