Premio Gabriel Aláez
Fermín Álvarez,
el Carnaval en el ADN Libreta en mano y grabadora en ‘play’ en las playas de Cádiz…
Desde septiembre ya tenía en mente el tipo y la presentación del año siguiente. Nuestras conversaciones en vacaciones estaban marcadas por ritmos de pasodobles y cuplés; siempre buscando la melodía perfecta para conquistar un año más al jurado del María Luisa. Pero sus intenciones estuvieron siempre fuera del concurso, él quería hacer fuerza en la calle. Quiso hacer grande la fiesta llenando Mérida de carnaval en cada uno de sus soportales. Melodías en un ‘cantacalles’ que permitían que las agrupaciones vivieran la fiesta más allá de la competición del concurso; luchando de forma conjunta por conseguir el tan merecido martes con olor a sardina. Algo que se inició como una afición se convirtió pronto en una de sus grandes pasiones…
Pero me remonto años atrás, al recuerdo de cuando no había nada, de cuando el carnaval no era una fiesta oficial, tenía pocos seguidores y las pocas agrupaciones que se habían formado se esforzaban mucho por salir a flote. Este loco llamado Fermín Álvarez ideó una marea de acciones que harían que la fiesta fuera dando pequeños pasos. Los Cazurros siempre apoyándole han constituido una de las señas de identidad del carnaval. Arrastró con él a todo el que tuviera esta misma ilusión en lograr un carnaval digno, un carnaval con nombre propio, con nombre romano. Luchó hasta institucionalizar la fiesta. Crearía, junto a otros que también creían en ello, la Asociación que representara de forma oficial el carnaval para poder impulsar los intereses de las agrupaciones y dignificar al máximo la fiesta.
10