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100 años del nacimiento de Pablo Magdaleno
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Homenaje a Pablo Magdaleno en el centenario de su nacimiento (1917-2017) Viernes, 30 de junio. 20.30 horasTeatro Principal Entrada libre 100 AÑOS DEL NACIMIENTO DE Pablo Magdaleno
“No podemos perder la memoria, la esencia de la vida es recordar. Hay que revivir, hay que estar siempre vivo. Y estar vivo es estar siempre recordando”, escribe el pensador sevillano Emilio Lledó. Hay épocas especiales para el recuerdo, en Rioseco una de ellas es durante las fiestas de San Juan, quizás porque está hecha de la memoria de los riosecanos, de sus vivencias, de sus emociones, de sus alegrías. Si la música en las fiestas de San Juan tiene una gran presencia es por hombres como Pablo Magdaleno. El próximo 30 de junio se cumplen 100 años de su nacimiento, por lo que es merecido traer al presente su recuerdo. No es de extrañar que Pablo Magdaleno dedicara su vida a la música si se sabe que desde su infancia vivió entre partituras e instrumentos en la casa familiar de la calle del Pescado. Su padre, Toribio, organista en la iglesia de Santa María, profesor de música y director de la banda municipal, enseñó música a muchos riosecanos, incluidos sus hijos Pablo, Columbiano y Eustasio. Columbiano, que tocaba el violín y el piano, llegó a ser director de la banda municipal de Peñafiel, donde sigue siendo recordado. Eustasio tocaba la flauta. Aunque Pablo sabía tocar todos los instrumentos de la banda, en especial dominaba el saxofón y el piano. Fue durante muchos años director de la banda municipal de Medina de Rioseco, enseñando solfeo e instrumentos a muchos vecinos. Su vida era la música, porque la música estaba muy presente en la vida, en especial en las fiestas de San Juan, con dianas floreadas, pasacalles, conciertos, sesiones de bailables (así aparece en los programas) y verbenas. Además de con la banda, que amenizaba todos los acontecimientos y fiestas, Pablo tocaba el piano en las sesiones de cine mudo, en bailes o acompañando a alguna compañía de zarzuela que llegaba a la ciudad. Cofrade del Cristo de la Paz, Pablo Magdaleno compuso marchas para todas las cofradías riosecanas, que sonaban a la salida de sus pasos o durante la procesión, pero también para la Virgen de Castilviejo, San Roque o Santa Cecilia, además de un buen número de pasodobles, alguno dedicado a los diestros Paquirri, Gúmer Galván o Bernardino Cabañas. Junto a esta música funcional, que llegaba de los quehaceres de su profesión, estaba otra que componía con mayor libertad estética, según explica su nieto el pianista Diego Fernández Magdaleno. De esta manera compuso una “Plegaría”, obra para piano, que el compositor Francisco García Álvarez ha calificado de excelente. Su hija Alicia Magdaleno destaca que era “un padre extraordinario, muy cariñoso”, expresando que “le recuerdo siempre con una gran pasión por la música y por Rioseco. En varias ocasiones tuvo la posibilidad de ir a otros lugares y siempre prefirió quedarse aquí”. Hablando con riosecanos que conocieron a este vecino ejemplar, más allá de sus grandes aptitudes musicales, todo el mundo coincide en que “era una buena persona”. Su nieto Diego Fernández Magdaleno representa la herencia musical de su abuelo, en la que también están Pablo, Alvaro y David, y en la que ya se hacen un hueco sus bisnietos Diego y Pablo. Cuando dentro de unas horas suene la música en las calles riosecanas durante las fiestas de San Juan, el recuerdo de Pablo Magdaleno florecerá de una manera muy especial en la memoria de la Ciudad de los Almirantes.