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DE ESTO Y DE AQUELLO
~ De esto y aquello ~
Por Leonor Morales
Al t éfоo
¿Alguno de ustedes ha tenido que llamar por teléfono a un médico, hospital, oficina o entidad pública para solucionar algún problema que aparentemente tenía fácil solución, o para pedir hora, o para que le contestaran a una preguntita muy, muy simple? Seguro que sí. Pues si usted pensaba que aquello era una nimiedad que podía solucionarse en un “pis pás”, seguro que muy pronto pudo comprender su gran error: Aquella nimiedad podría costarle toda una mañana al lado del teléfono, siguiendo las indicaciones de una maquinita que amablemente le enviaba a un número de otra maquinita con la que no había manera de entenderse. Por fin una voz le dice: “En este momento todos nuestros operadores están ocupados, por favor, manténgase a la espera y en breve le atenderemos” (¡Menos mal!) Como los operadores están ocupadísimos para amenizarle la espera le colocan una musiquita que al poco rato se interrumpe y usted se piensa que ya le toca. Pero ¡quia! Se ha interrumpido para repetirle lo que le dijeron al principio (“¡mecachis en la mar!”) La musiquita sigue y usted se va desesperando cada vez más y odiando esa música - no importa si es de Beethoven o de Manolo Escobar - y usted acaba jurando en hebreo aunque le hayan educado en colegio de pago. Cuando al fin parece que ya le atienden es para indicarle: “Si usted quiere esto, pulse uno; si quiere lo otro, pulse dos; si desea esta otra cosa, pulse tres; si lo que quiere es acordarse en voz alta de la madre de alguien, lo sentimos: no tenemos número para eso”. Parece que estas esperas exasperantes se han terminado. He oído esta mañana en la tele que queda terminantemente prohibido que la espera para ser atendido por teléfono en cualquier estamento, dure más de tres minutos. ¡¡¡Aleluya!!! (¿Será verdad?) Leonor Morales
