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Capítulo 21 DESPUÉS DE LA REUNIÓN DEL 27 A
Amador Moya
Capítulo 21
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Mari miró a Piedad y dudó un instante. No estaba segura de que fuera el mejor momento, pero finalmente tomó la decisión, «cualquier oportunidad es buena para mover la cesta y ahora se me presenta una», se dijo. —Te voy a ser sincera —comenzó Mari—. Hasta aquí no te había dicho nada porque esperaba aclarar mis dudas por otras vías, pero llegados a este punto, en el que se me plantea una reunión en la que voy a defender tu continuidad como administradora de la comunidad, necesito saber si puedo confiar en ti o no. —No te entiendo, Mari. Claro que puedes confiar en mí, ¿por qué no ibas a hacerlo? —Me has mentido en lo del perro y tú lo sabes. Quiero que me digas la verdad. —Yo… no sé a lo que te refieres… —Lo sabes de sobra, Piedad, no te hagas la tonta. En tu declaración dijiste que no sabías que el señor Alonso tuviera perro y luego me entero de que, no solo lo sabes, sino que hasta le has mandado cartas trasladándole las quejas que a ti te han formulado algunos vecinos sobre las molestias que causa ese perro.
El Administrador de Fincas
Piedad se quedó en silencio un instante, mientras Mari esperaba su respuesta. —Yo no he sido, Mari, te lo juro, yo no tengo nada que ver con ese perro, no lo he visto en mi vida, yo… —Mari la cortó visiblemente enfadada. —No te pongas a la defensiva otra vez, ¡«coño»! Negar no sirve de nada en este caso. —Mari estaba indignada. No quería que se justificara, sino que la dijera la verdad—. Luego está esa tontería del Rodri de que no tiene perro. ¿Es que os pensáis que me cuesta mucho trabajo a mí comprobar si tiene perro o no? ¿Acaso un Husky al que todos miran con envidia puede pasar desapercibido entre un montón de vecinos?
De nuevo dejó un pequeño silencio en su discurso para ver si Piedad se arrancaba, pero continuó, ahora bajando el tono. —Luego está lo de Isidoro… —¿Lo de Isidoro? ¿Qué es lo de Isidoro? —Dice que te ha visto jugando con un perro en el descampado que hay al final de los chalés de Eras. Tú en tu declaración… —Piedad la interrumpió. —Eso es mentira, nunca he venido con mi perro a León, ni siquiera al veterinario. —Podía ser otro perro. —Imposible, nunca he estado en esa zona con ningún perro. Se confunde. —En cualquier caso, ¿sabes lo que consigues con eso?, que en mi lista de sospechosos ocupes el primer lugar junto con tu sobrino Rodri. Piénsalo bien, eres la que más tienes que perder en todo este lío. La gente busca un culpable y no se complica la vida. Cada día que pasa, más gente cree que has podido tener algo que ver en la muerte de ese perro. Tú tienes muchas 196
Amador Moya comunidades por la zona y los rumores se extienden. Necesitas que esto se aclare y yo soy tu única salvación.
La sentencia de Mari hizo que Piedad se viniera abajo. Tenía razón, toda la razón. Aquello había comenzado como una excentricidad y una curiosidad, pero podía hacer tambalear su negocio. Ella estaba en la picota, se estaba cuestionando su profesionalidad y su confianza. Las lágrimas empezaron a aflorar a sus ojos, luego vinieron los sollozos. Era cierto que Mari era su única salida, por eso, cuando logró dominar la impotencia, le contó la verdad.
—¿Qué tal te ha ido con la administradora? Has estado con ella esta tarde, ¿no? —preguntó Francisco. —Sí, y me ha ido bien. Muy bien diría yo. —Vaya, veo que no todo son malas noticias. Me alegro. ¿Vuelves a confiar en ella? —Creo que sí. —¿Creo? —Bueno, ya sabes el dicho «no me fío ni de mi padre» —Mariana rio. —De tu padre… bueno, pero de tu marido supongo que es otra cosa. —De ése menos. —Siguió ella con la broma. —Te aclaró las dudas, por lo que veo. —Sí, me dio una explicación y la creo. Hay que ver cómo se complica la gente la vida sin ninguna necesidad. —Mariana hizo una pausa. Francisco esperó —. Dice que no le pareció bien que la llamáramos a declarar, que yo desconfiara de ella, ni que haya sido yo, precisamente, quien la colocara como primera sospechosa. Según ella, lo que le pedía el cuerpo, en ese momento, era habernos mandado a la mierda y no declarar, pero al no poder hacerlo, dijo lo primero que 197
El Administrador de Fincas se le vino a la cabeza. Luego, se sintió bien con Basilio, se fue relajado y fue contestando con normalidad. —Tiene sentido —dijo Francisco—. A cualquiera nos puede pasar lo mismo si nos encontramos ante una acusación sin comerlo ni beberlo. —Sí, tiene sentido —convino ella. —¿Y lo del chaval? —Otra tontería. Como ella sabía detrás de lo que íbamos, cuando yo la pedí el teléfono de Rodri, se dio cuenta de que le entraría por ahí, quiso protegerlo y le dijo que se llevara el perro para el pueblo. —No pensó que fuerais a comprobarlo. —No. —El típico caso en el que intentas eliminar una sospecha y, en realidad, lo que consigues es crear una mayor o, incluso, una certeza, si te pillan en el renuncio. —Exactamente. Veo que tus dotes detectivescas mejoran. —Y ambos rieron.
Mari decidió que Piedad no fuera a la reunión. Le parecía que se iba a generar un situación muy violenta si la persona de la que iban a hablar estaba presente.
A la administradora no le importó demasiado; sin embargo, le dio las instrucciones oportunas para que celebrara la reunión, indicándole que el fin de semana debía visitar a los vecinos que ella viera más próximos para pedirles la delegación del voto, que los vocales debían ayudarla, que los asistentes solo podían hablar cuando ella les diera la palabra, que tenía que controlar la reunión en todo momento porque, si se le iba de las manos, aquello acabaría como el rosario de la aurora; finalmente, le remarcó y reiteró que la votación tenía que ser nominativa.
Amador Moya
Mari tomó nota con el propósito firme de seguir a rajatabla aquella guía y que su primera reunión como presidenta no se convirtiera en un gallinero.
Francisco y los vocales de los portales se prestaron a colaborar y buscaron delegaciones de voto para respaldar a la presidenta en su firme propósito de hacer que todo quedara en agua de borrajas.
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