12 Conociendo a sus vecinos, Mariana se iba dando cuenta de que, cuando quitas el caparazón del que nos recubrimos, aparece la persona, el ser humano, y la luz brilla en todo su esplendor. Por otro lado, una sola manzana, un solo intrigante puede ser suficiente para traer por la calle de la amargura a otros cien o doscientos. Isidoro era sin duda un tipo especial, de ésos que no dejan indiferente a quienes tienen la oportunidad de tratarlos. — Por supuesto que lo conozco. Mira Mari: a estas alturas ya hemos pasado por la junta todos los vecinos y conocemos su vida y milagros, sobre todo sus milagros. — Parece que soy la única que permanece en el limbo, aunque en estos quince últimos días he tenido una buena ración. — Tú acabas de entrar de presidenta, pero lo irás viendo a lo largo del año porque, si en algo es especialista, es en perseguir, coaccionar y tutelar a la junta de la comunidad. No solo te dice lo que tienes que hacer, sino cómo y cuándo. — Ya me estoy dando cuenta de que es más que un simple vecino. — Y, si no le haces caso, te persigue, te acosa o te denuncia como a mí. — ¿Qué me estás diciendo? ¿Te denunció? — Efectivamente. Me mandaba un burofax cada semana y, como no le hacía ni caso, cuando quise darme cuenta me llegó el requerimiento del juzgado. 99