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Cuentos Ganadores 2019

CATEGORÍA 1 (1º, 2º Y 3º DE EDUCACIÓN PRIMARIA)

EL PAJARITO PERDIDO Alma Corzo Carmona (Colegio Santo Tomás de Aquino)

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Érase una vez una niña que se llamaba Carlota. Iba con su madre a la tienda de animales. Fueron a comprar un animal y Carlota vio un pajarito y se lo llevó a casa.

Carlota lo llamó Kuki. Kuki estaba encantado con su nueva dueña y con su madre también estaba encantador.

Carlota estaba feliz de tener un animar. Pero pasó algo al día siguiente.

Kuki no estaba en la jaula. Carlota y su madre buscaron y buscaron.

¡Al día siguiente estaba en su jaula!

Y colorín colorado este cuento se ha acabado, porque Kuki volvió donde fue feliz.

TOM Y TES SALVAN EL MUNDO Helena Gutiérrez Gutiérrez (CEIP Virgen de Barbaño)

Había una vez dos tomates, llamados Tom y Tes que vivían en un planeta llamado Tomatón. Allí todos los cultivos, todas las cosas, todos los parques eran de color rojo.

Un día el sol calentaba más de lo normal y el agua empezó a evaporarse. Entonces Tom y tes notaron que se estaban secando y decidieron subir con un avión de color verde y luces amarillas para hablar con las nubes. Al llegar allí se encontraron con un grupo de nubes y le preguntaron por qué no llovía y las nubes dijeron:

- Para saber eso tienes que hablar con la Reina Nube.

Y dijo otra.

- Se encuentra en un castillo, en el Valle del Viento.

Tom y Tes se fueron para el Valle. Al llegar les cayó un chaparrón y se hidrataron porque estaban a punto de

secarse. Al llegar al castillo entraron y se encontraron con la Reina Nube. Era muy grande, húmeda y con destellos de colores. Tom y Tes, al verla se quedaron impresionados y le preguntaron:

- Venimos a pedirte que llueva en nuestro planeta, por favor. Porque todos nuestros habitantes se están secando.

Y la Reina Nube contestó:

- Todo cuesta un esfuerzo, yo provocaré la lluvia siempre que hagáis setas tres cosas en vuestro planeta: Primero, recoger toda la basura que habéis tirado; segundo, no talar las tomateras y tercero, no usar los tomacoches. Tom y Tes prometieron a la Reina Nube que cumplirían estas normas, cogieron el avión y se volvieron a su planeta.

Al llegar al planeta reunieron a todos sus habitantes y le contaron lo que les dijo la Reina Nube. Se pusieron todos manos a la obra y cumplieron lo prometido.

La Reina Nube al ver que habían hecho las tres cosas, comenzó a subir muy alto hasta cubrir todo el planeta. Estuvo lloviendo un par de días hasta que los mares y ríos se llenaron.

Tom y Tes y sus amigos salvaron el planeta y colorín colorado este cuento se ha acabado.

CATEGORÍA 2 (4º, 5º Y 6º DE EDUCACIÓN PRIMARIA)

CUANDO UN QUESO SE CRUZA EN TU CAMINO Francisco Pajuelo Leo (CEIP Príncipe de Asturias)

Hola. Soy un niño normal y corriente como todas las personas del mundo. Me llamo Francisco pero me dicen Isco. Tengo 9 años, voy a cuarto de primaria y vivo con mis padres y mis dos hermanos: la mediana, Alejandra, de 17 años; el mayor, Manuel, de 22 años y mis padres Juan y Manuel (Manu en confianza). Y mejor no digo sus edades que, como dice mamá, es de mala educación. El lunes por la mañana, mi mejor amigo (F. J.) y yo hemos encontrado, en el patio del colegio, un queso con moho. Era redondito, sin ninguna esquina (según la maestra se trata de un cilindro, no un círculo), todo listo y color amarillo camiseta “blanca” de mi hermano.

Parecía casi perfecto. Hasta te entran ganas de comerlo (si no fuera porque al darle la vuelta, una tela asquerosa lo cubría de moho azul…).

A mi amigo y a mí nos gustan los grandes retos, así que empezamos a discutir quien se atrevía a probarlo.

Cuando más emocionante estaba la cosa, un grupo de “matones” nos ha interrumpido.

- ¡Eh, tú, cuatro ojos! ¡Dale tres muerdos a esa plasta o te la estampo en la cara! - Decía uno de ellos dirigiéndose a mí.

- Y el renacuajo que coma cuatro, ¡que le hace falta crecer! ¡JAJAJA! - se burló Otro de los “energúmenos” aquellos de mi amigo.

Y claro, lo sotros tres le seguían las gracias sin parar de reír.

F. J. Es un cagueta y antes de terminar ya le había dado un par de muertos. Me enfadé muchísimo por su poca resistencia y porque ahora me tocaría a mí. Pensé una excusa. Siempre se me ocurren buenas excusas. A mis padres se las cuelo todas.

- ¡Soy alérgico a la lactosa! - Conseguido decir cuando tenía el queso tocando mi nariz.

- Será divertido saber cómo te sientes. ¡Cómetelo ahora mismo! Los niños del colegio estaban dando voces y vino el director. Era la tercera vez este mes que la pandilla “maravilla” se saltaba la valla para entrar en el colegio.

Los echó con un solo gesto y dijo que llamaría a la policía. Tal vez esto último fue decisivo para que fueran corriendo.

Seguidamente el director se interesa por nosotros:

- ¿Qué os ha pasado? ¿Os han hecho daño? ¿Cómo ha ocurrido? ¿Habéis comido del queso? ¡Menuda panda de sinvergüenzas! - No paraba de expulsar una seguida de otra.

Sin tiempo a contestar, nos vemos rodeados por todos los niños del centro, los maestros, la madre de F. J. y mi padre. ¡Menuda se había montado! Mi amigo y yo nos miramos con cara de marcianos sin saber qué decir ni qué pensar. Ahora somos los más famosos del colegio y todos los profes se preocupan por nosotros. Hasta nos preguntan si hemos hecho “ca…” y qué color tenía. Todo esto me parecía surrealista y a la vez fantástico. NO HABÍA NADA MEJOR QUE ENCONTRARTE CON UN QUESO.

EL LIBRO LLENO DE POLVO Paula Gómez Rodríguez (Colegio Sagrada Familia)

Érase una vez una clase en un colegio muy muy grande. En la clase había una biblioteca en la que había muchos libros: viejos y nuevos, rotos y perfectos. A los niños no les gustaba nada leer, excepto a una niña que, ¡cómo no!, se había leído todos los libros.

Un día por la mañana, la profesora mando leer un libro. La niña, llamada Amalia, ya se había leído todo y no sabía que leerse. Se agachó porque se le había caído su bolígrafo y encontró un libro lleno de polvo. Lo cogió por curiosidad. Al soplar, vio que se titulaba “El libro mágico”. Era el único que no se había leído.

Le entró curiosidad y decidió leérselo. Al abrirlo, salió una luz y se metió en el libro. No se lo podía creer. ¡No sabía cómo salir! Amalia gritaba y gritaba desesperada. No sabía qué hacer. De repente, oyó una voz que decía:

- Amalia, no te preocupes, vas a salir de aquí. Solo tienes que responder a una pregunta. - Dijo la voz.

- ¿Cuál es la pregunta? - Contestó Amalia.

- ¿Por qué lees? - Le volvió a preguntar la voz. Amalia no sabía si decir porqué leía en realidad o por lo que ella decía que leía.

- Para ser más lista. - Contestó Amalia.

- Sé que es mentira. Piensa bien y en 5 minutos te volveré a preguntar.

Amalia no sabía que decir. A lo lejos vio un libro punto fue corriendo a por él y al abrirlo, se dio cuenta de que era de todos en los que había estado.

Al lado de todas las firmas ponía “Di siempre la verdad de las cosas”. Apenas le dio tiempo a terminar de leerlo cuando la voz dijo:

- ¿Por qué lees?

- Porque al leer me imagino que viajó al sitio de la aventura, me divierto mucho, me río, aprendo... - Contestó Amalia.

Apareció una luz más brillante que la primera y, de repente, Amalia apareció en su clase con sus compañeros y su profesora. No había pasado el tiempo.

Con esta historia toda la clase empezó a leer y a todo el mundo le gustaba. No podían parar de leer.

Cultura CATEGORÍA 3 (1º, 2º, 3º Y 4º DE EDUCACIÓN SECUNDARIA)

PLANETA “ELLA”. Sandra García Fernández (IES Extremadura)

Eran tiempos de investigaciones y descubrimientos. Alicia Domínguez había estudiado Química, Matemáticas, Física y Astronomía en la universidad VIU de España y se sacó un doctorado en Astronomía e Ingeniería, pues su mayor sueño era viajar al espacio, por ello se formó como astronauta.

Comenzó a trabajar en una empresa donde no ganaba mucho, apenas para aguantar el mes sin ir muy ajustada de dinero. Pero pronto la descubrieron y comenzó a trabajar en un cuerpo secreto de astronautas que eran enviados para estudiar planetas que tenían localizados en diferentes galaxias, pero no sabía nada de ellos. Alicia, contenta e ilusionada porque quizás esta fuera su gran oportunidad de cumplir su sueño, acepto sin pensarlo, ciega por el deseo de ver el espacio. Fue Carlos Méndez, ingeniero y matemático, trabajador y copresidente de esta empresa secreta, quien se fijó en el expediente perfecto de Alicia y el que le pidió que trabajará para ellos.

Su primer día fue corto y tan emocionante que no notó la tensión que había entre los trabajadores, pues no todo iban al espacio, pero todos querían hacerlo. “Vaya, parece que no soy la única con este sueño”, pensó Alicia sorprendida, pero también deprimida porque eso también significaba que podría ser que ella no fuera. Y ya no sería tan maravilloso como ella pensaba. Una semana después, pasó cerca del despacho de Carlos Méndez y escuchó los gritos que procedían de esta misma sala. Ella se acercó la puerta preocupada.

- ¡Tenemos que mandar a algún trabajador para que estudie ese planeta, porque desde aquí será imposible! ¿No te das cuenta? ¿Pero aquí en mandamos? Nadie en este edificio está lo suficientemente capacitado para ir. - Decía una voz grave cascarrabias.

- A mí no me preguntes. ¡Yo ya te dije que Alicia Domínguez sería ideal para este trabajo, pero tú no me quieres hacer caso! - Dijo una voz de hombre un poco más calmada.

- ¿La nueva? Tú verás, pero si esto fracasa toda la culpa caerá sobre ti.

Entonces, las voces callaron y Alicia se dio cuenta de que era el momento de irse.

Al poco tiempo, Carlos fue a la zona de trabajo para dar una noticia. Se acercó a los trabajadores, que enseguida lo rodearon intrigados y él comenzó a hablar. Dijo que había llegado la hora de que uno de ellos fuera una misión. Todos estaban atentos, incluso tristes, porque sabían que ellos no iban a ser elegidos. Hasta que dijo el nombre de “Alicia Domínguez”. Alicia intentó ocultar la alegría que estaba sintiendo en ese mismo momento, pero no pudo conseguirlo y empezó a dar saltitos de alegría. Carlos sonrío y se marchó, llevándose consigo a Alicia para informarle, ante las miradas envidiosas de sus compañeros.

El 23 de marzo, Alicia partió a su aventura en la nave-laboratorio. Tras un viaje de ocho meses y medio, que se alargó más de lo calculado, aterrizó. Ella miró los controles de la nave para confirmar que había aterrizado y se dio cuenta de que uno de los botones de los controles estaba parpadeando y de color rojo. Preocupada, miro el localizador y se percató de que estaba en zona desconocida. Puede que, por un error en las coordenadas con los cálculos, ella no hubiera aterrizado en el lugar pensado y estaba en territorio desconocido, pero no se iba a estar quieta. Así que mandó una señal de auxilio a la central; sin embargo, no obtuvo respuesta. Alicia sentía que, aunque no se conociera ese planeta, estaba en una galaxia nunca estudiada. Tenía que investigar y se puso manos a la obra. Lo primero fue estudiar su atmósfera a fondo, para saber si podía salir de la nave para coger muestras y resultó que era apta para los pulmones humanos y por tanto salió. Cogió muestras de todo lo que pudo y las analizó. De repente, algo golpeó la nave y ésta se tambaleó. Alicia se agarró a la mesa en la que estaba trabajando para intentar no caer. Empezó a mirar por los cristales y no vio nada. Pero, de nuevo, algo movió la nave. Asustada, salió por una puerta de escape, protegida con su traje espacial y algunos materiales. Entonces, delante de ella, una criatura pequeña y muy extraña. La recogió del suelo y la entró dentro para protegerla de lo que estaba golpeando la nave. Nunca había visto nada igual. Comenzó a tocarla y mirarla con intriga. Era una criatura peluda de color azul, con forma de esfera, tenía dos ojos lilas y nerviosos, una nariz muy blanda y roja, cuatro patas cortas y sin pelo y un rabo muy corto, casi como una bola pequeña. Alicia cogió un poco de su pelo y la arropó con una manta que dejó en su cama. De pronto, escucho cosas caer en la cocina, se asomó y vio asombrada a la criatura comiendo su comida: con fuerza cogía los pesados botes de puré y los sobres de proteínas o vitaminas. Se dio cuenta de que lo que golpeaba la nave era esa criatura pequeña y adorable, pues su fuerza era inmensa y, además, observó que los golpes habían parado.

Dejo libre a la criatura al salir de la nave y salió a correr hasta desaparecer de la vista de Alicia, pero no tardó en regresar. Y no volvía sola. Traía más de los suyos y también comida, pues se había comido todo lo que se había llevado. Alicia se lo agradeció y le puso el nombre de “Ella”. la criatura, contenta, de un salto entro en la nave y Alicia la siguió. “Ella” comenzó a curiosear y se topó con algo que nunca había visto. Un enchufe. Lo tocó y, cuando lo chupó, se electrocutó. Alicia, al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, busco algún objeto aislante para apartar a la criatura del circuito eléctrico y evitar así electrocutarse ella también. Consiguió salvarla, de modo que “Ella” ya estaba en deuda con Alicia. Pero en el momento en que la criatura chupó el enchufe, la electricidad volvió a la nave y la señal de auxilio llegó a la base que, rápidamente comenzó a mandar pequeñas naves cargadas de armas, entre ellas bombas nucleares, a la localización de Alicia para sacarla de allí.

En siete meses, aunque en aquel planeta parecían siete días, llegaron las naves de ayuda al planeta. Llegaron antes de lo esperado. Carlos Méndez iba en la más grande de las naves y también la más protegida. Cuando la vio, bajo rápidamente con su traje espacial para rescatarla y, tras él un equipo de

Cultura

protección. Alicia, en ese momento, estaba con el grupo de criaturas. Carlos abrió la nave de un disparo y lo primero que vieron sus ojos fue un montón de bolas que iban a por él y Alicia en el medio, sentada en el suelo. Carlos se asustó y comenzó a disparar a las adorables bolas de pelo que, con mucha fuerza, iban derribando a los escoltas de Carlos. Éste iba a por Alicia para llevársela y “Ella”, pensando que la iba a atacar, quiso defenderla. Con toda la fuerza que pudo conseguir fue tirando objetos pesados a Carlos, que cogió a Alicia del brazo en un despiste y se la llevó. Carlos corría mientras Alicia le gritaba para que la soltara. “Ella” corría detrás haciendo unos ruidos muy raros. Alicia consiguió soltarse y fue a por “Ella”, que acababa de llegar donde ellos estaban. Entonces, Carlos recibió un mensaje de huída e intentó coger de nuevo a Alicia del brazo, aunque si esta vez sin éxito, porque ella se percató y se apartó.

Él salió corriendo y se montó en la nave principal. Ésta despegó. Dejaron unos objetos muy raros en la superficie, que a distancia no se veía bien. Y... ¡BAM! ¡Las bombas explotaron! Todo se veía borroso y “Ella” tenía en brazos a Alicia, que respiraba despacio y sus labios intentaban decir: “Ella, gracias por todo”.

EL CHICO MISTERIOSO Alejandro Núñez Ramón (IES Extremadura)

Un día de verano cualquiera, un chico llamado Jaime estaba jugando al fútbol con sus amigos. La pelota se fue muy lejos y él tuvo que ir a por ella. De repente vio un chico de su edad mirándole: Le pregunto que si quería jugar con ellos al fútbol, pero el chico se quedó callado y se marchó.

Dos meses después, al empezar las clases, Jaime se fue con sus amigos y entraron en la clase. Jaime observó que había un chico nuevo en la clase. Era el mismo que había visto en el parque el verano pasado. La profesora lo presentó a la clase y todos empezaron a murmurar y a hacer opiniones sobre su nuevo compañero, que se sentó en la silla de la última fila solo. Al terminar la clase Jaime se acercó a él para ver si quería ser su amigo, pero cuando le vio el chico intento escapar de él y desapareció entre toda la gente.

Al regreso de las clases, el chico misterioso no estaba. El timbre sonó. Todos los alumnos salieron del instituto, pero Jaime se quedó en la clase para ver si volvía. Al salir de la clase le esperaba su amigo Fabián, al que le contó todo lo ocurrido y se quedó boquiabierto. A la mañana siguiente, cuando Jaime llego al instituto, preguntó a sus compañeros si habían visto al chico nuevo. Pero ellos le dijeron que no había ningún chico nuevo. Al terminar las clases Jaime se preguntaba que quién sería ese chico misterioso.

Al llegar a su casa había en un descampado una fotografía de un chico con camiseta roja qué miraba la cámara y en su mano indicaba el número dos, como si estuviera contando. Intrigado le pregunto a su madre y a su hermano si reconocían a la persona que estaba en la foto, pero ninguno de los dos lo conocía.

Jaime intentaba dormir, pero las sombras y ruidos extraños no dejaban de escucharse. Había una sombra. Aparentemente era de un chico y Jaime pensó que podría ser del chico misterioso, así que rápidamente salió de su habitación y, posteriormente, de la casa con la foto en sus manos. Siguió a aquella curiosa sombra, pero lo que él no esperaba era que, justo cuando iba a cruzar la calle, un auto saliera de la nada y lo arrollara.

Jaime fallece el instante. Jamás soltó la fotografía.

El conductor, alarmado y en shock por lo que acababa de ocurrir, salió del auto para ver si el joven estaba vivo. Pero además de encontrarse con un cuerpo sin vida vio lo que él tenía sus manos. Era la foto. Estaba el mismo chico, pero su mano ya lo indicaba un dos, sino el número tres.

¿Serás el siguiente?

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