Amador Moya
Capítulo 21
Mari miró a Piedad y dudó un instante. No estaba segura de que fuera el mejor momento, pero finalmente tomó la decisión, «cualquier oportunidad es buena para mover la cesta y ahora se me presenta una», se dijo. —Te voy a ser sincera —comenzó Mari—. Hasta aquí no te había dicho nada porque esperaba aclarar mis dudas por otras vías, pero llegados a este punto, en el que se me plantea una reunión en la que voy a defender tu continuidad como administradora de la comunidad, necesito saber si puedo confiar en ti o no. —No te entiendo, Mari. Claro que puedes confiar en mí, ¿por qué no ibas a hacerlo? —Me has mentido en lo del perro y tú lo sabes. Quiero que me digas la verdad. —Yo… no sé a lo que te refieres… —Lo sabes de sobra, Piedad, no te hagas la tonta. En tu declaración dijiste que no sabías que el señor Alonso tuviera perro y luego me entero de que, no solo lo sabes, sino que hasta le has mandado cartas trasladándole las quejas que a ti te han formulado algunos vecinos sobre las molestias que causa ese perro. 195