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LA FUNDACIÓN DE LA HOSTERÍA DE LA RÁBIDA
/ Dr. Pablo Tornero Tinajero /
Postal coloreada de la primitiva hostería vista desde el sureste.
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LA FUNDACIÓN DE LA HOSTERÍA DE LA RÁBIDA
Introducción
Pocos lugares de La Rábida, a excepción del propio Monasterio, han quedado tan inscritos en el hábitat y la fisonomía natural y social de este espacio como La Hostería de La Rábida.
Su presencia como espacio cultural, familiar y de ocio, permanece por años en el colectivo rabideño y ha sido referente en la historia para ser mucho más que un mero lugar hotelero.
Sus paredes, a lo largo de los años, han sido testigos de acontecimientos políticos, académicos y de la vida cotidiana del entorno. No solo desde Mazagón a Moguer, pasando por Huelva capital, sino del mundo americanista. Y ello, ha sido posible, tanto por el lugar en sí, y su imbricación en la sociedad vecina, como por la cercanía
Convento de La Rábida a finales del s. XIX.
al Monasterio, a la Universidad, primero Santa María de La Rábida y luego, Internacional de Andalucía, sede de La Rábida; al Foro Iberoamericano y al Parque Celestino Mutis.
y atenta mirada del siempre recordado Juancho, han sido un lugar de encuentros y desencuentros para políticos, intelectuales y personas que han llenado de humanidad, con amores y desamores, sus mesas y jardines.
Sus muros vieron pasar la Monarquía, la República, la Dictadura y, por fin, la Democracia, convirtiendo el lugar en un Museo de la Historia.
La Hostería acogió a personas de todas las tendencias que han conformado nuestra historia más reciente; monárquicos, republicanos, falangistas, nacionalcatólicos, destacados miembros del Opus Dei, y hombres y mujeres de todo el arco político parlamentario.
En definitiva, la Hostería ha sido testigo principal de la Historia de España.
Para mí mismo, en recuerdos volanderos, la Hostería, fue escenario pasado.
Desde mi época de joven profesor de Historia de América en los Cursos de Verano de La Universidad, mis vivencias se hacen presentes.
En interminables charlas con viejos amigos, en paseos con Maestros inolvidables, en conferencias más impetuosas que científicas, en debates políticos bastante desorientados, en atardeceres a la búsqueda del amor atolondrado.
Sus primeros años
Domingo Muñoz Bort, en su libro sobre la Universidad de La Rábida y Rosario Márquez Macías en sus trabajos sobre la creación de la Real Sociedad Colombina Onubense y la revista Rábida, han dejado muy bien expuestos los proyectos que desde fines del siglo diecinueve se promovieron en España y Huelva para la conmemoración del IV Centenario.
Esta efeméride es un acicate para dimensionar, en sus justos términos, los lugares colombinos e incorporarlos a la modernidad.
El franciscano José Coll escribía en El Siglo Futuro, diario católico, el sábado 21 de noviembre de 1891, en referencia a Palos de la Frontera: “en cuanto a lo material, demasiado sabemos, que entre otras cosas se echan de menos en Palos, el agua potable, la higiene, el alumbrado público,…dos locales más proporcionados que los de hoy para escuelas públicas, y sobre todo, el cementerio fuera del casco de la población y en sitio ventilado, puesto que el actual Campo Santo, situado en un accesorio de la Iglesia Parroquial, hace ya muchos años que está de cadáveres como un embutido, viéndose precisados a sepultar cuatro o más personas en una misma fosa. Todo esto, aparte de que en aquella población se carece de médico, cirujano, farmacéutico y hasta de droguero…después de haber estado relegada cuatrocientos años al más completo olvido”.
“Además los que quieran visitar Palos, encontrarán unas comunicaciones pésimas, ni una vez puestos en ella hallarán ni siquiera una miserable hostería o mesón”.
Por eso mismo, a partir de estos años, se piensa en la idea de construir una hostería cercana al Monasterio, para que recibiese a los visitantes.
Esto no fue, por estos años, aceptado por algunos “prohombres” del entorno.
Un largo camino, hasta que un verano me encargué de la dirección de los cursos, con bastante más voluntad de eliminar el viejo orden que con un interés académico. Pero, gracias a mis antiguos compañeros, aquello significó un nuevo sentimiento respecto a los intereses del pasado.
En definitiva, ¿quién en el mundo rabideño, no tiene cualquier tipo de vinculación con la vieja Hostería?
Por eso, desde aquí hago un llamado a sus responsables para que sigan manteniendo La Hostería, como un lugar mágico, entre sueños realizados y no realizados y esperanzas conformadoras de nuestra época.
Así, en El Siglo Futuro, el 3 de agosto de 1888, escribía Manuel de Burgos y Mazo: “¿Es digno y noble para un pueblo culto y noble, tener convertida La Rábida en hostería, donde vayan a profanar aquellos
venerandos claustros y aquella reliquia de nuestras grandezas gentes que ni saben apreciar ni conocer siquiera ni lo que simboliza aquel Convento, ni el sublime poema de civilización y de fe que representa y que recuerda? Qué vergüenza. Qué vergüenza¡¡¡¡¡ “
En 1920 se entrega a la Orden Franciscana el edificio conventual, restaurado entre 1891 y 1923 por el arquitectoconservador Ricardo Velázquez Bosco; y se construyó en un terreno contiguo, propiedad del Duque de Alba, un monolito en honor a los Descubridores.
Años más tarde se realiza el famoso vuelo Palos –Buenos Aires, ejecutado por el comandante Ramón Franco, también muy bien historiado por la Dra. Márquez Macías.
Ya, desde 1905, se expande por la nación el fomento del turismo; comenzado por el Comisariado Regio de Turismo, presidido por el Marqués de la Vega Inclán, verdadero precursor del Turismo moderno en España, y muy influenciado por el pensamiento del Regeneracionismo, la Institución Libre de Enseñanza y los deseos intelectuales y culturales de incorporar España a la modernidad europea en materia de dar a conocer la nueva identidad española después del 98.
Por eso mismo, desde el Estado se preparan sendas exposiciones universales con sedes en Sevilla, estudiada por el profesor Alfonso Braojos, y Barcelona.
Es el momento en el que se encarga el proyecto de Hostería al arquitecto José María Pérez Carasa, el mismo que había realizado el Pabellón de Huelva en la Exposición Universal de Sevilla de 1929, por el Patronato Nacional de Turismo, creado en 1928, en sustitución del antiguo Comisionado Regio.
Este Patronato promueve dos hosterías de características similares y por razones diferentes, la de Alcalá de Henares y la de La Rábida.
La Diputación Provincial de Huelva ya había solicitado, un tiempo antes, al Patronato que se estableciese allí un parador u hostería.
A tales efectos, el Estado adquirió, de dos particulares, los terrenos necesarios para la construcción del edificio. Este, constaba de 231 m2 construidos y situado en una parcela de 1.848,90 m2. Su estilo era muy poco innovador en lo arquitectónico, dando predominancia a lo local y con una estética que intentaba aproximarse a la que Velázquez Bosco había trazado para el Monasterio cercano, y por tanto muy ajeno a la arquitectura de la época.
Era una clara definición del sentimiento de lo que después se llamaría “el espíritu de La Rábida. La Hostería, se inauguró en mayo de 1930, con un comedor para 60 personas, además de una zona de vivienda, con el máximo rigor gastronómico y servicios anejos.
Era la idea general para el turismo de la época. Un turismo de calidad y modernidad que ya impulsara el Marqués de la Vega Inclán. El Patronato Nacional de Turismo asumió su explotación durante la vigencia de la Exposición.
ABC. Madrid, 1930.
La administración directa fue encargada al Restaurante Internacional, dirigido por el industrial Juan Blanch.
Dos años después se encargó a Morales y Estrada. De la misma manera el Patronato fomentó hacia los lugares colombinos frecuentes viajes desde Sevilla y su Exposición.
En 1930, escribía la Revista Turismo: “el itinerario de Sevilla a Huelva atraviesa una encantadora ruta, en la que puede admirarse esplendidos paisajes y pueblos singularmente típicos. Puede hacerse el recorrido yendo directamente a Huelva, y desde allí a La Rábida, para lo que se puede utilizar el transbordador en la Punta del Sebo.
Desde La Rábida, para mayor interés del turista, el regreso se hace por Palos y Moguer, Niebla, La Palma y Villalba del Alcor, hasta Sevilla (...) y ello es un motivo más para hacer agradable y cómoda la excursión a La Rábida, que empieza a ser muy frecuentada desde que el Patronato Nacional de Turismo ha construido la citada hostería.”
Desarrollo Histórico
En 1934, Paradores y Hosterías del Reino, la cierra, con la oposición de autoridades locales, como Eustaquio Jiménez Mantecón, hermano de Juan Ramón y alcalde de Moguer, como escribiese José Luis Gozálvez Escobar.
El 3 de agosto de 1935, se acondicionó lo necesario para los fastos de esta fecha, puesto que La Rábida seguía siendo foco de atención intelectual. Así, el ministro Fernando de los Ríos visitó el lugar, con los profesores del Instituto de Segunda Enseñanza y su director, Fernando Terrades, junto con los de la Escuela Normal de Magisterio.
En virtud de la importancia patrimonial del entorno colombino, en 1936, se encarga al propio Pérez Carasa la restauración de La Hostería para su utilización regular; sin embargo, la guerra civil, eliminó toda suerte de reformas.
Finalizada la guerra, es la nueva Dirección General de Turismo, la que asume la administración de La Hostería.
A partir de entonces, todo el entorno colombino, se convierte en baluarte ideológico del régimen del 18 de Julio.
Una vez pasada la euforia turística de la Exposición de Sevilla, la Hostería, languideció lastimosamente. Tanto es así, que en 1932 el arquitecto municipal Baltasar Hernández Briz, hizo un muro de emergencias para desviar las aguas pluviales.
El periódico La Provincia, el jueves 26 de abril de 1934, publicaba la noticia “La Hostería de La Rábida, en ruina“. En un artículo firmado por Cires se decía: “Debido al abandono en que se encuentra, en un estado ruinoso, por el cual, la construcción se va a venir abajo…pareciese que al Patronato no le interesa como lugar natural y obligado…hay que contar en que la Diputación active las diligencias, dándole prisa al Patronato…por evidencia, huelga afirmar que el hecho de que el turista ,nacional o extranjero, no tenga donde almorzar, convenientemente servido, al visitar La Rábida, constituye una vergüenza manifiesta ¿Qué idea de hospitalidad en un sitio que debería ser, eminentemente hospitalario?
Llegamos a la conclusión de que la única solución del problema está en el arreglo que pueda hacerse entre la Diputación y el Patronato… o veremos derribarse esa Hostería, cuyos escombros acabarán de enterrar el concepto de atracción turística, hacia los lugares colombinos.”
La frase de “por el Imperio hacia Dios” se hace realidad en la gesta descubridora y
en la Reina Isabel. Por eso mismo, La Rábida y su entorno se politizan y se convierten en arma ideológica.
El nacionalcatolicismo y sus diversas variantes quieren reivindicar la España Imperial y, por eso, uno de sus símbolos preferentes es la gesta descubridora, comienzos de la evangelización y la civilización española en América.
Siguiendo ese ideario, en 1943, el Opus Dei, a través de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla, pone su mirada y su acción en la creación de los Cursos de Verano de la recién creada Universidad Santa María de La Rábida. Por ella pasan grandes figuras del americanismo nacional e internacional, dando un gran valor académico a la citada Universidad.
Al no existir edificio para residencia de alumnos y profesores, el Convento se convierte en lugar de residencia de ellos.
En 1944, se inicia una amplia reforma de La Hostería; aunque, hasta 1951, el aforo sigue siendo muy limitado. Por fin, en este mismo año, en marzo, la Dirección General de Turismo entrega la administración de La Hostería a la Diputación Provincial de Huelva.
En 1974, 2003 y 2013, se volvieron a realizar reformas en La Hostería. Aunque ya la Universidad de Santa María de La Rábida se acondicionó para alojamiento de alumnos y profesores, La Hostería, desde la presencia universitaria en La Rábida, ha sido un lugar de encuentro, en años pasados, a todos los niveles de la cultura y la sociedad onubense.
Nota de prensa. Año 1930. Foto: todocoleccion.net
Con la llegada de la democracia y la entrega de la organización de la vida académica , primero a la Universidad de Sevilla y posteriormente a la Universidad Internacional de Andalucía, La Hostería siguió conservando ese lazo de unión con la vida universitaria, además de seguir formando parte material e inmaterial de ese espacio rabideño y manteniendo ese sentido de unión con su entorno y, por tanto, un lugar preferente en la historia de la vida y el pueblo de Huelva, desde los más cercanos, hasta los más alejados geográficamente.
Por eso mismo, su huella, sigue marcando el acontecer y es punto de referencia en su entorno social.
Lupiánez reconcibió un edificio de estética funcional con volúmenes adaptados al desnivel del terreno. Foto: Antonio Cancela.